Aragonia Sacra: Heráldica episcopal

June 8, 2017 | Autor: M. Monreal Casamayor | Categoria: Heraldry, Heráldica eclesiástica, Heraldic, Heráldica, Heraldica, Heráldica institucional
Share Embed


Descrição do Produto

Artículo publicado en la revista Aragonia Sacra (Vol. XVI-XVII, 2002)

1

HERÁLDICA EPISCOPAL: GENERALIDADES EN LAS DIÓCESIS ARAGONESAS

Manuel Monreal Casamayor*

PRÓLOGO Sabemos que en un episcopologio lo que prima es la serie o catálogo, como relación ordenada, de los obispos que han desarrollado su actividad pastoral en una diócesis. Si el episcopologio no se detiene en el catálogo, trae una serie de noticias del prelado concernientes a su naturaleza, progenitores, estudios, cargos ocupados antes de acceder al episcopado, fechas de su elección (con su título “in partibus”) y toma de posesión, labor desarrollada durante su gobierno, si ha cambiado de diócesis o promocionado a arzobispo, patriarca o cardenal, de las mercedes y condecoraciones recibidas, etc, y noticias sobre su muerte y enterramiento. Hay episcopologios que van más lejos adjuntando al estudio biográfico la descripción de los escudos de armas (también de los sellos) que han usado a lo largo de su vida en las diócesis que han pastoreado. Si se aportan los escudos con su diseño, descripción y motivos justificativos de elección de las armas el episcopologio se convierte en un armorial, voz francesa con el significado de conjunto de armerías, en este caso, de los obispos de una diócesis. Un modelo a imitar, como mínimo, sería el Armorial de los Arzobispos de Tarragona (sede de la que fue sufragánea la de Zaragoza) compuesto en 1946 por el Académico de la Historia, Dr. D. José Gramunt. En cuanto a las generalidades heráldicas de las que vamos a ocuparnos, se dirigirán preferentemente al escudo de armas y en un segundo escalón al prelado origen del mismo. El tema es amplísimo pues de un armorial podemos estudiar: 1. La forma exterior o boca del escudo. 2. De sus timbres: cruz, mitra, báculo, capelo y borlas...si los traen correctamente dispuestos, mal dispuestos o si no trae timbres y por qué. 3. Del empleo de la divisa: de su composición y disposición en el escudo; si va en latín o en español; de su extensión. 4. De los posibles escudos diferentes por la boca o por el contenido del campo que un prelado ha podido utilizar en una o más diócesis y su comparación según aparezcan en los armoriales.

* Diplomado

Superior en Genealogía, Heráldica y Ciencias afines. [email protected]

2

5. De la composición de las armas: en uno o más cuarteles; si usa armas de linaje, de devoción, de su religión o diversas y por qué. 6. En cuanto a la persona del prelado: su origen geográfico, su extracción social, estudios y cargos antes de su elevación al episcopado y las consecuencias de estas circunstancias en la elección de su escudo de armas...y un largo etcétera que nos llevaría, si tocásemos todos los puntos, a un trabajo laborioso y extenso que no es el caso de este estudio. Por tanto, tocaremos los puntos que sean más llamativos para que el lector, a la vista de un escudo episcopal pueda apreciar la serie de datos que de su contemplación pueden obtenerse. OPORTUNIDAD DEL TEMA "Resulta difícil hablar de heráldica eclesiástica en circunstancias tan poco propicias como las actuales, (año 1983) en las que el predominio de lo democrático e igualitario excluye como “error vitando” todo lo que suene a nobiliario, jerárquico, legal o institucional". Con este sentimiento comienza el Dr. Riesco Terrero, Profesor Numerario de la Universidad Complutense de Madrid, un trabajo1 de heráldica eclesiástica que yo colocaría como "Lema" del mío si en el epígrafe se anunciara un trabajo de opinión y no de investigación sobre un tema tan concreto, que no nos permitirá salirnos apenas del guión, como el de Generalidades de la Heráldica Episcopal en las Diócesis Aragonesas. Hoy, septiembre de 2002, serenados los ánimos y todos más tolerantes con las ideas de los demás resulta normal tratar este tema en cualquier publicación, y además conveniente, sobre todo en Aragón donde tantas carencias arrastramos en esta materia, aliviadas en parte por la gran labor de investigación y publicación de ese infatigable oscense, Santiago Broto Aparicio, que se ha ocupado de la sigilografía y heráldica de la diócesis de Huesca, de su catedral y de la Basílica de San Lorenzo. Aragonia Sacra, atenta a los temas de actualidad, lanza este número monográfico heráldico sobre un capítulo de la historia del ceremonial de la Iglesia, en vías de amortización, y que si no servirá para relanzarlo al menos nos consolará en la nostalgia a los estudiosos del tema y a los amantes de las tradiciones bellas.

1

Elementos Heráldicos de la Sigilografía Eclesiástica no Pontificia. Hidalguía. Revista de Genealogía, Nobleza y Armas nº 178-179. Madrid 1983.

3

FUENTES. Aparte de los catálogos sensu stricto y de catálogos con noticias biográficas normalmente incluidos en publicaciones que tratan también otros temas (Diccionario de Madoz, Teatro Histórico de Fray Lamberto de Zaragoza, Zaragoza Artística de los hermanos Gascón de Gotor,...etc) que, en su mayoría, no traen los escudos de armas representados, ni descritos, ni siquiera los nombran, las publicaciones que nos han servido fundamentalmente para este estudio han sido: la Zaragoza Monumental de Antonio Magaña de 1919, ampliado el tema por Blasco Ijazo en sus Obispos y Arzobispos que han regido la Diócesis de Zaragoza, de 1959; el Armorial de los Arzobispos de Zaragoza de 1986 2, del que esto suscribe y más próximos los escritos de Broto Aparicio, notablemente sus apuntes de Sigilografía y Heráldica de los Obispos de Huesca, de 1994. Como obra interesante citaremos la del canónigo Francisco de Paula Moreno y Sánchez titulada Noticias Biográficas y Heráldicas de los Obispos Auxiliares de Zaragoza (1895), donde describe en términos heráldicos correctos las armas de los prelados aunque no las representa. Estos textos se completan con los escudos episcopales tomados de publicaciones diversas (Linajes de Aragón entre otros) y con los escudos por mí fotografiados durante más de veinte años, lo mismo en templos, fachadas, museos o documentos. El cuadro del heraldista Ramón Medel “Zaragoza: Iglesia Metropolitana” de aproximadamente el año 1850 y propiedad del Ayuntamiento de Zaragoza, ayuda al estudio del campo del escudo pero no trae insignias eclesiásticas en ellos ni otras particularidades exteriores pues todos los escudos tienen boca uniforme: cuadrilonga rectangular de base conopial. HERÁLDICA Comentarios aparte, empezaremos diciendo que los tratadistas antiguos que cultivaron esta disciplina la definen como la Ciencia del Blasón, de la que se ocupaban oficiales de armas (Farautes, Persevantes, Heraldos, Reyes de armas) o Ciencia Heróyca según el lenguaje caballeresco, entendiendo por blasón todo signo, figura o emblema con que se distinguen unos de otros los reinos, provincias, ciudades, pueblos, familias e individuos. Hoy la Heráldica, sin olvidar su pasado caballeresco y nobiliario, es considerada ciencia auxiliar de la Historia, y no la menos importante, ya que nos enseña a descifrar, componer, explicar y describir con acierto los escudos de armas de no importa qué tipo y colocados en los más diversos 2

Trabajo de Diplomatura en la Escuela de Genealogía, Heráldica y Nobiliaria. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid, 1986. Inédito.

