Barlovento 1

July 8, 2017 | Autor: Wilfrido Llanes | Categoria: Historia Regional, Historia Del México Colonial
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E dit o r ial Barlovento nace en el 2007 como un proyecto grupal cuya pretensión es el crecer en el ámbito académico de Sinaloa y del noroeste de México. En un inicio el propósito tomó sentido a través de un boletín informativo, cuyo objetivo fue abrir camino divulgando el conocimiento y los estudios de un periodo que no ha sido el centro de las preferencias en el quehacer historiográfico de Sinaloa. Tras una serie de tres números, el proyecto ha tomado otros derroteros fortaleciendo la pretensión inicial. Barlovento se constituye ahora como una revista de historia virreinal del Norte de México, con el propósito de crear un espacio abierto a la participación e interacción más extendida entre los académicos interesados en el estudio de la región. La periodicidad será semestral y podrá encontrarla en circulación los meses de enero-junio / julio-diciembre. Barlovento está compuesta por ocho secciones: Septentrión (incluye artículos que atienden el periodo y espacio señalado), Linternilla (columna de encuentro e intercambio de opiniones sobre la enseñanza y recepción de la historia virreinal, tanto en aulas como en medios de comunicación), Diálogos (entrevistas realizadas a quienes se dedican al estudio del periodo virreinal), Imago (galería fotográfica que destaca la arquitectura y pintura virreinal del Norte de México), Norte (reseña de libros de reciente publicación, relacionados con la historia colonial), Ad Perpetuam (descripción de los archivos en los que se puede consultar información tocante a cualquier periodo de la historia virreinal e información contenida en ellos), Informes de Investigación (avances y resultados de investigaciones en curso o concluidas) y por último Registros (transcripciones paleográficas relevantes para el estudio de la historia virreinal). En este primer número Septentrión está integrada por cuatro trabajos. El primero titulado“El Despertador Americano en las iniciales razones de Pablo de Villavicencio, ‘El Payo del Rosario’”, en él Gilberto J. López Alanís se encarga de analizar este órgano de difusión política que sembró una perspectiva universal e histórica en la formación de las libertades criollas e indígenas; así como su influencia en la formación insurgente del pensamiento de Pablo de Villavicencio. En el segundo artículo, Julieta Consigli y José María Boetto presentan: “Fastos del nuevo mundo de Domingo Muriel S. J., 1776. Traducción de fragmentos seleccionados”, una síntesis cronológica de acontecimientos históricos en relación a las Indias ocurridos desde 1548 a 1771 que elaborara el religioso. “Telésforo Alvarado, capellán del ejército insurgente al mando de José María González Hermosillo” es el título del tercer artículo, en este trabajo, José de la Cruz Pacheco Rojas estudia la participación en el movimiento independentista de las regiones de Durango, Nayarit y Sinaloa, resaltando el papel del clérigo Telésforo Alvarado en la guerra de independencia, y el proceso judicial por infidencia en el que se vio envuelto.

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“Fray Juan Agustín Morfi y el sermón sobre ‘la nobleza y piedad de los montañeses’” es el título del último artículo en el que Julio J. Polo Sánchez rescata y analiza el sermón pronunciado en mayo de 1775 por el franciscano Agustín de Morfi en la ciudad de México. En Imago se muestran las figuras de 10 obispos de la Nueva Vizcaya y sirven a Wilfrido Llanes para mostrar la imagen–personaje como fuente histórica. Ana Lilia Altamirano Prado escribe en Ad Perpetuam sobre la adquisición de una copia de los libros sacramentales de El Sagrario de San Miguel de Culiacán por parte de la Facultad de Historia de la Universidad Autónoma de Sinaloa, contrastándolos con los originales. Linternilla, en esta ocasión, da cuenta de la importancia que el aprendizaje de la Paleografía y Diplomática representa en la formación del historiador y para el análisis documental a través de “Notas sobre un sendero”, de Wilfrido Llanes Espinoza. Diálogos se inagura con la entrevista realizada por Llanes Espinoza y Benita Escárcega al maestro Sergio Ortega Noriega, quien comparte algunas reflexiones en el ámbito historiográfico del noroeste de México, así como la pertinencia de la enseñanza de la historia por maestros normalistas. Inquisición y vida cotidiana en Durango 1563-1821 de Luis Carlos Quiñones Hernández, es el libro que Benita Escárcega reseña en Norte, destacándose la aportación historiográfica que hace el autor sobre el papel que la actividad del tribunal inquisitorial representó en Nueva Vizcaya y, particularmente, la vida cotidiana en una zona de frontera. Para cerrar, Sara Nohemy Velarde Sarabia presenta en la sección Registros “Confirmación de oficio de alguacil mayor: Alonso Ochoa Galarraga”, un documento de 1613 mediante el cual se ilustra la venta de cargos y oficios realizada por la monarquía española en estas regiones. Queda en sus manos este primer número, agradeciendo a todos los involucrados para que Barlovento viera la luz, a la Dirección General de Extensión de la Cultura y Servicios de la Universidad Autónoma de Sinaloa, a cargo del Dr. Carlos Maciel Sánchez y a la Editorial UAS, a cargo de la Mtra. Ilda Elizabeth Moreno Rojas; así como a quienes solidariamente aceptaron formar parte del consejo asesor. A todos gracias por respaldar este proyecto.

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Índi ce

Septentrión 5 20 40 72



El Despertador Americano en las iniciales razones de Pablo de Villavicencio, “El Payo del Rosario” Gilberto J. López Alanís Fastos del Nuevo Mundo de Domingo Muriel S. J., 1776. Traducción de fragmentos seleccionados Julieta Consigli - José María Boetto Telésforo Alvarado, capellán del ejército insurgente al mando de José María González Hermosillo José de la Cruz Pacheco Rojas Fray Juan Agustín Morfi y el sermón sobre “la nobleza y piedad de los montañeses” Julio J. Polo Sánchez

Linternilla sobre un sendero 39 Notas Wilfrido Llanes Espinoza

Registros 62

Confirmación de oficio de alguacil mayor: Alonso Ochoa Galarraga Sara Nohemy Velarde Sarabia

Diálogos 55

Sergio Ortega Noriega: La importancia de una cátedra Wilfrido Llanes/ Benita Escárcega

Ilustración de portada

Miniatura con Santiago Matamoros y Don Pelayo en la ejecutoria de hidalguía de García de la Riba Agüero, vecino de la villa de Alhanje, Granada, 26-V-1598. Biblioteca Municipal de Santander ms. 738.

Imago novovizcaínos 11 Obispos del siglo XVIII

Wilfrido Llanes Espinoza



Ad Perpetuam 34

El archivo parroquial del Sagrario de San Miguel de Culiacán Ana Lilia Altamirano Prado

Norte De Inquisición y vida 58 cotidiana en Durango Benita Escárcega

Director

Wilfrido Llanes Espinoza

Consejo editorial

Sara Nohemy Velarde Sarabia, Benita Escárcega, Ana Lilia Altamirano Prado, Víctor Adrián González Pérez, Venecia Citlali Lara Caldera, Wilfrido Llanes Espinoza

Diseño y formación Michelle Thomas

Consejo asesor

Sergio Ortega Noriega, Clara Bargellini, Juan Domingo Vidargas del Moral (Instituto de Investigaciones Históricas/Universidad Nacional Autónoma de México), Luis Navarro García (Universidad de Sevilla), Salvador Bernabéu Albert (EEHA/CESIC), María Elena Barral (CONICET/Universidad Nacional de Luján, Argentina), Miguel Vallebueno Garcinava y José de la Cruz Pacheco (Instituto de Investigaciones Históricas/Universidad Juárez del Estado de Durango), Gilberto López Castillo (INAH-Sinaloa), María del Valle Borrero Silva (El Colegio de Sonora), David Carbajal López y Celina Becerra Jiménez (Departamento de Historia-CUCSH-Universidad de Guadalajara), Samuel O. Ojeda Gastélum y Rafael Valdés Aguilar (Facultad de Historia/Universidad Autónoma de Sinaloa), Sara Ortelli (CONICET/ Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Argentina), José Refugio de la Torre Curiel (El Colegio de Jalisco), Miguel Mathes (El Colegio de Jalisco; Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística del Estado de Jalisco), Gilberto López Alanís (Archivo Histórico General del Estado de Sinaloa), Roberto Di Stefano (CONICET. Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”/ Universidad de Buenos Aires), Chantal Cramaussel, Nelly Sigaut (El Colegio de Michoacán/Centro de Estudios Históricos). Dr. Víctor Antonio Corrales Burgueño Rector

M.C. Juan Eulogio Guerra Liera Vicerrector de la Unidad Regional Centro

Dr. Alfredo Leal Orduño Secretario General

Dr. Carlos Maciel Sánchez Director General de Extensión de la Cultura

Lic. Manuel de Jesús Lara Salazar Srio. de Administración y Finanzas

M.C. Ilda Elizabeth Moreno Rojas Directora de Editorial

Barlovento Sauce 1428 Col. Rafael Buelna C.P. 80260 Culiacán, Sinaloa, México. [email protected]

Universidad Autónoma de Sinaloa Dirección General de Extensión de la Cultura Teófilo Noris 517 Nte. Centro, C.P. 80000 Culiacán, Sinaloa, México. Tel: (667) 7166273 directo, Fax: 7152111

* BARLOVENTO. REVISTA DE HISTORIA DEL NORTE NOVOHISPANO. Año 1, No. 1, julio-diciembre 2012, es una publicación semestral editada por la Universidad Autónoma de Sinaloa, a través de la Dirección General de Extensión de la Cultura. Teófilo Noris, 517 Nte. Col. Centro, C.P. 80000, Culiacán, Sinaloa. Tel. (667) 716 6273, Fax: 7152111. Editor responsable: Wilfrido Llanes Espinoza. Reservas de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2011-103109562500-102, ISSN: EN TRÁMITE. Licitud de Título: EN TRÁMITE. Licitud de Contenido: EN TRÁMITE, ambos otorgados por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Permiso SEPOMEX: EN TRÁMITE. Impresa por Talleres de la Imprenta Universitaria, Ignacio Allende y Josefa Ortiz de Domínguez, colonia Gabriel Leyva, Culiacán, Rosales, Sinaloa, México, este número se terminó de imprimir el 15 de ju1io de 2012, con un tiraje de 500 ejemplares. **Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación. ***Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización del Instituto Nacional del Derecho de Autor.

Sept entr ión

El Despertador Americano en las iniciales razones de Pablo de Villavicencio, “El Payo del Rosario”* Gilberto J. López Alanís**

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o hemos reflexionado con razones ciertas y comprensivas sobre el enorme legado del General Insurgente José María González Hermosillo en la formación de una nueva mentalidad en el noroeste mexicano, a partir de la difusión de los impresos y proclamas que generó el secretariado del Generalísimo de la América Septentrional Miguel Hidalgo y Costilla. Entre los impresos que autorizó el máximo dirigente del Ejército Libertador estuvo El Despertador Americano, órgano de difusión política impreso en Guadalajara, que buscó sembrar una perspectiva universal e histórica en la formación de las libertades criollas e indígenas. El Despertador, que inició su publicaciones el jueves 20 de diciembre de 1810, abonó a la conciencia histórica de quienes a partir de su lectura se sintieron contemporáneos de una lucha de alcances universales; mientras un pueblo, el español, al otro lado del Atlántico, luchaba por mantener sus tradiciones y defender su soberanía vulnerada por Napoleón, el moderno dinamizador capitalista que devino en tirano. El imperio de Napoleón arrasó con las fronteras nacionales y subsumió las oposiciones locales a los dictados de sus intereses y confrontaciones internacionales. La novedad de la libertad de prensa llegó hasta los talleres de El Real de Minas del Rosario donde Pablo de Villavicencio inició sus lecturas de El Despertador Americano después de la toma insurgente del real, así que, cuando José Ma. González Hermosillo puso en sus manos los dos primeros ejemplares, se iniciaba un ciclo del periodismo libertario en México; la conexión directa en-

* Ponencia presentada en el XXV Congreso Internacional de Historia Regional Identidad Nacional y Revoluciones en México, Culiacán, Facultad de Historia/Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, los días 3, 4 y 5 de diciembre de 2009. ** Director del Archivo Histórico General del Estado de Sinaloa. [email protected].

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tre causa y efecto fue evidente, el trayecto entre El Rosario y San Ignacio fue para Pablo un proceso de reflexión y enseñanza por lo que el sastrecillo valiente se integró al Ejército Insurgente con razones más que suficientes aderezadas con noticias de lo acontecido en la coyuntura política del reino español. Respecto a su militancia insurgente y especialmente bajo las órdenes de González Hermosillo, años más tarde, el propio Payo del Rosario presumió haber recibido reconocimiento por el Generalísimo Miguel Hidalgo y Costilla, como Teniente de Caballería.1 En este punto existe correspondencia entre esta afirmación de Villavicencio y la iniciativa de González Hermosillo de reconocer a ciertos combatientes de su contingente, confirmada por Miguel Hidalgo con nombramientos, según comunicación entre ambos del 5 de enero de 1811.2 Luego cuando el Nº 3 del Despertador Americano, del 29 de diciembre de 1810, incluyó la noticia de la victoria de González Hermosillo en El Rosario, el ansia de una escritura directa se hizo anhelo de lucha en aquella escuálida figura que albergaba anhelos de libertad.3

Pablo de Villavicencio abrevó en los siete ejemplares del primer periódico insurgente y en esos iniciales textos se fraguó una escritura de combate que sacudió la conciencia de criollos y libertos e incomodó a los peninsulares que representaban la estructura virreinal de la Nueva España. La transfiguración de Pablo de Villavicencio de Fernandista a radical anti hispanófilo fue razón suficiente para que su escritura tuviera amplia aceptación en el álgido contexto de la crisis política del Virreinato y las Provincias Internas. Su escritura posterior nos ilustra de su enorme capacidad imaginativa y la fuerza de su discurso. No pretendo merodear en los excelentes tratamientos que se han hecho sobre la vida y la obra de Villavicencio por Héctor R. Olea, James C. Mckegney, Jesús Reyes Heroles, José Luis Sayago Ramírez o Helia Bonilla,4 solo iniciar un acercamiento al ideario fundante de su pensamiento político, a través de lo impreso en El Despertador Americano. No podemos dejar de mencionar sus iniciales lecturas por él confesadas, de Caballería de Oliveros y Los milagros de Santiago de los Caballeros, esto inflamó su imaginación juvenil casi de niño, en su natal Rosario y lo preparó para otras empresas culturales. Inmerso en la vorágine de aquella ya bicentenaria rebeldía insurgente e impactado con las lecturas del pensamiento político de Francisco Severo Maldonado, por primera vez, Villavicencio se sintió miembro de un espacio más amplio que el de su natal Rosario, según esta lectura era un habitante de América, y pudo distinguirse de los europeos afrancesados establecidos en estas tierras.5

1  Según lo anota Helia Bonilla: “Se conserva una carta de su puño y letra, escrita antes de septiembre de 1824, dirigida a uno de los grandes caudillos de la Independencia (todo parece indicar que a Vicente Guerrero) en la que esperando se le favoreciera con un ‘destino’, expone sus méritos como ex insurgente, entre ellos haber sido en 1811, “condecorado por el Serenísimo D. Miguel Hidalgo y Costilla con el despacho (de) Teniente de Caballería en las Tropas q. bajo el mando del coronel D. José María Hermosillo pasaron a la conquista en las Provincias internas de Occidente”. Helia Bonilla, “El Payo del Rosario. Caricaturas del Liberalismo radical en los Muros y la Panfletografía de la Postindependencia” en 20/10 Memorias de las Revoluciones de México, Nº 1, México, julio-agosto de 2008, p. 116.

fenómeno son evidentes. Villavicencio abandonó para siempre su natal Rosario para vivir el caos vivencial de la República y convertirse en periodista de alcances nacionales.

2  Hidalgo asienta: “Remito los títulos que vuestra señoría ha prometido a los sujetos que nomina a quienes, como a los demás que protegen nuestra acción, les da vuestra señoría las más rendidas gracias a mi nombre...”. Carta de Miguel Hidalgo a José María González Hermosillo del 5 de enero de 1811, en “Hidalgo: Razones de la insurgencia y biografía documental”, ensayo, selección y notas de Carlos Herrejón Peredo, México, SEP/Col. Cien de México, 1987, p. 274.

4  Véase, Héctor R. Olea, Panfletografía del Payo del Rosario, Culiacán, Universidad Autónoma de Sinaloa, 1987, también a Helia Bonilla, Op. cit. 5  Párroco del curato de Ixtlán y de Mascota en la Diócesis de Guadalajara, teólogo, filósofo, jurista y sociólogo, doctor en Teología, se trasladó a Guadalajara al saber que José Antonio Torres capitán del Ejercito Insurgente había hecho entrada triunfal en esa capital. Se presentó ante Hidalgo y le propuso la publicación de un periódico que propagara las ideas de la insurrección que le fue aceptada. El total de ediciones fueron siete con tiraje de miles de ejemplares, del 20 de diciembre de 1810 al 17 de enero de 1811, la recomendación de la imprenta se debió al sacerdote Francisco de la Parra. Debido al desastroso resultado de la Batalla del Puente Calderón, los

3  “Expreso del Real del Rosario que llegó ayer por la tarde. El Comandante de una de las Divisiones de nuestro Exercito del Poniente Don Josef María Hermosilla participa al Superior Gobierno haber conseguido una victoria completa sobre los Europeos de la Sonora. ¡Viva la Religión! ¡Viva la independencia!”. El Despertador Americano, Nº 3, Guadalajara, Imprenta de Fructuoso Romero y Petra Manjares, del 29 de diciembre de 1810, p. 22. Aquí podemos aplicar la teoría de la causación histórica; los elementos formales del

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“Yo con la pluma, espada flamígera, defenderé la causa santa de la libertad sin derramar la sangre hermana”.

político de diversas posibilidades interpretativas. El mundo de la libertad discursiva por medio de esta subversiva lectura le abrió un panorama inmenso. El engaño y las intrigas sostenidas desde la península y compartidas por los gachupines en la Nueva España y sus provincias, de una victoria providencial de la Corona Española, alimentada con el oro y la plata americana junto al sacrificio del pueblo español, quedó evidenciado; el texto de El Despertador, era eso, el fin del sueño y el despertar de nuevas conciencias, juveniles, como el caso de Pablo de Villavicencio. El oprobio de la falta de consistencia patriótica de la Junta Central y la burocracia imperial denunciada por El Despertador se hizo cátedra en el círculo de lecturas de este medio insurgente. Sin embargo, El Despertador tiene justa apreciación de la complejidad del elemento hispano en América al señalar que: “Ha habido, y hay entre nosotros Españoles de una probidad superior a todo justo reproche. Aquí hablamos -insisten Severo Maldonado y los editores- de los que han mantenido una correspondencia criminal con el intruso Josef (Napoleón), de los que se han opuesto a la defensa de la América para facilitar la entrada en ella de los Galos y que han tratado de perpetuar nuestra esclavitud”.6 La defensa de los derechos patrióticos de los

Es controversial la definición de las vocaciones, sobre todo en espíritus exaltados, por ello me parece que el epígrafe de El Despertador Americano, tomado del poeta clásico Horacio y que apareció en cada uno de los siete números entre finales de 1810 y principios de 1811, que traducido del latín, más o menos dice: “Yo con la pluma, espada flamígera, defenderé la causa santa de la libertad sin derramar la sangre hermana”, fue un texto que ejerció una influencia sustantiva en Pablo de Villavicencio, el cual dejó todo para inscribirse en una lucha que lo llevó por caminos inusitados, posteriormente el periodismo de combate fue su perspectiva más clara. El reclamo de perjuros y traidores que el editor de El Despertador hizo a los españoles que juraron defender la religión y al rey, identificó a los Gachupines como “Reos de Alta Traición”. Toda esta lluvia de ideas y conceptos políticos en el juvenil y “asiduo lector”, de El Rosario, lo iniciaron en un discurso insurgentes abandonaron rápidamente Guadalajara y la publicación quedó suspendida. El doctor Maldonado editó posteriormente otro periódico “El Telégrafo de Guadalajara” en el que se expresó mal tanto del movimiento insurgente cono de don Miguel Hidalgo. Por su carácter tan voluble, don Carlos María Bustamante le describió como “hombre de todas las facciones”. Los ejemplares fueron impresos en los talleres de don José Fructuoso Romero. La imprenta se había fundado en 1792 por don Mariano Valdés Téllez Girón quien por una grave enfermedad se vio obligado a dejarla al señor Romero y su esposa Petra Manjarrez y se contó como colaborador a don Ángel de la Sierra. Ver los prólogos e introducción de Antonio Pompa y Pompa, a la edición facsimilar de El Despertador Americano, México, Partido Revolucionario Institucional, 1976.

6  El Despertador Americano, Nº 1, Edición facsímil, Morelia, Michoacán, editado por el H. Ayuntamiento de Morelia, 2003.

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Línea por línea, párrafo por párrafo, página a página El Despertador va estructurando un discurso de liberación, anclado en tres controvertidos y fundamentales pilares; la religión, la permanencia del monarca y el fortalecimiento de una conciencia criolla.

criollos son reivindicados por El Despertador preguntando: “¿Solo el Gachupín estará obligado a derramar su sangre por su Fe, y no lo estará el Criollo igualmente?” Remarcando que la religión cristiana era una sola, tanto para europeos y americanos. El enemigo era común, y excluir a los americanos de esta lucha era mantenerlos en un plano que ya no correspondía a los tiempos y esa circunstancia. El autor de la mayoría de los textos del Despertador, Francisco Severo Maldonado, con la colaboración de José Ángel de la Sierra, según lo aceptó Hidalgo después, inflamó la necesidad de participar en la defensa de los intereses de criollos y europeos justos y patriotas. Como complemento en la formación de la identidad de la tropa Insurgente, el editor hizo un retrato inusual de Hidalgo:

Americanos. El cielo se ha declarado por vosotros, la voluntad de Dios se manifiesta cada día con indicios nada equívocos de la más decidida y señalada aprobación de nuestra causa.10

Texto que sacude almas finalmente dieciochescas que se asoman a los albores decimonónicos; criollismo y religión van juntos en la exaltación de una lucha que busca emancipaciones precisas. El impreso desborda imaginarios medievales en la representación de los milagros del apóstol Santiago que solía representarse combatiendo con la divinidad a su vera; esto le permite al escritor expresar:

…volad al campo del honor, cubríos de gloria bajo la conducta del nuevo Washington que nos ha suscitado el Cielo en su misericordia, de esa Alma Grande, llena de sabiduría y de bondad, que tiene encantados nuestros corazones con el admirable conjunto de sus virtudes populares y republicanas.7

Los enemigos, sobrecogidos de un terror profundo, y poseídos de aquel Espíritu de vértigo que el Señor envía a la Tierra, como precursor de la ruina de las Naciones que han provocado su justicia inexorable, pierden el tino en sus acciones y discursos; toman vuestras armas para herirse a si mismos y alegan en su favor testimonios que los condenan...11

Abundando un poco más en los argumentos del primer periódico Insurgente, encontramos ahí uno de los gérmenes de nuestra identidad republicana, el entusiasmo del levantamiento hizo concebirse como dueños de su propio destino: Nosotros somos ahora los verdaderos Españoles, los enemigos jurados de Napoleón y sus secuaces, los que sucedemos legítimamente en todos los derechos de los subyugados…8

Cristiano como el que más, el orfebre de las telas Pablo de Villavicencio, formado en los talleres de sastres, zapateros y forjadores de puros; ducho en las largas tertulias y discusiones del trabajo; hecho en el taller del diálogo, no fue ajeno a este instrumento de comunicación social en el cual alcanzó clara maestría junto con Joaquín Fernández de Lizardi, su compadre; Villavicencio, Payo en ciernes, se bebió letra a letra el texto del órgano periodístico de la Insurgencia, que buscaba despertar la conciencia americana.12

Y algo más, se estaba construyendo el imaginario laico de la patria, a través de El Despertador se visualizó al Águila Azteca vaticinando que: “…llegará el venturoso día en que el Águila Mexicana destroce las rapaces Águilas que han asolado la Europa, y va a encarnizarse contra el Asia”.9

10  El Despertador Americano, Nº 2, Guadalajara, Imprenta de Fructuoso Romero, 27 de diciembre de 1810, p. 1.

7  Ibíd., p. 4.

11  Ibíd.

8  Ibíd., p. 5.

12  El análisis de diversos diálogos políticos de la época, nos llevan a varias conclusiones: los diálogos aparecen en un momento

9  Ibíd., p. 6.

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Sept en tr ión El Despertador Americano pregonó que la lucha contra el invasor contó con “...el patrocinio declarado de la Madre Santa de Guadalupe, Numen Tutelar de este Imperio, y Capitana Jurada de nuestras Legiones”, fortaleciendo el imaginario popular en una lucha que desbordó símbolos y buscó orígenes de autenticidad. Pablo de Villavicencio oró y se santiguó ante el lienzo de La Virgen de Guadalupe que hoy se encuentra en el Museo popular del pueblo de La Labor en el municipio de San Ignacio, el mismo que enarboló González Hermosillo desde Guadalajara a su entrada a Sinaloa y este año a petición de la Comisión del Bicentenario y el Centenario del Estado de Sonora iniciará un recorrido por aquella entidad. No estuvo Francisco Severo Maldonado ajeno a la acerba crítica que necesariamente generó ese medio propagandístico, así que al final del segundo número expresó:

El Autor de este Periódico confiesa la debilidad de sus talentos, y no hallarse capaz de dar a la obra toda la perfección correspondiente a la importancia de la época en que nos hallamos. Su ardiente amor a la Patria y el ver que ningún literato ha acometido hasta ahora una empresa de tan conocida necesidad, le ha hecho pasar por todas consideraciones, y dedicarse a despertar a gran parte del Pueblo Americano dormido a sus intereses implora la indulgencia del público, y protesta ceder el campo gustoso a los periodistas que se presentaren dignos de la Nación, y de la gran causa de su Libertad.

No está ajeno El Despertador a muchas otras disquisiciones las cuales son posibles de una lectura puntillosa de este formidable instrumento cultural insurgente, sostenido por el Generalísimo, y editado por el ilustre y controversial sacerdote, autor de otros significados textos en Guadalajara, mientras tanto, baste lo hasta aquí hurgado, para dejar constancia de la influencia que ejerció en Pablo de Villavicencio El Despertador Americano. Algo más sobre El Payo del Rosario; hasta donde tengo conocimiento, son más de 150 panfletos los publicados desde 1822 a 1831, en esta novedad, de lidiar con los quisquillosos editores, la mayoría de la ciudad de México, el Payo abordó una diversidad temática propia de su tiempo, lo mismo trata de problemas españoles como americanos; de posiciones políticas centralistas o federalistas; de pasiones y virtudes; de traiciones y benevolencias; de libertades e iniquidades; de monárquicos y republicanos; de afrancesados e irredentos católicos; de militancias realistas e insurgentes; de proverbios y refranes; de condenas y absoluciones; de los clásicos y los de su tiempo; de intendentes y virreyes; de pueblos y parroquias; de algún catecismo político; de coyotes y gallinas; de Tribunales y jurados; de santos y demonios; de gachupines y americanos; de escoceses y yorkinos; de borbonistas y carlistas; de indios bárbaros y excelsos letrados; de algún dialogo de Doña Clara y Petra su cocinera; del padre eterno y el obispo iracundo; aparte de innovador del periodismo de su tiempo y asumirse como cronista de los barrios de la ciudad de México.

determinado de la historia de nuestro país, de 1808 a 1832, época de crisis, inestabilidad y cambios profundos; ellos responden a los factores que hemos descrito en las páginas anteriores; pueden realizarse varias lecturas de ellos; no surgieron por generación espontánea, sino que en ellos confluyen al menos dos tradiciones: la ilustrada del siglo XVIII y la popular que podemos rastrear desde la literatura popular del Siglo de Oro español. Esta literatura popular tuvo un gran auge en México, a partir de la segunda mitad del siglo XVIII y estuvo presente en la crisis del mundo colonial. Las autoridades virreinales persiguieron un buen número de obras de esta escritura popular: poesía mística, predicación sagrada, canciones, sátiras y teatro religioso. Los escritores de las primeras décadas del siglo XIX recibieron una influencia de esta literatura perceptible en el uso del lenguaje del pueblo, la sátira, el acercamiento de la escritura a la oralidad, propia de las representaciones teatrales populares o de los sermones, que fueron muy apreciados en el mundo colonial. El análisis de diversos diálogos políticos de la época, nos llevan a varias conclusiones: los diálogos aparecen en un momento determinado de la historia de nuestro país, de 1808 a 1832, época de crisis, inestabilidad y cambios profundos; ellos responden a los factores que hemos descrito en las páginas anteriores; pueden realizarse varias lecturas de ellos; no surgieron por generación espontánea, sino que en ellos confluyen al menos dos tradiciones: la ilustrada del siglo XVIII y la popular que podemos rastrear desde la literatura popular del Siglo de Oro español. Esta literatura popular tuvo un gran auge en México, a partir de la segunda mitad del siglo XVIII y estuvo presente en la crisis del mundo colonial. Las autoridades virreinales persiguieron un buen número de obras de esta escritura popular: poesía mística, predicación sagrada, canciones, sátiras y teatro religioso. Reynaldo Sordo, “El Dialogo en la Literatura Política de México, 1808-1832”, en Revista de Estudios, No. 70, otoño de 2004. [en línea] http://biblioteca.itam.mx/estudios/ESTUDIOS70.pdf. Consultado el 25 de junio de 2010.

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En fin, un personaje de pensamiento complejo en la formación de la inicial opinión publica de una nación que asomaba al concierto de las definiciones de una revolución industrial, donde lo local y lo internacional se cruzan para producir un discurso de interesantes posibilidades interpretativas.

Bibliografía Bonilla, Helia, “El Payo del Rosario. Caricaturas del Liberalismo radical en los Muros y la Panfletografía de la Postindependencia”, en 20/10 Memorias de las Revoluciones de México, Nº 1, México, Julio-agosto de 2008, pp. 113-125. El Despertador Americano, Nº 2, Guadalajara, Imprenta de Fructuoso Romero y Petra Manjarrez 27 de diciembre de 1810. El Despertador Americano, Nº 3, Guadalajara, Imprenta de Fructuoso Romero y Petra Manjares, del 29 de diciembre de 1810. El Despertador Americano, México, Partido Revolucionario Institucional, 1976. El Despertador Americano, Nº 1, Edición facsímil, editado por el H. Ayuntamiento de Morelia, Morelia Michoacán, México. 2003. Hidalgo. Razones de la insurgencia y biografía documental, Carlos Herrejón Peredo, México, SEP/Col. Cien de México, 1987. Olea Héctor R., Panfletografía de El Payo del Rosario: (Semblanza de Pablo Villavicencio), Culiacán, Universidad Autónoma de Sinaloa, 1987. Sordo, Reynaldo. “El Dialogo en la Literatura Política de México, 1808-1832”, en Revista Estudios, Nº 70, otoño de 2004, pp. 49-72. [en línea] http://biblioteca.itam.mx/estudios/ESTUDIOS70.pdf. Olea, Héctor R., El Payo del Rosario, Culiacán, Sinaloa, Universidad Autónoma de Sinaloa, 1987.

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Obispos novovizcaínos del siglo xviii*

Wilfrido Llanes Espinoza**

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l propósito de seleccionar diez obispos novovizcaínos del siglo XVIII no se relaciona estrictamente con el aspecto artístico de las imágenes que se presentan.1 El interés se centra en prestar atención a la figura del obispo como una posibilidad biográfica. Desde el momento en que la historia política inició su renovación surgió otra posibilidad de análisis de la imagen, que en este caso será de la imagen-personaje; por ello, partiendo desde este punto, lo que se presenta a continuación es la importancia de la figura, no la retratada como tal, sino la historiada.2 El historiador, al ponerse a estudiar la vida de un gran hombre, se complace buscar en la provincia lo que vio nacer y en la familia de que desciende todos los rasgos que concurren a formar su personalidad, es lo que opina Auguste Bailly sobre la biografía.3 Al estudiar a Michelet, Roland Barthes no se propuso explorar las raíces históricas o de la biografía, sino más bien únicamente encon* Las pinturas se encuentran en la “Sala de los Obispos” de la Galería Episcopal de la Catedral de Durango. Agradecemos la colaboración de Alonso Martínez por facilitar el presente material fotográfico. ** Facultad de Historia de la UAS/Barlovento. [email protected]. 1  Para atender la incidencia de un personaje importante de la sociedad, como lo puede ser un obispo, en el desarrollo de un estilo, Vid. Ana Elisa Martínez García, “Obispos y virreyes: reflexiones en torno a su papel en la formación de un estilo pictórico”, en Primer Seminario de Pintura Virreinal. Tradición, estilo o escuela en la pintura Iberoamericana, siglos XVI-XVIII, Edición a cargo de María Concepción García Sáiz y Juana Gutiérrez Haces, México, UNAM/IIE, Fomento Cultural Banamex, A.C., OEI, Banco de Crédito de Perú, 2004, pp. 191-198. 2  Gaskell apunta que, aunque el material de fuentes utilizado por los historiadores es de muchos tipos, su preparación les lleva, por lo general, a sentirse mucho más cómodos con los documentos escritos. Ivan Gaskell, “Historia visual”, en Peter Burke (ed.), Formas de hacer historia, Madrid, Alianza, 2003, p. 222. En su conocido libro Visto y no visto…, Peter Burke ya señalaba la importancia que estaban recobrando las fuentes no “comunes”, como textos literarios, fuentes orales, incluyendo a las imágenes, en la nueva forma de hacer historia. Peter Burke, Visto y no visto. El uso de la imagen como documento histórico, Barcelona, Crítica, 2001, p. 11. Una relectura de este trabajo, hecha por el mimo autor, puede verse en: “Cómo interrogar a los testimonios visuales”, en Joan Lluís Palos y Diana Carrió-Invernizzi (Dirs.), La historia imaginada. Construcciones visuales del pasado en la Edad Moderna, España, Centro de Estudios de Europa Hispánica, 2008, pp. 29-40. 3  Auguste Bailly, Richelieu, Madrid, Espasa-Calpe, 1969, p. 9.

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llegó la injerencia de la Corona en los asuntos de la Iglesia, concretamente a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, etapa en que el regalismo tuvo una marcada presencia? Estas podrían ser dos interrogantes que dieran sentido a la biografía de cada uno –a la vez de en conjunto– de los obispos elegidos, mostrándose de esta manera un entramado social, político, económico y cultural suficientemente amplio y problematizador de la figura estudiada. En esta ocasión la empresa es de menor envergadura, tan sólo se esbozan algunos datos esenciales sobre la trayectoria de cada uno de los obispos novovizcaínos del siglo XVIII.7

trar la estructura de una existencia, dejando a los “críticos verdaderos” -historiadores o psicoanalistas esta tarea.4 En el caso del estudio de Carlos V y de Felipe II de Fernand Braudel, se destaca el hecho de que ambos personajes fueron contemplados desde un punto de vista diferente, contrastante con la mirada interesada en mostrar “la persona del Emperador o la del Rey, casi con exclusividad, para captar su fisionomía y su manera de ser y obrar, sacando a relucir su conciencia e intimidad, los sitios que frecuentaban, los gustos que tenían, los familiares que los rodeaban y a quienes querían y a quienes desdeñaban […], todo cuanto circunscribía al soberano”.5 No es la biografía histórica un género que pueda tenerse por anecdótico o de escasa importancia, refiere Concepción de Castro, en su opinión, la biografía cumplirá un mejor papel cuanto más importante y representativo sea el personaje elegido.6 En este sentido, ¿hasta qué punto los obispos seleccionados jugaron un rol decisivo en la sociedad novohispana?, más particularmente, ¿hasta qué nivel

7  François Dosse en su libro, El arte de la biografía. Entre historia y ficción (México, Universidad Iberoamericana, 2007), presenta un abanico amplio de posibilidades biográficas. Del mismo autor puede consultarse Michel de Certeau. El caminante herido, (México, Universidad Iberoamericana, 2003). Otro tipo de ejercicio biográfico se puede observar en La herencia inmaterial… de Giovanni Levi, (La herencia inmaterial. La historia de un exorcista piamontés del siglo XVII, Madrid, Nerea, 1990). Levi estudia un fragmento minúsculo del Piamonte del siglo XVII, reconstruyendo en detalle las vicisitudes biográficas de cada habitante del pueblo de Santenea.

4  Roland Barthes, Michelet, México, FCE, 2004, p. 9. 5  Felipe Ruiz Martín, “Prólogo”, en Fernand, Braudel, Carlos V y Felipe II, Madrid, Alianza Editorial, 1999, p. 7. 6  Concepción de Castro, Campomanes. Estado y reformismo ilustrado, Madrid, Alianza Editorial, 1996, p. 14.

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Im a go Ignacio Diez de la Barrera (1705-1709) originario de la ciudad de México, doctor en sagrados cánones, abogado de la Real Audiencia de México, catedrático de Prima de su Real Universidad, Visitador general del Arzobispado, cura de la parroquia de la Santa Vera Cruz.8 Fue examinador sinodal del obispado de Puebla y canónigo doctoral de la Santa Iglesia Metropolitana. Tomó posesión del obispado de Durango por medio del deán y centurión9 licenciado José Escuerzáfigo, el día 7 de mayo de 1705, y gobernó hasta el 20 de septiembre de 1709, quien falleció en la misma ciudad de su gobierno.10

Pedro Tapiz (1715-1722), natural del valle de Andosilla, Navarra. Abad de Santa María del Burgo en la ciudad de Alfaro, vicario de la misma, visitador general del obispado de Tarazona, presentado para el de Durango en 1711. Titular del mismo de 1715 a 1722. Fue electo obispo de Guadalajara cuando murió.11

8  Diccionario geográfico-histórico de las Indias Occidentales ó América, T. II, Madrid, Imprenta de Manuel González, 1787, p. 55. 9  Canónigo que preside el cabildo de la catedral. Diccionario de la Real Academia Española en línea (DRAE). 10  Francisco Antonio de Lorenzana, Concilios provinciales primero y segundo, celebrado en la muy noble, y muy leal ciudad de México, México, Imprenta del Superior Gobierno de el Sr. Don Josef Antonio Hogal, 1769, p. 373. 11  Diccionario geográfico-histórico…, op. cit. Cf. Miguel Vallebueno Garcinava, La catedral de Durango. Un encuentro con el tiempo, Durango, Amigos de la Catedral de Durango, A.C.-IMAC, 2009, p. 56.

