Jordanus Catalani, cronista de India y su primer obispo católico (1329)

August 18, 2017 | Autor: Jordi Joan Baños | Categoria: History of Colonial India
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48 LA VANGUARDIA

R E L I G I Ó N

DOMINGO, 14 JULIO 2013

Varios estudios y documentos apuntan a que el primer obispo de India fue un dominico de Catalunya del siglo XIV

Fray Jordà, el Marco Polo catalán

de que era catalán”. Este profesor universitario, que ha seguido los pasos “de Jordano Catalán”, sospecha que su origen fue manipulado por quien fuera su arzobispo en Oriente, Guillelmus Adae, que en Aviñón dedicó al rey de Francia un manual de cruzada. Tras la pérdida de Tierra Santa circulaban planes para empobrecer al sultán de El Cairo, intermediario de las especias. Su ruina, unida a la alianza con armenios, tártaros o el preste Juan, había de permitir la recuperación de Jerusalén. Entre 1330 y 1336 vuelven a soplar aires de cruzada, para la que Juan XXII ha nombrado capitán al entusiasta Felipe VI de Francia, relegando así al rey de Aragón (“sólo me hace agravios”), aspirante desde la época de Ramon Llull,

JORDI JOAN BAÑOS Nueva Delhi. Corresponal

Q

uién fue el primer ibérico que pisó la India? ¿Y el primer obispo de esas tierras? ¿Cuál de sus cronistas destaca entre Marco Polo e Ibn Battuta? La respuesta a las tres preguntas es, seguramente, esta: Jordà el catalán, autor de Mirabilia descripta, fraile al que el papa Juan XXII apodó Iordanus Catalanus en la bula con la que le nombraba obispo de la capital de las especias: Columbus. Se sabe tan poco de él que Francia ha intentado apropiárselo desde que el manuscrito latino de sus “maravillas descritas” fuera rescatado en el Londres del siglo XIX por un diplomático francés. Aunque este mismo observó que debía formar parte de un relato “más completo, quizás escrito en lengua vulgar”, sin aclarar que ésta solo podía ser el catalán (o, más difícilmente, el occitano). Sabemos que el misionero dominico estudió persa en Tartaria hacia 1320. Desde allí emprendió un viaje hacia la costa malabar con cuatro franciscanos que se dirigían a China, pero que fueron martirizados junto a Bombay. Tras informar en dos cartas, firmadas como Jordanus, el fraile siguió predicando contra viento y marea. Hasta que, de regreso a la corte papal de Aviñón, hacia 1328, rememora su experiencia, jugosa en exotismo: monzón, rinocerontes, doma de elefantes, mangos. Y el Papa le premia con el primer obispado en India. Sin embargo, un año después aún no había partido. Aunque según las crónicas de los portugueses en India –que también se lo apropiaban– regresó y fue martirizado en Bombay, donde dos siglos después habrían encontrado

Los franceses arguyen que Jordanus era occitano, y despachan el ‘catalanus’ como un apellido

Página del Atlas catalán realizado hacia 1375 en Mallorca, que fue regalado al rey de Francia

A su regreso de India, el misionero escribió sobre su vivencia ‘Mirabilia descripta’, libro lleno de exotismo un ídolo con hábito dominico. El informe de fray Jordà llegó de algún modo a la corte de Barcelona o Mallorca, pues el soberbio Atlas catalán de 1375 reproduce sus topónimos y el error de llamar Jana a Java. Quizá porque en el convento donde el dominico relata su crónica reside el protegido del rey de Aragón en la corte papal, Ferrer d’Abella, futuro obispo de Barcelona. La hipótesis francesa se apoya en que el manuscrito –que no es el original– introduce a su autor como “Jordanus, oriundo de Severac” (en una comarca occitana que había sido vasalla de Barcelona). Luego la copia comienza a media frase y con el viaje ya empezado ocultando de dónde ha zarpado. Es remarcable que el apodo catalanus –que conocemos por la bula– desaparezca. Los estudiosos franceses han

JORDI JOAN BAÑOS

El catolicismo sigue en Kollam, donde estuvo fray Jordà, aunque por la posterior colonización lusa

querido despachar dicho catalanus como un apellido, que recordaría apenas el origen catalán de su familia. Pero no hay ningún Jordanus Catalanus en los registros dominicos de Francia, ni en los civiles de Severac del Castèl, localidad muy historiada en la que nunca habían oído hablar de su “ilustre vecino”. El jesuita Jordi Gispert (63 años en India) tradujo en su día la bula en que se cita a Jordanus

Catalanus. “No es un apellido, sino la indicación de que frayJordà era catalán”, opina. Algo habitual en otros frailes medievales, como Ferrarius Catalanus. Los registros de la “Compañía de los que peregrinan por Cristo entre los paganos” (rama de los dominicos que formaba predicadores de varias naciones en cuatro conventos orientales) recogen a media docena de escritores, uno de los cuales es Jor-

danus. Ninguno de los otros cinco figura con apellido, apenas nombre (monástico) y gentilicio (nación o ciudad). Jordanus Catalanus es citado como “fraile catalán” en Pharmacographia Indica, obra británica del siglo XIX. Ya en el XVII, Nicolás Antonio lo incluía en su registro de autores ibéricos en cualquier lengua. Antonio García-Espada, autor de Marco Polo y la cruzada, no tiene “ninguna duda

ideólogo de la misión en Oriente. En sus cartas, Jordanus pide “unas naves del Papa en el mar Indio”. Pero la descripción de India de Mirabilia descripta concluye así: “El rey de Francia podría someter al mundo entero bajo su dominio y el de la fe cristiana sin la ayuda de nadie”. Poco menos que una arenga con el objetivo de inflamar el ardor cruzado de Felipe VI, tan descaradamente que hace sospechar que sea apócrifa –dictada al copista desde las altas instancias de Aviñón, curiales o dominicas– como lo podría ser la introducción del manuscrito y su mención a Severac. No en vano, el pergamino acompañaba a otras seis crónicas del mismo tono: Oriente y reconquista. Las grandes crónicas asiáticas de la época, de Marco Polo u Odorico –que el rey Joan el Caçador devoraría– fueron dictadas. Pero Mirabilia descripta habría sido escrita por el misionero, según los expertos, lo que refuerza la hipótesis de que la redacción original fuera en catalán. Su latín es impropio de un predicador docto, mientras que un original occitano es improbable, por época y género. En cambio, las crónicas catalanas están en su apogeo –Ramon Muntaner acaba de escribir la suya– al igual que la expansión oriental catalano-aragonesa, que acaba de añadir Cerdeña a Sicilia y Atenas. Barcelona era la gran importadora de especias indias –junto a Génova y Venecia– y la correspondencia de sus condes demuestra su interés precoz por “el Prestre Johan” y por “les Índies”. Un sueño catalán antes de ser adoptado con más éxito por portugueses y castellanos. Cuando otro fraile, Marignolli, llegó en 1346 a Columbus –hoy Kollam, en Kerala– no encontró al obispo Jordano, pero sí una iglesia de nombre significativo que se supuso levantada por él: San Jorge de los latinos.c

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