ARTE POPULAR
Fileteado porteño desde un pincel sanjuanino Alicia Tapia es una estudiante de Arquitectura que se enamoró de este estilo que ha sido propuesto para ser declarado patrimonio de la Humanidad. Su intención es contribuir a su difusión a través de sus creaciones. Por Jorge Balmaceda Bucci. (0)
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jueves, 11 de diciembre de 2014
Por Jorge Balmaceda Bucci Escuchar hablar del fileteado porteño puede dejar a más de uno en offside a las primeras de cambio, pero si inmediatamente se le invita a evocar en su memoria la imagen de la Santa Milonguita de Minguito Tinguitela o los llamativos carteles de Caminito en La Boca seguramente tendrá una idea más certera de dónde está parado. En dos pinceladas –nunca mejor dicho- se puede decir que se trata de un estilo artístico, decorativo y popular que nació a finales del siglo XIX en Buenos Aires y que ha encontrado en la sanjuanina Alicia Tapia a una fans incondicional. Esta joven de 25 años, que actualmente se tutea con la tesis de la carrera de Arquitectura, lleva dos años profesando una vertiente artística en la que se colgó el cartel de autodidacta y a la que, desde sus creaciones espera difundir con la intención de conservar la identidad nacional por sobre ofertas artísticas originadas fuera del país. "Está claro que nació y tiene su máximo esplendor en Buenos Aires, pero también es algo muy argentino, algo que sin dudas nos identifica en todo el mundo. Por eso mi sueño es ayudar a promover su vida y conservarla en el tiempo. Hay que cuidar lo nuestro”, comentó Alicia, quien arrojó un escueto pero enérgico "obvio” al ser consultada sobre si le gustaba que el fileteado porteño haya sido propuesto para ser declarado patrimonio de la Humanidad. "Existe muy poca bibliografía al respecto por su condición de arte popular. Yo investigo por los pocos libros que hay y también a través de internet y me pongo a hacer bocetos. Es un estilo que se ha ido pasando de familia en familia y que nació de la espontaneidad de unos chicos a finales del siglo XIX, principios del XX. Es una propuesta muy llamativa que siempre deja un mensaje directo. Se destaca por sus colores fuertes y por una serie de elementos que prácticamente están en todas las obras: banderas, flores, hojas de acanto, animales y puntos”, explicó la futura arquitecta mientras sostenía en sus manos una guitarra, que por encargo de un amigo, se convirtió en un visible testimonio de su arte. Alicia reconoció que las opiniones de gustos en la gente de su entorno son muy dividas, pero eso no le impidió afirmar que su gran deseo "es pintar un mural en el que pueda dejar plasmado todo lo que representa el fileteado porteño para mí y lo importante que es que se siga practicando en la provincia y el país”. CONTACTO Correo:
[email protected] Un cacho de historia
Un cacho de historia A modo de explicación histórica, hurgando diferentes plataformas virtuales, se puede decir que el filete porteño es esa forma particular de ilustración que arrancó en los carros a fines del siglo XIX. Dos chicos -Vicente Brunetti y Cecilio Pascarella- que cebaban mate y hacían mandados en una carrocería donde hacían los carros, tuvieron un día la oportunidad de tomar el pincel y le dieron un toque personal. La técnica se fue perfeccionando y se usó -cuentan Esther Barugel y Nicolás Rubio en "El filete porteño”- para poner el nombre del dueño del carro y su especialidad: leche, pan, verduras. Aparecieron flores, pájaros y hasta dragones. Si el cartel era grande había que pagar impuestos, así que la idea fue hacerlo chico pero llamativo. Y aparecieron, a pedido de los dueños, diferentes frases bien representativas. Del carro, el filete saltó al camión y de ahí al colectivo. Hasta que en 1975 lo prohibieron, argumentando que tanto ornamento confundía a los pasajeros. Entonces, el filete se mudó a los cuadros y a muchos otros soportes.
