De Grados a Ricketts (1983)

July 6, 2017 | Autor: Denis Sulmont | Categoria: Labor History and Studies, Sindicalismo, historia del movimiento obrero en el Perú
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DE GRADOS A RICKETTS1 Denis Sulmont 1983 Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.

El 28 de Junio, tras la renuncia de Alfonso Grados Bertorini, juramentó como nuevo Ministro de Trabajo Patricio Ricketts Rey de Castro. En una carta fechada el 3 de Junio, Grados había anunciado su renuncia irrevocable por insalvables discrepancias con la política económica del gobierno, discrepancias que el mismo renunciante venía expresando desde el término de la gestión del Gabinete Ulloa. En más de una oportunidad, en efecto, el ex—Ministro de Trabajo expresó su desacuerdo con Es rígida conducción neo-liberal del Ministro de Economía Rodríguez Pastor, la política arancelaria y e descalabro de la industria nacional con su secuela de desempleo, y la falta total de concordancia entre política económica y política laboral. Con esta renuncia, el Gabinete Schawlb y el gobierno belaundista en general atraviesan una nueva y profunda crisis. Junto con Manuel Ulloa, el Dr. Grados tenía una relevancia muy especial en el gobierno. Ambos constituían sin duda los puntales políticos más hábiles del régimen. La presencia de Ricketts en Salaverry, con sus antecedentes de ideólogo de derecha pro-norteamericana es coherente con la del agente de la Wells Fargo en Abancay. Pero con este tipo de “coherencia”, el gobierno pierde la capacidad de juego y de fintas que tenía con el tandem anterior. En un clima de catástrofe eco nómica y de zozobra social, gene rada por la escalada de violencia terrorista y de guerra sucia, la política belaundista se crispa hacia la derecha, refuerza su compro miso con el PPC, y pierde la flexibilidad de sus primeros años. Enfrentado a una oposición popular creciente, el régimen entra en una fase de acelerado deterioro político. En el campo laboral los sindicatos, además de su guerra de resistencia frente a la desgastadora recesión económica, tendrán que enfrentar cada vez más directamente los embates combinados de los Ministerios de Economía y del Interior. Una coyuntura en la que la más amplia unidad sindical y popular es una necesidad de sobre vivencia. BALANCE DE GRADOS Los 35 meses de gestión del Ministro Grados han sido marcados por tres aspectos principales: el hábil manejo de los conflictos, la frustrada campaña de la concertación social y estatuquo en lo que se refiere a la legislación laboral. Ciertamente, el gobierno de Belaúnde tenía que enfrentar, al asumir el poder en 1980, una especie de desembalse sindical: la brusca caída de las remuneraciones reales desde 1974, la parálisis de la negociación colectiva sobre condiciones de trabajo desde 1978, y las expectativas creadas por las promesas electorales (millón de empleos, re posición de los despedidos, modificación de la ley de inestabilidad laboral. etc.) -hacían prever una avalancha de demandas por parte de los trabajado res. A ese desembalse, se añade el incremento de la inflación que el nuevo gobierno no logra detener. De hecho, la presión huelguista se incrementa en los tres primeros años del régimen (18 millones de Horas— Hombres perdidas en 1980, 20 en 1981 y 22.5 en 1982), El gobierno enfrenta- una serie 1

Publicado en Cuadernos Laborales N° 19 en Julio de 1983.

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de conflictos de envergadura: dos paros nacionales, una importante huelga siderúrgica, una larga movilización de trabajadores municipales y numerosos paros provinciales en 1981 ; un paro comunero, un paro del frente regional del norte, un paro nacional agrario en 1982; un nuevo paro nacional en 1983 además de múltiples marchas de sacrificio de mineros, varias de las cuales aún permanecen en Lima. A pesar del altísimo potencial conflictivo que enfrentaba el gobierno logró con Grados un cierto control de la situación; ¿Cómo explicar eso? En primer lugar Grados aprovechó de la política de desgaste del movimiento sindical implementado por Morales y la continúo. La recesión productiva y la reestructuración económica, así como el despido de miles de dirigentes sindicales y la ley de inestabilidad Laboral 22126 de 1978, son elementos que confluyen para desestabilizar a los trabajadores y golpear la organización sindical. Con el gobierno de Belaúnde, se acentúa la recesión, numerosas empresas cierran, descentralizan sus operaciones y recurren cada vez más a contratistas y trabajadores eventuales: sólo una minoría de dirigentes es repuesto; y sobre todo el DL 22126 no es derogado generando un creciente sector de trabajadores sin estabilidad alguna. Frente a un movimiento sindical ablandado, como un toro bravo al que se ha herido con pica y banderillas, Grados, —el aficionado de las corridas— entró en escena para capear. Con una política económica anti-laboral el Ministro no pretendió ganar políticamente al movimiento sindical, mostró más bien escéptico frente a intentos alvistas de montar una central populista, que efectivamente no resulto. Sin poder golpear a la mala, ni ganar a la buena, Grados puso en práctica su habilidad como administrador del conflicto. Utilizó las divisiones estructurales y políticas de la clase trabajadora para resolver los conflictos separadamente, evitando su confluencia; supo aprovechar del “fascismo del mercado” que favorece a los trabares estables de las grandes empresas en detrimento de los trabajadores estables y de las pequeñas empresas: manteniendo la resolución de las relaciones colectivas en el marco empresarial y dejando las huelgas prolongarse y desgastarse; buen conocedor de la legislación laboral, fue experto en maniobrar la tramitación de los expedientes, ganando tiempo o dilatando las soluciones según las conveniencias. Como de los toros, Grados es aficionado del fútbol y domina el arte del peloteo. Un arte político que no desconoce el conflicto laboral, pero lo hace funcional al sistema, al administrarlo con flexibilidad. La administración funcional del conflicto requería de un ingrediente adicional: un cierto consenso social. De allí que Grados, mediante un hábil uso de los medios de comunicación masiva no por nada es también periodista — levantó lo de la concertación social. Un discurso de diálogo y reconciliación, reforzado por la imagen de independiente y social— demócrata. Ya se sabe el resultado concreto de a llamada concertación social: no la hubo. La Tripartita instituida a principios de 1981, no tuvo otro objetivo que dilatar la reposición de los dirigentes despedidos, además de tener una representatividad sindical discriminatoria. Marginó a sectores importantes como mineros y campesinos, desconociendo sus organizaciones más representativas. No logró concretar ninguna concertación sobre precios y salarios ni sobre la legislación laboral. Los pocos dirigentes repuestos lo fueron casi todos bajo presión de huelga, como los bancarios. La Tripartita terminó con el vergonzoso encuentro de Paracas y el retiro de la CGTP. Con este anteceden te, el intento de institucionalizar la Concertación