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Benito Crespo y Monroy (1723-1734), de la Orden de Santiago de Santiago, colegial y rector en el Colegio del Rey de Salamanca, catedrático de filosofía y de teología, visitador por el consejo de órdenes del convento de Uclés y de los religiosos de Sancti-Spiritus en Salamanca y Santa Cruz en Valladolid, deán de la iglesia de Oaxaca, electo el año de 1723, gobernó hasta el de 1734, que pasó promovido al obispado de Puebla de los Ángeles.12 El expediente de la licencia o pase a Indias otorgado a Benito Crespo, permite conocer a las personas que le acompañaron en el viaje. En este caso, el doctor Benito Crespo, deán de la catedral de Antequera (Oaxaca), pasó a Honduras, con los siguientes ayudantes: Antonio Delgado Berrocal, criado, natural de Cordobilla, hijo de Alonso García Delgado Berrocal y de Isabel Fernández; Diego González Periáñez, criado, natural de Alcántara, hijo de Sebastián González Gazapo y de Catalina Periáñez.13

Martín de Elizacochea (1736-1747), colegial de la Madre de Dios de Teólogos de Alcalá, catedrático de filosofía en aquella universidad, cancelario14 de la de México, canónigo, maestre-escuela, chantre15, arcediano16 y deán de su iglesia metropolitana, examinador sinodal del arzobispado, comisario general subdelegado de la Santa Cruz, vicario y capellán mayor de las madres capuchinas, tomó posesión del obispado de Durango el año de 1736, y gobernó hasta el de 1747, que fue promovido al de Michoacán.17 El expediente informa que Martín de Elizacochea, canónigo catedral de México, pasó a México con los siguientes criados: José Martínez de Cabriada, natural de Yanguez (Calahorra), hijo de Pedro Martínez de Cabriada y de Catalina Beltran; Antonio de Indart, natural de Arrayoz (Navarra), hijo de Juan de Indart y de Ana María de Iturralde; Juan de Goyeneche, natural de Garzain (Navarra), hijo de Juan de Goyeneche y de Graciana de Guilenea; Gracián de Valencia, natural de Garinoain (Navarra), hijo de Martín de Valencia y de Sebastiana Irascheta.18

12  Diccionario geográfico-histórico…, op. cit. 13  Archivo General de Indias (AGI), CONTRATACIÓN, 5468, N.1, R.9, BENITO CRESPO, 1714, ff. 1r-42v. Véase también, AGI, CONTRATACIÓN, 5468, N.1, R.28, LISTA DE PASAJEROS, 1714, ff. 1r-2v + ff. 1r-1v. En esta referencia se puede consultar la lista de pasajeros que se embarcaron a Honduras el 20 de octubre de 1714, entre los que se encontraba quien sería posteriormente obispo de Durango. 14  Hombre que en las universidades tenía la autoridad pontificia y regia para dar los grados. DRAE. 15  Dignidad de las iglesias catedrales, a cuyo cargo estaba antiguamente el gobierno del canto en el coro. DRAE. 16  Primero o principal de los diáconos. DRAE. 17  Diccionario geográfico-histórico…, op. cit. 18  AGI, CONTRATACIÓN, 5469, N.2, R.71, MARTIN DE ELIZACOCHEA, 1717, ff.1r-21v.

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Im ago Pedro Anselmo Sánchez de Tagle (1747-1758), nació en Santillana, Santander. Estudió en Valladolid y Salamanca, donde obtuvo el título de licenciado en el colegio de San Bartolomé, del que posteriormente fue rector. En 1727 pasó a México con el cargo de inquisidor fiscal. Fue obispo de Durango de 1747 a 1758, año en que fue promovido a la diócesis de Michoacán. Tomó posesión de la nueva mitra el 16 de julio de 1758.19 Fue un obispo particularmente activo a pesar de su edad y de sus achaques, señala Felipe Castro. Óscar Mazín lo describe como un obispo de polendas, casuista, defensivo, sensible a las necesidades de los desvalidos y amigo de los jesuitas.20 La licencia concedida a Pedro Anselmo Sánchez de Tagle, como nuevo inquisidor fiscal del Santo Oficio de la Inquisición de México, el 28 de abril de 1728, para su viaje a Indias, indica que le acompañaron dos personas: Vicente Antonio Bueno de la Borbolla, natural de Santillana, diócesis de Burgos, y José Gutiérrez del Alcalde, natural de Mazcuerras, valle de Cabezón en la diócesis de Burgos.21

Pedro Tamarón y Romeral (1757-1768) nació en La Guardia, Toledo, el 8 de diciembre de 1696. Hijo de Pedro Tamarón y de María Romeral, naturales de La Guardia. Presbítero, doctor en derecho canónico por la Universidad de Caracas, canónigo cantor y vicario general de la misma ciudad. En 1719, con veinticuatro años pasó a Caracas (Venezuela) como familiar del obispo don Juan de Escalona y Calatayud, quien regiría después la diócesis de Valladolid en la Nueva España (1729-1737). El 19 de diciembre de 1757 fue nombrado obispo de Durango, recibiendo la consagración episcopal en 1758. La diócesis que gobernaría no sólo comprendería la llamada Nueva Vizcaya, sino también la gobernación de Sinaloa, Sonora y Nuevo México. Murió en Bamoa (Sinaloa), el 21 de diciembre de 1768.22

19  Felipe Castro Gutiérrez, Movimientos populares en Nueva España. Michoacán, 1766-1767, México, UNAM/IIH, 1990, p. 69. Cf. Irma Leticia, Magallanes Castañeda, “Una década de prelatura y cambios en la Nueva España: Pedro Tamarón y Romeral, 1758-1768”, en Fernando, Navarro Antolín (Ed.), Orbis Incognitus: avisos y legajos del nuevo mundo: homenaje al profesor Luis Navarro García, Huelva, Universidad de Huelva, 2008, pp. 837-843. 20  Óscar Mazín, Entre dos majestades. El obispo y la Iglesia del Gran Michoacán ante las reformas borbónicas, 17581772, Zamora, Michoacán, El Colegio de Michoacán, 1987, p. 29. 21  AGI, CONTRATACION, 5476, N. 28, PEDRO ANSELMO SANCHEZ TAGLE, 1728, f. 3r y 28v. Para conocer en extenso el tramite y detalles del mismo, Vid. ff. 1r-28v. 22  Ángel Fernández Collado, Obispos de la provincia de Toledo, 1500-2000, Toledo, Estudio Teológico de San Ildelfonso, 2000, p. 146. Cf. Clara, Bargellini y Chantal Cramaussel, “Introducción”, en Libro registro de la segunda visita de Pedro Tamarón y Romeral, obispo de Durango, Introducción y notas de Clara Bargellini y Chantal Cramaussel, paleografía de Delia Pezzat Arzave, México, S. XXI, 1997, pp. IX-XVIII.

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José Vicente Díaz Bravo (1769-1770) natural de Tudela, Navarra. Monje carmelita. Maestro y doctor en teología por la Universidad de Huesca. Obispo de Durango de 1769 a 1770.23 Formó parte del IV Concilio Provincial Mexicano, promovido y presidido por el obispo regalista Francisco José Antonio de Lorenzana y Buitrón. Escenario en el que se suscitaría “una situación inaudita” con el obispo José Vicente Díaz Bravo, quien fuera separado de su cargo episcopal y remitido a España; el destino quedó lejos, pues moriría en el transcurso del viaje.24 El expediente de información y licencia del pase a Indias que se le otorgó a José Vicente Díaz Bravo, muestra las personas que le acompañaron: Ignacio Pardo, fraile carmelita, confesor; Juan Saez Morales, fraile carmelita, lego. Criados: José Francisco de Frías, doctor, clérigo presbítero, natural y vecino de Cádiz, hijo de José Antonio de Frías y de Ana de Moya; Alejandro Mateo y Romeo, doctor, clérigo tonsurado, hijo de Tomás Mateo y Preciado y de Catalina Romeo; Martín Eugenio Díaz Bravo, clérigo presbítero; Francisco Díaz Bravo y Gil, natural de Tudela, hijo de Francisco Díaz Bravo y de Rosa Gil y Falces; José Díaz Bravo y Gil, natural de Tudela, hijo de Francisco Díaz Bravo y de Rosa Gil y Falces; Diego Antonio Vélez Mayor, natural de Aguilar de Cervera, [sic por Aguilar del Rio Alhama] hijo de José Vélez y de María Mayor; Domingo de Miranda, clérigo de órdenes menores, natural de Tudela, hijo de Joaquín de Miranda y de Luisa Royo; Gregorio de Elosúa, clérigo de órdenes menores, natural de Burgos, hijo de Juan de Elosúa y de Teresa de Basteguieta; Pedro José de Berasueta, natural de Oyeregui, hijo de Pedro de Berasueta y de Teresa Oarriz; Manuel González, natural de Robledo, hijo de Vicente González y de Isabel del Corral Grafías; Pedro José de Berazueta [sic].25 Antonio Macarruya y Minguilla de Aquilanín (1773-1781), originario de la villa de Benabarre, Aragón. Colegial de Nuestra Señora de la Asunción de la Cervera, visitador del obispado de Toledo, canónigo de la colegiata de San Ildelfonso.26 Al ser electo obispo de Comayagua, provincia de Honduras, que entonces pertenecía a Guatemala, Antonio Macarruya obtuvo su pase a las Indias, a la vez de la autorización para que lo acompañaran en su viaje: un provisor, secretario de cámara y órdenes, vice-secretario que sirviera de oficial, dos capellanes, mayordomo, maestro de pajes con cargo de limosnero, un asistente y un mozo para la cocina. La licencia de pase fue expedida en San Ildefonso el once de agosto de 1768.27

23  Miguel Vallebueno G., op. cit., p. 59. 24  José Luis Soberanes Fernández, “Introducción”, en Luisa, Zahino Peñafort (Recopiladora), El cardenal Lorenzana y el IV Concilio Provincial Mexicano, México, UNAM-IIJ, Miguel Ángel Porrúa, Universidad Castilla-La Mancha, Cortes de Castilla-La Mancha, 1999, p. 14. 25  AGI, CONTRATACION, 5513, N.11, JOSE VICENTE DIAZ BRAVO, 1770, ff.1r-67v. 26  Miguel, Vallebueno G., op. cit. 27  AGI, CONTRATACION, 5511B, N.1, R.21. ANTONIO MACARULLA, 1768, ff. 1r-1v y f. 9r. Para conocer en extenso este proceso, Véase, Ibíd., ff. 1r-12v.

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Im a go Esteban Lorenzo de Tristán (1783-1794) nació en Jaén, Andalucía. Colegial de la Universidad de Granada donde se doctoró. Obispo de León, Nicaragua y de Durango de 1783 a 1794.28 En una de sus visitas a la diócesis de Costa Rica, Lorenzo de Tristan se ganó el reconocimiento de “persona dignísima por su ilustración, talento y espíritu progresista, amén de su piedad sin límites”.29 En este mismo sentido, como obispo de la diócesis de Nicaragua (actual Nicaragua y Costa Rica), fue considerado dentro de los obispos más sobresalientes, como “el más notable de los obispos de Nicaragua y uno de los mejores del reino. Fue modelo de prelados, se preocupó por la formación moral y cultural del clero, contribuyó con sus bienes al adecentamiento de las iglesias, fomentó las escuelas públicas y estimuló el libre comercio en la región de Centroamérica”.30 El expediente de información y licencia de pase a indias del obispo Lorenzo de Tristán, electo obispo de la ciudad de León de Nicaragua, a Guatemala, apunta que pasó a estas tierras con las siguientes personas: Pedro Jiménez, licenciado, provisor, natural de Jaén; Julián Moreno Vela, secretario, natural de Veas, hijo de Juan Moreno y de María Bernarda Sanz; Pedro Romero Bermejo de Herrera, presbítero, mayordomo, natural de Venarrabas, hijo de Pedro Romero Sánchez de Herrera y de Ana del Río; Juan de Cobo, presbítero, maestro de ceremonias y de pajes, natural de Mancha Real; Blas de Morales, capellán, natural de Mancha Real, hijo de Antonio Morales de los Río y de Francisca Morón; Francisco Manuel de Morales, paje, natural de Mancha Real, hijo de Antonio Morales de los Ríos y de Francisca Morón; Francisco Juan de Pazos, paje, natural de Santiago de Compostela, hijo de Juan Antonio de Pazos y de Ángela Regueiro; Francisco de Paula Soto, paje, natural de Jaén, hijo de Lorenzo de Soto y de María Andrea Peinado; José María de Peralta, paje, natural de Jaén, hijo de Sebastián José de Peralta y de Ana de la Vega Castañeda; Manuel Cortes y Olarte, paje, natural de Chiclana, hijo de Antonio Cortes y López de la Mota y de Juana María Olarte y Vivero; Bernardo de Rivas, paje, natural de Tudela, hijo de Isidro de Rivas y de María Morcillo; Julián de Vicente, sobrino, natural de los Barrios, paje, hijo de Pedro Vicente y de María Antonia López Bravo.31

28  Miguel, Vallebueno G., op. cit. 29  Francisco Martínez Barrientos, Elementos de historia de Costa Rica. T. I, 1502 a 1862, Costa Rica, Editorial Universidad Estatal a Distancia, 2006, p. 132. 30  Josep Ignasi Sarayana (Dir.) y Carmen-José Alejos Grau (Coord.), Teología en América Latina, Vol. II/1. Escolástica barroca, Ilustración y preparación de la Independencia (1665-1810), Frankfurt- Madrid, Vervuert-Iberoamericana, 2005, pp. 77-78. 31  AGI, CONTRATACIÓN, 5522, N. 2, R. 17, ESTEBAN LORENZO DE TRISTAN, 1776, ff. 1r-58v.

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José Joaquín Granados y Gálvez (1794) nació en Sedella, Málaga, en 1734. Cuando todavía era corista de la orden de San Francisco, entre 1751 y 1754, se trasladó a Nueva España para establecerse en la provincia de San Pedro y San Pablo de Michoacán, donde terminó sus estudios y fue guardián y predicador. En 1788 fue consagrado obispo de Sonora y ejerció su cargo hasta su traslado a su sede de Durango en 1794, donde murió al día siguiente de llegar las bulas obispales.32 A decir de Virginia Gil, en su obra Tardes Americanas…,33 Joaquín Granados retoma algunos aspectos importantes de la época, “refleja los vaivenes políticos, los conflictos de la Iglesia, […] los más relevantes asuntos culturales de la época […además, hace eco] de la política borbónica en Ultramar.34

32  Virginia Gil Amate, “Aproximación a Tardes Americanas de José Joaquín Granados y Gálvez”, en Trinidad Barrera (ed.), Herencia cultural de España en América. Siglos XVII y XVIII, Frankfurt- Madrid, Vervuert-Iberoamericana, 2008, p. 172. 33  Joseph Joaquín Granados, Tardes americanas: Gobierno gentil y católico: Breve y particular noticia de toda la historia Indiana. Sucesos, casos notables, y causas ignoradas, desde la entrada de la Gran Nación Tolteca á esta tierra de Anáhuac hasta los presentes tiempos, trabados por un indio, y un español, México, Imprenta Matritense de D. Felipe de Zúñiga y Ontiveros, 1778. 34  Virginia Gil Amate, op. cit.

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Im ago F u entes

Herencia cultural de España en América. Siglos XVII y XVIII, Frankfurt- Madrid, Vervuert-Iberoamericana, 2008. Granados, Joseph Joaquín, Tardes americanas: Gobierno gentil y católico: Breve y particular noticia de toda la historia Indiana. Sucesos, casos notables, y causas ignoradas, desde la entrada de la Gran Nación Tolteca á esta tierra de Anáhuac hasta los presentes tiempos, trabados por un indio, y un español, México, Imprenta Matritense de D. Felipe de Zúñiga y Ontiveros, 1778. Ignasi Sarayana, Josep, (Dir.) y Carmen-José Alejos Grau (Coord.), Teología en América Latina, Vol. II/1. Escolástica barroca, Ilustración y preparación de la Independencia (16651810), Frankfurt- Madrid, Vervuert-Iberoamericana, 2005. Levi, Giovanni, La herencia inmaterial. La historia de un exorcista piamontés del siglo XVII, Madrid, Nerea, 1990. Lluís Palos, Joan y Diana Carrió-Invernizzi (Dirs.), La historia imaginada. Construcciones visuales del pasado en la Edad Moderna, España, Centro de Estudios de Europa Hispánica, 2008. Lorenzana, Francisco Antonio de, Concilios provinciales primero y segundo, celebrado en la muy noble, y muy leal ciudad de México, México, Imprenta del Superior Gobierno de el Sr. Don Josef Antonio Hogal, 1769. Magallanes Castañeda, Irma Leticia, “Una década de prelatura y cambios en la Nueva España: Pedro Tamarón y Romeral, 1758-1768”, en Fernando, Navarro Antolín (Ed.), Orbis Incognitus: avisos y legajos del nuevo mundo: homenaje al profesor Luis Navarro García, Huelva, Universidad de Huelva, 2008. Martínez Barrientos, Francisco, Elementos de historia de Costa Rica. T. I/1, 1502 a 1862, Costa Rica, Editorial Universidad Estatal a Distancia, 2006. Martínez García, Ana Elisa, “Obispos y virreyes: reflexiones en torno a su papel en la formación de un estilo pictórico”, en Primer Seminario de Pintura Virreinal. Tradición, estilo o escuela en la pintura Iberoamericana, siglos XVI-XVIII, Edición a cargo de María Concepción García Sáiz y Juana Gutiérrez Haces, México, UNAM/IIE, Fomento Cultural Banamex, A.C., OEI, Banco de Crédito de Perú, 2004. Mazín, Óscar, Entre dos majestades. El obispo y la Iglesia del Gran Michoacán ante las reformas borbónicas, 1758-1772, Zamora, Michoacán, El Colegio de Michoacán, 1987. Soberanes Fernández, José Luis, “Introducción”, en Luisa, Zahino Peñafort (Recopiladora), El cardenal Lorenzana y el IV Concilio Provincial Mexicano, México, UNAM-IIJ, Miguel Ángel Porrúa, Universidad Castilla-La Mancha, Cortes de Castilla-La Mancha, 1999. Vallebueno Garcinava, Miguel, La catedral de Durango. Un encuentro con el tiempo, Durango, Amigos de la Catedral de Durango, A.C.-IMAC, 2009.

Archivo General de Indias CONTRATACION, 5468, N.1, R.9, BENITO CRESPO, 1714. CONTRATACION, 5468, N.1, R.28, LISTA DE PASAJEROS, 1714. CONTRATACION, 5469, N.2, R.71, MARTIN DE ELIZACOCHEA, 1717 CONTRATACION, 5476, N. 28, PEDRO ANSELMO SANCHEZ TAGLE, 1728. CONTRATACION, 5511B, N.1, R.21. ANTONIO MACARULLA, 1768. CONTRATACION, 5513, N.11, JOSE VICENTE DIAZ BRAVO, 1770. CONTRATACION, 5522, N. 2, R. 17, ESTEBAN LORENZO DE TRISTAN, 1776.

B i b l i ogr af í a Bailly, Auguste, Richelieu, Madrid, Espasa-Calpe, 1969. Bargellini, Clara y Chantal Cramaussel, “Introducción”, en Libro registro de la segunda visita de Pedro Tamarón y Romeral, obispo de Durango, Introducción y notas de Clara Bargellini y Chantal Cramaussel, paleografía de Delia Pezzat Arzave, México, S. XXI, 1997. Barthes, Roland, Michelet, México, FCE, 2004. Burke, Peter, Visto y no visto. El uso de la imagen como documento histórico, Barcelona, Crítica, 2001. _____________, “Cómo interrogar a los testimonios visuales”, en Joan, Lluís Palos y Diana Carrió-Invernizzi (Dirs.), La historia imaginada. Construcciones visuales del pasado en la Edad Moderna, España, Centro de Estudios de Europa Hispánica, 2008. Castro Gutiérrez, Felipe, Movimientos populares en Nueva España. Michoacán, 1766-1767, México, UNAM/IIH, 1990. Castro, Concepción de, Campomanes. Estado y reformismo ilustrado, Madrid, Alianza Editorial, 1996. Diccionario geográfico-histórico de las Indias Occidentales ó América, T. II, Madrid, Imprenta de Manuel González, 1787. Diccionario de la Real Academia Española. Dosse, François, Michel de Certeau. El caminante herido, México, Universidad Iberoamericana, 2003. ____________, El arte de la biografía. Entre historia y ficción, México, Universidad Iberoamericana, 2007. Felipe, Ruiz Martín, “Prólogo”, en Fernand, Braudel, Carlos V y Felipe II, Madrid, Alianza Editorial, 1999. Fernández Collado, Ángel, Obispos de la provincia de Toledo, 1500-2000, Toledo, Estudio Teológico de San Ildelfonso, 2000. Gaskell, Ivan, “Historia visual”, en Peter, Burke (ed.), Formas de hacer historia, Madrid, Alianza, 2003. Gil Amate, Virginia, “Aproximación a Tarde Americanas de José Joaquín Granados y Gálvez”, en Trinidad Barrera (ed.),

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Fastos del Nuevo Mundo de Domingo Muriel S.J., 1176 Traducción de fragmentos seleccionados* Julieta Consigli/José María Boetto**

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egún Octavio Paz “todos los textos son originales porque cada traducción es distinta. Cada traducción es, hasta cierto punto, una invención y así constituye un texto único”.1 Entendiendo, entonces, que la traducción está contemplada dentro del concepto genérico de la investigación y que significa un aspecto de desarrollo válido en el ámbito del estudio creativo, es que deviene el ánimo de presentación de este trabajo bajo el eje temático de “Estudios lingüísticos y literarios”. En primer lugar, se ofrece una brevísima reseña respecto del autor y su obra; en segundo lugar, se expresa la consideración del perfil estrictamente técnico; sin este presupuesto no es posible establecer una versión cuidada porque la elaboración y fijación de los criterios de traducción resultan de un prolijo estudio previo. Por último, se presenta la versión castellana del texto latino, siempre sujeta a modificaciones y precisiones posteriores, especialmente atendibles en este tipo de material “de gran porte”, ya que todo avance significa nuevos encuentros terminológicos y ajustes idiomáticos acordes con el tema tratado y con la temporalidad y el estilo particulares.

* El consejo de redacción de Barlovento. Revista de Historia del Norte Novohispano ha decidido incluir, cuando lo considere oportuno, artículos aparecidos en otras publicaciones que posean especial valor para informar a los lectores sobre el estado de las investigaciones en historia hispanoamericana. Este artículo ha sido publicado en Roberto Casazza, Javier Storti, Lucía Casasbellas Alconada, Gustavo Ignacio Míguez (Editores), Artes, ciencias y letras en la América colonial, T. II (2 Vols.), Buenos Aires, TeseoBiblioteca Nacional, 2009, pp. 237-249. ISBN 978-987-1354-45-0. Agradecemos a los autores de este artículo, particularmente a Julieta Consigli, por permitirnos su reproducción. ** Facultad de Filosofía y Humanidades. Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. julieta. [email protected]; Secretaría de Ciencia y Tecnología. Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. [email protected]. Se aclara que el siguiente trabajo queda bajo la exclusiva responsabilidad de los autores quienes pertenecen a un equipo más amplio dedicado a traducir esta obra de Muriel, y que los antedichos, conforme a la estructura distributiva y carácter propio de la tarea investigativa, ofrecen este corte particular correspondiente a los espacios de versión grupalmente asignados. 1  Paz, Octavio, Literatura y literalidad, Barcelona, Tusquets, 1991, p. 8.

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Sept en tr ión

Domingo Muriel y su obra

Por tratarse de un tema canónico se prefiere la traducción ad litteram; se incluyen las particularidades lingüísticas del autor, pues no se han evitado las repeticiones de vocablos, giros, expresiones y conceptos, aun cuando en ocasiones ello desmerezca el estilo de la traducción. Se guarda la distribución y diseño gráficos de las fuentes originales en los títulos temáticos. Se ha desarrollado la traducción de las abreviaturas asentadas en el texto original salvo las correspondientes a citas bibliográficas. Las citas a pie de página se corresponden con las asentadas en el texto latino y guardan sus fuentes de impresión original. Se usan comillas para giros y palabras que merecen destacarse para evitar erróneas interpretaciones. Se usan comillas y fuente itálica para las citas de otros autores incorporados por Muriel dentro del cuerpo del texto latino. Los títulos de obras y referencias bibliográficas que figuran en el cuerpo de la traducción se ofrecen en itálica. Los términos en itálica referidos siempre al vocablo anterior y entre corchetes se usan con el fin que a continuación se detalla: a) [supuesto]: cuando el vocablo se asienta tentativamente después de agotar la posibilidad de fijación por variantes o alternancias diversas e imposibilidad de identificación. b) Para determinar la designación actual de algunos toponímicos. c) Para agregar datos en general y respecto de ciertos onomásticos.

Fue Muriel uno de los más destacados jesuitas que obraron en tierras americanas. Nacido en 1718 en Tamanes, provincia sureña de España, llegó al puerto de Buenos Aires en 1748 de la mano de Ladislao Orosz quien, en leva de sacerdotes, lo introdujo en las Indias hispanas; a comienzos de 1749 se trasladó a Córdoba, donde años más tarde ocupó la rectoría del Colegio de Monserrat. Historiador, filósofo, teólogo y abogado, fiel seguidor del pensamiento suarista, dejó como legado, entre otras obras, el Derecho Natural y de Gentes y Fasti Novi Orbis. Debe destacarse, por otra parte, la importancia de Muriel en cuanto a la enseñanza de la filosofía moderna. Comentador de las Meditaciones Metafísicas de René Descartes y de Gassendi brinda, en sus reflexiones, una conspicua visión del pensamiento moderno en cuanto a las antiguas teorías del “anima mundi” de claro origen platónico. Los Fasti –texto latino editado finalmente en Venecia en 1776 pero escrito en Córdoba durante la estadía morelliana (645 folios) – deben ser considerados en dos partes: la primera se conoce como Fastos propiamente dichos; éstos representan una síntesis cronológica de acontecimientos históricos en relación con las Indias ocurridos desde 1248 hasta 1771;2 la segunda, Ordenaciones, es un Bulario de las disposiciones de los Romanos Pontífices o de las Congregaciones Apostólicas expedidas para los territorios del Nuevo Mundo que refieren y se guían históricamente conforme los Fasti. Se sabe que para los Fasti, Muriel siguió la obra en francés de Charlevoix con algunos agregados personales destacados entre asteriscos en la edición citada. Las Ordenaciones son propias del tamanense.

Criterios para la traducción del texto latino Se mantiene en lo posible la puntuación del impreso latino. Se conservan las mayúsculas originales. 2  A propósito de ellos, el Padre Guillermo Furlong comenta en su Muriel: “Esta obrita debió despertar mucho interés cuando se publicó, pues proporciona datos históricos y geográficos poco conocidos y tiene el singular mérito de señalar la longitud y latitud de cuantas poblaciones de alguna importancia que en su decurso se citan”. Guillermo Furlong, Domingo Muriel, Buenos Aires, Argentina, Imp. Casa Jacobo Peuser, Fac. de Filos. y Letras, 1934, p. 40.

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Muriel fue uno de los más destacados jesuitas que obraron en tierras americanas. Nacido en 1718 en Tamanes, provincia sureña de España, llegó al puerto de Buenos Aires en 1748 de la mano de Ladislao Orosz.

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1548

Santa Cruz. Longitud 314. Latitud sur 21. Por el español Nuflo de Chaves se conocen las regiones al oeste del Río de la Plata y del Paraguay, y se funda la ciudad de Santa Cruz del Monte, vulgarmente “de la Sierra”, que luego fue trasladada más al norte. Sin embargo, esta ciudad es la principal de una de las cuatro prefecturas en las que se halla dividida la Paraquaria, *más aún, la única*. De las tres prefecturas restantes, las principales ciudades son *Córdoba en* el Tucumán, al sur de Santa Cruz; Asunción, al este, y Buenos Aires, al sur de Asunción.

1552

Nueva Segovia. Longitud 320. Latitud norte 5. El español Juan de Villegas, prefecto de Venezuela, recorre la región de los Welser *llamada de Bariquisimeto* en la que luego se levantó Nueva Segovia.

*1563 Nueva Barcino. –Barcelona, ciudad de la antigua provincia de Nueva Andalucía en el actual territorio de Venezuela–. Longitud 310. Latitud norte 7. En Nueva Vandalicia [Nueva Andalucía], Pedro de Centellas funda Nueva Barcino; sin embargo, de ella apenas si quedó el nombre y “una aldea escasamente habitada”. Coleti. V. Barcelona.*

*1573

Córdoba en el Tucumán. Longitud 313. Latitud sur 33. Don Jerónimo Luis de Cabrera, nacido en Córdoba, España, designa un espacio para fundar en el Tucumán la Nueva Córdoba, habiendo erigido un monumento en la región central para ejercer justicia al que los españoles llaman “Rollo”.*

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1576

Estrecho de Frobisher. Longitud 340. Latitud norte 65. El caballero Martín Frobisher descubrió un estrecho entre la parte norte de Groenlandia *no, sino la sur*, y cierta gran isla hacia el sur; y se llama hasta hoy según el nombre de él. *Después de esto el autor francés de Los Fastos dice: “Él informó en Inglaterra “de la Mina”. Qué quiso decir con esto, no lo sé. ¿Qué es lo que Frobisher refirió en Inglaterra? ¿Dio a conocer datos sobre minas descubiertas o la prueba y señal de haber tomado posesión de tierras? Según el inglés Tomás Lediard3, los Trevulcianos4 afirman: “C´ est ce que les Anglois appellent prendre possession, se faire apporter une monte de terre, et une branche d´arbre”5.*

1596

Spitzberg. Longitud 33. Latitud norte 79. Guillermo Barents, quien iba a probar qué podía, finalmente, realizar por sí mismo, emprende de nuevo la ruta a Sina por mar, a saber, el que se extiende al norte de Nueva Zembla. Pero sufrió un hecho desgraciado, porque franqueado nuevamente Spitzberg, al que los ingleses dicen que es una parte de Groenlandia, él, personalmente, consideró que era una isla; finalmente perdió la nave acorralada por el hielo y tuvo que hibernar en Nueva Zembla. Quiso reparar lo arruinado en Colas, en Laponia, pero murió en el trayecto. Sin embargo, estaba convencido y ya a punto de morir no renunció a esa presunción, que sin duda a veinte leguas de la región de Nueva Zembla hacia el norte había un camino expedito de hielo hacia Sina. En verdad, si es cierta la autenticidad del relato de cierta nave holandesa siniestrada en el año 1653 cerca de la isla de Quelpaert, no es vana la conjetura de Barents. Por cierto, se vieron en el mar cetáceos en cuyos dorsos estaban clavados arpones gascones de los que se usan para pescar en Groenlandia. *A raíz de que cerca de Corea fueron vistos cetáceos arponeados por los nórdicos, la suposición de Barents sobre un camino libre de hielo no deviene más creíble, porque los cetáceos pueden deslizarse nadando bajo el hielo por canales conocidos por ellos y por su especie.*

3  a Lediard. Hist. Nav. de Inglaterra. 4  b Mem. de Trev. 1752. art. 29. 5  “Es lo que los ingleses llaman tomar posesión, hacerse llevar un montículo de tierra y una rama de árbol”. (N. del T.)

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1615 Champlain avista los hurones canadienses y pasa todo el invierno recorriendo su territorio. Los holandeses comienzan a poblar las orillas de Manhattan; todo este espacio se llama Nueva Galia Bélgica. Los holandeses Guillermo Schouten y Jacobo Le Maire salen de Texel el 14 de junio preocupados en encontrar una nueva ruta hacia el Océano Pacífico y el 3 de noviembre ven la isla de la Ascensión. Sin embargo, ésta, como anota Shouten en el diario de navegación, es una de las islas Martín Vaz las que por cierto desde cuándo y en qué año se descubrieron es para mí desconocido. *En lo que con cierne al descubridor, es sabido que es el portugués Martín Vaz o Vaëz. Sobre lo que Coleti no duda, en el Diccionario. Véase: Vas.*

1622

Golfo de Baffin. Longitud 290. Latitud norte 75. Tierra de Lewis. Longitud 150. Latitud norte 30. Este año Guillermo Baffin, como casi todos admiten, entró a un nuevo golfo y de ningún modo en 1617 como algunos opinaron; lo llama con su nombre y éste se sitúa al norte *más bien al oeste* del estrecho de Davis. También este año se descubrió la tierra de Lewis en Nueva Holanda.

1637 – 1639 Dos franciscanos, Domingo de Brito y Andrea Toledo, saliendo de Quito, deslizándose hacia el Amazonas por el curso de un río que corre no muy lejos, son llevados hacia el mar. Finalmente por un reconocido comentario de este trayecto, el 25 de diciembre de ese mismo año, Pedro de Texeira sale de la provincia de Para de Brasil, remonta el río y explora los lugares más prolijamente. Con el fin de observar el curso de tamaño río con mayor precisión, el gobernador de Quito encarga que al regresar Texeira, se le unan como compañeros Cristóbal de Acuña y Andrea de Artieda, ambos jesuitas; éstos son enviados ante el Rey Católico para que refieran lo que han visto. El señor Gomberville uno de los cuarenta miembros de la Academia Francesa, traduce al francés el recorrido descripto por Acuña. Pero ya dije que no se debe confiar en Acuña cuando describe el trazado del río o más bien de un brazo de

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nombre Marañón que, a saber, desprendiéndose del río Grande finalmente se dirige al golfo Marañón. Hasta hoy se ha creído que este enorme río se origina no lejos de Quito ciertamente desde un manantial que existe en un río que desemboca en el Amazonas. Pero, en verdad, el padre jesuita alemán Samuel Fritz lo descubrió en el Perú, en el lago Láureo, vulgarmente Lauri-cocha cerca de Guanuco bajo los 11° de latitud sur. *Otros bajo los 9° o los 8°, 56´. Las observaciones de Fritz fueron difundidas en el año de 1707, pero realizadas en primer término en 1689, luego en el año 1691*. Según la opinión de este misionero, quien ofrece una prolija descripción del río asentada en el tom. XII. Litt. piar. atque erud. (Lett. aedif. et cur.), su nombre correcto es Marañón, *conviene entonces que se priorice la descripción geográfica divulgada por Carlos María de La Condamine después de las observaciones que él mismo realizó en el año 1743 y reunidas en 1744 con las observaciones de Juan Mañin S. J. misionero de los Maynaros y las de los honorables académicos de París*. Desde su naciente hacia el norte el río Amazonas discurre casi unas cien leguas, luego se vuelve hacia el este y por último, a través de más de ochenta y cuatro embocaduras, extendiéndose casi como una legua de éstas, vierte sus aguas en el mar. Fritz añade que las aguas se conservan potables por treinta leguas mar adentro.

1680 Roberto Cavellier de La Salle, señor de Ruán, envía al Decano de Canadá con el padre franciscano Luis Hennequin, belga de la Recolección, para que exploren más cuidadosamente el Misissipi. Y por cierto el sallense quería subir hasta la naciente remontando el curso del río Illinois desde la desembocadura. La fatalidad se opuso a la intentona; pues, habiendo llegado más allá de los 46°, una catarata infranqueable del río les impidió definitivamente el paso; al verla, retroceden y la llaman Salto de San Antonio de Padua. Ese mismo año y el siguiente el navegante holandés Sharp, como hubiera en vano intentado un paso hacia el Océano Pacífico a través del estrecho de Magallanes y del Maireo y finalmente a través del pasaje de Brouwer, decidió buscar una salida por lugares más cercanos al sur y allí, virada la proa, encuentra solamente unas islas endurecidas por el hielo y blancas de nieve y gran cantidad de peces marinos. Se detuvo poco tiempo en una isla a la que llama a partir del Duque de Eboraco, Isla del Duque de York. De aquí navega ochocientas leguas al este, de allí otras tantas al oeste y encuentra entretanto una isla que denomina Barbados. *Del título o nota marginal en el autor queda claro que las islas descubiertas con este nombre son muchas y no tan sólo una*.

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Sept ent r ión

1700

Islas Nuevas o de Anican Maluinas o Maclovianas. Longitud 321. Latitud sur 52.

Se llaman Nuevas Islas a unas tierras de las que este año se tiene la primera noticia; ellas se hallan situadas a los 51° o 52° de latitud sur, a cincuenta o cincuenta y cinco leguas del estrecho Maireo, del este una cuarta hacia el norte. En los años 1707 y 1708 dos embarcaciones de la Sociedad Índica, la Maurepasio y la San Luis, salieron de la Isla de los Estados y describieron la zona sur de aquellas regiones. La San Luis marchó por el este e hizo provisión de agua en un lago cercano al mar. Los marineros comprobaron que el agua rojiza y maloliente era la que correspondía al mar. En el año 1711 las mismas costas fueron recorridas desde más cerca por la nave San Juan Bautista cuyo capitán era el graciopolita Doublet quien había decidido estudiar un amplio sector que había visto en el medio; se enfrentó con tres sirtes ocultas bajo lo profundo del agua por lo que se vio obligado a retroceder. El señor Fouquet, nacido en Saint-Maló, llega el primero a estas islas y las denomina Anican que era el nombre del barco en el que navegaba. *También son llamadas Maclovianas, Maluinas o Malvinas por el lugar de nacimiento de su descubridor*. Un 16 de julio de 1708 un tal Peré macloviopolita, capitán de la nave Asunción había reconocido el sector norte y lo había llamado de la Asunción. Lo recorre dos veces con gran atención y consideró que toda aquélla se extendía a unas cincuenta leguas por los diversos recodos de la costa. Quizá ésta es la región a la que Ricardo Hawkins llega en el año 1593 cuando fue llevado por los vientos hacia el este de la costa Desierta, que también se dice de los Patagones cerca de los 50° de latitud sur, hasta una tierra desconocida hacia cuya orilla navegó unas sesenta leguas.

