A ESCONDIDAS. ARMARIOS, BESOS E IDENTIDADES RACIALIZADAS

May 31, 2017 | Autor: Eduardo Nabal Aragon | Categoria: Film Analysis, Spanish Cultural Studies, Gay Film Studies
Share Embed


Descrição do Produto

A ESCONDIDAS. ARMARIOS, BESOS E IDENTIDADES RACIALIZADAS



El cuerpo adolescente es un cuerpo que puede tener o, mejor dicho, adquirir
muchos significados, desde culturales a socioeconómicos o genérico-sexuales
sin que unos puedan separarse de los otros y sus intersecciones puedan ser
analizadas unas al margen de las otras. Es un cuerpo que cambia en una
mente en ebullición, o al menos eso dicta el lugar común, un lugar común
que suele tener bastante de verdad, aunque no siempre como se espera desde
diversas instancias. En este sentido, una película tan increíblemente
pacata en ciertos aspectos -llegando a lo decepcionante a estas alturas de
la historia del cine LGTB- resulta de gran interés para estudiar las nuevas
masculinidades de los jóvenes proto-queer en el cine español del nuevo
milenio , en este caso un cine español fronterizo en gran manera, ya que
los protagonistas son un chico marroquí y uno bilbaíno ubicados en el
extrarradio de Bilbao.

La frontera, el infierno, la otra parte del otro lado […] nos dice Sayak
Valencia en su poema This is Tijuana.

La frontera del estrecho que separa Marruecos y otros países del Sur de
España y de Europa entera se ha vuelto otra frontera de gran poder
simbólico. Casi en la geografía de un "otro" corporal o al menos
socialmente marcado. En la película de Rueda Ibrahim tiene los días
contados en un Bilbao que parece recoger la extraña tristeza de su
situación y la pasajera felicidad de su primer amor. Un cine vasco gay y
autóctono que nace con una mezcla del lastre del cine del pasado (Ander) y
cierta valentía encubierta con extraña audacia y sensibilidad (80
egunean).

Tras una breve carrera en el cortometraje, Rueda, con una intensa juventud,
se pone detrás de un proyecto que lleva e mucho tiempo en su cabeza de
donde tal vez proviene su excesivo clasicismo en algunos pasajes, sus
anacronismos en cuanto a la evolución de las relaciones de género dentro de
las pandillas -que parecen no haber conocido el feminismo ni la
legitimación del amor gay en otras esferas sociales- y su falta de
atrevimiento en las escenas amorosas. Y de ahí también la perfección de
algunos momento, meditados al detalle, y algunos tópicos, como el papel
pasivo-agresivo de las "asistentes sociales", primero bondadosas y luego
resignadas al poder, las observaciones sobre el liderazgo y algunos lugares
comunes sobre "la ausencia del padre". El filme está dedicado con cariño al
veterano Alex Angulo que oficia las labores de director de ese centro de
acogida de extranjeros, con un lado bondadoso, no del todo convincente pero
efectivo sobre todo cuando Ibrahim, en una violenta secuencia nocturna, se
enfrenta a la policía, acortando sus días en España y junto a Rafa. Rueda
aprovecha la afición de éste al Waterpolo circunstancia que también
propicia secuencias de miradas y un campeonato donde ambos protagonistas,
plenamente enganchados, no juegan como se espera de ellos. Se palpa que
ambos están fuera de esos grupos que compiten, aun cuando sigan
representando su papel de rivalidad dentro del agua y en sus bandos
respectivos.

Ninguna de sus dos pandillas plantea un horizonte vital claro por lo que
los dos adolescentes deben enfrentarse a diversas formas de racismo y
machismo, y, sobre todo, a la toma de conciencia de que su historia de amor
(salvo en la mirada de Ugalde, el mejor amigo de Rafa) no va a obtener
ningún reconocimiento social, no tanto por la naturaleza de sus culturas
como por la presión de la pandilla varonil, juvenil, en riesgo, de la que
ambos se apartan juntos.

