\"¡Reina, déjame partir! El camino del héroe...\" Tannhäuser und der Sängerkrieg auf Wartburg. Teatro Real (Madrid) Programa de mano. Temporada 2009.

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Tannhauser und der Sangerkrieg aufWartburg

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IReina, dejame partir! Lucia Dfaz Marroqufn

"iReina, dejame partir!" Parece imposible que alguna vez pudiera existir una version de Tannhauser que no incluyera la escena inicial de la partida del reino de Venus ta! y como la conocemos hoy. A partir de la version de la opera estrenada en Parfs en 1861 , la novedad de! ballet en forma de bacanal del primer acto y los nuevos parlamentos de Venus que siguen el canto de amor de Tannhauser muestran hasta que punto resulta compleja la relacion entre el protagonista y la diosa. La gruta en el interior del Venusberg, utero calido y adormecedor tantas veces representado en escena coma un inmenso espacio rojo, de portico vaginal y profundidades oscuras, se muestra a la vez como regalo divino, sonado par guerreros y poetas de todas las epocas y nacionalidades, y coma el infierno que acecha a los extraviados de cualquier religion. En el c6digo del amor caballeresco, en el que la competencia armada convive con el sueno de un reposo en el universo femenino que s61o parece tolerable en la medida en que venga a resultar imposible o a aparecer eternamente postpuesto, el refugio en el seno de Venus que cantan los poetas es tambien el espacio prohibido. Vistas a traves de la lente de disminuci6n de la virtud mis6gina, la generosidad y la protecci6n, actitudes ensalzables cuando quien las pone en practica es el caballero, se convierten en signo de corrupci6n cuando es una mujer quien las ofrece. A los ojos de Wagner, el poder masculino del landgrave Hermann protege a sus subditos, mientras el poder femenino y atemporal de Venus podr[a llegar a aniquilarlos. El mito es antiguo: esta diosa del amor, cuyo poder Tannhauser solo conseguira dejar atras mediante la redenci6n a traves de la muerte, tanto propia coma ajena, fue una vez Circe, en la Odisea. Se convirti6 luego en Dido, en la Eneida, reelaborada siglos despues en la 6pera de Purcell, y fue tambien Alcina, en el Orlando fun'oso y en la 6pera de Handel con libreto basado en el poema de Ariosto. Todas ellas protegieron

y ofrecleron sus domlnios y su amor a hombres extraviados que habfan entrado en ellos pdr su propia voluntad y bajo su propia responsabilidad (Ulises, Eneas, Ruggiero ... ). Todas ellas fueron, aun asf, abandonadas par sus "heroes". que partieron buscando patrias o guerras, prefiriendo el frfo

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I

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iReina, d ejame parcir!

I Lucia Diaz Marroquin

de lo desconocido al calor de un poder de! que se consideraron esclavos y del que rehusaron participar. Y podrfan sentirse satisfechas: a la Ariadna que recupera la opera hoy perdida de Monteverdi le depara Hesiodo un destino aun peor, ya que, tras ayudar a Teseo a escapar del Minotauro, cometio el error de acompariar a su amado. Ni aun asf se salva del sino del abandono: el "heroe" termina dejandola atras en la isla de Naxos, condenada a servir de alimento a las fieras. Tannhauser, que escapa hacia los reflejos de una "realidad" que solo puede imaginar muy vagamente desde los dominios de Venus -reverso erotico de la caverna platonica, tan protectora como amenazante- seguira sin embargo retugiandose en las sombras del amor de la diosa a lo largo de toda la opera. Y no es la reina del amor la unica dama abandonada por el heroe, sino que, a medida que avance la accion, sabremos que este llego al Venusberg tras haber ganado el coraz6n de Elisabeth, a quien ya deja atras entonces. La ira de la reina abandonada resulta comprensible y Wagner no dejara de expresarla en variadas formas que van desde sorpresa hasta la c61era o la desesperacion tanto durante el Acto I como en el Finale (Acto Ill, escena 3). Sin embargo, ninguno de los metodos compositivos utilizados coincide plenamente con la tradici6n ret6rica musical que se habfa mantenido desde la configuraci6n del drama operfstico en la Italia del

