Partidos y sistema de partidos políticos en España

July 23, 2017 | Autor: Loredana Cristiana | Categoria: Political Science
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Reniú J. Mª," Sistema Político Español", Huygens Editorial, Barcelona, (2012)
Román Paloma, "Sistema político español", McGraw-Hill / Interamericana de España, S.A., (2010) p.122
Cesáreo R. Aguilera de Prat "Balance Y Transformaciones Del Sistema De Partidos En España (1977-1987)",
Universidad de Barcelona, p. 152-153
Katz R. y P. Mair, 1995, "Changing Models of Party Organization and Party Democracy. The Emergence of the Cartel Party", Party Politics, Reino Unido (traducción en Zona Abierta, 2004, 108/108, Madrid), p. 173
Reniú J. Mª," Sistema Político Español", Huygens Editorial, Barcelona, (2012), tema 18
.José Ramón Montero, Richard Gunther y Juan J. Linz, " Partidos politicos: viejos conceptos y nuevos retos" Editorial Trotta, Fundacion Alfonso Martin Escudero, Madrid, (2007), cap 7 Tania Verge .p.242
Ibidem p. 243
JAVIER AYUSO ¨ Test de estrés a los partidos políticos¨ EL PAIS, 28 DIC 2014 - 00:53 CET451, enlace http://politica.elpais.com/politica/2014/12/26/actualidad/1419621611_983608.html
Reniú J. Mª," Sistema Político Español", Huygens Editorial, Barcelona, (2012), tema 18
El País
El País
Informe especial - El reparto del poder territorial en 2015, Madrid, octubre 2014 Centro de Ideas, Análisis
y Tendencias de LLORENTE & CUENCA









Partidos y sistema de partidos políticos en España


Loredana Cristiana Năstase
02/09/2015















Índice


La formación de los principales partidos políticos y sus rasgos más relevantes
Sistema de partidos y características
El comportamiento del sistema de partidos en la democracia
Análisis de los grandes partidos en la actualidad
La situación actual y las perspectivas del sistema de partidos
Conclusiones
















La formación de los principales partidos políticos y sus rasgos más relevantes
En los últimos años del tardofranquismo proliferan los pequeños partidos de oposición sobre todo en la izquierda; con frecuencia son grupúsculos y también son frecuentes las escisiones. De la misma forma en el interior de las filas del franquismo se ensayan, sin mucho éxito, agrupamientos políticos de tipo – asociaciones. En los primeros años de la democracia surge una gran oferta partidista entre los que predominan los partidos pequeños. Ninguno de ellos tiene experiencia en este nuevo contexto democrático y de competición. En el sistema de partido no hay democracia interna, no diseñas sistemas de partidos sino partidos. El sistema de partidos es el resultado que va a surgir después. El marco generado orienta la posibilidad de formar partidos fuertes. Dentro del sistema general de partidos (multipartidismo moderado) hay subsistemas relevantes muy estables y diferentes entre sí. País Vasco y Cataluña tiene un sistema de partido proprio o subsistema, así como las comunidades autónomas que tienen pluripartidismo como las que mencioné, otros donde hay bipartidismo. La representación política es siempre relevante. La competencia localista es un elemento fundamental para tener representación en el parlamento. Encontramos 3 niveles importantes de actores políticos: primer nivel –el comité de listas, el segundo – el candidato, el tercero- el pueblo. Todo sistema político está centrado en generar productos, cuales son las políticas públicas. La volatilidad de los partidos en España es muy alta. Es muy difícil que alguien de la derecha vota a la izquierda o al revés. Solo en los casos cuando están tomadas en cuenta las variables territoriales, fiscales. La variable territorial, ideológica y la de arriba abajo (transversalidad) son las más importantes variables del comportamiento político. Los partidos tienen que movilizar a sus electores para poder ganar o equilibrar los votos entre los partidos. La capacidad de predicción hoy es baja.
Partido de gobierno es una expresión en ciencia política – tenemos que estudiar el tejido del gobierno del estado. Desde 1977 hasta ahora los ciudadanos han votado moderado.Cuando empieza la transición todos los partidos políticos parecen nuevos, unos porque se reconstituyen otros porque se crean entonces. Aparece cerca de la estructura bipolar el partido de ámbito nacional. Se va a notar una baja fragmentación del voto. Esto es la consecuencia de la gran concentración en los grandes bloque políticos. A partir de los años 1980 empiezan a aparecer y funcionar los sistemas autonómicos. El tipo de partido que se forma es el que tiene direcciones fuertes, con liderazgo fuerte, con oligarquía, jerarquía y comportamiento interno; Estos elementos generan una cultura organizativa. Los partidos tienen otras exigencias después del año 1990. Se ha generado una distancia entre los españoles y los partidos que ha llegado a una desafección.
España tiene una democracia de partido – partidocracia que implica unos rasgos muy acusados. Existe un Parlamento de partidos, el voto ponderado existe en el parlamento, la gente elige a un partido. La confiabilidad de los partidos es muy baja, si la cohesión es muy grande.
El Partido Socialista Obrero Español PSOE tiene una característica muy fuerte que ha sido hasta ahora un partido bastante estable en términos electorales, aunque en 2011 ha tenido una gran pérdida de votos. Ha mantenido fuertes apoyos electorales en todos los niveles de representación y gobierno (UE, Nacional, Autonómico y local). El partido ha contado con un electorado bastante estable y ha alcanzado confortables mayorías parlamentarias, incluso absolutas. Tiene una buena capacidad para negociar la investidura, salvo en 2008. Una segunda característica es la gran estabilidad en términos de organización, de esta manera ha puesto a prueba su capacidad de respuesta y adaptabilidad a los cambios ideológicos y programáticos que representan los cambios propios y los de entorno. En este contexto ha superado las crisis de renovación de liderazgo y sustituciones en la dirección del partido. Una tercera característica es la cohesión ideológica interna a pesar de las tensiones y crisis provocados por: la entrada en la OTAN, la reconversión industrial, agraria y ganadera, las reformas socio labórales y ajustes en el mercado laboral, la adaptación a la moneda única, los escándalos por corrupción (principalmente 1993-1996), las tensiones derivadas de la segunda generación de Estatutos de autonomía, todo esto evidencia una gran capacidad de adaptación. Tenemos que tener en cuenta también las adaptaciones y cambios en el horizonte inmediato: los cambios en la estructura de la toma de decisiones, de la representación y de la organización como consecuencia de la federalización derivada del Estado Autonómico y de la gestión de las diferencias y las desigualdades de las asimetrías territoriales que tuvieron efectos posibles en el ejercicio del liderazgo y en la cohesión interna. Ante todos estos factores tenemos también que considerar de cara al futuro que el PSOE no existe ni compite en Cataluña, y esto matiza la consideración del PSOE como partido de ámbito nacional. El PSC, antes PSC-PSOE, evidencia recurrentes diferencias y distancias con el PSOE y las anunciadas elecciones primarias abren una incógnita sobre qué tipo de efectos secundarios van a producir en el seno de la organización.
