Nombrarse para existir

Mujeres que Saben Latín
Nombrarse para existir…
Estela Casados González

A Dana

Mérida es una ciudad hermosa y llena de vida que nunca dejará de
sorprenderme. Más allá de las problemáticas que Yucatán vive y que comparte
con diversas entidades del país, este lugar siempre acuna historias que
vitaminan el alma y fortalecen mi espíritu feminista.
Las yucatecas son precursoras del feminismo mexicano. Mujeres fuera de su
época que hace más de un siglo lucharon por sus derechos, los de sus
contemporáneas y los de las mexicanas que en esta segunda década del siglo
XXI nos ha tocado vivir aquí. Hoy más que nunca debemos reconocer el
valioso legado que nuestras ancestras feministas nos dejaron para abonar en
la construcción de un futuro igualitario para hombres y mujeres.
Entre éstas resalta la historia y el legado de Elvia Carrillo Puerto, la
Monja Roja del Mayab. Llamada así por sus ideas socialistas, nació en Motul
el 6 de diciembre de 1878. Hermana de quien habría de ser gobernador de
Yucatán, Felipe Carrillo Puerto, tuvo su propia historia llena de logros,
reveses y avances.
Casó a los 13 años de edad y enviudó cuando tenía 23. A la par del español,
hablaba fluidamente el maya, lo que le permitió, fundar en 1912 la primera
organización de campesinas en Motul.
Elvia Carrillo Puerto fue la primera mujer socialista que ocupó un cargo en
el congreso yucateco, el cual desempeñó por dos años y que dejó por
amenazas de muerte.
Durante el Congreso Panamericano de Mujeres que se llevó a cabo en 1923 en
la Ciudad de México, Elvia, junto con otras feministas yucatecas,
conformaron la delegación más radical, por sus demandas sobre el voto
femenino, el control natal y el amor libre. Feministas radicales para su
época, fueron mujeres excepcionales y de gran valía en la construcción del
feminismo mexicano.
Hace unos días no pude dejar de pensar en ellas al enterarme que en Yucatán
existe la opción legal de que una pareja registre a su descendencia
anteponiendo el apellido de la madre y dejando en segundo sitio el apellido
del padre.
Fuera de una malentendida guerra de sexos, tener la opción de que una
pareja pueda nombrar a sus hijos e hijas escogiendo el apellido materno
como el primero, posibilita que se cristalice una de las ideas más
preciadas del feminismo: ser nombradas, ser visibilizadas y así existir.
Solo cinco parejas en todo el estado de Yucatán han utilizado esta opción,
que no deja de ser novedosa y extraña para la gente que provenimos de otros
puntos del país.
Estoy segura que Elvia y otras feministas que lucharon en su momento por la
vindicación de los derechos de las mujeres, sonreirán complacidas, donde
quiera que ellas encuentren.