17 Cartas De Amor

July 27, 2017 | Autor: Eli Valencia | Categoria: Romanticism
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17 Cartas de amor

17 Cartas de amor

Jackeline C. Lucas

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17 Cartas de amor

Para mi madre Mónica y mi padre Juanjo. Mis mejores amigos Romina y Franco. Mis hermanos Javier y Jesica.

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17 Cartas de amor

“Pero llegamos tarde, te vi me viste. nos reconocimos enseguida, pero tarde. Maldita sea la hora que encontré lo que soñé Tarde.” -Tarde (sin daños a terceros). Ricardo Arjona.

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17 Cartas de amor

Índice Prólogo……………………………………………………………….Pág. 5 Carta número 1…………………………………………………..Pág. 13 Carta número 2…………………………………………………..Pág. 30 Carta número 3…………………………………………………..Pág. 41 Carta número 4…………………………………………………..Pág. 50 Carta número 5…………………………………………………..Pág. 62 Carta número 6…………………………………………………..Pág. 77 Carta número 7…………………………………………………..Pág. 92 Carta número 8………………………………………………….Pág. 110 Carta número 9………………………………………………….Pág. 128 Carta número 10……………………………………………….Pág. 149 Carta número 11……………………………………………….Pág. 168 Carta número 12……………………………………………….Pág. 186 Carta número 13……………………………………………….Pág. 202 Carta número 14……………………………………………….Pág. 218 Carta número 15……………………………………………….Pág. 232 Carta número 16……………………………………………….Pág. 249 Carta número 17……………………………………………….Pág. 266 Epílogo……………………………………………………………….Pág. 268

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17 Cartas de amor

Prólogo Elizabeth volvía cansada a su casa después de un largo día en el trabajo. Sus pacientes le daban poco minutos libres los cuales los ocupaba para analizar todos los casos que le llegaban al consultorio, pero no se arrepentía de nada, amaba la profesión que había elegido, saber que había ayudado a alguien con problemas a encontrar un poco de luz la reconfortaba siempre cuando se sentía agotada. Al llegar a su casa advierte que le está esperando un paquete en la puerta, extrañada lo levanta y observa que tenía por remitente a su mejor amigo Ángel. Se preguntaba que le podría haber mandado, quizás fuera algún regalo, algo para saber que el siempre estaría presente mas allá de que se encontraban a kilómetros de distancia y no se veían desde hace un año. Elizabeth mentiría si dijera que no extrañaba a Ángel, él era su mejor amigo desde los 10 años cuando él fue el único que le habló al ingresar al colegio. Todos sus compañeros la trataban mal por su aspecto pero Ángel nunca lo hizo, el se mostró amigable desde el principio y por eso se convirtió en el mejor amigo que tenía, desde esa primera vez que se vieron se convirtieron en inseparables, salvo ese año en el que ella se había

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17 Cartas de amor mudado a otra ciudad por cuestiones laborales, esa fue la primera vez en diecisiete años de amistad que se habían separado por tanto tiempo y si bien seguían en contacto por medio de las redes sociales, para Elizabeth no era lo mismo que tenerlo cerca, ya que cuando se encontraba triste o superada por sus problemas solo le hacía falta el abrazo de su amigo para sentirse mejor, ahora solo se tenía que conformar con una video llamada que no era lo mismo que tenerlo a su lado. La verdad es que ella quería muchísimo a Ángel, era la persona más importante en su vida. Cada día que pasaba lo extrañaba más, pero bueno solo era cuestión de acostumbrarse a estar sin su fiel apoyo. Abrió el paquete esperando algún regalo típico de su amigo, un portarretratos con una foto de ambos, un libro o un perfume, pero no se encontró con nada de lo que se imaginaba, dentro de la caja se encontraban una gran cantidad de cartas, 17 para ser exactos. Pero lo que más le llamo la atención a Elizabeth fue la pequeña nota que encontró por encima de todas aquellas cartas. La cual decía “Lizi: Estas cartas te las escribí todos los días durante este último año, allí encontrarás plasmado todo lo que

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17 Cartas de amor siento por ti. Esta es mi forma de confesarte todo lo que me vengo callando desde hace diecisiete años. Con cariño Ángel” Elizabeth al principio no comprendió que quería decir con aquella carta, pero pronto cayó en la cuenta sobre el significado que tenía. No podía creerlo, ¿su mejor amigo enamorado de ella?, no podría ser verdad, ellos no eran más que amigos, ella lo veía como un hermano. No albergaba ningún sentimiento hacia el salvo el de un gran cariño. Sin leer las cartas Elizabeth llamó a Ángel para aclararle la cuestión. Al segundo tono su amigo atendió -¡Hola Liz!- dijo su amigo contento -¿Ángel que es esto que me mandaste? -¿Lo leíste?- preguntó Ángel, Elizabeth noto un poco de preocupación en su voz -No hace falta que lo lea Ángel, sabes que es lo que siento por ti, eres mi mejor amigo en el mundo y te quiero muchísimo, pero ese es el único sentimiento que tengo- Elizabeth oyó un suspiro desde el otro lado de la línea. -Sabía que iba a obtener esa respuesta, pero no quería hacer nada hasta que supieras lo que siento por ti. Sospeché que la nota te iba a hacer entender sobre lo

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17 Cartas de amor que se trataban las cartas, pero lo mismo quiero que las conserves así tengas un pequeño recuerdo sobre lo que siempre sentí. -Los siento mucho Ángel, de verdad te quiero mucho, pero no de la forma que a ti te gustaría, pero ¿Seguimos siendo amigos? Ángel se dio cuenta que Elizabeth no había entendido lo que él quiso decirle, pero prefirió no aclararle nada, ya iba a entender tarde o temprano y lo iba a perdonar, esa era la única esperanza que tenía -¿Estás ahí Ángel? ¿Estás enojado? -Ehh, no, no estoy enojado para nada, de verdad- dijo Ángel procurando mantener un tono de voz normal -¿Seguimos siendo amigos? -Siempre -Te quiero muchísimo, espero que lo sepas. -Y yo te amo, me tengo que ir adiós. Y colgó el teléfono antes de oír la contestación de Elizabeth, lo último de la lista ya estaba hecho, le confesó

que la

amaba

y

al

saber

que

no

era

correspondido ya no había nada que trabara sus planes. Elizabeth quedó preocupada, temía haber perdido a su único mejor amigo, lo notó raro en el teléfono, pero

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17 Cartas de amor supuso que ya se le iba a pasar. Decidió irse a dormir sin abrir ninguno de los sobres que se encontraban dentro de aquella caja. Planeaba llamarlo al otro día, cuando estuviera más calmado, pero lo que no sabía era que ya no iba a tener ninguna posibilidad de volver a hablar con él. A la mañana siguiente la despertó el timbre incesante de su teléfono, a regañadientes se levantó de la cama para atender. -¿Diga? -¿Elizabeth?- dijo la voz desde el otro lado de la línea -Si soy yo, ¿Quién habla? -Soy Carmen, la mamá de Ángel- Elizabeth reconoció la voz de la madre de su mejor amigo, pero noto que se encontraba quebrada, como si estuviera aguantando las lágrimas -Hola Carmen, ¿Como está?, ¿ocurre algo? -Veras lo que pasa es que Ángel… A Elizabeth se le cayó el teléfono de las manos, no podía creer lo que estaba escuchando, no podía ser verdad. Todo era un sueño, nada más que un sueño del que pronto despertaría. Ángel no podía estar muerto, era imposible.

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17 Cartas de amor Lagrimas caían por sus mejillas, su mejor amigo ya no estaba, nunca más volvería a escuchar su dulce voz, no volvería a sentir esos abrazos tan reconfortantes, ni sus bromas por

teléfono, ni

su

risa

tan

contagiosa.

Elizabeth se negaba a aceptar la verdad, su amigo nunca la abandonaría, nunca lo haría. “¿Qué voy a hacer sin él?” se repetía la pregunta en su cabeza, no se podía imaginar un mundo sin su querido Ángel, ese chico que siempre había estado allí para ella, que siempre la había aceptado tal cual era más allá de sus problemas. ¿Cómo iba a seguir adelante sin el apoyo de Ángel? El era la persona más importante que tenía desde que sus padres murieron, el era su ángel guardián como ella siempre le decía y ahora se había convertido en uno real. Elizabeth tomó el primer avión que la llevo hacia donde se iba a ofrecer el entierro, no podía creer que la primera vez que iría a su hogar luego de un año de ausencia fuera para enterrar a su mejor amigo. Le resultaba

imposible

de

creer.

Se

quedó

en

el

cementerio hasta que todos se fueron, necesitaba un tiempo a solas para despedirse de aquel amigo que siempre estuvo para ella.

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17 Cartas de amor Se arrodillo en su tumba y sin poder contenerse comenzó a llorar como hace mucho que no lo hacía, las lágrimas caían incesantes sobre sus mejillas -No puedo creer lo que hiciste Ángel, la verdad es que no te entiendo. ¿Por qué tomaste esa decisión sin pensar en nosotros? ¿Acaso no pensaste en mi?, Ángel no sabes cuánto te necesito, no sabes lo mucho que me haces falta, siempre fuiste mi mejor amigo y saber que ya no te veré más me mata- Elizabeth volvió a sollozar antes de continuar- Te voy a extrañar mi angelito de la guarda, siempre vas a estar en mi mente y en mi corazón, te quiero muchísimo y espero que por fin hayas encontrado la paz que necesitabas, esa paz que yo no supe darte como amiga que era. Te voy a extrañar Ángel, adiós para siempre. Y llorando se fue del lugar donde su mejor amigo descansaría eternamente. Ya en el hotel se desplomo sobre su cama, no había parado de llorar desde el entierro, parecía que sus lágrimas eran inagotables, ya no le quedaba nada, no tenía a sus padres y ahora había perdido al único amigo que tenía, al mejor amigo que podría haber tenido. Solo le quedaban sus fotos, sus recuerdos y aquellas 17 cartas que le había mandado y que ella se había negado a leer.

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17 Cartas de amor Se levanto de la cama y sacó de su valija aquella caja que contenía los sentimientos más profundos de su amigo, abrió la primera carta y al leerla no pudo contener las lágrimas que le brotaban de sus ojos.

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17 Cartas de amor

Carta número 1 “Querida Lizi: Seguro que esto te resultará raro, no todos los días te llega un paquete con 17 cartas en su interior y menos de tu mejor amigo del que seguro crees que sabes todo, y eso puede ser cierto, pero hay una cosa, un gran y enorme secreto que no sabes sobre mí. Ese secreto lo vengo guardando desde hace 17 años, desde el primer día que atravesaste la puerta de mi salón con tu hermosa sonrisa, si es así, desde el primer día que te vi quede completamente enamorado de ti y con cada año que pasaba te amaba más y más. Nunca te lo dije por temor a perderte, porque para mí siempre fue mejor tenerte como amiga que no tenerte. No te das una idea de lo que me costó tomar la decisión de decirte todo lo que siento, busqué miles de formas de hacerlo y esta me resultó la más factible, ya que al no mirarte evitaría que me arrepintiera de decirte todo esto, y también resulta mejor escribirte esto para lograr contarte todos los detalles de este intenso amor. Espero que aceptes esta caja y que leas lo que hay en su interior.

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17 Cartas de amor ¿Recuerdas la primera vez que nos vimos? Por mi parte yo lo recuerdo con lujos de detalles, cuando cierro los ojos las imágenes aparecen en mi cabeza como si se tratara de una película que quedó grabada a fuego en mi cerebro. Ese

día

estabas

absolutamente

preciosa,

cuando

apareciste por aquella puerta fue como si el mundo se silenciara a mi alrededor, eras como un pequeño ángel, uno hermoso, más de lo que alguien se podría imaginar. Por si no recuerdas ese día permíteme, por favor, refrescarte un poco la memoria, quiero que a partir de estas cartas tu recuerdes cada momento significativo en nuestra amistad, pero principalmente quiero que vuelvas a vivir estos momentos desde mi mirada así logres comprender por qué se me hizo tan fácil amarte desde el primer día. Esa vez, hace ya diecisiete años fue el día en el que mi vida cambió por completo. Yo me encontraba sentado solo en un banco compartido ya que, como bien sabes, nunca se me dio muy bien todo esto de la socialización, estaba sumergido en un pequeño cuento, no prestaba atención a los murmullos ni a la lección de la maestra, hasta que un tímido golpe en la puerta me saco de mi ensoñación.

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17 Cartas de amor Mi mirada se dirigió al lugar de donde provenía dicho sonido, no daba crédito a lo que estaba observando. Eras como un ángel con tus cabellos dorados que llegaban hasta la cintura recogidos en una media cola, tus ojos azules como el mar demostraban el terror que sentías y con la timidez con la que parecía te dejabas llevar; tus manos presionaban fuertemente sobre el corazón todos tus cuadernos como si fueran un escudo que te protegerían de cualquier cosa que quisiera hacerte daño. Tus mangas se resbalaron de tus brazos mostrando pequeñas marcas que asomaban en tu perfecta piel blanca, marcas que a diferencia de hacerte menos hermosa realzaban esa perfección que mis ojos siempre vieron en ti. Quizás era muy joven como para comprender porque mi corazón se paralizó cuando te vi, porque todo el mundo desapareció dejándonos solo a nosotros dos y porque dejé olvidado ese cuento que tanto me estaba atormentado últimamente. Ya desde ese día tenías el poder de hacerme olvidar todo

lo

que

me

rodeaba,

tu

presencia

volvía

insignificante las cosas. Recuerdo que al no haber asientos disponibles la maestra dispuso que te sentaras a mi lado, parecías flotar cuando te acercabas hacia mi lugar y mi corazón

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17 Cartas de amor palpitaba a mil por hora, parecía a punto de salirme del pecho. Yo había procurado no mirarte, fijando mi vista en aquella hoja donde intentaba escribir mi cuento, te sentaste a mi lado y yo te ignoré de manera evidente. Así pasó la primera hora, recuerdo que siempre me reclamaste el no haberte prestado atención ese día, pero siempre estuviste equivocada, mis cinco sentidos estuvieron puestos en ti. Recuerdo verte absorta en un dibujo que estabas realizando con mucho empeño. Ese día descubrí los gestos típicos de cuando te concentras. Presionabas con fuerza el lápiz contra la hoja que hasta parecía que se iba a romper, fruncías el ceño de una manera muy graciosa y sacabas la lengua hacia el costado. Cuando te equivocabas y tenías que borrar lanzabas un gran suspiro de frustración. Eras la viva imagen de la concentración. Así que te equivocaste, claro que te prestaba atención, para mí no existía nadie más en ese salón de clases. El problema era que no sabía cómo acercarme a ti, era muy tímido, creí que una hermosa criatura como tú jamás me haría caso, jamás querría a un chico como yo y, en parte, sé que tuve la razón ya que nunca te fijaste en mí más que como un amigo…”

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17 Cartas de amor Elizabeth recordaba aquel día como si no hubieran pasado tantos años, ese suceso fue un antes y un después en su vida. … Aquel era el tercer colegio al que iba en un término de dos

años,

no

duraba

en

ninguno

porque

sus

compañeros nunca la aceptaban, siempre la aislaban y la trataban mal. A los 10 años Elizabeth era una niña muy solitaria que se escondía del mundo con ropa que le tapaban sus brazos y con la mirada siempre en el suelo. Ese día cuando se abrió la puerta de aquel salón de clases el cuerpo de Elizabeth se encontraba tenso, temía a

lo

que se podía

encontrar, sus brazos

temblaban ante el temor, para procurar que nadie notara aquello sujetó sus libros con fuerza sobre su corazón sin notar que sus mangas se habían resbalado mostrando así aquellas cicatrices que eran las pruebas de años de sufrimiento. Sus

compañeros

al

ver

aquello

comenzaron

a

murmurar por lo bajo, riéndose de la pobre niña nueva. Elizabeth al ver el motivo de sus risas bajó rápidamente las mangas para procurar que no sean visibles, pero ya era tarde, aquellos niños tan crueles las habían visto y comenzaban a burlarse de aquello. Todos menos una

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17 Cartas de amor sola persona, un niño que se encontraba al fondo del salón con la mirada fija en ella, aquellos ojos grises la tranquilizaron por completo. Cuando la maestra le dijo que se sentara al lado de aquel niño tan extraño, que no se reía de ella, Elizabeth se sentía feliz. Tenía la sensación de que algo iba a cambiar en ese año. Pero durante toda la hora de clases ese maravilloso chico no le había dirigido la palabra, se encontraba concentrado escribiendo algo, así que ella hizo lo mismo, sacó su cuaderno de dibujo y comenzó a realizar trazos sin parar aislándose así del mundo entero. Cuando terminó admiró su obra, era el retrato de aquel chico que se encontraba a su lado, con la mirada fija en aquella hoja y con una lapicera en la mano, al ver su dibujo Elizabeth deseó con todas sus fuerzas que aquel niño tan diferente se hiciera su amigo. Por suerte su pedido había sido escuchado. … “… ¿Recuerdas nuestra primera charla?, estábamos en el recreo, yo me había quedado en el salón procurando terminar por fin mi cuento. Cuando

salí

para

comprarme

un

refresco

te

vi

acurrucada debajo de las escaleras, llorando un mar de lágrimas. Mi corazón se hizo más pequeño al verte de

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17 Cartas de amor esa forma, sin saber porqué me vi acercándome hacia dónde estabas. En silencio me senté a tu lado y te escuché sollozar, cuando te hubiste calmado me animé a preguntarte que te sucedía pero no respondías, solo te limitaste a abrazarme y yo me quedé petrificado, no estaba acostumbrado a que nadie me tocara. Al parecer tú te diste cuenta y me soltaste de inmediato y secándote las lágrimas me contaste que nuestros compañeros se habían burlado de tu apariencia, esa que a mí me parecía perfecta, y que habían pactado no acercarse para no contagiarse. Me habías dicho que no tenías ningún amigo y yo, por extraño que me haya parecido, te dije que a mí me encantaría ser tu amigo, que no me importaba tu apariencia ni tus cicatrices, y como prueba de que hablaba en serio te había regalado un chocolate. Tu abriste los ojos como platos y me miraste con incredulidad y en tus hermosos ojos azules noté la esperanza que nacía en tu interior. Me sonreíste y aceptaste el chocolate…” Las lágrimas no cesaban de caer por las mejillas de Elizabeth, no podía creer como Ángel se acordaba de tantos detalles sobre su primer encuentro. Ella siempre había recordado ese día porque fue el momento más significativo de su vida.

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17 Cartas de amor Para Elizabeth ese día era aquel en el que Dios le había mandado un angelito a cuidar de ella. Y ahora saber que su mejor amigo lo recordaba también como algo significativo por alguna razón había llenado de felicidad su corazón. … El timbre que indicaba el comienzo del primer receso había sonado, Elizabeth se levantó muy despacio de su mesa procurando ser la última en salir de allí, procuró que su dibujo quedara bien guardada y antes de irse se fijó en su compañero que seguía concentrado en aquella hoja. Al ver que no tenía intenciones de levantarse, Elizabeth se fue. Cuando salió se encontró con un grupo de sus compañeros que la miraban fijamente, la niña bajó la mirada escondiendo sus ojos de aquellas personas e intentaba mantener sus mangas bien abajo, comenzó a caminar hacia el centro del patio cuando una voz la detuvo. -¿Qué te pasó en los brazos? Elizabeth no contestó, seguía con la mirada baja, temiendo a lo que venía a continuación. -¿Por qué no contestas?-preguntó uno de aquellos niños

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17 Cartas de amor -Es que no lo ves, es un monstruo y los monstruos no hablan-le contestó otro -Tienes razón, no hay que acercarnos, seguro que es contagioso. Todos los compañeros asintieron al mismo tiempo y comenzaron a reírse, señalando a Elizabeth y cantando al unísono “monstruo feo, monstruo feo”. En un momento ya no lo resistió y se fue corriendo, se refugió debajo

de unas

escaleras, allí

comenzó

a

llorar

desconsoladamente. No sabía hacia cuanto tiempo se encontraba allí, llorando, quizás habían pasado minutos u horas, la verdad que no lo sabía. Una voz a su lado la sobresalto. -Oye, ¿Qué te pasa?- le preguntó aquel maravilloso niño de ojos grises. Elizabeth no sabía en qué momento había llegado ese niño, pero le estaba agradecida. En lugar de contestarle lo abrazó, este se tensó ante su contacto así que lo soltó inmediatamente y secándose las lágrimas con el dorso de su brazo le dijo. -Los chicos se burlan de mi, dicen que soy un monstruo y muy contagioso así que nadie se acerca a mi.-Le dijo volviendo a llorar.- No tengo amigos -Yo puedo ser tu amigo.-Le contestó titubeante.

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17 Cartas de amor -¿De verdad?-Preguntó Elizabeth con los ojos brillando de la emoción. Éste se limitó a asentir y regalarle un chocolate, como muestra de que hablaba en serio. … Elizabeth se levantó de la mesa, fue al baño a secarse las lágrimas, se preparó un café bien cargado ya que estaba decidida a pasar la noche en vela leyendo la carta de Ángel, y recordando junto a él todo aquello por lo que pasaron. Ese día, como nunca, se encontraba interesada por conocer los sentimientos de su mejor amigo. Volvió a tomar la carta y acariciándola suavemente se dispuso a continuar leyendo. … “… A partir de ese día supe que íbamos a ser grandes amigos. Tú fuiste la primera persona con la que me atreví a entablar una amistad después de dos años, yo no confiaba en absolutamente nadie. Como bien sabes me costaba abrirme a las personas, me refugiaba en mis libros y en mis escritos, pero tu tenias algo muy especial, había algo en tu persona que me empujaba a confiar en ti.

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17 Cartas de amor Continuamos sentados bajo las escaleras hablando, quizás cosas triviales, como cual era nuestro color favorito o que sabor de helado nos gustaba más. Ese día pude conocer cosas sobre ti, cosas que para muchos resultarían tontas, pero que para mí eran muy importantes. Yo quería conocer absolutamente todo sobre tu vida, y quería contarte todo sobre la mía. Yo quería contarte todo sobre mi, y lo hice, te conté absolutamente todo…” Elizabeth sonrió, había algo que él había mantenido en secreto durante 17 años. En todo ese tiempo no se había atrevido a confesarle sus sentimientos. ¿Acaso le tenía miedo? ¿O estaba tan seguro de su rechazo que no se animó a declararse? Sintió una punzada de culpa, ahora creía entender porque Ángel había tomado aquella decisión, pero procuró no sacar ninguna conclusión acerca de eso. Primero debía leer las 17 cartas. “… pero lamentablemente había algunos secretos que los guardé para mí, pero que ahora que por fin tomé el valor que necesitaba procuraré contártelos a lo largo de estas cartas. Espero que sepas entender porque decidí callarme y desearía que me perdonases. El primer secreto es que ese día, apenas volví a casa tomé un papel color rojo y allí escribí todo lo que me

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17 Cartas de amor contaste sobre ti, así nunca correría el riesgo de olvidarme algún detalle importante. Ahora que lo veo en perspectiva, es medio obsesivo de mi parte, incluso vergonzoso, Dios no tendría que habértelo contado. Pero bueno, prometí contarte todo y aquí estoy, confesándote lo más vergonzoso que hice en mi vida. Por si no me crees por favor revisa el sobre que se encuentra al final de la caja, yo te estaré esperando amor mío, no continúes leyendo si no abriste el otro sobre…” Buscó el paquete y tomó el último sobre, lo abrió y se encontró con una hoja color roja doblada en cuatro. La desplego y no pudo contener las lágrimas.

COSAS IMPORTANTES DE ELIZABETH CUMPLEAÑOS: 21 de noviembre COLOR FAVORITO: rojo (preferencia escarlata) CANTANTE

FAVORITO:

Ricardo

Arjona

(importante: averiguar quién es y escuchar alguna canción suya)

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17 Cartas de amor COMIDA FAVORTIA: hamburguesa con muuuuchas papas fritas HOBBIE: leer (perfecto) y dibujar DULCE FAVORITO: cualquier tipo de chocolate (creo que es chocoadicta) SABOR DE HELADO FAVORITO: dulce de leche (¡Igual que yo!) QUE QUIERE SER DE GRANDE: sicologa (creo que le gusta los locos) MEJORES AMIGOS: no tiene (espero convertirme en uno) QUE LE GUSTA QUE LE REGALEN: nada de ropa, solo libros, lápices, pinceles, lienzos (importante no olvidar esto) La joven psicóloga no paraba de llorar, no podía creer que Ángel hubiera hecho eso, para nada resultó obsesivo. Era un gesto hermoso de un nene de diez años.

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17 Cartas de amor Una pequeña luz se encendió en el corazón de Elizabeth, pero no supo interpretar que significaba. Se secó las lágrimas, dio un sorbo a su café que ya se encontraba helado, se acurrucó en el sofá y se dispuso a continuar leyendo. … “… Espero que no te hayas reído tanto al ver esta pequeña muestra de obsesión mía, comprende que estaba enamorado por primera vez en mi vida y no sabía cómo actuar. En esa semana nos transformamos en grandes amigos, no hacíamos nada separados. Recuerdo que, en el colegio, nos trataban como si fuéramos mutantes, pero nosotros

hacíamos

oídos

sordos

a

todos

esos

comentarios. Un día te había preguntado a que se debían tus cicatrices, la curiosidad me estaba matando porque esas no eran marcas producidas por una enfermedad, mi mamá me lo había dicho, eso había sido infringido por un tercero o por vos misma, y la verdad me torturaba

el

hecho

de

que

alguien

te

estuviera

lastimando. Así que saqué valor de donde no tenía y te lo pregunté, nunca me habría imaginado que tuvieras tan mal carácter, me golpeaste el hombro y te fuiste corriendo con tu dorado cabello agitándose en el viento

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17 Cartas de amor mientras te alejabas. Yo estaba congelado, no sabía como de algo tan pequeño salía tanta fuerza…” Elizabeth no pudo evitar reírse, recordaba ese día como si hubiera sido ayer. … Estaban sentados debajo de las escaleras, su lugar especial, compartiendo un chocolate aunque ella se estaba comiendo la mayor parte sin darse cuenta. No hablaban mucho y ella ya se iba acostumbrando al silencio de su amigo, pero ese día decidió abrir la boca. -¿Te puedo preguntar algo Liz?- Ella siempre odió que le dijeran así, pero había algo en la forma en la que Ángel pronunciaba ese diminutivo que le encantaba. -Aja- fue lo único que contestó, estaba extrañada que su amigo quisiera iniciar una conversación. -¿Cómo te hiciste esas cicatrices? Elizabeth había quedado petrificada dejando a medio camino el chocolate, sin saber porque se enojó con Ángel y lo golpeó en el hombro con todas sus fuerzas y se fue corriendo dejando solo a su mejor amigo. Recuerda que ella no estaba lista para hablar con nadie sobre el origen de aquellas marcas, pero era raro que se

hubiera

molestado

tanto

ya

que

estaba

acostumbrada a las constantes burlas y preguntas

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17 Cartas de amor acerca de sus cicatrices. Lo que nunca había entendido, a pesar de haber pasado tantos años, fue porque se había molestado por el hecho de que Ángel se haya fijado en aquello que la hacía tan horrible. No llegó a comprender porque nunca había querido que el notara sus defectos, siempre había intentado ser perfecta ante los ojos de su amigo. Y ese día ella creyó que Ángel la veía igual que los demás, un monstruo lleno de cicatrices, y eso de verdad le había dolido en lo más profundo. … Elizabeth había cambiado de humor repentinamente. De reírse ante el recuerdo a ponerse triste al recordar los pensamientos que la habían inundado ese día. “… Cuando te fuiste supe que había preguntado algo que no debía y me arrepentí al instante. No te iba a presionar para que me cuentes algo si no estabas lista para ello. Había pasado una semana y tú no te acercabas a hablarme, creí que no me ibas a volver a dirigir la palabra nunca más. Tenía miedo de haber perdido a la única amiga que tenía, no entendía porque te habías vuelto tan imprescindible en mi vida en tan poco tiempo.

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17 Cartas de amor Y si, antes que lo digas en voz alta, se que estás pensando porque, si te extrañaba tanto, no me había acercado y te confieso que no lo hice por temor a tu reacción, no sabía cómo ibas a actuar, o si yo iba a decir alguna otra tontería. Así que me limité a esperar a que tú te acercaras. Pasaron dos semanas y continuabas sin hablarme, hasta que un viernes a la tarde, cuando yo me encontraba sentado afuera de mi casa escribiendo, vi como un ángel se acercaba, un bello angelito de cabellos dorados. Yo me hice el que no se había dado cuenta y continué escribiendo, pero, como siempre me pasaba, mis cinco sentidos estaban puestos en ti. Te sentaste a mi lado y sin decir ni una palabra me diste un chocolate y yo acepté sabiendo que eso era una ofrenda de paz. En ese momento te juro que mi corazón comenzó a latir nuevamente. Ese día me prometí a mi mismo que nunca haría nada por lastimarte o hacer que te alejaras de mí. Bueno, esos es todo por ahora amor mío, hasta la próxima carta. Te ama… Tu Ángel.” Elizabeth sujeto con fuerza sobre su corazón aquella primera carta, se acurrucó en el sofá y se sumió en un sueño profundo.

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17 Cartas de amor

Carta número 2 Elizabeth se encontraba debajo de las escaleras de su antiguo colegio, no entendía que hacía allí pero se encontraba llorando, cuando un pequeño niño de cabello negro azabache y ojos grises se le acercó y se sentó a su lado. Este pequeño esperó hasta que ella terminara de llorar, cuando se hubo calmado ese precioso niño, que a ella tanto le recordaba a Ángel, le pregunto -Oye, ¿Qué te pasa? Y sin darse cuenta ella se vio respondiendo -Mi mejor amigo murió y me dejó sola -Tranquila, el nunca te dejaría sola, estoy seguro que esté donde esté siempre te estará cuidando. -Pero ya no está a mi lado y nunca podré saber porque tomó esa decisión y ni si yo podría haberlo salvado- al decir esto Elizabeth volvió a llorar. -Si quieres saber esas respuestas continúa leyendo las cartas El pequeño niño le dejó un chocolate en el regazo, se levanto y se fue corriendo.

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17 Cartas de amor Elizabeth se despertó sorprendida, era un sueño muy vívido el que había tenido. Ese hermoso niño le había recordado mucho a Ángel a la edad de 10 años, aunque pensándolo bien, realmente era su mejor amigo que una vez más había aparecido para consolarla, aunque solo haya sido en sueños. Se levanto decidida de la cama, se dirigió al baño a darse una ducha. Una vez hubo salido se vistió y procuró salir, no sin antes tomar la segunda carta. Había decidido que las leería en lugares especiales que había compartido con Ángel. Con paso decidido se dirigió hacia el parque donde pasaban

horas

en

los

columpios

charlando

o

simplemente meciéndose. Ese era su lugar especial cuando tenían 11 años. Elizabeth se sentó en uno de los columpios y comenzó a impulsarse cerrando los ojos, imaginándose que Ángel estaba allí a su lado. Sintió como que alguien la columpiaba con una manera muy similar a la que lo hacía su mejor amigo, abrió los ojos para buscarlo pero el lugar estaba desierto. Un poco decepcionada sacó la carta de su bolso, la admiró un segundo y procedió a leer. “Querida Liz:

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17 Cartas de amor Amor mío, antes de comenzar con la carta quiero aclararte que en cada una de ellas encontrarás los sucesos especiales que marcaron cada año de nuestra amistad. Son hechos que a mí me marcaron y que lograron que te amara mas con cada año que pasaba. Como te imaginarás, en esta carta hablaré de nuestro segundo año de amistad. Ese hermoso año en el que decidí, por fin, contarle a alguien ajeno a mi familia mi más profundo secreto. Yo siempre había sido muy tímido, no confiaba en nada y no permitía que me tocaran. Nadie entendía que había de malo en mí ya que hasta los ocho años yo había sido un nene normal. Siempre recordé el día en el que les conté a mis amigos lo que me había pasado y porque no asistí a clases por más de tres meses. Cuando les hube contado ellos se rieron de mí y me llamaron

marica,

a

partir

de

ese

día

quedé

absolutamente solo. Mis amigos me habían dado la espalda y yo no podía soportar tener a alguien cerca. Me había convertido en un solitario, y me gustaba, de verdad que lo hacía. Pero cuando te conocí, mi angelito, todo cambió. Por primera vez en dos años había aceptado tener a alguien cerca, fuiste mi salvación, el ángel que Dios me había

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17 Cartas de amor mandado para que siguiera en este lugar que ya no tenía sentido para mi…” Elizabeth ahogó un pequeño grito, así que él desde esa edad ya pensaba en el suicidio. No entendía porque nunca se lo había contado, ella lo habría ayudado con mucho gusto, nunca hubiera querido que su Ángel luchara solo con ese sentimiento. “… Antes de continuar con los recuerdos hay algo que debo aclararte, o mejor dicho confesarte, este es otro de los secretos que nunca te conté. Una semana antes de contarte todo yo había pensado en acabar con mi vida, se que tan solo tenía 11 años, que no entendía nada sobre la vida y la muerte. Pero tú, más que nadie, sabes lo horrible que es sentirte tan solo, no encajar en ninguna parte y, a demás de todo, no soportar que ni tus padres te toquen, era un calvario que había decidido ponerle fin antes que hablara contigo. No sé que habrá pasado por mi mente el día que te confesé

todo,

¿recuerdas

que

fue

el

día

que

descubrimos ese hermoso juego de columpios que pronto se convertiría en nuestro lugar especial?...” Como olvidar ese día, habían salido a dar un paseo por la cuadra cuando vieron los columpios, ella lo retó a una carrera hacia ellos y comenzaron a mecerse.

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17 Cartas de amor Elizabeth recuerda como Ángel tenía la mirada perdida, como que algo estaba pasando por su cabeza así que no pudo contenerse y le pregunto -¿Qué te pasa Ángel? -No me pasa nada -No me mientas, ¿Qué te pasa? Ángel se había quedado en silencio como pensando que decir o como hacerlo. Elizabeth estaba a punto de intervenir cuando él la interrumpió. -Liz si te lo cuento, ¿me prometes que no dejarás de ser mi amiga? -Te lo prometo -Bueno- dijo con un enorme suspiro- vos sabes que yo soy un chico muy callado y que no tengo amigos y a demás no dejo que nadie se acerque ¿verdad? -Aja -No siempre fui así -¿De verdad?- Elizabeth no había podido creerlo, su amigo nunca había sido sociable y ella pensaba que era algo de nacimiento, así que se sorprendió cuando él le contó lo sucedido -Si, yo

a los ocho

años tenía

amigos, siempre

jugábamos juntos, hasta que un día que estábamos

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17 Cartas de amor jugando al futbol en la calle un hombre se acercó para jugar con nosotros y luego nos prometió que íbamos a ir a tomar un helado a su casa. Así que cuando terminamos mis amigos se tenían que ir y yo no quería dejar al hombre solo porque no quería que se sintiera triste. Elizabeth se mantenía en silencio, parecía que le costaba confesar aquello, y ella no lograba comprender que le quería decir. Luego de un corto silencio prosiguió - Cuando quedamos solos el me ofreció ir a su casa al frente para tomar el helado y yo acepte, cuando entramos a su casa el cerró la puerta y me dijo que no tenía que tener miedo, yo no entendía nada- en ese momento su voz se quebró- se acercó, me acarició la mejilla y me dijo que era muy lindo. Comenzó a acariciarme- tragó saliva- ahí abajo y yo me hice para atrás, el me agarró fuerte y me dijo que no tenía que resistirme, me bajó los pantalones y de ahí no recuerdo nada.- dijo esto y comenzó a derramar unas pocas lágrimas. -¿Qué te hizo? Luego

de

un

silencio

muy

largo

que

solo

interrumpido por los sollozos de Ángel dijo -Me violó

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era

17 Cartas de amor Ella al principio no entendía la palabra, hasta que recordó que una vez la había escuchado en la televisión y le preguntó a su papá que significaba, él le había explicado que querían decir cuando utilizaban ese término. Cuando Elizabeth comprendió que quería decir su amigo abrió mucho los ojos, no sabía que decir así que simplemente lo abrazó. Ángel por alguna extraña razón se vio devolviendo aquel abrazo con mucha fuerza. Pasado un rato él se apartó y comenzó a secarse las pocas lágrimas que tenía en sus mejillas. -Soy un tonto por llorar así. -Está bien que llores.-Le contestó Elizabeth. -No, no está bien, yo me prometí que nunca volvería a llorar, nadie volverá a hacerme llorar. Elizabeth no sabía que contestar a aquello, así que para volver a pisar terreno seguro le dijo -¿Te diste cuenta que me dejaste que te abrazara? -Si.-Contestó tímidamente.- Yo no dejo que nadie me abrace, le tengo miedo a que me toquen, pero contigo es diferente. -¿No

te

molesta

mi

abrazo?-Preguntó

Elizabeth

extrañada.

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17 Cartas de amor -No,

me

hace

sentir

bien.-

Contestó

poniéndose

colorado en el momento. Ella sonrió y se acercó a él y lo abrazó con muchas fuerzas. -Hace mucho tiempo que quería hacer esto.-le dijo sonriendo y volviendo a sentarse en el columpio. Ángel se levantó y se ubicó detrás de ella y comenzó a columpiarla. Elizabeth se encontraba feliz, y mientras se balanceaba no podía evitar reír. … Ese recuerdo la llenaba de tristeza, las lágrimas volvían a descender por sus mejillas. Aunque ya habían pasado 16 años desde que Ángel le había confesado aquello no podía evitar la tristeza y el odio que sentía ante lo que le habían hecho a ese niño tan tierno y bueno. Le habían quitado su inocencia y su confianza en la gente. “… Tenía mucho miedo a contártelo, temía que te alejaras de mi vida. Tú habías sido ese pequeño rayo de luz en la oscuridad que era mi vida. Cuando me abrazaste me sentí seguro por primera vez en tres años, yo le temía al contacto pero había algo en tus brazos que me relajaban. Desde ese día supe que era a ti donde pertenecía. Tu abrazo a diferencia de resultarme incomodo, se me hacía reconfortante.

