Anteproyecto tesis empirica no experimental

May 24, 2017 | Autor: L. .Guzmán | Categoria: Clinical Psychology, Cognitive Psychology, Developmental Psychology
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Correlación entre los trastornos debidos al consumo de alcohol y las expectativas hacia el consumo de alcohol en estudiantes de licenciatura en psicología de la FES Iztacala Leonardo Alexander Guzmán Jiménez y Jennifer Lira Mandujano 26 de mayo de 2016

Parte I Introducción

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Capítulo 1 Historia y efectos del consumo de alcohol Para poder referirse adecuadamente a la incidencia con la que los conductores mexicanos manejan vehículos automotores bajo la influencia del alcohol etílico, primero se deben tomar como referencia los orígenes socio-históricos de la conducta humana de consumir alcohol, y Mustaca y Kamenetzky (2006) documentaron una breve historia sobre el consumo de bebidas alcohólicas. Estos autores hallaron que el consumo de bebidas fermentadas (a partir de las cuales se obtiene alcohol etílico) se remontaba desde la prehistoria, que durante la Edad Antigua, los griegos y los romanos ya cultivaban vid para hacer bebidas embriagantes a partir de ella y que la práctica social de consumir alcohol etílico de manera cotidiana comenzaría hasta que los árabes, en el año 800 d.C. encontraron los primeros métodos para producir vino, el cual alcanzaría su punto máximo de producción y comercialización durante la Revolución Industrial del siglo XIX. Es así como estos autores concluyeron que a partir de la Revolución Industrial, las bebidas realizadas con base en el alcohol etílico se han consumido ampliamente dentro de las sociedades de Occidente en general ya que las personas que pertenecen a dichas sociedades asocian el consumo de alcohol con efectos de alegría, mayor apertura social, disminución del estrés y ansiedad cotidianos, etc. Sin embargo, estos autores también concluyen que el consumo de bebidas alcohólicas también tiene el potencial de convertirse en un problema de salud presentando como evidencia que las dosis excesivas de alcohol parecen tener efectos ansiogénicos en el consumidor, quien para reducir estos efectos buscará consumir mayores volúmenes de alcohol para tratar de disminuir la ansiedad, y de esta mane2

CAPÍTULO 1. HISTORIA Y EFECTOS DEL CONSUMO DE ALCOHOL

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ra, se inicia un círculo vicioso en el cual la persona consume alcohol para disminuir su ansiedad (la cual estos autores definieron como el conjunto de estados psicológicos provocados en el individuo por la presencia o bien por la anticipación de situaciones aversivas para este individuo), la ansiedad aumenta debido al aumento en el consumo de alcohol, pero la persona sigue consumiendo para disminuir ese excedente de ansiedad.

Capítulo 2 Epidemiología del consumo de alcohol en México 2.1.

Objetivos y descripción metodológica de la ENA 2011

Según la Encuesta Nacional de Adicciones ENA (2011), la cual tuvo como objetivo conocer las tendencias de consumo de alcohol en México entre el 2008 y el 2011 en adolescentes (población de 12 a 17 años), adultos jóvenes (población de 18 a 34 años) y adultos mayores (población de 35 a 65 años), en general, el consumo de bebidas alcohólicas ha aumentado en varios estados del país, debido a que la tolerancia social hacía la conducta de consumo también se ha incrementado. Los realizadores de la ENA 2011 indican que esta tolerancia social a la cual se refieren en la introducción de la Encuesta parece ser un factor importante a tomar en cuenta para entender las razones por las cuales la percepción de riesgo que los consumidores de alcohol manifiestan hacia el consumo de bebidas alcohólicas ha disminuido. Con respecto a la solidez de los datos que se recolectan a partir de la realización sexenal –1988, 1993, 1998, 2002 y 2008– de la ENA, los realizadores de la ENA 2011 señalan que ésta constituye un instrumento fidedigno para que diversos profesionales de la salud mantengan una vigilancia continua y actualizada sobre la prevalencia del consumo de diversas sustancias consideradas como psicotrópicas en México, en diversos estratos de población. Es así como, con el fin de demostrar esta afirmación con respecto a la realización de 4

