Cosa de Hombres
Descrição do Produto
Revista Voz y Voto Julio de 2015
Cosa de hombres1 Flavia Freidenberg Investigadora Instituto de Investigaciones Jurídicas, Universidad Nacional Autónoma de México
El pasado mes de junio, el Premio Nobel de Medicina del 2001, el inglés Tim Hunt, sorprendió en la Conferencia Mundial de Periodistas de Ciencia en Corea del Sur al opinar que “las mujeres son una distracción”, ya que su presencia en los laboratorios deriva en “enredos amorosos que afectan a la ciencia”. Siguió afirmando que cuando hay mujeres trabajando con hombres: “te enamoras de ellas, ellas se enamoran de tí y cuando las criticas, lloran” y propuso que hombres y mujeres trabajaran en laboratorios segregados (El Universal, 10/06/2015). Esta desafortunada declaración no es una cuestión menor. Es bien sabido que el mundo científico continúa siendo un mundo masculino y este tipo de expresiones son una muestra más de lo difícil que es para las mujeres científicas realizar su trabajo en igualdad de condiciones a sus pares hombres. La condición de mujer continúa siendo un impedimento para su desarrollo profesional. Es un duro techo de cristal que un reconocido científico (hombre), ganador de un Premio Nobel, piense que para cuidar su salud afectiva, sus propias tentaciones, los laboratorios deban ser por género. Incluso cuando, al retractarse, se escude en que era una broma. El mundo de la política no es muy diferente. No sólo son pocas las mujeres que tienen cargos de representación popular (en relación, por ejemplo, a las que están en el padrón electoral), sino que además las que participan deben enfrentar duros obstáculos y prácticas discriminatorias que las invisibilizan, dificultan o impiden el ejercicio de sus derechos políticos. Muchas veces las mujeres enfrentan barreras que no son visibles y que se encuentran presentes en las mentes de los otros (en forma de estereotipos), en las acciones de los otros (hombres y mujeres) y en sus autoevaluaciones respecto a sus oportunidades reales para dedicarse a la política. En las últimas décadas, algunos países latinoamericanos han puesto en evidencia que la combinación de voluntad partidista, medidas de acción afirmativa (como la cuota de género o la paridad) con diseños fuertes (alternancia, fórmula completa, sin válvulas de escape y con sanciones efectivas), un sistema electoral “amigable” al género 1
La idea de usar esta categoría proviene del título del primer libro de Gabriela Polit-Dueñas denominado: “Cosa de hombres. Escritores y caudillos en la literatura latinoamericana del siglo XIX” (Buenos Aires, 2008).
Revista Voz y Voto Julio de 2015
(proporcional, con distritos medianos y grandes y lista cerrada y bloqueada), un fuerte activismo judicial y una sociedad civil comprometida con la exigencia del cumplimiento de las normas, ha sido clave para romper los durísimos techos de cristal. En estos momentos, hay razones suficientes para advertir que el nivel de participación y de representación política de las mujeres está cambiando en la región. El vaso no se ve medio vacío sino que está cada vez más lleno. El hecho de que el 40% de la población de América Latina y el Caribe esté gobernado por una mujer tiene consecuencias directas, tanto simbólicas como prácticas, respecto a las oportunidades de autonomía física y política de las mujeres en la región. El éxito de la paridad: más mujeres candidatas y más electas Las elecciones intermedias de México del pasado 7 de junio de 2015 pasarán a la historia por ser las primeras donde se han dado las condiciones para que el vaso se llene cada vez más. En estos comicios se dio el mayor número de mujeres candidatas y el mayor número de mujeres electas. Más de 2200 mujeres postularon para ser diputadas federales2, puestas muchas de ellas en los distritos más competitivos3; cerca de 3000 para ser legisladoras en los congresos locales, 13 para gobernadoras y en más de 800 ayuntamientos se registraron candidaturas paritarias a síndicos y regidores/as4. La próxima legislatura tendrá más mujeres diputadas que nunca. Los datos del PREP, cuyo último corte se difundió el 8 de junio a las 20:10 horas, estiman que la Cámara de Diputados incrementaría el número de mujeres diputadas de 89 a 117 en distritos de mayoría. El grupo partidista más grande de mujeres diputadas sería del PRI y sus aliados del PVEM (71 de 117). Si estos datos van en el sentido correcto, sólo en los distritos de mayoría la representación femenina se habrá incrementado más de 10 puntos porcentuales y se estaría en cifras superiores al 40 por ciento de mujeres por ambos principios de representación en el total de la Cámara5. El incremento de mujeres candidatas no fue porque los políticos-‐hombres decidieran voluntariamente poner mujeres en sus candidaturas. Las dirigencias políticas fueron obligadas por ley (y a fuerza de sentencias) a incluir mujeres. La reforma constitucional de 2014 aprobó la paridad de género, lo que exigió a los partidos que presenten el 50%
