ARIAS, Albeiro. Políptico. Ibagué: Caza de Libros, 2012. 82p. ISBN 978-958-8751-24-5

July 6, 2017 | Autor: Albeiro Arias | Categoria: Poesía, Poesía Colombiana, Tolima, Ibague, Universidad Del Tolima
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Albeiro Arias

Políptico (Poemas)

Colección: Caza de Libros © Albeiro Arias @ALBEIROARIAS [email protected] © Caza de Libros 2012 ISBN 978-958-8751-24-5 Primera Edición: Caza de Libros 2012 Dirección General: Pablo Pardo Rodríguez Dirección Editorial: José Luis Rivera Salazar Portada: Polípticos de Denica Veselinova Sabeva. Serie: Exilios, entre fuga y origen, 2009. Caza de Libros [email protected] Impreso en Colombia en los talleres de Fundaproempresa Ibagué. Carrera 8 # 19 - 41 Teléfono (57 8) 261 47 49 Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o trasmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del editor.

A Diana Zuluaga González y Adrián Alekséi, alimento de mis días.

Plagios descarados

Políptico

Carta1 Ibagué, 22 de marzo de… Apenas tengo para lúpulo, cigarros y algo de pan. El hambre es de imágenes, mariposas con cuernos… Echo un vistazo a los obscenos amaneceres que me prorrogan una ilusión, y algo se convulsiona en mi alma guerrera. Y creo alimentarme de las frases que escribo. El hambre es de metáforas. Posdata: Remíteme un poco de dinero para vencer las jornadas que vienen… Estoy terminando un poema que dice: “El poeta escribe versos-es lo único que le queda- mientras observa con impotencia las siluetas ardiendo en el croquis del mundo”2.

1 Ver: ROMERO GUZMAN, Nelson. “Carta” EN: Surgidos de la luz. Medellín: Universidad de Antioquía, 1999. 81p. 2 Ver: ARIAS, Albeiro. “En esta aurora triste…” EN: Desheredado del paraíso. Ibagué: Caza de libros/ Pijao Editores, 2009. 67p.

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Suicida3 Suspendido en el borde del puente como un recuerdo a medio olvidar, altera la cotidianidad de la avenida con un acto de cobardía, o de fortaleza, y recoge un poco de solidaridad, de desprecio o morbo bajo la esperada muerte. Cada segundo de suspenso es perpetuo: no asume la gravedad que lo lleva hacia su destino, como una gota de agua lo hace, ni se apega a los muros con la firmeza adusta que en los barrotes de una cárcel se observa. Tiene algo de fugaz su manera de enfrentar el universo, como un espejismo que emerge en el desierto. El desesperado no me concierne como fatal suicida, sino como una penosa alegoría del poeta.

3 Ver: TORRES DUQUE, Oscar. “Balcón” EN: Visitación de hoy. Bogotá: Ministerio de Cultura, 1998. 139p.

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Políptico

Pececitos4 No sobrevivo al modo de los tiburones que cruzan el inmenso mar y elevan esbeltos su aleta tajante para anunciar su poderío sino como los pececitos domésticos que prosperan en vasijas de cristal y cambian de colores o agonizan en la intimidad de los hogares. Tres veces a la semana les suministro un poco de lluvia a los míos y unas moronas de alimento diario. Cuando me marcho unas jornadas los encuentro casi extintos, minimizados. Me perturba su carácter solitario, uno solo por especie, acoplados a la existencia sin esperar nada; siempre a la tímida gracia de dios o de su amo que les señale una nueva alborada. Son más quebradizos, más resignados y tal vez más perpetuos que yo; pero igualmente taciturnos y obstinados: prosperamos poco, no vamos muy lejos y despertamos rápido.

4 Ver: JIMÉNEZ, David. “No soy como los árboles…” EN: Día tras día. Colcultura, 1997. 117p.

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Infierno5

Estos días cuando la muerte pasa sobre la muerte Estos años cuando el dolor se traduce en venganza Estos siglos cuando los genocidios del tirano se ocultan en el olvido Cuando la victima Cuando la injusticia

es culpable es la condena

Ahora puedo decir

que el infierno es la más bella creación en la mente de Dios.

5 Ver: FLÓREZ RODRÍGUEZ, Antonio María. “Paraíso” EN: Desplazados del Paraíso. Bogotá: Alcaldía Mayor de Bogotá, 2006. 82p.

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Políptico

Odio vampiro o el espejo quebrado del alma6 Aun si fueras el Conde Drácula, y te acompañara tan grande soledad que ni siquiera pudieras ver el reflejo de tu rostro en un espejo por toda la eternidad, y en ese laberinto esquivo del destino, podrás tener la seguridad absoluta que nunca un segundo tendrás mis ojos para contemplarte en ellos.

