(2014) Arenas Frutos, Isabel: Doña Mariana Riederer de Paar, marquesa de Guadalcázar: una dama alemana, virreina de la Nueva España (México, 1612-1619)

June 29, 2017 | Autor: Isabel Arenas Frutos | Categoria: Mexico, Estudios de Género, Virreyes
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Centro Interdisciplinario de Estudios Americanistas «Gumersindo Busto» de la USC

Memorias sin olvido. El México de María Justina Sarabia

COORDINADORAS

María Luisa Pazos Pazos Verónica Zárate Toscano

2014

Universidade de Santiago de Compostela

Memorias sin olvido: el México de María Justina Sarabia / coordinadoras María Luisa Pazos Pazos, Verónica Zárate Toscano. - Santiago de Compostela : Universidade de Santiago de Compostela, Servizo de Publicacións e Intercambio Científico, 2014. - 235 p.; 24 cm. Na port.: Centro Interdisciplinario de Estudios Americanistas «Gumersindo Busto» de la USC D.L. C 1677-2014. ISBN: 978-84-16183 -17-3 l. Sarabia Viejo, María Justina 2. México - Historia l. Pazos Pazos, María Luisa J., coord. II. Zárate Toscano, Verónica, coord. III. Universidade de Santiago de Compostela. Servizo de Publicacións e Intercambio Científico, ed. IV. Centro Interdisciplinario de Estudios Americanistas «Gumersindo Busto» de la USC 972

© Universidade de Santiago de Compostela, 2014

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Doña Mariana Riederer de Paar, marquesa de Guadalcázar: una dama alemana, virreina de la Nueva España (México, 1612-1619) Isabel Arenas Frutos Universidad de Huelva España

Cuando hace varios años comenzamos a estudiar el rol femenino de las virreinas de la Nueva España, 1 nos percatamos de que habían sido más intuidas que constatadas. Tras los oropeles, empaques y apariencias del gran personaje que generalmente representaba su marido, retirábamos una última cortina y allí, disimulada, y casi oculta, encontrábamos a nuestra dama. La mayoría de las veces fue una gran desconocida,~ tanto, que nos va resultando complicado, irlas colocando en un lugar de la Historia que hasta hoy, prácticamente, les había sido vetado. Deseamos pues, hacerlas presentes en esa Historia colonial novohispana ya que, hasta ahora y en la mayoría de los casos, no sólo se les había negado su importancia, sino a veces su propia presencia al ser esa sociedad de su tiempo eminentemente masculina y en la que, aún formando ellas parte primordial de unas cortes virreinales, en la mayoría de los casos poco sobresalieron, limitadas sólo a ser «la esposa de ... » su ilustre consorte, sin aparecer tampoco en ocasiones ni sus nombres propios, ni sus apellidos, con la particularidad de que ellos, sus maridos, sí usaron éstos últimos, o sus títulos, por ser incluso más conocidos o destacados que los suyos propios. 3 Isabel Arenas Frutos, «Editores famosos de Sor Juana Inés de la Cruz: la virreina condesa de Paredes y el religioso Castorena y Ursúa», en M• Isabel Viforcos Marinas y M• Dolores Campos Sánchez-Bordona (Coords.), Otras épocas, otros mundos, un continuum. Tradición clásica y humanística (ss. XVI-XVIII), Madrid, Editorial Tecnos, 2010, pp. 452 -460 y «¿Sólo una virreina consorte de la Nueva España? 1660-1664. La II marquesa de Leiva y II condesa de Baños», Anuario de Estudios Americanos, 67, n. 2, julio-diciembre 2010, Sevilla Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Escuela de Estudios Hispano-Americanos (EEHA), pp. 551-575. 2 Sara Sefchovich, La suerte de la consorte. Las esposas de los gobernantes de México: historia de un olvido y relato de un fracaso, 11ª reimpresión, México, Editorial Océano, 1999. En la primera edición, la autora analizó el papel de las virreinas de la etapa colonial en las páginas 17-71, sin embargo, ya en la segunda (de la misma Editorial, 2002), reescrita y aumentada, dedicó tan sólo las pp. 22-57 a estas damas, centrándose principalmente en las esposas de los gobernantes del México independiente. 3 Como el sucesor del propio marqués de Guadalcázar en el virreinato, don Diego Carrillo de Mendoza y Pimentel (1621-1623 ), don Diego Pimentel, que era como verdaderamente se apellidaba, que fue marqués de Gelves por su matrimonio con doña Leonor de Portugal, IV condesa de Gelves, y a él le dieron título

