De romances mexicanos y extremosísima estética...
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DE ROMANCES MEXICANOS Y EXTREMOSÍSIMA ESTÉTICA: EL PLIEGO EN LA TRADICIÓN NACIONAL
Rodrigo Bazán Bonfil Universidad Autónoma del Estado de Morelos
Cualesquiera que sean los juegos de palabras, comprender es unificar Camus
Propuse la ponencia que da origen a este texto con la esperanza de localizar, mientras
llegaba la fecha de entrega, una serie de pliegos sueltos mexicanos que por desgracia aún
escapan de mis manos. En consecuencia, y porque no quiero engañar a nadie, el siguiente
artículo no corresponde exacta o necesariamente a lo que propone el subtítulo (notas sobre
la función del pliego en el desarrollo de la tradición nacional) pero conserva su intención
original: discutir la presencia de una estética vulgar que, plausiblemente, pasa del Romance
vulgar al Corrido como parámetro en función del cual los receptores aprueban o no un
contenido narrativo determinado incorporándolo a la tradición oral de nuestro país.
Parto, entonces, de los elementos que el Romacero mexicano pueda haber retomado
de materiales
como
el
citado:
motivos
1
y
tratamientos vulgares
que,
en
fábulas e intrigas cuya construcción escritural les impide tradicionalizarse,
1
contraste
2
con
pudieron dar
Entiendo por motivo todo aquel contenido narrativo que, siendo estable en la fábula y hallándose por tanto
relacionado con el plano de la intriga, expresado con estructuras de discurso variables pueda ser enunciado
con
una
forma sustantivada de derivación
verbal del tipo salida, encuentro, engaño, etc.. Ver
al
respecto Aurelio González Pérez, El motivo como unidad narrativa a la luz del Romancero tradicional,
Doctorado en Literatura Hispánica, Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios, El Colegio de México,
México, 1990, pp. 88-90.
2
Ver al respecto Rodrigo Bazán Bonfil, Ana Contreras: estética individual e imposibilidad de que un
romance vulgar se tradicionalice, en Hacia una estética del horror en romances violentos: de la fábula
bíblica en romances tradicionales al suceso en pliegos de cordel, Doctorado en Literatura Hispánica,
origen a estéticas posteriores como la que guía el narcocorrido desde hace cuando menos
treinta años. Y lo hago así por las siguientes razones:
primera, casos como una Rosaura la de Trujillo publicada en Toluca durante 1836
por
Juan
Matute no
son
abundantes
3
y,
en
consecuencia,
perseguir
romances vulgares
lexicalizados no tendría sentido, al menos por ahora;
segunda, el Romancero
y el Corrido mexicanos privilegian
la infidelidad
sobre
motivos pasionales como la violación que, por contraste, abunda en todo tipo de romances
peninsulares;
4
tercera, el tratamiento que reciben no es siempre el mismo, puede darse en burla o
en veras, y ello deja proponer gradientes de tradicionalidad que probablemente no podrían
establecerse en torno a la violación, mayoritariamente abordada a lo dramático;
5
Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios, El Colegio de México, México, 2003, pp. 216-222.
3
Ver al respecto Rodrigo Bazán Bonfil, Rosaura la de Trujillo: estética extrema, variación transatlántica,
romances de pliego, en Aurelio González (ed.), El Romancero: visiones y revisiones, El Colegio de México,
México, pp. 119-140.
4
De este modo, pueden hallarse por ejemplo versiones viejas, nuevas y de tradición oral moderna sobre la, así
llamada por Menéndez Pidal, Seducción de La Cava; romances vulgares tradicionalizados como El pastor
defiende la honra de su hija, Los sádicos y el ama de cría, y Los soldados forzadores; romances de pliego y
versiones tradicionalizadas de los mismos a propósito de Rosaura la de Trujillo; versiones nuevas y de
tradición oral moderna tanto peninsular como sefardita para Tamar; e incluso (única y sorprendentemente) de
tradición oral moderna sobre Blancaflor y Filomena, que retoma la historia de Progne y Tereo narrada en la
Metamorfosis de Ovidio (2 vols., Secretaría de Educación Pública, México, 1985, t. I, pp. 226-230). Ver al
respecto Rodrigo Bazán Bonfil, Blancaflor y Filomena: las Metamorfosis de Ovidio en la tradición oral
moderna, en Hacia una estética del horror en romances violentos, pp. 198-200.