CAPÍTULO 2. EPIDEMIOLOGÍA DEL CONSUMO DE ALCOHOL EN MÉXICO5 la ENA 2011, sus realizadores indicaron, en el documento metodológico, que las poblaciones adolescente (13,413,575; de los cuales 6,807,478 fueron hombres y 6 630 096 fueron mujeres) y de adultos jóvenes y mayores (66,183,637; de los cuales 31,700,335 fueron hombres y 34,483,301 fueron mujeres) participantes fueron seleccionados de manera aleatoria de una población de 17500 viviendas distribuidas en todas las entidades de la República Mexicana; hasta conformar una muestra de 1994 viviendas por cada una de las ocho regiones geográficas determinadas de manera convencional por los encuestadores. Dichas regiones se enlistan a continuación: 1. Noroccidental: Baja California, Baja California Sur, Sonora, Sinaloa. 2. Norcentral: Coahuila, Chihuahua y Durango. 3. Nororiental: Nuevo León, Tamaulipas, San Luis Potosí. 4. Occidental: Zacatecas, Aguascalientes, Jalisco, Colima y Nayarit. 5. Centro: Puebla, Tlaxcala, Morelos, Estado de México, Hidalgo, Querétaro, Guanajuato. 6. Ciudad de México: Distrito Federal. 7. Centro Sur: Veracruz, Oaxaca, Guerrero, Michoacán 8. Sur: Yucatán, Quintana Roo, Campeche, Chiapas, Tabasco. A su vez, los realizadores de la ENA 2011 estratificaron a la muestra encuestada por tamaños de localidad, ya que en las ENA 1998 y 2002 se reportó la existencia de diferencias altamente significativas entre los patrones de consumo de sustancias en las poblaciones, las cuales dependían de esta variable de estratificación. Los estratos se definieron de la siguiente manera: 1. Ciudad o área metropolitana: En este estrato se introdujeron las capitales de los estados de la República, las localidades con más de 100,000 habitantes y las localidades con 2500 o más habitantes que formaban las zonas metropolitanas en el año 2000. 2. Rural: Localidades con menos de 2500 habitantes. 3. Complemento urbano: Localidades que, por sus características, no se incluyeron en ninguno de los dos estratos anteriores.

CAPÍTULO 2. EPIDEMIOLOGÍA DEL CONSUMO DE ALCOHOL EN MÉXICO6 Finalmente, con el fin de organizar las tendencias de consumo de alcohol en México Los indicadores que los realizadores de la ENA 2011 tuvieron en cuenta fueron: 1. Bebida de preferencia: Aquella bebida que se consume con mayor frecuencia en la población de interés. Se dividió en siete categorías: cerveza, destilados, vinos de mesa, bebidas preparadas, fermentados, aguardiente y alcohol del 96ˇr. 2. Frecuencia de consumo de alcohol: Se refiere a la última vez que las personas entrevistadas consumieron cualquier tipo de bebida alcohólica. Se dividió en tres categorías: a) Consumo alguna vez en la vida: En la encuesta, este indicador se definió como la población que reportó haber tomado por lo menos una copa completa de alcohol alguna vez en la vida. b) Consumo en el último año: Este indicador se definió como aquella población que reportó haber tomado por lo menos una copa completa de alcohol en el año previo a la entrevista (2010). c) Consumo en el último mes: Este indicador se definió como la población que reportó haber tomado por lo menos una copa completa de alcohol los treinta días previos a la entrevista. 3. Patrón conductual de consumo de alcohol: Se refiere a la topografía con la cual las personas entrevistadas reportaron su consumo de alcohol. En la ENA 2011, este indicador se dividió en cuatro categorías: a) Bebedor Alto. Se refiere al hecho de que en los últimos 12 meses, los entrevistados han consumido cinco copas o más en una sola ocasión en el caso de los hombres, o cuatro copas o más en una sola ocasión para las mujeres. b) Bebedor Consuetudinario. Se define como consumir alcohol por lo menos una vez a la semana cinco o más copas –en los hombres– o cuatro o más copas –en las mujeres– en una sola ocasión. c) Consumo diario. Se define como el hecho de consumir diariamente al menos una copa de bebida que contenga alcohol.

CAPÍTULO 2. EPIDEMIOLOGÍA DEL CONSUMO DE ALCOHOL EN MÉXICO7 d) Posible dependencia al alcohol. “Es el conjunto de manifestaciones físicas, cognoscitivas y del comportamiento, que incluyen la presencia de distintos síntomas tales como: tolerancia, abstinencia, uso por más tiempo o mayor cantidad, deseo persistente o incapacidad de control, empleo de mucho tiempo para conseguir alcohol o recuperarse de sus efectos, reducción de actividades sociales, laborales o recreativas, así como el uso continuado a pesar de tener conciencia de sus evidentes consecuencias perjudiciales. En este estudio, se consideró posible caso de dependencia a los individuos que presentaron tres o más de estos síntomas dentro de los 12 meses previos a la entrevista” (ENA, 2011, p. 42). 4. Edad de inicio en el consumo de alcohol: Este indicador se refiere a la edad en la cual las personas entrevistadas por medio de esta encuesta consumieron bebidas alcohólicas por primera vez.