El Partido Popular tuvo varias etapas: Entre 1976 y 1982 las fuerzas políticas de ámbito nacional que expresan posiciones de centro y derecha se reparten entre UCD y AP. Alianza popular que fue creada por Manuel Fraga en 1976 fue el resultado del acuerdo de 7 exministros de Franco y sus respectivas organizaciones surgidas en el tardofranquismo. A partir de las elecciones de 1977 quedo en la derecha de UCD con pequeña representación parlamentaria. En este tiempo Fraga promoverá su desplazamiento al centro. La siguiente fase cual fue la Coalición Democrática. La desintegración de la UCD y el fracaso del CDS y la victoria electoral del PSOE en 1982 abre en el centro y en la derecha una etapa de crisis y de búsqueda de una nueva formación política que recupere el espacio lectoral, a los antiguos electores de UCD y la capacidad de volver al Gobierno. La AP más los exUCDs se refundan como Coalición Democrática. Los resultados electorales de 1986 son malos para ellos que va a dar lugar al" techo electoral" de Fraga y crisis en CD. En 1989 Fraga y Hernandez Mancha abandonan la dirección de partido. José M. Aznar comienza la renovación del partido y asume el mando provisional hasta el Congreso de 1990. La larga crisis del centro derecha movilizo a los sectores más jóvenes del partido que propugnaron una renovación generacional en la dirección del partido. Se acaba decantando del lado de J.M. Aznar avalado por su experiencia como líder del partido en Castilla León y como Presidente del Gobierno autónomo. En su" viaje hacia el centro", el PP inicio una revisión de sus postulados y de su oferta electoral ( moderación política y el llamado" viaje al centro"). Una renovación en los cuadros y en la dirección del partido. Una búsqueda del ensanchamiento de sus apoyos electorales, los partidos catch-all, con el objetivo de recuperar las posiciones de UCD. Los primeros resultados se obtienen en 1991 en las elecciones Municipales y Autonómicas y se mantienen en ascenso en 1993 en las elecciones Generales, pierde por poco margen. En 1994 ganan elecciones en el Parlamento Europeo, en 1995 ganan las elecciones Municipales y Autonómicas, en 1996 ganan las elecciones Generales con mayoría relativa, en 2000 ganan las elecciones Generales por mayoría absoluta y en 2012 también ganan con mayoría absoluta. En la actualidad el PP está consolidado en cuatro niveles: como partido electoral, como partido parlamentario y como partido de gobierno. Pero mantiene aún debilidad electoral en algunas CCAA (País Vasco y Cataluña), aunque va mejorando sus posiciones. En el futuro en el PP van a ver efectos de las siguientes dimensiones: la" territorializacion" de sus políticas (gobernar en los dos niveles) modifica la" unicidad interna", la creciente fuerza política de los" barones" autonómicos impulsa la" descentralización" organizativa del partido que hasta ahora estaba muy centralizada.
El tercero partido, Izquierda Unida tiene una característica básica que lo ha perseguido durante todo el tiempo: siempre pretendió pero no ha podido hasta ahora, consolidarse como un proyecto político innovador; También como el aglutinante de las diferentes corrientes de izquierdas (post-comunistas, post-materialistas), a la izquierda del PSOE. La creación de IU fue una respuesta a la crisis electoral y política del PCE en 1982, pero también la respuesta de algunos pequeños partidos de izquierda a la progresiva moderación y pragmatismo ideológico del PSOE. La creación de IU fue también la ocasión de las movilizaciones de oposición a la entrada de España en la OTAN y posteriormente a su permanencia a través del referéndum. IU se crea como coalición de partidos con vocación de avanzar hacia su constitución en movimiento pero no ha podido disolver los partidos y avanzar hacia esos objetivos. En su seno cohabitan los partidos que la crean y militantes de la propia IU donde están representadas dobles lealtades y disciplinas. En conclusión IU se mantiene como una organización puzle o amalgama. Es importante saber que se mantiene todavía la hegemonía del PCE que pudimos ver en las dos últimas elecciones a la Dirección. No se admiten y/o expulsan las corrientes internas o facciones (Nueva Izquierda, PDNI) El partido ha evolucionado como" confederación" de varias" IUs" con sus respectivas" soberanías" y proyectos políticos e ideologías muy distantes entre sí. Esta" confederación" de varias" IUs" se asemeja en algunos casos a una "franquicia" o" marca" más que a un partido político. Esta variedad se ha fraguado con: expulsión de IU gallega por pactos con PSOE, absorción de IU en Castilla la Mancha por el PSOE, ruptura con IU de Cantabria, independencia de Esker Batua y tensiones en la izquierda de IU derivadas del pacto con PNV y EA. A parte en Cataluña hubieron" escocialistas" y" catalanistas", en Andalucía comunistas y en Extremadura rebeldes. Como organización" de nuevo tipo" pretendió ser el aglutinante de las nuevas izquierdas post-materialistas, de las corrientes radicales, de los viejos, nuevos y novísimos movimientos sociales, pero sin conseguirlo plenamente y sin haber podido salir de su estado de permanente debate interno y crisis.
El partido Unión Progreso y Democracia al ser un partido de muy reciente creación y con una entrada significativa en las instituciones en fechas muy inmediatas, es preferible no establecer algunas categorías como hicimos para los otros tres partidos.