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Realmente no fue hasta mediados del siglo XVII cuando empezaron a distinguirse socialmente; muchas, vamos descubriendo ahora, fueron grandes mecenas en el ámbito religioso, además de renovar o transformar normas de la sociedad novohispana en aspectos de la literatura, la música, las modas, e incluso el espacio culinario. 4 En ese afán por copiarse en el mundo colonial todo lo nuevo que iba llegando de Europa; se produjo a través de ellas un interesante sincretismo cultural, no exento de importancia, en ese ir y venir de las parejas virreinales entre ambas orillas atlánticas. Dedicamos hoy nuestra atención a doña Mariana Riederer quien, como indica Rubio Mañé, 5 fue la primera virreina no española y, primera también, fallecida en la ciudad de México en 1619, mientras su marido ejercía su labor como principal gobernante. l. Una noble alemana en la corte española

Doña Maríana pertenecía a una antigua familia de la nobleza de Baviera, establecida en principio en Riedheim del ducado de Neubourg la cual, posteriormente, cambió sus posesiones por Paar, cerca del río Rhin. Su padre era Juan Jorge Riederer de Paar, señor de Inmendorf, consejero y tesorero del elector de Baviera y del príncipe-obispo de Passau, gran señor feudal de la Baja Austria, y su madre María Isabel de Ahaim, señora de Wildeman. Tuvo dos hermanas: María Sicionia Riederer de Paar, que será en España condesa de Barajas por su segundo matrimonio, y Mariana Isabel, condesa de Trauttmannsdorft en Alemania. Además tuvo un hermano, Jorge Arcadio Riederer de Paar, señor de Inmendorf, como su padre, quien, tras servir en varias campañas contra los turcos, se hizo luego fraile capuchino. 6 En la boda de Felipe III con Margarita de Austria, celebrada por poderes en Ferrara en 1598, doña Mariana conoció a don Diego Fernández de Córdoba,7 quien ha-

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personal de marqués de Gelves además de conde de Priego, por su segundo matrimonio con doña Juana Carrillo. de Mendoza, X condesa de Priego, que no le acompañó cuando fue a ejercer el cargo a la Nueva España. ). Ignacio Rubio Mañé, Introducción al estudio de los virreyes de Nueva España (1535-1746). 4 vols., México, UNAM, Instituto de Historia, Ediciones Selectas, 1955, t. I, pp. 242 y 243. José Luis Curie! Monteagudo, '' irreyes y virreinas golosos de la Nueva España, México, Porrúa, 2004. Rubio Mañé, Introducción, 1955, t. I, p. 241. Agradecemos a Don Francisco Aguayo Egido su amabilidad al enviarnos su artículo: «Doña Mariana Riederer de Paar. Notas para la biografía de una noble alemana, Dama Copera de la reina Margarita de Austria», en Crónica de Córdoba y sus pueblos n. 6. Córdoba, 2001, pp. 25-31, pp. 25 y 26 y Francisco Fernández de Béthencourt, Historia genealógica y heráldica de la Monarquía española, casa real y grande de España, 10 vols., Sevilla, Fabiola de Publicaciones Hispalenses, 2003, vol. IX, pp. 419 y 420. Nacido en Sevilla, siendo bautizado en el templo parroquial de San Miguel, hoy desaparecido, el 9 de febrero de 1578. Era el segundo hijo del IX señor de Guadalcázar, don Francisco Fernández de Córdoba y Benavides, caballero veinticuatro de la ciudad de Córdoba, y de doña Francisca Melgarejo de Roelas, hiJ: del

caP_itán

geIIcral de la Gente de Guerra del Reino de Sevilla,

don Diego López de las Roelas, y de

dona Beatnz Melgarejo Coronado, linajes muy destacados en la capital hispalense. Sarai Herrera Pérez «Diego Fernández de Córdoba y el palacio del marq_uesado de Guadalcázar», en Tiempos modernos, 21'. 2010/2, pp. l y 2 http://www.tiemposmodernos.org/tm3/index.php/tm/article/viewFUe/l98/290 (Con-

sultado 8-01-11).