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17 Cartas de amor Y sé que tú no lo sabes, pero ese día me salvaste la vida. Si no fuera por tu abrazo y por tu comprensión yo habría optado por acabar con todo mi dolor. Si yo continué fue por ti, Elizabeth, tú eras el cable que me mantenía conectado a este mundo. Analizándolo bien, creo que ya desde ese entonces sabía que haría cualquier cosa por ti, y si me quedé fue porque te amaba y había albergado la esperanza de que tu también sintieras algo por mi…” Elizabeth miró al cielo y le agradeció en silencio a Ángel por haberse quedado, porque sin él ella no habría podido seguir. Era su roca, su sostén, sin él la vida habría sido vacía. Pero a la vez lo maldijo porque no tenía derecho a dejarla sola, ella lo necesitaba, quizás más que al aire que respiraba. Se estremeció ante ese pensamiento, no sabía la magnitud que tenían los sentimientos hacia su mejor amigo, ¿acaso sentía algo más hacia él que un cariño puramente platónico? Eliminó rápidamente ese pensamiento de su cabeza, era algo absurdo, ella no podía estar enamorada de él ¿verdad? Para no seguir pensando en eso continuó leyendo la carta, quería ver que más tenía Ángel para decirle

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17 Cartas de amor “…

Luego

de

confesarte

todo

y

saber

que

me

comprendías y no me juzgabas me quitó un gran peso de encima. Tú, amor mío, me diste la confianza que necesitaba para poder abrirme más a esta amistad y no recurrir constantemente al silencio, y por eso te voy a estar eternamente agradecido. A partir de ese día el columpio se volvió en nuestro lugar habitual, allí hablábamos de todo, yo te podía contar todo sobre mi vida, ya que habías demostrado que aceptarías todo lo que te contara y nunca me juzgarías. Ese columpio es muy especial para mí, recuerdo que te sabía columpiar y que vos te reías con todas tus fuerzas al elevarte. Ese era el sonido más hermoso que había escuchado en mi vida, siempre me había encantado escucharte reír y me prometí a mi mismo que trataría siempre de sacarte una sonrisa, en la medida que se me fuera posible. Mi misión ya no era solamente cuidarte, en ese año se agregó una más: procurar verte sonreír, porque el mundo se iluminaba con solo una sonrisa tuya. Hasta la próxima carta amor mío Te ama… Tu Ángel”

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17 Cartas de amor Elizabeth sonrió al leer el último fragmento de la carta, miró al cielo y dijo -Una vez más cumpliste con tu misión. Guardó la carta, cerró los ojos e imaginando que volvía a tener 11 años comenzó a balancearse como si Ángel la estuviera columpiando.

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17 Cartas de amor

Carta numero 3 Al día siguiente Elizabeth había llamado a la clínica donde trabajaba para poder pedir una licencia de dos semanas, no podía sentarse en su consultorio a escuchar problemas ajenos cuando no podía ni con los propios. Por suerte en el trabajo le concedieron su petición. Quería pasara esas dos semanas en su pueblo, sola con las cartas de Ángel, quería leerlas con paciencia, absorbiendo cada una de las palabras que tenía que decirle su amigo. Ese día se dirigió a la heladería donde, en el verano de su tercer año de amistad, se había convertido en el lugar donde iban a pasar el rato todos los días. Ya que Ángel le había especificado que en cada una de las cartas se haría alusión a cada año de amistad, Elizabeth procuró ir a aquellos lugares que habían marcado sus días con él. Se sentó en la mesa que siempre había compartido con Ángel y pidió, como de costumbre, un helado de dulce de leche. Luego de saborear la primera cucharada tomó el tercer sobre tratando de adivinar que había marcado a Ángel en aquel año.

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17 Cartas de amor “Querida Liz: Aquí estoy de nuevo escribiéndote esta tercera carta. Te confieso que cada vez que tomo un papel para escribirte una nueva, mi mente se inunda de recuerdos, de palabras que quiero decirte, palabras que hace 17 años vengo callando. Espero poder expresar todos mis sentimientos en estas cartas y explicarte con lujos de detalles como siempre me hiciste feliz. Y este es el tema de la carta, sobre la felicidad que me brindaste en el tercer año de amistad. Lo que hizo especial ese verano fue que tú no te habías ido como las veces anteriores. Lo que más feliz me hizo fue que te quedaste y por fin iba a pasar un verano acompañado, no iba a estar solo…” Elizabeth recordó ese verano, por un lado fue especial porque estuvo acompañada por Ángel, pero por el otro fue muy triste porque ese año su mamá había empeorado y con ella la cantidad de marcas que adornaban la piel de Elizabeth. “…

Recuero

que

en

la

segunda

semana

de las

vacaciones yo me encontraba tumbado en el césped del jardín de mi casa leyendo un poco, cuando sentí que una mirada se clavaba en mí, a regañadientes levante la vista y te vi. Como siempre estabas preciosa, tus

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17 Cartas de amor hermosos cabellos recogidos en una coleta despejaban tus perfectos rasgos. Toda tu belleza se veía opacada por unas lágrimas que descendían sobre tus mejillas. Me levanté bruscamente y te pregunté qué sucedía, y como era típico en ti cuando estabas triste, no respondiste y te lanzaste a mis brazos para poder verter más lágrimas, te devolví el abrazo con fuerza, esa era mi forma de protegerte…” … Era la segunda semana de vacaciones y Elizabeth se encontraba empacando sus cosas para el viaje, estaba concentrada escuchando a Ricardo Arjona cuando su padre irrumpió en la habitación. -Cielo, ¿tienes un momento? Elizabeth se dio la vuelta para enfrentarse a su padre, pero apenas lo vio supo que algo no andaba bien. -¿Pasó algo papá?- éste tomó las manos de su hija con lágrimas que brillaban en sus ojos. Un miedo le recorrió por el cuerpo pero decidió quedarse callada esperando que su padre hablara. Pasado un momento que a Elizabeth le pareció eterno su padre comenzó a hablar. -Cariño, me temo que este año no podremos viajar como teníamos previsto

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17 Cartas de amor -¿Le pasó algo a mamá?- a Elizabeth no le importaba las vacaciones, lo único que le había pasado por la cabeza en ese momento fue su madre. -Tu mamá volvió a sufrir otro ataque- Suspiró- Al parecer no estaba tomando la medicación. -¿Pero está bien? -Los médicos lograron estabilizarla, pero no debemos correr el riesgo de que vuelva a recaer, tenemos que cuidarle. Lágrimas comenzaron a brotarle, su padre se las iba secando a medida que caían, cuando pudo articular palabras le preguntó -¿Algún día se pondrá bien? -Lo dudo mi cielo, es una enfermedad que puede ser controlada, pero no curada. -Eso quiere decir que morirá- dijo en un susurro Elizabeth, su padre la abrazó y besando el cabello de su hija le dijo -Todos morimos en algún momento, venimos a la tierra con los días contados, pero no te preocupes cariño, yo haré todo lo posible para lograr que tu madre siga con nosotros un largo tiempo. -¿Me lo juras?- dijo ella abrazándolo con fuerza. El la tomó por los hombros y mirándola a los ojos le dijo

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17 Cartas de amor -Te lo juro por mi vida. Pasado un rato el padre de Elizabeth se fue al hospital para ver como seguía su mujer. Como no tenía ganas de desempacar, la pequeña de 12 años se puso sus pantalones deportivos, una remera, se hizo una coleta y se dispuso a correr para olvidarse de todo. Sin darse cuenta se encontró frente a la casa de Ángel, lo vio recostado en el césped leyendo, la visión de su amigo la llenó de paz. Ángel alzó la mirada de su libro, su

expresión

denotaba

sorpresa,

se

levantó

rápidamente y le preguntó. -Liz ¿Qué pasa? Esas tres palabras fueron suficientes, se acercó a su amigo y lo abrazó con fuerzas, vertiendo todas las lágrimas que tenía. “… Recuerdo que me habías dicho que estabas triste porque no te ibas de viaje, por supuesto no te creí porque tu no eras una chica superficial, pero decidí no decirte nada porque ya estabas lo suficientemente mal como para que yo te lo recordara. Por suerte pude distraerte de lo que sea te estuviera afectando. Ya que estabas vestida de forma deportiva saqué mi pelota que, durante mucho tiempo, estuvo guardada porque yo había desarrollado un gran temor a ese deporte y te convencí para que jugáramos al futbol.

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17 Cartas de amor Fue una

tarde absolutamente perfecta, solo nos

detuvimos para tomar un jugo que mi madre nos había preparado. Por fin tu perfecta sonrisa había vuelto y yo estaba dichoso por verla nuevamente, sabía que tu tristeza no había desaparecido, pero me alegró el hecho de que te hice olvidar por un momento de ella. Bueno amor mío, ahora llega el momento de una nueva confesión. Estoy seguro que sonara egoísta de mi parte, pero resulta que yo estaba muy feliz de que te quedaras, se que estabas triste, pero saber que la persona por la que sonreía y por la que me levantaba cada mañana se encontraría todo el verano a mi lado me llenaba de una profunda alegría, y me había propuesto contagiarte un poco de ella para que te la pasaras tan bien como yo la estaba pasando. Espero haber cumplido mi propósito…” Elizabeth sonrió al leer esto, como siempre Ángel había cumplido con su misión. A pesar de que su madre había estado muy mal en ese año, ese verano también resultó perfecto para ella. Su amigo sabía cómo hacerla olvidar de todo lo malo que pasaba en su vida, y lo que más le gustaba a Elizabeth es que Ángel nunca le preguntaba el motivo de su tristeza, solo se limitaba a estar a su lado y a hacerla reír cada vez que tenía oportunidad.

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17 Cartas de amor Intentó tomar una cucharada de su helado pero éste ya estaba derretido. Ese era el efecto que tenían en ella las cartas de Ángel, la hacían olvidar de todo lo que la rodeaba. “… El resto del verano fue absolutamente perfecto, claro que eso se debía a que tú te encontrabas a mi lado. Lo único que había opacado esa perfección fue cuando, un día en la heladería, tú levantaste la mano y se te corrió la manga, en ese momento visualicé unas marcas en tu brazo, y no eran cicatrices, eran heridas recientes…” Elizabeth cerró los ojos al recordar aquello, al recordar el dolor que había sentido en aquel verano. … Con el pasar de las vacaciones Elizabeth se sentía cada vez más triste, su madre había empeorado y su padre casi ni se encontraba cerca de ella. Se sentía sola en aquella casa tan grande, extrañaba a su mamá, pero principalmente extrañaba a su padre que siempre había estado ahí para ella, para reconfortarla cuando se sentía triste. Si

bien

cuando

desaparecía,

a

la

estaba hora

con de

Ángel volver

la a

angustia

su

hogar,

absolutamente sola, la tristeza volvía de la peor

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17 Cartas de amor manera. El silencio era su peor enemigo y en esa casa abundaba el silencio. Recorría la casa por completo, viendo el espacio vacío en cada rincón, buscaba recuerdos de días felices pero nunca los encontraba, en su casa solo se encontraba la tristeza. Su ritual de cada día era sentarse en alguna habitación y comenzar a dibujar todo lo que allí se encontraba, pero en lugar de dibujar la habitación vacía agregaba imágenes de ella junto con sus padres, con sonrisas en sus labios y la felicidad impresa en sus ojos. Elizabeth fabricaba sus propios recuerdos felices. Luego de aquello se dirigía a su habitación y pegaba aquel dibujo a su pared, observándolo por mucho tiempo deseando que fuera todo verdad. Pero al ver que sería imposible se recostaba en su cama y lloraba por una vida llena de felicidad que nunca conocería. Cuando la tristeza ya sobrepasaba su límite Elizabeth tomaba un cúter del cajón de su mesa de luz y se realizaba

cortes en sus brazos que le permitían

concentrarse en el dolor físico y no en el de su corazón. … “…Mi pecho sintió una punzada de dolor al imaginarme que alguien estuviera haciéndote daño, pero no dije nada porque esto era algo que me tenías que contar por voluntad propia, así que me guardé todo el dolor y

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17 Cartas de amor el odio que sentía hacia cualquiera que te estuviera lastimando. Aguardé a que me lo dijeras, pero ese día nunca llegó. Por lo menos en ese verano. Bueno amor mío, eso es todo lo que tengo que decirte en esta carta, así que hasta la próxima mi principessa. Te ama… Tu Ángel”

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17 Cartas de amor

Carta numero 4 Elizabeth no pudo pegar un ojo en toda la noche, los recuerdos la inundaban, no podía sacarse de la cabeza las cartas de Ángel. Estas le despertaban sentimientos que no sabía que tenía, aunque no podía determinar que

significaban,

era

tan

fácil

comprender

los

sentimientos de sus pacientes pero era tan difícil comprender los propios. Al ver que no había ninguna posibilidad de dormir durante esa noche decidió levantarse, se puso una bata color rosa y se fue a preparar un café, se sentó en el sofá con la taza en la mano, al apoyar sus codos en la pequeña mesa una de sus mangas se resbaló de sus brazos y pudo visualizar una de sus tantas cicatrices. En ese momento apareció en su mente el día en el que descubrió esa forma de escapar del dolor en el que se había convertido su vida. … Fue a los 9 años cuando internaron por primera vez a su mamá, Elizabeth se encontraba levantando los trozos de vidrios que había en el suelo, producto de uno de los tantos ataques de su madre, cuando se cortó el dedo. Fue un pequeño momento de dolor, Elizabeth

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17 Cartas de amor observaba embelesada como el líquido color carmesí se derramaba, gota por gota hasta caer al suelo. Con ese primer corte sintió que algo se liberaba en su interior. Era muy pequeña como para entender la magnitud de lo que, en ese momento, se iba a convertir en su pequeña vía de escape. La nena de 9 años tomó un trozo de vidrio y se encerró en su habitación, se arremangó la manga de su camiseta y se hizo el primer corte en su brazo, este había sido más doloroso y por ende también más liberador. Realizaba este ritual cada vez que se sentía triste que, lamentablemente, eran casi todos los días. Pero ese hábito había comenzado a cesar cuando conoció a Ángel, él siempre le hacía olvidar de todo, intentaba constantemente hacerla reír y eso, menguaba su deseo de ver correr la sangre de sus brazos. … Elizabeth tomó lo último de su café y, sin resistirse, sin pensar en ir a un lugar especial tomó la cuarta carta de su amigo, en ese momento, con el recuerdo de su antiguo dolor, necesitaba de sus palabras para no recaer en viejas costumbres. “Querida Liz:

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17 Cartas de amor Yo nunca creí en mi fortaleza, o mejor dicho no sabía que la tenía hasta que ese grupo de insensibles quisieron hacerte daño. Perdón amor mío por comenzar de esta manera la carta, pero como me conoces sabes que cuando se viene una idea a mi cabeza, o en este caso un recuerdo, tengo que escribirlo inmediatamente. Como ahora no puedo o no tengo tiempo para reescribir esta carta espero que logres comprender lo que quiero decirte…” Elizabeth quedó pensativa ante aquella primera parte de la carta, ¿Por qué Ángel no tenía tiempo para reescribir aquello? Por supuesto sabía que Ángel, al tener alma de escritor, no podía dejar ninguna idea librada al azar, todo lo que aparecía en su mente debía ser anotado en su

pequeña

libreta,

ese

lugar

donde

tenía

mil

anotaciones de diferentes cosas y que solo él entendía. ¿Por qué no anotó allí aquello?, ¿acaso tenía una fecha límite para escribir esas 17 cartas? Elizabeth entendía cada vez menos todo aquello, así que continuó leyendo, esperando que allí estuvieran plasmadas las respuestas que necesitaba. “…Volviendo al tema de esta carta, debo decirte que, gracias a ti, yo descubrí la fuerza que llevo dentro mío.

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17 Cartas de amor No sé si tu recordaras, amor mío, pero yo como cada cosa especial que pasamos juntos, lo tengo grabado a fuego en mi cabeza. Nunca olvidaré el terror que reflejaban tus ojos aquel día, y mucho menos olvidaré la forma en la que te encontré mas tarde en tu casa. Creo que jamás sentí tanto odio como aquella vez. Hasta el día de hoy tengo pesadillas sobre aquel suceso, sobre como no supe defenderte de aquellos animales que teníamos de compañeros, como fui el espectador de esa maldita tortura que te hicieron pasar. Tuve que ver cómo te hacías daño a ti misma para poder reaccionar, tuve que observar cómo te brotaba la sangre de tus bellos brazos para comprender el daño que te estaban causando. Nunca me perdonaré el no haberte ayudado a tiempo…” -Tú fuiste el único que me ayudó Ángel-dijo Elizabeth entre sollozos. Esta carta le había abierto una herida, una que ya pensaba que tenía curada. Cerró los ojos con fuerza y visualizó aquel horrible día. … Había empezado la mañana como cualquier otra, desayunó sola ya que su padre se había ido a trabajar muy temprano, se terminó de preparar y se fue al

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17 Cartas de amor colegio. Como siempre sus compañeros la ignoraron de manera muy evidente. Todo era muy normal, hasta que llego el recreo. Elizabeth se encontraba, como siempre, debajo de las escaleras hablando tonteras con Ángel, cuando dos de sus compañeras se les acercaron y con una sonrisa maliciosa en sus labios, una de ellas dijo: -Hola monstruito -¿Cómo está la hija de Chucky?- preguntó la otra. Elizabeth se limitó a ignorarlas, bajó la mirada y no la despegó del suelo. -¿No sabes hablar o tienes la lengua cortada?- al decir esto las dos compañeras comenzaron a reírse como tontas. Una de ellas la quiso tomar del brazo, pero Elizabeth intentó apartarlo bruscamente, lamentablemente la manga de su camisa se corrió dejando a la vista sus marcas

más

recientes.

Al

verlas,

sus

maliciosas

compañeras incrementaron las burlas. -¡Acérquense, acérquense! Nos encontramos ante la presencia de algo nunca antes visto, de algo cuya existencia no se conocía. ¡Acérquense para contemplar a la hija de Chucky!-dijo una de ellas en forma circense

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17 Cartas de amor Al escucharla sus compañeros se fueron acercando a observar, como si de un pequeño espectáculo se tratara. Algunos solo reían, otros quedaban en silencio y, los más crueles, se encargaban de tirarle el cabello o escribirle frases groseras en la ropa. Sin decir palabras Elizabeth solo se limitó a llorar. Ángel

no

pudo

contenerse

más

y

se

levantó

bruscamente para enfrentarse a aquellos espectadores, alzando la voz les dijo: -¡Déjenla en paz! Uno de ellos, el ex amigo de Ángel, le contestó -Tu no te metas marica- dicho esto lo empujó. Ese pequeño toque dejó paralizado a Ángel, no estaba preparado para que alguien lo rozara, se quedó congelado sin poder reaccionar, observando cómo torturaban a su mejor amiga. Elizabeth había retrocedido hacia la esquina de las escaleras

y

se

ubicó

en

posición

fetal

llorando

desconsoladamente, ¿Qué había hecho para merecer aquello?, las burlas seguían resonando en sus oídos, se los tapó con las manos intentando acallar aquellas palabras tan hirientes.

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17 Cartas de amor -Por favor cállense, por favor cállense- repetía ese mantra una y otra vez entre sollozos. Al escuchar eso sus compañeros aumentaron las burlas. -Miren como llora -Aii, ¿la bebé quiere a su mamita? -No me digas que ya te volviste loca -Aparte de monstruosa, loca. No sé qué haces en este colegio Uno de ellos le levantó la cabeza y le escribió en la frente, con letras bien grandes, la palabra “LOCA”. Parecía que esa tortura no tenía fin, con los oídos aún tapados seguía recitando su mantra. Sin darse cuenta, todo estaba en silencio y solo una voz se escuchaba. -¿Elizabeth?- a escuchar esa voz abrió lentamente los ojos y se encontró con la imagen de la directora que la observaba con cara preocupada.- Cariño ya todo pasó, intenta relajarte. Poco a poco se fue secando las lágrimas e intentando relajarse, pero no podía sacarse de la cabeza esas palabras tan hirientes. -Debido a lo ocurrido te puedes ir a tu casa, ¿quieres que llame a tu papá?

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17 Cartas de amor -No gracias, puedo ir sola, ya estoy mucho mejor aparte no vivo muy lejos de aquí. Elizabeth se secó las lágrimas de sus ojos, ingresó a su salón de clases para recoger sus cosas. Al entrar todas las miradas se dirigieron hacia ella, era consciente que estaba hecha un desastre, con toda la ropa escrita y con la palabra “Loca” que aún resaltaba en su frente. A paso lento y con la mirada baja se dirigió hacia su asiento y comenzó a acomodar sus cosas, cuando se dispuso a colgarse la mochila la mano de su amigo le sostuvo su muñeca. -¿Estás bien?-Le preguntó con los ojos rebosantes de preocupación. Ella se limitó a negar con la cabeza como respuesta, tenía miedo de hablar porque si lo hacían las lágrimas volverían a brotar. -Esta tarde iré a verte. Elizabeth asintió, se colgó la mochila, se dio media vuelta y se fue. Durante todo el camino hacia su casa revivía

en

su

mente

todos

los

acontecimientos

sucedidos momentos antes, pero reprimía sus lágrimas hasta llegar a su casa. Como era de esperar su padre estaba trabajando, así que se dirigió directamente hacia el cuarto de baño, se

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17 Cartas de amor miró en el espejo, al verse de aquella forma no pudo reprimir las lágrimas, era un absoluto desastre. Abrió el grifo de agua y comenzó a limpiarse con mucha fuerza aquella palabra de su frente, ya las lágrimas eran un mar imposible de controlar, no entendía porque le habían hecho aquello, porque la habían humillado de aquella manera. Elizabeth era consciente de que no era una niña normal, tuvo que madurar de golpe por causa de su complicada realidad, sabía que no era como los demás niños y eso era lo que más la entristecía, que no podía vivir una vida normal y los demás se daban cuenta de aquello por eso la torturaban, por eso se burlaban de ella. Nunca podría encajar en la sociedad porque la misma sociedad nunca se lo permitiría, porque su realidad no lo haría. Sin poder reprimir aquel dolor tomó la máquina de afeitar de su padre y arrancó el filo que este contenía, sin pensarlo dos veces realizó un profundo corte en su brazo, el dolor la embargó de repente. Ahora su cuerpo sentía lo mismo que su alma. … Volviendo al presente Elizabeth corrió por un vaso de agua, tenía la boca seca, se volvió a sentar y continuó leyendo la carta de Ángel.

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17 Cartas de amor “…Cuando Enrique me tocó quedé paralizado, no podía reaccionar. Quisiera haberte ayudado, te veía tan indefensa en aquel rincón que mi corazón se partió en dos. Intenté que mi cerebro le mandara señales a mi cuerpo para reaccionar, pero me parecía imposible. Solo observé cómo te maltrataban, no hice nada al respecto y hasta el día de hoy me siento muy culpable y te pido perdón. Lo que empeoró todo fue cuando, esa tarde, fui a visitarte y te encontré en tu habitación llorando un mar de lágrimas, mientras que con un cúter te rasgabas tu perfecta piel. Eso me obligó a reaccionar por fin, abrí la puerta con todas mis fuerzas y entré a tu habitación, arranqué de tus manos aquel objeto y lo avente lo más lejos posible, te obligué a mirarme pero tú no me dijiste nada, solo me abrazaste y yo te repetía una y otra vez que no lo volvieras a hacer, que todos los que te había obligado a hacer aquello la pagarían, yo me encargaría de eso…” Elizabeth sonrió, pero no una sonrisa producto de un buen recuerdo, porque era claro que aquello no lo era. Sino que era una sonrisa de agradecimiento a la persona que la había ayudado a enfrentar lentamente

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17 Cartas de amor su problema. Si no hubiera sido por Ángel no sabía cómo habría terminado todo. … Elizabeth se había trasladado del baño a su habitación, allí arrodillada en el suelo se hería ambos brazos, viendo caer lentamente la sangre al suelo. No era consciente de que alguien había entrado a su casa hasta que vio una mano que le arrancaba el cúter y lo aventaba lejos. Cuando alzó la mirada se encontró con los ojos grises de su amigo. -¡¿Qué estás haciendo?!-Preguntó entre gritos Ángel. Ella no contestó, se limitó a llorar, solamente a eso. Al ver que ella no contestaba la abrazó, sin importarle mancharse con la sangre de Elizabeth. -¿Por qué te haces esto? -Porque es la única forma de olvidarme del dolor de mi alma.-Contestó

Elizabeth

entre

sollozos,

sin

desprenderse de sus brazos. Allí en el suelo abrazando a su mejor amigo se sintió en

paz,

una

paz

que

hacía

mucho

tiempo

no

experimentaba. Ángel era la mejor cura contra el dolor de en su alma. Lo había descubierto en ese momento pero nunca se lo había dicho. …

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17 Cartas de amor “…Esa tarde mi dediqué a curarte las heridas una por una y te obligue a prometerme que nunca más lo harías, por supuesto sabía que no lo prometías en serio pero yo me encargaría que cumplieras. Ya a la noche te acostaste para dormir y me susurrarte algo que no logré comprender muy bien. Observé cómo te quedaste dormida y ese día me prometí que nunca dejaría que alguien volviera a hacerte daño. Aunque debo admitir que algo positivo salió de todo ese maldito drama, y es que aquello me hizo sentirme más cerca de ti y, a partir de ese día, supe que nunca me iba a separar de tu lado. TE AMA…TU ÁNGEL” Elizabeth se secó las lágrimas y se fue a la cama, unos segundos antes de rendirse al sueño susurro las mismas palabras que aquel día, esperando que esta vez Ángel la oyera. -Gracias mi ángel guardián

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17 Cartas de amor

Carta numero 5 El sonido de su celular despertó a Elizabeth que, a regañadientes, se levantó para contestar. “Micaela” se leía en la pantalla luminosa, esa chica era muy buena amiga suya pero hacía más de un año que no se veían ni hablaban. -¿Hola?-contestó Elizabeth -¡Elizabeth! ¿Cómo estás? -Bien, va un poco dormida ¿vos como estas?, ¿pasó algo? -Me enteré de lo de Ángel, ¿Cómo lo vas llevando? Claro, se tendría que haber imaginado que ella la llamaría, durante muchos años Micaela había sido muy amiga de ambos, pero nunca pudo integrarse del todo, ya que entre Elizabeth y Ángel había algo muy especial que no permitía que nadie se acercara lo suficiente. -Intento sobrellevarlo, es muy difícil comprender que ya no está ¿sabes? -Sí, lo sé, a mí también me cuesta muchísimo aceptar todo esto. Yo estaba de viaje cuando pasó. La verdad es que todavía no comprendo nada, no había ninguna señal.

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17 Cartas de amor -¿Tu

lo

veías

últimamente?-

preguntó

extrañada

Elizabeth, su amigo no le había dicho nada al respecto. -Sí, durante este último año nos hicimos muy unidos -Ah- fue lo único que podía contestar Elizabeth muda ante la sorpresa. pensó, pero inmediatamente lo alejó de su mente, claro que Ángel no la había reemplazado, eso era imposible. Pero no podía negar esa sensación de celos que crecía en su interior, intentó ignorarlo pero no pudo ¿Qué significaba aquello? -¿Sigues en la ciudad o ya te fuiste?-preguntó su amiga desde el otro lado de la línea -Sigo aquí por otras dos semanas, tengo asuntos pendiente- o mejor dicho, un solo asunto pendiente, conocer los sentimientos de Ángel. -¡Excelente! ¿Quieres tomar un café en uno de estos días? -Me encantaría, yo te llamo ¿Está bien? -Claro, estaré esperando tu llamada… besos -Besos Y así terminó la conversación, Elizabeth no tenía ningún deseo de hablar con Micaela, no es que no le

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17 Cartas de amor callera bien, es que ahora al saber que ella estuvo en aquel último año muy cerca de Ángel le molestaba y mucho. No entendía porque aborrecía la imagen de ellos dos juntos, así que para sacarse eso de la mente decidió llamar a uno de sus pacientes que, al ver la cantidad de llamadas perdidas suyas, supuso que se encontraba en una crisis. Llegado el mediodía se fue al local de hamburguesas favoritas de Ángel para almorzar. Una vez que hubo ordenado sacó el quinto sobre y comenzó a leer. “Querida Liz: ‘Tu mi piano, mi papel, mi tinta china, verso y todo. Mi mejor musa, mi guitarra y mis intentos de canción. Mi alfabeto en español, mi mejor inspiración…’1 Estoy completamente seguro de que reconociste la canción de Ricardo Arjona, este es el fragmento que mejor expresa lo que tú siempre significaste para mí. Tú fuiste mi inspiración, cuando apareciste en mi vida comencé a escribir mucho mejor. Claro que mis mejores escritos eran aquellos que trataban sobre ti.

1

Fragmento canción “Tu”. Autor Ricardo Arjona, álbum “Lados B”

64

17 Cartas de amor ¿Recuerdas aquel concurso literario que gané en nuestro nuevo colegio?...” Se había olvidado por completo de ese concurso y que raro que lo hubiera hecho, ya que esa fue la “primera salida al público”, por así decirlo, que había tenido Ángel. Elizabeth recordaba que en ese año había cambiado de colegio, no podía seguir siendo compañeros de esas personas que, cada vez que tenían la oportunidad, se burlaban de ellos o le hacían la vida imposible. Por suerte en ese nuevo colegio todos la trataban bien, Elizabeth pudo hacerse amiga de casi todos sus compañeros, por fin Ángel y ella habían encontrado un lugar que no los juzgaban por ser diferentes. Claro que ninguno de ellos se comparaba con su Ángel, nadie nunca lo haría. “…Era la última semana antes de las vacaciones y estábamos nosotros y nuestra amiga Micaela en el recreo, tu y ella se encontraban charlando alegremente y

yo,

como

siempre

aislado,

me

encontraba

escribiendo, cuando la directora colocó un cartel en la puerta de nuestro salón de clases y como siempre tu, mi pequeña curiosa, te acercaste a leer que contenía. Extremadamente emocionada viniste corriendo hacia mí contando que se trataba de un concurso de historias

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17 Cartas de amor cortas para chicos de nuestra edad y me sugeriste que yo participara. Por supuesto que yo no quería, nadie iba a leer algo escrito por mí, lo consideraba algo muy personal, como una puerta para que conozcan mi alma. Pero tú como siempre me insististe muchísimo para que participara y, no sé porque sospecho que tú sabías que haría cualquier cosa por ti. Te aprovechaste de eso angelito…” Elizabeth sonrió abiertamente, claro que sabía que lo iba a convencer, el siempre la escuchaba y hacía todo lo que ella le aconsejara. Por esa vez fue un poco más difícil, pero no imposible. … -¡Ángel!, a que no sabes lo que dice el cartel-dijo Elizabeth muy emocionada. -La verdad es que no-respondió Ángel en un tono que denotaba indiferencia. Elizabeth molesta ante la actitud de su amigo se cruzó de brazos y lo observó fijamente, él continuaba escribiendo sin problema alguno. Pero lentamente el aludido fue levantando la mirada hasta que sus ojos grises quedaron posados en los ojos azules de ella. -¿Qué pasa Liz?, ¿Por qué me miras así?-preguntó Ángel preocupado

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17 Cartas de amor -Porque eres muy mal educado-contestó Elizabeth con el seño fruncido. Su amigo abrió los ojos como platos. -¿Por qué mal educado? -Porque yo venía súper emocionada a contarte una linda noticia y tú me ignoraste.-dicho esto se dio media vuelta y le dio la espalda. Ángel la hizo girar para poder abrazarla, cuando estuvo en sus brazos le dijo al oído. -No sabía que era tan importante ¿Me perdonas angelito? Como siempre cuando Ángel la llamaba de esa forma y la abrazaba para pedirle perdón ella no podía no hacerlo,

simplemente

era

imposible.

Suspirando

contestó. -Sí, te perdono, ¿pero ahora me vas a escuchar? -Por supuesto-contestó con una gran sonrisa en el rostro. Ángel la soltó y se volvió a sentar al lado de Micaela. pensó Elizabeth, no sabía porque pero casi siempre se olvidaba de los demás cuando Ángel se encontraba cerca.

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17 Cartas de amor -Micaela, tu si quieres escuchar ¿verdad?- le preguntó como para que no pensara que la ignoraron aunque en realidad si haya sido así. -Claro que si-contestó su amiga con una hermosa sonrisa. Ahora que sus dos amigos la escuchaban procedió a contar lo del concurso y a sugerirle a Ángel de que participara. -Para nada.-Dijo su amigo con un tono de voz que demostraba que estaba decidido- Ni lo sueñes -¿Por qué no?- preguntó Elizabeth. -Porque no, nadie va a leer nada que yo haya escrito. Sabes que considero algo muy personal eso. -Pero seguro que ganarás, escribes muy bien.-Intervino Micaela poniendo su mano en el brazo de Ángel, éste se tensó ante su contacto él continuaba sin soportar que alguien lo tocara, salvo que se tratara de Elizabeth. Para ayudarlo en esa situación lo tomó de la mano y lo obligó a levantarse, lo abrazó con fuerzas y le dijo. -Vamos, participa en el concurso, yo se que tienes un gran futuro en esto, pero no vas a triunfar si no le muestras al mundo tu talento.- Lo miró a los ojos y haciendo un puchero dijo- Hazlo por mí… por favor.

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17 Cartas de amor -No me hagas eso.-Contestó Ángel abrazándola con más fuerzas- Sabes que no me puedo negar cuando me pides las cosas así. Elizabeth dejó de abrazarlo y con una sonrisa triunfal en los labios comenzó a saltar y a gritar. -¡Te convencí!, ¡Soy una genia!- volviéndolo a abrazar le dijo al oído.- Se que ganarás, yo creo en ti mi Ángel. … “..Tú siempre confiaste en mí, en mi talento, siempre creíste que algún día triunfaría en el ámbito literario. Estoy seguro que si no hubiera sido por ti yo no me iba a dedicar a esto qué es lo que más amo en el mundo, después de ti claro está amor mío. Y no solamente fuiste mi gran apoyo, también fuiste mi musa. Cada vez que cierro los ojos y te imagino con tus hermosos cabellos dorados cayendo cual cascada por tus hombros, con una mano extendida hacia mí, pidiéndome que me acerque mas y mas a ti mientras que tus ojos azules como el mar no cesan de mirarme y tu sonrisa de dientes perfectos que me dan la confianza que tanto necesito, las palabras vienen solas y mi mente imagina miles de historias, de aventuras y de realidades diferentes donde la protagonista es una joven hermosa de cabellos dorados, ojos azules; una

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17 Cartas de amor sonrisa arrebatadora y, principalmente, con un corazón enorme. Si, es así, la protagonista de todos mis escritos siempre fuiste tú. Todas eran distintas adaptaciones tuyas, ya que tu siempre fuiste la protagonista de mi vida no podía no convertirte una en mis historias. Ese pequeño escrito, con el cual participé en aquel concurso hace ya 12 años, hablaba todo sobre ti, por eso me negué a que tu lo leyeras, no quería que te enteraras

de

mis

sentimientos

más

profundos

y

recuerdo que te enojaste mucho ya que no era propio de mi el ocultarte cosas…” Cuando Ángel apareció en su casa una tarde de sábado, sin previo aviso, Elizabeth supuso que venía con una noticia sobre el concurso, ya que sabía que pronto iban a anunciar a los ganadores. Abrió la puerta y se encontró con aquellos ojos grises tan especiales y una sonrisa de triunfo en los labios, con solo verlo Elizabeth supo cual había sido el resultado. Sin pensarlo dio un grito de felicidad y se abalanzó sobre Ángel, este abrió sus brazos con mucho gusto para recibir el abrazo de su amor platónico. Giraron en el lugar riendo como tontos, cuando por fin se separaron Elizabeth dijo. -Sabía que ganarías.

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17 Cartas de amor -Tú siempre confiaste en mi y eso que no leíste mi relato.-Le contestó con una sonrisa. -Se acerca de tu talento, no hace falta que lo lea para saber que es maravilloso.-Hizo una breve pausa y lo miró fijamente-Ahora me dejaras leerlo ¿verdad? -Perdón, pero no. -¿Por qué no?-Preguntó enojada. -Porque no, este no es el momento para que leas la historia. Quizás más adelante. -Como quieras.-Contestó Elizabeth mirando hacia otro lado. Ángel la abrazó y le dijo al oído:-No te enojes por favor angelito… te prometo que más adelante lo vas a leer. … “…Bueno amor mío, llegó la hora de que leas esa historia que escribí hace tantos años y quiero que sepas que esa historia te pertenece, como todas aquellas que alguna vez escribí. Espero que te guste amor mío. Te Ama…Tu Ángel.” Elizabeth tomó la hoja adjunta a la carta y la sostuvo un momento sobre su corazón, pero no la leyó en ese

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17 Cartas de amor momento. Quería leerla en un lugar tranquilo donde el murmullo

de la gente no la

distrajera. Deseaba

absorber cada palabra de aquella historia. Pago la cuenta y comenzó a caminar sin rumbo, hasta que se encontró en el lago. pensó Elizabeth, se sentó en la orilla inspiró aquel aire profundamente y, sintiendo la presencia de Ángel a su lado se dispuso a leer aquella historia que hacía 12 años que la tenía intrigada. “Leandro se encontraba arrodillado en el suelo de una calle desierta, su ropa estaba rasgada. Moretones y cortes se encontraban dispersos por todo su cuerpo, pero él ya no sentía ningún dolor. Le habían quitado su capacidad de sentir, un gran vacío dominaba su alma, un vacío que pensó que nunca se iba a llenar. Con dificultad se levantó del suelo y, haciendo uso de las pocas fuerzas que le quedaban, comenzó a caminar hacia un lugar que no sabía que buscaba.

