Humanismo Cívico

June 16, 2017 | Autor: G. Montesdeoca | Categoria: Filosofía Política, Antropología filosófica
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Universidad Sergio Arboleda
Escuela de Filosofía y Humanidades
Introducción a la Filosofía
Profesor: Wilmar Javier Medina Lozano
Miguel Ángel Zambrano Zambrano.
Bogotá, D.C., 17 de mayo 2015

HUMANISMO CÍVICO – LILIANA IRIZAR
El presente escrito versa sobre el texto del Humanismo Cívico propuesto por Alejandro Llano. Para empezar, en primera instancia desarrollaré el apartado inicial que reza así: «qué es el Humanismo Cívico», en segunda lugar plasmaré las ideas principales del capítulo segundo al cual se encamina el Humanismo Cívico que es: «Hacia una nueva ciudadanía emergente», finalmente; desarrollaré los aspectos primordiales del capítulo tercero que se refiere a la «Antropología del Humanismo Cívico». Así, pues, el propósito de estos guiones es plantear las principales ideas que desarrolla el autor, de manera de que se capte la finalidad del «Humanismo Cívico» que es ayudarnos a conocer desde una perspectiva filosófica; qué es lo bueno y lo mejor para nuestra vida sociopolítica.

En primera instancia, paso a desarrollar «Qué es el Humanismo Cívico»; Alejandro Llano lo define de la siguiente manera: « Se entiende por humanismo cívico la actitud que fomenta la responsabilidad de las personas y las comunidades ciudadanas en la orientación y el desarrollo de la vida política. Temple que equivale a potenciar las virtudes sociales como referente radical de todo incremento cualitativo de la dinámica pública» (Irizar, 2014). Hay que mencionar, además que esta propuesta se fundamenta en tres pilares hegemónicos que son: el protagonismo de los ciudadanos en la vida social y política, la importancia de la diversidad de comunidades y, por último el valor del despliegue de las libertades sociales; es necesario recalcar que el humanismo cívico no es un programa de actividad política, ni siquiera una escuela de pensamiento político, más bien, representa un modo humano de vivir en la polis que se opone radicalmente al pensamiento y a la praxis política del actual tecnosistema.

Otro rasgo muy importante es indicar que esta propuesta tiene sus raíces en el aristotelismo, dado que, enfatiza en las virtudes cívicas como expresión y medio de participación política. Por lo tanto, algunos autores conocidos como humanistas cívicos se dieron cuenta de la inestabilidad de la república, es por eso que buscaron una doctrina en el que pudiera asentarse la universalidad y, a su vez, la estabilidad de la vida cívica, y lo encontraron en Aristóteles. De lo dicho hasta aquí, resulta que para el humanismo cívico, el hombre es constitutivamente un animal social o político, de modo que no puede conseguir la plenitud de su ser si no es gracias a la participación activa en la polis o comunidad política.

El humanismo cívico guarda una relación muy estrecha entre la Metafísica, la Antropología y la Ética bien fundadas. Es muy importante resaltar en este punto que las referencias del humanismo cívico con metafísicas, es decir, que constituye una pieza clave en la comprensión del bien humano como perfeccionamiento, como telos, de las personas que buscan intensificar su propia vida. Todo esto supone reconocer el carácter teleológico de la naturaleza, puesto con otras palabras, es asumir que la naturaleza actúa por causa de un fin. De lo dicho anteriormente cabe señalar, que bajo ningún aspecto se pretende sugerir que existiría un modo también universal de realizar la plenitud particular de cada sujeto, lo que se desea dar a entender es que cada hombre y mujer decidan cómo realizarlo y de qué modo plasmarlo en su vida, que siempre será original y único. Mas aún, el humanismo cívico presupone una visión filosófica según la cual las mujeres y los hombres son capaces de conocer en cierta medida qué es lo bueno y lo mejor para la sociedad en la que viven. A su vez, en la actualidad hay una pretendida razón "pura" del racionalismo político que ha conseguido imponer un modelo antropológico y ético que falsea la realidad del hombre y de la vida social, y todo esto parte desde una base donde no se toma en cuenta la naturaleza teleológica del hombre, es decir, que si no se parte desde esta perspectiva todo lo que se intente realizar será en contra del hombre y de su naturaleza.

En segunda instancia, paso a desarrollar el segundo aparatado que reza así: «Hacia una nueva ciudadanía emergente». Ante todo el humanismo cívico cuenta para su efectiva realización con una realidad clave: la ciudadanía, es decir, la actividad del ciudadano dentro de la polis es muy importante debido a que significa participar activamente en las deliberaciones de la Asamblea, desempeñar alguna función pública y defenderla. Por lo tanto, la vida social y política es natural a los seres humanos y les permite, la consecución de bienes individuales y comunes, por tal motivo, todo esto implica establecer un consiente lazo moral con los demás ciudadanos. Un aspecto clave dentro de esta temática es tener muy en cuenta de que el humanismo cívico cuestiona la concepción moderna que se tiene de ciudadanía, esto es, que se centra de modo excluyente en torno a lo político y económico. En cambio, se comprende que de ningún modo la ciudadanía humanista puede desarrollarse en torno al eje Estado-Mercado, puesto en otros términos, ha de fundarse en autonomías comunitarias.

