Clima de negocios. ¿El que no arriesga, no gana?

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Departamento de Planificación y Políticas Públicas
Lic. en Relaciones Internacionales
Economía Política II
Clima de negocios. ¿El que no arriesga, no gana?

Autora: Hernández Labraña, Paula A.
Cohorte 2015
Docente: Docampo, César.
3er cuatrimestre. Año 2016.
En el campo de la economía política, ha sido bastamente tratado el
aspecto del denominado clima de negocios que relaciona de manera directa a
empresarios e inversiones, intermediando en este nexo con ciertos factores
determinantes. En este trabajo, se analizará el concepto de clima de
negocios, en tanto su participación en la economía interna e internacional
actual, así como la problemática de su medición.
Para empezar, se entiende por clima de negocios al entorno político,
económico, institucional y social en el cual las empresas y los inversores
en general interactúan en la concreción de negocios. Si en su definición
más general, los negocios refieren a aquello que es objeto o materia de una
ocupación lucrativa o de interés[1], cabe decir que, en el ámbito
empresarial, la definición del negocio es de suma importancia para la
empresa porque delimita las actividades que realiza, la asignación de
recursos y afecta la estrategia empresarial.
En este sentido, sabemos que el empresario buscará siempre la
maximización de sus ganancias y la minimización de sus costos, premisa que
no deja de incidir en el ámbito de las inversiones, en el que, al
delimitarse los determinantes de las mismas, nos encontramos frente a una
constante: la exigencia de un marco jurídico-institucional que compense al
inversor de la incertidumbre que su negocio implica.
Las inversiones son inciertas por definición, pues son tres las
variables que las componen y ejercen presión sobre la decisión de invertir:
tanto el retorno de la misma, la probabilidad de obtenerlo o el riesgo de
no hacerlo, y el plazo en el que se espera obtenerlo –que también determina
qué tan riesgosa será tal decisión.
Así, especialmente desde el enfoque clásico o neoliberal que exaltan
fervientemente la figura de los agentes económicos y el mercado, en
detrimento de la del Estado, se ha sostenido, de manera recurrente, la
importancia de contar con la estabilidad política de las normas que rigen
la inversión y la producción. Ergo, el Estado queda confinado a la única
funcionalidad de brindar estabilidad en el tiempo, transparencia,
generalidad a las reglas del juego de un sector o país, tal como se explica
en La inversión en la Argentina. Presente incierto, ¿futuro promisorio?
(2007). Esta línea teórica es la de la tradición clásica que apela a la
disminución del riesgo al manejo arbitrario del gobierno, especialmente en
la política económica, al concebirlo como un agente no capacitado para
hacer economía. Se deduce, así, la aparente necesidad de las empresas o
inversores de contar con buenas relaciones con los funcionarios oportunos.
En pocas palabras, se podría decir que el neoliberalismo y sus
beneficiarios no se limitan a poner a prueba el dicho popular "el que no
arriesga, no gana", aun cuando se asume que las inversiones de mayor riesgo
son las de mayor ganancia, pues su objetivo está siempre dirigido a ganar,
corriendo los menores peligros. Que los empresarios e inversionistas
pretendan ser privilegiados con estabilidad, cuando la volatilidad es
característica implícita de la economía, es particularmente superfluo en
países cuyas fluctuaciones son muy pronunciadas, como en el caso argentino.
Ahora bien, al trasladarnos a la economía internacional incurrimos en
el mismo paradigma del clima de negocios, en el que éste es definido por el
Banco Mundial como "el conjunto de condiciones que facilitan la actividad
empresarial en un país"[2], y además es considerado variable fundamental
para el correcto funcionamiento de la economía por la principal institución
financiera internacional, el Fondo Monetario Internacional (FMI). En este
sentido, el FMI se propone promover la estabilidad financiera, la
cooperación monetaria internacional y facilitar el comercio internacional
–entre otros de sus objetivos–, ejerciendo, a su vez, una función de
revisión de las políticas económicas aplicadas por los países, así como a
la situación económica y financiera nacional, regional y mundial a través
de un sistema formal de supervisión. En este marco, insta como "prioridad
fundamental para los gobiernos, a abordar los problemas estructurales de
larga data para impulsar la inversión, la productividad y el crecimiento
potencial. Las mejoras en el clima de negocios, la infraestructura y la
educación pueden fomentar unas economías más diversificadas, resilientes y
prósperas", tal como expresó en su Boletín respecto al crecimiento de
América Latina en abril del año 2015.[3]
Pero para el abordaje de lo que se entiende como "mejoras en el clima
de negocios", es necesario entender, también, cómo se mide el mismo. Para
este aspecto, cabe mencionar a la Corporación Financiera Internacional
(IFC) miembro del Grupo del Banco Mundial, como la principal institución
internacional de desarrollo que centra su labor exclusivamente en el sector
privado de los países en desarrollo y que elabora el ranking Doing
Business, proyecto que busca proporcionar una medición objetiva de las
normas que regulan la actividad empresarial y su aplicación en 189
economías y ciudades seleccionadas en el ámbito subnacional y regional.