2.2.

Resultados hallados en la ENA 2011

2.2.1.

Bebida de preferencia

Con respecto a la bebida de preferencia, en la ENA (2011) se reporta que la cerveza es la bebida que más se consume, ya que su consumó aumentó entre el año 2002 y el 2008, manteniéndose en un nivel de consumo alto en el 2011. Esto se comprueba al tener en cuenta que más de la mitad de la muestra de varones entrevistada (53.6 %), así como cerca de una tercera parte de las mujeres (29.3 %) consume cerveza. Después de la cerveza, el segundo tipo de bebida en orden de preferencia son los destilados, teniendo en cuenta que casi una tercera parte de la población (23.6 %) consume destilados (siendo mayor su consumo en mujeres que en hombres) además de que el consumo de estas bebidas se incrementó significativamente entre los adolescentes (tanto hombres como mujeres) del año 2002 al 2011. El tercer lugar en orden de preferencia lo tienen los vinos de mesa, ya que el 6.6 % de la población entrevistada los prefirió, aunque hubo pocas diferencias significativas entre hombres y mujeres en el consumo de los vinos. Mientras que las bebidas preparadas apenas las consumió el 4.4 % de la población encuestada, con pocas diferencias significativas tanto entre adolescentes y adultos como entre hombres y mujeres. Finalmente, el aguardiente y el alcohol del 96ˇr fueron las

CAPÍTULO 2. EPIDEMIOLOGÍA DEL CONSUMO DE ALCOHOL EN MÉXICO8 únicas bebidas cuyo consumo reportado en esta encuesta demuestra una disminución significativa desde el 2002.

2.2.2.

Frecuencia de consumo y patrones de consumo de alcohol en la población general

Con respecto a la frecuencia de consumo de alcohol en la población de entre 12 a 65 años, en la ENA 2011 se reportó un aumento significativo en las tres categorías de análisis entre las encuestas del 2002 y la actual: El indicador de consumo A LGUNA VEZ EN LA VIDA pasó de 64.9 % a 71.3 %, el indicador de consumo D URANTE LOS ÚLTIMOS DOCE MESES registró un aumento de 46.3 % a 51.4 %, y el crecimiento proporcionalmente mayor se presentó en el indicador de consumo D URANTE EL ÚLTIMO MES ya que éste pasó de 19.2 % a 31.6 %. Al analizar los datos por sexo, también se observó que la frecuencia de consumo de alcohol aumentó significativamente de 2002 a 2011 ya que el indicador de consumo A LGUNA VEZ EN LA VIDA en los hombres creció de 78.6 % a 80.6 % y en las mujeres este indicador pasó de 53.6 % a 62.6 %. El indicador de consumo D URANTE EL ÚLTIMO AÑO en las mujeres pasó de 34.2 % a 40.8 %, mientras que en los hombres el incremento se registró entre 2008 y 2011 (55.9 % a 62.7 %). Finalmente, el indicador de consumo D URANTE EL ÚLTIMO MES entre 2002 y 2011 registró un aumento en los varones de 33.6 % a 44.3 %, mientras que en las mujeres, la frecuencia de este tipo de consumo se incrementó de 7.4 % a 19.7 %. Con respecto a la dimensión PATRÓN DE CONSUMO, se observaron variaciones importantes de 2002 a 2011 ya que el consumo diario de bebidas alcohólicas disminuyó (del 1.4 % al .8 %), el índice de bebedores consuetudinarios fue similar (5.6 % a 5.4 %), mientras que el porcentaje de dependencia se incrementó significativamente (4.1 % a 6.2 %). Es importante señalar que el índice de consumidores altos se mantuvo estable entre 2008 y 2011 (32.0 % y 32.8 %). Además, al analizar los patrones de consumo de alcohol por sexo de 2002 a 2011, en la ENA 2011 se halló que la dependencia en los hombres aumentó del 8.3 % al 10.8 %, mientras que en las mujeres, la dependencia se triplicó, ya que pasó del 0.6 % al 1.8 %. El consumo consuetudinario en los varones se mantuvo estable (9.7 % y 9.6 %) y en las mujeres disminuyó del 2.3 % al 1.4 %, mientras que el consumo diario también se redujo significativamente. Esto indica que en nuestro país, el patrón de consumo más observado en la

CAPÍTULO 2. EPIDEMIOLOGÍA DEL CONSUMO DE ALCOHOL EN MÉXICO9 población es el alto (beber muchas copas por ocasión de consumo), y que la dependencia a las bebidas alcohólicas también ha aumentado tanto en hombres como en mujeres, además de que parece ser que las mujeres presentan mayores dificultades para evitar presentar la condición médica de dependencia al alcohol.