6 Ver: CHAPARRO VALDERRAMA, Hugo. “Los ojos o el espejo del alma“. EN: Para un fantasma lejano. Bogotá: Ministerio de Cultura, 2000. 104p.

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Tras los recuerdos de Eva7 El ojo que crepita e importuna, un tapiz de pétalos que se abre de repente, subsistimos al otro lado del mundo; tomamos un fragmento de hueso humano y lo frotamos, el fuego inútil y triste donde los ebrios asisten a la liturgia. Indagamos al tiempo y a su ciega congoja, de algún lugar viene una fila de enfermos y los cantos son silenciados, las campanas detenidas en el tiempo. La nausea está a la puerta de la plagiada muerte y tu nombre, tu recordado nombre, vuelve siempre al mundo a través del rostro dibujado en la piedra.

7 Ver: CASTRO, Gabriel Arturo. Tras los versos de Job. Bucaramanga, Sic Editorial, 2009.

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Políptico

Tergiversación a una carta de Gabriel Arturo8 Señor “poeta”: Agradezco no enviarme más sus escritos. Me incomoda su pretendida manera de crear metáforas como el verso que reza “el pájaro vuela dentro del pájaro”. No es que lea mal los signos sino que pienso que el pájaro debe ser liberado. Es como si trataras de armar un cielo sin nubes. Sé que piensas que la poesía es algo fácil. Entonces, yo también pienso que poetas como tú son los que no odian, ya que del amor deviene la mala poesía. Tú lo haces tan mal… Hoy en día encontrarme con frases como: “Donde había puntos y comas El pájaro vio semillas Donde había versos El pájaro sólo vio caminos Donde había párrafos El pájaro vio nubes”9 Ese tipo de poemas arruina mis días, que ya son pocos. Gracias por tu confianza. Para alivio tuyo, a veces, siento que yo también podría escribir esos versos.

8 Ver: CADAVID, Jorge. “Variación a una carta de Mark Strand” EN: Tratado de cielo para jóvenes poetas. Medellín: Editorial Universidad de Antioquia, 2009. 9 Ver: CADAVID, Jorge. “Oda a los ojos del pájaro” EN: Tratado de cielo para jóvenes poetas. Medellín: Editorial Universidad de Antioquia, 2009.

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Génesis10 Después de crear el poema fundante del mundo, lo abandonó bajo la sombra de un árbol de manzano y lo dejó en custodia de la serpiente que viviría ceñida a las verdes metáforas, esperando la llegada de los hombres. Eva y Adán, antes de ser condenados, conocieron la felicidad en la mordedura. Lo demás, es mala poesía del creador.

10 Ver: ARCINIEGAS MOSCOSO, Julio César. “Paraíso” EN: Abreviatura del árbol. Bucaramanga: SIC, 2009.

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Políptico

Los asesinos11 No todas las muertes caben en una bala, pero toda la ilusión y la alegría murieron con tu cuerpo. Por eso, te necesito.

11 Ver: DENIS, Fernando. La geometría del agua. Bogotá. Editorial Norma, 2009. 208p.

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Inhumaciones postergadas

Políptico

(1) Una convulsión impensada del rostro, una convulsión apenas visible y, de repente, todo está clausurado. Emergen después del fatídico siniestro pequeñas formas, sin nombre, sin propietario, sin uñas y sin dientes. De improvisto una mirada tardía y el espacio se ensancha en el lienzo, sin día, sin noche, sin la mano que escarba en la corteza de la mano, sin el ojo que mira en el fondo del ojo, sin el nacimiento que se avizora en la ceniza de los techos derruidos. Todo está clausurado, por dentro, por fuera. La herida surcada en un cuerpo muerto. Todas las lágrimas ausentes. El apetito insaciado de sangre se conforma con vino. Sin nombre, sin restos, sin tiempo. Antes, ahora, después.

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(2) Un círculo de piedras en el hondo bosque libre de cualquier curioso. Un cuerpo completamente abierto, la cara rasguñada, sin una letra. Un cuerpo estancado en las aguas del tiempo. Un cuerpo, un camino abierto hacia las bofetadas de la infancia, una cometa sin cola y sin niños. Un cuerpo, una mano tendida hacia el hijo, última imagen de la vida. Un escarabajo en el ojo del pájaro que vuela. Un sepulcro sin puertas de llegada ni de salida. Una silla meciendo la esperanza. El golpe del hacha. En villa de San Juan lo siguen esperado para iniciar la cena. Un cuerpo, simplemente un cuerpo.

