Analizando costuras: Surrealismo y existencialismo

July 23, 2017 | Autor: L. Periáñez Llorente | Categoria: Surrealism, André Breton, Existentialism, Salvador Dali, Álvarez Ortega
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Surrealismo y existencialismo

Luis Periáñez Llorente

Analizando costuras: Surrealismo y existencialismo Luis Periáñez Llorente

-0Témome solo en el nudo de un árbol centenario tenue viento un día de verano escondido en el jadeo de un perro en una sed de tonos pardos o páginas de Agatha Christie manchadas de asesinatos.

Como todas las vanguardias, el surrealismo también tiende a exceder sus propios límites, y es en uno de ellos en el que se centra este punto del trabajo. Mientras que muchas ellas, en ese movimiento de superación de sí mismas, sólo lograron hallar su propia caída, cuando el surrealismo acaricia los límites no puede menos que incorporarlos, tornar productivo su riesgo y legar, en papel, lienzo o pantalla – por no hablar de almas – auténticas obras de arte para la posteridad. Es su aproximación al terreno existencialista, teniendo en cuenta tanto el movimiento filosófico como la corriente artística propia del mismo al usar tal término, aquella cuyos frutos quiero analizar en este breve apartado, a cuya brevedad me encantaría incorporar la mitad de la intensidad que suelen portar los poemas como los que la mano de Louis Aragón nos regala o cuadros como aquellos con los que la – siempre extraña – personalidad de Dalí plasmó la angustia que cierta conciencia de responsabilidad histórica traía consigo. La propia mecánica interna en la que se funda el proyecto surrealista da a parar en uno de los puntos clave del existencialismo filosófico: la no correspondencia entre esencia y existencia, y con ella la conciencia de un absurdo, del absurdo de la vida, de la angustia y el desamparo que se aferran a la mano de la responsabilidad moral de cada acto sin un Dios que nos aguarde, perdone y cuide. La conciencia, en fin, del “todo vale”, y de que cada vez que muevo un dedo, soy yo el que lo mueve y el culpable de lo que desate. Un cambio de conciencia tan radical, o, al menos, la explicitación de semejante cambio de conciencia radical que ya se venía fraguando en las últimas décadas – la muerte de Dios fue anunciada tiempo atrás – viene siempre acompañado de un cambio en la máxima expresión del hombre como hombre: el arte. Cómo no, si el existencialismo impregna el arte, impregna en él al surrealismo. En el abandono de la realidad, en el abrazo al sueño, a los lineamientos volitivos y deseos últimos del sujeto, en las 1

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imágenes oníricas que nos dan sentido, si algo se hace patente, es esa sensación última e íntima de angustia. Es a esa mancha existencialista en la producción surrealista a la que apelamos en este apartado, y será tratada en relación a alguna de las obras, para observar cómo en su interpretación, en la deconstrucción de sus partes, es posible observar las inexorables costuras entre ambas corrientes.

-1Desde la memoria volverá fosa inhollada ramo de flores de papel y cintas marchitas. Álvarez Ortega, Sea la sombra, XL

Creo lícito comenzar este humilde e inexperto comentario por una de esas obras que, se suele decir, ha hecho fluir ríos y ríos de tinta: Los amantes, de René Magritte. Veamos, pues, como imágenes enlazadas en un subconsciente herido, qué constituye el óleo: Ante todo, pañuelos o camisas blancas húmedos tapando dos caras privando de sensaciones así como de la mirada colores duros, oscuros granate y azul, rojo y negro enmarcando el pálido beso.

