Agradecer, ayudar, acompañar a las familias

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Agradecer, ayudar, acompañar a las familias

Todo el tema de la maternidad y de la vida de familia con esos dulces
afectos que la iluminan debe de ser el manantial del que brota la
supervivencia presente y futura.
Winston Churchill.




En el marco de un reciente encuentro en Sant Cugat del Vallés, provincia de
Barcelona, y acogido por la Diócesis de Terrassa, conversamos con su
Obispo Josep Àngel Sáez Meneses y el Arzobispo de Santiago de Compostela
Monseñor Julián Barrio Barrio, invitado a ofrecer una ponència, sobre los
Nuevos modos para la nueva evangelización. El tema principal es la
evangelización desde la família cristiana.

Jordi Picazo- Churchill, que salvó Europa de una tragedia que podía haber
pasado, decía que "cuanto más de cerca seguimos el Sermón de la Montaña,
más posibilidades de éxito tenemos en cualquier empresa que llevemos a
cabo". Y también "Es en la familia donde las principales virtudes nacen,
crecen, se refuerzan y se transmiten". En el pasado sínodo se habló de
cosas muy relevantes pero tenemos a veces la impresión de que no se abundó
en otras que son de suma importancia: y son el hecho que la inmensa mayoría
de las familias cristianas están cada día luchando, de la mañana a la
noche, para sacar adelante a sus hijos, como esperanza de la iglesia,
siendo la familia Iglesia Doméstica; y saltan al agua como Pedro: saltan al
agua porque viven al día. O de la vida de los separados que luchan por
vivir el evangelio; separados que tendrán sus debilidades pero que no se
han casado porque no tienen una nulidad. Otros que sí se han casado porque
no han podido esperar, pero están deseosos de tener la nulidad y no piensan
ni acercarse a la comunión sacramental sacrílegamente. Separados que están
abocados en su mayoría, en el caso de los varones, a la pobreza.

Monseñor Julián Barrio B- Efectivamente, y yo suelo decir que a la
familia nunca le agradeceremos suficientemente lo que hace y lo que
seguirá haciendo por cada uno de nosotros y nunca debemos dejar de
acompañar a las familias en la medida en que podamos. Yo creo que no
debemos descuidar el sentir la necesidad que tenemos de estar junto a
ellas. La familia hoy, en las diversas circunstancias de la vida, tiene
en nuestra sociedad muchas connotaciones diferentes. Las familias están
trabajando, yo suelo decir, del amanecer hasta el atardecer, sacando
adelante a los hijos, y hay que agradecerles esa dedicación. Pero ahí
también tiene que hacerse presente la Administración con esa ayuda que
debe de prestar a las familias. Porque lo que sí es cierto es que no
solo de pan vive el hombre. Muchas familias han llegado a este deterioro
que tenemos que lamentar porque quizás se han visto presionadas por una
situación social que no las ha reconocido tal como debieran haberlo
hecho.


En primer lugar, pastoralmente lo que nos toca a nosotros es estar muy
cerca de ellas, acompañarlas con ese acompañamiento preocupado: y ello
para evitarles en aquello que podamos el sufrimiento inútil; porque si
realmente perdemos la referencia familiar podemos decir que estamos
perdiendo una de las bases fundamentales en la nueva evangelización.


¡Que podemos hacer más! Yo creo que siempre se puede hacer más. Y
volviendo al capítulo de las ayudas quiero hacer una llamada a nuestras
Administraciones políticas a que efectivamente comparezcan, acompañen y
ayuden a las familias en un ámbito distinto al que en la Iglesia tenemos
que hacer; pero hay un aspecto que es el económico, que son las ayudas,
con las cuales hoy la familia se siente muy desprotegida.


¿Que hay conexión entre el deterioro de la familia y esa carencia de
ayudas? Yo creo que en buena parte sí. Y por eso desde la Iglesia, desde
nuestra actividad pastoral, tendremos también que estar siempre muy
cerca, salir al encuentro de ellas, de sus necesidades reales, de las
situaciones concretas, para que desde la comprensión nosotros podamos
también llegar a ayudarles a lograr su propio cometido.