2.2.3.

Frecuencia de consumo y patrones de consumo de alcohol en la población adolescente del 2002 al 2011

En la ENA 2011, se halló que la frecuencia de consumo de bebidas alcohólicas en la población de entre 12 y 17 años de edad aumentó de manera significativa cuando se comparan estas frecuencias con las que se reportaron en el 2002, ya que en el indicador Alguna vez en la vida se registró un aumento del 35.6 % al 42.9 %, en el indicador Consumo en el último año, la frecuencia del consumo pasó del 25.7 % al 30 % y finalmente, en el indicador Consumo en el último mes la frecuencia del consumo de alcohol se incrementó del 7.1 % al 14.5 %. El aumento de la frecuencia del consumo en el último mes se vuelve especialmente notoria al analizar los datos según el sexo de los participantes porque mientras en el 2002, el 11.5 % de los hombres mostraba esta frecuencia de consumo, en el 2011 este porcentaje aumentó hasta el 17.4 %. Y Por su parte, mientras que en el 2002, tan sólo el 2.7 % de las mujeres encuestadas reportó haber tomado alcohol durante el último mes, en el 2011, el 11.6 % de las mujeres encuestadas reportaron consumir alcohol con la frecuencia antes mencionada. Con respecto a los patrones de consumo de alcohol, en este sector etario de la población se encontró que el consumo diario de bebidas alcohólicas se mantuvo estable (del 0.3 % al 0.2 %) y además, el consumo consuetudinario disminuyó del 1.8 % al 1 %. sin embargo, la dependencia al alcohol sí registró un aumento significativo ya que pasó del 2.1 % al 4.1 %. El aumento en el porcentaje de personas que reportaron problemas de dependencia al alcohol también puede notarse al analizar la población por sexo, siendo de especial preocupación que el porcentaje de hombres dependientes al alcohol se duplicó, ya que éste se incrementó del 3.5 % al 6.2 %, y por si esto fuera poco, este dato en las mujeres resulta más desalentador, ya que se observa que el porcentaje de mujeres dependientes al alcohol se triplicó, al pasar del 0.6 % al 2 %

CAPÍTULO 2. EPIDEMIOLOGÍA DEL CONSUMO DE ALCOHOL EN MÉXICO10

2.2.4.

Frecuencia de consumo y patrones de consumo de alcohol en la población adulta, del 2002 al 2011

En lo que respecta al grupo etario de 18 a 65 años (en cuyo rango de edad se encuentra la población que es objeto de estudio de este trabajo: los estudiantes universitarios), en la ENA 2011 se encontró que, en general, este sectór consume todavía más alcohol que los adolescentes, por lo que es de esperarse que la frecuencia de consumo haya aumentado. Esto se comprueba al observar que el porcentaje de adultos que han probado bebidas alcohólicas alguna vez en la vida pasó de 72 % a 77.1 %, que en el indicador de frecuencia en los últimos doce meses se registró un incremento del 51.3 % a 55.7 % y finalmente, el porcentaje de adultos que ha consumido alcohol durante el último mes también aumentó, al pasar del 22.2 % a 35 %. Al analizar la frecuencia de consumo de alcohol con respecto al sexo de los participantes de la ENA 2011, se observa que en los hombres, la frecuencia de consumo Alguna vez (80.8 % en el 2008 al 88.1 % en el 2011) y durante el último año (62.6 % en el 2008 al 69.3 % al 2011) creció significativamente, mientras que en el porcentaje del indicador durante los últimos 30 días se registraron aumentos significativos entre las 3 encuestas. (39.7 % a 50 %), mientras que en las mujeres adultas el aumento en la frecuencia del consumo de alcohol también fue significativo en las tres frecuencias de consumo de 2002 a 2011 (58.8 % a 67 % Alguna vez en la vida, 37.1 % a 43.2 % últimos 12 meses y 8.5 % a 21.2 % últimos 30 días). Con respecto a los patrones de consumo, se encontró que en esta población, de 2002 a 2011 el consumo diario se mantuvo practicamente igual (del 1.6 % al 0.9 %), el consumo consuetudinario es menor en el 2011 (pasó del 6.5 % en el 2002 al 6.3 % en el 2011) y la dependencia aumentó significativamente al pasar de 4.6 % a 6.6 % (incrementó 1 % entre 2008 y 2012), mientras que el consumo alto entre 2008 y 2011 también se mantuvo prácticamente igual (pasó del 36.2 % al 36.5 %. Al analizar los patrones de consumo de acuerdo al sexo de los participantes, también se observó una tendencia bastante similar a la que se reportó con respecto a la frecuencia de consumo porque los hombres incrementaron su nivel de dependencia (9.6 % a 11.8 %) al igual que las mujeres (0.7 % y 1.7 %), mientras que el consumo consuetudinario se mantuvo estable en los hombres (11.8 % y 11.3 %) y en las mujeres disminuyó (2.4 % a 1.6 %), y finalmente,

