Releyendo a don Segundo Sombra. Una lectura pedagógico-política.

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RELEYENDOA:DON SEGUNDOSOMBRA por HÉCTOR GHIRETTI En julio de 2006 se cmnplieron 80 años de la aparición de Don

Segundo Sornbra. Con la obra cumbre de Ricardo Güiraldes se cierra un ciclo ele literatura de temática gauchesca iniciado en Facundo, y cuyo cenil se encuentra en el Martín Fierro.

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Con frecuenciA, cuando se rcnlizan lecturas que han sido largam.ente postergadas, terminan decepcionando. La expectativa va creciendo a Jo largo de los años y finalmente se ve defraudada, nJ ¡, J regresivo, expresión de todo lo malo y rechazable de la antigua sociedad tradicional en la obra de Sarmier to, a interpretación ele marginado social, víctima inocente de un poder arbitrario y despótico en la •lela•, pasando posteriormente por la conciencia critica

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y constructiva del pueblo en la •Vuelta•, para finalizar en la elevación a categoría ejemplar, como último reservorio ele las antiguas virtudes de la gente sencilla, en la obra de Güiraldes. De este modo, el gaucho es objeto ele una habilitación progresiva como modelo humano, que se produce paralelamente a su desaparición en la estructura social de la Pampa, tal como ha explicado Pérez Amuchástegui en su estudio sobre las mentalidades argentinas, valiéndose de indicios que muestran csle fenómeno en los textos del Mmtín Fierro y el Santos Vega de Rafael Obligado 1 • A lo largo de estos últimos 80 años, una buena parte de la crítica literaria y cultural ha descargado sobre Don Segundo Sombra injustas invectivas y descalificaciones. Estas críticas pueden agruparse en unas pocas líneas argumentales. Dcjmcmos de lado las de índole literaria, a pesar de que usualmen-

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Ilustración de Fernando Romero Carranza. (Don Segundo Sombra. Ediciones Zurbarán, Buenos Aires, 1996).

te vienen asociadas a las críticas de carácter social o político , nos alejan de la materia en cuestión. Se le reprocha a la obra de Güiraldes un romanticismo blando y una tendencia al pintoresquismo , que manifiesta una idealización del mundo rural de la pampa. El autor habría ocultado la situación social de subordinación, opresión y explotación de los trabajadores rurale s con una pintura romántica-bucólica de la vida del gaucho. Uno de los primeros autores que ofrece una lectura en este sentido es Ramón Doll , en su inicial fas e izquierdista, porque vio en Don Segundo Sombra la expresión típica de la perspectiva del gaucho que tenía la joven ge neración d e la oligarquía terrateniente 2 •

Parecería que , para esta línea crítica, la única r ecreación liter aria del mundo d e la p a mpa debería pasar por el reclamo o la d enun cia social; en este sentido, se acusa a Güiraldes de no haber e s crit o el Martín Fierro, según Doll un «Verdadero poema de clase »3 , o p e or aún, el Informe sobre el estado de las clases obreras argentinas de Juan Bialet-Massé. Lo que no explica el crítico es la motivación que pudo haber tenido el escritor para montar esta maniobra de encubrimien to . Doll sostiene que se trata de una creación al servicio de las «nece sidades literarias (sic) del patrón de estancia»; y reprocha a Güiralde s no solamente el no haber mos -· tra do la pobreza material del gaucho, sino también haber oculta do su miseria moral: en Don Segundo Sombra se lo presenta fals a mente como un idealizado «Centauro d e la pampa, estoico, discreto , valiente, sin alarde , tra baj a dor, sin fatiga , dueño de tod a clase d e h a bilidades, para ocultar así la verdadera imagen d e l gaucho explot a do , amargado, sometido al yugo de lo s trabajos rurales» . Para el crítico, no subsiste dignidad humana en el hombre de campo, pues su carácter moral y e s piritual ha sido consumido hasta la animalidad . Este autor sólo parece dispuesto a que le muestren un panorama de explotación, degradación y miseria. Incluso impugna la ponderación ética y esté tica del paisaje pampeano. La proba ble a bstracción idealizadora de Güiraldes se confronta a la segura a b stracción denigra toria d e Doll. Por que ni siquiera tolera que le hablen de los gauchos d e otros tiempos (como clara mente lo h ace Güirald e s) sino d el proleta riado rural sufriente de entonces. Doll en cuentra en Don Segundo Sombra una gran hipocresía: se trata en realidad de una fars a. S e h a especulado incluso con un desprecio de fondo de Güiraldes hacia el gaucho , su mundo y su cultura. Su interpretación crítica continúa con el mismísimo Borges -que modificaría con el tiempo sus elogiosos comentarios inmediatos a la publicación de la obra- e incluye algu nas variaciones y matices, con las observaciones de Beatriz Sarlo. Es muy posibl e qu e el fondo de e sta s críticas s e e ncu e ntre e n el

