Colombia frente al Asia Pacífico

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Colombia frente al Eduardo Velosa Porras*

Introducción mucha discusión, en especial, pero no limitado por, la capacidad de atracción, atención e incidencia que la República Popular de China ejerce en los distintos mercados internacionales, desde de indicador que sea utilizado para medir algún aspecto de la economía mundial revelará que el Estado más poblado del mundo juega un rol central en este aspecto. Aunque hoy la estrella de la región sea el dragón asiático, Japón estuvo asentado por varias décadas como la segunda economía mundial gracias a su “milagro”, y el “vuelo del ganso” logró que los denominados “tigres asiáticos” también estuvieran en el centro de los titulares de los diarios económicos mundiales. Por estas razones, detenerse a describir o, incluso, a demostrar esta importancia económica es que esta región comprende realidades diversas y que, aunque China es el gran protagonista hoy, su política exterior no está limitada a la compra y venta de bienes y servicios y que los importantes roles en diversos escenarios internacionales. A pesar de la contundencia de estas realidades, Colombia no ha océano y que haya desarrollado una estrategia de inserción sostenida en el tiempo hacia los países del este de Asia y han emprendido para establecer y dinamizar las relaciones entre *

Director de la carrera de Relaciones Internacionales y profesor de planta de Universidad Javeriana.

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parcial de las dinámicas políticas, económicas y sociales de esta región y, más importante aún, la política exterior colombiana se ha enfocado, casi de manera exclusiva, a los temas económicos, con lo que cualquier otro parámetro de relacionamiento ha sido subordinado al logro de estos objetivos. En otras palabras y lo que se pretende argumentar en las páginas siguientes es que las región.

ya existía una mirada hacia esa región, en especial frente a las posibilidades de inmigración que desde China existían. Estas oportunidades se daban en el marco de la necesidad colombiana de atraer trabajadores para el desarrollo de la infraestructura. Pero muy rápido, las percepciones colombianas frenaron este impulso. La Ley 62 de 1887, en pleno gobierno de la Regeneración, fue taxativa en este aspecto: “Art. 4. Prohíbase la importación de chinos para cualesquiera trabajos en el territorio colombiano, sin perjuicio de lo que se haya estipulado con determinadas Compañías, antes de la expedición de la presente ley” (Barbosa, 2011, p. 28). Aunque las razones para esta prohibición no son muy claras, se desarrolló en el país una singular percepción frente a la inmigración proveniente de estas regiones. De un lado, Barbosa reimprime unos versos publicados en el periódico El Porvenir de Cartagena en los que se comparan a los chinos con las langostas (2011, p. 28). De otro, es diciente lo que presenta Sanmiguel (2006, pp. 84-85) frente a la inmigración japonesa: tanto el cónsul de Colombia en Kobe, Japón, como la la hibridación de razas no era conveniente para el desarrollo del país. El primer ejemplo muestra, con la metáfora, unos imaginarios con respecto a China que hoy pueden considerarse discriminatorios. El segundo, por su parte, resalta dos elementos fundamentales dentro del proceso de elaboración de la política exterior colombiana: en primera instancia, el cónsul actuó como unidad última de decisión en la medida en que de él dependía continuar con las negociaciones para traer una fuerza laboral que requería el país pero que por su idea sobre esta población se interrumpió; en segunda instancia, la Academia de Medicina, inmigratoria, también mostró una visión negativa. En este sentido, los primeros contactos con las poblaciones asiáticas más representativas en este contexto, China y Japón, estuvieron signados por unas percepciones de carácter racial que limitaron la profundización de las relaciones de Colombia con ellos. Aunque vale la pena subrayar que, no obstante paradójico, se tenía, al menos con respecto a Japón, un respeto por su cultura y su desarrollo dado que para esa época ya era un país con altos niveles de poder en el sistema internacional. Ahora bien, en términos económicos, la relación que se estableció con Japón a partir de 1908 fue desventajosa para Colombia. Esto llevó a que 26 años más tarde fuera denunciado por parte del Gobierno colombiano este tratado, en el mismo momento en que la misión japonesa en el país