*1717

Nueva Aurelia. Longitud 280. Latitud norte 30.

El señor Bienville, prefecto de Luisiana, en virtud del señor L´Epinai funda Nueva Aurelia. No sería por mucho tiempo pues después la capital de toda la provincia tomó el nombre del jefe francés de Aurelia, por entonces virrey.*

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1720

Carolina. Longitud 150. Latitud norte 8. Bárbaros desconocidos que habían salido de Sarreslops [actual Sorol] hacia Ulée [actual Ulithi], atracaron en Guam después de haber sido dispersadas las dos naves en las que se conducían, y llegaron en días y a lugares diferentes, pues la primera arribó un 19, la segunda un 21 de junio. Se sostuvo con reiterados argumentos que la región se compone de numerosas islas entre las que se cuenta Sarreslops y Ulée. También se reconoce entre ellas la que en el año 1686 había sido llamada Carolina y de San Bernabé. El jesuita español padre Cantova (*¿español o alóbroge?*) describió todo este archipiélago como dividido en cinco provincias, tal como se lee en Litteris aedif. Et curios. T. 15. Allí ubica a todas estas islas entre los 6° y 10° de latitud norte de manera que se extienden por los 30° de longitud hacia el este del promontorio llamado del Espíritu Santo. Entre los insulanos viven numerosos negros, al parecer venidos de Nueva Guinea. Hay algunos blancos, otros mixtos. Se dice que los blancos descienden de españoles que en el año 1566 mientras navegaban hacia Filipinas desde Nueva España fueron arrojados a una de estas islas porque habían conspirado contra el capitán. Así en el año 1722 se comenzaba una exploración en Marianas, la más segura de estas islas a las que denominaron Carolinas; pero no se sabe cuál haya sido el desarrollo de esta iniciativa. Finalmente, se dice esto: que se extrajo plata en cierta isla de ellas y no por cierto en un solo lugar.

*1737

El Río Grande. Longitud 325. Latitud sur 31.

Cuando el gobernador de Buenos Aires, Miguel Salcedo, sitiaba la colonia del Santísimo Sacramento, llegan refuerzos para los asediados y auxilio desde Río de Janeiro; como después de la guerra hubiera sucedido que se habían entregado rehenes, se dispuso fundar un nuevo poblado no lejos de la desembocadura del Río Grande de San Pedro y se lo ubicó en la orilla sur de éste. El río se llama “Grande” según la propia común denominación y los portugueses suelen nombrarlo Paraiba; en sus riberas construyeron después otras poblaciones: la de San Gonzalo, de San Amaro, de Jesús María del Río Pardo y hacia el río Jacui. A través de la orilla marítima por donde mira al Río de la Plata, edificaron otras dos: la de San Miguel y la llamada de Santa Teresa, lo que finalmente se conoce, de un lado como Angostura, del otro Chui.*

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Sept en tr ión

1742 *Este año se puso fin a las especulaciones académicas instituidas en Quito en el año 1736. Para que las hicieran desde Laponia habían sido destinados los doctores Cleireaut, Camus, le Monnier y Maupertu´s a quienes se habían sumado los colegas doctores Outhier y Celso profesor de Astronomía de Upsala. Para que investigaran desde la igual parte contraria fueron designados, los doctores Godin, Bouger y La Condamine a quienes se agregaron los españoles Jorge Juan y Antonio Ulloa. Pero, sin embargo, se estableció esto acerca del aspecto de la tierra: a saber, que el diámetro del Ecuador es una ducentésima parte mayor que el eje. El doctor Jorge Juan dice que excede a los codos castellanos 63518 ½. Sobre los asuntos que fueron examinados, los científicos procuraron que en este año 1742 se grabaran en una superficie de mármol sobre la pared de una iglesia que ordinariamente servía para las ceremonias sagradas de los jesuitas en Quito.

1745 Divulgado entre la población por el capellán del Almirante Anson que el Océano Pacífico con el Magallanes es una unión de dos ríos los que a partir de una misma laguna son separados hacia diversas partes por las aguas, España procuró establecer colonias en la bahía de San Julián en la que parecía desembocar uno de los ríos. Con esta intención se dispuso una embarcación al mando del capitán Joaquín Olivares con algunos soldados y tres jesuitas paraguayos quienes saliendo de Buenos Aires un 5 de diciembre de 1745 recorrieron toda la costa magallánica y con mayor atención la bahía de San Julián. Cuando llegaron allí, por lo que habían explorado, sostienen que fue totalmente vana la invención divulgada de una unión de uno y otro mar y que sólo encontraron aguas saladas, sin embargo, de cualquier modo aptas para beber y definitivamente ninguna otra cosa necesaria para establecer un asentamiento. Dos de los tres jesuitas habían ido a cristianizar a los indios, pero uno no consideró en absoluto que las cosas fueran suficientes. Ocurrió por esto que a causa de todo este tema, se decidiera con los capitanes que en tales circunstancias lo mejor era el regreso de todos, y no pensar en establecer una colonia hasta que se llevara de otra parte un equipamiento más necesario para ello.

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1746

Cuiabá. Longitud 322. Latitud sur 14. El 6 de diciembre el episcopado de Río de Janeiro fue dividido en cinco partes, habiendo sido fundados de nuevo los episcopados de San Pablo y de Mariana, y juntamente las prefecturas eclesiásticas de Goias o de las Minas Gerais y el de Cuiabá; a ésta se sumaron suplementos a la división, como las seguidas adquisiciones de Monte Abundante, conocida como Matogrosso y el Fuerte Santa Rosa, comúnmente La Estacada.

1762

Maldonado. Longitud 321. Latitud sur 35. El 31 de octubre la Colonia del Sacramento se entregó al gobernador de Buenos Aires don Pedro de Cevallos; y dispersada la flota angloportuguesa por el hundimiento de la nave capitana incendiada, asalta [Cevallos] al año siguiente las defensas lusitanas de Santa Teresa y la de San Miguel con el Río Grande. Pero en tanto se prepara para atacar los fuertes limítrofes, recibe un anuncio certero de paz, por lo que los combates terminaron por ese motivo. Antes de partir, se ocupa de levantar el poblado de San Carlos a tres leguas de la bahía de Maldonado no lejos de la desembocadura del Río de la Plata, pero reforzó la bahía con nuevos terraplenes. Colonia fue devuelta a Portugal por las condiciones de una nueva paz; del mismo modo en América del Norte, la Habana es restituida a España y Manila a Filipinas. Finalmente la Florida española y la Nueva Francia pasaron a dominio inglés.

1767 El jesuita español José Sánchez Labrador misionero de los Mbayaros al norte del Paraguay abrió finalmente el camino hacia las misiones de Chiquitos. En el año 1715 se intentó un trayecto por el norte del Paraguay pero los padres Agustín Arce y Bartolomé Blende fueron asesinados por los bárbaros y dispersada la comitiva de neófitos; se volvió por esto más infranqueable. Luego en el año 1763, por esta misma razón, para que sin duda se restableciera más fácilmente el tránsito en línea recta desde Chiquitos al Paraguay, salió el padre Antonio Guasp, quien cuidaba el poblado del Corazón de Jesús, a fin de establecer una aldea lo más cerca posible del Paraguay; sin embargo, fue cruelmente asesinado con siete neófitos por los Guaycurúes. Por último, en el año

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1766 después de otros intentos frustrados, se levantó a cincuenta leguas hacia Belem al norte de la misión de los Mbayaros, la aldea de San Juan Nepomuceno, misión de los indios Chanaros. A partir de una conversación tenida con ellos, se allanó el camino deseado, reconocido y abierto. Por ese tiempo, el padre español José Jolis compañero de la misma provincia en viaje de cuatro meses abrió el camino desde los Chiriguanos hacia los Tobas, camino olvidado por el recuerdo de los hombres.

1768 -1771 En Sonora y Sinaloa, provincias de Nueva España, son sometidos los bárbaros Seris, Piatos, Sihupapas, Pápagos, Nizoras [supuesto], los Zopasos se entregaron voluntariamente. Persisten solamente los indómitos Apaches.

1769 El 27 de septiembre don Alejandro Orel recibe del Rey Católico junto con Nueva Aurelia la jurisdicción de Luisiana de la que es capital.

1770 El 10 de septiembre zarpan dos barcos desde el puerto de Lima y el 10 de octubre avistan la isla David bajo los 27°, 26´ de latitud sur y los 267°, 1´ de longitud del meridiano de Tenerife. Levantaron una cruz simbolizando el dominio del Rey Católico llamada de San Carlos. Ese mismo año se estableció en California una nueva misión bajo el mismo nombre, no lejos de Monterrey. De las apreciaciones de Vicente Doz se infiere allí que la latitud norte de la población de San José, distante ocho leguas del promontorio de San Lucas, es de 23°, 5´, 15´´ de longitud del meridiano de París, 7, 28´ h.

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1771 Los señores Solandri y Banchs, al regresar a Inglaterra después de dar la vuelta al mundo, encontraron la isla Othaitea [Tahití] en las Tierras Australes. Dicen que confirman que Nueva Zelanda es una isla, no un continente y que Nueva Holanda está separada del continente sur, que por cierto es una isla pero más grande que toda Europa. Expulsados los ingleses, los españoles ocupan las Falklands el 10 de junio de 1770. El causante Rey Católico ordena que la acción del gobernador de Buenos Aires sea reparada, sin embargo, con derecho ileso de España; con esta garantía la cesión es subscripta por el Príncipe Masserano en lugar del Rey Católico en Londres el 22 de enero de 1771.*

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Edición Fuente Fasti Novi Orbis, et Ordinationum Apostolicarum ad Indias pertinentium Breviarium cum Adnotationibus. Opera D. Cyriaci Morelli Presbyteri, olim in Universitate Neo-Cordubensi in Tucumania Professoris. Venetiis MDCCLXXVI. Prostat apud Antonium Zatta Superiorum permissu, ac privilegio.

Bibliografía Bandieri, Susana, Historia de la Patagonia, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2005. Bruno, Cayetano, Apóstoles de la Evangelización en la Cuenca del Plata, Rosario, Editorial Didascalia, 1990. Charlevoix, Pedro Francisco Javier de, Historia del Paraguay (escrita en francés), trad. Pablo Hernández, Madrid, Librería General de Victoriano Suárez, 1916, 6 tomos. Dobrizhoffer, Martín, Historia de los Abipones, Imp. de la Universidad Nacional del Litoral, Departamento de Historia, Facultad de Humanidades. Universidad Nacional del Nordeste, 1968, 1970. Fülöp-Miller, René, El poder y los secretos de los Jesuitas, trad. Javier Bueno, Madrid, Biblioteca Nueva, 1931. Furlong, Guillermo, Domingo Muriel, Buenos Aires, Imp. Casa Jacobo Peuser, Facultad de Filosofía y Letras, 1934. Furlong, Guillermo, S.J., Domingo Muriel S.J. y su Relación de las Misiones (1776), Buenos Aires, Librería del Plata, 1955. McNally, Rand, Atlas del Mundo, Madrid, Planeta-De Agostini, 1997. Miranda, Francisco, Vida del venerable sacerdote Don Domingo Muriel, Córdoba, Imp. Cubas, 1916. Montané, Julio César, La expulsión de los jesuitas de Sonora, Sonora, México, Ediciones Contrapunto 14, 1999. Muriel, Domingo, Historia del Paraguay (obra latina) desde 1747 hasta 1767, trad. Pablo Hernández, Madrid, Librería General de Victoriano Suárez, Colección Historia de América, tomo XIX, 1919. Stieler, Gran Atlas Geográfico, Buenos Aires, Gotha: Justus Perthes, 1912. Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano, Barcelona, España, Editorial Montaner y Simón, 1912, 28 tomos.

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El archivo parroquial del Sagrario de San Miguel de Culiacán

Ana Lilia Altamirano Prado*

L

a Facultad de Historia de la Universidad Autónoma de Sinaloa tuvo a bien adquirir en el Archivo General de la Nación (AGN), copia de los libros sacramentales del acervo del Sagrario de San Miguel1 (ASSM) y abrir un espacio para su consulta en la Biblioteca de Humanidades “Bicentenario”. Marco que sirve como propósito para abordar la riqueza y utilidad que representa el archivo parroquial en el estudio de nuestro pasado. De la formación de los archivos parroquiales mexicanos se tiene constancia en el Primer Concilio Provincial Mexicano de 1555. En él se determinó que en cada iglesia hubiera libro de bautismo y de matrimonio, y se consignaran los siguientes datos: para el sacramento de bautismo, los nombres del bautizado, del padre y de la madre, del padrino y la madrina, con el día, mes y año, firmándolo con sus nombres los rectores y lugartenientes o en su caso el párroco a cargo. Asimismo, que se registraran en dicho libro los nombres de los que se desposaren y casaren, y los de su padre y madre, con el día, mes y año, colocándose el libro en el archivo de la Iglesia y a buen recaudo.2 También se decretó: que en cada iglesia dentro, arzobispado y provincia haya un libro donde se asientan las posesiones, heredamientos, tributos de todas las fábricas de la iglesia y las capellanías de ellas y los bienes dotados para las dichas capellanías y aniversarios, fiestas y memorias que obieren en cada una iglesia, declarando en él, particularmente los oficios, misas, aniversarios y memorias que se han de decir, el cual libro se pongan con las otras escrituras en los archivos de las iglesias y las instituciones de las capellanías[….].3

* Investigadora Asociada de El Colegio de Sinaloa/ Barlovento. [email protected]

1  Copia en formato de rollos de microfilm. El Sagrario de San Miguel comparte el mismo edificio de la Catedral Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Culiacán. 2  Véase “Primer Concilio Provincial Mexicano”, estudio, texto y anexos de Leticia Pérez Puente, Enrique González González y Rodolfo Aguirre Salvador en Pilar Martínez López-Cano, Concilios provinciales mexicanos: Época colonial, UNAM, México, 2004, CD ROOM, T. XXXII. 3  Ibíd., T. XVII.

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Ad Perpet ua m

Así, se establecían las normas para la conformación de los archivos parroquiales. Un libro para bautismo y casamiento, y otro para los asuntos de tipo administrativo. Mientras que el registro de las personas fallecidas se ordenó fuera en una memoria,4 que debía de enviarse cada año cuando se llevaran las matrículas de los confesados. No fue sino hasta el tercer Concilio Provincial Mexicano celebrado en 1585, en el que se acordó que se incluyeran dos libros más en el archivo parroquial, uno para las actas de difuntos ya no como memoria y otro para las confirmaciones. Además de ratificar los registros de bautismos y de matrimonios de la manera siguiente:

clandestinos;6 situación que El Concilio de Trento7 de 1563 trató de enmendar decretando que el matrimonio podría ser válido solamente si se contaba con la presencia de dos testigos y del sacerdote; además de haberse publicado previamente las amonestaciones en tres domingos consecutivos a la hora de misa mayor, información que se anotaría en los libros de casamientos.

Clasificación del archivo parroquial En la parroquia del Sagrario de San Miguel de Culiacán8 se conserva escasa información del siglo XVII, comenzando a ser más completa y continua a mediados del siglo XVIII. La clasificación que guarda el archivo de los libros parroquiales son dos: Sacramental y Disciplinar.9 División que ha sido utilizada por estudiosos de la archivística eclesiástica como Jorge Garibay Álvarez.10 En la primera categoría se encuentran incorpo-

Este concilio ordena que todos los curas tengan tres libros, para que en el primero consten los nombres de los bautizados y de sus padres, así como los de los compadres y del que bautiza. En la primera parte del segundo libro han de anotar a los que contrajeron matrimonio, lo mismo que a sus padres, expresando cuál es su patria, y además quiénes fueron los testigos que asistieron al matrimonio, y fírmelo con su propio nombre; en la segunda parte, asienten los nombres de los difuntos, explicando el día, el mes y el año, y la iglesia en que fueron sepultados; finalmente, en el tercero, escríbanse los nombres de los que han recibido el sacramento de la confirmación, así como también los de sus padres y padrinos, y el del que los confirmó.5

6  Los matrimonios clandestinos, eran aquellos que por lo general se llevaban a cabo en secreto y sin la presencia del párroco. Por lo que se prestaba a que algunos dieran palabras de matrimonio para conseguir favores sexuales. 7  El Segundo Concilio Provincial Mexicano de 1565 ratificó las disposiciones tomadas por el Concilio de Trento. 8  La parroquia del Sagrario se ubica actualmente en el centro de la ciudad de Culiacán, Sinaloa entre las calles Álvaro Obregón y Ruperto L. Paliza, S/N. A fines del siglo XVIII, La parroquia abarcaba de acuerdo a un informe del Subdelegado Ambrosio Ramón Ortiz, una jurisdicción de 2850 leguas cuadradas. Biblioteca Nacional de México, Archivo Franciscano, (A.F.), 36/8 1 9.6.23: “Informe de Ambrosio Ramón de Ortiz, Subdelegado del Partido de Culiacán”, 3 de agosto 1804, citado por Laura Álvarez Tostado, “Hacia la demografía histórica a través de los archivos parroquiales. Culiacán, siglo XVIII”, en Actas del segundo congreso de Historia Regional comparada, 1990, Chihuahua, Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, 1991, pp. 183-189. Álvarez desarrolla la importancia del archivo parroquial de Culiacán como una fuente para el estudio de la demografía histórica, por ello brinda los datos que contienen los libros de actas de bautismo, matrimonios y defunciones, además de señalar líneas de investigación.

La preocupación de la iglesia en poseer registros más completos de la vida espiritual de los feligreses obedecía a los lineamientos establecidos por la legislación eclesiástica. Pues con ello se evitaría, en la medida de lo posible, la corruptela de la población, como por ejemplo: la realización de matrimonios

9  Dentro de la archivística eclesiástica se consideran otras divisiones como: libros de gobierno, administración y actas. Veáse Edgar Gabriel Stoffel, “El archivo parroquial”, [en línea] http://www. archivistica.net/ELARCHIVOPARROQUIAL.pdf, consultado el 16/06/2010; Lilia López Ferman, “Para construir la historia local: los archivos parroquiales”, en Doris Bieñko de Peralta y Berenise Bravo Rubio (Coords.), De sendas, brechas y atajos. Contexto y crítica de las fuentes eclesiásticas, siglos XVI-XVIII, México, INAH-CONACULTA, 2008.

4  La memoria tenía como finalidad conocer los testamentos, así como a las personas que habían dejado los muertos por albaceas y a los herederos, para vigilar que se cumpliera con las disposiciones de los fallecidos. Ibíd., T. XVI. 5  “Tercer Concilio Provincial Mexicano”, texto y anexos de Pilar Martínez López-Cano, Elisa Itzel García Berúmen y Marcela Rocío García Hernández, en Pilar Martínez López-Cano (Coord.) Concilios…, Op. cit., T. II. S. XI.

10  Jorge Garibay, La organización de archivos parroquiales, México, AGN, Departamento de Registro Nacional de Archivo, 1999, citado por Lilia López Ferman, Op. cit.

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sacramento anterior, para las confirmaciones, sólo se halla una caja de 1804 a 1928, la cual contiene dos carpetas, una que comienza en 1770 y otro que va de 1804 a 1829. Sobre la importancia de los documentos y legajos parroquiales, cabe decir, que no sólo nos ofrecen testimonios de la historia de la población en el acontecer espiritual y cotidiano de actos trascendentales como el nacimiento, casamiento y entierro; sino que también es una fuente para la comprensión del comportamiento social y religioso de los párrocos y feligreses. Así como para el estudio de las actividades económicas de la localidad. Entre los temas que han sido abordados hasta el momento se encuentran: la iglesia como institución que norma la vida de la sociedad, el matrimonio, demografía y lazos de compadrazgos,15 principalmente. Sin embargo, aún quedan innumerables temas por indagar y discernir en los libros sacramentales, como la tasa de infantes, ilegitimidad, esclavitud, expósitos, sexualidad en el matrimonio, índice de mortandad, enfermedades, sucesiones testamentaria, por mencionar algunos.16 Además de la información de carácter sacramental, los libros también presentan otro tipo de datos, por ejemplo: actas de visitas de los obispos e inventarios de alhajas. Hasta aquí, se han abordado y contrastado los materiales en resguardo que conserva el archivo parroquial y la Facultad de Historia sobre los libros sacramentales.17 No obstante, resultaría incompleta

rados los libros de actas de bautizos, matrimonios, defunciones y confirmaciones, así como los referentes a las informaciones matrimoniales; mientras que en el segundo corpus documental se afiliaron los que tenían relación con lo administrativo,11 como los testamentos, providencias, fábrica material, cordilleras, juzgado eclesiástico, cofradías y gobierno. La adquisición que realizó la Facultad de Historia consta de un total de 167 rollos de microfilm, que comprenden desde finales del siglo XVII hasta la década de los sesenta del siglo XX.12 En específico, se cuenta con 81 rollos de informaciones matrimoniales desde 1733 a 1967; de matrimonios, solamente 14 rollos de 1755 a 1954; de bautizos, 20 rollos entre 1690 y 1888; de defunciones, 6 rollos de 1746 a 1950. En el caso de las confirmaciones, empiezan hasta el año de 1838.13 En el archivo del Sagrario -Catedral- no existe un inventario y la información del periodo novohispano se encuentra distribuida de la manera siguiente: en la sección sacramental poseen tres cajas sobre informaciones matrimoniales y actas de matrimonio. Una de 1751 a 1829, con tres libros y dos carpetas;14 otra caja que va de 1751 a 1788, con un libro y tres carpetas, y una última que comprende desde 1788 a 1825, con cinco carpetas y un libro que corresponde a circulares. En lo que se refiere a los bautizos se cuenta con tres cajas. La primera contiene datos desde 1690 hasta 1789, con cuatro libros y dos carpetas; la segunda va de 1770 a 1821, con tres libros y dos carpetas; y la tercera caja cubre un período de 1796 a 1825, con un total de dos libros. En cuánto a las defunciones, sólo existe una caja que abarca de 1746 a 1847, con un libro y cuatro carpetas. Al igual que el

15  Véanse Víctor Hugo Aguilar, “La tutoría de la Iglesia en el matrimonio 1750-1804” en Memoria del VI Congreso de Historia Regional, Culiacán, Universidad Autónoma de Sinaloa/IIES, 1990; Esteban Ruiz Martínez. La villa de Culiacán en el siglo XVIII: Demografía, economía y sociedad, Culiacán, Instituto La Crónica de Culiacán, 2006; Ana Lilia Altamirano Prado, El análisis de la nupcialidad en la provincia de Culiacán, 1750- 1778, tesis de Licenciatura, Culiacán, Universidad Autónoma de Sinaloa, 2005; Dispensas matrimoniales. Una fuente para el estudio de las familias. El caso de Culiacán, 1750-1779, tesis de Maestría, Culiacán, Universidad Autónoma de Sinaloa, 2008.

11  A las parroquias podían llegar otros libros dedicados a obvenciones, bienes, correspondencia, contratos y adquisiciones. 12  A partir del siglo XIX, se agrega una división en lo que se refiere a los libros de bautismo, anotándose por separado los hijos legítimos de los ilegítimos. Nota: se privilegia la información del período virreinal. 13  En el archivo del Sagrario de Culiacán, se tiene registro de confirmaciones en el periodo virreinal.

16  Para una mayor indicación de temas por trabajar en los archivos parroquiales, véanse los estudios de Lilia Isabel López Ferman, Op. cit.; y Juan Javier Pescador, De bautizados a fieles difuntos. Familia y mentalidades en una parroquia urbana: Santa Catarina de México, 15681820, El Colegio de México, México, 1992.

14  Realizo esta separación de libros y carpetas, por que los primeros generalmente están encuadernados, algunos de acuerdo a la época, otros -muy pocos- cuentan con un empastado moderno; mientras que las carpetas, por lo regular contienen material en hojas sueltas, y los menos están cocidos. Cabe señalar que el total de libros y carpetas que presento por caja corresponde al material novohispano.

17  Cabe mencionar, que en la página de internet de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se puede consultar la información de bautismo, confirmación, matrimonios y entierros de las iglesias católicas de México -misma información del AGN-, entre ellas la de Culiacán. Las imágenes son óptimas, sin embargo, hay que tener en cuenta que la clasificación de los años que guarda en

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Ad Perpet ua m

Riqueza y utilidad es lo que representa el archivo parroquial en el estudio de nuestro pasado, muestra de ello son los libros sacramentales del acerbo del Sagrario de San Miguel.

la visión de los interesados en el acervo parroquial si no se especificara la existencia de documentos novohispanos de la sección Disciplinar.18 En todas las secciones de los libros administrativos se cuenta con una caja. En lo que se refiere a fábrica hay un libro de 1782 en la caja de 1782 a 1910. En testamentos,19 educación y estadística, se cubre un periodo de 1646 a 1963, con una carpeta de 1646 a 1809; y en Providencias de padres se tiene registro de los años de 1733 a 1948, con un total de cinco carpetas que van de1733 hasta 1824. A través de la información que contienen los libros disciplinares se puede analizar la vigilancia y disciplina entre obispado y parroquia gracias al sistema de cordilleras que registraban las circulares que los obispos mandaban a las iglesias; en juzgado eclesiástico, los asuntos que implicaban una mayor atención como por ejemplo las transgresiones de la sociedad en cuanto a relaciones de ilícita amistad. Mientras que en los libros de Fábrica se encuentran

datos sobre la construcción de la iglesia, la institución como prestamistas, la adquisición de ornamentos religiosos, la compra de cera y vino y demás enseres de la iglesia, la creación de cofradías y fondos de capellanías de la vida cotidiana del Culiacán novohispano. Para terminar, hay que destacar la loable labor que la Facultad de Historia de la Universidad Autónoma de Sinaloa realizó en adquirir copia del acervo y acondicionar un sitio con los recursos necesarios para su consulta, ofreciendo por una parte más posibilidades de acceso a tan importante archivo y, por otro, ayudar a la preservación y conservación de su original en la parroquia 

el inventario de su página es diferente a la que existe en el archivo del Sagrario y muy probablemente para las demás parroquias. Por ejemplo: al separar información de un mismo libro por sacramento, se saca de su contexto la versión original, para los fines del historiador. Así, la organización que se muestra obedece a diferentes fines. No obstante, puede ser una herramienta útil para el genealogista. Véase http://pilot.familysearch.org/recordsearch/start.html#p. 18  En la sección Disciplinar: hay más libros que corresponden a determinadas rubros administrativos de las iglesias, por tal motivo, la información es muy variada e interesante. 19  Esta documentación es escasa y presenta un estado severo de deterioro por afectaciones de polilla e humedad.

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A r c h i vo s

y

Referencias

Bibliografía

bibliográficas

APSSM- Archivo de la Parroquia del Sagrario de San Miguel de Culiacán

Aguilar, Víctor Hugo, “La tutoría de la Iglesia en el matrimonio 1750-1804” en Memoria del VI Congreso de Historia Regional, Culiacán, Universidad Autónoma de Sinaloa/IIES, 1990, pp. 87-106. Altamirano Prado, Ana Lilia, El análisis de la nupcialidad en la provincia de Culiacán, 1750- 1778, tesis de Licenciatura, Culiacán, Universidad Autónoma de Sinaloa, 2005. ________. Dispensas matrimoniales. Una fuente para el estudio de las familias. El caso de Culiacán, 1750-1779, tesis de Maestría, Culiacán, Universidad Autónoma de Sinaloa, 2008. Álvarez Tostado, Laura, “Hacia la demografía histórica a través de los archivos parroquiales. Culiacán, siglo XVIII”, en Actas del segundo congreso de Historia Regional comparada, 1990, Chihuahua, Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, 1991, pp. 183-189. Familysearch:http://pilot.familysearch.org/recordsearch/ start.html#p. López Ferman, Lilia, “Para construir la historia local: los archivos parroquiales”, en Doris Bieñko de Peralta y Berenise Bravo Rubio (Coords.), De sendas, brechas y atajos. Contexto y crítica de las fuentes eclesiásticas, siglos XVI-XVIII, México, INAH-CONACULTA, 2008, pp. 185-196. Martínez López-Cano, Pilar (Coord.), Concilios provinciales mexicanos: Época colonial, UNAM, México, 2004, CD ROOM. Pescador, Juan Javier De bautizados a fieles difuntos. Familia y mentalidades en una parroquia urbana: Santa Catarina de México, 1568-1820, El Colegio de México, México, 1992. Ruiz Martínez, Esteban, La villa de Culiacán en el siglo XVIII: Demografía, economía y sociedad, Culiacán, Instituto La Crónica de Culiacán, 2006. Stoffel, Edgar Gabriel, “El archivo parroquial”, [en línea] www.archivistica.net/ELARCHIVOPARROQUIAL.pdf (consultado el 16/06/2010)

• Sección Sacramental Bautismo: Caja 1690-1789 Libro (L) 1690-1746, L.1731-1752, L.1752-1769, L. 17551787, L. 1770-1788 Carpeta (C) 1755-1792, C. 1777-1803 Caja 1770-1821 L. 1795-1805, L.1789-1795, L. 1796-1810 C. 1788-1821, C. 1778-1804 Caja 1796-1825 L. 1810-1818, L. 1820-1825 • Matrimonios Caja 1751-1829 L. 1788-1815, L. 1771,1794, L. 1816-1829, C. 1751-1771, C. 1816-1820 Caja 1751-1788 L.1755-1788 C. 1751-1757, C. 1760-1765, C. 1766-1769 Caja 1788-1825 C. 1787, C. 1792-1795, C. 1796-1800, C. 1778-1800, C. 1799-1825 • Defunciones Caja 1746-1847 L. 1746-1795, C. 1757-1790, C. 1795-1820, C. 1819-1821, C. 1821-1833 • Confirmaciones Caja 1804-1928 L. 1770 C. 1802-1829 • Sección Disciplinar: Fábrica Caja 1782-1966 L. 1782-1825 • Providencias Caja 1733-1948 L. 1733-1827, L. 1751-1798, L. 1767-1831 • Testamentos, educación y estadística Caja 1646-1963 C. 1646-1809, C. 1825

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Linternilla

Notas sobre un sendero Wilfrido Llanes Espinoza*

D

ada la ausencia de una asignatura de paleografía y diplomática en el plan de estudios de la Licenciatura en Historia de la Universidad Autónoma de Sinaloa, la coordinación de la propia facultad invitó al Lic. José F. Alonso Gutiérrez del Olmo a impartir en dos etapas un intensivo curso-taller de veinte días; la primera fase se desarrolló del 20 al 30 de abril de 2009 y la segunda del 16 al 26 de marzo de 2010. A este ejercicio le había antecedido uno introductorio que el equipo de trabajo Barlovento impartió del 27 al 30 de octubre de 2008 y que, a su vez, serviría como base para quienes asistieron a los dos posteriores. Con motivo de la clausura, invitamos a dos asistentes regulares1 al curso-taller a que nos glosaran su experiencia en él, resolviendo un cuestionario de dieciséis preguntas; por motivo de espacio, sólo hemos retomado algunos aspectos básicos: Porqué cursar un taller de paleografía, qué conocimiento les dejó, si optarían por realizar investigación referente al periodo virreinal y, finalmente, si participarían en otro curso similar. Sobre el primer aspecto, ambas enfatizaron la curiosidad que les había provocado el tema que convocaba, una de ellas, con una proyección de futuro muy concreta, manifestó que había entrado porque le parecía: “de utilidad tener esos conocimientos que probablemente podría utilizar posteriormente”. A su vez, este interés había sido complementado por la materia de ciencias auxiliares de la historia que estaban cursando al momento de tomar la primera etapa del curso-taller, ofreciéndoles el antecedente de la utilidad técnica que representaba la paleografía. Al preguntarles sobre la enseñanza que les había dejado el curso-taller de paleografía, las respues-

tas fueron concluyentes, habían obtenido, lo que dieron en llamar: “una mejoría notable” en el entendimiento de la gramática del siglo XVI, XVII y XVIII, “los principios para trabajar con documentos coloniales” y, finalmente, “les había ayudado a comprender los términos más comunes de la época”. En síntesis, a la par de los conocimientos obtenidos, podemos concluir que adquirieron una posibilidad de ensanchar el restringido rango temático y temporal que se investiga en el único centro de formación profesional de historiadores en Sinaloa. A raíz de esto les preguntamos si optarían por investigar un tema de corte virreinal para sus tesis y por qué. Una de ellas respondió que sí, “¿por qué? Eso no siempre está claro, pero la Colonia siempre ha llamado mi atención, que es finalmente lo que termina moviéndonos a casi todos, la curiosidad, sería interesante tratar algún tema relacionado a la Iglesia, cómo actuaba, […] qué tanto control tenía sobre sus súbditos, como hacía para conservar [a sus fieles]”. La segunda alumna encuestada consideró que, aún bajo circunstancias adversas, investigaría un tema relacionado con la etapa virreinal: “porque es un periodo muy interesante que me parece no ha sido muy estudiado, [aunque] en su contra [tenga] las dificultades que presentan las fuentes y el obtener apoyo para dichas investigaciones.” Esta respuesta pone de manifiesto dos aspectos importantes, primero: la escasa atención que recibe el periodo virreinal para ser abordado por los tesistas de licenciatura y, segundo, algo que por generaciones ha dado fuerza al mito de que es muy difícil para el alumno de licenciatura hacer investigación sobre el periodo: la falta de fuentes en la entidad. Finalmente, sobre la idea de tomar otros cursos-talleres de paleografía, ambas asintieron sobre su participación y señalaron la necesidad de la continuidad de este tipo de ejercicios, dada la naturaleza técnica de estos cursos, puesto que al ser “una materia de práctica, si la dejas sueles olvidar varios aspectos de ella”, concluyeron.

* Wilfrido Llanes Espinoza, Facultad de Historia, UAS/ Barlovento. [email protected]. 1  Brianda Lizbeth Tamez Leyva y Karla Verónica López Ley, ambas alumnas de 2º año de la Licenciatura en Historia de la Universidad Autónoma de Sinaloa. A quienes agradezco su disposición.

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Telésforo Alvarado,

capellán del ejército insurgente al mando de José María González Hermosillo*

José de la Cruz Pacheco Rojas**

Introducción

L

os inicios de la guerra de Independencia en México tuvieron su mayor fuerza en la parte media del país, en donde los caudillos criollos descontentos con el régimen absolutista de los españoles peninsulares arrastraron en sus huestes a miles de desposeídos de extracción indígena enardecidos y dispuestos a todo al grito de “muera el mal gobierno”, “mueran los gachupines” y “viva la Virgen de Guadalupe”: símbolos fundadores de nuestra nación independiente. Así, la mecha se prendió y el fuego de la insurgencia cundió rápidamente en el cordón central: las ciudades de Guanajuato, Michoacán y Guadalajara, capitales las tres de las intendencias de mayor importancia en la Nueva España, cayeron en manos de los insurgentes en poco menos de dos meses y la ciudad de México se vio amenazada de ser tomada, pero la indecisión del cura don Miguel Hidalgo la salvó. Estos acontecimientos sacudieron a todo el virreinato de la Nueva España, no habiendo, como se sabe ahora, un solo punto que haya permanecido al margen de las repercusiones del movimiento insurgente, causando en algunos lugares reacciones de adhesión abierta o disimulada, en otros de organización de la defensa del antiguo régimen que sus partidarios consideraban eterno e inmutable como el manto de la religión que lo cubría. En ambos casos las acciones emprendidas no fueron espontáneas. El cura Hidalgo designó varios comisionados desde el inicio de la guerra para que se hicieran cargo de la organización de los ejércitos insurgentes en distintas regiones estratégicas, definidas éstas por su importancia económica, política y otros factores no claramente identificados.

* Este trabajo fue presentado en el XXI Congreso Internacional de Historia Regional La independencia en América Latina y en el Norte de México, organizado por el Instituto de Investigaciones Económicas y la Facultad de Historia de la Universidad Autónoma de Sinaloa, los días 6,7 y 8 de diciembre de 2007. Para la presente publicación ha sido modificada la parte introductoria con el propósito de contextualizar los sucesos protagonizados por el cura Telésforo Alvarado. ** Instituo de Investigaciones Históricas/ Universidad Juárez del estado de Durango.

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Sept en tri ón

Así, por ejemplo, a José María Morelos le encargó independizar el sur y tomar Acapulco; a José Antonio Torres lo designó para la campaña de la Nueva Galicia; a José María González Hermosillo lo envío a conquistar Sinaloa y Sonora; al sacerdote José María Mercado le encomendó la conquista de Tepic y del puerto de San Blas; a Rafael Iriarte le asignó la intendencia de Zacatecas y a Mariano Jiménez le correspondió Coahuila, además de otros comisionados. Llama la atención, por cierto, la ausencia de encargado para hacer la revolución en la intendencia de Durango, en donde la presencia de infidentes era patente, al igual que los intentos de insurrección indígena. La designación de los comisionados obedeció a una estrategia concebida por los principales caudillos del movimiento insurgente, el cura Hidalgo e Ignacio Allende, que suponía, en primer término, la elección de hombres de probada lealtad a la causa independentista; en segundo lugar, la existencia previa de una labor de conspiración o de organización. De igual manera, es seguro que contaban con información fidedigna del estado de ánimo de toda la población criolla del virreinato, propensa a abrazar la causa insurgente, y al mismo tiempo de los actos de infidencia y tentativas de insurrección en varias partes del país. Por ello, en el caso particular que nos ocupa, tanto José María Mercado y José María González Hermosillo encontraron en su avance por las costas

de Nayarit y Sinaloa con la decidida adhesión de partidarios indígenas que habían estado esperando el momento oportuno para levantarse en armas contra los españoles. En efecto, de hecho la región multiétnica de la sierra del Gran Nayar era una especie de refugio de infidentes, conspiradores y rebeldes desde principio del siglo XIX. El indio Mariano, figura legendaria que pretendía instaurar el imperio tlaxcalteca en la Nueva Galicia una vez asaltada la ciudad de Guadalajara y derrotado el gobierno gachupín, había logrado concentrar a un numeroso contingente de indios en Tepic con ese propósito. “El plan debía realizarse en la fiesta de la Virgen de Guadalupe en el momento en que los cirios fueran encendidos en el altar. Estos contendrían explosivos que harían estallar el templo. Los insurgentes aprovecharían la confusión para atacar el palacio virreinal, que estaría minado en las esquinas”.1 El proyecto de asalto a la capital neogallega fracasó. El indio Mariano y sus huestes fueron descubiertos. Las fuerzas militares de la provincia dieron órdenes al Capitán Salvador Fidalgoa para que se trasladara a Tepic con una fuerza de soldados y marinos con la orden expresa de reprimir a los indígenas al momento de celebrar la reunión. El resultado fue el asesinato de dos indios, varios heridos y más de doscientos prisioneros que fueron conducidos a Guadalajara, donde muchos murieron en prisión 1  Christon I. Archer, El ejército en el México borbónico, 1760-1810, México, Fondo de cultura Económica, 1983, p. 132.