No se nos dice nada más, pero se puede sentir cómo huye la razón. El método psicoanalítico permite traer a la vigilia los sueños. La automatización ha desdibujado un recuerdo, el recuerdo de su madre, cuyo cadáver vio emerger del río en el que se había suicidado con una camisa blanca empapada cubriéndole el rostro. Existencia y esencia no coinciden, decíamos, la esencia surreal 1 emerge ante la capacidad de relacionar realidades distantes entre sí mediante métodos puramente surrealistas: la evocación de imágenes irracionales, recuerdos y sueños enterrados en el alma, el uso de la escritura y la pintura automática, etc, dan pie a que las necesidades más íntimas del autor o pintor convergan en una realidad única, deseada. Es la conjugación entre el método psicoanalítico de Freud, aquel centrado en el sujeto siempre afectado por deseos que reprime, siempre angustiado, en ese inconsciente individual, y el método de Jung, aquel que más bien presta atención al inconsciente social, colectivo, la que abre paso a 1 Los conceptos esencia surreal y existencia surreal fueron introducidos por el poeta y cofundador del surrealismo Louis Aragón.

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esta distinción entre Existencia Surreal y Esencia surreal. Al igual que el humano desamparado cuya constitución íntima, aquella que aparece cuando se tumba la restricción de lo real y se permite a la imagen imperar, el humano que se expresa pintando y escribiendo, haciendo cine o música, en fin, haciendo arte – al igual, en resumen, que el ser cuya esencia y existencia no coinciden, el ser cuya esencia está en el futuro y que existe en el presente actuando al respecto, atado al mismo tiempo por su pasado –, su arte vive esa misma partición. La Existencia Surreal, la imagen ya patente y aprehensible por un público que, comúnmente, no comprende, se debe a una esencia trascendente, esa esencia capaz de relacionar lo distante por medio de la imagen. La imagen no puede nacer de la comparación, sino del acercamiento de dos realidades lejanas2. En esta obra de Magritte, la realidad de la imposibilidad de toda sensación característica de la muerte, la de la humedad de un recuerdo adolescente teñido de luto, la del amor carente de erotismo – o no del todo – que se tiene a una madre y, por último, la realidad de un vacío atenazando el alma, se yerguen como un vértice en el que se cruzan – usando terminología deleuziana – todos los lineamientos esquizofrénicos del subconsciente, en imagen una y única, la de dos amantes de rostro ausente fundidos en beso y angustia. Los actos, la vacuidad de una vida sin Dios, la responsabilidad y el anhelo se funden en esta obra surrealista. Las costuras entre surrealismo y existencialismo son, ahora, más visibles.

-2Desde la memoria volverá alas de agua voz que llueve sobre un reino de carbón ardido y ceniza. Álvarez Ortega, Sea la sombra, XL

El segundo paso en este camino que, si bien parece recorrerse a saltos, intenta esbozar de forma mínima esta conexión ineludible entre surrealismo y existencialismo, se apoya en un análisis tan verde y joven como el anterior, pero de un poema. En concreto de un poema de un autor español, exponente tardío de todas estas corrientes vanguardistas, candidato al Nobel y, en palabras de Jaime Siles, “el poeta español más europeo de todo el siglo XX”. Se trata de Álvarez Ortega, y el poema a tener en cuenta y analizar será, de “Sea la sombra”, el IV, acompañado si se tercia, y la fuerza de la argumentación lo llama en socorro, de algún que otro verso más de su extensa obra. En concreto, ciñéndonos de primeras al escogido, el poema dice así: Trabajo amor a golpes de insomnio y desesperanza colectivas herramientas que nunca se fatigan Donde enseña la vida un bosque de alegría allí la muerte esconde su huella delatora Al final sólo queda la gloria de ser un dios que juzga su razón con el aliento de los más vanos días 2 André Bretón, Manifiesto surrealista.

