Acorralados

LECHUGA IZAGUIRRE Giovanny Bryan

Acorralados No existen cifras exactas sobre el número de personas jóvenes en nuestro país que no estudian ni trabajan, lo cierto es que el crimen organizado les está dando las oportunidades que la sociedad y el Estado les han negado. Tal es el caso de aquellos, cuya expectativa de vida es encontrar en el narcotráfico una vida perfecta. Su motor aspiracional descansa en el poder, dinero y la obligación ¿social? de exhibir lujos por la calle y ante la sociedad. Mientras les llega la muerte, disfrutan sus días con excesos y falsos paraísos. Cuando los jóvenes avanzan, con su impulso nos movemos todos como sociedad; cuando se hunden voluntariamente en el fango dorado del hiperconsumo como modo de ser en un mundo que ya no parece ofrecerles nada más atractivo, todos bajamos un peldaño. Pienso en el sentido de la vida, hoy en día a las personas jóvenes solo se les enseña a sobrevivir, a evitar la salida de la cadena productiva, como si en eso residiera la felicidad, pero esta ⎯la felicidad⎯ no es una cuestión de goce inmediato, sino la posibilidad de proyectarse hacia delante. La nuestra es una sociedad escéptica del futuro y, para aquellos jóvenes que tienen vedado ese horizonte, la vida es un espacio sin sentido, una condena a corto plazo. El culto al narcotráfico ha impactado profundamente a la sociedad mexicana, en especial a adolescentes y niños, lo que se refleja en una descomposición aspiracional y del futuro. Parte de ese impacto, se atribuye a la difusión de series de TV, música y documentales que reseñan la vida y muerte ⎯real o ficticia⎯ de personajes ligados al narcotráfico, que terminan por influir en los jóvenes que sueñan con emularlos en poder, dinero y fama al margen de la ley. En la actualidad, es más fácil hacerse de una grapa, tacha o churro que ingresar a la preparatoria, universidad o encontrar empleo. Aproximadamente 500 mil mexicanos sirven a las grandes organizaciones del narco, de las cuales al menos 85 mil son jóvenes y menores de edad. Las estadísticas no mienten, cerca de un millón de jóvenes en México, carecen de educación y trabajo, 17 de cada 100 jóvenes entre los 15 y 17 años emigran al extranjero en búsqueda de empleo, tan solo en la Ciudad de México se tienen identificados 3,500 puntos de venta de drogas al menudeo según datos del Consejo Nacional de Población y la SEIDO. Más de 60,000 muertos y 26,121 personas desaparecidas dejó la guerra contra los cárteles del narcotráfico en México de 2006 a 2015, de los cuales un 30% eran personas jóvenes según un reporte de la organización Human Rights Watch. Además los mandos policiacos y militares cada vez detienen a más jóvenes por participar en acciones del crimen organizado. El trasfondo de estos crímenes es la enorme desigualdad social que existe y que convierte a las personas jóvenes en presa fácil del crimen organizado.

LECHUGA IZAGUIRRE Giovanny Bryan

El panorama actual de violencia en el país y la incorporación de más jóvenes en el narcotráfico, anuncia el agotamiento del Estado y obliga a la sociedad a reflexionar qué se está haciendo bien y qué no. Toda vez que la escuela dejó de ser el histórico mecanismo de ascenso social aunado a la crisis de desempleo, la falta de competitividad de los salarios, los cambios en la estructura familiar y la ausencia de políticas de juventud. Los jóvenes nos hemos adelantado al futuro y anticipamos estrategias y tácticas para enfrentar y resolver, con los recursos a nuestro alcance, las enormes dificultades para una inserción posible en un mundo experimentado y percibido como carente de relatos e instituciones confiables.