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bía asistido como embajador al enlace. A los pocos años, el monarca concertará el matrimonio, concediendo a don Diego el título de marqués de Guadalcázar el 28 de enero de 1609.8 Se le asigna a la futura esposa en arras y donación proternuncias 8.000 ducados en las capitulaciones matrimoniales 9 y se establece la dote. 10 Era doña Mariana mujer de profundas convicciones religiosas. De no haberla destinado su familia al matrimonio, buscándole un buen pretendiente y asignándole una cuantiosa dote, posiblemente hubiera dedicado su vida a la profesión religiosa, ya que mostraba gran vinculación a la Orden de carmelitas descalzas a las que admiraba profundamente -como comprobaremos más adelante-, llegándose incluso a recluir durante tres meses en uno de dichos monasterios, observando como una más sus estrictas y difíciles reglas. 11 Pero su linaje se encontraba muy cercano a los reyes, tanto, que su hermana María Sidonia, y ella misma, 12 fueron damas de la reina Margarita. Ello nos explica que, cuando se decidieron sus esponsales, doña Mariana y su futuro esposo se velaron y desposaron en el Palacio Real de Madrid. 13 Posteriormente, el 22 de junio de 1611 nació, también en la corte, el primer hijo del matrimonio: Francisco Antonio Fernández de Córdoba. 2. Traslado al virreinato de la Nueva España

A principios de 1612, don Diego fue designado virrey. 14 A la alegría de este notorio y trascendente ascenso en la familia, se sumaba la tristeza de doña Mariana al tener que dejar a su pequeño vástago, tan sólo «de hedad [sic] de siete messes», 15 a cargo del tío de su esposo, don Luis Fernández de Córdoba Portocarrero, deán de la catedral 8 http://es.wikipedia.org/wiki/Marquesado_de_Guadalc%C3%A lzar 9 En Valladolid, el 19 de agosto de 1608, ante Tomás López, otorgadas en nombre de ambos por el duque de Lerma y el conde de Barajas. Aguayo Egida, «Doña», p. 27. 10 Según tasaciones realizadas en Madrid ante el escribano real Andrés de Vallejo, el 14 de abril de 1609. Aguayo Egido, «Doña», p. 27. 11 María del Carmen Reyna, «Intromisión en la clausura», en Sandra Lorenzano (Edit.), Aproximaciones a Sor Juana, México, FCE-Universidad del Claustro de Sor Juana, 2005, pp. 299-314, p. 305, http:// books.google.es/books?id=gY8cBMS6mlcC&pg=PA305&lpg=PA305&dq=Marcos+ Figueroa +Valle cilio &source=bl&ots=8zWZ-Yppgw&sig=6KfOUMz5RLuHZM9dmoUrvFIHFXO&hl=es&sa=X&ei=JrmqT 9CyCNHp8Q047bjTBA&sqi=2&ved=OCEMQ6AEwAQ#v=onepage&q=Marcos%20Figueroa%20 Vallecillo&f=false (Consultado 21-05-12). 12 Su cargo era de dama copera. 13 Aguayo Egido, «Doña», p. 25. 14 Nombramiento de Diego Fernández de Córdoba, marqués de Guadalcázar, como virrey, presidente y capitán general de Nueva España. Madrid, 23 de enero de 1612. AGI, Contratación, 5788, L. 2, fols. 46v y47. 15 «... para que yo le criase e dispusiese dél, lo qua! e hecho con el amor y voluntad que devo desde aquella hedad hasta la que tiene al pressente de cator~e años». Testamento de don Luis Fernández de Córdoba en Francisco Aguayo Egido, «El arzobispo Luis Fernández de Córdoba», en Actas del XX Congreso Nacional de Cronistas Españoles y XXV Reunión Anual de Cronistas Cordobeses, Córdoba, 1997, pp. 137-149, pp. 14 7-149 y Sarai Herrera Pérez, «El eclesiástico Luis Fernández de Córdoba y Portocarrero: Aproximación a su patronazgo cultural», en Laboratorio de Arte, 23, 2011, pp. 147-163, p. 150, http://institucional.us.es/ revistas/arte/23/articulo_7.pdf (Consultado 1-05-12).

