Diluismo: de lo neobarroco al realismo mágico

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Cuéllar 1! Nicolás Cuéllar Camarena Diluismo: de lo neobarroco al realismo mágico A Pana D. Señoras y señores de la Universidad Iberoamericana. A manera de honrar en este homenaje póstumo el histórico discurso de Alejo Carpentier sobre Lo Barroco y lo real maravilloso, he decidido recrear las maneras en las que él se dirigió en aquellos años al Ateneo. Lo único que le hizo falta a aquella magnífica ponencia fue que, dentro de las referencias, estuviera el propio Carpentier. Me gustaría rescatar una cita del maestro cubano: Considero que el escritor debe empezar a escribir cuando, primeramente, tiene algo que decir y, en segundo lugar, cuando sabe cómo decirlo. Como bien dijo él aquella vez, trataré de no abordarlos desde múltiples preámbulos. Bien. El neobarroco, según apunta Severo Sarduy en El Barroco y el Neobarroco, “no es otra cosa más que un resurgimiento del barroco histórico y un modelo para analizar la obras de arte de la modernidad.” Fin de la cita. Lo que yo creo, lo que trataré de explicar en esta conferencia, es cómo el neobarroco pasó de ser una importante y robusta emergencia literaria a convertirse en una expresión literaria completamente diluida de lo que, en un inicio, buscaron escritores como José Lezama Lima y un tal Alejo Carpentier. Partiré desde dos frentes. Primero, lo que refería Josefina Ludmer en su libro El género gauchesco en cuanto a la emergencia de una expresión y el momento en que el género pierde sus principios al verse canonizado e irremediablemente afectado por las múltiples influencias literarias que recibe por parte de sus replicadores. Ludmer decía que “el momento de la emergencia del género es el momento anterior a la repetición, la variación y la convención” en torno al mismo. Entendemos, pues, que lo neobarroco que rescata Sarduy y la canonización de una emergencia literaria como la que retoma Ludmer, explicarían a grandes

Cuéllar 2! rasgos lo que sucedió cuando la literatura de Alejo Carpentier atravesó generaciones de escritores que intentaron replicarla; terminando, para bien o para mal, en el Boom latinoamericano, bajo la pluma de narradores como Gabriel García Márquez. Pero la hipótesis se quedaría corta sin nuestro segundo frente. Debemos voltear a lo que el poeta y crítico Ezra Pound, en su libro de Ensayos, cataloga como los maestros, inventores y diluidores. La vena poética de Pound lo llevó a colocar casi todas sus referencias alrededor de la poesía, sin perder méritos ni validez una vez transportada a la prosa. Para Pound, los inventores eran aquellos que, valga la redundancia, inventaban un género. Lo llevaban a la emergencia. Está, como caso más sonado, el de Arnaut Daniel, poeta que incursionó en una nueva lírica como la poesía provenzal. Pero están también muchos otros: como Cervantes o el mismo Goethe. En segundo plano, pero no por ello menos importante, están los maestros. Aquellos que pueden rescatar un género y reinventarlo, ya sea desde lo que pudo haber significado cuando estaba emergiendo, o bien replicar a los verdaderos autores intelectuales, sin confundirlos con los impostores. Una vez cumplido este paso, los maestros crean, bajo su contexto y oralidad, una nueva forma de construir un viejo género. Claro que esto nos lleva a Carpentier, pensamos en él y en Lezama Lima como dos maestros del neobarroco americano. Al final, están los diluidores. Personajes que se han dedicado a escribir desde frases hechas y lugares comunes, escritores que conocen las fórmulas para convencer, faltando a la honestidad de la que habla el propio Pound. Por ejemplo, lo que dijo el poeta y ensayista Eduardo Gómez respecto a la obra de García Márquez, en un artículo publicado en 1968, en el País. Cito: “falta de unidad en la concepción de los temas”, “falta de rigor por mezclar fantasía y realidad en forma indiscriminada” y “carencia de lógica interna y de rigor estético”, debidas todas éstas “a la ligereza intelectual del escritor y su relativa ignorancia de los elementos que lo integran”. Fin de la cita. Y aunque hay múltiples críticas para el Gabo— sobre todo en relación a las