2 A pesar de estos datos, de los 300 distritos de mayoría relativa según el registro en el INE al 4 de abril de 2015, el 38 por ciento se le asignó a candidatas y el 62 por ciento fue para candidatos. Periódico Reforma. Mantienen varones candidaturas ganadoras. Publicado el 4 de abril de 2015. 3 El PRI asignó 6 de sus 20 mejores distritos de mayoría a mujeres candidatas. Cuatro partidos asignaron el 35 por ciento de candidaturas para mujeres en sus distritos más competitivos (PRI, PRD, Movimiento Ciudadano y PT en los distritos en que fue en coalición con el PRD). Periódico Reforma. Mantienen varones candidaturas ganadoras. Publicado el 4 de abril de 2015. 4 De todos los candidatos independientes, ninguno fue mujer. 5 En la actualidad, la representación femenina es de un poco más del 37 por ciento, siendo uno de los más altos de la región (junto a Bolivia, Ecuador o Argentina, entre otros).
Revista Voz y Voto Julio de 2015
de las candidaturas integrada por hombres y el otro 50% por mujeres a la Cámara de Diputados y al Senado, en la elección de legisladores estatales por ambos principios de representación, con candidaturas suplentes del mismo género, respetando la alternancia en listas cerradas y bloqueadas y prohibiendo que las candidaturas de un mismo género fueran asignadas a distritos perdedores (LGPP 2014, art. 3). El primer éxito de la paridad fue el número de mujeres candidatas. Esto generó la oportunidad de que se pudiera elegir a mujeres en distritos donde nunca se había presentado una y de que mujeres que llevaban años intentando ser candidatas consiguieran competir por un cargo de representación. El segundo éxito ha sido que efectivamente se incrementó la representación en la Cámara, es decir, el número de mujeres electas por ambos principios respecto a la elección de 2012 6 . Si bien los resultados no llegarán a ser de una paridad efectiva (50 por ciento de mujeres en la Cámara), hoy se está más cerca de alcanzar este objetivo. No es sólo cuestión de reglas Dado que las dirigencias se han reservado históricamente el derecho a nominar los candidatos, no les sentó del todo bien tener que poner a las “viejas” en los sitios que habían sido tradicionalmente de los caciques y, mucho menos, si esos distritos eran ganadores. Una de las estrategias para subvertir los candados de la paridad fue designar candidatas a las esposas, hermanas, hijas, o amantes de quienes iban a ser originalmente candidatos. Como ha planteado Clara Scherer (2015), “el prejuicio que está detrás de este tipo de selección, es la lealtad [...] en el caso de las mujeres, es peor: la sumisión. No se puede establecer claramente la línea entre una y otra, pues la lealtad implica seguir al pie de la letra las indicaciones de quien favoreció al pariente”7. La paridad puso en evidencia valores, creencias y prácticas nocivas en la manera de hacer campaña: rígidos estereotipos de género, criterios de selección discriminatorios (la familia vs. militantes experimentadas), intercambio de distritos entre dirigentes para poner a candidatas con vínculos de parentesco (por ejemplo, la hermana de un dirigente en el distrito electoral del otro y a la inversa), violencia verbal (amenazas e insultos como el de “las panochas en las cayotas, ¡no al palacio!” o las “mujeres están rebuenas todas ... para cuidar niños, para atender la casa”) y violencia física (al menos dos candidatas asesinadas, otras dos secuestradas y otras cuatro que renunciaron a buscar un puesto en plena campaña electoral por miedo a represalias). 6
A pesar de las trece gobernadoras candidatas, los resultados solo dieron una mujer gobernadora ganadora: Claudia Pavlovich Arellano en Sonora. 7 Clara Scherer. Costumbres y prejuicios de los partidos políticos. Publicado en el Periódico Excelsior el l 5 de abril de 2015.
