Payé Cine y el rescate de memorias censuradas

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Payé Cine y el rescate de memorias censuradas crónicas e informes

04/15/2014

Afiche de promoción del film. Colección: Payé Cine.

Isidro Velázquez, la leyenda del último Sapucay (2010),de la productora Payé Cine, es quizá una de las producciones del cine regional contemporáneo más orientadas a discutir la recuperación de las memorias populares censuradas durante la última dictadura militar. A pocos días de haberse conmemorado la Semana de la Memoria y cuando buena parte de la Argentina reivindica el “Nunca más” frente a los horrores cometidos por aquel régimen infame, resulta clave reflexionar sobre los modos en que las producciones culturales también participan activamente de la lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia (**). Por Cleopatra Barrios (*)

En este film, esta lucha se da en el orden de lo simbólico y se funda en la mirada inquieta del realizador correntino Camilo Gómez Montero, quien habiendo oído la leyenda de Velázquez de los relatos de su abuelo, encuentra en esa historia algo más que el mito del “gaucho rebelde y perseguido que robaba a los ricos para darle a los pobres”, y esto lo lleva a hurgar en la densidad de los olvidos con el fin de develar algunas historias relegadas. Se cuentan entre ellas, el testimonio del músico Raúl Junco, quien junto a Manuel Loverde, fue detenido durante la última dictadura por “apología del delito”, esto es por componer en 1964 el chamamé “Los Velázquez”, prohibido por el Gobierno del Chaco en 1967.

Raúl Junco, chamamecero detenido durante la última dictadura militar por escribir chamamé en homenaje a Velázquez da su testimonio. Colección: Payé Cine.

A ello se suman decenas de relatos de pobladores allegados o devotos de Velázquez que comentan cómo hasta hace poco tiempo hablar de aquel gaucho fue cosa prohibida en el Chaco. A esta serie de censuras se encadenan una serie de “desapariciones” pergeñadas por el poder de turno con el fin de borrar los relatos que pudieran dejar rastros de la memoria de la resistencia popular: entre ellas las de Roberto Carri y Pablo Szir, autores del libro y primer film sobre este personaje, tal cual lo recalca sobre placa negra hacia el final este docudrama.

Desde este punto de vista, encauzado claramente hacia la recuperación de las memorias reprimidas, sin eludir las posiciones asimétricas, consideramos que la producción de Payé Cine se vale de la figura de Velázquez para reabrir, a tres décadas del retorno democrático, discusiones que parecían haber estado clausuradas y exponer voces que habían sido forzadas al silencio. Hablamos de un film que sitúa a Isidro Velázquez como un agricultor pacífico que vivió en el nordeste argentino hacia finales de los años 60. Este personaje, que nació en Mburucuyá, Corrientes, en 1928 y se trasladó a la par de muchos comprovincianos al Chaco para trabajar en la cosecha del algodón,cierto día, comenzó a tener problemas con la policía. Entonces se convirtió en un gaucho perseguido que luchó a sangre y fuego, entre lealtades y traiciones, para alcanzar su libertad. La historia de este hombre culmina con un episodio sangriento en manos de la policía el 1 de diciembre de 1967 y éste a su vez es el inicio de la leyenda del gaucho de los milagros que rescata buena parte de la memoria popular. Esta producción construye una doble referencialidad histórica: por un lado sigue las huellas de aquel gaucho situado en la década del 60 y por el otro también lo analiza a través de los testimonios desde el presente, donde su figura sigue generando polémicas Asimismo, la narración plantea la mezcla entre el documental y la ficción, incluyendo un diálogo entre tomas en directo de los testimonios y recreaciones ficcionales de aquellas historias narradas por los entrevistados. Allí se resalta el testimonio de los hijos de Velázquez, mientras que quien protagoniza en la ficción a Isidro Velázquez es su nieto Javier Isidro Aguirre, con cuya presencia se refuerza la garantía de verdad sobre la existencia del personaje, que no admite ser encasillado únicamente en el terreno del mito o la fábula popular. De este modo, la trama, que incluye la cita de documentos históricos y periodísticos y testimonios directos, devela historias, semblanzasdiversas, muchas veces contradictorias, narradas por descendientes, amigos y enemigos, vecinos, devotos e investigadores que se ocuparon de indagar en el contexto y la vida de este personaje. Esas historias visibilizan por un lado múltiples memorias en conflitcto que reafirman la cualidad antagónica de este gaucho (héroe y antihéroe a la vez), y por el otro dan cuenta de un proceso histórico de ocupación de la tierra en el Chaco, de la violación de derechos de trabajadores mestizos e indígenas, de un proceso de marginación poblacional y una política de represión que habría auspiciado de plataforma para la construcción y la proliferación de la leyenda de Velázquez. Las develaciones en este sentido surgen de los testimonios de las personas más humildes cercanas a Velázquez, quienes argumentan que la figura de este gaucho sobresalió en aquella época porque fue uno de los pocos peones que enfrentó a los patrones y las autoridades, rechazando las condiciones desfavorables de trabajo y de vida que se les imponían.

