Cultura Inculturada

June 7, 2017 | Autor: Oliver Carmona | Categoria: Cultural History, Sociology, Cultural Studies, Culture
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Cultura
Por: Oliver Sigifredo Carmona Gallegos
La cultura inculturada
A lo largo de la historia del hombre nos encontramos con rasgos característicos de la evolución de para su sobrevivencia y estabilidad en esto que llamamos mundo y sociedad. Pues bien, ejemplo de esos rasgos característicos que han dado identidad al ser humano, puede ser el desarrollo, en cuanto a la organización, a la distribución de trabajo, a la evolución de sus herramientas, el uso de lo las tecnologías, la concepción que tiene del hombre mismo, la dignidad en la que se ve inmerso, y por su puesto la cultura. La cultura como unos de los rasgos característicos del hombre es por el hecho de tener la necesidad de estar interactuando con otros individuos que a la vez dan más fuerza en un círculos de personas, la cultura no sólo se dedicará a eso, sino que la cultura se convertirá en el concepto que mejor expresa las intervenciones activas en las personas, la influencia que tienen los distintos componentes de la sociedad y sus elementos en la vida del ser humano, para su desarrollo y conciencia.
Por ello, que adoptemos ciertos rasgos característicos en distintas partes del mundo que nos reconocen como seres humanos que interactuamos con las condiciones naturales de donde nos encontramos, haciéndonos parte e identidad de las zonas donde habitamos en el mundo, de ahí que no sólo haya cultura, sino, culturas. Puesto que el hombre y el mundo siempre han tenido la necesidad de hacer significativo lo que quiere expresar, el signo y los símbolos han sido los mejores mediadores para entablar el diálogo entre las personas, teniendo en cuenta que no sólo significamos por la palabra, puesto que nos encontramos ante un mundo significativo, cuando a hombre nos referimos, encontramos un lenguaje, escrito, verbal, no escrito y corporal, etc. Estos códigos lingüísticos que posee el hombre es lo que posibilita el sentido de una sociedad y el mismo estudio de la cultura en la que encuentra inmerso.
A lo largo de la historia, notamos rápidamente que la cultura y la misma sociedad está compuesta por una serie de historias con tiente mítico y sobre natural, y no es una coincidencia que esto esté inmerso hasta nuestra actualidad, pues el hombre ha requerido siempre de una cierta religión o creencia supra humana, para comprender o para dar explicación a lo que le acontece, cuando todos los medios explicativos han declinado o cuando simplemente la reacción de la vida se trasforma en un misterio, obviamente necesita una explicación. Esto ha sido el centro de las reflexiones que han compuesto la cultura, desde antaño, desde el totemismo hasta la identificación con los Dioses. Tengamos en cuenta que todo hecho fundante de la cultura humana proviene de , siendo así, no debemos desechar del todo los mitos fundantes de nuestra vida como explicaciones de los componentes sociales que hoy vemos porque, los mitos son hechos fundantes de toda cultura humana, que explican parte de verdad de lo que alguna vez fue inestabilidad cultural.
Pero ahora revisemos los diferentes componentes de la cultura por medio de etapas o periodos de la cultura, pues, la evolución orgánica ha sido descrita como progresión, una serie de cambios vinculados y continuados que conducen de un organismo al siguiente. La evolución actúa mediante cambios graduales y conectados. Ni la idea de progreso, ni la de progresión están comprometidas con alguna explicación de las causas de la evolución. La explicación causal puede explicarse en términos teológicos o en lenguaje de las ciencias naturales. Según algunos autores se debe considerar el propio comportamiento cultural humano como un factor de la evolución biológica de la especie humana.