Cinquecento tardfo hasta la reforma de Gluck. Al emprender la revision del Tannhauser, Wagner habfa experimentado ya dos evoluciones esenciales para comprender lo que serfa su lenguaje operfstico a partir de entonces: la composici6n de El holandes errante y la publicaci6n de su ensayo Opera

y drama. Al intentar reproducir la cadencia de la ira, los compositores que siguieron a Claudio Monteverdi a partir de 1638 habian recurrido de manera practicamente univoca al empleo del stile concitato (compases compuestos segun un patron de dieciseis semlcorcheas basadas en pies metricos griegos). Sin embargo, Wagner entiende que la metrica griega no puede seguir marcando los patrones expreslvos que se desarrollan en lenguas tan diferentes de esta como el nleman. La individualidad del personaje y el contexto dramatico

en que este se desenvuelve le impone el desarrollo de

un idioma propio y autorreferencial para cada uno de ellos. Un idioma que,

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ademas, pueda por sf mismo marcar la estructura de la opera sin provocar el estatismo, permitiendo un fluido musical comparable al rapidum flumen de las pasiones que ya intentaban reproducir los antiguos maestros de la ret6rica. Este es el sentido del uso del motivo conductor o Grundthema (Wagner nunca utilizarfa la expresi6n leitmotiv), un recurso que, impreso en la memoria del oyente por su asociaci6n con un personaje o acci6n dramatica, permite a la musica dirigir su atenci6n par el procedimiento de la evocaci6n hacia momentos dramaticos ya anunciados, o bien evolucionar hacia situaciones nuevas sin necesidad de establecer una ruptura estricta entre las distintas escenas. Por encima de los altibajos ret6ricos de la ira, la promesa de perd6n de Venus, surgida de las mismas cenizas de su c61era por el abandono inevitable del amado, resucitara asf una y otra vez a lo largo de la 6pera. En Tannhauser, la promesa de perd6n alcanza la sofisticaci6n de una estrategia de seducci6n tan irresistible coma pudiera ser el filtro de amor en Tristan e /so/da. Venus, conocedora de todas las habilidades capaces de

estrechar los lazos entre los amantes, ante el deseo de partir de Tannhauser, le dirige la mas habil de las ofertas: "Cuando todos te rechacen en el mundo al que te diriges, yo no te rechazare". El entendimiento del heroe queda asf atado a la posibilidad de regresar. El conjuro mental del amor er6tico casi conseguira veneer a la ilusi6n de un amor deseable por lo imposible: el que representan la virgen Maria, a la que canta Tannhauser antes de partir y su trasunto terrenal, Elisabeth, la redentora. En su llegada a los dominios de! Landgraf Hermann de Turingia, los caballeros y Minnesanger o cantores de! amor Wolfram von Eschenbach, Walther von der Vogelweide, Heinrich

der Schreiber, Bitelrof y Reinmar von Zweter, tras dar la bienvenida a Tannhauser, sacan sus espadas tan pronto coma las pasiones que todos celebran en el torneo poetico de! Wartburg (Acto II) tmnsgreden el umbra! del decoro poetico. Como ya anunciara la diosa en su despedlda, los caballeros lfrlcos nunca perdonaran al poeta retornado del Venusberg que este identifique el amor humano con la sensualidad y no con la ausencia virtuosa cuando afirma que, frente al amor mfstico, el verdadero arnor es la pasl6n del contacto fisico entre los amantes:

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Tannhauser

Hacia el premio de Dios en sus altas lejanfas, mira al cielo, mira a sus estrellas: si a esas maravillas rendfs adoraci6n, ;no podreis comprenderlas! Sin embargo lo que hacia el contacto se incline, se aproxime a vuestro coraz6n y vuestros sentidos, y, creado de la misma materia,

acerque a vosotros sus suaves formas, ... (II, 4)

En el contexto de la polftica sexual wagneriana les la sofisticaci6n lfrica, o mas bien la envidia frente al que ha gozado de la diosa y se ha sometido al poder femenino la que da lugar al ataque de los caballeros? lAprobaria la diosa virginal a la que todos dicen servir, primera valedora del amor, que sus subditos defendieran sus principios mediante la dialectica de la violencia? Tannhauser recuerda ya en este momenta el credo del Venusberg que volvera a rememorar poco antes de la escena de la redenci6n. Se enfrenta asf a todas las convenciones que habitualmente afectan a los entornos sociales jerarquicos. lNo sera que el dolor que produce la empatfa involuntaria con quien tiene la fuerza de saberse amado por una relna pagana en plenitud de su poder da pie al envidioso casto a llevar inconscientemente la mano a la espada? Solo la intercesi6n de Elisabeth sirve de freno momentaneo al odio de los caballeros hacia el amante de Venus: "Ruego por el, ruego por

SU

vida ... ".

