Escapa Por tu Vida

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ESCAPA
POR
TU VIDA VI









Título original: "Escapa por tu vida VI"
Este libro pertenece a la colección "Escapa por tu vida ", la cual está registrada con el ISBN 99922-826-0-6
Modelo guatemalteca: Lilian Carolina Monzón Braham
Fotografía: O.R.
Dibujante: Carlos Caballeros
Diseño de portada: Victor Adolfo Mendía

El título de este libro "Escapa por tu vida VI" así como 10- nombres de cada uno de los capítulos con sus respectivos dibu¬jos, son propiedad exclusiva de la Editorial Alvarado. © 200-. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización previa :¬escrita de Editorial Alvarado, bajo las sanciones establecida en las leyes la reproducción total o parcial de este libro por ningún medio o procedimiento; ya sea electrónico, mecánico. por fotocopia, el tratamiento informático y la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo público.

Copyright 2007, Editorial Alvarado
ISBN 978-99922-826-6-3
1 edición 10,000 ejemplares 10 de febrero de 2007
II edición 15,000 ejemplares 03 de marzo de 2007
III edición 15,000 ejemplares 12 de marzo de 2007
IV edición 15,000 ejemplares 30 de abril de 2007
V edición 15,000 ejemplares 25 dejunio de 2007

Para pedidos e información:

Editorial Alvarado en Guatemala. (502) 7771-3040 ó 7771-7094 Editorial Alvaradn en México. (52) 962-11-82873

Sitio webWWW'.editorialalvarado.com

E-mail: info@;editorialalvarado.com




INCIDE
INTRODUCCION
CAPITULO I
LA AMISTAD 01

La amistad 02 El bálsamo de la amistad 11
¿Qué es la amistad? 18
¿Qué cosas fomentan la amistad? 18
¿Qué cosas la perjudican? 18
¿Quién es un buen amigo? 19
¿Quién es un falso amigo? 20


CÁPITULO II
EL DIVORCIO DE MIS PADRES 23
El divorcio de mis padres 24
Por su amor 24 El odio que se desato en mí 26

CAPITULO III
LOS FUJITIVOS 31
Los fugitivos 32
Pamela 32

CAPITULO IV
LA LEY DE LA COMPENSACIÓN 39
Ley de la compensación 40
Contrato con la muerte 40
La ley de la sangre 43
En la tierra todo se paga 48





CAPITULO V
EL LESBIANISMO 65
El lesbianismo (primera parte) 66
Una terrible consecuencia 66

CAPITULO VI
BEBIDA MORTAL 71

Bebida mortal 72
La botella 72
Primer día de feria 72
Segundo día 73
Tercer día 73


CAPITULO VIII
EL NOVIAZGO
(Quinta Parte) 75

El noviazgo (quinta parte) 76
Noviazgo infiel 76
Noviazgo masoquista 84
Noviazgo pasajero 85


CAPITULO III
LA REBELI 87

La rebelión 88
El emisario 88
El remordimiento 108
El cumpleaños 116
Mi padre 121
Por jugarnos la vuelta 124







INTRODUCCION ESCAPA POR TU VIDA



INTRODUCCIÓN

Si me pongo a mirar las noticias me doy cuenta de cómo se encuentra nuestro mundo. Me entero de gente inescrupulosa que hace de las suyas, de jóvenes que se caracterizan por el alto índice de peligrosidad, de chicas que pierden la vida en manos de violadores, de gente inocente que muere por encontrarse en el camino a seres de mentalidad sanguinaria. Si salgo a dar una vuelta por la ciudad, me encuentro con grupos de estudiantes, quizá con la billetera vacía; pero con un cigarrillo en la mano y la cajetilla en la bolsa, me encuentro con algún trío de muchachos, abrazados y caminando con dificultad, con el alcohol apoderándose de sus vidas, converso con algún padre de familia el cual no sabe qué hacer con su hijo adolescente cuya conducta camina al precipicio.


Ante ese cuadro, pintado de rojo, negro y gris, [un cuadro desolador! nos preguntamos qué podemos hacer. Algunos simplemente levantan los hombros y miran hacia otro lado, otros ni siquiera se toman la molestia de mirar y algunos sí 10 hacen y hasta comentan del asunto, proponiendo soluciones deslumbrantes, únicamente para hacer proselitismo y ganar la mayoría de votos en las próximas elecciones y al paso de los días, con el poder metido en la cabeza y con el chorro de guardaespaldas, se olvidan de la cuestión; pero éste es un asunto muy delicado el cual se requiere del ciudadano común, asesorado por profesionales de la conducta humana, para lograr cambios significativos en nuestra sociedad.


Para aquellas personas que quieran tener una vida mejor y deseen, sinceramente, ayudar a disminuir este vasto torbellino de problemas sociales que atraviesa nuestro mundo y, específicamente, nuestro país; para esa clase selecta de humanos he diseñado esta obra que tiene como fin hacer de este mundo, con todos sus defectos y dilemas, un mejor lugar para vivir; un mejor lugar para nosotros y, por supuesto, 10 más importante: para nuestra descendencia.








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Es un libro que te sumergirá en el mundo de aquellos seres humanos que, al igual que nosotros, se exponen a un sinfín de vicisitudes. Algunos salen bien y otros, desafortunadamente, salen mal. A continuación te daré ti conocer los temas que contiene de la manera más breve.

LAAMISTAD. Es un tema de mucho interés, nos habla,
entre otras cosas, acerca de qué es la amistad, qué cosas la fomentan y cuáles la perjudican, quién es un verdadero amigo y quién es un falso amigo. Nos introducid a un mundo fascinante en el que nos daremos cuenta de lo que vale la amistad y cómo muchas veces, un amigo puede resultar mejor que un hermano.

EL DIVORCIO DE MIS I)ADRES. Acá se da a conocer cómo les afecta a los hijos la separación de sus progenitores. La verdad, es un asunto muy delicado; pero es necesario platicar al respecto, porque él lo mejor tú no estás pasando por eso; pero quizá algún tu amigo o pariente sí. En las historias que aquí se nos presentan veremos el sufrimiento por el que se pasa, claro a unos les afecta más que a otros, y aprenderemos qué hicieron estos chicos para seguir adelante con us vidas.

LOS FUGITIVOS. Trata el tema de aquellos jóvenes que deciden irse de casa. Los problemas en el hogar son muchos o sencillamente en casa de Julieta no quieren al Romeo y ella decide irse del hogar para estar con su amado. Aquí está la . contestación para aquellos que dicen: "Fúgate de tu casa".

LA LEY DE LA COMPENSACIÓN. La vida da vueltas. Lo que tú siembras hoy, lo cosecharás mañana. Creemos que podemos lanzar un Boomerang de maldades a lo largo de nuestra vida y estamos confiados de que ese Boomerang no regresará a nosotros. Pero, la ley bíblica dice que con la misma vara con la que medimos seremos medidos y aún más. La escritura dice que "Todo lo que el hombre siembra, eso cosechará". Lo bueno o malo que tú hagas ahora, ¡ahora que eres







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joven!, lo cosecharás en tu propia juventud o en tu vida adulta o lo cosecharán tus seres queridos. Las historias que contiene este capítulo desolador están acá para que reflexiones, para que pienses que si tú no cuidas tus pasos podrías tropezar y hasta te podría costar la vida o la vida del ser más querido que tengas. Acá se nos muestran historias en las que sus protagonistas, actuaron a sus anchas, pero jamás se imaginaron que la vida no se queda con nada, y cuando pasa la factura, el precio a pagar, muchas veces, es inexorablemente elevado.

