Poema Hialurgia de Jobyoán Villarreal

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Tal como Gilberto Owen, en su viaje a Roma, tras ver una estatua de Perseo, cuestionó su victoria sobre Medusa, cuestión de la cual nace una de las obras fundamentales de la poesía en México; Perseo vencido; obra que da lugar a una serie de aseveraciones alegóricas y en donde Perseo simboliza al artista, quien termina petrificado por su objeto de pasión; el arte. En esta misma línea creativa Hialurgia surge de la pregunta; ¿Qué hubiera pasado si Narciso, al ver su reflejo en el agua, hubiera estado lloviendo? Narciso sin duda hubiera visto su rostro mutilado. Respuesta que lleva a una serie de aseveraciones y consecuencias alegóricas, tales como; "la lluvia es la asesina de la imagen" y en donde (como una parábola precisa) Narciso representa al poeta; la lluvia al arte; el lago al tiempo y su reflejo a la realidad. También, dentro de su desarrollo, surge en un acto hipnótico el arte en forma de mujer. En conclusión, Hialurgia es primeramente un poema de la lluvia, dividido en diez secciones, en donde se representa la muerte de la imagen y sus consecuencias ontológicas. Jobyoán Villarreal

Hialurgia Sin embargo, el pueblo es mucho, y esta es la estación de las lluvias cuantiosas y no es posible permanecer afuera [...] Esdras: 10-13

I Un olor desde la infancia profundiza en la piel sus dedos íntimos.

Mi tierra, húmeda consanguínea, tórrida transparencia de lilas agudas, derrama en la Ceiba a un sol descompuesto.

Socava la delgada corteza del viento, ciudad abajo, un mutismo de imágenes que se entumecen en la cara.

Cae sobre esta frágil superficie, sustancia de pájaro vencido ante el vuelo, nos toca mortales.

Mutila la tierra, el polvo, cicatriz de dedos fugaces, memoria del agua.

Comienza en la epidermis un éxodo de máscaras, horizonte que se oculta con la torpeza de los años.

II La ciudad se esconde tras la lluvia. Las flores se quiebran como memoria en un zarpazo del aguacero. Así se estrella violentamente, pasa y cubre cada gota en los techos, láminas y paredes, sus sesiones devastadoras.

Sólo nos queda en las manos un silencio de vidrios temblorosos.

Afuera crece una catástrofe, un susurro cauteloso, tragedia de siglos: eco violento de laureles desmoronándose en el vacío. III

Todo emigra y se detiene. El ojo se vuelve contemplación estática desplegándose en los exilios de la mente.

Dolor que se deshoja apenas como un silencio sin memoria. Elidir de las cosas que se han perdido, calladas demasiado tiempo como piedras.

Ensaya la lluvia en el suelo

un rompecabezas muerto: el crujir seco del otoño sobre la piel, las estaciones que cambian de color como semáforos. Nubes cancerígenas deshojándose. Hialurgia arreciando como plaga en las abiertas fauces del tiempo.

IV

Ojo y lluvia, uno convierte al otro. En un ruego interior, en las liturgias de la sangre, las fotografías son espejos muertos.

Mientras se emborracha el tiempo la ciudad cae a pedazos. En un acto aparece la expansión, relatividad que crece como pulpo vertiginosamente en la sangre.

Peces diminutos se revientan en la piel, mientras los niños juegan y marca la lluvia en sus ojos un camino sin retorno. —Sé que el temor al tiempo es algo natural, que nada de amigable hay en esta agua que transcurre su temporada fugaz—.

Un cascar undosamente martillea

la tertulia del invierno.

En una combustión sin imagen el silencio se posa como otra ciudad. La naturaleza busca perpetuarse en el acto, pare sus metáforas, despliega en caras enconadas la heterogénea sinergia que repite el amor hasta crear universos.

V Cicatrices que se apagan como relámpagos fotografías que se llenan como tumbas.

En un embudo se congrega el pensamiento destilando la realidad en espejismos, arte del agua en la materia abandonada, hialurgia del demiurgo vidriero que pasa como por un acantilado en el tiempo y sus disfraces.

Los ojos sin conciencia se preparan para la inmolación.

Parpadeos tramontan en las estaciones un espectáculo en su hálito hipnótico: la musa asciende del cenagal con harapienta voz de prisma herido.

Nosotros, el Narciso prolífero, vemos en el azar, los vidrios, indecible virus en el ojo,

la sentencia de la imagen.

VI Cae Calíope. Tropo de agua: relámpago foto cicatriz. En una mueca de agonía, cae quiebra sus alas raspa su cuerpo con esquirlas rompe tu sombra rasga mi piel en el descenso.