CAPÍTULO 2. EPIDEMIOLOGÍA DEL CONSUMO DE ALCOHOL EN MÉXICO11 se halló que el consumo diario bajó y el consumo alto se mantuvo igual entre 2008 y 2011 en ambos sexos.

2.2.5.

Edad de inicio en el consumo de alcohol

Finalmente, con respecto a la dimensión EDAD DE INICIO EN EL CONSU MO DE ALCOHOL , se observó que, mientras que en el 2008, 49.1 % personas entrevistadas reportaron empezar a beber alcohol antes de los 17 años, este porcentaje de ocurrencia se incrementó significativamente en el 2011, llegando a 55.2 %. Respecto a otros grupos de edad, el 45.7 % en 2008 y 38.9 % en 2011 iniciaron entre los 18 y 25 años. Sólo el 5.3 % en 2008 y el 5.9 % en 2011 consumieron alcohol por primera vez entre los 26 y 65 años. Los resultados que se observaron en esta dimensión por sexo muestran que en 2008 el 56.8 % de los hombres y el 38.9 % de las mujeres iniciaron su consumo de alcohol a los 17 años o menos en 2011 estos porcentajes aumentaron a 64.9 % y 43.3 % en la encuesta del 2011, respectivamente. Estos datos confirman el hecho de que tanto hombres como mujeres comienzan a beber alcohol a edades cada vez más tempranas, lo cual es un problema considerable de salud pública debido a que las bebidas alcohólicas causan trastornos más graves conforme la edad del consumidor(a) es menor.

Capítulo 3 Factores que influyen en el consumo de alcohol En concordancia con estas conclusiones, Medina-Mora, Natera-Rey y Borges (2002) señalan que el fenómeno del alcoholismo se considera un problema de salud social pública recurrente en México, ya que este afecta todas las esferas de la vida social del mexicano: vida personal, familiar, colectiva y económica, ya que en su estudio, estos autores señalan que las tendencias de consumo de alcohol en nuestro país dependen de varias variables de tipo social, entre ellas se encuentran: la economía global; en los países industrializados se tiende a consumir más alcohol que en los países en vías de industrialización. Sin embargo, al analizar la relación entre la frecuencia de consumo y el poder adquisitivo de las personas, estos autores encontraron que dentro de los países con amplio poder adquisitivo, sus pobladores destinan poco dinero de su salario para conseguir y consumir bebidas alcohólicas, en contraste, dentro de los países con limitado poder adquisitivo, sus pobladores destinan un amplio porcentaje de sus salarios a la adquisición y consumo de bebidas alcohólicas.

Pero no sólo el poder adquisitivo de las personas puede influir en sus patrones de consumo de alcohol, otra variable que influye de manera notable en estos patrones de consumo son los patrones de personalidad de dichas personas. Es así que al estudiar los patrones de personalidad de personas que consumían bebidas alcohólicas frecuentemente, Angiano, Vega, Nava y Soria (2010) hallaron que las personas que consumen esta sustancia manifiestan conductual y cognitivamente la necesidad de estrechar sus principales redes sociales (es 12

CAPÍTULO 3. FACTORES QUE INFLUYEN EN EL CONSUMO DE ALCOHOL 13 decir, que necesitan consumir para intercambiar más fácilmente pensamientos y emociones con sus familiares y amigos). Además, estos autores encontraron que la mayoría de los consumidores de alcohol consumen esta sustancia porque perciben que les ayuda a manifestar emociones (principalmente tristeza, felicidad) y enojo mediante topografías conductuales más evidentes que aquellas que estos individuos manifiestan cuando no consumen bebidas alcohólicas. Estos autores añaden que las personas que ya tienen arraigado el hábito de consumir alcohol solían ceder fácilmente ante la insistencia que le hacen otros bebedores para que el individuo consuma bebidas alcohólicas. A su vez, Mora-Ríos y Natera-Rey (2001) proponen el estudio de las expectativas hacia el consumo de alcohol como variables predictoras del consumo de alcohol que manifestaron jóvenes universitarios del Distrito Federal, encontraron que los jóvenes consumidores consideran que el hecho de beber alcohol incrementa la diversión y la felicidad, facilita el establecimiento de relaciones sociales y disminuye el estrés y la ansiedad. Es por los patrones de personalidad de riesgo que encontraron Angiano, Vega, Nava y Soria (2010) así como por las expectativas ya mencionadas por Mora-Ríos y Natera (2001) que se considera al consumo cotidiano de alcohol, por sí sólo, como un complejo problema de salud pública.

