«¿Crítica textual ?¿Critique génétique ? ¿Filologia d’autore ?¿Crítica genética ? Edición de manuscritos hispánicos contemporaréanos e hispanismo (inter)nacional », pp. 22-70.

July 27, 2017 | Autor: Bénédicte Vauthier | Categoria: Critique Génétique, Literatura española e hispanoamericana, Crítica Genética, Filologia d'autore
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¿CRÍTICA TEXTUAL? ¿CRITIQUE GÉNÉTIQUE? ¿FILOLOGIA D’AUTOR E? ¿CR ÍTICA GENÉTICA? EDICIÓN DE M A NUSCR ITOS HISPÁ NICOS CONTEMPOR Á NEOS E HISPANISMO (INTER)NACIONAL Bénédicte Vauthier Universität Bern / ITEM (Institut des Textes et Manuscrits Modernes)

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ás allá de un mero cruce de lenguas románicas, el título de esta contribución pretende reflejar la encrucijada metodológica a la que el hispanista europeo¹ –a menudo, romanista y filólogo de formación– tiene que hacer frente a la hora de editar (o de enseñar cómo editar) manuscritos de autores hispánicos contemporáneos, es decir, de lengua española, sean sus autores españoles u oriundos de –la cada vez más atractiva– Hispanoamérica. La situación de exotopía o extraterritorialidad que experimenta el hispanista frente a su corpus de estudio no es, por cierto, ninguna novedad si se contempla en el marco más amplio de las letras que se enseñan y se estudian fuera del ámbito nacional en el que fueron concebidas. En este sentido, no es más que una verdad de Perogrullo

afirmar que no se lee ni se enseña de la misma forma a Miguel de Unamuno o a Juan Goytisolo –por citar a dos autores españoles contemporáneos sobre los que trabajé y cuyas obras impresas y/o manuscritos de trabajo edité²– dentro y fuera de España. Pero ¿cómo se editan? Y ¿en el marco de qué tradición editorial? Si la distancia lingüística y cultural no tiene por qué obstaculizar la recepción y la comprensión de las obras –de hecho, sigo pensando con Mijail Bajtin que «en la cultura, la extraposición viene a ser el instrumento más poderoso de la comprensión. La cultura ajena se manifiesta más completa y más profundamente sólo a los ojos de otra cultura» (1998: 352)–, vale la pena detenerse en las dificultades y en los malentendidos que pueden surgir de la hibridación de la terminología y las metodologías, de la heterogeneidad creciente de las tradiciones y las culturas científicas que también se dan cita en proyectos editoriales individuales o de gran envergadura, en particular en las ediciones digitales que además de numerosos investigadores presuponen destrezas que raramente posee ya una sola persona³. 2. Véanse mis ediciones de Miguel de Unamuno (Vauthier, 2002; 2004). Expuse las razones que me llevaron de la crítica textual a la critique génétique en «Genética de los manuscritos y genética textual…» (2012c: 235-257, en particular, 235-236).

1. Me refiero al estudioso de letras hispánicas que no es de origen español o hispanoamericano, lo que implica que su formación puede verse como un injerto en otra cultura y/o otra lengua. El presente trabajo, con contadas modificaciones, se basa en la versión española de un artículo publicado primero en alemán: «“Crítica textual”? “Critique génétique”? “Filologia d’autore”? Edition zeigenössicher hispanischer Manuskripte und (inter)nationaler Hispanismus», Editio. Internationales Jahrbuch für Editionswissenschaft, 26, 2012, pp. 38-58.

3. Esta contribución no es ni desea ser de índole autobiográfico, mas considero imprescindible recalcar que las observaciones que formulo han de entenderse a la luz de determinadas circunstancias vitales y profesionales (el yo y sus circunstancias), es decir, son las de una romanista belga francófona, con especialización en literatura española contemporánea, que trabaja ahora en la Suiza alemánica (Berna). Es decir, son las de una filóloga, de lengua pero no de cultura francesa, que vuelve a vivir en tierra políglota, inscrita a caballo entre herencia francesa y germánica. Precisiones que cobrarán todo su sentido cuando deslinde los contornos de los modelos de edición francesa y española (o francesa e italiana), ya que las prácticas editoriales difícilmente se pueden entender al margen de los debates que, desde el origen de la crítica genética, oponen los genetistas a los filólogos. Por estas mismas razones, re-

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Concretamente, me gustaría mostrar cómo la edición científica de textos de autores contemporáneos (siglos XIX-XXI) de lengua española en España viene condicionada no solamente por tradiciones metodológicas mayoritariamente ajenas (alemana y francesa, antaño; italiana y francesa, hoy), sino también por costumbres nacionales y el mercado editorial de los «clásicos», de la Edad Media al siglo XX, de carácter universitario. Me centraré aquí en un período de tiempo relativamente breve, de unos cuarenta y cinco años, al tomar como terminus a quo el año 1967, año de lanzamiento de la colección de libros de bolsillos «Clásicos Castalia», y como terminus ad quem el año 2012, marcado por dos publicaciones (un colectivo y una monografía) que se reivindican abiertamente de la critique génétique francesa (Vauthier, 2012a y 2012b), como ya lo había hecho también un año antes el crítico juanramoniano Javier Blasco. Después de recordar muy a grandes rasgos algunas de las diferencias que existen entre manuscrito antiguo o medieval y manuscrito moderno o «de trabajo», entre texto y antetexto (o el más neutro dossier genético), empezaré este examen recordando, también brevemente, el lugar que la edición de textos ocupa en la formación universitaria de filología hispánica en España4. Articularé luego mi exposición en torno a tres preguntas, siendo la primera de ellas –el dónde– vinculada no a la edición, sino a la conservación de los manuscritos, es decir, a los archivos nuncio a traducir aquí el sintagma critique génétique por crítica genética, al considerar que la metodología francesa no es equiparable a la que se desarrolla en el ámbito de lengua española. Tampoco traduzco el sintagma filologia d’autore.

literarios. La segunda tiene que ver con el cómo se editan los textos. Y la tercera con quién edita y, más aún, para quién. Tres –cuatro– preguntas que hacen eco a una observación de Louis Hay, quien, en su intervención del seminario parisino que está en el origen de la colección Archivos, sobre la que no tardaré en volver, ponía énfasis en los «factores esenciales que rigen toda política editorial». Entre estos, mencionaba [le] public auquel il est destiné, l’état de la documentation et notamment le nombre et la nature des témoins manuscrits, les choix théoriques de l’éditeur, singulièrement quant au statut du texte et de sa genèse, enfin les moyens disponibles sur le triple plan humain, matériel et technologique (1988: 93-94).

A modo de conclusión y, de cara al futuro, volveré sobre los retos editoriales que esperan a quienes nos dedicamos al estudio y la edición de manuscritos de trabajo, lo que me permitirá volver a mi vez sobre la compleja relación –sea de filiación, o bien de oposición– que, según los países, existe entre critique génétique y filología5.

Ambigüedades terminológicas

Basta pensar en la polisemia de las palabras texto, manuscrito, copia,

variante que se utilizan tanto en el ámbito de la crítica textual como en el de la genética; basta tener presentes los engañosos paralelismos

4. Javier Lluch ha hecho un balance detallado de esta situación en varias contribuciones, a las que remito para mayor información (2007, 2009a). Idealmente, este balance tendría que ser de carácter comparatista, ya que no siempre se entienden los resultados de la práctica editorial si no se contempla previamente el papel que la filología desempeña en el tablero crítico y universitario de los distintos países.

5. La polémica no es nueva y casi arranca de los trabajos de los genetistas franceses, como revela el emblemático artículo de Jean-Louis Lebrave, «La critique génétique: une discipline nouvelle ou un avatar moderne de la philologie?» (1992). En 2009, Lebrave revisó, matizó y suavizó la oposición tajante trazada entre filología y critique génétique.

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que, a primera vista, se pueden trazar entre, por un lado, los cuatro «errores tipo» de origen aristotélico que se pueden identificar en la copia de un manuscrito antiguo (es decir, por adición, por omisión, por transmutación y por sustitución) y, por otro, las cuatro operaciones de escritura de origen lingüístico que los genetistas observan en el manuscrito moderno (es decir, el añadido, la supresión, el desplazamiento o la sustitución); basta saber finalmente que el título del que algunos presumen en Europa: «ser filólogo» (Alemania, Italia, España, Bélgica) provoca escepticismo cuando no rechazo en otras áreas (Francia) para atisbar algunos de los obstáculos que deberá salvar el crítico y editor de textos modernos, en particular el hispanista, según su origen, su corpus de estudio y la(s) metodología(s) por la(s) que opte6. Por ello, para evitar aquí nuevos malentendidos, no estará de más listar, con la ayuda de Grésillon, las principales diferencias que sepa-

ran el manuscrito moderno del manuscrito antiguo. Se entiende por el primero, un manuscrito «de autor», mientras que el segundo suele ser fruto «de un copista». Si ambos pueden ser manuscritos, en el sentido etimológico de la palabra, solamente aquel suele ser, por ende, autógrafo. El primero es un documento de carácter privado, en el que el autor consigna para sí mismo las etapas de su trabajo de creación, de ahí el calificativo «de trabajo» con el que se suele designar el manuscrito. El segundo, en cambio, es un documento de carácter público, ya que hasta la invención de la imprenta el libro circuló en forma de copia manuscrita. El manuscrito moderno, finalmente, es un documento de creación, mientras que el antiguo es un documento de reproducción y de transmisión, lo que permite entender por qué será difícil y poco eficiente leer el primero a la luz de una metodología arraigada en el error involuntario del copista, que conlleva el consiguiente proceso de corrección, inseparable a su vez de implícitos juicios de valor (1994: 77-80). A estas primeras diferencias entre manuscrito antiguo y manuscrito moderno, se han de añadir aún algunas especificidades del texto manuscrito frente al texto impreso. Entre ellas, se pueden mencionar la gran libertad que ofrece el espacio gráfico de la página en blanco frente al condicionamiento y los límites materiales que impone el texto impreso o el posible doble nivel enunciativo del manuscrito de trabajo, en el que conviven texto in fieri y reescrituras múltiples, visibles a través de las tachaduras, de los añadidos, de las instrucciones autoriales de carácter metascriptural. Doble nivel que se percibe también en las diferentes versiones (copias) que pueden existir de un «mismo» texto (Grésillon, 1994: 51-71)7.

