cauntas

Abismo…

—Cuantas veces has intentado saltar del abismo, María, dime si lo has pensado.
—Ignacio, ¿por qué lo dices acaso tú lo has pensado?—María estaba completamente convencida que Ignacio, su mejor amigo de la infancia, solo lo decía para molestarla. Él siempre salía con esos apuntes curiosos que no la dejaban pensar y, sin embargo, la molestaban de sobremanera—deja de decir estupideces, más bien tráeme las cervezas y los porros que están cerca.
—me doy cuenta de que no es la primera vez que lo haces, hasta te gusta tirarte tú misma a ese lugar tan cruel y despiadado. Acaso no ves en lo que te has convertido.
—cállate, no entiendo el porqué de tus acusaciones, quien dice que fumar un porro me hace mal. Además, Ignacio, yo te he visto que te inyectas eso. Es peor de lo que yo hago. No te acuerdas que tú me lo ofreciste en aquella fiesta de once y yo lo acepte porque tú me juraste que la pasaríamos bien y no habría ningún abismo.
—Sí, créeme que me arrepiento de hacerlo, soy un completo bastardo. Pero si no fuera por mí el todavía estaría con nosotros.
—Fue mi culpa, yo permití que lo vendieras— unas lágrimas rodaron por el hueso de sus mejillas, estas giraron en círculos largos y delgados. Ella se acordó de ese viernes pasado, se encontraba como siempre fumando un porro que la hacía volar al cielo. Ignacio no le presto dinero, y los clientes no le quisieron pagar esa noche. En una caja de cartón, junto al excremento, las colillas y agujas dispersas se encontraba el niño con el dedo en su boca. María agarro al bebe entre sus brazos, le saco el dedo de su boca, podrido y gangrenado, intentó darle pecho, pero ni ella misma era capaz de sostenerlo. Ignacio entró con furia al lugar, de manera cortante agarró al bebé y lo tomó entre sus brazos. María se quedó sin decir nada, hasta que reaccionó. "Que haces por qué te lo llevas", "Es mejor para todos, me pueden dar una buena plata por esto, podemos comprar más", "Tú no eres el padre no te lo puedes llevar", "Cuando estabas embarazada no me dijiste eso, pero no importa, cualquiera puede ser el padre, aunque dicen que el que cría es el padre, yo lo he criado por ocho meses". Salió llevándoselo.
—Sé que la mafia lo tiene, y lo criaran para vender droga, me dieron poco por el solo me alcanzo para dos dosis, pero si hubieras tenido una niña y que fuera bonita, me hubieran dado el triple por ella.