EL LESBIANISMO .. En este tema se ilustra la clase de confusión por la que atraviesan las personas que han caído en esa inclinación sexual. El lesbianismo no es otra cosa que el homosexualismo femenino y acá se nos presenta una historia en la que la protagonista narra cómo, por una experiencia vivida en su infancia, fue empujada a esa desviación sexual y, al final, cómo pudo vencerla.

BEBIDA MORTAL. Nos da a conocer cómo el alcohol embota los sentidos, hace que no funcionen con normalidad, y el ser humano que lo ingiere puede cometer, desde cualquier payasada hasta la peor torpeza que le podría costar la vida.

EL NOVIAZGO Y SUS DIFERENTES TIPOS. Acá vuelvo a presentar otros tres tipos de noviazgo: Noviazgo infiel, Noviazgo masoquista y Noviazgo pasajero. Éste último va para aquellos que tienen la costumbre de cambiar de pareja como cambiarse de ropa.

LA REBELIÓN. La rebelión no es otra cosa que desobediencia: significa hacer lo que te dijeron que no hicieras. Acá se nos presentan varios ejemplos de jóvenes que hicieron lo que sabían que no tenían que hacer y las consecuencias fueron terribles. Nuestras primeras figuras de autoridad son nuestros padres y quien se rebela a esa autoridad paterna, tarde o temprano, sin duda alguna, experimentará severas secuelas y probablemente no viva para contarlas.







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Entre otras historias, se nos presenta el caso de un muchacho que no respetaba a la mamá, no le hacía caso, le contestaba mal, no la ayudaba en los quehacer de la casa e, incluso, cuando la mamá se descuidaba, le robaba dinero para irse de rollo con los amigos. La señora suma mucho por eso, hasta que un día la vida se encargó de poner a este muchacho en su sitio y vaya de qué manera. Entre otros relatos, también se nos presenta la historia de una chica que, cuando leemos su triste caso, verdaderamente nos parte el corazón y compunge nuestra alma. La historia lleva por nombre Feliz Cumpleaños.



Con todo respeto y con todo
mi corazón,

Héctor Alvarado




Para Glenda Ochóa, tú sabes
Por qué, vaya si no lo sabes.

LA AMISTAD ESCAPA POR TU VIDA
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ESCAPA POR TU VIDA INTRODUCCION
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LA AMISTAD

Era tan sólo una niña, de apenas de un año de vida, cuando llegué a casa de mi abuela. Bueno, eso es lo que me han contado, la verdad si es así yo no recuerdo. Lo único que sé que me han dicho y nunca se me va a olvidar es que a esa edad mis papás tuvieron que dejarme (por motivos de trabajo, según ellos) en manos de mis abuelos y de una tía que nunca se casó. Mu chas veces me he preguntado el por qué me tocó crecer sin mis padres y hasta aquí no he recibido una respuesta.
Mi tía se hizo cargo De todos mis gastos y mis abuelos (paternos) de mis cuidados como niña.

Al principio fui una niña feliz, pues tenía todos los juguetes y variedad de ropa. Mis papas nunca se preocuparon en saber si yo estaba bien o no, rosa que a mi, aparentemente, no me importó.

De niña tuve algunos problemas cuando ingresé a segundo primaria y conocí a una niña que dijeron ser mis "primas". Empezamos irnos juntos a la escuela. Yo pasaba a traerlas; ya que la casa de ella me quedaba en el camino al centro escolar pero un día ellas inventaron que yo sostenía relaciones sexuales con un niño de primer grado ¡qué estupidez! Quizá pensaron eso porque él era mayor que yo. Todo esto lo supieron en mi familia y mi abuela fue la única que que lo creyó, no entiendo porque solo era una niña de ocho años de edad. Solamente podía pensar en las muñecas, ver caricaturas y en correr por el patio de la casa.
Mi enojo fue tanto que llegue con cada una de mis "primas" y les pregunte el motivo por el cual lo habían hecho. De lante de la mama me gritaron que no les preguntara nada, puesto que todo era verdad. La señora empezó a reírse y me grito:
-¡lárguese! Deje en paz a mis hijas porque ellas no tienen la culpa de que usted sea tan….












LA AMISTAD ESCAPA POR TU VIDA
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No recuerdo lo que les contesté, lo único que sé es que les anticipé que una de ellas se quedaría como madre soltera en castigo de lo que me habían hecho.

El tiempo pasó y la situación en mi casa cada día era más asfixiante por el comportamiento de mi abuela para conmigo. Cada vez que me iba a la escuela, ella me ponía hora de entrada a la casa y si no estaba a la hora indicada me regañaba pegaba porque decía que llegaba tarde por estar con algún hombre en el camino. Lo malo era que ella nunca ponía un pie en la escuela para preguntar por mí, sólo aseguraba las cosas que se le venían a la mente.

Recuerdo un día que en la clase se perdió un lapicero.

El profesor no nos dejó salir a la hora acostumbrada, sino media hora después. Cuando llegué a la casa, mi abuela estaba preparada para recibirme a golpes porque eso era lo único que me sabía dar: golpe tras golpe, cuando yo solamente le pedía un poco de amor, comprensión y cariño; de ése que sólo una buena madre sabe dar. Pero no, nunca lo tuve ni porque lo pedí a gritos. Mi padre: un alcohólico y mi madre: una despreocupada, qué amor y qué cuidados me podían dar.


Fue aquí cuando empecé a conocer lo que es el odio, el rencor, la violencia y los deseos de venganza; ésos que vienen a mí cada vez que alguien me hace daño o intenta hacerme daño. M i tía Carlota (quien sustentaba mis gastos) se la pasaba todo el tiempo trabajando en la capital porque decía que si no trabajaba no podía darme dinero para estudiar. Ella siempre se preocupaba por el dinero y mi abuela por los malos tratos. Cada vez que mi tía regresaba de su trabajo, siempre me llevaba de todo lo que le pedía y cada vez que se iba me quedaba llorando porque yo veía en ella a una madre, pues a mi verdadera madre no la extrañaba en ese entonces.


Un día mis verdaderos padres regresaron y decidieron construir una casa humilde cerca de la de mis abuelos; pero por más cerca que hubieran construido yo no podía estar allí con ellos, para mí la única casa era la de mi abuela; a pesar de cómo me trataba.

Mi papá volvió a dejar la casa ya su familia. Después de cierto tiempo, mi mamá tuvo problemas con mis abuelos y










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Decidió dejar la casa nuevamente; pero esta vez yo iría con ella. Para ese entonces ya tenía 12 años. Llegamos al lugar donde íbamos a vivir, muy humilde; pero estaba con mi madre.

Luego de un mes, quise visitar a mis abuelos y mi mamá me lo permitió; pero yo le fallé, dije que regresaría con ella y no fue así.