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17 Cartas de amor Leandro

caminó

por

horas

cayéndose

cuando

el

cansancio o su cuerpo ya no podían más, pero, como había aprendido de Cristo, ante cada caída se levantaba aunque le costara horrores, él quería vencer el dolor, no dejarlo ganar. No quería que aquellos que buscaban que se

rindiera,

que

cayera

muerto

por

las

heridas

producidas, ganaran. Si iba a morir lo haría con dignidad, no preso de la humillación que le hicieron vivir. Siguió caminando hasta llegar al puente, justo cuando ya comenzaba a amanecer, se apoyó en la barandilla y observó a la ciudad iluminada por las primeras luces del día. Era simplemente hermoso. Se tomó un minuto para grabar esa última imagen en su cabeza y, con un profundo suspiro, procedió a subirse a la barandilla, contento porque por una vez en su vida iba a tomar una decisión por él mismo.

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17 Cartas de amor Cerró los ojos y cuando se dispuso a saltar una voz dulce como el chocolate lo detuvo. -No lo hagas, por favor. Leandro lentamente abrió los ojos y giró la cabeza para ver de dónde provenía aquella voz. Se sorprendió al ver a esa hermosa criatura que lo observaba con la cara llena de preocupación. Intentando ignorarla volvió a mirar hacia el vacío. -Vete, nada cambiará mi decisión.-contestó él -Yo sé que es difícil continuar pero no puedes acabar así con tu vida, ¿no pensarás en la gente que te quiere y necesita? -Nadie me necesita.-Contestó Leandro cerrando los ojos nuevamente. -Yo te necesito.-Dijo aquella extraña chica. Sorprendido ante esas palabras volvió a girar la cabeza y la vio allí parada con sus hermosos cabellos dorados

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17 Cartas de amor que caían por sus hombros, unos ojos azules como el mar que lo miraban con preocupación y una mano extendida en su dirección. Sin saber muy bien porque, Leandro se vio sujetando su mano y volviendo a pisar el suelo de aquel puente sin despegar en ningún momento los ojos de aquel ángel que apareció para salvarlo. Cuando estuvo a salvo ese angelito de cabellos dorados le regaló una sonrisa que derretiría a cualquiera y sin decir ni una sola palabra lo abrazó. Leandro se quedó sorprendido, hacía mucho tiempo que nadie le regalaba aquella muestra de afecto y sin comprenderlo se vio devolviendo aquel abrazo con mucho entusiasmo. -¿Quién eres angelito?-Le preguntó sin soltarla en ningún momento. -Soy Elizabeth.-Contestó ella sobre su pecho-Por favor no me dejes nunca… te necesito.

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17 Cartas de amor Sin ser consciente de ello Leandro se vio contestando -Nunca te dejaré mi Elizabeth. Ángel Abbatucci.” Elizabeth se secó una lágrima que se le escapó y, mirando hacia un costado, pretendiendo que Ángel estaba a su lado dijo: -Ahora entiendo porque ganaste, es absolutamente hermoso. Me llegó al alma… Te quiero Ángel. Y como respuesta una pequeña brisa le acarició la piel. Con una sonrisa en el rostro cerró los ojos y se recostó en la arena.

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17 Cartas de amor

Carta número 6 La sensación del agua sobre sus pies despertó a Elizabeth, le costó un poco comprender que se había quedado dormida en la arena. Estirándose se fijo la hora en su reloj y vio que pasaban de la 8 de la noche. -Dormí

por

mucho

tiempo.-Exclamó

a

nadie

en

particular. Tomó su bolso y se dirigió al hotel para darse un baño y revisar unos trabajos que le habían enviado por correo. Cuando hubo terminado con todo se debatió entre

acostarse a

dormir

o

leer

la

sexta

carta

acompañada por su fiel compañero: el café. -No te desesperes Elizabeth, las cartas de Ángel seguirán allí mañana.-Se dijo a sí misma, así que a regañadientes se preparó para dormir. Una vez en la cama sintió como que algo le hacía falta. Pensando se dio cuenta de que se trataba aquello, se levantó y se fue a buscar la caja que tenía guardada en su bolso aún sin deshacer, de allí extrajo la sexta carta y apresuradamente volvió a la cama, abrazando con fuerza aquel sobre se quedó profundamente dormida. …

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17 Cartas de amor Una suave mano le acariciaba su mejilla, lentamente abrió los ojos y se encontró con Ángel que la observaba con aquella hermosa sonrisa de dientes perfectos. -Estás aquí.-Murmuró Elizabeth -Nunca me fui completamente angelito-Le contestó sin borrar la sonrisa de su rostro.-Eres hermosa cuando duermes, ¿lo sabías? Ella

sonrió

bajando

la

mirada

hacia

la

sabana

sintiéndose tímida de repente. Aquello era muy raro, Ángel siempre le había dicho cosas lindas y ella nunca se sintió tímida. -Seguro que parezco una loca con todo el pelo revuelto. -Siempre fuiste una loca, con o sin el pelo revueltocontestó Ángel con una sonrisa irónica. -Jaja que gracioso.-Replicó ella fulminándolo con la mirada. -Angelito, solo vine a ver si estabas bien… ahora me tengo que ir. -¿Por qué? Recién llegas… yo te extrañé mucho.Contestó haciendo un puchero. Él le acarició lentamente el labio, lo cual provocó que el rostro de Elizabeth se tornara de un rojo intenso,

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17 Cartas de amor -Sabes que nunca me resisto cuando pones esa cara, pero me es imposible quedarme. Solo te digo que continúes leyendo las cartas y recuerda que cada vez que abras un sobre yo estaré a tu lado aunque no me puedas ver. Lágrimas

comenzaron

a

brotar

de

los

ojos

de

Elizabeth. -¿Por

qué

lo

hiciste?-Preguntó

entre

sollozos

y

volviendo a bajar la mirada hacia la sábana. Ángel la tomó por la barbilla y la obligó a mirarlo, fue secando cada lágrima que se le escapaba. Estuvieron así por un largo rato, ojos grises contra ojos azules. Ángel fue el primero en romper el contacto deslizando su mirada a los labios de Elizabeth y suspirando dijo: -Solo lee las cartas. Y dicho esto se fue acercando lentamente hasta que sus labios estuvieron unidos por completo. Elizabeth sin pensarlo dos veces le devolvió el beso colocando sus manos el cuello de su amigo. Nunca se había sentido tan bien en su vida. Él la tomó por la cintura y la acercó más a su cuerpo con un fervor que ella no sabía que tenía. Elizabeth sintió como si el mundo hubiera desaparecido a su alrededor, no quería dejar de besarlo nunca, pero

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17 Cartas de amor Ángel cortó aquel maravilloso beso y acariciándole dulcemente la mejilla le dijo en un susurro. -Te amo mi hermoso angelito. Con estas últimas palabras Elizabeth se despertó, todo había sido un sueño, pero tan real que le era imposible pensar

que

todo

hubiera

sido

producto

de

su

imaginación. Alzó su mano para tocarse los labios, todavía sentía el hormigueo que había provocado el beso

de

Ángel.

> se preguntó a sí misma. Pasado unos segundos volteo su cabeza hacia donde Ángel había estado, en su lugar se encontraba la carta. Elizabeth la tomó y sin esperar ni un segundo más la abrió.

“Querida Liz: Cada día que pasa me emociono más al escribirte, desde la primera carta los recuerdos no cesaron de llegar y si, es verdad que tenemos muchos recuerdos feos, pero para mí son perfectos porque tú estabas en ellos. El suceso que recuerdo en esta carta es sumamente especial para mí, quizá el más hermoso, junto con el que leerás en la carta número 7.

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17 Cartas de amor Pero no te preocupes amor mío, porque no adelantaré nada aquí. La carta de esta ocasión va a tratar sobre tus 15 años, el día que con mas ansias esperabas, creo que nunca te había visto tan emocionada desde que te conocía, y la verdad es que verte de esa forma me encantaba ya que gracias a la preparación de ese evento tú te olvidabas de los problemas que llenaban tu realidad. La tristeza que siempre veía en tus ojos desaparecían en el momento en el que comenzabas a hablar

de

tu

gran

fiesta,

el

brillo

en

tus ojos

demostraba la felicidad que sentías al poder cumplir tu sueño de cuando eras una nena y yo estaba feliz por poder ser parte de todo eso. Te quiero agradecer por dejarme participar en ese día tan

especial

para

ti,

la

verdad

es

que

fui

completamente feliz a tu lado en ese hermoso evento. Lo único que lamento de esto es el hecho de que me vieras solo como un amigo, quizás como un hermano, pero nunca como algo más que eso…” Sus 15 años, el momento más esperado por Elizabeth, por supuesto que lo recordaba. Ella siempre había soñado con ese día pero nunca lo había visto posible porque hasta cosa de dos años antes ella solamente tenía un solo amigo, el mejor de

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17 Cartas de amor todos, de eso no había dudas. Pero con una sola persona no podía realizar la fiesta que tanto anhelaba. Por suerte en su nuevo colegio pudo hacer muchos amigos, los suficientes como para festejar sus dulces 15 años. Elizabeth sonrió ante ese recuerdo, la verdad es que sus 15 fueron inolvidables. “…Ante la ausencia de tu madre, que por motivos que no me habías explicado hasta el momento, no se encontraba presente me pediste ayuda, justo a mí que era un desastre para esas cosas. Pero nunca dudé en ayudarte y por suerte ante nuestra incapacidad de organizar una buena fiesta se nos

ocurrió

algo

de

verdad

grandioso…

¿Lo

recuerdas?...” -Como olvidarlo-murmuró Elizabeth. … Los dos amigos se encontraban en la mesa del comedor de ella con muchas revista desparramados por todas partes. Ángel golpeó su cabeza contra la mesa de manera muy dramática. -¡Me rindo!-Exclamó -Vamos,

no

puedes

rendirte,

algo

seguro

encontraremos.-Respondió Elizabeth sin apartar los

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17 Cartas de amor ojos de una revista de vestidos de fiesta.-Solo tengo que encontrar el vestido y el color, al decidir eso lo demás será muy fácil. -Estoy cansado, aquí no hay nada que sea de tu agrado. -Entonces vístete con lo que tienes puesto y perfecto.Dijo Ángel con la frente aún apoyada en la mesa. Elizabeth levantó la mirada de su revista y se quedó observando fijamente a su amigo, éste al sentir los ojos clavados en él levantó finalmente la cabeza. -¿Qué?-Preguntó -¿De verdad quieres que me ponga esto?-Dijo Elizabeth señalando su ropa. Ángel la miró de arriba abajo, cuando volvió a subir la mirada

lo

hizo

lentamente,

comenzando

por

sus

zapatillas deportivas negras, su short negro y su remera entallada color rojo. Éste se quedó demasiado tiempo con la vista posada allí. Al notar eso Elizabeth levantó sus brazos y tapó sus pechos. -¿Qué miras pervertido?-Dijo enojada. Él la volvió a mirar a los ojos con una sonrisa en sus labios y dijo.

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17 Cartas de amor -No estoy mirando lo que tu mente sucia cree. -¿Entonces? -Estoy observando la inscripción de tu camiseta “I Love Books” y se me ocurrió una idea. -¿A sí?-Preguntó Elizabeth sin creer ni una sola palabra¿Cuál? -¿Si, en lugar de elegir un color, tu eligieras la temática de un libro? -No te sigo-contestó sin comprender absolutamente nada. -Que hagas la ornamentación de tu libro favorito y tu vestido sería lo que use la protagonista del libro, o algo similar. Los ojos de Elizabeth brillaron al entender lo que su amigo quiso decirle. -¡Me encanta!-Exclamó- Lo puedo hacer sobre “Romeo y

Julieta”2,

mi

libro

favorito.-Dijo

comenzando

a

revolver las revistas y hojearlas rápidamente. -¿Qué haces?-Preguntó Ángel extrañado.

2

Romeo y Julieta es una tragedia de William Shakespeare. Cuenta la historia de dos jóvenes enamorados que, a pesar de la oposición de sus familias, rivales entre sí, deciden casarse de forma clandestina y vivir juntos.

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17 Cartas de amor Elizabeth

continuó

revolviendo

todo

hasta

que

encontró lo que buscaba. Satisfecha se apoyó en el respaldo de su silla con los brazos cruzados y le dijo a su amigo. -Mira. Él se acercó a su lado y observó el vestido que aparecía en la revista, sonriendo besó en la mejilla a Elizabeth. -Es perfecto. “…Luego de la tortura que fue el elegir el tema de tu vestido lo siguiente fue muy fácil, y muy divertido también. Recuerdo que el salón era la representación exacta de la obra de Shakespeare, con el balcón donde se produjo el encuentro clandestino entre Romeo y Julieta. Mi parte favorita de la obra, por ese balcón tú aparecerías para deslumbrar al mundo con tu belleza. Nunca había visto a una quinceañera más hermosa que tu amor mío, recuerdo que ese vestido color rosa viejo al estilo princesa pero con un toque de Julieta te quedaba pintado, ni a la modelo de la revista le quedaba tan bien como a ti. Tu hermoso cabello, que siempre me encantó, se encontraba semirrecogido hacia un costado con bucles

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17 Cartas de amor que caían sobre tus hombros y un maquillaje sencillo que resaltaban tus perfectos rasgos y tus bellos ojos azules. La verdad que Julieta no era nadie a tu lado. Cuando te fui a ver antes de que comience la fiesta, la imagen que vi me impactó. La forma en la que te encontrabas era digna de ser escrita, el contraste entre tu imagen física, como la de una princesa tan bella y perfecta, y las lágrimas que corrían por tus mejillas deshaciendo tu maquillaje era absolutamente poético…” Elizabeth sonrió ante el recuerdo, solo Ángel podía encontrarla hermosa cuando era un absoluto desastre. Recordaba que él se encontraba muy guapo, tenía 15 años y era el chico más lindo que había conocido, con su traje, camisa y corbata, todo color negro, que resaltaba por completo su piel blanca. El cabello revuelto por las veces que sus manos pasaban por allí y con aquellos ojos grises que parecían poder ver su alma. Hasta la fecha Elizabeth no había conocido a alguien tan bello como él. … Ella se encontraba en la habitación trasera del salón preparándose para su fiesta cuando la imagen que vio en el espejo le mostró lo horrenda que se veía, sin poder contenerse Elizabeth comenzó a llorar, se sentó

86

17 Cartas de amor en la silla y con el rostro hundido en sus dos manos comenzó a verter todas las lágrimas que tenía. Una voz proveniente de la puerta le preguntó. -Oye, ¿Qué pasa? Elizabeth no respondió y continuó llorando. Ángel se acercó y la abrazó. -¿Por qué estas llorando angelito? -Estoy horrible.-Contestó ella entre sollozos -¿Qué estás diciendo? Yo aquí estoy viendo a una hermosa chica con un hermoso vestido. Bruscamente Elizabeth se puso de pie y echando fuego por los ojos dijo. -¿Es que acaso no me ves? -No te entiendo. -Mira mis brazos.-Extendió uno de ellos hacia donde se encontraba su amigo.- Estas asquerosas marcas me hacen parecer un monstruo. Ya enojado ante aquella actitud ángel le dijo. -¡Nunca más vuelvas a tratarte de esa manera! ¡Tú no eres ningún monstruo! Elizabeth bajó la mirada todavía llorando, Ángel la tomó por la barbilla obligándola a mirarlo.

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17 Cartas de amor -Quiero que se te quede grabado en la cabeza que tú eres hermosa, perfecta y que esas cicatrices en tus brazos solo resaltan tu belleza, porque con ellas muestras que caíste pero que tuviste la suficiente fuerza para levantarte y continuar hacia adelante.-En ese instante la abrazó.-Nunca te avergüences de tus marcas porque ellas ti hicieron lo que eres ahora. -¿Y

que

soy

ahora?-Le

preguntó

a

su

amigo

abrazándolo con más fuerza. -Eres la persona a la cual admiro profundamente, y te admiro no solo por tu belleza, sino porque yo fui el testigo de cómo te hundiste en lo más profundo, yo vi como la sangré corría por tus brazos y también fui el testigo de cómo tu sola te levantaste y le mostraste al mundo que, a pesar haber caído en lo más profundo de los pozos no te quedaste allí, sino que, poco a poco, comenzaste a salir. Elizabeth continuó sollozando sobre el traje de Ángel, él la tomó por los hombros y secándole lentamente las lágrimas de sus mejillas le dijo. -Como tu ídolo dice… “Hoy es un buen día para olvidar todas aquellas cosas que me hicieron llorar y dejarlas atrás lo mejor será empezar”3 así que hazle caso y olvídate del dolor del 3

Fragmento de “Olvidarte”. Autor Ricardo Arjona, álbum “Sin daños a terceros”

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17 Cartas de amor pasado para disfrutar tu día y todos los que vendrán después. Ella lo besó dulcemente en la mejilla y lo volvió a abrazar. -Gracias Ángel, eres el mejor. -No tienes nada que agradecer… ahora quiero que te seques esas lágrimas y abras mi regalo. Con una hermosa sonrisa en el rostro Ángel le entregó su regalo, Elizabeth lo abrió y no pudo ocultar la sonrisa de su rostro. -Yo sabía que ibas a tener una crisis, así que te compre eso. En el paquete se encontraban unos preciosos guantes color rosa viejo que llegaban hasta cerca de la axila, eran perfectos para ocultar las cicatrices y contrastaban con su vestido. Sin decir ni una sola palabra se los puso y miró su reflejo en el espejo, ahora si se encontraba perfecta. Lágrimas de felicidad brotaron de sus ojos y solo pudo decir. -Son perfectos, gracias. “…Yo era consciente de que te iba a disgustar el ver tus brazos tan expuestos así que no dudé en comprarte aquellos guantes.

89

17 Cartas de amor Al ver tu cara de felicidad ya me sentía completo. Eras una Julieta perfecta y a mí me hubiera encantado ser tu Romeo. Te voy a contar un secreto, hasta el día de hoy mantengo guardada aquella fotografía nuestra bailando el vals en tu fiesta. Cada vez que estoy con falta de inspiración

tomo

esa

fotografía

y recuerdo aquel

momento. Como mi brazo se aferraba a tu cintura y nuestras

manos

se

encontraban

entrelazadas,

tu

perfume se sentía en el ambiente y nuestros ojos se encontraban fijos en los del otro, como si nadie se encontrara a nuestro alrededor. Recuerdo como tus ojos brillaban llenos de felicidad repitiendo miles de veces la palabra gracias y como gracias a mi te veías hermosa. Pero esa belleza que mostraste no tenía nada que ver conmigo, tú tenías luz propia, yo solamente te había regalado unos guantes, por eso en ese momento opté por recitarte una frase de Romeo. “El brillo de su rostro

afrenta al del sol. No merece la tierra tan soberano prodigio. Parece entre las otras como palomas entre grajos (…) Nunca como esta vieron mis ojos…”4

4

Fragmento de “Romeo y Julieta”

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17 Cartas de amor Cada vez que evoco esa escena la inspiración vuelve a mí, porque tu belleza aquel día solo era comparable con el de aquella princesa de los cuentos. Te Ama… Tu Ángel.” -Mi Ángel, gracias a ti tuve un cumpleaños inolvidable… gracias por ser parte de mi vida.-Dijo Elizabeth al aire, esperando que Ángel estuviera allí para escucharla como le había prometido en su sueño.

91

17 Cartas de amor

Carta número 7 Luego de haber leído esa última carta Elizabeth se dispuso a ir hacia la ducha, necesitaba un baño relajante para así poder aclarar un poco sus ideas. Mientras el agua descendía por su cuerpo la cabeza de Elizabeth no paraba de pensar, tenía muchas preguntas que se iban incrementando a medida que avanzaba con las cartas. La pregunta que mas rondaba por su mente era: > y a esa la seguía otra >. Si bien en aquellas cartas Ángel le decía que lo hacía porque no se iba a animar a hacerlo de frente, Elizabeth sospechaba que había otro motivo oculto. -¿Pero cuál?- se preguntó a ella misma. De repente una idea asomó por su cabeza, o mejor dicho una frase, , las palabras de su amiga Micaela le dieron una posibilidad. Si era verdad lo que ella decía. -¡Seguro algo debe saber!

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17 Cartas de amor Rápidamente salió de la ducha, se tapó con una toalla y fue a buscar su celular, buscó entre sus contactos el nombre de Micaela y sin demorar ni un segundó marcó su número, al tercer tono su amiga contestó. -¡Hola Elizabeth! -Hey, ¿Cómo estas Mica?- Preguntó Elizabeth. -Bien, en un descanso del trabajo ¿y tú? -Estuve mejor.-Hizo una breve pausa y continuó-¿Sigue en pie lo del café? -Por supuesto que sí, ¿Cuándo puedes? -¿Te parece bien esta tarde? -¡Perfecto!-Contestó una entusiasmada Micaela > pensó Elizabeth -Bueno, nos encontramos en mi hotel y de aquí vamos ¿Quieres? -¡Claro! Mándame por mensaje el hotel en el que te alojas. A las 5 en punto estaré allí. Besos amiga -Chau.-Contestó

secamente

Elizabeth,

no

se

encontraba de ningún humor para soportar tanto entusiasmo, y menos para fingirlo. Desde que Ángel había muerto Elizabeth solamente sonreía de verdad cuando leía sus cartas y recordaba

93

17 Cartas de amor viejos tiempos. Fuera de eso el mundo se había vuelto opaco, los colores solo volvían cuando abría un nuevo sobre, solo así sentía que la felicidad volvía a hacer su aparición, pero cuando terminaba de leer la oscuridad se apoderaba de todo. Se vistió y se maquilló, ya había hecho un plan acerca de cómo ocuparía su tiempo antes de la hora en la que se encontraría con Micaela. Como un homenaje para su mejor amigo se fue de compras, iba a recorrer todas las librerías de la ciudad para abastecerse de libros. Eso era lo que ellos siempre hacían para divertirse. Comprar libros era una hermosa forma de recordar a Ángel. A medida que caminaba por la ciudad se topó con la librería favorita de su mejor amigo, miró por el vidrio y una escena se le vino a la cabeza. … Era un día de verano en el que los dos se encontraban muy aburridos en casa de Ángel, estaban recostados en el césped mirando el cielo, sin decir ni una sola palabra. -¿Si damos un paseo?-Preguntó Ángel rompiendo el silencio -Claro.-Contesto ella con una gran sonrisa en los labios.

94

17 Cartas de amor Ambos se levantaron, se limpiaron el césped de sus ropas y se dirigieron a dar un paseo. Mientras caminaban se toparon con una gran librería, Elizabeth vio como los ojos de Ángel brillaban ante tal visión. Sin decir ni una sola palabra ingresó a aquel local, como si una fuerza extraña lo obligara. Ella sin saber que sucedía entro detrás de su amigo. Definitivamente era una gran librería, había libros de todos

los

tipos,

divididos

en

diversas

secciones,

comenzó a caminar por todo el local embelesada por aquella visión. Tomó un libro de la estantería y se dispuso a leer. Se encontraba tan absorta en la lectura que no se dio cuenta quien se encontraba detrás suyo. Cuando una mano se posó en su hombro Elizabeth dio un respingo y se giró para encontrarse con la mirada llena de entusiasmo de su amigo, al observarlo bien no pudo contener una carcajada. -¿Te llevarás todo eso?-Preguntó señalando la gran pila de libros que sostenía Ángel. -¿Tu qué crees?, este lugar es el paraíso Elizabeth volvió a soltar una carcajada, cuando se tranquilizó dirigió una mirada llena de ternura hacia su amigo. -Pareces un nene en una dulcería.

95

17 Cartas de amor Él no contestó, se limitó a asentir sin borrar la sonrisa de su rostro, se dio media vuelta y se dirigió a la sección de caja. -¿De verdad comprarás todo eso?-Preguntó sorprendida Elizabeth. -Claro que si, será dinero bien gastado. -Eres un caso de estudio.-Se dio media vuelta y se dirigió hacia afuera para esperarlo. Al cabo de diez minutos Ángel salió del local con una gran sonrisa en el rostro. Tenía varias bolsas en sus manos, cuando se acercó a ella le tendió dos bolsas que contenían tres libros cada una. -¿Quieres que te ayude a cargar tus compras?-Preguntó alzando una ceja, él se limitó a negar con la cabeza. -¿Entonces?-Preguntó ella -Estos libros son para ti, sé que no tienes libros propios porque tu padre no quiere comprártelos, así que yo te ayudaré a armar tu biblioteca. … Elizabeth sonrió ante aquel recuerdo, su padre nunca quiso comprarle libros porque decía que eran una distracción,

lo

que

no

comprendía

era

que

ella

necesitaba distraerse y nada era mejor que un libro para esa labor. Como su padre se rehusaba a comprarle

96

17 Cartas de amor libros ella se vio obligada a acceder a la biblioteca o a los libros que le prestaba su mejor amigo. Pero Ángel al saber que Elizabeth necesitaba una distracción de su tristeza comenzó a regalarle libros para armar su propia biblioteca, que la tenía escondida en su cuarto para que su padre no la viera. Con ese pequeño gesto su amigo la ayudó un poco a olvidarse de los cortes de sus brazos y le estaba eternamente agradecida por ello. Así que en honor a aquellos recuerdos ingresó a aquella grandiosa librería. Volvió al hotel una hora antes de que Micaela llegara, así que se dirigió a su habitación, tomó la séptima carta y bajó al lobbie del hotel, se acomodó en un sofá y comenzó a leer. … “Querida Liz: ¿Alguna vez te conté sobre mi primer beso? Creo que te dije que había sido a los 14 años con una de nuestras compañeras, que había sido en una fiesta a la que, o casualidad, tu no habías asistido.

97

17 Cartas de amor Si recuerdas que te conté eso, pues temo confesarte que te mentí. Así es amor mío, mi primer beso no fue a los 14, sino a los 16. Lo bueno de aquello es que lo tuve con el amor de mi vida, si amor mío, tu no solo fuiste mi primer (y único) amor, sino que también fuiste mi primer beso. Fue en ese día en el que el tarado de tu novio te dejó por otra, fue ese día en el que me pediste el favor de jugar a que éramos novios. Debo confesarte que en mi interior yo le rogaba a Dios de que aquello no se tratara solamente de un juego, pero al parecer Dios tenía cosas más importantes que cumplir. Pero la verdad es que esa fue una noche mágica para mi, absolutamente inolvidable a pesar de que todo hubiera sido fingido…” Elizabeth sí que se acordaba de aquel día, era uno de los recuerdos que más le habían marcado. … Ella

llevaba

ya

5

meses

con

su

primer novio,

Alejandro, él había sido el primer chico al que había besado, pero nunca lo había amado. Un día Alejandro había aparecido en la puerta de su casa unas horas antes de una fiesta a la que asistirían juntos.

98

17 Cartas de amor Sorprendida Elizabeth abrió la puerta y se encontró con un Alejandro muy nervioso. -Hola

gordo,

¿sucede

algo?-Preguntó

Elizabeth

preocupada. -Tenemos que hablar. Elizabeth sintió como su corazón se hizo más pequeño al escuchar aquellas tres palabras. Sus amigas le habían dicho que esa frase no traía nada bueno y, sumándole a eso la actitud nerviosa de Alejandro el resultado sería catastrófico. -¿Qui…quieres pasar?-Preguntó tartamudeando. -No, mejor aquí, total no creo demorar mucho con esto. Se sentaron en el escalón de la entrada y un silencio los embargó por un tiempo que se hizo eterno. -¿De qué quieres hablar? -Mira Elizabeth, tú eres una persona maravillosa y de verdad te quiero mucho… -¿Pero?- Preguntó ella sabiendo lo que vendría a continuación. -Pero estoy enamorado de otra persona, quiero estar con ella sin nada que se interponga.-Tragó saliva-Así que quiero que terminemos.

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17 Cartas de amor Elizabeth sintió como si una puñalada le atravesaba el corazón, una vez más se sintió rechazada. Se produjo un largo silencio. -¿Estás bien?-Preguntó Alejandro intentando posar una mano en el hombro de Elizabeth, esta se aparto bruscamente y se levantó. -Sí, estoy bien no te preocupes.-Contestó con la mirada distante. Alejandro se levantó y se acerco a ella. -Si quieres te explico bien como son las cosas. -No hace falta, de verdad entiendo todo, así que te deseo que seas muy feliz. Dicho eso cerró la puerta y, apoyándose contra ella, las lágrimas brotaron sin cesar, el dolor se hizo muy fuerte, casi insoportable. Sin siquiera pensarlo se fue a su habitación y se hizo el primer corte luego de casi un año de no hacerlo. … Volviendo al presente Elizabeth no pudo evitar pensar: , tomó el papel que había posado en su regazo y continuó leyendo.

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17 Cartas de amor “… Esa tarde tú me llamaste, las lágrimas impedían que te expresaras del todo bien. Me pediste que fuera a verte, que no te sentías bien, sin dudarlo ni un segundo deje todo y me fui a tu casa. Cuando me contaste lo de Alejandro yo sentía un deseo de ir a buscarlo y hacerlo entrar en razón a base de golpes. Nunca entró en mi cabeza como ese chico te había dejado, tú eras perfecta. Tenía que ser un tonto para dejarte ir. Recuerdo que mientras llorabas sobre mi hombro yo pensaba que si túhubieras sido mía no te iba a dejar escapar de mis brazos, siempre buscaría la forma de hacerte feliz y nunca dejaría que derramases una sola lágrima y menos por mi culpa. Si hubieras sido mía yo te iba a dar motivos de felicidad, nunca de tristeza. Cuando tu crisis hubo pasado comenzamos a hablar sobre el tema hasta que una sonrisa malvada, que yo conocía tan bien, asomó por tus labios. Me propusiste que hiciéramos un juego, uno peligroso para mí porque sabía que si jugaba terminaría lastimado…” -¡Pero cuanta concentración!-dijo una voz femenina. A regañadientes Elizabeth levantó la mirada y se topó con una mujer esbelta de cabello corto colorado, unos ojos verdes deslumbrantes y una sonrisa de dientes

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17 Cartas de amor perfectamente blancos. Elizabeth no podía negar que su amiga era hermosa. -Te

lo

explico

en

el

café.-Contestó

sonriendo

falsamente y se levantó para abrazar a Micaela. -Te eché mucho de menos.-Dijo su amiga. -Yo también.-Y sin poder resistirse Elizabeth comenzó a llorar. La verdad era que necesitaba ser abrazada, desde que Ángel había muerto nadie la abrazó, ni siquiera en el funeral. Elizabeth no se había dado cuenta de cuánto necesitaba el contacto humano, y más aún de alguien que la quisiera. En el abrazo de Micaela ésta demostró que de verdad la quería y se alegraba de verla. -Cariño, ¿estás bien?-Le preguntó su amiga con cara de preocupación. -Sí,

solo

necesitaba

un

abrazo.-Dijo

Elizabeth

secándose las lágrimas, Micaela la abrazó nuevamente. -Lo extrañas ¿Verdad? -No te das una idea de cuánto, la vida ya no es la misma sin el-un sollozo la interrumpió-Lo necesito tanto. Micaela no dijo nada, ella se daba cuenta por lo que estaba pasando Elizabeth, había perdido a su mejor amigo y, posiblemente, al hombre de su vida. Salvo

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17 Cartas de amor que ella todavía no se había dado cuenta de lo segundo. Estuvieron abrazadas por un largo rato, las dos amigas estaban en silencio que solo era interrumpido por los sollozos de Elizabeth. En un determinado momento Elizabeth soltó a su amiga, se secó los ojos e imprimiendo una sonrisa en su rostro dijo. -¿Vamos por ese café? … Elizabeth y Micaela estuvieron hablando por horas, recordando viejos tiempos, riendo y llorando juntas. Cuando ya faltaba poco para despedirse Elizabeth se armó de valor y le preguntó a su amiga. -¿Sabes algo sobre las cartas de Ángel? -Estaba esperando que me preguntes por eso. -Entonces si sabias. -Claro que sabía, yo lo convencí para que lo hiciera.Contestó Micaela con una gran sonrisa. Elizabeth estaba confundida, ella pensaba que eso había sido idea de él que ya no aguantaba más eso callado. Pero resultaba que lo había hecho porque lo

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17 Cartas de amor empujaron a eso, no porque lo deseara. Una profunda decepción la embargó. -Así que tu lo obligaste.-La decepción había teñido la voz de Elizabeth y al parecer su amiga lo había notado. -Yo no lo obligué a nada, él estaba decidido a decirte todo, pero no sabía cómo.-Tomó un sorbo de su agua y continuó-Un día vino con esa idea en la cabeza pero no estaba decidido a hacerlo, yo solo le di un pequeño empujón. -¿Y por qué decidió hacerlo por medio de cartas? -El me dijo que tenía dos razones para hacerlo de esa forma. -¿Cuáles? -La primera era que si te contaba por cartas lo que sucedía contigo te iba a poder explicar todo con detalles, y la otra que… Micaela quedó en silencio, su había puesto pálida como si hubiera visto un fantasma, sus ojos se abrieron por completos y en ellos brillaban la compresión. -¿Cuál es la otra?-Preguntó impaciente Elizabeth. Su amiga se tapo el rostro y comenzó a llorar-¿Cómo no me di cuenta?-Decía entre sollozos. -¿De qué?-Preguntó Elizabeth sin poder entender nada.

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17 Cartas de amor Micaela levantó la mirada y con los ojos llenos de lágrimas dijo: -La otra razón era que si todo salía como él creía tu ibas a necesitar un recuerdo suyo… para que nunca lo olvidaras. -¿Y con eso no te diste cuenta que era lo que Ángel planeaba?-Preguntó enojada Elizabeth. -Es que no lo relacioné en ese momento.-Dijo entre gritos Micaela-Yo creí que lo decía porque pensaba que ya no lo ibas a querer ver más luego de eso. Elizabeth se tranquilizó, sabía que su amiga no tenía la culpa de no haberse dado cuenta, nadie sabía acerca de las tendencias suicidas de Ángel, ni siquiera ella lo sabía que era su mejor amiga. Le tomó la mano a Micaela y le dijo. -Perdón por enojarme, tú notienes la culpa de no haber comprendido, si te soy sincera yo tampoco me habría dado cuenta.-Forzando una sonrisa agregó-Las estoy leyendo. Micaela la miró con los ojos desorbitados ante la sorpresa. -¿Te las entregó?

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17 Cartas de amor -Un día antes de que se suicidara.-Los ojos de Elizabeth se llenaron, una vez más, de lágrimas-La verdad es que son hermosas, las mejores cartas que leí en mi vida. -¿De verdad?, ¿en qué carta vas? Ya que por lo que le entendí a Ángel él te iba a entregar 17. -Es como te dijo, voy por la mitad de la séptima.-Una sonrisa se iluminó en el rostro de Elizabeth-La verdad esta es la que más me gusta hasta el momento. -¿De qué habla? -¿Recuerdas la vez que Ángel y yo jugamos a ser novios? -¿Trata sobre eso?-Micaela soltó una carcajada-La verdad es que yo ese día pensé que todo era real. -Ahora que revivo ese momento en mi mente te confieso que yo también lo sentí real. -Termínala de leer-La animó su amiga-Cuando termines la comentamos ¿quieres? Elizabeth asintió y sin esperar ni un solo segundo más tomó la hoja y continuó leyendo. … “…Me pediste que te acompañara a la fiesta de esa noche, pero no como tu amigo, sino haciéndome pasar por tu novio. Como nunca me pude negar a un pedido

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17 Cartas de amor tuyo acepté, aun sabiendo que estaba jugando con fuego

y

que

era

muy

probable

que

terminara

quemándome. Sinceramente fue una hermosa noche para mi, una de las más perfectas de mi vida. Recuerdo que me dijiste que más tarde fuera a buscarte ya que querías verte deslumbrante. Por supuesto no para mí. Cuando te vi salir por la puerta de tu casa no podía creer lo hermosa que estabas, cierro los ojos y veo claramente tu ropa. Unos jeans claros bien ajustados que se amoldaban perfectamente a tu figura, una camiseta de mangas largas entallada color rojo con un escote que dejaba ver lo justo y que mostraba tu ombligo, unos zapatos negros de tacón que estilizaban tu perfecta figura, un maquillaje que no era suave, como el que sabías utilizar, sino uno que resaltaban aún mas tus bellos rasgos; y tu cabello suelto que caían en ondas sobre tus hombros. No solo estabas hermosa, también estabas muy sexy, me resultaba complicado mantener la boca cerrada para no babear. Fuimos a la fiesta y entramos de la mano, todos los ojos se posaron en nosotros y extrañamente

sonriendo

al

ver

nuestras

manos

entrelazadas.

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17 Cartas de amor Así estuvimos toda la noche, sin despegarnos el uno del otro, tú me hablabas al oído y yo hacía lo mismo diciéndote cosas que te hacían reír de manera muy seductora. Que no hubiera dado por escuchar esa risa por el resto de mi vida, cada vez que te reías o me hablabas al oído yo me derretía un poquito más. Cuando pusieron una música lenta yo te llevé al centro de la pista, pusiste tus manos en mi cuello y yo las mías en tu cintura, pegándote más a mí, estuvimos así un rato, meciéndonos al ritmo de la música mirándonos a los ojos casi hipnotizados. Alejandro se encontraba a unos pasos de nosotros, observándonos y tu acercaste tus labios a mi oído y me pediste que te besara para que el nos viera. Los nervios me inundaron por completo, era mi primer beso y nada menos que con el amor de mi vida. Te miré a los ojos, estuvimos así un rato hasta que yo rompí el contacto visual para posar mi mirada en tus hermosos labios esculturales y lentamente me fui acercando hasta que mis labios quedaron a escasos centímetros de los tuyos y tú completaste el camino. El mundo había desaparecido a mí alrededor, ya no había parejas en la pista, solo nosotros dos y nuestros labios.