JP- A mi modo de ver quedó patente en el Sínodo extraordinario sobre la
Familia la división en el seno de la Iglesia. Muchos lo han negado, pero
otros lo dan como evidente, en Europa y en América, sobretodo América del
Norte. Sin embargo, no me parece que sea distinta a la división silenciosa
que dominaba hasta este momento. El Papa Francisco es una persona de
pensamiento profundo, y ha hecho algo que hay que hacer: no es más que
pedir a los obispos que se expresen con libertad. Porque si la gente se
corta, seguirá pensando lo mismo pero nadie sabrá qué es lo que piensa. Aún
así, el circo mediático que se ha desatado entorno al acontecimiento ha
sido exagerado, pero algo debe de reflejar lo que en el Sínodo se ha
vivido. ¿Cómo podemos digerir esta división, que hace sufrir mucho a los
católicos?

JBB- Pienso que habría que recordar aquello de San Agustín de In
necessariis unitas, in dubiis libertas, in omnibus caritas, es decir en
lo necesario Unidad, en lo opinable Libertad, y en todo Caridad. Tengo
la impresión de que el Papa Francisco un poco quiere interpretar la
realidad concreta que nosotros estamos viviendo. Yo suelo decir "que
nadie se quede sin preguntar", sin hacer la pregunta que realmente
entienda que debe hacer. Después la respuesta, a lo peor, no es aquella
que uno esperaba; pero en todo caso siempre tenemos que actuar y afrontar
la realidad concreta que hoy estamos viviendo con unidad eclesial: lo
tenemos que hacer con una gran Esperanza, con una gran Confianza en el
Señor y sabiendo que la referencia que nosotros hemos de tener es esta
esperanza y es esta confianza; son estas virtudes la clave con la que
tenemos que interpretar la sinfonía de la realidad concreta que nos toca
vivir.
Monseñor Sáez-Meneses- A mí, hay un frase del evangelio que siempre me ha
calado muy hondo, en el discurso de despedida de Jesús: "Padre, que todos
sean uno como Tú y Yo somos uno, y el mundo crea". En esa expresión Jesús
pone la unidad como condición para ser creíbles. Muy serio y muy
profundo. Es condición "sine qua non" para el trabajo pastoral en nuestra
labor evangelizadora, y por lo tanto un elemento esencial en nuestra
comunión eclesial.

Ahora bien, unidad no significa uniformidad. Puede haber una diversidad
complementaria y una unidad llena de diversidad de carismas, como los
dones del Espíritu Santo:, enriquecimiento y complementariedad. En la
Iglesia hay dos principios que son fundamentales a lo largo de la
historia. Uno es el principio de la fidelidad al evangelio; y también es
natural que los obispos se reúnan y dialoguen en el sínodo y se expresen
libremente y resuelvan las diferencias como hacían los apóstoles en la
primera comunidad cristiana, con diálogo y con oración, invocando al
Espíritu Santo para que les dé luz y les muestra el camino y luego la
decisión para seguir adelante. Aunque no se pueden cambiar las cosas que
son fundamentales en nuestra fe.


JP- A nivel universal hay un sentimiento claro entre los católicos que se
están bombardeando las bases de la doctrina de Jesucristo, como son entre
otras la castidad dentro y fuera del matrimonio, la contracepción, la
indisolubilidad del matrimonio y otros aspectos. En algunas parroquias la
labor pastoral se caracteriza por negar toda directriz que suene a
pragmatismo, aduciendo un "bueno, no pasa nada, ya cambiaran las cosas". Es
lo que se está llamando la tiranía del "buenismo". Por ejemplo en el caso
de la doctrina sobre la moralidad del uso de los anticonceptivos en el
matrimonio; o de casarse en unión civil en segundas nupcias, se
malinterpreta el verdadero sentido de la ley de la gradualidad, a veces a
posta, y se aparca la aplicación de la doctrina. También se desprestigia el
sacramento de la Confesión, no se procura la preparación para el
matrimonio, y no se enseña los niños de Primera Comunión el valor de la
confesión sacramental. Se me antoja que la formación, que siempre ha sido
de gran importancia, no solamente sigue siéndolo, sino que ahora es un tema
candente.