Cuéllar 3! incoherencias históricas en sus obras, bajo las que se cree que se justificaba con la manta del realismo mágico— nuestro homenaje de hoy es para el maestro Alejo Carpentier. Lo que sigue es comprender la diferencia entre “lo real-maravilloso” y el “realismo mágico”. En su maravillosa lectura sobre el cubano, María del Mar Roig Guerrero nos ilustra lo siguiente. Cito: “Lo real-maravilloso es para el autor cubano el concepto clave que comprende el único recurso de una literatura auténtica. Adoptó el concepto de la terminología surrealista (no olvidemos que perteneció al surrealismo y luego fue contra él) pero lo opuso a lo maravilloso literario europeo.” Fin de la cita. Entonces, estaríamos claros ante el irrefutable hecho de que lo real-maravilloso debe ser auténtico y, como dijo el propio Carpentier, “la sensación de lo maravilloso presupone una fe.” La fe tiene un valor importante en esta distinción, señoras y señores, porque la fe es lo que termina separando a los constantes de los que toman atajos. La propia Roig Guerrero nos recuerda que “mientras Carpentier apela a la fe de los escritores en lo real-maravilloso, tal y como venimos viendo, García Márquez reclama la voluntad de escritor de representar lo real como mágico”. Aquí acaba esta cita y con ello me gustaría volver a Sarduy, sin otra intención más que ilustrarles de mejor forma el porqué de la importancia del Neobarroco para nuestra literatura latinoamericana. Según Sarduy, la explicación del neobarroco la encontramos en varios recursos literarios, siendo uno de ellos el de la sustitución. Pone el ejemplo de Lezama Lima en el espléndido Paradiso. Cito: “José Lezama Lima llama a un miembro viril "el aguijón del leptosomático macrogenitoma”, el artificio barroco se manifiesta por medio de una sustitución que podríamos describir al nivel del signo: el significante que corresponde al significado "virilidad” ha sido escamoteado y sustituido por otro, totalmente alejado semánticamente de él y que sólo en el contexto erótico del relato funciona, es decir, corresponde al primero en el proceso de significación.”

Cuéllar 4! Vemos, pues, que para Sarduy lo real-maravilloso no sólo es lo que Carpentier escribió en el prólogo de su libro El reino de este mundo, cuando le adjudicó a la emergente expresión literaria, “ciertos hechos sucedidos en América”, “ciertas características del paisaje a elementos que han nutrido su obra”. La configuración de un lenguaje barroco está amarrada a una condensación, proliferación y sustitución de conceptos y oraciones que, juntas, complementan la construcción de la obra neobarroca americana. Señoras y señores de la Universidad Iberoamericana. Como catedráticos y estudiantes de una licenciatura en literatura latinoamericana, habrá que preguntarse qué entendemos por lo real-maravilloso americano. Y la mejor forma es la de retomar extractos del propio Carpentier. Primero desde el ensayo y después desde su prosa. Cito un fragmento de su conferencia magistral, Lo Barroco y lo real maravilloso: La palabra “maravilloso” ha perdido con el tiempo y con el uso su verdadero sentido, y lo ha perdido hasta tal punto, que se produce, con la palabra “maravilloso”, lo “maravilloso”, una confusión de tipo conceptual tan grande, como la que se forma con la palabra “barroco” o con la palabra “clasicismo”. Los diccionarios nos dicen que lo maravilloso es lo que causa admiración, por ser extraordinario, excelente, admirable. Ya ellos se une en el acto la noción de que todo lo maravillosos ha de ser bello, hermoso y amable. Cuando lo único que debiera ser recordado de la definición de los diccionarios es lo que se refiere a lo extraordinario. Lo extraordinario no es bello ni hermoso por fuerza. Ni es bello ni feo, es más que nada sombroso por lo insólito. Todo lo insólito, todo lo asombroso, todo lo que se sale de las normas establecidas es maravilloso.

Fin de la cita. Carpentier no podría ser más claro. La noción que buscaba parece estarse desfigurando completamente. Lo maravilloso en la literatura no debería venir de la propia palabra “maravilloso.” Tomar la definición del diccionario y aplicarla a cabalidad lo único que nos ha dejado son años y años de malos entendidos, de mala literatura y de mal interpretar la literatura neobarroca e imponer ideas y experiencias equivocadas. La literatura