Regresé, nuevamente, a la casa de mi abuela. Yo vivía en un pequeño pueblo en donde los chismes eran el entretenimiento principal de la gente. Los tratos siempre fueron los mismos.
Yo estudiaba el básico en un instituto que sólo trabaja los domingos. Allí conocí a Judith, una señorita que era muy amable y bondadosa, nos hicimos muy buenas amigas. Un día Judith (mi amiga) me regaló un lindo gatito de color negro al cual llamé salem; pero no fue por mucho tiempo que tuve a Salem, ya que alguien de la casa se encargó de desaparecerlo, pues decían que los gatos negros son de mala suerte. Cuando yo regresé de estudiar y empecé a llamarlo ya no estaba. Al preguntar ti los que habían estado en la casa me respondieron que, seguramente " estaba durmiendo; pero quién sabe dónde porque hasta el momento no he vuelto a verlo. Quizá le dieron un sueño eterno.

Judith formaba parte de un grupo juvenil de la iglesia de ese pueblo y lile invitó a ser una integrante más; pero daba la casualidad que para mi abuela no íbamos a la iglesia, sino quién sabe a dónde. Empezó otra vez con las dudas y comentarios que, cada día, me herían sentimentalmente; pero ya tenía a quien contarle mis problemas. Judith siempre me escuchaba y me decía: "No le hagas caso, déjaselo a Dios. Él es el único que nos conoce y nos va a juzgar pero no, yo siempre me guardaba todo lo que me hacían y decía para, luego, vengarme; cosa que Judith no compartía.


Cuando Judith me presento en su casa, como su mejor amiga, fui bien recibida; ya que para los padres de ella soy una persona decente y honesta, pero cuando yo la presenté a ella en mi casa, como mi mejor amiga, no fue bien recibida. Pero nosotras seguíamos así, yendo siempre juntas a la iglesia.









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Un día, por desgracia, mi abuelo murió y a los dos días mataron a un tío: entonces otro de mis tíos dijo que era necesario que una de mis tías, que estuviera casada, viniera a vivir con m i abuela para que el esposo fuera el hombre de la casa y no hubiéramos sólo mujeres en ella. Dada la mala suerte, llegó a la casa una tía que, según cuenta mi mamá, desde pequeña no me ha querido. Con su llegada empeoraron las cosas en la casa.


Un día yo hacía trabajos del instituto y tenía ocupada parte de la mesa del comedor y como era hora de comer se acercó y tiró cuanto había en ella, yo me enojé y le dije:
-¡Yo creo que tenemos boca para hablar y decir las cosas, solamente los animales actúan sin decir ni pensar nada!


Esto la enojó demasiado, no me dijo una sola palabra y se me fue encima, agrediéndome de la mejor manera que pudo; pero yo no me quedé de brazos cruzados y como pude me cubrí la cara y le lastimé el ojo derecho, que tenía recién operado, aun así me gritó: "¡Arrimada, recogida! Empezando que ni el apellido de la familia tenés!". Fue hasta en ese entonces cuando le puse importancia a la falta del apellido de mi padre, pues sólo tengo el de mi mamá. Pero yo le contesté:

-¡Arrimadas somos las dos! Usted, porque después de tantos años de casada su marido no ha podido hacerle una casa y yo porque mis papás aquí me dejaron.


-Tu mamá te dejaría, pero ¿tu papá?; acaso tenés su apellido.

-Escuche, señora...

-¡Ya basta ... -interrumpió mi abuela-, respeta a tu

tía que es mayor que vos!

-¿Respetar? ¡El respeto se gana, no se otorga, abuela!

-le contesté; di la vuela, entré a mi habitación y me puse a

Llorar.

Me acompañaba Misha (mi gata), ella escuchaba mi llanto, mientras le contaba lo sucedido; yo sabía que ella me escuchaba y me entendía. Yo descargaba mi corazón delante de aquel felino, puesto que no tenía quién me escuchara. Mientras lloraba le hablaba a mi gata y ella se limitaba a rozar su cuerpo en mis brazos y cara ronroneando. Me dolía saber que mi abue-





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la se había dado cuenta de cómo me estaba insultando su hija y; sin embargo, no la regaño a ella, sino a mí. Con un dolor muy fuerte yo tuve que agachar la cara y caminar a mi habitación a sufrir. iNo! iEso no tenía por qué ser así! Yo nunca había agachado Ia cara por nada ni por nadie. No estoy acostumbrada a que me humillen.
Horas después, me reuní con mis compañeras de estudio; ya que teníamos muchas tareas por !hacer. Cuando vieron que llevaba ciertos arañones en Ia parte del cuello, me hicieron preguntas y me dijeron que fuera a los Derechos Humanos porque yo era menor de edad; pero les conteste:
—La verdad no necesito de los Derechos Humanos porque para mí satisfacción creo que le saque el ojo. Por supuesto que exagere. Le di un golpe cerca del ojo; pero no para sacárselo. Me avergüenza confesarlo. Como podía jactarme de semejante cosa?
- hay, amiga! Tan peligrosa como siempre --expreso una de mis compañeras.
Por la noche, cuando estuve de regreso, mi tía, la que se había encargado de mis estudios, me dijo: te das cuenta (le lo que provocas? Todos los problemas que hay en esta casa son por culpa tuya, ya me canse de repetirle que no te opongas con tu tia me decia esto porque mi tía Araceli, con la que tuve el problema, se había quejado con ella.
Ese día iba a marcharme de la casa, pues quizá tenía razón. "Yo soy la causante de todos los problemas" pensé se lo comento a Judith y me dijo:
-No es necesario que se vaya de su casa, piénselo bien; pero si su decisión está tomada, mi casa es su casa y puede venir cuando quiera. Además mis papás la quieren mucho y yo tendré una hermanita.
Desde esde día, yo me propuse llegar a la casa de mis padres para averiguar por qué mi papa nunca me dio su apellido: pero no conseguía nada La respuesta siempre fue la misa. Mi madre reía o cambiaba de tema cada vez que se lo preguntaba y si no me decía:
-Tenemos que pagar un abogado porque ya paso mucho tiempo y tu papa no tiene dinero. Entonces, decidí no




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Preguntar más y empecé a revisar entre sus cosas, papeles y cartas que guardaba desde su adolescencia; pero no encontré nada. Al día siguiente, mi hermano me llamó y me dijo:

-¿Es ésto lo que buscás? Leé esta carta. Tomé la carta y leí:


"Luz, mi amor, no me importa que ese desgraciado te haya dejado con la niña en brazos . "


-¿Qué están haciendo allí? -preguntó mi mamá bien enojada.

-¡Nada! -respondió mi hermano.

-Yo no les he dado permiso para que registren mis
cosas. ¡Dame ese papel! --dijo, arrebatándomelo de las manos.


Yo me quedé sin decir nada, mi mamá se llevó la carta y al instante la quemó.

Regresé llorando a la casa de mi abuela; pero antes pasé a la casa de Judith y con nuevo llanto le conté lo que me había pasado y me dijo:

-Eso no tiene que importarle, tiene a su abuela y a su tía Carlota y, sobre todo, tiene a Dios. La Biblia dice: "Aunque mi madre y mi padre me abandonaran, con todo yeso, Jehová me recogerá" (cita bíblica). ¿No le reconforta eso?