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se estaba instalando. Una de las razones para que esto sucediera, de acuerdo con Barbosa, fue que el Ejecutivo en Bogotá estaba esperando que fuera Tokio el que resolviera los problemas del intercambio comercial que se presentaban (1994). En esta argumentación se nota un desfase importante entre la prescripción del rol y su desempeño por parte de Colombia. En relación con el primero, el país, en la búsqueda de nuevos socios y aliados, en especial tras la pérdida de Panamá y el deterioro de las relaciones con Estados Unidos, encuentra a Japón que, por su parte, está buscando también romper con las dinámicas de los tratados inequitativos que provenían de su proceso de apertura a Occidente en la segunda mitad del siglo XIX, proceso que había iniciado con Inglaterra y el sellamiento de una alianza militar al despuntar el siglo XX. Sin embargo, con respecto al desempeño, Colombia no hizo un seguimiento a su rol y las conductas que debían estar asociadas con él no se produjeron. De ahí, entonces, que los intercambios económicos no tratado internacional. Con el advenimiento de la Segunda Guerra Mundial, el país optó por alinearse con Estados Unidos una vez se declaró su participación en los teatros de operación europeos y asiáticos. Para darle continuidad a los dictámenes de Washington, Colombia rompió las relaciones diplomáticas que sostenía con Japón en 1942 y decidió hospedar obligatoriamente a los ciudadanos del Eje en el Hotel Sabaneta en Fusagasugá (Sanmiguel, 2006). Las relaciones, entonces, quedaron supeditadas a la orientación y alineación que se habían establecido durante el gobierno de Marco Fidel Suárez y que le dio un alto grado de continuidad durante todo este periodo, el denominado Respice Polum. Esta misma orientación, una vez se le incluyó un contenido político al acercamiento con los Estados Unidos por la Guerra Fría y la lucha contra el comunismo (Cepeda y García-Peña, 1989), permitió una nueva aproximación a la región con la participación de Colombia en la guerra de Corea. La decisión del presidente Laureano Gómez de enviar al Batallón Colombia en pleno desarrollo de La Violencia indicaba la importancia que le daba el Gobierno a la Doctrina Truman. En este sentido, “la república suramericana podía participar activamente en la lucha contra el De acuerdo con Coleman, el proceso de toma de decisiones estuvo mediado no por los intereses con la fuerza multinacional en cabeza de los Estados Unidos (2005). Se partía, entonces, de una militar y de un rol particular, en especial porque: Para congraciarse con los Estados Unidos, Laureano Gómez y su grupo tenían que tapar su pasado de simpatizantes de las potencias del Eje. Para ello, su gobierno inició una adecuada política económica, que además favorecía a los capitalistas nacionales y dispuso del ejército colombiano para la ‘acción de policía’ contra el pueblo de Corea (Tirado, 1991, p. 166). Las ideas personales del líder en este caso, que durante su actividad política estuvieron alineadas con el surgimiento del fascismo en Europa, tuvieron que moldearse una vez llegó al poder. El inicio de la Guerra Fría le señaló a Gómez que el enemigo comunista reñía con dos principios fundamentales de su mapa mental: el cristianismo y el capitalismo.

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Con respecto al primero, la condición atea del comunismo chocaba con sus ideas normativas social justo y, por ende, le exigía una actuación enérgica frente a esta conspiración. El segundo se derivaba de la promesa de retribuciones económicas por parte de Estados Unidos para aquellos que se unieran con la causa anticomunista en Corea (Coleman, 2005), en adición a que el comunismo, como doctrina económica, anulaba los principios básicos del modelo instaurado en el país.

Colombia por parte de su dirigencia estaba asociada con un carácter occidental, tanto desde el punto de vista político como racial. Por ello, el rol que se desprendía de esta identidad no logró