Al recopilar y analizar detalladamente datos cuantitativos para
comparar en el tiempo los marcos reguladores de distintas jurisdicciones,
este proyecto pretende estimular cierto tipo de competencia entre las
economías analizadas, ofreciendo índices ponderables para incentivar
procesos reformistas.
Para esta recopilación, lo que comenzó, en 2003, con la utilización
de 5 grupos de indicadores, actualmente abarca 11 grupos distintos
compuestos por: apertura de una empresa, manejo de permisos de
construcción, obtención de electricidad, registro de propiedades, obtención
del crédito, protección de los inversionistas minoritarios, pago de
impuestos, comercio transfronterizo, cumplimiento de contratos, resolución
de la insolvencia y regulación del mercado del trabajo.
La resultante de la medición de estos indicadores, clasifica en un
ranking a las 189 economías –del 1 al 189– por su facilidad para hacer
negocios. Para el año 2015, éste ubicaba en primer y último lugar a
Singapur y Eritrea, respectivamente. Argentina se encontraba en el puesto
número 121.[4]
Otra medición importante a nivel internacional es el Índice
Competitivo Global (Global Competitiveness Index) del Foro Económico
Mundial (WEF), que mide la competitividad en 140 países a través de 110
indicadores agrupados en los siguientes 12 pilares: instituciones públicas,
estabilidad macroeconómica, eficiencia del mercado de bienes, eficiencia
del mercado laboral, sofisticación del mercado financiero, disposición
tecnológica, tamaño del mercado, sofisticación comercial e innovación.
Según este índice, Argentina se ubica en el puesto 106 de un ranking
del 1 al 140, donde 1 es la mejor posición en cuanto a clima de
negocios.[5]
El reporte de tal índice indica que
"Argentina cae dos lugares al puesto 106 con la continuación de los
malos resultados en las diferentes dimensiones del Índice. Las
excepciones son el tamaño del mercado (puesto 27), la absorción de
las TIC (52), y la educación de nivel superior y formación (39), que
están entre los mejores de la región; sin embargo, el rendimiento es
más pobre en la calidad general de la educación (108) y la calidad de
matemáticas y ciencias (113). Un entorno macroeconómico débil (114) y
el sector financiero ineficiente (132) frenan la inversión, con
líderes empresariales considerando las regulaciones de inflación y
divisas como los dos factores más problemáticos para hacer negocios
en la Argentina. El país se enfrenta a una profunda crisis
institucional, ubicándose en las posiciones más pobres del ranking en
cuanto a los derechos de propiedad (133), la ética y la corrupción
(137), la influencia indebida (135), la eficiencia del gobierno
(138), y la ética corporativa (138). La calidad de la infraestructura
(122) también se encuentra entre las más bajas de la región."[6]
En el análisis, podemos ver la insistencia general respecto al ya
mencionado marco jurídico-institucional. La demanda por seguridad jurídica
refiere a las posibilidades de violentar las restricciones que imponen las
leyes o carta magna a los políticos para el ejercicio de poder, que
pondrían en riesgo los derechos de propiedad y de la libertad de empresa y
de mercados. La desconfianza general del ámbito empresarial a la
arbitrariedad del Estado reside en que el funcionario o gobierno de turno
puede controlar precios, restringir exportaciones, obligar a vender a
pérdida un producto del mercado interno, entre otras cuestiones que
resultarían perturbadoras para el negocio, al provocar ineficiencias en la
operación o bien caídas del ingreso, que reducen los márgenes de ganancia.
Y esta inestabilidad jurídico-institucional también afectará a otro
factor importante de destacar, pues igual de importante es a la hora de
medir el clima de negocios: la infraestructura. Ésta plantea una dimensión
problemática en cuanto a que es un determinante importante en la toma de
decisiones de las inversiones, pero, a su vez, depende de los mismos
factores que éstas, al verse atada a su capacidad de atraer recursos para
la inversión en este sector. Así como, si es pública, depende de la gestión
y obtención del financiamiento suficiente, que, en países como Argentina,
las vuelven poco viables. El empresariado privado resulta ser el único
capaz de invertir en estas grandes dimensiones a un sector en que los
plazos de recupero suelen ser muy prolongados, y, como ya sabemos, su
voluntad de hacerlo estará sujeta a la institucionalidad y seguridad
jurídica.
Todo esto nos lleva a considerar que la historia económica de un país
condiciona fuertemente a los empresarios, que terminan promediando el
pasado con la visión futura en su estimación del escenario a largo plazo,
en el cual proyectan sus negocios. Los indicadores internacionales dejan un
fuerte registro de los vaivenes económicos de los países, llevando a
considerar que la inestabilidad de las reglas del juego ha impactado
fuertemente en inversores extranjeros potenciales que hubieran considerado
llegar al país pero finalmente prescinden de tales proyectos.
