¿Puede algo moverse por sí mismo? La respuesta de Duns Escoto sobre el principio cinemático que rige la física

May 27, 2017 | Autor: E. Mayocchi | Categoria: Duns Scotus, Philosophy of Nature, John Duns Scotus, Filosofia de la Naturaleza
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XVI Congreso Nacional de Filosofía - AFRA Buenos Aires, 18 al 22 de marzo 2013 ¿Puede algo moverse por sí mismo? La respuesta de Duns Escoto sobre el principio cinemático que rige la física Enrique Santiago Mayocchi UCA, Buenos Aires Se dice que el comienzo del filosofar en la historia tiene su origen en el asombro ante los movimientos del mundo físico, así como la búsqueda de una explicación racional a tales eventos del cosmos. Si bien las ciencias se han basado en el cómo de los fenómenos, la filosofía ha procurado llegar a los por qué, es decir, sus causas más remotas. En la antigüedad la autoridad de Aristóteles en temas de physica es indiscutida y ha dejado una profunda huella en el pensamiento posterior. En el medioevo, y al encontrarse con tal tradición aristotélica, los estudios filosóficos sobre el cosmos son retomados con nuevo vigor y, sobre todo, con nuevos aportes que incluso llegan a apartarse de la línea del Filósofo. Como una muestra de esto, presentamos a continuación, la exposición crítica que elaboró Duns Escoto en sus Quaestiones super Metaphysicorum acerca del principio omne quod movetur ab alio movetur. Aunque se trata de un comentario a temas metafísicos, el análisis que hará el Doctor Sutil apunta a la consideración filosófica en diversos aspectos del mundo físico, para en última instancia aplicarlos al tema de la voluntad en el ser humano. Al cortar de tal manera con la tradición anterior, el estudio detenido de sus argumentos y ejemplos se convierte en materia de capital importancia para la comprensión total del pensamiento escotista. 1. Aristóteles y la “posición comúnmente aceptada” Si bien la Orden Franciscana se ha caracterizado en el período medieval por la tendencia al platonismo vía Agustín de Hipona, Duns Escoto se muestra, en éste como en sus comentarios sobre las Sentencias, como un gran comentador de Aristóteles, aunque su análisis -tal como veremos a continuación- va más allá de una exégesis. La cuestión acerca del principio cinemático se introduce a partir de un texto del Estagirita en el comienzo del libro IX de la Metafísica, “en cuanto unidad natural, ningún ser

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padece la acción de sí mismo, ya que es uno solo y no otro”1. Es importante marcar desde el comienzo, como lo hace el mismo Doctor Sutil, que en la presente exposición nos estaremos refiriendo a entidades naturales y sus movimientos propios. Una misma entidad no puede estar en potencia y en acto respecto del mismo atributo, pues si tiene la capacidad de recibirlo es porque aún no lo posee. Aristóteles explica que se puede diferenciar, en los entes naturales, la potencia de hacer, que la suele denominar, potencia activa; y por otro lado la de padecer, o también llamada, potencia pasiva. En cuanto a un movimiento, la primera está en el paciente y la segunda en el agente, por ejemplo, la materia grasa es combustible y el calor es lo que calienta. Ahora bien, siguiendo el principio de contradicción, no parece posible que un mismo ente tenga la potencia activa de realizar una acción y que a su vez esté en potencia pasiva de recibirla. Agente y paciente deben ser dos entidades distintas para que una pueda afectar la otra, esto es, que una naturaleza pueda actualizar su potencia activa para mover la potencia pasiva en el que recibe la acción. Así sucede con el fuego, que actualiza la potencia activa de la madera y logra que con el calor levante la temperatura del aire, que puede ser entibiado por su potencia pasiva. Siguiendo en la línea de comentarista aristotélico, el Maestro Escocés presenta como objeción un pasaje de la Física, donde se dice que “todas las cosas constituidas por naturaleza parecen tener en sí mismas un principio de movimiento y de reposo”2. Los ejemplos de entidades constituidas por naturaleza que propone el Estagirita son los animales y sus partes, las plantas y lo elementos de la naturaleza, esto es, un análisis estrictamente del mundo físico. Duns Escoto entiende que el principio de movimiento y reposo no es meramente un principio pasivo, ya que la forma es más naturaleza que la materia, y por lo tanto proporcionará la eficiencia de actuar al ente natural de la manera en que su naturaleza esté configurada3. Por lo tanto, se podría pensar que en los seres naturales hay una posibilidad para el movimiento por sí mismos. Así presenta Duns Escoto la posición común entre los pensadores de su época, como él mismo la llama, sobre el principio cinemático: “se dice de manera universal que nada se mueve a sí sino por sus partes, porque una parte mueve a la otra, y esa 1

