ARTICULO DE REVISION DE TEMA

September 30, 2017 | Autor: C. Vanegas Bastidas | Categoria: Psychiatry
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En las personas con discapacidad intelectual podemos observar los mismos tipos de trastornos mentales que en las personas con función intelectual normal. La dificultad, se presenta en su identificación para, posteriormente, abordarlos.1

¡El mejor tratamiento es un buen diagnóstico! ; Pero en personas con discapacidad intelectual no solemos disponer de diagnósticos certeros!1

En ocasiones, los trastornos afectivos pueden confundirse con trastornos esquizofrénicos, de ahí que un amplio porcentaje de personas con retraso mental reciba tratamiento con antipsicóticos sin un diagnóstico definido de esquizofrenia. Esta confusión puede deberse a que con frecuencia los trastornos afectivos aparecen con alteraciones graves de conducta, tales como agresividad, irritabilidad e incremento de la actividad psicomotora. Para evitarla, es importante para el diagnóstico recoger información de diferentes informadores sobre el contexto del paciente y posibles eventos vitales (por ejemplo, una muerte en la familia o de un ser querido, un traslado de residencia, etc.), la historia familiar, la variabilidad diurna y estacional de los síntomas.

En la siguiente tabla se describen algunos de los aspectos a tener en cuenta por la familia, amigos, cuidador o medico de la persona con discapacidad intelectual para prender alarmas sobre una posible comorbilidad afectiva.

Tabla 1.Escala para la detección de problemas psiquiátricos en personas con discapacidad intelectual (Inventario PASS-ADD).








1. Ramón Novell Alsina (Coord.), Pere Rueda Quillet y Luís Salvador Carulla Colección FEAPS. Madrid: FEAPS, 2003 (2ª reimpresión 2004, 3ª reimpresión 2005)





















En esta revisión nos enfocaremos en la depresión como patología concomitante en el paciente con discapacidad intelectual.

Episodio depresivo
La prevalencia de trastornos depresivos en adultos con retraso mental se sitúa entre el 1,3 y el 4,670. Muchas alteraciones conductuales de la depresión (aislamiento, pasividad) son poco llamativas con respecto a las asociadas a los trastornos psicóticos, y pasan desapercibidas. Debe señalarse que en ocasiones la depresión se manifiesta por conductas claramente "disruptivas", estas conductas llevan a diagnósticos erróneos.

Es necesario recabar información fiable sobre el estado premórbido del paciente, ya que sólo se puede diagnosticar un trastorno afectivo cuando los síntomas representan un cambio sobre el patrón de comportamiento y personalidad habitual del individuo. Los antecedentes familiares y personales de manía o depresión deben explorarse. Sin embargo, en caso de duda sobre el diagnóstico, esta información por sí misma no puede ser determinante.


¿Cómo se presenta la depresión?
En las personas con retraso ligero o moderado los síntomas son muy similares a los de la población general, sin embargo, en los casos de personas con retraso mental grave o profundo, con dificultades de comunicación, el diagnóstico ha de estar basado fundamentalmente en observación de la conducta y sus variaciones en el tiempo: modificación del apetito o el peso, cambios en el sueño, llanto, actividad motora alterada, etc. Es decir, en la medida que el retraso mental es más grave los síntomas van adquiriendo características de trastorno de conducta y perdiendo rasgos cognitivos.


Síntomas somáticos
Los síntomas somáticos pueden ser más frecuentes que en la población general, y su presentación es muy similar a la encontrada en ésta. Aparecen cambios en apetito y peso, en el ritmo sueño-vigilia, y en la libido. Debe tenerse en cuenta la posibilidad de presentación de síntomas atípicos (aumento del apetito y de la necesidad de dormir). Contra lo que cabría esperar, la experiencia indica que algunos sujetos tienen dificultades para describir el patrón y el número de horas de sueño.


Síntomas cognitivos
Conviene explorar como responde el humor ante diversas situaciones, y también si recientemente ha tenido lugar algún suceso que pueda afectar el estado de ánimo de la persona (pérdida de un familiar o amigo, enfermedad grave, etc).
También deben explorarse cambios, en relación con el estado previo, sobre todo si ha disminuido el interés por cosas o temas o actividades que resultaban placenteras (anhedonia), la pérdida de energía e iniciativa, pérdida de autoestima, pérdida de propósito o deseo de vivir, autorreproche y culpa, enlentecimiento del pensamiento, preocupaciones, habla lenta y sin contenido semántico.