espacios que empieza a generar la lectura de un contexto diferente. La descolonización del Sudeste el “milagro japonés” que instala su economía en el segundo lugar en el ámbito internacional, el resquebrajamiento de las relaciones entre la Unión Soviética y la República Popular de China y la subsecuente aproximación entre Washington y Pekín, son todos acontecimientos que inciden en la dirigencia colombiana. En especial, Alfonso López Michelsen es susceptible a estos cambios, primero como Ministro de Relaciones Exteriores y luego como Presidente de la República. Para él, la manera de alcanzar los niveles de desarrollo demandados por la sociedad colombiana estaba en la asociación y profundización de las relaciones entre iguales. De ahí que buscara cambiar el principio rector de la política exterior colombiana de mirar al norte al de mirar a los semejantes; en síntesis, concibió el denominado Respice Similia. Con base en la utilización de metáforas (Cepeda y García-Peña, 1989), para López Michelsen Colombia debía de dejar ser el “Tíbet suramericano” y convertirse en el “Japón suramericano”. Las claras referencias asiáticas demuestran un entendimiento de las dinámicas acaecidas en el este de Asia y la intención de cambiar el rol que el país ejercía en el sistema internacional. Aunque la estrategia asiática no se desarrolló bajo su mandato, sí dejó sentadas las bases para que posteriores presidentes se apoyaran en este principio para guiar la política exterior. fundamental para la consecución de la paz. Con esta idea, aceptó la subordinación de la política exterior colombiana a los dictámenes de Washington e implementó una política interna represiva en el marco de su Estatuto de Seguridad. En el ámbito internacional, por su parte, bajo su mandato se establecieron las relaciones diplomáticas con la República Popular de China en 1980 y nombró como primer embajador, con un gesto simbólico que ha permeado desde entonces la aproximación de Colombia hacia este país, al empresario, y quien fuera uno de los hombre más ricos del país, Julio Mario Santodomingo. Esta señal no era más que en China se podían hacer negocios. apreciar al Sudeste Asiático y a Oceanía. “En 1979 se establecieron las relaciones diplomáticas

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con Vietnam y Tailandia, un año después con Indonesia y luego con Filipinas. Con Singapur se formalizaron en 1982 y con Malasia en 1987” (Velosa Porras, 2007, p. 300). Con respecto a decisiones que marcaron esta apertura hacia la región se dieron de manera tardía, en especial con los Estados con orientación anglosajona, toda vez que, por ejemplo, compartieron las vicisitudes de la guerra de Corea en 1950. Sin embargo, como se ha establecido, estas regiones no fueron prioritarias durante la mayor parte del siglo XX y en este sentido, la ausencia de un rol global de Colombia impidió que se vincularan intereses comunes en las agendas internacionales de las dos Por último, el único ejercicio sostenido durante este periodo de contacto con algunos países de esta región se dio a través del desarrollo de una política exterior de carácter multilateral (Tokatlián, principio que había desarrollado, decidió llevar a Colombia como observador del movimiento. Más tarde, el presidente Betancur, en 1983, decidió cambiar el estatus y el país se convirtió en miembro activo con plenos derechos. Es importante rescatar esta participación, en la medida en que, como se mostrará abajo, este organismo ha sido el único que vincula directamente en el plano político a Colombia con algunos países de la región. El resto de iniciativas pasan por la apertura de la economía nacional y su inserción en los mercados asiáticos.

La búsqueda de la inserción El arribo del presidente Barco a la Presidencia en 1986 implica un cambio de estilo en la conducta de la política exterior del país en relación con la de su predecesor. Según Vázquez Carrizosa, Barco era un “hombre hermético, alejado de lo posible de las ruedas de periodistas, que el anterior” (1988, p. 3). Esta aversión a publicitar su política exterior se derivaba, en Colombia, máster en Ingeniería de MIT y doctor en Economía Industrial de la Universidad de

1988). De hecho, González Arana lo resume de la siguiente manera: “el criterio económico, basado en las necesidades de la nación, hizo posible que pudiéramos establecer vínculos con regímenes autoritarios como el de Corea, socialismos como en China o jóvenes democracias como Filipinas” (2004, p. 275). De otro lado, el hito que se marca con esta administración es que Barco fue el primer presidente casi tan pronto como el avión hubiera aterrizado en Corea, el plan inicial era visitar Japón (que luego visitó en 1989), China y Filipinas. Esta importancia en la agenda internacional del país estaba mediada por aspectos económicos y, de acuerdo con Cardona y Tokatlián, el presidente Barco fue muy vocal en este sentido (1991); eran temas que sí prefería anunciar, a diferencia de los políticos. A partir de esta administración, todos los presidentes han organizado giras al Asia