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lla, en Aculco, o Las Cruces, o Calderón? Nos dejó parte de su historia, con todo su poder y pathos; nunca nos dejó conocer el resto de sus secretos”.3 Los planes sediciosos del indio Mariano y el “Trastornado mesías de Durango” encontrarían eco pocos años después entre los indígenas tepehuanes de la sierra del Mezquital, vecina de la del Nayar. Efectivamente, el 8 de noviembre de 1808, en la denuncia presentada por el maestro de escuela José Bruno Eliciaga de Santa María de Ocotán ante el subdelegado de San Francisco del Mezquital Cristóbal de Urquizu, informa que José Domingo de la Cruz Valdez, gobernador del pueblo de Santa María de Ocotán, y Tomás Páez, gobernador de Guazamota,4 eran los principales cabecillas de una conspiración que estaban organizando para levantarse en armas contra los españoles y que para este efecto habían convocado a los vecinos de los pueblos de Santa María, San Miguel de Temohaya, Taxicaringa y Xoconoztle a una reunión secreta en las afueras del primer pueblo, poniendo espías en los cerros, con el plan de insurreccionarse y declarar la Independencia.5 A causa de esta denuncia Ángel Pinilla, Gobernador Intendente interino, ordenó se tomaran declaraciones a los inculpados y se procediera a su arresto y de ameritar la causa, los reos fueran trasladados a la real cárcel de Durango. Es muy importante destacar que en las indagatorias que siguieron en el proceso para conocer las causas de la conspiración, las autoridades llegaron a afirmar que al parecer “estaban incitados por los revolucionarios de México”. Esto es de gran relevancia, pues de haber sido así, tendríamos un hecho de grandes dimensiones porque significaría que formaban parte de la red que se formó en las prin-

antes de que fueran juzgados. Otros tantos más lograron huir de la represión hacia la sierra; Mariano evadió el arresto y se perdió o continuó bajo el abrigo invisible del mito. Otro caso fascinante de sintomatología mesiánico milenarista es la del “Trastornado mesías de Durango”, contemporáneo del indio Mariano, que operaba en San Juan del Río, Intendencia de Durango. Se trataba del indio José Bernardo Herrada, quien fuera capturado y sometido a un largo proceso por la justicia de San Juan del Río en 1800, por sostener entre los indios de ese pueblo que su misión “era llamar a los indios del norte a la inminente coronación de su padre, el gobernador de Tlaxcala, como rey de la Nueva España, en marzo de 1801, también por haber estado interesado en recolectar tanto dinero como le fuera posible, de los fondos comunales de los pueblos y de los fondos piadosos. De hecho - afirma Van Young-, es difícil decir a partir de los registros si era un criptomilenario, un artista del timo, un loco, o todo combinado”.2 El hecho es que en el proceso judicial que se le siguió, llegó a declarar que había estado en Nayarit. Lo cual inquietó a las autoridades de la provincia de Durango. Por ese motivo en los acuciosos interrogatorios trataron de desentrañar los posibles nexos de Herrada con los indios rebeldes del área de Tepic y la Sierra del Nayar, pero sobre todo por las semejanzas de su historia y su testimonio con la del indio Mariano. Después de un juicio prolongado Herrada fue desterrado y rumbo a cumplir su condena se fugó de la cárcel en Zacatecas. Van Young se pregunta sobre el “Trastornado mesías de Durango”: “¿Qué le sucedió? ¿Siguió vagando por los caminos polvosos de la Nueva España en busca de su padre y de algunos pesos regalados por indios crédulos? ¿Vivió su vida como un campesino excéntrico en un pueblo silencioso? Uno está tentado a creer que tomó las armas en 1810 bajo la bandera de la Virgen y que incidió en la caótica realidad de estas épocas, con las fantasías igualmente caóticas de su cabeza. Si fue así, ¿terminó con la cara en el lodo, como muchos otros héroes modernos torturados, o en algún oscuro campo de bata-

3  Ibíd., p. 397. 4  En los documentos de la época colonial Huazamota se escribía con “G”, en la actualidad se escribe “H”. Aquí me pliego a la tradición histórica, por lo que mantendré la forma original en que se escribía. Además, hay una razón sustantiva para conservarlo; Guazamota significa guásima grande o grandota. 5  Archivo Histórico General del Estado de Durango, en adelante AHGED, “Expediente formado con motivo de la denuncia hecha por el maestro de escuela de Santa María de Ocotán, José Bruno Eliciaga, de una conspiración capitaneada por los indígenas Domingo de la Cruz (general) y el general indio Tomás Páez, el primero de Santa María de Ocotán y el segundo de Guazamota. Parece que estos estaban instigados por revolucionarios de México”, Cajón 13, Expediente 7, año 1808.

2  Eric Van Young, La crisis del orden colonial. Estructura agraria y

rebeliones populares de la Nueva España, 1750-1821, México, Alianza Editorial, 1992, p. 365.

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Sept en tri ón

El del padre Salvador Parra, cura del real de Topia […] dijo en el juicio por infidencia que había establecido contacto con los emisarios de Napoleón que buscaban perturbar la paz en la Nueva España.

cipales ciudades del centro del virreinato después de los sucesos en que fueron ejecutados Francisco Primo de Verdad y otros conspiradores en 1808. No obstante, el castigo que les fue impuesto por parte del Comandante General de las Provincias Internas, Nemesio Salcedo, no resultó tan severo, consistió en que tanto Domingo de la Cruz Valdez como Tomás Páez fueran privados para siempre de ocupar los puestos de tenientes generales de indios, por revoltosos e inquietos y por turbar la paz y la tranquilidad aprovechando su cargo.6 La verdad es que los acusados no fueron castigados severamente porque las autoridades temían que los indígenas de la zona se levantaran en armas. Sin embargo, este proceso no estuvo exento de represalias y crueldades por parte de las autoridades de la Nueva Vizcaya, que derivó en persecuciones, aprehensiones y asesinatos de algunos de los implicados en la conspiración. Tal vez por esta razón y consecuentes con sus posturas antiespañolas, muchos indios perseguidos decidieron unirse al movimiento insurgente; es el caso de Domingo de la Cruz, a quien lo veremos implicado nuevamente en los hechos ocurridos en los pueblos de Guazamota y San Antonio de Padua en 1811.

Los hechos anteriores muestran el clima proclive que existía entre los indígenas de la Sierra Madre Occidental a levantarse en armas contra los españoles. Al mismo tiempo queda claro que había algunos ingredientes de tipo ideológico que reforzaban esa tendencia. Además de los sucesos mencionados arriba, Quiñones Hernández consigna el proceso inquisitorial llevado en la ciudad de México en 1795 contra Juan Miguel Berrogaray, administrador de las minas de Francisco Xavier Aguirre en el Real de Guarisamey, “por proposiciones y ser adicto a la Revolución Francesa”.7 Un personaje interesante que tal vez influyó con sus ideas en la mentalidad de otros criollos e indígenas de la región serrana, pues también se le acusó de haber participado en el levantamiento armado de 1781 en el Perú. Otro caso que probablemente estaba relacionado con Berrogaray, es el del padre Salvador Parra, cura del real de Topia, personaje singular. Se dijo en el juicio por infidencia que se entabló en su contra, que Parra había establecido contacto con los emisarios de Napoleón que buscaban perturbar la paz en la Nueva España, en particular con Torcuato Medina, comisionado para Durango -según se afirma en el documento de esta causa-, lo que le permitió madurar sus ideas revolucionarias contra los “gachupines”. Sus ideas sediciosas fueron expresadas en la tienda de don Pedro Patiño, en el 7  Luis Carlos Quiñones Hernández, Inquisición y vida cotidiana en Durango 1563-1821, Durango, IIH-UJED, 2009, pp. 26-27.

6  AHGED, Cajón 13, exp. 7, sin número de foja, último folio.

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Valle de Topia, en donde, en ausencia de tertulias urbanas “se habla con ligereza y se vierten especies subversivas y contrarias al buen gobierno”.8 Todo parece indicar, pues, que en esa porción de la Intendencia de Durango, vecina de Sinaloa, se estaba fraguando el movimiento insurgente desde antes del inicio de la Guerra de Independencia. Este hecho es sumamente significativo, toda vez que se ha considerado que toda esta región permaneció al margen de este proceso de construcción de nuestra nación. Sin embargo, por los casos de infidencia, sedición y rebeliones que ocurrieron principalmente de 1808 a 1812 podemos afirmar que la lucha anti gachupín tuvo muchos y valientes partidarios entre los criollos laicos, sacerdotes y religiosos e indígenas,9 todo bajo un ambiente del férreo control que impuso la Comandancia General de las Provincias Internas de Occidente y las autoridades civiles de la Intendencia. Faltó, no obstante, una coordinación estratégica o la elaboración de un plan conjunto bien estructurado de los conspiradores y de los rebeldes, o si lo tuvieron les falló; Mercado y González Hermosillo atacaron a las fuerzas realistas por la costa y José María Gutiérrez y sus huestes de insurgentes indígenas por las estribaciones orientales de la Sierra Madre con el propósito de conquistar Durango, pero en forma separada. El único eslabón que los unía era la población indígena de la Sierra del Nayar y El Mezquital, dispuesta a tomar las armas, y no lo aprovecharon adecuadamente. En el avance triunfal de Mercado por Nayarit se le sumaron importantes contingentes de indígenas de la sierra, entre ellos destaca Manuel de la Cruz Pastrana, gobernador del pueblo de Guazamota, y otros indígenas de San Antonio de Padua que desempeñaban cargos de autoridad civil y militar, en quienes recayó la acusación de “cómplices en la insurrección”. El hecho es que más que cómplices fueron insurgentes, se unieron a una fracción del

ejército de Mercado que estaba comandado por el fraile Mariano Orozco, cura de Santa María, quienes bajo su mando combatieron en distintos puntos del territorio nayarita. Después de la derrota de Hidalgo en el Puente de Calderón, el 7 de enero de 1811, fueron aprehendidos y confinados en la cárcel de Guazamota, para luego ser trasladados y procesados en Durango.10 Es de presumirse la destacada participación de los indígenas serranos en la guerra insurgente, pues Pastrana fue reconocido con el nombramiento de gobernador militar de los pueblos de Guazamota y San Antonio de Padua. El título fue otorgado por el fraile Orozco el 23 de enero de 1811, quien había recibido facultades de Mercado para ello.11 Se trataba ni más ni menos de la instauración del primer gobierno militar independiente en territorio duranguense. El otro caso importante de participación de los indígenas tepehuanes en la guerra de independencia es el que encabezó el presbítero de Pueblo Nuevo, Telésforo Alvarado, sujeto a proceso judicial por infidencia, relacionado estrechamente con José María González Hermosillo, caudillo insurgente del noroeste. El cura Alvarado se unió a la causa insurgente con los indios de su grey y los vecinos de Milpillas, ambos pueblos enclavados en las estribaciones occidentales de la sierra del Mezquital, Intendencia de Durango, en las proximidades con el Real del Rosario, Sinaloa. Dada la relevancia de este suceso y por ser poco conocido me permito dejar hablar a los actores con la idea de darle mayor contundencia a este hecho histórico.

El insurgente Telésforo Alvarado, cura de Pueblo Nuevo Los principales movimientos libertarios que ocurren en la provincia durante el período colonial y el proceso de independencia, realizados principalmente por indígenas y criollos, fueron tipificados bajo el “delito de infidencia”.12 Así, todos aquellos

8  Archivo de la Real Audiencia de Guadalajara, Ramo Criminal, Exp. 29-13-647, s/f, en Judith González González, “Documentos sobre la guerra de independencia en la Nueva Vizcaya”, en Cuarto Congreso Internacional de Historia Regional. Actas 1993, vol. I. Ciudad Juárez, Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, 1995, pp. 326327.

10  AHGED, Juzgado Criminal, cajón 25, exp. 154, año 1811. 11  Ibíd., f. 16. 12  “Infidencia –dice Escriche-, en general es la falta que uno comete por el hecho de no corresponder a la confianza que uno ha puesto en él, o sea la violación de la fidelidad debida a otro; pero se aplica esta denominación al delito político en que uno incurre por su inteligencia con los enemigos del Rey o del Estado, y se usa con

9  Véase José de la Cruz Pacheco Rojas, El proceso de independencia en la Intendencia de Durango. Etapa insurgente (1808-1812), Durango, IIHUJED, 2010.

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Los planes sediciosos del indio Mariano y el “Trastornado mesías de Durango” encontrarían eco pocos años después entre los indígenas tepehuanes de la sierra del Mezquital, vecina de la del Nayar.

eso, ya bien organizadas la fuerzas realistas tocó al también sacerdote José Juan de Escárzaga, a la sazón capitán de los voluntarios de Santiago Papasquiaro, realizar la aprehensión de Alvarado. Cabe destacar que en una de las declaraciones del cura Alvarado admite que los indios sujetos a su cuidado espiritual, comandados por el general de indio apellidado Ortega, se trasladaron a la Villa del Rosario (Sinaloa) a entrevistarse con el insurgente José María González Hermosillo, contraviniendo las órdenes del gobernador intendente, quien les había mandado trasladara sus fuerzas a la capital de la provincia. Mas desobedeciendo al gobernador, el mencionado Ortega y el capitán José Camacho se dirigieron al Rosario con la intención de levantar en armas al Pueblo Nuevo y Milpillas y manifestar su adhesión al teniente insurgente Hermosillo, según acuerdo que tuvieron en una junta realizada en casa de Ortega. Hermosillo había tomado el real del Rosario el 28 de diciembre de 1810, después de haber avanzado sobre Mazatlán y San Sebastián,14 y es en esas circunstancias en que se producen los sucesos de Pueblo Nuevo. Entre quienes alentaban la insurrección se contaban, además de Ortega y Camacho, Miguel Gómez Portugal, Rafael Saucedo, Jesús Costilla y el capitán José María López, con quien el cura Alvarado admitió haber estado en los reales de Pánuco y San

individuos que se levantaron en armas o planeaban hacerlo fueron culpados por las autoridades provinciales no sólo de cometer una serie de violaciones a los principios de autoridad sino como una afrenta a las instituciones coloniales. Por ese motivo fueron tan rabiosamente perseguidos y castigados. Es precisamente el caso del cura de Pueblo Nuevo, Telésforo Alvarado, quien decidió unirse al insurgente José María González Hermosillo en las acciones de guerra realizadas en el sur de Sinaloa, arrastrado por la vorágine de los indios tepehuanes cansados de padecer la explotación y la tiranía de los españoles. El 5 de abril de 1811, el gobernador intendente de la provincia de la Nueva Vizcaya, Bernardo Bonavía, comisiona a Manuel de Castaños, comandante de las fuerzas del rey, para proceder en la averiguación y formación de causas sobre la presunta insurrección de los naturales de Pueblo Nuevo, pero sobre todo, para instaurar causa contra el presbítero Telésforo Alvarado, quien por esas fechas ya se hallaba recluido en la real cárcel de Durango.13 Este proceso se da en circunstancias especialmente difíciles, pues priva en toda la Nueva España un exagerado nerviosismo y una actitud intransigente ante cualesquier connato de insurrección o sedición a la que no escapaba obviamente la Nueva Vizcaya. Por más especificidad en la milicia”, véase Joaquín Escriche, Diccionario razonado de legislación y jurisprudencia, T. I, México, Cárdenas Editores, 1979, p. 867.

14  Independencia nacional. Periodo Hidalgo II, 1987, p. 187.

13  AHGED, Cajón 13, Casillero 5, Expediente 15.

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Sebastián. Por cierto, uno de los vecinos de Pueblo Nuevo manifestó en su testimonio que el padre Alvarado había participado en la junta convocada por Ortega y que en sus sermones no hablaba contra los insurgentes: este testigo acotaba otros datos interesantes, que Alvarado le leyó El Despertador Americano y “que sabe ha mantenido en su propia casa y en su misma recamara una mujer llamada Felipa con la que ha tenido un hijo, y que esta amistad la ha mantenido hace tres años, con público escándalo de toda la feligresía”. Otro testigo expresó “que hallándose cerca del cura le hoyó que dijo que en la iglesia les predicó animándolos a la guerra” y le consta “que trajo papeles de los insurgentes, pues al que responde le leyó El Despertador Americano”. Muy interesante la llegada de ésta, que fue la publicación doctrinaria más importante de los insurgentes, a lugares recónditos de la sierra. El testimonio de Nicolás Alemán, juez territorial de la jurisdicción de Pueblo Nuevo, resultó más revelador en relación a la implicación del padre Alvarado en la causa de los insurgentes, su enérgica actitud ante las autoridades provinciales y particularmente sobre su adhesión a Hermosillo. Esto es parte de lo que dijo Alemán: “que es público asistió a la junta que hicieron los indios el día veintisiete, como también el que tomando mis armas y retirándome a la iglesia para hacer desde allí la defensa que me fuese posible me abochornó bastante [Alvarado] tratándome de escandaloso, hasta lograr largas las armas: el mismo efecto alcanzó de Marcos Burciaga y puesto en resistencia le quitó el cuchillo y entregó a los indios a quienes acompañó, sin ir forzado. Que en el Carrizal recibió cartas del padre Jaime relativas a saber cómo iba, a lo que contestó que de paz y a unirse con ellos [los insurgentes]; que en Pánuco lo vio familiarizándose con dicho padre y con los Costillas, que allí se quedó cuando los indios se pasaron al Rosario solo con dos mozos y que cuanto estuvo allí pudo, si hubiera querido regresarse [a Pueblo Nuevo], pero que lejos de esto siguió hasta donde estaba Hermosillo”.15 De igual importancia resulta la declaración de Manuel Castaños, capitán comandante de las armas del rey, quien manifestó: “Que por la causa que al principio expuse le advertí de a luego una grande

adhesión al partido de la insurrección, oyéndole repetidas veces expresiones muy libertinas y ajenas de un fiel vasallo como son los de que los papeles de los Americanos querían comprobar que la Santa Inquisición se haya en el día convertida en Club Sanguinario y de pura política, y que aunque efectivamente no fuere cierto lo primero, lo segundo no admite la más leve duda según lo comprobaban los Edictos últimamente expedidos por aquel Tribunal, dudando sobre la autoridad de aquel tribunal para la excomunión fulminada contra el cura Hidalgo; alargándose tanto en esta libertad de expresiones que concluía con que el Señor Intendente de Durango ya no debía ocupar su destino y que si aun se sostenía en él era porque mediaban los empeños de los Mexicanos, a quienes debía cantidades de dinero, estimulado únicamente de que por este medio pudiesen ser cubiertos de sus créditos correspondientes, con otra multitud de destinos que me movieran a quitarlo de aquí por las malas que su presencia debía producir en unos pueblos ya sublevados, y que había acompañado con tan enorme crimen”.16 De acuerdo con este testimonio descubrimos a un cura Alvarado subversivo, más radical. Subiendo de tono, José Joaquín de Escárzaga, cura propio de Santiago Papasquiaro y capitán de Voluntarios Patriotas de esa villa, dijo: “certifico en cuanto debo y el derecho me permite, que en el trato que tuve con el presbítero don Telésforo Alvarado le advertí no poca adhesión a la causa de los insurgentes por la libertad con que se conducía teniendo el arrojo de producir una conversación que la Inquisición se había convertido en un club político, pues se mesclaba en asuntos civiles que eran contra su instituto sin bastar a contenerlo la agriedad con que contesta que con ahínco y esfuerzo procuró defender los crímenes del presbítero Jaime, diciendo no encontraba culpa en él después de asegurar había dado cantidad de pesos porque lo hiciesen teniente coronel; que me dio por amistad dos proclamas que trajo de los insurgentes, que originales remití al Señor Gobernador de la mitra: que quiso sostener con tenacidad debía producirse muriera el mal gobierno y que así lo había dicho en una plática y que no tendría embarazo en publicarlo dondequiera. Que tengo en mi poder una minuta de su misma

15  AHGED, Cajón 13, Casillero 5, Exp. 15, f. 3.

16  Ibídem, f. 5.

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El cura Alvarado se unió a la causa insurgente con los indios de su grey y los vecinos de Milpillas, ambos pueblos enclavados en las estribaciones occidentales de la sierra del Mezquital.

letra en que se da el título de capellán, relativa a los efectos que de orden de Hermosillo sacó…”.17 El nombramiento de capellán del ejército de González Hermosillo era, por supuesto, una gran distinción.18 El propio cura Alvarado admitió haber ido a Tierra Caliente a unirse al insurgente Hermosillo, pero que había sido forzado por los indios de Pueblo Nuevo a ir, arguyó; que por este motivo se escapó cuando se encontraba en el real de Pánuco, de donde regresó a su curato. También declara que él no incitó a sus feligreses a la insurrección, que aceptó el puesto de capitán porque el general insurgente Hermosillo lo obligó. Negó igualmente haber leído y hecho circular documentos subversivos entre los indígenas. Y que al momento en que llegaron las fuerzas provinciales a Pueblo Nuevo pidió a los habitantes las recibieran de paz. El hecho es que a él fue al primero que prendieron, reconociéndolo como el principal instigador de la rebelión, para ser conducido a la cárcel del convento de San Francisco en Durango. Vinieron después una serie de declaraciones y careos, que fueron echando abajo la confesión del padre Alvarado; además, agregaron dos documentos muy importantes: un ejemplar de El Despertador Americano y un Edicto o proclama, que se anexaron a su causa en calidad de pruebas

en su contra, por lo cual, los jueces comisionados licenciado Felipe Ramos, por lo civil, y el presbítero Miguel Yrigoyen, por lo eclesiástico, consideraron que había elementos suficientes para inculparlo por crimen de infidencia y sedición. En su desesperación, Alvarado urdió un plan para fugarse, pero en una inspección del calabozo donde se encontraba, practicada por el alférez Juan Landa y teniente Juan Fernando Zeballos el 12 de julio de 1811, hallaron que “las tablas del techo estaban ya quemadas y hechas un carbón, y en disposición de abrir un agujero, o de incendiar el convento, e inspeccionando el modo con que pudo ejecutar ésta en una altura tan considerable como la que tiene el techo, se halla un agujero en una viga donde ataba una cuerda, sin duda para suspenderse en ella, y también las otras vigas llenas de cebo, denotando esto que la quemazón la hizo con las velas. Sucesivamente se reconoció el piso del calabozo y se halló levantada una losa de piedra, y la tierra tan hueca que a poco se intentó excavarla, se encontró una cavidad extraordinaria en el ángulo que cae al claustro del convento por donde era corriente la fuga. Últimamente se reconoció toda su ropa y en el colchón se halló un cuchillo como de cuarta de largo y cacha de cuerno blanco, y también un cincho de cuero enrollado con dos velas y un manojito de pajuelas”. Frustrado su proyecto de huida, declaró que el incendio de las tablas del techo ocurrió accidentalmente una noche en que se había toma-

17  Ibídem, f. 6. Los subrayados son míos. 18  Para una descripción detallada de cómo ocurrieron los hechos véase el apéndice, que contiene la declaración final del cura Alvarado.

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do medio cuartillo de mezcal y que al punto cuete no supo lo que hacía. Esto dijo: “…que no tuvo otro motivo para intentar la fuga que una sugestión del demonio y él había tomado medio cuartillo mezcal, …que las vigas no las quemó con el ánimo de escaparse, sino que al arrimar la vela se quemaron, …que en ese día que tomó el vino fue cuando hizo las operaciones de la quema de las vigas y suspensión de la soga, pues lo de la excavación en el suelo o piso, solamente lo ejecutó con intención de hacer una diligencia corporal cierto día que no querían sacarlo al corral y el vaso estaba lleno…” No obstante, a punto de ser condenado, el testimonio de Felipe de Jesús Gurrola, uno de los naturales de Pueblo Nuevo que había participado en los hechos, dio a entender que el padre Alvarado había sido conducido a la fuerza por los insurgentes y que era cierto que se había fugado de Pánuco por el mismo motivo. De igual forma, que era verdad que el padre exhortó a los indios a que no fueran al Rosario. “Asimismo [se le] preguntó a Gurrola que si era cierto que el General de los Indios dijo a este y el padre no quería ir con ellos a acompañarlos, pero ya lo había ablandado, y que aunque no hubiera querido al fin habría ido, y que él mismo lo comunicó al padre… asimismo le preguntó si lo vio o supo que tuviera algún mando o dominio sobre los indios en el tiempo de sus marchas hasta el Rosario y San Ignacio y respondió Gurrola que ningún mando ejerció sobre dichos indios a quienes sólo su general daba las órdenes, …y preguntado si es cierto que Marcos Ortega dijo que llevaban preso al padre porque predicaba contra los insurgentes respondió Gurrola que es cierto…” En cambio, el testimonio de otro indio en la insurrección, Marcos Burciaga, resultó un tanto comprometedor para el cura. Careado con Gurrola, se le “preguntó si era cierto que cuando un indio fue a llamarlo de parte del General le dijo a dicho indio que ni iba porque no le gustaban aquellos escándalos, a lo que respondió Burciaga que la respuesta que el padre dio al indio fue que vivieran allí adonde él se hallaba, y que después de misa iría allá, y que después habiendo ido otro indio a llamarlo se quitó las vestiduras sagradas y bajó a donde se hallaba el General [de indios]…” Las cosas se volvieron a complicar porque salió a colación José Burciaga, también vecino de Pue-

blo Nuevo, uno de los cabecillas del movimiento indígena de adhesión a los insurgentes, de quien se pidió su comparecencia por considerarse “necesaria su personalidad para la sustanciación de la causa formada al presbítero Telésforo Alvarado”. Su testimonio era fundamental, por lo que el 5 de noviembre de 1811 se ordenó al justicia de Pueblo Nuevo condujera a Burciaga a comparecer a la ciudad de Durango, del que Alvarado esperaba lo favoreciera con sus declaraciones. De hecho se había girado esa misma orden desde el 19 de agosto anterior, pero aquel se había ido al partido de Maloya, por lo que se pidió al justicia de ese pueblo lo presentara, a lo que contestó: “Por la presente me parece ser muy dificultoso conseguir al citado José Burciaga por hallarse insurgentado en la jurisdicción de Acaponeta”. Mientras tanto fue designado el promotor fiscal en la persona de Juan José Escobar, pasante de derecho, y en uso de su derecho el cura Alvarado nombró al licenciado José de la Bárcena como su defensor el 23 de noviembre de 1811.19 No sabemos si en este estado se quedó el proceso de infidencia, pues hasta aquí llega el expediente que se encuentra en el Archivo Histórico del Estado de Durango. No podemos saber, por tanto, si se encontró culpable o inocente al padre Telésforo Alvarado, cuánto tiempo más permaneció en la cárcel o si al ser liberado fue a unirse a los insurgentes. Tampoco podemos saber cuántos indígenas fueron juzgados o condenados por la misma causa, salvo tal vez los que fueron trasladados a las cárceles de la capital de la provincia pero que no se menciona su número, ni cuántos de ellos siguieron en la lucha independentista. Finalmente, me parece muy importante destacar la presencia de los documentos de los insurgentes que poseía el padre Alvarado, lo que nos da una idea de la fuerza en la dimensión espacial y el impacto que causaron dichos escritos. Primero, en relación al periódico insurgente El Despertador Americano, este cura manifestó que era el que había llevado del Real del Rosario a Pueblo Nuevo con la intención de que los vecinos se dieran cuenta de las cosas malas que 19  Cabe mencionar que José de la Bárcena desempeñaría una destacada participación política durante la época independiente en la lucha entre liberales y conservadores. Perteneció al grupo liberal, partido al que representó en el congreso local; fue gobernador del estado de Durango en varias ocasiones y creador del Colegio Civil del Estado en 1856.

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Los principales movimientos libertarios que ocurren en la provincia durante el período colonial y el proceso de independencia, realizados principalmente por indígenas y criollos, fueron tipificados bajo el “delito de infidencia”.

hacían los insurgentes.20 Respecto a la proclama que se menciona durante el proceso, misma que fue llevada al pueblo por el general de indios y que se dijo había sido leída por Alvarado a los insurrectos antes de partir a Tierra Caliente, contenía, entre otros temas, el siguiente llamamiento revolucionario: “que la guerra era contra los Gachupines, y que viviera Fernando 7º, la América, Nuestra Sra. De Guadalupe, y que muriera el mal gobierno”; al grito de estas consignas salieron los insurgentes a combatir al lado del general Hermosillo. Por ello me parece de especial relevancia la transcripción del texto de la proclama del cura Hidalgo que selló la adhesión de los indios de Pueblo Nuevo al movimiento insurgente. Un texto luminoso del Padre de la Patria que denota un avance ideológico axial para el desarrollo ulterior de los regímenes independientes en América.

nes por Alemanes: cuando veo, que esto mismo sucede en las más bárbaras, y groseras; en aquellas mismas que arrastran su miserable existencia a manera de bestias; y que como estas se ven precisadas a vagar para solicitar el alimento que entre las pocas ideas que su vida errante les permite, una de ellas es la misma que se observa en las naciones cultas. Que los Apaches quieren ser gobernados por Apaches, los Pimas por Pimas, los Tarahumaras por Tarahumaras; no puedo menos de creer, que esta es una idea impresa por el Dios de la naturaleza. De que otra suerte convendrían todos en un mismo modo de pensar, sino la dictada luz de la razón, que el mismo ser supremo nos ha dado como una antorcha, que nos guie, y nos ilumine. Cuando veo, vuelvo a decir, que esto sucede en todo el Universo, me lleno de admiración y asombro al considerar, que sólo a los Americanos se niega esta prerrogativa. Hablad españoles injustos, decid qué es lo que nos ha degradado de los privilegios concedidos a los más infelices: a vosotros os digo, que llamáis insurrección la solicitud de nuestra libertad; de que tanto tiempo y con tanta injusticia nos habéis privado; ¿por qué no queréis que gocemos lo que Dios ha concedido a todos los hombres? Vosotros indignos de llamarnos humanos, ¿por qué nos queréis privar de las dulzuras de la independencia? ¿no sois vosotros los que hacéis alarde de haber derramado la sangre por no admitir la dominación francesa? ¿pues por qué culpáis en nosotros, lo que alabáis en vuestros paisanos? ¿os ha concedido Dios algún derecho sobre nosotros? El mismo que los franceses tienen sobre ustedes es el mismo que habéis tenido

P ROCL AMA “Cuando yo vuelvo la vista por todas las naciones del Universo, y veo que las naciones cultas como los Franceses quieren gobernarse por los Franceses, los Ingleses por los Ingleses, los Italianos por los Italianos, los Alema20  Otro caso de la presencia de la prensa insurgente en el septentrión novohispano es la poesía insurgente que le fue confiscada a Roberto Ximénez, quien fue encarcelado por la posesión de documentos subversivos en el Presidio del Norte en 1811. Véase, González, 1995, pp. 334-335.

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sobre nosotros, esto es el de la fuerza; pues si ustedes no quieren sujetarse a un gobierno que no esté manejado por manos españolas, ¿será delito en nosotros querernos gobernar por manos americanas? Quitaos ya la máscara y confesad que nos habéis robado lo más estimable, y lo más precioso que puede tener el hombre que es libertad; y que con la obstinación más criminal no queréis soltar la presa aun viéndoos en agonía: devolvedla ahora; restituidnos injustos opresores, el robo que nos habéis hecho, ó nosotros le arrancaremos de vosotros con el mismo rigor con que nos la habéis quitado. A las armas Americanos, ya no es tiempo de deliberar: cualquiera demora es perjudicial, todo momento es precioso, no hay que perder instantes, estamos en circunstancias más felices que se nos pueden presentar. El enemigo está débil, y sin recursos, esos pocos americanos que les obedecen por fuerza, los abandonan luego que nuestro ejército les asegure la retirada: lo sé de positivo; ellos mismos me lo han mandado decir: y cuando no nos lo hubieran dicho, nosotros lo conoceríamos. Toda la nación está declarada, su independencia toda se ha conmovido, todo está en fermento, toda desea con ansia el reconocimiento de sus derechos: ¿creéis vosotros que los que por su desgracia militan bajo las órdenes de los Gachupines, lo hacen de su propia voluntad? ¿creéis que se ha separado de todo el cuerpo de la Nación, porque ellos hayan electo el partido? No les hagamos esa injuria; la violencia, el despotismo que todavía no pueden sacudir, es lo que les obliga a seguir un partido que aborrecen, lo abandonarán en la primera ocasión que se les franquee. Pero suponed que por una especie de sequedad no es fácil de percibir, se resolviera a pelear contra sus hermanos, contra sus padres, contra sus parientes, la misma Patria nos obliga a exterminarlos como a unos hijos desnaturalizados que quieren romper las entrañas de la misma que les ha dado el ser; la Nación toda resentida de que unos pocos de sus individuos se separen de todo su Cuerpo y no la reconozcan como a centro de unidad, pide que no se vean como Americanos los que sostienen una guerra, que sin su auxilio se habría concluido muchos días ha. Volved sobre vosotros Americanos indignos de este nombre, reconoced vuestros deberes, uníos al cuerpo de vuestra Nación, arrojad este temor servil y vergonzoso que os hace militar bajo las mismas banderas que aborrecéis, desechad este temor que os hace obedecer

a los que llamáis vuestros Jefes. ¿Es posible que ocho o diez mil hombres no tengan ánimo para deshacerse de quince o veinte individuos que llamáis Oficiales? ¿Quién de vosotros perecería si a un tiempo diesen a todos la voz de la libertad? ¿Podrían treinta ó cuarenta contener a diez mil que están sobre las armas? Animaos del fuego en que arden vuestros compatriotas, y haced que todos disfruten igualmente las dulzuras que sólo puede proporcionar la independencia”. 21

Conclusiones Los hechos históricos aquí estudiados contribuyen al conocimiento del movimiento insurgente en Durango y Sinaloa en uno de los momentos más álgidos de la guerra, en que el entusiasmo y el optimismo de los insurgentes se desborda por los triunfos impetuosos e incontenibles que van logrando en su avance por tierra caliente. Al mismo tiempo, la participación de Telésforo Alvarado y sus huestes indígenas serranas al lado de González Hermosillo es el último episodio triunfal del ejército independentista en el noroeste novohispano. Después de estos acontecimientos, como es bien conocido, vino la derrota de las fuerzas insurgentes comandadas por González Hermosillo en San Ignacio. El exceso de confianza, producto de los éxitos anteriores, lo llevaron al fracaso. Hermosillo creyó que podía vencer fácilmente al ejército realista al mando del coronel Pedro Sebastián de Villaescusa, a quien había derrotado en el Real del Rosario y le había perdonado la vida, pero esta vez llegó el general Alejo García Conde, comandante de Sonora y Sinaloa, en su auxilio. El 8 de enero 1811 tuvo efecto el asalto a la plaza de San Ignacio que los revolucionarios consideraban casi sola y por tanto fácil de tomar, pero al cruzar el río Piaxtla cayeron en una emboscada donde murieron más de cua21  AHGED, Cajón 13, Casillero 5, Exp. 15, ff., 35-36. Este documento es de singular importancia, pues es de la autoría de Don Miguel Hidalgo y Costilla, escrito en Guadalajara, donde abolió la esclavitud y al calor del entusiasmo generalizado de los insurgentes emitió esta proclama en la que hace un llamado a los americanos a luchar por la libertad y por el derecho de gobernarse por sí mismos, como las naciones civilizadas. Es importante destacar la inclusión que hace en su visión social de las naciones indias. Según el Dr. Carlos Herrejón Peredo sólo existen dos ejemplares de esta proclama, una en el Archivo General de la Nación y la del Archivo Histórico del Estado de Durango. Comunicación personal.

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Sept entr ión evitar la extensión de la presencia insurgente proveniente del sur, derivó en el establecimiento de una frontera defensiva en los límites con la Nueva Galicia, así como en la porción oriental de la Intendencia de Durango mostró su eficacia relativa. Lo mismo podemos decir que ocurrió en la región de la costa occidental en donde el movimiento insurgente pudo avanzar exitosamente hasta que fue contenido por la fuerza de las armas a principios de 1811, como sucedió con el ejército del cura Hidalgo. Con estos hechos concluía la primera etapa del proceso de independencia de México.

trocientos insurgentes; presas del pánico huyeron despavoridos, incluido Hermosillo, sin rumbo fijo y dejando todos los pertrechos de guerra, caballos, tiendas de campaña, etc. abandonados. El estandarte de la virgen de Guadalupe fue encontrado más tarde en la hacienda de la Labor.22 Así fue como quedó desintegrado el ejército insurgente del noroeste que llegó a tener cerca de cinco mil efectivos. De este proceso particular de insurgencia llaman la atención los componentes organizativos e ideológicos que los encausaron y sustentaron. Por lo que hace a los aspectos organizativos de los diversos movimientos de infidencia y sedición, individuales y colectivos, ocurridos en la Nueva Vizcaya, que a primera vista parecen aislados y desarticulados unos de otros, los hechos muestran que existieron estrechos nexos causales entre todos ellos, particularmente en la región de la sierra del Mezquital, en donde confluyeron indígenas mesiánicos, emisarios insurgentes y curas criollos que contribuyeron a planear las acciones de guerra contra el antiguo régimen. Así, es importante destacar que en el caso que nos ocupa se combinaron los intereses y deseos de indios y criollos por deshacerse de la tiranía de los españoles, así como por erigir un mejor gobierno. De haber prosperado esta unión entre blancos y naturales, habrían de chocar irremediablemente: los indios idealizaban más bien una sociedad sin europeos, un gobierno propio y en retorno de un mundo sin desigualdades; los criollos, en cambio, aspiraban a gobernar el país sin “gachupines” y a construir una nueva nación con todo e indígenas, pero bajo su dominio. No obstante, mesianismo indígena y nacionalismo criollo se unieron bajo las mismas banderas de “Viva la Virgen de Guadalupe, Viva Fernando Séptimo y Muera el mal gobierno”. En ese sentido, es de hacerse notar la circulación de documentos insurgentes (prensa, proclamas y correspondencia), que influyeron notablemente en la definición ideológica y en la unificación del movimiento. Finalmente, las previsiones adoptadas por las autoridades provinciales y la Comandancia General de las Provincias Internas de Occidente para

Fuentes

y bibliografía

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22  José G. Heredia, Apuntes para la historia de la guerra de independencia en el Estado de Sinaloa, Presentación de Gilberto López Alanís, Culiacán, Archivo Histórico del Estado de Sinaloa, 2006, pp. 17-18.

