Dios, palabra o realidad (1983)

DIOS: ¿PALABRA O REALIDAD? Leopoldo Cervantes-Ortiz (Carlos Estévez C.) Revista Heraldos de Cristo, de la Iglesia Nacional Presbiteriana “EL Divino Salvador”, Argentina 29, México, D.F. 13 de abril, 1983 “Dios es una palabra que acostumbro (‘si Dios quiere’, ‘que Dios te bendiga’, ‘Dios lo haga’… menos ‘que Dios te lo pague’ porque ya ha de estar abrumado Dios con tantas deudas humanas). No se la he enseñado a mis hijos, y cuando alguna vez me preguntan les dejo creer cualquier cosa”. Esta fue la respuesta que dio el poeta Jaime Sabines a una encuesta realizada hace algunos años entre diversos personajes de la vida intelectual de México, acerca de Dios. En ella podemos ver la actitud generalizada de la gente, que toma en cuenta únicamente la idea, y en ocasiones sólo la palabra; Dios, entonces, viene a ser una expresión despreocupada que surge en el diario acontecer pero sin ningún significado práctico en su sentido más genuino. No negamos a Dios. Creemos que el Salmista al hablar del asunto veía a los hombres gritar que Dios no existía, sin embargo, el hecho de decir “en su corazón: no hay Dios…” se refiere a una forma bien rutinaria de ateísmo, un ateísmo que se vive en los hechos ignorando por completo al Ser que se encuentra allá arriba, que tal vez mira lo que hago pero que no le importa. Él está allí y yo aquí. Resulta común contemplar esta conducta entre quienes clásicamente llamamos “inconversos”, pero valdría la pena preguntarnos si sólo en ellos se da tal fenómeno. De la misma forma que al preguntar en la calle si las personas creen en Dios obtendríamos una respuesta afirmativa en la mayoría de los casos, así, en el grupo de cristianos que formamos la Iglesia (al menos como miembros visibles), tendríamos situaciones similares a la del poeta. Esto viene a colación por nuestra presencia en el templo una vez a la semana, unos minutos a la semana; el resto de nuestra ajetreada existencia transcurre dentro de un ateísmo práctico. Sin duda que esa fue la observación que hizo el autor del Salmo 53, quien además agrega: “No hay quien busque a Dios”. Necesitamos sentir constantemente que Dios es más que una mera palabra que nos puede ayudar a salir del paso. Necesitamos comprender plenamente que si nos consideramos completamente diferentes a los ateos que no vacilan en afirmar sus ideas pero incurrimos en el error de vivir sin su presencia a cada momento, el resultado será peor para nosotros, debido a que esos minutos (en ocasiones tediosos) que dedicamos a estar en el templo no bastarán para ser el soporte espiritual que nos aleje de este problema. De manera que es nuestro deber considerar si el Dios al que venimos a adorar en Su templo es el mismo que utilizamos para hablar de una forma monótona. La respuesta que demos a la pregunta: “¿Qué es Dios para usted?”, así, tan propia e interna de cada uno, encauzará la firmeza de nuestra oración al Señor.