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17 Cartas de amor Este era el tipo de beso del que hablaban los libros que leía, ese tipo de beso que te hacen olvidar de todo, que produce que una corriente eléctrica recorra por todo tu cuerpo. Era ese tipo de beso que te hace comprender, de una vez por todas, que esa otra persona es la indicada. Nunca volví a sentir esa sensación en los labios de otra mujer, solo tú lograste que me derritiera por completo con solo un beso. Solo tú lograste que mi corazón latiera rápido y lento al mismo tiempo. Solo tu amor mío. Te Ama… Tu Ángel”

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17 Cartas de amor

Carta número 8 Los ojos de Elizabeth brillaron ante aquel recuerdo y comenzó a esbozar una sonrisa. La voz de su amiga la sacó de su ensoñación. -¡Que sonrisa! ¿Qué te escribió? -Esta parte es sobre el beso que nos dimos en aquella fiesta.-Contestó a su amiga sin borrar la sonrisa de su rostro. -Lo recuerdo, fue el beso más romántico que vi.Micaela hizo una breve pausa-Parecían de verdad enamorados. -Él si lo estaba, aquí me dice que sintió como si el mundo desaparecía y solo nos encontrábamos nosotros dos. -¿Y tú que sentiste?-Le preguntó Micaela. Elizabeth quedó en silencio, pensando, cerró los ojos y evocó aquella imagen. Los dos abrazados en la pista, sus labios fundidos en un tierno beso. De repente Elizabeth recordó que ella no quería que aquello terminara, todo había desaparecido también para ella, Alejandro no existía, solo ellos dos y sus labios. -Creo que sentí lo mismo que él.

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17 Cartas de amor -Me lo imaginaba.-Dijo su amiga sonriendo. -¿Qué imaginabas? -Que tú siempre estuviste enamorada de él Elizabeth quedó atónita ante la afirmación de Micaela, de algo estaba segura y era que ella nunca estuvo enamorada de Ángel, ¿verdad? -Nunca

estuve

enamorada

de

él.-Contestó

sin

convicción-Era mi mejor amigo. -¿Y qué significa lo que sentiste por aquel beso de hace 10 años? -Que estaba muy concentrada en hacerle creer a Alejandro que no sentía nada por él,-hizo una pausapor eso ignoré todo y me concentré solo en Ángel. Micaela negó con la cabeza, no podía creer la terquedad de su amiga, ¿Cómo no se daba cuenta que siempre lo amó? Por lo visto el trabajo se iba a complicar, el día que llamo a Elizabeth por teléfono ella había soñado con Ángel que le decía que debía ayudar a su amiga en el camino de descubrimiento de su amor que iba a emprender, al principio pensó que no era más que un sueño, aun así la llamo y ahora que la tenía frente suyo no podía dejar de intentarlo.

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17 Cartas de amor Pero el caso era que hacerle ver la realidad a Elizabeth iba a ser una tare muy, muy difícil. pensó. -Eres psicóloga, ¿no te das cuenta que estás en un proceso de negación? Elizabeth ladeo un poco la cabeza sin terminar de comprender a su amiga. -¿Por qué lo dices? -Porque está claro que estas enamorada de él y que siempre lo estuviste, pero no lo quieres ver. -¿De dónde sacas esa idea? Sin contestar Micaela miró la hora en su reloj, se levantó deprisa y dijo. -Me tengo que ir, te lo explico luego ¿si? Elizabeth se levantó a su vez. -¿Me lo prometes?-Le preguntó. -Te lo prometo.-Micaela la abrazó-Si quieres mañana nos vemos y hablamos de la octava carta. -Me encantaría- Elizabeth abrazó fuertemente a su amiga-Gracias por estar conmigo. -Siempre.-Micaela la soltó, la besó en la mejilla y agregó-Te quiero.

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17 Cartas de amor -Yo también. … Ya pasaban de las 8 de la noche cuando Elizabeth salió de aquel café. Como no se encontraba de ánimos para volver al hotel se dispuso a caminar para intentar comprender todo lo que había ocurrido aquel día. Mientras caminaba lo primero que se le vino a la mente fue aquello último que le dijo Micaela . ¿De dónde había sacado aquella idea? Era bastante claro que ella lo había querido mucho, fue su mejor amigo, el que siempre la ayudó en todo, el estuvo ahí cuando más lo necesitaba. Ella siempre prefirió su compañía antes que la de cualquier otra persona, le encantaba charlar con él hasta altas horas de la madrugada. Sus abrazos eran los únicos que siempre la reconfortaban y cuando la miraba con aquellos ojos grises Elizabeth no podía mentirle, la

verdad salía a

borbotones ante esa

penetrante mirada. ¿Acaso eso era amor? Pensó pero inmediatamente lo negó con la frase , pero hasta ella notaba cierta vacilación en aquella afirmación.

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17 Cartas de amor Elizabeth continuó caminando pensando en lo que había significado Ángel en su vida y cada vez que la palabra

amor

asomaba

por

su

cabeza

ella

inmediatamente la hacía a un lado. Cuando se cansó del paseo se dirigió a su hotel, necesitaba dormir para no pensar en nada, su cabeza ya le dolía de tanto pensar en Ángel. Se acostó pensando en lo que iba a encontrar en la siguiente carta, que nuevos sentimientos aparecerán en ella y, principalmente, en como esa carta iba a seguir cambiando la forma en la que Elizabeth veía a su amigo.

Con

ese

último

pensamiento

se

durmió

profundamente. A la mañana siguiente se levantó con la mente despejada, al parecer había podido dormir del todo bien como no lo hacía desde que Ángel había muerto. Salió de la cama y se fue a duchar, cuando estuvo cambiada procedió a salir a desayunar. Tenía antojos de un café con unos buenos panqueques con dulce de leche, el desayuno favorito de su amigo. Tomó su bolso, guardó el octavo sobre en él y se dispuso a salir. Una vez ubicada con su desayuno al lado comenzó a leer la carta.

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17 Cartas de amor “Querida Liz: Esta carta es un poco difícil de escribir ya que trata sobre un recuerdo bastante doloroso para mí. En esa época las drogas se convirtieron en algo esencial, la primera vez que lo probé el efecto que produjo en mi era justo lo que yo necesitaba, no soportaba la realidad por lo tanto busqué una forma de escaparme de ella. Y allí estaba aquel polvo de ángel que había aparecido par hacerme olvidar de todo aquello que me hacía sufrir. Un día sin sus efectos era una tortura que simplemente no podía soportar. Tú no sabías nada al respecto, ese era un secreto que lo guardaba solo para mí y para mi proveedor. Esa droga me llevaba a lugares desconocidos, aquellos lugares donde prefería estar, lejos de las peleas y los llantos que siempre se escuchaban en casa y que era por mi culpa. La verdad es que en esa época yo me sentía bien, seguía escribiendo y aquel polvo de ángel me hacía alejarme de todo lo malo que había en mi vida. Hasta que vino la debacle, ese día en el que todo salió a la

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17 Cartas de amor luz, cuando tu amor mío te enteraste de mi reciente adicción al PCP5…” Elizabeth recordó el día en el que había recibido la llamada de un Ángel desesperado. … Ella se encontraba en su casa viendo televisión tranquilamente cuando el sonido del teléfono la obligó a levantarse, descolgó el auricular y dijo. -¿Hola? -El…Elizabeth-Oyó la voz jadeante de Ángel desde el otro lado de la línea. -Ángel, ¿Qué sucede?-Preguntó preocupada. -¿Me puedes venir a buscar?-Tras una breve pausa dijo-Te necesito angelito. En ese momento Elizabeth se preocupó de verdad, su amigo solo le decía angelito cuando realmente la necesitaba.

Sin

dudarlo

le

preguntó

donde

se

encontraba, tomó las llaves del auto de su papá y se dispuso a ir a buscarlo.

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PCP, droga ilegal que comenzó a desarrollarse en los años 50 del siglo XX como anestésico general. Se clasifica dentro del grupo de los "anestésicos disociativos", debido a que el consumidor se encuentra "desconectado" de su entorno: sabe dónde está, pero no siente que forme parte de ese sitio.

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17 Cartas de amor No podía creer el estado en el que se encontraba Ángel, estaba tirado en la vereda de una calle muy poco concurrida, tenía la ceja partida, sangre salía a borbotones por su nariz; con sus manos se sujetaba fuertemente las costillas. Elizabeth sin dudarlo fue corriendo a su encuentro, lo tomó en brazos y haciendo a un lado sus mechones de cabellos empapados en transpiración le dijo. -Ángel te tengo que llevar a un médico. -No hace falta, son solo unos pequeños golpes.Contestó jadeando -Parece más que solo unos pequeños golpes, necesitas que te revisen. -De verdad que no es nada. Elizabeth suspiró, iba a ser imposible llevarlo a u medico, así que buscó otra táctica. -Está bien, no te llevaré al hospital, pero si te debo acompañar a la casa de tus padres.-Lo ayudó a levantarse para dirigirse al auto, cuando se levantó Ángel no pudo evitar una mueca de dolor. -No puedo ir así a casa, ¿no me puedo quedar unos días contigo hasta que se curen un poco las heridas? Elizabeth no vaciló e inmediatamente le dijo que si, iba a estar más tranquila si lo cuidaba ella misma.

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17 Cartas de amor El viaje hasta su casa transcurrió en silencio solo interrumpido una que otra vez por los sonidos de dolor que se escapaban de los labios de Ángel. … Ese recuerdo no le gustaba para nada a Elizabeth, odiaba la imagen de Ángel aquella noche, se había preocupado mucho por su amigo, sus heridas le dolían también a ella, cuando le veía brotar la sangre era como si la suya propia se derramara. Queriendo olvidar ese recuerdo continuó leyendo la carta que tenía en la mano. “…Tú fuiste la primera y única persona que se me cruzó por la mente cuando me encontraba tirado en el suelo con la sangre descendiendo por mi ceja y mi nariz. Estaba completamente seguro que tú acudirías de inmediato a mi ayuda, sin preguntar los motivos por los cuales me encontraba en ese estado y sin juzgarme por ello. Como siempre tú actuaste como mi ángel de la guarda, sin preguntar porque me llevaste a tu casa y me curaste las heridas, mucho no me acuerdo de ello porque esa noche me encontraba bajo los efectos de ese polvo de ángel. Tengo recuerdos borrosos de esa noche, lo único que tengo claro es la imagen de cuando bajaste de auto de tu papá. Tenías tus cabellos dorados

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17 Cartas de amor sueltos con un pantalón deportivo y una remera suelta. Pero lo que más recuerdo de aquel día era ese halo de luz que te rodeaba y el par de alas de ángel que salían de tus omóplatos. Sé que esa imagen era producto del PCP que recorría por mis venas, pero era justo la forma en la que yo te veía en mis más hermosos sueños. Cuando te vi acercarte el dolor comenzó a desaparecer de a poco, tu presencia era mejor que cualquier droga que pudiera consumir, pero al no contar en esa época con tu compañía tuve que acudir a otro tipo de droga sin tener el mismo resultado…” Elizabeth al leer esta parte de la carta se sintió inmediatamente culpable, ese año lo había dejado de lado para prestarle toda su atención al novio de aquella época ya que este se encontraba celoso del tiempo que pasaba con su mejor amigo. Se había olvidado por completo de la única persona que siempre estuvo allí para ella y la cual conocía todo sobre su vida, tanto lo bueno como lo malo y no la juzgaba nunca por ello. “…Me llevaste a tu cuarto y me ayudaste a sentarme en tu cama, trajiste los diversos químicos para curarme las heridas y comenzaste a trabajar. Todavía tengo grabada en mi mente la imagen de tus ojos azules que me miraban llenos de preocupación

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17 Cartas de amor mientras

tus

hábiles

manos

iban

limpiando

mis

recientes heridas. Estoy seguro que lo que te voy a decir a continuación debió de ser producto de mi imaginación, nunca me atreví a preguntarte si había sido real. Recuerdo o imagino mejor dicho que cuando estabas terminando de limpiar mi última herida yo murmuré algo que quiso ser una especie de agradecimiento y posé mis labios en los tuyos sellándolos con un beso y caí dormido…” -Definitivamente no fue tu imaginación-dijo en voz alta. … A Elizabeth le había costado llevar a su amigo hacia su habitación, lo ayudó a sentarse en la cama y cuando procuró que se encontraba bien solo se dirigió al cuarto de baño para buscar alcohol, algodón y algo para desinfectarle las heridas. Cuando volvió lo vio sentado con los ojos cerrados murmurando algo para sí mismo. Lentamente se fue acercando y de la forma más suave posible le dijo. -Ángel déjame curarte. Él abrió los ojos de golpe y la observó, había algo raro en aquella mirada, no estaban esos ojos grises tan penetrantes

que a

ella

le

encantaban,

estos

encontraban dilatados por completo.

120

se

17 Cartas de amor Comenzó a limpiarle las heridas, no podía ignorar las muecas de dolor de Ángel, lágrimas se le escapaban a Elizabeth, no soportaba ver así a su Ángel. Cuando estaba terminando con la última herida su amigo la miró fijamente a los ojos, su rostro a centímetros del suyo, sin apenas fuerzas Ángel levantó la mano y comenzó a acariciarle la mejilla, Elizabeth no reaccionó, estaba hipnotizada por aquella mirada. -Gracias angelito…Te amo.-Dijo en un susurro y acto seguido la besó lentamente y ella se vio devolviendo aquel beso. Poco a poco se fueron separando y Ángel esbozó una sonrisa, cerró los ojos y cayó en la cama en un sueño profundo. … Elizabeth instintivamente llevo su mano a sus labios igual

que

había

hecho

aquella

noche.

Nunca

comprendió porque le había devuelto el beso, porque no había corrido la cara cuando vio sus intenciones. ¿Acaso

deseaba

aquel

beso?,



se

contestó inmediatamente, solo había aceptado aquello porque se encontraba con la guardia baja, si hubiera estado con todos sus sentidos alerta seguro que no le habría devuelto aquel beso. ¿O si lo habría hecho de todos modos?

121

17 Cartas de amor La cabeza de Elizabeth no paraba de dar vueltas y vueltas, tenía una mezcla de sentimientos y no sabía cuál era real y cual no. Para acallar sus pensamientos optó por terminar de leer aquella carta. “…Había

pasado

mucho

tiempo

desde

que había

dormido tan profundamente como en aquella noche, una paz me embargaba por completo y sabía que se debía a que tú estabas a mi lado amor mío. Morfeo solo hacía su aparición cuando tú te encontrabas cerca de mí, pero de eso me di cuenta unos años mas tarde. Recuerdo que me había despertado de un hermoso sueño en el que un ángel igual a ti había aparecido para rescatarme y cuidó de mí hasta que me sentí mejor. Al abrir los ojos el dolor de la frente y mis costillas me dijeron que aquello no había sido un sueño y al ver el lugar en el que me encontraba pude comprobar que lo sucedido la noche anterior no había sido producto de las alucinaciones. Como pude me levanté de tu cama y me acerqué a tu silla donde dormías como un bebé. Eras incluso más hermosa mientras dormías. Lentamente fui despejando de tu cara los mechones de cabello que allí se encontraban, definitivamente eras muy hermosa, tanto dormida como despierta. Me sentía un privilegiado al verte de esa forma, la más vulnerable de tus facetas.

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17 Cartas de amor Poco

a

poco

fuiste

abriendo

los

ojos,

instintivamente me aparté y me fui

así

a la

que cama

reprimiendo un grito de dolor que luchaba por salir. Cuando te despejaste del todo tu expresión de preocupación volvió, odiaba ser el motivo de esa cara. Me fuiste a buscar algo para desayunar y llegó el momento que más temía: el interrogatorio. Intenté inventar alguna excusa pero me era imposible mentirle a aquellos hermosos ojos azules. La verdad salió a borbotones y tu no me interrumpiste en ningún momento, te conté primero sobre la pelea con nuestros ex compañeros…” -¿Qué peleaste con quien?-Preguntó con los ojos muy abiertos ante lo que su amigo le había contado. -Con Enrique y los chicos que se habían burlado de ti en nuestro último año en aquel colegio. -Pero

¿Por

qué

lo

hiciste?-Preguntó

extrañada

Elizabeth, su amigo no era de actuar así. -No sé si recuerdas que te prometí que algún día pagarían lo que te hicieron.-Ángel hizo una breve pausa-Ayer se presentó la oportunidad. Los ojos de Elizabeth se empañaron por las lágrimas y sin dudar se acercó a Ángel y con mucho cuidado lo abrazó y lo besó en la mejilla.

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17 Cartas de amor -Gracias Ángel por cuidarme tanto, eres el mejor.-El muchacho sonrió tímidamente, Elizabeth continuó-Tú no estás a favor de la violencia, ¿Por qué tomaste esa determinación? -Bueno hay algo más que debo contarte… “…Luego llegó la peor parte, el contarte sobre mi adicción al PCP, te conté como un día, por casualidad, un conocido mío me introdujo en ese mundo. Estaba en un periodo muy feo en mi vida, en mi familia las peleas iban en aumento, mis padres se culpaban entre ellos por mi poca socialización y porque solo me dedicaba a tolerar su contacto. No podía acudir a ti porque tu vida giraba en torno a tu novio y no te culpo por eso, era consciente de que tu vida no se reducía a ser mi amiga. Pero en ese momento me sentía solo, desesperado y así fue como entró en mi vida ese polvo de ángel. Ya la escritura o la lectura no funcionaban en mí, ya ni siquiera eran mi vía de escape. Necesitaba de manera urgente olvidarme de todo, este conocido mío se había dado cuenta de lo que me pasaba y así me ofreció aquella droga. Te conté todo aquello y vos me escuchaste muy atenta y cuando terminé no dijiste nada, solo procuraste abrazarme con mucha fuerza y decirme al oído que todo estaría bien, que tú me ayudarías a salir de aquel

124

17 Cartas de amor mundo, yo me negué diciendo que necesitaba de aquella droga para seguir de pie y fue en ese momento que me dijiste algo que nunca más olvidaría. „Ángel tu no necesitas de la droga para sentirte bien, solo necesitas a alguien que te quiera y yo te quiero, mucho… Te guste o no vas a salir de ese mundo y yo estaré contigo en todo momento.‟ Esa frase permanece en mi mente cada vez que quiero recaer.

Gracias

a

ti

deje

el

PCP,

ese

camino

autodestructivo en el que me había metido…” Elizabeth aún recordaba el tortuoso camino por el que Ángel debió pasar para poder librarse de su adicción, ella había prometido acompañarlo en todo momento, y así lo hizo. … -No quiero ir a ese lugar.-Dijo Ángel -Pero tienes que ir -¿Para qué? Si hace semanas que no me drogo -Puede que tengas razón, pero encontré esto en tu habitación.-Elizabeth levantó la bolsa que contenía aquel polvo de ángel-. Y perdón que te lo diga pero me parece que la compraste recientemente. -Eso quedó de la última vez, no volví a comprar.Contestó sin apartar los ojos del suelo.

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17 Cartas de amor -Ángel mírame a los ojos y repite lo que me acabas de decir. Su amigo levantó la vista y posó sus ojos en los de Elizabeth, y como si fuese arrastrado por una fuerza superior se vio diciendo la verdad. -Está bien, lo compre hace un par de días pero te juro que ni lo toque. -¿Entonces para que lo compraste? -Solo es una pequeña reserva, por si acaso -¿Para qué quieres tener una reserva? -Por si me vuelvo a sentir solo y desesperado de nuevo.-Contestó Ángel bajando la mirada. A Elizabeth comenzaron a brillarle los ojos, se acercó a Ángel y lo abrazó. -Nunca más volverás a estar solo.-Le susurró al oído-. Yo estaré contigo en todo momento, te lo prometo… No necesitas de esa basura para sentirte bien. El alzó la mirada y sonrió. -Está bien, iré a esa estúpida reunión, lo intentaré solo por ti. -¿Y qué harás con esto?-Preguntó Elizabeth levantando la bolsa del suelo.

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17 Cartas de amor -Tírala, si tú estás conmigo no necesito nada más.Contestó sonriendo. … ”…Una vez más tu, amor mío, me habías dado un rayo de esperanza, una nueva razón para seguir en pie. Como siempre tú fuiste aquella soga que mantuvo atado a este mundo. Gracias amor mío por haberme salvado tantas veces. Te Ama… Tu Ángel.” Una lágrima brillaba en la mejilla de Elizabeth y en voz baja dijo. -Perdón por no salvarte esta vez. Y dicho eso se derrumbó por completo, no podía parar de llorar y no le importaba para nada que la gente en aquella cafetería la mirara como si fuera un bicho raro. Solo le importaba su Ángel y como no había podido salvarlo.

127

17 Cartas de amor

Carta número 9 Elizabeth continuaba sollozando ignorando la presencia de la persona que hacía cinco minutos se encontraba a su lado. Cuando esta se aclaró la garganta por tercera vez para llamar su atención la joven psicóloga levantó la mirada y se encontró con los ojos verdes de su amiga. Elizabeth no comprendía que hacía allí Micaela, cómo la encontró cuándo ella no le había dicho nada sobre donde desayunaría. Se miraron por un largo rato y sin decir ni una sola palabra Micaela sacó de su bolso un paquete de pañuelos descartables y se los tendió a su amiga. Elizabeth lo aceptó y comenzó a secarse las lágrimas que asomaban por sus mejillas. -Por lo visto aún no te encuentras bien.-Dijo Micaela sentándose frente a Elizabeth. -Estoy lejos de encontrarme bien… ¿Cómo supiste que estaba aquí?- Preguntó extrañada mientras terminaba de secarse las lágrimas. -Lo que pasa es que te llamé varias veces y no me atendiste

así

que

pensé

que

debías

estar

muy

concentrada con las cartas de Ángel.-Hizo una breve

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17 Cartas de amor pausa, le sonrió a su amiga y continuo-. Por lo visto no me equivoqué al respecto.-Una nueva pausa-. Como te conozco lo suficiente me imaginé que ibas a estar en algún lugar que te recordara a Ángel para sentirlo más cerca, como era hora del desayuno me arriesgue a venir aquí porque Ángel amaba los panqueques con dulce de leche. Elizabeth al escuchar

aquella explicación no pudo

reprimir una carcajada. -¿Dedujiste todo eso porque no atendí el celular?Preguntó entre risas. -La verdad es que si.-Contestó Micaela sonriendo, le gustaba ver a su amiga reír aunque solo fuera por un muy breve momento. -No te creo. -¿No me crees?-Dijo su amiga posando una mano en el pecho simulando encontrarse herida ante aquellas palabras. -No, no te creo. Es imposible que dedujeras todo eso por una simple llamada no atendida.-Dijo Elizabeth algo más tranquila pero con una sonrisa aún dibujada en su rostro. -Bueno, la verdad es que te fui a buscar al hotel y me dijeron que habías salido, cuando les pregunte si sabían

129

17 Cartas de amor a donde no supieron decírmelo pero si me señalaron la dirección que tomaste, así que solo fue cuestión de seguir tu rastro y observar el interior de las cafeterías. -Sabía que me habías mentido.-Dijo Elizabeth sin ocultar su sonrisa- ¿No es más fácil decir la verdad? Micaela simuló que pensaba y luego de un breve momento contestó con una sonrisa. -No. Ambas comenzaron a reír, cuando se calmaron Micaela tomó la palabra. -Me alegra escuchar tu risa. -Lo necesitaba.-Dijo secándose las lágrimas, esta vez producto de la risa-. Luego de tanto llorar necesitaba sonreír. -¿Y cuál es el motivo de tu llanto esta vez? Elizabeth como respuesta levantó el octavo sobre y se lo mostró a su amiga. -Me lo imaginaba, ¿quieres comentarlo? -Por

favor.-Hizo

una

breve

pausa-.

Pero

mejor

salgamos a caminar. -Me

parece

una

genial

idea.-Contestó

Micaela

sonriendo.

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17 Cartas de amor Elizabeth pagó la cuenta y las dos amigas salieron juntas de la cafetería. Caminaron por horas mientras Elizabeth le contaba todo con respecto a la última carta que Ángel le había escrito, durante todo ese tiempo Micaela la escuchaba atentamente sin creer lo que le contaba. En un determinado momento del mediodía las amigas se fueron a almorzar, cuando estuvieron ubicadas y hubieron pedido continuaron con su charla. -¿Cómo lo ayudaste a salir de ese mundo?-Le preguntó Micaela. -Simplemente estando a su lado, lo acompañé a las sesiones de terapia en grupo y estuve con él en todo el proceso de desintoxicación. Al decir esto Elizabeth recordó lo doloroso que había sido la primera semana en la que Ángel había dejado aquel polvo de ángel, vomitaba constantemente, su cuerpo temblaba producto de la falta de aquella droga y se encontraba muy demacrado. A Elizabeth le dolía en el alma verlo de aquella forma, pero nunca lo había abandonado. -¿Y qué hiciste con tu novio?-La pregunta de Micaela la sacó de aquel recuerdo. -¿Mi novio?-Le preguntó extrañada.

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17 Cartas de amor -Sí, tu novio, me dijiste que ese año tú estabas muy ocupada con tu novio y por eso no te habías dado cuenta lo de Ángel. -A él-Elizabeth quedó en silencio recordando lo que había pasado con su novio. … -No puede ser que no puedas salir conmigo por estar con ese amiguito tuyo.-Dijo enojado Nahuel -Primero, no es un “amiguito”, es mi mejor amigo.Elizabeth suspiro y lo tomó a su novio por la mano-. Segundo, no salgo contigo hoy porque él de verdad me necesita. -Pero

no

se

soltándole la

trata mano

de

hoy

con un

solamente.-Contestó gesto

brusco-. Hace

semanas que lo vienes priorizando. -Ángel está pasando por un momento muy complicado de su vida y me necesita. -¿Y qué le sucede que es tan importante como para que dejes plantado a tu novio por él? -No te lo puedo decir.- Dijo bajando la mirada. -Lo que pienso es que algo pasa entre ustedes más que una simple amistad, es algo que siempre sospeché y que estos días me vienes confirmando.

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17 Cartas de amor -¿Cuántas veces te lo tengo que decir? Ángel solamente es mi amigo, yo te quiero a ti. -Entonces si me quieres ven conmigo.-Dijo mirándola con ojos suplicantes. -Ya te dije que no puedo Nahuel.-Contestó Elizabeth cada vez mas enojada. -Elige, Ángel o yo. -No puedes estar hablando en serio -Créeme cuando te digo que no bromeo. Elizabeth

quedó

mirando

a

su

novio,

no

podía

comprender porque se había puesto en ese papel, ¿acaso nunca había tenido un amigo que lo necesitara? -Estoy esperando.-Dijo impaciente Nahuel -Ángel.-Contestó en un susurro -¿Cómo?-Preguntó sin creer lo que había oído. -Lo elijo a Ángel, así de simple. -No puedo creer que lo elijas a ese por encima de tu novio. -Ángel siempre estuvo ahí para mi, cuando yo no tenía a nadie él estaba a mi lado, me conoce más que cualquiera.-Hizo una pausa y observó furiosa a Nahuel-. Si piensas que yo dejaré a mi mejor amigo por un novio de paso estás muy equivocado.

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17 Cartas de amor Él la quedó observando por un largo rato, su rostro demostraba que se encontraba herido, nunca había imaginado que iba a elegir a su amigo, estaba completamente seguro que lo elegiría a él. -Entonces será mejor que me vaya. -Me parece que si.-Contestó Elizabeth sosteniendo la puerta, cuando Nahuel estuvo fuera se dio media vuelta y dijo -Adiós Elizabeth. Sin siquiera contestar ella cerró la puerta detrás de sí, sabía que había tomado la decisión correcta, nunca iba a abandonar a Ángel ni por Nahuel ni por nadie. … -¿Y?-Una vez más Micaela la devolvió al presente. -Cortamos porque él no soportaba que pasara tanto tiempo con Ángel. Me dio a elegir entre él y mi mejor amigo. -¿Y tú que le dijiste? -Que la elección era muy simple, estaba más que claro que lo escogería a Ángel. -¿Y por que la respuesta era tan clara?

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17 Cartas de amor -Fácil, Ángel siempre estuvo conmigo y yo no lo iba a abandonar y menos por un novio de paso.-Le contestó sin dudar Elizabeth. -También porque lo amabas-Dijo Micaela mientras acercaba un trozo de salmón a su boca. Al oír aquello Elizabeth se atragantó con el lenguado que estaba comiendo, como la tos no pasaba tuvo que tomar un sorbo de agua. Cuando el ataque hubo quedado atrás le dijo a su amiga. -De nuevo con esto, ¿Por qué piensas eso? -Simple, nadie deja a su novio por un amigo. -Los buenos amigos sí. -Puede ser, pero en todo caso primero intentarían hacer entrar en razón a su novio. Tu lo dejaste todo por Ángel, no te importó nada, solo él. Te guste o no eso es amor.-Micaela hizo una pequeña pausa, quería que lo siguiente quedara grabado en la cabeza de su amiga-. Nadie deja todo de lado si no amara a la otra persona. Elizabeth

no

supo

que

contestar

ante

aquella

afirmación de su amiga, ¿tenía razón?, ¿no la había movido

solamente

la

amistad?

Si

ella

estaba

enamorada de Ángel se habría dado cuenta o ¿había estado ciega todo ese tiempo?

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17 Cartas de amor Elizabeth ya no entendía absolutamente nada, su cabeza estaba hecha un lío, ni que hablar de su corazón. Ninguna de las dos volvieron a hablar del tema durante lo que quedaba del almuerzo, tocaron cosas triviales, compartiendo

una

que

otra

broma,

pero

los

pensamientos de ambas no se encontraban en aquella conversación. Por un lado la cabeza de Elizabeth no paraba de dar vueltas sobre aquella frase que le había dicho su amiga, ¿lo que sentía por Ángel era amor? se contestaba una y otra vez sin convicción. Por el otro lado Micaela pensaba en la forma de convencer a su amiga de sus sentimientos hacia Ángel, ella necesitaba que Elizabeth fuera consciente de su amor para lograr su objetivo, por lo visto era una tarea muy difícil ya que su amiga era la persona más terca que había conocido, pero aún así no se iba a rendir, debía cumplir su misión. Luego del almuerzo ambas se separaron con la promesa de verse al día siguiente para seguir hablando sobre las cartas, eso ayudaba muchísimo a Elizabeth ya que le permitía desahogarse, pero lo malo residía en el hecho de que cada vez que hablaba con Micaela su cabeza y su corazón se confundían más y más.

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17 Cartas de amor El resto del día Elizabeth se dedicó a llamar a sus pacientes, ver si necesitaban ayuda o simplemente hablar un rato. Le sorprendió el hecho de que apenas escuchaba a sus pacientes, cosa que nunca le había sucedido, ya que en su cabeza solo rondaba Ángel. Ese día lo extrañó más que nunca, lo necesitaba a su lado, necesitaba ver su hermosa sonrisa. Así que mientras su paciente hablaba desde el otro lado de la línea Elizabeth rebuscó en su bolso y dio con la foto de Ángel, la observó detenidamente trazando con su dedo los rasgos de su amigo, era innegable que era un hombre muy lindo con aquellos ojos grises tan penetrantes, el cabello negro alborotado, una sonrisa que derretiría a cualquiera y un cuerpo muy bien trabajado. Definitivamente Ángel era un regalo para la vista. Pero a Elizabeth lo que más le gustaba era su personalidad, su inteligencia, su tan característico humor irónico, que siempre tenía las palabras justas en el momento indicado, y el hecho de que era fuerte y sensible a la

vez. Esas características lo

hacían

perfecto, pero solo lo veía como a un amigo ¿verdad? Elizabeth ya no estaba del todo segura al respecto. …

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17 Cartas de amor La noche pasó sin que Elizabeth pudiera pegar un ojo, los recuerdos aparecían todo el tiempo, no la dejaban dormir. Ángel estaba presente en su cabeza, su sonrisa, sus ojos, sus abrazos tan reconfortantes y que tanto necesitaba. Su mente fue vagando por las primeras ocho cartas de su amigo, no se había dado cuenta pero necesitaba de esas cartas para mantenerse en pie, para sentir que él continuaba a su lado, necesitaba de esas palabras para acceder a un pequeño momento de felicidad, que eran escasos ahora que Ángel no se encontraba allí. ¿Qué pasaría luego de que se terminara la última carta?, no quería ni imaginárselo. La alarma sonó y Elizabeth se levantó necesitando las palabras de Ángel, así que antes de hacer cualquier cosa tomó el noveno sobre y comenzó a leer. … “Querida Liz: Seguro que ya estás más que cansada de leer mis cartas y no te culpo, sabes que cada vez que comienzo a escribir me es muy difícil parar. Pero no te preocupes amor mío que ya falta cada vez menos para terminar y al fin podrás conocer absolutamente todos mis sentimientos.

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17 Cartas de amor Esta carta es un poco difícil de escribir ya que trata de un recuerdo bastante doloroso para ti. La muerte de tu mamá…” Elizabeth suspiró, sabía que tarde o temprano se tocaría el tema de su madre, ese fue un antes y un después en su vida y Ángel un gran protagonista en aquel momento. Cerró los ojos unos segundos para prepararse por lo que venía a continuación. “… Cuando ese día recibí tu llamada no me imaginaba lo que me ibas a decir, tu llanto hacía difícil entender lo que me decías, intenté que te calmaras para que me pudieras explicar bien que era lo que sucedía, pero era imposible hacer detener tu llanto. Lo que si había entendido bien era que me dijiste que me necesitabas y sin duda deje todo lo que estaba haciendo para ir contigo. No me importaba todo lo que tenía que hacer para la universidad, solo me interesaban tú y tu dolor. Tomé el auto y me dirigí directo a tu casa, recuerdo haber llegado justo a tiempo para evitar que te hicieras un corte en tu brazo. Obligue que lo tiraras y cuando te diste cuenta que era yo el que se encontraba a tu lado te limitaste a abrazarme y llorar sobre mi hombro…” Elizabeth recordaba ese día como si hubiera sido ayer cuando en realidad ya habían pasado 8 años.

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17 Cartas de amor … Ella se encontraba estudiando para un gran examen sobre la historia de la psicología cuando el teléfono, que no cesaba de sonar, la distrajo, con desgana se fue a atender. En el otro lado de la línea Elizabeth escuchó el llanto de su papá e inmediatamente se preocupó. -¿E…Elizabeth?-El llanto hacía casi inaudible la voz de su padre. -Papá ¿le pasó algo a mamá? Un nuevo sollozo se oyó al otro lado de la línea y Elizabeth ya temía lo peor. -Lamento tener que decirte esto por teléfono, pero creo que me sería imposible ver tu reacción. -¡Papá

dime

de

una

vez

que

pasó!-Exigió

ya

exasperada Elizabeth. -Tu mamá murió en la madrugada.-Dijo su papá con la voz quebrada. -No puede ser verdad.-Elizabeth comenzó a sollozar -Lamento decirte que si es verdad, al parecer tu mamá no tomaba los medicamentos, se los escondía debajo de la lengua y cuando nadie la veía lo guardaba en un pequeño hueco escondido en su habitación. Cuando reunió una buena cantidad de tranquilizantes decidió

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17 Cartas de amor tomarlos.-El llanto ya era incontenible-. Por lo menos no sufrió. Elizabeth colgó el teléfono sin decir ninguna palabra, se apoyó contra la pared sin comprender nada hasta que algo hizo clic en su interior. -No es verdad… No puede ser verdad… No, no, ¡No!Gritó Elizabeth sujetando su cabello con fuerza-. ¡No puedes haberte ido mamá! ¡¿Por qué?! El llanto ya se había hecho incontenible, se tiró de rodillas al suelo y gritó como nunca lo había hecho en su vida. No podía aceptar que su madre ya no estuviera viva, le era imposible de creer. Se sentía completamente sola, desgarrada por dentro. Sin saber siquiera lo que hacía tomó su teléfono y marcó el número de Ángel, pero el llanto que no cesaba le impidió hablar, colgó el teléfono y continúo llorando sobre el helado suelo. Pasado unos minutos o quizás horas, Elizabeth no lo sabía, se levantó sin apenas fuerzas, se dirigió a su habitación, abrió uno de sus cajones y sacó un cúter del interior, necesitaba liberar todo ese dolor. Cuando estaba a punto de realizarse el primer corte una mano le quitó aquel objeto cortante y lo obligó a mirarlo. Al reconocer aquellos ojos grises sintió un gran

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17 Cartas de amor alivio, envolvió sus brazos en el cuello de Ángel y comenzó a llorar con todas sus fuerzas. … El

sonido del

Elizabeth,

se

teléfono devolvió a la realidad a fijó

quien

era

el

que

la

llamaba,

lamentablemente era un paciente suyo, se secó las lágrimas y tratando de tranquilizarse contestó. El tiempo pasó volando durante aquella terapia telefónica, cuando hubo colgado ya era casi la hora de almorzar, no tenía muchas ganas de salir así que pidió servicio a la habitación. Mientras esperaba continuo leyendo. “…Pasó un largo tiempo hasta que te hubiste calmado, nunca te había visto llorar tanto, se me partía el corazón en dos al verte en ese estado. No sabía que decir o como actuar para hacerte sentir mejor, yo no sabía

qué

era

lo

que

sucedía

pero

estaba

completamente seguro que era algo grave. Como no sabía qué hacer me limité a abrazarte el tiempo que fuera necesario. Esa fue una imagen por demás literaria, los dos abrazados en el suelo de tu habitación,

tu

llorando

desconsoladamente

y

yo

abrazándote mientras te acariciaba el cabello. Pasó un rato para que te calmaras y cuando lo hiciste comenzaste a contarme que había sucedido, lo hacías

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17 Cartas de amor con tal dolor que yo no pude evitar sentir lo mismo que tu sentías…” … Elizabeth

no

sabía

cuánto

tiempo

había

pasado

llorando en los brazos de Ángel. Cuando creía que ya no le quedaban más lágrimas levantó la mirada y la posó

en

aquellos

ojos

color

gris

que

tanto

la

tranquilizaban, la presencia de su amigo era lo que más necesitaba en ese momento. -Gracias por estar aquí.-Dijo con la voz ronca producto de los gritos. Ángel le sonrió secando con sus dedos las lágrimas de Elizabeth y le dio un tierno beso en la mejilla -No tienes nada que agradecerme Liz, sabes que siempre voy a estar para ti.-Colocando detrás de la oreja un mechón suelto de su amiga le preguntó-. ¿Ahora me puedes decir que sucedió? -Mi

mamá

murió

anoche.-Contestó

Elizabeth.

