Aroldo Gamper (1937-2012), ochenta años después

May 22, 2017 | Autor: A. De Mingo Lorente | Categoria: Arte contemporáneo, Toledo, Grupo Tolmo
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LA TRIBUNA MARTES 18 DE ABRIL DE 2017

PINTORES TOLEDANOS | ARTE CONTEMPORÁNEO

AROLDO GAMPER, 80 AÑOS DESPUÉS El pintor suizo, de gran importancia para conocer la primera etapa del Grupo Tolmo, nació en el año 1937 ADOLFO DE MINGO | TOLEDO [email protected]

«Analizar, medir, relacionar cosas entre sí, es decir, ver la relación entre diferentes organismos y sistemas, es lo que trato de hacer cuando empiezo un trabajo. Mi formato me da una geometría, unas secciones, unos puntos significativos -un lenguaje- y mi motivo, nunca pretexto, sino sujeto, imagen o temática querida, tiene que hallar su sitio en aquella geometría del cuadro». Estas palabras fueron escritas por el pintor suizo Aroldo Gamper con motivo de la exposición que el Grupo Tolmo celebró en el Palacio de Cristal de Madrid en 1976. «Nos aproximan -explica el toledano Eduardo Sánchez-Beato- a una racionalidad artística inusual en el ámbito pictórico de aquellos tiempos». Quienes conocieron a Aroldo Gamper Fischer (1937-2012), de cuyo nacimiento en Neuchâtel (Suiza) se cumplen ochenta años, coinciden en atribuirle «una nueva y sorprendente visión de nuestra ciudad». Fernando Silva, Luis Pablo Gómez Vidales -quien también fue miembro fundador del Grupo Tolmo y lamentó la muerte del pintor suizo en un artículo publicado en la revista Aquí hace ya casi cinco años- y el propio Beato le conocieron observando a Toledo «en su realidad más cierta, evitando la imposición del monumental caserío para dirigir su mirada a los sencillos volúmenes de las viviendas de barriadas humildes, a la superposición de planos y colores, a sentir la pintura como integración; como vida, no como recurso». Aroldo, hijo del escultor suizo Franz Fischer (1900-1980), llegó por primera vez a Toledo en 1959 gracias a una beca del cantón de Zurich. Anteriormente, había pasado un año en la ciudad vieja de Génova, realizando dibujos y pequeñas composiciones al óleo de figuras y vistas urbanas. En aquellos tiempos -recordaba Gómez Vidales a comienzos de 2013 para Aquí-, «este suizo con galgo, capa negra, delgado y con pipa, se acompañaba de una mujer también extranjera y de rubia belleza; recorría la ciudad, saludaba a sus vecinos, visitaba sus tabernas y terminaba metiéndose en su Renault 4 para asombro de todos sus conocidos». Aroldo, añade Beato, manifestó desde sus primeros momentos un gran interés por la pintura española. No sólo por el Greco, que conoció bien, sino por Zurbarán, artista por el que manifestó una especial predilección y cuya interpretación está presente en varios de sus cuadros. No en vano, «la búsqueda de la geometría y el análisis formal acabarán derivando su obra hacia la depuración abstracta». De los caseríos toledanos, Aroldo pasará a los terrosos campos de Totanés o

Búsqueda de la síntesis formal en este retrato de 1974.

Bargas. Los recorría «como un Sancho estilizado montado en su borrico, rozando el suelo con los pies, con sus bártulos de pintar en la grupa». Según Beato, decía que esta montura tenía la esencial ventaja de ser «todo ventanilla». A pesar de su aparente frialdad e interés por la estructura, por la medida exacta y el control sobre la forma -llegó a estudiar por libre Ar-

quitectura en Suiza, país a donde puntualmente acudía a realizar sus exámenes-, Aroldo no era ajeno a las personas que le rodeaban, a su cotidianidad. Gracias a ello disfrutamos de «preciosos retratos en los que sus modelos posaban pacientes esperando que el bisturí preciso de este pintor diseccionase cada una de sus formas para conformar un todo final». Una de estas modelos

fue la artista japonesa Kasué, su pareja sentimental, recientemente fallecida. Muestra de su interés por los movimientos sociales es el estudio preparatorio para un retrato de Martín Luther King. «Recuerdo cómo se sintió profundamente consternado -añade Beatoal recibir la noticia de su asesinato». Otro «Tolmo esencial», Fernando de Giles -quien compartía pa-

seos con Aroldo y su galga, ‘Bruja’-, consideraba al pintor suizo «la barra de platino iridiado de medir los sueños» de este grupo de artistas. A partir de 1979 su presencia en Toledo se hizo intermitente y definitivamente recaló en Almería. Allí, en colaboración con el Ayuntamiento, realizó un importante trabajo de rehabilitación en el barrio de la Chanca y puso en práctica al-

A izquierda y derecha, Meditación (Kasué) y retrato de Martin Luther King, cuyo asesinato causó a Aroldo Gamper una profunda impresión.