Alteraciones conductuales
Las manifestaciones conductuales del episodio depresivo requieren una especial atención. La persona puede mostrar una apariencia claramente depresiva (crisis de llanto, aislamiento), características más sutiles (evitación del contacto visual que no se había manifestado previamente, enlentecimiento motor, evidencia de abandono del cuidado personal), o conductas claramente disruptivas como agitación motora, conducta autoagresiva, estando ausentes las primeras.

En casos de dudas diagnósticas es conveniente efectuar un análisis funcional del comportamiento, con registros diarios de la actividad del sujeto, humor, comportamiento, sueño e ingesta. En caso de duda puede ser conveniente efectuar pruebas terapéuticas con antidepresivos (por ejemplo, ISRS) aunque cabe señalar que la respuesta no prueba la presunción diagnóstica, ya que estos fármacos tienen un perfil de acción muy amplio. Debe excluirse la patología orgánica (por ejemplo, hipotiroidismo, enfermedad de Addison, epilepsia, demencia) y en general cualquier proceso que cause dolor o malestar intenso, efectos del tratamiento farmacológico y del consumo de tóxicos, efectos ambientales y la relación con acontecimientos vitales, así como los mecanismos anormales de afrontamiento y defensa (regresión).




























En la siguiente tabla se relacionan los criterios que pueden sugerir una depresión en una persona con retraso mental.

Tabla 2. Sistema DC-LD: Criterios diagnosticos del Episodio Depresivo Mayor.


1. Ramón Novell Alsina (Coord.), Pere Rueda Quillet y Luís Salvador Carulla Colección FEAPS. Madrid: FEAPS, 2003 (2ª reimpresión 2004, 3ª reimpresión 2005)





Tabla 3. Recomendaciones para una persona con discapacidad intelectual y depresión.


1. Ramón Novell Alsina (Coord.), Pere Rueda Quillet y Luís Salvador Carulla Colección FEAPS. Madrid: FEAPS, 2003 (2ª reimpresión 2004, 3ª reimpresión 2005)



FARMACOTERAPIA2

La medicación puede ser un auxiliar importante o un tratamiento de indicación específica al trabajar con personas con discapacidad intelectual (Baumeister y cols., 1993). Sin embargo, el uso de la medicación no constituye la primera medida ni el único tratamiento del comportamiento difícil de manejar. El tratamiento farmacológico comienza después de una evaluación cuidadosa de situaciones que pueden estar ocurriendo a la vez y que tienen consecuencias sobre el comportamiento. Antes de iniciar el tratamiento farmacológico deben considerarse la salud física y las modificaciones recientes en las rutinas cotidianas, y realizarse los ajustes ambientales y psicosociales apropiados. Además, al trabajar con personas con discapacidad intelectual resulta especialmente importante hacer una valoración inicial —que puede incluir análisis de sangre, estudios iníciales, como un electrocardiograma, y una revisión específica de los posibles efectos secundarios— antes de instaurar el tratamiento farmacológico. Antes de iniciar la medicación se requiere acuerdo con respecto a los criterios de valoración de la mejoría, y es necesaria una revisión continua en relación con la interrupción del tratamiento farmacológico. Es importante consultar al emplear fármacos; los médicos no familiarizados con el trabajo con personas con discapacidad intelectual deberían realizar una consulta, puesto que las dificultades de conducta muchas veces son complejas.
Siempre ha de obtenerse consentimiento para el tratamiento farmacológico. Es especialmente importante un seguimiento cuidadoso de los efectos secundarios, ya que muchas personas con discapacidad intelectual quizá no sean capaces de comunicar por sí mismas los síntomas relacionados con los fármacos.


Antidepresivos tricíclicos.
Aunque los antidepresivos tricíclicos son eficaces, se utilizan menos por los potenciales efectos cardiacos y cognitivos y han sido sustituidos en gran parte por los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) Harris (1988) evaluó los efectos de la amitriptilina en el tratamiento de la depresión en el Sx Down y comunico resultados positivos en 5 individuos; todos ellos presentaron aumento del apetito, mayor interés por las actividades y mejoría del sueño.

Inhibidores selectivos de la recaptación de Serotonina.
Los ISRS se utilizan cada vez más por su perfil benigno de efectos secundarios (Sovner y cols., 1998) según muchos estudios los efectos secuandarios son minimos y se pueden usar de forma segura con buenos resultados terapéuticos.

1. Ramón Novell Alsina (Coord.), Pere Rueda Quillet y Luís Salvador Carulla Colección FEAPS. Madrid: FEAPS, 2003 (2ª reimpresión 2004, 3ª reimpresión 2005)

2 Harris J: Intellectual Disability: Understanding Its Development, Causes, Classification, Evaluation, and Treatment. New York, Oxford University Press, 2006.



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