Breve análisis político sobre Corea del Norte

Vistazo a una reserva natural política llamada Pyongyang: Un comunismo utópico hecho carne.

Kim Il- sung, Kim Jong- il y Kim Jong- un; aunque parecidos, son los nombres de los tres únicos mandatarios de la República Democrática Popular de Corea (RPDC), una nación del oriente asiático de la que con temor se habla en gran parte de occidente, pero de la que muy poco en realidad se conoce a precisión. El primer Kim, fue un personaje con el que se le solía vincular muy estrechamente con Mao Zedong: un presunto héroe en la lucha contra el opresor extranjero y quien fuera el fundador de la patria con la colaboración de la históricamente controversial Unión Soviética. Desde aquel momento en el que los soviéticos se vieron obligados a abandonar el territorio, más exactamente para el año 1948, Kim gobernó y fundó la República Democrática Popular de Corea, gobernando hasta su muerte en el transcurso de 1995. Posteriormente Kim Jong- il, su hijo, asumió el poder hasta que murió a finales del año 2011, momento en el cual Kim Jong- un, hijo de Kim Jong ll, asume el poder y hoy por hoy llama la atención de occidente con sus frecuentes amenazas nucleares. La información sobre Corea del Norte para el resto de países es muy escasa, casi que sale a cuentagotas, pero se conoce que la situación social del país es tensa y limitada. Una de las fuentes que recopila esta poca información es Rimjingang®, una revista que narra las miles historias de coreanos que a través de un río fronterizo con China han arriesgado sus vidas atravesándolo para llegar a una ciudad donde viven en medio de la clandestinidad, acogidos por asociaciones de su enemigo del sur y del Japón, donde reciben ayuda todos los refugiados.

Los norcoreanos no pueden vivir bajo el permanente riesgo de ser descubiertos en China, régimen que abiertamente colabora con Pyongyang, devolviéndolos nuevamente a Corea del Norte; dejándolos a su suerte y donde probablemente terminen recluidos en un campo de concentración hasta su muerte, razón por la cual emprenden un peligroso viaje a través de China con destino a países como Tailandia donde el asilo político es su única esperanza de supervivencia. No obstante, unos cuantos coreanos, viendo las condiciones de vida en el exterior y descubriendo la verdad de su país, del que tuvo que escapar para eludir la muerte por inanición o el castigo arbitrario, deciden volver a atravesar el río, infiltrarse en Corea del Norte con cámaras ocultas y grabar en medio de la clandestinidad entrevistas para luego volver a salir y emitir desde la frontera el material que obtuvieron. Por su parte, y para sorpresa de muchos, es menester señalar que Corea del Norte es una nación que en medio de su monopolización cuenta con una asamblea suprema, que cuenta con alrededor de 687 miembros. Se celebran elecciones cada cinco años para renovar los escaños de tal órgano legislativo. A su vez, se conoce que las fuerzas militarles desempeñan un papel fundamental que para el año 1993 estaban compuestas por 1'127.000 efectivos y otras fuerzas revolucionarias, entre las que se destacan la Guardia Roja de campesinos, con 3'800.000 efectivos y las tropas de seguridad que dependen de un ministerio de seguridad pública, conformado por algo más de 115.000 efectivos. Para el año 2006, Corea del Norte hizo explotar su primera bomba nuclear, a pesar de las notables amenazas que en este sentido había recibido por parte de los Estados Unidos y otros países. La última prueba nuclear de Corea del Norte se

realizó el 11 de Febrero de 2013 en el noroeste del país, desafiando incluso la prohibición del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, generando un gran estado de alerta en Corea del Sur y en Japón, los países más cercanos con los que Corea del Norte mantiene relaciones tensas. Conforme Amnistía internacional, entre las violaciones de derechos humanos en la República democrática Popular de Corea figuran entre otras el empleo de la tortura, la detención y el encarcelamiento arbitrario, la aplicación de la pena de muerte, las condiciones de reclusión inhumanas y la supresión prácticamente de las libertades fundamentales tales como la libre circulación y la libertad de expresión. Sin embargo, es poco lo que la propia amnistía Internacional puede hacer frente a esta situación al no tener personal de representación ni ninguna sede en Corea del Norte; circunstancias que a su vez, han generado preocupación frente a la alerta de diversos desertores norcoreanos que han sido testigos de la presunta existencia de campos de prisión y concentración, en los que se estima estaría privado de la libertad el 0,85% de la población. Sin dejar de lado la preocupación por la tensa situación y limitada democracia en la nación asiática, lo cierto es que occidente hasta el día de hoy no es el mejor ejemplo para dar cátedra democrática y de defensa de los derechos humanos a Corea del Norte. Son innegables los avances y la modernización que ha traído la ciencia y la tecnología que técnicamente nos han ayudado a solucionar diversas problemáticas de nuestro día a día, pero no es del todo errada -a mi juicio- la decisión de Corea del Norte no quiera aun ''Occidentalizarse'', porque está claro que ''occidentalizarse'' le ha costado a la humanidad sumergirnos en una lucha continua por acumular patrimonio y bienes materiales, perdiendo el interés en la

mayoría de los casos por otras cosas un poco más humanas como lo son la solidaridad y el respeto hacia el otro; lo que en ese orden de ideas indicaría que Corea del Norte está en deuda frente a sus ciudadanos en el reconocimiento de sus libertades individuales, el acceso a la información y aprendizaje mutuo, a conocer la verdad y la participación activa del pueblo frente a la construcción de una nación justa, participativa y democrática, en donde prevalezca el bienestar común. En definitiva, la filosofía de nuestra sociedad global debería ser una cohesión en la que todos aprendamos de los demás. Lamentablemente hay que reconocerlo: los gobiernos Neoliberales nos dan información técnica, pero no humana, convirtiéndonos en herramientas de producción y consumo para sus gobernantes y no en personas con sentido humano y social como tanto lo necesitamos.

De ustedes,

Adrián Sarmiento Vizcaíno.