-Sí -le dije.
-Además, me ha contado de una prima con la que se

quieren demasiado: su abuela, su tía Carlota y esa prima son su familia, aunque la traten con cierta indiferencia, ellas la quieren --decía, tratando de darme ánimos.


La verdad a mí sí me afectaba y me afecta todavía el hecho de no tener el apellido de mi papá. Cuando estudiaba magisterio, todos mis compañeros y maestros me preguntaban del otro apellido, yo no sabía qué responder. Lo único que les decía era que no me hicieran más la misma pregunta.


Un día, subiendo por las escaleras de la planta media para la planta alta del instituto; una de las nuevas chicas de cuarto magisterio me pasó empujando e insinuó cosas acerca de la falta de mi apellido paterno, cosa que no soporté y no perdí el momento para preguntarle por qué lo había hecho. Yo quería una explicación; pero ella se empezó a reír. Eso me puso tan enojada que le dije:






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-¡Escucháme bien, si me seguís fastidiando es mejor que cuidés cada uno de tus pasos. No los vayás a dar en falso y te caigás! Yo como amiga soy amiga; pero como enemiga, también, soy enemiga.

La chica no dejaba de fastidiar y llegó a cansarme todo lo que me decía. Entonces, conseguí el número telefónico de un grupo de muchachos que se dedican a causarle daños a la sociedad. El trato se hizo vía telefónica. Yo no tenía que pagar nada, sólo di el nombre de la chica y sus características, pues ellos disfrutaban con el hecho de causar daño. Yo no sé que le hicieron a la chica; pero lo que sí sé es que algo le hicieron.

Según me contaron, unos mareros la corrieron; pero esta chica no se quedó tranquila y se quejó con el director del establecimiento. Éste llamó a la policía para darme un supuesto susto; pero cuál fue la sorpresa: el jefe de la PNC* era mi primo, dramatizamos y todo quedó en paz. Cuando tuve oportunidad le dije a la chica que el policía no me había asustado, pues era mi primo y podíamos repetir la historia si gustaba. Nos suspendieron de clases 15 días. Vuelve mi abuela:

-¡ Ya ni vergüenza tenés! Peleando por hombres y tantos que hay. Ya te declaraste, hija, ¡qué pena! Sus palabras me dol ieron mucho porque para mi abuela todo tenía que estar relacionado con hombres.

Me gradué de magisterio en un instituto nacional; pero yo nunca podía tener amigos porque para mi abuela el hecho de verme platicando con algún joven era porque ya teníamos más que una simple amistad.

Cuando tuve mi primer novio, se trataba de un hombre 20 años mayor que yo y para mi mala suerte no sabía que tenía mujer. Por comentarios que empezaron a darse entre los vecinos, le pregunté un día si él era casado y su respuesta fue:


-¿Casado?, ¡yo no soy casado! ¿Cómo vas a pensar? Pero no pude entender por qué me había respondido así. Estoy segura de que cualquiera en esa situación hubiera entendido a qué se estaba refiriendo: a que no estaba casado; pero que sostenía una relación formal con una mujer. Es decir, vivía con ella. Debido a eso, mi abuela me insultaba. Si lo




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hacía cuando yo no cometía cosas indebidas, imagínense cuando sí las hacía.
El año pasado estuve laborando como maestra en una escuela y un hombre (hasta el momento ignoro su nombre y forma de hablar) pasaba muy seguido por la escuela a ver sus cultivos y siempre bocinaba y levantaba la mano para saludarme. Yo, cortésmente, lo saludaba de la misma manera; hasta que un día llegó una mujer a buscarme. Yo creí que era la madre de uno de mis alumnos, pero no.
La mujer me dijo que necesitaba hablar conmigo y yo, ingenua, sin saber de qué se trataba, acepté platicar en el área donde estaban los niños, puesto que no me imaginaba de qué se trataba. Me hizo algunas preguntas acerca de su esposo y le respondí con la verdad. Incluso, le hice entrega de un papel que me había enviado él con una de las vendedoras de la escuela. Después de toda la conversación pacífica que tuvimos, me agradeció por ser tan sincera, se despidió y se marchó.

Pasaron los días y la mujer volvió, pero esta vez iba furiosa. Me pidió tiempo y se 10 concedí. Al instante empezó a insultarme.

-¡Yo creí que era sincera-me dijo--, pero me equivoqué!
-¿De qué está hablando? -le pregunté.
-Agradezca que en este momento no le doy una buena
arrastrada para quitarle lo ... ¡Qué lástima de mujer!

Yo trataba de explicarle lo equivocada que estaba al juzgarme de esa manera, pero seguía.

-¡Basura insignificante. Se estudia para inteligente no para burra! -siguió insultándome.
Cuando mi familia supo lo sucedido con esta mujer (yo nunca se los dije, sabía que pensarían pésimo de mí; pero más de alguien se tomó la molestia de hacerlo) empezaron a darse comentarios.

Un día que yo iba por el pasillo de la casa, escuché cuado mi abuela platicaba con mi tía con estas palabras: "Pobre la patoja, ya se echó a perder". Cuando escuché estas palabras sólo contuve el llanto y corrí a mi habitación donde me esperaba Misha para consolarme.







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Ellas sabían perfectamente con quien me consolaba siempre: era con mi gata. Así que un día que regresé de mi trabajo, quise platicar con Misha y ya no estaba. Me atrevo a suponer que fueron ellas quienes la desaparecieron. Me había quedado sin mascota nuevamente. Ya eran cinco gatos los que me habían desaparecido.

Mis gatos empezaron a ser reemplazados por una amistad más profunda con Judith. Ella no sólo me escuchaba como hacían mis gatos, sino que me hacía preguntas y me consolaba dándome consejos o palabra de ánimo, cosa que los gatos no podían hacer.
Un día en el que yo necesitaba de Judith para sus sabios consejos, llegué a su casa y no estaba. Sólo se encontraba su hermano mayor, al que nunca antes había visto y me explicó que mi amiga estaba internada en el hospital.

Me puse a llorar, pues yo presentía que algo estaba pasando y me regresé a casa para escuchar la misma canción de siempre, el motivo: los hombres.
Luego de un tiempo, empecé una relación con el hermano de Judith. La visitábamos en el hospital y, luego, me iba a dejar a mi casa. Cuando mi abuela se enteró, no me dijo nada. Algo que yo extrañé.

Todos los domingos, Aníbal y yo íbamos a visitar a Judith. Entre semana no podía ir por mis diversos compromisos y por la distancia: ella estaba hospitalizada en un lugar que quedaba a unas dos horas de camino. Mis visitas fueron de domingo en domingo hasta que un día la llamé para agradecerle por ser tan buena amiga y por sus consejos tan sabios y oportunos; pero no fue po ible, pues me informaron que ella había muerto. Me quedé sin palabras y de mis ojos brotó un caudal de lágrimas.

En ese instante empecé a recordar todos los buenos momentos que había pasado con ella. Sentí que me arrancaban algo del corazón. Me sentía sola y con el paso de los días un profundo desaliento se arraigó en mi ser. Pasé muchas noches ~orando por ella. ¿Quién me escucharía? ¿Quién me daría esa clase de amistad? ¿Quién me aconsejaría como ella lo hacía?