Sistema de partidos y características
La transición de la dictadura a la democracia originó un aparente sistema general de bipartidismo imperfecto, con dos subsistemas territoriales. Las elecciones de 1977 y 1979 manifestaron una sustancial estabilidad con un tendencial incremento de la fragmentación. Las elecciones del «cambio» en 1982 generaron un sistema de pluripartidismo limitado y no polarizado protagonizado por un partido dominante, flanqueado a gran distancia por otras opciones. Esquema que, con variantes regionales, se reproducirá en lo sucesivo (1986-87)
Existe una evidencia del estado autonómico que se apoya en los dos niveles partidarios en España. Ni siquiera los subsistemas del partido general tienen homogeneidad. A partir de 1986 el sistema es bastante estable. Los clives del sistema siguen operando pero han cambiado las dimensiones. Predomina la" no" victoria de la mayoría absoluta, la mayoría relativa es mucho más probable. En España se gobierna con alianzas (coaliciones parlamentarias) – mayoría relativa - la mayoría gobernante por ser insuficiente tiene que apoyarse en otros.
Las elecciones generales de 1982 supusieron un realineamiento electoral. Sin embargo, esto no se debió a cambios en las pautas de modernización de los electores españoles, sino a una reubicación de las elites y una clasificación de la oferta política. Con la destrucción de UCD y la crisis del PCE el panorama político cambio profundamente. El PSOE se convirtió en el primer partido en tener mayoría absoluta en las Cortes Generales y AP pasó a ser el principal partido de gobierno. El centro (UCD, CDS) quedo reducido a una presencia casi testimonial. En este contexto, los PANE fueron las fuerzas políticas más estables. Este sistema permaneció estable durante toda la década, lo que dio pie a un sistema de partidos basado en el predominio del PSOE no porque tuviera mayoría absoluta, sino porque su distancia del segundo partido era tal que hacia previsible un largo periodo de estabilidad en el poder.
Desde el principio de los años noventa la evolución del PCE a Izquierda Unida y la refundación de AP en el Partido Popular hicieron el sistema de partidos más competitivo. Desde 1993 el sistema de partidos ha recuperado su carácter de multipartidismo limitado, aunque la distancia ideológica entre los dos grandes partidos es ahora mayor que durante los años de la transición. El protagonismo del PSOE y del PP, especialmente en los esporádicos periodos en que se han dado mayorías absolutas, parece que oriente al sistema hacia tendencias bipartidistas. Sin embargo, el relevante papel que han jugado los partidos regionales en el momento de completar mayorías de gobierno reafirma el carácter pluripartidista del mismo. De hecho, pese a su estable presencia en las Cortes Generales, la fuerza electoral de los partidos regionales muestra su carácter de ¨vasos comunicantes¨ con los partidos nacionales de su misma zona ideológica. Decrecen cuando el partido nacional está en auge y crecen cuando el partido está en crisis.
Todos los partidos han de implantarse a lo largo del territorio. También estrenan o adaptan su organización. En la izquierda, el partido comunista va a pasar de la clandestinidad a la legalidad. Todos los partidos ponen a prueba nuevas formas de ejercicio del liderazgo. En la izquierda ya no solo hacia dentro de la organización, más en la etapa de la clandestinidad, sino hacia los ciudadanos y lectores, a partir de la legalidad. Los partidos han de procurarse la financiación derivada de la competencia. Ya no solo se tiene que mantener el partido – sedes, personal, gastos, sino financiar la comunicación y las campanas. Otro rasgo importante son las tensiones derivadas de la necesidad de diferenciarse (para competir) y de cooperar (alianzas). En la primera fase prima la cooperación intrabloques y en la segunda fase prima la competición – ideológica y electoral.
Con el nuevo sistema de partidos los partidos se apoyan más en la fortaleza de su organización interna que en los electores. Son dirigidos por cúpulas y líderes. En el mismo tiempo tienen problemas de financiación. Ellos compiten por el espacio ideológico y también por atraer el mayor número de electores. Este conjunto genera un primer ciclo de 10 años de inestabilidad en el sistema de partidos.
Hasta ahora, el sistema de partido de ámbito nacional se forma con cuatro partidos: El Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Partido Popular (PP) antes Alianza Popular, Coalición Democrática, Coalición Popular y finalmente Partido Popular. Izquierda Unida (IU) – (PCE+ otros pequeños partidos + militantes); Unión Progreso y Democracia (UPyD) de reciente entrada en la arena partidista y electoral. Todas las normas los potencian como actores privilegiados del Sistema Político. Por todo ello podemos decir plenamente que en España existe una democracia de partidos. Es una de las partidocracias más fuertes de la Unión Europea.
El comportamiento del sistema de partidos en la democracia
Después de dos décadas se cuenta con un sistema de partidos más o menos consolidado que viene a representar una enorme variedad de intereses. La influencia del sistema electoral sobre el sistema de partidos es enorme. Prima a las mayorías para que sostengan a los Ejecutivos, marcando una distancia entre fuerza electoral y fuerza parlamentaria; así como la proliferación del voto estratégico o voto útil, efecto muy bien captado por los electores. Los dos clivajes principales sobre los que se asienta el sistema de partidos español so el de clase y el de centro-periferia. Con respecto a la cuestión del cambio o la comunidad del sistema, se comprueba que ha habido permanencia en la categoría multipartidismo moderado, pero sin embargo, si han variado sus protagonistas. No se ha modificado la relación de fuerzas, sino los partidos concretos, tanto su estructura como sus estrategias. La cuestión quizá radique en que la interacción sea igual porque se mantienen el sistema electoral y composición del electorado; los partidos cambian porque son organizaciones adaptativas que si quieren conseguir sus objetivos, entonces deben reciclar sus raíces y sus apoyos sociales; aquellas formaciones políticas incapaces de entender esto fallan. Los efectos del autogobierno y de la competencia electoral en el ámbito sub-nacional generan incentivos para la constitución de partidos sub-estatales (regionalistas o nacionalistas) por obtención de primas electorales y con la formación de elites locales. Todo ello introduce en el sistema político una dinámica-tensión territorial con fluctuaciones de intensidad variable. En España hay un sistema multipartidista moderado con dos dimensiones: 1- a) con fuertes tendencias ideológicas centrípetas: moderación política y orientación al centro, b) una polarización variable: por ejemplo alta como en la Legislatura pasada, en los momentos de corta distancia (electoral y parlamentaria) entre los dos grandes partidos PP y PSOE y baja cuando hay mayorías absolutas. También alta cuando el PP está en la oposición y baja cuando está el PSOE. La segunda dimensión tiene fuertes tendencias a la formación de subsistemas de partidos diferenciados (centrífugos), en expansión, es decir, la consecuencia de los incentivos electorales y políticos del Estado de las Autonomías.