5
Romances como los hechos por Góngora y Quevedo sobre Lucrecia son, por lo mismo, excepcionales: un
juego erudito que únicamente es provocador frente a la moral normativa del Romancero Nuevo, ajeno por
cuarta, una y otra forma de acercarse a la fábula suponen moralidades distintas y,
mientras la tradicional es propositiva y se mantiene abierta al punto de aplaudir el ingenio
de
esposas
infieles
como
la
de
Pitas
Payas,
6
considero
el
tratamiento
solemne
como
probable muestra de una moralidad normativa que el Romancero Vulgar construyó con lo
que, desde el siglo XVII, sus autores identifican como valores cultos; id est, a imitacion
de la que imperaba en el Romancero Nuevo;
quinta y
última, el
potencial
narrativo
de la infidelidad en tanto
motivo puede
caracterizarse por la falta de violencia física entre los victimarios, y entre éstos y la víctima
que, como Pitas Payas, suele serlo por ausencia e ignorancia pues quienes cometen un acto
de infidelidad están en igualdad de circunstancias (son cómplices), no se hacen daño moral
o físico alguno a diferencia de los romances de violación donde las funciones de víctima y
victimario son indiscutibles porque narran cómo un sujeto accede por fuerza al cuerpo de
otro, y si victiman al tercero ausente es porque su relación se valora socialmente como
ruptura de los comportamientos que un pacto amoroso supone.
tanto a la estética de la tradición oral moderna que, por contraste y cuando renuncia al tratamiento solemne,
lejos de ironizar abre un franco espacio de desacralización moralmente propositiva como en esta versión
donde el abuso deviene encuentro erótico y lúdico: Llamaron cuatro doctores, los mejores de La Habana; [...]
y el otro le dice al otro: Y esta chica está preñada / Si está preñada, que esté, y a nadie le importa nada. / Y
aquí se acabó la historia de Tranquilo y su hermana / ... que jodieron en la cama. Amnón y Tamar (Soria,
1977), vv. 8-13, en Susan Petersen,
Voces nuevas del romancero
castellano- leonés, 2 vols., Seminario
Menéndez Pidal-Gredos, Madrid, 1982, t. I, p. 217. Ver también Luis de Góngora, Romances, 4 vols., edición
de Antonio Carreira, Quaderns Crema, Barcelona, 1998, t. III, pp. 458 (que el editor atribuye a Pedro Méndez
de Loyola) y 463-468; t. IV, pp. 357-358; y Francisco de Quevedo, Poesía original completa, edición de José
Manuel Blecua, Planeta, Barcelona, 1990, pp. 874-877.
6
Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, Libro de Buen Amor, edición de Alberto Blecua, Cátedra, Madrid, 1992,
estrofas 472-487.
Así pues, historias como las de La esposa infiel, La adúltera, y Los presagios del
labrador, cuyas fábulas se antojan tan cercanas entre sí, permiten diferenciar claramente la
especificidad textual de un tratamiento tradicional y uno vulgar. Todas inician con un
galanteo cuyo tono señala la situación como anómala; la recepción en este sentido se guía
caracterizando a la dama por la tópica liviandad moral de que hace gala, y el introito se
convierte en prolepsis mimética.
Estaba una señorita*sentadita en su balcón, 2
pasó por allí un soldado*con buena ó mala intención, y la dice: Señorita,*con usted durmiera yo. 7
Suba usted, gran caballero,*por una noche ó por dos.
5
Estaba una señorita*sentadita en su balcón, atreverme á pedir*de su azafate una flor. ¿Cómo pide el picarillo*descarado y sin vergüenza? No soy pícaro, señora,* que esto se usa en mi tierra, los galanes como yo*el pedir á las doncellas;
10
ellas nos dan para guantes,* nosotros ligas y perlas. Suba, suba el picarillo,*suba por la otra puerta, que está mi suegra durmiendo*y no quiero que lo sienta,
8
Si quiere conversación*suba arriba la escalera. No acabó de pronunciarlo,*cuando ya se plantó en ella. la dama cerró el balcón*y el galán cerró la puerta; 15
las vecinas, que lo vían,*decían: ¡Poca vergüenza!