ARISTÓTELES, Metafísica, Gredos, Madrid, 1970, IX 1 1046a 28-30. ARISTÓTELES, Física, Gredos, Madrid, 1995, II 1 192b 13-14. 3 Cfr. DUNS ESCOTO, Quaestiones super Metaphysicorum, Franciscan Institute Publications, New York, 1997, vol IV, IX q. 14 n. 4. (En adelante QQ Metaph.). 2

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parte no es esencial considerando las otras, sino una parte cuantitativa distinta de otra respecto del lugar”4. La sentencia tiene una negativa universal entre los Doctores de la época. Como exponentes podemos mencionar a Tomás de Aquino, quien afirma que “tampoco algo puede moverse a sí mismo sino por partes, en cuanto una parte mueve a otra, como se probó en el Libro VIII de la Física. La potencia en cuanto es principio del movimiento en aquello que está, no está incluida en la potencia activa, sino más bien en la pasiva. (…) Por lo tanto, la potencia activa en el movimiento es necesario que esté en otro de aquél que es movido”5. Luego de ofrecer tres argumentos que resumen la posición común frente al principio cinemático, el Doctor Sutil se aparta de la tradición anterior y explica cuál será su plan de argumentación. “Aquí debemos proceder de la siguiente manera. Como esta opinión da una respuesta negativa universal, de la cual parecen seguir ciertas conclusiones, entonces debemos mostrar primero en general que algo puede actual sobre sí mismo (lo que es contradictorio a la negativa universal), y luego tomar los casos especiales donde esta proposición particular tiene verdad”6. Seguiremos, por tanto, con este orden en nuestra exposición. 2. La respuesta de Duns Escoto a la “negativa universal” Se busca en primer lugar, argumentar de modo general, si es posible que algo sea la causa de su mismo movimiento, más allá de que sea una posibilidad real o no7. Para este propósito, el Doctor Sutil, realiza una consideración que lleva el análisis a un nivel de abstracción elevado respecto de lo particular. Comienza sosteniendo que “cualquier cosa en acto tiende como objeto primario a una potencia tal, y no a esta cosa particular en potencia. Por ejemplo, lo que en general puede calentar, así como cualquier cosa particular que puede calentar, tiende como objeto primario a lo que puede en general ser calentado, y no a esta cosa en particular o aquella otra”8. Es interesante marcar que este texto no distingue entre 4

DUNS ESCOTO, QQ Metaph., IX q. 14 n. 51. TOMÁS DE AQUINO, Comentario al libro V de la Metafísica de Aristóteles, Eunsa, Pamplona, 2000, lec. 14. 6 DUNS ESCOTO, QQ Metaph., IX q. 14 n. 23. 7 Cfr. P. KING, Duns Scotus on the reality of self-change en M. Gill y J. Lennox (eds.), “Self-motion from Aristotle to Newton”, Princeton University Press, Princeton, 1994, pág. 239. 8 DUNS ESCOTO, QQ Metaph., IX q. 14 n. 24. 5

