Capítulo Dos

August 31, 2017 | Autor: Diego Paris | Categoria: Contemporary Art
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Capítulo Dos

"Todo lo que una persona puede imaginar, otros pueden hacerlo realidad."

Jules Gabriel Verne

Las escaleras infinitas me recorrían el vientre y así, mire lejana la
desdeñosa mirada de la virtud inclemente, de la diferencia inaudita; mi
cama y mis ensueños se mezclan en ventanas del futuro y del pasado. Al
mirar aquella luz que sale del ambiente me dirijo hacia el incandescente
calor, no logro ver nada, acepto la luz que me ciega. Entonces, noto
colores naranja, se vislumbra un paisaje y entro sin miedo a aquella
ventana infinita como si fuera un pez en la tierra.

Tierra dentro, estremece a la voluntad propia,

Caído se reconforta en la hoguera del alma pura,

Perdido andante se entrama en la pérdida de la vivencia elocuente,

Trastorno de la inmensidad del ancho vértigo naranja y azul.





Montañas enteras se despliegan ante mí, dos lunas iluminan aquel
perfume terrestre, el ambiente es pesado, las nubes de vapor rojo pululan
en aquella manta helada, los ruidos industriales ensordecen mi conciencia y
no logro concentrarme en él. Al caminar me doy cuenta de unos huevos
enormes de color azul con venas naranjas.



Confuso mi alegre estar,

Líquido viscoso se entrelaza ante mi voluntad,

Asimismo el día se alegra. Se carga en la pérdida de su aroma,



Afortunado. En mi bolsillo tenia aun mi libreta de dibujos, así que
comencé a pintar aquel huevo al que llame Íncubo, que significa "me
acuesto sobre ti". Íncubo (del latín incubare, 'yacer', 'acostarse').
Huevos incrustados en la tierra con tubos metálicos que proyectaban
imágenes sobre personas y sus pensamientos; se entremezclaban los murmullos
y me intrigaban, es como si aquellos huevos fueran las personas mismas. Al
devolverme a la entrada de aquél mundo me di cuenta de que el huevo estaba
roto, como si se hubiese roto por alguna imperfección y lo mismo le sucedía
al proyector. Creí en un momento estar fuera de allí. Al mirar mis pies
pude ver que estaban dorados, iluminados incandescentemente con un par de
garras doradas, luego me di cuenta de que eran cuatro pies y que poseía
un gran hocico. Pero además mi cabeza tenía unos grandes tubos dorados que
me hacían perder gravedad en aquel mundo, como si fueran mis alas. Entonces
me sentí como Gregorio Samsa.

Muta pequeño saltamontes,

Transfórmate como la mariposa alada,

Tiéndela en tu manto pérdida en mis exigentes halagados,

"Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, se
encontró en su cama convertido en un monstruoso insecto". La metamorfosis,
Franz Kafka.

-He mutado en un gran y fascinante dragón insecto dorado-. Mis
documentos insisten en que mi agenda de notas se desplegará
telepáticamente. Entonces me doy cuenta de que siempre escribía así, pero
no me había dado cuenta de que no utilizaba las manos para hacerlo, me auto
denominé, Ciclarchomcors.

Mostró la memoria olvidada,

Se trata como autoritaria la vida,

Los demás no cantan

Tan solo en la playa se extiende la hacienda.



Las laderas se despliegan en un gran valle y en aquellas nubes se
mueven cosas grandes como grandes alfileres que caminan sobre la tierra.
Inmensos monstruos se extienden en aquel valle con lagos. El ruido de sus
pisadas puntiagudas se siente caminar cerca de mí, su gran sombra me tapa
lentamente, mi instinto dice que hay un gran peligro, mis tubos se
encienden y mis pies corren como águilas, una gran trenza se despliega
rápidamente ante mis ojos. Tiene una gran figura de tenazas que rechinan en
su abrir y cerrar de metales afilados, ojeados en la estrecha ceguera de su
amenazante letargo, se entierran en el piso de mi ausencia espacial. Al
mirar lo que me perseguía, vi una gran araña metálica; sus ojos rojos me
miraban queriendo capturarme, encima llevaba los huevos que estaban
incrustados en el suelo, los utilizaba como si fueran baterías, como parte
de ella. También llevaba en la espalda otra gran cantidad de huevos pero
sin incrustaciones metálicas, esto me hace pensar que las arañas recolectan
estos huevos y los utilizan como baterías. Ponen las baterías en el suelo
y las conectan en el piso y se alimentan de ellas haciendo injertos y
juntándose en una alineación de los íncubos. Las llame arañas recolectoras
porque funcionan como motor de aquel mundo pues ellas recolectan estos
huevos para que el mundo en sí, viva. En su suelo reconozco que respiran
jadeantes aquellos vapores intensos, viven de nosotros, estos parásitos nos
acomodan y succionan de nuestras emociones en nuestro mundo. Así se dan
vida en el mundo que ahora veo.