4

lugares, permitiendo al investigador extraer del blasón y del lenguaje misterioso que de él emana, noticias no escritas y que completan o matizan el documento: conocimientos de personajes y fechas sobre la ejecución de una obra larga en el tiempo como catedrales, monasterios etc, y dentro de estas construcciones sobre los objetos litúrgicos que atesoran, notables por su riqueza artística y material, los suntuosos ropajes eclesiales, y también los nombres de los benefactores que costearon tal retablo o el linaje titular de una capilla con derecho e enterramiento familiar. HERÁLDICA ECLESIÁSTICA La Heráldica abarca un tan amplio espectro temático que necesita del complemento de un adjetivo para enumerar cada campo de actuación de la misma: real, nobiliaria, gentilicia, municipal, universitaria, militar o eclesiástica y ésta a su vez comprende dos grandes grupos: la pontificia (la que rige en la curia vaticana) y la no pontificia; en ésta se incluye la episcopal referida a los obispos, fundamentalmente diocesanos y también a los arzobispos (obispos de las archidiócesis), que son de los que trataremos mayormente, en este estudio. Existen otro tipo de obispos: cardenal-obispo, que en las diócesis aragonesas fue primero obispo o arzobispo3; el obispopríncipe propio de otros países y que no vamos a tocar aquí, limitándonos al tema concreto que nos ocupa aunque para desarrollarlo debamos adelantar unas nociones de heráldica eclesiástica necesarias para poder comprender todo lo que vamos a tratar, acompañadas de los correspondientes ejemplos. Para la teoría así como para la reproducción de algunos gráficos, he consultado los tratados de heráldica, en su apartado eclesiástica, de Vicente de Cadenas, Ignacio Vicente Cascante y Costa y Turell entre otros, y sobre todo la heráldica eclesiástica de Monseñor Bruno Bernad HEIM . Origen Aunque el origen de las armerías fue en principio un signo de exclusiva distinción militar, los clérigos, aunque exentos de armas pero hijos de nobles poseedores de armerías, las empiezan a usar, a finales del siglo XII, siendo lo más característico de las mismas los timbres con las insignias propias de su dignidad, jurisdicción y cargo (Tiara y llaves para los papas; mitra, báculo, capelo, cruces etc. para los demás). Nace así la heráldica eclesiástica como la primera después de la militar. En el siglo XIII los eclesiásticos la trasmiten ya a las comunidades religiosas. 3

Excepto Don Antonio María de Cascajares y Azara (1901) que aunque no tomó posesión llegaba a la archidiócesis siendo cardenal, y D. Francisco de Paula Benavides y Navarrete.

5

En España hace su aparición en el siglo XIII, bien entrado, y no se generaliza hasta el comienzo del siglo XV en los albores del Renacimiento. Por lo que se refiere a la heráldica de monasterios, abadías, catedrales, casas de religiosos, etc., no adoptan escudo de armas de forma habitual hasta finales del siglo XIV, aunque con excepciones pues las grandes abadías monacales, bien a la zaga de este movimiento, no lo hacen hasta finales del siglo XV. Antecedentes Los antecedentes de la heráldica eclesiástica los podemos encontrar remontándonos al año 1166 en que el Papa Alejandro III (1159-1181), (durante cuyo pontificado hubo nada menos que cuatro antipapas sucesivos), decreta y determina que todos los documentos que se remitan a la Corte Pontificia vayan debidamente sellados (el sello, no lo olvidemos es el antecedente próximo del escudo de armas) careciendo de valor legal aquellos en los que no concurra esta circunstancia, fallecidos los testigos ante quiénes se redactaron y aun en el caso de que hubieran estado extendidos ante un escribano. Esta disposición obliga a las diócesis, conventos, iglesias etc. al empleo de un sello propio con signos, armas o emblemas diferenciados, cuyo uso se generaliza en el siglo XIV, como ya hemos dicho, siendo los adoptados por iglesias y conventos los del Santo de la devoción al cual están dedicados, los emblemas propios de su religión, y otros. Este sello sirve para distinguir y acreditar el origen de los documentos, la diócesis (iglesia, convento, etc.) que los despacha y en el caso de las diócesis el Ordinario cuya firma les da validez. Presentamos en las figuras 1, 2 y 3 el sello de la Colegiata de Santa María de Alcañiz (en cuya mitad inferior van las armas del Papa Luna como reconocimiento a que fue él quien confirmó en 1411, a la Iglesia de Alcañiz como Colegiata e Insigne); el sello de la antigua Colegial de Aínsa y el sello del Monasterio de Sigena con la cruz octógona sanjuanista sobre el todo.

1. ALCAÑIZ

2. AÍNSA

6

3. SIGENA

Elección, composición, formas Las primitivas armas que adoptan los clérigos son las de los blasones gentilicios de su familia que las pueden usar puras, aun sin ser los primogénitos, pues por su calidad se extinguen en ellos al carecer de descendientes, al menos legítimos (lo mismo sucede con las mujeres que tampoco las transmiten). Naturalmente, desde un principio, existió una diferenciación entre los escudos de los clérigos y los de su familia empezando los obispos a timbrar los suyos con la mitra y el sombrero episcopal, antes incluso de que los nobles pusieran timbre alguno sobre los suyos durante el siglo XIV; y los timbraron así ya que su condición de eclesiásticos les impedía el ejercicio de las armas y por tanto hubiera resultado absurdo que timbrasen sus escudos con piezas de guerra como eran los yelmos y cimeras, aunque ejemplos disonantes los haya como las armas del obispo de Huesca, el alavés D. Eduardo María Sáenz de la Guarda (1815-1832), timbradas con casco y las del arzobispo D. Manuel María Gómez de las Rivas (18471858) que antes fue obispo de Jaca y que también timbra su escudo con casco, trayendo veintiún cuarteles en el campo del mismo. Fig. 4. Advirtamos a continuación que las leyes del blasón no parecen haberse hecho para componer las armas de los eclesiásticos pues estos normalmente optan por la libre elección de las mismas lo que provoca, no pocas veces, un recargamiento excesivo que impide al primer golpe de vista identificar el escudo con el personaje y diferenciarlo de los demás escudos, condición imprescindible de todo escudo bien organizado. Lo ideal, como en la heráldica en general, es componer un escudo de un solo cuartel conteniendo una sola pieza o una sola figura por la razón que acabamos de exponer. Así lo entendió y obró en consecuencia, D. Gregorio Galindo 4, obispo de Aulona y auxiliar del arzobispo de Zaragoza D. Manuel Pérez de Araciel y Rada, y desde 1736 hasta su muerte en 1756, obispo de Lérida. Como obispo auxiliar compuso sus armas en un escudo de boca trilobulada con la cruz y atributos de la pasión de Cristo en el campo y un lema que dice “VIVA JESÚS”. Un modelo de escudo a imitar. Un escudo de este prelado salvado de la devastación de Belchite durante nuestra última Guerra Civil, se halla ubicado en la fachada de una capilla en una calle del Belchite nuevo (el Sr. Galindo fue cura y Presidente Director del Seminario Arzobispal de la villa de Belchite) escudo que recreamos en la figura 5. El caso contrario lo tendríamos en el escudo de veintiún cuarteles anteriormente citado, o el de Don Alonso de Aragón (1478-1520) o el de Don Manuel María Gómez de las Rivas (1847-1858) con veintiún cuarteles 4

Ver Francisco de Paula Moreno y Sánchez: Noticias Biográficas y Heráldicas de los Obispos Auxiliares de Zaragoza.

7

igualmente cada uno, lo que para un escudo de pequeñas dimensiones conduce a un sobrecargamiento con armas irreconocibles. No obstante, los criterios aconsejados para su composición, en escudos de más de un cuartel, son estos: si se elige un escudo partido en pal, por lo tanto de dos cuarteles, se utilizará el primero para las armas de la silla episcopal (caso de los obispos) si las tuviese, lo que constituiría excepción; el segundo cuartel para las armas familiares si las tuviere y en caso contrario para las de su ideal religioso.