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cordobesa, 16 quien se ocuparía de su educación; hijo, al cual ella, evidentemente, nunca olvidó. 17 La ida a Cádiz, lugar de embarque de los virreyes hacia la Nueva España en la época de los Austrias, 18 se efectuó en poco tiempo, pues ya se encontraban allí en junio de ese mismo año. El ajuar que transportaron estos virreyes fue cuantioso pues, aparte de numerosos baúles de ropa y objetos personales, llevaron tapicerías, colgaduras, además de muebles (sillas bordadas de asiento, madera de una cama ... ) e incluso sillas de montar y elementos de caballería. 19 En el matalotaje se incluían, animales vivos (gallinas, carneros .. . ) que, en el caso de las primeras, aparte de proporcionar huevos, podían ser consumidas durante la travesía, así como fruta fresca y agua; además de legumbres (lentejas, garbanzos), frutos secos (almendras, piñones, pasas, orejones ... ), los consabidos bizcochos (incluso un tipo denominado «floreado», del gusto del virrey), conservas, pescado salado, aceite, tocino, vino, vinagre, y nada menos que cien jamones. Cabe también destacar el transporte de utensilios para el servicio de cocina y uso del comedor, indicándose incluso en algún caso el« ... ser de lo>, y su hijo Manuel de Contreras, «de hedad de ocho aºs., descolorido de rrostro>>, además de sus criados Antonio de Arce y Catalina Delgado. AGI, Contratación, 5324, N. 1, fol. 6. 29 Natural de Villacarrillo, adelantamiento de Cazorla, soltero, «criado muy querido del virrey y su privado ... de treinta y cinco aºs. poco más o menos, de buen cuerpo, barvicastaño, los mostachos algo crespos>>, con su esclavo negro, Francisco de Lucena. AGI, Contratación, 5324, N. 1, fol. 10. 30 AGI, Contratación, 5324, N. l, fols. 7, 7v y 12v y Real Cédula a la Casa de la Contratación para que dejen pasar con el marqués de Guadalcázar, veinticuatro mujeres para el servicio de la marquesa. Madrid, 23 de enero de 1612. AGI, Indiferente General, 449, L. A2, fol. 9vy Pasajeros, L. 9.

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-Doña Gerónima Cortés, de Madrid, «carirredonda, blanca y rrubia, con algunos oyos de viruelas en la cara, de hedad de catorze años». -Doña María de Orbaneja, de Córdoba, «blanca y rrubia, carirredonda, de hedad de diez y seis años». -Doña Inés de Valverde, también de Córdoba, «blanca y pelinegra, de hedad de quinze aºs». -Catalina de León, de Rute, «de hedad de diez y siete años, carirredonda, morena de rostro». -María López, de Brunete, «de hedad de veynte años, morª de rrostro, cariaguileña». -Catalina Fernández de Toro, de Córdoba, «de hedad de cinquenta aºs, cariaguileña, con arrugas en la cara». -Cristina de Párraga, de Alcobendas, soltera, «carirredonda, con una señal junto al ojo izdº». -Sebastiana de la Cruz, de Baena, «de hedad de diez y seis años, morena de rrostro». El viaje discurrió sin novedades dignas de mención, siendo anunciada previamente su llegada a Veracruz y recibidos los nuevos virreyes con una fastuosa acogida, como solía ser habitual. Tras unos días de descanso, especialmente necesarios para la virreina que se encontraba embarazada, 31 marcharon a Jalapa; de allí a Perote, luego a Tlaxcala y posteriormente a Puebla de los Ángeles 32 donde, aparte de ser igualmente agasajados y siendo aficionados a la música, tuvieron la suerte de contar con la presencia de Gaspar Fernándes, 33 un compositor portugués excepcional, que ocupaba el cargo de organista y maestro de capilla de la catedral y que escribió para la ocasión una serie de piezas musicales: «Elegit eum Dominus, Si nos emprestara hoy Dios, Pues el gusto hoy abrá vida, Si no me engaño Eras y el gusto me desmiente, Hoy descubre la grandeza y Gran capitán por renombre». En el Archivo Musical de la Catedral de Oaxaca se encontró la colección íntegra de su Cancionero Musical con más de 300 cánticos religiosos populares, en su mayoría escritos en español y náhuatl.3 4