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A péndice Declaración final del presbítero Telésforo Alvarado.23 “In continenti pasé yo el Juez Comisionado [Lic. Felipe Ramos] con mi acompañado el bachiller Miguel Irigoyen a la prisión en que se haya el presbítero Telésforo Alvarado habiéndolo mandado sacar de ella, le recibimos juramento por los infraescritos, que hizo in verbu sacerdotis tacto pectore et corona de decir verdad en cuanto supiere y le fuere preguntado, y siéndolo por su nombre, estado, calidad, patria, y vecindad o residencia, respondió llamarse como queda dicho, de edad veinte y nueve años, estado clérigo, calidad español, nativo de esta ciudad [Durango], residente en Pueblo Nuevo, de donde es cura propio. Preguntado cuáles fueron los principios de la insurrección de Pueblo Nuevo, quiénes sus autores o cabecillas, si precedieron algunas juntas, quiénes concurrieron a ellas, y con qué motivo las celebraron: respondió que infiere que el principio de la insurrección de dicho pueblo fue la resistencia que el justicia del mismo demostró a que el general de los indios Ortega los condujese a esta ciudad, a donde eran llamados por orden del gobierno, de lo que se originó un tumulto formado por los mismos Capitanes de los Pueblos quienes dijeron que de no venir a las órdenes de su general ninguno vendría; que el siguiente o segundo día de este acontecimiento salieron de aquel pueblo para el Rosario el general de los indios el general Ortega y el capitán José Camacho, que el primero sabe de positivo, llegó a verse con Hermosillo, y de resultas de esto vino dicho general a levantar el expresado Pueblo, y el de Milpillas [ambos pueblos tepehuanes]: que los cabecillas de esta insurrección fueron el expresado general y un hermano suyo llamado Marcos Ortega, y el capitán Camacho. Que el día del tumulto en la tarde, infiere el declarante, que tuvieron los indios partidarios del general una junta en la casa de este, pero no sabe ni presume tuviesen otra antes de la insurrección. Preguntado qué conducta observó cuando dicho general trató de conducir a los indios de los expresados pueblos hacia Tierra Caliente: respondió que habiendo vuelto del Rosario dicho general supo el declarante que venía a aprehender al mismo, y el teniente de justicia se armó con otros vecinos para resistir a los indios, pero no se verificó la resistencia porque los vecinos armados solo eran dos, y en teniente y los indios poco menos de 100 bien armados; que habiendo llegado los indios a Pueblo Nuevo mandaron llamar al justicia y al declarante, y mandó leer el general un exhorto de don Miguel Gómez Portugal en que este exhortaba al cura de la Villa de San Felipe para que este lo hiciera con sus feligreses a fin de que tomaran las armas a favor de la causa que contra los Europeos defendía, y después de haber leído dicho exhorto vocearon los indios “que viva nuestra Señora de Guadalupe”, y el general dijo entonces dirigiéndose al justicia: señor teniente, dese usted por preso. Que en efecto lo aprehendieron y los vecinos que allí estaban y el declarante callaron a todo; que después trato el general de que el declarante los acompañase mandándoselo así a decir por medio del indio Marcos Ortega, que le repitió varios recados sobre lo mismo, a lo que siempre contestó el declarante negativo, que después el mismo general pasa a la habitación del que declara con el indicado objeto, y que a pesar de los muchos inconvenientes que le expuso para no acompañarlo insistió en ello, diciéndole que no había excusa ni pretexto, porque era fuerza que los acompañase facilitándoles todo aquello de que se suponía carecer 23  AHGED, Cajón 13, Casillero 5. Exp. 15, fs., 12-23. Durango 6 de junio de 1811.

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Sept en tr ión

por excusarse, y que en fin movido de esta fuerza salió de Pueblo Nuevo en compañía de dichos indios. Preguntado qué rumbo siguieron en su camino, hacia dónde se dirigían y hasta qué punto los acompañó el declarante, respondió: que siguieron el rumbo de Tierra Caliente con dirección hacia San Sebastián a reunirse con el insurgente Hermosillo; pero no habiendo este salido del Rosario se dirigieron a este punto con el indicado fin, que el declarante los acompañó hasta Pánuco, en donde se quedó por enfermedad pretextada, con el fin de ver si de allí podía escapar, lo que no pudo conseguir, por motivo de haberlo mandado don Jesús Costilla hacia el Rosario de resultas de una riña que tuvo con él, a causa de saber que el declarante no iba por su voluntad con los indios, sino forzado. Preguntado qué hizo a su llegada al Rosario y qué rumbo siguió de allí, respondió que a su llegada lo presentaron al coronel insurgente Hermosillo, quien le dijo se agregara a su ejército de capitán, a pesar de los inconvenientes que le expuso el declarante, y por último no convino en servir semejante plaza, pues solo calló a la propuesta de Hermosillo que no le dio lugar a contestarle. Que en dicha Villa del Rosario tuvo varias cuestiones con capitanes y con otros insurgentes sobre la justicia de la causa que defendían, sobre la ninguna disciplina de sus tropas y otros particulares de los que ellos tocaban en su abono, y en declarante les contradecía, por cuyos motivos trataron dichos insurgentes de conducirlo a la fuerza a San Sebastián expresándole don Rafael Saucedo, uno de los insurgentes, en estos términos: “puede costarle al padre la cabeza; cuyas expresiones oyeron don Rafael Saucedo y don José Burciaga, vecinos de Pueblo Nuevo, quienes también presenciaron la disputa que el declarante tuvo con don Jesús Costilla; que a más de esto, cuando ya habían de salir para san Sebastián el capitán José María López le dijo que estuviese listo para la marcha, y que el declarante por no acompañarlos les expuso varios pretextos, él con todo insistió, y aunque le oyó decir el mismo declarante que si no hubiera bestia en que fuere lo llevaría montado en un cañón, y que este fue el motivo de haberse resuelto a marchar para S. Sebastián siempre con el ánimo de escaparse de donde pudiera, lo que hubiera así verificado a no haber ido custodiado de tres soldados, como lo vieron los dos citados vecinos de Pueblo Nuevo: que llegado a S. Sebastián se mantuvo allí por dos días, aunque separado de los insurgentes, y habiéndosele proporcionado ocasión de fugarse por el descuido que con su persona observaban, ejecutó su marcha e una madrugada en compañía de José Burciaga quien le ofreció conducirlo hasta su curato y a quien en justa correspondencia le dio cerca de cien pesos en efectos de lo mismo que los insurgentes le habían dado al declarante; que por último consiguió volver al pueblo de su curato el que estaba casi desamparado. Preguntado qué hizo en dicho pueblo después de su vuelta: respondió que luego comenzó a exhortarlos a que no obedeciesen las órdenes de su general y a que fuesen leales a S.M; que habiendo vuelto también el teniente de justicia acordaron ambos el que este pasase a esta ciudad a dar parte al gobierno de lo que ocurrió, y el declarante fue a Pueblo Nuevo a reducir aquellos naturales, a quienes les ofreció un indulto general, y de lo que también dio parte a este gobernador intendente pidiendo al mismo tiempo auxilio al capitán Castaños que se hallaba entonces acampado en El Salto. Preguntado si tuvo algunas contestaciones con los insurgentes antes de llegar a reunirse con ellos en Pánuco, respondió que ninguna absolutamente ni por escrito ni de palabra, hasta que llegaron a Pánuco en donde conoció los primeros insurgentes. Preguntado si condujo algunas proclamas, o semejantes papeles sediciosos, y qué hizo de ellos: respondió que sí trató dos proclamas, una del padre Hidalgo y otra le dijeron que era del doctor Velasco de

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Guadalajara; que el uso que hizo de ellas fue el esconderlas para que no corrieran, y que cuando nuestras tropas llegaron a Pueblo Nuevo las entregó a los capitanes Castaños y Escárzaga, sin haberlas antes mostrado a persona alguna. Preguntado si en dicho Pueblo Nuevo hubo algún movimiento al saber la proximidad de nuestras tropas, o a su entrada, y si hubo en el pueblo algunos que tomasen las armas o intentasen resistirlas, respondió que ningún movimiento hubo a la entrada de dichas tropas, ni hubo quien tomase las armas o intentase resistirlas, aunque antes de que los exhortase el declarante andaban indagando la posición de dichas tropas para atacarlas. Preguntado si ejerció la función de su ministerio en el tiempo que anduvo entre los insurgentes, respondió que dio dos misas y predicó una plática el día 6 de enero en la festividad de Nuestra Señora d Guadalupe en el Real de Pánuco, en donde celebró también las dos misas, y que fueron cuantas funciones ejerció de su ministerio entre los insurgentes. Preguntado si tuvo alguna noticia del Edicto de la Inquisición contra Hidalgo, respondió que ninguna hasta que le informaron de dicho Edicto los capitanes Castaños y Escárzaga. Preguntado cuanto tuvo de los insurgentes en efectos, o reales y con que motivo, respondió, respondió que dichos insurgentes le dieron en efectos algo más de trescientos pesos en el Rosario y ciento le franquearon en Pánuco también en géneros; que los trescientos del Rosario se le dieron porque siguiera al ejército de capitán y los ciento de Pánuco en calidad de préstamo sobre su palabra. Preguntado si con los capitanes Castaños y Escárzaga tuvo algunas conversaciones o cuestiones, ya sobre la causa de la insurrección ya sobre Edictos de la Inquisición o semejantes puntos, respondió: que siempre, o al tiempo que dichos capitanes estuvieron en Pueblo Nuevo tuvieron conversación con el declarante sobre los insurgentes de Tierra Caliente, y demás ocurrido allí; pero no tuvo alguna cuestión sobre los puntos que se le preguntan. (…) Preguntado si tiene que decir alguna otra cosa sobre los particulares que se le han interrogado, respondió que todos los vecinos de Pueblo Nuevo, y muchos de los indios se ven, que si no se subía voluntariamente en la mula que acompañarlos lo montarían entre cuatro… Lic. Ramos, firma. Yrigoyen, firma. Telésforo Alvarado, firma. De asistencia Romualdo Salazar y Marcos Ribas, firmas. Durango, 6 de junio de 1811”.

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Diálo g o s

Sergio Ortega Noriega:

La importancia de una cátedra

Wilfrido Llanes/Benita Escárcega*

S

in lugar a dudas, Sergio Ortega Noriega es uno de los historiadores, que a través de los años, con su dedicación y entrega a la docencia e investigación, ha contribuido notablemente a estudiar e interpretar el pasado del noroeste mexicano y, en particular, de nuestra entidad.1 Fiel a su vocación formativa no escatimó esfuerzos a la hora de transmitir los conocimientos adquiridos a lo largo de muchos años de lectura y amplia experiencia en archivos y aulas. La cátedra fue dirigida exclusivamente a los futuros maestros de la especialidad en la materia de historia en educación media básica y media superior. La temporalidad que enmarcó las distintas temáticas desarrolladas a lo largo de cinco días, fueron los tres siglos que comprendieron el periodo novohispano. Los contenidos abarcaron desde la conquista de los mares, la expansión marítima europea, la fuerza militar, el comercio en el siglo XV, la expansión y conquista de tierras americanas; las diferentes formas de trabajo, la fundación de algunas villas en el noroeste de México, la población indígena, los efectos de la conquista en el noroeste, el intercambio cultural y la fusión de culturas, el descenso demográfico, el papel político de las Audiencias de México y Guadalajara, hasta la evolución en la división político-administrativa.

La entrevista En uno de los recesos, Ortega Noriega aceptó amablemente concedernos sus minutos de descanso para compartir sus puntos de vista con respecto a temas como la periodicidad de la cátedra José C. Valadés, la importancia de la figura del maestro como transmisor del conocimiento histórico, la didáctica en la enseñanza de procesos históricos y, finalmente, la producción historio* Facultad de Historia de la Universidad Autónoma de Sinaloa/Barlovento, [email protected]. Investigadora asociada de El Colegio de Sinaloa/Barlovento, [email protected] 1  El reconocimiento a la labor, que junto a Ignacio del Río ha realizado, se hizo patente en un coloquiohomenaje organizado en el año de 1999. Vid. Ignacio del Río y Sergio Ortega Noriega. EL noroeste de México y la historia regional, Culiacán, Sinaloa, IIES/Universidad Autónoma de Sinaloa, 2002.

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gráfica referente al periodo virreinal en Sinaloa. Sobre el primer punto explicó que no es la primera vez que diserta esta cátedra. Señaló la importancia de tener un público receptivo, como en ese caso lo fueron los alumnos normalistas. Sabedores de sus orígenes como docente, resultaba ineludible preguntar si había tenido algún interés particular en que la cátedra se ofreciera a un público normalista, a lo que respondió “me interesa especialmente trabajar con maestros. Por ejemplo, en el curso que se dio en Mochis se organizó entre varios municipios: El Fuerte, Ahome, Guasave y estos fueron precisamente para maestros de educación primaria que ya están en ejercicio. Fue durante las vacaciones, ellos aceptaron y se formó el grupo y les di el curso; en Mazatlán fue igual. Me gusta especialmente trabajar con maestros porque son los mejores difusores de los conocimientos, lo que aprenden aquí lo van a transmitir a sus alumnos”.2 Comentó además que dicha cátedra es abierta al público en general; lo cual refleja una preocupación constante por la difusión de la historia y, como lo refería el propio Ortega, “qué mejor conducto que el de los maestros de diferentes niveles educativos para divulgarla”. No hubo en la designación de la sede una intensión excluyente, sino todo lo contrario, el interés fue buscar la vinculación con los futuros docentes y los propios historiadores-investigadores. Para Ortega Noriega la historia tiene un objetivo: “conocer el presente que vivimos”. Es por ello que el discurso empleado fue siempre reflexivo: buscó que los alumnos relacionaran la temática del periodo abordado con lo que pervive de éste en la actualidad, siendo el mayor de esto, nuestro lenguaje, creencias, actitudes y costumbres. Fue enriquecedor escuchar la fluidez con que el maestro expuso las tesis centrales de una gran cantidad de autores –clásicos y modernos–, aunque a ello trasciende lo que hemos considerado la oportunidad de mayor valor: atender aspectos que no han sido considerados para su estudio y que se propusieron en esta ocasión. Aunado a ello, llama la atención el hecho de que exponga los diversos temas de una forma amena y con una gran sencillez, lo cual incentiva la partici-

pación del alumnado permitiendo una mejor asimilación de los procesos históricos. Es en este aspecto justamente donde se evidencia con mayor claridad su habilidad en el manejo de grupo y su conocimiento en la materia; en otras palabras, su amplia trayectoria docente e investigativa. La experiencia puesta en práctica nos lleva a comentar sobre la dificultad que tiene el historiador de formación para desarrollar una didáctica similar, pues el grado de complejidad es mayor con las nuevas generaciones, por lo que al respecto comentó: “Lo que yo les hago es digerir todos esos conocimientos y presentarlos de una manera didáctica para que se asimilen con mayor facilidad. Esa es mi tarea como historiador. Eso lo vas aprendiendo. […] Es el oficio”. Otro aspecto de interés, abordado en esta breve charla fue la producción historiográfica sinaloense del periodo virreinal; al ser él uno de los investigadores más productivos, comentó al respecto: “En Sinaloa hay un número creciente de investigadores que se están interesando por la historia colonial, lo cual me da mucho gusto, se están escribiendo obras interesantes, muy bien hechas, sobre el tema. Fuera de Sinaloa hay muy pocos historiadores que se ocupan de este tema. En los centros de investigación, como el de la UNAM, en donde trabajo, soy el único que se interesa”. Ortega Noriega atribuye esta situación al problema de la falta de difusión, por lo que señaló, a manera de ejemplo, la importancia de la tarea de difusión de Barlovento como órgano de divulgación interesado en atender particularmente un corte temporal acotado, el periodo virreinal: “Se requiere la difusión de las revistas y de los libros […] en ese sentido Barlovento puede llegar a desempeñar una función muy importante”. Asimismo, resaltó la destacada labor que la editorial Siglo XXI ha estado llevando a cabo al rescatar parte de la historia sinaloense en su colección Los once ríos, publicación que el historiador considera muy importante para Sinaloa.3 3  Marín Tamayo, Fausto, Nuño de Guzmán, (Serie: Los Once Ríos), Siglo XXI/DIFCOCUR, 1992; Navarro García Luis, Sonora y Sinaloa en el siglo XVII, (Serie: Los Once Ríos), Siglo XXI, 1992; Libro registro de la segunda visita de Pedro Tamarón y Romeral, obispo de Durango, (introducción y notas de Clara Bargellini y Chantal Cramaussel, paleografía de Delia Pezzat), (Serie: Los Once Ríos), Siglo XXI, 1997.

2  Entrevista con el Dr. Sergio Ortega Noriega, realizada en Culiacán, Sinaloa, 5 de junio de 2008.

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Diálo go s

Organizada por El Colegio de Sinaloa, la Cátedra Magistral José Cayetano Valadés tuvo como sede la Escuela Normal de Sinaloa, donde fue inaugurada ante una treintena de asistentes que se dieron cita los primeros días del mes de junio de 2008.

Finalmente, podemos decir que la cátedra José C. Valadés fue el vehículo que permitió establecer el puente entre el historiador y los futuros docentes para así lograr completar el tornaviaje a las aulas normalistas. Y a nosotros, tratar en una entrevista aparte, aspectos centrales en el quehacer del historiador, a la vez que conocer -de propia voz- la opinión que le merecen los estudios que sobre el periodo novohispano se están realizando en la entidad. Ha sido este viaje una experiencia que deriva en una invitación a trabajar “hacia fuera” y “hacia adentro” de Barlovento, a tener una postura académica, a la vez que disposición para tender puentes y mantener el interés en un periodo histórico que no goza de “los reflectores” en el ámbito académico local.

A decir de nuestro entrevistado, esto es lo que puede ayudar a generar el interés de investigadores nacionales en la región. No obstante, a pesar de los esfuerzos realizados por investigadores y la editorial capitalina, así como del creciente interés en nuestro pasado, podemos decir que éste es un proceso todavía muy incipiente. Aunque siendo optimistas, habrá que señalar que lo importante es que el camino se está trazando.

Consideraciones finales En esta ocasión el expositor se encontraba en donde siempre se ha sentido cómodo, en el aula; la cita no implicaba desafiar los rigurosos 15 minutos en los que el investigador debe presentar una ponencia que llevó meses o quizá años preparar, esta vez el tiempo era su aliado. Cuarenta horas fueron suficientes para ganarse la atención de un público para quien la figura del historiador resultaba casi desconocida. Fueron cinco días dedicados a escuchar la exposición magistral de tres siglos de historia, de una gran cantidad de ideas resumidas en un corto lapso. Tiempo que sirvió para que los asistentes pudiéramos establecer las conexiones históricas entre el pasado y el presente. Para que desde una perspectiva histórico-cultural, lográramos entender al sinaloense actual, ya que ha sido en este periodo, a decir del expositor, en donde se gestaron muchos de los cambios que hoy constituyen nuestra idiosincrasia.

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De Inquisición y vida cotidiana en Durango

Benita Escárcega*

I

nquisición y vida cotidiana en Durango, 1563-18211 es la nueva obra de Luis Carlos Quiñones Hernández. Más allá de lo que el propio título anuncia, en ella el autor se ocupa de la vida cotidiana de la sociedad neovizcaína, haciendo énfasis en la de Durango, así como el papel que desempeñó la comisaría inquisitorial en el lugar. Pero también toma en cuenta su actuación en un espacio geográfico mayor: la provincia de Nueva Vizcaya. Para tal propósito toma como referente documental las denuncias y expedientes de toda la gama de transgresiones perseguidas por el tribunal del Santo Oficio de la Inquisición “… desde las villas de Nombre de Dios y Durango, hasta el Real del Parral, el valle de San Bartolomé, la provincia de Santa Bárbara y algunos lugares de Chihuahua y Sonora, y desde las costas del Mar del sur en la provincia de Sinaloa y Chametla, hasta El Mazapil, Santa María de las Parras y Santiago del Saltillo”.2 Quiñones Hernández es doctor en Historia por la Universidad Autónoma de Zacatecas y director de la Revista de Historia de la Universidad Juárez del Estado de Durango que edita el Instituto de Investigaciones Históricas de la misma institución. Las líneas de investigación en las que se insertan sus trabajos son: Demografía histórica e Historia de las Mentalidades. Sus producciones historiográficas más destacadas son Composición demográfica de Nombre de Dios, Durango. Siglo XVII; y Poblamiento y composición demográfica de Durango. Siglo XVII3 que se enmarcan dentro de la etapa colonial, además del que aquí se comenta. Asimismo, una cantidad importante de ensayos, artículos y reseñas circulan a partir de su pluma en la Revista de historia Transición, principalmente. * Investigadora asociada de El Colegio de Sinaloa/Barlovento. [email protected]. 1  Luis Carlos Quiñones Hernández, Inquisición y vida cotidiana en Durango, 1563-1821, Instituto de Investigaciones Históricas/Universidad Juárez del Estado de Durango, México, 2009. 310 pp. 2  Ibíd., p. 12. 3  Luis Carlos Quiñones Hernández, Composición demográfica de Nombre de Dios, Durango. Siglo XVII, Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Juárez del Estado de Durango, México, 2002; del mismo autor: y composición demográfica de Durango. Siglo XVII, Universidad Juárez del Estado de Durango, Durango, 2008.

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Nor te

La temporalidad 1563-1821 a la que se circunscribe la investigación no es una decisión arbitraria, sino, como lo advierte el autor, fue impuesta por la documentación que durante esos años generó el tribunal inquisitorial en Nueva Vizcaya. Así, 1563 corresponde al año de dos denuncias por palabras malsonantes y 1821 al final del periodo virreinal. Desde la perspectiva de la Historia Social y de las Mentalidades, Quiñones Hernández pretende demostrar, mediante la explicación histórica, que las acciones de la Inquisición en esta provincia no estuvieron enfocadas a exterminar de manera radical la herejía, sino que su papel fue el de vigilar y controlar la conducta de los individuos transgresores (reales o supues­tos) “… a través del miedo a la condenación de las almas”. El autor hace explícitas tres interrogantes medulares que sirvieron de directriz a sus indagaciones en la parte final de la introducción: “¿Cuáles fueron las manifestaciones socio-políticas y religiosas más importantes de la inquisición en Durango? ¿Quiénes eran los actores principales de la comisaría inquisitorial de Durango? Y ¿Cuáles fueron las consecuencias más relevantes de la vida cotidiana en Durango en relación con la actividad inquisitorial?”4 En la exposición de los resultados Quiñones Hernández intenta dar respuesta a cada una de ellas a través del análisis de fuentes primarias.

Éstas provienen de diversos repositorios documentales como el Archivo General de la Nación en la Ciudad de México (AGN), el Archivo Histórico del Arzobispado de Durango, el Archivo Histórico del Estado de Durango, el Archivo del Sagrario Metropolitano de la Catedral de Durango, el Archivo Parroquial de San Juan del Río y el Archivo Parroquial de Nombre de Dios.5 La obra se divide en cuatro partes. En la primera se expone un acucioso balance y crítica de la documentación utilizada. Destaca aquélla a la que el investigador no tuvo acceso por razones ajenas. Este obstáculo se suplió parcialmente por la consulta en microfilm. Esto fue posible gracias a la labor de microfilmación de la Universidad de Nuevo México. Asimismo, el autor ofrece una descripción y explicación del tipo de fuentes encontradas, como las denuncias, autos, memoriales y edictos sobre libros prohibidos. Sobre los delitos que consignan las fuentes el autor señala que éstas corresponden a “… prácticamente todos los delitos tipificados por el tribunal como actos en contra de la fe, entre los que destacan el delito genérico de herejía…”.6 También, delitos contra la moral y buenas costumbres como la bigamia o poligamia en primer lugar. Seguida por delitos de superstición, curandería, brujería, hechicería, idolatría, etcétera. 5  Cabe señalar que al ramo Inquisición del AGN actualmente se puede acceder vía Internet.

4  Ibíd., p. 16.

6  Quiñones Hernández, op. Cit. p. 26.

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En esta parte también se incluyen dos cuadros que facilitan la comprensión de la acción del tribunal. El número uno muestra los porcentajes de las denuncias y procesos desde el siglo XVI hasta el XIX que provienen del AGN. El cuadro dos señala, más que el delito, las causas por las que un documento o expediente fue producido, pues se observa que entre los delitos consignados para cada siglo también se encuentran presentes nombramientos de diversas autoridades como alguaciles, comisarios, notarios y calificadores. En la segunda se encarga de la historia de la Inquisición en general, contextualizando su surgimiento en Europa, su fundación en España y su posterior establecimiento en Nueva España así como su funcionamiento, sin dejar de mencionar los dos tipos que precedieron a la instauración formal del tribunal: las llamadas Inquisición monástica y la episcopal, que algunos autores, señala Quiñones Hernández, llaman preinquisitorial. En esta parte, además de explicar cómo estaba conformada la estructura del tribunal en el virreinato se ocupa de las figuras de autoridades como los inquisidores y comisarios, así como de las reglas y constituciones que debían observar estos funcionarios. Por último, explica la existencia de la cofradía de San Pedro Mártir de Verona en Nueva España como asociación religiosa a la que pertenecían los inquisidores del virreinato. Resalta la importancia de las tareas que estas asociaciones realizaban en beneficio de la comunidad, entre las que destaca su papel asistencial. Sin embargo, su principal función, señala, era “… disponer de todos los recursos y medios para realzar y extender el culto de su santo patrón y para embellecer los espacios y capillas para su veneración…”.7 Para el autor esta doble función de la cofradía de los inquisidores “… contribuían a suavizar las formas de relación con los miembros de la comunidad…”.8 En la tercera parte el investigador estudia el papel fundamental que los comisarios inquisitoriales desempeñaron en toda la provincia de Nueva Vizcaya, quienes eran nombrados desde la ciudad de México. Así, señala las relaciones sociales que éstos tejían a su alrededor en la realización de sus tareas inquisidoras. Debido a lo extenso del territorio de la provincia se nombraban comisarios, no sólo para Durango, capi-

tal del obispado, sino también para diversos lugares de la provincia, quienes cumplían con diferentes tareas como lectura de edictos, recibo de denuncias y toma de declaración de testigos. El autor añade tres pertinentes cuadros para mostrar de manera esquemática quienes ostentaron el cargo de comisarios en la villa de Durango de 1563 a 1821, así como en toda la jurisdicción de Nueva Vizcaya durante el mismo periodo. Además expone en el mismo tenor a las autoridades inquisitoriales como familiares, notarios, calificadores y alguaciles mayores en Durango y otras localidades de la provincia en cuestión. En esta parte también se ocupa de manera particular del papel de la Inquisición y la vida cotidiana en Nueva Vizcaya. El autor acepta la noción de vida cotidiana como la relación de sujetos apegados a las normas de su tiempo y aquéllos que no lo hicieron. Y hace referencia a la vida cotidiana de las sociedades localizadas en su momento en zonas de frontera como Guanajuato, San Luis Potosí, Zacatecas y Durango. Estas áreas a la vez que diferenciadas del resto del virreinato por su ubicación geográfica, entre otras características, compartían, señala el autor “… patrones similares de cultura y tradición, es decir, de vida en común, de vida compartida, de vida cotidiana en el contexto histórico propio de la estructura orgánica del virreinato”.9 Por último, en esta parte se ocupa de un caso de auto denuncia de un comisario del Santo Oficio por herejía mixta y del tema de los libros prohibidos. En la cuarta y última parte, el autor se extiende sobre los delitos y transgresiones de carácter sexual para Nueva Vizcaya. Dentro de éstos incluye la incontinencia, la brujería, hechicería, conjuros y la bigamia. En el caso de dobles matrimonios se acerca al tema de manera general, mencionando someramente algunos casos concretos del área de estudio, así como algunos castigos que se les podían aplicar a los transgresores. De igual forma, enlista algunas denuncias contra mujeres por este delito y finalmente se ocupa del discurso blasfemo de los condenados por la Inquisición. Luis Carlos Quiñones Hernández incluye al final de la obra un amplio y bien documentado apartado de anexos en el que engloba varios aspectos relacionados con el tema central de la investigación, como

7  Ibíd., p. 69.

9  Ibíd., p. 93.

8  Ibíd., p. 70.

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Nor te

Luis Carlos Quiñones Hernández Inquisición y vida cotidiana en Durango, 1563-1821 Instituto de Investigaciones Históricas/ Universidad Juárez del Estado de Durango México, 2009. 310 pp.

La obra de Quiñones Hernández representa una aportación en el avance del estudio del papel que el tribunal del Santo Oficio de la Inquisición jugó dentro de la sociedad novohispana de la frontera norte del virreinato. Y abre un abanico de posibilidades de acercamiento al tema mediante la vasta documentación expuesta. En cuanto al lector, la gran cantidad de información de primera mano analizada e interpretada por el investigador le proporciona una visión panorámica del conjunto de delitos que fueron perseguidos en la región y le permite vislumbrar una vida cotidiana en constante transformación.

una relación de denuncias y procesos relativos a Nueva Vizcaya para cada siglo, desde el XVI al XIX; transcripciones paleográficas de algunos documentos inquisitoriales: un edicto publicado y fijado en la parroquia de San Juan del Río, jurisdicción de Nueva Vizcaya en 1788, otro del obispo de Durango, don Benito Crespo, en el que ordena la prohibición de ciertas bebidas alcohólicas, y una denuncia por herejía. Asimismo, anexa un glosario de términos utilizados en el marco inquisitorial; una descripción de la estructura y funciones del personal del tribunal; dos listas de libros prohibidos (una de un particular avecindado en la villa de Durango y otra enviada desde este lugar, que se encontraba en la Real Aduana en 1809); un documento sobre las normas eclesiásticas en cuanto al tema de bigamia. Por último, agrega un catálogo de palabras malsonantes, blasfemias y proposiciones heréticas de carácter general. En las conclusiones, el autor hace un señalamiento respecto al papel del tribunal inquisitorial en Nueva Vizcaya, el cual se encuentra alejado de la tradicional leyenda negra forjada a su alrededor. En éste, como en otros trabajos, queda demostrado que sus acciones estuvieron más encaminadas a servir de válvula de escape a tensiones sociales. Un aspecto ilustrativo lo representa el hecho de que ninguno de los procesos y denuncias que atendió esta investigación haya culminado con la relajación al brazo secular y quema en la hoguera, al no haberse presentado ningún caso grave de herejía.

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Confirmación de oficio de alguacil mayor: Alonso Ochoa Galarraga Sara Nohemy Velarde Sarabia*

A

ún cuando la venalidad ha sido tratada como un acto de corrupción de Estado, la renovada historiografía sobre el tema ha mostrado otra cara al correr el velo y presentar la razón pecuniaria como una necesidad de la Corona, máxime cuando eran tiempos de guerra.1 En la España de Carlos II, para poder llegar a obtener los puestos, la compra de cargos fue una de las formas más socorridas. A decir de John Lynch, “la compra se consideraba como un acto de patriotismo, no de corrupción, y el cargo así obtenido se detentaba en propiedad, generalmente con derecho de renuncia, lo que significaba que su propietario podía venderlo, legarlo a sus descendientes o legarlo”.2 La venta de cargos, dado el contexto en el que se encontraba “la empobrecida monarquía española”, fue una de las medidas extraordinarias que se tomaron para incrementar los fondos reales y poder financiar los conflictos con la Francia de Luis XVI. Burkholder y Chandler resaltan que la medida fue adoptada en tiempos de gran estrechez fiscal, siendo bajo los Austrias que se inició en gran escala la venta de nombramientos.3 Así, mientras algunos puestos eran otorgados por méritos y derechos obtenidos, otros eran vendidos para el aumento de la Real Hacienda. De éstos, unos eran solamente honorarios, otros incluían el derecho de recibir impuestos o ejercer un patrocinio menor, entre éstos se encontraba el alguacil mayor.4 En lo que respecta al caso que nos ocupa, la anuencia de los oficios de Gobernadores de provincia, corregidores, alcaldes mayores de ciudades y pueblos españoles, cabeceras de partidos principales de indios, oficiales de hacienda real, y demás, se proveían por el rey.5 No sin antes ser examinadas por el gobernador del partido, el virrey y el presidente de la Real Audiencia de la Nueva Galicia, en la que se trató dicha petición, por ser esta instancia donde se discutían las postulaciones y los relativos a las reales Almonedas. * Facultad de Historia de la Universidad Autónoma de Sinaloa/Barlovento. saranohemy@hotmail. com 1  Vid. Francisco Andújar Castillo, Necesidad y venalidad. España e Indias, 1704-1711, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2008. 2  John Lynch, Los Austrias (1516-1700), Barcelona, Crítica, 2007, p. 757. 3  Mark A. Burkholder y D.S. Chandler, De la impotencia a la autoridad, México, FCE, 1984, pp. 33-34. 4  John H. Parry, La audiencia de Nueva Galicia en el siglo XVI. Zamora, El Colegio de Michoacán, 1993, p. 207. 5  Luis Navarro García, Sonora y Sinaloa en el siglo XVII, México, Siglo XXI-DIFOCUR, p. 77.

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El documento que a continuación se presenta se liga directamente con los aspectos antes mencionados, aunque el cargo al que se hará alusión corresponde a la venta de un puesto de rango “menor”, en relación a los que se podían obtener, como, por ejemplo, los de Audiencia;6 concierne a la petición y confirmación del oficio de Alguacil Mayor de la Provincia de Culiacán, otorgada en favor de Alonso Ochoa de Galarraga.7 El alguacil mayor era el encargado de ejecutar las disposiciones administrativas, políticas y jurídicas decretadas por el gobernador y las órdenes dictadas por los alcaldes.8 Considerado como el brazo ejecutor del gobierno provincial, entre sus atribuciones podía hacer rondas nocturnas por las calles del pueblo y, si fuera necesario, aprehender personas, embargar propiedades y hacer ejecutar condenas. Este puesto era proveído a través de una provisión real, concedida contra precio de venta, por ello independiente de la voluntad del gobernador y con tenencia

vitalicia del comprador.9 Podía ser detentado por personas sin previa formación legal, poseyendo cierta autoridad, usualmente era ejercido por alguien de la misma jurisdicción que estaba a su cargo.10 Un elemento significativo en este tipo de designaciones, lo constituía la “vara” o “bastón”, el cual era un símbolo de distinción, un atributo que permitía representar y exteriorizar la autoridad que recibía.11 Esta insignia lo distinguía del resto de los habitantes de su jurisdicción con la finalidad de que le reconocieran como tal, prestando obediencia y cumpliendo sus mandatos. Respecto al trabajo de transcripción del documento, es oportuno señalar que se modernizaron algunas de las palabras, omitiendo, por ejemplo las dobles letras. Y se conservaron elementos como la puntuación original y algunos arcaísmos, desatando las abreviaturas para facilitar la lectura, excepto un par de ellas que se mantuvieron al no poder desenlazarlas.

6  También oficios como Gobernador Provincial, Alcaldes Mayor, Teniente General, Tenientes, encargados de Justicia y Escribanías eran obtenidos mediante su compra. Woodrow Borah, “Los auxiliares del gobierno provincial” en Woodrow Borah, El gobierno provincial en la Nueva España, 1570-1787, México, UNAM, 2002, pp. 55-71 7  Este documento se encuentra en el Archivo General de Indias, GUADALAJARA, 42, N.30, “CONFIRMACION DE OFICIO: ALONSO OCHOA GALARRAGA”, 1613, ff. 1r-7v. La confirmación de oficio se entregaban por medio de una Real Provisión. Éste era el documento más solemne de los emanados de la autoridad soberana. Para un análisis diplomático de la Real Provisión, Vid. José Joaquín Real Díaz, Estudio diplomático del documento indiano, Madrid, Dirección de Archivos Estatales, 1991, pp.147-171.

9  Woodrow Borah, “Los auxiliares del gobierno provincial” en Woodrow Borah, Op. Cit., p. 55 y 67. 10  John H. Parry, Op. Cit., p. 86. 11  Raúl O. Fradkin, “El poder, la vara y las justicias” en Raúl O. Fradkin (Comp.), El poder y la Vara. Estudio sobre la Justicia y la construcción del Estado en el Buenos Aires Rural, Buenos Aires, Prometeo Libros, 2007, p. 9.