SM- Hay como un trípode, que era el clásico en la Acción Católica y de
cualquier realidad de Iglesia y que es de sentido común: la oración y
sacramentos; la formación y la acción, y el compromiso para cambiar el
mundo y conformarlo a la voluntad de Dios. La formación es muy
importante; muy importante. Y es muy importante porque nos ayuda a dar
razón de nuestra Fe y Esperanza; Razón y Fe no son incompatibles, son
complementarias, decía el papa Benedicto XVI en Fides et Ratio; son como
las dos alas del conocimiento que nos ayudan a acercarnos a la verdad y a
Dios. Por eso no somos fundamentalistas que tienen mucha fe pero rechazan
la razón, rechazan el estudio. Y hoy hay muchas lagunas en la formación,
sobre todo yo diría en eclesiología, la realidad de la Iglesia.


JP- ¿Cómo se puede fomentar la implantación de la formación en la
parroquia, cuando ya para empezar la misma catequesis se reduce solamente
en muchos casos a los niños que asisten a ella en los colegios católicos
situados en el territorio de la parroquia, pero la parroquia ya no atrae a
las familias?

SM- Eso es para mí una de las mayores preocupaciones e inquietudes, y en
el plan pastoral de la diócesis lo hemos establecido como objetivo: la
creación de un movimiento diocesano de niños, es decir que en todos los
niños y niñas que llegan a la comunión hay que cuidar especialmente la
continuidad. En las parroquias donde hay catequesis de poscomunión o
movimientos infantiles de iglesia pueden estos medios tradicionales muy
bien ser el modo de implementar un movimiento diocesano de niños con el
que podamos ofrecer a las familias un instrumento de formación.


Y es que esto lo experimenté personalmente con los padres cuando estaba
en parroquias: de hecho allí creamos un esplai cristiano que cumple ahora
20 años justamente. Y es muy sencillo el tema, y ello es que a los
padres les interesa: los niños tienen 8 o 9 años, y hacen la primera
comunión; son preciosos, son obedientes, son dóciles, lo explican todo a
los padres; no hay ningún problema con ellos. Pero en 3 o 4 años, cuando
lleguen a la preadolescencia, los niños se distancian de los padres,
necesitan la realidad del grupo de amigos y en el grupo el líder es el
que marca la tendencia; y si el líder es deportista o es discotequero o
fuma porros o es estudioso, o es cristiano, marca mucho la diferencia.


Yo les decía a los padres: rogad a Dios que dentro de 4 años vuestros
hijos estén en un ambiente cristiano, en un ambiente sano. La parroquia
les ofrece un ambiente sano y cristiano, que les enseña a ser buenos
hijos, buenos ciudadanos y buenos cristianos también. Yo creo que a los
padres, aunque fuera por egoísmo, les interesa, porque luego llega ya un
momento en que se les escapa y es un sufrimiento para un padre y una
madre de un joven cuando no sabe en qué compañías está, en qué ambiente.
Por lo tanto en ese sentido estamos trabajando mucho, y estamos haciendo
encuentros con la Catequesis de Primera Comunión para lograr que luego
continúen, y personalmente en todas las parroquias por donde paso hablo
con los catequistas y con los párrocos y les digo que hay que empezar;
por donde sea: aunque continúe solamente un grupo, porque una vez
comenzado eso es fácil, y yo no pierdo la esperanza.


JP- Me gustaría que hablaran sobre las presiones que recibe el Papa por
parte de individuos, o grupos que son a su vez son presionados por el lobby
LGBT y otros, que quieren un relajamiento de la moral para aceptar
cualquier postura, así como los que pretenden cosas incluso más graves,
como minimizar la figura del presbítero y relegar la importancia de los
sacramentos.