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Políptico

(3) ¡Te juro que los vi! Te juro que colgaban en los alambrados a la orilla de los cementerios inundados de autentica muerte; con mis propios ojos los vi, no podíamos acercarnos por el olor de las mortajas, y cuando les pregunte: ¿Qué hacen? ¿Qué buscan? ¿Qué quieren? Ellos respondieron, sólo queremos ser enterrados, no más.

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(4) No sabemos quién modela la mano que nos saluda, ni quién imprime los calendarios de barro renegrido señalando los pasos hasta el final del camino. Tendremos que creer en la buena fe del tallador de destinos y en su dedo oscilante, lugar donde se oculta la muerte y la indolencia tras una calle de párpados al sueño. Esparce del reloj de los instantes y abre paso hacia el camino y la huida, con sus hijos pródigos envueltos en los harapos de la eternidad y como pródigos regresamos en la noche de nuestro padre, eterno vencedor y vencido.

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Políptico

(5) Explosiones junto a la risa muda de la noche. Perdigones que un halo de luna descarriado nos señala con su dedo en el sueño. El pavimento engullendo pisadas a pesar de estar saciado. Poesía, cordones de mando, el miedo dibujado en el ojo, la despedida sin muerto. En la casa, una veladora alumbra el rostro silente en un cuadro del sagrado Corazón de Jesús.

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(6) Señora Malena, famosa Suttee en la pira fúnebre junto al cadáver de su marido; tenía miedo, sin embargo, se quemó como la mujer que más amó su destino. Llevaba una carta de despedida: aquí estoy, entregando la correspondencia. Lágrimas son estas que fueron tus antorchas. ¡Mírame! Aquí los cabellos de tu madre y las cadenas de tu padre, aquí tres símbolos de mala suerte, un gato negro con sus ojos de perla, una escalera sin final y una mariposa bruna. Aquí los hijos del miedo, la casa vacía, Allá, los gritos regados en el camino. Aquí y allá, por siempre, tu Malena.

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Políptico

(7) De niño, acompañaba a mi abuela entre térreos jabones y líquidos bendecidos. Mi hermano jugaba con papá en el lodazal, tenían el rostro sombrío y los vestidos picoteados por los cuervos. Cerré los ojos y tuve miedo de saber que este lodo ya mostraba su lado asesino. El desasosiego nos conservaba acalorados, ocultando con su viaje el vaho de los patios, removiendo las raíces insepultas por el asedio. La noche nos sorprendió con el siseo de los lagos, los banales objetos recobraron su sombra entre las hojas que caen con lentitud, nos detuvimos a llorar un rato por el lívido horizonte. El árbol ya sin hojas también nos abandonó. Aquí todo es silencio, uno espera y espera y no espera nada. En la pared un clavo sostiene las llaves.

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Diario de trenes

Políptico

I Hemos pasado la vida esperando un tren. Cada mañana vamos a la estación con banderas y flores y allí nos estamos hasta que la noche nos anuncia un nuevo amanecer. Hoy sólo queda la costumbre de vislumbrar la idea lejana de que nuestra vida se reduce a esperar un tren, el que nos llevará de regreso a casa. II Veo los trenes que atraviesan el horizonte pero nunca he comprado un pasaje, no tengo derecho a ellos. Ocupo, eso sí, todos los vagones en la estela que dejan tus ojos tras la locomotora que cruza la distancia. III A media noche los maquinistas prenden sus motores y recorren lentamente los kilómetros de la felicidad. Cuando llega el amanecer, su despertador les anuncia un nuevo descarrilamiento.

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IV El maquinista recorre durante el descanso una ciudad que le es ajena, su mirada divaga en la lejanía, en lo desconocido. piensa en el tren que ya salió, y en su destino, que mañana lo llevará hacia otra ciudad extraña. V En el fondo del vagón, la ventana reflecta los ojos del hombre dormido. Los labios prestos están a deshacerlo, ponerlo a rodar sobre otros dientes, dentro de otro tren, de entregarlo, sencillamente, a otros rumbos. VI Vino a esperarte en la estación del tren que se encumbraba aquí donde ahora hay un claro entre el paisaje. A los lejos, el tren pasa con sus luces encendidas, pero la mirada del niño ya no está. la llama en el candil se ha dormido.

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Políptico

VII El maquinista, dentro de vagones rebosados, ha transportado, durante años noticias increíbles y sueños irrealizables que suceden a diario. VIII Por eso es bueno ir ordenando mis escritos, poner en claro que la palabra muerte sirve, cuando menos, para revivir el corazón de un hombre, y que libertad, entre otras cosas, hace percibir los barrotes más delgados. Que la palabra tren no se sabe si lleva o trae la tristeza. IX Y es que si algo desagravia el agotamiento de los años que se fueron juntando, es saber que no desaparecerás en un tren cuando se cierre el libro.

