Ficha crítico-conceptual #3

July 5, 2017 | Autor: S. Monroy León | Categoria: Ciencia Politica, Biopolítica, Populismo, Decolonización
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UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA
FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIA POLÍTICA
CIENCIA POLÍTICA
PRESENTADO POR: SANTIAGO MONROY LEÓN
PRESENTADO A: MIGUEL ANGEL HERRERA ZGAIB
28 DE MAYO DE 2015

FICHA CRÍTICO-CONCEPTUAL #3
Citas textuales
El concepto de individuo es de hecho un concepto que es colocado a partir de la trascendencia donde la relación no es entre yo, tú y él, sino que es la relación del individuo con una realidad trascendente, absoluta, la que da a esa persona la consistencia de una identidad irreductible (Negri, 2012, pág. 177).
Por tanto, más allá de la pública, la definición jurídica de lo común es aquella que puede hacer actuar dentro del carácter público la construcción de espacios comunes, y hacer actuar en esos espacios la voluntad, la decisión, el deseo y la capacidad de transformación de las singularidades (Negri, 2012, pág. 185).
La constitución de lo común de considerar las estructuras de gobierno como un espacio abierto dentro del cual se deben abrir continuamente presiones con el objetivo de transformar el gobierno en gobernanza, pero no una gobernanza concebida como una forma de administración atenta a las diversidades y capaz de resolver punto por punto y de manera paternalista o funcional los problemas así como contradicciones abiertas y que tienen que continuar abiertas (Negri, 2012, pág. 188).
Esta razón biopolítica, en mi opinión, supone tres cosas: antes de nada, ese reconocimiento fundamental de que no es más posible un desarrollo canónico a no ser con base en una apropiación social de los bienes comunes; en segundo lugar, la dimensión biopolítica como tal de los cuerpos y no de la ideología, cuestión que se convirtió en absolutamente prioritaria; en tercer lugar, que hay varias cuestiones relativas a la libertad que son totalmente internas al nuevo modo de trabajar y que son mantenidas y deben ser desarrolladas (Negri, 2012, pág. 189).
Pero creo que las luchas hoy, ponen otra pareja de conceptos complementarios: la singularidad y lo común. Es decir, las luchas que están emergiendo hoy, no ponen el acento entre la identidad y la diferencia como base, pero sí la singularidad en lo común. Estos son conceptos centrales en la noción de multitud (Hardt, pág. 85).
Pero también hay otro contraste entre el concepto de multitud y otros conceptos sociales y plurales. Por ejemplo, en español creo que los más interesantes son los de masa y muchedumbre, que son conceptos pasivos, pero pueden hacer "cosas"; a veces las masas hacen cosas horribles, pero tiene que tener líderes. En ese sentido son conceptos pasivos. El desafío del concepto de multitud es que la multitud tiene que tener la capacidad de tomar decisiones políticas autónomas. Entonces la distinción filosófica es entre multitud y pueblo, por un lado, y por el otro, entre multitud y masas y muchedumbre (Hardt, pág. 90).
La realidad es algo que estamos a punto de perder continuamente, ese es un gran descubrimiento del psicoanálisis; la realidad no es un dato, algo que nosotros podamos constatar por medio de los órganos de los sentidos. La realidad se pierde sin que nos fallen los órganos de los sentidos; nos podemos enloquecer sin enceguecernos, nos podemos enceguecer sin enloquecernos (Zuleta, 2004, pág. 97).
En nuestra vida el yo ideal y el ideal del yo pueden entrar en una especie de dialéctica que combina el uno con el otro y donde el uno nos ayuda a someternos al otro; somos ambas cosas, aunque éstas también pueden separarse (Zuleta, 2004, pág. 99).
Los contenidos dominantes en los nuevos movimientos sociales son el interés por un territorio (físico), un espacio de actividades o "mundo de vida", como el cuerpo, la salud e identidad sexual; la vecindad, la ciudad y el entorno físico; la herencia y la identidad cultural, étnica, nacional y lingüísticas; las condiciones físicas de vida y la supervivencia de la humanidad en general (Offe, 1996, pág. 177).
Finalmente, en lo que respecta a los actores de los nuevos movimientos sociales, lo que más llama la atención es que en su auto identificación no se refieren al código político establecido (izquierda/derecha, liberal/conservador, etc.), ni a los códigos socioeconómicos parcialmente correspondientes (tales como clase obrera/clase media, pobre/adinerado, población rural/urbana, etc.) (Offe, 1996, pág. 180).