Cuéllar 5! de lo real-maravilloso, como bien menciona el autor cubano, no forzosamente es bella y hermosa por fuerza. En un texto más literario que ensayístico, titulado De lo real maravilloso americano, Carpentier justifica esta hipótesis con el ejemplo del día a día del pueblo haitiano. La tragedia es, también, extraordinaria. Y no extraordinaria en la semántica positiva de la palabra sino en la extensión de la desgracia; misma que “halla a cada paso” que da. La literatura es catarsis. Lo neobarroco permite retomar el valor e interés por las artes majestuosas y el sentimiento de solemnidad, pero es lo real-maravilloso que hace posible que podamos ver aterrizado un ideal emergente sin dañar el propósito inicial del mismo. Me gustaría, si así me lo permiten, ilustrar esta hipótesis por medio de pequeños extractos de dos textos de Carpentier de narrativa que me parecen fundamentales: Viaje a la semilla y Semejante a la noche. Posteriormente, encuentro necesario hacer una breve comparación con las críticas hechas hacia García Márquez, para así atestiguar los alcances del diluismo que ha sufrido el género y su emergencia. Primero, Viaje a la semilla, que recurre a pasajes como este. Cito: Dieron las cinco. Las cornisas y entablamentos se despoblaron. Sólo quedaron escaleras de mano, preparando el salto del día siguiente. El aire se hizo más fresco, aligerado de sudores, blasfemias, chirridos de cuerdas, ejes que pedían alcuzas y palmadas en torsos pringosos. Para la casa mondada el crepúsculo llegaba más pronto. Se vestía de sombras en horas en que su ya caída balaustrada superior solía regalar a las fachadas algún relumbre de sol. La Ceres apretaba los labios. Por primera vez las habitaciones dormirían sin persianas, abiertas sobre un paisaje de escombros.

Fin de la cita. “Por primera vez las habitaciones dormirían sin persianas, abiertas sobre un paisaje de escombros”, escribe Alejo Carpentier. Podemos observar cómo la contemplación del autor lo lleva a describir “maravillosamente” la realidad de los habitantes de América Latina. En la frase “El aire se hizo más fresco, aligerado de sudores, blasfemias, chirridos de

Cuéllar 6! cuerdas, ejes que pedían alcuzas y palmadas en torsos pringosos”, podemos constatar la complejidad en las construcciones neobarrocas de Alejo: ese miedo al vacío que parece presente está, a su vez, recurriendo a la sustitución de fenomenología barroca. La proliferación de la que nos habla Sarduy existe: una reproducción constante de términos, paisajes y contemplaciones. Viaje a la semilla quizá sea uno de los cuentos que más delatan estas características que hace bien en enlistar Sarduy. Sigamos nuestro camino. Recordemos, entonces, el espléndido Semejante a la noche. Cito: Aquel aceite, aquel vino resinado, aquel trigo sobre todo, con el cual se cocerían, bajo ceniza, las galletas de las noches en que dormiríamos al amparo de las proas mojadas, en el misterio de alguna ensenada desconocida, camino de la Magna Cita de Naves, aquellos granos que habían sido echados con ayuda de mi pala, eran cargados ahora para mí, sin que yo tuviese que fatigar estos largos músculos que tengo, estos brazos hechos al manejo de la pica de fresno, en tareas buenas para los que sólo sabían de oler la tierra;

Fin de la cita. De nuevo podemos constatar cómo Alejo Carpentier nos sumerge en un mar de significados y significantes, de imágenes que se suceden las unas con las otras y se complementan. En las primeras 4 líneas de la cita que acabo de leerles, señoras y señores, está lo real-maravilloso de nuestro autor cubano. Como rescata Roig Guerrero de Oviedo, “Carpentier pone el acento en el término real, queriendo decir que lo verdaderamente maravilloso está en la realidad americana. El concepto maravilloso alude al merveilleux surrealista, con una intención muy crítica.” La literatura del maestro cubano juega entre lo (sobre)cargado y la condensación, propia de retomar un viejo género y tenerlo que adecuar a una lectura de mayor modernismo. Su narrativa es, por mucho, una de las más completas de toda Latinoamérica. El diluismo era inevitable. El neobarroco terminaría por encontrar salida con lo realmaravilloso y lo real maravilloso, a su vez, terminaría en una magiquización y un