4. GÓMEZ de las RIVAS

5. GREGORIO GALINDO

Si el escudo conviene elegirlo cuartelado en cruz, se organizarán los cuarteles de esta forma: primero y cuarto para las armas de la silla episcopal, el segundo para las armas del linaje y el tercero para las del ideal religioso. Estas normas se incumplen sistemáticamente lo mismo en España que en Aragón. En las diócesis aragonesas constatamos que si el obispo procede de familia noble, lo que ocurría prácticamente hasta el siglo XX, las primeras armas que figuran en su escudo son las de su linaje y luego todas las demás. Si el obispo procede de extracción humilde compone su blasón bien con armas de devoción, bien con las de la diócesis, parlantes o las de su religión si llega al episcopado procedente de una orden religiosa. A veces y aunque no le corresponda, introduce en su escudo las armas de su apellido, que no de su linaje, pero esto puede perdonarse pues incluso algunos Papas incurrieron en esa anomalía heráldica. Tal el caso del Papa Pío IV (1559-1565) que era Médicis de Milán y no de Florencia a pesar de lo cual compuso su escudo con las armas de éstos (en oro, cinco roeles gules puestos 2-2-1 y el sexto, mayor, en el jefe, de azur, cargado de tres

8

flores de lis puestas 2-1), incorrectamente pues aunque eran familias homónimas no estaban emparentadas; no eran del mismo linaje. Por otra parte el prelado puede ocupar en su vida religiosa cargos de sucesiva mayor importancia por lo que puede verse compelido a aumentar los cuarteles o cambiarlos por otros, para introducir nuevos muebles que adecuen su escudo a la nueva situación jerárquica o condecoraciones ganadas posteriormente. Es el caso de D. Vicente Alda y Sancho preconizado en Roma obispo de Derbe para auxiliar de Zaragoza en 1886, obispo de Huesca en 1888 y arzobispo de Zaragoza de 1895 a 1901. Sus armas como Obispo de Huesca variaron, al pasar a Arzobispo de Zaragoza, no en el número de cuarteles pero sí en la boca del escudo (de cuadrilongo rectangular, apuntado en la base, a cordiforme); el tercer cuartel (torre) pasó al cuarto (armas de la ciudad de Huesca) que desaparece pues no lo conservó en su nuevo cargo; el tercer cuartel nuevo se ocupa con la figura de Cristo en el Gólgota acompañado de María y Juan (armas de devoción); las borlas se aumentan de seis a diez; la cruz pasa de simple a patriarcal cargándo el escudo con la insignia del palio en el jefe. Permanecen mitra y báculo, y la divisa DEI FACITE OMNIA IN GLORIAM. Figuras 6 y 7.

6. ALDA y SANCHO (JACA)

7. ALDA y SANCHO (ZARAGOZA)

Las formas de los escudos eclesiásticos fueron varias en el pasado pero fundamentalmente se utilizaron las de boca circular, posiblemente en recuerdo de la tonsura, y también los ovalados por influencia de los eclesiásticos romanos que adoptaron la forma del mítico ancile. En España el escudo circular es raro hallarlo, el ovalado algo más usado por arzobispos y cardenales pero ambos de uso restringido por ser estas formas dedicadas por los prelados a los sellos de validación.

9

La realidad es que se impuso para la mayor parte de los obispos el uso de los escudos propios de sus respectivas naciones, cambiantes según los tiempos, los territorios y las tendencias artísticas. En los episcopologios aragoneses hay escasez de escudos representados por lo que no podemos dar conclusiones definitivas sino aproximaciones de las formas exteriores del escudo. En líneas generales diremos que los obispos, hasta el siglo XVI incluido, usaron la boca ojival en sus diferentes versiones: alancetada, de triángulo curvilíneo (más o menos oblongo), la ojiva arrancando de la mitad en un escudo cuadrilongo (incluso de algo más hacia la punta); en el siglo XVII son mayoría los escudos de “boca española” (cuadrilongo de base redondeada o semicircular ) que se consolidan durante el siglo XVIII, al final del cual las formas se complican con la preponderancia de los escudos llamados cordiformes, de casulla o carlistas, que son los más usados en el siglo XIX a finales del cual aparece tímidamente el “escudo moderno” (cuadrilongo rectangular apuntado en la base) llamado así por ser el más práctico en razón a que su forma no quiebra ni decapita los muebles. No obstante lo dicho, salvo en el período ojival las demás formas se usan, aunque en minoría, en todas las épocas. Las formas heráldicas de los escudos arzobispales sólo las podemos estudiar en los retratos de los arzobispos sitos en la Sala Dorada o Sala de Retratos del palacio arzobispal y sólo a partir, por razones obvias, de D. Hernando de Aragón; no así en el cuadro “Zaragoza: Iglesia Metropolitana” de Ramón Medel que coloca las armas de todos los escudos dentro de una boca moderna pues Medel no tiene como meta, en su presentación, el hacer un estudio histórico-arqueológico de la heráldica de la Iglesia Metropolitana sino meramente descriptivo. De los 37 escudos que podemos estudiar se deduce que los Sres. Arzobispos tienen preferencias por estas tres grandes formas: el de boca española es el mayoritario con trece ejemplares, le sigue el ovalado con diez y el moderno con nueve; del resto dos son de tipo ojival o asimilable a esta forma y tres cordiformes o asimilables a esta forma. La boca española, que se inicia con el Arzobispo D. Andrés Santos (1579-1585), se impone durante los años siguientes, con cuatro excepciones para el escudo ovalado, hasta D. Manuel Pérez de Araciel y Rada (1714-1726). Lo mismo ocurre con el escudo ovalado iniciado con D. Alonso Gregorio (1593-1602) y que perdura en el tiempo de forma habitual hasta D. Manuel Vicente Martínez y Giménez (1816-1823). Don Rigoberto Domenech y Valls (1924-1955) lo retoma cien años más tarde y ya no se emplea más. Este Arzobispo es el único que no tiene escudo de armas en su retrato del salón noble del Arzobispado.

10

Deducimos que el uso por los arzobispos de la boca ovalada, usada por la jerarquía romana, se debe a la imitación de nuestros arzobispos hacia los usos de la jerarquía vaticana, cosa que parecen evitar los obispos. Legislación vaticana El Papa Pío IX (1846-1878) crea una “Congregación Heráldica Capitolina” para los Estados Pontificios que se fundan en 1853, antes de la violenta incorporación de Roma a la unidad italiana, el “Istituto Araldico Romano”, para regular la composición y ordenación de los escudos de armas eclesiásticos de las dignidades que por sus cargos necesitaban de ellos, y también para las Instituciones de la Iglesia. Posteriormente el Instituto pasó a denominarse Collegio Araldico Varios cánones regulaban la forma, el uso de las armas y el sello eclesiástico en los diferentes documentos diocesanos5. INSIGNIAS DE LAS DIGNIDADES ECLESIÁSTICAS Las insignias pontificales son “propias de los obispos”. Los demás dignatarios las usan por privilegio según el derecho canónico y los prelados inferiores al obispo no las pueden usar si no media el “Motu proprio”. En el campo del blasón eclesiástico se colocan las armas temporales de las personas; el rango, dignidad y jurisdicción de las mismas se indican con el timbre correspondiente que complementa al escudo Los timbres son pues las insignias de dignidad del titular del escudo. Nos ceñiremos en este apartado a las insignias episcopales en todos sus grados. Las dignidades eclesiásticas inferiores, salvo las que creen problemas de identificación con las episcopales, las obviaremos para no recargar el texto. Haremos la salvedad de citar las insignias papales por respeto al Sumo Pontífice y porque el Papa es un obispo especial, el Obispo de Roma. La tiara También llamada “Reino” es el timbre del escudo de armas del Soberano Pontífice y el primero de los símbolos para significar el papado y su suprema autoridad. Esta tiara o corona papal es la primera de las coronas de soberanía. Inicialmente fue una y el primer Papa que la usó fue San Silvestre, año 325, después de la donación que el emperador Constantino hizo de la ciudad de Roma con la tierra que se dice “Patrimonio de San Pedro”, en señal de libertad y dominio según la costumbre romana.

5

Para un perfecto conocimiento del tema es imprescindible consultar la obra de Monseñor Bruno Bernard Heim “Coutumes et droit héraldiques de l´Église” . París 1949 o su versión inglesa “Heraldry in the Catholic Church, its origins, customs and laws”. 2ª edición, 1981.

