EL LITORAL ATLÁNTICO FUEGUINO COMO PAISAJE ARQUEOLÓGICO

August 31, 2017 | Autor: Jimena Oría | Categoria: Prehistoric Archaeology
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Declaradas de interés cultural por el Ministerio de Cultura de la Presidencia de la Nación, Resolución Nº 2557/12

“MEMOR IA S D E LA S JO RN AD AS DE R EF L EXI ÓN ACE RCA D E L OS PAI SAJES C ULT URA L ES D E AR GEN TIN A Y C HIL E, EN E S PEC IA L LO S SIT U ADO S EN L A RE GIÓN P ATA GÓNICA”

13 AL 15 DE J UNIO DE 2012 - RÍO GAL LEGOS - SANTA CRUZ – ARGENTINA

Lic. Viviana Navarro - Dra. Silvana Espinosa (compiladoras)

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Declaradas de interés cultural por el Ministerio de Cultura de la Presidencia de la Nación, Resolución Nº 2557/12

Paisajes culturales: Memorias de las Jornadas de reflexión acerca de los paisajes culturales de Argentina y Chile, en especial los situados en la región Patagónica, Río Gallegos, 13 al 15 de junio de 2012 / Compilado por Viviana Navarro y Silvana Espinosa. - 1a ed. - Río Gallegos: Universidad Nacional de la Patagonia Austral, 2012. CD-ROM. ISBN 978-987-1242-71-9 1. Patrimonio Cultural. 2. Turismo. 3. Patrimonio. I. Navarro, Viviana, comp. II. Espinosa, Silvana, comp. CDD 363.69 Fecha de catalogación: 11/09/2012

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Indice Índice………………………………………………………………………………………………...

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Prólogo………………………………………………………………………………………………

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Las jornadas………………………………………………………………………………………..

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Conclusiones……………………………………………………………………………………….

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Disertantes Invitados………………………………………………………………………………

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DISERTACIONES Del paisaje natural al cultural, una historia de 4 siglos. Consideraciones sobre Buenos Aires, Paisaje Cultural Evolutivo. Arq. Carlos Moreno………………………………….

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El paisaje cultural: hacia una integridad sostenida en la gestión del patrimonio. Lic. Roberto Molinari – APN…………………………………………………………………….

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Arquitectura rural menor: un rasgo distinto para comprender el paisaje cultural en la estepa austral. Dr. Mateo Martinic Beros – UMAG………………………………………

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La protección del territorio como paisaje cultural: el caso de la Quebrada de Humahuaca en Jujuy. Olga Paterlini de Koch - Universidad Nacional de Tucumán...

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Patrimonio intangible. De la compleja diversidad cultural a la unidad metodológica. Mabel Ladaga………………………………………………………………………………..

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Los paisajes culturales en Chile y sus desafíos. Ángel Cabeza M., Carlos Weber B., Mireya Danilo B. – Universidad de Magallanes………………………………………….

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Paisaje cultural y turismo: tendencias y desafíos. Lic. Viviana Navarro (UNPA-UARG)..

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PONENCIAS Nº 1 - La construcción de un paisaje cultural: el aporte del Convento de San Carlos en San Lorenzo. Dr. Arq. Roberto De Gregorio; Dra. Arq. Analía Brarda………………...

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Nº 2 - Territorio Mapuche Lleulleuche: naturaleza territorial y conflicto con el estado chileno. Sebastián Llantén Rivas; Jimena Hevia Riera…………………………………

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Nº 3 - Rastreando huellas: la dinámica del paisaje en La Paciencia, Tierra del Fuego. Macarena Paz Fernández Génova……………………………………………………….

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Nº 4 - La impronta de la migración chilena durante el siglo XX en el paisaje urbano de la ciudad de Río Gallegos. Los barrios Belgrano y Nuestra Señora del Carmen como paisaje cultural urbano. Cristian Ampuero; Mónica Norambuena; Martín Segovia………………………………………………………………………………………

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Nº 5 - Identidad y territorialidad en un paisaje ritualizado. Las sierras de Lihué Calel, La Pampa, Argentina. Mónica Alejandra Berón; Rafael Pedro Curtoni……………….

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Nº 6 - El litoral atlántico fueguino como paisaje arqueológico. Vázquez Martín; Myrian Álvarez; Ramiro Barberena; Karen Borrazzo; Luis A. Borrero; Jimena Oría; Monica Salemme; Fernando Santiago……………………………………………………………..

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Nº 7 - Paisajes con araucarias en Sudamérica: construcciones culturales precolombinas y del presente para producción de alimento. Maurício Sedrez Dos Reis;

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Ana Ladio…………………………………………………………………………………….

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Nº 8 - El uso de la piedra en el paisaje cultural de Somoncurá. Débora Finkelstein; María Marta Novella…………………………………………………………………………

245

Nº 9 - Patrimonio arqueológico rupestre y turismo. Mag. Mónica Beatríz Gelós………...

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Nº 10 - “Para mí… esto es patrimonio”: construcción discursiva del paisaje cultural en la Quebrada de Humahuaca, Provincia de Jujuy. Vanesa Civila Orellana……………

289

Nº 11 - La percepción en las sensaciones de vacío. Aporte de Victoria Hammar y Andriana Opacak a la comprension del paisaje patagónico austral. Graciela Ciselli; Daniela Ciancia; Aldo Enrici………………………………………………………………..

300

Nº 12 - La transformación del paisaje a través de una actividad antrópica descontrolada y sus efectos sobre el componente social involucrado en la ciudad de Mercedes, Corrientes. Prof. Carlos Baldassarre……………………………………..

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Nº 13 - Políticas públicas para fomentar la recreación rural en las estancias magallánicas. Caso: corredor patrimonial entre los mares de Otway y Skyring, Provincia de Magallanes, Región de Magallanes y Antártica Chilena. Patricia Jiménez……………………………………………………………………………………….

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Nº 14 - Identificación del patrimonio cultural y natural y su puesta en valor para el uso recreativo y turístico. María Collueque; Laura Quintana; Luis Asencio……………….

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Nº 15 - El Parque Saavedra como paisaje cultural protegido. Graciela Ciselli…………..

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Nº 16 - Aportes para la elaboración de un proyecto de integración de las propuestas turísticas de patrimonio cultural del Noreste de Santa Cruz. Los paisajes culturales como soporte. Alicia Renée Tagliorette; Patricia Sampaoli; Ana María Ibarroule; Elio Reynoso; Angélica Castro ……………………………………………………………

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Nº 17 - Aproximaciones al territorio pampeano-patagónico a través de las nociones de “paisaje cultural” y “paisaje patrimonial”. Laura Aylén Enrique………………………..

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POSTERS La ruta de los campamentos petroleros en Comodoro Rivadavia. Arq. Liliana Carnevale……………………………………………………………………………………

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Paisaje cultural urbano de Río Turbio en el Siglo XX, Patagonia Austral Argentina. Prof. Mónica Norambuena; Prof. María Eugenia Muñoz Sesnic; Lic. Alicia Cáceres.

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Paisaje cultural urbano y tipologías de viviendas en Río Turbio entre 1942 y 1969. Prof. Daniela Ciancia; Dr. Aldo Enrici; Mg. Graciela Ciselli…………………………….

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GALERÍA FOTOGRÁFICA………………………………………………………………………..