Hubo en toda América Latina revoluciones que permitían, por la expropiación justamente de los energéticos, crear un cierto mercado nacional, eran antiimperialistas contra el mundo anglosajón y permitieron una ilusión de una independencia, mientras que los otros estaban en su guerra. Esto es lo que se puede llamar populismo en su sentido auténtico, que yo creo que es válido (Dussel, pág. 115).
El pueblo no es toda la comunidad política, sino una parte de ella, ahora escindida, porque aquellos que entraron en disenso eran la parte dominada, silenciosa en el consenso, que tenía requerimientos no cumplidos, pero que no los podía todavía expresar, de ahí que la comunidad política no se había escindido. Pero una vez que le disenso comienza a ser claro lo que voy a llamar yo: el pueblo para sí, acuérdense que había una clase en sí y para sí, pues ahora vamos a aplicar esos conceptos al pueblo (Dussel, pág. 121).
Análisis conceptual
En las últimas dos décadas se ha entrado en un proceso de de-colonización de las diferentes concepciones del pensamiento. Por un lado se quiere generar un desligamiento del imperialismo (ya sea el colonial o el moderno); por otra parte se busca una ruptura con las concepciones euro-centristas del nacimiento de las invenciones intelectuales; y por último se examina la postura de invertir el lineamiento de las prácticas revolucionarias progresistas ya que siempre se ha considerado que éstas surgen del Norte y se desplazan al Sur.
De este modo, se presentan diversas luchas que avanzan por caminos paralelos al abordar una problemática local y global. Es aquí que entra en juego el término de multitud, ya que esta es la encargada de encaminar dichas luchas. La multitud debe entenderse como un grupo de personas que actúan bajo ciertas "singularidades" pero que siempre aboga y trabaja en cooperación por lo "común".
Éste escenario nos genera una "sociedad abigarrada", en donde existe un sinfín de formas productivas no unificadas ni unificables, que se diferencia de los puntos de vista económicos, políticos y filosóficos. En este sentido, la multitud diverge de la clase obrera, de la muchedumbre y del pueblo debido a que ésta reúne a todos aquellos individuos que producen laboralmente en la sociedad, a que tiene la capacidad de tomar decisiones políticas autónomas y entrelazar sus singularidades para encaminarlas a una cooperación.
Debido a lo anterior, se debe considerar a la multitud como aquella que opera con base a lo común, ya que comprende una gran cantidad de movimientos políticos y sociales; que aunque difieran en sus planteamientos y accionar, siempre logran articularse para defender los intereses comunes.
A partir de aquí, podemos comprender a la multitud como un conjunto de individuos que buscan un bien común, pero ¿qué es lo que realmente buscan?, ¿cuál es su concepción de la realidad?, ¿cómo definen su personalidad para obtener lo que desean al adaptarse a los lineamientos de la sociedad?
Claro está que no podemos resolver estas incógnitas caso por caso. El actuar de las personas no siempre es el mismo y no se puede determinar mediante unos juicios de valor claramente establecidos. La característica de la multitud, como ya se ha mencionado, y de los individuos que la componen es la singularidad; aunque se quiera llegar a un mismo fin, los medios la mayoría de veces no son los mismos. Para lograr establecer la realidad que atraviesan los individuos, qué es lo que desean y cómo proceden a actuar para conseguirlo, podemos recurrir a la alternativa del psicoanálisis, en su momento expuesta por Freud y Lacan.
En primera medida, debemos resaltar los componentes de la realidad. Lo simbólico es todo lo que pertenece a un orden, a una estructura. Por otra parte, lo imaginario es lo que pertenece a nuestra vivencia más personal. Ambos conceptos constituyen la realidad; si se pierde uno de los dos, se pierde la realidad, se empieza a delirar, se entra en un estado de psicosis y no podemos tener acceso al conocimiento.
Cuando se tiene clara la realidad, podemos identificarnos a nosotros mismos y entrar en un lineamiento de la personalidad, basándose en el yo ideal y el ideal del yo. El yo ideal es el ser que se identifica con aquel que puede hacer cualquier cosa, es aquella imagen imaginaria de nosotros mismos como omnipotentes, es la identificación con la imagen del padre que puede hacer lo que a nosotros se nos prohíbe. El ideal del yo es la identificación con aquella figura que siempre daría lugar a ser aprobada, aquella que los padres querrían que uno fuera.
