Caeiro (2)

June 16, 2017 | Autor: Victor Mathews | Categoria: Literary Criticism
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Universidad Central de Venezuela
Facultad de Humanidades y Educación
Escuela de Letras – Curso Electivo/Pessoa
Víctor A. Vizcuña M. 20.415.369

Caeiro: vivir en la realidad.
Hay nuevas flores, nuevas hojas verdes.
Hay otros días suaves.
Nada vuelve, nada se repite, porque todo es real.
(Caeiro. Poemas inconjuntos.)

La poesía de Caeiro permite diversas lecturas. Las contradicciones se convierten en una suerte de Leitmotif que rige una filosofía de vida en la que la realidad juega un rol central en la obra. Ver se convierte en la poesía de Caeiro en uno de los puntos de partida. Su filosofía de lo real se construye desde lo visible, desde las formas en que se percibe el mundo como una individualidad. Ser un observador del mundo, de la naturaleza, es en Caeiro la forma de construirse como entidad. Las descripciones de lo visto son entonces el mundo real del poeta y el artificio en versos del lector. El presente se convierte en materia filosófica para Caeiro. Las cuestiones como la existencia, se traducen e interpretan desde lo visible. Ser visible abre la posibilidad de asumirse como existente. Ver es materializar una realidad. Caeiro construye su mundo visible en versos y lo presenta como una forma de asumir la realidad. Una realidad externa a la que se accede por medio de lo visible y que permite al poeta pensarse, cuestionar su interioridad, dudar de lo no-externo como algo a lo que por la imposibilidad de visibilizarlo no se asume como Real.

Ser real quiere decir no estar dentro de mi.
De mi persona de dentro no tengo noción de
realidad.
Sé que el mundo existe pero no sé si existo.
Estoy más seguro de la existencia de mi casa blanca
que de la existencia interior del dueño de la casa
blanca. (Caeiro. Poemas inconjuntos.)
La realidad, lo real en Caeiro se define en algunos de los Poemas inconjuntos como un espacio en donde la idea de tiempo es inexistente. Pensar en la (a)temporalidad queda anulado con una suerte de reafirmación de la realidad de las cosas, una forma de huir de las preconcepciones y formas de interpretación humanas en las que el tiempo distorsiona esta visión del mundo del poeta. Desasirse del mundo de las ideas y vivir en lo real desde lo visible es una de las metas planteadas por Caeiro en su poesía.

No quiero incluir el tiempo en mi esquema.
No quiero pensar en las cosas como presentes; quiero
pensar en ellas como cosas.(…)
(…)Debería verlas, sólo verlas;
verlas hasta no poder pensar en ellas,
verlas sin tiempo, ni espacio,
ver pudiendo dispensar todo menos lo que se ve.
Es esta la ciencia de ver, que no es ninguna.
(Caeiro. Poemas inconjuntos.)

La filosofía de Caeiro en la que el tiempo está anulado permite entonces la posibilidad de pensar en un mundo irrepetible, en el que cada mirada hecha a lo real lo convierte en un evento singular, en el que no hay comparaciones con formas previas y por ende, todo es nuevo, nada puede repetirse. La piedra, la primavera, el invierno. Todo ello se convierte en un campo más amplio. No todo lo visible es igual. Se puede leer cada cosa nombrada en sus poemas como piedras y flores distintas. Quizás aquí se encuentre un símil con la visión del mundo del personaje del cuento Funes el memorioso, pero desde lo visible que construye lo real. Es tal vez esto lo que Caeiro intenta decirle a Álvaro de Campos refiriéndose al poema de Wordsworth:
Lo que ese poeta inglés suyo quería decir es que para el tal hombre aquella flor amarilla era una experiencia vulgar, o una cosa conocida. Pero eso es lo que no está bien. Toda cosa que vemos, debemos verla siempre por vez primera, porque en realidad es la primera vez que la vemos. Y entonces cada flor amarilla es una nueva flor amarilla, aunque sea lo que se dice la misma flor de ayer. Uno no es ya el mismo, ni la flor la misma. El mismo amarillo no puede ser ya el mismo. Es una pena que uno no pueda tener exactamente ojos para saber esto, porque entonces todos seríamos felices. (Álvaro de Campos. Notas para recordar a mi maestro Caeiro.)
Las contradicciones en Caeiro aparecen con sus apreciaciones acerca del amor. En esos espacios en donde las sensaciones hacen del poeta un hombre un tanto distinto, una nueva forma de ver el mundo con el sentimiento del amor le hace pensar, escapar de lo meramente visible. Le empuja al recuerdo de la amada y le cerca en la sensación del amor que le hace percibir el mundo con nuevos ojos. El pastor amoroso que pierde el cayado, que nunca fue amado, se pierde en sus sentimientos y se aleja de su verdad por unos momentos. El amor le hace reconstruir la realidad de una forma similar, los campos verdes tienen el mismo color verde, el aire es el mismo aire, pero hay un reconocimiento de la ausencia de la amada que le hace tomar ese aire de libertad que le abre el pecho con dolor. Amar es pensar afirma Caeiro. Esta es la distracción de lo real. Lo que le aleja de las sensaciones del mundo y le acerca a lo sentimental o al mundo de la idea del amor. El saudade parece estar en el recuerdo de la amada, en su irreversible ausencia que genera en el poeta un estado anímico que le distancia de la felicidad de lo real y que le empuja a una suerte de melancolía.

Pasé toda la noche sin dormir, viendo, sin espacio, la
figura de ella,
y viéndola siempre de maneras diferentes de cómo la
encuentro.
Hago pensamientos de lo que ella es
cuando me habla,
y en cada pensamiento varía con su semejanza.
Amar es pensar.
Y yo casi me olvido de sentir solo de pensar en ella. (…)
(…) No pido nada a nadie, ni a ella; solo pensar.

Las descripciones de Caeiro como un niño que juega/pagano como el sol y como el agua,/de una religión universal que solamente los hombres no poseen lo recrean desde sus búsquedas de una vida dotada de realidad en la que el mundo visible constituye su forma. Un intento de huir de las búsquedas –aparentemente inútiles- de lo trascendental en lo no visible lo dibuja en una suerte de diletantismo, en la negación de lo invisible desde la experiencia del amor; en la búsqueda de la nada en un espacio demarcado por lo finito; en el sensacionismo del cuerpo que exalta la percepción por medio de lo visible. Las contradicciones de Caeiro (Pessoa) son pues el centro de esta poesía de lo real que la imaginación del poeta se propone transmitir.
Nadie es inconsolable ante el recuerdo de Caeiro, o de sus versos; y la misma idea de la nada- la más pavorosa de todas si se piensa con la sensibilidad- tiene, en la obra y en el recuerdo de mi maestro querido, algo de luminoso y alto, como el sol sobre las nieves de cimas inaccesibles. (Álvaro de Campos. Notas para recordar a mi maestro Caeiro.)


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