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Hay algo que no me deja y creo que no me dejará tranquila, si me preguntan: "¿Qué es?". Les contestaría: la promesa que le hice el último día que hablamos por teléfono. La promesa fue que le rendiría mi vida a Jesús y con su ayuda vivirá mi vida de la mejor manera posible. Hoyes domingo (día en el que escribo esto) y en unos momentos iré a la iglesia rendiré mi vida a Jesucristo. No estaré tranquila hasta que haga lo que le prometí a mi difunta amiga. Amigas como Judith no se encuentran en cada esquina.
***


EL BÁLSAMO DE LA AMISTAD

Se conocieron en primero básico; pero, por alguna razón, amistad entre ellas se compenetró cuando comenzaron a estudiar la carrera de magisterio. Ana siempre había tenido a mis; pero nunca una como Floridalma. Siempre comían juntas a hora del recreo y charlaban de un montón de cosas.
Ana le contaba a su amiga acerca de las cosas que había hecho el día anterior. Floridalma le platicaba sobre alguna película que había visto por el cable o acerca de lo que habían hablado el domingo en su iglesia. Ana le comentaba sobre el muchacho que la pretendía. Le hablaba acerca de lo guapo del chamaco, de lo amable que era con ella, de lo interesado que se raba y de las veces que la había pretendido.

-¿En serio?
-Sí, fíjate.
-j Qué bien! ¿Y qué le pensáis decir?
-Pues, en ésas ando.
-Bueno, pues ahí me contás cuando te decidás.
-¡Por supuesto!


Los corredores del centro escolar eran transitados por infinidad de jóvenes que caminaban de una dirección a otra. unos en grupos, otros en parejas y algunos con la única compañia de tres o cuatro tostadas con frijol o pollo o algún emparedado de jamón. El sol cubría con sus rayos las áreas verdes; que con aquel verano se volvían amarillentas.






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Las dos amigas comían, sentadas en una banqueta de cemento, bajo la sombra de un frondoso árbol. Platicaban, mientras veían pasar a 10 lejos y de cerca a amigos, conocidos y extraños quienes fluían por todos lados.
-¿Podés creer, vos? -preguntó Ana Cecilia.
-¿Qué?
-Que la Cristina, la novia de mi hermano, se va a ir a
Cuba a una competencia dc natación,
-¿No te creo? ¿Y tu hermano qué dice?
-Nada. Que va a aprovechar ahora que ella no va a
Estar.
-¡la, ja, ja, no te creo! ¿Así dijo? ¡Sí, vos!
Es que tu hermano como que no mucho la quiere verdad.
Es que aquél, ahorita, no está pensando en nada serio con nadie.

Pero entonces, no debería jugar con ella.
Ya se lo he dicho, pero lodo le vale.
El timbre sonó en ensordecedor vociferando desde 10 alto que la diversión había concluido, que el recreo había llegado a su fin. Muchos de los que aún no habían comprado corrieron a las ven las de comida, los que habían estado reteniendo las ganas de orinar corrieron a los baños, los que aún se quedaron con ganas de seguir jugando lanzaban los últimos pelotazos y los demás concluían las conversaciones o, sencillamente, las pausaban para continuarlas a la más leve oportunidad.
Ana Cecilia era bonita. Poseía una cara angelical y un cabello que arrancaba envidias. Floridalma era menos bonita, menos alta, más llenita y con algunos granitos que no la querían abandonar por más que ella los rechazara. Ana Cecilia acariciaba la idea de aceptar como novio a Jorge Pablo, un muchacho alto, delgado y con cara de niño travieso. El muchacho le había pedido que fuera su novia y a ella él le gustaba. Él estudiaba en otro colegio y por las tardes la llegaba a buscar. En una de sus tantas visitas él volvió con el mismo asunto. Ella, después de divagar, le dijo que sí, que lo aceptaba como su novio.




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Al día siguiente, en la entrada del colegio, cuando el día aun estaba en pañales, las ganas de expresar su idilio la hicieron hablar con floridalme

-¡Ya! -le dijo con una sonrisa, mientras caminaban por l a acera.
-¿ Ya qué? -preguntó Flori, mientras esquivaba una
naranja chupada.
-¡Ya nos hicimos novios!
-¿Ya? -preguntó sorprendida.
-¡Sí. Ayer por la tarde!
-¡Hala, qué buena onda!
-Sí, vos.
-¡Qué bien!
Comenzaron a caminar dentro de las instalaciones del colegio. La multitud de muchachos se dirigía con sus mochilas d las aulas: unos con el fin de molestar, otros para cumplir una obligación de hijos buenos y un remanente de ellos con la determinación de aprender, de labrarse un futuro, de salir adelante'.
La alegría irradiaba por completo el rostro de Ana Cecilia. Contaba aquello como quien cuenta una gran noticia, con ('1 júbilo de oreja a oreja y la ilusión clavada en su entrecejo.
Los meses pasaron y la relación con Jorge Pablo caminaba a veces bien a veces mal; pero continuaba.
Un día Ana Cecilia se enteró que su novio frecuentaba a
otra chica. Cuando él la llegó a buscar ella lo enfrentó. -Hola, Ceci -le dijo dándole un beso.
Ella volteó la cara.
-¡Oye! ¿Qué te pasa?
-. ¿Qué te pasa a ti?
-¿A mí?
-¡Sí, a ti!
-¿Por qué dices eso?
-Porque me contaron que andas con una chava que se
Llama Julieta.
-¿Cómo vas a pensar?
-¡No me mientas, reconócelo!


LA AMISTAD ESCAPA POR TU VIDA
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-Es que no ando con nadie. ¿Quién te dijo esa mentira-
-¡No te lo voy a decir!
-Dime, pues, ¿quién te lo dijo?
-¡No lo voy a hacer. Lo único que quiero es que te
vayas de mi casa. Adiós!
-Pero, Ana Cecilia, yo te amo.
-Tú no me amas porque si me amaras no andarías con
otra persona.
-Ya sé quien te lo dijo.
-¿Quién? -preguntó ella molesta.
-Tu amiga Floridalma.
-¿Por qué dices que fue ella?
-Porque da la casualidad de que ella me vio platican-
do con esa chava. -¿Platicando?
-Sí, platicando.
-¡Tú la estabas abrazando!
-¡Mentira! Sólo platicábamos.
-Mejor vete. ¡Ya no quiero seguir hablando!
-Pero, Ana Cecilia, yo te amo. Yo quiero seguir contigo-


¡Yo ya no quiero!

El chavo, molesto, se marchó del lugar y fue en busca de la persona que se había tomado la molestia de denunciarlo. Cuando llegó a la casa de la muchacha, algo lo detuvo. Sabía que era cierto, que realmente andaba con otra chica, que no valía la pena agrandar el problema; pero la rabia que sentía superaba cualquier razonamiento sensato. Tocó el timbre. No podía soportar que aquella muchacha no se reservara el asunto.


Él tenía la creencia errónea de que ser hombre significa tener dos o tres chicas al mismo tiempo. Pero, lógicamente, no le parecía la idea de que se lo hicieran saber a la novia. Estaba muy molesto y su enojo aumentaba porque nadie atendía el timbre. Por fin abrieron la puerta.