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Nº 6 - EL LITORAL ATLÁNTICO FUEGUINO COMO PAISAJE ARQUEOLÓGICO VÁZQUEZ MARTÍN71; MYRIAN ÁLVAREZ 72; RAMIRO BARBERENA73; KAREN BORRAZZO 74; LUIS A. BORRERO75; JIMENA ORÍA76; MONICA SALEMME 77; 78 FERNANDO SANTIAGO

Resumen Entendiendo a los paisajes como el producto de la relación dialéctica entre el hombre y su entorno, relación en la cual el entorno se constituye en paisaje, los paisajes fósiles fueguinos

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Museo del Fin del Mundo-CADIC. [email protected]

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CADIC-CONICET. [email protected]

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CONICET, FFyL, UNCu. [email protected]

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CONICET-IMHICIHU. [email protected]

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CONICET-IMHICIHU. [email protected]

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CADIC-CONICET. [email protected]

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CADIC-CONICET. [email protected]

78

CADIC-CONICET. [email protected]

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presentan una interesante variabilidad desde el punto de vista arqueológico. Al hablar de paisajes fósiles o arqueológicos entramos en una dimensión particular del concepto paisaje, lo situamos en el pasado. Un paisaje ancestral al que sólo es posible acceder a través de la arqueología o los relatos mitológicos. En Tierra del Fuego las investigaciones arqueológicas desarrolladas durante más de cuatro décadas a ambos lados de la frontera, ponen de manifiesto una larga historia de presencia humana, así como la coexistencia de dos trayectorias culturales bien definidas: los cazadores pedestres y los canoeros. Sus representantes recientes, Selk’nam y Haush para el caso de los primeros y los Yámanas canoeros, son bien conocidos a través de la literatura etnográfica.

Los cazadores

recolectores tienen mitos para explicar la formación del relieve actual, sobre todo de las formas más salientes o visibles, aquí la información etnográfica juega un papel muy importante a la hora de rescatar significados. El litoral atlántico fueguino, presenta una serie de particularidades que lo posicionan como un paisaje arqueológico singular, albergando gran riqueza y variabilidad de configuraciones en sus dimensiones naturales y culturales. La creciente actividad antrópica y diversos agentes naturales amenazan la preservación de este valioso registro. El potencial científico y la ausencia de relevamientos intensivos del estado del registro arqueológico en esta región motivaron una acción de relevamiento y puesta en valor destinada a la preservación de registro y su significación. Los resultados obtenidos en el marco del Programa Arqueológico Costa Atlántica (PACA), ponen de manifiesto la riqueza arqueológica del litoral atlántico fueguino su densidad y diversidad le otorgan gran importancia patrimonial, científica y comunitaria. El Programa fue desarrollado por el Museo del Fin del Mundo de Ushuaia, con la participación de diversas instituciones del ámbito público y privado. Los trabajos de campo se iniciaron en la temporada estival 2009-2010, hasta el momento fueron realizadas ocho campañas, cubriendo aproximadamente un total de 160 kilómetros de costa. Las evidencias sugieren un patrón de ocupaciones relativamente extendido a toda la fachada atlántica fueguina y donde parece afirmarse algunas tendencias propuestas previamente. Esto es, la presencia en determinados sectores litorales de sitios de grandes dimensiones o concentraciones

de yacimientos,

que denotan una cierta redundancia

ocupacional,

donde la

abundancia de recursos marinos indica la importancia de los espacios costeros en la cultura de los grupos humanos que habitaron Tierra del Fuego. En este sentido, los objetivos de esta presentación son la interpretación de estos resultados de campo, en conjunción con la información etnográfica disponible. Palabras Clave: Tierra del Fuego, litoral atlántico, paisajes arqueológicos, patrimonio.

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Introducción Desde nuestra perspectiva los paisajes son el producto de la relación dialéctica entre los seres humanos y su entorno y es precisamente en esa relación en la cual este último se constituye en paisaje. Los paisajes fósiles fueguinos presentan una interesante variabilidad desde el punto de vista arqueológico. Al hablar de paisajes fósiles o arqueológicos entramos en una dimensión particular del concepto paisaje, lo situamos en el pasado. Un paisaje ancestral al que sólo es posible acceder a través de la paleoecología, la arqueología y/o los relatos mitológicos recuperados en las fuentes escritas. En Tierra del Fuego las investigaciones arqueológicas desarrolladas durante más de cuatro décadas a ambos lados de la frontera, ponen de manifiesto una larga historia de presencia humana, así como la coexistencia de dos trayectorias culturales bien definidas: los cazadores pedestres y los canoeros. Sus representantes recientes, Selk’nam y Haush para el caso de los primeros y los Yámana canoeros, son bien conocidos a través de la literatura etnográfica.

Los cazadores

recolectores tienen mitos para explicar la formación del relieve actual, sobre todo de las formas más destacadas o visibles, aquí la información etnográfica juega un papel muy importante a la hora de rescatar significados (al menos para los momentos más tardíos de ocupación regional). El litoral atlántico fueguino presenta una serie de particularidades que lo posicionan como un paisaje arqueológico singular, albergando gran riqueza y variabilidad de configuraciones en sus dimensiones naturales y culturales. La creciente actividad antrópica actual y diversos agentes naturales amenazan la preservación de este valioso registro. El potencial científico y la ausencia de relevamientos intensivos del estado del registro arqueológico en esta región motivaron una acción de relevamiento y puesta en valor destinada a la preservación de ese registro y su significación. Los resultados obtenidos en el marco del Programa Arqueológico Costa Atlántica (PACA) ponen de manifiesto la riqueza arqueológica del litoral atlántico fueguino; su densidad y diversidad le otorgan gran relevancia patrimonial, científica y comunitaria. El Programa fue desarrollado por el

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Museo del Fin del Mundo de Ushuaia, con la participación de diversas instituciones del ámbito público y privado. Los trabajos de campo se iniciaron en la temporada estival 2009-2010 y hasta el momento fueron realizadas ocho campañas, cubriendo aproximadamente un total de 170 kilómetros de costa. Las evidencias sugieren un patrón de ocupaciones relativamente extendido a toda la fachada atlántica fueguina y donde parecen afirmarse algunas tendencias propuestas previamente. Esto es, la presencia en determinados sectores litorales de sitios de grandes dimensiones o concentraciones de yacimientos, que denotan una cierta redundancia ocupacional. La abundancia de recursos marinos podría explicar la importancia de los espacios costeros en la cultura de los grupos humanos que habitaron Tierra del Fuego. En este sentido, el objetivo de esta contribución es presentar distintas líneas de evidencias, tanto arqueológicas como etnográficas, a partir de las cuales avanzar en la caracterización de la costa atlántica fueguina como un paisaje cultural.

La costa atlántica fueguina: ambiente e historia La Isla Grande de Tierra del Fuego es la de mayor tamaño del archipiélago fueguino, ubicada aproximadamente entre los 52º y 55º de latitud sur y los 66º y 74º de longitud oeste y está dividida políticamente entre las Repúblicas de Argentina y Chile. Se encuentra separada del continente por el estrecho de Magallanes (Figura 1). La más notoria de las características de la Isla Grande es la zonación ecológica resultante del interjuego entre el clima y la topografía. A modo de barrera, los Andes Fueguinos generan el desvío ascendente de los fuertes vientos del oeste, produciendo la descarga de la humedad transportada por estos últimos -bajo la forma de precipitaciones-

en la vertiente pacífica de las montañas. Como consecuencia,

el ambiente

representado en la vertiente atlántica es mucho más seco (Frederiksen 1989).

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Figura 1: mapa de ubicación con las principales localidades referenciadas en el trabajo

Desde el punto de vista geológico la Isla Grande está formada por dos placas tectónicas (Sudamericana y de Scotia) separadas por la Falla de Magallanes, la cual discurre en sentido E-W por el lago Fagnano o Kami. Al norte la Placa Sudamericana, formada por rocas sedimentarias marinas de edad correspondiente al Terciario tardío y al sur la Placa de Scotia, compuesta por rocas metamórficas con edades entre el Paleozoico tardío y el Cretáceo medio (Menichetti et al. 2008, Rabassa et al. 2000). Durante el Cuaternario (aprox. últimos 2 millones de años) se sucedieron reiterados avances y retrocesos glaciales, así como ascensos y descensos del nivel del mar, procesos que fueron modelando la actual configuración geográfica fueguina (Coronato et al. 1999, Rabassa et al. 2000, Bujalesky 1998, 2007). La costa atlántica de la Isla Grande de Tierra del Fuego discurre en sentido NW-SE, hasta aproximadamente la desembocadura del río Irigoyen, desde donde torna paulatinamente a una orientación E-W hacia Península Mitre. En general se trata de una costa baja, en la que se combinan extensos acantilados o barrancas de escasa o mediana altura formados por depósitos glacigénicos y terciarios; alternados con amplias playas de grava y arena gruesa. El litoral atlántico fueguino presenta un régimen macromareal, lo que expone amplios sectores de plataforma de abrasión o restinga y está expuesto a fuerte oleaje (Rabassa et al. 2000, Bujalesky 1998, 2007) (Figuras 2 y 3).