11

Representa pues el poder temporal y fue, más que tiara en el sentido actual, una mitra ceñida de una sola corona. El Papa Bonifacio VIII (1294-1303) añadió la 2º corona, el birregnum o mitra de dos coronas, desde que él se atribuyó un derecho sobre los Dominios Temporales. Finalmente, San Benito, Benedicto XII de Avignon (1334-1342), añadió la 3º corona, que es el trirregnum actual después de decidir que la autoridad pontifical se extendía sobre las tres Iglesias: militante, purgante y triunfante, y para distinguir la tiara papal de la que llevaban ciertos patriarcas. Otros autores adelantan la incorporación de esta tercera corona a la tiara, al Pontífice Juan XXII en Avignon, en 1315, y otros la retrasan al Papa Urbano V en 1363. La definiremos como una mitra o bonete piramidal y ovalado, de brocado, enfilada de tres coronas ducales de oro, con pedrería, cimada de un mundo de oro, centrado y cruzado de lo mismo. Esta cruz que remata el mundo se añade en el siglo XV. Significan las tres coronas: 1. La triple realeza sobre la Iglesia Universal militante, purgante y triunfante. 2. La triple soberanía del Vicario de Cristo: soberanía espiritual sobre las almas, temporal sobre los Estados Pontificios y mixta sobre los demás reyes. 3. Significan también, las tres personas de la Santísima Trinidad. 4. Representan las tres virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad. 5. Así mismo el triple carácter de Sumo Sacerdote, Maestro y Rey, en cuyo sentido pueden interpretarse las palabras que formula el diácono cardenal en el momento de imponerla al nuevo Pontífice en la ceremonia de su coronación. De la tiara penden, por su parte posterior, dos listas o ínfulas franjadas al cabo, una a cada lado, y sembradas de crucetas. Se añaden a la tiara en el siglo XIII. Las ínfulas significan las ciencias teológica y canónica que deben concurrir con preexcelencia. en el Supremo Prelado. Las llaves Las llaves junto con la tiara e inseparablemente de ella, constituyen las insignias de la dignidad papal: la tiara indica el rango y las llaves la jurisdicción. Rememoran en el escudo papal las llaves que dio Jesucristo a Pedro como jefe de la Iglesia “Et tibi dabo claves Regni Coelorum... ”; ( San Mateo, cap. 16 v. 19). Son dos, acolando al escudo en aspa o sotuer, una de oro, la de la diestra (posición de banda) y la otra de plata, los ojos abajo, liados por un

12

cordón de azur, y los paletones arriba, huecos dejando una cruz y mirando al exterior. Significados: La llave de oro indica la ciencia que reside en los Sumos Pontífices no pudiendo errar en las cosas tocantes a la Fe ni las Costumbres por la infalibilidad con que deciden ex cátedra como Maestros y Cabezas de la Iglesia. Fue aprobada esta infalibilidad en el Concilio Vaticano I (1869-1870), en el que tuvo destacada actuación el arzobispocardenal de Zaragoza Fray Manuel García Gil. La llave de plata significa la potencia o jurisdicción del Papa para gobernar el pueblo según la ley divina en orden a la Beatitud Sobrenatural. Por eso cuando muere el Papa sus armas quedan en el catafalco sin llaves para denotar que falta la jurisdicción pues aunque continúa la representación en el cadáver, expiró el ejercicio de la ciencia y la jurisdicción. El Cardenal Camarlengo en los momentos de sede vacante, puede poner las llaves acolando su propio escudo o ponerlas encima o debajo de sus armas. La cinta o cordón que une las llaves significa la unión de las dos potestades. La mitra Palabra griega que significa cofia o toca es la insignia y ornamento eclesiástico con que se cubren la cabeza, en las funciones sagradas, el Papa, cardenales, obispos, abades mitrados y otros prelados y dignidades eclesiásticas. Más que insignia representa un grado sacro, signo de honor, de majestad y de jurisdicción. Es el signo por excelencia de la dignidad episcopal. Consiste en un bonete de tisú, redondo en su base, rematado en dos ápices o puntas que forman como dos hojas, una delante y otra detrás, estando abierto y hendido por los lados. De la parte de atrás penden dos anchas cintas o ínfulas que caen sobre la espalda, blancas o doradas, forradas de rojo, como la mitra, que aunque en otro tiempo fue de diversos colores hoy es exclusivamente de oro o de plata. Es distintivo episcopal desde el Papa León IX (1048-1054). Alejandro II (1061-1073) la concede por primera vez a un abad. Estos la llevan por privilegio, (En el Monasterio de Veruela, les fue concedido a los abades el privilegio de usar mitra, anillo y demás insignias pontificales por bula de Nicolás V, dado en Roma a 1 de mayo 1449, siendo abad Fray Gabriel Serra). Clemente IV (1265-1268) ordenó a los abades, en 1266, que lleven su mitra a los concilios y sínodos, pero desprovista de pedrería aunque guarnecida de oro. Los simples abades sin jurisdicción la llevarán exclusivamente blanca. 13

Como timbre del escudo debe sumar o surmontar al mismo. A veces el señor obispo la pone dentro del campo. Así lo hace el obispo de Barbastro, Don Francisco López de Urraca (1681-1695) nacido en La Almunia de Doña Godina (Zaragoza), en el escudo simplificado de los dos que usó y que representamos en la figura 8. Los obispos la ponen de frente sobre sus armas, la cruz atrás, y los abades de perfil con la cruz delante, para indicar que sólo tienen jurisdicción espiritual en su convento. Aunque los obispos ya no timbren con mitra, no en España, sino con el capelo y las borlas, sí veremos que conjuntamente pueden llevar el báculo y la mitra aunque no sea ortodoxa esta cabecera; la mitra en este caso va a la derecha del báculo para los obispos y a la siniestra para los abades; el báculo, en barra, en el primer caso y en banda, para los abades. Los escudos de los Obispos como puede apreciarse en los ejemplares que conocemos llevan a menudo alteradas las posiciones de báculo y mitra. Esto lo vemos claramente en el escudo de la figura 5 y creemos que estos errores se deben a la ignorancia de los dibujantes. A los protonotarios apostólicos les está prohibida la mitra como signo heráldico aunque la pueden llevar litúrgicamente. El báculo Es un cayado que indica eclesialmente jurisdicción y es el signo de gobierno de los obispos y su atributo. Lo pueden usar los obispos, abades y algunos prelados inferiores, pero estos con un velo saliendo del puño. Se coloca saliendo por detrás del escudo en estas dos posiciones: con la empuñadura hacia el exterior del escudo, para los obispos, indicando que su jurisdicción abarca todo el territorio de la diócesis, o con la empuñadura hacia el interior, para los abades, indicando que su jurisdicción se limita a su abadía o convento. Existe un escudo, el de la protoabadía de Citeaux, y como representativo de la Sagrada Orden del Císter, fundada por San Roberto en 1098, que va timbrado por una mitra centrada, con sus ínfulas, acompañada a ambos lados de dos báculos con empuñaduras hacia el exterior del escudo indicando que Citeaux ejercía su influencia sobre su abadía, y a través de la filiación, en todos los monasterios de la orden esparcidos por el mundo. “Quia mater est omnium nostrum” (Charta Caritatis, cap.4). En la diócesis de Huesca tenemos el caso curioso del Obispo Don Domingo Ram que trae un escudo acostado de dos báculos orientados al exterior, según Broto Aparicio, sin que sepamos la razón de esta figura de doble jurisdicción6. Figura 9. 6

Domingo Ram fue obispo de Huesca en 1410, Compromisario en Caspe en 1412, Obispo de Lérida en 1415, Cardenal en 1430, Arzobispo de Tarragona en 1434 y Obispo portuense en 1443.

14

9. DOMINGO RAM

8. LÓPEZ de URRACA

El capelo Voz italiana con el significado de sombrero, es el timbre eclesiástico más usado. Aparece como timbre característico algo después que la cruz y la mitra. Su forma es la de un sombrero de peregrino, bajo y de ala grande, sujeto con dos cordones terminados en una borla o pasador a cada lado. Va forrado de diversos colores según la jerarquía, y guarnecido de dos cordones del mismo color que penden, entrelazándose, hasta formar cada uno de ellos el número de borlas correspondiente a cada jerarquía, empezando la serie con una borla y siguen aumentando una más en cada orden hasta acabar en un máximo de cinco para los cardenales. Su empleo como signo heráldico comienza en el s. XIV en Avignon, afianzándose su uso en el s. XV y terminando por eliminar a la mitra en los escudos cardenalicios. El primer capelo que recibió un color especial fue el de los cardenales, rojo, por concesión de Inocencio IV (1243-1254) en el Concilio de Lion del año 1245; de este capelo penderían dos cordones simétricos con variable número de borlas, trenzadas y escalonadas, a ambos lados del escudo pues hasta el siglo XV el número de éstas no importaba. A partir de aquí su uso se extendió a otras dignidades. La distinción fundamental de las jerarquías se basa en el color del capelo y en el número de borlas que penden del mismo; estos dos extremos los definiremos más adelante. Aclaremos que el proceso de uso, en este y otros temas, fue siempre por delante de la normativa emanada de la autoridad, que en este tema era la Sagrada Congregación de Ceremonial, aunque subordinada en ciertos aspectos a la Sagrada Congregación de Ritos. Pío X decreta el 21 de Enero de 1905 el uso de los capelos aunque ya en 1832 la Sagrada Congregación de Ceremonial llevó el número de borlas a 15, para los cardenales.