-Buenas tardes -dijo-, ¿se encontrará Floridalma?
-¿De parte de quién?










LA AMISTAD ESCAPA POR TU VIDA
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-De un amigo, por favor.
-¿ y cuál es el nombre de su amigo?
-De parte de Pablo.
-Voy a ver si está ---dijo el señor y cerró la puerta.
Cuando ella salió, él la llamó hacia la calle; pero ella se resistio.

-¿Qué quieres? -le preguntó molesta.
-¡Quiero hablar contigo!
-¡Yo no tengo nada que hablar contigo! -le dijo en un
Tono cortante.
-Tú no, pero yo sí.
-Hablemos aquí -le dijo, recostándose en el marco
de la puerta y desafiándolo con la mirada. -Vayamos afuera, a la acera -suplicó.
-No. Si quieres decirme algo dímelo aquí, si no puedes
Irte.

-Okey -le dijo soltando la respiración-, ¿por qué
diablos le dijiste a Cecilia que yo estaba con otra chava? -¿ Y qué? ¿No es cierto, pues?
-Yo solamente le daba un abrazo.
-¿Y desde cuándo se abrazan de esa manera los amigos?-

-¡ Si se abrazan de esa manera o no eso a ti qué te importa, chismosa!
-¡Adiós! -le dijo, cerrando la puerta.

Él hubiera querido meterle una patada a la puerta . la boy agarrado del pelo. Se dio la vuelta y con una rabia metida l'lI los huesos se marchó del lugar.

El celular de Ana Cecilia sonó. -¿Qué onda, Flori?
-¡Estoy rabiosa!
-¿ Qué te pasó?
-¡No me pasa!
-¿Qué te sucedió, amiga?
-Acá estuvo Jorge Pablo.
-¡No te creo!
-¡Sí! Y me vino a reclamar lo que yo te dije de él.







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-"hala; pero que tonto"
-¡aguanta, quería que saliera a hablar con el a la calle!
-¿Y para qué?
-Pues de plano para alegrarme con más libertad.
-¡Pero qué tonto!
-Sí, disculpa que lo repita; pero es un tonto y bien
Hecho.
-Aguanta, dice que sólo es su amiga. Y cuando yo le dije que los amigos no se abrazaban. De esa forma, vieras lo que me dijo.
-¿Qué te dijo'?
-Que si los amigos se abrazaban de esa forma o no,
que eso a mí que me importaba y me trató de chismosa. ¡Qué abusivo!
¡Ah, cuando me dijo eso le cerré la puerta y lo dejé hablando solo!
¡ que bueno!
A saber qué vas a hacer con ese chavo; pero yo no quiero que me venga a hacer un lío aquí a mi casa porque yo sí no me voy a dejar.
No, SI yo ya no quiero nada con él. Ya lo mandé por tubo.

Pues, ojala que entienda.
Ella se mantuvo firme por una semana; pero, luego, su firmeza y flaqueo y, de nuevo, regresó con él. Pasó el tiempo y un día que regresaba ron sus papás de un viaje a la capital observaron un carro exactamente como el carro del papá de Jorge Pablo. El carro salía de un motel que estaba ubicado en las afueras de la ciudad donde ella vivía.

Aprovechando que el carro donde viajaban no era el carro del papá de Cecilia, sino que era de la empresa donde él trabajaba y que, además, era de vidrios oscuros trató de mirar cuando el otro carro los rebasó. En efecto, era el carro del papá de su novio y quien lo conducía era éste acompañado de una muchacha con cara de mujerzuela promiscua.

Ana Cecilia sintió que unas garras le envolvieron el corazón, sintió que un puño asesino se cerraba con saña; pro-











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Sola, sin más compañía que aquellas imágenes que le producían un sufrimiento sin paralelo? ¿Sola con el transcurrir de las horas que hubieran pasado lentas, detenidas en aquella agonía? ¿Cómo hubiera sido esa noche con la soledad como compañía, silbándole al oído acompañada del cantar de Los grillos y los gritos de un corazón herido?
Aquellas noches quedarán anotadas perpetuamente en el registro de su vida y su amistad con FLoridalma González brillará para siempre en el firmamento de su existencia.


¿QUÉ ES LA AMISTAD?

Es una relación preciosa entre dos o más personas, en la' cual hay confianza, comunicación, comprensión y consejos. Se comparten muchas actividades, sobre todo, hay mucha tolerancia y se comparten hechos de tristeza y h ichos que causan gozo.
QUE COSAS FOMENTAN LA AMISTAD
Buena comunicación
Los valores
Sinceridad y fidelidad de una persona a la otra.
El apoyo
El respeto entre compañeras y libertad de expresión.
Compartir actividades afines.
La tolerancia.
La amabilidad.
Las buenas costumbres.
La sinceridad.

¿QUÉ COSAS LA PERJUDICAN?

La mentira.
La envidia.
Los chismes.
La hipocresía.




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La falta de respeto.
La mala comunicación.
La falta de sinceridad.
La traición.
Las malas influencias.
El odio.
La falta de aceptación.
El egoísmo.
La desconfianza.
Prestarse dinero y no devolverlo.

¿QUIÉN ES UN BUEN AMIG@?


Alguien que nos escucha, apoya y siempre está dispuesto sin importar la situación o el lugar en el que te encuentres.
Alguien que nunca deja de querer, a pesar de todo lo que pueda pasar.
No le importa pasar dificultades por estar con nosotros y brindarnos su compañía.
Es alguien que está en las buenas y en las malas, sin importar su religión, edad y sexo.
Es una persona paciente y con amplitud para tolerar Los diferentes valores y caracteres que tienen sus amig@s.
Es alguien que nunca nos va a inducir a cosas malas.
Un buen amig@ es más que un herman@, brinda todo Lo que puede y ayuda en todo momento. Desafortunadamente, en muchos casos algunas personas han experimentado que alguien ajeno a la familia se porta mejor que la familia misma. "Algunas amistades se rompen fácilmente, pero hay amigos más fieles que un hermano" (Proverbios 18:24, versión católica Dios Habla Hoy). Decimos, también, que un buen amig@ es alguien que ayuda en todo lo que puede. Quiere decir que, muchas veces, no podrá ayudar si no está en sus posibilidades hacerlo. Y esto; por supuesto, no tiene por qué molestar a la otra persona.














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Es como un segundo hermana. Es decir, es como otro miembro de la familia. "Un amigo es siempre afectuoso, y en tiempos de angustia es como un hermano" (Proverbios 17: 17, versión Dios).
Alguien que no te abandona a menos que sea por una fuerza mayor (por ejemplo, que se tenga que ir a vivir a otra parte).
La persona que está persona cuando necesitas una mano amiga para salir adelante.


¿QUIEN ES FASO AMIGO?


Es una persona que dice ser tu amigo y que, por otra parte, sea.

Alguien que te miente.
Una persona ambiciosa y egoísta.
Alguien que no sea sincera.
Alguien que no pierde la oportunidad para perjudicarte "sus lenguas son fechas mortales. Andan diciendo falsedades. Saludan cordialmente a sus amigos, pero en realidad les están poniendo trampas."
Alguien que lleva y trae tus secretos.
Una persona que traiciona.
Una persona que murmura a tus espaldas.
Alguien que no te comprende.
Una persona que te tiene confianza.
Es alguien que busca los intereses propios y releva tus secretos.
Una persona que te tiene envidia.