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Figura 2: costa atlántica fueguina. Izq: desembocadura del río Irigoyen, al fondo cabo Malengüena. Der: Punta Gruesa, al fondo cabo San Pablo.

Figura 3: costa atlántica fueguina. Cabo San Pablo.

En la actualidad la costa atlántica fueguina alberga una importante diversidad de especies animales, aunque sin lugar a dudas su distribución y el tamaño de estas poblaciones dista mucho del que seguramente existió en épocas previas a la explotación industrial de mamíferos marinos y recursos pesqueros y la instalación de los establecimientos ganaderos. Según un censo realizado hacia mediados del siglo XX y posteriores investigaciones (Carrara 1952, Lanata y Winograd 1988, Schiavini et al 2004), la mayor frecuencia de apostaderos de lobos marinos se registra en la zona de Península Mitre, mencionándose la existencia de solo una colonia en el área de Punta Páramo. No obstante, recientemente se han observado signos de recolonización de espacios más meridionales por grupos de pinnípedos. Las primeras referencias históricas a la costa oriental fueguina pueden rastrearse en las crónicas de las expediciones navales de inicios del siglo XVII, entre ellas se destacan la de los flamencos W. Schouten y J. Le Maire y la española de los hermanos Nodal. Durante los dos siglos y medio siguientes se sucederán diversas exploraciones y contactos esporádicos con los grupos que habitaban estas costas, entre los cuales posiblemente el más destacable sea el naufragio del navío Purísima Concepción ocurrido en 1765 en Caleta Falsa. Sin embargo, no fue hasta fines del siglo XIX

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cuando comenzó la instalación permanente de los establecimientos ganaderos, mineros, religiosos y la consecuente reducción y segmentación de los territorios originarios. Hasta el momento sólo un área de la costa atlántica está definida como Área Protegida: la Reserva Costa Atlántica de Tierra del Fuego, definida como Reserva Provincial Natural, forma parte del Sistema Provincial de Áreas Naturales Protegidas desde 1998. Asimismo está incluida en la Red Hemisférica

de Reservas

para

Aves

Playeras;

reconocida

como

Humedal

de Importancia

Internacional por la Convención RAMSAR e identificada como un área de aves endémicas por Birdlife International. Su extensión es de unas 28.600 ha y abarca el sector de costa comprendido entre Cabo Nombre y la desembocadura del Río Ewan. El sitio es importante por su gran variedad de especies de aves, muchas de ellas migratorias, que nidifican, se reproducen o alimentan en estos ambientes. Por su parte, al menos 21 especies de cetáceos visitan las aguas de la Costa Atlántica de Tierra del Fuego, en algunos casos para reproducción o alimentación en áreas de marea. Desde fines de la década de 1980, se han desarrollado diversas propuestas que tienen por objetivo el reconocimiento de la Península Mitre como un área protegida. Entre ellas: la denominada “Propuesta Mitre” del año 1987, consultoría encargada a la Organización de Estados Americanos por el Gobierno del entonces territorio Nacional de Tierra del Fuego; una propuesta elevada por el Museo del Fin del Mundo, elaborada por O. Zanola en 1989 y la más reciente el proyecto de creación de área protegida elaborado por la Secretaría de Planeamiento y Desarrollo Provincial en 2002. Si bien diversas en su naturaleza y concepción todas se fundamentan en los valores ecológicos, culturales y científicos que conjuga la porción oriental de la Isla Grande de Tierra del Fuego (Loekemeyer 2002).

Antecedentes arqueológicos El litoral atlántico fueguino es una zona de gran relevancia desde el punto de vista arqueológico por su riqueza en yacimientos de cronologías prehistóricas e históricas, entre estos últimos destacan particularmente los restos de naufragios. Por un lado, las poblaciones humanas originarias han hecho uso intensivo y recurrente de los recursos costeros durante los últimos 6000 años; las evidencias de estas actividades se encuentran diseminadas ampliamente a lo largo del litoral atlántico fueguino (Borrero y Barberena 2004; Salemme y Bujalesky 2000; Lanata 1995; entre otros). Por otro lado, las dificultades para la navegación propias del Atlántico Sur y la gran cantidad de naves que lo surcaron antes de la apertura del Canal de Panamá, contribuyeron a la conformación de uno de los registros de naufragios más densos del planeta (Galdeano 2005; Vairo 2000). Hasta el momento, las investigaciones arqueológicas han tenido mayor desarrollo en el área norte, estas se iniciaron en la década de 1970 y han seguido objetivos específicos, incluyendo el estudio de evidencias costeras o cercanas a la costa (Borrero et al. 1981; Borrero y Barberena 2004; Horwitz 1995; Salemme y Bujalesky 2000; Salemme et al. 2007a y b). No es el objetivo en esta ocasión hacer una revisión exhaustiva de los antecedentes, por lo que sólo se mencionarán algunos de los yacimientos estudiados más relevantes y sus particularidades.

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Alero Cabeza de León, ubicado en el área de Bahía San Sebastián y con un fechado radiocarbónico de aproximadamente 1100 años AP, se ha identificado como un sitio donde se realizaron actividades vinculadas a la explotación de recursos terrestres, específicamente a la caza de guanaco (Borrero 1979). Muy cercano al anterior y de unos 700 años radiocarbónicos se encuentra Bloque Errático 1, un contexto ubicado al reparo de un bloque errático de granito, definido como un sitio de procesamiento de guanaco (Borrero y Casiraghi 1980). Sobre la costa sur de bahía San Sebastián, se ubica la localidad arqueológica Los Chorrillos. Dos de los sitios allí identificados, San Genaro 1 y 2, fueron estudiados por Horwitz (1995). Uno de ellos, San Genaro 1 datado en unos 1000 años antes del presente, es una importante acumulación de restos de moluscos, artefactos líticos y restos óseos de animales consumidos; el sitio se encuentra en avanzado estado de destrucción. Aparte de los estudios realizados en cada una de las localidades arqueológicas registradas en Bahía San Sebastián, este ambiente fue analizado desde distintos enfoques complementarios, por ejemplo:

estudios

distribucionales

de

artefactos

líticos

(García

1993-4);

investigaciones

geoarqueológicas (Favier Dubois y Borrero 2005); estudios tafonómicos (Martin 2004, Borella y Favier Dubois 1994-95; Borrazzo 2010). También en esta zona se recuperaron, a partir de rescates arqueológicos, varios enterratorios humanos (Guichón et al. 2000; Salemme et al. 2007b). Inmediatamente al sur, en la cuenca del río Chico-Avilés próxima a la costa atlántica, se detectaron numerosos sitios (Salemme y Bujalesky 2000; Santiago et al. 2007). Fueron excavados dos de ellos: La Arcillosa 2 y Río Chico 1, ambos concheros emplazados sobre un acantilado relativamente alejado de la costa actual, correspondiente a una línea de costa antigua o paleocosta. El aspecto más destacable de estos sitios es que representan los contextos más antiguos de la costa atlántica fueguina. En La Arcillosa 2, con eventos de ocupación fechados entre los 3700 y 4500 años antes del presente, también fue recuperado un enterratorio humano de unos 5200 años de antigüedad, uno de los esqueletos humanos más antiguos y completos de Patagonia (Salemme et al. 2007a). Por su parte, en Río Chico 1 se obtuvieron dataciones cercanas a 5900 años antes del presente (Santiago et al. 2007). Al sur de Río Grande, entre Cabo Peñas y Cabo San Pablo la única localidad trabajada sistemáticamente es Punta María. Está compuesta por varios concheros relativamente continuos entre sí, algunos de ellos muy afectados por las obras de construcción de la Ruta Nacional N° 3 y recientemente por la instalación de un obrador de una compañía petrolera y el tránsito de visitantes ocasionales. Los fechados obtenidos para estos yacimientos evidencian ocupaciones entre los 2300 y los 300 años AP (Borrero 1986; Borella et al. 1996). En la zona de Cabo San Pablo, se registraron siete sitios y se excavaron tres de ellos: San Pablo 1, 4 y 7 (Borrero 1986). Los tres sitios están datados entre 300 años radiocarbónicos y épocas históricas. Todos ellos se encuentran hoy en el límite del bosque y la estepa, y parecen haber sido formados en relación con la explotación tanto de guanacos como de recursos marítimos.