9
Pero ello no supone, por supuesto, que pueda ignorarse cómo la valoración moral hecha en
voz del personaje incidental las vecinas, otorga a la narración del romance vulgar una
carga de moralidad normativa que, como dije, generalmente no domina en los tradicionales.
7
La
esposa
infiel
III:
Burgos,
1906
(publicación),
en
Narciso
Alonso
Cortés,
Romances
de
Castilla,
Institución Cultural Simancas-Diputación Provincial de Valladolid, Valladolid, 1982, pp. 98-101.
8
9
La adúltera: Burgos, 1906 (publicación), en Alonso Cortés, Romances de Castilla, pp. 102-103.
Los presagios del labrador II: en Flor Salazar, El Romancero vulgar y nuevo, Fundación Ramón Menéndez
Pidal-Universidad Complutense, Madrid, 1999, (sucesos admirables: crímenes pasionales intrafamiliares) pp.
103-105.
Luego,
y
habiendo
narrado
el
descubrimiento
de
los
amantes
in
fraganti
y
el
arrepentimiento de ella, la solución que el marido dé a la mancilla de su honra varía, según
cada historia, entre el repudio y el asesinato. Un castigo sin venganza y una venganza
afrentosa, pues, que en las versiones tradicionales implica el regreso a casa de los padres
bajo la idea de que la deshonra, como violencia moral, es reparable sin violencia física. E
imagen
que
supone,
a
su
vez,
la
falta
cometida
como
responsabilidad
de quien
haya
(mal)criado a la esposa y no de ésta o de su víctima en el adulterio
¿Quién es aquel caballero*que en mi cama estornudó? El niño de la vecina*que anoche ahí se durmió. ¡Qué niño ni qué demonio!*¡Tiene más barbas que yo! 30
Mátame, marido mío,*que te he hablado á traición. La ha cogido de la mano*y en ca el suegro la llevó. Tenga usted, suegro, su hija,*inclínela usted mejor. ¡Qué hija ni qué demonio!*Criada se la dí yo. Si usted me la dió soltera,*casadita se la doy. (La esposa infiel III, vv. 27-34)
Mátame, marido mío,*que te he hecho una traición. ¡Que te mate Dios del cielo*o la madre que te crió! Agárrala de una mano*y a su padre la llevó: 20
10
Aquí tiene usté a su hija*enséñela usté mejor.
Y sin embargo, porque las venganzas de honra hacen necesaria la publicidad del
caso para que se les valide, tanto en romances tradicionales como de pliego la violencia
física puede crecer hasta el asesinato. Punto de coincidencia moral a partir del cual la
diferencia ente unos y otros sólo puede establecerse apelando al tratamiento que en cada
caso reciba el motivo; como creo que demuestra el descuartizamiento compartido por las
siguientes versiones en tanto venganza cuya única y posible ejemplaridad futura radica,
realmente, en la afrentosa manera con que es llevada a cabo
De los piés á la cabeza*una tórdiga la sacó, la dividió entre dos platos*y á su suegro la mandó. Tenga usted, señor, esos platos,*recíbalos con honor;
10
La esposa infiel IV: Santander, 1920 (publicación), en Alonso Cortés, Romances de Castilla, pp. 164-165.
otra hija que usted criara*críela con mas honor, 45
que esta hija que ha criado*ha ofendido mucho a Dios.
20
Qué niño ni que demonio,*si tié más barbas que yo. Le cogió por la cabeza,*le tiró por el balcón.
25
11
12
Se sube Juan pa allá arriba*por ver quién está con ella, está el galán y la dama*durmiendo y á pierna suelta. ¿Qué te ha faltado en mi casa,*pícara, villana, perra? Si quieres pan ahí lo tienes,*si quieres vino en la bodega, si tú quisieres dinero,*dinero yo te lo diera,
30
si tú quisieres amores,*me escribieras una letra. [...]