JBB- Creo que el Papa lo que está tratando de hacer es tender puentes de
forma que podamos tener esa comunicación, ese diálogo con personas que
viven al margen de los valores de la Iglesia, o con personas en las que
la vivencia de esos valores ha venido a menos, como se suele decir.
Lo que no es de recibo a mi modo de ver es que se esté tratando de
bombardear los pilares de esos puentes que quiere tender el Papa para que
efectivamente pueda haber esa comunicación. Muy al contrario, es en ese
diálogo fluido en el cual se pondrá de relieve la permanencia de unos
valores que debemos seguir manteniendo a la hora de fortalecer lo que es
la condición de la persona humana, y en este caso de la familia; creo que
tenemos que hacer todo lo que sea posible y esté en nuestras manos por
conducir la realidad de la familia de forma que esa realidad responda al
plan y a la visión de Dios.


Pienso que en esto todo esfuerzo será poco y que será siempre necesaria
toda colaboración para recuperar los valores que nunca debió perder la
familia. Hoy más que nunca necesitamos una familia con esos valores y
que realmente sea un signo claro de lo que es una antropología del hombre
y la misión que el Señor ha encomendado a la familia.


SM- Personalmente creo que todo se reduce a pocas cosas: a los
sacramentos y a vivir una serie de virtudes. En muchos casos la vida
cristiana es heroica: requiere heroísmo vivir en la sociedad de hoy los
valores del evangelio. Hace 60 años tal vez la sociedad acompañaba con
una serie de valores que tenía asumidos.

Hay que fijarse mucho en el punto de partida. La vida cristiana, y esto
hace ya muchos años que lo leí en un libro de Romano Guardini, "La
Esencia del Cristianismo", que luego he visto reflejado en el papa
Benedicto XVI; la vida cristiana, decía, comienza si nosotros conocemos
la doctrina, conocemos los mandamientos, y no los percibimos como unos
condicionantes externos a mi libertad que me impiden ser feliz, que me
impiden gozar de la vida, que impiden desarrollarme; la vida cristiana
arranca de un encuentro con Cristo, que cambia vida, que cambia el
corazón, que todo lo hace nuevo. El dinamismo de esa vida nueva lleva a
vivir un camino. Los mandamientos no son carga pesada que limita la
libertad, al contrario, lo que hacen es facilitar el camino para evitarme
caer en precipicios o perderme.


Una persona que tiene esa experiencia de vida nueva en Cristo que le ha
renovado, que le ha convertido, que le ha cambiado, agradece los
mandamientos, porque le facilitan esa vida nueva: para no ser
desgraciado, para no perderse, para no despeñarse. Ahora bien, si la
persona no tiene esa experiencia de encuentro con Cristo, la moral será
una carga pesada.

Una persona joven o adulta, que nos toca vivir contra corriente, avanzar
por la vida, pensando una cosa, que en nuestra vida cristiana estamos
llamados a la santidad, que somos pecadores llamados a la santidad, debe
rechazar el buenismo de decir "somos buenas personas, vamos haciendo";
no: somos pecadores pero estamos llamados a la santidad, con la gracia de
Dios y por la Gracia de Dios. Entonces a una persona, con sus únicas
fuerzas, le es imposible esa tarea: la fuerza la recibe y se nutre con la
eucaristía sobre todo, y la Gracia para ir superando las dificultades.
Sin la eucaristía, sin la confesión, sin la gracia de Dios y la oración,
es imposible vivir en cristiano o vivir la experiencia de la comunidad
cristiana; y no en solitario, sino en familia, en iglesia. No solo
estamos llamados a resistir como podamos, sino a la santidad.
JP- En el contexto de la biología se habla de que un ser vivo se reproduce
normalmente cuando las condiciones de estresantes ambientales son buenas;
trasladado al ámbito familiar, procede estudiar cómo superar y eliminar o
manejar los estresantes socioeconómicos de las familias. Muchos
cristianos, jóvenes o menos jóvenes, no pueden casarse porque no podrían
mantenerse como pareja abandonando el piso compartido con los padres o con
otras personas. O se juntan sin recibir el sacramento del matrimonio por la
duda si económicamente será viable. Otras personas, fieles a las enseñanzas
de la Iglesia, esperan el momento propicio y ven pasar los años. Otras
familias deben regular la natalidad para vivir una paternidad responsable,
lo que acarrea siempre un sufrimiento. Y no se habla demasiado de las
dificultades de las familias que luchan con vigor y sacrificios por vivir
con fidelidad el evangelio de Jesucristo.