r esen timi ent o p ropio del intelectual , que pien sa que sólo la perten e ncia a la p equ eña burguesía o a la clase m edia (y en ocasiones puntua le s , a la clase baja) garantiza la calid a d de obras literarias o intelectu a le s de calidad. De esa man e r a, la di s posición d e tiempo y m edio s m a teria les en abu ndancia de la que habría goza do Güiraldes (esas condiciones p or la que suspira to do h ombre de letras ¡:.. ara hacer lo q ue realmente le gustn.: leer , escribir y conversar), conspir a ría contra la j erarquía dt; la obra pr oducida. Puede decirse qu•: Den Segu n do Som bra carga con d estigm a del origen social de su autor. Portada d e Don Segundo Sombra. Edita do por Proa en 19:..:6.

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Retrato y firma de Güiraldes.

EL GAUCHO COMO TIPO MORAL La evolución de la figura del gaucho no solamente es literaria, sino que constituye un fenómeno de la cultura popular. En el lenguaje coloquial, ser gaucho dejó de ser un agravio o una categoría social infan> tnte 4 , para convertirse en el más Rpreciado de los cumplidos para un argl~ntino, sea del campo o no. Desde entonces, hacer una gauchada equivale a hacer un favor. Ya Leopoldo Lugones supo apreciar el esencial contenido moral de la obra de Güiralcles 5 ; e lvonne Borclelois resalta las notas estoicas del carácter moral de la narracién6. Ofelia Kovacci sostiene que "'' lo ét.ico se subordina lo social, lo económico, lo afcctivo» 7 ; y Daniel Salas coincide en que •b ·. uestión moral es el aspecto cent.-al en Don Segundo Sombra» 8 . Es pór esa razón que la difundida idea qu¡:existe sobre la obra de Güiraldes como elegía sobre la pampa (en cuanto espacio o lugar gauchesco) -por contraposición con el Martín Fit:3rro como elegía sobre el gauchoes engaflosa y sólo parece atender al componente descriptivo de la narración de Güiraldes 9 • Por el contrario, existe un profundo estudio de la naturaleza humana en Don Segundo .Sombra. El gaucho es un tipo moral ejemplar, superior incluso a la madurez virtuosa del hombre integro, en palabras del autor: «-Ya has corrido mundo y te has hecho hombre, mejor que hombre, gaucho. El que sabe ele los males de esta tierra, por haberlos vivido, 3e ha templado para domarlos .... 10 . Kovacci advierte en el gaucho So m bra un carúctcr arquetípico: Guiraldes habla a menudo del ;h.>mbre pampeano como síntesis y como suma de valores parciales realizados por distintos hombres. Desde este punto de vista, Don Segundo sintetiza una concepción totalizadora de la vida u 11 • El gaucho como tipo moral supera su originaria condición de categoría social. El joven Cáceres acusa el impacto psicológico derivado de la revelación sobre su identidad y su filiación, al creer que con ella se ha enajenado de su condición de gaucho. Don Segundo, gaucho :'leno, corrige ese error de apreciación: «La