Para entender mejor de forma más sistemática se destacan cuatro datos generales de observación que sirven para caracterizar los distintos subsistemas de partidos:
La concurrencia o no de fuerzas nacionalistas con peso suficiente para competir, e incluso vencer, a las formaciones de ámbito estatal.
El número de partidos en liza. Esta variable muestra el nivel de fragmentación del voto y por tanto las diversas opciones de intereses que se presentan ante el electorado.
La autonomía o no del proceso político autonómico, en referencia a la iniciativa de convocatoria de sus elecciones y a la duración de su legislatura. Esta variable divide el mapa autonómico en dos tipos de Comunidades: las que gozan de esa posibilidad- Cataluña, País Vasco, Galicia y Andalucía y el resto, obligadas a uniformizar sus procesos coincidiendo cada cuatro años con la convocatoria de las elecciones locales y a veces con las europeas.
La influencia del sistema electoral. La similitud existente entre los distintos sistemas electorales vigentes dentro del territorio español, permite establecer unas líneas comunes de influencia: la baja proporcionalidad que provoca la ley de d´Hondt junto con el tamaño de las circunscripciones; y además el establecimiento de la barrera electoral que tiene por objetivo evitar la fragmentación excesiva de los subsistemas de partidos autonómicos.
En términos generales y debido a las características que comparten el nivel nacional y los niveles autonómicos, la mayoría de estos subsistemas resultan bastante miméticos del modelo nacional, por lo que no se abunda más en ellos, que bien podría etiquetarse igualmente bajo el tipo de pluralismo moderado. Es decir, dos grandes partidos que suman más de los tercios de los votos, PP y PSOE, seguidos de lejos de la tercera fuerza, IU. En algunos subsistemas si es cierto que conviven fuerzas nacionalistas y regionalistas. Del primer tipo, hay que mencionar el caso de Galicia, donde el BNG tiene un peso específico; del segundo tipo, son aquellas formaciones regionalistas surgidas tras el fracaso de UCD. En aquellas Comunidades donde participan en el juego político suelen ser pequeños partidos de centro derecha. Sin embargo, si se hace una breve referencia a aquellos subsistemas que presentan más diferencias con respecto al nacional, y que lógicamente tienen que ver con ser comunidades donde el afianzamiento de su identidad es mucho más fuerte que en las otras.
En conclusión, algunas constantes son perceptibles en el actual sistema de partidos españoles: la ausencia apreciable de extrema derecha o extrema izquierda (salvo en el País Vasco), la debilidad comunista, la fuerza de los diversos nacionalismos vascos y catalanes hasta el de generar globalmente tres sistemas de partidos, la moderación «centrista» del electorado y las dificultades de la derecha para articularse, siendo más difícil prever el alcance de la reconstrucción definitiva del centro genuino. Por lo tanto no puede hablarse de bipartidismo ni durante la II Legislatura ni, mucho menos, en la actual; más bien el sistema español respondería a un modelo pluralista de partido dominante, aunque dos elecciones legislativas generales aún no bastan para confirmarlo. En todo caso, el actual sistema es más complicado que el primero, si bien la relativa falta de estabilidad partidista ya no afecta a la continuidad de la democracia: no sólo no hay alternativas, sino que prácticamente nadie desea un cambio de régimen por muy crítico que sea con sus resultados y con su insuficiente eficacia.
Análisis de los grandes partidos en la actualidad
Durante estos años los partidos políticos españoles han mantenido las estrategias electorales de tipo catch-all que iniciaron durante la transición. Las campañas electorales han hecho poco énfasis en apelaciones puramente ideológicas y más en temas concretos y, sobre todo, la personalidad y características de los candidatos. El uso intensivo de las nuevas tecnologías y de sofisticadas estrategias de marketing sin duda ha encarecido el coste de las campañas electorales. Por otro lado, el establecimiento de grandes sedes centrales y costosas estructuras organizativas territoriales también ha aumentado los gastos ordinarios. Para costearlos, los partidos han recurrido predominante a la financiación pública. Hasta hace pocos años una parte menor, pero importante de los ingresos de los partidos provenía de donaciones anónimas, especialmente en los de derechas. Las entidades de crédito también han sufragado parte de los gastos mediante esporádicas y arbitrarias condonaciones de deuda. Otra parte del dinero, mucho más difícil de cuantificar, procedía de la financiación irregular. El tipo de financiación determina el carácter del partido. En el caso de Izquierda Unida – era un grupito que conseguía el dinero. Lo importante del partido es la marca, pero la marca que lo representa es el secretario general quien representa la marca y es la transferencia de imaginario. Las organizaciones llegan a escoger gente que se parecen a ellos. El partido cartel se caracteriza por el hecho de que hay una seria de reglas, y si tu no cumples las reglas del cartel no" juegas". El partido catch-all es la fase de preparación lógica de que luego van a ser los partidos cartel. Aquí desaparece la relación muy fuerte con la dirigencia, el que paga manda. Los partidos tienen lógica empresarial. Importante es la efectividad política porque los partidos dejan de estar en la sociedad sino en los estados, la financiación es desde el estado. La campaña la hace el dinero, se traspasa de alguna forma el modelo americano. Es muy importante la marca, tanto que se han difuminado las ideologías, están muy cerca unos de otros, tienen detrás medios de comunicación y no sindicatos. La financiación de estos partidos es a través de empresas y estado, financiación alegal – el dinero que dan las bancas, parte del funcionamiento del estado. Tenemos que tener en cuenta que el estado no funciona sin los partidos políticos. La esencia del poder es el conflicto. La política solventa un conflicto y político es todo aquello que se puede expresar como amigo o enemigo, de esta manera podemos ver las relaciones entre los partidos.