6. Véanse al respecto los artículos esclarecedores de Michael Werner sobre los orígenes de las filologías modernas en Europa (1990a), en particular sobre la situación de la filología románica en Alemania y en Francia (1990b). En su primera contribución, Werner no duda en afirmar que «Très souvent, tout au moins dans les littératures modernes et en particulier chez les représentants de la littérature française, le terme de “philologie” est utilisé avec une connotation péjorative: il dénonce ceux qui épousent le détail des problèmes matériels du texte, les chasseurs de variantes, les esprits certes érudits mais incapables de s’élever au-dessus de la véritable critique» (13). Posición que viene corroborada por Almuth Grésillon y María Teresa Giaveri, responsables del primer encuentro entre genetistas franceses y filólogos italianos organizado en Italia (1990) con la idea de conocerse y quizá de acercar posiciones: «En ce qui concerne la philologie, on peut certes parler d’une importation française du modèle allemand au XIX e siècle, mais ce courant n’est devenu réellement productif que pour le domaine médiéval. C’est sans doute la raison pour laquelle, en français, le terme même de “philologie” est pour le domaine moderne marqué d’une connotation assez négative, alors que la philologie italienne a toujours été considérée comme la branche royale des études littéraires» (I sentieri della creazione, 1994: 14).

7. Además del libro de Grésillon, es muy esclarecedor en todos estos puntos el ya citado artículo de Jean-Louis Lebrave (1992), en particular el apartado «La philologie et les manuscrits modernes».

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Finalmente, y por lo que se refiere a una de las palabras clave de la crítica genética, el neologismo avant-texte –traducido al español como pre-texto, ante-texto o antetexto8– designa, según la definición canónica de Jean Bellemin-Noël, «l’ensemble constitué par les brouillons, les manuscrits, les épreuves, les “variantes” vu sous l’angle de ce qui précède matériellement un ouvrage, quand celui-ci est traité comme un texte»9. Una palabra que ha echado raíces entre los críticos, pese a la invitación de Grésillon a sustituirla por el sintagma «dossier génétique», que corresponde a «un ensemble constitué par les documents écrits que l’on peut attribuer dans l’après-coup à un projet d’écriture déterminé dont il importe peu qu’il ait abouti ou non à un texte publié» (1984: 109). Más neutro que el neologismo, ya que el prefijo «ante» tiende a dotar el texto no solamente de un carácter cronológico sino también teleológico o jerárquico que rehúyen los genetistas, el «dossier génétique» contempla mejor también la posible existencia de un material realmente inédito, es decir, sin texto finalizado o publicado que le dote de sentido o permita su ordenación.

Enseñar a editar: cursos y manuales

Tal y como he adelantado, empiezo este recorrido por la situación

9. Jean Bellemin-Noël, Le texte et l’avant-texte, París, Larousse, 1972, p. 15, citado por Grésillon (1984: 108).

docente en España, que examino a partir de unas situaciones concretas que explican la puesta en circulación de nuevos «manuales» de edición. En varias ocasiones, Miguel Ángel Pérez Priego –autor del «provisional e inconcluso» La edición de textos (1997: 7), seguido poco después de una Introducción general a la edición del texto literario (2001) y de una reciente reedición del primero (2011, 2ª ed.), los tres publicados en colecciones de marcado carácter universitario y didáctico– ha recalcado que el interés por la crítica textual ha ido creciendo a lo largo de los últimos años. Es lo que explica la implantación de una asignatura de edición de textos en el primer ciclo de filología hispánica de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) en 2001, con la idea de que los estudiantes se familiaricen pronto con los principios y las técnicas de edición de textos (2001: 11). La propedéutica a la crítica textual –repárese en la denominación– no se limita, claro está, a los inicios de la carrera (a distancia) y numerosas universidades españolas ofrecen –en colaboración o no con el sector editorial– Máster o Doctorado de metodología de la investigación literaria con módulos de edición o Máster de edición, sin decir nada de los cursos de verano –de larga tradición en España– de crítica textual o edición filológica. En su Introducción general a la edición del texto literario, librito que quizá pretenda tomar el relevo del treintañero –y, sin embargo, aún joven– Manual de crítica textual de Alberto Blecua –«importantísimo manual teórico en lengua española» (2011: 29) del que, en realidad, apenas se distancia en el fondo–, Pérez Priego ofrece primero un brevísimo panorama histórico que va de los gramáticos de Alejandría a los albores del siglo XXI pasando por la tradición humanista renacen-

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8. La primera variante gráfica –pre-texto, con guión– tiene preferencia entre los genetistas argentinos (véase, por ejemplo, Élida Lois, 2012). Emilio Pastor Platero (2008) y Javier Blasco (2011) han optado por una traducción del francés avant-texte, escrito con guión: ante-texto. Por mi parte, me decanto también por un calco del francés, pero escrito sin guión (antetexto) para respetar la formación de los nombres compuestos españoles (2012a, 2012b).

tista y el positivismo decimonónico de Lachmann y Bédier. Por lo que al siglo XX se refiere, Pérez Priego menciona la importancia de la nueva filología (italiana), que, en la estela de los trabajos de los años 1930 de Giorgio Pasquali, permitió una renovación de los conceptos de la filología para llegar a través de la variantistica o critica delle varianti de Gianfranco Contini hasta la filologia d’autore capitaneada por Dante Isella –que dio carta de naturaleza a la disciplina en Le carte mescolate, subtituladas Esperienze di filologia d’autore– y Alfredo Stussi. (Dos nombres a los que se han de añadir hoy los de Paola Italia y Giulia Raboni, recalcando además que, a diferencia de la filologia della copia –hermana italiana de la crítica textual– la filologia d’autore, si bien nació en su estela, se emancipó rápidamente de ella al centrarse en la edición de textos modernos y contemporáneos y al tener como prioridad «decidere la lezione da mettere a testo e ricostruire, attraverso opportuni sistemi di rappresentazione, le correzioni intervenute durante la gestazione o la revisione dell’opera» (Italia, 2010: 9). Un propósito nada extraño, es cierto, ya que metodología y terminología se fueron fraguando en la encrucijada dialógica entre critica delle varianti italiana y critique génétique francesa. Y cierro aquí este pequeño inciso.) Junto con la escuela italiana, Pérez Priego menciona también los trabajos sobre bibliografía material de origen anglosajón, estrechamente vinculados con los problemas que plantea el texto impreso (shakespeariano). En el ámbito de la filología española, finalmente, si ha habido un relevo generacional de filólogos de gran calado, Pérez Priego no menciona aportaciones teóricas si no es volviendo al principio del siglo y a la escuela de Ramón Menéndez Pidal y sus discípulos. Los filólogos españoles de hoy –capitaneados, quizá, por Blecua– se afiliarían por lo general a una tradición «trans- o neolachmanianna», a veces teñida de filologia d’autore italiana, opción de la que encontramos un ejemplo sin parangón en el anuncio de la quinta edición

del curso de crítica textual impartido este verano en la Universidad Internacional de Andalucía. Los organizadores españoles e italianos del curso pretenden ofrecer

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la herramienta fundamental y los conocimientos imprescindibles del método estemático: se tratarán, en virtud de la teoría y a través del estudio de casos particularmente significativos, las operaciones esenciales para la fijación del texto crítico, a partir de los testimonios, manuscritos e impresos en su especificidad material, cultural e histórica.

Y en el correo electrónico que acompaña el folleto, se precisa que el método no es sino el «estemático-neolachmanniano», pero que «no desdeña las aportaciones de los estudios sobre Bibliografía material ni la cada vez más en boga Filología de autor»¹0. En cuanto al siglo XXI, finalmente, Pérez Priego solamente evoca la repercusión que las nuevas tecnologías han tenido y están teniendo en la elaboración de ediciones digitales donde brillan las posibilidades hipertextuales. Si se exceptúa este breve recorrido histórico, el grueso del texto de Pérez Priego, igual que el de Alberto Blecua, cuyo manual sigue siendo la referencia en España, está dedicado a los problemas de transmisión (lo que implica copia y error), de anotación, de interpretación y de edición del texto, problemas que se ventilan entre los de recensio, emendatio y constitutio textus. En los dos manuales se ve claramente, además, cómo los filólogos españoles no han hecho más que ir ampliando el espectro de aplicación del método de la filología bíblica y clásica a los textos vulgares, medievales, primero, modernos, luego, y 10. Correo electrónico (24.04.2013) de Rafael Bonilla Cerezo, profesor titular en Córdoba y co-director del curso, junto al renombrado hispanista italiano Giuzeppe Mazzochi, de la Universidad de Pavia.

ahora contemporáneos. De la especificidad de estos últimos y de los problemas que plantean su estudio y edición, nada se dice, y hablan por sí solas las escuetas seis páginas que Alberto Blecua les dedica, poniendo énfasis en el papel que desempeñó la prensa, que, por lo general, debido a la premura en la impresión, no permite la corrección de pruebas, implica la intervención de manos ajenas y conlleva a menudo una multiplicación de estemas para el crítico (2001: 227-232). Sea en Blecua, sea en Pérez Priego, sea en los cursos que se imparten, la crítica textual es entendida en un sentido estrictamente filológico, sin que en ningún momento trasparenten los límites o la inadecuación del método para abordar textos contemporáneos. Para Blecua, «la crítica textual es un arte que ofrece una serie de consejos generales extraídos de una práctica plurisecular sobre los casos individuales de naturaleza muy diversa». En este arte, tiene un papel fundamental el «error», que se achaca al copista, y la filología busca establecer una tipología de los errores más comunes para poder restablecer, una vez detectados, el texto original. Esta búsqueda, precisa aún Blecua, «se halla estrechamente ligada a la concepción del libro como transmisor de unos significados fundamentales […] que se conforman a su vez a través de unos significantes únicos. Cualquier alteración de estos últimos podría provocar catástrofes exegéticas irremediables» (2001: 9). Para Pérez Priego, La filología es la ciencia que se ocupa de la conservación, restauración y presentación editorial de los textos. Su contribución resulta así absolutamente imprescindible y previa para la investigación literaria que quiera operar con un mínimo de rigor científico. Por ello, antes de cualquier planteamiento crítico es necesario partir de un texto rigurosamente fijado en su autenticidad (2001: 15).