A escondidas es la historia de un joven marroquí que acaba enamorado
localmente de un chaval bilbaíno justo cuando su tiempo de permanencia en
territorio español está a punto de finalizar. Obviamente se trata de un
esquema de melodrama romántico bastante clásico pero lo que resulta
novedoso es que se trate de dos chicos, dos adolescentes, uno de ellos es
un inmigrante marroquí y en consecuencia se abordan, más o menos de
refilón, diferentes temas sociales cada vez más candentes. En Bilbao sigue
existiendo, aunque a ciertos lugares haya llegado información y formas de
vida renovadas, la figura del grupo de varones jóvenes que se protege de
"lo femenino" y , por otro lado también hay ciertas zonas donde existe el
tipo de delincuencia que muestra el filme, aunque -y cada vez más- no sea
exclusivamente achacable a inmigrantes sin recursos.

La película acabó convertida en un pequeño fenómeno sociológico porque los
dos jóvenes actores hicieron una declaración pública "a la antigua usanza"
– de las pocas que hicieron - diciendo que lo que más les había costado era
la "escena del beso". Ni siquiera los protagonistas de "Brokeback Mountain"
llegaron tan lejos, teniendo mucho más que perder y siendo los besos más
profundos, atormentados, variados y "reales" y sus separaciones más
prolongadas. Y aquí entra la polémica ¿Los protagonistas se besan?



Rueda logra plasmar que se desean. Algo que no logra siempre Lee en su
laureado filme, pero su deseo reprimido resulta hoy algo desfasado. Con
ese beso que tanto les costó darse y que tanto le cuesta ver al público en
la pantalla pues apenas se rozan los labios de los dos protagonistas.
Aunque el enunciado es claro y desafiante por parte de Ibrahim:¿Qué pasa?
¿Vas a besarme?

Los tópicos sobre "las culturas" a las que pertenecen ambos protagonistas
siguen circulando. Aunque en el caso de la cultura vasca las excepciones
hayan hecho saltar por los aires el topicazo. El caso marroquí, con sus
avances y retrocesos en materia de derechos sexuales, con su doble moral y
sus excepciones, tampoco es extrapolable al personaje de un filme, pero en
ambos se reproducen algunos elementos que se repiten: la pandilla y la
vivencia de la masculinidad de cara al exterior o en la intimidad. Aun si
la delincuencia proveniente de los países del Sur de Europa pueda venir de
muchos países, y estar ya instalada a causa la propia y más o menos
reciente desestructuración socioeconómica del continente o ser un elemento
esporádico.

La idea del "matriarcado vasco" aparece en las figuras de mujeres mayores
(incluyendo asistentes sociales) que aparecen en la película a lo que se
une que ambas están marcadas por la ausencia del padre. La pandilla ejerce
ese papel , pero ambas son pandillas de pequeña delincuencia para
sobrevivir en el primer caso y de un machismo y una masculinidad ostentosa
y homófoba en el segundo donde no tiene cabida la amistad íntima y el
amor-deseo incipiente entre Rafa (Germán Alcarazu) e Ibrahim (Adil
Koukouh), dos chavales bilbaíno y marroquí respectivamente con quince y
diceseis años, que se enamoran en un Bilbao triste, marginal, neblinoso,
contaminado, suburbial, despojado de todo atisbo de glamour.

Las pandillas a las que pertenecen originariamente ambos, la cuadrilla del
colegio donde acude el sensible e inseguro Rafa y el hogar de acogida algo
carcelario donde reside Isra, son microcosmos asfixiantes para un amor nada
sencillo. Tampoco es sencillo para el director que se mueve con la
escurridiza barrera de la mayoría de edad apunto de llegar para el joven
marroquí pero no para el otro protagonista, Rafa. Sin embargo desde
aquellos "quince años tiene mi amor" del Dúo Dinámico hemos aprendido que
en el caso del colectivo LGTB el arma de la llamada "edad de
consentimiento" (empleada por Tatcher para la confección de leyes
abiertamente discriminatorias, incluyendo leyes de censura en las
escuelas) bien puede ser un instrumento homófobo o la frase tópica de "la
fase pasajera" que tanto sufrimiento e incomprensión ha provocado y sigue
causando.