Mucha antes de la separaci6n de los territories de la a/ta cultura Y la cuttura popular, la a/ta /frica medieval a la que Wagner pretends remontar su llbreto se horroriza ante la idea de la representaci6n ffsica del amor, mientras sublima toda posibilidad de acercamlento a la mujer sonad.a entidos extenores. estableciendo entre el amante y ella la frontera de Ios s _ A1 abe el sueno del a amada humana se le recltan versos, pero no c ;... . ente cerrada es acercamiento sexual. y si la frontera mas hermdicam 1 . . irven al landgrave a del POder social masculine, los m1nistrlles que s

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preferiran a la amada sublime aislada en la esfera infranqueable que gobierna un individuo mas poderoso. Para el hombre que no piensa llevar a la practica ninguna de sus promesas de amor incondicional, nada mas apropiado que una amada ante la que no cabe siquiera la sugerencia de la proximidad fisica. Elisabeth, caracterizada aquf coma sobrina del landgrave de Turingia, viene a ser asf el perfecto objeto de deseo: depositaria de/ poder masculino, pero nunca ejecutora de un poder propio mas alla de la encarnaci6n simb6/ica de una luz inalcanzable. Por encima de esta pasi6n humana, el deseo sexual del hombre se ofrecera en sacrificio a una reina virgen inmaterial que debe reflejar y ante la que debe aniquilarse la mujer terrenal, ofreciendo asf su propia vida para la redenci6n de un hombre amado que ya la abandon6 una vez y que nunca sabremos si hubiera hecho lo mismo por ella: si Elisabeth fuera landgravesa en lugar de sobrina del landgrave, labandonaria quiza Tannha.user su lira y sus preocupaciones para acompafiarla y ofrecerle apoyo en sus tareas de gobierno? La inteNenci6n en el torneo poetico demuestra que el h8roe no ha aprendido aun a olvidar la realidad que vivi6 en la caverna de Venus. No sabe todavfa referirse a lo que habia sido su vida cotidiana en el reino atemporal de los sentidos mediante el sofisticado sistema de metaforas del amor cortes y del misticismo lirico. Su penitencia consistira en proseguir el . . ue comenz6 en el Venusberg, un camino que, a partir de aquf, sera v1aJe q . , a una peregrinaci6n hacia Roma. La via que lo llevo hasta el Wartburg se y f mar"'a asf en camino iniciatico. trans or ·arse desvestirse, reducirse a lo esencial: ese es el placer del DespoJ · . t' 0 Alcanzar el poder del que no necesita nada mas alla de si m1s 1c. mismo, de sus propias fuerz~s Y d~.I fluir del discurso del que participa Y al que ocasionalment~ contnbuye. Bastese a sr mismo el sabio. lOuien le podra hacer talta, s1 no hay nl mayor concepto , ni mayor gusto que el suyo? oependera de sr solo, que es felicidad suma semejar a la entidad ·no muc ho su ma· El que puede pasar . ,, asf a solas ' nada tendra de bruto , s1 de sabio y todo de D1os . Baltasar Gracian, el conceptista jesuita, lejano

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en el tiempo y en el idioma, pero pr6ximo a Wagner con la cercanfa que proporcionan la moral estoica y la inteligencia de las acciones humanas, nos da la clave en este aforismo incluido en su Oraculo manual de 1647. Tannhauser, que en el Acto I escap6 de Venus para buscar la libertad