A mi modo de ver, esta breve presentación del método hegemónico deja sospechar cómo se suelen editar los textos y los manuscritos contemporáneos. Por desgracia, en nada se vio alterado el método por la puesta al día de Blecua quien, en 1994, en «Generalidades sobre crítica textual», ofreció un resumen del Manual «para lectores perezosos» (2012: 12), seguido, en 2012, por unos Estudios de crítica textual que se presentaban como complemento del primero. Ahora bien, saliendo de su acostumbrada reserva, Blecua brindaba al lector aclaraciones decisivas respecto de los objetivos perseguidos, presumiendo, de forma irónica, del papel tutelar que su manual había tenido entre los profesores y por qué había sido así: Creo que ha sido un buen manual: el mejor, porque no había ninguno en español y los de fuera, en especial, los italianos, se movían en unas tradiciones bastantes incoherentes por estar condicionados por su apego a esas mismas tradiciones. Permítanme que «salga un punto de mi natural modestia», en frase cervantina, y que diga que he procurado abrir la tienda –en frase de Nebrija– de la crítica textual en España (2012: 11; las cursivas son mías).

Antes de pasar a examinar los resultados del mismo método en el ámbito de la literatura contemporánea, demos pues al César lo que es del César, y pasemos por fin al primer interrogante, es decir, al dónde se conservan los manuscritos de trabajo en España y en Hispanoamérica.

Archivos literarios y Fundaciones de escritores

En su ya citada intervención «L’édition du texte», Louis Hay no solo

resaltaba los factores que rigen la política editorial. También evocaba 32

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los modelos institucionales de conservación y archivo literario predominantes en Europa, distinguiendo la situación de la Europa oriental y central, en la que incluía a Rusia, Austria, Hungría, Alemania, y la situación de Europa occidental, de la que Francia era el ejemplo más emblemático. En el primer caso, los archivos literarios se habrían desarrollado de forma autónoma, frente a las bibliotecas y los archivos históricos; en el segundo, en cambio, predominarían las grandes bibliotecas nacionales (1988: 88). Una oposición semejante entre modelo alemán y modelo francés (doblado de un mismo silencio sobre la Europa «meridional» o del Sur, por la que tenemos especial interés aquí) se halla en el libro de Michel Espagne, De l’archive au texte: Recherches d’ histoire génétique. Moins univoque que l’histoire des archives littéraires en France qui, jusqu’à une époque récente, se limite à l’accroissement des fonds de la Bibliothèque Nationale, l’histoire des archives littéraires allemandes, parce que la dispersion entraîne une pluralité de traitements, de thématiques, de développements, est particulièrement révélatrice de la place de tel auteur ou de telle tradition littéraire dans la culture (1998: 221).

Modelo centralizado o descentralizado, modelo de tipo nacional, federal o comunitario, ¿cuál sería el modelo predominante en España? ¿Y en Hispanoamérica? Una contribución algo más reciente de Werner sobre la relación entre archivos literarios y canonización sigue sin aclarar este punto, y el historiador confiesa que no existe una historia internacional de los archivos literarios, lo que explicaría que solo se puede hablar de situaciones concretas en determinados países, en este caso otra vez, Alemania y Francia (2000: 138). Con todo, sí pone de relieve un elemento decisivo en la constitución y el desarrollo de los archivos literarios, entendiendo por ello un lugar diseñado para la conservación y la literatura moderna y contemporánea, tal como lo soñó 34

Dilthey en 1899¹¹. Y este elemento no es sino la presuposición de un canon literario, que puede preexistir o surgir de los archivos literarios (2000: 138). Y no vamos a tardar en verlo. Por lo que a modelo de conservación se refiere, España se decidió, a mi parecer, por el tipo germánico y descentralizado. En efecto, si la Biblioteca Nacional de España, que celebró su tercer centenario en 2011, es digna creación de la Ilustración –y se puede parangonar con su homóloga gala–, la sección de «Archivos personales» es muy posterior. Como «colección independiente puede situarse en 1996, al tomarse en consideración las características tipológicas de estos materiales, las exigencias de su conservación y, fundamentalmente, la singularidad de su tratamiento técnico como conjuntos histórico-bibliográficos»¹². Junto a esta colección y anterior a la misma, se ha de mencionar la existencia de la sección «Manuscritos» de la Biblioteca Nacional que se fue constituyendo desde principios del siglo XX, con dos fechas clave: en 1960 la BNE recibió el códice del Cantar de Mio Cid («adquirido por la Fundación Juan March a la familia Pidal, en 10 millones de pesetas», Abad, 1995: 33); en los años 1970, ingresan por compra o donación manuscritos y documentos autógrafos (como epistolarios) de Benito Pérez Galdós, Enrique Jardiel Poncela, Santiago Ramón y Cajal, Antonio Machado, por citar solo algunos nombres¹³. 11. El artículo de Dilthey sobre «Los archivos literarios» antecede de poco la creación de la primera fundación alemana: el archivo Goethe-Schiller, que llegó a su cumbre con la creación del «Deutsche Literatur Archiv» en Marbach (1955), mayor agrupación de manuscritos modernos y contemporáneos (de 1750 a nuestros días) en Alemania (véase Werner, 2000: 147). 12. Véase la sección «Archivos personales y de entidades» en el portal de la Biblioteca Nacional de España: http://www.bne.es/es/Catalogos/ArchivosPersonales/ index.html. 13. Véase la sección «Manuscritos» en el portal de la Biblioteca Nacional de España: http://www.bne.es/es/Colecciones/Manuscritos/manuscritos.html. Los dos

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Ahora bien, por lo que a archivos literarios en España se refiere, el año decisivo es seguramente el año 1998. En efecto, después de cinco años de conversaciones y reuniones, se celebró en Salamanca la Asamblea Constituyente de la ACAMFE , Asociación de Casas Museo y Fundaciones de Escritores que, en la actualidad, agrupa unas cincuenta instituciones, entre las que es de obligada mención la madrileña Residencia de Estudiantes, que alberga más de cuarenta legados y colecciones de figuras sobresalientes de la llamada Edad de Plata¹4. Siguiendo el modelo germánico, las demás fundaciones están repartidas por toda la península y son testimonio de este anclaje cultural del que hablaba Michel Espagne. Así, la Casa Miguel de Unamuno está en Salamanca –y en Fuerteventura–, la de Pérez Galdós en Las Palmas de Gran Canaria, la Fundación Valle-Inclán en Vilanova de Arousa –y sus borradores autógrafos recién encontrados en la Universidad de Santiago de Compostela (Santos Zas, 2012)–, la Fundación Jorge Guillén se ubica, por supuesto, en Valladolid, etc. Debido a la relevancia que tuvo la venta del archivo de la agente literaria Carmen Balcells (archivo clave para conocer los orígenes del boom hispanoamericano), también es importante destacar el papel que podría estar llamado a desempeñar el Archivo General de la Administración (dependiente del Ministerio de Educación Cultura y Deporte) en la agrupación de manuscritos de autores contemporáneos. Si bien la situación varía de país en país, al día de hoy no se puede hablar aún de política nacional de conservación de los archivos literarios contemporáneos en Hispanoamérica. La ausencia de una

conciencia patrimonial parecida a la europea, los regímenes dictatoriales que hicieron peligrar la libertad de expresión y de conservación de lo escrito, el rigor de determinadas condiciones climatológicas, la dispersión y precariedad de los archivos fueron motivos más que suficientes para explicar una de las prioridades del proyecto Archivos: «salvaguardar la memoria escrita de los siglos XIX y XX » y discutir «el problema de la conservación y el acceso a los manuscritos literarios contemporáneos» (Segala, 1996: XX, nota 13). Esta fue problemática prioritaria de la UNESCO, implicada en el proyecto que respaldó, y sigue siéndolo, por ejemplo, a través de su apoyo a la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial.

¿Cómo editar «textos del siglo XX»? El proyecto Archivos y sus antecedentes

Después de este breve repaso de los archivos literarios más importan-

14. Véase el portal institucional de la ACAMFE: http://www.museosdeescritores.com/

tes en España, después de señalar también su precaria existencia en Hispanoamérica, es hora de detenerse en el segundo interrogante, es decir, en cómo editar textos y manuscritos hispánicos contemporáneos. De lo dicho acerca de los cursos y los manuales de edición y de crítica textual, se habrá entendido que, en la actualidad, no existe bibliografía de referencia en español con pautas metodológicas adaptadas al estudio y la edición de manuscritos de trabajo, borradores, antetexto, etc. Dejando a un lado las recientes traducciones al español de textos canónicos de la critique génétique francesa (Pastor Platero, 2008), la magistral tesis de doctorado de Vara Ferrero sobre la obra narrativa (inédita) de Pedro Salinas (2009) y las monografías de Blasco (2011) y Vauthier (2012b) que aplican la metodología francesa a determinados textos –poéticos en el primero caso: Juan Ramón Jiménez,

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apartados digitales remiten a una contribución de Julián Martín Abad (1995: 23-36), jefe del Servicio de Manuscritos, Incunables y Raros de la BNE .