Las

lágrimas comenzando a asomar nuevamente en sus ojos. Ángel no podía creer lo que estaba escuchando, la abrazó con fuerza. -Al final la enfermedad pudo con ella.-Dijo Elizabeth sollozando en los brazos de su amigo.

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17 Cartas de amor -Sabía que estaba internada, pero no conocía la gravedad de su estado. -Mi mamá tenía esquizofrenia. Ángel abrió mucho los ojos ante lo dicho por su amiga, ella nunca le había contado sobre la enfermedad de su madre. -Ella escuchaba voces que le decían que era fea, que no servía para nada y que era mejor para todos que muriera.-Un sollozo se le escapó cortando el relato, Ángel

no

decía

nada,

quería

que

Elizabeth

se

descargara-. Cuando yo tenía nueve años intentó suicidarse pero mi papá la detuvo a tiempo y fue ahí cuando la internaron por primera vez, salió varias veces del psiquiátrico. Siempre encontraba la forma de eludir la medicación, así que hace cosa de dos años la internaron definitivamente.-Las lágrimas comenzaron a brotar con más fuerza-. Parece que al final cumplió con su cometido. Dicho esto Elizabeth comenzó a llorar nuevamente, Ángel se limitó a abrazarla. Cuando se calmó un poco volvió a tomar la palabra. -Yo no sé que es tener una madre de verdad, la mía no actuaba como tal, pero yo la amaba más que a nada en el mundo.-Hizo una breve pausa-. La veía poco pero esos pequeños momentos eran los que me hacían

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17 Cartas de amor feliz.-Volvió a abrazar a Ángel-. ¿Ahora qué voy a hacer sin ella? -Seguir con tu vida, tu mamá no estará físicamente, pero siempre va a estar aquí.-Dijo señalando la cabeza de

Elizabeth-.

Y

principalmente

aquí.-Señaló

su

corazón-. Y estoy seguro que a ella le gustaría que siguieras adelante. No te voy a decir que será fácil, que no dolerá o que no te tropezaras en el intento, pero quiero que sepas que yo te voy a acompañar durante todo el camino. -Gracias.-Dijo Elizabeth con los ojos llenos de lágrimas. Te quiero mucho. “…Cuando sacaste todo aquello hacia afuera, luego de tantos años de habértelo callado, noté que te relajabas, como si fuera que te hubieras sacado un gran peso de encima. No sé por cuánto tiempo estuvimos allí sentados en el suelo de tu habitación en silencio, interrumpidos por el sonido de tu llanto. Odiaba verte en ese estado, completamente derrumbada, la chica que brillaba con su sonrisa había desaparecido por completo. Cuando tu papá llamó para decirte donde sería el funeral me pediste que te acompañara, que estuviera contigo en todo momento. Te confieso que no hacía

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17 Cartas de amor falta que me lo pidieras porque bajo ningún motivo te dejaría sola. Estuve contigo durante todo el oficio, tú no me soltaste la mano en ningún momento y cada vez que te sentías flaquear

me

la

apretabas

fuertemente.

Para

tranquilizarte te besaba dulcemente la mejilla. Durante todo el tiempo estuviste muy tranquila, con la mirada perdida en el vació, hasta que llegó el momento más doloroso de todos. Cuando enterraron a tu madre, creo que nunca se me borrará esa imagen tan desgarradora…” Elizabeth siempre tenía aquella imagen en la mente, nunca

pudo

olvidar

el

sentimiento

que le había

embargado en aquel momento. … Durante

todo

el

día

Elizabeth

se

encontraba

extrañamente calmada, como si fuera que aquello era algo de todos los días. No pensaba, no sentía, solo era un ser sin alma. Lo único que la traía a la realidad era el sentir la mano de su mejor amigo entrelazada con la suya. Le agradecía a Dios tenerlo allí a su lado. Todo había pasado de manera muy tranquila, aceptaba las condolencias de las personas, asentía cada vez que alguien decía lo buena persona que era su madre y que lamentaban la forma en la que había terminado.

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17 Cartas de amor Sinceramente Elizabeth ni los escuchaba, su cabeza y su corazón se encontraban muy lejos de allí. Hasta el momento en el que bajaron el féretro de su madre a aquel frío agujero, fue en ese momento en el que comprendió que nunca más la iba a volver a ver. Impulsada por una extraña fuerza se acercó hacia aquel lugar y se dejó caer de rodillas. Ya no pudo reprimir las lágrimas, éstas estallaron cual catarata por sus ojos. -¡No te vayas mamá por favor! ¡Te necesito!-Gritó con todas sus fuerzas sin recordar que estaba rodeada de personas, ni que su padre se encontraba a su lado igual de devastado que ella. Éste la tomó por los hombros e intentó alejarla de allí pero ella se zafó de su brazo y volvió a caer de rodillas sobre la tumba de su madre. -Por favor levántate, vamos mamá despierta.-Dijo entre sollozos-. Necesito uno de tus abrazos especiales, por favor. Una persona se acercó a ella y, en lugar de alejarla de aquel lugar la abrazó susurrándole al oído. -Todo estará bien angelito, vamos a levantarnos, ponte de pie y has que tu madre se sienta orgullosa de ti Elizabeth continuaba sollozando pero calmándose cada vez más al escuchar la voz de Ángel.

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17 Cartas de amor -Yo estaré siempre contigo, no te voy a dejar caer. … “...No pude aguantar viendo esa imagen por mucho tiempo, así que con lágrimas que asomaban en mis ojos me arrodillé a tu lado y te dije al oído que te levantaras, que siguieras de pie, que yo iba a estar a tu lado y que nunca te iba a dejar sola. Fue en ese momento en el que me miraste a los ojos y me dijiste que te lo prometiera y yo sin dudarlo lo hice. Esa era una promesa que me esforcé por cumplir. Te Ama… Tu Ángel.” Esta vez el llanto no apareció, en cambio Elizabeth miró al techo y muy furiosa gritó. -¡¿Tanto te costó cumplir esa maldita promesa?!

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17 Cartas de amor

Carta número 10 Por primera vez en su vida Elizabeth se encontraba furiosa con Ángel, no podía creer que su amigo no hubiera podido cumplir con una simple promesa. Como nunca soltó una serie de insultos contra Ángel. Otra vez el sonido de su celular la distrajo, harta ya de que estuvieran llamando cada cinco minutos atendió furiosa si mirar quien era la persona que la llamaba. -¡¿Si?!-Dijo con un grito. -¿Hablo en un mal momento?-La voz de Micaela al otro lado de la línea logró que se calmara un poco. -Perdón Mica, lo que pasa es que estoy un poco furiosa. -¿Con algún paciente?-Preguntó su amiga. -No, con Ángel. -¿Con Ángel?, y ¿que hizo o mejor que escribió para ponerte así? -Lo que sucede es que no pudo cumplir con una simple promesa. Se produjo un pequeño silencio en el cual Micaela trataba de imaginarse cual habría sido esa promesa que Ángel no había cumplido.

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17 Cartas de amor -¿Quieres dar un paseo y hablar sobre el tema? -Me encantaría Mica, pero ¿podría ser en un lugar tranquilo sin gente y sin celulares? Micaela soltó una carcajada. -¿Tus pacientes no te dejan tranquila? -No te das ni una idea.-Dijo Elizabeth cerrando los ojos. Necesito desconectarme un poco. -Tengo el lugar ideal, en treinta minutos te busco. -Ok, gracias amiga. -De nada nena, hasta ahora. -Hasta ahora.-Contestó más tranquila. … Pasada la media hora Elizabeth se encontraba en el vestíbulo del hotel, se había puesto un vestido fresco de tirantes que le llegaba hasta la rodilla, unas sandalias cómodas sin tacón y sus largos cabellos dorados los tenía sujetos en una cola alta. De repente Micaela apareció por la puerta con un pantalón largo, una remera sin tirantes y el cabello corto bien peinado. Se acercó a Elizabeth con una gran sonrisa y la saludó con un sonoro beso en la mejilla. El camino hacia su destino había durado un 20 minutos, cuando bajó del auto de su amiga quedó

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17 Cartas de amor sorprendida, hacía mucho tiempo que no iba a aquel lugar. Era un enorme parque rodeado de árboles, era el sitio más tranquilo de su ciudad. Micaela la condujo hasta el lugar más apartado junto a una laguna, extendió un mantel en el césped y acomodó la merienda. Ambas se sentaron y comenzaron a disfrutar de la soledad. Pasado un largo rato Micaela tomó la palabra. -Ahora que te encuentras más tranquila sin el ruido de la ciudad y los celulares, ¿me contarás porque estás molesta? -Te dije que fue porque Ángel no cumplió con una simple promesa.-Contestó Elizabeth sin abrir sus ojos. -¿Pero cuál fue la promesa? Elizabeth dirigió su mirada hacia su amiga y le dijo. -Cuando mamá murió Ángel me prometió que nunca me iba a dejar sola.-Lágrimas comenzaron a brillar en sus ojos-Y sin siquiera pensarlo la rompió. Micaela suspiró. -Pero no fue su culpa el no haber cumplido aquella promesa. Elizabeth se sentó bien de golpe y llena de furia contestó.

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17 Cartas de amor -¿Cómo que no fue su culpa? -No lo fue. -No hubiera sido su culpa si me hubiera abandonado por causa de una enfermedad o un accidente, él fue el que tomó la decisión de romper con su promesagritando con todas sus fuerzas y mirando al cielo dijo-, ¡fuiste tú el que decidió ponerte esa soga al cuello, fuiste tú el que decidió dejar este maldito mundo!-Y con un sollozo continuó-. Fuiste tú el que decidió dejarme sola. Y dicho aquello comenzó a llorar desconsoladamente, Micaela se acercó a ella, la abrazó con fuerzas y en un susurro le dijo. -Quizás no tuvo otra opción. -¿Cómo?-Preguntó Elizabeth apartándose del abrazo de Micaela. -Estoy segura que no pudo ver otra salida. -Me podría haber dicho algo. -¿Es que acaso no lo hizo? -No te entiendo. Micaela estaba cada vez mas exasperada.

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17 Cartas de amor -¡Te escribió esas 17 cartas! Te confesó su amor, seguro que te dio la posibilidad de saber lo que tenía planeado pero tú no lo viste. -Vamos, soy psicóloga, ¿acaso no crees que me había dado cuenta sobre eso? -Tú no te das cuenta de nada con respecto a Ángel. -Perdón, ¿Qué dijiste?-Elizabeth estaba cada vez mas furiosa-. Yo sé todo sobre mi mejor amigo. -Y estoy segura de que tienes razón, sabes todo sobre él.-Micaela hizo una breve pausa para tranquilizarsepero no sabías que él te amaba, nunca te diste cuenta de eso y no porque él no te lo hubiera demostrado, sino porque tu no quisiste ver la realidad. Elizabeth hizo ademán de tomar la palabra pero Micaela no la dejó. -Y no solo estuviste ciega con eso, sino también con respecto a tus propios sentimientos. ¡Abre los ojos de una maldita vez! -Yo no lo amo, no de esa forma. -Deja de negarlo, lo tuyo vas más allá de una simple amistad. Dicho eso Micaela se levantó y se fue dejando sola a Elizabeth y sus pensamientos.

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17 Cartas de amor … Elizabeth se encontraba arrodillada sobre la tumba de su madre llorando un mar de lágrimas. Una mano le tocó el hombro y al alzar la cabeza se topó con la mirada de Ángel, pero esta vez ella no le sonrió sino todo lo contrario, lo ignoró completamente. Éste se sentó a su lado. -¿Por qué estás enojada angelito? -¿Es que no recuerdas la promesa que me hiciste en este mismo lugar hace ya ocho años?-Le dijo Elizabeth sin mirarlo. -Claro que la recuerdo.-Le acarició lentamente el cabello-. Todavía existe una pequeña posibilidad de que la pueda cumplir. Elizabeth lo miró

sorprendida y Ángel le sonrió

dulcemente. -¿Cómo?-Preguntó un poco emocionada. -Solo lee las 17 cartas.-Su amigo se levantó y comenzó a alejarse. -Pero no entiendo.-gritó. Ángel se dio media vuelta y de lejos le dijo. -Solo lee las cartas.

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17 Cartas de amor Elizabeth se levantó sobresaltada, miró la hora en su reloj, ya pasaban las tres de la madrugada, intentó volver a dormir pero le fue imposible, las palabras de Ángel daban vueltas en su cabeza, ¿Qué dirá en las ocho cartas restantes?, ¿Cómo podría cumplir aquella promesa que me hizo hace tanto tiempo? Eran aquellas preguntas las que rondaban sin cesar. Cuando fue consciente de que Morfeo no haría su aparición esa noche se levantó y fue a prepararse un café, mientras este se terminaba de hacer fue en busca del décimo sobre. Con el café en la mano y acurrucada en el sofá comenzó a leer. “Querida Liz: ‘Me colgué de tu mirada, me resbalé en tu nariz, y salté de la catapulta de tu quijada, después de echarme un chapuzón entre tus labios, sin más locomoción que la imaginación. Fui a parar a tu cuello y de tu cuello a tu blusa, y me colé por el orificio de un botón, después de echarle un buen vistazo al corazón en alas de un avión que es pura ilusión. Y ya dentro de tu blusa fui bordeando tu figura. Midiendo beso a beso la extensión de tu estatura. Y tropecé con un cinturón que se ajustaba a tu

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17 Cartas de amor figura, que me devolvió a mi posición, a siete metros de tu ubicación.’6 Este fragmento de la canción de Ricardo Arjona describe exactamente como me sentí en aquel verano del

2006,

en

nuestro

primer

viaje

juntos,

¿lo

recuerdas? Había sido idea mía, quería alejarte de los problemas con tu padre que habían comenzado luego de la muerte de tu madre. Pensé mucho sobre el lugar al que podríamos viajar, no podía ser a la playa ya que tu no querías exponer tus cicatrices. No te das una idea amor mío de lo mucho que pensé para esas vacaciones, hasta que la idea apareció en mi cabeza…” Elizabeth

sonrió

vacaciones, Ángel

ante

el

recuerdo

de

aquellas

siempre se las ingeniaba

para

hacerla olvidar de todo lo malo. … Ella se encontraba acostada en su cama mirando al techo sin pensar en nada como ya era costumbre en su vida, cuando recibió un mensaje en su móvil, el cual decía: . Elizabeth no entendía mucho aquello, habían pasado muchos años de que fueron a ese lugar, 6

Fragmento de “A siete metros”. Autor Ricardo Arjona, álbum “Sin daños a terceros”.

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17 Cartas de amor inmediatamente contestó >, Pasó menos de un minuto y recibió su respuesta. Extrañada Elizabeth fue hacia aquel lugar, pasado exactamente 20 minutos ya se encontraba frente a aquellas hamacas que le traían recuerdos de tiempos donde todo era mucho más fácil. Al ver que no había rastro de su amigo hizo lo que hacía mucho tiempo no hacía, se sentó en uno de los asientos y comenzó a balancearse. En un determinado momento alguien la detuvo por detrás y una mano se posó a escasos centímetros de su cara, éstas sostenían unos boletos. Al principio Elizabeth no entendía bien de que se trataba aquello, pero cuando pudo leer las palabras impresas abrió mucho los ojos, se levantó de golpe y miró a su amigo, éste tenía una hermosa sonrisa en su rostro. -No.-Dijo Elizabeth con la voz ronca por la emoción. -Si.-Contestó Ángel sin borrar la sonrisa de su rostro. Elizabeth emitió un agudo grito de emoción y se abalanzó hacia los brazos de su amigo. … “…Era un viaje al país donde nació nuestro escritor favorito, Shakespeare, treinta días para disfrutar de

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17 Cartas de amor Inglaterra, un país que siempre habíamos soñado en conocer. Nunca me borraré de la mente aquella sonrisa que se te dibujo en el momento en el que viste los dos boletos en mis manos y comprendiste que significaba. Yo vivía para esas sonrisas, los consideraba como pequeños y hermosos regalos que los mantenía guardados en mi memoria y mi corazón. Recuerdo que nuestro vuelo salía la semana siguiente, nunca te había visto tan emocionada en tu vida. Me ponía muy feliz verte tan alegre y ya con eso yo estaba muy satisfecho. Desembarcamos en Inglaterra casi a la madrugada, por lo cual no pudimos disfrutar mucho. Fuimos al hotel por nuestras reservaciones y fue en ese momento en el que comenzó mi dulce tortura…” … -Esto debe ser una broma.-Dijo Ángel observando la cama matrimonial que se encontraba en el medio de la habitación. Elizabeth también observaba la habitación pero sin comprender que podría haber allí que le molestara a Ángel. -¿Qué pasa?, ¿Qué es una broma?

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17 Cartas de amor -¿Es que no lo ves?-Dijo señalando la cama. -Lo que veo es una cama matrimonial aparentemente cómoda, ¿Qué tiene eso de malo? -Lo malo es que yo pedí una habitación con dos camas, ¿Dónde se supone que dormiré ahora? -Ahí.-Dijo Elizabeth señalando la gran cama. -¿Y tú? -Ahí. Volvió a señalar el mismo lugar. Ángel la quedó mirando con los ojos muy abiertos sin dar crédito a lo que escuchaba. Elizabeth se sentó en la cama y mirándolo fijamente dijo. -¿Tienes miedo de dormir conmigo? -No,-Ángel tragó saliva-no es eso. -¿Pateas mientras duermes?-Preguntó Elizabeth con una gran sonrisa, aparentemente disfrutando aquella situación. -No. -¿Roncas? -No.-Contestó Ángel con un esbozo de sonrisa. -La opción que queda es que muerdes dormido.Elizabeth abrió mucho los ojos con falso asombro. -No hago nada de eso.

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17 Cartas de amor Elizabeth soltó una carcajada. -Entonces no hay problema, podemos dormir juntos. -¿Estás segura? -Claro

tonto.-Le sonrió

de forma

tranquilizadora-.

Confió en ti y sé que no me violaras, ¿verdad? Ángel la miró con ojos lascivos y le sonrió de forma seductora. Elizabeth abrió muchos los ojos y con una sonrisa comenzó a retroceder, Ángel se abalanzó sobre ella y comenzó a hacerle cosquillas. Los dos reían como tontos y cuando comenzaron a relajarse quedaron mirándose fijamente, sus rostros a escasos centímetros de distancia. Ángel fue el primero en romper el contacto, se levantó de un salto y mirando hacia cualquier parte menos a ella dijo. -Me voy a preparar para dormir. -Yo igual.-Elizabeth se levantó y sonriendo a su amigo corrió hacia el baño y cerró la puerta detrás de sí. -Eres una tramposa.-Gritó entre risas. -Igual me quieres.-Gritó del otro lado Elizabeth. -Es verdad, te quiero con locura.-Dijo para sí mismo. … “…Dormir en la misma cama contigo era algo que siempre había soñado, pero lamentablemente no de esa

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17 Cartas de amor forma, los dos acostados en la los extremos opuestos de la cama sin siquiera tocarnos no había formado parte de mi sueño, pero aquello era más de lo que podría haber pedido. Recuerdo que aquella noche no pude dormir, te observaba allí acostada durmiendo tranquilamente y me decía a mi mismo que eras la mujer más hermosa que había conocido. Hasta durmiendo parecías un ángel que había bajado del cielo. Creo que en esa noche supe que nunca iba a conocer a alguien más hermosa que tú amor mío, y estaba completamente seguro de que ninguna mujer me haría sentir lo mismo con solo estar a mi lado. Tenerte acostada al lado mío todas las noches ya se había convertido en una gran tortura. Que estuvieras al lado mío y no poder tocarte o besarte se me hacía insoportable, ¿pero que iba a hacer yo?, solo aceptaba lo que tu estuvieras dispuesta a darme. Así que era sumamente feliz con dormir a tu lado y tenerte solo para mi durante treinta días, aunque solo hubiera sido como amigos Definitivamente

nunca

olvidaré

ese

viaje,

fue

absolutamente perfecto, tú lograbas que todo fuera perfecto. Nada ni nadie iban a arruinar nuestras

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17 Cartas de amor vacaciones, era algo que me había propuesto. Pero nunca había contado con la aparición de ese tal John…” Elizabeth se puso colorada ante aquel recuerdo de John. Ella nunca había sido chica que pasaba la noche con un desconocido, pero estaba de vacaciones en otro país donde nadie la conocía ni se acordarían de ella y John era de verdad atractivo, ¿Qué podía pasar de malo?, por lo visto muchas cosas. … Era su última noche en Inglaterra y Ángel y Elizabeth decidieron ir a tomar algo, lo consideraban como una buena despedida. A unas pocas cuadras de su hotel se encontraba un pub hermoso así que decidieron entrar allí para tomar una copa y quizás bailar un rato. Desde que entraron los ojos no se despegaban de la pareja. Bailaron un rato y en el proceso muchas mujeres se fueron acercando a Ángel, éste bailaba unos minutos con ellas y luego se acercaba a Elizabeth. Ella no podía estar más contenta, a él no le importaba pasar la noche con alguna desconocida, solo le importaba ella. Hasta que apareció aquella rubia despampanante que le

bailaba

seductoramente a

Ángel,

éste

parecía

hechizado y Elizabeth los observaba furiosa, no podía

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17 Cartas de amor ser posible que su amigo la abandonara por aquella mujer de plástico. -Hola preciosa.-La voz masculina la distrajo de aquella repugnante imagen. -Hola.-Contestó con una tímida sonrisa, aquel hombre era sumamente atractivo, medía aproximadamente un metro ochenta, rubio con unos ojos celestes como el mar cristalino y una sonrisa con la que cualquier chica caería rendida a sus pies. -Soy John. -Y yo Elizabeth.-Extendió la mano para estrechar la de aquel muchacho pero este la tomó y se la llevó a los labios. Elizabeth casi se derritió ante aquel gesto. -¿Te podría invitar una copa? -Me encantaría.-Contestó Elizabeth procurando sonar lo más seductora posible. Aquel muchacho inglés la guió hasta uno de los asientos disponibles. -¿Alguna bebida en especial?-Le preguntó. -Lo que tu tomes estará bien para mi.-Contestó Elizabeth agitando las pestañas. John se dirigió a la barra, al cabo de 5 minutos regresó con una bebida en cada vaso.

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17 Cartas de amor -Espero que te gusten los Cosmopolitan -Me encanta.-Contestó ella con una tímida sonrisa. Hablaron durante un

rato mientras tomaban las

bebidas, bromeaban y coqueteaban. En un momento John se acercó más a ella y susurrándole al oído le dijo. -¿Quisieras ir a un lugar más tranquilo? Elizabeth sonrió y cuando estaba a punto de negarse observó una imagen que le revolvió el estómago, Ángel estaba

besando

descaradamente

a

esa

rubia

de

plástico, así que en lugar de negarse dijo. -Claro, podemos ir al hotel donde me alojo que se encuentra a unas pocas cuadras de aquí. Ambos se levantaron y se fueron. Cuando llegaron a su habitación Elizabeth se encontraba un poco tímida. John se acercó por atrás y comenzó a besarle el cuello, ella ladeo la cabeza para darle un mayor acceso a aquella parte, ya sentía que se estaba relajando en manos de aquel ingles. -Eres de verdad hermosa.-Susurró mordiéndole el lóbulo de la oreja. En un rápido movimiento la dio vuelta y le beso de lleno en la boca, Elizabeth emitió un gemido ante la sorpresa y John aprovecho el momento para meter su lengua y jugar con la suya. pensó Elizabeth mientras colocaba sus brazos alrededor de su cuello. John profundizó el beso y la acercó más a él, mientras sus manos recorrían sus curvas por encima de la ropa. Las copas de más ayudaron a que se desinhibiera, comenzó a desabrocharle la camisa, se la sacó y la tiró al suelo. Cuando él hizo lo mismo con el bléiser de Elizabeth la quedó observando como si no diera crédito a lo que veía. Ella se había olvidado de sus cicatrices y cuando se dio cuenta que era eso lo que John miraba inmediatamente se volvió a poner el bléiser, éste recogió su camisa y murmurando una disculpa se fue. Elizabeth se encontró en aquella habitación sola y humillada. … “…Cuando pude apartarme de aquella rubia que, te confieso, no recuerdo su nombre te busqué por todo el pub y no te encontré. Asustado me fui al hotel con la esperanza de que estuvieras allí, si te ocurría algo yo me moría. Corrí como nunca antes y en menos de cinco minutos ya me encontraba en el ascensor, entré rápidamente en la habitación y allí te encontré llorando como un bebé. Me acerqué lentamente y te pregunté qué ocurría. …

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17 Cartas de amor Cuando John se fue Elizabeth se tiró sobre la cama y comenzó a llorar, al pasar unos cuantos minutos sintió que la puerta si abrió de golpe, no tenía fuerzas para levantar la cabeza y enfrentarse a Ángel. Sintió como se hundía el lado opuesto de la cama y la mano de Ángel se posaba en su espalda. -¿Qué sucede Liz?-Preguntó en un susurro. -Volví a ser rechazada.-Contestó volteando la cabeza hacia Ángel. -¿Quién te rechazó? -Un tipo que conocí en el pub. -¿Trajiste a un tipo que ni siquiera conoces a nuestra habitación? ¡¿Estás loca?! Pudo haber sido peligroso. -No fue peligroso, era un tipo confiable, la estábamos pasando muy bien hasta que vio mis marcas y salió corriendo.-Un sollozo se le escapó-. Soy repugnante para los demás. -Tú no eres para nada repugnante, son ellos los ciegos que no saben apreciar tu belleza. Al escuchar aquello Elizabeth se levantó y se abrazó a Ángel, allí en sus brazos se sentía protegida. …

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17 Cartas de amor “…Me contaste todo sobre John y como éste te rechazó. La sangre hervía en mis venas, tenía deseos de salir a buscarlo y matarlo, ¿Cómo era posible que alguien te rechazara por una simples cicatrices?, si hubiera sido por mí yo me habría encargado de besar y adorar cada una de esas marcas, te susurraría al oído cosas dulces, diciéndote lo hermosa y lo perfecta que eres ante mis ojos. Si me hubieras dado la más mínima oportunidad yo te habría demostrado cuanto te amaba y como, cuando estoy contigo, no existe ninguna otra mujer en el mundo. Lamentablemente nunca me diste esa oportunidad, aquella por la que cada noche soñaba con obtener. Aquel último día en Inglaterra mientras llorabas en mis brazos me propuse intentar demostrarte, por todos los medios posibles, cuanto te amaba. Te Ama… Tu Ángel”

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17 Cartas de amor

Carta número 11 Elizabeth se despertó de un sueño profundo, tomó su celular y comprobó que tenía quince llamadas perdidas. Al ver la hora que era se levantó de un salto, ya pasaban de las tres de la tarde, ¿en qué momento se había quedado dormida?, lo último que recordaba era que terminó de leer la décima carta y había cerrado los ojos por un momento para absorber cada hermosa palabra, al parecer fue en ese momento en el que se quedó completamente exhausta. Se

dio

una

ducha

rápida,

cuando

terminó

de

prepararse tomó su celular y comenzó a devolver todas las llamadas. Al terminar con la última ya pasaban de las siete de la tarde, su estómago rugía del hambre, no había probado bocado desde la merienda del día anterior. Decidió llamar a Micaela, no le apetecía para nada comer sola. Al tercer tono su amiga contestó. -¡Elizabeth!, pensé que ya no me llamarías. -¿Por qué pensaste eso?-Preguntó extrañada -Por lo que te dije ayer y porque me fui dejándote sola. -Ah eso, no te preocupes ya pasó.

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17 Cartas de amor -¿Estamos bien? -Por supuesto amiga-Elizabeth suspiró-. Te llamaba para preguntarte si estabas libre esta noche. -Para vos siempre amiga. Elizabeth sonrió, le alegraba saber que contaba con su amiga para no estar sola en medio de ese lío. -Entonces ¿quieres cenar conmigo? -¿Me estas pidiendo una cita?-Preguntó Micaela. -Me atrapaste… entonces ¿aceptas salir conmigo?-Dijo Elizabeth siguiendo el hilo de la broma. -Creo

que

vamos

muy

rápido,

tendríamos

que

conocernos primero. -Por favor no me rechaces, me destrozas el corazón.Dijo Elizabeth simulando tristeza. -No te pongas triste por favor.-Micaela suspiró y haciéndose

la

resignada

continuó-.

Acepto

cenar

contigo. -No te arrepentirás Mica.-E intentando imitar la voz de un hombre dijo-. Te haré pasar la mejor noche de tu vida. Ambas comenzaron a reírse, había pasado mucho tiempo de que Elizabeth no bromeaba de aquella forma y la verdad era que extrañaba eso.

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17 Cartas de amor -A las nueve paso por tu hotel. -Buenísimo, nos vemos a esa hora amiga. -Adiós nena. -Hasta luego. Ambas colgaron al mismo tiempo. Alrededor de las nueve y treinta Elizabeth y Micaela ya estaban sentadas en la mesa de una de un restaurante muy concurrido, al parecer allí hacían la mejor pizza de la ciudad por lo que no dudaron en ordenar eso. En un determinado momento Micaela preguntó. -¿Pensaste sobre lo que te dije ayer? Elizabeth tomó un sorbo de su gaseosa antes de contestar. -¿Qué cosa de todo? -Sobre tu ceguera ante todo lo relacionado con Ángel. -¿Sobre sus sentimientos?-Hizo una breve pausa-. Tienes razón, de eso nunca me di cuenta y él de verdad me lo demostró muchas veces.-Comió un trozo de pizza-. Luego de leer las 10 primeras cartas y de que tú me dijeras lo de ayer llegué a la conclusión de que la verdad estuve ciega todo este tiempo y no entiendo porque. Micaela quedó observando fijamente a Elizabeth.

170

17 Cartas de amor -Quizás tú no querías verlo. -No te entiendo. -Que quizás tú no querías ver lo que Ángel sentía por ti por temor a descubrir lo que aquello te produciría. Elizabeth dejó a medio camino el trozo de pizza, volvió a dejarlo en el plato. -¿Me estás queriendo decir que yo no quise darme cuenta de los sentimientos de Ángel por temor a enamorarme de él? -No exactamente, lo que quiero decir es que tu siempre estuviste enamorada de él pero ignoraste por completo ese sentimiento y por ende también los de Ángel. -¿Por qué haría eso? -Por temor. -¿Temor a que? -A iniciar una relación con él. Elizabeth abrió mucho los ojos ante la afirmación de su amiga. -Eso no tiene sentido, ¿Por qué tendría miedo de estar con Ángel?... Él era guapo, divertido e inteligente.-Hizo una pausa y continuó-. ¿Qué habría perdido estando con él?

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17 Cartas de amor -Te arriesgabas a

perder su

amistad, porque si

permitías que pasara algo más con él y no salía bien podrías haberlo perdido completamente. La joven psicóloga se quedó pensando sobre lo que le dijo Micaela, ¿había reprimido sus sentimientos porque no quería perder su amistad? Todo aquello parecía una locura, pero por alguna extraña razón también tenía sentido, porque ahora que leía las cartas y recordaba viejos tiempo habían aparecido sentimientos ya difíciles de ignorar. Quizás si lo quería más que como un amigo, pero estaba casi segura de que no se trataba de amor, probablemente

hubiera

sido

solo

atracción

física,

porque no iba a negar que Ángel resultara una tentación para cualquiera, incluso para ella. pensó. -Ya leí la décima carta.-Comentó Elizabeth para salir del tema de los sentimientos. -¿Ajam?-Contestó Micaela con la boca llena, tomó un sorbo de su bebida y continuo-. ¿Qué te puso allí? Elizabeth le contó todo con respecto a aquella carta, hasta el inconveniente en su último día en Inglaterra. Lo que no le había contado era el sentimiento que la embargo aquella noche, tenía miedo a las conclusiones que podría sacar de aquello. -¿De verdad dejó a aquella rubia por buscarte?

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17 Cartas de amor -Si.-Sonrió ante aquello. -Si eso no es amor no seque será. Elizabeth no contestó, se quedó pensando en aquella noche. … Cuando el drama ya hubo pasado Ángel y Elizabeth se encontraban tirados en la cama mirando el techo cada uno en el extremo opuesto. -¿Tienes sueño?-Preguntó Ángel. -La verdad es que un poco. -¿Y si dormimos el poco tiempo que nos quedan antes de que amanezca? -Creo que sería lo mejor. -Está bien, ¿te cambiarás la ropa? -Si.-Elizabeth se levantó y se dirigió al cuarto de baño. Cuando volvió Ángel ya se encontraba acostado en su extremo de la cama como una sonrisa en su rostro. -Eres hermosa, con o sin cicatrices Liz.-Le dijo él al verla con su pijama de mangas cortas. -Solo tú ves belleza aquí.-Dijo señalando su cuerpo-. Pero gracias por mentirme. Se dirigió a la cama y se acostó en su lado.

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17 Cartas de amor -No te miento y lo sabes.-Contestó Ángel apagando la luz. Elizabeth no se resistió por mucho tiempo y se ubicó al lado de su amigo, ubicando la cabeza en su pecho, al principio él se tensó ante la sorpresa pero luego se relajó y la abrazó. -¿Sucede algo angelito?-Preguntó. -Nada, solo necesitaba dormir abrazada con alguien que me quiera.-Contestó Elizabeth acurrucándose cada vez más. Durmieron abrazados toda la noche, ella no se lo había dicho, pero nunca se había quedado dormida en

los

brazos de un chico. … De vuelta en el presente Elizabeth pensaba que si bien no había pasado nada con Ángel, Elizabeth había descansado muy bien acurrucada con su amigo, con él a su lado se sentía segura como nunca le habían hecho sentir otros hombres. ¿Qué significaba aquello? -¿En qué te quedaste pensando? La voz de Micaela la sacó de su ensimismamiento. -Si te lo cuento ¿prometes no hacer un escándalo? -Te lo prometo.

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17 Cartas de amor Elizabeth inspiró profundamente sabiendo que su amiga no cumpliría con su promesa. -Ángel fue el primer chico con el que dormí abrazada y estaba recordando que nunca me había sentido tan bien como aquella noche.-Elizabeth hizo una pequeña pausa y cerró los ojos antes de soltar aquello-. El dormir en los brazos de Ángel me daba una seguridad que nunca nadie me dio. Se

produjo

un

largo

silencio

luego

de

aquella

confesión, Micaela había abierto mucho los ojos sin poder creer lo que estaba escuchando. -Lo sabía.-Dijo por fin-. Sabía que estabas enamorada de él. -Pero no te estoy diciendo que estaba enamorada, todo esto tiene una explicación lógica. -Si, que lo amabas.-Dijo Micaela con una sonrisa. -No.-Elizabeth rodó los ojos-. La explicación es que Ángel sabía todo de mi y de mis marcas, a él no le importaba verlas, ni siquiera tocarlas. Con él podía ser yo misma sin temor a que me juzgaran. Seguro que por eso dormí tan bien. -Como digas. Micaela no creía ninguna palabra que había dicho su amiga y sospechaba que ella tampoco lo hacía. Por lo

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17 Cartas de amor visto Elizabeth poco a poco iba descubriendo sus sentimientos hacia Ángel, lo que hacía más fácil su trabajo. … “Querida Liz: Lentamente nos vamos acercando al final de estas cartas y te admito que no se qué haré luego de esto ya que el escribirte cada día se convirtió en una rutina, algo que me hace sentir muy bien a pesar de la tristeza que abunda en mi vida. Bueno el tema de esta carta es sobre mi primera novia, ¿te acuerdas de ella?...” Como olvidarse de esa chica, Elizabeth nunca la quiso, ella no se lo merecía a Ángel como novio pero él estaba ciego con su noviecita y Elizabeth nunca lo comprendió ya que era muy poca cosa para él. “…Aquel fue un noviazgo inesperado para mí ya que no andaba en busca de pareja, como tú siempre estuviste en mi mente y mi corazón amor mío nunca se me había ocurrido mirar a otra persona. Hasta que un día luego de la clase de crítica literaria Sabrina se me acercó, comenzó a hablarme sobre temas triviales de la materia en cuestión. No te voy a negar que fuera muy linda, simpática e inteligente.

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17 Cartas de amor Pero

tenía

un

gran

defecto

que

me

impedía

enamorarme y era que simplemente ella no era mi Elizabeth, o sea tu. Sabrina fue la que dio el primer paso pidiéndome una cita, yo dudaba sobre aquello, no tenía ánimos de de conocer a ninguna mujer porque tú eras todo lo que yo necesitaba y anhelaba, pero pensando y pensando había llegado a la conclusión de que no haría nada intentar algo con ella. Tenía la ligera esperanza de que quizás si lo intentaba con otra persona te podría sacar de mi mente, pero ese fue mi gran error, el pensar que te podría sacar de mi cabeza y mi corazón. Salimos un par de veces y la verdad es que me caía muy bien, tenía una gran personalidad. Un humor irónico que me encantaba y principalmente tenía algo que me atraía mucho pero no había podido descubrir de que se trataba hasta que, analizándolo bien me di cuenta que lo que me gustaba de ella era que tenía un aspecto similar a tuyo. Largos cabellos dorados pero no tan sedosos como el tuyo, ojos azules pero no tan profundos como los tuyos y una sonrisa que derretiría a cualquiera menos a mí. Pasamos unas cuantas semanas saliendo en citas, una noche cuando la dejé en su casa y la estaba por despedir me detuvo y me preguntó si quería ser su

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17 Cartas de amor novio. Yo dudé pero terminé accediendo ya que pensaba que no tenía nada que perder. Antes de entrar a su casa me regaló un beso, sus labios no eran comparables con los tuyos y no sentí ni la cuarta parte de lo que había sentido con tu beso, pero me imaginé que sentiría cosas con el tiempo, pero una vez más estuve equivocado al respecto. Luego vino el día que más temía, el de presentarte a Sabrina. Desde el momento en el que la viste me di cuenta que no te caía bien y nunca pude entender porque…” … Elizabeth dio un sorbo a su café y una mordida a su muffing. Comenzó a recordar aquel día en el que Ángel le había presentado a esa tal Sabrina. … -¡Hola Ángel!-Dijo Elizabeth a través del teléfono. -¡Hola Liz! ¿Cómo estás? -Muy bien ¿y tú? -Bien.-Ángel tragó saliva-. Hay algo que debo contarte. -Ok, cuéntame. -Me puse de novio.-Soltó Ángel de una vez.