31 Su primera hija, nacida en la capital novohispana, será bautizada en enero de 1613. Rubio Mañé, Introducción, t. !, p. 273. 32 http://sepiensa.org.mx/ contenidos/ menu_ arte/l_mexXX/ sigloxvii/ an dres/ andres_2 .h tm 33 1566-1629. La mayoría de los investigadores han llegado a aceptar que el Gaspar Fernandes que aparece en 1590 como cantor en la catedral de Évora (Portugal) es éste mismo que trabajó primero como organista de la catedral de Guatemala, pasando posteriormente a la de Puebla. http://es.wikipedia.org/ wiki/Gaspar_Fern%C3%Alndez 34 http://sepiensa. org.mx/ contenidos/ men u_arte/l_ mexXX/ sigl oxvii/ andres/ andres_2.htm.

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3. Llegada y estancia en la capital mexicana

Arribaron a la capital mexicana el 28 de octubre de 1612 y, aunque las fiestas de recep ción pretendía la Corona que fueran cada vez más sobrias, es el mismo Cabildo el que solicitó y obtuvo, la celebración de los festejos. 35 Como siempre solía ocurrir, el cambio de gobernantes era esperado en el virreinato novohispano con el interés de constatar las recientes modas e influencias europeas. Por supuesto, pronto se manifestó la ascendencia extranjera de la nueva virreina pues aparece, según Curiel Monteagudo, por primera vez en México, la porcelana fina en los morteros y vajillas, como antes hemos indicado, debiendo influir en la cocina de los virreyes las recetas de Juan de Mesones, cocinero de la reina Margarita de Austria, haciendo que en la mesa de los virreyes se mezclaran «destellos de Baviera salpicados con los picores mexicanos». 36 La decoración del palacio virreinal también se transformó con el lujo de las sedas, el carmesí, los damascos, bronce, oro y plata, en todas las festividades, banquetes y tertulias, 37 objetos que fueron reseñados y transportados muchos de ellos con gran cuidado y delicadeza en el equipaje, como también señalamos.38 Los primeros años de la virreina en la ciudad capitalina vinieron marcados por el nacimiento de sus tres hijas, bautizadas todas ellas en solemnes ceremonias en la catedral. A los de las dos primeras, asistió el Maestro Guerrero, el capellán que los había acompañado desde la Península y también compartieron el mismo padrino: fray Pedro Lázaro, de la Orden de San Francisco, 39 a todas ellas se les impusieron nombres de larga tradición familiar: -Mariana Manuela, recibió las aguas bautismales el 27 de enero de 1613. -Brianda Francisca, el 2 de febrero de 1614. -Luisa María, 40 el 4 de diciembre de 1616, siendo su padrino Fray Juan de Jesús María, de la orden de Nuestra Señora del Carmen. 41

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Curiel Monteagudo, Virreyes, p. 49. Curiel Monteagudo, Virreyes, p. 52. Curiel Monteagudo, Virreyes, p. 52 y 53. Ver Apéndice JI. Rubio Mañé, Introducción, t.!, pp. 273 y 274. En el margen aparece Lucía María y en el texto Luisa María, que fue realmente su nombre. La mayoría de los autores señalan que esta hija pequeña debió fallecer en la niñez, pues sólo constan las dos anteriores acompañando a su padre en 1621 cuando salió de México para el Perú, pero en el testamento de éste fechado a 24 de noviembre de 1630, cita como herederos a sus cuatro hijos: Francisco, Mariana, Brianda, y Luisa. Archivo Histórico Provincial de Córdoba (AHPCO), «Testamento del marqués de Guadalcázar « en Oficio de la Escribanía Pública de Guadalcázar, libro 29, fols. 388-399, en Herrera Pérez, «Diego», p. 5. 41 Obsérvese que los padrinos de los bautizos de estas hijas del virrey fueron religiosos. Así se anticipaba la restricción que dictó Felipe IV en Madrid el 20 de octubre de 1627 y que recogió Ja Recopilación, en la Ley 48, Tít. XVI, Libro 11, sobre «que los Presidentes, Oidores, Alcaldes y Fiscales no sean padrinos de matrimonios, ni bautismos, ni Jos vecinos lo sean suyos, y los Ministros Jo puedan ser unos de otros». Esa disposición parece haberse repetido en Madrid el 20 de febrero de 1628. Rubio Mañé, Introducción, t . ], p. 274.