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El Museo del Fin del Mundo (MFM) posee una larga tradición de trabajos de relevamiento e investigación arqueológica en la zona de Península Mitre. Entre los años 1984 y 1988, fue desarrollado el Programa Extremo Oriental del Archipiélago Fueguino (PEOAF), patrocinado por esa institución. Este programa, si bien de carácter multidisciplinario, puso un especial énfasis en la arqueología, aportando datos para un área prácticamente en blanco para el conocimiento de esta disciplina. A partir de los trabajos desarrollados en la porción septentrional, se conoce la existencia de sitios arqueológicos en diversos sectores: Ea. María Luisa, Río Luz, Rancho Donata (Caleta Policarpo), Caleta Falsa, Laguna Centenario y Bahía Thetis (Lanata 1986, 1995). En el marco del PEOAF se llevaron a cabo excavaciones en tres localidades, María Luisa, ubicada en el límite norte de Península Mitre y Rancho Donata, en caleta Policarpo y en bahía Tethis (Lanata 1986, 1988, 1995; Savanti 1994; Muñoz y Belardi 2011). Asimismo pueden destacarse algunos trabajos que abordaron aspectos más específicos: el estudio de las aves (Savanti 1994); trabajos sobre material lítico (Nami 1992); o los estudios de cetáceos (Borella 2000). Además de los sitios arqueológicos

vinculados

a ocupaciones

humanas, un rasgo

destacado en la costa atlántica lo constituyen los restos de naufragios de épocas históricas. Entre los naufragios más conocidos se encuentran: el Purísima Concepción, navío español naufragado en Caleta Falsa en 1765 (Belza 1974) y el Duchess of Albany, nave británica que encallara en las cercanías de Caleta Policarpo en 1893 (Zanola 1986). En la costa atlántica las fuentes históricas registran casi una veintena de naufragios, muchos de estos se concentran en la zona de Península Mitre. Al igual que en caso de la arqueología prehistórica, desde el MFM se desarrollaron proyectos que incluyeron relevamientos y/o rescates de restos de naufragios, fundamentalmente en el área de la Península Mitre, gran parte de ellos bajo la dirección de quien fuera su director, Oscar P. Zanola (Cornejo 1987, Ms; Piana 1989, Ms; Zanola 1986, 1990, Ms.). Si bien las investigaciones ponen de manifiesto el gran potencial de esta zona, estos estudios se han desarrollado en forma dispar. Existen segmentos de la costa con estudios sistemáticos muy abarcativos y localidades o yacimientos con trabajos intensivos y puntuales. Por el contrario, otros importantes sectores nunca han sido estudiados, lo que genera espacios “en blanco” en el conocimiento arqueológico regional. En este sentido, los objetivos específicos del PACA tuvieron como propósito aportar nuevos datos para este sector, en el cual, salvo espacios acotados, no cuenta con información exhaustiva y actualizada sobre la existencia y el estado del patrimonio histórico-arqueológico. En síntesis, los antecedentes disponibles sobre la arqueología prehistórica en la zona denotan un significativo valor potencial del registro costero. Como se dijo, la ocupación humana del litoral atlántico se remonta a casi 6000 años de antigüedad y los datos arqueológicos más recientes muestran, efectivamente, una utilización muy intensa y reiterada de la costa.

El Programa Arqueológico Costa Atlántica (PACA)

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El PROGRAMA ARQUEOLÓGICO

COSTA ATLÁNTICA tiene por meta efectuar un

relevamiento de la localización y estado de yacimientos arqueológicos prehistóricos y restos de naufragios históricos en un amplio segmento de esta región. El programa fue desarrollado institucionalmente por el Museo del Fin del Mundo (MFM), con la participación de investigadores y becarios del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC), el Instituto Multidisciplinario de Historia y Ciencias Humanas (IMHICIHU) y el Programa de Arqueología Subacuática del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (PROAS-INAPL). Cuenta con el auspicio de la Secretaría de Cultura de la Provincia de Tierra del Fuego y es financiado desde el sector privado por Apache Energía S.R.L. y Total Austral S.A. La zona que abarca este programa es la costa atlántica de la Isla Grande de Tierra del Fuego, en el sector comprendido desde la desembocadura del río Grande hasta la zona de Península Mitre, en un tramo de aproximadamente 200 kilómetros entre Cabo Peñas y Cabo San Diego. Dentro de este marco, los objetivos prioritarios del programa apuntan a obtener información de base tendiente a evaluar el grado de integridad cultural del registro arqueológico costero, así como identificar las causas y agentes que comprometen su preservación (Vázquez et al. 2010). Para el caso de los restos de ocupaciones humanas prehistóricas, se realizaron siete campañas de prospección en las que se registraron tanto sitios y concentraciones, como hallazgos aislados de materiales arqueológicos. Estas categorías, fueron consideradas de acuerdo a las definidas por Borrero et al. (1992): -

Sitio: conjunto de 24 o más artefactos dentro de un círculo de 20 metros de diámetro (o más, ya que hay sitios encontrados en el área cuya extensión supera esta superficie).

-

Concentración: conjunto de 2 a 24 artefactos dentro de un círculo de 20 metros de diámetro.

-

Hallazgo aislado: artefacto único en un círculo de 20 metros de diámetro sin otros hallazgos. Todo lo registrado fue posicionado con GPS y consignado en planillas de diseño único, en

las que se recabó información ambiental, de emplazamiento y características propias de los hallazgos, tales como sus dimensiones, estructura estratigráfica, tipo de material asociado, etc. Por otro lado se hizo hincapié en aspectos relacionados al estado de conservación de los mismos y los potenciales factores de riesgo que amenazan la integridad de los yacimientos, por ejemplo: alteraciones visibles, cercanía a establecimientos, caminos u obras, accesibilidad, visibilidad, etc. El relevamiento de datos se complementa con el registro fotográfico de cada hallazgo. Todas las tareas detalladas se plantearon como no invasivas, esto implica que no se recolectaron materiales ni se realizaron excavaciones. En futuras campañas solamente se evaluará la posibilidad de efectuar rescates de materiales en aquellos casos en los cuales su pérdida sea inminente. Como valoración de los trabajos realizados hasta el momento, consideramos que la cantidad y calidad de información recabada, en relación a las metas propuestas por el Programa, son muy satisfactorias. Se registraron 285 emplazamientos (entre sitios y concentraciones) y más de 320 hallazgos aislados.

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La gran mayoría de los emplazamientos registrados presentan algún tipo de perturbación (N=244, 85,6%), en gran parte de los casos causadas por agentes naturales. En relación a estas alteraciones

es

transformaciones

necesario

hacer

dos

consideraciones.