Cuéllar 7! abaratamiento de las herramientas y formas de lograr una verdadera prosa maravillosa. La propagación de este modelo literario, obligaría a los grandes escritores a voltear a él. Muchos quisieron imitar mientras que otros prefirieron innovar desde sus trincheras. Gabriel García Márquez, como hace bien en apuntar Roig Guerrero, “considera heredado su sentido de lo maravilloso y sobrenatural, una herencia que dejaron en el Caribe los antecesores gallegos y el Africa negra.” Veamos, entonces, algunas de las críticas puntuales que se han hecho en torno a la obra de García Márquez, para muchos reflejo de la decadencia de lo realmaravilloso y el boom del realismo mágico. Aquí, Pier Paolo Pasolini, también en El País Cito: Parece ser un lugar común considerar ‘Cien años de soledad’ una obra maestra. Este hecho me parece absolutamente ridículo. Se trata de la novela de un guionista o de un costumbrista, escrita con gran vitalidad y derroche de tradicional manierismo barroco latinoamericano, casi para el uso de una gran empresa cinematográfica norteamericana (si es que todavía existen). Los personajes son todos mecanismos inventados –a veces con espléndida maestría– por un guionista: tienen todos los ‘tics’ demagógicos destinados al éxito particular; (...) Márquez es sin duda un fascinante burlón, y tan cierto es ello que los tontos han caído todos.

Fin de la cita. El lugar común pareciera no ser únicamente el hablar bien de Cien años de soledad sino también las frases hechas a las que parece regresar Márquez, sin ninguna intención de ser propositivo y, así, mantener la línea de lo real-maravilloso. Márquez cae en la magia y se conforma con ello. Lo real se pierde cuando decide ignorar la metodología que conllevaba el género que le dio vida al suyo. No quiso o no supo enfrentarse a la historia y a los contextos históricos, y respetarlos. Por más que la ficción te abra las puertas para escribir desde la subjetividad y, en ocasiones, la ambigüedad, hay cosas que uno no puede inventarse. Por ejemplo, lo que le fulmina Fernando Vallejo. Cito:

Cuéllar 8! Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos”. “¿Huevos prehistóricos?” –Escribió Vallejo–. “¡Prehistóricos serán los tuyos, güevón! No hay huevos “prehistóricos”. Los huevos son del Triásico y del Jurásico, o sea de hace doscientos millones de años, cuando los pusieron los dinosaurios, y nada tienen que ver con la prehistoria, que es de hace diez mil o veinte mil. Los bisontes de las cuevas de Altamira y de Lascaux sí son prehistóricos. Sólo que los bisontes no ponen huevos. ¿O en el realismo mágico sí? En esto de los huevos prehistóricos sí metiste las patas, Gabito”. Fin de la cita.

Señoras y señores. Mis conclusiones. Quisiera terminar honrando al maestro Carpentier. Plantear desde su oralidad, como si esta fuese la pluma de él, lo que me envuelve en estos momentos. Lo que concluyo está en una mezcolanza de teorías y apreciaciones personales. Creo que lo real maravilloso es una de las cosas más hermosas que le han pasado a nuestra literatura, y que el neobarroco merece todo el reconocimiento por haber recuperado las características que dejaron preparado el piso para que escritores como Rubén Darío, Lezama Lima y Alejar Carpentier puedan regalarnos las más hermosas de las descripciones de nuestra América Latina. La vastísima cultura con la que Carpentier ha manejado su obra es digna de admirar y comentar. Me atrevería a afirmar que en la misma obra de Carpentier, en sus propios textos, desde la pintura de su prosa, está algo maravilloso. Lo espléndido que recorre las tramas de lo bello y lo nefasto de la humanidad. Lo real maravilloso no empieza, pues, en la concepción de nuestro continente, como ingenuamente pensaba Alejo. No. Lo real maravilloso está, antes que en nada o nadie, en la obra por leer de Carpentier.Muchas gracias. Bibliografía: Arriarán, Samuel. La teoría del neobarroco de Severo Sarduy. pp. 1-10. WEB. Carpentier, Alejo. De lo real maravilloso americano. Ensayos selectos, pp. 101-121. WEB.

Cuéllar 9! ———— Lo barroco y lo real maravilloso. Ensayos selectos. pp. 123-154. WEB. ————Semejante a la noche. pp. 13-84. ————Viaje a la semilla. pp. 13-84. Ludmer, Josefina. El género gauchesco. pp. 19-67. WEB Pound, Ezra. Ensayos. México: Aldvs, 2001. Impreso. Roig, María del Mar. Alejo Carpentier y “lo real-maravilloso”. Almería: Universidad de Almería, 2009. WEB. Sarduy, Severo. El barroco y el neobarroco. pp. 26-73. WEB

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