50
Coge la niña en sus brazos,*se va para en ca la suegra. Toma esta niña en tus brazos*que tu hija muerta queda. ¿Cómo podía ser eso,*si anoche cené con ella? Coja esa niña en sus brazos,*no haga otro tanto con ella, a otra vez que críes hijas,*críalas con más vergüenza.
55
Se marchó para la plaza*tirando va la montera. Venir, venir, carniceros,*en mi casa carne queda: un novillito de quince*y una novilla pequeña. Si toos hicieran lo mismo*se acababan las cornamentas (La adúltera + Los presagios del labrador)
La diferencia se hace clara, entonces, al considerar la extensión de cada secuencia y
el tipo de descripciones que en ellas se localizan; pero, por lo mismo, importa identificar las
características que favorecen la tradicionalización de un romance vulgar. La infanticida es,
en este sentido, un ejemplo insuperable y muestra clara de que, más allá de una fábula
sencilla, la tradicionalización exige de los textos contenidos morales compartidos por los
receptores cuyo resumen está en la imagen de la infidelidad como una transgresión moral
inicial que conduce, casi necesariamente, a acciones cada vez más violentas por parte de la
infractora.
Deberá considerarse entonces pese a que don Marcelino Menéndez y Pelayo
consideraba la adecuación estructural de romances vulgares que lograban insertase entre los
11
12
La esposa infiel I: Burgos, 1906 (publicación), en Alonso Cortés, Romances de Castilla, pp. 98-101.
La esposa infiel II: Burgos, 1906 (publicación), en Alonso Cortés, Romances de Castilla, pp. 98-101.
de
viejo
abolengo
un
planteamiento de Flor
horrendo
Salazar
contubernio
de
la
tradición
con
lo
popular
13
el
sobre cómo la tradicionalización de un romance vulgar
supone transformar un objeto que respondía a la individualidad lingüística, poética y social
(i.e., estética) de su autor una obra clausurada, en un hecho poético abierto que varía de
una
transmisión
a
otra
porque
responde
a
un
estética
colectiva
según
la
indispensable que los recpetores puedan apropiarse el relato y repetirlo después.
14
cual
es
Nada de
lo cual es fácil cuando las marcas de autoría es decir, cuando la individuación poética de
la obra en las construcciones verbal, discursiva, de intriga y de fábula que su autor haya
determinado son tan fuertes como en los romances de pliego.
El
texto
adjetivaciones
de
La
directas
infaticida
(malvada,
lo
por
logra,
entonces,
ejemplo
15
)
que
porque
a
recurre
descripciones
igualmente
tradicionales
a
y
detalladas de la cama, (no del encuentro sexual aunque las consecuencias de éste tengan
mayor peso en la intriga):
Padre, mire usted, aquí*entra un galán en la casa 5
y se acuesta con mi madre*en cama muy regalada; 16
sahumada con romero,*lavada con agua clara.
o a sentencias y generalizaciones sobre la relación inversamente proporcional entre belleza
moral y física
13
Referido por Flor Salazar, Un modelo no patrimonial: el Romancero vulgar tradicionalizado, en Virtudes
Atero Burgos (ed.), El Romancero y la copla: formas de oralidad entre dos mundos, España-Argentina,
Universidad Internacional de Andalucía-Universidad de Cádiz-Universidad de Sevilla, Sevilla, 1996, pp. 257-
258.
14
15
16
Ver Salazar, Un modelo no patrimonial..., p. 264.
La infanticida I: Burgos, 1906 (publicación), en Alonso Cortés, Romances de Castilla, pp. 117-118.
La infanticida IV: en Salazar, El Romancero vulgar y nuevo, (sucesos admirables: crímenes pasionales
intrafamiliares) pp. 115-116.
3
Tiene la mujer bonita,*y el demonio que la enreda; 17
para no servir a Dios,*más valiera hacerse fea.
Porque
milagroso
al
irlas
entreverando
descubrimiento
del
crimen
con
y
la
el
narración,
castigo
refuerza
sobrenatural
una
intriga
muestran
la
donde
valía
el
del
elemento religioso como recurso para asentar la superioridad de la justicia divina y su
enorme violencia,
18
sin por ello renunciar al placer de las pequeñas venganzas logradas
mediante el maltrato físico por parte del marido vengador
La agarró por los cabellos,*barrió la casa con ella, 50
dispués de que la barrió:*¡Vengan, demoros, por ella! 19
Unos dicen: Venga en cachos;*y otros dicen: Venga entera.