15

Señalaremos que el capelo no se usó en Zaragoza hasta el arzobispo Don Fadrique de Portugal ( 1538-1539). Figura 10. Las cruces La cruz, como la mitra, es una de las primeras insignias pontificales siendo en la heráldica eclesiástica señal de dignidad, poder y jurisdicción. Son las cruces de estas formas, de mayor a menor categoría : La papal: de tres traviesas, la superior más corta que la inmediata inferior, trebolada, de oro. Se la conoce como la cruz triple de los pueblos de Occidente. Es una invención de los artistas para significar la suprema autoridad del Papa pero su uso ya se consolidó desde el siglo XV. La patriarcal: llamada también arzobispal, es la de doble traviesa por eso también llamada cruz doble o de cuatro brazos. Es una cruz latina con la traviesa superior menor que la inferior, trebolada y de oro. Se pone en pal, detrás del escudo, y la usaron en sus armas los Cardenales, Arzobispos, Patriarcas, Primados o aquellos que han servido en Legaciones Pontificias, ya desde el s. XV. Como dato curioso diremos que los arzobispos de Zaragoza no trajeron cruz patriarcal en sus armas hasta don Juan Sáenz de Buruaga (1768-1777) que hizo su entrada en la ciudad el 25 de Enero de 1768 llevando como novedad en el guión, la cruz patriarcal. La simple: es la cruz latina, trebolada, de oro, de que se sirven los obispos y arzobispos que no son primados, aunque esto teóricamente pues todos los arzobispos llevan en sus armas la cruz patriarcal. Primero se pusieron en el escudo, seguidamente delante del escudo y por último y definitivamente detrás del escudo en posición de palo. Habrán notado el gran número de circunstancias de la heráldica eclesiástica que se consolidan en el siglo XV, siglo en el que la relajación de costumbres entre el clero, (debida, entre otras cosas al Cisma con papas en Aviñón y Roma y a la llegada del Renacimiento) provoca la afición al boato y la magnificencia. Se desarrolla el espíritu principesco y aun el guerrero, no sólo entre algunos papas del Renacimiento sino también entre cardenales, arzobispos, patriarcas, abades y maestres de las órdenes militares debido a la acumulación de poder económico y territorial en sus manos. Esto les lleva a actuaciones, en lo temporal, propias de príncipes y magnates y en lo que a la heráldica se refiere a la adopción de armerías similares a las usadas por reyes, nobles y grandes familias linajudas. El gonfalón o pabellón basilical Nombre italiano de la sombrilla o pabellón de la Heráldica Eclesiástica, es el “conopeum” o insignia papal que no la usan como signo heráldico, a pesar de ser un emblema pontificio, aunque si pueden hacer uso heráldico de él varias dignidades eclesiásticas y también lo pueden

16

añadir a sus armas los linajes que han dado un Papa a la Iglesia o por privilegio y concesión del Pontífice. Junto con las llaves es empleado por el Sacro Colegio, la Cámara Apostólica y algunos Institutos Pontificios. El gonfalón corresponde igualmente a todas las basílicas tanto mayores como menores. Véase el caso de la abadía de Monserrat, Sacrosanta Basílica, que acola su escudo con el gonfalón y las llaves papales. Lo podemos describir como una sombrilla jironada de oro y gules con una bordura, en su base, de esos colores invertidos, de la que cuelgan los flecos. Los flecos y el bastón van de oro por ser signos del poder de la Iglesia. Su aparición como tal se remonta al siglo XV y fue el Cardenal Borja el primero en usarlo, como representante del poder temporal de las Iglesias. El palio El palio, insignia pontifical (no confundir con el palio dosel) consiste en una faja blanca, circular y ornamentada de crucetas negras que pende de los hombros sobre el pecho, como un collar, terminado en un pendiente centrado y franjado al cabo, de unos 33 centímetros. Es, con la cruz, la más antigua, probablemente, de las insignias eclesiásticas, pues se remonta a los primeros siglos del cristianismo. A partir de aproximadamente el siglo X, esta insignia indica una cierta participación del prelado en el poder del Papa. Lo utilizan algunos arzobispos, en sus escudos, colgante del jefe (ver el escudo del arzobispo de Zaragoza don Vicente Alda y Sancho, figura 7), como diferencia entre un arzobispo residencial y uno titular, aunque esta posición no es muy ortodoxa pues el palio debe ir en el exterior del escudo y colgando de la punta o base del mismo. La imposición del palio al arzobispo en su nueva sede es uno de los rituales de su toma de posesión. Desde el siglo XI la recepción del palio debe ir precedida de un discurso de fidelidad al Papa no pudiendo ejercerse el poder por el prelado antes de su recepción ni usarlo fuera de su metrópoli. A la muerte del prelado debe ser enterrado con él. Las coronas Son usadas, en sus escudos, por las dignidades eclesiásticas si van unidas al cargo, nunca si les corresponden por linaje. Así las usan los príncipes-obispos o los príncipes-abades que pueden poner sus armas sobre un manto de gules, forrado de armiños, recogido por dos cordones de oro y sumado de una corona de príncipe. También los obispos, cuyas sedes van unidas a un título nobiliario, podrán utilizar la corona correspondiente. Igualmente se permite su uso a los Capítulos en donde los Canónigos tienen el título de conde o de barón.

17

Como norma general no se podían usar. Para cortar los abusos el Papa Inocencio IX (1591) prohibió directamente a los cardenales su uso y Benedicto XV (1914-1922) se dirigió a los obispos, y por extensión al resto de los prelados para recordarles esta prohibición En la heráldica arzobispal aragonesa, no así en la episcopal, se prodiga, diríamos que en demasía, el timbrar con corona, cosa inadecuada pues que sepamos no ha regido la archidiócesis ningún príncipe-obispo ni la sede metropolitana se sustenta en ningún título nobiliario. Podríamos excusar a D. Hernando de Aragón y otros tres arzobispos de Zaragoza de sangre real aragonesa anteriores a él, que la trajeran como timbre en sus armas pero no a los varios más que traen coronil abierto como timbre de sus escudos por más que D. Tomás de Borja (1603-1610) fuese virrey de Aragón; D. Fray Pedro Manrique (1611-1615), virrey de Cataluña ; D, Fray Pedro González de Mendoza (1616-1623), hijo de los príncipes de Éboli y Mélito; D. Fray Juan de Guzmán (1633-1634), hijo de los Duques de Medina Sidonia; D. Fray Juan Cebrián (1644-1662), virrey de Aragón; pero D. Manuel Pérez de Araciel y Rada (1714-1726) y D. Agustín de Lezo y Palomeque (1783-1796) también la traen, sin que en sus biografías conste que fueran virreyes o hijos de grandes títulos aunque fueran de sangre noble, pero esto como tantísimos otros. La espada A pesar de ser un signo de guerra se permite su utilización en la heráldica eclesiástica porque representa el poder temporal. Se colocaba acolando el escudo, alta o punta hacia arriba, y en posición de banda o barra. Hoy, desaparecido el poder temporal, se puede usar como recuerdo histórico yendo, naturalmente, la punta hacia abajo. La divisa Es un complemento de las armerías consistente en un mote o lema con el que se expresa el ideal o programa de vida del que lo elige. Con ella se revela de alguna manera el carácter y la personalidad del prelado. Se escribe en letras mayúsculas, sobre cinta, listel o cartela del esmalte del campo del escudo. Su colocación: en el exterior del escudo, rodeándolo, y en su parte baja. Suele ser corta, de pocas palabras, y normalmente compuesta para los eclesiásticos con sentencias de las Sagradas Escrituras y en latín. Como ejemplo de divisa corta es la de D.Gregorio Galindo, ya citada, de sólo dos palabras : VIVA JESÚS y en español, no en latín, o la del cardenal Soldevila y Romero (1902-1923) que la expresa sólo con dos palabras OMNIBUS IDEM; como modelo de lo contrario podemos poner la divisa de Don Manuel Vicente Martínez (1816-1833) con ocho palabras puestas en bordura y no como está indicado: cinta, listel o cartela. Fig. 11. 18

10. FADRIQUE de PORTUGAL

11. Manuel VICENTE MAÁRTINEZ

La de nuestro arzobispo actual, Don Elías Yanes, va en su sello y en español, como Don Gregorio Galindo: NO APAGARÁ LA MECHA HUMEANTE. Tenantes y soportes Las dos grandes figuras vivientes colocadas simétricamente en el exterior del escudo, en aptitud de aguantarlo, reciben el nombre de : Tenantes si son seres humanos o semihumanos, como hércules, ángeles, sirenas, centauros, etc. y .... Soportes cuando son animales irracionales como leones, grifos, etc. En la heráldica eclesiástica los ángeles, empezando por las armas del Papa, han gozado de predilección como tenantes y son prerrogativa de obispos, arzobispos, patriarcas, y cardenales debido a su poder espiritual, pero al no ser parte esencial del blasón deben evitarse, sobre todo los soportes, para no mezclar símbolos sagrados con animales irracionales. Los grandes señores seglares, salvo concesión oportuna, no los pueden usar, lo que se cumple bastante bien salvo excepciones; por ejemplo el condestable don Álvaro de Luna en su sepulcro de la Catedral de Toledo, tiene su escudo (cruz de Santiago, en el campo, con bordura de ocho panelas) sostenido por dos ángeles. También se conoce un escudo ovalado con el árbol de Sobrarbe en el zaguán de una casa particular de Sangüesa (Navarra) sostenido por tres ángeles, dos en los costados, y el tercero sosteniéndolo sobre su cabeza.