Un elemento que sin salirse del tópico contiene ciertos elementos de verdad
es que tanto en la adolescencia en el país vasco como, sobre todo, en la
adolescencia en Marruecos o en los varones marroquíes se da una separación
simbólica entre hombres (chicos) y mujeres (chicas) que ha disminuido
bastante sobre todo en el caso de las costumbres cambiantes en los últimos
años en las grandes poblaciones de Euskadi, pero no deja de pesar sobre
los dos protagonistas, de forma algo desfasada o no, sobre los
protagonistas de A escondidas. Sus clanes ni siquiera se mezclan con las
chicas favoreciendo la consabida "homosocialidad" aunque Rueda deja
bastante claro que la relación entre Rafa e Ibrha va más allá de la
amistad casi desde los primeros diez minutos del filme en el que los
presenta intercambiando miradas en el interior de un lavabo público, en
breves imágenes mentales. Por otro lado, en sucesivas entrevistas, el
realizador habla del encanto y la fuerza de "un primer amor".

Según sus propias declaraciones, Mikel Rueda quería rodar una historia de
amor entre dos chicos en la adolescencia, un tema semitabú y novedoso ("el
público todavía se revuelve en la butaca si tienen quince años"). No
obstante esto conlleva a una pudibundez algo exagerada en sus expresiones
de afecto, a una enorme tensión sexual no resuelta y olvida el director
ejemplos anteriores como "Krampack" de Cesc Gay o la británica "Beautiful
Thing" por no hablar de los cortometrajes de Antonio Hens ("En malas
compañías") o François Ozon. Ni siquiera en ese aspecto es demasiado
original. Tal vez lo màs valioso de su filme sea la firmeza (entre bella y
sórdida) de su transfondo social incluyendo temas como la inmigración, el
heterosexismo, el racismo y la invisibilidad de otras sexualidades en
ambientes marcados por circunstancias sociales donde solo existen (como
dicen las asistentes sociales) palabras como "amigo", "novia", "tu colega",
"tu barrio", "tu chamizo" que se acentúan en localidades o pueblos
pequeños…

El realizador se siente especialmente satisfecho de la espontaneidad de
Joseba Ugalde en el papel de Guille, el mejor amigo y confidente de Rafa
(secretamente enamorado de él, lo que complica un poco el filme y abre, a
la vez que colapsa, algunas interpretaciones) particularmente en la escena
de la despedida en la que le entrega sus ahorros y le dedica unas sentidas
palabras. Una escena, no obstante, demasiado cercana al melodrama donde se
mezclan la intensidad y el exceso. Guille, que ha intentado llevar a Rafa
al lado hetero de la pandilla, vence sus celos hacía Ibrahim y le desea
suerte en su loca aventura. Sin duda una secuencia que reside en la
interpretación de Ugalde y su capacidad de emocionarse. Pero en general A
escondidas no acaba de transmitir sensaciones fuertes, su tristeza tiene
algo de lánguida y resignada como inevitable parece que Rafa e Ibrahim no
van a llegar a tener un encuentro sexual y que finalmente las leyes de
inmigración los separarán definitivamente.

La película comienza con un patético y frustrado intento de hurto por parte
de Isra en una tienda de alimentación. Lo salva de la policía y de las
señoras mal encaradas que regentan el local un compañero marroquí en un
gesto de solidaridad racial. Pero este compañero desconocido quiere
introducirlo en una red de tráfico ilegal de medicamentos de la que Ibrha
se aparta para estar junto a su nuevo amigo con el que inicia un romance, a
pesar de la timidez de ambos. Si Rafa aparenta quince años, Ibrha, mas
fuerte- en apariencia y presencia- pero también de aspecto algo más torpe,
bien puede aparentar dieciocho. Es evidente que Ibrha, el chico marroquí,
es, en cierto sentido, el objeto sexual del filme, como podemos apreciar
cuando se quita los pantalones para que su amigo le cure en la pierna una
herida sufrida durante una de las muchas persecuciones que contiene la
segunda parte de la película. Es también un chico al que la experiencia ha
hecho desconfiado no solo de profesores/as de español o asistentes sociales
sino sobre todo de "la policía", contra la que arremete en un acto de
solidaridad con uno de los miembros del centro en el que se encuentra
recluido por las noches. Ese momento crucial que ellos han llamado escena
del beso y que sin duda ha decepcionado a un amplio sector del público ante
la presencia física de Ibrahim y el evidente deseo de Rafa.