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X Lleva vagón, mi vida, este lunes cargado de ceniza en que debo avanzar hasta el domingo. XI La sabiduría está en los rieles: ir de pueblo en pueblo como si fuera el último. XII Quisiera tener la serena constancia del viejo tren que recorre caminos y no desfallece ante las inclemencias del clima o de la política. Ser fiel a las distancias que me separan del porvenir y en esa lejanía forjar con decisión los rieles de mi camino secreto. XIII Que nobleza la de aquellos vagones enmohecidos que mantienen la ilusión de un viaje más, la felicidad de los silbatos que creen avistar su destino, esa incuestionable perseverancia a pesar de sí mismos. 34

El otro en el estanque

Políptico

Otro olvido Por estas calzadas, como bruma que abraza lejanías, que ausculta la imagen de otro momento, de otro sueño, así van las fechas al olvido; sin oportunidad de ver la luz del día nuevo, la niebla invisibiliza la huella, mirada débil, que no sabe cuál es el río y cuál el cauce que los pierde. El canto de los pájaros nunca revivirá aunque recordemos cada pluma, cada vuelo. Tampoco estarán las palabras aunque sepamos donde se olvidaron. Hoy sólo sabemos lo que querían decir, no lo que dijeron. ¿Cuándo nos dejamos morir? ¿Cómo apresar la sombra de los árboles en las siluetas de los grandes edificios?

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El otro en el estanque Me asomo al borde del estanque y desde el fondo otro me mira desde abajo, desde la noche misma. Otros ojos que viven lo que mis ojos ya enterraron en la memoria. Es otro el que camina cuando duermo, el que sueña cuando despierto. Los otros ojos se encuentran conmigo en la hora incierta, compleja. Me abalanzó hacia el abismo y son los brazos de esa mirada los que saben darme aliento. Por un instante son uno mi piel y sus huesos, mi silencio y sus palabras, mi noche y su oscuridad. Cuando esquive la quietud del estanque sus ojos y los míos estarán cerrados y podremos llorar a todos los ahogados en mis lágrimas y las suyas.

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Políptico

Dentro del huevo, otro. Dentro de este huevo olvidado por el demiurgo en algún socavón, hay otro huevo. El huevo del día y el huevo de la noche. Al embrión del día se le puede observar poniendo una bombilla desde el otro costado. Está lleno de escaleras que se entrecruzan y van hacia ninguna parte. Al de la noche no hay manera de verle pero uno acerca el oído y escucha sollozos y noches de insomnio. Del día y de la noche poco sé pero ya los veo empezar a morir en sus crisálidas.

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El otro camino Las hormigas desaparecieron pero aún queda el rastro en el camino, el jugo del aparecer y desaparecer. Pensarán regresar en el otoño próximo, como la felicidad, que llega y se va, todos los días, toda la vida. Alguien desbarató el sendero, fijó bases en concreto y construyó un muro. Las hormigas regresaron. Esta vez su camino será un poco más largo, sólo eso, porque la voluntad es más fuerte que el olvido.

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Políptico

Árbol con memoria Este árbol que ves aquí, es un antiguo roble. Su cuerpo de ningún modo llegará a ser el mueble de un cálido hogar. Cuando los dientes de la sierra perforen la madera, se harán trizas. Dentro de la corteza, como en un segundo pecho, lleva consigo los plomos que quedaron después de las ejecuciones.

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Bala encontrada Como un colibrí estancado en el aire la bala es una gota de tiempo suspendido en un cuerpo.

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Políptico

Al otro lado de la casa En la madrugada se oye el eco distante de los pájaros titilando de frío sobre las cuerdas de la luz, solitarios. En este poema intento darles acogida y todo resulta vano; en él ya no hay abrigo ni para mí mismo. Me sosiega observarlos y pienso en esta glacial alborada que me anuncia que al otro lado de la casa mi esposa me espera en una cama tibia sin entender qué le sucede a un hombre que deja de dormir por escribir cosas que a nadie interesa. Es cierto, sin embargo, lo peor no es eso, lo trágico resulta sentir que las palabras no coagulan, que los cigarros se agotan, que el día germina y en el alma y el papel, todo sigue en silencio.