Y porque, finalmente, aún echará mano a recursos de construcción que, como las
siguientes
triadas,
20
evidencian
la
tradicionalización
potencial
del
original,
subrayan
la
importancia que en la fábula tienen adulterio y canibalismo, y sirven de apoyo mnemónico
para una performance posterior
que aquél está con mi madre*y aquel la abraza (1) y la besa, (2)
17
La infanticida III: en Salazar, El Romancero vulgar y nuevo, (sucesos admirables: crímenes pasionales
intrafamiliares) pp. 114-115; e idéntico en La infanticida I.
18
Ver al respecto Mercedes Díaz Roig, La religión en los romances no religiosos, en Estudios y notas sobre
el romancero, El Colegio de México, México, 1986, pp. 91-116; y como una forma de respetuoso pero radical
desacuerdo, Rodrigo Bazán Bonfil, Elementos religiosos y exaltación del horror en romances vulgares, en
Axayácatl Campos García Rojas, Mariana Masera y María Teresa Miaja de la Peña (eds.), Los bienes, si no
son comunicados, no son bienes. Diez jornadas medievales, Universidad Nacional Autónoma de México-
Universidad Autónoma Metropolitana-El Colegio de México, México, 2007, pp. 55-70.
19
La infanticida II: en Salazar, El Romancero vulgar y nuevo, (sucesos admirables: crímenes pasionales
intrafamiliares) pp. 113-114.
20
Ver al respecto Rodrigo Bazán Bonfil, De tres en tres llena la gallina el buche: notas sobre la función
estilística de la Triada en el Romancero , Altertexto 8 (septiembre-diciembre, 2006), pp. 85-104.
8
y aquel la lleva en la cama*como si su mujer fuera (3) (La infanticida II)
21
Mientras el padre de viaje,*la lengua raíz le arranca (1) 10
y se la ha echado a un perrito, (2)*que tras la puerta estaba, y del cuerpo de aquel niño*la cena al padre aviara. (3) (La infanticida IV)
ganando, además, la velocidad narrativa necesaria para que el asesinato del hijo se anuncie,
postergue y realice violenta y sorpresivamente a pesar de todos los indicios o, quizá,
justamente porque éstos predisponen al receptor en una rápida secuencia de únicamente
tres versos
y entre tanto la malvada*de matar a su hijo intenta. 17
Ven acá, hijo querido,*te espulgaré la cabeza. Y por detrás del cogote*le ha sacado la lengua y se la ha puesto en un plato*y al alférez se la enseña (La infanticida I y III)
Paso a las versiones mexicanas de La Adúltera.
De las recogidas en el Romancero tradicional de México, lo primero que llama la
atención es su tendencia al estrofismo. Y lo hace porque al fenómeno caben al menos un
par
de
explicaciones
que,
si
no
necesariamente
se
contraponen,
tampoco
resultan
de
selección inmediata pues, al menos desde mi perspectiva, la decisión deberá permitir que se
empaten los siguientes aspectos:
21
Si bien los versos también pueden separarse para su interpretación como que aquél está con mi madre (1) +
y aquel la abraza y la besa, (2) / + y aquel la lleva en la cama*como si su mujer fuera (3), la iteración de la
conjunción copulativa (y) define el uso de esta triada como recurso mnemotécnico que subraya las acciones
de aquél; de modo que el análisis ofrecido supone que aquél está con mi madre es el sujeto, y la abraza,
la besa y la lleva en la cama como si su mujer fuera las acciones que constituyen esta secuencia
acumulativa ascendente, del mismo modo que arrancar la lengua, echarla al perro y aviar la cena (al
padre con el cuerpo del hijo) lo hacen en el ejemplo siguiente donde el sujeto es la esposa/madre. Ver al
respecto, Rodrigo Bazán Bonfil, Diversidad y gradación de violencias, en Hacia una estética del horror en
romances violentos, pp. 148-151 donde se explica el recurso en función de la Penitencia del rey Rodrigo.