Todas sus aproximaciones se verán frustradas y al final se impondrá el
melodrama romántico y social separándolos para siempre. Rueda ha conseguido
un filme que se queda a medio camino. En esa carretera que vemos al
principio y al final reconocemos ecos de su admiración por Gus Van Sant
("My own private Idaho"); temas como la xenofobia y las leyes de
inmigración surgen al igual que la homofobia juvenil pero nada es
desarrollado como no se desarrolla esa relación que comienzan los dos
protagonistas siempre a punto de demostrarse afecto pero atrapados por la
autorepresión o sujetos a los dictados de un entorno filmado con ritmo
lánguido, bellas imágenes, buena música pero escaso entusiasmo y algún
exceso efectista y melodramático en el resultado final.

El plano final de Rafa sentado solo y pensativo, triste y nostálgico en su
pupitre, acariciando ese amuleto de poderes ocultos nos dice que A
escondidas es un inteligente pero algo desabrido, asexuado y previsible
alegato contra la intolerancia; que toca muchos puntos de desarraigo social
(en el que los/as asistentes sociales juegan un papel poco o nada efectivo
en la práctica y la policía una función meramente represora y con tintes
racistas) ,pero no se permite nunca llegar demasiado lejos.



Estamos pues ante un buen filme, pero altamente frustrante, sobre todo
después de oír las declaraciones de sus dos protagonistas, dos jóvenes casi
debutantes. Ambos coinciden en lo arduo que fue "la escena del beso". Si
todavía hay espectadores o críticos que pueden decir que han visto una
historia de amistad afortunadamente también los hay, cada vez más, que
pueden afirmar que "no han visto ninguna escena con beso". Me diréis "bueno
¿y tan importante es el beso? " Así "de entrada" no, pero no olvidéis que
"Encadenados" de Hitchcock se anunciaba con el reclamo de "El beso mas
largo de la historia del cine".

Rueda opta por sueños breves de Rafa e imágenes desorganizadas
temporalmente para contarnos la atracción creciente entre los dos
muchachos. También se vale de juegos competitivos donde deben, de una u
otra forma, demostrar su fortaleza. destreza o virilidad de cara a su
propio grupo y contra "el otro" como en esos torneos de waterpolo en la
piscina cubierta donde la rivalidad se convierte en miradas cómplices y
reacciones inesperadas que hacen sospechar a unos y otros que "algo raro
está pasando".

Aún hoy día en los estudiosos del género y la sexualidad -en su vertiente
más oficialista, conservadora y/o científica- hay cierta resistencia a
utilizar términos como masculinidad o heterosexismo en tanto que en los
grupos sobre masculinidades, allí donde empiezan a existir, siempre se
cuestiona la en masculinidad en relación a la opresión de la mujer y rara
vez en relación a la homofobia, el heterosexismo o la transfobia u otras
vivencias diferentes de las masculinidad, diferentes e incluso opuestas a
la hegemónicas. En este sentido A escondidas teje una serie de subtemas
interesantes como la relación de la masculinidad con la raza, de la
homosexualidad con la vivencia de una masculinidad adolescente no
necesariamente distinta pero si camino de la marginalidad o marginación y
el abandono de la pandilla como uno de los elementos todavía persistentes
de agrupación en los lugares donde la masculinidad y la homofobia se
construyen como primas hermanas, unidas a concepciones vagas en torno al
honor, la raza, la lucha y la pertenencia o la exclusión.
Lihat lebih banyak...

Comentários

Copyright © 2017 DADOSPDF Inc.