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17 Cartas de amor Elizabeth quedó muda ante aquello, las palabras hacían eco en su cabeza. Ángel finalmente se había puesto de novio pero, en lugar de sentirse contenta por su amigo, se sentía mal y no sabía la razón. -Liz, ¿estás?-La voz de Ángel la sacó de su ensoñación. -Si.-Elizabeth

carraspeo-.

Si

aquí

estoy.-Tragando

saliva y tratando de imprimir felicidad en su voz dijo-. Estoy muy feliz por ti. -Gracias, me encantaría que la conocieras. Elizabeth sabía que Ángel le pediría aquello tarde o temprano, aunque no sentía ningún deseo de conocer a esa chica no podía negarse a un pedido de su amigo. -Claro, ¿Cuándo quieres que la conozca? -¿Esta noche te parece bien? -Si, me parece estupendo. ¿Por qué no vienen a casa esta noche que mi papá no estará? -Buenísimo, entonces nos vemos mas tarde. -Listo. -Adiós angelito. Elizabeth colgó sin despedirse de Ángel, se encontraba molesta con él por un motivo que hasta a ella le parecía absurdo. ¿Cómo se iba a molestar por el hecho de que su amigo se pusiera de novio? Definitivamente era una

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17 Cartas de amor locura. pensó Elizabeth. -Ya

me

pasará.-Dijo

en

voz

alta

para

poder

convencerse de aquello. Se dirigió hacia el teléfono y ordenó la cena para aquella noche, eso le serviría para tranquilizar un poco su mal humor. Como a las nueve de la noche apareció Ángel en su puerta, sin siquiera pensarlo lo abrazó con fuerza y él como un acto reflejo envolvió sus brazos en la cintura de Elizabeth. Cuando por fin salieron de su propio universo personal cayeron en la cuenta de que Sabrina estaba a su lado la cual mostraba una expresión de pocos amigos. -¿No

nos

presentarás?-Preguntó

Sabrina

con

mal

humor. -Claro Sabrina ella es mi mejor amiga Elizabeth, Liz ella es mi novia Sabrina. Ambas mujeres se saludaron secamente, Elizabeth los invitó a pasar, no sin antes observar desde la punta de los pies hasta el último de los cabellos de aquella chica. El análisis dio como resultado que se trataba de una chica muy linda lo cual le molestó aún más.

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17 Cartas de amor La cena transcurrió de forma tranquila, como siempre la conversación giraba en torno a Ángel y Elizabeth. Cada vez que ambos compartían una broma privada Sabrina abrazaba y besaba a Ángel lo cual producía que a Elizabeth se le hirviera la sangre. Esa chica no le caía para nada bien y lo que más odiaba era que sus asquerosas manos recorrían el cuerpo de su amigo, no le gustaba que hiciera eso frente a ella, ¿acaso no existía la privacidad? Definitivamente esa tal Sabrina nunca le caería bien, intentó esforzarse para lograr lo contrario pero le fue imposible. … “…Desde esa primera cena Sabrina se dio cuenta que algo sucedía entre nosotros, mejor dicho que algo me pasaba a mi contigo, intenté negarlo con todas mis fuerzas pero me era imposible evitar que todo el mundo desapareciera cuando tú te encontrabas cerca. Estuvimos juntos por casi un año y durante ese tiempo parece

ser

que

ella

se

enamoró

de



y

lamentablemente yo no pude corresponder a su amor. Había intentado que las cosas funcionaran con ella, quería amarla pero no fue posible ya que mi corazón te pertenecía por completo.

181

17 Cartas de amor Definitivamente ella no se merecía lo que yo le daba. Sabrina me había entregado su corazón pero yo no pude darle el mío ya que tú lo tenías desde los diez años. Así que un mes antes de nuestro aniversario terminé con ella y para mi sorpresa no se enfadó, sino todo lo contrario, me había dicho que ya se imaginaba que lo nuestro terminaría tarde o temprano. Yo le había pedido perdón por no haberla amado como se merecía pero Sabrina no me perdonó porque según ella no existía nada que perdonar…” Elizabeth recordaba el día en el que se enteró de la ruptura

de

su

mejor

amigo

con

Sabrina,

lo

sorprendente de eso era que se había enterado por boca de ella y no de él. … El sonido del celular distrajo a Elizabeth de una película que estaba viendo en la televisión, el número era desconocido, dudaba entre contestar o no hacerlo. Cuando iba a dar buzón de vos contestó rápidamente. -¿Si? -Elizabeth soy Sabrina. -¿La novia de Ángel?-Preguntó extrañada. -Ex novia.-Dijo en un suspiro-. Mira no te hablo para discutir sobre eso, estoy muy segura que debes estar

182

17 Cartas de amor muy contenta y la verdad es que no me interesa en absoluto. Solo te llamo para decirte que hagas feliz a Ángel, procura no hacerlo sufrir nunca porque él es una gran persona que merece lo mejor del mundo y al parecer tú eres lo mejor para él. Sabrina no le dio oportunidad para que contestara ya que colgó antes de que Elizabeth pudiera recuperar el habla. Cuando por fin pudo reaccionar marcó velozmente el número de Ángel. -¿Hola? -Ángel, me acabo de enterar que terminaste con Sabrina, ¿Qué pasó? -¿Cómo te enteraste?-Preguntó extrañado ya que él no le había contado a nadie al respecto. -Ella me llamó. -¿Para qué? -Para decirme que terminaron y otras cosas -¿Qué otras cosas? -Nada importante, fueron las frases típicas de una chica dolida. ¿Tú como te encuentras al respecto?

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17 Cartas de amor -Bastante bien, es como si me hubiera sacado un peso de encima. Yo no la amaba y ella se merecía algo mejor. Elizabeth pensaba todo lo contrario, era él quien se merecía a alguien mejor. -Te entiendo.-Mintio-. ¿Quieres que vaya a hacerte compañía? -No gracias angelito, necesito estar solo un rato. -Está bien.-Contestó Elizabeth procurando ocultar su decepción-. Si me necesitas solo debes marcar mi número. -Lo sé, te quiero Liz.-Contestó Ángel. Elizabeth no había entendido el verdadero significado de aquel

te quiero

que había

recibido, así

que

equivocadamente respondió. -Yo también te quiero amigo. … “…Recuerdo que con Sabrina nos abrazamos y antes de separarnos me dijo una frase que todavía no olvido. „Lucha por tu amor por Elizabeth, demuéstrale que la amas… por favor nunca dejes de luchar por ella‟, cuando terminó me guiño un ojo y se fue. Luego de ese día no volví a hablar con ella, pero su consejo no dejó de rondar por mi cabeza.

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17 Cartas de amor Como te habrás dado cuenta nunca le hice caso, hasta este momento. Solo espero que no sea demasiado tarde. Te Ama…Tu Ángel.” Elizabeth se secó una lágrima que se le había escapado y en un susurro dijo. -¿Por qué tardaste tanto en hacerle caso?

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17 Cartas de amor

Carta numero 12 Terminó el desayuno y se dirigió al hotel, durante el trayecto no podía dejar de pensar en aquella novia de Ángel, principalmente se preguntaba porque Sabrina le había aconsejado a su ex novio que luchara por ella. No es que fuera raro que le aconsejara a alguien que luche por su amor, lo raro era que si se aconsejaba aquello se lo hacía creyendo o sabiendo que la otra persona también sentía algo similar, cosa que era imposible que pensara ya que Elizabeth no sentía nada por Ángel más que un cariño platónico. ¿Acaso quería hacerle daño a Ángel obligándolo a confesarle su amor sabiendo que ella lo rechazaría?, pero la pregunta más importante era, ¿si Ángel le hubiera confesado su amor en ese momento se habría negado? Si

se hubiera

preguntado

aquello

días antes la

respuesta habría sido muy sencilla . Ahora la respuesta no era para nada clara. Llegó a su habitación y se tiró en la cama mirando el techo, sin ánimos de pensar pero le era imposible no hacerlo, las palabras de Ángel no salían de su mente y

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17 Cartas de amor se

preguntaba

porque

él

se

había

rendido

tan

fácilmente, porque había aceptado un no por respuesta. -¿Por qué te rendiste?- Preguntó en un susurro. -Si luchaba, ¿habría cambiado algo? La voz de Ángel provocó que Elizabeth se sentara de un único salto, cuando lo vio no podía creer que se encontraba allí a su lado, tan guapo como siempre. Ella se levantó y se acercó a él pero Ángel dio un paso hacia atrás. -Respóndeme, ¿Si hubiera luchado por ti la respuesta habría sido distinta? -Probablemente.-Logró contestar Elizabeth sin apartar los ojos de los de Ángel. -¿Habría cambiado algo?, ¿si o no? -¡No lo sé!, si me lo hubieras preguntado hace unos días mi respuesta habría sido no.-Dijo comenzando a llorar, él se le acercó y secando sus lágrimas le preguntó. -¿Y ahora? Elizabeth levantó la mirada y quedó observando aquellos ojos grises que tanto extrañaba y de pronto la respuesta se hizo un poco más clara. -Creo...creo que sí.

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17 Cartas de amor Ángel le sonrió dulcemente y le regaló un beso en la mejilla. -Eso no es suficiente. -¿Cómo?-Preguntó extrañada. -Necesito que tus sentimientos sean claros. -Pero ¿para qué? -Cuando descubras lo que de verdad sientes por mí lo sabrás. Ángel le sonrió y acercándose lentamente le depositó un casto beso en los labios. … Elizabeth abrió los ojos y buscó a su amigo con la mirada pero él no estaba allí, al parecer se había quedado dormida y había soñado aquel encuentro. No podía ignorar esa charla, ¿Por qué Ángel necesitaba que sus sentimientos fueran claros? El

rugido

de

su

estomago

la

distrajo

de

sus

pensamientos, al consultar la hora en su reloj vio que faltaba unos pocos minutos para que dieran la una de la tarde. Se levantó de la cama y se fue a almorzar. Durante la comida Elizabeth no pudo sacarse de la cabeza a Ángel, ya estaba harta de pensar en todo, solo quería desconectarse un rato, sacar por unos

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17 Cartas de amor minutos a Ángel y a sus confusos sentimientos de la cabeza. Así que se le ocurrió ir a nadar un rato en la piscina del hotel, eso siempre le ayudaba a sacarse todo de la cabeza. Al salir del restaurante se dirigió a una tienda para comprarse un traje de baño. Buscando dio con uno de dos piezas que le trajo muchos recuerdos. Lo compró y se fue al hotel. Ya en su habitación se lo puso y se miró al espejo. Al ver su imagen reflejada con aquel bikini se le vino a la mente un recuerdo de cuando tenía 20 años. … Elizabeth se encontraba sentada en el césped del jardín de su casa en un caluroso día de verano, tenía puesto una camiseta manga larga que siempre usaba sin importar el tiempo. Ese día unos excompañeros del colegio la habían invitado a una fiesta en la piscina, Elizabeth se había negado sabiendo que sería imposible utilizar un traje de baño, así que por esa razón se encontraba sentada en el jardín de su casa mirando hacia la nada. Estaba tan perdida en su mundo que no se había dado cuenta que Ángel se había sentado a su lado, cuando este carraspeo para llamar su atención Elizabeth se encontró con la hermosa sonrisa de su amigo.

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17 Cartas de amor -¿Por qué no estas preparada? -Preparada ¿para qué?-Contestó confusa. -Para ir a la piscina de Alicia. -No voy a ir. -¿Por qué no? Elizabeth

quedó

mirando

fijamente

a

Ángel

sin

entender porque le había hecho esa pregunta, él sabía perfectamente la razón. -Tú sabes porque.-Contestó finalmente. -La verdad es que no lo sé.-dijo Ángel con un dejo de irritación en su voz. Elizabeth no contestó, en cambio bajó la cabeza escapando de la mirada de su amigo. Éste al ver que no contestaba le dijo. -Dime porque no quieres ir. -¡Porque no quiero que vean mis malditas marcas!-Los ojos de Elizabeth se empañaron por las lágrimas-. No quiero que se burlen de mí, ya sé que son asquerosas y no necesito que nadie me lo recuerde. -Me cansé de todo esto.-Dijo Exasperado Ángel. -¿Perdón?

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17 Cartas de amor -Estoy cansado de que te menosprecies Elizabeth, estoy cansado de que te ocultes del mundo. ¿Acaso no te das cuenta de lo hermosa que eres? -Eso no es lo que los demás piensan. -¿Y tú que sabes que es lo que los demás piensan?Ángel cerró los ojos intentando calmarse un poco-. La única persona que te juzga por tus marcas eres tú, la única que te condiciona para mostrar tus brazos eres tú. Si los demás te critican es porque tú les das pie a eso no valorándote. Debes mostrar al mundo que no te impórtalo que piensen o digan de ti.-Hizo una pausa para enfatizar las siguientes palabras-. Tu eres la dueña de tu propia vida y debes hacer lo que se te antoje sin que te importe lo que digan los demás, sin que te importe las miradas ajenas-suspiró-, tu eres hermosa con o sin marcas y es hora de que te des cuenta de ello. Ángel se levantó y sin mirar atrás se fue, Elizabeth había quedado helada ante el arrebato de su amigo, él nunca le había dicho nada parecido. Ella creía que entendía su reticencia a mostrar sus cicatrices, pero al parecer estaba muy equivocada. Al levantarse del césped notó que había un paquete en el lugar donde Ángel estaba sentado anteriormente, lo

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17 Cartas de amor levantó intrigada y leyó la nota que se encontraba unido a la caja. “Anímate a mostrarle al mundo que eres bella con o sin marcas. Te Quiere, Ángel.” A Elizabeth se le había escapado una lágrima, tomó un regalo y se fue a su habitación. Al abrirlo se encontró con un traje de baño de dos piezas totalmente hermoso, se lo puso y se dirigió a la casa de Alicia. Cuando llegó todos sus amigos estaban en la piscina, al verla la animaron a que se metiera. Elizabeth dudaba, tenía miedo de quitarse la camiseta frente a todos, pero una sonrisa en medio de aquellas personas le dio ánimo para continuar. Se sacó la camiseta y el short, sus amigos ahogaron un exclamación y hablaban por lo bajo pero a Elizabeth no le importó, por primera vez en muchos años se sentía libre. De un salto se metió en la piscina. Ángel se le acercó nadando con una sonrisa que rebosaba orgullo, y sin importarle nada la abrazó con todas sus fuerzas y susurrándole al oído le dijo. -Estoy muy orgulloso de ti angelito. …

192

17 Cartas de amor Elizabeth se secó las lágrimas producto de aquel recuerdo. Gracias a Ángel ella ya no se apenaba por sus marcas y no le molestaba los pensamientos de los demás. Él le había enseñado a quererse y valorarse y le estaba eternamente agradecida por ello. Se puso un vestido y se fue a nadar un poco para olvidarse de todo por un rato. Estuvo en la piscina por horas y no pensó en nada que no fuera la sensación del agua sobre sobre su piel, eso era justo lo que necesitaba, desconectarse de todo. Cuando salió su mente se encontraba mucho más clara. Mientras se secaba el agua del cuerpo llegó a la conclusión de que trataría de averiguar cuáles eran sus sentimientos hacia Ángel. Con esa idea en la cabeza se dirigió a su habitación y tomó la doceava carta. … “Querida Liz: Como ahora ya debes saber yo estuve enamorado de ti desde los diez años, pero durante ese tiempo

hubo

alegando

que

momentos quizás

en

los

era

un

que

yo

dudaba,

capricho

o

un

enamoramiento pasajero lo que yo sentía hacia ti. Hasta que llegó la confirmación aquel fatídico día en el que perdiste a tu padre.

193

17 Cartas de amor Creo que nunca demostraste tanta fortaleza y entereza como ese día, fue en aquel momento en el que me di cuenta que no solamente te amaba por tu belleza o inteligencia, sino que era esa fuerza que mostrabas ante los desafíos de la vida lo que más me atraía. El ver como hacías frente a todo lo que venía detrás de la muerte de tu padre sin derrumbarte, como otras personas lo habría hecho, me demostraste lo valiente que eras y eso produjo que te amara mas si era posible...” Elizabeth sonrió ante aquello, si había sido fuerte y se había mantenido en pie fue porque Ángel se encontraba a su lado, sin él ella dudaba que pudiera haber seguido adelante. “…El decirte que recuerdo ese día como si hubiera sido ayer es decir una redundancia, porque todo lo que pasé contigo son recuerdos imposibles de olvidar, tanto los buenos como los malos. Aquel día fue uno de esos en los que nos habíamos divertido como nunca. Recuerdo que habíamos salido bien temprano en la mañana para ir a desayunar juntos, luego nos habíamos dirigido a pasar el día en el parque de diversiones.

194

17 Cartas de amor Te había dejado en tu casa cuando había anochecido y me fui, sin siquiera imaginar lo que te encontrarías al entrar…” … Ángel la había dejado en la puerta de su casa y esperó a que ella entrara para irse. -¡Papá ya llegué!-Gritó al cerrar la puerta detrás de sí. Se dirigió a la cocina para servirse un vaso de agua, lo bebió y volvió a gritar. -¡¿Papá?! Al ver que no había respuesta se dirigió a la habitación de su padre para ver si se encontraba allí, golpeo la puerta

y

al

ver

que

nadie

contestaba

la

abrió

lentamente y vio a su padre acostado durmiendo, se fue sin hacer ningún ruido para no despertarlo. A las diez de la noche Elizabeth ya había terminado de preparar la cena así que fue a levantarlo, entró cautelosamente y se le acercó. -Papá despierta, ya está la cena. Nada, ni un movimiento, Elizabeth se acercó aún más y lo sacudió un poco pero su padre no se despertaba. Asustada lo sacudió con más fuerza pero no se produjo ninguna respuesta. Entre un movimiento y otro se le

195

17 Cartas de amor cayó de la mano un pote vacío, al levantarlo Elizabeth descubrió que se trataban de pastillas para dormir. -Por

favor

papá.-Dijo

entre

sollozos-.

Por

favor

despierta, no me dejes tú también, te necesito. Al ver que no se producía ninguna respuesta gritó con todas sus fuerzas. -¡Papá despierta ya! Cuando notó que no había posibilidad de que se despertara llamó a la ambulancia, pero ya era tarde, el corazón de su padre había dejado de latir. … “…Yo estaba terminando de cenar cuando recibí tu mensaje en el que me pedías que fuera cuanto antes a tu casa, sin dudarlo me dirigí hasta allí. El espectáculo que vi afuera me produjo un gran temor. Una ambulancia y un desfile de autos de la policía, sin importarme nada corrí hacia la puerta de entrada, allí estabas tú parada, bien erguida y sin derramar ni una sola lágrima. Cuando me viste tus ojos se iluminaron y corriste a mis brazos que ya se encontraban abiertos para recibirte, te sostuve por un largo rato sospechando que es lo que había ocurrido, cuando salieron con una camilla cubierta con una bolsa negra comprendí absolutamente todo.

196

17 Cartas de amor Te llevé a mi casa esa noche porque no te quería dejar sola. En ningún momento articulaste palabra alguna y yo lo comprendía, pero no sabía cómo actuar al respecto ya que ni siquiera podía consolarte porque no habías derramado ninguna lágrima. Ya en mi habitación te acostaste en mi cama y una vez ubicada allí me pediste algo que me era imposible negarte…” Elizabeth quedó pensando sobre aquél horrible día de su vida, el encontrar a su padre muerto es una imagen que nunca se pudo borrar por más que lo quisiera. … Elizabeth sentía como si le hubieran arrancado el corazón, se sentía vacía por dentro. Por suerte su mejor amigo se encontraba a su lado. El estuvo con ella en todo momento sin importarle que no quisiera hablar en absoluto, la llevó a su casa y le ofreció su cama. Cuando Elizabeth se encontraba cómoda y un poco más tranquila pudo hablar. -Duerme conmigo. -¿Cómo?-Preguntó Ángel. -Quiero que duermas conmigo.-hizo una breve pausa y lo miró con ojos suplicantes-. Te necesito conmigo.

197

17 Cartas de amor Sin volver a dudarlo Ángel se sacó sus zapatillas y se acostó al lado de Elizabeth, ésta se acercó más a él y lo abrazó. Unos segundo más tarde a punto de dormirse dijo. -Gracias por estar conmigo. -Siempre angelito.-Fue lo único que contestó … “…A la mañana siguiente te ayudé con todos los preparativos para el funeral, en ningún momento te vi flaquear. Ni cuando escogiste el féretro o seleccionaste la fotografía que utilizarías, en todo momento te vi tranquila, como si fuera que se trataba de una cuestión de todos los días. Llegado el momento del último adiós me tomaste de la mano apretándola con todas tus fuerzas, pero ni en ese momento soltaste una sola lágrima y yo te admiraba por

eso,

pero

también

me

preocupaba

que

no

demostraras el dolor que yo sabía que llevabas por dentro…” -Intentaba hacerme la fuerte pero no lo fui en absoluto.-Dijo en un susurro. … Elizabeth había tratado de hacerse la fuerte, no quería demostrarle al mundo lo destrozada que se encontraba

198

17 Cartas de amor por dentro. Aparte tenía el pensamiento de que su padre no merecía sus lágrimas porque no había pensado en ella antes de suicidarse, ¿Por qué entonces tenía que llorar por una persona a la que no le importó su única hija? Estaba enojada, muy enojada, no podía comprender porque sus padres la habían abandonado de esa manera, >, se hacía esas preguntas una y otra vez. Sentía como si nadie la quisiera, salvo Ángel que había sido el único que se había quedado a su lado y la cuidaba de todo lo malo. Cada vez que sentía que las lágrimas asomaban por sus ojos se aferraba fuertemente a la mano de Ángel para tener donde aferrarse. En ese momento su mejor amigo se había convertido en su único sostén. … “…Recuerdo que me pediste que te acompañara a tu casa para recoger un poco de ropa y allí encontraste, encima de tu escritorio, un sobre cerrado con tu nombre impreso, lo abriste con manos temblorosas. Al leer lo que contenía comenzaste a derramar todas las lágrimas que tenías guardadas. Me tendiste aquel papel y cuando leí la parte que iba dirigida a mi no pude evitar derramar una lágrima y en

199

17 Cartas de amor silencio le prometí que haría todo lo posible para cumplir con su pedido. Te Ama…Tu Ángel.” Derramando unas pocas lágrimas Elizabeth recordó lo que su padre había escrito en aquella nota. … “Mi cielo: Perdón por dejarte sola, pero me es imposible vivir en un mundo donde tu madre no esté presente, ella era mi mundo y ahora que no está todo se encuentra completamente vacío. Te quería pedir perdón por no haber cumplido con aquella promesa que te hice cuando tenías apenas doce años, de verdad que intenté cumplirla, pero la situación se me escapó de las manos. Pero quiero que sepas una cosa y que se te quede grabado en la cabeza para siempre y es que yo te amo muchísimo, eres la mejor hija que un padre podría tener y lamento no haber sido el padre que te merecías. Espero que seas feliz

200

17 Cartas de amor en tu vida y se consciente de que yo siempre estaré orgulloso de mi princesa. Nos vemos mi cielo y espero que no sea pronto. Te ama tu papá. P/D: Dile a Ángel que cuide de ti princesita, porque si yo elegí irme fue porque sé que él siempre estará a tu lado y nunca será tan cobarde como yo para dejarte sola.” … Al acordarse de aquello Elizabeth comenzó a llorar desconsoladamente preguntándose una y otra vez porque Ángel no había cumplido con lo que le prometió a su padre.

201

17 Cartas de amor

Carta número 13 El insomnio una vez más hizo su aparición, Elizabeth daba vueltas y más vueltas pero era imposible cerrar un solo ojo. Como se dio cuenta que el sueño se le era esquivo decidió levantarse y leer uno de los libros que había comprado días anteriores, tomó uno que se lo había recomendado Ángel. Se llamaba “Inferno”7 cuyo autor es Dan Brown. Elizabeth había leído la sinopsis y le resultaba interesante la trama de aquel libro. Se sentó cómodamente y se dispuso a leer, aquella historia la atrapó desde un principio, no podía detener la lectura, se sumergió tanto en aquel libro que cuando terminó de leer la última página ya pasaban de las ocho de la mañana. Elizabeth se sorprendió al ver la hora en su reloj, hacía mucho tiempo que no se quedaba en vela leyendo y era una sensación que extrañaba muchísimo, el sumergirse tanto en una historia que el mundo deja de existir, el sentirte un personaje más, llorar y reír con los protagonistas, la sensación de vacío que te produce 7

Novela de misterio y suspenso del escritor estadounidense Dan Brown, basada en la simbología oculta en la Divina Comedia, obra clásica de Dante Alighieri.

202

17 Cartas de amor al llegar al final de un libro que se te metió bajo la piel desde un principio. Esas eran las sensaciones que Elizabeth amaba de la lectura, pero lo que más le gustaba era saber que por un tiempo podía escaparse de todo sin moverse del lugar. Completamente renovada, como si no hubiera pasado la noche en vela. Se dirigió a darse un buen baño, durante todo ese tiempo Elizabeth no paraba de revivir la historia que acababa de leer, su cabeza se había despejado por completo dándole la sensación de que ahora si podría aclarar su confusión. Ya seca, envuelta en una toalla se miró al espejo y recordó una frase que Ángel le había dicho hace ya mucho tiempo. Elizabeth nunca había entendido lo que Ángel quería decirle, si bien a ella le gustaba leer no lo tomaba como

203

17 Cartas de amor una vía de escape, siempre le había gustado tener los pies en la tierra, a diferencia de su amigo. Pero ahora comprendía cada palabra que Ángel le había dicho porque esta vez no solamente se sintió parte de la historia, como siempre le sucedía, sino que además la ayudó a despejar los problemas de su cabeza. Ella leía por placer, cuando se encontraba tranquila y nada sucedía a su alrededor, pero ese día por primera vez

en

su

vida

leyó

completamente rebosada

un

libro

con

de problemas

su

mente

y sucedió

exactamente lo que Ángel siempre le había dicho. -Nunca es tarde para seguir tu consejo mi Ángel.-Dijo a su reflejo. El celular sonó para indicarle a Elizabeth de que tenía un mensaje, corrió para ver quien se lo había enviado aunque ya se imaginaba de quien se trataba. > Elizabeth sonrió ante el mensaje de Micaela, le alegraba saber que se preocupaba por ella, no esperó mucho tiempo para contestarle.

204

17 Cartas de amor > La respuesta de Micaela no se hizo esperar por mucho tiempo. Elizabeth guardó el celular y dedicó toda la mañana a salir de compras. A las cinco en punto Elizabeth se encontraba en la entrada del hotel con un maletín en la mano que contenía todo lo que necesitaría aquella tarde. Un minuto después apareció Micaela con una sonrisa en su rostro, abrazó fuertemente a su amiga y le dijo. -¿Cómo va todo? -Mucho mejor. -¿De verdad?-Preguntó dudosa. -Si, pasé toda la noche leyendo un gran libro y cuando terminé mi cabeza quedó completamente despejada.

205

17 Cartas de amor -¿Despejada de qué? -Tú ya sabes, de la confusión de sentimientos que tengo hacia Ángel. Micaela abrió los ojos como platos, no podía creer que Elizabeth

por fin

haya

confesado

que tiene una

confusión. -Entonces ya tienes claro que es lo que sientes.-Dijo con esperanza que teñía su voz. -No, por supuesto que no, pero ahora tengo la cabeza un poco más libre como para analizarlo todo. -Oh.-Dijo Micaela con cierta decepción, creía que Elizabeth por fin se había dado cuenta de su amor por Ángel, pero al parecer estaba equivocada, aunque el hecho de haber admitido su confusión le daba cierta esperanza de que pronto se daría cuenta de todo-. Entonces ¿Dónde vamos? -A un lugar muy especial. Las amigas caminaron por casi veinte minutos hasta que llegaron a una pequeña plaza con un juego de columpios. -¿Es aquí?-Micaela no veía nada extraordinario allí. -Si.-Contestó Elizabeth colocando el maletín frente a los columpios-.

Este

era

el

lugar

especial

que

compartíamos con Ángel,-comenzó a sacar un cuaderno

206

17 Cartas de amor de dibujo y un lápiz-, estuve aquí hace días y mientras me balanceaba me sucedió algo que quiero plasmarlo en un dibujo. Micaela se sentó al lado de su amiga intrigada sobre aquello. -¿Y qué es lo que te sucedió? -Cuando termine el dibujo lo sabrás.-Contestó Elizabeth con una sonrisa e inmediatamente prestó atención a aquella hoja en blanco. Sus dedos comenzaron a realizar bocetos como si tuvieran

vida

propia,

nunca

había

tenido

tanta

inspiración como aquel día. Estuvo casi una hora sentada allí sin soltar el lápiz. -Voy

a

comprar

algo

para

beber.-Dijo

Micaela

levantándose y estirándose-. ¿Quieres algo? Elizabeth alzó la cabeza y con aire ausente contestó. -Una Coca-Cola light por favor. Diez

minutos

después apareció

Micaela

con

sus

bebidas y se encontró con su amiga mirando el cuaderno con una sonrisa en sus labios y una lágrima en su mejilla. Se sentó a su lado y le preguntó. -¿Qué ocurre?

207

17 Cartas de amor Elizabeth

miró a su amiga con una gran sonrisa

dibujada en su rostro. -Lo terminé.-Le tendió el dibujo a Micaela. Ésta ahogó un grito, el dibujo era absolutamente hermoso, tan real que hasta parecía que iba a cobrar vida. Allí se veía claramente el columpio que tenía frente suyo pero en el dibujo no se encontraba vacío, sino que uno de los asientos estaba ocupado por una mujer de largos cabellos dorados que se mecía con total alegría, detrás suyo alguien la columpiaba, era un muchacho alto con su cabello negro alborotado y una sonrisa

por demás perfecta. Este joven tenía la

particularidad de que dos enormes alas sobresalían de sus omóplatos. Lo que más le llamó la atención a Micaela fue que estos dos personajes no miraban al frente, sino que sus ojos estaban posados en los del otro completamente compenetrado.

Sus

rostros

estaban

a

escasos

centímetros de distancia dando la ilusión de que en cualquier instante sellarían el momento con un beso. -¿Son Ángel y tú?-Preguntó con la voz ahogada. -Si, somos nosotros dos.-Contestó Elizabeth con una gran sonrisa.

208

17 Cartas de amor -Es tan real.-Micaela hizo una pausa porque no podía evitar

quedar

contemplando

aquel

dibujo-.

¿Qué

significa? -Hace días vine a este lugar para leer la segunda carta y mientras me columpia tuve la sensación de que alguien me columpiaba por detrás de una forma similar a la que Ángel lo hacía. -Y esta es la imagen que se te vino a la mente.Completó Micaela. -Exacto, pero no solamente significa eso.-Elizabeth se levantó y comenzó a caminar alrededor del juego-. Yo siempre lo vi de esa forma, como mi ángel guardián que me protegería de todo lo malo… Entró en mi vida en un momento complicado,-hizo una breve pausa-, cando nadie quería tenerme cerca el se ofreció a ser mi amigo, me dijo que nunca me juzgaría y nunca lo hizo, me ayudó más de una vez. -Creo que esa es una gran demostración de amor.-Dijo Micaela aún sentada en el suelo. -Claro que lo fue, él intentó demostrarme más de una vez que me amaba pero yo siempre estuve ciega al respecto. -Pero ahora sabes lo que Ángel siente.-Micaela se puso de pie y depositando una mano en el hombro de su

209

17 Cartas de amor amiga dijo-. La pregunta es ¿Qué es lo que tú sientes por él? Elizabeth la miró a los ojos y por primera vez en días contestó con honestidad. -No lo sé, pero creo que falta poco para que lo descubra. … “Querida Liz: Esta carta quizás sea más breve que las anteriores, pero no por falta de recuerdos, sino todo lo contrario, por abundancia de ellos. Esta vez voy a hablar sobre el año en el que nos fuimos a vivir juntos, ¿lo recuerdas?, fue al año siguiente de la muerte de tu padre, tu no soportabas el vivir sola así que propusiste una idea por demás descabellada para mi…” Elizabeth sonrió al recordar aquello, ese fue un año lleno de cambios pero a la vez también de alegrías. Se acurrucó aún más en su cama y comenzó a rememorar aquel año. … -Ángel se me ocurrió una idea genial.

210

17 Cartas de amor -¿Si?, ¿Cuál?-Contestó su amigo con la cabeza apoyada en su regazo. -Vivamos juntos. Ángel se levantó sobresaltado al escuchar aquello, no podía creer lo que oía. -¿Cómo? -Eso, que vayamos a vivir juntos.-Contestó sonriendo Elizabeth. Al ver que su amigo no contestaba continuó-. No niegues que es una gran idea, yo no soporto vivir sola en aquella casa tan llena de recuerdos y tú,-dijo señalándolo-, podrás alejarte de tus padres que no te dejan en paz. Es la solución perfecta a nuestros problemas. Ángel había quedado pensando aquella proposición pero no tardó mucho en contestar. -¿Estás segura? -Claro que si, ¿Qué es mejor que vivir con tu mejor amigo?-Elizabeth levantó un dedo para que Ángel no contestara-. Déjame contestar por ti: Nada. -Puede que tengas razón, no perdemos nada con intentarlo. -¿Eso quiere decir que aceptas?

211

17 Cartas de amor Como respuesta su amigo solo se limitó a asentir, Elizabeth soltó un grito de emoción y se abalanzó sobre Ángel feliz porque finalmente algo le salía bien. … “…Claro está que no era una locura el vivir con tu mejor amigo, pero sí lo era el hecho de vivir con la persona que mas amas en el mundo, verla todos los días al despertarte, antes de dormir y no poder decirle cuanto la amas, encontrarse tan cerca sin poder tocarla como quieres. Más que locura era una total y completa tortura. Al recordar todo esto se me viene a la mente el fragmento de una canción de Arjona: ‘Como duele tanta distancia, aunque te escucho respirar y estas a cientos de kilómetros, y duele quererte tanto, fingir que todo está perfecto mientras duele…’8, esta parte se amolda perfectamente a como me sentí ese tiempo viviendo contigo. Me dolía en el alma el tenerte cerca todo el tiempo y no poder tocarte o besarte como deseaba, pero como siempre me conformaba con la que tú quisieras darme. La mudanza fue algo muy divertido, recuerdo que tardamos más de una semana en desempacar todo

8

Fragmento de canción “Como duele”. Autor Ricardo Arjona, álbum “Quinto piso”.

212

17 Cartas de amor porque más nos dedicábamos a divertirnos que a otra cosa….” Elizabeth ahogó una carcajada recordando el desastre que habían hecho al desempacar las cosas. … El departamento se encontraba rebosante de cajas en la cocina, el comedor y las dos habitaciones. -Odio desempacar.-Dijo en un suspiro Elizabeth-. ¿Tu lo podrías hacer por mi?- Le preguntó agitando las pestañas a su amigos. -Ni lo pienses, hagas lo que hagas no me vas a convencer. -Por favor.-Dijo haciendo un puchero. -No.-Contestó de manera terminante -Entonces hagamos esto divertido. -¿Cómo? -Lo primero que desempacaremos será el equipo de música, lo conectaremos y pondremos un Cd de Ricardo Arjona a todo volumen. -Y luego desempacaremos lo demás.-Completó Ángel, -Si, pero invertiremos las cosas, yo voy a desempacar lo tuyo y tu lo mío.

213

17 Cartas de amor -¿Y si no quiero que veas mis cosas?-Preguntó su amigo con una sonrisa. -¿Y qué es lo que tienes que yo no puedo ver?-Retrucó Elizabeth con las manos en las caderas. -Está bien, está bien tu ganas.-Dijo resignado Ángel. Así ambos amigos comenzaron con la tarea que tenían por delante, habían puesto un Cd de Arjona a todo volumen

y ocuparon la

mayor parte del

tiempo

cantando y bromeando entre ellos por lo que no desempacaron mucho ese día. La mañana siguiente si se habían puesto las pilas, Elizabeth se encontraba en el cuarto de Ángel y viceversa. -¡Pero qué cosa más tierna!-Gritó Elizabeth desde el cuarto de su amigo. El aludido se apresuró para llegar hasta allí temiendo que su amiga hubiera encontrado algo que demostrara su amor hacia ella. -¿Qué?-Preguntó desde la puerta. -No sabía que utilizabas ropa interior de superhéroes, es tan tierno.-Dijo Elizabeth sosteniendo un bóxer de súperman en el aire. -Eso es de cuando era niño.-Contestó poniéndose colorado al instante.

214

17 Cartas de amor -¿Y

por

qué

es un

talle

para

adultos?-Preguntó

reprimiendo una carcajada. -¡Eso no te importa!-Contestó Ángel arrancándole la ropa interior de las manos y volvió al cuarto a desempacar. -¡No te enojes si es lo más tierno que vi en mi vida!Gritó Elizabeth sin poder evitar la risa. Pasado aproximadamente una hora Elizabeth sintió una carcajada bien alta proveniente de la habitación donde se encontraba su amigo, extrañada fue a ver qué era lo que sucedía. -¿Qué es tan gracioso? -No habías contado de tu colección de hilo dental. Elizabeth se puso roja instantáneamente. -¿Qué haces viendo eso?-Preguntó avergonzada. -Tú dijiste que tenía que acomodar tus cosas.-contesto de inmediato Ángel, y volviendo su mirada a la caja sacó un hilo dental con un corazón en la parte trasera y soltando otra carcajada dijo-. ¿Esto es lo único que se ve?, mmm es sexy. Elizabeth furiosa le arrancó la ropa interior de la mano. -Deja eso tranquilo y quita esa maldita sonrisa de tu cara, nunca me verás con una puesta.