"Giambattita Vico, propone que: lo fundadores de la humanidad gentil (primitiva o basada en clanes), produjeron en sí mismos, la forma humana propiamente dicha en dos de sus aspectos… la forma de nuestra exacta corporeidad y, la forma de nuestro entendimiento. La evolución social o cultural se ocupa de las transformaciones históricas que tienen lugar en la tecnología, las instituciones sociales, las creencias religiosas, los sistemas de valores y demás expresiones culturales. La evolución social y cultural también abarca las sociedades enteras, como es el caso del capitalismo resultante de la evolución del feudalismo. La idea de que las evoluciones social y biológica de la especie humana estaban vinculadas surgió de nuevo en el siglo XVIII. Las primeras figuras pre ilustradas, Bacón, Descartes, Newton, Locke, prefiguraron la búsqueda dieciochesca de una ordenación racional de las leyes de la naturaleza y de la sociedad a partir de la observación científica. En la mayor parte de los casos, los pueblos exóticos se clasificaban como antecedentes, y por tanto inferiores, de los pueblos civilizados. Es decir, el evolucionismo sociocultural, la doctrina de que toda la humanidad se mueve desde lo primitivo hacia lo civilizado, está entrelazado con la preocupación por la idea de progreso, en Rousseau, que habló coherentemente de la perfectibilidad del hombre; creía en la posibilidad de progreso. Pero en su línea de pensamiento, el progreso era el resultado de la gestión humana, una dialéctica entre el pasado y el presente, teniendo en cuanta las funciones y las fases históricas primitivas de comportamiento social".
El progreso se concebía inevitable, los males sociales y los desórdenes se atribuían sencillamente a la tecnología inadecuada. En último término, la creencia en el cambio revolucionario de la forma de sociedad fue reemplazada por la ingeniería social. Los datos concretos sobre los procesos evolutivos revelan que lo seres humanos han evolucionado en formas o figuras relativamente débiles, vulnerables de todas las maneras concebibles, excepto en lo que se refiere al potencial creador de cultura latente en la coordinación cerebro-ojo-mano. A finales del período geológico del Plioceno, al parecer el género Australopithecus, había evolucionado con características de dentición homínida y con capacidad simbólica, para fabricar herramientas.
El Homo Sapiens, apareció hace quizá 100.00años, a finales del Pleistoceno. La interacción entre los complejos neural, sociocultural y ambiental condujo, a la parecer, a un aumento de la inteligencia y un comportamiento más eficaz del hombre moderno. Los humanos tuvieron que construir la Cultura para sobrevivir, pero la supervivencia no es, por supuesto, la única función de la cultura. Pues la cultura es diferencialmente humana debido a dos procesos dialécticamente unidos: 1) La creación de un universo de significados simbólicos, en el contexto biológico y social limitador, y; 2) El compartir e intercambiar tales significados simbólicos.
Vemos que progresivamente llegamos a la modernidad donde, todos los cambios que se gestaron en los siglos XIX y XX, políticos económicos, sociales, tecnológicos y científicos alentaron radicalmente la estructura de la vida social, la organización y formas del trabajo y ocio. Lo vemos por ejemplo en la revolución del acero, de la electricidad, la industria, los transportes, la construcción, los avances en la medicina, las dietas alimenticias, los consumos para la subsistencia humana, que provocaron un espectacular aumento de la población y sobre todo, de la población urbana, lo que conllevó, a grandes migraciones de las poblaciones rurales, esto provocó lo que antes ya habían alertado ensayistas de gran peso, como Simmel o Durkheim, que hablaban de la lucha por una vida anónima e impersonal, comparativamente secularizada, con nuevas formas de cultura colectiva y nuevas formas de estructuración y organización política.
Estos grandes cambios provocaron grandes cambios de conciencia en la colectividad humana, como la visión del sujeto, ya no como un individuo guiado por la razón y el orden, sino que estaba sujeto a la fuerza de instintos y emociones desordenadas. Esto llamó la atención en muchos países pues, la cosmovisión del mundo se alejaba cada vez más de lo sensible y moral y fue lo que llamaron Modernismo. Que proponía nuevos estilos estéticos y sensibilidades que revolucionaron el arte europeo queriendo dar respuesta nuevas en un mundo donde muchas de las viejas creencias, ideas y valores perecían haber perdido súbitamente su antigua vigencia. El modernismo supuso por tanto, cambios revolucionarios y permanentes. Este es el período al parecer más revolucionario y lúcido que el hombre ha tenido como logro, pero habría que replantearse dicho razonamiento porque pareciera que la modernidad trajo consigo más incertidumbre a la vida humana, que ahora se encuentra natamente racionalizada que recibe un desencanto por el hombre mismo, y a su vez cae en la tentación política, para justificar sus acciones por el hecho de defender tierras o ideologías, como fin supremo de la vida misma, nótese pues, que este desencanto y constante incertidumbre es lo que ha colocado al Hombre Moderno, al nivel de un animal, porque la única forma de defender lo suyo lo ha centralizado en la guerra o en la violencia. La guerra dejo, una cultura compleja y contradictoria, un confuso legado moral. En su conjunto, la cultura de la post guerra aparecía como la cultura que correspondía a un mundo sin imperativos morales claros e indiscutibles.