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Cartografía del miedo

Políptico

PRIMERA PARTE: “El miedo es el camino al lado oscuro... El miedo conduce a la ira, la ira conduce al odio, el odio conduce al sufrimiento... Veo mucho miedo en ti...” Yoda, maestro Jedi (Star Wars: La amenaza Fantasma)

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1 Miedo salífero, hay una coloración de amargura en los adioses, un tono de angustia en esta boca obligada a beber del mismo riachuelo por donde se vierte la sangre de los cuerpos olvidados. Deimo dibujando con crayolas un grito en el rostro como el peso de la rosa sobre el tallo. Fobo con su abrazo volcánico, lívido, congénito, frugal , subrepticio, danza de macabra estirpe. Miedo en estampida por las espuelas de la muerte loca; destino sin rumbo entre suburbios lunares, potro enloquecido, bajamar con úlceras, patria de los muertos, esqueleto con sus raíces insepultas, fuego en el tabuco. Poeta con su mueca asesina de lunas; resabio anclado en el alma como la metáfora que no se olvida. Muerte imprudente: anticipándose al enemigo sin darnos tiempo para saborear la venganza. 48

Políptico

Rifle bravucón sobre el hombro cansado, índice impalpable sobre los labios, los rostros disipándose en los ojos del nómada. Miedo mimetizado de corales días; otra vez la muerte y su mirada vestuario de todas las noches, apocalíptica, atemporal, cuerpo sin rostro, fábula teatral de asombros ecuménicos, señal indescifrable, grávida zozobra. Ejércitos de la muerte vendiendo sus trofeos en las carnicerías; fragmentos de papel de lo que fuera aleteo de aves, río de suaves acentos, atardecidos robledales. El máximo estertor no logra ocultarlo todo; sobreviven los recuerdos, sus magras presencias sobre los objetos de la casa, bombillo roto en el océano de la noche.

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2 Miedo dejillo agrio, enseña sus flemáticos colmillos y los hunde en tus hijos, y si no tienes o ya los perdiste, te embaraza para no quedarse sin su acto caníbal. Su labio superior, asesino bufón, el labio inferior, víctima dantesca. Miedo improvisando eróticas danzas con los sobrevivientes de la locura. Piel colgando del alambrado, cráneo desvencijado, vacío de sonrisas y miradas. Miedo con sus tiernas manos acariciando infantiles agonías en Kenia. En la noche frutal se acurrucó fetalmente; señal de abandono. Aún se escucha su amargo llanto. Muerte ortográfica, sintáctica morfológica gramática muerte analfabeta.

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Políptico

3 Miedo haute couture, lentejuelas de la muerte, glamuroso desplazamiento, pasarelas de asfalto. Miedo de misceláneos antifaces, miedo solar, miedo brisa, miedo terrestre, miedo marino. Miedo fisionomía de lago lunar, miedo vestigio cola de cometa, miedo ventana en el desierto. La muerte descendió las escaleras con su inocencia de niña virgen cargando entre sus brazos los engendros del desvelo. Miedo corazón de tórtola, piel de salamandra, ojo de murciélago. Miedo ventrílocuo de personalidades múltiples, sentimiento mefítico, impávido, zarandeo de mariposa esquilada, presencia impalpable. 51

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La muerte llega con el rostro que desea: decapitación, incineración, insolación, fusilamiento, suicidio. En el fondo sigue siendo ella, gris, inoportuna, quejumbrosa y monótona. Hay noches sin luna, cadáveres ocultos en las buhardillas, un gatito acariciado por manos sangrantes. Todo resulta ser tan insignificante ante el deseo de vivir. Algún poema inconcluso descansa en los cajones de la muerte mientras un cuerpo femenino tiembla de frío.

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Políptico

4 Miedo cuerpo tembloroso de Ichabod Crane perseguido por el Jinete sin cabeza, miedo ojos de Candace Hilligoss en el film Carnival of Souls, miedo mefistofélico, ecuménico, doctor Jekill y señor Hyde, réquiem alegre.

Soy inocente. Octavius, el pretor, ya lo dijo “metus causa” Está exento de responsabilidad criminal quien obre impulsado por miedo insuperable.

El miedo se pasea por mi cuerpo, me ha desembarazado los ojos con su manto de adioses, me arrastra hasta los sótanos impunes y hunde sus garras en mis noches. A fuerza de tanto tenerte, te perdí. Ahora te busco en cuerpos ajenos. Miedo O. Welles.

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Ha conseguido las llaves de mi apartamento; conoce de memoria mis rutinas, me espía a través de las cortinas; miedo voyerista, enloquecido, psicópata, niño asesino de insectos. En el libro del cuerpo ya se advierten los estigmas, infinitos, incomprensibles. Hay también miedo en los colores de Van Gogh, en los labios de Marilyn Monroe, en el cálido abrazo de Hitchcock, en los sonidos de Haydn; miedo ecléctico.

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Políptico

5 Ha venido por sus cosas, por sus abrazos a distancia, por los peluches que no le regalaron, palabras cóncavas. Besa tragedias debajo de la cama. Una máquina de escribir revive fantasmas en su memoria. La almohada aprieta los dientes, llora con el alma, con el cuerpo lascivo.