El ideal de la vida humana es vivir en armonía con las dos ideas del yo, un equilibrio permite la realización de las personas. Una vida con bastantes aspiraciones para considerarse a uno mismo como un triunfador, pero satisfaciendo las expectativas que los demás tienen de mí. Se podría vivir con un solo ideal, pero esto desencadenaría una psicosis maniaco-depresiva, en donde la egolatría se mezcla con la culpabilidad.
En este orden de ideas, aparece el término del otro. Éste se pasea entre el orden de lo simbólico y lo imaginario. En el primer aspecto, el otro es la ley, el otro es el lenguaje, las normas que uno no funda y en las que tiene que ingresar, incluyendo las normas de la arbitrariedad. En cuanto al segundo orden, el otro representa el deseo contenido en el campo de la realidad; el deseo consiste en llegar a alguien y llegar a ser.
Todo esto se sustenta en la idea de reconocimiento. Necesito que los demás me reconozcan y yo debo ser consciente de reconocerme a mí mismo. El deseo es más que la necesidad, y éste está sustentado en el miedo a no ser, a no reconocerse y a no ser reconocido.
Ahora bien, al haber un deseo de reconocimiento, de hallar una identidad, de querer a llegar a ser ajustándome a lo que los demás quieren que sea, se puede aplicar esta formación de la personalidad dentro del campo de la política. Esto implica que, debemos canalizar todo lo que deseamos en pro de realizarnos a nosotros mismos sin pasar sobre los demás al obtener su reconocimiento.
Siendo así, los nuevos movimientos sociales buscan la integración de las esferas políticas y no-políticas en la vida social, para que de esta manera haya una mayor participación, un uso creciente de formas no institucionales de participación política y apropiación de aquellos conflictos que se consideraban morales o económicos y que estaban por fuera del marco político.
Estos movimientos buscan hacer frente al Estado de bienestar impuesto en el periodo de posguerra, en el cual su mayor interés era el problema de seguridad. En éste modelo, designado como el viejo paradigma, se imponía la libertad de propiedad e inversión, teniendo al capitalismo como organizador de los trabajos y distribuidor de la seguridad social. Se buscaba una politización de todos los espacios de la vida, clasificando de forma binaria dichos espacios como políticos y no políticos.
En contraparte, el nuevo paradigma, se sitúa en una categoría intermedia entre lo "privado" y lo "público", haciendo que su campo de acción se de una política no institucional ya que buscan la legitimidad de su accionar y que sus objetivos sean admitidos por la comunidad. Además estos movimientos gozan de cierta autonomía e identidad que se evidencia al momento en que toman decisiones que los favorezcan sin tener que depender de una organización externa.
También es evidenciable su estructura horizontal cuando de jerarquía se trata, ya que todos los representantes del movimiento pasan a un actuar colectivo informal e igualitario. A su vez, un punto importante que caracteriza a estos grupos es el uso de la protesta como mecanismo para movilizar la opinión pública y atraer su atención con medios legales. Acto seguido, la manifestación se constituye como el primer paso para poner en la mesa sus exigencias, que en un principio, no son negociables.
Los nuevos movimientos sociales no se contentan con pequeñeces y no cederán las peticiones que son expuestas ante aquellos que tienen a las fuerzas políticas que operan en el marco del "viejo paradigma", siempre se buscará una reivindicación para todos los que apoyan el movimiento, a los que cada día aportan su tiempo y dedicación a la consecución de los ideales que desde un principio constituyeron la identidad del movimiento.
Todas estas características nos indican que el ámbito de la política no es de ninguna manera un lugar exclusivo para las élites, en donde unos pocos tienen voz y voto dentro las decisiones que se tomen al momento de dictaminar el manejo del mundo. Tal vez esa sea una característica del viejo paradigma, pero es cierto que la política contemporánea busca una mayor inclusión de todos los sectores de la vida. Los nuevos movimientos tratan de acercarse más a los ciudadanos para que ellos a su vez, se identifiquen con todas las exigencias, peticiones e ideales de estos grupos; para que de cierta manera, las personas se puedan apropiar de lo que les pertenece y defenderlo de la mejor forma posible.
Algunos de estos movimientos son considerados de carácter populista, ya que quieren llamar la atención con sus arengas sociales de inclusión, igualdad, trabajo, erradicación de la pobreza, cumplimiento a cabalidad de la constitución, etc. Un discurso rousseauniano moderno.
Pero ¿qué tan bien usado está el término de populismo?, ¿es algo malo?, o por el contrario ¿es la salida y la respuesta a todos los problemas políticos, económicos y sociales que tanto han azotado a la comunidad?