Francisco Pino, Claudio Rodríguez; novelesco, en el segundo: Juan Goytisolo–, esta conclusión es cierta, mas pasa por alto el ambicioso proyecto internacional Archivos y menoscaba lo que se hizo y se hace en Hispanoamérica, muy en particular en Argentina, en el ámbito de la crítica genética. Amos Segala, Élida Lois, Fernando Colla, Javier Lluch han trazado las grandes líneas de este proyecto que cuajó en la edición de unos sesenta volúmenes de escritores hispanoamericanos (Asturias, Cortázar, Rulfo, Lima, Arguedas, etc.). Por mi parte, presentaré el proyecto aquí basándome ante todo en su resultado teórico más visible: el volumen colectivo plurilingüe, publicado en Roma, bajo el título: Littérature latino-américaine et des Caraïbes du XXe siècle. Théorie et pratique de l’ édition (1988). Pero, antes de ello, y para no falsear la cronología, digamos cuatro palabras de la crítica genética o, mejor dicho, de la filología naciente en Hispanoamérica.

en Argentina (2011, 2012), Élida Lois ha llamado la atención sobre el hecho de que antes e independientemente del proyecto Archivos, deudor de la critique génétique francesa, existía una «prehistoria geneticista en América hispánica», además de una genetista avant la lettre. Por lo que a la prehistoria se refiere, Élida Lois menciona primero los trabajos de Carlos Alberto Leumann, al que presenta como «discípulo argentino a la distancia» de Antoine Albalat. Según Lois, Leumann «hizo un loable esfuerzo de compenetración con la materialidad de la escritura […] y lo hizo con esa notable sagacidad que se observa en los trabajos de los geneticistas más avezados». Ahora bien, no «fue mucho

más allá» de esa «etapa que la ortodoxia geneticista no permite saltar» y, por lo general, quedó atrapado en los «procedimientos de descripción lineal típicos de la lingüística histórico-comparativa, que están en la base de la metodología lachmanniana» (2012: 47-48, la cursiva es mía). El segundo precursor de la crítica genética, Élida Lois lo descubre en Amado Alonso, filólogo español formado en la escuela de Menéndez Pidal, emigrado a Argentina en 1927 y director del Instituto de Filología de Buenos Aires hasta 1946. Según Lois, en sus trabajos, entre ellos en su edición del Fausto de Estanislao del Campo, Amado Alonso supo combinar «el rigor descriptivo de los neogramáticos con la consideración del lenguaje como un fenómeno inseparable de los procesos sociales y culturales». Además, «a esa formación básica supo incorporar de manera original tanto concepciones idealistas como estructuralistas». Por ello, «Alonso sí puede ser considerado un precursor de la crítica genética en el campo académico» (2012: 49; 1995). En cierta medida, la evolución de Alonso, de la escuela filológica menéndezpidaliana a los avances idealistas y estructuralistas, hace pensar en la del fundador italiano de la critica delle varianti, Gianfranco Contini, filólogo, contradictor de Croce y abogado de los avances lingüísticos y estilísticos en el ámbito de la edición, que, según él, no contradecían sino completaban el idealismo del maestro crociano (véase Italia & Raboni, 2010: 22-26). A estos dos nombres, y siempre antes del nacimiento de Archivos, se ha de añadir aún el de la renombrada crítica argentina Ana María Barrenechea, discípula de Amado Alonso. Ella leyó de primera mano los trabajos pioneros de los genetistas franceses, es decir, el emblemático Le texte et l’avant-texte de Jean-Bellemin Noël, donde figura el neologismo «antetexto»; el volumen Essais de critique génétique, coordinado por Louis Hay, donde aparece, por primera vez también, el sintagma de la nueva disciplina: «critique génétique» o, finalmente, el trabajo

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Prehistoria de la crítica genética

En varios artículos que versan sobre los orígenes de la crítica genética

de Raymonde Debray Genette, Flaubert à l’œuvre en el que se echan las bases de una «poética de la escritura» o del manuscrito, posible complemento de una poética del texto. Con este sólido bagaje, Barrenechea publicó en 1983 el Cuaderno de bitácora de «Rayuela» de Julio Cortázar, primer estudio genético en lengua española, acompañado de una sólida reflexión teórica.

El proyecto Archivos y sus antecedentes en Francia

Llegamos así al año 1984, año bisagra por lo que se refiere al arrai-

go de la crítica genética en Hispanoamérica y la edición de autores hispanoamericanos a través del proyecto Archivos. En mayo de 1984, tuvo lugar en la Biblioteca Nacional de Francia, bajo la dirección del romanista y medievalista italiano Giuseppe Tavani –fíjense en su formación–, un emblemático seminario de carácter metodológico que reunió a filólogos y lingüistas, romanistas y germanistas, especialistas del manuscrito antiguo y moderno. Además de Tavani, que dictó cuatro conferencias, coincidieron en París los genetistas Louis Hay y Jean-Louis Lebrave y el filólogo español Manuel Alvar, quien, de forma tan emblemática como paradójica, empezó su intervención «Sobre ediciones críticas de literatura española contemporánea», en la que iba a poner énfasis en las «variantes» y la necesaria «versión canónica» de un «texto ideal», remitiendo al publicado «hace muy poco» Manual de crítica textual de Blecua (1988: 115). Como se desprende de «Archivos, historia de una utopía bien real», artículo muy documentado de Segala que sirve de «Liminar» a la edición de El árbol de la cruz de Asturias, en este seminario se estableció «la magna carta que identifica el espacio científico y la originalidad de la colección Archivos más allá del ámbito iberoamericano» (1996: XIX, 40

nota 11). Un año antes, en mayo de 1983, se había celebrado otro coloquio en París, durante el que se debatieron «los criterios metodológicos, la elección de los autores y los objetivos críticos generales de una nueva colección, que se decidió denominar Archivos de la Literatura Latinoamericana y del Caribe del siglo XX » (1996: XIX, nota 10). Y en 1988, como lo he adelantado, se publicaron los logros teóricos de estos encuentros a los que hay que sumar aún el encuentro en Oporto de 1986, segunda reunión de carácter metodológico en la que los coordinadores de Archivos sacaron las primeras conclusiones de sus trabajos editoriales, y elaboraron un esquema tipo definitivo para todos los volúmenes de la colección (VV.AA. 1988: 341-346). Unido a la voluntad de un encuentro metodológico pluridisciplinario, es de gran relevancia, a mi modo de ver, este esquema que se suele echar en falta en las ediciones críticas, con la excepción de la reciente colección «Clásicos y modernos», de la que hablaré en la última parte de este trabajo. Ahora bien, hablar del proyecto Archivos empezando por el seminario parisino de 1984 equivale a menoscabar la importancia de una donación y de un crítico y a pasar por alto la génesis de un proyecto. Una donación, primero, ya que en 1971 el escritor guatemalteco Miguel Ángel Asturias, Nobel de Literatura (1967), embajador en París de 1966 a 1970, legó sus manuscritos de trabajo a la Biblioteca Nacional de Francia, no solo con la idea de que se conservaran, sino también de que fueran objeto de un estudio y de una edición acorde con las tendencias críticas más innovadoras¹5. En cierta medida, se repetía así el gesto que ya se había dado con el inesperado redescubrimiento de los manuscritos del alemán Heinrich Heine, exiliado en París, o 15. Como se desprende del artículo de Segala, Asturias alentó la edición de sus obras y «la quiso, desde su mismo diseño inicial, como una experiencia de ambiciones y ámbito internacionales y de enfoques transdisciplinarios» (1996: XVII, nota 8).

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la donación de Louis Aragon, dos gestos que están en el origen de la critique génétique, por un lado, de la fundación del ITEM, por otro. Algo parecido también ocurrió con el suizo Friedrich Dürrenmatt, cuyo legado se inscribe en el nacimiento de los Archivos Literarios Suizos (Jäger-Trees). Por otro lado, Archivos no sería lo que es sin un crítico: Amos Segala, de origen italiano, lector él también de Contini, investigador en el CNRS, presidente de la Asociación de los amigos de Asturias y coordinador de sus ediciones críticas en Archivos, colección que dirigió de 1984 a 2007. Y de hecho, las dificultades (no sólo editoriales sino también jurídicas) que encontró para explorar y editar los manuscritos de Asturias fueron determinantes a la hora de intentar llevar al conjunto de la literatura latinoamericana las lecciones sacadas de su primera experiencia. Segala y el equipo editorial de Archivos lo consiguieron, como veremos a continuación, pero, curiosamente, sin dejar huellas en España.

¿Una crítica genética hispánica?

Paso ahora a la presentación de los objetivos declarados de Archivos y a su valoración por Javier Lluch, filólogo español.

Particularmente significativa no es ya esa falta de diálogo mencionada que ha venido caracterizando la vinculación entre distintas escuelas filológicas, en donde también se situaría el hispanismo, sino que, con relación a la edición de textos contemporáneos, tampoco se ha establecido un intercambio entre las experiencias desarrolladas en España y en Latinoamérica, y de modo relevante en Argentina. En efecto, […] el conjunto de obras que integran la Colección Archivos conforma una de las más enriquecedoras lecturas de contri42

buciones filológicas varias, a partir de la cual se creó, en torno a la edición filológica, una hermenéutica y una metodología expuestas en las ediciones resultantes del proyecto, en monografías de conjunto y en aportaciones particulares. Todo ello posibilitó un sin par trabajo editorial, así como «un espacio de construcción para una crítica genética latinoamericana» [Lois]. Y retomando la estela italiana, recuérdese que en Archivos fue fundamental la orientación dictada por Giuseppe Tavani, filólogo romanista, cuyos trabajos en torno a la edición de textos contemporáneos se sitúan en los cimientos de este magno proyecto (2007).