Son romances porque reconocemos la fábula y, en consecuencia, podemos obviar el
hecho de que su rima variada y estructura estrófica puedan cuestionar su definición como
tales
Ese caballo es muy tuyo,*mi papá te lo mandó pa que vayas a la boda,*ya mi hermana se casó. Buenas tardes, señor suegro,*¿Que usted me ha mandado a traer? 10
Dios te haga un santo, yerno,*sería plan de tu mujer. Ya con esta me despido*a orillas de una laguna, que ya les dije cantando*los versos de Juana Luna.
22
Son romances que muestran tanto la variedad formal del Romancero Vulgar cuando
trata motivos pasionales, como la influencia del mismo en otros espacios y tiempos como el
mexicano reciente
Yo pa qué quiero caballos,*caballos tengo yo, lo que quiero es que me digas*quién en mi cama durmió. En tu cama nadie duerme*cuando tú no estás aquí, si me tienes desconfianza,*no te separes de mí. 15
La agarra por los cabellos,*al suegro se la llevó; (RTM 10, Hidalgo)
Son romances tendientes a una tradicionalización local y propia que se encamina al
corrido como forma característica de narración poética y dramáticamente articulada
23
¿De quién es esa pistola,*de quién es ese reloj, 20
de quién es ese caballo*que en mi corral relinchó? Ese caballo es muy tuyo,*tu mamá te lo mandó pa que jueras a la boda*de tu hermana la mayor. Yo no quiero ese caballo*ni a esa boda quiero ir yo, lo que quiero es ese amigo*que en mi cama se arrulló.
25 22
En tu cama nadien duerme*cuando vas a trabajar,
La adúltera, en Mercedes Díaz Roig y Aurelio González (eds.), Romancero tradicional de México, México,
Universidad Nacional Autónoma de México, 1986, p. 57; referido en adelante como (RTM # de versión,
lugar de recolección), en este caso: (RTM 9, Chiapas), por ser el único texto que de esta fuente se cita.
23
El corrido es un género épico-lírico-narrativo, en cuartetas de rima variable, ya asonante o consonante en
los versos pares, Vicente T. Mendoza, El corrido mexicano, Fondo de Cultura Económica, México, 1954, p.
ix.
las únicas que la ocupan*son tu hermana y tu mamá. (RTM 15, s. l.)
El problema está entonces tanto en los rasgos a que se apele para elegir una de
ambas
hipótesis
influencia
del
Romancero
Vulgar
o
adecuación
a una
tradición
más
cercana como en la interpretación que de ellos se haga; y los ejemplos anteriores lo
muestran,
creo,
dado
que
pueden
intercambiarse
de
uno
a
otro
argumento
y
seguir
validándolos todos. En este mismo sentido apuntaría la presencia de fórmulas de despedida
que estas versiones tienen en común con pliegos peinsulares y corridos mexicanos, si no
por el tono al menos por su función de cierre narrativo:
Con esto Muñóz ofrece,*luego que esté sustanciada, y se egecute el castigo,*de daros relacion larga en otra segunda parte.*Y postrado á vuestras plantas, 150
pide que le perdoneis*de esta primera las faltas.
30
de Juan ranchero, charrasqueado y burlador
24
Aquí termino de cantar este corrido
que se creyó de las mujeres consentido 25
y fue borracho, parrandero y jugador.
Ya con ésta me despido*cortando flores de lima, 30
estos versos son compuestos*del caballero y Martina. Ya con ésta me despido*cortando flores de lima, estos versos son compuestos*en el rancho de Medina. (RTM 16, Nuevo León)
Poco
se puede
agregar,
entonces,
a
lo
que hasta
aquí
he
propuesto,
pero
creo
importante plantear al menos otro problema y una hipótesis que lo compense. El primero
está en explicar algún verso hipermétrico del tipo
9
24
Buenos días, señor suegro,*¿Que usted me ha mandado a traer?
El Maltés de Madrid, en Isabel Segura, Romances horrorosos. Selección de romances de ciego que dan
cuenta de crímenes verídicos, atrocidades y otras miserias humanas, Alta Fulla, Barcelona, 1984, pp. 6-13.