La vieja araña construye su estructura reticular en los ojos del aire.

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6 Miedo con su rostro más antiguo que el mundo. Amargura de salario incompleto. Hojeo el libro de las profecías consumadas: un pueblo nebuloso que perdió su nombre, la tonada del organillero en un templo solitario; el hombre aferrado a un muro malogrado como la agónica luz de un farol. Los vivos colores de la casa mitigados por la lluvia, amaneceres ciegos, cortina estática. Esta noche se arroparán con la atlántica investidura de la noche mientras sueñan pastando vacas en los campos de la infancia. El verdugo ha muerto de manera natural; ahora, ¿quién conducirá el coche de los muertos? ...Silencio. Hay que llorar cada metáfora que se vuelve cómplice del poder.

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Políptico

SEGUNDA PARTE: No hay que tener miedo de la pobreza ni del destierro, ni de la cárcel, ni de la muerte. De lo que hay que tener miedo es del propio miedo Epicteto de Frigia

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1 Me inconformo, arqueo y desdoblo risas y lamentos me desarmo los recuerdos; no hay edad precisa para el llanto, busco signos en las paredes desmanteladas, el cuerpo ya no encuentra sus estampas en la cama; tu rostro decolorado en mi memoria. Me absuelvo la felicidad, me abandono, leo tu silencio, me deshabito, cierro párpados y tímpanos, me innombro, y un cuerpo sin nombre está próximo a no existir.

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Políptico

2 Miedo cara triste de periódico, números confusos en un glacial inventario, discurso inhumano, el hijo que nunca conociste, beso del amor infecto. Ciudad castigada por donde transitan los errantes. Vajillas atiborradas con gritos de niños hambrientos como si encarnarán la felicidad y no un bocado perpetuo de tristeza. Letra infernal, profeta de la muerte, vigilia eterna.

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3 La muerte ha regresado a sus andadas. En esta noche liquida de aplausos y fotografías han cortado cuellos y manos y días y nubes y todo vestigio de bondad. Se ocultaron del sol negro; pero la muerte no llega de un solo color, a ella también le gusta el rosa, el chocolate suizo los tacones elegantes el bouquet francés la puntualidad inglesa y sobre todo, le embrujan los diamantes de sangre. Tan femenina ella. Justicia olor de día lejano, transfigurada y lívida, incomunicación de pez metálico, pisada en el desierto, abecedario de enigmáticas claraboyas. Mira por el ojo de la cerradura aquellas tardes de ecuatoriales risas y siente que la infancia es una anciana con Alzheimer. 60

Políptico





Reposan las manos sobre un vientre abultado de alegría; el pájaro escapa de su jaula y se asoma al mundo. ¿Acaso nadie verá nuestra huella infinita en las dunas que el viento borra?

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4 Esfinges idénticas derrumbadas ante la mirada impávida de la muerte día; de la muerte cuerpos de ceniza, de la muerte CNN. ¿Para qué los tanques de fríos centelleos? Siguiente pregunta: ¿Para qué los pájaros fantasmagóricos? Siguiente pregunta: ¿Dónde están los soldados de la zozobra? Siguiente pregunta: ¿Dónde hallaremos los marines de vegetal mutismo? No más preguntas. La muerte ha regresado a sus andadas. ¿Debo esconder la palabra debajo del paladar? ¿Debo masticarla y luego, volver a tragarla? ¿Debo negar los afectos y las culpas? (Hay voces que nadie escucha; pero existen…existen) Desmembrados negándose al silencio; andando calles de todos y de nadie. 62

Políptico

Muerte, tu música arrulla la batalla entre ejércitos oscuros, solventas el caviar para ovacionar los pactos secretos, cuchillo de infantiles trazos. La ebria muerte anda de parranda, asiste a cocteles, prende el aire acondicionado, va a cine cada ocho días y no requiere tratamientos anticelulitis. Muerte virgen, prostituida y vulgar, aparente, culta y selectiva, imitada, muerte honesta. ¿Inocentes? ¿Culpables? Cara o sello. El demiurgo lanza la moneda.

Muerte final de telenovela.

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5 Desalojo, soledad, nomadismo, impotencia, y sobre todas las cosas, el miedo….! No el miedo del vaivén en el columpio, no el temor de la cita a ciegas, sino el miedo crujir de dientes apretados, abismo de alejadas alegrías, periódico silente. Miedo grafiteado en las paredes de las mazmorras.