Capítulo 4 La conducción de automóviles bajo la influencia de bebidas alcohólicas Según Groeger y Rothengatter (1998; citados en Ledesma, Peltzer y Poó, 2008) la Psicología del Tránsito se define como aquella rama aplicada de la psicología cuyo objeto de estudio es el comportamiento de los usuarios del tránsito (conductores de la gran diversidad de vehículos que existen, así como peatones) y los procesos psicológicos subyacentes a estos comportamientos (motivaciones, intenciones, actitudes, etc.) y cuyo objetivo es intervenir para mejorar la seguridad de los usuarios del tránsito. Como se verá más adelante, uno de los principales factores de riesgo que comprometen la seguridad de los usuarios del tránsito es la conducción de un vehículo por parte de una persona que ha consumido bebidas alcohólicas. Por ejemplo, Rosello, Munar, Justo y Arias (1995) revisaron los efectos de la alcoholemia (gramos de alcohol por litro de sangre) sobre dos de las habilidades que se consideran esenciales para conducir: la atención dividida (la capacidad de realizar dos o más conductas de manera simultánea) y el cambio atencional (la capacidad de atender e interpretar la información sensorial que una persona recibe de dos o más estímulos distintos). En sus experimentos, estos autores encontraron que aun con niveles de alcoholemia cercana al cero, los participantes que habían bebido alcohol cometieron numerosos errores en la realización de las dos tareas, lo que llevó a estos investigadores a concluir que para evitar que los conductores de vehículos causaran accidentes por manejar en estado de ebriedad, no era suficiente con establecer límites a los niveles de alcoholemia permitidos para manejar, sino que además, se debía someter al conductor alcoholizado a la realización de pruebas en las cuales este llevara a cabo conductas que sólo 14

CAPÍTULO 4. LA CONDUCCIÓN DE AUTOMÓVILES BAJO LA INFLUENCIA DE BEBIDAS ALCO se pudieran hacer de forma adecuada si la sangre no presenta alcohol en su circulación, pero no sólo se deben mejorar los controles de alcoholemia que realizan las autoridades reguladoras del tránsito, sino que también se deben establecer estrategías de intervención con los conductores de automoviles, ya que ka desestimación de los numerosos riesgos de conducir por parte del conductor que se encuentra en estado de ebriedad se considera bastante grave por numerosas instituciones. Por ejemplo, el Observatorio Nacional de Lesiones perteneciente al Consejo Nacional de Prevención de Accidentes (2013) emitió un Perfil Nacional sobre esta problemática, en el cual se establece que en el año 2012, se registraron 746 mil vehículos accidentados, y que del total de estos siniestros, más de 28 mil fueron provocados porque los conductores involucrados se encontraban en estado de ebriedad. En cuanto a lo señalado en el Perfil de la Ciudad de México elaborado por este Observatorio (2013), en el año 2012 se registraron 18193 accidentes viales, de los cuales, 560 estuvieron relacionados con la conducción en estado de ebriedad. Por si esto no fuera poco, según Rojas (2013), aproximadamente 200 mil conductores, principalmente jóvenes, conducen en estado de ebriedad durante las noches de los días jueves, viernes y sábados, lo cual ha contribuido a que actualmente, según la Fundación por un mundo libre de drogas, el alcohol, cuando es un factor presente en accidentes, homicidios y suicidios, genere índices de muerte más altos que todas las otras drogas combinadas. Sin embargo, aún con estos alarmantes datos sobre las consecuencias fatales de conducir en estado de ebriedad, los jóvenes continúan ejecutando esta conducta de alto riesgo. En el siguiente apartado se revisaran algunas de las causas de la perpetuación de esta conducta.