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Entre las escasas posibilidades que se le ofrecían a doña Mariana de prácticas individualizadas de sociabilidad femenina, se encontraban las visitas a los conventos de religiosas, costumbre que se convertirá en algo muy habitual entre las más altas personalidades del virreinato. El primer día que visitó el Real convento de Jesús María, 42 las monjas le tributaron un solemne recibimiento, adornando la sala de recepción con flores y bellos tapetes bordados y deshilados. A continuación, le sirvieron una rica merienda, con los sabrosos dulces de almendra que tanta fama le daban a la cocina del monasterio, 43 acompañada con música litúrgica, conocedoras del inmenso placer que ésta le proporcionaba. 44 4. Su ayuda y mecenazgo en la fundación de un nuevo monasterio A partir de dicha recepción, nació una gran amistad entre la virreina y las religiosas sor Inés de la Cruz y sor Mariana de la Encarnación, 45 quienes, desdeñando las riquezas habituales de la Orden Concepcionista, ansiaban establecer un convento de carmelitas descalzas cuyas reglas y pobreza, más estrictas, respondieran a sus anhelos de vida común y no particular, como se venía practicando en todos los demás monasterios capitalinos fundados hasta esa fecha.46 Ya con el anterior arzobispo, el dominico fray García Guerra, 47 habían sufrido una gran decepción. Éste, en principio, les había prometido prestarles su ayuda pero cuando fue elevado a la categoría de arzobispo-virrey, muchas de sus promesas anteriormente ofrecidas quedaron en el aire, como ocurrió con esta proposición. Este episodio nos lo narra De Valle-Arizpe en sus leyendas, 48 señalando cómo ambas religiosas esperaron y esperaron en vano, la llegada del prelado con la buena noticia de la tan ansiada nueva fundación. Por ello, les debió entusiasmar 42 Las primeras religiosas se habían trasladado del de la Concepción a comienzos de 1580. Isabel Arenas Frutos, «Fundación y primeros tiempos del convento de Jesús María de México (1580-1600)», Actas del I Congreso Internacional de la Orden Concepcionista, 2 vols., León, Universidad de León, 1990, t. I, pp. 475-484, t. I, pp. 475-484. 43 Los postres eran los que le daban mayor fama. Josefina Muriel, Conventos de monjas en la Nueva España, México, Editorial Santiago, 1946, p. 360 y Manuel Ramos Medina, Imagen de santidad en un mundo profano, México, Universidad Iberoamericana, 1990, p. 46. 44 Reyna, «Intromisión», p. 305. 45 La primera, natural de la ciudad de Toledo, en la Península, hija de Francisco de Castellet y Luisa de Ayala, había nacido en 1567 y se embarcó para el Nuevo Mundo con sus padres y hermanos en 1581. Fue escribana y contadora en Jesús María; la segunda, en el siglo Mariana de Pedraza, era hija de Alonso de Herrera e Inés de Pedraza, criolla. Había entrado en el convento de niña y profesó a los dieciséis años. Sobresalió por sus grandes cualidades, entre ellas la música. Ramos Medina, Imagen, pp. 51-58. 46 Isabel Arenas Frutos, Dos arzobispos de México -Lorenzana y Núñez de Haro- ante la reforma conventual femenina (1766-1775), León Universidad de León, 2004, pp. 147 y 148. 47 Palencia, 1547-México, 22 de febrero de 1612. Ocupó el cargo de arzobispo, desde 1608 hasta 1612, y en el año de 1611 asumió el cargo de arzobispo-virrey. Falleció víctima de un accidente http://es.wikipedia. org/wiki/Garc%C3%ADa_Guerra 48 Las tituladas «Un arzobispo taurófilo» y «Castigo del arzobispo taurófilo», en Artemio de Valle-Arizpe, Virreyes y Virreinas de la Nueva España. Tradiciones, leyendas y sucedidos del México virreinal, México, Editorial Porrúa, 2000, pp. 21-26.