215

17 Cartas de amor -No hay problema, mi imaginación ya está trabajando lo suficiente. -Pervertido.-Dijo enojada y se alejó de allí. … “… Nunca me había divertido tanto como en aquella semana, fue genial burlarme de tus cosas y verte poner colorada por la rabia o la vergüenza. Ese rubor en tu mejilla te hacía más hermosa. Me encantaba hacerte poner de ese hermoso color. Sinceramente ese fue el mejor año de mi vida, nunca había sido tan feliz como lo era viviendo contigo, tu le ponías mas color a mi vida. Me levantaba feliz porque sabía que iba a verte con tu pijama y el pelo revuelto producto de una noche de sueño profundo. Amaba verte cada mañana con esa hermosa sonrisa adormilada, amaba escucharte cantar desde la ducha, amaba lavar los platos junto a ti y mojarnos en el proceso; amaba verte llorar por un película de amor. Básicamente amaba vivir junto a ti, cada momento era hermoso, cada risa, pelea o silencio era perfecto si lo compartía contigo. Me encantaría volver el tiempo atrás y vivir eternamente a tu lado, solo eso pido, estar contigo hasta el fin de mi vida.

216

17 Cartas de amor Te Ama… Tu Ángel.”

217

17 Cartas de amor

Carta número 14 Elizabeth se encontraba sentada a la orilla del lago contemplando la puesta de sol, le encantaba aquella mezcla de colores y la paz que le transmitía aquello. Una sombra detrás suyo la distrajo y, alzando la mirada, vio a un hombre alto con el cabello negro azabache, un cuerpo bien trabajado, una sonrisa hermosa de costado y unos ojos grises penetrantes que la miraban desde arriba. -Ángel.-Dijo con la voz ronca. Él se sentó a su lado y comenzó a contemplar el ocaso. -Es hermoso. -Si, muy hermoso.-Contestó Elizabeth contemplando a su amigo, éste al sentirse observado giró su cabeza hacia ella. -¿Cómo estás?-Preguntó con una sonrisa deslumbrante. -¿Te digo la verdad? -Por supuesto, recuerda que yo sé cuando mientes. -Estoy confundida. -¿Confundida por qué?

218

17 Cartas de amor -Por esta mezcla de sentimientos.-Contestó Elizabeth dirigiendo nuevamente su mirada al horizonte-. Yo siempre creí tener claro que te quería solo como un amigo hasta que comencé a leer tus cartas. Ellas despertaron en mí sentimientos nuevos que no se ponerles un nombre. -¿No sabes o no quieres ponerle un nombre?-Le preguntó Ángel colocando un mechón de cabello detrás de la oreja de Elizabeth. -Sinceramente no quiero darle un nombre porque todavía no tengo bien claro que significan.-Hizo una breve pausa-. Pero hay algo que no puedo negar. -¿Y qué es eso? -Que te extraño muchísimo y que te necesito a mi lado.-Contestó y una lágrima se le escapó. -Yo también te extraño Liz, más de lo que te puedes imaginar. -Entonces, ¿Por qué te fuiste? -Por que ya no aguantaba más, sin ti mi vida era vacía. -¡Pero si me tenías!-Gritó Elizabeth sin contener las lágrimas. -Pero no de la forma que yo lo necesitaba. Yo te amaba con locura y fue esa misma locura la que me llevó a hacer lo que hice.

219

17 Cartas de amor -Pero podrías hacer luchado. -Tienes razón, lo podría haber hecho pero no me garantizaba la victoria. -¿Y si la respuesta era la que tu esperabas? -¿Me estás queriendo decir que podría hacer recibido un sí como respuesta? -Quizás.-Se limitó a contestar Elizabeth. -Necesito seguridad en tu respuesta. -Otra vez con eso, ¿para que la necesitas? -No te lo puedo decir, pero te repito que cuando lo descubras sabrás a que me refiero angelito. Ángel se acercó y abrazó a Elizabeth, eso era algo que ambos necesitaban, los brazos del otro. -Estas muy cerca de descubrirlo.-Le susurró al oído. Y con esa última frase Elizabeth se despertó. … El día pasó volando entre las llamadas de sus pacientes, pero la cabeza de Elizabeth no se encontraba allí sino en el sueño que había tenido, cada vez más seguido soñaba con Ángel y le sorprendía saber que lo esperaba ansiosa, esa era una forma de sentirse más cerca de él.

220

17 Cartas de amor Cerca del mediodía había llamado a Micaela para almorzar

juntas,

ahora

que

quería

aclarar

sus

sentimientos necesitaba de toda la ayuda que su amiga pudiera darle. Aproximadamente a la una de la tarde Elizabeth y Micaela

se

encontraban

comiendo

unas

deliciosas

hamburguesas. -Entonces, ¿Cómo vas con las cartas de Ángel?Preguntó por fin Micaela. -Creando confusión a medida que avanza. -¿Qué clase de confusión? -Ya no estoy tan segura de que quiero a Ángel solo como amigo.-Confesó finalmente. Micaela se atragantó con una papa frita, no podía creer que Elizabeth hubiera confesado aquello. -¿Finalmente te diste cuenta que lo amas? -No, pero si se que lo deseaba. -¿Cómo?-Preguntó extrañada Micaela. -Lo deseaba, deseaba sus abrazos, sus besos y sus caricias.-Dijo Elizabeth poniéndose colorada de repente. -¿Y eso no es amor? -No, es algo físico solamente.

221

17 Cartas de amor -O sea que sigues sin querer darte cuenta de las cosas. -¿Por qué lo dices? -Porque tanto tú como yo sabemos que no era algo puramente físico lo que sentías por él, deja de engañarte. -Pero… -Nada de peros Elizabeth, tienes que darte cuenta de que lo amas, no puedes ser tan ciega. -¿Y qué sugieres que haga? -Primero termina de leer las cartas. -¿Por

qué

todos

me

dicen

lo

mismo?-Preguntó

exasperada Elizabeth. -¿Todos?-Micaela no entendía muy bien lo que su amiga quería decir. -No me hagas caso.-Se corrigió-. ¿Pero por qué tengo que terminar de leer las cartas? -Porque fueron ellas las que te despertaron esos sentimientos y quizás sean esas mismas cartas las que te lo aclaren. -Eso quiere decir que no me vas a ayudar. -Solo tú puedes aclarar tus sentimientos, pero si quieres comentar las cartas aquí me tienes.-Contestó Micaela con una sonrisa tranquilizadora.

222

17 Cartas de amor -Gracias por estar conmigo. -Sabes que siempre contaras con mi apoyo. Elizabeth

sonrió

cariñosamente,

se

levantó

rápidamente diciendo a su amiga que debía leer la catorceava carta, no quería esperar ni un minuto más para descubrir que era lo que le sucedía con Ángel. Ambas

amigas

se

despidieron

afectuosamente

y

prometieron verse esa misma noche para hablar sobre aquello. … Elizabeth quería estar en un lugar tranquilo para leer, pero no le apetecía para nada encerrarse en la habitación del hotel. Caminó y caminó sin rumbo definido hasta que se encontró frente a “Utopía”, una librería café que parecía muy acogedora, al entrar respiró un ambiente de profunda tranquilidad. -Justo lo que necesito.-Susurró. Se sentó en una mesa vacía y le pidió a un simpático camarero un cortado. Mientras esperaba sacó la carta numero 14 “Querida Liz: Cada vez nos vamos acercando al final de esta travesía y te confieso que me muero de ganas por saber cómo vas reaccionando con el pasar de las

223

17 Cartas de amor cartas, espero que te lo tomes para bien y no me odies por esto. En esta carta hablaré sobre la forma en la que me convertiste en la persona más feliz del planeta cumpliendo uno de mis preciados sueños. Si antes te amaba, con ese regalo que me hiciste para mi cumpleaños número 24 ya te amaba con cada partícula de mí ser. No sé cómo fue que te enteraste que había escrito un libro, y mucho menos como accediste a él, pero me alegro profundamente que lo hubieras hecho…” -No fue muy difícil averiguar que estabas escribiendo un libro.-Dijo Elizabeth con una sonrisa al escuchar aquello. … Ángel se encontraba muy distraído últimamente, no se concentraba

por

más

de

diez

minutos

en

una

conversación, Elizabeth lo encontraba muy seguido con la mirada perdida y todo eso podía significar una sola cosa y era que su amigo se encontraba escribiendo una de sus famosas historias. Como había pasado ya más de un mes y medio con esas actitudes Elizabeth se intrigó mucho sobre que era aquello que Ángel escribía con tanto fervor.

224

17 Cartas de amor Un día en el que no se encontraba en la casa Elizabeth aprovechó para ver si encontraba algo, se dirigió directamente a la habitación de su amigo y lo primero que hizo fue prender su computadora y ver si allí encontraba algo. La registró de punta a punta pero no encontró nada, ya exasperada buscó en el armario, en los cajones y hasta debajo de la almohada, pero nada. Ya a punto de rendirse se le ocurrió registrar el único lugar que le quedaba: debajo de la cama. Allí encontró una caja grande y al abrirla se encontró con varias hojas escritas a mano. -¡Bingo!-Exclamó. En esas hojas se encontraban los primero ocho capítulos

del

primer

libro

de

Ángel,

sin

poder

contenerse Elizabeth comenzó a leer. No podía creer lo hermosa que era aquella historia, había quedado atrapada desde el principio, Ángel escribía como los dioses. Desde ese día Elizabeth comenzó a leer todos los avances de aquel libro sin que su amigo se enterara. Había pasado aproximadamente otro mes y medio y Ángel por fin había escrito el final.

225

17 Cartas de amor Definitivamente aquel era el mejor libro que había leído y, conociendo a su amigo, seguramente lo mantendría escondido

privando al

mundo de tan

hermosa historia, así que se le ocurrió una gran idea. … “…Ni siquiera se me ocurrió enojarme contigo por haber metido tu nariz en mis cosas, ese fue un gesto hermoso que nunca voy a olvidar. Recuerdo que era el día de mi cumpleaños y yo me había levantado súper expectante porque por primera vez en catorce años iba a pasar el día completo contigo. Me habías dicho que no hiciera planes con nadie y como me iba a negar a ese pedido tuyo. Fui hacia el comedor y allí me recibiste con una preciosa sorpresa, me habías preparado mi desayuno favorito,

con

globos

de

todos

los

colores

desparramados en el suelo y un gran cartel de “Feliz cumpleaños” colgado en el centro del salón, todo era absolutamente perfecto y lo que hizo todo aún mejor fue que tú estabas en la esquina en pijama y con una clara expresión de incertidumbre. Pero cuando aparecí tu cara cambió por completo, una sonrisa te iluminó y corriste hacia mi encuentro. Me abrazaste con fuerza deseándome

un

feliz

cumpleaños,

definitivamente

nunca olvidaré ese desayuno…”

226

17 Cartas de amor Elizabeth se había levantado muy temprano aquel día, quería hacerle vivir el mejor cumpleaños de su vida, así que comenzó con el desayuno. Le preparó unos panqueques con dulce de leche, una taza de café recién molido, había buscado por internet la receta del muffing que tanto le gustaba a Ángel y le hizo jugo de naranja exprimido. Una vez terminado el desayuno se dispuso a inflar

los

globos

y

colgar

el

cartel

de

“Feliz

cumpleaños”. Aproximadamente a las ocho de la mañana ya tenía todo preparado y Elizabeth se encontraba en una esquina esperando que su amigo se levantara. En esos minutos de descanso comenzó a reflexionar sobre la verdadera sorpresa que tenía para Ángel, temía que a él no le gustara o se enojara con ella por haberse metido donde no la llamaban. Un ruido la distrajo de sus pensamientos y al alzar la mirada se encontró con un Ángel recién despierto, con los ojos desorbitados por la sorpresa y una sonrisa que comenzaba a dibujarse en su rostro. -¿Qué es esto? Elizabeth no lo dejó terminar, sin resistirse ni un segundo más se abalanzó a los brazos de su amigo y susurrándole en el oído le dijo. -Feliz cumple mi Ángel.

227

17 Cartas de amor “…A partir de ese momento el día no hizo más que mejorar. El

desayuno

fue exquisito, nunca había

conocido tus habilidades culinarias amor mío, hasta aquel día. El desayuno había pasado volando entre bromas y recuerdos. Estoy completamente seguro que nunca había tenido un comienzo de día tan perfecto como aquel. Luego del desayuno cada uno nos fuimos a trabajar y me dijiste que te esperara para el almuerzo ya que tenías otro regalo para mí. Estuve ansioso todo el día tratando de imaginarme que tenías planeado para mí, no podía creer que te hubieras preocupado tanto por hacerme pasar tan bien el cumpleaños. Con cada cosa linda que hacías por mí se me hacía cada vez mas imposible el dejar de amarte…” … Alrededor del mediodía Elizabeth había pasado a buscar a Ángel para un almuerzo de cumpleaños al aire libre. Hicieron un picnic en el lugar más alejado del parque para desconectarse un rato de todo. Extendieron un mantel, sacaron la comida de la cesta y se sentaron para disfrutar de un almuerzo tranquilo. -Gracias.-Dijo Ángel rompiendo el silencio.

228

17 Cartas de amor -Gracias ¿Por qué? -Por hacerme pasar el mejor cumpleaños de mi vida. -No tienes nada que agradecer. Esto,-dijo señalando el picnic-, es lo mínimo que puedo hacer por ti, tu siempre estuviste ahí para mis sin importarte nada, y todo esto es una forma de agradecerte por formar parte de mi vida. Ángel se levantó y se acercó a su amiga, la abrazó con mucho sentimiento y le besó en la mejilla. -Gracias a ti por dejarme formar parte de tu vida, eres muy importante para mí y sin ti nada tiene sentido. Elizabeth

no

contestó,

solo

se limitó

a

abrazar

nuevamente a su amigo. … “…El almuerzo se había extendido bastante, recuerdo que cada vez que te decía para irnos tu me insistías para

que

nos

quedáramos,

yo

no

entendía

absolutamente nada y tu no querías aclararme las cosas. Estaba completamente seguro de que querías volverme loco y lo peor de todo fue que disfrutabas de aquello…” -Por supuesto que lo disfrutaba.-Susurró Elizabeth al recordar el aspecto que tenía Ángel cuando intentaba descubrir que era lo que sucedía.

229

17 Cartas de amor “…Por fin había llegado el momento de la verdad, luego de haber levantado

los restos del

almuerzo

me

vendaste los ojos, te mentiría si te dijera que no había sentido temor ante lo que podría suceder. El recorrido hasta el lugar donde me esperaba la sorpresa

había

durado

aproximadamente

treinta

minutos y con ello mi ansiedad aumentaba cada vez más. Por fin habíamos llegado a aquel misterioso lugar, me ayudaste a bajar del auto y entramos a una especie de habitación, todo

se encontraba

en

silencio

y

entendía cada vez menos. Lentamente me sacaste la venda de los ojos, cuando me fui acostumbrando a la luz caí en la cuenta de que encontrábamos en una librería cerrada, no veía nada especial allí. Recuerdo que ingenuamente te había preguntado si la sorpresa era que me dejabas que escogiera tranquilo una serie de libros que tú me regalarías. Tú te reíste de mi

ocurrencia

encontraba

y me dijiste que mi

en una

sorpresa

se

esquina, el único lugar bien

iluminado. Lentamente me fui acercando hasta que quedé a escasos centímetros, no podía creer lo que veían mis ojos, allí se encontraban bien expuestos decenas de

230

17 Cartas de amor ejemplares del libro que había terminado de escribir aproximadamente tres meses atrás. No sabía cómo lo habías logrado, pero en el término de esos

meses



habías

conseguido

una

editorial

interesada en mi escrito y lograste que lo publicaran el día de mi cumpleaños. Sin poder ocultar mi alegría me acerqué hacia ti y te abracé haciéndonos girar en el lugar. Nunca había sido tan feliz en mi vida, tu amor mío cumpliste mi sueño, el sueño que había tenido desde los nueve años cuando había descubierto esa pequeña vía de escape. Gracias a ti el mundo supo de mí y de mi pasión. Gracias a ti amor mío me convertí en escritor. Nunca voy a terminar de agradecerte por haber hecho mi sueño realidad. Te Ama… Tu Ángel.” -Lo volvería a hacer mil veces más si con eso lograba ver esa hermosa expresión de felicidad que tenías aquel día.-Dijo sonriendo.

231

17 Cartas de amor

Carta número 15 Como a las nueve de la noche Micaela hizo su aparición en la habitación de Elizabeth, en una mano sostenía una bolsa de comida mexicana y en la otra una llena de dulce de todos los tipos. -Ya que nos quedaremos aquí hablando toda la noche se

me

ocurrió

traer

provisiones.-Dijo

Micaela

extendiendo las bolsas. -Eres una genia, piensas en todo.-Contestó Elizabeth tomando las bolsas. Micaela entró en la habitación y se tiró sobre la cama. -¿Recuerdas

las

pijamadas

que

hacíamos

en

la

secundaria?-Preguntó. Elizabeth acomodó la comida en una pequeña mesa en el centro de la habitación. -Claro que si, eran noches maravillosas, solos tu, Ángel y yo.-Dijo Elizabeth con una gran sonrisa en los labios. -Pero más parecía una pijamada entre Ángel y tú. -¿Por qué dices eso? -Porque era así, ustedes dos parecían tener un mundo aparte donde no dejaban ingresar a nadie.

232

17 Cartas de amor Elizabeth meditó lo que Micaela había dicho mientras mordía un trozo de aquel delicioso taco mexicano. -Ángel

y

yo

teníamos una

amistad especial, no

podíamos imaginar el dejar de ser amigos. Pero eso no implicaba que no quisiéramos tener otros… Tú eres un gran ejemplo de eso. -Me permitieron se su amiga, pero nunca me dejaron ingresar a su propio mundo. -No se dé donde sacas esa idea.-Dijo Elizabeth un tanto confundida. -¿Necesitas que te lo explica? -Me encantaría. Micaela se levantó de la cama y se sentó en el suelo frente a su amiga, agarró un taco de la mesa y le dio un gran mordisco antes de hablar. -Cuando veíamos una película los tres sentados en el suelo ustedes dos se encontraban pegados con tu cabeza en su hombro o la suya en tu regazo.-Volvió a morder el

taco-. En

todo

momento

se sonreían

cómplices como si tuvieran un secreto que solo ustedes conocían,

las

conversaciones

siempre

terminaban

siendo entre los dos.-Hizo una pausa y sonrió a su amiga-. ¿Está bien ahí o necesitas más ejemplos?

233

17 Cartas de amor -No, está bien, pero sigue sin explicar porque piensas que teníamos nuestro propio mundo. -Cuando se abrazaban parecía como si el mundo desapareciera a su alrededor, no importabas quienes se encontraban a su lado… Solo existían Ángel y tú. Elizabeth quedó en silencio, Micaela tenía razón, cuando abrazaba a Ángel sentía como que el mundo dejaba de existir, el dolor desaparecía, los problemas parecían insignificantes en los brazos de su amigo, ellos eran el único refugio con que contaba y lo extrañaba muchísimo. -Puede que tengas razón Mica, pero dime ¿Qué mejores amigos no tienen un mundo aparte donde solo ellos se entienden? -En eso tienes razón, pero la diferencia entre cualquier pareja de mejores amigos y ustedes es que ellos crean otros mundos con otros amigos. En cambio tú y Ángel tenían su propio mundo y no creaban otros para sus amigos o parejas. -Ya estás diciendo cualquier cosa.-Exclamó Elizabeth poniendo los ojos en blanco. -Claro que no, a ver analicemos.-Micaela comenzó a reflexionar-. ¿Por qué terminaste con la mayoría de tus novios?

234

17 Cartas de amor -Por incompatibilidad.-Contestó rápidamente Elizabeth. -No me vengas con eso… dime la verdad. Elizabeth dudó un poco antes de contestar, sabía que si le decía la verdad a Micaela ésta armaría un escándalo. -¿Y?- Insistió su amiga. -Ok, te lo diré.-Suspiró-. La mayoría de mis ex me dejaron por mi amistad con Ángel, no soportaban que pasara tanto tiempo con él o que cancelara una cita porque él me necesitara. -Y ahí tienes tu respuesta amiga, no podías establecer una verdadera relación de amistad o pareja porque en tu mente solo se encontraba Ángel y todo giraba en torno a él. Elizabeth no contestó a aquello, sabía que su amiga tenía razón, nunca pudo separar su amistad con Ángel de sus relaciones, todo su tiempo era dedicado a su amigo. Siempre había pensado que cambiaría el día que se enamorara de alguien, cosa que aún no había sucedido. -¿Recuerdas cuando le publiqué a Ángel el libro? Micaela sonrió ante el evidente cambio de tema de Elizabeth, se había dado cuenta que lo que le había

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17 Cartas de amor dicho despertó algo en su corazón, lo que quería decir que se estaba acercando cada vez más a la verdad. -Como olvidarlo si durante meses me taladraste la cabeza con aquello. -¡Que exagerada! -¿Exagerada?, todas las noches me hablabas para que te dijera que lo que estabas haciendo era correcto. -Solo

necesitaba

seguridad.-Dijo

Elizabeth

encogiéndose de hombros. -Claro, seguridad.-Micaela hizo una breve pausa-. ¿De eso se trataba la carta? -Si.-Sonrió de oreja a oreja-. Nunca lo había visto tan feliz. -Es que gracias a ti el cumplió su sueño. -Él lo habría cumplido con o sin mi ayuda, solo le di un pequeño empujón. Si no hubiera escrito tan bien yo no habría conseguido nada, fue su talento lo que hizo cumplir su sueño.-Dijo melancólica. -Y también que la mujer que amaba creyó siempre en él. -¿Cómo?

236

17 Cartas de amor -Él me hablaba de esto y siempre repetía que si había continuado escribiendo fue porque tu siempre confiaste en él, sin tu apoyo el no habría escrito nada. -¿De verdad pensaba eso?-Preguntó Elizabeth con los ojos llenos de lágrimas. -Si. -Pensé que era la única.-Exclamó ya sin poder contener las lágrimas. -¿La

única

en

qué?-Preguntó

sin

comprender

demasiado. -Yo estudié psicología gracias a Ángel.-Hizo una breve pausa-. Él fue el que me dijo que lo hiciera, que sería una gran psicóloga… Él fue el único que siempre creyó en mí, gracias a Ángel ahora trabajo en lo que más amo. Micaela abrazó a su amiga que había comenzado a llorar desconsoladamente. -¿Cómo no te diste cuenta de que son el uno para el otro?-Le susurró al oído. Esa pregunta fue la perdición de Elizabeth, no pudo contestar porque el llanto se lo impedía, pero en su corazón ya tenía la respuesta. …

237

17 Cartas de amor Las dos amigas se habían quedado profundamente dormidas luego de una noche rebosante de emociones. Elizabeth daba vueltas en la cama aparentemente soñando. … Se encontraba nadando en una piscina enorme, no pensaba en nada salvo en el sonido de sus brazadas, se apoyó en el borde para recuperar el aliento, a su alrededor todo era silencio, pensó Elizabeth con los ojos cerrados. El sonido de un cuerpo tirándose al agua la distrajo de sus pensamientos, se dio la vuelta y vio a alguien acercándose a toda velocidad, por el estilo Elizabeth supo que se trataba de Ángel, lo conocía bastante bien. Éste salió a la superficie a escasos centímetros de donde se encontraba ella, se acercó y le regaló un dulce beso en la mejilla lo que logró que Elizabeth se estremeciera por completo. -¿Estas decidido a aparecer en todos mis sueños?-Dijo Elizabeth sonriendo. -Mmm si.-Contestó él con una sonrisa en los labios-. Si te molesta me voy.-Hizo ademán de salir de la piscina, Elizabeth le agarró la mano y lo obligó a quedarse.

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17 Cartas de amor -Obvio que no me molesta tonto, sino todo lo contrario, me encanta que estés aquí.-Se puso colorada y bajó la mirada. Ángel la tomó por la barbilla y la obligó a mirarlo. -Y a mí me encanta estar a tu lado.-La abrazó con fuerza-. Te extraño mucho Liz. -Y yo a ti Ángel.-Elizabeth se apartó un poco de su amigo y le preguntó-. ¿Cómo estás? -Ahora bien porque estoy contigo.-Contestó acariciando suavemente su mejilla-. ¿Y tú? ¿Cómo vas con tu confusión? -Cada vez todo se va haciendo más claro. -Pero todavía no tienes una respuesta. -Lamentablemente no, pero pronto la tendrás Ángel. Él la tomó de la mano y besó delicadamente los nudillos de Elizabeth. -Lo sé angelito, todavía hay un poco más de tiempo.Hizo una pausa y la miró fijamente a los ojos acercándose tanto que al hablar su aliento rozaba los labios de Elizabeth-. Te voy a dar una ayuda para que aclares todo. Y dicho eso la besó, y no fue un beso dulce, sino cargado de pasión. Éste la acercó aún mas y Elizabeth

239

17 Cartas de amor respondió enterrando sus dedos en el cabellos de Ángel devolviéndole el beso con igual fervor, sentía que se derretía en sus brazos, nunca la habían besado de esa forma, o mejor dicho nunca se sintió de esa manera al besar a otra persona, jamás se había desarmado como en ese momento con Ángel, ¿Qué significaba aquello? Cuando

ambos

se

quedaron

sin

respiración

se

separaron, Ángel le acarició la mejilla y sonriéndole le dijo. -Lee las tres cartas que faltan. Estas últimas palabras despertaron a Elizabeth que se levantó

apresuradamente

de

la

cama,

tomo

la

decimoquinta carta y se encerró en el baño ya que no quería despertar a Micaela con la luz. “Querida Liz: ‘Duele verte con un tipo al que le faltan las ideas y le sobran argumentos’9 Perdón amor mío pero debía poner esa frase ya que fue lo primero que pensé cuando me presentaste a Fabián, tu último novio y debo decir que el peor de todos. A mí nunca me cayeron bien ninguno de tus novios por obvias razones, pero éste no solo no me agradaba en lo más mínimo, sino también me parecía 9

Fragmento de canción “Duele verte”. Autor Ricardo Arjona, álbum “Santo pecado”

240

17 Cartas de amor que no era para ti por causas que saltaban a la vista pero que tú te negabas a ver. Recuerdo el día en el que me lo presentaste, yo no podía creer que estaba viendo, era un chico alto de cabello castaño bien peinado e iba impecablemente vestido. Cuando me saludó quedó clarísimo que aquel tipo no era un hombre para ti, apenas lo vi supe que te haría daño y ya lo odiaba por eso…” … Elizabeth se puso roja de vergüenza al recordar aquello, la verdad es que aún no entendía como no se había dado cuenta antes sobre Fabián, no comprendía cómo había podido ser tan ciega. … Aún se acordaba de aquella vez que se lo había presentado

a

Ángel,

se

iban

a

reunir

en

su

departamento a cenar, Elizabeth se encontraba muy nerviosa ya que las dos personas más importantes de su vida se iban a conocer finalmente. Se había sandalias cabello

puesto

su

vestido

rosa

favorito, unas

blancas sin tacón, se había recogido el en

una

coleta

y

se

había

maquillado

suavemente. Cuando comprobó que se encontraba presentable

se

dirigió

encontraba

Ángel

hacia

preparando

el la

comedor, mesa,

allí

se

éste

se

241

17 Cartas de amor encontraba vestido con un jean azul oscuro y una camisa negra, la verdad su amigo era muy guapo y no solo eso, también era sexy con su cabello alborotado, aquellos ojos grises tan intrigantes y su sonrisita de costado. Elizabeth no comprendía porque todavía no tenía novia, un chico así no tenía que andar solo. Ángel levantó la mirada y le sonrío abiertamente, se acercó a ella y la besó dulcemente en la mejilla. -Estás hermosa Liz.-Dijo en un susurro. -Y debo decir que tu muy guapo.-Contestó Elizabeth con una sonrisa. Se quedaron concentrados el uno en el otro sin apartar ni un segundo la mirada. El timbre los sacó de su ensoñación, ambos se habían olvidado por completo de que Fabián haría su aparición. Elizabeth miró en dirección a la puerta sonriendo de repente. -Es él. -Por fin conoceré a tu famoso novio.-Dijo malhumorado Ángel mientras se dirigía a la cocina para controlar que la comida no se quemara. Pasado cinco minutos Elizabeth llamó a Ángel para que conociera a su novio, éste de mala gana se dirigió hacia donde estaba la pareja, cuando estuvo frente a ellos

242

17 Cartas de amor abrió por completo los ojos y un amago de sonrisa se dibujó en su rostro. -Fabián te presento a mi mejor amigo en todo el mundo, Ángel él es mi novio.-Dijo Elizabeth. Fabián se soltó del abrazo de Elizabeth y se dirigió hasta donde Ángel se encontraba, sonriendo de oreja a oreja. En lugar de darle la mano lo besó en la mejilla. -Un gusto conocerte.-Dijo Ángel. -El gusto es todo mío.-Contestó Fabián. … “…Durante toda la noche lo observé fijamente, mejor dicho los estuve observando a los dos sin poder comprender como tú no te dabas cuenta sobre cómo era él en realidad. Se notaba a la distancia que era una persona muy amable además de simpático, pero el hecho de saber que te estaba engañando de aquella manera hizo que no me cayera para nada bien. Lo que más me molestaba de todo eso fue que tú estabas completamente enamorada de él, se notaba en tu forma de mirarlo cuando él hablaba o como buscabas sus manos o simplemente estar cerca de él y me dolía en el alma ver que le entregabas el amor que tendría que ser para mí a una persona que no lo

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17 Cartas de amor valoraba en absoluto y que quedaba claro que no te correspondería nunca. Yo soñaba con que algún día me miraras de esa forma, con ese brillo de admiración en tus ojos, pero nunca lo hiciste, en cambio se lo entregaste todo a Fabián sin siquiera pensar en las consecuencias. Estuviste con él unos nueve meses, hiciste oídos sordos a las palabras de tus amigos que querían protegerte del daño que ese tipo tarde o temprano te iba a hacer, te tenía encandilada y no entendía porque. Todavía recuerdo el día en el que viniste súper emocionada con un anillo de compromiso en el dedo, fue ahí cuando ya no me pude resistir mas y te dije lo que pensaba acerca de él…” … Elizabeth y Fabián cumplían nueve meses de novios, ella le había comprado una serie de regalos, pero él se encontraba raro, distante y Elizabeth suponía lo peor, éste le había dicho que fuera a su casa para hablar. Por la experiencia que ella tenía de sus relaciones pasadas eso no significaba nada bueno. Cuando fue a su casa se encontró con que todo estaba oscuro, como la puerta estaba abierta se animó a entrar, escuchó que sonaba “lady in red”. Se dirigó al

244

17 Cartas de amor salón y allí se encontró con una escena que le quitó el habla. Había globos rosas esparcidos por toda la habitación y decenas de corazones colgados por todas partes, el lugar se encontraba iluminado

solamente por un

camino de velas donde al final se encontraba Fabián, Elizabeth cruzó ese camino y se abalanzó a los brazos de su amado, éste la miró y se arrodilló. -Hermosa

Elizabeth,

¿quieres

casarte

conmigo?-

Preguntó. -Si.-Fue lo único que logró contestar Elizabeth. Ya a la medianoche Elizabeth volvió a su departamento y sin poder contenerse se dirigió a la habitación de su amigo, encendió la luz y pegó un salto hacia la cama de Ángel, este asustado se despertó sin comprender que sucedía. -¿Qué…que pasó?-Preguntó confundido. -¡Despierta Ángel!-Exclamó emocionada Elizabeth. Al escuchar su voz Ángel activó rápidamente sus cinco sentidos. -¿Qué sucede Liz?, ¿estás bien? -Mejor que nunca.-Hizo una pausa-. Mira.-Y le enseñó el anillo de su dedo.

245

17 Cartas de amor -¿Significa lo que creo? -Fabián me pidió matrimonio y le dije que si, ¿no es genial? -Pues no.-Contestó muy serio. La burbuja de felicidad de Elizabeth se había hecho pedazos. -¿Por qué no? -Porque ese tipo no te conviene Liz, ¿es que no te das cuenta?, él no es hombre para ti. -Estoy cansada de que todos me digan lo mismo. -Y si todos te lo decimos será porque algo de razón tenemos. -No.-Dijo

Elizabeth

levantándose

de

la

cama

y

dirigiéndose hacia la puerta-. Fabián es perfecto para mí y me casaré con él tanto si te gusta como si no. … “…Pero no quisiste escucharme, ignoraste todo lo que te dije como venías haciendo hacia nueve meses. Yo sabía que saldrías lastimada de todo esto pero no podía ayudarte si tú te negabas a recibir mi ayuda. Pasaron

dos

meses

más

luego

de

ese

dichoso

compromiso y las cosas entre Fabián y tu comenzaron a empeorar, recuerdo que me contabas que él se

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17 Cartas de amor encontraba distante y muy frio contigo, yo sospechaba que sucedía pero no te lo iba a decir para no molestarte una vez más. Los días pasaron y te preocupabas aún más. Recuerdo que ya te habías cansado de aquella actitud y fuiste a exigirle que te contara que sucedía. Volviste a las dos horas con el rostro empapado por las lágrimas, me viste y te refugiaste en mis brazos para sollozar tranquila…” … Había pasado más de una hora desde que Elizabeth se encontraba llorando sobre el hombro de su amigo sin decir ni una palabra. Cuando ya no le quedaban más lágrimas que derramar levantó la cabeza y mirando a Ángel dijo. -Me lo confesó todo.-Un sollozo la interrumpió-. ¿Cómo no me di cuenta antes?, ¿Por qué no te escuché a tiempo?, ¡Soy una estúpida! Ángel la abrazó con todas sus fuerzas y le dijo. -No eres ninguna estúpida, no es tu culpa que él fuera gay. … “…Pasaste meses deprimida por ese tema, nunca te había visto tan mal, salvo cuando tus padre murieron.

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17 Cartas de amor Tú te culpabas por aquello creyendo que por tu causa él era quien era, pero nunca entendiste que nada de eso fue por tu culpa, él ya sabía que era gay mucho antes de estar contigo. El que se tendría que haber sentido culpable era Fabián porque fue él el que engañó a la mejor persona del mundo, fue él el que jugó con tu corazón cuando lo tendría que haber cuidado y adorado porque tanto tú como tu corazón son únicos en su especie. Te Ama…Tu Ángel.”

248

17 Cartas de amor

Carta número 16 -¿Amiga estás ahí?- preguntó Micaela golpeando la puerta sin cesar. Los golpes despertaron a Elizabeth que se había quedado dormida en la bañera abrazando con fuerza la carta de Ángel. Como pudo se levantó y le abrió a su amiga. -¡Por fin! Estaba asustada -¿Por qué?- preguntó Elizabeth reprimiendo un bostezo -Porque estuve golpeando la puerta por mucho tiempo y tu no abrías, pensé que te había pasado algo-hizo una pausa- Ahora sal de aquí porque quiero entrar. Dicho eso la empujó a su amiga fuera del cuarto de baño y cerró la puerta con mucha fuerza, Elizabeth se reía ante la desesperación de Micaela. Mientras esperaba que su amiga saliera de allí comenzó a cambiarse de ropa y a acomodar un poco la habitación, cuando ya estaba todo listo se abrió la puerta del baño. -Bueno ya era hora que salieras de allí, ¿te hicieron mal los tacos?- pregunto sonriendo Elizabeth.

249

17 Cartas de amor -Perdón, pero no fui ya la que se quedó encerrada allí toda la noche, ¿no te enseñaron que el baño no es para dormir? -Es que la bañera es tan cómoda -Me imagino-contestó Micaela- ¿Nos vamos a desayunar? -Claro. Las dos amigas salieron del hotel y se dirigieron a una cafetería, Micaela ordenó un cortado con dos medialunas y Elizabeth un cappuccino con pan tostado, dulce de leche y mermelada de frutilla. No hablaron durante mucho tiempo, ambas disfrutaban del desayuno en silencio. Elizabeth, luego de tomar un último sorbo de su cappuccino le dijo a su amiga. -¿Recuerdas a Fabián? -Como olvidarlo, tú estabas loca por él y nunca pude comprenderlo, saltaba a la vista sus preferencias sexuales. -No te voy a negar que es verdad, yo me di cuenta de eso luego de que terminamos. -Y una vez más fuiste total y completamente ciega con respecto a cuestiones del corazón.