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potencia pasiva y activa, sino que solo habla de potencia sin especificar más, seguramente, de modo deliberado. Termina el Maestro su razonamiento diciendo que “de aquello se sigue que cualquier cosa que esté contenida bajo el objeto primario es un objeto per se de la misma cosa (…) luego, aquello en razón de su actualidad se tiene a sí mismo por objeto en razón de su pasividad como también a cualquier otro, entonces puede obrar en sí mismo, como también en otros”9. Estos dos textos son centrales, y muestran todos los elementos que Duns Escoto utiliza para justificar la posibilidad de que algo se mueva a sí mismo. Pasaremos a detallarlos en particular10: A. “El objeto per se de una potencia”. Aristóteles explica en el libro Acerca del alma lo referente al objeto per se de las facultades sensibles de conocimiento, definiéndolo como “aquel objeto que no puede ser percibido por ninguna otra sensación”11. Ya sea un agente o un paciente, si se tiene en cuenta una potencia pasiva o activa respectivamente, el objeto per se de una potencia dada será siempre algo particular, ya sea en el género de la substancia o de los accidentes. Siguiendo el ejemplo aristotélico, el oído tiene como objeto per se la audición de un sonido. Por ejemplo, de una campana que resuena, el oído no captará directamente la campana ni tampoco el sonido en sí mismo, sino el sonido específico que emite el replicar de esa campana concreta, ése será su objeto per se. B. “La ratio de una potencia dada”. El término ratio quiere designar aquellas características que dan un modo de ser específico, es decir, aquellas notas que son propias de algo y que por eso lo hacen ser lo que es. Esas características se pueden captar con el intelecto, por ello decimos que hacen inteligible al objeto cuando éste es conocido. En el caso de una potencia, si bien no podemos dar -estrictamente hablando- una definición, se puede afirmar que su ratio se refiere a aquello que apunta, es decir, en vistas de qué algo está en potencia. C. “El objeto primario de una potencia dada”. Siguiendo a Peter King, si unimos las ideas anteriores, tenemos que preguntarnos cuál sería la ratio del objeto per se de una potencia. Así llegamos a lo que el Doctor Sutil entiende por objeto

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Idem ant. Cft. P. KING, op. cit., págs. 239-241. 11 ARISTÓTELES, Acerca del alma, Gredos, Madrid, 1994, II 6 418a 11. 10

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primario, esto es, “aquello que es adecuado a una potencia por la ratio de esa potencia”12. Ahora bien, pueden establecerse varios objetos para una potencia. Volviendo al ejemplo del oído, podemos decir que tanto lo audible como lo grave o agudo son objetos de la audición. Sin embargo, el objeto primario de una potencia, es aquel que denota “la característica no relacional más común en virtud de la cual algo es un objeto per se de la potencia”13. Esto lo aclara el Doctor Sutil cuando advierte que “nihil potest adaequari intellectui nostro ex natura potentiae in ratione primi obiecti nisi communissimum”14. Por tanto, el objeto primario es lo más común a lo que puede tender una potencia, pero teniendo en cuenta aquello que es absoluto y no meramente relacional. Volviendo al caso del oído, podemos concluir que, en cuanto potencia pasiva, su objeto primario es el sonido. Luego de aclarar la terminología escotista, pasamos a cerrar la argumentación. Tanto el objeto per se como el objeto primario, pueden considerarse bajo los aspectos de potencia pasiva o activa, como habíamos adelantado. Volviendo al ejemplo antes expuesto por el Maestro sobre lo que puede calentar en general, podemos afirmar que un cuerpo, en general, tiene la característica de ser “el objeto primario de un poder causal activo para calentar [a otro cuerpo] y tener una potencia pasiva para ser calentado”15. En el caso de un carbón encendido, por ejemplo, podemos ver que será agente que causa el calentamiento de otro cuerpo, como su objeto per se, pero él también puede ser paciente respecto del fuego que le transmite su calor. Dicho esto, Duns Escoto extrae como consecuencia que algo puede estar en potencia y en acto, respecto de la forma que él mismo puede inducir en otro y que puede ser inducida en él. Debemos recordar, sin embargo, que en este momento se intenta mostrar simplemente la posibilidad y no la realidad de si algo se mueve a sí mismo. Pero el Doctor Sutil aclara un punto más. En el caso del carbón encendido observamos, que de hecho no se calienta a sí mismo sino que necesita ser calentado por otro. Por ello, se introduce una distinción clave para acercar la posibilidad del movimiento por sí a su realidad: la diferencia entre las acciones equívocas y unívocas. 12

DUNS ESCOTO, Ordinatio, I d. 3, p. 1, q. 3, n. 186 (Typis Polyglotis Vaticanis, Ciudad del Vaticano, 1973, vol. III). 13 P. KING, op. cit., pág. 241. 14 DUNS ESCOTO, Ordinatio, I d. 3, p. 1, q. 3, n. 186. 15 P. KING, op. cit., pág. 242.