En

primer

lugar,

claro

está,

las

de origen natural son inherentes a los procesos de formación del registro

arqueológico, no obstante a las que nos referimos aquí son aquellas que amenazan directamente la integridad de los contextos. A excepción de la acción fosorial de roedores (Figura 4), sólo registrada en el sector norte, los procesos naturales parecen actuar con similar frecuencia e intensidad a lo largo de toda la costa atlántica. Entre los más representados, sin lugar a dudas, se encuentran los procesos erosivos causados por la acción eólica y marina; son comunes en todos los sectores las cubetas o cicatrices de deflación, así como los procesos de remoción en masa, derrumbes o retrocesos de barrancos causados por la acción de las mareas (Figura 5). En segundo lugar, cabe destacar que estos procesos determinan en gran medida el potencial de detección de los sitios registrados; seguramente existen numerosos sitios en espacios con baja visibilidad donde el registro arqueológico no muestra perturbaciones notorias. Han sido documentados casos con estas características, pero sin dudas en mucha menor proporción que sitios afectados de un modo u otro por procesos que exponen materiales o sedimentos arqueológicamente fértiles.

Figura 4: alteraciones originadas por animales sobre sitios arqueológicos. Izq: cuevas de roedores, localidad Cabo Peñas. Der: camino originado por el pisoteo de animales.

Figura 5: alteraciones naturales vinculadas a la dinámica ambiental. Izq: deflación eólica, localidad Punta María. Der: retroceso de barranco costero, localidad El Vasco.

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Por otra parte los agentes de perturbación antrópica, si bien menos numerosos, en general resultan mucho más graves, afectando un total de 76 emplazamientos (27%). Entre las causas más comunes se registraron la construcción de caminos, el tránsito de cuatriciclos y acciones derivadas de actividades recreativas como la pesca, campamentos, fogones y hasta el “huaqueo” o destrucción intencional (Figura 6). Aunque esto último no es muy frecuente, se han detectado varios sitios con evidencias alteraciones, en algunos casos recientes.

Figura 6: alteración de origen antrópica. Izq: material extraído de la lente de conchero visible en el perfil, localidad Punta Torcida. Der: pozo practicado sobre sitio arqueológico, localidad Cabo Colorado.

La valoración del nivel de riesgo antrópico o natural al que estaban expuestos los sitios fue otra de las variables consignadas, la cual se efectuó a partir de la evaluación contextual de los diversos agentes que, a futuro, podrían amenazar la integridad del registro. Tanto el riesgo natural como el cultural fue graduado en tres niveles: Alto, Medio y Bajo (Tabla 1) Combinando ambos criterios, 11 casos (3,8%) presentan estimación de alto riesgo tanto por causas antrópicas como naturales, lo que los posiciona como firmes candidatos a la realización de próximas acciones de registro detallado y excavación, a fin de prevenir la pérdida de información. Riesgo cultural

Riesgo natural

N

%

N

%

Alto

72

25,26

80

28,07

Medio

31

10,88

102

35,79

Bajo

169

59,30

89

31,23

No determinado

13

4,56

14

4,91

Total

285

100,00

285

100,00

Tabla 1: riesgo de destrucción antrópica y/o natural estimado para los sitios y concentraciones registradas por el PACA.

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De los 285 registros de localizaciones arqueológicas, 110 fueron determinados como concentraciones y 175 como sitios (sensu Borrero et al 1992), entre estos últimos son comunes los “concheros” (depósitos conformados

por acumulaciones

de valvas de moluscos),

habiéndose

registrado un total de 112 casos, algunos con varias acumulaciones discretas. Estos concheros presentan variabilidad en formas y tamaños, desde pequeñas acumulaciones en forma de lentes de pocos centímetros de potencia a grandes domos de hasta 8 metros de diámetro y con potencias estimadas que superan el metro (Figura 7). También presentan amplia variabilidad en relación a su agregación; se observan pequeños depósitos aislados y agrupaciones de hasta una docena de domos. En cuanto a la posición estratigráfica de los sitios y concentraciones, 103 de ellos se registraron en superficie, 131 en estratigrafía y 40 presentan restos tanto en posición estratigráfica como superficial. En general los sitios son de poca extensión, dominando los determinados dentro del rango más pequeño y a medida que aumentan el rango de tamaño, disminuye la frecuencia (Tabla 2).

Figura 7: variabilidad en formas y tamaños de sitios registrados. Izq: gran acumulación en forma de domo, localidad Cabo San Vicente. Der: lente de valvas y material arqueológico distinguible en perfil, localidad Cabo Leticia.

Superficie estimada

N

%

135

47,37

69

24,21

24

8,42

12

4,21

9

3,16

n/d

36

12,63

Total

285

100,00

2

1 a 25 m

2

25 a 100 m

100 a 500 m2 2

500 a 2500 m > a 2500 m

2

Tabla 2: distribución de tamaños de sitios y concentraciones registrados (n/d: no determinada).

Todas las localidades prospectadas contienen vestigios arqueológicos de algún tipo y su densidad puede considerarse en general alta. Si bien los hallazgos aislados responden a una distribución relativamente homogénea en muchos segmentos de la costa, las otras categorías de

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registro (sitios y concentraciones) se agrupan con mayor densidad en determinados puntos del paisaje y, por ende, con un potencial de pérdida patrimonial muy alto frente a cualquier tipo de acción u obra que modifique el paisaje. Concentraciones de yacimientos como las detectadas en algunos sectores de localidades como Punta María, Punta Torcida, Cabo Colorado, Playa La Barca o Bahía Thetis, entre otras, pueden considerarse zonas de alto riesgo, por el sólo hecho de la densidad de sitios que poseen. Asimismo, estas agregaciones sugieren un patrón de cierta redundancia ocupacional, en contraste con segmentos de costa donde la señal arqueológica es claramente más débil. Este patrón se expresa tanto en la cantidad de sitios registrados, como en sus características, habiéndose documentado agrupaciones de yacimientos -principalmente aquellos que contienen acumulaciones

de concheros- de gran potencia,

con claras evidencia

de superposición

de

ocupaciones en un mismo punto del paisaje.

Información etnográfica Hacia tiempos recientes el norte, centro y este de la Isla Grande de Tierra del Fuego estaba habitada por poblaciones

de cazadores-recolectores pedestres, de filiación Selk´nam y Haush. Se

cuenta con fuentes escritas de diversos orígenes: cronistas, viajeros, religiosos, etnógrafos, entre otros, que aportan descripciones sobre diversos aspectos de sus culturas. En términos generales se organizaban

en pequeños

grupos,

formados

por unas pocas familias,

que se trasladaban

asiduamente de un lugar a otro, generando un patrón de alta movilidad y una baja permanencia de los campamentos establecidos en diferentes puntos del paisaje. La caza, fue sin duda la base de la alimentación,

y el guanaco constituía la presa más importante, tanto por su carne como por su piel,

que se utilizaba para la vestimenta. A su vez la dieta se completaba con la cacería de aves, roedores, lobos marinos y la recolección de moluscos y frutos silvestres. El arma principal con que contaban fue el arco y la flecha (Figura 8). Los Selk´nam, al igual que muchas otras culturas cazadoras recolectoras, explicaban su presencia en el mundo a través de mitos. Narraban además de la creación de los hombres, la formación de rasgos topográficos salientes, el origen de los animales y las plantas, de las estrellas, las nubes así como de los distintos vientos. Los relatos mitológicos dan cuenta sobre las divisiones en el territorio y aportan datos de suma importancia en relación a la subsistencia del grupo. “Los relatos son una forma de entender y describir el mundo en relación al accionar humano.

Es una forma de

unir lugares, paisajes, acciones, eventos y experiencias como síntesis de un fenómeno heterogéneo” (Tilley 1994:32, traducción de los autores). En este sentido, la mera existencia de un mito de origen para un espacio particular demuestra que ese espacio era referenciado y la carga simbólica denota su relevancia, ya sea en términos económicos, religiosos o sociales. En estos mitos pueden manifestarse aspectos vinculados a las nociones de territorialidad, fuertemente arraigada entre estos grupos. Los individuos de un territorio familiar o haruwen podían disponer libremente de los recursos que existían en su interior y sus límites eran respetados celosamente, aunque a menudo existían circunstancias en las cuales estas pautas territoriales se

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flexibilizaban, por ejemplo en ocasiones como los varamientos de cetáceos, la caza colectiva de aves, ciertas reuniones y ceremonias, como Kuash-ketin, el Hain, competencias deportivas o en casos de duelo (Gusinde 1982, Chapman 1986, Bridges 2000).