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Un elemento trascendental y común a las administraciones posteriores a Barco es, precisamente, su énfasis económico, si bien en algunos casos se han mezclado intereses diversos de acuerdo a la agenda temática del momento. Por ejemplo, en los discursos sobre política exterior del presidente Gaviria en sus primeros años de gobierno, Japón aparece referenciado en ocho alocuciones distintas (una de ellas en el marco de la visita del ex primer ministro Toshiki Kaifu en junio de 1992, cuando se abordan distintos temas de la relación). De esas alocuciones, en siete oportunidades se concentran en la potencialidad del consumo de drogas por parte de la sociedad nipona y en cuatro se relacionan con temas económicos y comerciales (Colombia, Presidencia de la República, 1992). Bajo esta administración Colombia es admitida en el Consejo de Cooperación 1992 al capítulo colombiano, y se abre el paso para que las empresas nacionales formen parte anhelada inserción comienza.

también en el establecimiento de mayores vínculos de cooperación con los países de la cuenca del Samper, en términos de su política exterior, por las condiciones de las relaciones con Estados Unidos y por el trabajo que se hizo durante el cuatrienio anterior, recibió la presidencia del gira asiática e incluir a Indonesia como destino. En adición, el hecho de asumir esta presidencia, le presentaba a Colombia una oportunidad para vincularse en las discusiones políticas con sus contrapartes asiáticas, africanas y latinoamericanas. Precisamente, la actual viceministra de Asuntos Multilaterales, Patti Londoño Jaramillo, escribía en ese momento: importante en la promoción de un orden internacional basado en la igualdad, la que continuar y reorientar, cuando se estime necesario, la agenda política del Movimiento. En este contexto, le corresponderá evitar que su dispersión en temas como el económico debilite su gestión y compromiso con los principales retos que enfrenta (Londoño Jaramillo, 1995, pp. 27-28). Sin embargo, en su relacionamiento, Colombia no pudo avanzar más allá de eso en la medida en años en 1997 para el ingreso de nuevos miembros. El plan de desarrollo de su sucesor, Andrés Pastrana, menciona: “el gobierno colombiano para vigorizar las relaciones económicas bilaterales y ampliar la participación del país en el marco de su “Diplomacia para la Paz”, Japón concentró su atención, en la medida en que podía cooperar a través de recursos los procesos de negociación que se iniciaron tanto con las FARC central tanto en su política doméstica como en la exterior, permeó la aproximación que se tenía

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agenda que nos permitió entrar en contacto con cerca de cuarenta jefes de Estado, a lo largo de la Cumbre. Pero quisimos dar en esta oportunidad especial importancia al primer encuentro con el presidente Fidel Castro” (Fernández de Soto, 2004, p. 127). Por último, durante la administración Uribe se produjeron varios documentos que abordan la inserción colombiana en esta región. De un lado, el plan de desarrollo de su primer gobierno resalta que: los intereses comerciales, así como atraer inversión y avanzar en los proyectos de cooperación en materia tecnológica y agrícola, principalmente. También se buscará las embajadas regionales, y el ingreso de Colombia a la Cooperación Económica de El segundo plan, correspondiente al cuatrienio 2006-2010, propone lo siguiente: Oceanía, a través de una amplia participación en el Foro de Cooperación Económica Planeación, 2007, pág. 609). Otros dos textos no vinculantes fueron producidos en materia de política exterior. En uno de ellos, el documento de la Misión de Política Exterior, un texto externo contratado para alimentar inicio: en particular en relación con el comercio internacional, crean la necesidad de regional de los países de América Latina […] Más adelante se presenta una serie de consideraciones que deberían tomarse en cuenta al momento de implementar una estrategia de aproximación de Colombia a Asia, desde una perspectiva económica y comercial y entendiendo que dicha aproximación puede materializarse de manera individual como también por medio de acciones conjuntas con otros países de la región (Rosales, 2011, p. 823). En el segundo documento, la Visión Colombia 2019, se plantea como meta en la región: “apalancar, que permita aprovechar las dinámicas comerciales y de inversión de la región” (Departamento Uribe, con miras a cumplir este objetivo, consiguió ser invitado a la reunión de líderes de las economías que lo conforman, realizada en 2008 en Perú.