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La diferencia radical será que el movimiento, entendido como una búsqueda hacia la forma, tenga como término el producir una forma de la misma especie que posee el agente (acción unívoca) o de una especie distinta (acción equívoca). Es un hecho de experiencia que ningún sujeto produce su misma forma substancial16, por ello, el Maestro escocés estudia la causalidad en la línea accidental. La causalidad unívoca se da, por ejemplo, cuando el fuego, siendo cálido, transmite calor a un leño de madera que se encuentra frío. En este caso, se debe notar que todo movimiento causado de modo unívoco tendrá necesariamente como término mover a otro distinto de sí: “es evidente que nada actúa sobre sí mismo por una acción unívoca, porque entonces la ratio agendi de la acción y su término serían específicamente la misma y diferirían numéricamente (…). De esto se sigue que dos accidentes individuales de la misma especie tendrían que coexistir en el mismo sujeto”17. Luego explica la causalidad equívoca, que se da por ejemplo cuando la medicina causa la salud en el cuerpo, ya que produce en él una forma de distinta especie de la que la causa. Sólo se puede entender que algo se mueve a sí mismo bajo la línea de causalidad equívoca y en donde el agente produce una forma accidental que no es activa. Lo anterior se completa cuando Duns Escoto explica que los accidentes pueden ser activus y non activus, tal como lo indica Aristóteles en Acerca de la generación y la corrupción, son “activos o pasivos, pues ellos deben su nombre al hecho de actuar sobre otra cosa o de padecer por agencia de ella”18. De esta manera, se sostiene que la cantidad, el lugar y muchas cualidades son formas accidentales no activas, es decir, que pueden ser inducidos pero que ellos mismos no actúan desde el agente. En resumen, el Doctor Sutil afirma que se puede aceptar la posibilidad de que algo se mueva a sí mismo siempre que se cumplan dos condiciones19: (1) que el agente sea capaz de causar una acción equívoca, y (2) que él mismo pueda ser depositario del término de esa misma acción. 16

Cfr. DUNS ESCOTO, QQ Metaph., IX q. 14 n. 32 “nihil agit in se causando formam substantialem, quia nulla de novo potest advenire ut faciat compositum unum per se, quin illa sit perfectior quacumque entitate praecedente ipsam; imperfectius autem non est principium activum respectu perfectioris”. 17 DUNS ESCOTO, QQ Metaph., IX q. 14 n. 33. 18 ARISTÓTELES, Acerca de la generación y la corrupción, Gredos, Madrid, 1987, II 2 329b 21. 19 Cfr. DUNS ESCOTO, QQ Metaph., IX q. 14 n. 31.

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3. Algunos casos particulares Repasaremos a continuación tres casos donde el Maestro Medieval nos muestra que se cumple esta posibilidad de movimiento por sí mismo en la realidad natural. Para ejemplificar se toman distintos movimientos concretos, respecto del lugar, de la cantidad y de la cualidad. La cuestión de la caída libre de los cuerpos se trata con detalle en varias de sus obras, pero como hemos tratado el tema en un trabajo anterior20, no ahondaremos en la presente exposición. El primer caso versa sobre el movimiento de los animales. Según la tradición iniciada por el Estagirita, en la traslación de un viviente sucede que una parte mueve a la otra. Sin embargo, se podría objetar que el movimiento del animal está impulsado por la facultad desiderativa21. Por ello, Duns Escoto hace notar que “la primera parte [del animal en un movimiento progresivo] moviendo localmente [a la siguiente] se mueve localmente, y no parece que [esto sea realizado] por otro [distinto del que se mueve]”22. Luego, para reforzar este argumento, propone imaginar un animal que salta desde el lugar donde se encuentra descansando. Se podría objetar que el salto de un animal es producido por sus partes, donde una primera impulsa a la posterior y ésta, a su vez, atrae a la anterior. Y de esta manera, el principio cinemático sería válido. Pero si aceptamos, una vez más, lo establecido por Aristóteles, que todo movimiento descansa sobre algo inmóvil o que, al menos, aquello es menos móvil que lo movido, la objeción anterior no se mantiene. Porque estando en el aire, luego del primer movimiento, la parte anterior no puede volver a impulsar la posterior ya que el aire no es menos móvil que el animal cuando está saltando. En definitiva, este movimiento es, para el Doctor Sutil, “de todo el animal que se mueve a sí mismo, y no parte por parte”23. Y por ello, no se puede decir que una parte mueve a la otra sino que es el mismo animal quien se mueve cuando salta o camina hacia un lugar.