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Nos hallamos en posesión ya desde el anterior análisis de los marcos explicativos de que nos servimos para desenmarañar estos pedazos de arte, constituidos sin excepción por imágenes potentes tejidas con hilo de alambre, con hilo propio, subconsciente, pero cuidadosamente mimadas3. El uno como inscrito en una colectividad, su realidad íntima entrelazada con la social, y la desesperante sensación de que somos responsables, no sólo de nosotros, sino de todo un mundo – un mundo que sale en nuestra ayuda al mismo tiempo – quedan plasmados en el primero de estos versos. Temas existencialistas como el ser-para-la-muerte en que la obra de Heidegger está imbuida relucen como carteles de neón en el segundo de los mismos. La contradicción y el absurdo se dan cita cuando estos dos chocan con el último 4. Donde el desorden caótico de lo irracional dota de sentido al inicio del poema, una apelación a la gloria de la razón se alza al final. Un anhelo imposible: la visión del futuro henchida de un poder racional, esa visión que supone una esencia idílica, enfrentada a la conciencia de la angustia, al insomnio de la responsabilidad y la vivencia de la muerte como absoluta certeza. Esencia Surreal: la contradicción de la vida, la necesidad de orientación de un ser finito en un marco social de cuyos males se siente culpable, miedos constituyentes del propio sujeto poético que chocan en una imagen única. ¿Resultado? La Existencia Surreal de este poema mimado, que se yergue como imagen bandera de principios existencialistas a partir de métodos surrealistas, aquellos que ha heredado de Freud y Jung. Cuanto más lejanas y justas sean las concomitancias de las dos realidades objeto de aproximación, más fuerte será la imagen, más fuerza emotiva y más realidad poética tendrá5. Observamos, pues, que las costuras entre surrealismo y existencialismo atañen no tanto a detalles subjetivos, sino a movimientos intrínsecos pertinentes a la constitución interna de sus mismas premisas. Si nos constituyen deseos, deseos que nos destruirían de darles paso conscientemente, deseos contradictorios, confusos, agresivos, dejes de maldad, de tristeza, de angustia, de dolor, instancias sociales que no alcanzamos a comprender en el día a día, serán tales elementos los que, de forma ineludible, se tornen visibles en la imagen que tales realidades saquen a la luz en el surrealismo. Aprovecho esta sección dedicada exclusivamente a él, para llamar la atención sobre los rótulos que abren cada uno de los tres parágrafos. Son, sin duda, un motivo para dar impulso a la idea que 3 Tal es la crítica de Freud a Dalí y de tantos otros intelectuales al movimiento surrealista: el cuidado que ponen los que se incluyen en el movimiento en sus producciones no es un cuidado onírico, sino casi un cuidado de padre, que situa a su hijo allí donde desea para que haga lo que pretende como mejor pueda. Sin embargo, siempre podemos argumentar que un hijo es en gran parte aleatorio, que aparte de cargar con gran parte de nosotros, una vez situado, puede salirse por la tangente y dar un resultado inesperado. El subconsciente, sostienen, aun así, no es eso. Pero es en esto en lo que consiste la Existencia Surreal, no habría arte si el artista no forjase una imagen a partir de la Esencia. 4 “Poéticamente hablando, tales elementos destacan ante todo por su alto grado de absurdo inmediato, y este absurdo, una vez examinado con mayor detención, tiene la característica de conducir a cuanto hay de admisible y legítimo en nuestro mundo, a la divulgación de cierto número de propiedades y de hechos que, en resumen, no son menos objetivos que otros muchos”. Ibid, hablando de los elementos absurdos que el surrealismo muestra en la poesía. 5 Ibid.

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aquí venimos defendiendo. Nuestra apología sólo se entiende a través de la coadyuvación tangible en los mismos que se da entre lo existencial y lo surreal. Son un telón estupendo para dar paso al último de estos, aquel que dedicamos a analizar una obra que, ante todo, no pasa desapercibida, y del que nos serviremos para cerrar este prematuro trabajo sobre instintos que, aun a punto de acabarlo, no comprendo. Quizá no pueden comprenderse.