JBB- Estos aspectos se tratarán con profundidad en el Sínodo ordinario
del año próximo. Entre otras cosas porque los obispos se han dado cuenta
que si la familia tiene que recuperar ese esplendor que nunca debió
perder, se deben contextualizar las dificultades que afrontan las
familias y ver cómo realmente se puede hacer una llamada a la sociedad:
para que sean nuestras administraciones políticas las que pongan los
medios eficaces para que las familias no se vean en la necesidad de
ocuparse todo el tiempo por la economía. Sabiendo que hay otras áreas e
intereses en las que la familia debe ocuparse y que debe mantener .


JP- Algunos han visto la buena voluntad del Papa, y la han interpretado
como debilidad, y aunque es un fenómeno cíclico que se ha dado con
anterioridad en la historia bimilenaria de la Iglesia, pueden llegar a
pensar que este es el momento propicio para desmantelar toda idea de verdad
objetiva en pro de un relativismo moral. Me recuerda a la parábola del
sembrador y la viña: finalmente el señor de la viña manda a su hijo y los
jornaleros murmuran y se proponen matarlo y arrebatarle la viña. En
Cataluña por ejemplo desde el Centro Borja de Bioética se presiona a la
iglesia para que "se ponga al día" admitiendo la investigación con
embriones; o desde publicaciones de la Fundación Espinal dependiente de los
Jesuitas se desprecia la teología de la Cruz de San Pablo, y se propone
otra iglesia diciendo que la Iglesia de Roma ensombrece el mensaje de
Cristo y aplasta a la mujer con su teología de la Cruz.

JBB- Es un momento en que es necesario hacer un discernimiento claro
sobre son los valores que favorecen la dignidad humana. A veces hay que
ir contracorriente pero es necesario hacerlo en pro de esa dignidad del
persona humana y en pro de esa preocupación constante que lógicamente la
Iglesia debe tener: favoreciendo lo que es lo propio y esencial de esa
dignidad. En todo caso entiendo que determinados posicionamientos no
pueden aceptarse como cristianos que somos, y debemos tratar de
evaluarlos y recordar que la iglesia no la hemos inventado nosotros, la
ha fundado Cristo y lógicamente Él lo que nos pide es revitalizar la
Iglesia en el momento en que nos toca vivir. Y desde esa preocupación y
desde esa inquietud ir dando respuesta a toda esta problemática que
estamos teniendo que siempre tiene que ser vista desde una perspectiva
moral. En esa clave nosotros tenemos que ir abriendo camino en nuestro
quehacer pastoral como cristianos comprometidos con unos valores que son
los valores de la Iglesia y que nosotros tenemos que tratar de llevar
adelante.


JP- Uno de los problemas de la Iglesia, que mencionaba Miró Ardévol,
miembro del Consejo Pontificio de los Laicos, en un reciente artículo, es
que entre otras cosas que la iglesia podría hacer mejor por nosotros es
comunicar mejor.

SM- La Iglesia tiene que comunicar mejor, sí aunque yo personalmente en
este momento, y quizás sea utópico, digo que hay que mirar lo que la
Iglesia puede hacer por nosotros pero también lo que nosotros podemos
hacer para revitalizar la Iglesia y que siga respondiendo a la misión que
el Señor le ha encomendado
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