8  Carmela Velázquez, Diccionario de términos coloniales, Costa Rica, Universidad de Costa Rica, 2005, p. 7.

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CONFIRMACION DE OFICIO: ALONSO OCHOA GALARRAGA 1613 Alonso Ochoa Galarraga alguacil mayor de la villa de San Miguel y Provincia de Culiacán en el Nuevo Reino de Galicia en la Nueva España // dice que teniendo y poseyendo el susodicho el poder oficio de alguacil mayor por no haber llevado confirmación de Vuestra Majestad del titulo que del se le dio dentro del termino que estaba obligado, La Real Audiencia de Guadalajara le dio por vaco y mando venderle en pública almoneda y así se trujo muchos días en pregones en la dicha villa de San Miguel y ciudad de Guadalajara y no habiendo otro mayor ponedor se Remato de ultimo remate a dicho Alonso Ochoa Galarraga con las condiciones contenidas en mil y cien pesos de oro común . Y habiendo cumplido con el tenor de el precio Remate por la dicha Real Audiencia se le dio titulo del dicho oficio. Como de todo consta por los autos de que hace presentación y por cuanto le esta mandado que aya de llevar de confirmación de Vuestra Majestad // suplica se lo hagamos de se la mandar dar que en ello recibirá merced. Conzara Don Felipe por la gracia de Dios Rey de Castilla, de León, de Aragón, de las dos Sicilias, de Hierussalem, de Portugal, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorcas, de Sevilla, de Cerdeña, de Cordova, de Corcega, de Murcia, de Jaén, del Algareve, de Algericias, de Gibraltar, de las islas de Canaria de las Indias Orientales y Occidentales islas y tierra firma de el Mar Océano archiduque de Austria duque de Borgoña Brabante, y Milán, Conde de Absburge, de Flandes y de Tirol, de Barcelona, Señor de Vizcaya y de Molina Etc. A vos el mi alcalde mayor de la villa de Sant Miguel de la Provincia de Culiacán y al mi cabildo Justicia y regimiento de ella, salud y gracia saved que para socorro de la muchas necesidades y ocasiones forzosas que me ocurren en defensa de nuestra Santa Fe Católica aumento y conservación de la religión cristiana y para que otros efectos de el Servicio de Dios Nuestro Señor y míos Tengo ordenado y mandado se venda todos los oficios de alguaciles mayores, regidores y oficios de escribanías publicas y otros de estos mis Reynos de la Nueva Galicia así por vacaciones como por acrecentados y nuevamente Proveídos a donde pareciere convenir en personas cual convengan y a quien con mayor cantidad, de pesos de oro me sirvien para el dicho socorro en cuya conformidad por Orden de el mi Presidente e oidores de la mi audiencia corte y chancilleria que reside en la ciudad de Guadalajara de el mi nuevo reyno de la Galicia se mando traer en pregon y publica almoneda el oficio de alguacil mayor de la dicha villa de San Miguel Provincia de Culiacán por habérsele mandado Bacar y baco al dicho alguacil Mayor de la dicha villa por no haber traído confirmación de el dicho oficio de mi real Persona como estaba obligado y de nuevo se mando

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vender el dicho oficio en mi real almoneda y haber remate del en la persona que mas diese. Para que de su procedido se metiese la tercia parte del valor del en mi real caja y con las dos tercias partes se acudiese al dicho Alonso Ochoa de Galarraga en cuyo cumplimiento y ejecución de dicho oficio se truxo en Publica almoneda en la dicha villa de Culiacán (f. 1r) y en la dicha mi corte y habiéndose fecho algunas posturas y puxas en la dicha villa puso el dicho oficio en mil y setenta pesos el thenor de la postura por el fecha ante el alcalde mayor de la dicha villa cuyo thenor es como se sigue – Postura. En la villa de Sant Miguel Provincia de Culiacán en veinte y seis días de el mes de septiembre de mil seiscientos diez años Etc. Ante mi ministro real de asistencia alcalde mayor de esta villa y provincia por el Rey Nuestro Señor y por ante mi el escribano. Parecio Alonso de Galarraga vecino de esta villa y dijo que con las calidades y exceciones y libertades que tenia con el dicho oficio de alguacil mayor y sin perjuicio de su derecho y de si se le ubiere venido la aprobación de su magestad. La ponía y puso la dicha bara de alguacil mayor en mil y sesenta pesos de oro común y lo firmo y el dicho alcalde mayor le admitió la dicha puxa y se obligo el dicho Alonso Ochoa de Galarraga a la paga y cumplimiento de lo que dicho es. Firmo lo el dicho alcalde Mayor Testigos Joan Perez de Irazaval y Diego Arvallo y Gabriel de Larres. Vecinos y estantes en esta villa ministros real de asistencia. Alonso de Galarraga ante mi Lorenzo Palominos escribano. Y habiéndose traído los autos de la dicha postura a la dicha mi audiencia el Licenciado Gaspar de Chavez mi fiscal en ella. Por petición que presento me pidió y suplico mandase señalar día para hacer remate de el dicho oficio en mi Real almoneda en el mayor ponedor y pidió Justicia sobre la cual se mandaron traer los autos, y virtud por los dichos mi Presidente e Oidores pronunciaron uno señalado con las rubricas de sus firmas de el tenor siguiente; Auto. en la Ciudad de Guadalajara dos días de el mes de diciembre de mil seisientos y diez años habiéndose fecho relación de estos autos a los señores Presidente e oidores de la Real Audiencia de el nuevo Reyno de Galicia mandaron que Alonso Ochoa de Galarraga haga la postura de la Bara de alguacil Mayor de la villa de Culiacán conforme a las cedulas de su Magestad con condición expresa y determinadas y así lo proveí, y me rubricaron ante mi Bartolomé de Colmenares.- Después de lo qual el dicho Alonso (f. 1v) Ochoa de Galarraga por petición hizo declaración de las condiciones con que se le había de rematar la dicha bara de tal alguacil mayor de la dicha villa que al thenor de la dicha petición con lo a ella proveído y actúo proveído en razón de ello por los dichos mi Presidente oidores uno en pos de otro es como se sigue. Petición. Muy poderoso señor Alonso Ochoa de Galarraga alguacil mayor que he sido de la Villa de Sant Miguel en Culiacán digo que por habérseme vacado la dicha bara y oficio por no haber traído confirmación sea puesto en almoneda a la cual dicha postura en mil y cien pesos

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de oro común y se me mando expresar las condiciones y digo que ratificándome y haciendo del nuevo la dicha postura con que se me reciban en cuenta los dos tercios que de dicho oficio me pertenecen y el otro tercio para la flota de el año de mil y seiscientos y doce confianos las condiciones con que lo pongasen con que pueda tener y tenga boz y boto en cabildo y hayga dos negros con espadas en mi acompañamiento y con estas condiciones lo pongo sin por ellas sea visto renunciar las demás quede decirme pueden pertenecer y por cedulas de su magestad Por tanto a vuestra alteza pido y suplico me mande admitir la dicha postura y pues están dados los treinta pregones y mas se sin acudia para el ultimo remate y sobre todo pido Justicia y el Oficio de Vuestra alteza imploro Alonso Ochoa de Galarraga, en la ciudad de Guadalajara. A cuatro días de el mes de diciembre de mil seiscientos y diez años estando en audiencia pública por señores presidente e oidores de la Audiencia real de el Nuevo Reino de Galicia se leyó esta petición y vista se mandaron traer los autos. Auto. Bartolomé de Colmenares = La ciudad de Guadalajara en seis días de el mes de diciembre de mil seiscientos y diez años. Los señores Presidente e oidores de esta Real Audiencia de este Nuevo Reyno de Galicia. Habiendo visto la postura fecha por Alonso Ochoa de Galarraga vecino de la villa de Culiacán a la vara de alguacil mayor de la dicha villa dijeron que admitían y admitiesen la dicha postura (f.2r) hecha por el dicho Alonso Ochoa y mandaban y mandaren se den tres pregones en tres días en esta ciudad con la dicha postura y así lo proveyeron y rubricaron en este dicho día mes y año susodicho en audiencia publica se publico e pronuncio el auto de suso contenido, que lo proveyeron el señor Licenciado Don Juan de Avalos y Toledo oidor y el Licenciado Fernando Cortilla su acompañado por no haber mas numero de señores oidores de presente en esta Real Audiencia Bartolome de Colmenares y habiéndose dado los tres pregones contenidos en el dicho auto el dicho Alonso Ochoa de Galarraga por petición que presento me pidió y suplico mandase señalar día en que se rematase el dicho oficio sobre lo cual se mandaron traer los autos y vistos por los dichos mi Presidente Oidores pronunciaron cerca de ello un auto que su thenor y de el remate que se hizo de el dicho oficio en mi real almoneda y de la certificación de los oficiales de mi Real Hacienda para la satisfacción del dicho remate. Uno en pos de otro es como se sigue. = Auto. En la ciudad de Guadalajara a once días de el mes de diciembre de mil seiscientos y diez años Los Señores Presidente e Oidores de la Real audiencia de el Nuevo Reino de la Galicia habiéndose fecho relación de estos autos mandaron que hoy dicho día sábado se haga remate en la real Almoneda de el oficio de la bara de alguacil mayor de la Villa de Culiacán en la persona que mas [pose] diere y así lo proveyeron e rubricaron, ante mi Bartolomé de Colmenares. = Remate. En la ciudad de Guadalajara a once días de el mes de diciembre de mil y seiscientos y diez años el señor Licenciado Don Joan de Avalos y Toledo oidor de la real audiencia de este

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reino. Y el señor Licenciado Gaspar Chávez Sotomayor fiscal de su Majestad en esta Real Audiencia y don Hernando de Velasco Thesorero y Diego de Ibarra contador Jueces Oficiales de la Real Hacienda estando en almonedas Reales para hacer el remate de la vara de alguacil mayor de la villa de Culiacán por voz de Alonso de Mendoza Pregonero se truxo en Pregón la dicha vara de alguacil mayor (f. 2v) de Culiacán diciendo mil y cien pesos por ella pagados lo que pertenecía a su magestad para la flota de el año de mil seiscientos y doce con seguridad para la paga de fianzas bastantes a consejo de los oficiales reales y por vos de el dicho pregonero se pregono la dicha postura fecha por el dicho Alonso Ochoa de Galarraga de los mil y cien pesos y truxo pregonando la dicha postura muchas veces. A percebimiento el remate para luego y por no haber otro ponedor mayor los dichos señores mandaron hacer el remate de la dicha vara con declaración que se le dio a entender al dicho Alonso Ochoa la cedula de su Majestad. Por donde no se pueda llamar a engaño. En ningún tiempo y por el dicho pregonero fue dicho después que no ay quien diga mas de los mil y cien pesos buena proo Le haga al dicho Alonso Ochoa que la tiene puesta y con esto quedo fecho el dicho remate y el dicho Alonso Ochoa lo acepto y se obligo de pagar la parte que pertenece a su Majestad para la flota de el año de mil y seiscientos y doce y para la seguridad de la dicha Paga dará fianzas abonadas luego y habiendo sabido y entendido el thenor de la cedula de su Majestad en razón de que no se pueda llamar a engaño se obligo de no pedir el dicho engaño en ningún tiempo por cuanto confeso ser su justo y verdadero valor. Lo que da por ella y si en algún tiempo pidiere el dicho engaño no sea oído en juicio ni fuera del y lo firmo de su nombre y los dichos señores y mandaron se ponga en el titulo que se le diere la cedula de su Majestad. El Licenciado Don Joan de Avalos y Toledo, el Licenciado Chávez, Don Hernando de Velasco, Diego de Ibarra a Alonso Ochoa de Galarraga ante mi Pedro de Ortega. Con dicho Escribano receptor. Certificación. En la ciudad de Guadalajara catorce días de el mes de Diciembre de mil y seiscientos y diez años se hace cargo al tesorero Don Hernando de Velasco de trescientos y setenta y seis pesos, cinco tomines y cuatro granos de oro común de una escritura que este día otorgo Alonso Ochoa de Galarraga alguacil mayor de la villa y Provincia de Culiacán y sus fiadores en conformidad de el remate que en once días de este dicho mes e año se le hizo cual debe dicho oficio (f. 3r) por precio de mil cien pesos de el dicho oro y de ellos conforme al dicho remate a de pagar los dichos trescientos sesenta y seis pesos cinco tomines y cuatro granos que es el tercio de mil cien pesos en que se remato el dicho oficio por estarse le aplicados al susodicho por la real audiencia las dos tercias partes de el dicho oficio por haberse vendido por orden de la dicha real audiencia por baco respecto de no haber traído el susodicho confirmación de su Majestad de la dicha bara en el tiempo que estaba obligado los cuales dichos pesos que es el tercio que pertenece

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a su Majestad ha de pagar el susodicho y sean de cobrar para en fin de el mes de Enero de el año que de mil y setecientos y doce como todo parece y consta por la dicha escritura y remate que está en el libro de almoneda y remates a fojas ciento dos don Hernando de Velasco, Diego de Ibarra en certificación de ello de pedimiento de el dicho Alonso Ochoa de Galarraga dimos la presente en Guadalajara, a quince de diciembre de mil y seiscientos y diez años Don Hernando de Velasco, Diego de Ibarra y por otra petición que el dicho Alonso Ochoa de Galarraga ante los dichos mi Presidente e oidores presento Por la cual me pidió y suplico que vista la certificación que tenia presentada de los dichos mis oficiales reales se le despachase titulo de el dicho oficio para que fuese recibido al uso y ejercicio de lo cual se mando llevar al dicho mi fiscal. Para que lo viese con lo cual se truxieron los autos ante los dichos mi Presidente e oidores y por ellos vistos señalaron uno con las rubricas de sus firmas de el tenor siguiente = oficio Auto. En la ciudad de Guadalajara diez y seis días de el mes de diciembre de mil seiscientos y diez años los señores Presidente e oidores de la real audiencia de el nuevo reino de la Galicia habiendo visto estos autos y lo pedido en la petición de estos trapte por Alonso Ochoa de Galarraga vecino de la villa de Culiacán persona en quien se remato en la Real Almoneda la vara de alguacil mayor de la dicha villa cerca (f. 3v) De que se le de titulo de el dicho oficio para que sea recibido o al uso y ejercicio del atento que a cumplido con el tenor de el dicho remate Dijeron que mandaban y mandaron se le despache provisión y titulo de el dicho oficio de tal alguacil mayor de la dicha villa de Culiacán para que sea recibido al uso y ejercicio del y así lo mando y rubrico el señor Licenciado Don Joan de Avalos y Toledo oidor de la dicha real Audiencia que asiste solo al despacho de los negocios de ella por no haber mas numero de señores oidores en la dicha real audiencia de presente y lo rubrico ante mi Bartolomé de Colmenares. = El cual dicho remate se le hizo con condición y declaración que ahora ni en ningún tiempo el dicho Alonso Ochoa de Galarraga no se pueda llamar a engaño como lo tengo ordenado por una mi real cedula que al susodicho le fue notificada por mi escribano de cámara y uso escrito cuyo thenor es como se sigue: = El Rey mi Virrey que sois o fuere desde la Nueva España he sido informado que en esas Provincias se va introduciendo y moviendo muchos pleitos cause sobrellamarse a engaño de la mitad de su justo precio los que han comprado y compraren oficios de mis reales almonedas y que esto lo insertan y salen con ello todas las veces que en esto están contentos con los Oficios o que an sido castigados por los excesos o se quieren desacer de los oficios y que a muchos se les a mandado volver su dinero rebajándoles mucha cantidad de los precios en que compran los oficios por que aunque se hayan tenido consideraron en la venta a la estimación y calidades de los oficios solo se juzga en los pleitos hacer aprovechamientos que tienen los oficios y las partes reciban en sus negocios lo que quieren en que asido y es muy des fraudada mi Real Hacienda. Por que los

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que compran los dichos oficios los gozan y descuentan y pagan a pedazos y después se les da todo su dinero, junto habiéndose aprovechado todo aquel tiempo de los oficios y pues es justo que no se de lugar, a ello (f. 4r) pues por mi jamás se intenta este remedio habiéndose visto en mi consejo de las indias y acordado que todos los oficios que de aquí adelante se vendieren en cualquier manera por cuenta de mi Real Hacienda en esas provincias se den y vendan con condición que de mi parte ni de la de los compradores y personas en quien se rematare se pueda pretender engaño aunque sea en la mitad de el justo precio reviniéndose esta de la manera que convenga y para que usen y escussen pleitos y los impedimentos de susodichos yo os encargo y mando proveáis y ordenéis que así se haga y cumpla en todo ese distrito fecha en Valladolid a veinte y nueve de septiembre de mil seiscientos y dos años yo El Rey. Por mandado de el Rey Nuestro Señor, Joan de Ibarra conforme a lo cual los dichos señores mi Presidente oidores acordaron que debía de mandar esta mi carta en la dicha razón ystruido por bien por la cual es mi voluntad de hacer merced como por la presente la hago a vos el dicho Alonso Ochoa de Galarraga de la dicha vara y oficio de tal mi alguacil mayor de la dicha Villa de Culiacán y su distrito y Jurisdicción para que habiéndose de ver recibido juramento en tal caso necesario Por la mi Justicia cabildo y regimiento de la dicha villa llamando os recivan al uso y exercicio del y os doy poder y facultad cual de derecho en tal caso se requiere para que con vara alta de mi Real Justicia le useis y exercais y que os guarden y hagan guardar todas las Honrras y preeminencias de derecho y cedulas mías libradas en la razón y las demás concernidas en vuestra postura y remate en vos fecho de el dicho oficio sin os quitar ni menguar cosa alguna que os acudan y hagan acudir con los derechos y justos aprovechamientos, que debéis hacer (f. 4v) y llevar conforme a las leyes de mis reynos y señoríos el cual useis por todos los días de vuestra vida con que dentro de cuatro años primeros siguientes seais obligado a traer a probación y confirmación de el dicho oficio de mi Real persona y de los de mi Real Consejo de la Indias con apercibimiento que no lo haciendo y cumpliendo así el dicho oficio quede vaco para poder hacer de el merced a otra persona como lo tengo ordenado y mandado por mis reales cedulas lo cual quiero y es mi voluntad asi se cumpla y mando a la mi Justicia de la dicha villa de Culiacán os reciban al usso y ejercicio del dicho oficio de tal mi alguacil mayor; y lo usen con vos y con vuestros tenientes y no con otra persona alguna; que haciendo lo contrario. Por la presente os he por recibido al uso y ejercicio del y los unos ni los otros ni me hagales en leal por alguna. Por alguna manera so pena de la mi merced y de quinientos pesos de oro para la mi cámara. Dada en la ciudad de Guadalajara de el mi nuevo reino de Galicia a veinte días de el mes de diciembre de mil seiscientos y diez años. El Licenciado Don Joan de Avalos y Toledo y Bartolome de Colmenares escribano de Cámara de la Real Audiencia de el Reino de la Galicia. Por el rey nuestro señor. La hace escribir por su mandado con acuerdo de su presidente e

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oidores registrada Alonso Ortiz Calderón chanciller. Alonso Ortiz Calderón. – Petición. La villa de San Miguel Provincia de Culiacán en [espacio en blanco] días del mes de mayo de mil trescientos y doce años ante mi Melchor de Luxan alcalde mayor por el Rey nuestro Señor en esta villa y Provincia la presentó el contenido con un titulo original Alonso Ochoa de Galarraga alguacil mayor de esta villa y provincia de Culiacán por el Rey nuestro señor según consta por este titulo y remate original que presento Digo que para en guarda de mi derecho tengo necesidad de un testimonio en Publica forma de el dicho titulo y remate a vuestra merced (f. 5r) Pido me le mande dar al cual vuestra merced interponga su autoridad y decreto y se me vuelva el dicho original y pido justicia Alonso Ochoa de Galarraga, El dicho alcalde mayor mando que se le de el testimonio que pide en publica forma el cual para su validación interponía e interpuso su autoridad y decreto judicial cuanto con derecho puede y debe y legitimo Melchor de Luxan ante mi Bartolomé Pérez escribano de su Majestad. En cumplimiento de lo mandado por el dicho Alcalde mayor y por dicho escribano de un titulo y provisión real que parecio firmado de Licenciado Don Juan de Avalos y Toledo oidor de la real audiencia de este reyno de la Galicia sellado con un sello impreso en cera colorada las armas reales y refrendado de Bartolome de Colmenares escribano mayor de cámara y gobernacion de la dicha Real Audiencia hize sacar este traslado ir mandado del alcalde mayor, que aquí firmo su nombre y de pedimento de Alonso Ochoa de Galarraga y va inserto con el pedimento y se saco en la villa de San Miguel provincia de Culiacán en seis días del mes de marzo de mil seiscientos y sesenta y doce años. Testigo Lorenzo Ximenez Palomino y Cristóbal Lozarano. Yo Bartolomé Pérez de Amezquita escribano del Rey mi Señor en todos sus reinos y señoríos de las Indias lo hice escribir e sacar de [-] le hize es mi signo. En testimonio de verdad Traslado del titulo de alguacil mayor de Culiacán en Alonso Ochoa Galarraga. (f. 6v) Poder a Gonzalo Romero criado de su Majestad Sepan cuantos esta carta vieren como yo Alonso Ochoa de Galarraga alguacil mayor de el Rey Nuestro Señor en esta villa de Sant Miguel y Provincia de Culiacán otorgó y conozco que doy mi poder cumplido y bastante a Gonzalo Romero criado de el Rey Nuestro Señor residente en su corte especial Para que representando su persona parezca ante su Majestad y en sus reales Consejos y atento, a los servicios de Alonso Mexia conquistador de este Reyno de la Galicia y a los que yo he fecho y Hago viviendo y asistiendo en esta frontera con mis armas y caballos y habiendo servido a su Majestad a mi costa en las guerras y alzamientos de indios que sean ofrecido en que he consumido la hacienda y lo mas de mi vida. Su majestad me haga merced y particularmente me confirme el oficio del alguacil de esta Provincia que por compra y remate hube en la almoneda

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real según consta por testimonio que presente y sobre ello haga cualquier pedimentos requerimientos citaciones y protestaciones placamientos juramentos y presente testigos probanzas escritos y saque por duplicado cualesquier provisiones y títulos así de el dicho oficio como de otras mercedes que para ello y lo de ello dependiense anexo y concerniente e imponer presentar y hacer cualesquier apelación y suplicaciones le doy este dicho poder con sus incidencias y dependencias y con libre y general administración en lo que dicho es [-] según derecho y al cumplimiento obligo mi persona y bienes habidos y por haber en testimonio de lo cual otorgue esta carta ante el escribano y testigos de ella en la dicha villa de San Miguel en dos días de el mes de Marzo de mil seiscientos y doce años y el otorgante que yo el escribano conozco lo firmo de su nombre en este registro siendo a ello testigos Diego de Caim y Lorenzo Ximenes Palomino y Pedro de Elgueta residentes en esta dicha villa, Alonso Ochoa de Galarraga ante mi Bartolomé Pérez escribano Real Yo Bartolomé Pérez de Amesquita escribano del Rey Mi señor en todos sus y Señorías de las Indias fui presente al otorgamiento. Testimonio de verdad. Rubricas (f. 7r) Los escribanos que aquí firmamos mis nombres certificamos nuestros nombres certificamos que Bartolomé Pérez de Amesquita de cuya mano la escritura desta otra parte parece va firmada y signada es escribano de su Majestad en estos reinos de las Indias y a las escrituras que ante el han pasado y pasan van como esta sea dado y da fee y crédito en juicio y fuera del y para que de ello conste damos esta en Guadalajara en veinte y cuatro días del mes de Abril de mil y seiscientos y doce años. Joan Hernández escribano Real Pedro de Ortega escribano Receptor (f. 7v) Resolución Alonso Galarraga alguacil Mayor de la Villa de San Miguel y Provincia de Culiacán. Suplica se le de confirmación del titulo que de dicho Oficio presenta. Al señor Licenciado Solórzano.- Dese la confirmación con que no use de los negros con espadas fuera de su distrito mismo dia de marzo biz. Rubrica. Que lo vea el señor Fiscal. El fiscal contradice esta confirmación por que la condición de poderse acompañar con esclavos negros armados es muy perjudicial y que no se acostumbra en ninguna parte de las indias ni España. R de Corttar Concederse. Rubrica

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Fray Juan Agustín Morfi y el sermón sobre “la nobleza y piedad de los montañeses” Julio J. Polo Sánchez*

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ace unos años tuvimos ocasión de analizar el destacadísimo papel desempeñado por los Montañeses en la conformación de las élites económicas en la capital del Virreinato de la Nueva España, atendiendo, de modo especial, a su proyección social ligada a diversos modos de su piadosa promoción artística.1 En aquel momento ya nos hicimos eco de los actos organizados por la Congregación del Santísimo Cristo de Burgos con motivo de la consagración de su nueva capilla en el convento grande de San Francisco de México, celebraciones presididas por quienes conformaron su primera mesa de diputados, nobles de procedencia montañesa, a quienes también hemos dedicado un reciente estudio.2 Entre las celebraciones inaugurales obtuvo especial eco el sermón pronunciado por quien entonces era el lector de Teología convento, Consiliario y calificador del Santo Oficio, además de uno de los principales cronistas y oradores presentes en la capital mexicana, fray Juan Agustín Morfi (véase lámina 1). Como ya señaló el desaparecido profesor Martín González, durante la Edad Moderna, la oratoria sacra, aparte de su valor literario, constituyó en sí misma una especie de crónica emocional ligada a los acontecimientos religiosos en la que, a menudo, se destapa todo el aroma de la historia,3 convirtiéndose por ello en una fuente documental inestimable, así como en vehículo de trasmisión de corrientes de pensamiento, creencias y valores. El sermón fue el género literario más cultivado en la Nueva España en los siglos modernos. De las cerca de 2.000 piezas que fueron impresas en ese vi*  Dpto. Hª Moderna y Contemporánea, Facultad de Filosofía y Letras/Universidad de Cantabria, España. [email protected] 1 Julio J. Polo Sánchez, “Montañeses en la Nueva España: Su promoción artística religiosa”, Altamira, Revista del Centro de Estudios Montañeses, T. LVI, 2000, pp. 209-280. 2  Julio J. Polo Sánchez, “La Nación Montañesa en la Nueva España: Retratos de la Sociedad Colonial”, en Sazatornil Ruiz, L. (ed.), Arte y mecenazgo indiano: del Cantábrico al Caribe, Oviedo, Trea, 2007, pp. 201218. 3  Juan José Martín González, “Introducción”, en Dávila Fernández María del Pilar, Los sermones y el arte, Valladolid, Departamento de Historia del Arte, 1980, p. 6.

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Sept en tr ión

Fray Juan Agustín fue calificado por un cronista contemporáneo como “el hombre más grande que tenía la Provincia y el mayor orador que había en el reino”.

L á m i n a 1. Retratos del Rector y de los doce diputados fundadores de la Congregación del Santísimo Cristo de Burgos de la ciudad de México. (José Joaquín Esquivel, ca. 1781, 1784 y 1795. INAH, México).

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rastrear la presencia de varios irlandeses del mismo apellido, en sus diversas transcripciones (Morfi, Murfi o Morphi), ejerciendo como capitanes o pilotos en la carrera de Indias a mediados del siglo XVIII, tales como Gerardo Morphi, Diego Morfi, Tomás Murfi o Patricio Morfi. Juan Agustín debió emigrar pronto a Nueva España, hacia 1755-56,7 pues el 10 de marzo de 1760, a los 25 años, tomaba el hábito franciscano como novicio en el convento grande de San Francisco de México, profesando como religioso de coro al año siguiente. En los años posteriores se dedicó al estudio, figurando en 1766 como estudiante de teología y, poco después, de Filosofía, llegando a ocupar sucesivamente los cargos de lector, es decir profesor, de Artes (1767), de Filosofía (1769) y de Sagrada Teología (1770), desarrollando, probablemente, su magisterio durante diez años en el colegio de San Buenaventura y San Juan Capistrano de Tlatelolco, donde redactaría sus obras de temática sagrada (sermones, obras propias, traducciones y copias de tratados teológicos). Entre 1770 y 1777 también ejerció el cargo de padre “discreto”, o consiliario, con funciones de comisario de aspirantes al noviciado. En 1775 fue nombrado calificador del Santo Oficio. Poco después, en 1777, iniciaría su labor como cronista de la pacificación, evangelización y control de los territorios que pasarían a formar la nueva Comandancia General de las Provincias Internas (Nueva Vizcaya, Coahuila, Texas, Nuevo León, Sinaloa, Sonora y las Californias), bajo el mando de Teodoro de Croix, sobrino del virrey marqués de Croix, quien lo eligió por “sus grandes talentos, literatura y espíritu apostólico”, desempeñando paralelamente las funciones de capellán, consejero, secretario y asesor del comandante Croix, así como de notario apostólico. Esta expedición a las Provincias Internas se prolongó cerca de cuatro años, desde el 4 de agosto de 1777 hasta el primero de junio de 1781, durante los cuales Morfi redactó miles de folios, que componen el grueso de su producción historiográfica, hoy di-

rreinato a lo largo del periodo colonial, aproximadamente la mitad se resolvieron como panegíricos en los que imperaba el conceptismo literario. Las más importantes de tales composiciones, a las que se aplicaba el apelativo familiar de sermones de campanillas, se caracterizaban por haber sido redactadas por un orador de renombre, generalmente por encargo, con motivo de una ocasión solemne. También fue nota común a algunos de estos sermones su pretensión de destacar las cualidades morales o la idiosincrasia de algún grupo concreto de la élite social.4 Este es el caso que ahora nos ocupa, el del sermón titulado La nobleza y piedad de los Montañeses. Demostrada por el Smo. Cristo de Burgos,5 que fue pronunciado por el padre franciscano fray Juan Agustín Morfi el día 3 de mayo de 1775 con motivo de la fiesta de consagración de la capilla de la Congregación del Santísimo Cristo de Burgos en el convento de San Francisco el Grande de la ciudad de México, publicado ese mismo año en la imprenta que José de Jaúregui tenía en la calle de San Bernardo (hoy Venustiano Carranza) de la ciudad de México, en las inmediaciones del Zócalo, muy cerca, por tanto, del Palacio Virreinal, de la Catedral y de las residencias palaciegas de algunos de los más ilustres nobles Montañeses residentes en la capital, como las de los condes de la Torre de Cossío, de la Cortina y de Heras Soto o la del Marqués de Rivas Cacho (véase lámina 2).

Fray Agustín Morfi: cronista y predicador Como señalan algunos de los biógrafos de tan notable fraile franciscano, Juan Agustín Morfi debió nacer en Oviedo hacia 1735. Era hijo del irlandés Juan Morfi y de la ovetense María Antonia Cortina.6 Desconocemos la ocupación de su padre, aunque en el Archivo General de Indias se puede 4  Carlos Herrejón Peredo, Del sermón al discurso cívico. México. 17601834, Zamora, Michoacán, El Colegio de Michoacán-El Colegio de México, 2003, pp. 17-29 y 253. 5  El ejemplar que hemos manejado se conserva en la Biblioteca Nacional de México, Sign. R, 1775, M4MOR. Morfi, Juan Agustín, Fray, m. 1783. [38] 37 p. ils. 29 cm.

7  Fr. Juan Agustin Morfi, History of Texas: 1673-1779. By fray Juan Agustin Morfi, Missionary, Teacher, Historian. Translated with biographical introduction and annotations by Carlos Eduardo Castañeda, two parts, Alburquerque, The Quivira Society, 1935, 6, p. 16.

6  Ricardo A. Sánchez Flores, Fray Juan Agustín Morfi: historiador

franciscano del siglo XVIII. Apuntamientos a su obra historiográfica, México, UNAM, Facultad de Filosofía y Letras, Tesis de licenciatura en Historia, 1981, p. 13.

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Sept en tr ión seminados en archivos mexicanos, estadounidenses y españoles, algunos de los cuales han sido editados en época contemporánea. Entre ellos destacan sus dos diarios de viaje: el Viaje de Indios y diario del Nuevo México (publicado en 1856 y reimpreso en 1935 y 1980)8 y el Diario y derrotero, 1771-1781 (editado en 1967).9 Recientemente se le ha atribuido también la autoría de un texto de carácter arbitrista, publicado bajo el título de Diálogo entre un comerciante y un político,10 en el que se nos presenta como uno de los últimos pensadores mercantilistas españoles.11 Desde su regreso a la capital del virreinato en Junio de 1781 fray Juan Agustín ejerció el cargo de Guardián (o superior local) del convento grande de San Francisco de México, hasta su temprano fallecimiento, a los 48 años de edad, que se produjo el 20 de octubre de 1783, momento en que fue calificado por un cronista contemporáneo como “el hombre más grande que tenía la Provincia y el mayor orador que había en el reino”.12 El prestigio que Morfi alcanzó en vida le permitió ser considerado como

L ámina 2. Convento de San Francisco el Grande de la ciudad de México (planta y reconstrucción en alzado). Junto a la portada de ingreso la capilla del Santísimo Cristo de Burgos (nº 14).

8  Fr. Juan Agustín Morfi, “Viaje de Indios y diario del Nuevo México”, en Manuel Orozco y Berra, Colección de documentos para la historia de México, 20 vols., Serie 3ª, T. I, México, 1856, pp. 305-487. Fray Juan Agustín Morfi, Viaje de Indios y Diario del Nuevo México, con introducción bibliográfica y acotaciones de Vito Alessio Robles, 2ª ed., (con adiciones de la impresa por la Sociedad de Bibliófilos Mexicanos, México, 1935), México, Antigua Librería Robredo de José Porrúa e hijos, 1980. 9  Fr. Juan Agustín Morfi, Diario y derrotero: 1777-1781, Ed. de Eugenio del Hoyo y Malcolm Dallas McLean, Monterrey, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores. Noticias geográficas e históricas del noreste de México, 2, Publs. del ITESM, Serie Historia, 5, 1967. 10  Fr. Juan Agustín Morfi, Diálogos económicos de la España ilustrada, trad. íntegra, estudio preliminar y notas de Mariano Bonialian Assadourian, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, 2003 [incluye el manuscrito titulado: Diálogo entre un comerciante y político en que se establece: 1º Que el comercio entre España a Filipinas debe ser directo. 2º Que se ha de hacer por el Cabo de Hornos. 3º Y que se ha de hacer por Compañías. Plan para una Compañía para el comercio de América, anterior a 1760]. 11  Guadalupe Curiel Defossé, “Una obra desconocida del Franciscano Juan Agustín Morfi”, en Estudios de Historia Novohispana, n. 35, julio-diciembre, 2006, pp. 169-180. 12  Guadalupe Curiel Defossé, “La obra narrativa de fray Juan Agustín Morfi. Ensayo bibliográfico”, Boletín del Instituto de Investigaciones Bibliográficas, núms. 1-2, primer y segundo semestre, v. 6, Nueva época, 2001, pp. 165-221. Véase también, Fr. Juan Agustín Morfi, Provincias internas (Antología), Selección, edición, introducción y notas de Guadalupe Curiel, México, UNAM, Coordinación de Humanidades, Biblioteca del Estudiante Universitario, 136, 2003.

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El sermón sobre la nobleza y piedad de los montañeses Del sermón pronunciado por fray Juan Agustín Morfi el día 3 de mayo de 1775 en la capilla de la Congregación del Santísimo Cristo de Burgos de la ciudad de México se imprimieron 600 ejemplares, que fueron remitidos a una amplia nómina de Montañeses afincados en la Nueva España (en concreto a 225) y a otra serie de personas influyentes de la administración virreinal, no sin antes haber sido convenientemente informado por diversas autoridades eclesiásticas como el Provincial de los Agustinos Calzados en la Nueva España, Fray Francisco Javier Velarde, el Prepósito del Oratorio de San Felipe Neri, don José Gómez de Escontría, el Guardián del Convento de San Francisco, Fray Francisco García Figueroa, el Vicario General del Arzobispado, don José Ruiz de Conejares, o el Predicador General de los Franciscanos de la Provincia del Santo Evangelio, don Isidro Murillo, así como también fue sancionado por la más alta instancia civil, el Virrey Don Antonio María Bucareli y Ursúa. Algunos de estos notables personajes no se limitaron simplemente a considerar la ortodoxia del texto y, consecuentemente, a apoyar su impresión, sino que optaron también por dejar constancia expresa de las cualidades literarias de su autor, a quien llegan a calificar de grande sujeto, sobresaliente, completo y (…) sabio orador, destacando su ingenio, viveza y perspicacia, así como su elocuencia y natural facundia o facilidad de palabra que demostraba, además, a través de un estilo gallardo y sin afectación (véase lámina 3). La consecución de una fundación piadosa por parte de los Montañeses residentes en Nueva España, como expresión de su religiosidad y como catalizador de su identidad, parece tener su origen en un deseo de emular lo anteriormente realizado por aquella otra élite peninsular con la que pugnaba por alcanzar la mayor relevancia política, social y económica, la de los Vizcaínos, “nación” que contaban ya con fundaciones tan notables en la capital como la capilla de Nuestra Señora de Aránzazu (1688) y el Real Colegio de San Ignacio de Loyola o de las Vizcaínas (1752).15 En la invitación que los fundadores

L á m i n a 3 . Portada del sermón de fray Juan Agustín Morfi, “La Nobleza y Piedad de los Montañeses…” (1775), y primera página de la invitación de la Mesa de la Congregación a los montañeses, con la efigie del Smo. Cristo de Burgos.

uno de los principales oradores de la Nueva España. De su actividad como predicador se conservan dos sermones impresos, el primero fechado en 1772 en honor de la Virgen de Guadalupe y el segundo, objeto de nuestro actual estudio; además, al menos en dos ocasiones, en 1782 predicó en la catedral metropolitana ante el virrey interino Martín de Mayorga. Sabemos también de su actividad como copista y traductor de tratados de retórica y teología, así como autor de gran número de obras sobre historia y retórica, muchas de las cuales se encontraron manuscritas en su celda tras su muerte, hoy custodiadas en el fondo franciscano del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México y que han sido puntualmente reseñados por Ricardo Sánchez Flores en su tesis de licenciatura.13 Desde fines del siglo XIX la historiografía mexicana le ha venido considerando como “uno de los más vigorosos escritores religiosos novohispanos del siglo XVIII”.14 13  Ricardo A. Sánchez Flores, Fray Juan Agustín Morfi: historiador franciscano del siglo XVIII. Apuntamientos a su obra historiográfica, México, UNAM, Facultad de Filosofía y Letras, 1981 (Tesis de licenciatura en Historia), pp. 12-50. 14  José Mariano Beristáin de Souza, Biblioteca septentrional o catálogo de literatos. Que nacidos o educados o florecientes en la América Septentrional Española han dado a luz algún escrito o lo han dejado para la prensa, 3 v., sec. primera, 2ª parte, v. 2, México, publ. Fortino Hipólito Vera, Amecameca, Tipografía del Colegio Católico, 1833, pp. 1-123.