Si algo ha caracterizado el funcionamiento de los partidos políticos españoles es su completa falta de transparencia, y no solo en lo relacionado con la financiación. Los partidos políticos también se han mostrado impenetrables en lo que se refiere a la evolución de su afiliación. Las cifras publicadas parecen apuntar a un crecimiento sostenido de sus miembros, pero hay razones para cuestionar su fiabilidad porque desde hace un tiempo tienden a contar como afiliados a aquellos miembros que no pagan cuotas. Por otro lado, es verosímil que los partidos hayan crecido en miembros dada la gran cantidad de cargos institucionales a cubrir y al uso del clientelismo de partido como una vía de acceso a trabajos remunerados en el sector público. Algunos autores han sugerido que esta colonización del Estado por los partidos sobre el caso español a lo establecido en la literatura sobre los carteles de partido.
Finalmente, la falta de transparencia también ha afectado a todos aquellos aspectos relacionados con la selección de líderes y candidatos. Con excepciones, los procesos de selección de líderes se basan, formalmente, en mecanismos representativos (Congresos). Sin embargo, la poca competitividad de estos procesos así como la falta de voz de los miembros (primarias) favorecen el dominio de las elites partidistas nacionales y regionales. En este contexto, no es de extrañar que una parte importante de los líderes hayan llegado a serlo mediante procesos de cooptación más o menos disimulado. Lo mismo pero más acusado puede decirse de los procesos de selección de los candidatos. Por el contrario, el establecimiento de cuotas femeninas si ha supuesto cierta transformación de la sociología de las elites intermedias y parlamentarias de los partidos. La presencia de mujeres que lideran ya sus respectivos partidos y gobiernos ha aumentado substancialmente, en especial en el ámbito autonómico.
Características de los partidos
Los partidos no son actores estáticos y han demostrado un alto potencial de flexibilidad para adaptarse a los retos generados por la aparición de los nuevos movimientos sociales y por unos ciudadanos más predispuestos a la participación en los asuntos públicos. Los programas electorales de todos los partidos, en particular los de izquierda, han ido así incorporando progresivamente nuevas demandas sociales. Por ejemplo el internet es un medio de comunicación donde los ciudadanos pueden hacer llegar sus demandas a los representantes. Los partidos mayoritarios han creado estructuras de comunicación entre sus diputados y los ciudadanos, aunque por ahora los ciudadanos no realizan un uso frecuente de estas instancias. En los tres partidos (PSOE, PP, IU) nuevos modos de colaboración con las organizaciones sociales, y se han abierto distintos canales a través de los cuales los partidos pueden obtener de las mismas valiosos inputs para la elaboración de sus programas electorales. De este modo, los partidos se han volcado, tras la erosión de los vínculos con las organizaciones sindicales, en la representación de demandas de colectivos ad hoc. Los partidos suelen ser las instituciones peor valoradas por los ciudadanos en las democracias contemporáneas, y que han visto debilitadas sus funciones representativas, entre ellas la identificación partidista y su capacidad para estructurar el voto. De este modo, los partidos habrían hecho la necesidad virtud al introducir reformas organizativas para reincorporar a la sociedad en la política forjando nuevas relaciones con las organizaciones sociales. Los colectivos sociales a los que se dirigen con los que se relacionan son de naturaleza distinta: los partidos de izquierda lo hacen en mayor medida con los nuevos movimientos sociales, mientras que el PP tiene como colectivos prioritarios a los consumidores y a las organizaciones de voluntariado, en particular a las que trabajan en el ámbito asistencial. A su vez, los partidos de izquierda han renunciado a la creación de organizaciones sociales y a la cooptación de sus dirigentes, mientras que esta última sigue siendo una estrategia utilizada por el PP. Por otro lado los partidos de izquierda han ampliado los mecanismos para la participación de los afiliados en la elaboración de las líneas políticas de la organización. En este caso, la adopción de una estrategia catch all ha resultado compatible con la participación de los afiliados, aunque cabe decir que esta no ha sido nunca cuantitativamente masiva o cualitativamente importante. La aprobación del programa reside, en última instancia, en los máximos órganos federales, salvo, en cierta medida de las Áreas de IU, su participación es más bien de tipo indirecto. No se ha producido así una mayor preeminencia de la cara del partido y en ningún caso las medidas implementadas se han drigido a incrementar la autonomía de los líderes del partido. Los partidos han manifestado también una cierta voluntad de reestructurar o reformar algunos aspectos de la configuración de las instituciones o de sus propias organizaciones. IU y el PSOE han introducido en sus normas internas una cuota de género que garantiza un porcentaje equilibrado para mujeres y hombres en las listas electorales y en los cargos orgánicos. Estas medidas se han traducido en una representación equilibrada en los grupos institucionales de ambos partidos, mientras que en el PP, con una actitud contraria a las cuotas, sigue existiendo un ¨techo de cristal¨ en sus grupos institucionales. Por otra parte, en los tres casos el control sobre el ejercicio de la función pública de sus cargos se ha reforzado en los últimos anos mediante la sujeción de los representantes a la disciplina de voto, el establecimiento de incompatibilidades y también de limitaciones de mandatos en el PSOR e IU y la introducción de medidas de control respecto a la probidad ética de los cargos del partido. Estas medidas han reforzado la preeminente posición en España de la organización partidista sobre los grupos de parlamentarios y los cargos públicos.