-3Desde la memoria volverá clavos telas y agujeros vida estéril y ciega en su inútil eternidad. Álvarez Ortega, Sea la sombra, XL

La obra escogida a la que hacíamos alusión apenas unas líneas más arriba es “Niño geopolítico observando el nacimiento del hombre nuevo”, de Salvador Dalí, el pintor surrealista por antonomasia. En ella podemos distinguir numerosos elementos aislados. Un huevo abierto ocupa el centro de atención. De él, un cuerpo esbelto emerge en nacimiento. Inmediatamente después, la vista da un paseo por aquello que caracteriza el huevo: representa la Tierra. Los continentes figuran en él, y su superficie, lejos de ser rígida, semeja la textura de este húmedo planeta. Una vez recorrido el foco de atención del ojo, nos percatamos de todo lo que enmarca lo ya presentado: un paracaídas y una sábana blanca que ensucia una gota de sangre roja, más una madre y su hijo atentos al nacimiento del que son testigos. De fondo, un paisaje perfilado con la característica técnica de dibujo de Dalí se pierde en el horizonte. Es un mundo desierto, donde toda la acción es la que hallamos frente a nuestros ojos. El cuadro fue elaborado en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, con Dalí residiendo en EEUU. La importancia de semejante contexto se hace evidente a la hora de interpretar sus componentes, como esa suma de realidades distantes de orden existencialista que dan lugar a la imagen final, absurda, sentida y onírica, con la que el óleo adquiere existencia a través del pintor. Podemos ver cómo la mano coge fuerza en Europa para que el cuerpo surga en el continente americano. Cómo nace ya hombre, ya maduro, con todo el acervo intelectual y moral que necesita el hombre nuevo. Cómo la sangre rompe la pureza inmaculada de la sábana, que bien puede 5

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representar la virginidad. El mundo está sucio, y el hombre nuevo no sale de la nada. Surge de su madre, una mujer pudorosa y muerta, cadavérica, que enseña a la humanidad ingenua qué ha de suceder a partir de entonces. El paracaídas, símbolo de guerra, da un brochazo más a esta concepción del mundo en el que el hombre nuevo mana. Un mundo roto por bombas e ideologías totalitarias, que ha desplazado el arte a confines insospechados. Europa se ha quedado vieja, mustia, ha acogido la violencia y expulsado de ella a los intelectuales. Y sin embargo, esperanza. En la obra, lo salvaje, lo roto, lo podrido, la sangre, dan a parar en la esperanza, en lo nuevo, en el ímpetu. El sentimiento de rechazo da vida nueva al arte, la sensación de muerte, hace nacer de un huevo un futuro pleno y apolíneo. El existencialismo se hace cargo de la verdad del mundo, de a dónde podemos llegar sin una barrera moral, cuán bajo podemos caer cuando la modernidad destruye el suelo que pisamos. La angustia, el desamparo, la desesperanza, todas las anotaciones de Sartre nunca han estado más presentes que en la guerra, y de eso se hace cargo Dalí en este cuadro. De eso, y de que ese no es el final del túnel. Dalí se hace cargo también de la forma en la que el humano se aferra a clavos ardiendo, de cómo hace suyo ese último atisbo de luz, la posibilidad de ser fénix, de renacer de sus propios desastres. La posibilidad de un existencialismo positivo, algo así como una posición nietzschiana: ver, en la finitud, la más potente de las afirmaciones. Lo maravilloso no siempre es igual en todas las épocas; lo maravilloso participa oscuramente de cierta clase de revelación general de la que tan sólo percibimos los detalles: estos son las ruinas románticas, el maniquí moderno, o cualquier otro símbolo susceptible de conmover la sensibilidad humana durante cierto tiempo6.

TELÓN No es ni más, ni menos, lo que se pretendía esbozar aquí. Nada, salvo postular esa costura inmanente a la estructura del surrealismo, esa costura con el existencialismo, que a lo largo de estas seis páginas se ha intentado remarcar con estas tres obras. Esperamos cumplido el objetivo, así como consideramos que esta aproximación al surrealismo como movimiento inscrito en un muy peculiar marco histórico-social, como proyecto creado en el mismo seno que tantos otros, dotado de fuertes potencias filosóficas, y cuyas más peculiares producciones quizá se han dado en el cine, ha llegado a buen puerto7.

6 Ibid 7 Todos los puntos mencionados son tratados en un trabajo conjunto que, si cuento con permiso del grupo, subiré más adelante.

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