Revista Voz y Voto Julio de 2015
El peso de las viejas prácticas se ha hecho notar. Prácticas que segregan a las mujeres a las bases de los partidos; que las esconden del electorado; que las hacen aparecer “como floreros” en actos públicos, acompañando a dirigentes (hombres) que son los únicos que hacen uso de “la voz”; que ralentizan el desarrollo de una carrera política y de su liderazgo e, incluso, que hacen que las candidatas sean moneda de intercambio político para distritos no competitivos que los partidos saben que van a perder o para puestos en la lista que nadie quiere ocupar. Propuesta: Presidentas, no princesas El cambio institucional tiene que ir de la mano de un cambio en los valores. Las bromas, dichas de manera inocente, esconden estereotipos que dificultan la construcción democrática de la sociedad. Es común que, si en un grupo, un hombre toma una decisión que involucra a todos los demás, nadie haga comentarios al respecto. Se ve como natural porque el liderazgo suele ser percibido como una característica masculina. Si lo hace una mujer, lo menos que alguno de los miembros del grupo va a decir (en broma) es que es una “mandona” o una “generala”. La exigencia de paridad no garantiza un mayor número de mujeres representantes, ni que las mujeres tengan mejores condiciones como candidatas, tampoco que sean más influyentes como legisladoras ni que se desarrolle una agenda activa de género. La presencia de mujeres en los espacios de toma de decisiones ha significado ampliar la mirada (y las perspectivas) hacia temas históricamente circunscritos al ámbito privado e invisibilizados de la discusión pública, como el cuidado —de menores, de personas de edad o enfermas—, el acceso a la salud sexual y reproductiva, y la violencia de género y su relación con el logro de autonomía física y de autonomía en la toma de decisiones, entre otros (CEPAL 2014). La representación paritaria constituye un logro de autonomía de las mujeres en la toma de decisiones. Pero no es una agenda sólo de las mujeres. Aún cuando en esta elección se vieron malas prácticas y el incremento del número de mujeres no signifique que éstas sean más competitivas, el sólo hecho de que los partidos “tengan que” poner mujeres candidatas sirve para nivelar una cancha que está inclinada. La paridad permite cambiar las condiciones de partida de la competencia y da más oportunidades para que las mujeres se animen a participar en política. Pero no es sólo con reglas que se van a cambiar las viejas prácticas. Esta exigencia normativa requiere de políticas activas en materia educativa que cambien las creencias respecto a los roles de cada género y sobre el modo en que se perciben hombres y mujeres entre sí. Como en la ciencia, la política continúa siendo una “cosa de hombres”. Aquel que hoy piense que el laboratorio no es un sitio para mujeres, le recomiendo recordar a Marie
Revista Voz y Voto Julio de 2015
Skłodowska Curie. Sin el trabajo de esta mujer en el laboratorio, junto a otros hombres, hoy no sabríamos lo que sabemos sobre la radiactividad. Es más, las cuestiones de género son “cosa de hombres”. Entre tanto, mujeres háganse con los laboratorios y eduquen (hombres y mujeres) a sus hijas para que sean presidentas y no princesas.
Lihat lebih banyak...
Comentários