Así los años de la posguerra y posteriores, fueron para el mundo occidental los años de la revolución cultural, en cuanto consumismo en sus diversas manifestaciones. Al tiempo, el mismo sistema cultural experimentaría una transformación radical. Cambiaron los modos de producción y difusión de libros, prensa y medios de comunicación, las industrias del cine y entrenamiento: cambio la industria cultural. La complejidad del saber en la evolución de numerosas disciplinas científicas, hizo inevitable un grado de especialización sin precedentes: la formulación de interpretaciones y explicaciones omnicomprensivas y totales del universo y de la sociedad se hizo extraordinariamente difícil, si no deicidamente imposible. La sociedad abierta y plural, paradigmática de la sociedad democrática moderna, era una sociedad sin verdades absolutas, unívocas; la misma historia, como como ya advertía Popper en La pobreza del historicismo y La sociedad abierta y sus enemigos, no tenía sentido, esto es, trama predeterminada, leyes generales, puerto de llegada. Es una cultura que camina sin rumbo y que se ha degradado con la invención de los medios de comunicación y el consumismo desordenado, en la que se hunden más las esperanzas del bien pensar por la estabilidad del pensar que en este pensamiento moderno estamos bien.
Pero, no todo se queda aquí la misma sociedad sigue avanzando en cuanto a composición, desarrollo y cultura. Para Huntington, la explicación de está clara y es fácil de reconocer lo que está sucediendo: la religiosidad más adecuada a la modernidad tardía neoliberal que nos toca en suerte es la fundamentalista o neo tradicional. La justificación que hace de esta afirmación es: porque vivimos momentos duros en los que el desarrollo mundializado al que asistimos impone una serie de renuncias y sacrificios especialmente notorios y costosos para los colectivos tradicionales que son arrancados de sus mundos rurales e introducirlos en la vorágine de la vida urbana y productiva moderna. La religión es el lugar donde el hombre de la modernidad se reencuentra con el mundo que le proporciona seguridad y protección; un mundo exento de sobresaltos y de dinamismos desarraigadores; un mundo que equilibra y compensa los vaivenes que ocurren en el mundo urbano y productivo.
Los creyentes las distintas religiones se vuelven hacía los refugios cálidos y lugares donde a religión les proporcione vivir mejor instalados en esta sociedad neoliberal de la competitividad y las relaciones mercantiles. La religión es, tiene que ser, un factor adecuado al mundo productivo: esta es la modernidad con la que hay que reconciliarse. El resultado será la unificación compensada de la modernidad: a los beneficios de la producción capitalista y la democratización representativa, se añadirán los de la tradición y la orientación de sentido. La vida de los individuos queda integrada. De la reconciliación con la ética puritana, productivista y afín al capitalismo neoliberal, saldrá una religiosidad aceptable y capaz de dar muchos frutos benéficos para la sociedad de nuestra época. Pareciera entonces que el hombre llega a un punto donde las concepciones humanas necesitan ser despertadas por el entorpecimiento de las bombas nucleares de consumismo que nos han arrojado a en la cabeza, por las elites capitalistas que quieren ser las más poderosas siempre, por ello, pareciera que, la religión puede ser este manto protector que nos devuelva un poco de seguridad ante el descontrol de nuestro mundo y ante las amenazas agazapadas por doquier.
Pero esto no ocurrirá si no se sale del pensamiento neoconservador que habita en las distintas instituciones para el desarrollo de la sociedad, con el que nuestra cultura se ve amenazada día con día a caer por el mismo gusto de poder y supremacía, la religión misma, católica o cualquier otra se han alojado en el lecho de la supuesta estabilidad, orden y progreso que ofrece falsamente el neoconservadurismo, no podemos seguir sometiendo la cultura a un modelo arcaico con ideas confusas de héroes y debemos tomar las riendas del futuro que queremos construir con nuestra cultura, es la pedagogía encaminada a los valores humanos los que darán un aporte a desarrollo y liberación de nuestra cultura, pero somos nosotros los que efectuaremos el cambio, en la medida que nos interesemos menos por los bienes personales que nos elevan el ego ante los demás, por la lucha del respeto y dignidad que todos poseemos, para una estabilidad social que se permee de lo que es justo y no desigual.


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