15  Julio J. Polo Sánchez, “Montañeses…”, Op. Cit., p. 214. Vid. Nota 1.

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Sept en tr ión de la Congregación acompañaron con cada uno de los ejemplares editados del sermón se justifica, en primer lugar, la causa de la tardía fundación en la pretensión de permanencia, inherente al tradicional modo de construcción desarrollado por los acreditados canteros trasmeranos. Así se hace constar que:

agrupaba, fundamentalmente, a los nacidos en un reducido territorio que dentro del Norte peninsular coincidía con los arciprestazgos del arzobispado de Burgos incluidos en las denominadas “Montañas Bajas”, circunscripción eclesiástica dibujada por el canónigo Pellegrino Zuyer en su Itinerario (1660)18 que estaba limitada por las cuencas del Nervión, al Este, y del Deva, al Oeste, incluyendo, por consiguiente, valles de las actuales provincias de Cantabria, de Asturias (Deva y Pellamellera) y Vizcaya (Las Encartaciones), extendiéndose por el Sur hasta la Cordillera Cantabria, por lo que quedaban excluidas la Provincia de Liébana y la Merindad de Campoo; no obstante los oriundos de estas dos comarcas también quedaron agrupados en el partido Montañés de la Nueva España por ese sentimiento étnico al que nos acabamos de referir. Tanto en el sermón como en la carta dirigida A los nobles cavalleros, naturales y originarios de la Montaña se advierte la intención de los comitentes de marcar, frente al resto de la sociedad colonial de procedencia peninsular, una distinción basada en una característica de especial relevancia histórica, como era la condición hidalga generalizada entre los nacidos en aquellas tierras.19 De ahí que el sermón emplee a menudo diversas figuras retóricas, en especial algunas de las denominadas descriptivas (o hipotiposis) como el retrato o la etopeya virtuosa.20 Los hidalgos21 representaban en la España de la

Nuestros Predecesores en la America desearon con ansia algún establecimiento; que les facilitase el desahogo de estos afectos [el anhelo de promover el culto al Cristo de Burgos]; y aunque trabajaron mucho por lograrlo, les impidió su consecución aquel gusto a la solidez, y perpetuidad, que animaba todos sus designios, y que seguramente podemos llamar el genio de la Nación.

Sabemos que la erección de la capilla de la Congregación del Santísimo Cristo de Burgos consiguió el efecto deseado, pues en carta de contestación de un Montañés residente en Puebla de los Ángeles, don Manuel Rodríguez Mantilla, al mayordomo de la cofradía le expresaba su satisfacción en los siguientes términos: …me ha quitado el desconsuelo que me asistía de que sólo nosotros no tuviésemos en este Reyno ni un ladrillo en la Yglesia, siendo sin jactancia una de las Naciones más favorecidas de la mano poderosa tanto en apariciones en la Patria, quanto en caudales en este Reino”16

Ruiz, (ed.), Arte y mecenazgo indiano: del Cantábrico al Caribe, Oviedo, Trea, 2007, p. 211. 18  José Luis Casado Soto, “El itinerario de Zuyer y el proceso de erección del obispado de Santander”, en Cantabria vista por los viajeros de los siglos XVI y XVII, Santander, Institución Cultural de Cantabria, 1980, pp. 161-199.

La misiva que comentamos se dirigió, genéricamente, a todos los Hijos y Originarios de La Montaña, es decir, a aquellos individuos procedentes de La Montaña y a sus descendientes, tanto los nacidos en la Península como los que vieron la luz en América. Sin embargo, el apelativo Montañés no constituía un concepto unívoco; en la Nueva España se empleaba más con un sentido étnico que como una realidad geográfica.17 Bajo tal denominación se

19  Annie Molinié-Bertrand, “Les ‘Hidalgos’ dans le Royaume de Castille à la fin du XVIe. siècle. Approche cartographique”, en Revue d’Histoire Économique et Sociale, 1972, pp. 51-82. 20  La etopeya ahondaba en el retrato de prendas y de los defectos, de las virtudes y de los vicios, describiendo generalmente las características y costumbres de las personas. José Ramos Domingo, Retórica. Sermón. Imagen, Salamanca, Universidad Pontificia-Caja Duero, 1997, p. 293. 21  Fijos dalgo - Fidalgos - Hidalgos - Hijos de algo. Según el Diccionario de Autoridades, Vol. II, Madrid, Gredos, 1964. Hidalgo es “La persona noble que viene de casa y solar conocido, y como tal está exento de los pechos y derechos que pagan los villanos”. El duque de Nájera en las Cortes de 1538-1539 señaló que “La diferencia que hay entre hidalgo y pechero es servicio personal y pecunial y en esto nos conocemos los unos de los otros…”

16  Archivo Histórico de la Secretaria de la Salud (A.H.S.S.). Fondo Cofradías. Secc. Santísimo Cristo de Burgos, Libr. 3. fols. 37-37 vto. 18-IX-1775. 17  Tomás Pérez Vejo, “Vizcaínos y Montañeses: la representación de una élite en la Nueva España del siglo XVIII”, en Luis Sazatornil

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Edad Moderna un grupo social muy complejo.22 Como primer y más antiguo de los grados de la nobleza, la hidalguía se entendía originariamente como aquella “nobleza que viene a los hombres por linaje”.23 A partir del reinado de Felipe II pasó a considerarse, además, como un estatuto jurídico privilegiado, que se aplicaba a todos aquellos sujetos civiles que no eran pecheros, es decir que no pagan tributo al rey. Por ello, entre los siglos XVI y XVIII se distinguieron, al menos, tres categorías de hidalgos: aquellos cuya nobleza se remontaba a la noche de los tiempos -hidalgos notorios o hidalgos de sangre-; aquellos otros a los que el Rey, en razón de sus servicios, concedía exenciones fiscales -hidalgos de privilegio- y, finalmente, los hidalgos de ejecutoria, cuya hidalguía a menudo era puesta en duda, especialmente fuera de sus lugares de origen. El caso de la mayor parte de los Montañeses emigrados a América se correspondía con la primera clasificación y a ello alude el texto de fray Juan Agustín Morfi en varias ocasiones, en especial cuando señala:

dispar, pues la mayor parte de ellos (más del 60%) se concentraban en la franja norte del Reino y de modo especial en las dos provincias de Burgos (que incluía a Burgos, Trasmiera y las Tierras del Condestable) y León (formada por León, el territorio de Asturias de Oviedo y Ponferrada), además de en el País Vasco.24 En el territorio que ocupaban las denominadas Montañas Bajas del Arzobispado de Burgos (formado, básicamente, por la Merindad de Trasmiera y por las Asturias de Santillana) a finales del siglo XVI más del 80% de la población era considerada hidalga,25 elevándose por encima del 90% en 1768.26 Aunque la literatura del Siglo de Oro ridiculizó a menudo el excesivo orgullo nobiliario que mostraban estos hidalgos de sangre,27 lo cierto es que su condición noble les obligaba a cultivar toda una serie de virtudes morales y de expresiones externas en aras de mantener los privilegios que exigía su honor (u honra), independientemente de su capacidad económica.28 No obstante, durante la Edad Moderna se estableció un intenso debate sobre el origen de la nobleza y, de modo especial, en torno a la preponderancia de la sangre o la herencia, frente al cultivo de las virtudes morales. Asunto tan complejo solía simplificarse en responder al dilema de si la probidad acreditada por los antepasados era suficiente para mantener indefinidamente la nobleza en sus

(…) quando se hallaron empeñados en una guerra de Religión [La Reconquista] (…) cada uno de aquellos Montañeses se acreditó Héroe. Aquí dieron principio a toda la nobleza de Castilla (…) no contentos los Montañeses con resistir la entrada en su país a los Africanos (…) se juntan a diferentes Caudillos (…) hasta que unidos bajos los Estandartes de aquellos Héroes prodigiosos el Cid Rui-Díaz, y el Conde Fernán González, formaron un verdadero torrente, que inundó todo el Reyno de León, el de Castilla, y una gran parte de la Corona de Valencia: anegando en sangre de Paganos las abominaciones de Mahoma; y restableciendo la cruz a su anterior exaltación.

24  Las actuales provincias de Vizcaya y Guipúzcoa no fueron incluidas en el censo de 1591, pero hay que recordar que los vascos se consideraban hidalgos en virtud del “Fuero de los caballeros de Vizcaya”, por lo que de hecho ser vasco “de antiguo y conocido solar” confería la consideración y los privilegios de la hidalguía. Véase, por ejemplo, el pasaje del Quijote en el que se señala.: “Vizcaíno por tierra, hidalgo por mar, hidalgo por el diablo, y mientes que mira si otra dices cosa.” [Primera parte. Cap. VIII] 25  Annie Molinié-Bertrand, Op. cit., pp. 62-66. Vid. Nota 18. 26  Tomás Pérez Vejo, “La vida como estereotipo: memorias de un comerciante Montañés en la Nueva España del siglo XVIII”, en Historia Mexicana, LVII, 1, 2007, p. 201.

Según el censo de 1591, tan sólo el 10% de la población de la Corona de Castilla era considerada hidalga, pero su distribución geográfica era muy

27  Véase, por ejemplo, [Anónimo], la Vida y hechos de Estebanillo González, Madrid, Aguilar, 1966. “tenía [el padre de Estebanillo] una desdicha (…) que fue ser hidalgo (…) tenía una ejecutoria tan antigua, que ni él acertaba a leer, ni nadie se atrevía a tocarla, por no engrasarse en la espesura de sus desfloradas cintas y arrugados pergaminos, ni los ratones a comerla, por no morir rabiando de achaque de esterilidad”.

22  Antonio Domínguez Ortiz, La Sociedad Española del Siglo XVII, Madrid, C.S.I.C., 1963, p. 62. 23  Fray Juan de Pineda, Diálogos familiares de la agricultura cristiana, (Salamanca, 1589), Estudio preliminar y edición por el P. Juan Meseguer Fernández, O.P.M., Madrid, Atlas, 1963, pp. 111-112.

28  Claude Chauchadis, Honneur, Morale et société dans l’Españgne de Philippe II, Paris, C.N.R.S., 1984, p. 215.

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Sept en tr ión

Durante la Edad Moderna la oratoria sacra, aparte de su valor literario, constituyó en sí misma una especie de crónica emocional ligada a los acontecimientos religiosos en la que, a menudo, se destapa todo el aroma de la historia.

A juicio de muchos historiadores contemporáneos, como Brading, Kizca, Ladd, Borchard de Moreno o Pérez Vejo, tanto los Vizcaínos como los Montañeses más que como una clase social se comportaron en Nueva España como una “casta” que se diferenció del resto de peninsulares y criollos tanto por sus concepciones como por su preparación, siendo la perseverancia o la sobriedad dos de sus principales cualidades distintivas.30 También como características fundamentales de su nobleza se consideraban un conjunto de virtudes cristianas. Así pues, la superioridad moral de los Montañeses se basaba tanto en un comportamiento social intachable como en la manifestación extrema de su piedad religiosa y la intensa dedicación al trabajo, conjunto de virtudes que ha llegado a ser calificado de “curiosa forma de mezclar la ética protestante calvinista con el catolicismo contrarreformista”.31 Como apoyo a la tesis de que los Montañeses dieron principio a toda la Nobleza de Castilla, se alude a dos momentos fundamentales en la formación de los reinos cristianos peninsulares. En primer lugar a la Reconquista, cuando:

descendientes o si, por el contrario, todo noble estaba obligado a refrendar con sus acciones el merecimiento del legado espiritual heredado.29 Por esta segunda opción se decanta decididamente fray Juan Agustín Morfi, situando a la educación en los valores tradicionales, al esfuerzo individual, y al servicio al Rey, al Imperio y a la Nación como ejes sobre los que se asentaba la nobleza de los Montañeses: La educación es la fuente, el primer origen del heroísmo (...) la que (…) produce tantos hombres útiles a la Nación, como Hijos á la Montaña. La que venciendo la propensión natural, que os inclina a disfrutar las inocentes delicias de aquel ameno País, os arranca de su centro, os empeña en una vida laboriosa, y os distribuye en todas las órdenes del estado, para ser en ellas con vuestro esfuerzo, y luces, las columnas de la Monarquía (…) La constancia en las adversidades, la intrepidez en los peligros, el consejo en las empresas, la vivacidad en las egecusiones, el amor al Príncipe, y el deseo al Imperio, a la gloria, y a la felicidad de la Nación, son producciones de aquellas máximas sentenciosas, que con su eloquencia familiar os saben persuadir vuestros Ancianos Montañeses.

Los Antiguos Montañeses, declarándose por el partido de la Religión, y de la Patria, se opusieron a la tiranía de los Sarracenos y proclamaron Rey a un Nacional. 30  David A. Brading, Mineros y comerciantes en el México borbónico (1763-1810), México, Fondo de Cultura Económica, 1977, p. 154. 31  Tomás Pérez Vejo, “La vida como estereotipo…”, Op. Cit., p. 208. Vid. Nota 26.

29  Adolfo Carrasco Martínez, Sangre, honor y privilegio. La nobleza española bajo los Austrias, Barcelona, Ariel, 2000, p. 29.

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Resulta interesante esta referencia a Don Pelayo, personaje histórico de fuerte carga legendaria, que a menudo es representado en las ejecutorias de hidalguía que los Montañeses exhibían en el exilio como signo indudable de su nobleza y limpieza de sangre.32 Esta participación de los principales linajes Montañeses en la Reconquista hizo que los Reyes les distinguieran con los títulos de Infanzones, Hijosdalgo, Caballeros, Nobles, Escuderos y Ricos homes, siendo ellos el origen de otras muchas casas nobles diseminadas por todos los Reinos Hispánicos, especialmente de los denominados Grandes del Reino. A estos Ricos homes se les distinguía, además, con la concesión del pendón y la caldera, símbolos respectivos del privilegio que detentaban de disponer huestes a su mando y de riqueza para mantenerlas (véase lámina 4).

En el sermón se señala como segundo momento clave en la exaltación de la nobleza acreditada de los Montañeses al reinado de los Católicos Reyes, que deseosos de premiar la fidelidad y valor de sus Nobles Hijos, les honraron en todo tiempo con las notas más sublimes de su Real aprecio. Pero la relevancia de las hazañas pretéritas y el reconocimiento público de los antepasados no son considerados por Morfi argumentos suficientes para subrayar la virtuosidad de los Montañeses coetáneos, considerando que su nobleza debía nutrirse cada día trabajando incansablemente, pues sólo su esfuerzo, sudor y sangre proporcionarían la felicidad y gloria del Estado. En relación con este crucial asunto quien redactó el texto de invitación subrayó como ejemplo a seguir el de un paisano contemporáneo, de consideración tan notoria que ni siquiera cree necesario citar con nombre y apellido, y del que tan sólo se señala que su gloriosa muerte sucedida en esta América, en nuestros días, y casi a nuestra vista, llenó de tanta satisfacción su incomparable ánimo, que se dignó proponerle al resto de sus vasallos como un modelo de fidelidad, y valor, perpetuando para ello su nombre en su Real Armada. Suponemos que tal alusión anónima hace referencia a la reciente defunción en la capital del virreinato de don José Escandón y Helguera (10-IX-1770), del que conservamos un excepcional retrato fúnebre, pintado por Andrés de Islas, en el que se le representa yacente sobre su catafalco, vestido de uniforme militar y cubierto con la capa de la Orden de Santiago (véase lámina 5). Fue don José prototipo del Montañés laborioso, honrado y dedicado al servicio de la Monarquía desde sus diversos puestos castrenses, cuya biografía estuvo íntimamente ligada a la colonización de la costa del Seno Mexicano, la Sierra Gorda y el Nuevo Santander (hoy estado de Tamaulipas), servicios a la Corona que le fueron recompensados con la concesión del título de Conde de la Sierra Gorda (1749).33 Tras la alusión a tan ilustre prócer, se relaciona, a modo de rúbrica, a los fundadores de la Congregación del Santo Cristo de Burgos, su prior, don José González Calderón, y los primeros

32  Julio J. Polo Sánchez, “Tan noble como el Rey: Expresiones plásticas del linaje entre los hidalgos Montañeses”, en Actas del Congreso Internacional Imagen y Apariencia, Murcia, Ed. Universidad de Murcia, 2009, pp. 1-18.

33  Jesús Canales Ruiz, Cien cántabros en México, Santander, Asamblea Regional de Cantabria, 1990, pp. 83-91. Véase también del mismo autor Don José Escandón, La Sierra Gorda y el Nuevo Santander, Santander, 1985.

L á m i n a 4 . Miniatura con Santiago Matamoros y Don Pelayo en la ejecutoria de hidalguía de García de la Riba Agüero, vecino de la villa de Alhanje, Granada, 26-V-1598. Biblioteca Municipal de Santander ms. 738.

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Sept en tr ión once diputados, los mismos de los que se conservan los retratos que presidieron la Sala de Juntas de la Congregación,34 acompañando a un cuadro del Santísimo Cristo de Burgos, que suponemos seguiría el modelo popularizado por Mateo Cerezo, y a otro lienzo con la representación de la llegada al puerto santanderino de la milagrosa imagen, donación de Francisco Javier de Bustamante.35 Según recomendaban los tratados de retórica durante el Renacimiento y el Barroco, todo sermón solemne debía construirse como una obra persuasiva, con lógica, corrección y elegancia. Además, se aconsejaba a los predicadores que apoyasen sus sermones en el criterio de autoridad que representaba siempre la referencia a la Antigüedad, buscando contenidos del universo grecorromano que sirvieran de ejemplificación al tiempo presente. Siguiendo estos consejos el sermón de fray Juan Agustín Morfi, como reputado historiador, incluye la afirmación, basada en San Agustín (La ciudad de Dios), de que la principal causa del esplendor que alcanzó el Imperio Romano fue la educación virtuosa de sus ciudadanos y que el origen de su decadencia, por contrapartida, fue producto de la contaminación asociada a la conquista de otros pueblos, que produjo la relajación de las antiguas costumbres y, consecuentemente, la degradación moral. Sigue, por tanto, Morfi, las dos vías sucesivas que caracterizaron al sermón postidrentino, que buscaba, primero, invocar la revelación proporcionada por las Sagradas Escrituras e inmediatamente después corroborarla

L á m i n a 5. Retrato fúnebre de Don José de Escandón y Helguera (Conde de Sierra Gorda). Andrés de Islas. ca. 1770. Museo Regional de Querétaro (México)

con la patrística y el magisterio eclesiástico, de ahí también su tendencia a la acumulación de citas.36 Por tal motivo se encabeza el sermón con un texto latino sacado del Evangelio de San Juan, alusivo a la Resurrección,37 seguido de dos citas tomadas del libro primero de los Macabeos, sobre la necesidad de la entrega hasta la muerte en defensa de la Religión.38 En aras a concentrar la atención de los asistentes a la fiesta de consagración Morfi recurre en los primeros párrafos a desarrollar con elegancia y lirismo una figura retórica de perspectiva topográfica, ensalzando las notables condiciones naturales de La Montaña que, sin embargo considera de menor valor que la virtuosidad de sus moradores: No hay duda, por lo pingüe de vuestros valles, la varia amenidad de sus florestas, la frondosidad espesa de sus bosques, la multitud de arroyos, el caudal hermoso de sus

34  Julio J. Polo Sánchez, “La Nación Montañesa…”, Op. Cit., Vid. Nota 2. 35  Julio J. Polo Sánchez, “Montañeses en la Nueva España…”, Op. Cit., pp. 219-220. Vid. Nota 1. Este cuadro es citado en 1787 por el propio Francisco Javier de Bustamante en sus Entretenimientos de un Noble Montañés, Amante de su Patria. Descripción General de la Ciudad de Santander, Villas y Lugares del Distrito de su Obispado (Biblioteca Municipal de Santander, Ms. 823). Allí señala: “me sujeté con infatigable celo, a formar un mapa de esta Ciudad de Santander, del que tengo otro igual en el quarto donde vivo, con la descripción del hallazgo que queda referido y dedicándolo a toda la Noble Nación Montañesa, se dignaron los señores fundadores en el mes de noviembre de 1781, colocarlo en su Sala Capitular, en donde se halla entre los retratos de dichos señores Fundadores”. Este cuadro puede ser el desaparecido lienzo de la villa, representada utópicamente y con fuerte acento colonial que recogieron Sazatornil, Alonso y Martín (Luis Sazatornil, Alonso Begoña y Martín María, Vistas y visiones: Imagen artística de Santander y su Puerto. 1575-1950, Santander, Autoridad Portuaria, 1995).

36  Carlos Herrejón Peredo, Del sermón al discurso cívico. México. 17601834, Zamora, Michoacán, El Colegio de Michoacán-El Colegio de México, 2003, p. 31. 37  Ut omnis qui credit in ipsum non pareat; sed haveat vitam aeternam. (Juan, 3:15). Para que todo aquél que cree en él, no se pierda, si no que alcance la vida eterna. 38  Libro Primero de los Macabeos, 2:50. ¡O filis!, aemulatores estote legis; & date animas vestras pro testamento patrum vestrorum. Que libremente traduce Morfi como Hijos míos, zelad resueltos la pureza de la divina ley, reñid intrépidos las guerras del Señor, derramad gustosos hasta la última gota de vuestra noble sangre en defensa de la Religión de Vuestros Mayores. Y una segunda, también del Libro Primero de los Macabeos (2:64) en que se señala: viriliter agite in lege, quia in ipsa gloriosi estis (eritis)

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Sept en tr ión ba irrefutable de la especial distinción que hizo con ellos. Así, se recoge en el sermón el milagroso descubrimiento de la imagen en medio de una galerna cantábrica, su traslado al puerto de Santander, la procesión organizada desde allí para su conducción a Burgos y la larga serie de prodigios protagonizados por la imagen en el convento de San Agustín ante personajes tan ilustres como la Reina Isabel o el Gran Capitán, además de los milagros con que obsequió a varios naturales de La Montaña. Concluye el orador con varias sentencias laudatorias hacia los Montañeses, conminando a todos a emular su ejemplo. Merece la pena recordar aquella que señalaba:

ríos, la abundante pesquería de sus mares, el abrigo, la seguridad, y bella colocación de sus puertos os deben hacer amable vuestra Patria (…) La fertilidad del terreno, la pureza de sus aíres, y la benignidad del clima, quando tengan algún influxo en las qualidades del espíritu, no es seguramente el que basta para hacer grandes á los hombres.

Inmediatamente después se adentra en aquellos pasajes históricos que proporcionaron mayor fama a los Montañeses. En primer lugar su enfrentamiento al Imperio Romano en lo que hoy conocemos como Guerras Cántabras y, en segundo, su destacada intervención en la Reconquista, a la que ya nos hemos referido con anterioridad. El orador emplea como fuentes las obras del Padre Flórez (1772)39 y de Fray Juan Sierra (1737)40, cuya cercanía cronológica a la elaboración del sermón refleja perfectamente el profundo conocimiento histórico que atesoraba Morfi. Finalmente aborda, apoyándose en esas mismas fuentes, el eje fundamental de la argumentación, que podríamos resumir señalando que los Montañeses, por su contrastada nobleza y probada religiosidad, fueron recompensados por el Todopoderoso, primeramente, con diversas apariciones marianas, prodigiosos retratos de su belleza, en Las Caldas, Soto-Iruz, Guriezo, San Vicente de la Barquera, Hoz de Marrón o Montes Claros, pero que, no considerando suficiente esto para distinguir su virtuosa piedad de la del resto de los españoles les obsequió con ese simulacro hermoso que es la imagen medieval del Santísimo Cristo venerada en el convento agustino de Burgos,41 cuyos milagros y prodigios son prue-

(…) arrójese [el Mundo] a censurar vuestros blasones, quando pueda ostentar iguales triunfos. Vuestras dichas (…) no son hijas del acaso, son legítimas producciones del mérito. Imiten, si pudieran vuestras empresas y se harán acreedores de igual fortuna.

Tan jactancioso reto debió ser pronunciado por fray Juan Agustín estando situado en la capilla mayor de la capilla, delante de su retablo mayor, plagado de referencias iconográficas a Burgos y La Montaña, bajo la lámpara de plata que diseñó Isidoro Vicente Balbás y posando sus pies sobre el panteón destinado al enterramiento de los fundadores de la Congregación, en cuya bóveda su tesorero, Manuel José de Bustamante, había hecho grabar un soneto de tono menos arrogante e intencionalidad más igualitaria que el sermón redactado por Morfi. Rezaba así: En este sitio triste y de amargura En este tan funesto y mísero lugar el luxo, la riqueza han de parar, la nobleza, placeres y hermosura; Esto es de fée, y se palpa tu cordura Refleje en esto, y que ha de, Sí, igualar al rico, al pobre, al noble, al popular Al Rey con el vasallo, cosa es dura; Medicina corriente, activa, fuerte,

39  Henriquez Florez, España Sagrada. Tomo XXVII. Contiene las iglesias colegiales, monasterios y santos de la diocesi (sic) de Burgos: conventos, parroquias, hospitales de la ciudad, Madrid, Antonio de Sancha, 1772. 40  Fr. Juan Sierra, Historia y milagros del Santissimo Christo de Burgos, que se venera en el Convento Real de... San Agustin de dicha ciudad, Madrid, Geronymo de Ruesga, 1737 (2ª ed. Madrid, Imprenta de D. Gabriel Ramírez, 1762). 41  Se considera obra del primer cuarto del siglo XIV importada desde Flandes, aunque de probable procedencia alemana. Se trata de un Cristo doloroso articulado, realizado en madera de pino, de elevada calidad artística, con postizos como el cabello natural o las uñas de asta, que se cubre con piel vacuna para ocultar los engranajes que permiten el movimiento e incluye en la herida del costado un

recipiente para producir el efecto de que la llaga sangra. Todas estas particularidades se explican en relación con las ceremonias medievales, de carácter teatral, que se celebraban el Viernes Santo.

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enigmática, cierta, esclarecida, Aquí la encontrarás, y buena suerte; Teniendo esta lección muy repetida, Con olvido, tu vida, será muerte, Con memoria, tu muerte será vida.

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APÉNDICE La nobleza, y piedad de los montañeses. Demostrada por el Smo. Cristo de Burgos. Sermón, que en su primera fiesta, celebrada en el Convento grande de N.S.P.S. Francisco de México el día 3 de mayo de 1775 años predicó el P. Fr. Juan Agustín Morfi. Dedicado Por los Cavalleros que componen la Muy Ilustre Mesa A Todos los Nobles, Naturales, y Originarios/ de la Montaña. Reimpr. En México. En la Imprenta del Licenciado D. Joseph de Jáuregui. Calle de San Bernardo. A LOS NOBLES CAVALLEROS NATURALES, Y ORIGINARIOS DE LA MONTAÑA SEÑORES Bien conocemos por experiencia propia, que el amor al Santísimo Cristo de Burgos es tan antiguo en todos los Hijos, y Originarios de la Montaña, como el conocimiento de los favores extraordinarios, con que siempre les patrocinó su piedad; y precediendo esta á los otros, por el cuídado de sus Padres, se hizo en ello como genial el anhelo a promover, sus glorias, y exaltar sus cultos. Nuestros Predecesores en la America desearon con ansia algun establecimiento; que les facilitase el desahogo de estos afectos; y aunque trabajaron mucho por lograrlo, les impidió su consecución aquel gusto a la solidez, y perpetuidad, que animaba todos sus designios, y que seguramente podemos llamar el genio de la Nación. Esto dio causa a que (no satisfechos con los grandes servicios, ofrecidos al Soberano en todas las urgencias de la Corona) se aplicasen al fomento de otras empresas que serán monumentos eternos de su piedad, y testimonios irrefragables del zelo, con que propendían a procurar el bien de sus Conciudadanos. Nosotros, en quanto hemos podido, nos propusimos seguir tan bellos ejemplares, y no desmentir la nobleza de sus pensamientos, y aunque estamos muy lejos de creernos más devotos; nos lisonjeamos, sin embargo, de más felízes: pues vemos conseguido sin mucho esfuerzo, lo que ellos no pudieron egecutar, aun a costa de repetidos afanes. Estamos persuadidos a que la facilidad, con que se allanaron todos los obstáculos, que se oponían a nuestro intento, se debe atribuir, no tanto a nuestra agencia, y solicitud, quanto a la beneficencia de nuestro Crucificado Redentor, que conociendo los tiempos, asignó el momento, en que debíamos sensibilizar a este Nuestro Mundo el respeto, estimación, y esmero con que le adoramos. Por lo que respecta a nosotros venerarémos siempre con la más tierna gratitud, y como uno de los mayores beneficios, que hemos recibido de su bondad, el que actualmente nos comunica: pues, fuera del singular honor de estar al frente, y representar una Provincia tan ilustre, nos vemos escogidos de su designación, para hechar los cimientos a un establecimiento de los más piadosos. Podemos felicitarnos, de que goza ya desde su origen aquellos caracteres, que prometen su duración, y que no dejan expuesta a las

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contingencias su estabilidad; y esperamos miraran Vs. esta congregación como un nuevo lazo, que estreche cada día más, y mas aquel fuerte natural vínculo, con que al nacer nos unió la Patria. Es constante, como lo advierte el Orador, que la educación es una misma en todos los Nobles de la Provincia: que ella es el origen de los sentimientos del hombres (sic), o la que forma en él desde la infancia su modo de pensar; y este quien la caracteriza el resto de la vida; por lo que necesariamente han de convenir entre sí los Hijos de la Montaña, no solo en la cuna; más también en las qualidades del espíritu, cuya conveniencia es la causa de la verdadera amistad, y amor sincero: ¿Y quanta mayor actividad tendra este, quando a las causas naturales que le producen, se unan aquellos principios de devoción, y honor que les fijan inmutables en la fe, y subordinación a las Potestades legítimas. Verdaderamente, Señores, solo en esta ocasión desearíamos poder prescindir del honor de Naturales, y Originarios de la Montaña, para dilatarnos precisamente en la expresión de aquellas glorias, que confirman esta verdad, sin padecer la sospecha de apasionados: aunque nos consuela, que quando se nos permitiese ejecutarlo, nada adelantaríamos en esta parte: porque qualquiera, que esté instruído en los anales de la Monarquía, conocerá muy bien, que sería necesario repetir la historia antigua, y moderna de la Nación, para solo hacer una narración sencilla del mérito de Vs. y de sus Progenitores. En efecto, desde aquel tiempo, en que los Antiguos Montañeses, declarándose por el partido de la Religión, y de la Patria, se opusieron a la tiranía de los Sarracenos, y proclamaron Rey un Nacional, hicieron glorioso el renombre de Infanzones, con que empezaron a distinguirse del común: y dieron principio a las Casas Solariegas en aquellas Torres, o Castillos que fabricó su zelo, para defensa de las fronteras, y hacer desde ellos sus incursiones en las tierras de los Barbaros. Sus Dueños, quando a estas posesiones añadían el señoría (sic) de algunas Villas, o Lugares se llamaban Ricos homes, y recibian del Rey las insignias del pendon, y caldera, en demostración de ser los primeros, después del Principe: pues el pendon era indicio y privilegio que gozaban de poder levantar Tropa, y la caldera del caudal que tenían para sustentarla a expensas propias. De estos, como advierten en general quantos tratan de el origen de la Nobleza Española, provienen lo que hoy llamamos Grandes del Reyno. De suerte que si examinamos cuídadosamente la historia, hallaremos en ella evidenciada aquella proposición, que el orador profiere en su discurso: que los Montañeses dieron principio a toda la Nobleza de Castilla: no solo por haver sido ellos los que empezaron a distinguirse por los titulos de Infanzones, Hijosdalgo, Cavalleros, Nobles, Escuderos, y Ricos homes, que califican la limpieza de los linages; sino porque dilatándose en toda la Península, y avecindandose en diferentes ciudades de ella, á proporción que las iban conquistando de los Moros, fundaron otras muchas casas, y multiplicaron las familias ilustres, que con su esfuerzo se hicieron más recomendables cada día, hasta igualar el explendor de su origen: y por último apenas se hallará en nuestras chronicas alguna acción gloriosa, en cuya egecución o a lo menos no huviensen tenido parte los Hijos, y originarios de Nuestras Montañas. Esta no interrumpida concatenacion de proezas, acredito de tal modo la Provincia, y la elevó a tan alta

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estimación para con nuestros Católicos Reyes, que deseosos de premiar la fidelidad, y valor de sus Nobles Hijos, les honraron en todo tiempo con las notas más sublimes de su Real aprecio, como se demuestra en los archivos de sus Concejos, Cavildos, y Solares. Pero como quiera, que un grande corazon empeñado en el camino de la heroicidad, es insaciable en la adquisición de las virtudes: ni la antigüedad de la nobleza, ni lo ilustre de las familias, ni la gloria de las alcuñas (sic) han podido hasta ahora llenar los pechos generosos de los Montañeses; que apenas tienen edad para conocer todo el precio de las acciones propias, todo el valor del mérito personal, consagran sus esfuerzos a conseguirle, trabajando incansablemente, exponiendose intrépidos por llegar a estado de emplearse utilmente en aquellos destinos nobles, que aunque a costa de su sudor, y de la sangre hacen la felicidad, y gloria del Estado. Bien pudieramos demostrar esta verdad, individualizando aquellos Heroes Montañeses, que la evidencian con la notoriedad de sus hazañas, si sin por interesarse en la expresion de muchos el honor de algunos de nosotros lo pudiesemos hacer sin faltar a las leyes de la modestia. No podrémos con todo disimular, sin ser torpemente ingratos a la piadosa liberalidad de Nuestro Amabilisimo Monarca [que Dios prospere] lo que practicó con la memoria de uno de nuestros Paisanos; cuya gloriosa muerte sucedida en esta America, en nuestros días, y casi a nuestra vista, llenó de tanta satisfación su incomparable ánimo, que se dignó proponerle al resto de sus vasallos, como un modelo de fidelidad, y valor, perpetuando para ello su nombre en su Real Armada. Por último, Señores, con harta mortificacion de nuestro afecto suspendemos la pluma, sin internarnos en la exposición de los honores de nuestra amada Patria, y del méritos de sus Nobles Hijos: pues aunque sabemos, que sus glorias son conocidas, y admiradas de todo el Mundo, y que no hay parte alguna del Imperio Español, que como teatro de sus proezas, no esté regada de su sangre generosa; halla sin embargo cierta satisfación de las bellas cualidades de lo que estima, que no se compensa con todos los atractivos de la fama. Esta tierna respetuosa estimación para con Vs. de que están felizmente penetrados nuestros corazones, nos obliga a ofreceros este discurso, que es la primicia del culto, con que adoramos publicamente en [roto] América al Santísimo Cristo de Burgos. Ni le mireis, Señores, como un presente que os dedicamos: porque siendo esta Congregación propria de Vs. y nosotros sus Representantes, sería dedicarsele a sí mismos; sino como una congratulación amorosa, por las felicidades, que de estos religiosos obsequios, que consagraremos constantemente a nuestro Divino Protector, nos podémos proponer todos los Hijos y Originarios de la Montaña. De quienes somos afectisimos servidores. D. José González Calderón D. José de Zevallos El Conde de la Torre de Cosío D. Francisco Antonio de Rábago D. Manuel José de Bustamante D. Manuel Antonio de Quevedo

D. Fernando González de Collantes D. Gabriel Gutierrez de Terán El Marqués de Rivascacho El Conde de Rábago D. Servando Gomez de la Cortina D. Miguel González Calderon. PARECER

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Del M.R.P. Mro. Fr. FRANCISCO Xavier Velarde, Notario Apostólico, Revisor, y Expurgador del Santo Oficio de la Inquisición, Examinador Synodal de este Arzobispado, y Provincial que fue de su Provincia del Santissimo Nombre de Jesus de Augustinos (sic) calzados de esta nueva España, etc. Excmo. Sr. El sermon, que el dia 3 de mayo de este año predicó el M.R.P. Lector de Sagrada Teologia Fr. Juan Agustin Morfi, del Sagrado Orden de N.S.P.S. Francisco, en la primera vez, que celebraron al Santissimo Christo de Burgos, como a Titular de su Congregación, nuevamente erigida en su propia Capilla, los Cavalleros Montañeses, Rector, Diputados, y Tesorero, que componen su Muy Ilustre Mesa, y que V. Excia. se sirvió remitir a mi censura; es ciertamente tan legitimo hermano de los muchos, que en los primeros, y más distinguidos téatros, y concursos se han oido a este grande sugeto, que créo, que él solo bastaría, con independencia de su nombre para que qualquiera de los inteligentes, que en tantas ocasiones lo han celebrado, y aplaudido, vinieran en conocimiento de su dueño; como que, entre las otras prendas, que lo constituyen tan sobresaliente, y completo orador, logra singularmente, a expensas del rigor de su eloquencia, y natural facundia, dar felizmente a luz, y persuadir a todos, todo quanto concibe; aun siendo siempre tan esquisito, noble, y delicado en qualquiera de los diversos asumptos, que se le presentan. Lo que bien se demuestra en la idea, que en el presente se propuso; verdaderamente la más propria, y a proposito para el téatro, para sus circunstancias, y principalmente, para promover, y radicar el nuevo culto, y veneración de su sagrado objeto: este fue hacer ver Demostrada por el Santissimo Christo de Burgos la Nobleza, y Piedad de los Montañeses; y lo logró de suerte, que creó, que en adelante no necesiten, ni puedan encontrar mejor, ni igual Egecutoria estos muy Ilustres Cavalleros, para persuadir a el Mundo, como verdadad (sic) incontestable, su Piedad, e Hidalguía: pues en esta sola, y reducida Pieza, tienen ya como en el mas precioso Nobiliario, no solo quanto pudieran ministrarles para ello en la historia antigua, y moderna de su Nación, los Anales de la Monarquia, y qualesquiera otros monumentos; sino con tanto más sólidos, y ventajosos testimonios, quanto exceden a todos los humanos, los sagrados, y divinos, que para ello produce; y todos dados para demostración de esta verdad, por la misma sacrantisima Imagen. Estos son, lo maravilloso de su origen (sea el que fuere, según el diverso modo, con que sobre él han discurrido los Autóres) su prodigiosa venida a la Ciudad de Burgos, Corte y Capital del Reyno de Castilla; los extraordinarios, y milagros medios, con que vencido la fuerza, industria, y diligencia humana, ha querido, desde entonces hasta ahora, conservarse en la misma Ciudad, y Templo mismo del observantisimo Convento de Religiosos Agustinos, que fue el que aun antes de venir, destinó para su habitación, y teatro de sus cultos, y veneraciones; su conservación, e incorrupcion propria, y participada a todas las cosas, que logran su contacto; y finalmente, la generalidad, y frequencia, con que a todos allí, propios y estraños, franquea sus beneficios. Todos los quales testimonios, aunque, como hechos innegables, han sido, y serán siempre venerables,