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TRIBUNA

Arriba y abajo de esta página, representaciones, sin monumentos, del apretado caserío de Toledo. / IMÁGENES: BEATO

De arriba a abajo, Campos de Bargas, Trilogía de objetos entrañables y Homenaje a Zurbarán, pintor al que Aroldo apreciaba especialmente por compartir una síntesis formal.

gunas de sus ideas urbanísticas, que quedaron reflejadas plásticamente en una serie de estudios y collages tratados pictóricamente. Creó el Taller Aroldo de Urbanismo Social y se implicó activamente en la recuperación de viviendas, consultando las necesidades con los propios vecinos del barrio de La Chanca, manifestando una gran sensibilidad social que se palpaba

puestos de trabajo dignos en una zona de paro contumaz». El año en que Aroldo Gamper habría cumplido los ochenta no hay prevista ninguna exposición que le haga justicia como se merece. A pesar de que para Toledo y para los jóvenes creadores que posteriormente formaron el Grupo Tolmo fue un gran referente y un maestro. «Su influencia y sobre

también en la defensa a ultranza de una ecología sostenible. En 1982 publicó un manifiesto en el que criticaba la actitud de los artistas «que no suelen participar en las tareas más arduas y necesarias de una ciudad o pueblo». Durante su última etapa, abandonó prácticamente su actividad artística para dirigir todos sus esfuerzos a la ecología. En las Alpu-

jarras almerienses, en Berja, participó en la creación de la asociación ‘Alpujarra viva’ (1989), creando una empresa de reciclaje selectivo en la que los trabajadores iban recogiendo a domicilio los restos que los vecinos les proporcionaban. «Consiguió el milagro de que una actividad ecológica, con un cuidado exquisito en la selección del material reciclado, generase

Retrato de Chantal y figuración de la Puerta Nueva, cuyo entorno frecuentó tanto como la zona de Pozo Amargo, donde Tolmo emergía a comienzos de los setenta.

todo su discurso sobre la honestidad que debe regir la actividad creativa y la necesidad de su implicación social -remata Beato-, de su integración en la vida de la ciudad, ha sido fundamental». Finalizamos este homenaje con la advertencia que el propio Aroldo realizó en la revista Toletum, como corresponsal de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas, ante la designación de Toledo como ciudad Patrimonio de la Humanidad. En una moción titulada «Humanidad sin Patrimonio», Aroldo alertaba sobre «el éxodo de la población oriunda y el mal estado de las casas y viviendas en amplias zonas del hábitat antiguo». De seguir esta evolución, añadía -parafraseando al historiador del arte Guillermo Téllez, quien advertía de esta situación ya en los años sesenta-, «nos encontraremos pronto con una aburrida ciudad administrativa, sin vida ¡y sin toledanos!». En las calles céntricas, temía Aroldo, «no habrá más que comercios, oficinas, bancos y centros oficiales en los que por la noche -a la par de los monumentos-, piadosamente, habrá que dejar encendida alguna luz para disimular el vacío humano». Al mismo tiempo, «tendremos los barrios populares deshabitados, manzanas enteras de casas históricas en ruina -en espera de su derribo- o edificios ‘modernos’ que poco o nada tienen que ver con la sustancia arquitectónica anterior y cuyos apartamentos no suelen estar al alcance de los vecinos del barrio; muchísimo menos para jóvenes y ancianos...». En este sentido, con un criterio muy avanzado para la época, Aroldo proponía armonizar el respeto por el patrimonio con «el derecho al uso de lenguajes contemporáneos». Lo «inadmisible», consideraba, «es la falsificación, inventar antigüedades: sugerir forjados de madera cuando no los hay, rejas de forja cuando son de tubo industrial, imitar zócalos o enmarcaciones de piedra con planchas de granito superpuestas». Por el contrario, reivindicaba «el buen diseño coherente y de concepto pulcro y un buen acabado, que no se puede dejar de supervisar o delegar en artesanos sin formación».

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