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Cfr. E. S. MAYOCCHI, “Duns Escoto y un caso de movimiento local: los cuerpos en caída libre” en Studium 31 (2013) en prensa. 21 Cfr. ARISTÓTELES, Acerca del alma, op. cit., III 10 433b 27-28 “el animal es capaz de moverse a sí mismo en la medida en que es capaz de desear”. 22 DUNS ESCOTO, QQ Metaph., IX q. 14 n. 53. 23 DUNS ESCOTO, QQ Metaph., IX q. 14 n. 54.

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El siguiente caso trata sobre el accidente cantidad y, específicamente, sobre el movimiento que se produce en un viviente cuando crece a causa de su alimentación. Se debe llamar la atención, en primer lugar, sobre el proceso mismo, porque parecería que la comida debe perecer para que se produzca el crecimiento, y si esto es así, entonces el viviente no se movería a sí mismo. Al respecto, el Doctor Sutil trae a colación lo dicho por Aristóteles en el tratado Acerca de la generación y la corrupción, cuando afirma que “el conjunto ha llegado a ser más grande, en primer lugar por el agregado de algo que es llamado alimento y es contrario a la carne, en segundo lugar porque él ha llegado a adquirir la misma forma que la carne”24. Se compara, de esta manera, la nutrición con una cierta generación. Pero como ya se ha afirmado antes, nada se mueve a sí mismo generando su forma substancial, se debe entender entonces qué se quiere decir con aquello de adquirir la forma de la carne. El acento se tiene que poner en buscar cuál es la causa del movimiento en la cantidad que representa la nutrición. La cantidad misma no es un principio activo que pueda causar un movimiento. Por esta razón, se hace notar que el único principio activo, que participa en este caso, es el compuesto dotado de un alma vegetativa, quien posee -entre otras- la capacidad de operar el crecimiento en el viviente. Sería un error identificar la causa del crecimiento con un agente extrínseco. Ya que, si ese fuera el caso, se produciría una simple adición de partes yuxtapuestas, como cuando se infla un globo, hecho que no vemos que suceda en el crecimiento de los vivientes. Tal afirmación contradice, además, a la experiencia según lo expresa Duns Escoto, que “no puede para el crecimiento una parte aumentar a otra, que se encuentra en un lugar y sujetos distintos, ya que cada parte aumenta cuando se produce el crecimiento”25. Sentado ello, podemos formularnos el siguiente interrogante: ¿qué rol cumple la comida en el crecimiento de un ser vivo? Porque “la comida perece, en el tiempo y en la naturaleza, antes que ocurra el cambio de aumento, que llamamos nutrición”26, por lo tanto ¿cómo puede producir un movimiento algo que no existe? Cómo ya dijimos, la comida no puede ser una causa eficiente. Sin embargo, su causalidad está dada de modo material, puesto que en ella se encuentra la potencia de ser carne. 24

ARISTÓTELES, Acerca de la generación y la corrupción, op. cit., I 5 321b35 – 322a 2. DUNS ESCOTO, QQ Metaph., IX q. 14 n. 56. 26 DUNS ESCOTO, QQ Metaph., IX q. 14 n. 58. 25

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“Es esta generación, que llamamos nutrición, de tal manera que la comida nutre materialmente. En la medida en que es cantidad en potencia, la comida nutre [al organismo] materialmente, porque hay tanta carne potencialmente [en la comida], que mucha carne es generada, y mediante la producción de carne, tiene lugar el proceso de crecimiento”27. El Doctor Sutil finaliza afirmando que la causa eficiente del crecimiento está en el mismo sujeto que crece, ya que es él quien convierte lo que está en potencia en la comida como forma accidental de cantidad en su propio organismo. Este paso es posible gracias a un proceso natural, que manifiesta no querer detallar en estas Quaestiones. El tercer caso analizado por Duns Escoto es sobre una alteración, esto es, un cambio en la cualidad28. El ejemplo utilizado es el del agua, su calentamiento y el hecho del enfriamiento con su vuelta al estado inicial. Se alega que el agua se enfría a sí misma, ya que una vez que se ha quitado la fuente de calor que actuaba sobre ella, vuelve a la temperatura que tenía al principio. Esto es posible porque el calor del agua es un accidente no-coevo con su sujeto. El Doctor Sutil diferencia los accidentes en dos grupos diferentes29: [1] los accidentes coevos, es decir, aquellos que existen en el sujeto sin llegar a él por un cambio, por ejemplo; la cantidad, para un cuerpo material; y [2] los accidentes nocoevos, esto es, aquellos que llegan a perfeccionar un sujeto por vía del cambio, como por ejemplo, nuevas adiciones de cantidad o como el caso presente, el cambio de una cualidad que no es propia del agua, su calidez. Al considerar la posibilidad de cambios por alteración, se afirma que no todas las alteraciones pueden ser producidas por el sujeto que las padece. Se entiende que sea así, ya que todo cuerpo material posee unas cualidades propias, que serían sus accidentes coevos. Pero al poder recibir cualidades diferentes a las que poseen, accidentes no-coevos, entonces el sujeto podría recuperar sus cualidades propias una vez que se le quita aquello que lo modifica. “También muchas alteraciones son producidas por un agente que obra de modo equívoco, como todas aquellas que se refieren a cualidades no activas (…) Pues