La cita es algo larga, pero, además de reflejar de modo idóneo la posición que Lluch ha ido defendiendo desde 2007, es buen punto de partida para tratar de desentrañar ambigüedades interpretativas que podrían arraigar en una comprensión parcial de la propuesta fundacional de Archivos, asimismo de la critique génétique francesa. A menos que sea síntoma de una imposible y fructífera compaginación de fondo de los métodos. Tres elementos se pueden resaltar en ese pasaje: primero, la justificada denuncia de la falta de intercambio de experiencias editoriales entre España e Hispanoamérica y el desconocimiento bastante generalizado por parte de los críticos españoles de lo que se hace en el ámbito de la crítica genética en Hispanoamérica. Buena ilustración de ello es la total ausencia de referencia al proyecto Archivos y a la revista bonaerense Filología en el segundo esfuerzo de traducción – primero en España– de textos canónicos de los genetistas franceses¹6. 16. Véase Bénédicte Vauthier, «Un primer “dossier genético” en español. De la crítica genética francesa» (2009), reseña de la compilación de Emilio Pastor Platero, Genética textual, Madrid, Arco Libros, 2008. Javier Blasco (2011), por su parte, menciona unos trabajos de Élida Lois en su ensayo de crítica genética, pero nada dice del proyecto Archivos.

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En segundo lugar, destaca el papel tutelar que Lluch quisiera dar al proyecto internacional Archivos en el ámbito peninsular, papel que, según Lois, ya tendría (y de hecho tiene) en Hispanoamérica. En tercer lugar, se puede notar cierta vacilación terminológica a la hora de definir metodológicamente el proyecto Archivos, ya que Lluch –quien califica siempre las aplicaciones prácticas de Archivos de «modélicas»– habla sucesivamente de contribución filológica, de edición filológica, de crítica genética, además de resaltar una fuerte impronta italiana –no francesa, pues– del proyecto. En definitiva, todo ello explicaría por qué Lluch –quien ha trabajado durante años en Italia– aboga por un modelo de edición crítico-genético, etiqueta que remite –sin que él llegue a especificarlo– al modelo editorial de la filologia d’autore italiana y no a un posible modelo francés, tal como lo veremos en la cuarta parte de esta contribución. Pero antes, unas preguntas. De verdad, ¿son compaginables los distintos enfoques? ¿Se puede injertar, sin más ni más, los principios de la critique génétique francesa en una tradición de fuerte arraigo filológico como la española o la italiana sin desvirtuar a ambas? ¿Son compatibles los principios de la critique génétique francesa con los de la joven y dinámica filologia d’autore o con su antecesora, la variantistica? ¿Qué pretendió exactamente el principal teórico del proyecto Archivos? A pesar del carácter realmente innovador del encuentro, ¿no pudo ser en parte este diálogo un «diálogo de sordos»? ¿Los genetistas franceses –germanistas de formación– no fueron los primeros en verse obligados a renunciar a una tradición filológica –la alemana historische-kritische Ausgabe– para llevar a buen puerto su proyecto? Veámoslo. Empezaré por Giuseppe Tavani, y recordaré las palabras inaugurales de su tercera conferencia en París, en mayo de 1984, titulada «Los textos del siglo XX ». A continuación, y antes de proceder

a comentarlas, reproduzco otras palabras suyas entresacadas de su intervención en Oporto en marzo de 1986.

Las declaraciones de Tavani, alumno del ya citado Gianfranco Contini, padre de la variantistica, no dejan lugar a dudas: ab origine, Archivos se inscribió en una tradición filológica de edición de textos, es decir, en una línea metodológica que siempre ha pretendido fijar el texto y ofrecer una versión fidedigna del mismo, punto de partida de

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La necesidad de proceder a la fijación del texto no se manifiesta exclusivamente en el caso de las obras de los siglos pasados. Muchos de los factores que provocaban entonces alteraciones, modificaciones, degradaciones en la tradición textual, intervienen aún en la difusión de los productos literarios. Y mientras no se dispone de un texto fidedigno, todas las demás operaciones hermenéuticas y críticas están expuestas al riesgo de resultar arbitrarias, intempestivas e inseguras. […] Que la fijación del texto sea asunto de la mayor importancia y momento inicial imprescindible de cualquier operación crítica, […] lo ratifica la organización de este Seminario, eje de trabajo esencial de la Colección de Ediciones Críticas de Autores latino-americanos (1988a: 53, las cursivas son mías). Le projet des «Archives» n’a pas pour but de procurer des éditions génétiques ou d’entreprendre des études de genèse, qui sont –les unes et les autres– hors-les-murs de notre compétence spécifique, et pour lesquelles nous ne possédons ni la méthodologie, ni les techniques, ni la panoplie des démarches instrumentales dont nous a parlé Louis Hay à Paris. Le but que nous visons est de procurer un texte lisible sans trop de difficultés, mais qui soit à la fois un texte «sûr» et doué des principales informations génétiques, voire d’une histoire –ou tout au moins d’une chronologie justifiée et raisonnée– de sa genèse (1988: 140).

la única exégesis digna de su nombre¹7. De hecho, las líneas que se acaban de citar apenas se distinguen de las de Blecua o de Pérez Priego sobre la crítica textual. Si, en la intervención de Oporto, Tavani se refiere a la ponencia de Louis Hay, es para precisar que la colección Archivos no puede perseguir los mismos objetivos que la escuela francesa debido a (supuestas) carencias humanas, técnicas, metodológicas, etc., lo que no impide que se contemplen e integren informaciones genéticas. Pero ¿cómo se han integrado estas informaciones? Y ¿es suficiente esta integración para que se hable de édition génétique? Un comentario de Amos Segala puede ayudarnos a entender el verdadero papel de la critique génétique en esa aventura editorial híbrida. La crítica de las variantes de la escuela italiana ilustrada por Giuseppe Tavani confluyó con las teorías genéticos-textuales que Louis Hay y sus seguidores formularon a raíz de la experiencia de la edición de las obras de H. Heine, comenzada en 1968. […]. El cruce entre las dos propuestas (Tavani y Hay) ha sido desde entonces la solución operativa sugerida a los colaboradores de Archivos en lo que se refiere a problemas textuales. Podríamos caracterizar las aportaciones del ITEM afirmando que Archivos ha adoptado los enfoques y la problemática que el grupo ha tratado de modelizar, pero que el discurso de la Colección considera este problema como uno de los que el lector debe tener en cuenta para apropiarse del texto y que, a estos efectos, las informaciones contextuales y de la historia de la recepción son elementos de equivalente y complementaria utilidad (1996: XIX-XX, nota 12). 17. Los hispanistas italianos no parecen tener dudas al respecto y recuerdan el respaldo que el proyecto Archivos recibió por parte del Consiglio Nazionale delle Ricerche (CNR) (Bellini, 2007: 101-102). El artículo, tal como indica el título, responde más generalmente al deseo del autor de trazar los contornos del «Hispanismo e hispanoamericanismo en Italia».

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Desafortunadamente, a esta loable voluntad de compaginación –o «cruce», según dice Segala– de los métodos, no puedo sino oponer una conclusión inversa a la que he llegado hace poco, también desde la edición (Vauthier, 2012a). Empecé mi trabajo editorial sobre el dossier genético de la novela Paisajes después de la batalla con el mismo deseo de sincretismo entre crítica textual y critique génétique (mirando también hacia la filologia d’autore) mas, pese a mis esfuerzos, me vi progresivamente abocada a abrazar la conclusión que hace años Lebrave había sacado de su deseo de compaginar la historische-kritische Ausgabe con la critique génétique, es decir: L’établissement d’une édition critique n’est pas en soi une démarche génétique. C’est un travail qui procède d’une logique autre, dans laquelle tout gravite autour du texte, qu’il s’agit de reconstituer ou de construire. Certes, il ne manque pas d’éditeurs qui, après s’être lancés dans une entreprise d’établissement du texte à partir de tous les matériaux disponibles, découvrent l’irréductibilité des ébauches, des plans, des notes, des brouillons conservés dans le dossier d’une œuvre. Telle a bien été l’expérience vécue par l’équipe Heine […]. Engagée dans la grande édition des Œuvres de Heine entreprise à Weimar, on voit rétrospectivement qu’elle s’est trouvée rapidement prise dans une contradiction entre la démarche éditoriale, toute entière tournée vers le texte, et la prise en compte des objets qu’elle avait pour mission d’exploiter. Et elle s’est désengagée. En Allemagne, où le poids de la tradition philologique était beaucoup plus fort, les équipes travaillant aux grandes éditions de l’après-guerre sont restées dans l’ensemble fidèles au texte et à la philologie, et elles continuent à présenter les manuscrits de genèse dans un appareil critique subordonné à l’établissement du texte (1992, 66).

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Recuerdo ahora este balance que puede sonar algo pesimista porque quisiera evitar un malentendido: No estoy reprochando a los colaboradores de Archivos haber fallado en su misión editorial. ¡No! Han sido fieles a las pautas filológicas que se fijaron con la idea de salvaguardar y fijar textos emblemáticos de la literatura latinoamericana que, como habían revelado los manuscritos de Asturias, eran objeto de «una disfunción de la sociedad y de la historiografía literaria latinoamericana» (1996: XVIII). Con todo, en ningún momento Archivos hizo suyos y menos aún de forma exclusiva los principios de la critique génétique francesa, sino, a lo sumo, este cruce entre «práctica operativa» del filólogo italiano y adaptación de las «enseñanzas que rápidamente extrapola[ron] y adapta[ron] de la nueva escuela de crítica genética fundada por Louis Hay» (1996: XIX). Resta saber si la critique génétique francesa se reconoce en este hijo mestizo. Mucho me temo que no. (Y si se somete el mismo interrogante a los críticos italianos, es muy probable que obtenga la misma respuesta.) Es más, el interés que despertó la crítica genética en Hispanoamérica podría deberse en parte a un malentendido que arraiga en la traducción parcial y sesgada del ya citado artículo fundacional de Jean-Louis Lebrave. Lo que explicaría la ausencia de oposición entre filología y crítica genética.