Figura 8: fotografías etnográficas de grupos Selk´nam, tomadas por Charles Furlong en 1908.

Particularmente los vínculos entre los individuos y su lugar de pertenencia pueden observarse en dos mitos fundacionales del orden territorial: •

La batalla entre el norte y el sur



La división del territorio en haruwens El primer ejemplo expone rivalidades y diferencias entre los Selk´nam del norte y los del sur,

parcialidades divididas por el río Grande, las cuales se ponen de manifiesto en las descripciones etnográficas más remarcables (Gusinde1982). El segundo ejemplo, la división de haruwens explica el carácter de “orden necesario” que conlleva esta división y ciertas características particulares de cada territorio. Según Gusinde el territorio Selk´nam estaba dividido en 39 haruwens, 19 de los cuales se ubican en la costa atlántica (Figura 9).

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Figura 9: mapa de distribución de haruwens, tomado de Gusinde (1982).

Al analizar los relatos mitológicos Selk´nam encontramos referencias claras a la presencia de determinados rasgos o características de una región y muchos de esos pueden localizarse en el terreno. Un ejemplo claro es la historia de la “firestone” de Cáskels, un gigante que tenía una piedra que generaba chispas con la que encendía el fuego rápidamente. Según el mito la piedra provenía de una sierra cercana a Caleta Irigoyen. Los Selk´nam conocían esa sierra con el nombre de Cáskels. En la zona de Caleta Irigoyen, entre los ríos Láinez y Vasco, al sur del cabo San Pablo, fue registrada una cantidad inusual de pirita (Juan Ponce –geólogo-, com. pers. 2007), piedra que por su alto contenido de hierro tiene la propiedad de producir chispas al ser golpeada y que es usada en muchos ejemplos etnográficos para encender fuego. Asimismo, Federico -un informante de Anne Chapman- al referir a la celebración de un kuash-ketin en la bahía San Sebastián menciona que “Los habitantes de un haruwen del norte, famoso por la piedra para alisar astiles, ofrecieron esa piedra” Chapman (1986:63). Numerosos alisadores

–arqueológicos

y

etnográficos



de

los

que

tenemos

conocimiento

han

sido

manufacturados sobre la toba riolítica identificada en las inmediaciones del chorrillo Miraflores, norte de Tierra del Fuego, Chile (Borrazzo et al. 2010; Prieto et al. 2004). Por otra parte, Lovisato observó hacia 1883 que para alisar astiles los fueguinos se servían de una “toba roja o un tipo de piedra pómez” (en Hyades y Deniker 2008:103). La materia prima del alisador de astiles que llevaba Capelo – nativo procedente de bahía Tethis - en una bolsa de cuero de guanaco en el momento de su

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muerte, fue descrita por Outes (1906: 295) del siguiente modo: “Se trata de un fragmento oval de asperón, ligeramente amarillo-rogizo (…)”. Estos ejemplos se ajustan a lo planteado por Tilley: “algunos lugares son expresiones visibles y tangibles de segmentos de los mitos contados en los relatos o canciones. Esos mitos no sólo hablan de las actividades de los ancestros, también guardan información sobre lugares vitales para la subsistencia del grupo, como la localización de fuentes de agua y otras características del medioambiente relacionadas con su explotación económica” (Tilley 1994:43, traducción de los autores). De modo que las narraciones pueden ser una herramienta muy útil para hacer visibles ciertas características del paisaje que a priori no llaman la atención del arqueólogo; pero que revistieron importancia para grupos con economía cazadora y recolectora en el

desarrollo de sus

actividades de subsistencia, entre otras. En este sentido, la descripción mitológica para la distribución de la tierra en haruwens explica, además de la organización socio-política del grupo, aspectos vinculados a los distintos sectores

(topografía,

recursos,

exposición

a fenómenos

climatológicos,

etc.).

Los

aspectos

fisiográficos del territorio se ponen de manifiesto en la naturaleza de los hechos narrados en cada mito o en las características de los individuos que encarnarán el rol de “propietario” de los distintos haruwen. Estos seres son caracterizados como personas, pero al morir encarnarán distintos animales o accidentes geográficos (como acantilados o cadenas montañosas) (Tabla 3). Un ejemplo puede encontrarse en la explicación del origen del haruwen Masaks, que fue otorgado a Oixalá, un hombre poderoso y bondadoso, que protegía a la gente del antes mencionado Cáskels, su propio pariente. Según el relato, al morir Oixalá se convirtió en una cadena montañosa cerca de la caleta Policarpo. “Aun pueden verse los huesos de muchas ballenas que hizo varar allí. Justamente por eso le fue dado este territorio, por su fuerza que le permitía sacar ballenas del mar” (Wilbert 1975: 66-67). Este y otros ejemplos similares invitan a la exploración en el terreno en búsqueda de evidencias significativas, por ejemplo las frecuencias de huesos de cetáceo en las playas de la caleta, y sugieren cómo un mito puede advertir sobre disponibilidad de recursos. Por otro lado, dada la significación de los varamientos de cetáceos entre los Selk´nam, auspiciando la reunión de grupos provenientes de distintos sectores, generando incluso las condiciones necesarias para la celebración de ceremonias importantes, como el Hain, es remarcable la información que aporta este relato, apuntando un sector de la costa con reincidencia de eventos de varamiento.

Nombre del haruwen

Propietario

Referencia

Koser

Wasar

Probablemente relativo a Was: el gran zorro (Canis magellanicus)

Elk

Elkotélen

Hombre pequeño, dotado de un miembro excepcionalmente grande.

Wai

Nósten

Kasen

Semkol

Un famoso shaman

Hosi

Cánem

Esencia del poder de matar que tiene un shaman, la cual es

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Declaradas de interés cultural por el Ministerio de Cultura de la Presidencia de la Nación, Resolución Nº 2557/12

enviada hacia sus victimas Saipoot

Tálamsos

Era un hombre muy valiente, pero murió en la primer guerra

Nakenk

Soikáten

El calamar, Loligo subulata

Saremsos

Anakláuin

El halcón, Circus cinereus

Awa

Kótkolen

El cisne, Cygnus melanocoryphus

Lolek

Kax

Águila calva, Buteo poliosomus

Kal

Cénuke

Poderoso shaman que oprimió cruelmente a la gente. Al morir se convirtió en estrella.

Kaukecen

Póta

Gran gaviota

Teis

Ksamenk

El delfín grande

Lasems

Keyaisk

Cormorán, Phalacrocorax atriceps

Malkac

Tamkesaiston

Probablemente relativo a Tamhken (Fissurella sp.)

Masaks

Oixála

Un hombre poderoso y bondadoso, protector de la gente.

Sako

Kaper

Albatros, Diomedea exulans

Omakas

Koriken

Bandurria, Theristicus melanopis

Yaiuwa

Ascix

Inventor de la guerra

Tabla 3: haruwens ubicados en la costa atlántica. Nombre y “propietario”, tomado de Wilbert 1975.

Otro caso interesante lo constituye el paraje conocido con el nombre de Shaiwaal. En términos geológicos se trata de un afloramiento de unos 7 km de largo ubicado entre el cabo Viamonte y la desembocadura del río Ewan, corresponde a una paleoplaya marina datada hacia el Pleistoceno medio (Bujalesky e Isla 2006). Dicha formación, paralela a la costa actual (Figura 10), está compuesta por gravas y arenas gruesas y su particularidad reside en que a lo largo de su extensión no se encuentra colonizada por bosque, lo que constituye un extenso corredor libre de árboles (Figura 11). Su nombre deriva de la lengua Haush y su significado es “el camino de Shai”. Acerca de su origen una leyenda relata que un experto cazador, conocido por su extraordinaria fuerza, aunque extremadamente gordo, llamado Shai, era despreciado por un veloz corredor de un grupo vecino. Shai, a fin de ponerlo en su lugar lo desafía a disputar una carrera, lo que generó la burla de los miembros de ambos grupos. Un día antes del convenido para celebrar la competencia, Shai despejó un largo corredor de bosque que desembocaba en la línea de llegada: Najmishk. Así fue que Shai corriendo por el sendero despejado logró vencer cómodamente a su oponente para la sorpresa de todos (Bridges 2000:431).