Parte II Antecedentes teóricos y empíricos sobre el tema

16

17 Medina-Mora, Natera-Rey y Borges (2002) así como Angiano, Vega, Nava y Soria (2010) hallaron que el consumo de alcohol en el mundo se encuentra muy relacionado con el género de las personas, el cual es un constructo que consiste en el conjunto de las reglas sociales diferenciales que el grupo macrosocial les asigna a los hombres y a las mujeres. En las sociedades occidentales, el consumo de alcohol por parte de los varones es socialmente aceptado y fomentado; es así como puede entenderse que en este tipo de sociedades la mayor parte de la población masculina sea la que tienda hacia un patrón excesivo de consumo de alcohol. Sin embargo, el consumo de alcohol es ampliamente desaprobado en las sociedades occidentales, aun a inicios del siglo XXI; esta desaprobación social hacia el consumo de esta sustancia en mujeres es la que principalmente influye para que la mayoría de estas tienda a abstenerse de ingerir bebidas alcohólicas, o bien, en las mujeres consumidoras, su consumo tiende a ser bajo. Además, otra variable sociodemográfica que suele influir en los patrones macro sociales de consumo de bebidas alcohólicas es la edad de las personas, en las sociedades de Occidente es socialmente tolerado que individuos jóvenes (sean hombres o mujeres) consuman bebidas alcohólicas con frecuencia y en exceso; además, los medios masivos de comunicación generan en los jóvenes la necesidad de consumir alcohol asociando esta sustancia con la percepción de mayor diversión en fiestas, también lo asocian con la facilitación del establecimiento de las relaciones interpersonales y con la disminución del estrés y la ansiedad. Es por eso que los autores antes mencionados identifican que el mercado de las bebidas alcohólicas se dirige hacia la población joven, y que se les alienta a beber alcohol principalmente en contextos lúdicos, tales como fiestas (bajo la modalidades de consumo libre de alcohol o de disponibilidad de alcohol en todo momento) y concursos con juegos, en los cuales incluso se suele premiar a los ganadores con bebidas alcohólicas. Son estas estrategias mercadotécnicas que ejercen los bares y antros para incentivar el consumo de alcohol las que llevan a los autores a concluir que en las sociedades occidentales se fomentan en las personas en general, actitudes favorables hacía el consumo de bebidas alcohólicas. Además Monteiro (2013) señala que las industrias comercializadoras de bebidas alcohólicas tienen un amplio margen de acción en América Latina para producir y comercializar dichas bebidas ya que han consolidado no sólo su poder comercial, sino también político, y este último puede servirles para debilitar la mayoría de las acciones jurídi-

18 cas encaminadas a regular la producción, comercialización y regulación de la publicidad de las bebidas alcohólicas que producen.

Capítulo 5 Actitudes y expectativas hacia el consumo de alcohol 5.1.

Actitudes hacia el consumo de alcohol

Además de las variables sociodemográficas y los hábitos de consumo de bebidas alcohólicas, el estudio de las actitudes y de las expectativas hacia el consumo de alcohol no sólo tiene el potencial para explicar las principales razones por las cuales una persona consume esta sustancia, sino que además estos constructos podrían explicar de manera confiable porque las personas conducen vehículos bajo el efecto de las bebidas alcohólicas. Según Summers, 1996; Barón y Byrne, 1998; y Myers, 2000 (citados en Ponce y Escurra, 2011), las actitudes se definen como las predisposiciones humanas a colocarse de acuerdo o en desacuerdo con respecto a determinados objetos sociales. Las personas manifiestan dichas predisposiciones en la forma de creeencias, sentimientos e intenciones de conducta cuando la persona se encuentre frente a los objetos sociales en cuestión, con el objetivo de interpretar la realidad de la manera más rápida y coherente posible, con el fin de invertir la menor energía que utiliza el cuerpo humano para ejecutar los procesos cognitivos. A contincuación se describen algunos hallazgos cuyo objetivo fue buscar una relación entre las actitudes hacía el consumo de alcohol y el consumo de esta sustancia en conductores de dos países diferentes. Olivera, Planes, Cunill y Grass (2002), al evaluar mediante una escala Likert de actitud si jóvenes españoles su conocimiento de los límites de alcoholemia 19