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la idea de que fuera ahora la propia virreina la que les indicara su cercanía y vinculación con dicha Orden en España -como ya comentamos-, comprometiéndose además a hacer todo lo posible para que ya, por fin, se pudiera establecer esta institución en la ciudad de México. Con interés por cumplir lo convenido, se dedicó afanosa con las dos profesas a coser todo lo necesario para el nuevo cenobio: la ropa para la sacristía, así como los austeros hábitos que «nos lo hizo ella como los usaban las de España».4 9 Pronto, en 1615, fue recibida la bula de erección de dicho monasterio por su propio marido, 50 muy afín también por lazos familiares a dicha Orden del Carmelo,51 además del apoyo incondicional, ahora sí, del nuevo arzobispo fray Juan Pérez de la Serna. 52 El 10 de marzo de 1616, la ciudad estuvo de fiesta; se celebró el traslado de las dos religiosas a la catedral donde se ofició una gran ceremonia, que duró casi toda la mañana, siendo acompañadas por las principales autoridades de la capital novohispana: los virreyes, el arzobispo, la Real Audiencia, el Cabildo secular y el eclesiástico y todos los principales, siendo luego conducidas en procesión al nuevo recinto, que será denominado de San José o Santa Teresa la Antigua, muy cercano a la catedral frente a las casas arzobispales. 53 , El aniversario de dicha fundación fue también un día muy señalado y emotivo: el noviciado había finalizado para las dos fundadoras y debían profesar en la nueva regla carmelita. También asistió nuestra virreina, que se acomodó en el coro bajo con sus hijas y todas las damas de su corte con velas encendidas, haciendo cuerpo de comunidad.54 A partir de entonces, la marquesa de Guadalcázar se convirtió en asidua visitante del monasterio donde, con ese deseo de buscar un futuro mejor a sus allegadas y criadas, según conocemo·s por su testamento, 55 profesarán dos de ellas de igual nombre: Beatriz Meléndez y Beatriz Pérez de Villaseca; la primera, sevillana, que la acompañó entre el grupo de las más cercanas, en su travesía a tierras mexicanas; 56 la segunda, perteneciente a su corte virreinal y que, según Muriel, fue la única mística española. 57 49 Ramos Medina, Imagen, p. 88. 50 Expedida en Roma el 19 de mayo de ese mismo año por Paulo V. Concepción Amerlinck de Corsi, y Manuel Ramos Medina, Conventos de monjas. Fundaciones en el México colonial, México, Condumex, 1995, p. 103. 51 Su tío, ya citado (notas 13 y 14), don Luis Fernández de Córdoba Portocarrero, que había quedado como preceptor de su hijo, favoreció a los carmelitas descalzos cuando llegaron a la capital cordobesa en 1580; igualmente apoyó a dicha Orden femenina, fundándose en la misma ciudad otro cenobio que recibió la advocación de Santa Ana, contando para ello con la ayuda del obispo de dicha diócesis, don Francisco Pacheco. Herrera Pérez, «Eclesiástico», p. 153. 52 Será prelado en México de 1613 a 1627. Se da la curiosa circunstancia de que había prometido a Santa Teresa de Jesús la fundación de un convento de carmelitas en la ciudad de México por haber conseguido salir con vida de una terrible tempestad que amenazó el navío en el que arribó a tierras americanas. Muriel, Conventos, p. 360. 53 Amerlinck de Corsi y Ramos Medina, Conventos, pp. 103-119 y Ramos Medina, Imagen, p. 61. 54 Ramos Medina, Imagen, p. 89. 55 Aguayo Egida, «Doña», pp. 26 y 27. 56 AGI, Contratación, 5324, N. 1, fol. 6. 57 Josefina Muriel, Cultura femenina novohispana, México, UNAM, 1994, p. 316.