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De esta segunda etapa se pueden derivar unas conclusiones preliminares. A partir de los años 60, en términos generales, los líderes colombianos empezaron a reconocer que la realidad en donde Colombia podía desarrollar sus intereses. Sin embargo, con el transcurrir de los años, el ámbito de acción se fue reduciendo en la medida en que se empezó a privilegiar la inserción económica sobre los temas políticos. Por supuesto que hubo otros temas que se abordaron — drogas ilícitas para el caso del presidente Gaviria; libertad en el rango de acción de la política exterior del presidente Samper; la paz bajo el mandato del presidente Pastrana, y para el presidente Uribe, temas de seguridad—, pero el elemento de continuidad en el proceso estuvo centrado en la economía y el comercio.

Oportunidades de negocio, o la política exterior de “Colombia está llamada a jugar un papel muy relevante en los nuevos espacios globales, y aspiramos asumir —después de 40 años de estar a la defensiva— el liderazgo que nos corresponde en los escenarios internacionales” (Presidencia de la República de Colombia, 2010). Desde ese primer momento en que actuó como presidente, el gobernante colombiano empezó a cambiar el rol que el el protagonismo que iba a buscar en los diferentes ámbitos, tanto multilaterales como bilaterales. En adición, muy pronto la Cancillería publicó un documento titulado Principios y lineamientos de la política exterior colombiana. En este documento se plantean cinco temáticas sobre las cuales todo el aparato de política exterior debe trabajar y una de ellas se titula “Dinamizar las relaciones de Colombia con los mercados y la atracción de inversión”. Con base en esto, se propone que:

tradicionales y países con los cuales existe un gran potencial para profundizar prosperidad democrática. Se fortalecerá el diálogo político bilateral y multilateral con los países de la región aumentando las visitas recíprocas de alto nivel en todas las áreas, dinamizando el mecanismo de consultas políticas y las comisiones mixtas de cooperación y participando en eventos internacionales estratégicos. Se ampliará de Colombia en las decisiones relevantes para su desarrollo. Antes de Junio estarán abiertas las embajadas de Turquía, Indonesia y Emiratos Árabes Unidos. Se buscará consolidar la relación en el ámbito económico-comercial atrayendo más y nuevos

país. Se proyectará la participación en el APEC (Foro de Cooperación Económica de comerciales y de inversión con la Comunidad del Golfo, Japón, Rusia y Turquía.

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posteriores de los tratados de libre comercio con Panamá y la República de Corea (Ministerio de Relaciones Exteriores, 2010). Por su parte, en su plan de desarrollo, el presidente Santos rescata la concepción de una política

implementación y administración de Acuerdos Comerciales Internacionales”) establecen mantener “el objetivo de buscar ingreso de nuestro país a la Asociación de Cooperación Económica en el apartado dedicado a la política internacional, dentro del lineamiento estratégico que busca político, la participación en los foros multilaterales, las relaciones económicas y los intercambios Un primer análisis de estos dos documentos y del discurso de posesión presidencial permite observar tres elementos importantes en términos de las ideas que se tejen en relación con el proceso de elaboración de la política exterior dirigida a esta región. El primero de ellos es que como mecanismos para insertarnos en las dinámicas y lógicas del Este de Asia y Oceanía. Por que, en términos económicos, domina China. De ahí que la búsqueda de (y la competencia por) estos recursos se convierta en un esfuerzo loable. El segundo tema también es coherente con una visión del mundo que ha marcado a Colombia y sus elites políticas desde los años 90: la necesidad de internacionalizar la economía. A pesar exportaciones colombianas no ha variado mucho: Estados Unidos. El importante peso que tiene este país en todos los imaginarios políticos, de seguridad, económicos, sociales y culturales que compartimos hace que sean ilustrativos los siguientes ejemplos: a pesar de que en los últimos años han entrado en vigencia diferentes acuerdos de libre comercio con países tan diferentes como resonado más en los medios de comunicación y en las discusiones académicas como el TLC con

se espera abrir dos más en Hong Kong e Indonesia1. En este sentido, querer variar, o al menos balancear, este destino sin duda es importante para un sano desarrollo económico.