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mad1 ugada me encontró flojo como una lonja mojada. Me levanté; por dejar de sufrir sobre el recado, y empecé a ensillar para irme, con la sensación de que dejaba el a lma por detrás, perdida campo afucr..ffa y Borges . En 1925 la aventura de Proa llega a su fin, a causa de las dificultades económicas, la incomprensión e indiferencia del ambiente y lns rencillas entre sus integrantes. En marzo de 1926 ya decaído fisicamente, concluye Don Segundo Sombra y enjulio el libro es publicado. El éxito es inme :i·1tu: '' los elogiosos comentarios de Leopoldo Lugones signe el reconocimiento del público. El escritor le comenta a su mujer que le ha vuelto a pasar lo de siempre: las cosas le llegan cuando ya le son indiftren tes . En Don Segundo Sombra, Güiraldes se encuentra definicivamenle con su escenario vital propio, con los seres que comprende y que ama, con su identidad personal y literaria. Intentando un resl~blecimiento de la salud, el matrimonio Güiralcles vuelve a viajar a París. Pero alli la enferm edad se revela como irreversible. Muere el 7 de octubre de 1927, a la temprana edad de 41 años. Ese año se le concede el premio nacional de literatura: los estudiosos discuten si el escritor pudo enterarse de la distinción un par de días antes ele su muerte, o lat:n~ri­ tablemente no llegó a hacerlo. El 17 de diciembre an-iban sus restos a Buenos Aires. Los recibe el presidente Alvear, Lugones, Larreta, Sáenz Peña y Rojas, entre otras personalidades. Es inhumado en el cementruio de San Antonio de Areco. Posteriormente, a su lado sería sepultado don Segundo Ramírez, el resero que inspiró al escritor en su obra cumbre. Durante los aii.os siguientes se publicaron los textos que el autor dejó inéditos: Poemas místicos y Poemas , solitarios ( 1928), Seis relatos ( l 929), El sendero ( 1932), El libro bravo (1936), El pájaro blanco (1952) y Pampa (1954).

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La expresión más clara de esta «ausencia de supuestos sociales» del jo·vcn Cáceres es la falta de un auténtico núcleo familiar: Güiraldes enlaza la tradición de existencü> 'ndividualista y solitaria del gavr-ho, que ya a p arece en el Nfartín Fierro, y menciona explícitamente la etimología que durante mucho tiempo se atribuyó a la palabra gaucho (que hace derivar de guar ho, voz indígena que quiere decir ' '''erfano) para crear las circunst~ ncia.s adecuadas para la pedagogía gauchesca: algo que en la rcalirl rvi dificilmente podría darse. LA DESPEDIDA FINAL

Se ha especulado mucho con d nombre de Don Segundo Sombra. Alguno ha visto una exp resión de la subordinación del gau cho respecto del protagonista, devenido en patrón. El gaucho sería una sombra del patrón. Me parece una lectura simplista y particularmente ·desacertada (quizá más inspirada por el nombre -Segundo- que por el apellido), que continúa la tradición de la sospecha sistemática, muchas veces inspirada por cierto resentimiento social, más propio del intelectual que del hombre de pueblo . También se ha dicho que Güiraldes habría bautizado al personaje de ese modo porque se trataba de la figura o recreación -una sombra- de la persona ren 1 r • ·-:- lo inspiró, Segundo Ramírcz. En cualquier caso se trata de un recurso simbólico :'Jrmidable, que p ermite arrie~gar una sugerente serie de interpretaciones, que no se excluyen e'ltre sí y parecen formar parle de .' >1 complejo universo significativo :-,, p. 120. 20 . Güiraldes, ob. cit., p. 181. 21. Sobre la tensión que se muestra en la obra de Güiralcles entr':' la·cultura ele la llustm.ción y las experie:1cias personales, pueden encontrarse valiosas obser\"aciones en el ya citado estudio de Kovacci. Tambien en Bordelois, Genio y figura ele Ricardo Giiiraldes, p. 152 . 22. Es posible que los argumentos de los que se opusieron a la intervención fuesen de naturaleza superior a los que sostuvieron los belicistas. s;n embargo, en un punto particular es forzoso darle la razón a Güiraldes: a lo largo de más de un siglo, desde los campos de bata: la de Cuba ha!'
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