¿Traducción o manipulación? La critique génétique traducida al español

En la estela de las actividades de Archivos, es decir, por iniciativa de

tres artículos del grupo de lingüistas del ITEM: «Ralentir: Travaux», de Almuth Grésillon; «L’écriture vive», de Louis Hay; y sobre todo el (provocador) artículo de Jean-Louis Lebrave «La critique génétique: une discipline nouvelle ou un avatar moderne de la philologie?»¹8. Curiosamente, este último se vio amputado de la mitad, ya que quedó sin traducir una parte esencial titulada «Trois regards anciens sur les manuscrits modernes», dedicada a Lanson, Albalat et Cousin, o sea, los «falsos» precursores. «Falsos» en el sentido en que lejos de encontrar en ellos una filiación, los genetistas y Jean-Louis Lebrave en su nombre intentaban mostrar por qué la critique génétique en absoluto era hija de la filología como se empeñaban en afirmarlo algunos de sus colegas, filólogos o historiadores. Il serait ridicule et faux d’affirmer qu’il faut attendre les années 1970 pour voir des critiques littéraires s’intéresser à des manuscrits modernes. Il n’est pas difficile d’en trouver des exemples […]. Mais il suffit d’un examen un peu attentif pour percevoir que l’approche d’un Cousin, d’un Lanson, d’un Albalat… n’a pas grand rapport avec ce qui est désigné depuis une dizaine d’années comme «critique génétique» (1992: 68).

La supresión de esta parte conllevó además una alteración de las dos conclusiones que se hacían eco del interrogante inaugural sobre la posible filiación entre filología y critique génétique. Por lo que a la filología se refiere, Lebrave afirmaba sin ambages: «En tant que discipline d’érudition, celle-ci ne dispose pas des outils conceptuels qui lui permettraient de développer une branche qui serait «la critique génétique

Amos Segala, y bajo la dirección de Élida Lois, se publicó en 1994, en Buenos Aires, un número especial de la revista Filología (XXVII, 1-2) dedicado a la critique génétique. Se tradujeron en este número

18. Publicado inicialmente en la revista Genesis, 1, 1992, el artículo íntegro en francés está ahora disponible en línea en el portal institucional del ITEM: http:// www.item.ens.fr/index.php?id=14048.

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conceptuel». En cuanto al establecimiento de un nuevo campo conceptual, Lebrave mostraba la fuerte vinculación de la joven disciplina con la revolución llevada a cabo casi simultáneamente en el ámbito de la ciencia y la filosofía del lenguaje –las lingüísticas, por decirlo así, nacidas en la estela del estructuralismo saussureano, de la gramática transformacional chomskiana, de la teoría de la enunciación, etc.¹9– y en el de las nuevas tecnologías que permitieron poner en tela de juicio una visión del texto heredada del siglo XVIII y canonizada con la generalización de la imprenta²0. A mi parecer, esta manipulación del artículo de Lebrave ha sido bastante perjudicial en la recepción hispánica de la critique génétique, ya que, hasta el momento, no se ha percibido la ruptura epistemológica abiertamente defendida en Francia. He aquí dos ejemplos fehacientes que lo muestran. Ya he recordado cómo Élida Lois escribe una prehistoria de la crítica genética en Argentina y cómo, pese a subrayar los límites de su aportación, nombra a Carlos Alberto Leumann, formado al método de Lachmann, primer discípulo a la distancia del mismísimo Antoine Albalat. El segundo ejemplo, algo más curioso, se halla en Javier Blasco, autor del primer estudio español que se reivindica tan explícita como implícitamente de la critique génétique francesa, desmarcándose además de la crítica textual. La crítica genética apenas cuenta con medio siglo de vida, pero sus orígenes podrían retrotraerse hasta hacerlos coincidir con los de 19. Para la filiación entre las «lingüísticas» y la critique génétique, véase el artículo de Jean-Louis Lebrave y Almuth Grésillon, «Linguistique et génétique des textes: un décalogue» (2008), disponible en traducción española (2010).

la estilística. En efecto, no es raro encontrar, entre los primeros impulsos de la estilística, antecedentes que anuncian las preocupaciones de la crítica genética. Notable es el caso de Antoine Albalat, con Le travail du style enseigné par les corrections manuscrites des grands écrivains (1905), con la idea que preside su trabajo: «El genio comienza la obra de arte, pero es el trabajo el que la acaba» (2011, 54).

Igual que Lois, Blasco busca, pues, antecedentes a la crítica genética y los encuentra en la estilística y más aún en Antoine Albalat. Ahora bien, si la critique génétique no pretendió hacer tabula rasa del pasado, sí entendió desmarcar su investigación de lo que hasta la fecha había sido mero interés por el manuscrito moderno. Por eso, Lebrave trazó una frontera –¿infranqueable?– entre el trabajo de los genetistas y el de Cousin, Lanson, Albalat, ahí donde Blasco reconoce antecedentes. Y se me perdonará la insistencia, pero ese ejemplo de traducción parcial y de recepción e interpretación sesgada entre los críticos hispanohablantes ilustra a las claras los problemas de hibridación mencionados al principio y remiten a lo que puede implicar la implantación de una metodología en otra falsamente hermanada.

Las colecciones de bolsillo de carácter universitario: quién edita y para quién

Concluiré este recorrido con una breve presentación de las tres –

20. Lebrave desarrolla esta idea en los párrafos anteriores de su contribución («D’une mutation à l’autre») y muestra de forma convincente cómo la noción del hipertexto permitió también cuestionar los modelos textuales heredados.

cuatro– principales casas editoriales españolas («Clásicos Castalia», «Cátedra», «Espasa Calpe», «Clásicos y Modernos») que, desde unos cuarenta y cinco años, se reparten el mercado de los libros destinados a un público universitario. Lo que me permitirá completar lo dicho

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acerca de las formas de editar los textos y antetextos hispánicos contemporáneos en España. Al estudiante universitario europeo que se dedica al estudio de las letras hispánicas, no puede no llamarle la atención la gran diversidad de ediciones críticas de los llamados «clásicos españoles» que existen en formato de bolsillo. Esta diversidad no tiene equivalente en lengua alemana (Reclam, Suhrkamp Taschenbusch, Dtv), francesa (Folio, Points Roman, Babel, GF, 10/18, Livre de Poche…) o italiana (Meridiani, Grandi Tascabili Economici, Feltrinelli, Einaudi…). En efecto, si se exceptúa el caso español, raras veces estas colecciones –que comparten formato y precios más económicos– van acompañadas de una introducción; y ninguna está dotada de un aparato crítico ni puede ser considerada edición crítica. En italiano, en alemán o en francés, este tipo de información suele reservarse para colecciones más caras (como La Pléiade, por ejemplo), en tapas duras, o para obras completas en varios volúmenes²¹. En España, en cambio, desde 1967, las casas editoriales rivalizan para poder ofrecer al alumnado –no solo de nivel universitario, sino también escolar– los clásicos hispánicos, objeto de estudio durante su formación, en atractivas ediciones, comentadas y anotadas, que contemplan además la génesis o el estado textual de la obra, manuscrita y/o impresa, inédita o con reediciones, etc. Salvo error por mi parte, la primera de ellas –cronológica y científicamente hablando– es la renombrada colección «Clásicos Castalia», fundada por el filólogo y bibliófilo extremeño Antonio Rodríguez 21. Para una breve presentación y tipología de las distintas ediciones promovidas en Alemania (exhaustiva o histórica y crítica, académica, corriente, facsímil, etc.), véase el interesante artículo de Scheibe (1989). Ciertas precisiones sobre la evolución de los modelos editoriales alemanes se encuentran también en Louis Hay (2012).

Moñino y destinada, según informan en el portal de la casa editorial, a «estudiosos, estudiantes y lectores exigentes». La colección consta de más de 300 títulos anotados, clásicos españoles de la Edad Media hasta el siglo XXI y puede presumir, como ninguna otra, de ofrecer «textos impecables, basados en las primeras ediciones o en manuscritos autógrafos, […] en cuidadas ediciones encomendadas a especialistas de reconocido prestigio». Ilustración de ello, la tenemos en los dos primeros títulos de la colección: los Sonetos completos de Luis de Góngora y Argote (editados por Biruté Ciplijauskaité) y los poemarios de amor de Pedro Salinas, La voz a ti debida y Razón de amor (al cuidado de Joaquín González Muela). Estos dos primeros títulos bastarían para poder ilustrar la alternancia entre textos de los siglos de Oro (y Medioevo) y textos modernos y contemporáneos. Una alternancia no problematizada –y aparentemente no problemática– que se puede relacionar con la ausencia de ruptura en el modelo filológico y con el hecho de que a menudo quienes comentan los textos clásicos no dudan en utilizar las mismas herramientas filológicas al servicio de los textos modernos. (Y nótese de paso que pasa lo mismo en Italia donde no existe separación ni menos aún oposición sino complementariedad entre filologia della copia y filologia d’autore.) En 2010, la colección ha sido remozada y se puso a disposición del lector no solo un primer título contemporáneo «de verdad», con la publicación de La saga / fuga de J. B (del año 1972), sino también unos primeros títulos de literatura hispanoamericana (Bioy Casares y Pablo Neruda). Sean obras clásicas o modernas, todos los textos publicados en «Clásicos Castalia» vienen precedidos de una introducción redactada por un especialista del autor o de la época. Todos están dotados de una bibliografía selecta; de una noticia bibliográfica (en la que el editor explica cómo ha procedido para establecer el texto, lo que incluso en una edición del siglo XX puede implicar la presencia de estemas); y, finalmente,