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Estos datos son tomados de la presentación del Ministro de Comercio, Industria y Turismo, Sergio Díaz-Granados Guida, titulada “Política de Comercio: oportunidades con nuevos acuerdos comerciales - TLC”, del 22 de marzo de 2012 (Díaz-Granados Guida, 2012).

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El tercer elemento distinguible es el ánimo con que, desde esta retórica, se busca el ingreso al foro APEC. Es una constante en los discursos que sobre la región se hacen2. Desde 1995, año en que Colombia solicitó formalmente su ingreso al foro, la membresía se ha convertido en un punto Memorias al Congreso, el Ministerio de Relaciones Exteriores (2011, pp. 66-72) entrega el siguiente balance de las reuniones o encuentros sostenidos con diversos países de la región: Camboya: “se aludió al interés que tiene Colombia de ingresar al APEC y de impulsar mecanismos regionales de diálogo de alto nivel entre América Latina y Asia”. Corea: “el Presidente Juan Manuel Santos y el Primer Ministro de Corea del Sur sostuvieron un encuentro bilateral en el que Corea expresó su apoyo a Colombia para ingresar al Foro Indonesia: “se reiteró el interés de Colombia por ingresar al Foro de Cooperación Asia Singapur: “los principales temas de discusión fueron la Estrategia de Ingreso de Colombia

la entrada de Colombia a APEC”. Vietnam: “y se aprovechó la oportunidad para solicitar el apoyo de Vietnam en la entrada de Colombia a APEC”. Australia: “así mismo, propende a garantizar el apoyo de Australia a la aspiración de Colombia a ingresar a APEC y a TPP”. ingreso al APEC y al TPP”.

los costos de tener una activa participación podrían parecer exagerados si no existe una adecuada estrategia de comunicación para lograr el necesario apoyo nacional para sostenerla3. Pío García, como coordinador del Policy Paper, estimaba que: La participación de Colombia a través de las reuniones técnicas de los grupos de trabajo, las reuniones ministeriales, los encuentros de líderes y el auspicio de dos gobierno central (García, 2005, p. 6). 2

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Por ejemplo, la Ministra de Relaciones Exteriores se ha referido a este asunto en los siguientes escenarios: LXVII Corea, 15/03/2011; Comunicado conjunto de los cancilleres de la República del Perú y la República de Colombia, 29/11/2011; III Congreso de la Asociación de Comisionistas de Bolsa de Colombia y la Bolsa de Valores de Colombia, 11/08/2011; y en el Discurso para la Cátedra Europa 2011, 28/03/2011. Información obtenida de la Sala de Prensa del Ministerio de Relaciones Exteriores. Disponible en: www.cancilleria.gov.co En especial porque según Tickner y Botero, APEC solo registra 50% de favorabilidad entre los colombianos y tan solo 4% de la población considera a Asia como una región prioritaria en la agenda internacional del país (2011).