Para Dussel el término de populismo se divide en dos. Por una parte, en el concepto apropiado y verdaderamente aceptado; que se refiere a aquellos gobiernos que se estipularon gracias a las revoluciones, que a su vez crearon mercados nacionales que controlaban los recursos energéticos de forma independiente. Por otra parte, el populismo consiste en aquel movimiento social o político que se opone a la globalización de las grandes burguesías extranjeras en su afán de expandirse.
Independientemente del término que se aplique para definir populismo, éste siempre ha tenido una preponderancia por el pueblo; ya que como destinatarios del poder, en el pueblo recaen las consecuencias de las decisiones de los destinatarios del poder.
Ahora nos preguntamos ¿qué es el pueblo? El pueblo es el bloque social de los oprimidos, es aquel sector de la sociedad que acepta la dominación a través del consenso, no descubre que está oprimido porque le encubren su dominación. Y seguirá siendo pueblo hasta que sea consciente de su carácter de oprimido y se convierta en una comunidad política. En cuanto a lo popular se puede decir que es aquello que pertenece al pueblo.
Por consiguiente, se puede hablar de la concepción de sujeto político actual, derivado del nacimiento de la comunidad política. En el contexto de multitud en la postmodernidad, el sujeto se ubica en un mundo global, homogeneizado y unificado. Esto implica un proceso de trabajo más cooperativo, ligado al quehacer intelectual; el concepto de temporalidad se vuelve disperso y no puede medir la jornada de trabajo modificando así, el concepto del mismo. La cooperación implica una interacción entre los trabajadores y esto, a su vez, se convierte en el "flujo biopolítico".
Éste flujo, proporciona un establecimiento de las relaciones que genera la confluencia en el conjunto de singularidades y el compromiso social. Aquí se resalta el carácter social y la cooperación en el trabajo, para poder crear una construcción social horizontal de producción y mercancía. De este modo entra en crisis la propiedad, tanto pública, como privada; entonces entra en escena la evolución de la propiedad común.
Al haber una construcción de lo común, se establece un control de la biopolítica. Esto implica una relación y entendimiento de los demás al haber comunicación entre todas las singularidades para que de este modo se pueda articular lo común vinculado al trabajo como una idea original, teniendo en cuenta que lo común tiene una historia que no puede ser pasada por alto que ha pasado por diversos cambios sociales.
COMENTARIO PERSONAL
En este recorrido intelectual, se ha podido observar la complejidad con la cual los seres humanos proceden a agruparse, para que de cierta manera, puedan lograr algo en común y que en conjunto, siempre han anhelado.
Parece increíble constatar una homogeneidad dentro de una sociedad postmoderna. Se cumple el concepto de integración por diferenciación; todos somos diferentes pero debemos unirnos para crear una identidad grupal, la cual será el estandarte de la lucha por nuestros derechos o cualquier otra cosa que necesitemos con urgencia.
Independientemente de cómo nos concibamos a nosotros mismos, de qué medidas consideremos adecuadas para emprender un accionar político, y lo que consideremos que debe primar en nuestra "lucha"; podemos articular todas nuestras concepciones en una sola causa global (partiendo desde lo local), que abarque todas las necesidades de los pertenecientes al bloque social oprimido.
Ya sea desde la perspectiva aceptable o desde el sesgo capitalista, el populismo se ha convertido en la vía más efectiva para encaminar todos nuestros anhelos de cohesión social, económica y política. Las revoluciones bien encaminadas consisten en el cambio más substancial en las riendas de un país, consiste en la reestructuración de un gobierno que está a punto de entrar en crisis por los ordenamientos de las relaciones entre centro-periferia y que de un modo u otro, ha perdido su soberanía.
Debemos apropiarnos de todos los espacios de la vida cotidiana, ya sean públicos y privados, para que de esta manera se pueda implantar la constitución de lo común para considerar las estructuras de gobierno como un espacio abierto en el que se transforme al gobierno en gobernanza y así construir una nueva razón biopolítica.
BIBLIOGRAFÍA
Dussel, E. (s.f.). El pueblo, lo popular y el populismo.
Hardt, M. (s.f.). Política y Multitud.
Negri, A. (2012). Marx, la biopolítica y lo común. Bogotá.
Offe, C. (1996). Partidos políticos y nuevos movimientos sociales. Madrid: Editorial sistema.
Zuleta, E. (2004). El pensamiento psicoanalítico. Medellín: Hombre Nuevo Editores.







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