25
Juan Charrasqueado (de Víctor Cordero), en Mario Kuri-Aldana y Vicente Mendoza Martínez, Cancionero
Popular Mexicano, 2 vols., Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 1987, t. 1, p. 455.
(RTM 8, Nuevo León; RTM 9, Chiapas)
19
Hincadita de rodillas*nada más tres tiros le dio (RTM 10, Hidalgo)
porque sugieren una correción léxica culterana. Una transcripción nada tradicional de las
versiones que, sin embargo, puede atribuirse a dos causas distintas: la impericia de los
colectores al publicar materiales sintácticamente correctos pero métrica y testimonialmente
errados; o bien, al contrario, su respeto por la versión tal como les fue transmitida, en cuyo
caso puede suponerse igualmente, que fueron los transmisores quienes se autocensuraron
evitando las construcciones que hubieran sido más espontáneas:
Buenos días, señor suegro,*¿Que usted me mandó traer? (paráfrasis coloquial propuesta, no documentada)
Y sin embargo, porque parte del trabajo que nos corresponde se halla en establecer
modelos de investigación a futuro, también puede suponerse, aunque sorprenda, que
a) los del primer ejemplo son versos lexicalizados y como tales se conservan en
versiones tanto de Monterrey como de Tuxtla Chico; y
b) los del segundo, en cambio, hacen parte de dos tradiciones distintas: tendiente a
la híper-corrección la anteriormente citada, correspondiente a Alfajayucan, y mucho más
viva (por coloquial) la de Lagos de Moreno:
16
A la pobre de Martina*no más tres tiros le dio (RTM 13, Jalisco).
Hacerlo así tendría algunas ventajas teóricas para trabajos futuros, tanto bibliográficos
como de campo, siempre que no se pierda de vista lo siguiente:
c)
RTM
8
es
versión
tomada
de
un
texto
publicado
en
1925
y
pudo
ser
una
26
trascripción corregida, al uso de la época, por Henríquez Ureña y Wolfe 26
Pedro Henríquez Ureña y Bertram D. Wolfe, Romances tradicionales en Méjico, p. 380, en Homenaje
ofrecido a Menéndez Pidal: Miscelánea de estudios lingüísticos, 3 vols., Madrid, Hernando, 1925, t. II, pp.
d) RTM 9 corresponde a un trabajo de Carlos Navarrete, antropólogo que trabaja en
el Sureste mexicano cuyo su interés en los Romances y corridos del Soconusco fue
incidental
27
y, por lo mismo, no necesariamente fiable en el sentido literario al que este
trabajo obedece.
e) RTM 10 y RTM 13 son, en cambio, versiones recogidas entre 1976 y 1980 para el
Proyecto
Romancero
transcritas verbatim;
28
Tradicional
de
México
que,
como
tales,
pueden
suponerse
pero que, justamente por ello, vuelven al punto de partida y aún
aceptando que Hidalgo fuera una zona de habla sintácticamente más correcta que la de
Jalisco, no permiten saber si en este caso tal falta de espontaneidad
19
Hincadita de rodillas*nada más tres tiros le dio (RTM 10, Hidalgo)
obedece
a
la
Romancero
autocensura
Tradicional
de
los
transmisores
de México,
a su
ante
los
investigadores
idiosincracia,
o
a un
del
Proyecto
incipiente proceso
de
375-390. Considerando que la Flor nueva de romances viejos que recogio de la tradicion antigua y moderna
R. Menendez Pidal fue publicada en 1928 (Tipográfica de la Revista de archivos, bibliotecas y museos,
Madrid), que la segunda edición es de 1933 y que, ya bajo el sello de Espasa-Calpe, logró dos más en 1938 y
1939 (Buenos Aires y México respectivamente) creo que, aún si no puede probarse, la manipulación por parte
de los recolectores tampoco resulta descartable.