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DUNS ESCOTO, QQ Metaph., IX q. 14 n. 59. Cfr. DUNS ESCOTO, QQ Metaph., IX q. 14 n. 60. 29 Cfr. R. EFFLER, John Duns Scotus and the principle “omne quod movetur ab alio movetur”, Franciscan Institute Publications, New York, 1962, pág. 98. 28

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toda cualidad puede darse por un agente equívoco, aunque algunas pueden darse por un agente que obre de modo unívoco”30. Como último argumento para terminar de justificar la realidad de su pensamiento, sostiene que la existencia del movimiento desde sí suma a la perfección del mundo natural, ya que “las creaturas son, comúnmente, producidas en la existencia con menos perfecciones de las que están capacitadas por naturaleza para adquirir (…); por ello tienen [un principio activo para obrar sobre sí mismas] que las dignifica en su naturaleza”31. Con estos tres casos el Maestro Franciscano ilustra de qué manera, en el mundo natural, observa la realidad del movimiento por sí en algunas especies de cambios, que pueden observarse por medio de la experiencia humana. 4. Sobre la interpretación escotista de la intención aristotélica Al finalizar esta quaestio, Duns Escoto sorprende queriendo mostrar que la intención misma de Aristóteles, en el texto antes citado, del comienzo al libro IX de la Metafísica es dejar abierta la posibilidad al movimiento desde sí en los entes naturales. Dice el Maestro Escocés, que Aristóteles “agrega en cuanto unidad natural, porque no quiere decir de manera absoluta que nada se mueve a sí mismo”32. Resalta en cuanto para mostrar el aspecto negativo particular, que es determinado por la frase unidad natural. Esto último, se debe entender, como idéntico a sí mismo, puesto que nada puede moverse hacia la perfección que ya se posee. Sin embargo, según lo expresado antes, un agente natural se podrá mover siempre que no posea una forma accidental no-coeva, y a su vez, sea capaz de realizar la acción equívoca que tiene como término a sí mismo. 5. Conclusión A modo de conclusión, queremos resaltar las siguientes consideraciones provisorias: 30

DUNS ESCOTO, QQ Metaph., IX q. 14 n. 34. DUNS ESCOTO, QQ Metaph., IX q. 14 n. 63. 32 DUNS ESCOTO, QQ Metaph., IX q. 14 n. 125. 31

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1°) La originalidad de la cuestión propuesta por Duns Escoto: la posibilidad de que algo se mueva por sí mismo. A nuestro entender, tal originalidad se manifiesta tanto en la forma en que plantea el tema como en los argumentos que presenta para defenderla. 2°) La importancia, como idea fuerte, que la cuestión presenta para la Filosofía de la Naturaleza en general. No es un hecho menor que ante los desarrollos de Arístoteles e incluso de la corriente escolástica tradicional se formulen controversias de esta índole en aspectos neurálgicos del ente físico y su dinamismo. 3°) La riqueza argumentativa (teórico-práctica) que presentan los casos, más allá de las críticas que pueden formularse a los ejemplos propuestos, desde los conocimientos contemporáneos. 4°) Las consecuencias que se derivan para la comprensión del sistema filosófico aristotélico como para la doctrina común. Indudablemente que después de Duns Escoto la cuestión merece una lectura más atenta o aunque solo sea una relectura de los textos clásicos de Aristóteles y de Tomás de Aquino, entre otros sobre la cuestión. La última consideración nos pone frente a un desafío, por lo menos por nuestra parte, la de seguir estudiando con mayor detenimiento las obras de este pensador destacado de fines de la época medieval, cuyo frutos pueden llegar a incidir en el pensamiento contemporáneo, con luces nuevas.

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