19

Ni tenantes ni soportes abundan en los escudos de las diócesis aragonesas. En Linajes de Aragón, IV/173, aparece el escudo del obispo de Albarracín, Don Fray Isidoro Aliaga (1608-1611) luego obispo de Tortosa y en 1621 arzobispo de Valencia. Su escudo episcopal lo aguanta un hombre a la diestra y otro a la siniestra desnudos, figura 12. Otro escudo de este obispo, labrado en piedra puede verse en el patio del Museo Provincial de Zaragoza con el solo timbre de capelo y borlas, sin tenantes, figura 13. Entre los arzobispos hay un escudo muy llamativo, el de Don Antonio Ibáñez de la Riva Herrera (1687-1710) situado en la Capilla de Santiago, de La Seo, por él construida para su enterramiento. Los tenantes son dos ángeles desnudos con sus manos sujetando el escudo, figura 14. Don Hernando de Aragón también trae en su escudo de la capilla de San Bernardo en La Seo, dos ángeles con túnicas como tenantes pero sujetando los cordones de las borlas y no el escudo.

13. Fr. Isidoro ALIAGA. (Museo)

12. Fr. Isidoro ALIAGA. (Albarracín)

Acolamientos Acolar un escudo, en el sentido de colocarle algo detrás, es costumbre empleada en la heráldica general con su propia normativa. Los eclesiásticos tienen sus limitaciones, por ejemplo no pueden acolar sus escudos con condecoraciones las cuales deben ir colgadas al mismo. Si son dos o más se pondrán colgadas una debajo de la otra. Los obispos con lo único que acolan sus escudos es con el báculo. La excepción se da para los Caballeros de Malta, del Santo Sepulcro y de las Órdenes Militares dependientes de la Iglesia que pueden acolar el escudo de sus miembros con sus respectivas cruces. Tenemos en la Diócesis de Huesca el caso del obispo Jaime Flores Martín (1965-1969) que como caballero de la Orden del Santo Sepulcro acola su escudo con la cruz de Jerusalén, segunda cruz insignia del Santo Sepulcro, propia de sus caballeros. Fig. 15. Esta cruz es llamada también cruz quíntuple ya que se compone de cruz griega de oro, potenzada y 20

cantonada de otras cuatro iguales y del mismo metal. En la figura no se ven las cuatro crucetas cantonadas porque las oculta el campo del escudo.

15. Jaime FLORES MARTÍN

14. Antonio IBÁÑEZ de la RIVA

APLICACIÓN DE LA HERÁLDICA ECLESIÁSTICA Vistas las diferentes insignias de dignidad con sus correspondientes complementos, los signos de jurisdicción y de cargo, y los adornos exteriores de las armerías eclesiásticas pasamos a continuación a su aplicación práctica en las diferentes dignidades. ARMAS DEL SOBERANO PONTÍFICE. Sus armas son las propias de su linaje o las elegidas a su elevación al obispado, que van en el campo del escudo ornado de los símbolos correspondientes a la dignidad papal: La tiara, con sus ínfulas, surmontando el escudo, y las llaves, enlazadas con el cordón, acolándolo. Los papas que eran religiosos antes de ser Pontífices añadían a sus armas las de su Orden ya desde Benedicto XIII (1724-1730), dominico; otros como Pío X (1903-1914) han conservado el recuerdo de su paso por Venecia con el león de San Marcos (de oro, en un jefe de plata). Lo mismo para el Roncali Juan XXIII, o el Luciani Juan Pablo I. Este Benedicto XIII, no es nuestro entrañable, por muchos motivos, Papa Luna (1394-1417) al que Roma ha negado un sitio en la lista del papado. Roma locuta ... ECLESIÁSTICOS DE SEIS BORLAS El capelo, del que penden seis borlas de cada cordón en tres órdenes, 1-2-3, es el más prodigado en la heráldica eclesiástica al ser varias las 21

dignidades que lo traen en sus armas y mayor el número de sus miembros, distinguiéndose entre ellos por el color, en primer lugar, y después por la posición de báculos y mitras. Así en los: OBISPOS.

El color característico para los obispos es el verde, color del pasto espiritual que deben dar a su rebaño eclesial. Es característico también de estos prelados la cruz simple o de una sola traviesa, de oro, que la colocan acolada al escudo, centrada y en palo. Aunque el capelo y la cruz definen perfectamente al obispo, a veces, abusando de las insignias timbran además sus escudos con mitra en el lado diestro y báculo en el siniestro, aunque esto no es obligatorio ni tampoco correcto, pero se hace. Si la sede episcopal posee jurisdicción histórica, su prelado puede acolar su escudo con la espada a la diestra, baja y en banda, haciendo simetría con el báculo en posición de barra a la siniestra; la mitra irá centrada y sumada al escudo. Si la sede posee algún título nobiliario, el prelado puede poner en su escudo la corona correspondiente como timbre, acolando el escudo con la cruz por detrás del mismo. ABADES CON JURISDICCIÓN Y PRELADOS NULLIUS.

El color es verde en capelo y borlas como los obispos. La distinción reside en la mitra que va siniestrada y el báculo a la diestra en posición de banda, con pañuelo, y empuñadura hacia el interior. Las mismas insignias para los Prelados Nullius que también tienen jurisdicción y categoría de semi-obispos. ABADES Y PRELADOS MITRADOS.

Mismo capelo y borlas que los anteriores pero de color negro. En este grupo de capelo, cordón y borlas negras están comprendidos: los abades en general, los prebostes, los generales de Congregaciones Monásticas, los archiabades, y los abades de monasterios. Ya hemos dicho que la mitra la llevan los abades por privilegio pues no es un atributo indiscriminado de estas dignidades. En caso de no tener derecho a mitra el báculo irá centrado, detrás del escudo, y en posición de palo. Los abades con hábito blanco traen capelo, cordón y borlas igualmente de color blanco. SUPERIORES RELIGIOSOS MAYORES.

En esta denominación van incluidos: los superiores generales, los provinciales de las Órdenes y los vicarios. 22

Dentro del Vaticano lo llevan: El Maestro del Sacro Palacio Apostólico y los prelados de la Curia Romana. El capelo, cordón y borlas negros sin otro timbre. PRELADOS DOMÉSTICOS.

Los prelados domésticos y asimilados a ellos traen por insignias capelo, cordón y borla violetas. Este timbre lo traen así mismo: El Auditor de la Santa Rota, los prelados de la Cámara Pontificia, los prelados de la Signatura Apostólica, los miembros de los Colegios Prelaticios, y los representantes de la Firma Apostólica. PROTONOTARIOS APOSTÓLICOS.

Ya hemos dicho de estos que tienen prohibido el uso de la mitra como insignia heráldica pero que la pueden llevar en las ceremonias litúrgicas. La cruz también les está prohibida. El capelo es violeta y los cordones y las borlas rojos. Iguales insignias trae el Prelado de la Rota. ECLESIÁSTICOS DE DIEZ BORLAS Las diez borlas penden del capelo, en cada uno de los dos cordones, en cuatro órdenes 1-2-3-4. Entre estos eclesiásticos se encuentran los siguientes: PATRIARCAS, PRIMADOS Y ARZOBISPOS.

Los patriarcas, primados y arzobispos con grey a su cargo timbran con capelo, cordón y borlas de color verde por la misma razón que los obispos. Además del capelo tienen como timbre característico la cruz patriarcal o de doble traviesa, llamada por eso cruz doble o de cuatro brazos, que la usan además como cruz guión. La acolan a su escudo, centrada y en palo. PRELADOS DE “FIOCHETO”.