Todas estas características no permiten rechazar la aplicación de la tesis del modelo cartel en el caso español. No hemos observado una cartelización ni de los partidos políticos, ni del sistema de partidos, a pesar de la alta dependencia de los partidos políticos españoles de la financiación pública. La tendencia observada parece a apuntar hacia una catch-all plus. Los patrones de conflicto de la ¨era catch-all¨, modelo en el que se instauraron los partidos políticos españoles tras el comienzo de la democracia en 1978, no se han visto modificados. Steven Wolinetz subraya en hecho que en los partidos podemos encontrar una rica mezcla de características correspondientes a distintos modelos organizativos. Los partidos de izquierda no han renunciado al objetivo de crecer en afiliados, mientras que para el PP no ha sido un objetivo prioritario. De la misma forma los partidos de izquierda ponen un empeño mayor en su función de movilización, tanto social como electoral, conscientes de que se apoyan en unas bases electorales más volátiles que las del PP. Está claro que los partidos políticos defienden distintas concepciones de la representación política. El PSOE y IU valoran en mayor medida las dimensiones de la exclusividad y de la receptividad que el PP, una receptividad que entienden debe basarse de manera substancial en la participación ciudadana. En cambio, para el PP la dimensión más importante es la rendición de cuentas. Los cambios implementados por los partidos políticos son claramente coherentes con las distintas concepciones de la democracia que cada partido mantiene. El caso español demuestra que la penetración del Estado a través de la financiación pública es compatible con la aproximación a la sociedad, en contra de las tesis defendidas por el modelo del partido cartel. Podemos afirmar que no hemos observado una colusión en las políticas de los partidos y la polarización ideológica y política ha sido una constante desde los primeros años de democracia. Los resultados obtenidos permiten concluir que los partidos han primado el esfuerzo de ser sensibles a las demandas de los ciudadanos para movilizar a la abstención.
La corrupción es, sin duda, el asunto más delicado para los partidos políticos y el que más ha afectado a su reputación, sobre todo a las dos grandes formaciones a escala nacional. Tanto el PP como el PSOE son conscientes de que la corrupción es el segundo problema más importante para los españoles, solo detrás de la crisis económica, y que el enfado de los ciudadanos ante los continuos casos que salen a la luz pública ha sido la principal causa del ascenso de Podemos, que ya ha puesto en jaque al bipartidismo. Además, 2015 será un año especialmente ajetreado para los partidos, ya que se iniciarán algunos de los juicios más importantes que todavía están en fase de instrucción. El PP es el partido más afectado por casos de corrupción; alrededor de 90 afiliados están imputados en toda España, en una red que ha llegado al corazón mismo del partido, por afectar a su financiación durante muchos años. Ante los innumerables casos aflorados en los últimos años, los dirigentes populares han ido capeando el temporal como han podido, abriendo expedientes y expulsando a la mayoría de los afectados. En los últimos meses, el Gobierno del PP ha lanzado un paquete de medidas de regeneración democrática que se tienen que ir aprobando y desarrollando. El PSOE, aunque menos, también tiene decenas de altos cargos imputados, en torno a 35 en estos momentos. El caso más grave es el de los ERE de Andalucía, que ha salpicado a los dos anteriores presidentes del partido. Con la llegada de Pedro Sánchez a la secretaría general socialista se han intensificado las acciones de regeneración, aunque en el PSOE, al igual que en el PP, saben que la reputación se consigue en muchos años, se pierde en unos meses y se vuelve a recuperar en años. Izquierda Unida tiene en torno a media docena de afiliados imputados y CiU tiene graves problemas de corrupción, tanto en las filas de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) como en la de Unió (UDC). Sin embargo, los dos partidos catalanes que forman la coalición CiU no han respondido a la solicitud de ¨EL PAÍS¨ para participar en este test de estrés. El PNV tiene un solo afiliado investigado y el resto de los grupos no están implicados en caso alguno. Existen tres componentes principales que representan los rasgos básicos del comportamiento en las elecciones al Congreso de los Diputados. En primer lugar, las condiciones jurídicas y materiales del derecho de voto, el cual se ejerce con unos requisitos mínimos: La ciudadanía, la mayoría de edad, la capacidad intelectual y el registro en el censo electoral. Pero dos son los requisitos que merecen atención: Por un lado la ciudadanía, de la cual están excluidos los residentes extranjeros, por otro lado, la elaboración del censo electoral, una tarea que la Administración realiza de oficio, de forma puntual y eficaz, por lo que garantiza efectivamente el derecho. En segundo lugar, los niveles de participación electoral, que muestran unas cifras elevadas, teniendo en cuenta la corta trayectoria democrática de España. Sin embargo, destacan las oscilaciones acusadas a lo largo del tiempo, las cuales responden a la movilización ejercida por los partidos. En los años de mayor competitividad, menor abstención existe, la cual aumenta de forma brusca cuando la mayoría del partido gubernamental no está en peligro. Por lo que respecta a la distribución territorial y temporal, los niveles de participación convergen entre provincias a medida que se consolida la democracia.
En tercer lugar, las características de los resultados electorales agregados. El voto se orienta según tres periodos sucesivos: el inicial, de mayor fragmentación, el de hegemonía socialista y el de competitividad. La dimensión socio-económica (izquierda-derecha) estructura el comportamiento de los electores, combinada con la nacionalista, la cual genera dos sistemas de partidos diferenciados en el País Vasco y en Cataluña. Además, destaca una dimensión regional, como evidencian los partidos de ámbito no estatal de otras regiones. La concentración es elevada y se aproxima al bipartidismo a medida que transcurre el tiempo. Especialmente, la parlamentaria, superior a la electoral por obra del sistema electoral, el cual fue diseñado para provocar este efecto. Sin embargo, el proceso que lleva al casi-bipartidismo presenta altibajos acusados, pues una parte apreciable del coto es volátil, a un ritmo regular que responde a factores coyunturales (la oferta partidista). Por ello, se han alternado en la mayoría gubernamental los dos principales partidos, que han ido recortando distancias entre sí.
Las transformaciones que ha sufrido la sociedad española los últimos treinta años han sido muy profundas. Des del punto de vista político, España ha pasado de ser uno de les regímenes autoritarios más longevos de Europa a ser una democracia parlamentaria, con un nuevo sistema de partidos y una nueva estructura territorial. Y estos cambios han comportado, lógicamente, una transformación paralela de los valores predominantes, que puede ser entendida en términos de una" resocialización política adulta"
La mayoría de los especialistas coincide en que los rasgos fundamentales de la cultura política de los españoles son los siguientes:
Desde los primeros años de la transición democrática, el sistema político ha demostrado tener un alto grado de legitimidad. Los españoles distinguen claramente la coyunturalidad implícita en las valoraciones de la situación política y económica del país del apoyo difuso eastoniano a los principios democráticos.