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de un aparato crítico (que, en el caso de las novelas contemporáneas, suele ser de contenido, con algunas posibles referencias a borradores y manuscritos). Segunda, en prestigio y en cronología, es la colección «Letras Hispánicas» de «Cátedra», reconocible entre todas por su portada negra iluminada de una foto o de un dibujo, centrado en la parte superior de la cubierta. Fundada en 1973, ofrece más de 600 títulos. Presume ser «líder en la venta de clásicos literarios anotados» y se distingue de «Clásicos Castalia» por haber sido la primera en ofrecer no sólo clásicos españoles sino también autores hispanoamericanos, además de títulos de las «letras universales». Su estructura (introducción, bibliografía selecta, noticia bibliográfica…) es bastante parecida a la de «Clásicos Castalia», pero no todos los títulos se confían a los mayores especialistas, lo que se ve claramente en las introducciones de literatura contemporánea. Junto a «Clásicos Castalia» y «Cátedra», únicas dos verdaderas referencias universitarias hasta el año 2005, existen otras casas editoriales, como «Espasa-Calpe» (con su renombrada colección de bolsillo «Austral» que cumplió 75 años en 2012) o «Alianza Editorial», que también ofrecen una larga lista de clásicos españoles contemporáneos. Acompañadas de breves introducciones, están generalmente desprovistas del aparato crítico que ofrecen las dos primeras, y suelen dirigirse a un público más amplio (escolares, para los que está pensada una guía de lectura en el caso de «Austral» o, sencillamente, el hombre de a pie). En algunos casos, son, sin embargo, las únicas en poder presumir ofrecer clásicos españoles en formato de bolsillo, como es el caso de «Espasa», que sigue teniendo los derechos exclusivos de edición de las obras de Ramón del Valle-Inclán. Por lo que a posibles estudios o ediciones de índole genética se refiere, se ha de mencionar, pero con reservas, la jovencísima colección «Clásicos y modernos» de la casa editorial catalana «Crítica», bien co-

nocida por sus ediciones en tapa dura de los clásicos españoles, esencialmente de la Edad Media a los siglos de Oro («Biblioteca Clásica» dirigida por Francisco Rico), aumentados de algunos pocos autores modernos o contemporáneos (del romanticismo al realismo y naturalismo decimonónico). Creada en 2005, la portada negra de la benjamina juega con el diseño de Cátedra, mientras que su título, su catálogo y el público al que se dirige recuerdan los de la primogénita «Clásicos Castalia». En ella se sucedieron también un título de Cervantes y otro de Pedro Salinas. También se dirige de forma prioritaria al «lector curioso», al estudiante universitario y al investigador, pero se distingue de «Clásicos Castalia» al privilegiar obras del siglo XX, incluso de la segunda mitad, «por lo general mal editadas y carentes de estudios y notas que orienten su comprensión», según se alega en una nota de presentación de la colección. En ella, también se lee que «las obras se publican de acuerdo con el texto crítico más autorizado y con notas al pie que las hacen perfectamente inteligibles». Ahora bien, sus dos verdaderos rasgos distintivos son, por un lado, una estructura común para el prólogo de todos los volúmenes que se divide en «Autor, obra, crítica y texto». Por otro, la dimensión genética de la obra o el interés por el proceso de escritura adquiere más importancia en algunos títulos de la colección como Largo lamento, tercer volumen de la trilogía amorosa de Pedro Salinas editado de forma póstuma y objeto de una verdadera reconstrucción editorial en manos de Montserrat Escartín; Los santos inocentes de Miguel Delibes de Domingo Ródenas, quien, según se lee en la cuarta de cubierta, recoge en el apéndice «versiones primitivas de una pieza esbozada» en 1962, etc. Desafortunadamente, sin embargo, el interés por la génesis no se vale por sí mismo, y está siempre subordinado a la fijación de un texto. En este sentido, los borradores autógrafos o elementos del dossier genético que se reproducen no pasan a tener más valor que meramente ilustrativo: son viñetas, generalmente ilegibles.

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¿Retos editoriales de cara al futuro?

La experiencia de antaño de Jean-Louis Lebrave, mi reciente expe-

riencia personal con el dossier genético de Paisajes después de la batalla, que se saldó con una edición crítica de la novela, acompañada de unos amplios preliminares y estudio de critique génétique, pero postergando la edición genética del material a una edición digital²², me llevan hoy a dudar de una real y fructífera compaginación e hibridación de dos enfoques hasta el final, es decir, hasta la plasmación en una edición, precisamente porque cada uno implica que se elija entre predominio del texto o del antetexto, lo que las hace, en parte, incompatibles. Se puede reprochar a los genetistas franceses cierto desconocimiento de lo que hacen hoy en día los filólogos italianos y más aún españoles²³. Por otro lado, el conocimiento de dos o tres tradiciones distintas no implica que se desemboque en un cruce productivo de los métodos, de ahí también mi escepticismo frente al entusiasmo de 22. La plataforma digital debería de ser funcional en el transcurso del año 2014 y accesible bajo el siguiente enlace: www.goytisolo.unibe.ch. 23. En el ámbito franco-italiano, se entabló, es cierto, durante los años 1990, un diálogo entre genetistas franceses (de la primera generación) y filólogos italianos conocedores de la tradición francesa. Frutos de estos intercambios son los encuentros en Gargano y París que dieron pie a una publicación colectiva bilingüe: I sentieri de la creazione y a la publicación de algunos trabajos de Maria Teresa Giaveri o de Cesare Segre en la revista Genesis. En el ámbito español, el diálogo se truncó, a mi parecer, después de la creación de Archivos, si bien es verdad que los genetistas argentinos –entre ellos su jefe de fila, Élida Lois– siguen en contacto con los franceses. A través de varios encuentros, seminarios, publicaciones, intenté reanudar este mismo diálogo. Más solidos siguen siendo los lazos con los genetistas brasileños, a raíz de la escuela que implantó ahí Philippe Willemart, dando, sin embargo, una orientación psicologizante a la teoría francesa.

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Javier Lluch por la colección Archivos y su defensa de una edición crítico-genética²4. Es más, la exposición de los principios que encauzan la critique génétique y la filologia d’autore y determinan dos modelos de edición: la «genética francesa» (o edición genética), por un lado, y aquella otra que Paola Italia y Giulia Raboni califican de «alemana-italiana» (o edición crítica o crítica-genética), por otro, dejan claro que los filólogos italianos siguen considerando que el antetexto está subordinado al texto. La primera es calificada de «integral» por los italianos, ya que incluye todo el avant-texte, de los primeros apuntes a las correcciones de pruebas. La segunda, en cambio, da mayor importancia al proceso correctivo del que sale el texto final. Por eso, y a diferencia de los franceses, los italianos distinguen en el seno del avant-texte entre un «material que no tiene relación directa con el texto» y aquel otro que mantiene una «relación inmediata». De figurar en una edición crítica, el primero (lista de personajes, planos, listas léxicas, etc.), por interesante que fuese, solo aparecerá en un apéndice cuando no en un volumen aparte. En el aparato crítico, en cambio, solamente figurarán los elementos que revelan el «proceso de corrección y reescritura del que el texto constituye el producto final». Por ello, sus ediciones se presentan al lector como un «organismo textual doble, que ocupa dos zonas tipográficas diferenciadas: el texto y el aparato, siendo entendido que el segundo está subordinado al primero»²5.

24. En una contribución más reciente, Lluch reinscribe de forma más clara que nunca la edición crítico-genética en la estela de la «crítica textual centrada en el estudio y edición de textos con variantes de autor», aun cuando considera que ella «recoge especialmente las aportaciones de la crítica genética». 25. Véanse Italia & Raboni (2010). Las distintas citas breves, que traduzco del italiano, están entresacadas de las páginas 26 y 27.

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Es temprano aún para imaginar por cuál de las dos escuelas (la francesa o la italiana) se decantarán los filólogos y críticos españoles. Las recientes publicaciones de dos críticos con larga trayectoria en el ámbito de la edición de la poesía española revelan claramente que las dos escuelas tienen sus defensores. Mientras que el hispanista italiano Giovanni Caravaggi, discípulo de Cesare Segre, ha publicado El hilo de Ariadna. Textos, intertextos y variantes de autor en la poesía española, el filólogo español Javier Blasco ha sacado una reciente Poética de la escritura. El taller del poeta. Ensayo de crítica genética (Juan Ramón Jiménez, Francisco Pino y Claudio Rodríguez) (2011). No puedo entrar ahora en un análisis pormenorizado de las dos obras. Los títulos de ambas revelan, sin embargo, muy a las claras las opciones metodológicas defendidas. Mientras que Caravaggi se inscribe en la tradición italiana de la variantistica y pretende fijar unos textos que se escalonan del Renacimiento al siglo XX, el trabajo de Blasco reivindica con dos guiños intertextuales su afiliación a la critique génétique. Hace suyo el emblemático sintagma «ensayo de crítica genética», que figuró (en plural: essais) en el primer volumen colectivo que se publicó en Francia en 1979, además de retomar el no menos significativo «poética de la escritura», que fraguó Raymonde Debray Genette. Si no puedo entrar en el análisis de las dos obras y valorar los logros granjeados por uno y otro crítico, tanto mi convicción de que el arraigo filológico español es un punto de partida que no se puede obviar, como las dificultades materiales que plantea la edición de un dossier genético algo voluminoso en formato papel (el de cualquier texto novelesco²6) me hacen pensar que es infundado el temor de Paolo Tanga26. Los problemas específicos que plantea la edición de dossiers genéticos de textos en prosa han sido evocados, más que analizados por varios críticos desde los años 1970. Entre ellos, se pueden mencionar a Anglade (1972, 1976), Hay (2012).