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auténticos, y notorios a el Mundo, nadie avia leido, entendido, ni percibido en ellos este particular fin, y destino, a que, como otros altisimos, los ordenó la Magestad de Christo, hasta ahora que el ingenio, viveza, y perspicacia de este Sabio Orador lo descubrió, y manifestó, con tanta solidez, que me persuado, a que ya no havrá Crítico, por rigido que sea, que leído este Sermon, no lo suscriba, y se declare por el mismo dictamen: y con tanta honra, y gloria de esta ilustre Nacion, que no havrá ya, a mi juicio, alguno, Natural, u Originario de ella, que no lo conserve, como el mas precioso monumento de su Piedad, y Nobleza, y la de sus Mayores. Y con mucha razón ¿Pues quien hasta ahora pudiera seriamente persuadirse a que toda esta serie, y conjunto de maravillas, beneficios, portentos, y milagros, obrados por medio de esta Santa Imagen, pudiera de algun modo ordenarse para demostrar la Piedad y Nobleza de los Cavalleros Montañeses; siendo así, que el dar a conocer, y demostrar a los hombres su Piedad propria, ha sido siempre uno de los motivos, que Dios ha tenido para obrar aún menos, y menores prodigios, por medio de otras Santas Imágenes suyas, de su Santísima Madre, y de sus Santos? ¿Ni quién, antes de ahora, creyera, que demostrar esta verdad a los hombres, avia de ser uno de los motivos, para que esta Sagrada Imagen prefiera este lugar, a los demás del Mundo, para habitar en él perpetuamente, como Santissimo entre sus Santos Ciudanos, Siervos, y amados Hijos: que así expone Cornelio el célebre lugar del segundo de los Machabéos (sic), de que tan a propósito se sirve el Orador: Deus non propter locum gentem; sed propter gemtem locum elegit, ut in eo sibi conderet Domun, puta Templum, in quo, quasi Santissimus inter Santos Cives, Servos & Filios suos havitaret? Pues así es, y asi lo convence este grande Orador, con christianas, piadosas, y solidas razone (sic), sin que en todo el Sermon se haya cosa alguna, que se oponga a la Pureza de nuestra Santa Fé, y buenas costumbres, ni a las Regalias y determinaciones de Su Magestad; por lo qual, podra V. Excia. siendo servido, conceder la licencia que se pide para su impresión. Asi lo siento en este Real Colegio Augustiniano de San Pablo de México, a 3 de Agosto de 1775. Fr. Francisco Xavier Velarde PARECER Del P. Dr. D. Joseph Gómez de Escontría, Examinador Synodal de este Arzobispado, Calificador del Santo Oficio, y Prepósito de la Real Congregación del Oratorio de San Felipe Neri de esta Ciudad. & c. Sr. Provisor. Por orden de V.S. he leido el Sermon, que predicó el R. P. Lector Fr. Juan Agustin Morfi, a mayor gloria de nuestro adorable Jesús en su milagrosa Imagen de la Nobilisima Burgos; y soy del sentin (sic), que a mas de no contener cosa alguna opuesta a la nuestra Santa Fe, buenas costumbres, y Regalias de su Magestad,

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es una oracion perfectamente buena, como producción legítima de su Sabio, y Erudito Autor, digna por tanto de multiplicarse en los moldes. Casa de Señor San Joseph el Real, y Julio, 29 de 1775. Dr. Joseph Gomez de Estontría. PARECER Del M.R.P. Fr. Francisco Garcia Figueroa, Lector Julilado, Calificador Propietario del Santo Oficio, Padre de la Provincia de Santa Elena de la Florida, Padre Ex Ministro Provincial Inmediato de esta del Santo Evangelio, y actual Guardian del Convento grande de N.S.P.S. Francisco de México. M.R.P.N. Mntro. Proâl. Mandame V.P.M.R. que exponga mi dictamen sobre el Sermon que el P. Lector de Prima de Sagrada Theología Fr. Juan Agustin Morfi, predicó en la primera fiesta, que al Santísimo Cristo de Burgos consagró la Noble Nación Montañesa en la Iglesia de este Convento de N.P. San Francisco el dia tres de mayo del año presente, y aviendolo leido con atención, encontré en él un argumento el mas a proposito, que pudo inventar el Orador, para encender mas, y llevar adelante los designios, que esta Noble Porción de España se tiene ideados para el mayor culto del mismo Crucifixo; porque la Nobleza, Piedad, y Religión de los Señores Montañeses, aquí se encuentran un testimonio irrefragable de quanto pueden apetecer para su mayor lustre, y decoro. Este argumento así propuesto por el Orador lo lleva al cavo con estilo gallardo; y sin afectación, con viveza, con solidez, y en una palabra, con todos aquellos cavales, que exige una perfecta Oración. Por tanto, y por no tener cosa, que se oponga a nuestra Santa Fé, ni a las Regalias de su Magestad, y Leyes del Reyno, sobre impresión de Libros, puede V.P.M.R. conceder su licencia para que se imprima. Este es mi parecer, salvo, &c. Convento de N. P.S. Francisco de México, y Junio 2 de 1775. Fr. Francisco García Figueroa. Licencia del Superior Gobierno. El Excmo. Sr. BayRío (sic) D. Fr. Antonio María Bucareli, y Ursua, Henestrosa, Laso de la Vega, Villacís, y Cordova, Cavallero Comendador de la Bobeda de Toro en el Orden de San Juan, Teniente General de los Reales Egercitos de S. M. Virrey Governador, y Capitan General del Reyno de Nueva España, Presidente de su Real Audiencia, Superintendente General de Real Hacienda, y Ramo del Tabaco, Juez Conservador de éste, Presidente de su Junta, y Subdelegado General de la Renta de Correos en el mismo Reyno. Concedio su Licencia para la impresión de este Sermón, visto el Parecer del M.R.P. Mro. Fr. Francisco Xavier Velarde, Provincial que fue de la Provincia del Dulcisimo Nombre de Jesus de Augustinos calzados de esta Corte, &c. Como consta por su Decreto de 11 de Agosto de 1775 años. Nos el Dr. D. Joseph Ruiz de Conejares, Abogado de los Reales Consejos, Ordinario del Santo Oficio

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de la Inquisición de este Reyno, Juez Provisor, y Vicario General de este Arzobispado, por el Ilmo. Sr. Dr. D. Alonso Nuñez de Haro, y Peralta del Consejo de S.M. Arzobispo de esta Santa Iglesia Metropolitana, & c. Por el tenor del presente, y por lo que a Nos toca, concedemos Licencia a D. Isidro de la Peña, para que pueda dar a las prenzas (sic) el Sermón, que refiere en su pedimiento, atento a que reconocido de nuestra orden, no contiene cosa contraria a Nuestra Santa Fé, buenas costumbres, ni Regalias de S.M. (Dios le guarde) con calidad de que no se de al público, sin que primero por el Aprobante se coteje, y por el Oficio se tome razon. Dado en la ciudad de México a primero de Agosto de mil setecientos setenta y cinco. M.F. Dr. Ruiz. Por mandado del Sr. Provisor, y Vicario Gral. Jacinto Antonio Vazquez. Notario mayor. Fr. ISIDRO MURILLO DE LA REGULAR OBservancia de N.S.P.S. Francisco, Predicador General, Ex Difinidor, P. Ex Pro-Ministro, y Ministro Proâl. De esta Provincia del Santo Evangelio, Custodias de Tampico, y Nuevo México, Monjas de Santa Clara, Hermanos de Tercer Orden de Penitencia, y Siervo, & c. Por las presentes, firmadas de mi mano, y nombre, selladas con el Sello mayor de nuestro Oficio, y refrendadas de nuestro Secretario, concedemos nuestra bendición, y licencia, por lo que a Nos toca, para que pueda dar a la estampa un Sermon, que el dia tres de mayo de este presente año de setenta y cinco, en la solemne fiesta, que la Nobilisima Nación de los Señores Montañeses, hicieron a la Santíssima Imagen del Señor de Burgos en la Iglesia de nuestro Convento, predicó el P. Fr. Juan Agustín Morfi, Lector de él de Prima de Sagrada Theología, atento a constarnos no tener cosa, que se oponga a nuestra Santa Fe, Sagrados Canones, y buenas costumbres; según la aprobacion, que de él nos dio el R.P. Fr. Francisco García Figueroa, Lector Jubilado, calificador Propietario del Santo Oficio, Padre de la Provincia de Santa Elena de Florida, Padre Ex-Ministro, Provincial immediato (sic) de esta nuestra del Santo Evangelio, y Guardian del referido nuestro Convento grande de México: la qual aprobacion, mándanos se ponga en esta nuestra licencia: Servatis in riliquo coeteris de jure servandis. Dada en el sobredicho Convento de N.S.P.S. Francisco de México en siete dias del mes de Junio de mil setecientos setenta y cinco. Fr. Isidro Murillo. Mntro. Proal. Por mandado de S.P.R. Fr. José de Tobár, y Castilla. Secretario Reg. Tip. Prov. f. 167.

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IHS UT OMNIS QUI CREDIT in ipsum non pereat; sed haveat vitam aeternam Joan, 3 in cap. Instruyendo el Salvador a Nicodemos en los mysterios de nuestra fe, le decia, que era necesaria su crucifixion, para que así como los Israëlitas mordidos de las viboras, con que castigó Dios su ingratitud, al vér la serpiente de metál, que erigió Moysés en el desierto, quedában libres de la ponzoña, tambien cuantos le viesen en la cruz, y creyendo Su Divinidad, pusiesen en él su confianza, adquiriesen una immortalidad (sic) gloriosa: con la condicion sin embargo, de que su fé fuese constante, y viva, animada de su cáridad, y acompañada de buenas obras. Véd, Señores, en esta doctrina un testimonio autentico de nuestra felicidad, como demostraré brevemente. No hay duda, por lo pingüe de vuestros valles, la varia amenidad de sus florestas, la frondosidad espesa de sus bosques, la multitud de arroyos, el caudal hermoso de sus rios, la abundante pesquería de sus mares, el abrigo, la seguridad, y bella colocacion de sus puertos os deben hacer amable vuestra Patria, por respecto a las comodidades de la vida, que os proporcionan estas ventajas; pero nada de todo esto le pudiera haver adquirido aquella estimación respetosa, con que sus émulos de vuestra gloria la veneran, si no se hiciese más recomendable por la nobleza de alma de sus Hijos. La fertilidad del terreno, la pureza de sus aíres, y la benignidad del clima, quando tengan algun influxo en las qualidades del espiritu, no es seguramente el que basta para hacer grandes á los hombres. La educación es la fuente, el primer origen del heroïsmo: y esta puntualmente la que desmintiendo los estrechos límites de la Provincia, produce tantos hombres útiles a la Nación, como Hijos á la Montaña. La que venciendo la propension natural, que os inclina a desfrutar (sic) las inocentes delicias de aquel ameno País, os arranca de su centro, os empeña en una vida laboriosa, y os distribuye en todas las órdenes del estado, para ser en ellas con vuestro esfuerzo, y luces, las columnas de la Monarquía, y hacer por este medio respetables las Montañas de Burgos en todo el Universo. Allí, apenas abrís los ojos a la razon, quando prevenidos de la cuídadosa solicitud de vuestros Padres, en cuyos pechos prevalece siempre la generosidad de sus Progenitores, os hallais adornados con aquellas prendas estimables, que cáracterizan un fiel vassallo, un Republicano noble, o por decirlo todo, un verdadero Españól. La constancia en las adversidades, la intrepidez en los peligros, el consejo en las empresas, la vivacidad en las egecusiones (sic), el amor al Principe, y el deseo al Imperio, a la gloria, y a la felicidad de la Nacion, son producciones de aquellas máximas sentenciosas, que con su eloquencia familiar os saben persuadir vuestros Ancianos Montañeses. Sus sentimientos sobre el heroïsmo son tan sublimes, que ni aun así os juzgarían dignos sucesores de su nobleza, si a demás de todas aquellas virtudes, no os admirásen inflamados de un zelo ardiente por la verdadera Religión. Si Señores, bien sabeís, que tan lejos de la vagatela qualquiera de aquellos Ancianos Padres de familia en las conversaciones frequentes con sus pequeños hijos, que en cada uno de ellos se advierte un vivo exemplar, una fiel copia del otro Montañes, el Grande

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Mathatias, quando en el momento de espirar les decia a los suyos:42 ¡O Filis! aemulatores estote legis, &c date animas vestras pro testamento Patrum vestrorum: Hijos mios, zelad resueltos la pureza de la divina ley, reñid intrepidos las guerras del Señor, derramad gustosos hasta la ultima gota de vuestra noble sangre en defensa de la Religion de Vuestros Mayores. Bien sé, que estas verdades las tachará, puede ser, la emulación, o como esfuerzos de la lisonja, o como exageraciones del apasionado; pero refrenará su audacia el lugar sagrado en que me mira, confundirán su malicia los proprios hechos. Verán, que aquellas doctrinas, aprendidas en una edad, que no podía oponer el menor obstaculo, a su evidencia penetraron hasta el fondo de vuestro espiritu, y son los incentivos, que os hacen trabajar a la verdadera gloria. Ellas os presentan frequentemente en la idéa aquella multitud innumerable de Campeones vuestros Paísanos, que yá con la pureza de su doctrina, yá con la rectitud de sus consejos, y yá con los filos de su espada, liberaron la Patria del yugo sarraceno, la exaltaron a los apices del honor, y propagaron la fé ortódoxa en toda la Peninsula. Ellas, en fin, comunicandoos un zelo verdaderamente catolico, os hicieron Heroés de la Religion en España: Viriliter agite in lege, quia in ipsa gloriosi estis: y os aseguran por él mismo, según aquel testimonio de JESUS en el Evangelio, la adquisición de la vida eterna: Ut omnis qui credit in ipsum non pareat; sed habeat vitam aeternam. Esta verdad no se apoya en subtilezas (sic) del discurso; la demuestran vuestras acciones, y la confirma con sus prodigios la Santisima Imagen del Salvador, que venerais en Burgos, y cuyos cultos dilatais, yá hasta los ultimos confines de la tierra. No hay duda, Pondré a los ojos del mas apasionado, que aquel Simulacro hermoso es una executoria irrefragable de vuestra nobleza, de vuestra piedad, y religion, si la Purisima Reyna de los Angeles me patrocina, alcanzandome de su adorado Esposo la divina gracia. AVE MARIA IHS UT OMNIS QUI CREDIT in ipsum non pareat; sed habeat vitam aeternam Joan. Ubi supra. El IMPERIO DE ROMA (S.S.S.) Decía, Señores, que aquellas victorias, que elevaron las felicidades de Roma a la ultima exaltación, y dilataron su imperio con la conquista de casi todo el Orbe, entonces conocido, las atribuye mi Gran padre San Agustin a la practica de aquellas virtudes morales, que como efectos de una educacion racional, y varonil, les hacian constantes, sufridos, laboriosos, y moderados: observando, que ápenas con el dominio admitieron la profanidad, y vicios de los conquistados, se desvaneció su gloria 42  I. Machab. 2. 50.

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por momentos, hasta llorarse subjugados (sic) de los Barbaros. Bien podemos, pues, decir, en fuerza de tan autórizadas reflexiones, que si los Naturales de la Montaña aumentan cada dia sus blasones, es por la fidelidad con que observan las costumbres inocentes, y educacion severa de sus Antiguos Progenitores. Los titulos de honor, y los quantiosos caudales, con que muchos de ellos honraron, y enriquecieron sus familias, no disminuyó un atomo la seria disciplina de sus Padres. Contentos con lo necesarío, abominan lo superfluo: y sin prodigar lo que les sobra, saben darle destinos nobles, que acrediten su piedad, y demuestren al Mundo la beneficiencia de sus pechos. Llenos los corazones de sus hijos de estas glorias máximas, atraén sobre sí las bendiciones del Cielo, se hacen respetables al Orbe, y hacen resaltar aquella grandeza de alma, que les heredaron con la sangre. Desde su origen les hallareis recomendados con singularidad en la historia.43 Ellos, despues de hacer frente a todo el poder de Roma, bajo los muros de Espinosa de los Monteros: despues de haverle disputado, y dejado indecisa la Victoria en Aradillo: despues de haverles vencido en un singular combate dentro de la Patria; no temieron ir a la propria Roma, presentarse al Emperador, pare repetir el desafío, y asegurar con el triunfo, como lo hicieron, la posesión tranquíla de su amada libertad, dejando las arenas del Tiber embidiosas de su valor. ¿Y si así reñían por motivos puramente temporales: si ostentan tanto esfuerzo por un deseo natural de gloria humana: quanta seria su intrepidez, quando se hallaron empeñados en un guerra de Religion, y en la defensa de sus dogmas? Aquí, Señores, excedió su animosidad todas las exageraciones, y alentados como de nuevo espiritu, cada uno de aquellos Montañeses se acreditó Heroë. Aquí dieron principio a toda la nobleza de Castilla, y empezaron a merecer el epiteto glorioso de favorecidos de JESUS. En esta fatalidad comun a todo el Reyno, en que la violencia erigió las medias lunas de Mahoma, sobre las ruínas del Crístianismo: no contentos los Montañeses con resistir la entrada en su país a los Africanos: con mantener el fervor del exterior culto en sus Iglesias; y conservar la pureza del interior en sus corazones: deseosos de vindicar el honor de aquel Señor Omnipotente, que despues les havia de favorecer con su retrato en Burgos, se juntan a diferentes Caudillos, y bajan otros tantos arroyos, que fertilizando los llanos, los purifican de sus malezas: hasta que unidos bajos los Estandartes que aquellos Heroës prodigiosos el Cid Rui-Diaz, y el Conde Fernan Gonzalez, formaron un verdadero torrente, que inundó todo el Reyno de Leon, el de Castilla, y una gran parte de la Corona de Valencia: anegando en sangre de Paganos las abominaciones de Mahoma; y restableciendo la cruz a su anterior exaltacion. ¿Mas como no havian de vencer, si quando entraban al combate, ordinariamente llevaban prenuncios de la victoria en muchos oraculos divinos? Su piedad les atraía la bendicion del Cielo, y al acometer a sus contrarios, se admiraban socorridos, yá de Santiago, yá de los Angeles, y yá de la misma Reyna del Empireo (sic). Con estos auxiliares se hicieron benemeritos de la Iglesia, y tan necesarios a la Corona, como lo demuestran los privilegios, esenciones, y prerrogativas, con que les ennoblecieron los Reyes: hasta confesar agradecidos, deber a su hidalguía, la educación, el honor, la conservacion, y aumento de todos sus estados.* Así se explica Fernando IV, hablando con el Concejo de la Ilustre Villa de Santillana. Pero el testimonio 43  Sierra, historia del Santo Cristo, & c.

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más autentico de aquellos Naturales de la Montaña, no desmayaron jamás en la continuacion de su merito, le tenémos sin duda en la Imagen Santisima de JESUS de Burgos. Mientras la impiedad les tuvo con las armas en la mano, y sin aquel reposo necesario a la promocion del culto, les favoreció el Señor por diferentes admirables medios conformes todos a la situacion actual, que les oprimía: luego que su valor disipó los enemigos de nuestra fé del Reyno de Castilla, les confia un retrato de su hermosura, como premio de los pasados servicios, y rehenes preciosos de sus futuras glorias. Bien pudiera la Piedad divina haverse satisfecho con las honras, y favores, que siempre les hizo, y aun les franquéa por mano de su amabilisima madre en diversos prodigiosos retratos de su belleza, como el de las Caldas en el valle de Buelna; el de Soto en el de Toranzo; el de los Castros en el de Guriezo; el de la Barquera en San Vicente: la Bienaparecida en la Hoz de Marrona (sic): el de Montes Claros en las inmediaciones de Reynosa; y otros muchos. Sin tanta repetición de finezas, viven justamente muy satifechas de su fidelidad varias Provincias. Pero si el Criador (sic) procediese con esa moderacion, por respeto a los Montañeses, igualaría su mérito al de los otros: y siendo justo Remunerador de los servicios, que recibe, debía particularizarles en el premio, como ellos tambien en los obsequios se singularizan: y por lo mismo para demostrar la excelencia de la piedad montañesa, y fomentar aquel zeloso espiritu, que la conduce al desagravio de sus ofensas, les confia su retrato de aquella aptitud, en que le puso la perfidia de los Hebréos: y le obstenta admirable por su invencion, por su estructura, y por la multitud de portentos. Un mercader piadoso,44 que bolvia de Flandes, despues de haver sufrido una tempestad furiosa, vió un cajon nadando sobre las olas, recogele sólicíto, y abierto a presencia de todo el equipage, encontró en él este admirable Crucifixo, con los brazos cruzados sobre el pecho, y aunque sin cruz, formadas yá las heridas de los clavos, y de la lanza. Alegre con la invencion de tal preséa, la reserva al cumplimiento de un voto, destinandola desde entonces al convento de los Augustinos de Burgos. Observa el Historiador doctisimo de nuestros dias, que el repetido milagro con que acreditó la piedad divina ser su voluntad se conservase esta joya en aquel religiosisimo convento, arguye el cuídado singular de la Providencia por esta divina Imagen; y prueba haver sido ella quien la condujo de un modo tan raro a la capital del Rey Católico, a la ciudad de Burgos, corte del Reyno de Castilla, donde la religion, y culto de los Santos há florecido siempre sin interrupcion alguna. En efecto, aunque de su origen nada se sabe con evidencia, es tradicion constante en aquel venerable Monasterio, apoyada en congeturas solidisimas, que esta prodrigiosa estatua es obra de Nicodemus, quien se la dio a Gamiliel, éste a Zaquéo, Zaquéo a Jacob, de cuyo poder pasó al de Simon, y que se mantuvo en Jerusalem, hasta que procurando los Cristianos su mayor culto, la llevaron al Reyno de Herodes Agripa, de donde la trasladaron a Berito, y de aquí, por la perdida de Oriente, para preservarla de los ultráges, que ya avia ensayado en ella la impiedad, la confiaron a la Providencia en las olas, quien correspondió generosamente su fe conduciendola aun a costa de milogros (sic) hasta Burgos.

44  Florez, ibíd., p. 507.

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¿No advertís, Señores, en estas continuas transmigraciones, que el Criador miraba esta soberana   Imagen de JESUS con el mayor cuidado de sus cultos? ¿Qué procuraba sus honores con un zelo semejante al que ostentó con la Santa Casa de Loreto, transportandola de un pais a otro, a proporcion que decaía la fe de sus havitadores, o soltaban la rienda en su vecindad a los insultos? ¿No conocéis en esta conducta a la Omnipotencia, que si confió la custodia de esta preséa a los Naturales de la Montaña, fue, porque haviendoles experimentado imperterritos en la defensa de sus paísanos, quando haciendo frente a la irreligion, se decían mutuamente con aquellos valerosos Montañeses de Israël: Moriamur in virtute propter fratres nostros (sic): Vámos a perder gloriosamente la vida por la libertad de nuestros hermanos: hallaba necesariamente más interesado su zelo, su fervor, y piedad en defender los intereses de la gloria de su Dios? y, por último ¿no descubrís evidenciada, en esta preferencia de Burgos, aquella verdad que me propuse en este discurso: que la ubicacion de esta Santisima Imagen era demostracion de la nobleza, y de la piedad montañesa? No hay duda. Ella es irrefragable como la tiene yá establecida el mismo Espiritu Santo en el libro segundo de los Machabéos: donde dice: Non proter locum gentem; sed propter gentem locum Deus elegit: No elige Dios la gente por las circunstancias del lugar; sino que escoge el lugar por la virtud, y meritos de la gente, que le havíta: y el honor, y nobleza del alma de los naturales de un país, es lo que dá el verdadero lustre, y explendor a las Provincias: Ideo ipse locus fiet socius bonorum. Pero si no quereis admitir aquella congetura sostenida por uno de los mayores críticos de nuestros tiempos:45 os veréis obligados a confesar con otros, que este asombro es fábrica de los Angeles, quienes con reverente obsequio le condujeron en sus brazos a la tierra. Ni supuesta su estructura, queda arbitrio para imaginarle otro origen. ¿Porque donde, Señores, donde hallareis alguna tan sólida, que revista por sí misma la voracidad de los siglos, y que comunique la incorruptibilidad a quanto toca, como lo hizo esta Imagen con el cendal, y cruz, que en su primera colocacion se le puso: y esto mientras gozan la dicha del contacto, pues separadas se disipan con la facilidad que las vulgares? ¿Y que fuese al mismo tiempo de una docilidad tan prodigiosa, que cediese a la comprension mas ligera de la mano, como si sus carnes fuesen no solo naturales, sino vivientes? ¿Dónde encontrareis Artista tan delicado, que despues de dár la ultima perfeccion al todo trabajáse el cavello con tanta industria, que dividido el uno de otro, persuadiese a los inteligentes mas advertidos no sea fabricado; sino nacido? ¿Dónde, por ultimo, pudieraís descubrir Artifice tan discreto, que supiese dár á la estatua aquel aspecto severo, y magestuoso, que ni aun se puede leer su descripcion sin pasmo? Si. La noticia solo de la gravedad, y la hermosura de su rostro es mas que suficiente a llenar de un sagrado horror los pechos mas audaces, y a penetrar de confianza los mas abandonados corazones. ¿Qué mucho, pues, que vista se haga respetar de quantos la observan? La Reyna Doña Isabél, cuyo valor se puede computar por el de muchos hombres, viendo el movimiento natural con que dejó caér uno de sus brazos, al sacarle un clavo, que deseaba poseër su devocion, cayó sobre las aras sin sentido. Aquel gran Capitán por excelencia, que por la heroïcidad de sus hazañas, fué el terror de la Italia, y la admiracion del Mundo, ápenas se acercó a besarla, quando poseído de un temor mas que humano, confesó humilde, que la empresa era muy superior a su esfuerzo. En una palabra, quantos la miran, convienen uniformes, que así por su estructura, es una copia fiel, una idéa exprísiva (sic) de su divino Original. 45  I. Florez. Ibidem. * 2. Sierra

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Este es, Señores, el mas sublime de vuestros blasones: este el que cáracteriza religiosos vuestros trofeos: este, en fin, el tésoro ineshausto (sic), que confió a vuestra piedad la Omnipotencia de un Dios: y vosotros los felíces escogidos para custodiar lo figurado por aquella serpiente de métal, que erigió Moysés en el desierto, y que con sola su vista comunica la salud a todo un Mundo. Si ciertamente. Sabéis muy bien, que una, o la mayor de vuestras glorias, es poseër este gazofilacio (sic) de la piedad del Criador (sic), abierto a todo el Universo, por la generalidad con que á todos franquéa sus beneficios. Nadie hasta ahora recurrió debidamente a su amparo, sin hallar en un felíz despacho todo el consuelo. Nadie imploró su defensa, sin encontrar en sus afliciones el auxílio: siendo el Santisimo Crísto de Burgos el géneral Bienhechor de todas las Naciones. Asi lo públican ellas mismas, concurriendo en numerosa multitud a aquel sagrado templo para obtener de su piedad alguna gracia: y lo mas frequente para testificar su gratitud por los favores yá recibidos. Reflexionad ahora, Señores, en lo que llevo expuesto, y concluireis, que quien socorre con tanta liberalidad a los estraños, necesiariamente ha de ser mas benefico con los propios. Quien para cálificar vuestro zelo, os confia el instrumento de sus piedades, en esto mismo os hace los primeros acreëdores a sus finezas. Y si no, recorred la memoria. Véd ¿en qué tiempo, en qué ocasión, en qué necesidad recurristeis a su amparo, que no le hallaseis dispuesto a favoreceros? Si alguna vez la esterilidad, o la peste insultaron vuestras Provincias, parece lo permitió su bondad, para solo probar vuestra confianza, pues el mejor gemido, que le dirigisteis, os comunicó puntualmente la abundancia, y restituyó la salud. Por último, llegó su bandad por vosotros a tal extremo, que él mismo por medio de sus Imágenes sale a hacer frente a los peligros, por poneros a cubierto de los riesgos. Ved el testimonio. Muy descuidado estaba Angel Martinez una noche en su cama, quando callendo una centella, derribó sobre él una gran viga, y prendiendo el fuego en la casa, amenazaba reducirla dentro de breves horas á pavesas. En la fatalidad de este conflicto (¡Qué maravilla!) un retrato del Santisimo Cristo de Burgos, que tenia su devocion en el mismo cuarto, se desprendió por si proprio (sic) de la pared y se vino a poner en la cavezera del techo, como ostentando en la maravilla de la accion, su patrocinio: y con esta defensa se apagó en el momento el incendio, y dio lugar a que le sacasen a él, y a su Esposa libres del fracaso. ¿Pudo acreditar de un modo mas solemne su proteccion, y el esmero con que procura el bien de los Hijos de la Montaña? Pues esta misma fineza la esperimentais constantemente en los paises más remotos, en las mazmorras mas olvidadas, en los obscuros calabozos, favoreciendoos siempre con los mas acreditados portentos. Buenos testigos de esta verdad son aquellos dos afortunados cautivos, que hallandose presos en Orán, y sin esperanza de vér jamás su amada patria, a la invocacion de su nombre, se hallaron en el puerto, y con proporciones de conducirse a la presencia de su Redentor, a poner en aquel templo sus cadenas, para testimonio del beneficio. Lo confirman con igual evidencia otros dos oprimidos inocentes vuestros Paisanos, que presos en las carceles de la Chancilleria de Valladolid, por la falsa imputacion de gravísimos delitos, la vispera de salir a perder infamemente las cabezas a un cadahalso: no hallando remedio humano a su miseria, clamaron humildes el socorro del Santo Cristo, y al momento se les cayeron insensiblemente las prisiones, se les franqueó la salida del calabozo, y se hallaron con libertad de ir a Burgos a solemnizar un devoto novenario, y ofrecer los grillos ante el simulacro hermoso de su Omnipotente Bienhechor. Finalmente,

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son tantos los prodigios de todas especies, que se admiran en aquel célebre Santuario, ya en la salud de los enfermos, yá en el socorro de los navegantes, y yá en la libertad de los energumenos: que no hay memoria de que desde su milagrosa invención, hasta este dia pasáse el presente sin alguno: siendo tan asombrosa su multitud, que embarazada la atencion del Ordinario, aunque se solemnizan con repiques, há cerca de un siglo, que no se autórizan con procesos: haciendose reparables por asombrosas, y por muchas las resurrecciones de muertos. De tal modo, que confundida en tan copiosa variedad la idéa de su Historiador, exclama, como otra vez el amado Evangélista, hablando del Original: son tantos, dice, y tan diferentes los portentos, que egecuta el Señor por medio de esta admirable Imagen, no si todos se huviesen de exponer, no cabria en el Universo lo escrito: Nec ipsum arbitror Mundum, capere posse eos, qui scribendi sunt libros. ¿Y podré yo comprehender en esta generalidad la mayor, y mas estupenda de sus maravillas? ¿Me acobardará tan poderosamente el temor de seros molesto con lo dilatado del discurso, que no haga expresion de aquel asombro, en cuya piadosa egecucion fundais el principio de vuestra felicidad eterna, que os anuncié a nombre del mismo JESUS, desde mi exordio? Ut omnis qui credit in ipsum non pareat; sed habeat vitam aeternan. No Señores. Defraudaria con un silencio importuno á la devocion pública de su mas firme apoyo; y a vuestra nobleza del testimonio mas autentico de sus glorias. Si ciertamente. ¿Porque cómo podréis acordaros vosotros, ni escuchar mis Oyentes aquella variedad prodigiosa de aspectos con que se presenta el Señor a quantos le miran, sin concebir en vuestros corazones un deseo eficaz de corresponder noblemente sus adorables finezas: y excitarse en los pechos del resto de mi auditorio un poderoso estimulo a invocar sus socorros? Su respetuoso semblante es un espejo clarisimo de las conciencias. En él mira el justo la suma benignidad, que le merecieron sus buenas obras; y observa el pecador un diseño formidable de la divina justicia, que le está amenazando de muerte por la enormidad de sus culpas. De aquí nacen aquellas conversiones asombrosas, que aumentan cada dia la admiracion de los doctos, y experientados confesores de aquel religioso claustro; y que solemniza con inefables regocijos el Cielo: con cuya maravilla, quantos logran la dicha de besar los umbrales de aquel templo augusto, se restituyen a sus casas con la sanidad en los cuerpos, y la resurreccion a la gracia en sus almas. Este es, Congregación Ilustre, el hermoso objeto de tus afectos: este es el termino a que diriges la pompa, y magestad de estos cultos: y este, por ultimo, aquel principio inefable, cuya bondad inspira en los animos de los Hijos de la Montaña, aquellos movimientos de piedad, que os constituyen solidamente devotos: aquellos nobles sentimientos, que entre todos los vasallos de la corona os cáracterizan leales, esforzados, valerosos, y heroïcos defensores del honor de la Patria, de los derechos de la Nacion, y de las glorias de vuestro Rey: con tanto explendor en sus impresiones, que sin necesidad de recurrir á las poëzas (sic) antiguas, que lo demuestran: sin el testimonio de los Nacionales que lo públican: aún en nuestros dias lo experimentaron, y se vieron obligados a confesarlo con asombro los proprios enemigos de la religion, y del estado. De estos sentimientos traën su origen aquellos estímulos interiores, con que si tal vez alguno de vosotros, prevenido de la pasion, se abandona a la ciega direcion de su apetito, buelve inmediatamente sobre sí mismo, y para reparar el herror, lo sacrifica todo a la exaltacion de su cristiana gratitud. Emúle, pues Señores, emúle en hora buena el Mundo vuestras dichas: ellas son tan raras, que lo merecen justamente: ¿Porque qué racional no deseará con ardor tener al propio Omnipotente por garante de

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su felicidad? Pero arrojese a censurar vuestros blasones, quando pueda ostentar iguales triunfos. Vuestras dichas, como hemos visto, no son hijas del acaso, son légitimas producciones del mérito. Imiten, si pudieran vuestras empresas, y se harán dignos acreëdores a igual forfortuna. Vosotros les enseñareis con las acciones, que la nobleza del alma, la adherente fidelidad al Principe, y sobre todo el obsequio, la observancia, y defensa de los preceptos, y doctrinas de JESUS, es el camino real, que os condujo a la verdadera gloria * * * O.S.C.S.M.E.C.A.R.

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Normas

Normas para colaboradores Barlovento es una publicación editada semestralmente por la Dirección General de Extensión de la Cultura de la Universidad Autónoma de Sinaloa, con el fin de difundir trabajos de investigación académica, originales en su análisis y acordes al perfil establecido. En todos los casos, deben ajustarse a las siguientes normas de presentación:

1. Los documentos deberán ser inéditos. El envío o entrega de un trabajo a esta revista compromete a su autor a no someterlo simultáneamente a la consideración de otras publicaciones. Los trabajos entregados serán versiones definitivas. 2. Las colaboraciones podrán ser enviados por correo electrónico a: [email protected] o en CD a la dirección postal: Sierra del Carmen n. 1359. Fracc. Cañadas. C.P. 80179. Culiacán, Sinaloa, México. 3. Deberá indicarse, en hoja aparte, los siguientes datos del autor: nombre y adscripción institucional del autor; datos curriculares en español (media cuartilla); resumen en español en el que se destaquen las aportaciones y los aspectos relevantes del trabajo (máximo 10 líneas); palabras clave (5); domicilio, número telefónico, de fax y dirección de correo electrónico del autor. En el caso de coautorías deberán indicarse los datos de los colaboradores. 4. La extensión de los artículos puede variar entre 15 y 30 cuartillas y la de las reseñas entre 4 y 8 cuartillas máximo. 5. Los originales deberán entregarse a doble espacio con letra Times New Roman de 12 puntos (notas al pie en 10 puntos) en versión Word. 6. Las citas textuales menores de cuatro líneas, se colocarán a renglón seguido. Las siglas y referencias, así como la bibliografía deberán anexarse al final del artículo en este orden: autor (apellidos, nombre), obra (en cursiva), lugar de edición, editorial, año. Las reseñas incluirán las referencias completas de los libros comentados.

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7. Las notas a pie de página se indicarán con números arábigos en orden consecutivo, y aparecerán al pie de página con la referencia completa del material citado. Contendrán, separado por comas: autor (es), título (en itálica o cursiva), lugar de edición, editorial, año de la publicación y número de la página o páginas citadas. Las citas de publicaciones periódicas: autor, título del artículo (entre comillas), nombre de la publicación (en itálica o cursivas), número, lugar y fecha de publicación, y número de la página o las páginas citadas. 8. Los cuadros, mapas, imágenes y fotos se aceptarán en originales o copias digitales de alta resolución, y se concentrarán en archivo aparte. Se incluirán los títulos, pie de foto, créditos y permisos correspondientes (si fuera el caso). En el texto principal se mencionará su ubicación.

licitar cambios al autor. Una vez aceptado, el texto no podrá modificarse. Se dará un acuse de recibo en menos de 15 días después de recibir el manuscrito. El resultado del arbitraje se comunicará por escrito al autor en un plazo razonable. 11. Barlovento. Revista de Historia del Norte Novohispano requiere, sin embargo, que los colaboradores cedan los derechos de autor a esta revista, mediante el formato que se les hará llegar  como parte del proceso editorial, para que sus trabajos puedan ser publicados, reproducidos, editados y transmitidos públicamente.

9. En caso de requerir mayores informes acerca de las normas editoriales o ejemplos de referencias de fuentes, favor de dirigirse a la siguiente dirección: [email protected] 10. La aceptación de los trabajos dependerá de la evaluación confidencial de dos especialistas anónimos. De acuerdo con ésta, se podrán so-

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