El capelo va de color violeta siendo el cordón y las borlas de rojo. Son los prelados de “fiocheto” los que sirven en la Corte Pontificia, cuatro en número y con estos nombres: Vicecamarlengo, Auditor General, Tesorero General y Mayordomo de su Santidad. Escudo de Don Hernando de Aragón (1539-1577) En Aragón la Heráldica Eclesiástica fue mimada por ese gran arzobispo de Zargoza, Don Hernando de Aragón, el cuarto y último de los arzobispos zaragozanos de sangre real aragonesa que construyó la Sala Dorada del Palacio Arzobispal a la que adornó con todos los retratos de los obispos y arzobispos anteriores a él, con sus escudos de armas correspondientes y escribiendo un catálogo de los mismos. Igualmente 23

podemos afirmar sin equivocarnos que fue el prelado más prolífico desde el punto de vista heráldico pues sus armas aparecen ya grabadas, pintadas, bordadas o impresas en multitud de lugares y publicaciones. O sea la antítesis de otro gran prelado, arzobispo italiano contemporáneo suyo, que citaremos más adelante. La grandiosidad y suntuosidad que dio Don Hernando a muchas de sus obras guardarán perpetua memoria de su autor y en ellas lo reconoceremos por el escudo de sus armas que con profusión dejó en las mismas. Adoptó por armas, sin diferenciación alguna por su calidad de eclesiástico, las del último escudo personal de su augusto abuelo, Don Fernando el Católico, compuestas después de las anexiones de Nápoles (1503), y Navarra (1515) muerta ya Doña Isabel la Católica (1504). Las enmarcó en un escudo cordiforme característico de casi todos los suyos. Lo describiremos como un escudo cuartelado y entado en punta, figurando en los cuarteles 1º y 4º un contracuartelado de CASTILLA y LEÓN que usó como rey de estos reinos (1475) por su casamiento con la Reina Católica (1469). En el 2º cuartel, partido en palo, van ARAGÓN (rey desde 1479), cortado de NAVARRA (rey desde 1515) y JERUSALÉN partido de HUNGRÍA, armas del reino de Nápoles (rey desde 1504). Jerusalén y Hungría, más Anjou antiguo, fueron incorporados a su vez al escudo de Nápoles por el Anjou Roberto proclamado rey de Jerusalén al heredar el trono de Nápoles en 1309 de sus padres Carlos II el Cojo y María de Hungría, hija ésta de Esteban V de Hungría. En el 3º cuartel de nuevo Aragón partido de ARAGÓN-SICILIA dispuestos estos en escudo flangé con Aragón en el 1º y 4º y, el águila siciliana de los Hohenstaufen en el 2º y 3º, esto desde finales del s. XIII. En punta la granada del reino de GRANADA, reconquistado en 1492. El escudo del arzobispo va acolado con cruz de un solo travesaño. Por timbre lleva el capelo arzobispal del que penden dos cordones con diez borlas cada uno ( no siempre fue así en sus escudos). Figura 16. Constatemos que el escudo que viene pintado en su retrato de la Sala Dorada no es éste sino el 2º y último de los Reyes Católicos que fue el usado por el arzobispo D. Alonso de Aragón. Si fue D. Hernando quien mandó pintar estos retratos ¿a quién achacar el error?. Otras insignias : Los patriarcas residenciales que posean palio lo pueden poner como timbre en la posición ya sabida; lo mismo para los arzobispos. Es el caso del Arzobispo D. Vicente Alda y Sancho, repetidamente citado, en nuestra diócesis. Fig. 7. Si estos prelados rigen sedes con títulos nobiliarios o con jurisdicción histórica pueden, como los obispos, timbrar su escudo de armas con la corona correspondiente o acolarlo con espada. 24

Ya dijimos que los arzobispos timbran todos, normalmente, con cruz de doble traviesa a pesar de que ciertos autores distinguen al arzobispo primado del que no lo es; a éste le adjudican una cruz simple como a los obispos. Aplíquese a los arzobispos lo dicho para los obispos-príncipes, si la archidiócesis tiene este título como es el caso de las de Maguncia, Tréveris y Colonia, en Alemania. Un patriarca de Alejandría muy famoso fue don Pedro de Urrea, aragonés de nacimiento, del linaje de los Urrea, Condes de Aranda, que rigió la sede tarraconense durante 44 años, conocido cariñosamente como el “Arzobispo Pirata”7. ECLESIÁSTICOS DE QUINCE BORLAS. Es el timbre de los cardenales. El capelo es rojo desde el Concilio de Lyon de 1245 en que Inocencio IV lo concedió a los mismos. El color rojo debe servir a los Cardenales para recordarles su deber de defender a la iglesia aun a costa de su sangre y su vida. El número de borlas 15, desde que la Sagrada Congregación de Ceremonial, en 1832, elevó a 15 las que penden de cada cordón del capelo y esto en cinco órdenes 1-2-3-4-5. La cruz la utilizan acolada y en palo de una sola traviesa si el cardenal es obispo, o de dos traviesas si son arzobispos o patriarcas. En el caso de que el cardenal sólo sea diácono no tiene derecho al uso de la cruz. El Cardenal-Camarlengo, sede vacante, (el Papa está muerto) puede acolar su escudo con las llaves papales o ponerlas en su escudo encima o debajo de sus propias armas. Los cardenales timbraron con mitras sus armas hasta el siglo XV en que empezaron a utilizar el capelo cardenalicio lo que ocasionó el desuso y supresión de las mitras en sus escudos. En la sede metropolitana de Zaragoza ha habido los siguientes cardenales: Don Guillermo Agrifolio (1347-1352). Cardenal presbítero. Don Manuel García Gil (1858-1881). Elegido en 1877. Don Francsico de Paula Benavides y Navarrete (1881-1895), 1877. Don Antonio María de Cascajares y Azara (1901), antes de ser arzobispo. Don Juan Soldevila y Romero (1902-1923). Elegido en 1919. ***********

7

Manuel Monreal Casamayor. El linaje de los Urrea, sus armas en los blasones. Anuario del Instituto Aragonés de Investigaciones Historiográficas. Tomo IV. 1991.

25

Expuesto lo que antecede con la brevedad que impone una colaboración de este tipo vamos a concluir citando la elección de armas por Monseñor Cantero Cuadrado con el cual finalizó una época en esta archidiócesis de tradiciones y usos que ya no se repetirán. ¿O tal vez sí? (Entrar en la Sede montado en mula blanca, adopción de escudo de armas,...etc) Copiamos el proceso y justificación de las armas de este prelado, palentino de Carrión de los Condes, cuando fue elegido obispo de Barbastro (1952) de un folleto editado ad hoc, llegado afortunadamente a nuestras manos y que transcribimos como lección práctica de elección y composición de las armas e insignias de las dignidades eclesiásticas y que ya no modificó al acceder al arzobispado de Zaragoza, salvo en los timbres.

Fig.16

Fig.16

Escudo de Don Pedro Cantero Cuadrado (1964-1977) Dice así: “Escudo cuartelado, con su base en forma redonda en conformidad con las tradiciones heráldicas españolas, y timbrado con los atributos episcopales de mitra, báculo y sombrero. Sombrero de sinople (verde), guarnecido con dos cordones de seda y seis borlas a cada lado del mismo color, colocadas 1-2-3; simboliza el pasto espiritual que los Pastores de la Iglesia deben dar a su grey. Mitra blanca, puesta de frente sobre el lado diestro del escudo, terminada en dos ápices evocadores de la ciencia de ambos Testamentos, y con sus dos ínfulas, o cintas que penden, símbolos del espíritu y de la letra de las Sagradas Escrituras, cuyo contenido, observación y veneración ha de enseñar al pueblo. Báculo de oro, sobre el lado izquierdo vuelto hacia fuera como expresión de la jurisdicción externa, representa el cayado del Pastor Espiritual, recta su asta para recordar al Prelado la justicia en su