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Isabel Arenas Frutos

También en el de Santa Inés, 58 de la rica Orden concepcionista, ingresó igualmente, la madrileña Luisa de Mario. 59 Otras de esas criadas que buscaban, como indica Escamilla González, 60 una manera de retirarse «del servicio, pero no de la gracia» de los virreyes, se casaron, recibiendo alguna merced como regalo de bodas; fueron los casos de otras dos madrileñas: Gracia Yáñez y Gerónima Cortés.61 5. Fallecimiento y honras por la virreina La salud de doña Mariana se venía resintiendo desde hacía algún tiempo, sintiendo fuertes dolores y padecimientos. Otorgó un poder para testar a su marido, ante el escribano de cámara de la Real Audiencia, Cristóbal Osorio, 62 para que se hiciera el testamento que ella, previamente, le había indicado. No olvidó a sus otras criadas, que le habían servido con gran lealtad, muy especialmente a su cercana camarera Inés de Soto, ayudando a su hija Agustina Cortés en el casamiento63 y dote con cosas de valor; considerando lo útil que sería doña Inés para el servicio y crianza de sus hijas, encarga que se procure honrarla y favorecerla, manteniéndola en la casa el tiempo que ella quisiere. Lo mismo ruega para otras criadas que la acompañaron desde España y que se mantuvieron a su lado durante la travesía, ya citadas: Leonor Díaz del Peso, Isabel de Monreal, María de Orbaneja, Inés de Valverde y Catalina de León. 64 Al convento de carmelitas descalzas de Santa Teresa la Antigua, objeto de su mecenazgo y con el que siempre se mostró tan vinculada, legó una escultura de San José con el Niño Jesús, procedente de su oratorio, así como 500 pesos de oro con la finali dad de que se encargasen un ciclo de pinturas dedicadas a la vida de Santa Teresa de Jesús. A los franciscanos descalzos les cederá un crucificado de Michoacán perteneciente también a su capilla privada. También familiares e instituciones religiosas del marquesado peninsular de su esposo y villa de Guadalcázar se vieron incluidos entre sus favorecidos. 65 El 13 de febrero de 1619 por la mañana empeoró, comentándose que« .. .le había quebrado un poco de sangre». Su estado fue agravándose conforme pasaron las horas tanto que, «... entre quatro y cinco de la tarde .. .le trayan el Santísimo Sacramento».

Fundado en 1599. Amerlinck de Corsi y Ramos Medina, Conventos, p. 91. AGI, Contratación, 5324, N. 1, fol. 6. Escamilla González, «Corte», p. 383. AGI, Contratación, 5324, N. 1, fol. 6. En cuyo oficio «a quarenta y tres años que sirvo». Memorial de parte del virrey.. . México, 14 de octubre de 1620. AGI, México, 29, N. 40. 63 A la que casaron con el criollo don Bernabé de la Cerda. Hanke, Virreyes, t. III, p. 85. 64 AGI, Contratación, 5324, N. 1, fol. 6. 65 Aguayo Egido, «Doña».

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Doña Mariana Riederer de Paar, marquesa de Guadalcázar

Ya avanzado el día, a las siete, falleció« ... con arta lástima de toda esta ciudad y sentimiento que se tenya por su mucha virtud y cristiandad». 66 En la Audiencia se trató sobre los lutos que habían de usar oidores, alcaldes y fiscales. Se decidió ponerse medias sotanillas y ropas de bayeta por frisar, y monterillas de lo mismo. El oidor más antiguo, el licenciado Pedro Juárez de Longoria, amigo íntimo del virrey fue el encargado de comunicárselo. Éste le respondió que ese luto no bastaba y que se tenían que poner capuces de bayeta, cerrados por delante con faldas largas de tres ó cuatro varas, chías 67 y caperuzas de lo mismo. Aunque se le rebatió la idea, indicándosele que causaría gran escándalo en la ciudad al considerarse excesivo, el virrey se mantuvo inflexible y, para evitar tensiones y algunos mostrarse deseosos de adularlo, hicieron lo que deseaba. 68 El cuerpo de doña Mariana fue depositado en la capilla del palacio virreinal donde se le hicieron sufragios hasta el día 15, en que a las cuatro de la tarde se organizó la ceremonia del traslado del féretro a la catedral para ser oficiadas las solemnes exequias. La comitiva la encabezaba el capitán de la guardia, don Pedro Serrano del Arco, 69 con la familia, sin asistencia del virrey. 70 El ataúd fue portado en hombros por los oidores, el marqués del Valle, conde de Santiago y el marqués de Villamayor, seguidos de la ciudad, consulado y religiones. Marcharon dando un gran rodeo «por la calle del Relax y se bajó por la calle de los Donceles a las casas de Bernardino de Paredes y de allí a la Pla
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