Daniela Castellanos Reyes ​ Proyecto de Trabajo -Se acata pero no se cumple

June 5, 2017 | Autor: D. Castellanos Reyes | Categoria: Political Sociology
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Daniela Castellanos Reyes

Proyecto de Trabajo - Se acata pero no se cumple ​

I.D.: 1.032.467.231 31 de marzo de 2016

Desde el 15 de octubre de 2012 dieron inicio los acercamientos del Gobierno colombiano en cabeza del presidente Juan Manuel Santos y los líderes de la guerrilla de las FARC-EP. Cerca de tres años después, exactamente el 23 de septiembre de 2016 el Gobierno señaló un plazo máximo de seis meses para la firma de un acuerdo de ambos partes como parte del proceso de Paz con este grupo armado. Sin embargo, al cumplirse el tiempo pactado el pasado 23 de marzo de 2016 no fue posible la firma esperada. Por un lado, Humberto de la Calle como jefe de negociación por parte del Gobierno anunció públicamente lo inasequible de la firma de los acuerdos exponiendo la necesidad de refinar puntos críticos de la negociación y por el otro, Pablo Catatumbo como uno de los voceros de las FARC-EP calificó los inconvenientes como “escollos.” Analizando el proceso de acuerdo de paz (o no-acuerdo) entre ambas partes utilizo conceptos de la teoría de Bourdieu para estructurar el panorama mencionado y hacer una caracterización del espacio social colombiano. En primer lugar, es preciso ubicar los acuerdos de paz en un campo de poder con intervención de múltiples partes que no se reducen a las dos ya nombradas. En este campo se encuentra la disposición de Cuba y Noruega como países garantes del proceso de paz entre el Gobierno y las FARC-EP, estos últimos siendo agentes que luchan por la acumulación de poder. Este proceso de luchas del que hacen parte distinguidos voceros e importantes delegaciones de todas las partes está circunscrito al campo burocrático. Aunque ambos agentes parecen ocupar Página 1 de 4

 

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extremas posiciones en el espacio social colombiano en preciso decir que comparten características cruciales. Tanto el Gobierno como la guerrilla de las FARC-EP sostienen luchar​ conjunta y comprometidamente por el bienestar del pueblo colombiano que trasciende a su actuar y es en nombre de millones de personas. Múltiples son las comisiones, sub-comisiones, delegados, emisarios y plenipotenciarios que han hecho parte de las complejas negociaciones y mesas de diálogos propias de la historia colombiana. Aunque las prácticas usuales de debate público son características del comportamiento civilista y burócrata, también el reconocimiento por parte del pueblo de éstas como idóneas para el trabajo mediador. Tanto Gobierno como FARC-EP son reconocidos y distinguidos como dos bandos de un mismo conflicto y erróneamente caracterizados por la opinión pública como autores en solitario. Tan tremendo es su capital simbólico que su sola disposición se traduce la firma de un acuerdo como Paz. Indudable es que la existencia de uno de estos agentes hace significativa la del otro y que es la relación de tensión entre ambos que le da sentido a sus papeles en el juego. Por tanto, se contemplan las partes (principales) del acuerdo no como polos opuestos sino como posiciones en el campo de poder que pretender acumular capital estatal para así conservar su posición de privilegio en el espacio social colombiano. Este proceso no lo veo como la búsqueda de la Paz, sino como un cambio de capital. Es decir, ninguna de las partes invierte desinteresadamente en la idea de Paz, Página 2 de 4

 

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más bien buscan un cambio de las condiciones en que se encuentran que no genere el desgaste físico de la guerra pero que mantenga su capital simbólico y su posición en el campo de poder. Ambas partes entienden lo extenuante de la guerra armada y la posibilidad de su perpetuación, así como las dinámicas que han sumido al país en el estancamiento global y que no permiten un desarrollo íntegro. En relación a las FARC-EP, Si bien su acumulación de capital físico y simbólico les permitiría continuar indefinidamente en su posición en el campo de poder, el pretender ser partes de un Estado como agentes políticos en busca de acumulación de capital estatal les exige un cambio en sus prácticas, habitus que están arraigados en lo más profundo de la organización y que son un reto cambiar. Interpreto las intenciones puestas por los negociantes como una inversión en un futuro diferente, que no necesariamente implica Paz aunque así pueda ser llamada, pero que todos vemos como un futuro por el que vale la pena esperar. La ​ illusio ​ que mueve al pueblo colombiano es un imaginario de paz con el logo político de una paloma blanca en la esquina. mueve las expectativas nacionales e internacionales de lo que pueda ser el principio de la real convivencia de un pueblo. Ahora bien, lo que no sucedió el pasado 23 de marzo es la ​ lusio​ de la Paz, la realidad que no logra terminar un combate de décadas en poco más de tres años y menos de seis meses. De igual manera, la ​ lusio​ ofrecida como oportunidad está determinada por la Página 3 de 4

 

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historia que la enmarca y determina la realidad presente y que no se puede negar. De hecho, es necesario examinarla estos antecedentes históricos con ejemplos como la aniquilación de los integrantes de la Unión Patriótica luego de su reintegración a la sociedad y los fallidos diálogos durante el mandato de Pastrana. Se deduce que los habitus​ de los agentes son de discutir y no de cumplir. Por otro lado, cuando el presidente Santos dice se ejerce una violencia simbólica en la que se manifiesta el dominio del Estado, si bien no explícitamente se entiende que las condiciones señaladas por las FARC-EP son negativas y que el acuerdo se debe firmar hasta que esté ​ bien​ y esa aprobación se la da el Estado. Se apoya en el reconocimiento colectivo de lo que creemos (porque no lo sabemos) es un acuerdo justo y bueno. Toma como única alternativa la no firma, aunque podría no haber sido así y usando la violencia simbólica de alguna manera perpetúa la violencia física existente. Una vez más somos víctimas de nuestro propio invento en un país donde se

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