Primera persona o ninguna persona [Español] (2014)

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Columna PD93

¿PRIMERA PERSONA O NINGUNA PERSONA? Por: Alfredo Gutiérrez Borrero [email protected] [email protected] (ver impreso desde la página 3) Cuando culminan los periodos académicos de diseño industrial es frecuente que algunos estudiantes de diseño acudan a mí, tristes porque sus profesores les hicieron «quitar la primera persona», es decir suprimir el uso del yo (pienso, escribo, siento) de sus documentos o de la exposición de sus proyectos, pues eso no viene a lugar y es impertinente en el mundo académico. Esta conversación acerca del uso de la primera («yo pienso») o la tercera («se piensa») personas en el texto universitario, tiene tiempo y muchas versiones en los contextos en que, jornada a jornada, construimos nuestras vidas e interactuamos estudiantes y docentes. Singularmente la tal tercera corresponde presumo a ninguna persona. ¡Y ninguna persona no puede diseñar! Planteo pues a mis colegas que consideremos permitir que la decisión de elegir en qué persona, o lenguaje, se expresan, como tema de sus proyectos, sea prerrogativa de los estudiantes. No sólo porque ya bastante problema tienen con el diseño en sus proyectos como para atribularlos con otras cosas, sino porque actualmente coexisten para crear objetos, interacciones y en particular para incidir en contextos, según las escuelas, las disciplinas y los estilos (pero sobre todo, según las personas), partidarios de uno u otro enfoque, e instituciones y publicaciones académicas que validan éste o aquél. A propósito de mi propuesta, presento dos ideas, una la expresó el profesor Walter Mignolo, en su texto de 2010: Desobediencia Epistémica, Pensamiento Independiente y Libertad De-Colonial: «La geopolítica del conocimiento va de la mano con la geopolítica del conocer ¿Por quién y cuándo, por qué y dónde es generado el conocimiento? (no tanto producido; como los automóviles o el teléfono celular). Hacer estas preguntas significa cambiar el interés en lo enunciado, al interés en la forma de enunciación. Y al hacerlo, voltear el “dictum” de Descartes al revés: en lugar de aceptar que pensar viene antes de ser, aceptar que un cuerpo racialmente marcado en un espacio geo-históricamente marcado, siente la urgencia o la necesidad de hablar, de articular, en el sistema semiótico que sea, una urgencia que hace de organismos vivientes, seres “humanos”». La otra idea es del profesor Matías Guzmán, Licenciado en Filología e Idiomas (alemán) de la Universidad Nacional de Colombia, quien en la edición 3 de la revista académica internacional Esdrújula de Filología (2012) incluyó un editorial titulado: El “yo” en los textos científicos, el cual concluye así: «Finalmente, aunque creo que sí es una cuestión de estilo poco relevante que no afecta en mucho la validez de un artículo, quiero apuntar que el narcisismo no tiene nada qué ver. Una

 

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razón positiva en pro de usar “yo”/”nosotros” en los textos científicos es que es importante dejar en claro quién es el responsable del trabajo (así a veces se sobreentienda): los datos no se recolectan ellos solos, las entrevista no se hacen solas, y las conclusiones no salen solas (2012:90)» Para mí el asunto es significativo y merece problematización por lo que sitúo mi punto: soy defensor y practicante del empleo de la primera persona en el texto académico, entre otras cosas, por cuanto creo, como señala Humberto Maturana, que la objetividad siempre fue un instrumento para obligar (prácticamente todo aquel que te pide ser ‘racional’ te está diciendo de un modo u otro; «haz lo que yo te digo»), esto es, una suerte de mandato que por un patrón colonial interiorizamos (yo el primero durante años) sin reflexionar mucho el porqué. Singularmente, y con frecuencia, al tiempo que piden a los estudiantes que argumenten en detalle un sinnúmero de razones para considerar siquiera si pueden emplear la primera persona en su comunicación académica, los profesores que tal código impulsan poco o nada sustentan las razones por las cuáles proscriben el modo personal de la prosa estudiantil (mi hipótesis es que a menudo lo interiorizaron sin mediar unas razones jamás ofrecidas a los estudiantes dizque en aras de una objetividad y una neutralidad, por lo general ajenas al proyecto de diseño). Como se quiera es mi postura y cada quien tiene la suya; de ahí mi propuesta, pues aunque en mis clases de investigación para proyecto de grado he aconsejado durante años a los estudiantes de diseño industrial usar la primera persona por lo ya señalado (y por otras muchas sutilezas), no hago «quitar la tecera persona» a nadie que quiera emplearla, ni impongo a rajatabla el uso de la primera; bien dice mi colega el profesor Fernando Álvarez —algo con lo que creo muchos lectores de proyectodiseño— a saber: que buena parte del diseño acontece en la exploración juiciosa de muchas alternativas. A este respecto, quienes integramos el gremio de los educadores en diseño, bien podríamos preguntarnos porqué acontece la situación que señala el doctor Aurelio Horta: ¿Cuál es la razón por la que tantos diseñadores no producen pensamiento?, ¿Cuál es el motivo porque tantos estudiantes aspirantes a diseño entran las profesiones relacionados escapando de las matemáticas, la física, la literatura o la historia? O más aún ¿qué están generando los diseñadores novatos? Si no queremos como dice el profesor Horta que a los estudiantes de hoy, mañana se les pague sólo por repetir instrucciones, o por creer órdenes —no por crear, sino por asumir— podríamos emprender ese camino que diferencia «actividad mental» de «pensamiento», pues peor que no hacer nada es estar ocupados sin hacer nada; éticamente considero un deber aspirar a que en el porvenir sean sólo los estudiantes más hábiles y dotados, de entre todos, los que apliquen a los Programas de diseño, y quizás el primer paso para atraer a este fascinante campo a los que tienen plena capacidad para diseñar y no a los que no sirven para otras cosas, sea permitirles a todos tomar posturas, lo cual implica dejarlos elegir para expresarse entre primera persona y ninguna persona. Y conste que esto lo pienso yo, no que «se piensa». [email protected]

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