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17 Cartas de amor -La verdad es que sí, creo que es parte de mi personalidad-dijo Elizabeth sonriendo. -No hay dudas con respecto a eso- contestó Micaela igual de sonriente- ¿Y qué pasa con Fabián? ¿Por qué te acordaste de él? -Yo no me acordé de él, la verdad es que no pienso en Fabián desde hace años… Ángel me escribió sobre él en la carta. -Me lo imaginaba, recuerdo que no lo quería para nada a tu novio -¿Y a que novio mío quería Ángel?- preguntó Elizabeth alzando una ceja -Touché- dijo Micaela- pero no solo lo odiaba por ser tu novio, la principal razón era porque ese tipo te estaba engañando y de la peor manera -Puede que sea cierto, pero no veo la razón para que Ángel lo odiara tanto, si está bien me engañó con respecto a su sexualidad, pero yo lo entendí porque cuando estuvimos de novios el estaba confundido, sentía cosas por mí por eso siguió conmigo -¿Y tú le creíste? -Claro, ¿porque no?, no es la primera vez que pasa -Pero te mintió descaradamente- dijo Micaela sin poder creer que su amiga le hubiera creído a aquel tipo

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17 Cartas de amor -¿Y tu como sabes? -¿Acaso Ángel no te contó lo que ese dichoso novio tuyo había intentado hacer un día que se quedó a dormir en tu departamento?– al ver que su amiga no respondía supo que Ángel no le había contado nada, así que continuó- Una noche Ángel estaba con insomnio, ya sabes cabeza de artista, así que se encontraba en la mesa del comedor escribiendo cuando Fabián apareció solamente vestido con unos bóxer, se saludaron y este se fue a la cocina, al minuto apareció y se sentó al lado de Ángel sonriéndole de oreja a oreja, hablaron un poco de trivialidades, ya que como sabes Ángel no es muy bueno en las conversaciones-hizo una pausa para tomar otro sorbo a su bebida- Resumiendo, palabra va, palabra viene tu novio se abalanzó sobre Ángel e intento besarlo, por supuesto él se aparto bruscamente y le preguntó que hacía, este le explico que no podía resistirse a su linda cara, Ángel se enfureció y le propino un puñetazo en la barriga y mientras se retorcía en el suelo le dijo que más le valía decirte la verdad porque no iba a permitir que el ni nadie te hiciera daño. Elizabeth no podía creer lo que acababa de escuchar, Ángel nunca le había contado aquello, cosa rara porque él le contaba todo ya sea malo o bueno, si tanto la quería proteger de Fabián ¿Por qué no le contó todo

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17 Cartas de amor aquello? Decidió buscar la respuesta preguntándoselo a Micaela porque, al parecer, sabía muchas cosas que ella ignoraba y, por alguna extraña razón eso le molestaba y mucho -¿Por qué Ángel no me lo conto?, si tanto intentaba protegerme ¿Por qué no me lo dijo en el momento? -Porque él sabía que si te lo contaba tu no le ibas a creer, Elizabeth estabas ciega con respecto a ese chico. -Pero si Ángel me lo decía yo le iba a creer- Elizabeth tomo aire- Él era al único al que escuchaba -¿De verdad?-Micaela entornó los ojos- Nos conocemos mucho y bastante amiga, y ambas sabemos que eso no es verdad -¡Tú no sabes!- dijo Elizabeth cada vez más exasperada -El hecho de que tú no escucharas a Ángel cuando te dijo que no podías casarte con él e hicieras lo que creías bien es una gran forma de demostrar que me acabas de mentir -¿Ángel te contó eso? La verdad es que no entiendo, parece ser que tu sabes más de Ángel que yo-sus ojos comenzaron a empañarse por las lágrimas- Creí que yo era su mejor amiga pero parece que me equivoqué ya que tu sabes más de él que yo

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17 Cartas de amor -¿Estas celosa?- pregunto extrañada Micaela con los ojos desorbitados, Elizabeth solo bajó la cabeza y no contestó-. No puedo creer que estés celosa -¿Y cómo no estarlo? El se refugió en ti cuando yo me fui, me reemplazo fácilmente. Tu sabes más cosas suyas que yo y la verdad me duele, tú fuiste la que por un año disfruto de sus abrazos y sus bromas que siempre me pertenecieron a mi- Elizabeth se levanto de su asiento y antes de irse dijo una última cosa- Claro que estoy celosa, porque la única que tenía que estar a su lado era yo… ni tu ni nadie más. Dicho esto se fue a toda prisa de aquella cafetería, mientras caminaba se secaba furiosamente las lágrimas que descendían por sus mejillas, se dirigió directo al parque ya que sabía que a esa hora no habría nadie por allí, y necesitaba tranquilidad para pensar. A medida que caminaba sentía que se iba tranquilizando y su mente se iba aclarando, ¿Por qué le había dicho todo eso a Micaela?, sus celos no tenían nada que ver con el hecho de que Ángel le contara muchas cosas a ella, bueno quizás un poco sí. Pero la verdad era que ella se había sentido celosa desde aquella frase que le había dicho su amiga , se los imaginaba los dos solos compartiendo un desayuno

254

17 Cartas de amor mientras ríen con complicidad, tal como ellos lo hacían antes de que se mudara, o quizás caminando tranquilamente por la calle cuando de repente a Ángel le agarraba un súbito ataque de ternura y la abrazaba con fuerza y le depositaba un suave beso en la mejilla. Se le revolvía el estómago con solo pensarlo, esos momentos le pertenecían a ella no a Micaela. -Nunca dejaron de pertenecerte- dijo la voz de Ángel que se encontraba caminando a su lado -Dejaron de pertenecerme en el mismo instante en el que decidiste regalarle esos momento a Micaela- dijo Elizabeth sin apartar su mirada del suelo -¿Por qué supones que te cambié por ella? -Porque así fue, ella se hizo tu mejor amiga cuando me fui, tú le contaste muchas cosas a ella que nunca se te cruzó por la mente contarme. -Ella no sabe ni la cuarta parte de lo que tú sabes de mí, yo solo le conté a ella sobre mi amor por ti, nada más que eso -¿Y lo de Fabián que tiene que ver con tu amor hacia mí? -No podía contártelo, o mejor dicho temía hacerlo -¿A que le tenías miedo?

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17 Cartas de amor -A que te enojaras conmigo por decírtelo, a que no me creyeras y principalmente a que te alejaras de mí pensando que yo solo quería separarte de él -Tú siempre quisiste separarme de mis novios- dijo Elizabeth en un susurro -No Liz, yo quería separarte de la infelicidad, sabía que esas personas no lograrían hacerte feliz nunca Tras un largo silencio Elizabeth contestó- ¿Y tu si? -Eso te lo tienes que contestar tu angelito- dijo Ángel con una sonrisa de costado- Bueno, me tengo que ir amor mío ya estuve demasiado tiempo aquí, espero que logres responder todas esas preguntas- le depositó un suave beso en la mejilla y dijo- Termina las cartas, te amo Elizabeth miró a su alrededor y Ángel ya no estaba allí, se sentó en un banco que se encontraba cerca, de su bolso extrajo el decimosexto sobre y comenzó a leer. “Querida Liz: La tristeza comenzó a embargarme nuevamente ya que soy consciente de que solamente me queda ésta carta y una más por escribirte. Mi distracción y mi motivo por levantarme cada mañana terminarán y no sé qué sucederá luego.

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17 Cartas de amor Estas dos últimas cartas quizás no resulten tan largas como las otras, ya que es algo que sucedió hace tan poco tiempo que dudo que no lo tengas en tus recuerdos, lamento amor mío de que en está decimosexta carta no me notes tan animado como en las anteriores, pero es que no puedo ocultar la tristeza que embarga mi vida, esta maldita tristeza que me impide avanzar, que me impide hasta escribir el libro que tengo prometido. La tristeza es mi peor enemigo, me atormenta día y noche obligándome a enfrentarme en una batalla que ya no me interesa ganar. Tú sabes cómo luché contra esta maldita tristeza, batalla tras batalla ganando la mayoría de ellas, pero temo que en esta guerra no saldré victorioso. Ya no tengo deseos de seguir peleando, mis fuerzas me abandonaron el día en el que decidiste alejarte de esta ciudad. Alejarte de mi…” Las lágrimas volvieron a brotar por los ojos de Elizabeth, el desconsuelo de aquella carta comenzó a embargarla, claro que ella sabía por la tortura que Ángel pasó para ganarle a la tristeza, ella siempre estuvo allí, para ayudarlo a pelear, a levantarse cada vez que caía. Cuando se fue de su ciudad creyó que él ya se encontraba bien, nunca se imaginó que la tristeza una vez más haría su aparición en la vida de su amigo, y esta vez mucho peor que antes.

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17 Cartas de amor “… Intenté borrar de mi memoria aquel día en el que te acercaste a mí y me diste la peor noticia de todas, te mudabas. Recuerdo que me explicabas que ya no podías vivir aquí donde los recuerdos de Fabián te inundaban, donde te habías sentido humillada de la peor manera, y en parte entendía tu sentimiento pero odiaba el hecho de que te alejaras de mí. Tú siempre fuiste la única que le daba color a mi vida, antes de que aparecieras en mi camino la vida era de un color blanco y negro y ahora que te ibas temía que esa monotonía volviera, y no me equivoqué al respecto. La verdad es que te amo tanto que no me importó el hecho de quedarme solo sin la felicidad que tu sola presencia me otorgaba, siempre y cuando tú volvieras a sonreír como antes, antes de que Fabián te rompiera el corazón. Tu felicidad es lo único que siempre me importó y, si el irte lejos de esta ciudad, de mí, te hacía feliz yo no era quien para impedírtelo. Pero debo confesarte que en todo esto hay algo que me hirió profundamente, y fue el saber que te ibas porque creías que aquí ya no te quedaba nada, como si fuera que yo no era importante para ti…” Elizabeth cerró los ojos al recordar aquello, se acordaba cada palabra que le había dicho a Ángel aquel día, y se

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17 Cartas de amor arrepentía de cada una de ellas. Actuó sin pensar, solo llevada por el dolor del engaño y la humillación. … Ángel se encontraba en su habitación totalmente compenetrado en lo que estaba escribiendo, cuando Elizabeth irrumpió lentamente y se sentó al borde de la cama, éste al notar su presencia cerró la computadora portátil y le dirigió una sonrisa a Elizabeth. -¿Pasa algo?- preguntó su amigo -¿Por qué piensas eso? -Porque te conozco Liz-dijo suspirando- Cuando vienes y entras tímidamente a mi cuarto y te sientas lo más lejos posible es porque algo pasa, así que dime -Hay veces que odio que me conozcas tanto -Te conozco tanto como tú a mí, estamos en igualdad de condiciones- contestó con una sonrisa- Ven aquídijo extendiendo los brazos, sin dudarlo Elizabeth se refugió en ellos- Cuéntame que es lo que sucede angelito -Me voy de la ciudad Ángel se puso tenso al escuchar aquella frase, pasaron varios minutos y su amigo seguía sin contestar, Elizabeth ya estaba empezando a preocuparse.

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17 Cartas de amor -¿Ángel?- preguntó -¿Si? -¿No piensas decir nada al respecto? -Me voy al baño Y dicho eso se levantó y se dirigió directo al cuarto de baño sin siquiera mirar atrás, a Elizabeth todo aquello se le antojó raro, esperaba que su amigo dijera algo al respecto, incluso esperaba que se pusiera a gritar o algo así. Esa no era una actitud que ella haya previsto de Ángel. Al ver qué pasaba el tiempo y él no volvía Elizabeth se levantó de la cama de su amigo y se dirigió a preparar un café, porque sabía que Ángel explotaría en cualquier momento. Al parecer no se equivocó con el pensamiento, porque al cabo de unos minutos sintió que la puerta del baño se abría y Ángel entraba rápidamente en la cocina. -No entiendo porque quieres irte- dijo por fin. Elizabeth sirvió el café en dos tazas, las puso sobre la mesa y se sentó en una de las sillas, miró a Ángel instando a que se siente, necesitaban estar tranquilos para hablar sobre aquello, ella quería que él la entendiera, necesitaba irse de ese lugar para olvidarse de todo lo malo que le pasó. -Tenemos que hablar- dijo finalmente Elizabeth

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17 Cartas de amor -Creo que deberíamos -Conseguí trabajo en otra ciudad, me pagan bien y es algo que ayudará enormemente a mi carrera… es una oportunidad que no debo desaprovechar -¿Olvidaste que te conozco bien Elizabeth?-dijo Ángel dirigiendo su mirada hacia ella- Sé que no es por lo del trabajo que decides irte, así que por favor dime la verdad -Realmente odio que me conozcas tanto ¿No puedo ocultarte nada?-contestó Elizabeth bajando la mirada -No, no puedes, se cuándo estas mintiendo-hizo una breve pausa- Mírame a los ojos y dime la verdad Elizabeth levantó la mirada y se topó con los hermosos ojos grises de su amigo, cada vez que lo miraba no podía evitar decirle la verdad, aquellos ojos ejercía un extraño poder sobre ella. Así que antes siquiera de pensar lo que estaba haciendo, le dijo -Necesito irme de aquí Ángel, no soporto seguir viviendo en esta ciudad llena de recuerdos, de testigos de mi humillación y de mi tristeza -¿Te vas por Fabián?- preguntó incrédulo -No es solo por él Ángel, sino por todo, en esta ciudad murieron mis padres de una manera terrible, no víctimas de una enfermedad mortal o un accidente,

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17 Cartas de amor sino de sus propias manos, me abandonaron sabiendo que lo hacían, todavía no logro perdonarlos por ello.Sus ojos comenzaron a empañarse producto de las lágrimas-. Pienso que si me alejo de aquí mi corazón pueda sanar de una vez por todas. Y con respecto a Fabián también me voy por él porque él fue el que terminó por destruir mi corazón, me regaló esta inseguridad como mujer, este temor por iniciar algún tipo de relación con un hombre, debo alejarme de aquí porque cada esquina me recuerda la humillación que viví. Comenzó a llorar desconsoladamente, Ángel se acercó de inmediato y comenzó a secarle las lágrimas, depositó un brazo sobre su hombro y la estrechó contra sí mismo, esperando a que se calmara para poder continuar, aún tenía una pregunta importante que hacerle. Cuando Elizabeth se calmó Ángel se alejó un poco pero sin quitar el brazo que se encontraba en su hombro. El la miró a los ojos y le preguntó -¿No existe ningún motivo que te impida irte? -No Ángel, aquí ya no me queda nada Él cerró los ojos tratando de procesar lo que Elizabeth acababa de decirle, suspiró e imprimiendo una falsa sonrisa en su rostro le dijo -Está bien, si es lo que necesitas para ser feliz hazlo.

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17 Cartas de amor Elizabeth lo abrazó con fuerzas, nuevamente su amigo la entendía, necesitaba de su apoyo para arriesgarse a emprender ese nuevo viaje en su vida, completamente sola, tal como se venía sintiendo desde que todo había terminado con Fabián. Mientras la abrazaba Ángel intentaba no llorar, quería esconder sus lágrimas, pero su esfuerzo no dio frutos ya que una lágrima comenzaba a descender por su mejilla. “…Creíste que aquí ya no tenías nada, cuando yo siempre estuve frente a ti y nunca lo notaste, creo que fue en ese momento en el que me resigné a que lo nuestro jamás podría ser, ya que tú nunca sentiste nada por mí, más allá de un simple cariño de amigos. Debía dejarte ir, dejarte formar una nueva vida de la que yo no iba a ser partícipe, siempre creí que tu felicidad se encontraba a mi lado, pero quizás me había equivocado y tu felicidad se encontraba lejos de mí. Tú te ibas a ir al cabo de dos meses, luego de año nuevo, el 1° de enero iba a comenzar un nuevo año de felicidad para ti, y un nuevo año lleno de tristeza para mí, pero no te lo demostré. Intenté que me vieras feliz por ti, por tu partida, cuando en realidad me estaba muriendo por dentro. Todas las noches el insomnio hacía su presencia, no podía dormir pensando en los pocos días que me

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17 Cartas de amor quedaban a tu lado, en que ya no volvería a ver esos ojos azules como el mar, en que ya no desayunaría con la compañía de tu sonrisa adormilada, ya no escucharía tu canto desafinado en la ducha ni tu emoción cuando salías a divertirte. Tú le dabas ese toque de diversión y alegría a mi vida, creo que nunca fui tan consciente de lo indispensable que eras para mí hasta que te vi partir, aquel 1° de enero. Te acompañe al aeropuerto dos horas antes para despedirme de ti, ya en esas horas antes de tu partida te extrañaba con locura. Tenía ganas de gritarte que no te fueras, que te quedaras conmigo, que me eligieras para hacerte feliz, pero como ya era costumbre en mí, calle esos sentimientos que hasta el día de hoy me carcomen lentamente. Sintiéndome muerto por dentro, pero con una falsa sonrisa en mis labios te vi subir a ese avión que te alejaba de esta ciudad, de tu pasado, de mí. Cuando llegué a casa la soledad me embargó, tu olor permanecía en el ambiente, aún creía oír el eco de tu risa en las paredes. Si ya se, todo esto era muy melodramático, tu no habías muerto, pero si una gran parte de mí. Había entrado a tu habitación ya vacía por completo, salvo por aquella cama sin sabanas, me recosté allí e hice lo que me prometí que nunca volvería a hacer desde aquella vez que ese infeliz me violó.

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17 Cartas de amor Lloré, lloré desconsoladamente, como un pequeño al que acababan de quitar un dulce. Llore por ser un cobarde y no decirte todo lo que sentía por ti, lloré por haberte dejado ir, lloré por el futuro que me esperaba sin tu compañía, lloré porque mi vida ya no tenía sentido sin ti a mi lado. Te Ama…Tu Ángel” Elizabeth comenzó a llorar, como si alguien hubiese abierto un grifo que hacía desprender un torrente de lágrimas de sus ojos. Fue el pensamiento que cruzó por la cabeza de Elizabeth mientras se derrumbaba en el banco de aquel parque desierto.

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17 Cartas de amor

Carta número 17 Elizabeth continuaba en aquel banco, sollozando secándose las últimas lágrimas que salían de sus ojos, ella también había sufrido enormemente al subir a aquel avión, alejándose de la única persona que de verdad la quería, pero realmente en ese momento necesitaba alejarse de todo para encontrarse a sí misma, para superar todo aquel dolor que venía acumulando hace tantos años. Lo que Elizabeth no había tenido previsto era el hecho de que extrañaría tanto a Ángel, hasta llegar al punto de recordar todas las noches todo lo que vivieron para lograr dormir tranquila, para intentar tenerlo un poco más cerca. Ella se había escapado de aquella ciudad con la necesidad de encontrar la felicidad y la calma que tanto necesitaba pero que hasta ese momento no había encontrado. Los fantasmas del pasado la seguían atormentando, no había día que no recordara la muerte de su madre, de su padre o la humillación vivida, solo en los pequeños instantes en los que hablaba por teléfono con Ángel o se comunicaba por medio de una video llamada era

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17 Cartas de amor cuando Elizabeth se encontraba en paz, se relajaba y se permitía ser ella misma. Ángel de verdad se había hecho indispensable en su vida, tanto que no podía pasar un solo día sin hablar por teléfono o por chat con él. ¿Cómo había pasado por alto aquella necesidad que sentía por Ángel?, ¿Por qué se había empeñado tanto por mantenerlo solo como amigo?, ¿Por qué se había alejado de él?; ¿Por qué no había descubierto antes sus sentimientos? Eran las preguntas que rondaban por la cabeza de Elizabeth, ahora tenía la cabeza más clara y los sentimientos en orden, pero el problema era que no sabía qué hacer al respecto. El sonido del celular la distrajo de sus pensamientos, al observar la pantalla comprobó que era una de sus pacientes más jóvenes, de unos 17 años. Tratando de tranquilizarse y que no se le notara en la voz que estuvo llorando atendió. -Hola Melisa -Licenciada Bennett qué bueno que la encuentro, ¿Está ocupada? -Claro que no Melisa, ¿Qué necesitabas?-contestó Elizabeth conteniendo las ganas de decirle que quería estar sola, su paciente la necesitaba y ella tenía que dejar de lado lo que le pasaba para poder ayudarla.

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17 Cartas de amor -¿Recuerda a Federico? Claro que lo recordaba, Federico era el mejor amigo de la infancia de Melisa, ella venía de una familia muy complicada, su padre la había abandonado cuando ella tenía 13 años y desde ese día su madre se había vuelto alcohólica, no le importaba ni su hija ni nada, solo su dolor que lo ahogaba en litros y litros de alcohol. Melisa era hija única, por lo tanto no tenía con quien compartir sus problemas, salvo por Federico, su mejor amigo desde que tenían 5 años, él la apoyaba en todo, la escuchaba cuando lo necesitaba y siempre la ayudaba en todo, era su roca, aquella tabla que la mantenía a flote. Por alguna razón esa historia le recordaba mucho a su amistad con Ángel. -Claro que lo recuerdo, ¿pasó algo con él? -Sí, hace unos días me confesó que estaba enamorado de mí. Elizabeth quedó congelada ante aquello, esa historia le recordaba cada vez más a Ángel y ella. -¿Y tú que le dijiste? -Que yo no sentía lo mismo por él -¿Y eso es verdad?- preguntó Elizabeth, presintiendo cual iba a ser la respuesta, se produjo un silencio

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17 Cartas de amor prolongado al otro lado de la línea- ¿Melisa?- dijo instándola a que contestara. -Si…- contestó Melisa titubeando -¿Segura? -Claro, ¿Por qué no habría de estarlo?- preguntó molesta -Porque si estuvieras tan segura como me dices no me habrías llamado para hablar sobre el tema Se produjo otro largo silencio, Elizabeth podía notar cómo le costaba confesar aquello a su paciente, así que no dijo nada y esperó hasta que ella volviera a hablar. -El es mi mejor amigo, el único que siempre estuvo ahí para mí, no creo poder verlo de otra forma. -A ver, te lo pregunto de una manera diferente, ¿Qué es lo que sientes por él? -Yo lo quiero mucho, cuando estoy con él todos mis problemas desaparecen, sabe cómo hacerme reír, sabe como abrazarme cuando estoy triste-Se produjo otro pequeño silencio- La verdad es que sus abrazos son los únicos que siempre me tranquilizan. -¿Y eso que significa Melisa? -¿Que quizás no lo veo solo como amigo?

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17 Cartas de amor -¿Me lo estas preguntando o me lo estás afirmando?, Melisa solo tú sabes lo que pasa por tu corazón, intenta acceder allí y dime que te dice. -Que quizás estoy enamorada de él- dijo tan despacio que a Elizabeth le costó entender que le decía- ¿Qué hago entonces? El se enojó conmigo cuando le dije que no sentía lo mismo por él, temo que no vuelva a hablarme, no soporto la idea de perderlo. Elizabeth cerró los ojos al escuchar lo que su paciente le dijo, era exactamente como sentía ella en aquel momento, pero en este caso Melisa tenía la oportunidad de recuperarlo, de decirle lo que sentía, así que en ese momento salió de su papel de psicóloga y le dijo. -Lo que debes hacer es ir a buscarlo en donde sea que esté y confesarle todo lo que sientes por él, no te quedes ahí sentada con los brazos cruzados viendo pasar a la felicidad, la verdad es que es muy difícil encontrar esa clase de amor, no te des el lujo de perderlo Melisa. -Gracias licenciada, haré eso, no voy a perder a Federico-contestó una entusiasmada Melisa -Mucha suerte en eso, cuéntame todo después. -Claro que lo haré… De nuevo gracias

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17 Cartas de amor Y dicho eso Melisa colgó, Elizabeth quedó allí sentada mirando hacia la nada, pensando en lo que acababa de decirle a su paciente. Deseaba tener la misma oportunidad que ella, pero ya era tarde. Se levantó de aquel banco y con una nueva determinación se fue de allí … Una hora después se encontraba frente a la tumba de Ángel que todavía se encontraba rodeada de flores de aquellos seres queridos que lo iban a extrañar profundamente, pero no tanto como ella. De su bolso sacó la decimoséptima carta, la desplegó y antes de comenzar a leer dijo. -Quiero que esta última carta la leamos los dos juntos “Querida Liz: Antes de comenzar con esta última carta quiero dejarte la letra de esta canción de Ricardo Arjona que explica palabra por palabra como me siento en este momento. ‘El problema no fue hallarte, el problema es olvidarte. El problema no es tu ausencia, el problema es que te espero. El problema no es problema, el problema es que me duele.

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17 Cartas de amor El problema no es que mientas, el problema es que te creo. El problema no es juegues, el problema es que es conmigo. Si me gustaste por ser libre, quien soy yo para cambiarte. Si me quedé queriendo solo, cómo hacer para obligarte. El problema no es quererte, es que tú no sientas lo mismo. Y cómo deshacerme de ti si no te tengo, cómo alejarme de ti si estás tan lejos, cómo encontrarle una pestaña a lo que nunca tuvo ojos, cómo encontrarle plataformas a los que siempre fue un barranco, cómo encontrar en la alacena los besos que no me diste. Como deshacerme de ti si no te tengo, cómo alejarme de ti si estás tan lejos Es que el problema no es cambiarte. El problema es que no quiero. El problema no es que duela,

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17 Cartas de amor el problema es que me gusta. El problema no es el daño, el problema son las huellas. El problema no es lo que haces, el problema es que lo olvido. El problema no es que digas, el problema es lo que callas Y cómo deshacerme de ti si no te tengo, cómo alejarme de ti si estás tan lejos. El problema no fue hallarte, el problema es olvidarte, el problema no es que mientas, el problema es que te creo el problema no es cambiarte el problema es que no quiero. El problema no es quererte es que no sientas los mismo el problema no es que juegues El problema es que es conmigo.’10 Estoy aquí sentado, en una noche lluviosa, con una copa de vino en una mano y en mi equipo de música repitiendo una y otra vez esta canción. No puedo creer

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Canción “El problema”. Autor Ricardo Arjona, álbum “Santo pecado”.

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17 Cartas de amor haber llegado al final de esta confesión sin haberme arrepentido en ningún momento. Sé que con cada palabra, con el pasar de cada carta me encuentro cada vez más cerca de que tu descubras la verdad, aquella verdad que hace 17 años que vengo callando. Te voy a admitir que estoy muy temeroso ante tu reacción a esto, pero ni ese miedo logra hacerme retroceder en mi determinación. Ya no me queda mucho por decirte amor mío, mi corazón se encuentra plasmado en estas 17 cartas, todo mi amor por ti lo confesé por escrito, aunque no existen palabras para expresar todo lo que siento hacia ti mi angelito. Es un sentimiento tan fuerte que ya no entra en mi corazón. Te amo, como nunca pude amar a nadie, tu eres mi vida, mi principio y mi final, eres todo lo que siempre busque y lo que necesite para ser feliz, eres la pieza faltante en el rompecabezas de mi vida, eres el aire que necesito para respirar y el sol que me caliente los días de mucho frio. Eres eso y mucho mas mi Elizabeth. Si sonrío es gracias a ti, si escribo es por ti, si estoy aquí escuchando sin cesar una canción de tu cantante favorito es por ti. Todo lo que hago, todo lo que digo y todo lo que pienso es por ti, por nadie más. Vivo por esas llamadas telefónicas antes de dormir, vivo por

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17 Cartas de amor escuchar tu risa desde el otro lado de la línea, por esos iconos estúpidos que son hermosos solo porque tú los envías, vivo por verte a través de esa pequeña pantalla de mi computador. Vivo en este mundo que se me antoja absurdo solo porque tu habitas en el mi principessa. Estoy aquí sentado frente a la ventana de mi habitación, con la lluvia por testigo, escribiendo esta última carta que puede tener dos finales, por un lado el descubrir que tú sientes lo mismo por mi otorgándome la felicidad que tanto anhelo y por el otro lado enfrentarme a tu rechazo, te diría que aceptaría vivir en este mundo solo con tu amistad, pero te estaría mintiendo descaradamente, no puedo vivir sin ti amor mío, no puedo aceptar una simple amistad cuando mi corazón pide más que eso. Te amo y acepto cualquier decisión tuya. Y en base a eso espero que aceptes la decisión que yo tome a partir de eso. Si me rechazas no quiero que te sientas culpable, el corazón simplemente decide, como el mío decidió amarte desde aquella vez que te vio entrar en aquel salón cuando solo tenía 10 años y no sabía lo que la palabra amor significaba. Tú me devolviste mis ganas de vivir, me diste una felicidad que había creído perdida, mi vida cambió por completo el día en el que

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17 Cartas de amor me abrazaste por primera vez cuando yo no toleraba el contacto. Gracias a ti soy quien soy. Tú fuiste aquella estrella que brillo en aquel cielo oscuro que era mi realidad, y por eso decidí regalarte una de ellas, dentro de este sobre encontraras un certificado en el que queda constancia que una de esas estrellas que brillan en el firmamento te pertenece amor mío…” Elizabeth, con manos temblorosas sacó aquel papel que se encontraba dentro del sobre, efectivamente era un certificado constatando que en aquel cielo había una estrella con su nombre, nuevas lágrimas comenzaron a descender, y antes de que el llanto volviera con todas sus fuerzas continúo leyendo. “… Quiero que esto quede como prueba de lo profundo que es mi amor por ti, quisiera regalarte el universo por completo, no solo una estrella, porque tú te mereces más, mucho más mi angelito. Solo me queda por decir que espero que estas cartas te aclaren todo y que no me odies por no haberte confesado nunca antes todo esto. Te amo mi angelito, mi principessa, mi vida, mi todo. ÁNGEL.” Elizabeth cayó de rodillas sobre la tumba de Ángel, de aquella persona que por tanto tiempo lo considero solo

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17 Cartas de amor como un amigo, pero que ahora significaba mucho más. Con la cabeza mirando el suelo y las manos arañando el césped, el llanto comenzó a hacer nuevamente su aparición y entre sollozos susurró -Yo también te amo mi Ángel.

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Epílogo Elizabeth se encontraba derribada sobre la tumba de Ángel llorando sin parar, ahora que había descubierto sus sentimientos no sabía qué hacer con aquel dolor que sentía, si su corazón ya estaba roto ante el pensamiento de haber perdido a su mejor amigo, ahora se encontraba destrozado al darse cuenta que había perdido al hombre de su vida. ¿Qué iba a hacer ahora?, sentía como que el mundo se desplomaba bajo sus pies. Ángel le había dicho que terminara de leer las cartas, y así lo hizo, le dijo que al descubrir la respuesta algo iba a ocurrir, ¿pero qué? No sabía que sucedería a continuación si es que algo sucedía. Seguía sollozando en el césped cuando sintió que su teléfono vibraba en su bolsillo, no tenía ganas de hablar con nadie, pero aun así se secó las lágrimas y sacó su celular. En la pantalla se veía que quien la llamaba era Micaela, pensó Elizabeth, inspiró todo el aire que pudo y contestó -Hola Micaela- dijo con la voz quebrada

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17 Cartas de amor -Elizabeth, ¿estás bien? No supe de ti desde que te fuiste de improviso en el desayuno y ya pasan de las 8 de la noche -No estoy para nada bien Micaela-contestó sollozando Elizabeth -¿Qué sucedió? -Que por fin me di cuenta que amo a Ángel con toda mi alma, que la verdad es que siempre lo hice,-tragó saliva-, y que no puedo hacer nada para recuperarlo. Micaela no se encontraba sorprendida, supo desde el momento del ataque de celos de Elizabeth que solo le faltaría leer la última carta para descubrir el sentimiento que tenía guardado desde hace 17 años, cuando entro en aquel salón de clases temerosa por lo que se iba a enfrentar, pero tranquilizándose en el momento que sus ojos encontraron los de Ángel, los de su alma gemela. Sonrió para sus adentros, porque ahora si podría terminar su parte del trabajo. -¿Dónde estás?- preguntó Micaela -En… en el cementerio, frente a la tumba de Ángelcontestó sin detener el llanto -¡Perfecto!

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17 Cartas de amor -¿Cómo perfecto?-dijo Elizabeth secándose las lágrimas- ¿No escuchaste? Estoy frente a la tumba de Ángel, mi Ángel -Mira Elizabeth, quiero que me prestes atención-dijo Micaela -Bueno-contestó Elizabeth sin entender nada -Quiero que te arrodilles frente a la lápida, digas en voz alta todo lo que sientes por Ángel, cuando termines cierra un momento los ojos -¿Para qué? -Tú solo haz lo que te digo, saca de tu corazón todos tus sentimientos y cierra los ojos, es lo único que puedo decirte. Solo confía en mí -Está bien, confiaré en ti -Gracias, adiós Elizabeth, te quiero mucho amiga y me encantó ayudarte Micaela colgó sin darle la oportunidad a Elizabeth de contestarle. ¿Por qué se había despedido de aquella manera? La verdad es que no entendía nada, pero no quería analizarlo en ese momento, solo quería hacer lo que su amiga la dijo. Se arrodillo frente a la lápida, alzó una mano y comenzó a trazar con sus dedos las letras impresas en aquella lápida , cerró los ojos un momento visualizando a su amado Ángel frente suyo, con aquella sonrisa que tanto amaba y extrañaba, de pronto las palabras vinieron solas. Miró aquella fría lápida y comenzó a hablar. -Ángel, tu siempre fuiste mi mejor amigo, la persona que siempre estuvo allí para salvarme, del mundo, de mi misma. Tú te convertiste en mi única familia, en la única persona que necesitaba para ser feliz. Me ayudaste muchísimo sin pedir nada a cambio, tus abrazos eran lo único que me reconfortaban y tu sonrisa lo único que me alegraba el día-un sollozo se escapó de su garganta-. Siempre te dije que eras mi mejor amigo, sin darme cuenta que en realidad eras mi alma gemela, el ángel guardián que Dios me había enviado para salvarme del tormento que era mi vida. Antes de ti mi vida era un desastre, era un tormento que se reflejaba en los cortes de mis brazos, pero cuando apareciste todo se volvió perfecto, contigo sentía que todo iba a estar bien, a pesar de que el mundo se desmoronaba a mi alrededor, solo necesitaba de tus palabras o tu sonrisa para ser feliz, y nunca me había dado cuenta que eso era amor… de que te amaba más que a nadie en el mundo. Elizabeth comenzó a llorar sin poder continuar hablando, esperó unos cuantos minutos para que sus lágrimas cesaran de caer para continuar.

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17 Cartas de amor -Te amo desde el día en el que entre en ese salón de clases por primera vez, tú fuiste lo primero que mis ojos visualizaron, y con solo verte supe que te quería en mi vida, pero fui una estúpida al no darme cuenta de todo esto antes. Te rechacé sin siquiera escuchar lo que tenías para decirme, estaba tan ciega que no me di cuenta que el amor de mi vida se encontraba frente a mí, disfrazado de mi mejor amigo- nuevos sollozos la interrumpieron- Perdóname mi amor por no darme cuenta antes de todo esto, haría cualquier cosa por volver el tiempo atrás, para decirte en la cara que te amo con locura, que eres tú lo que necesito en mi vida, que mi felicidad está contigo y con nadie más. Desearía volver el tiempo atrás para darte todos aquellos besos que nos negué durante 17 años, para abrazarte y nunca más soltarte. Te amo Ángel. Dicho esto cerró los ojos un momento, tal como lo dijo Micaela, y al hacerlo sintió como si una brisa le acariciaba la mejilla dulcemente. Poco a poco fue abriendo los ojos y se sorprendió al ver que se encontraba en su consultorio, completamente sola, con la computadora prendida frente suyo. ¿Se había quedado dormida? ¿Acaso todo aquello no había sido más que un sueño?

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17 Cartas de amor Un sonido proveniente de su computadora le avisó que tenía un mensaje en el chat, dirigió su mirada hacia la pantalla y ahogó un grito al ver quien le había escrito ÁNGEL: Liz, ¿estas ahí? Sin pensar que hacía Elizabeth contestó ELIZABETH: Ángel, ¿de verdad eres tú? ÁNGEL: Claro que soy yo, ¿Quién más? Elizabeth no contestó, se encontraba en estado de shock, no podía creer que estuviera hablando con él, no podía creer que el continuara vivo. Al parecer todo había sido un sueño. ÁNGEL: ¿Te volviste a quedar dormida en tu consultorio angelito? ELIZABETH: Al parecer sí ÁNGEL: Tienes que tomarte un descanso, vas a terminar colapsando y no podrás ayudar a tus pacientes. ELIZABETH: Quizás tengas razón, será mejor que me vaya… te hablo cuando esté en casa ¿Si? ÁNGEL: Esta bien, espero tu llamada Elizabeth cerró sesión sin despedirse, debía ir rápidamente a su casa. Durante todo el trayecto no dejaba de revivir todo su sueño, había sido tan real que

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17 Cartas de amor le costaba creer que lo había soñado todo. Cuando llegó a su casa bajo del auto sin dejar de pensar en todo, pero se detuvo en seco al comprobar que frente a su puerta se encontraba aquel paquete. Sin demorar ni un solo segundo lo tomó, entro a su casa y lo abrió. Agarro el papel que se encontraba por encima de todos aquellos sobres y leyó lo que estaba escrito “Liz: Estas cartas te las escribí todos los días durante este último año, allí encontrarás plasmado todo lo que siento por ti. Esta es mi forma de confesarte todo lo que me vengo callando desde hace diecisiete años. Con cariño Ángel” Al parecer no había sido un sueño, Dios le estaba dando aquella oportunidad que le había pedido y no pensaba desaprovecharla. En lugar de llamarlo por teléfono como había hecho aquella vez, se dirigió al aeropuerto y se subió al primer avión que la llevaría hacia su ciudad, hacia el encuentro con el amor de su vida. Cuando llegó se dirigió directamente al departamento que había compartido con Ángel, y con las manos temblorosas producto de los nervios que sentía en aquel momento tocó el timbre. Espero unos segundos pensando si estaba haciendo bien, quizás se había equivocado al ir allí, pero cuando la puerta se abrió y al

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17 Cartas de amor ver aquellos ojos grises que siempre había amado, todas las dudas desaparecieron. -Elizabeth ¿Qué haces aquí? Ella no dijo nada, solo sonrió y se abalanzó a sus brazos, depositando sus labios en los de Ángel, este se encontraba confuso, pero no tardó mucho tiempo en corresponderle el beso con igual fervor. Elizabeth se alejó lo suficiente para poder decir algo, sin poder ocultar la sonrisa de su rostro, pero Ángel habló primero -No me contestaste, ¿Qué haces aquí angelito?- le volvió a preguntar acariciando suavemente su mejilla -Vine para decirte que yo también te amo mi Ángel, desde el primer día que te vi, te amo tanto que duele -¿De verdad?- preguntó con los ojos empañados por las lágrimas -Nunca fui tan sincera en toda mi vida -Esto debe ser un sueño, un hermoso sueño-dijo sin poder creer lo que ocurría -No es un sueño, nunca más será un sueño- contestó Elizabeth con una gran sonrisa en sus labios -Solo hay una forma de comprobarlo

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17 Cartas de amor Ángel se acercó lentamente y la besó dulcemente, demostrándole en aquel beso cuanto la amaba, ella le correspondió pegándose mas a él, colocando sus brazos alrededor del cuello de su amor. Cuando ya no les quedaba aire se separaron, Ángel pegó su frente a la de Elizabeth y en un susurro le dijo -Te prometo que te haré feliz. -Tu siempre me hiciste feliz mi amor Él cerró los ojos ante las palabras de Elizabeth, nunca había pensado que la escucharía diciendo eso, creía que lo estaba imaginado, pero al abrirlos se dio cuenta que todo era real, ella se encontraba allí a su lado, y sin poder reprimir la felicidad que sentía le dijo -Te amo angelito -Yo también te amo mi ángel guardián.

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