Como juicio valorativo, en este trabajo se entiende que los
indicadores elegidos (a modo de representación, pues son muchas las
entidades abocadas a la medición del clima de negocios, entre ellas también
la Universidad Católica de Argentina y la Universidad Católica de Córdoba),
son idóneos para su propósito, pero se propondría la incorporación de una
variable que refiera a las ganancias, pues, como se ha expuesto, ésta
representa la motivación principal del sector empresario. En este sentido,
se considera que medir la evolución histórica de las ganancias de un país,
puede decir mucho respecto a la situación actual. Si las decisiones de un
empresario se ven afectadas por la historia económica, ésta debería referir
no sólo a sus vaivenes sino también a la rentabilidad del sector privado
pues, en casos como el argentino, se suele dejar de lado el hecho de que la
misma es relativamente alta en la actualidad respecto a períodos
anteriores.
Como se explica en La trayectoria de las ganancias después de la
devaluación: la "caja negra" del crecimiento argentino (2007), para que se
frene el desarrollo de la inversión o la producción, no basta con que las
ganancias se reduzcan respecto a su nivel previo, pues éste puede ser
especialmente elevado por distintas situaciones –como lo fue, en Argentina,
el período de Convertibilidad–, sino que deben descender,
generalizadamente, por debajo de lo que se estima como su nivel normal, es
decir, al punto en que la rentabilidad de su capital esté en riesgo. La
estimación precisa de la tasa de ganancia de una economía nacional es,
ciertamente, muy compleja y dificultosa, pero se destaca la utilizada para
el caso que se cita, basada en el margen por unidad de producto (que es
igual al ratio entre el excedente bruto de explotación y el valor agregado
bruto) y el costo laboral por unidad de producto (o costo laboral ajustado
por productividad) como su contrapartida.[7]
En conclusión, se puede decir que el clima de negocios es un aspecto
de la economía muy subjetivo en su análisis pero que, en líneas generales,
la defensa de la rentabilidad del sector privado es muy fuerte, dejando de
lado la propia rentabilidad en su evolución histórica como uno de los
determinantes clave.(
Bibliografía consultada:
- Abram, A., de la Balze, F., González Fraga, J., Krause, M., y Rodríguez
Braun, C. (2007) "La inversión en Argentina. Presente incierto. ¿Futuro
promisorio?". Buenos Aires, Eseade.
- Ceriani, P., Kicillof, A., y Nahón, C. (2007) "La trayectoria de las
ganancias después de la devaluación: la "caja negra" del crecimiento
argentino", Notas de la Economía Argentina, Nº4, p. 4-12, CENDA: diciembre
2007, Buenos Aires, ISSN 1850-4779.
- Doing Business (2015), Doing Business 2016: Measuring Regulatory Quality
and Efficiency, World Bank, disponible en
http://espanol.doingbusiness.org/reports/
- Fanelli, J. M. (2012), "La Argentina y el desarrollo económico del siglo
XXI", Buenos Aires, Siglo XXI Editores.
- Fondo Monetario Internacional (2008), Argentina. Evolución económica,
Informe País del FMI No. 16/67, Fondo Monetario Internacional: febrero
2016, Washington D.C.
- Fondo Monetario Internacional (1944), Convenio Constitutivo del Fondo
Monetario Internacional, Fondo Monetario Internacional: 2011, Washington
D.C., ISBN 978-1-61635-259-2.
- Observatorio del Clima de Negocios en la Argentina (2015), Informe de
Prensa sobre el Índice de Condiciones Políticas y Económicas para la
Inversión (ICI), Escuela de Negocios de la Pontificia Universidad Católica
Argentina (UCA) y Ecolatina, disponible en http://www.uca.edu.ar/
- Universidad Católica de Córdoba (2016), Informe sobre el Índice de Clima
de Negocios e Inversión para la provincia de Córdoba (ICNIC), ICDA Escuela
de Negocios, disponible en http://www.icda.ucc.edu.ar/
- World Economic Forum (2016), The Global Competitiveness Report 2015-2016,
disponible en http://reports.weforum.org/


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[1] Así lo define la Real Academia Española.
[2] Fuente: Corporación Financiera Internacional (International Finance
Corporation - IFC) del Banco Mundial.
[3] Boletín del FMI del 29 de abril de 2015 disponible en
http://www.imf.org/
[4] Datos de la clasificación de todas las economías determinada con fecha
de junio de 2015 (Proyecto Doing Business).
[5] Datos de la clasificación del Reporte de Competitividad Global 2015-
2016 (WEF).
[6] Argentina: Performance Overview. Reporte de Competitividad Global 2015-
2016 (WEF).


[7] Ver recuadro ¿Cómo se estima la tasa de ganancia? en La trayectoria de
las ganancias después de la devaluación: la "caja negra" del crecimiento
argentino (2007), CENDA, p. 5.
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