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Social mediante el Consejo Nacional del Trabajo a principios de 1982 abortó desde el principio. La CGTP decidió no participar y la CTP se retiró poco después. Sólo quedó el discurso concertador, con su papel ideológico. En el campo de la Legislación Laboral, tampoco el balance es positivo. El proyecto de ley de huelga aprobado por la Cámara de Senadores fue cuestionado por el Comité de Derechos Sindicales de la OIT y no fue promulgado. La Ley de Negociaciones Colectivas queda como un proyecto. No fueron eliminados los in justos topes indemnizatorios para los empleados del sector privado. El derecho constitucional de sindicalización de los trabajadores estatales fue recortado en la práctica por la reglamentación correspondiente. Y, claro está, la Ley 22126 de ‘estabilidad laboral” sigue en pie, con sus efectos devasta dores del movimiento sindical. Adicionalmente, están prontos a aprobarse en el congreso dos leyes que buscan legalizar la represión. Una incluye dentro del delito de sedición a los paros regionales y la otra pena con prisión la huelga de hambre. En los hechos, puede decirse que Grados actuó de manera muy funcional como contraparte laboral de la política económica neo—liberal pragmática y flexible de Ulloa. Al cambiar esta política por una de carácter más rígida y dogmática, con una crisis económica más honda que resta cualquier margen de maniobra al gobierno, la táctica de Grados se quedó sin base. Tuvo que renunciar y buscar nuevos campos para sacar provecho de sus dividendos poli ticos, antes de achicharrarse demasiado 1a alcaldía de Lima parece propicia para ello, pero quizás llega tarde. Para reemplazar a Grados, Belaúnde escogió un hombre de su plena con fianza, su asesor político. Oriundo de la burguesía comercial lanera de Arequipa e iniciado en la política con la lucha democrático—liberal del pueblo de esta ciudad contra la dictadura de Odría en los años 50, Patricio Ricketts es un periodista de formación humanista. Su trayectoria lo relaciona con los intereses empresariales y la derecha anti—comunista. Ha sido Jefe de Relaciones Públicas de la IPC y de Moraveco, y asesor de la Sociedad de Industrias. Colaboró con el periódico Ultima Hora (bajo la dirección de Ismael Frías durante la primera fase del Gobierno Militar), con L Prensa y El Comercio, desarrollando campañas Maccartistas en relación con las agencias noticiosas norteamericanas - Animó también el programa de TV Panorama en el mismo sentido. De estos antecedentes no se puede deducir mecánicamente que el nuevo Ministro de Trabajo va a actuar de manera burdamente represiva. Como hábil político, Ricketts rescata el estilo dialogante de Grados, y busca continuar su juego para administrar los conflictos. Tratará incluso de otorgar algunas concesiones y tal como lo anunció en ocasión de su juramentación, intentará dar la imagen de “modernizador” de la legislación laboral. Claro está que Ricketts no podrá dejar de hacer prevalecer sus preferencias ideológicas. Ya lo demostró, al aceptar de inaugurar en Huánuco el maniatado X Congreso de la CTP a principios de Julio, avalando la permanencia del connotado dirigente sindical pro y pro-norteamericano Julio Cruzado. Intentará sacar adelante la Ley de Huelgas y de Negociaciones Colectivas con un contenido más duramente anti-sindical. Utilizará los dispositivos anti-terroristas y la guerra sucia contra los dirigentes. Ante todo, la entrada de Ricketts hace más visible el carácter del conflicto laboral que rige hoy en el Perú: un enfrentamiento entre el gran capital privado internacionalizado que actúa sin freno ni barreras, y los trabajadores, sin estabilidad laboral, sin protección estatal y con un movimiento sindical debilitado. Un enfrentamiento que coloca también

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en situación desesperada a gran parte de los pequeños y medianos empresarios y de los secto res medios afectados por la recesión y los recortes presupuéstales. La dispersión social que la actual dinámica económica conlleva permitirá al Ministerio de Trabajo seguir aprovechando del “fascismo del mercado” y del desgaste sindical para crear una falsa imagen de paz social. Pero la protesta no dejará de extenderse hondamente en las masas populares, preparando estallidos regionales y nacionales.

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