“Todos estábamos cansados de ser sojuzgados, de depender del patrón, hasta que saltó Isidro Velásquez”, comenta desde el film Umberto Sosa, vecino de Colonia Elisa, Chaco. Asimismo algunas palabras de este poblador chaqueño, junto a otras tantas, evidencian cómo aquella rebeldía le valió a Velázquez muchos episodios de maltrato policial. Varios testimonios aducen que la brutalidad que signaba a la fuerza policial estaba intrínsecamente ligada a la configuración de un Estado opresor y represor. “En la época de Velázquez le tocó la cola de esa policía que tiene su origen en La Forestal”, señala Sosa aludiendo a la empresa de origen británico productora de tanino que explotaba tanto al quebrachal chaqueño como a los trabajadores sumergidos en condiciones de precariedad laboral bajo la anuencia del poder de turno. El historiador Raúl Coronel señala, en este sentido, que la presencia de los pueblos originarios en el lugar constituyó un obstáculo para ese proyecto de explotación. “Entonces se crea el regimiento de Fronteras del Norte que tiene el único objetivo de exterminar el aborigen…”, indica a la vez que señala a estos episodios como el inicio de una serie de acontecimientos sociales marcados por la represión y la violencia. Paralelamente, el docudrama convoca la voz del investigador Pedro Solanas, quien traza una relación directa entre los sectores que buscaban atrapar a Velázquez y los que propiciaron la exterminación de buena parte de la población indígena del Chaco. Esto es, la policía, los militares y las entidades rurales. En este contexto, el film habla de las andanzas de Velázquez, quien a raíz de un episodio menor con el correr del tiempo se ve implicado en asaltos y secuestros que afectaron principalmente a mandatarios comunales y estancieros. Esto lleva a que su detención se convierta en una obsesión no sólo de la policía, sino también de la Sociedad Rural del Chaco que puso precio a su cabeza. A lo que se sumó el refuerzo de las fuerzas militares por expresas instrucciones el gobierno de facto de Juan Carlos Onganía. Esa obsesión es bien planteada por el film que recrea, a la par de todas las versiones de los delitos que involucraban al gaucho, un despliegue inaudito de fuerzas policiales y militares que salían a la caza de Velázquez y su último compañero de peripecias, Vicente Gaúna. Se trató de un despliegue hasta desmedido, llegándose a contar mil hombres en un cerco de seguridad para la captura de dos hombres y finalmente una emboscada con decenas de policías que descargaron cientos de proyectiles al vehículo que transportaba a ambos hombres, siendo ésta la escena trágica del fusilamiento final. La desmesura del resentimiento hacia Velázquez se tradujo incluso en la decisión de las autoridades de exhibir al público los cuerpos sin vida de ambos bandoleros abatidos, totalmente perforados, en las comisarías de los pueblos del interior del Chaco, como trofeos. Este exceso llamó poderosamente la atención de muchos que empezaron a preguntarse hasta dónde estas acciones respondían sólo a un castigo por los delitos cometidos. Como planteo totalmente contradictorio, luego de esta exhibición escandalosa de los cadáveres prácticamente pulverizados, un sector de los testimoniantes asegura, entre sollozos de bronca, dolor y resignación, que el régimen instigaba a olvidar, a no nombrar a Velázquez.