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6 Miedo árbol milenario. El fonógrafo repite una y otra vez la canción olvidada. Miedo ritual de alcoba, imagen desamparada, metáfora sofocada en la cavidad que la articula. El miedo suena en los huesos, gime suavemente al oído, se mueve imperceptible en el estómago; otras veces, llega antes del desayuno. Una madre escribe su carta diecisiete bajo una lámpara de querosén. (por si acaso). Ella sabe que la ausencia puede tener la anchura de un cielo y que el olvido es tan lento como un proceso de paz con sus acuerdos cumplidos. Caligrafía indeterminada. El miedo suele tratarte con violencia o simplemente 65

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hacerte un leve cosquilleo en los pies. Te obliga a cenar, trae flores falsificadas, y cuando ya crees poder aceptarlo, dormir con él, soñarlo, respirarlo, despiertas y ya no está.

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Políptico

7 Suenan los cuernos de la guerra y los desheredados con sus sueños desvencijados continúan el camino que agoniza en la mirada. Juguetes que nunca llegaron a las manos de los niños en Chernobyl; músicas absurdas. Nada que sea falso puede ser positivo, ningún fuego es amigo, toda bala es perdida, cada víctima es una novedad en el frente, no hay guerra que no sea fría, intensamente fría como la hipotermia de un cuerpo que ya no anhela el rescate. Aquí no ha pasado nada.



Empaqueta sus despojos sin dar una leve caricia, un mínimo halago, no lo toques, haz como si tus ojos no miraran, piensa que jamás fue tu vecino, sin cruzar palabra, un silencio parecido al del amor o al de la muerte -según como se le mire en Navidad o el día de su entierro-. 67

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8 Miedo cara de lluvia contenida, noche bostezo de la muerte, arbusto de las ejecuciones, sabandija adherida a los cuerpos insepultos. Niño aterrado con la puntilla alojada en el pie, miedo corazón náufrago, cárcel derribada, miedo espantadizo alacrán, miedo miedoso, miedo miedo. El dibujante traza delgadas líneas. Su mano erige la cartografía del miedo dentro de cráneos infestados por alimañas hambrientas. El arquitecto del miedo construye campos de concentración para disfrutar del paisaje los fines de semana. Serpientes enrollándose a sus cuellos, roedores habitando las fosas nasales, blasfemias y otros jeroglíficos.

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Políptico

Miedo de generosa carcajada, desorientado, de incontables reflejos, elemental acertijo, inexplicado, infundado, heredado, dislocado. Mástiles con sus símbolos de muerte, barcos con alas habitando el espacio: ¡Gran paso para la humanidad…! Inquisidoras lanzas sostenidas por el aliento de Dios y en la funda de las espadas los símbolos del bien. Al frente, el obispo vendiendo sus plegarias. El paraíso clausurado con los herrajes del infierno.

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Políptico

TERCERA PARTE:

El miedo ha favorecido más el conocimiento general del ser humano que el amor, pues el miedo quiere adivinar quién es el otro, qué es lo que puede, qué es lo que quiere: equivocarse en eso constituiría un peligro y una desventaja. Nietzsche

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1 Empaca los libros en bolsas oscuras, usa guantes de látex, cuídate de las fibras, piensa que son inocentes cadáveres, abandónalos cerca del río a la media noche, que no te vean, cambia de nombre, píntate el pelo, múdate de casa, de barrio. Miedo alimentando la hoguera de todas las contiendas. Guerra ¿Qué santa puede ser tu mordida? ¿Qué cristianos pueden ser tus holocaustos? Niño de barro primordial convertido en campo de pruebas. Ciencia estrella psicópata, ciencia sollozo anestesiado, ciencia sin aflicción ni beatitud. Hueles a pan recién sacado de los hornos.

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Políptico

Danza gamada en la ceremonia del envenenamiento, embriones disecados, pelotón de fusilamiento. El grito sinfónico de la bruja que defendió su nombre; el beso traicionado por bélicos propósitos, la mirada dilatada de quien se negó a participar en la guerra. Miedo lágrimas de tirano, (saluda desde el balcón) dobla, desdobla… fabrica estatuas con trozos de tragedias como si inventaras un cuerpo amado, títere cínico. Los inocentes ahogan sus voces en oscuras albercas, sus cuerpos avivan las hogueras, la sangre calma la resequedad en la garganta. Alguien descendió hasta los socavones para reclutar ejércitos invisibles contra el iluminado. 73

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2 Naturaleza muerta: Degusta un poco de miedo aciago, la lengua sangra con las palabras cuando intentamos morder sus aristas. Mejor no diga nada. Huérfano de la ternura observando a través de los cristales, lleva el sufrimiento de un lado a otro de la boca, el dedo señalando lo que antes fuera café con almojábanas, buenos días, le quedó bonito el jardín, siga y se sienta… Miedo travieso construyendo casitas sobre los árboles, juguetes con sus cuerpos atormentados, pie tembloroso antes de posarse sobre el patíbulo, columpio arrullado por el moho. Los niños con sus voces aguantadas mueca guillotinada amazónica perturbación de conquistador nucleares conmociones de ojos rasgados y la muerte juguetona desciende del árbol 1, 2, 3, por usted. 74