26

gobierno, y encorvada su punta en señal de la mansedumbre y humildad que han de informar la conducta del Pastor de la Iglesia de Cristo. En los cuatro cuarteles de este escudo, dentro de la máxima sencillez ordenada por el nuevo Prelado, prevalecen, con preferencia casi exclusiva, las armas de devoción y el simbolismo espiritual, por encima de los blasones privativos de su linaje patronímico. En el cuartel más noble, superior de la derecha del escudo, aparece sobre un campo en azur una estrella de oro y una casita de su color, como expresiones simbólicas de la Estrella de Belén, título de la Santísima Virgen de Belén, Patrona de la ciudad en donde nació el nuevo Prelado (Carrión de los Condes) y de la Santa Casa de Loreto, de cuyo Real Santuario en Madrid fue Rector durante 10 años. En el cuartel superior del lado izquierdo, las dos manos de carnación natural, que se estrechan, son el símbolo de la Unidad Cristiana, ideal profundamente sentido por el nuevo Obispo en todos los órdenes de la vida humana. La cruz negra, que campea sobre ambas manos, representa el faro y la ruta para llegar a conseguir y mantener la Unidad y la Paz entre los hombres, clases y pueblos de buena voluntad. En el tercer cuartel aparecen dos columnas rotas de plata, sobre un mar en ondas de plata y azur. Es el emblema que el nuevo prelado ha elegido para representar el Universalismo Cristiano, la Catolicidad de Nuestra Santa Madre Iglesia, dogma de nuestra fe y aliento vital para el apostolado del Reino de Dios, ante el cual las viejas columnas de Hércules nada representan para la acción apostólica de todo cristiano, miembro del Cuerpo Místico de Cristo. En el último cuartel, el nuevo Obispo, haciendo honor a su pueblo natal, ha elegido el escudo heráldico de Carrión de los Condes: sobre campo de gules (rojo), un castillo de oro; sobre campos de plata un león rampante de gules (rojo); dos carretas de sable (negro), y en punta la granada de su color, con dos hojas verdes (sinople). En el escusón se destaca, dando vida y significación simbólicas al realismo sobrenatural de su Pontificado, la figura de Cristo entregando las llaves a Pedro de Betsaida. El nuevo Mitrado ha elegido como lema esta frase animosa de Cristo : “VERITAS LIBERABIT VOS”, “La Verdad os hará libres” (Evangelio de San Juan, cap. VIII, v. 32). Esa Verdad es Cristo, “camino, verdad y vida”. Quién con su doctrina, con su ejemplo, con su gracia y con su Cruz, dio a todos los hombres redimidos la libertad de hijos de Dios”. Figura 17 Después de esta demostración de fe heráldica de Monseñor Cantero Cuadrado, el panorama de la heráldica eclesiástica ha cambiado notablemente.

27

Actualmente el clero, obviando el origen y el porqué de la adopción de armas, episcopales sobre todo, se ha desentendido de crear sus propios blasones identificadores no sólo de su persona sino de su pontificado, ya que no sólo a él le afectan sino a su diócesis. A ello, quizás, ha contribuido de alguna manera la actitud de la Iglesia ya que suprimida la oficina heráldica vaticana, suspendidos los títulos nobiliarios pontificios, desaparecida la guardia noble vaticana y cuántas constituciones, costumbres y tradiciones existían en relación con la nobleza negra italiana, la heráldica eclesiástica ha caído en un paulatino desuso sustituida por remedos casi impersonales en los sellos de validación de los documentos emanados de las diócesis. Véase sino como ejemplo cercano a nosotros el del actual arzobispo de Zaragoza ...

Fig.17

Fig.18

Sello de don Elías Yanes Álvarez Canario, de Villa del Mazo, Isla de la Palma, fue promovido al arzobispado de Zaragoza el 4 de Junio de 1977 al mismo tiempo que se aceptaba la dimisión de Monseñor Cantero Cuadrado, al cumplir los 75 años. El sello elegido por monseñor Yanes es redondo, con bordura donde se nombra al estilo tradicional: ELIAS YANES DEI ET APOSTOLICAE SEDIS..., en el interior un signo compuesto por una P engarzada en cruz patriarcal de brazos desiguales; en el lado izquierdo y en el centro del sello el lema, en español: NO APAGARÁ LA MECHA HUMEANTE. Fig. 18 Dado su carácter es improbable que cambie de idea y su sello, que cumple justamente con lo prescrito para la validación de documentos, será el único emblema que ostente, durante su vida pontifical, alejado de toda la “parafernalia” heráldica a la que ha ignorado. No obstante yo compuse en

28

su día varios modelos de escudos para el caso de que Don Elías decidiera adoptar armas; uno de los cuales presento en la figura 19. Pero todavía más significativo, heráldicamente hablando, es el caso del recientemente fallecido obispo de Huesca, Monseñor Osés (1969-2001) que no sólo no adoptó escudo ni tampoco sello, si nos atenemos al documentado trabajo del oscense Broto Aparicio, repetidamente citado. Como anecdótico y sin ninguna otra connotación citaremos el caso en nada comparable a lo que siempre ha ocurrido en las diócesis aragonesas; nos referimos a la actividad (que no sólo actitud) antiheráldica de Carlos Borromeo, cardenal y arzobispo de Milán (1538-1584) que no sólo no portó jamás un signo heráldico, ni los familiares, aunque era de familia noble (sobrino de Pío IV), sino que prohibió las armerías sobre las vestiduras de culto y su colocación en los lugares sagrados de su archidiócesis, y en un “más difícil todavía” ordenó suprimir todas las que se hubieren pintado, esculpido, bordado, etc, si tenían menos de siete años, a excepción de las colocadas en las tumbas. A pesar de lo cual (permítaseme la impertinente irreverencia) fue elevado a los altares por el Papa Paulo V en 1610.

Fig.19

29

Después de estas reflexiones, quiero terminar, y lo voy a transcribir literalmente, con el comentario final que al tema de los escudos eclesiásticos hace Ignacio Vicente Cascante en su “Heráldica General y Fuentes de las Armas de España” (puede que el más completo tratado moderno, de Heráldica en español). Dice así : “La Iglesia de Cristo, siempre perseguida y siempre triunfante, confortada con el auxilio divino atravesará siglos y siglos; la heráldica religiosa, a su sombra, cualesquiera que sean las circunstancias políticas del mundo es muy posible que viva también per saecula saeculorum”. Añadamos nosotros, a este “profético comentario” un piadoso ... ¡¡ Amen !!

Zaragoza, Septiembre de 2002.

30

BIBLIOGRAFÍA Blasco Ijazo, José. Obispos y Arzobispos que han regido la diócesis de Zaragoza. Ed. Librería General. Zaragoza, 1959. Broto Aparicio, Santiago. Apuntes de sigilografía y heráldica de los obispos de Huesca. Hidalguía, Revista de Genealogía, Nobleza y Armas, número 246. Madrid, 1994. De Cadenas y Vicent, Vicente. Fundamentos de Heráldica. Editorial Hidalguía. Madrid, 1975. Costa y Turell, Modesto. Tratado completo de la ciencia del blasón. 2ª Edición. Imprenta de Luis Tasso. Barcelona, 1858. Garma y Durán, Francisco Javier. Arte Heráldica. Adarga Catalana. Euro - Liber. Barcelona, 1967. Heim, Bruno Bernard. Coutumes et Droit Héraldiques de L´Église. Prólogo de Donald Lindsay Galbreath. Ed. Beau Chesne. París, 1949. Magaña Soria, Antonio. Zaragoza Monumental. Vol. I. Artes Gráficas, G. Casañal. Zaragoza. 1919. Monreal Casamayor, Manuel. Armorial de los Arzobispos de Zaragoza. Trabajo fin de Diplomatura. Escuela de Genealogía, Heráldica y Nobiliaria. C.S.I.C. Madrid, 1986. Inédito. Moreno y Sánchez, Francisco de Paula. Noticias biográficas y heráldicas de los obispos auxiliares de Zaragoza. Tipografía de Julia Sanz Navarro. Zaragoza, 1895. Neubecker, Ottfried. Le Grand Livre de L´Héraldique. Bruselas, 1977. Riesco Terrero, Angel. Elementos heráldicos de la sigilografía eclesiástica no pontificia. Hidalguía, números 178-179. Madrid, 1983. Vicente Cascante, Ignacio. Heráldica General y Fuentes de las Armas de España. Salvat Editores. Barcelona-Madrid. 1956. Zaragoza, Fray Lamberto de. Teatro Histórico de las Iglesias y Reyno de Aragón. Imprenta, Viuda de Joseph Miguel de Ezquerro. Tomo IV. Pamplona, 1785. 31

32

Lihat lebih banyak...

Comentários

Copyright © 2017 DADOSPDF Inc.