Los regímenes democráticos pueden mantener su estabilidad y el grado de adhesión aun cuando se enfrentan a niveles elevados de insatisfacción con el sistema político. Esta sentencia es especialmente cierta en el caso español en el que las actitudes de lealtad incondicional a la democracia conviven con una visión claramente negativa del funcionamiento del sistema político. Las valoraciones de los actores e instituciones muestran el desapego característico que aleja a España de los estándares medios de Europa.
El bajo conocimiento de los españoles respecto el sistema democrático en su conjunto, es escaso interés por la política y, sobretodo, un sentimiento pobre de competencia política, continua siendo un retrato acertado hoy en día.
Las principales diferencias se presentan en las orientaciones que intentan medir la eficacia percibida de los ciudadanos frente al sistema político, es decir en la eficacia política subjetiva interna. En los últimos anos es posible observar en las series temporales un tímido incremento de la competencia política, compatible con la sensación creciente de impermeabilidad del sistema política de hacer frente a las demandas ciudadanas. Probablemente la mezcla de mayores dosis de competencia personal con la creciente impotencia frente a la acción institucional, produzca un refuerzo a la desafección política característica de la sociedad española.
Otra de las características principales de la cultura política de los españoles es la pauta de moderación apreciable en la distribución de preferencias ideológicas. La limitada importancia de actitudes extremistas complementada por una mayoritaria defensa de las actitudes reformistas es un rasgo distintivo desde los años de la transición.
Una de las principales características desde los primeros años de la transición democrática son las pautas de moderación, apreciables n la distribución de preferencias ideológicas que parece complementada por una mayoritaria defensa de las actitudes reformistas y, en cierta medida, la dualidad entre identidades estatales y sub-estatales.
La estabilidad de la distribución de preferencias ideológicas de los españoles destaca por su permanencia temporal. El único cambio remarcable es el movimiento simultáneo entre las categorías de centro y las de centro-izquierda a partir de las elecciones del año 1996. Durante la época de predominio electoral y gobiernos socialista 1982-1993 las posiciones mayoritarias basculan hacia el centro izquierda y, en cambio, a partir del acceso del Partido Popular a la dirección del Estado las opiniones oscilan sobre el centro puro de la escala, con la excepción de los gobiernos de Rodríguez Zapatero. No es extraño. La escala izquierda-derecha es percibida, de manera general, como la ubicación del individuo en el entramado social y de los valores y las identidades políticas de las personas, expresados en términos ideológicos. Pero, también, representa las preferencias de los electores con respecto a un conjunto de problemas públicos que afectan a la comunidad política, la comparación de estas preferencias con los candidatos y, sobre todo, respecto a las lealtades partidistas de los ciudadanos. El auto ubicación de los ciudadanos en la distribución de preferencias es, pues, fruto de las valoraciones subjetivas de carácter ideológico pero, también, partidista.
Las tendencias de los españoles como electores
En las elecciones Generales de 1993 y 1996 se consolida el declinar del PSOE y empieza el ascenso del PP. En 1993 gana el PSOE por poco margen, en las europeas de 1994 PSOE mantiene la caída y después en las municipales de 1995 también, y el PP tiene una ascendencia visible ganando por poco margen, es decir que n hay un vuelco radical del electorado. En 2000 se consolida el PP en tiempo que el PSOE tiene problemas en casa", como sucedió con la derecha en 1982. En los años 2004 si 2008 gana las elecciones el PSOE por poco margen y en el año 2011 gana el PP en todos los niveles de gobierno. Tenemos que destacar algunos aspectos estructurales que se observan en los resultados electorales: El PP mejora en sus problemas de implantación electoral en el País Vasco y en Cataluña. A partir de 2000 se asienta en toda España y mejora sus resultados y en 2012 los consolida. Izquierda Unida será la tercera fuerza, pero no en todo el territorio nacional. De hecho se va a mantener la volatilidad en su electorado. En 2000 perdió el 50%de su electorado y 2/3 de sus escaños. Ya su caída esta vista como una tendencia. En 2012 se recupera y gana las elecciones con la ayuda del electorado que pierde el PSOE + con su electorado y escaños. Los PANE's se mantienen y/o crecen como expresión del autonomismo, los incentivos electorales y por el impulso de los nacionalismos.
La situación actual y las perspectivas del sistema de partidos
El bipartidismo está en pleno declive y se ha desatado una dura lucha por el espacio entre el centro y la izquierda. La participación de los ciudadanos es uno de los principales puntos de competencia entre las formaciones actuales. Ante la crisis económica y los casos de corrupción, las medidas adoptadas han de capitalizado a las dos formaciones mayoritarias. El PP y el PSOE saben que tienen muy poco tiempo para reestrenar en la escena política y en especial ante los electores. El nuevo partido Podemos tiene un gran avance y un despliegue muy rápido. Podemos en solo unos cuantos meses ha desplazado a IU en las estadísticas. Es verdad que es un partido pequeño, que no está conocido en cada Comunidad de España, pero es preocupante para los otros que un partido tan pequeño con un discurso muchas veces radical tenga tanto éxito entre los ciudadanos. El discurso político de Podemos se modera cada vez más que las elecciones se acercan y eso no es ninguna coincidencia. Es verdad que un partido como Podemos es poco probable que gane unas elecciones generales porque no tiene un" musculo" fuerte de partido echo y sobre todo no tiene suficientes personas para cubrir todos los cargos, pero tenemos que tener en cuenta que puede desestabilizar o cambiar el rumbo de unas elecciones y esto no es menos importante, ni menos peligroso. Todas las fuerzas políticas han iniciado una ofensiva basada en la participación, la transparencia y la regeneración para ganarse la confianza de los ciudadanos, según las estadísticas.
Los casos de corrupción que involucran a los principales partidos de toda España han mermado su capital político, situando en mínimos la confianza de los ciudadanos hacia los políticos y en máximos la desafección hacia los servidores públicos y las instituciones. El bipartidismo está en grave riesgo, según se desprende de las últimas encuestas, y los líderes de PP y PSOE no parecen mostrar la firmeza necesaria en la lucha contra la corrupción como para convencer a los ciudadanos de que la regeneración es una prioridad real. Los sondeos de opinión marcan una línea descendente del PP, un ligero rebote después de una tremenda caída del PSOE, una subida constante (aunque frenada en el último mes) a favor de Podemos y en contra de IU y, sobre todo, unas enormes cotas de abstención. Y todo ello porque los ciudadanos no parecen convencidos de que los partidos tradicionales sean capaces de enfrentarse a la corrupción de forma ejemplar. De nuevo el partido Podemos inspira confianza no necesariamente porque parecen luchar con la corrupción sino porque a ellos les falta ese " pasado sucio". Este punto es una ventaja para ellos; Sin tener historia o pasado no tienes errores.