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Figura 10: Shaiwall: imagen satelital donde se aprecia la posición y extensión de la paleoplaya libre de arboles.

Figura 11: imagen tomada dentro del “corredor” del Shaiwaal.

En la medida en que sea posible reunir este tipo de referencias –como los relatos mitológicos– y todo aquel rasgo que pueda vincular características del entorno natural en el cual vivieron estos grupos, tal es el caso de los topónimos de los rasgos más salientes de la geomorfología y sus significados (Tabla 4), será posible rescatar datos e información que nos remita a la experiencia del grupo en los distintos lugares.

nombre

nombre original

Significado/derivación

raíz

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Mar Argentino

Korn

Selk´nam

Hatélili-Caln

"Caln": angosto o estrecho

Selk´nam

Hatélili-Hastrr

"Asterr": canal

Selk´nam

Jolwenor

punta antigua

Selk´nam

Xoiwenor

punta de la avutarda colorada

Selk´nam

Kcharn

Verde

Selk´nam

Karjei-I (zriejei

"Karjé": dar o cambiar

Selk´nam

Kolmen

"Komen": almohada y "Kolsmen": abrazar

Selk´nam

Tolxkonskton

"Ton": extenso, "Tolx": grava, "Onnen": tener o poseer

Selk´nam

Atlsamká

lugar en que abunda la pintura blanca. "Atl": pintura y "Samelk": blanca

Selk´nam

Ko:tiken

"Ko: ten": collar de huesos y "Kennen": traer

Selk´nam

Kolenken

gaviota grande. Deriva de "Kolen" y "Kaken"

Selk´nam

Jarror

punta de roca. Deriva de "Jarr" y "Orr

Selk´nam

Iartown

roca grande o lejana, "Iar": roca y "Town": lejana

Selk´nam

Hoiken

punta grande, deriva de "Hóiken": Kolien y Axen

Selk´nam

Hoikoxer

tierra elevada que entra en el mar, "Koien": grande o alto y "Kox": mar

Selk´nam

Río Chico o Carmen Sylva

Uarrs

"Warren": correr

Selk´nam

Cabo Domingo

Iarken

pedregoso."Iarto", "iar": piedra o roca y "To: o": grande."Jarken"."Kem", ubres

Selk´nam

Cerro de la Laguna (Teetho)

Teetho Teetko

"te: to": lechucita de las vizcacheras

Selk´nam

Río Grande

Jorroskol

"Horro" u "Orron": róbalo, así también: Horha o Xorr. “Ovoskl”, “Orroskl”

Selk´nam

Oijei

lugar de pesca

Haush

Amiskn

nombre de los bloques caídos a los pies del cabo, "Ams": abajo

Selk´nam

cuchillo. cuchillo

Haush

Estrecho de Magallanes

Cabo Espíritu Santo

Serranías de San Sebastián

Península El Páramo

Bahía San Sebastián

Cabo San Sebastián

Punta Sinaí

o

Cabo Peñas

Jasquet Jasket

o

"Jas":

punta

y

"Aluske-Ecket"

Arrupen

avutarda hembra, deriva de "Arro:wen"

Haush

Koipei

"Koi": punta y "Peí": cuchillo

Selk´nam

TalArrspi

"Tal": punta y de "Arspi": vieja

Haush

Río Fuego

Okeis

Juntos

Selk´nam

Laguna de Chaipot

Shaipot Chafpot

Loma de Tausen

Tausen

"Tausis": no trabajar

Selk´nam

Loma de Kaitesh

Kaites

"Káiten": resbalar

Selk´nam

Punta María

o

Selk´nam

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Cabo Viamonte

Kaitr

Selk´nam

Shaiwaal

Shaiwaal

Loma de Nakmeish

Nakmeis

Río y cabo Ewan

Ewan

mirador u "observatorio"

Selk´nam

Loma Tijnolsh

Tixnols

"Texen": pecho y "Nol": mal

Selk´nam

Shilan

halcón. Deriva de "Selen"

Haush

Tansenk

"Kanen": matar y "Senk": honda

Selk´nam

"Tok": roca, piedra y "Mainék": negro o sucio

Selk´nam

cuchillo (ambas)

Haush

Camino de Shai

Haush Selk´nam

Cabo Santa Inés

Roca Champion

Tuckmay Tokmai

o

Cabo del Medio

Koipey Howen

o

Cabo San Pablo

Tehis

"Tehes": paleta u omóplato

Selk´nam

Río Azara

Kal

Lengua

Selk´nam

Cabo Irigoyen

Ta: I

Escalera

Selk´nam

Río Irigoyen

Onkon

"Onk": extranjero y "O: on": diadema

Haush

Cabo Malengüena,

Malktes

Costado

Haush

Cabo Leticia

Táuhanek

"Tau": no y de "Anik": zurdo

Selk´nam

Cerro Bilbao

Taukank

"Tau": espinazo y de "Kank": cortar

Selk´nam

Caleta Falsa

Nasems

"Na": este y de "Semps": barranco

Selk´nam

Cabo San Vicente

Ojwolp

Bahía Thetis

Tastes

incendio; deriva de Ta:ten o Tates

Haush

Cabo San Diego

Klawelk

memoria o recuerdo afortunado, "Kléwel": afortunado y "Klávele"

Haush

Jajus

"Jai": región y "Usank": frío

Haush

Jaiwesen

"Wesem": preparar, construir y "Jai": gruta

Haush

KoinHarri

cordillera de las raíces

Selk´nam

Isla de los Estados

Selk´nam

Tabla 4: Toponimia originaria para la Costa Atlántica, datos tomados del Registro de Topónimos de Tierra del Fuego, Antártida e islas del Atlántico Sur.

La información proveniente de fuentes etnográficas y los datos referidos a la toponimia local aportan otro matiz desde donde contemplar el paisaje cultural de la costa atlántica fueguina. Si bien no pretendemos arqueológico,

trasladar las características

en esta contribución

descriptas

se han empleado

para tiempos etnográfico

al registro

estas fuentes como un camino para

conceptualizar el paisaje, ciertas características de cada sector y sus significaciones a partir del conocimiento de los mitos y topónimos recopilados. Esta información compone un corpus de patrimonio intangible cuyo valor se incrementa al comprender y reconocer la capacidad de aportar una mirada diferente –contada desde actores diferentes- en el estudio de los paisajes culturales.