Succionan mis sentidos, se alegra la noche ceguera,

Alimentando el líquido viviente, atrapado mí encanto se destruye,

Nací libre para morir atrapado en las fauces del tiempo,

Qué tipo de dios se alimenta de mí, qué tipo de vida me succiona hasta la
muerte,

Por qué la mortalidad se extiende hasta infinito,

Nos enseña a sufrir para alimentarse de mí, perdió.







Corriendo a pasos agigantados, casi volando por la pradera, veo un
refugio de la araña recolectora. Pueda que me pierda, un campo de flores
amarillas a lo lejos. Salto danzante, hacia el campo de flores evitando
las tenazas de la araña, mis tubos de oro vibran y producen mi vuelo,
pequeño a gran velocidad la sensación de mis pies, de mi primer vuelo
incauto de deleite, sentí por primera vez lo que no había sentido desde
niño cuando imaginaba que volaba intensamente con un par de saltos y me
sostenía en el aire, bien recuerdo que fueron fuerzas que salían desde mi
espalda parecidas a las alas, la diferencia es que no se sentía ningún
aleteo. Mi corazón brinca en alegría en aquella y larga caminata de diez
segundos que se alargan en adrenalina pura. Al aterrizar siento como una
suave nube se pone a mis pies y me oculto en aquellas flores.

Sagú mi segueta revienta,

El machete se acuna,

La sangre sale a la deriva como yo salgo a ella.

Espero quieto, inmóvil, ocultándome siempre, pensando en la tijereta,
tic tac, tic zag. Pasa y me relajo en aquélla ecología rara. No me
gustaría describirlo, solo lo voy a dibujar pues no hay palabras en tan
rara vegetación, algo así como potentes plantas carnívoras inmóviles, una
naturaleza muerta, diría un artista plástico. Para mí, es algo más que
eso, es tan solo una vegetación inerte que revuelca la amenaza. , ¡Ay! ,
que las arañas no entren acá. Considero entonces que estoy en un mayor
peligro.







Eterno bajo la raíz se encuentra el acecho,

Perdido en mi cara,

Extraviado en mi jerga,

La ventana negra se estremece.

Atento me interno en aquel bosque. Oigo unos sonidos extraños,
agudos, como si piaran pequeños pollos buscando a mamá. Al hacerme
lentamente a sus hojas, de aquella flor veo como unos polluelos pián
buscando comida, aun sus ojos cerrados, sus cabezas cabecean como muñecos.
De repente, veo cómo una planta de estas se mueve amenazante, redonda como
si fuera una caracola, con un pico afilado y con un polluelo atravesado
llevándolo lentamente a su hueco del caparazón, y así, acabando con su
sufrimiento.

Se estrangula,

La lamentable extrema tragedia,

Trémula carne roja y jugosa,

Depredara en la marcha se encoje.



A aquella planta depredadora la llamé, flor espinosa, ya que se
camufla en ese tipo de flores.

Al mirar el alba y sus flores marchitas por el paso del tiempo recordé en
ese momento que Baudelaire dice: "Yo encontré la definición de lo bello, de
mi belleza; es algo ardiente y triste, algo un poco vago, que aleja margen
a la conjetura. Voy a aplicar mis ideas a un objeto sensible, por ejemplo
el objeto más interesante de la sociedad, a un rostro de mujer...". Flor
espinosa la relaciono con el libro "Las flores del mal" de Baudelaire.
Esta idea de la flor del mal me llama la atención en cuanto la flor está
sujeta al objeto deseado de Baudelaire. "Afana nuestras almas, nuestros
cuerpos socavan la mezquindad, la culpa, la estulticia, el error y, como
los mendigos alimentan sus piojos, nuestros remordimientos, complacientes
nutrimos" (Extracto de "Al Lector". Las Flores del Mal). Verlaine (1844-
1896).

De repente, mi hambre aumenta, mi instinto se acelera como el de
volar. Me involucro en el ambiente y cuidadosamente me como la flor de un
zarpazo, mis fauces se enjuagan de saliva y yo simplemente me dejo llevar
como un dragón en historias de hadas, me alimento de la flor.




Observo bien los polluelos y parecen colibrís bebes con incrustaciones
metálicas, ahora recuerdo que este pájaro se alimentaba del humo de los
íncubos del vapor que salía de los tubos del huevo. Al colibrí, lo llame
colibrí ectópica ya que se alimenta de ectoplasma, pero para el diccionario
significa: Adj. Med. Que se produce fuera del lugar propio.

Esto me hacía pensar que estaban fuera de lugar así que me alimenté de los
polluelos.











Lamentable la estrella,

Deriva se esconde la alegre vida,

Se esconde y vive,

Vive de tras de ti en tu ángel perdido.

Por Diego Restrepo Paris

2008
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