("y ansfo la libertad, I la libertad, la libertad anhelo ... ") que pretendfa volver a escuchar el sonido del canto de los pajaros y el tanido de las campanas en el mundo de los hombres, s61o busca ya el perd6n que le permitira aniquilar los deseos y recuerdos que lo atormentan para, finalmente, encontrar la paz. Y sin embargo , el caballero peregrine no llegara a conseguir la autonomia perfecta del santo o del heroe porque una instancia mas del poder terrenal -masculina, desde luego- le negara el perd6n que sf le habia ofrecido Venus. En el parlamento que dirige a Wolfram en el Acto Ill, Tannhauser narra con desesperaci6n c6mo un Papa, que se ' presenta como un estereotipo medieval, se muestra incapaz de otorgar el perd6n divino a quien comparti6 su cuerpo con el de la diosa del amor erotica. Perdonar a quien supone incapacitado para experimentar el amor trascendente le resulta tan imposible como imaginar que de su baculo de madera volvieran a brot~r r~ma~ y hojas. Sin embargo, el prodigio ocurrira, y la vara reverdecera: s1 la v1da surge de la materia que durante tantos anos permaneci6 inanimada, lC6mo no habria de renacer el espfritu extraviado del poeta? las pruebas que debieran haberlo llevado a obtener Tras superar todas . · · mediante la penitenc1a, Venus aparece de nuevo en escena .. la redenc1on escena 3) al tiempo que Tannhauser, rechazado por todas ( Ill t ' . . en el Aco . t c'ias humanas tal y coma le anunc1ara la d1osa en el Acto I, las ins .an ' a vez mas su convencimlento de que el amor se encuentra en el expresa Un . "Es el reino magico del Amor, I ;entremos en el Venusberg!". Venusberg · Venus cumple su promesa con unas palabras que suenan a cierre definitive del circulo del amor sensual, subrayadas por los amplios intervalos de sexta mayor que articula la orquesta: "1que corra para ti slempre la tuente de la alegrfa I y nunca vuelvas a huir de mi!" . La redentora Elisabeth seguira sin embargo cumpliendo su eterna condena

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Tannha user und der Sa ngerkrieg aufWartburg / Articulos

a la lejania y solo conseguira cerrar el cfrculo de su destino mediante dos negaciones: la primera, a la manifestacion ffsica de su propio amor por Tannhauser y la segunda, a la misma vida. De manera solo explicable para quien pueda considerar la negacion como la Cmica posibilidad de afirmaci6n perfecta, la redencion de Tannhauser vendra dada, en este punto, por la muerte de una amante que se asimila asi, convencionalmente, a la categoria angelica. Elisabeth puede ahora interceder ante una tercera amada, la mas inmaterial de todas y la mas completa en el discurso del libreto wagneriano: la virgen Maria, ante cuya mencion ya se evapor6 en el primer acto el poder sensual de Venus. Pero aun queda por cerrar un cfrculo mas tanto desde el punto de vista estructural como significativo. Si el motivo de los peregrinos abria la obertura, Wagner elegira tambien este mismo tema para concluir el drama en el convencimiento de que es el camino ascetico el que lleva a la salvacion y a la paz del espiritu por encima de las perturbaciones pasionales, subrayando finalmente la idea mediante los memorables acordes glosados en tresillos : ";Se ha concedido al penitente la Clemencia del cielo I y el penetra ahora en la paz de los bienaventurados! ". El poder del amor erotica se enfrenta asi a lo largo de toda la opera a la idea de la responsabilidad en las elecciones morales. La generosidad de dos amantes predispuestas a perdonar al hombre infiel, Venus y Elisabeth, se enfrenta a la mezquindad de los castos, primero a la de los lfricos caballeros del landgrave y, ya en el Acto Ill, a la del mismo Papa de Roma, que niega su perd6n a pesar de la fe en la redenci6n que se le presupone al representante de la religion del amor. Todos los personajes se desenvuelven entre la luz y las sombras, entre el calor

inmediato del fuego y el rigor del servicio a un amor que es sol mistlco, luz inrnaterial. Todos se plerden y se encuentran en las intersecciones cronol6gicas y geograficas, persigulendo el reflejo del amor verdadero en los breves instantes en los que coinciden sus caminos, rozandose apenas. sin concederse jamas el tiempo necesario para contemplarse

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iReina, dejame parcirl f Lucia Diaz Marroquin

en calma y completarse en el otro. lEs realmente el camino de Wolfram mas recto que el de Tannhauser? c'.,ES el poder de Venus mas perverso que el de ese Papa inmisericorde que Wagner describe con pinceladas maniqueas? lHubiera permanecido Tannhauser con Elisabeth si los dos hubieran sobrevivido a la penitencia impuesta al caballero errante? lCual es el camino de la rectitud y cual el de la perversion? c'.,No sera en el fondo la muerte de Elisabeth la Cmica respuesta mfnimamente razonable ante tanta contradicci6n?

Lucfa Dfaz Marroquin es music61oga

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