Jesús es nuestro amigo por excelencia el dijo que: Nadie tiene un amor mayor que este que uno de su vida por sus amigos (Juan 15; 13,versión de las américa) el estuvo dispuesto a dar su vida por la nuestra. El hombre nos puede fallar. Peor el jamás es un amigo que puede estar con nosotros las 24 horas del día.








LA AMISTAD ESCAPA POR TU VIDA
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Después a dar su vida por la nuestra. El Hombre nos puede fallra; pero El Jama, es un amigo que puede estar con nosotros las 24 horas del día.








































LA AMISTAD ESCAPA POR TU VIDA
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Un verdadero amigo es alguien que nunca
te conducirá por el mal camino.
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EL DIVROCIO DE MIS PADRES ESCAPA POR TU VIDA
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ESCAPA POR TU VIDA VI EL DIVROCIO DE MIS PADRES
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EL DIVORCIO DE MIS PADRES

POR SU AMOR


Mi vida cambió, de la noche a la mañana, cuando por fin mis padres se separaron. Ellos discutían con frecuencia y mis hermanos y yo teníamos que soportarlo. Pero si me preguntan: "¿Qué es mejor?". Seguramente, diría que ninguna de las dos cosas. Por supuesto, para mí fue devastador que papá se haya marchado de casa. Hasta aquí yo no he llegado a comprender por qué ellos no buscaron consejería matrimonial, a fin de salvar su relación.


A veces, sentía volverme loca porque por un lado odiaba el licor; ya que a un inicio ése fue el principal motivo de sus pleitos conyugales y, por otro, con el licor pretendía ahogar mis sufrimientos. Gracias a Dios y a su misericordia encontré esa paz que hacía muchos años atrás había perdido. Sé que con su amor me sacó de ese profundo hoyo en el que me encontraba. Si no hubiera sido por Él, hoy no estaría escribiendo estas líneas.

Cada vez que papá llegaba borracho a la casa, discutía con mamá. Nosotros éramos muy pequeños y nos afectaba mucho. Mamá trató, por todos los medios, de buscar un empleo y, al final, lo encontró. Ella sabía que papá no estaba de acuerdo en que trabajara y precisamente, ésa fue la razón por la cual comenzó a laborar. Ella comenzó a llegar más tarde de lo normal y ése era otro motivo para discutir. Para mí fue muy decepcionante cuando me enteré que ella salía con otro hombre. Ellos aún vivían juntos y mi madre ya andaba con otra persona. Lógicamente, ella siempre 10 negó. Después me enteré que fue papá el que empezó con la infidelidad. El asunto es que, al final, él se marchó de la casa y, entonces, comenzó nuestro mayor















EL DIVROCIO DE MIS PADRES VI ESAPA POR TU VIDA
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Sufrimiento Los padres de una amiga que tengo, también, se divorciaron, y siempre me decía que para ella era mucho mejor que sus padres se hayan divorciado que tener que vivir en medio de un infierno. La verdad nunca le creí. Sabía el motivo cual sólo vivía en la calle. Casi nunca se la pasaba en I 1'" me decía que la vida no era más que un juego en el que siempre se gana.

Cuando mis padres se separaron y comenzaron los tramites del divorcio, pasé por una crisis bastante fuerte. Al principio, trataba de negarlo no sé por qué; pero negándolo me
('sentía mejor. Quizá era un mecanismo de defensa, el asunto es negaba. Yo deseaba que las cosas se arreglaran. ¡Cómo envidiaba las familias de algunos de mis amigos! ¡Cuánto deseaba que mis padres fueran como los papás de ellos! Poco poco., mis compañeros de clase, sobre todo, los más cercanos a , se fueron dando cuenta de que mi familia se había desintegrado Recuerdo muy bien cómo al principio traté de ocultarlo.


-Wendy -me dijo Graciela-, no quiero ser indiscref.1. ¡,pero por qué ya no hemos visto a tu papá en tu casa? -Lo que ocurre -contesté-, es que papá últimamente ha tenido que viajar demasiado por asuntos de trabajo. -Pero, vos -dijo ella-, ya tengo rato de no verlo.

-Como te dije, él ha tenido muchos compromisos la-
Laborales y por eso es que ya no lo has visto por la casa. Cambiando de tema, ¡qué mala onda lo del otro día! Yo quería irme (con ustedes; pero ya se habían ido...


De nada me sirvió haber negado el divorcio de mis padres a un principio porque, de todos modos, la gente se enteró. En una oportunidad, le di un golpe en la cara a una mi compañera porque se burló de mí, diciendo que de plano por algo se había ido mi papá de la casa porque, seguramente, no nos soportaba.


Sólo Dios sabe cómo me sentí' en los días que transcurrieron después de la separación. Me sentía abrumada. Creía tener la culpa de la separación de ellos. Por ser la hija mayor, me sentía responsable de la disolución del matrimonio. Como toda adolescente salía con mis amigas, íbamos al cine, de vez en cuando iba a alguna fiesta. Todo eso en algunas oportunidades











ESCAPA POR TU VIDA VI EL DIVROCIO DE MIS PADRES
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se volvió motivo de discusión. A veces, reaccionaba con cierta rebeldía y, luego, me arrepentía de eso. Por todas esas cosas, yo creía que papá, por fin, había preferido marcharse. Él tenía serios problemas con mamá y, encima de eso, muchas dificultades conmigo.


En la iglesia a la que empecé a asistir me enseñaron que yo no había tenido nada que ver con la separación de mis papás. Que toda la responsabilidad recaía sobre ellos. Eso me ayudó mucho. Pensé que el sufrimiento sólo duraría los primeros meses después del divorcio; pero me equivoqué. Ya han pasado los años y siempre existen cosas que me hacen vivir momentos de nostalgia y dolor. Yo sé que Jesús es más que

suficiente para llevar mis cargas; pero aun así, a veces, es difícil. Sé que me espera mucho camino por recorrer. Sé que, probablemente, al casarme tenga la predisposición al divorcio. Sé que tanto mis hermanos como yo viviremos gran parte de nuestra vida preguntándonos la razón por la cual las cosas no fueron diferentes. Pero, también, sé que mi Señor Jesús es capaz de cambiar nuestro llanto en gozo y que en Él somos más que vencedores. Mis hermanos y yo tuvimos la suerte de conocerlo y experimentar su amor. Nos hemos afirmado en su promesa que dice: "[ ... ] estaré contigo; no te dejaré ni te abandonaré" (Josué 1 :5, versión Biblia de las Américas).



EL ODIO QUE SE DESATÓ EN MÍ

-Tú sabes -me dijo ella-, que esta casa es de tu papá y, por lo mismo, no podemos permanecer aquí.
-Pero mi papá no nos está echando de acá -le con-
testé molesto-, y, por lo mismo, no me quiero ir de este lugar. -¡Tú te vas conmigo! -me contestó.