Después de un análisis sobre la situación de los partidos se puede decir que todos ellos están escasos de capital político para afrontar las nuevas situaciones impuestas del tiempo. De esta forma cada partido podría ser denominado así:
" — El Partido Popular está descapitalizado por la corrupción, que ha llegado al corazón de la organización, aunque confía en recuperarse durante los próximos meses gracias a la mejora de la situación económica, a las acciones de transparencia y a las medidas de regeneración anunciadas. Tienen problemas de liderazgo y de luchas internas.
— El PSOE ha iniciado su recuperación gracias al gran cambio realizado por el nuevo equipo, pero los casos de corrupción (sobre todo en Andalucía) y sus problemas de credibilidad heredada del Gobierno de Zapatero dificultan el despegue definitivo. Los resultados de autonómicas y municipales pueden reabrir la batalla interna.
— Izquierda Unida ha sufrido un duro golpe por la irrupción de Podemos y lucha con ellos y con el PSOE por un espacio en el que la participación ciudadana es básica.
El cambio generacional puede ser una ventaja.
— UPyD encabeza las clasificaciones de transparencia y limpieza democrática y mantiene una línea ligeramente ascendente. Su negativa a pactar con Ciudadanos ha creado un techo electoral muy difícil de romper.
— Podemos irrumpió con fuerza en el panorama político como un partido protesta, pero la falta de consistencia y la inconcreción de sus propuestas, así como la sospecha de tener un programa oculto, han frenado su ascenso.
— El PNV se mantiene en una situación estable, con un problema de posicionamiento por el efecto contagio de los partidos catalanistas y la presión de la izquierda abertzale.
— Ciudadanos es una fuerza política limpia y fresca, sin problemas derivados del pasado, pero con el mismo techo de UPyD, por el fracaso en la alianza entre ambos.
— ERC le ha ganado terreno a CiU con una propuesta radical de independencia que ahora se le puede volver en contra si se desinfla el proceso."
El resultado de las últimas Elecciones europeas mostró las señales de una transformación profunda de las bases electorales de todos los partidos. De hecho, las convulsiones en los apoyos políticos se producen en toda Europa, como consecuencia del descontento, la sensación de "fallo del sistema" y la pérdida de confianza en los políticos, los partidos y los sindicatos.En cada país esto se plantea de forma distinta. En España, las europeas trajeron a primer plano el enojo que cruza la sociedad española contra los dos partidos mayoritarios. La aparición de Podemos supuso la articulación de ese descontento en la mitad izquierda del espectro ideológico. Existen causas bien definidas que explican esta ola de descontento y la irrupción de Podemos.
El posicionamiento actual del electorado demuestra que existen actualmente dos polos de atracción: Podemos en la izquierda y una "bolsa de nuevos indignados" en el centro derecha, donde se embalsan votantes descontentos del PP y del PSOE, en este caso ideológicamente moderados. De la magnitud de la crisis política actual da idea el dato de fidelidad de voto que se extrae del Barómetro de julio del CIS. La fidelidad de todos los partidos, salvo Podemos, se sitúa en el 50%. La mitad de los votantes en las Generales de 2011 no volvería a votar al partido al que voto. Es un fenómeno que afecta a los principales partidos: PP (41,1%), PSOE (50,8%), IU (50,0%), UPyD (51,8%), CiU (52.8%). Resulta inédito que niveles de lealtad de voto tan bajos se produzcan en todos los partidos a la vez. Si vemos los porcentajes de intención de voto más simpatía por edades ofrecidos por el CIS en julio de 2014, encontramos que Podemos es el partido con más intención de voto entre los menores de 55 años, mientras que PP y PSOE se apoyan en los mayores de esta edad. Este dato revela las enormes pérdidas de los dos partidos mayoritarios entre las generaciones en edades activas. En cuanto a la intención de voto más simpatía según la dimensión de los municipios, se advierte que Podemos se sitúa por delante del PP y PSOE en las ciudades con más de 50.000 habitantes (cobrando la mayor ventaja en las que tienen entre 100.000 y 1millón de habitantes), mientras que el PP mantiene su mayoría en los municipios pequeños. Una consecuencia muy relevante de esta caída en la fidelidad de voto a los partidos tradicionales son las enormes transferencias desde PSOE e IU hacia Podemos: 1.000.000 y 400.000, a los que hay que sumar 1,4 millones procedentes de la abstención del PSOE en 2011. El PSOE se sostiene porque logra que vuelva una parte de sus tres millones de abstencionistas (sobre todo los de más edad), mientras que las bases sociales de IU están siendo absorbidas por la irresistible atracción de Podemos, si bien, su respaldo mejora ligeramente el del 2011.
Perspectivas para las municipales y autonómicas de 2015
En general, todo apunta a una fragmentación en la representación política presente en las instituciones. La época de las mayorías absolutas parece tocar a su fin, lo que dará paso a una etapa dominada por la necesidad de pactos, con la formación de centro-derecha en desventaja, al tener menos opciones para pactar pese a lograr la mayoría relativa en gran parte de las instituciones. El PSOE podrá mantenerse como segunda fuerza, aunque en muchos ámbitos la suma de los partidos a su izquierda puede llegar a superarle en es caños, lo que generará fricciones y dificultades de cara a los acuerdos postelectorales. La izquierda presenta una importante fragmentación, dada la irrupción de Podemos, que afectará sobre todo a la progresión de IU, aunque también de algunas fuerzas locales. Si ello ocurre, es posible que estas coaliciones puedan llegar a superar al PSOE en algunas grandes ciudades y en las áreas metropolitanas de éstas. UPyD verá frenado también su avance por el efecto Podemos y el abstencionismo predominante aunque la formación magenta puede resultar decisiva para la formación de mayorías en algunas instituciones.

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