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CUARTA PARTE:

El amor ahuyenta el miedo y, recíprocamente el miedo ahuyenta al amor. Y no sólo al amor el miedo expulsa; también a la inteligencia, la bondad, todo pensamiento de belleza y verdad, y sólo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a expulsar del hombre la humanidad misma. Aldous Huxley

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1 El hambre cosida al cuerpo, la luz prendida para ahuyentar los nocturnos demonios y cuando ya crees que los has visto todo, un nuevo asombro. El miedo se proyecta en la ventana, cruje en los tejados, susurra palabras mudas al oído, besa tus labios de manera imperceptible. El miedo abraza tu cuerpo con alambre de púas, lava tus córneas con azufre, atraviesa una aguja en tu garganta. Cómplices las nubes que cubren con su antifaz el rostro de un dios terrible que inserta cuchillos en el mismo cuerpo de las rosas. Los delegados del oscuro también se arrullan con Beethoven, asisten a cocteles, lucen trajes sencillos como el bostezo de la muerte, muestran asombro por un poema de William Yeats y ocultan con sedas oscuras un Guernica. 76

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2 Guerra ostentosa, repetida, imitada, comparada, influenciada, plagiada, atolondrada, hipocondriaca, lastimera. Hablar de la guerra ¿Con qué palabras? Oír sus justificaciones ensayadas ¿Con qué sentido? Reniego contra ti desde todas las trincheras; desde los anaqueles atiborrados de ausencia, desde los campos de prisioneros, desde los manicomios desmantelados. Otra vez ella llega señalando con su dedo juguetón el inicio de su juego triste.

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3 No permitas que la muerte entre en tu lecho; te puede calcinar su oscurecida primavera, darte besos ungidos de veneno, abrazarte con su luz ciega. Al despertar, el reloj de arena ya te habrá mirado con su ojo travieso. El miedo recorre oscuros malecones esparciendo las llaves de su corazón mientras entona la melodía de los rostros no nacidos. Los otros nada saben, cierran los ojos y se declaran inocentes; delinean hornos crematorios en una antigua enfermedad mental o los ocultan en los sótanos de los otros días. Comen carne cruda y agua para alimentar la vigilia que nace en la noche de sus cuerpos vacíos. Por esta misma ciudad desfilan los carruajes de la muerte; recolectando un poco de sangre sobre sus farolas. 78

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El miedo llega por caminos impensados; se oculta detrás de la puerta, entra por la ventana mal cerrada, aguarda debajo de las escaleras, ronronea por todos los rincones, nos espera en el interior de los zapatos. Al miedo hay que adivinarlo, presentirlo, aceptarlo, desafiarlo, ignorarlo, menospreciarlo, engañarlo. El miedo te acaricia con sus dedos invisibles, te regala un anillo de compromiso, amor eterno, (eso dicen); dolor mudo que desgarra tu piel y te embaraza el alma. El miedo sale a caminar…

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CONTENIDO Plagios descarados Carta...............................................................................9 Suicida..........................................................................10 Pececitos.......................................................................11 Infierno.........................................................................12 Odio vampiro o el espejo quebrado del alma...............13 Tras los recuerdos de Eva............................................14 Tergiversación a una carta de Gabriel Arturo..............15 Génesis.........................................................................16 Los asesinos.................................................................17 Inhumaciones postergadas (1).................................................................................21 (2).................................................................................22 (3).................................................................................23 (4).................................................................................24 (5).................................................................................25 (6).................................................................................26 (7).................................................................................27

Diario de trenes I......................................................................................31 II ...................................................................................31 III ..................................................................................31 IV...................................................................................32 V....................................................................................32 VI..................................................................................32 VII.................................................................................33 VIII................................................................................33 IX..................................................................................33 X....................................................................................34 XII................................................................................34 XIII................................................................................34 El otro en el estanque Otro olvido....................................................................37 El otro en el estanque....................................................38 Dentro del huevo, otro..................................................39 El otro camino..............................................................40 Árbol con memoria.......................................................41 Bala encontrada............................................................42 Al otro lado de la casa..................................................43 Cartografía del miedo Primera parte................................................................47 Segunda parte...............................................................57 Tercera parte.................................................................71 Cuarta parte..................................................................75

Políptico de Albeiro Arias se terminó de imprimir en abril de 2012 en los talleres de Caza de Libros (Ciudad de Ibagué, Tolima - Colombia) Impresión de 1000 ejemplares

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