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Por ello, aunado a las posibilidades comerciales que tiene este foro, se debe rescatar la Cumbre lucha contra el terrorismo, para conectar los intereses de los ciudadanos con aquellos expresados por el Gobierno. Más aún, se debe dejar de “vender” como un proyecto de integración, simplemente por ejemplo, China, Estados Unidos, Rusia y Japón. Ahora bien, el presidente Santos se ha referido en diferentes oportunidades a la región del Asia 4 . En los diversos espacios comunicativos, la idea de Asia como el polo de desarrollo del mundo se encuentra presente. La conexión de esta idea con Colombia la expresó el Presidente de la siguiente forma al hacer el balance de su primera gira asiática a Japón y Corea del Sur: Creo que estos cuatro días han sido cuatro de los más fructíferos y más positivos para la política exterior colombiana, para la política comercial colombiana, para nuestros propósitos de generar empleo y prosperidad. Lo que avanzamos con Japón y lo que ahora avanzamos con Corea era lo que hace 18 años, cuando yo vine aquí como Ministro de Comercio Exterior, estábamos anhelando. Y ahora se concretó. Es un paso muy positivo para Colombia. Me voy muy satisfecho. Creo que se lograron con creces los objetivos que nos propusimos (Presidencia de la República, 2011). Estas ideas van de la mano con el balance del primer año de la política exterior hecho por la Ministra de Relaciones Exteriores, María Ángela Holguín: Ya abrimos tres embajadas en Asia, lo que hace que la mayor presencia que tengamos va a redundar en los tratados de libre comercio, en ese relacionamiento comercial y en lograr exportaciones y atraer inversión extranjera de esa región del mundo (Presidencia de la República, 2011). orientada a incrementar los intercambios comerciales, atraer nuevas inversiones y facilitar el acceso a nuevas tecnologías” (Ministerio de Relaciones Exteriores, 2011, p. 65). Uno de los elementos que vale la pena destacar es que, por un lado, las ideas no han cambiado mucho Sin embargo, un hecho relevante es que él mismo, como unidad última de decisión, sostenga las mismas creencias como presidente que como ministro de comercio (Santos, Prólogo, 2010, p. 20). Mientras que el segundo cargo, por sus propias lógicas, impone ciertas restricciones institucionales en términos de qué objetivos perseguir, el primero debe ser mucho más comprehensivo, en la medida que debe abarcar las diferentes responsabilidades del Gobierno en materia de políticas mediada por un lente exclusivamente económico, comercial y de inversiones. Esto se desprende de la importancia que le atribuye al libre comercio. Durante el IV Foro Caribe Siglo XXI, en un discurso titulado “El TLC como estrategia de crecimiento”, el Presidente inicia su intervención con las siguientes palabras: 4

Ver, por ejemplo, el Sistema de Información del Gobierno, en cuyo motor de búsqueda, al digitar las palabras “Asia + Discursos”, aparecen 200 entradas diferentes. Disponible en: www.presidencia.gov.co

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Benjamín Franklin decía que ‘ninguna nación ha sido arruinada por el comercio — del siglo dieciocho— decía que la política de Inglaterra era su política comercial […] Bowring llegó a decir una frase que me sorprendió cuando la leí, pero muy contundente: ‘El libre comercio es Jesucristo, y Jesucristo es el libre comercio’. tenemos que iniciar una guerra (Presidencia de la República, 2012).

Las posibilidades de otros tipos de inserción A lo largo del texto se ha tratado de mostrar cómo la estrategia de inserción de Colombia en la imaginario que los líderes tienen de Asia. Por ejemplo, en la encuesta que hacen Barbosa, Posada y Serrano a diferentes personalidades, académicas, burocráticas y sociales en relación con Asia son comercio e inversión extranjera directa. Esto es paradójico en la medida en que las mismas personalidades, cuando se les preguntó acerca de lo que tiene Colombia para ofrecerles a los países posibilidad de establecer sociedades en diversos foros (Barbosa, Posada y Serrano, 2011). Sin embargo, esta no es la única posibilidad para mejorar en calidad y cantidad los relacionamientos de Cooperación América Latina-Asia del Este, Focalae (2011, p. 195). Este foro, aunque trata temas de economía, trabaja también temas políticos, culturales, sociales, educativos, deportivos, de ciencia y tecnología y turismo. Esto se conecta con lo planteado por Barbosa que, ante la incapacidad para abordar todos los temas de la agenda internacional con todos los países de la región, rescata los siguientes como prioritarios: medio ambiente y cambio climático, seguridad energética, desarrollo social, seguridad alimentaria, desarme y biotecnología (2011, p. 228). La ampliación de la agenda con estos países implica, necesariamente, un mayor y mejor conocimiento de la región, de sus oportunidades y de sus riesgos. En este sentido, la apertura se limita a los países tradicionales de nuestro relacionamiento (Japón, China y Corea) y en las dinámicas de la región juegan un rol protagónico los diez países miembros de la Asociación de De igual manera, las experiencias de los países latinoamericanos con esta región pueden servir de lecciones para el futuro y acá es importante la prioridad que se le ha dado a la Alianza del competencia que se tienen con Perú, México y Chile, además de no limitar esta aproximación a los temas económicos. Por último, propiciar intercambios de toda índole entre Colombia y la región redundará en unos imaginarios más acertados sobre la realidad asiática, lo que a su vez generará un mayor debate

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