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nelli, hispanista italiano, quien, al reseñar el libro de Blasco –que versa sobre la edición al modo francés de poetas españoles–, declaró que este demostraba que la filologia d’autore había perdido la batalla. Prima di entrare nel merito, debbo confessare che ai miei occhi questa monografia riveste un valore emblematico: mostra un’occasione persa. Persa, però, non certo da parte di chi l’ha scritta applicando con intelligenza il modello dominante in Francia e in Spagna per lo studio della «fenomenologia dell’originale» (Avalle), bensì dalla filologia d’autore italiana, che non è riuscita a penetrare neppure nei paesi europei culturalmente più vicini al nostro. Non lo dico con la vis polemica di una bieca rivendicazione nazionalistica, ma semmai col disincantato sconforto di chi riconosce di appartenere a un’area percepita come sempre più periferica. L’evidenza di questo dialogo mancato, che ovviamente –lo ribadisco– non riguarda tanto questo libro quanto, in generale, il rapporto tra la critique génétique e la filologia d’autore, palesa forse anche i limiti dei nostri studia humanitatis […]. È curioso, del resto, come i genetisti si impegnino nell’affrancarsi dall’ecdotica neolachmanniana –lo rammenta di passaggio anche Blasco (pp. 16, 20)–, senza comprendere che la sponda filologica con cui sarebbe logico misurarsi, a partire dal secondo Novecento, è costituita dagli studi e dagli esercizi di filologia d’autore proposti, volendo fare solo qualche nome, da Dante Isella, Alfredo Stussi o Paola Italia. Proprio perché la scuola italiana ha affrontato anzitutto il problema di come pubblicare gli originali rappresentando il processo correttorio –questione che invece i genetisti sembrano aver scoperto solo di recente–, è un peccato che questa brillante monografia, che appunto dedica notevole spazio al versante ecdotico, non abbia potuto sfruttare le acquisizioni della filologia d’autore (2012).

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No creo que tenga toda la razón Paolo Tanganelli cuando se imagina que los genetistas tratan de liberarse de la ecdótica neolachmannina (ya que, de hecho, nunca reconocieron una filiación filológica y menos aún de carácter lachmanniano²7). Tampoco se trata de que los franceses se hayan interesado «solo recientemente» por el «proceso de corrección». En realidad, desde el principio se interesan ante todo por el proceso de escritura-reescritura y evitan, en la medida de lo posible, la idea de corrección que conlleva juicios de valor y una orientación hacia el texto. Lo que sí es cierto es que los genetistas franceses parecen haberse quedado en la aportación decisiva de Contini, verdadera bisagra entre la tradición filológica y la tradición crítica, y desconocen (¿por completo?) los trabajos de sus jóvenes seguidores, es decir, de Dante Isella, Alfredo Stussi o Paola Italia. Los filólogos italianos, en cambio, saben muy bien lo que se hace en Francia y lo dejan claro en sus libros y manuales, situándose además al respecto²8. Finalmente, si bien la escuela francesa ha desarrollado distintos modelos editoriales, lo ha hecho ante todo de forma teórica²9, y no se interesa por la edición en un sentido «práctico» y menos aún por la edición de un «texto». Y este factor es el que explica, de verdad, lo que separa a la critique génétique de sus homólogas italiana (filologia d’autore) o alemana (la 27. Véase nota 6. 28. Véanse, por ejemplo, el capítulo V «Filologia d’autore» (147-246) de la Introduzione agli studi di filologia italiana, de Alfredo Stussi (1994) –en particular las páginas en las que se delinean las diversas comprensiones del «antetexto» (158-160) o de las ediciones al modo francés (161-165) o italiano (165-185)– y el libro de Paola Italia y Giulia Raboni, que dedican también varias páginas a la especificidad de los dos métodos (2010). 29. Véase, por ejemplo, el capítulo «Les éditions génétiques» del «manual» de De Biasi, Génétique des textes (2011: 51-178) o el capítulo «Critique génétique et édition» en Grésillon (1994: 178-202, en particular 188 y ss.).

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Textgenese). Para Maria Teresa Giaveri, la diferencia entre critica delle varianti y critica genética radica en que, in certo modo, con semplificazione pragmatica, si potrebbe ridefinire critica delle varianti quella che ha qualche speranza di concludersi in un apparato, sia pur vasto; mentre la critica genetica (come ormai mostrano diversi casi) ben conosce la difficoltà di tradurre le propie scoperte in tale forma d’edizione (Giaveri, 1994: 45).

Cristina Urchueguía identifica en esta misma falta de interés por la práctica editorial lo que distingue el modelo francés del modelo que se desarrolló en Alemania, después de la segunda guerra mundial, en el ámbito de la edición del texto moderno y contemporáneo. Il motivo della mancanza di dialogo si deve forse al fatto che gli obiettivi dei genéti[ciens] e dei Textgenetiker sono molto diversi, praticamente opposti. La Critique Génétique, partendo da una metodologia e da un orizzonte del sapere radicato nella linguistica, in principio non è interessata a produrre edizioni, bensì alla ricostruzione e interpretazione di processi genetici testuali. L’interesse per la Textgenese, invece, parte dalla rappresentazione editoriale e critica di tali processi genetici; il suo obiettivo è, in primo luogo, l’integrazione di questi in edizioni o la trasformazione dei modelli d’edizione esistenti per accogliere la rappresentazione di processi genetici (2004: 147).

Por mi parte, e igual que Paolo Tanganelli, anhelo que se reanude el diálogo del que el proyecto Archivos y más aún los encuentros pluridisciplinarios que precedieron su lanzamiento fueron un ejemplo inaudito. Con este propósito, organicé varios encuentros internacionales en torno a la edición del manuscrito hispánico contemporáneo y desde hace tres años codirijo en el Institut des Textes et Manus61

crits Modernes, en París, un seminario «Manuscritos hispánicos XIXXXI»³0. Con todo, y mal que me pese, creo que Compagnon no yerra el camino cuando declara: La théorie de la littérature est une leçon de relativisme, non de pluralisme: autrement dit, plusieurs réponses sont possibles, non compossibles, acceptables, non compatibles; au lieu de s’additionner dans une vision totale et plus complète, elles s’excluent mutuellement car elles n’appellent pas littérature, ne qualifient pas de littéraire la même chose; elles n’envisagent pas différents aspects du même objet mais différents objets (1998: 25).

En este sentido, si bien los genetistas de primera generación han matizado de forma considerable su oposición (virulenta porque polémica) a la filología³¹, no creo que haya llegado (ni menos que llegue) la hora de una auténtica filiación entre filología y critique génétique en el ámbito francés. En el mejor de los casos, se podría defender –y he defendido teórica (2012a) y prácticamente (2012b)– la complementariedad (pero no hibridación) de los métodos como lo hizo Jean-Louis

Lebrave al abogar por una «poétique de transitions entre états» que permite «réconcilier la philologie et la génétique et unifier le panorama de la variation textuelle». Il n’y a pas de différence radicale entre des états textuels variants et la variation qu’on peut observer dans les brouillons. (En revanche, il y a généralement une différence de degré, le foisonnement de la variation étant souvent beaucoup plus intense dans les brouillons.) (2009: 18).

He hecho mía esta reivindicación de una «poética de transiciones –o transición– entre estados», de ahí que se pueda leer tanto en el subtítulo del colectivo Crítica genética y edición de manuscritos hispánicos contemporáneos como en el título de los preliminares a mi estudio y edición goytisoleano. Con este membrete y con este enfoque quise recordar los límites y los objetos de las dos metodologías. Es decir, «la philologie a pour visée le texte, la critique génétique vise les processus de l’engendrement textuel» (Grésillon, 2012: 35). Si la primera se acomoda al aparato crítico, la segunda rehúye de él, por lo menos en el ámbito francés.

30. Los encuentros internacionales (celebrados en San Millán de la Cogolla y Tours) cuajaron en la publicación colectiva Crítica genética y edición de manuscritos hispánicos contemporáneos. Aportaciones a una «poética de transición entre estados» (Vauthier & Gamba Corradine, 2012). Algunas de las intervenciones del seminario parisino han sido recopiladas en el fascículo español de la revista suiza de literaturas románicas Versants: Archivos y manuscritos hispánicos. De la crítica textual a la «critique génétique», 59: 3, 2012 (Vauthier, 2012b). 31. Es ejemplar, en este sentido, la contribución de Grésillon al primer encuentro internacional que se celebró en España (San Millán de la Cogolla, 2009) entre filólogos y genetistas. Con este motivo, Grésillon tomó en préstamo el título del primerizo balance genético trazado por Louis Hay en 1979 «La critique génétique: origines et perspectives».

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E L C O R A Z Ó N E N L A M A N O : H AC I A UN ESTUDIO GENÉTICO DEL TEXTO COMO ACTUALIZACIÓN PERMANENTE Pablo Valdivia University of Amsterdam

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as obras de Juan Ramón Jiménez han sido objeto de numerosas ediciones y estudios que han intentado abordar la enorme complejidad presentada por los materiales de archivo que el autor dejó tras su fallecimiento. Hasta la fecha, este conjunto poliédrico y heterogéneo de materiales ha recibido diversas nomenclaturas que han llegado a convertirse en denominaciones habituales en el ámbito de los estudios críticos sobre la obra sin publicar de Juan Ramón Jiménez: «puzle», «laberinto», «obra abierta», «rompecabezas», «obra viva» u «obra en marcha» son algunos de los apelativos a los que los estudiosos han acudido para designar la constelación de borradores, tentativas, manuscritos de trabajo, cuadernos o apuntes que conforman lo que se ha conocido como la «obra inédita» de Juan Ramón Jiménez. Para nosotros, todos estos términos usados por los estudiosos, al mismo tiempo que cumplen con un valioso intento de conformar una cierta lógica crítica de aproximación a un conjunto de materiales heterogéneos, también configuran un objeto de estudio difuso ya que implican, más o menos conscientemente, que todos los materiales inéditos de Juan Ramón Jiménez se encuentran en un mismo plano y, por consiguiente, son susceptibles de ser analizados desde una óptica semejante. En nuestra opinión la complejidad de los materiales es tan 70

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