Sin embargo, su figura ligada al imaginario de un hombre que se atrevió a enfrentar al poder y el hecho de su muerte extremadamente sangrienta causó un gran impacto en la población humilde que vio en ella redención y lo elevó rápidamente al rango de santo popular; mientras otro sector continúa repudiándolo por delincuente y fugitivo. Cabe recordar que este docudrama fue estrenado en 2010 en Resistencia, Chaco y estuvo 6 meses en cartelera en esa provincia en la que la vieron más de 10 mil espectadores. Luego también la película fue proyectada en Mburucuyá, Corrientes, reuniendo a familiares y conocidos de Velázquez en pos de continuar la recreación de memorias. Asimismo fue vista en diversas salas del país y fue el film de apertura con la que se inauguró la Sala INCAA de la Provincia de Formosa. Por su parte, vale decir que Payé Cine es una productora que ha nutrido sus realizaciones mayoritariamente de la historia, la cultura y la identidad del Litoral argentino, contando entre sus títulos “Paraná, historias de un río” una serie de cuatro documentales, “Payé”, una serie de ficción; “El señor de los pájaros”, un cortometraje y “Buscando al Comandante Andresito”, documental conducido por Víctor Heredia y de gran repercusión nacional. En este último documental de 2012, el realizador Camilo Gómez Montero profundiza el enfoque trabajado en Isidro Velázquez, el último Sapucay, lo que incluso lo acercará al revisionismo histórico. Allí indaga en la figura del Comandante guaraní Andrés Guacurarí Artigas que batallara durante los años posteriores a la Revolución de Mayo. Andresito se presenta así como otro personaje silenciado por la historia oficial argentina. Entonces, el derrotero de búsquedas de esta productora lleva a instituir constantemente desde la representación cinematográfica la pregunta por aquellas memorias de los sectores populares, aquellos que fueron intencionalmente relegados y en algunos casos explícitamente reprimidos por el orden social y político instituido. En este marco, el film que se centra en la figura de uno de los bandoleros rurales más famosos del nordeste argentino, convoca a ser entendido más allá de la simple recreación de la vida y las hazañas de aquel gaucho perseguido, como una trama profunda y compleja de memorias en lucha. Relatos que cuentan cómo se construyó una época de la Argentina marcada por la violencia. Una trama que configura otros modos de mirar del cine regional que lucha por develar, poner en superficie, aquello que se oculta. Esto es cine con memoria. Trailer de la película

(*) Cleopatra Barrios es periodista, licenciada en Comunicación Social por la UNNE. Maestranda en Semiótica Discursiva (UNaM). Doctoranda en Comunicación Social (UNLP). Becaria doctoral de CONICET. Integrante del Núcleo de Estudios y Documentación de la Imagen, CONICET/UNNE. Docente en las Facultades de Humanidades y Artes (UNNE). Indaga acerca de las representaciones de la religiosidad popular en fotografía y cine. Sobre la temática ha publicado en libros, revistas especializadas y en congresos nacionales e internacionales. (**) Esta reflexión integra los trayectos de lectura y discusión del proyecto “Representaciones de gauchos milagrosos correntinos en el cine argentino de comienzo de milenio (2000–2010)” financiado por la SGCyT de la UNNE, dirigido por la Dra. Mariana Giordano.

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