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Los paisajes fósiles En todo el mundo los grupos cazadores recolectores tienen mitos para explicar la formación del relieve actual (Tilley 1994; Morphy 1995; Taçon 1999; Santos-Granero 2004). Sobre todo de las formas más salientes o visibles. Santos-Granero (2004) plantea la idea de que ciertos grupos escriben su historia en el paisaje. Para ello define lo que llama “escritura topográfica”, según él “basada en la existencia de topogramas y topógrafos (…), elementos del paisaje que en forma individual o interrelacionada están imbuidos de significado histórico. Estos elementos del paisaje actúan como mecanismos mnemónicos o memorísticos que permiten recordar eventos y procesos históricos, particularmente aquellos en los que la dimensión espacial es central” (Santos-Granero 2004:189-190). En un ejemplo australiano expuesto por Taçon, los rituales y ceremonias más importantes se desarrollan en este tipo de emplazamientos, referidos en la bibliografía como natural places (por no tener modificación humana) o bien como sacred places (por su significación, por establecerse una fuerte conexión con ellos). Según este autor, “cuando una práctica se continua en la misma localización a través de muchas generaciones, ese espacio y los alrededores se vuelve cada vez más cargando simbólicamente, modelado y contextualizado” (Taçon 1999:41, traducción de los autores). En este sentido, siguiendo a Tilley, “si las historias son vinculadas con prácticas espaciales regularmente repetidas se vuelven mutuamente sustentados, y cuando una historia se “sedimenta” en el paisaje, la historia y el lugar se construyen y reproducen dialécticamente. Los lugares ayudan a contar las historias que están asociadas a ellos y los lugares solo existen (como lo nombran los locales) en virtud de su rol en la narrativa. Los lugares, como las personas, tienen sus biografías ya que están formados, usados y transformados en relación a las prácticas” (Tilley1994:33, traducción de los autores). La significación cargada en el paisaje o en determinados rasgos del mismo, pasan a través de las generaciones usando como vía todos aquellos mecanismos que los distintos grupos tienen para preservar su memoria y exaltar su identidad. Taçon al analizar la significación del paisaje en grupos sin escritura, busca “ciertos paisajes físicos que compartan rasgos comunes que los haga especiales, sagrados o sublimes, más allá del background cultural” (Taçon 1999:34, traducción de los autores). El mismo autor plantea una suerte de generalización cuando propone que “en áreas del mundo donde está disponible la información etnográfica o histórica sabemos que ciertos rasgos del paisaje evocan respuestas comunes en los seres humanos sentimientos de veneración, poder, majestuosa belleza, respeto” (Taçon 1999:36-37, traducción de los autores). Esos sentimientos se darían como respuesta a 4 tipos de lugares: a-

importantes

formaciones

naturales,

como cadenas montañosas,

volcanes,

cañones o

gargantas b-

en cambios particulares en la geología, hidrografía y vegetación, o una combinación de las tres, como cambios bruscos en relieve, cascadas, allí donde el bosque se encuentra con otro tipo de vegetación

217

Declaradas de interés cultural por el Ministerio de Cultura de la Presidencia de la Nación, Resolución Nº 2557/12

c-

donde hay un rasgo inusual del paisaje, como un pico prominente, una cueva o un hoyo en el suelo

d- lugares que proveen vistas panorámicas y variados rasgos del paisaje (Taçon 1999). Es posible emplear el caso fueguino para ejemplificar la situación desarrollada por Taçon y otros autores. La variabilidad geomorfológica y ambiental del litoral atlántico ofrece configuraciones paisajísticas acordes a las categorizaciones propuestas, en referencia a las cuales las fuentes etnográficas aportan ricas narraciones. Por otra parte, a partir de la evidencia arqueológica recabada comienzan a manifestarse tendencias a la recurrencia ocupacional en determinados puntos del paisaje, así como otros espacios con escasa señal, si bien la exploración arqueológica de la franja costera en muchos sectores se encuentra en una etapa preliminar.

Perspectivas de conservación Partimos de la concepción del patrimonio arqueológico “como aquel que está constituido por todos los restos materiales de culturas del pasado que puedan ser estudiados mediante metodología arqueológica, así como la información que se obtenga de dichas investigaciones” (Endere 2000:40). En este sentido, proteger este patrimonio implica no sólo preservar los bienes que puedan conservarse, sino también identificar y registrar en un banco de datos aquellos que potencialmente corran peligro de destrucción, lo que se constituyó en el principal objetivo del PACA. El registro arqueológico costero de Tierra del Fuego incluye una importante variabilidad de tipos de yacimientos,

que se expresa tanto en cronologías diversas, tipos (estratificados

o

superficiales, concheros, enterratorios), condiciones de emplazamiento, etc. Esta variabilidad de condiciones implica, a su vez, una diversidad igualmente amplia en cuanto a potenciales problemas de conservación que podrían afectar los sitios. Situaciones similares han sido puestas de manifiesto en diversos espacios costeros de la Patagonia (ver Caracotche y Ladrón de Guevara 2006). El incremento de la actividad turística que está experimentando Tierra del Fuego, sumado a la incidencia cada vez mayor que opera en el paisaje el accionar de las compañías petroleras y forestales, ponen en riesgo la preservación del patrimonio cultural. La costa atlántica no escapa a este problema y dadas sus particularidades es uno de los espacios de la isla donde es esperable hallar una importante concentración de yacimientos arqueológicos. La falta de información sistemática de ese registro atenta contra las potenciales medidas de preservación. Diversos casos de destrucción del patrimonio histórico-arqueológico en Tierra del Fuego pueden citarse como antecedentes importantes y por supuesto irreversibles: Puerto Almanza en el canal Beagle, a causa del desarrollo urbano, a semejanza de las costas de bahía Ushuaia y bahía Golondrina (en el ejido urbano de Ushuaia) y algunos sectores en el área de bahía San Sebastián o al norte de ésta, como es el caso de Cañadón Beta y Alfa, resultado de la explotación petrolera. Esta perturbación o pérdida masiva de yacimientos e infinidad de otras evidencias puntuales se deben fundamentalmente a la ausencia de previsión y datos precisos sobre la existencia de estos bienes. La

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detección temprana de los yacimientos es la mejor y más potente herramienta de preservación de nuestro patrimonio histórico y arqueológico. En tal sentido, este trabajo, así como los desarrollados recientemente en el marco del PACA (Vázquez et al. 2010), reúnen información que se espera sea de valor a la hora de diseñar planes de manejo para el área, en los cuales se incluyan los componentes patrimoniales, previniendo con ello su destrucción. Las evidencias disponibles hasta el momento ponen de manifiesto la riqueza arqueológica del litoral atlántico fueguino como un conjunto de bienes públicos que deben ser protegidos. Sin embargo, la ausencia de políticas de conservación y de programas de investigación regional y en algunos casos el deficiente estado de conservación, plantean una situación en la que deben comprometerse distintos actores para asegurar la supervivencia y puesta en valor de este bien común.

Consideraciones finales Tanto el registro arqueológico como la información etnográfica aportan una serie de reflexiones sobre la construcción del paisaje por parte de las poblaciones originarias que habitaron la costa atlántica fueguina. Es evidente que la escala temporal y los procesos de formación de ambos registros son netamente diferentes; pero constituyen caminos paralelos que permiten abordar la relación entre los seres humanos y su entorno. La información arqueológica recabada hasta la fecha, aunque aún es fragmentaria, muestra una construcción heterogénea del paisaje que se manifiesta en la variabilidad de sitios y en su distribución en el espacio (lentes de conchal versus domos de diferentes tamaños y espesor, sectores con alta densidad de hallazgos versus sectores sin señal arqueológica notable). Esta materialidad actual probablemente se vincule con distintas estrategias en el uso de los recursos y del espacio, que pudieron a su vez experimentar cambios a nivel temporal. Por otra parte, los datos etnográficos reflejan también que el territorio costero tenía una identidad reconocida por sus habitantes en mitos y toponimias que señalan una jerarquización y diferenciación interna de los espacios. El análisis de cada uno de estos registros en forma individual en primera instancia, y en forma complementaria posteriormente, nos permitirán acercarnos a los paisajes arqueológicos. Sin dudas este escenario constituye un punto de partida promisorio para profundizar investigaciones futuras y reafirmar el valor patrimonial del registro de la costa atlántica fueguina. La suma de las tareas sintetizadas al comienzo de este trabajo y las del PACA nos permiten disponer de una cobertura relativamente buena de la costa oriental fueguina. Esta cobertura atraviesa las principales zonas ambientes actualmente distinguibles. Algunos de estos resultados, junto al rico panorama paleoecológico disponible, que no hemos podido desarrollar en esta ocasión (Heusser 2003, Rabassa 2008, Bujalesky-Isla 2008), entrega materiales que podrán transformarse en estimaciones de la distribución e inserción ambiental del registro arqueológico en distintos momentos

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del pasado reciente. En función de los criterios que deberán privilegiarse, tales como posición de la línea de costa, límites del bosque, etc., servirán para delinear algunos cortes temporales de las variables dinámicas paisajísticas de este sector de la Isla Grande.

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