27
Publicado en Veinticinco estudios de folklore: homenaje a Vicente T. Mendoza y Virginia Rodríguez Rivera
(Instituto de Investigaciones Estéticas, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1971, pp. 195-
207), lo incidental del interés y el trabajo queda subrayado, me parece, por el hecho de que el libro sea un
homenaje
a
Mendoza
y
su
mujer
[Virginia
Rodríguez
Rivera
de
Mendoza],
muertos
en
1964
y
1968
respectivamente. Muchos años después, y nuevamente desde una perspectiva antopológica, el autor regresó
sobre
el
tema:
Carlos
Navarrete,
El
romance
tradicional
y
el
corrido
en
Guatemala,
Instituto
de
Investigaciones Antropológicas, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1987.
28
En la bibliografía del RTM, p. 243, se las describe como versiones recogidas directamente de la tradición
oral por investigadores del Proyecto.
lexicalización similar al que he supuesto como avanzado para las zonas de Nuevo León y
Chiapas.
Finalmente, al margen de estos problemas metodológicos y porque la hipotesis
fuerte de este trabajo era que una intriga tejida en torno al motivo de la infidelidad deriva
hacia motivos concretos que, como el asesinato por venganza de honra, pueden rastrearse
de uno
a otro corpus
con
cierta facilidad
para,
a partir
de ellos,
proponer
filiaciones
diacrónicas en torno a sus tratamientos; si se considera que cuando La adúltera muere lo
hace siempre por una orden de su padre, a balazos y en posturas que ahora nos harían
pesar en una ejecución entre narcotraficantes
Suegro, aquí le entriego a su hija*que una traición me jugó. Y el suegro le contestó:*¿Para qué la quiero yo? 20
Anda, entriégasela al cielo*que el cielo te la mandó. Luego la agarró del brazo*y al monte se la llevó; hincadita de rodillas*cinco balazos le dio. (RTM 7, Morelos)
lo que resta por explorar es la relación entre una descripción tan puntual, pero tan sobria,
sus versiones amplias y, dentro de lo que cabe, tratadas con tremendismo
20
Aquí le traigo a Martina*que una traición me jugó. Pues si mi hija querida*una traición le jugó, entréguesela a la Iglesia,*que de ahí la recibió. Ya me voy, ya me despido,* me voy siguiendo ese plan a ver si puedo alcanzar*al del caballo alazán.
25
Luego que lo alcanzó*Martina se arrodilló pidiendo al Santo Niñito*que no la matara, no. Y la agarró de la mano,*al monte se la llevó, hincadita de rodillas*cinco balazos le dio. (RTM 16, Nuevo León)
y los antecedentes que éstas puedan, o no, tener en las que se presentan en pliegos
Se sube Juan pa la plaza*por ver qué se vende en ella. Señores no maten carnes,*que en mi casa las hay muertas, un novillo de quince años*y una vaca de á cuarenta; si no lo quieren creer*bajen al pié de la bodega, 35
y verán dos cuerpecitos*repartidos en dos duernas
(La adúltera).
Pero,
asimismo,
la
relación
que
ambos
guarden
con
otras
infidelidades
cuyo
tratamiento, por ahora, parece haber sustituido a éste de la moralidad normativa
Sonaron siete balazos, Camelia a Emilio mataba la policía sólo halló una pistola tirada 35
del dinero y de Camelia, nunca más se supo nada.
29
quizá porque el mundo ha cambiado mucho, pero quizá porque, sobre todo, la lírica popular
contemporánea recupera de la tradición sus mejores rasgos y, sin hacerse norma de vida,
aún puede ofrecernos algunos consejos prácticos:
Una hembra, si quiere a un hombre, por él puede dar la vida 15
pero hay que tener cuidado si esa hembra se siente herida (Contrabando y traición)
29
Contrabando y traición (aka Camelia la texana) de Angel Tucán González, fue grabada por Los Tigres
del Norte en 1973 para su disco homónimo el quinto en su carrera, remasterizado como CD en 1994, y más
tarde adaptada a ritmo de rock por
La Lupita (Pa servir a Ud., RCA Internacional, 1993). Para una
discusion más amplia sobre estas variaciones de registro, ver Rodrigo Bazán Bonfil, Cambiar la forma del
canto: refuncionalización lírica en versiones, interpretaciones y covers, Destiempos. Revista de curiosidad
cultural (año 3, número 15, julio-agosto 2008): http://www.destiempos.com/n15/rbazan.pdf
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