En consecuencia, surge así, el concepto de subjetividad social, el cual hace referencia: A la capacidad cognoscitiva de grupos humanos que se proponen una misión común realizada de manera estable y con seriedad; al conocimiento pormenorizado de las necesidades que están en juego debido a la proximidad con las tareas que se desarrollan; al carácter autónomo de estas agrupaciones; a la conectividad con la Administración Pública y la expedición de una normativa estatutaria para conseguir operatividad real; a una gestión descentralizada; a los principios de gradualidad y complementariedad, y por tanto se adapta a la nueva complejidad social mucho mejor que la razón totalizanante o que la razón atomista o individualista y por último el reconocimiento de las subjetividades sociales, que es la condición posibilitadora del humanismo cívico en la sociedad compleja.

Dentro de este aspecto juega un papel muy importante el humanismo cívico debido que es un modo de pensar y vivir políticamente que revela un profunda sintonía con la índole específica del ser humano, a diferencia del antihumanismo el cual se caracteriza por la inminente presencia del "ciudadano mínimo", esto es, un hombre o una mujer que arrastran consigo una "vida mínima", desustanciada, carente de vitalidad espiritual, incapaz de fijarse metas que sobrepasen los cortos intereses subjetivos.
Por lo tanto, es necesaria una ciudadanía pensante ya que ella es garante de la libertad cívica así como soberana del rumbo que a dicha libertad se imprime, pues, esto se realiza cuando a través del "cultivo" del espíritu se gesta una cultura sensible a las virtudes, en especial a las "virtudes de la dependencia reconocida", como la solidaridad, la generosidad y la misericordia.

Recordemos que el humanismo cívico, es una invitación a la esperanza, por tanto, una filosofía realista y, a su vez, magnánima; la cual busca como un objetivo muy ambicioso el transformar la sociedad a partir de la transformación de nosotros mismos, los legítimos agentes sociales.

Finalmente, paso a desarrollar el tercer capítulo el cual trata sobre «La antropología del humanismo cívico». Recordemos que todo modelo socio-político permite reconocer en su entramado conceptual una antropología definida, es decir, una comprensión del ser humano. La concepción con la cual parte el humanismo cívico es que podamos denominar al ser humano "integral"; procurando eludir, así, posibles reduccionismos o visiones unilaterales de este ser magnífico y complejo al que, gen ricamente, llamamos hombre. Un aspecto clave dentro de esta comprensión del hombre cabe señalar las reflexiones que el humanismo cívico realiza acerca de éste: primero que la persona y su condición de ser corpóreo, es esencialmente dependiente y comunional; en segundo lugar que la persona es un ser capaz de Absoluto y sentido y por último que la persona es un ser constitutivamente dialogante.

A continuación se desarrollará los tres aspectos anteriormente señalados para tener una concepción más clara de qué es el hombre. En primer lugar en esta propuesta encontramos una pieza conceptual fundamental para redescubrir al hombre en su integral unidad, esto es, que si la persona es digna por sí misma así también lo es su cuerpo, ya que yo no tengo cuerpo, sino que soy mi cuerpo y como fin de todo esto es necesario recordar que el alama es la forma del cuerpo, por lo tanto, si destruimos nuestro cuerpo inmediatamente destruimos también lo más valioso que está en nosotros que es nuestra alma, por ejemplo, un enemigo muy acre del hombre es el consumismo debido a que manipula e instrumentaliza a las personas, esto es , que representa hoy uno de los medios generadores de violencia y el más poderoso en las sociedades occidentales. Otro punto de vista muy importante de destacar es la capacidad del hombre de entrar en comunión con los demás, puestos en otros términos, las demás personas no son totalmente otras ajenas a mí, sino que, justamente siendo otras y diferentes, hacen que yo, al comunicarme con ellas amplíe mi propio ser subjetivo, sea lo que soy y pueda llegar a ser plenamente yo.

Es preciso insistir que la persona se destaca en todo el universo creado por su inteligencia que le permite abrirse al mundo y, a su vez, traspasar los contornos sensibles del mismo; por tanto, el hombre es un animal de sentido precisamente porque es racional, es decir, su vocación de sentido es innata. De ahí que su índole esencialmente espiritual, es quien lo lanza instintivamente hacia un horizonte de significación que lo trasciende, esto es, que le concede la posibilidad de la comunicación auténtica que descansa en la base de todo entendimiento y de todo progreso humano legítimo. Es necesario recalcar en este punto que ha surgido en la modernidad un total rechazo a la trascendencia y por lo cual ha desembocado en el nihilismo de la posmodernidad. Al negar la trascendencia se privan de poder entender por qué "la plenitud de la persona no se encuentra dentro de la persona misma, sino fuera de ella". Por tanto uno de los objetivos del humanismo cívico es rehabilitar la innata condición humana de apertura a la trascendencia, que solo puede resolverse satisfactoriamente a la luz del Absoluto trascendente.

Por último, es importante reconocer que este ser espléndido, animal que habla, animal social; en último término, un animal de sentido, necesita de los demás para esclarecer el significado tanto de la propia vida personal como de la comunitaria. Por lo tanto, la rehabilitación de la razón práctica, el pensar meditativo y el diálogo, representan poderosos recursos antropológicos que pueden resarcirnos del pozo de vacío y frustración que han ido depositando en nuestras vidas la razón técnica y dos de sus derivaciones más deshumanizantes: el individualismo y la incomunicación.

En conclusión, al realizar una lectura exhaustiva del texto me ha hecho llevar a la reflexión muchas de sus partes que desde mi punto de vista he considerado interesante y las cuales he tratado de plasmar en este ensayo; por lo tanto lo que me llamó más la atención que es si deseamos tener una polis en la cual el hombre se desarrolle en su plenitud, es necesario que nosotros sepamos qué es el hombre; porque si partimos sin un conocimiento de qué es el hombre todo lo que se construya de ahí para adelante será un atentando contra él y su naturaleza.






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