CAPÍTULO 5. ACTITUDES Y EXPECTATIVAS HACIA EL CONSUMO DE ALCOHOL 20 permitidos para manejar, sus creencias sobre los efectos del alcohol sobre las habilidades de conducción, así como sus actitudes hacia el consumo de esta sustancia, encontraron que tan sólo un poco más de la mitad de su muestra conocía los límites de alcohol permitidos para manejar, además hallaron que aunque los jóvenes admitían que no había ningún método confiable para ocultar el aliento etílico, y por consiguiente, el haber consumido alcohol antes de conducir, la mayoría de estos subestima considerablemente los efectos de, sobre todo, dosis bajas de alcoholemia sobre sus cuerpos y sobre las habilidades para conducir (es decir, creen que el alcohol no es tan dañino sobre las habilidades de conducción). Finalmente, estos autores encontraron que los jóvenes de su muestra consideraron al alcohol como menos perjudicial para su cuerpo a medida que tomaban más copas de esta sustancia, por lo que se puede concluir que a actitudes más positivas hacia el consumo de alcohol, hay menor consideración de los riesgos que el beber representa para la conducción. En apoyo a los resultados mencionados en el párrafo anterior, Ponce y Escurra (2011) estudiaron las actitudes que 454 conductores de diferentes edades, niveles de escolaridad y estado civil en Lima, Perú (a los cuales se les habían confiscado sus licencias de conducir) manifestaron ante el consumo del alcohol. Con respecto a la edad, estos autores encontraron que los conductores de entre 16 y 25 años perciben que el alcohol les ayuda a disminuir su ansiedad y estimula mejor sus habilidades de conducción (es decir, tienes actitudes más positivas hacia el mezclar el alcohol con el volante), mientras que los conductores de entre 36 y 70 años perciben que el alcohol disminuye sus capacidades de atención, juicio y conducción del vehículo, es decir, que estos conductores demostraron actitudes preventivas hacía el consumo de alcohol. Con respecto al tipo de conductor, estos autores encontraron que los conductores de transporte público tienen actitudes más positivas hacia la conducción en estado de ebriedad, sobre todo en la búsqueda del alcohol como medio para disminuir el estrés, que los conductores particulares. Asimismo, los conductores que poseen escolaridad básica (primaria y secundaria) tienen las actitudes más positivas hacia la conducción en estado de ebriedad comparados con los conductores que poseen escolaridad media y superior (bachillerato, licenciatura y posgrado), los cuales demuestran actitudes preventivas hacia el alcohol, y finalmente estos autores también encontraron que los conductores que eran casados manifestaron actitudes preventivas hacia

CAPÍTULO 5. ACTITUDES Y EXPECTATIVAS HACIA EL CONSUMO DE ALCOHOL 21 el consumo de alcohol ya que declaraban que el alcohol era perjudicial para la salud y procuraban abstenerse de conducir en estado de ebriedad, mientras que los conductores solteros y en amasiato, manifestaron actitudes más positivas hacia el consumo de alcohol y subestimaban más los efectos de esta sustancia sobre su salud y sobre sus habilidades de conducción.

5.2.

Expectativas hacia el consumo de alcohol

Con respecto a las expectativas hacia el consumo de alcohol, Mora-Ríos y Natera-Rey (2001), definen este constructo como la anticipación de una relación sistemática entre un evento (en el caso de este estudio, el evento a evaluar es el consumo de bebidas alcohólicas) y sus consecuencias en una situación futura. Asimismo, en el estudio antes citado, las autoras hipotetizaron que ya que las expectativas hacia el consumo de alcohol, a diferencia de las actitudes hacia el alcohol, son creencias que tienen un componente lógico de causaefecto, el cual las personas verbalizan a través de enunciados que tienen la forma de hipótesis, esto es, se expresan así: Si... entonces... (Por ejemplo: Si bebo unas cuantas copas en una fiesta, entonces podré platicar más tiempo con la chica que me atrae) entonces, las expectativas hacia el consumo de alcohol tienen un mayor poder predictivo que las actitudes para anticipar si la población de estudio consumirá o no consumirá una bebida alcohólica en una situación futura. Con el fin de probar esta hipótesis, estas autoras evaluaron las expectativas hacia el consumo de alcohol (con el cuestionario AEQ: Expectativas hacia el consumo de alcohol, el), así como los patrones de consumo y los problemas asociados al consumo de alcohol que manifestaron estudiantes universitarios de la Ciudad de México. Cabe aclarar que Mora-Rios y Natera-Rey sólo tomaron en cuenta al 82.8 % de la muestra total de estudiantes (la cual se conformó por 678), ya que el porcentaje restante de estudiantes reportó no haber consumido ninguna bebida alcohólica al momento de la realización de este estudio, mientras que los estudiantes que si fueron considerados en el análisis de las expectativas hacía el consumo de alcohol reportaron tener patrones de consumo moderados y altos de estas sustancias. Las autoras encontraron diferencias significativas entre las siguientes subescalas del AEQ y los patrones de consumo de alcohol:

CAPÍTULO 5. ACTITUDES Y EXPECTATIVAS HACIA EL CONSUMO DE ALCOHOL 22 Expresividad verbal (F=22.72, gl=1, p
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