Como la pluma que quiere dormir el sueño que no duerme. Cae con un dolor de precipicios la noche de este universo vaciada por su luz.

El eco insistente de las cosas en su número extraño.

Una cadencia disemina nuestra sombra desfigurada.

La imagen muta su imagen muerta desarmándose en las formas del viento.

En el espacio jadeante de la memoria rebota la voz en soliloquios como un pasillo resquebrajado: —Se acabará la lluvia pero empezaremos a ser lluvia nosotros; nos humillarán los charcos nos pisarán la cara, pero en la mente seguirá arreciando la tempestad—.

Todo lo que hay afuera se aprisiona en la ventana. Las imágenes en una sucesión de páginas blancas. —Quizá la lluvia sólo nos recuerde todos los abismos que llevamos en el alma y somos el personaje que cae, multiplicado—. La anestesia, atropina en la sangre que nos va desgarrando en su sueño.

Cómo duelen sus páginas blancas, sus calles blancas; cómo duele ella, cuando el instante la revienta en una secuencia de astros innombrados: el lenguaje ininteligible de los espejos.

VII El tiempo se pudre en sus dedos. Desfragmenta reticencias en súplicas: calles abismales se desprenden de mis ojos, labios lacerados arman la lluvia, me hacen parte de su urdimbre.

El silencio pluvial se arranca del chubasco de las calles, y en la pudrición de sus dedos nace un silencio más profundo. Resuena en la retina el chasquido de una música interminable.

VIII El mundo calla. Se derrama como un accidente.

Las cosas se escabullen entre mis manos.

Una mano tibia se abre en el pecho: tus ojos como agua, gladiolas que ocultan su transparencia; tus ojos en su propio lenguaje, asentados en mis párpados como fotografía, aleteando las temporadas tristes de tu cuerpo. Tus ojos envejeciendo las formas

cayendo por mí como las hojas de un calendario vacío.

IX —Nos sentimos como el espejo en el charco que en las tardes refleja cosmogonías incompletas, sorprendidos como el niño que descubre el espacio en su frente.

En el transcurrir del agua una agobiada presencia de universos lleva nuestro nombre, incandescencia que apaga su mecha de crepúsculo en el lodo.

X Desvaneciéndome en mi profunda tempestad, sorprendo al mar llorando horizontes de piedra.

Se incrustan en mis ojos espejos que mutilan la imagen (Narciso enloquece).

Hay una voz que me dice: —Deja que llueva, no hay nada que hacer aquí más que dejar que el agua interne sus dedos en nosotros—.

Y en ligeros espasmos de viento la lluvia cierra su camino: hendir irremediable de la memoria.

Poema Hialurgia contenido en el libro Dime qué somos donde las estaciones se ensamblan de Jobyoán Villarreal, publicado por el Ayuntamiento de Culiacán, Sinaloa el año 2014. Jobyoán Villarreal nació en la ciudad de Culiacán Sinaloa, México, el 19 de abril del año 1985, Empezó a escribir poesía desde los 10 años, a los 14 años estudia la carrera de Técnico Instructor en Música Clásica, la cual abandona después de dos años de estudio. Estudia la carrera de Ingeniería Industrial y de Sistemas (2003-2007) en la Universidad de Occidente, sin olvidarse de sus aspiraciones literarias. En los años 2003 a 2008 participa activamente en talleres de poesía impartidos por los poetas Francisco Meza (premio nacional de poesía Clemencia Isaura), Francisco Alcaraz (Premio nacional de poesía Joven Elías Nandino) y Jesús Ramón Ibarra (premio de poesía Bellas Artes Aguascalientes), en el período 2007 al 2008 es acreedor a la beca del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes (FOECA) con el proyecto “Pretéritos del Polvo”, los años 2009 y 2010 es acreedor en sus dos emisiones a la Beca al Lector otorgada por el Instituto Sinaloense de Cultura (ISIC) ha publicado sus poemas en las revisas Literal, La Otra, Círculo de Poesía, Trajín y Aldea21 (entre otras), ha participado en diversos eventos de carácter cultural de los cuales se destacan: El Festival de Literatura del Noroeste (2009)(CECUT), la serie de lecturas “La Eternidad por Fin Comienza un Lunes” (2011)(ISIC), el encuentro estatal de Jóvenes Escritores Sinaloenses (2014)(ISIC). En los años 2009 al 2011 Coordinó un Círculo de Poesía en Culiacán Sinaloa, programa apoyado por el Instituto Sinaloense de Cultura (ISIC). Es autor del libro “Dime qué somos donde las estaciones se ensamblan” publicado por el Ayuntamiento de Culiacán el año 2014. Actualmente trabaja como Docente, en el Instituto Tecnológico Superior de Eldorado.

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