-Mamá, yo no me quiero ir de aquí -le dije.
Al final, me tuve que marchar con ella. No tenía otra alternativa. Mi madre tenía la custodia y nos teníamos que ir. Antes de abandonar la casa, busqué a mi papá en su trabajo y le pregunté que por qué nos íbamos a separar. Él me explicó que no había remedio, que no nos podíamos quedar con él. Yo, por una parte, me quería quedar; pero, por otro lado, no quería.









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Tampoco que mi mamá se fuera. Pero si tenía que escoger, preferida quedarme en casa. El irme no sólo significaba perder a uno . padres, sino, también, a mis amigos del vecindario y 1 111 1 que acostumbrarme a vivir en un lugar que sería totalmente extraño para mí. Pero como dije, no tenía otra opción.


Nos fuimos a vivir a otra zona de Managua*. El lugar era absolutamente diferente a la zona donde vivíamos. .Los vecinos eran personas de otro nivel social. La casa era tres veces más pequeña que la de mi papá. Mi mamá nunca había trabajado Pronto comenzó a hacerlo.
Casi no pasaba tiempo con nosotros. Yo miraba a mi progenitor unas dos veces al mes. (pasó el tiempo ya no lo miraba tan seguido, mis hermanas tampoco. Lo mirábamos una vez al mes y a veces ninguna. Yo sabía que él no sólo se había divorciado de mi mamá, .run que, también, de nosotros. Eso me llenaba de rabia.

Cuando entré a la adolescencia me volví insoportable. Todo me molestaba, todo me caía mal. Me junté con mucha, rebeldes y vagabundos. Yo estudiaba y, al mismo tiempo, vagabundeaba con ellos. Pronto probé las drogas y me gustaron mucho. Tenían el extraño poder de hacerme olvidar, por un momento, mi lamentable situación.

Pero al pasar sus efectos, calidad volvía con mayor crueldad hacia mí y me daba un 111\'11 golpe en la cara. Después de un tiempo abandoné los I ludios. Estuve un largo año sin estudiar. Pero lo sentí corto 1'111 que me la pasé de un lugar a otro haciendo mil cosas, molestando experimentando todo lo que el mundo me ofrecía.

Volví a mis estudios y después sucedió lo que me trajo hasta este lugar.


Antes de que me trajeran acá me fui a vivir por unos meses a Masaya**, a la casa de un amigo. Viajé en dos ocasiones a Costa Rica. Las veces que fui lo hice ilegalmente. burlé a los cinco puestos de control que existen en la dirección ,1 San José. Allí conocí a gente que consumía las piedras de crack Me dieron a probar y me encantó.

En Masaya frecuentábamos el Castillo de Coyotepe. Un castillo que fue testigo de tanta crueldad y violencia en la época de Somoza***. Es un castillo situado en lo alto de una colina y











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que es frecuentado por turistas. Compuesto de tres niveles: el primero, que es el que uno ve al nada más entrar, donde el ejér cito tenía oficinas, luego, el segundo (aunque estando ahí le di cen a uno que es el primer nivel), en donde estaban los calabozos y las celdas para encerrar a los prisioneros y, finalmente, el tercer nivel, que estaba bajo la superficie de la tierra, que era donde, supuestamente, estaban los prisioneros más peligrosos; generalmente eran presos políticos del grupo sandinista.

Nos metíamos al segundo nivel con unos amigos y allí molestábamos y nos drogábamos. Recuerdo que en una oportunidad, en uno de los calabozos, había una pareja y estaban bien escondidos en la penumbra. Nosotros llegamos sin hacer ruido y los sorprendimos casi sin ropa. Cuando los vimos, lo primero que pasó por nuestra mente fue abusar sexualmente de la chica. Hago la aclaración que estábamos drogados. Golpeamos al chavalo y dispusimos violar a la muchacha, en eso se apareció el vigilante y nosotros salimos corriendo. Afortunadamente, el encargado del lugar que la hacía de guardia y guía turista impidió que cometiéramos tal fechoría, de la cual yo me hubiera arrepentido toda mi vida.

Casi siempre cuando bebíamos licor o consumíamos drogas sacábamos los temas que más nos afectaban. Alguno había sido violado por un familiar, otro sufrió de violencia por parte de sus padres durante su infancia, y algunos, como yo, su familia se había desintegrado antes de llegar a la adolescencia. Por eso yo me identificaba con ellos. Teníamos cosas en común y utilizábamos la misma forma de vida para escapar de aquello que tanto nos había dañado.
Mi papá dice que ya no quiere saber nada de mí, yeso
me duele mucho. Él afirma que soy un caso perdido; pero yo digo que por qué no se pone a pensar por un momento que fue precisamente por la culpa de él y de mi madre que yo me descarrié de los buenos caminos.

Cuando recién caí preso, me puse peor. Aprendí cosas
que no sabía. A los dos días de haber ingresado, el encargado de los reos me obligó a que me diera a golpes con otro. Nos dimos una golpiza que no tiene nombre. Mi contrincante era llamado "Malasangre" y su mirada reflejaba mucho odio. Usaba











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El pelo extremadamente corto y una pronunciada cicatriz le atravesaba la mejilla izquierda. En aquel momento, yo no sabía porque él estaba en ese lugar. Después me enteré: había apuñalado a una mujer para robarle su bolso. Ya tenía más de cuatro ingresos en la prisión y aparentaba no más de 22 años. Mi tito y de una complexión física mejor que la mía. Él todas las de ganar; pero no fue así. No digo que le gané porque sería mentir. Según los demás reos nos dimos igual. Al principio su tamaño me intimidó; pero vi reflejado en él la imagen de mi padre y, en ese momento, descargué todo el odio que, entonces, sentía hacia el .

Mi vida iba rumbo al despeñadero. Hasta que una noche contemplando los barrotes de mi celda, percibiendo en mis manos su helado metal y sufriendo por los recuerdos del ayer, sobre todo, por los de mi infancia; caí de rodillas en este suelo y le clamé a Dios. Le dije que me sentía desesperado, que ya no podía seguir así. Le pedí perdón por todo el mal que había hecho y le pedí a Jesús que gobernara mi No sabía qué hora era, tal vez las 2:00 ó 3:00 de la mañana silencio era absoluto, a excepción de unos cuantos que cantaban a lo lejos. Mis lágrimas caían y mojaban Sentí una paz. Que inundó todo mi ser. Ese día, Dios por completo. Soy diferente al que era antes. Él ha las heridas del ayer. Aquel odio que sentía hacia los de- transformó en amor.

Cuando salga de este lugar buscaré a mi padre, que es el único que no me ha venido a ver a esta prisión llamada La Modelo aqui en Managua, y le diré que perdono y que Dios me hecho olvidar el daño que provocó en mí el divorcio y posteriormente, su abandono. Podré ayudar a muchos jóvenes. Que están pasando por lo que yo pasé. Sabré entenderlos. Los conduciré a tener una experiencia con Jesús yo encontré aquella madrugada detrás: las rejas.

Sé lo mucho que duele cuando los padres se separan lo que significa abandonar el lugar en donde la mayor parte de la infancia. Y, sobre todo, cuando no s 11 111 cerca a las personas más importantes de nuestra vida: los padres.
















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En la iglesia a la que empecé a asistir me
enseñaron que yo no había tenido la culpa de
la separación de mis papás. Que toda la
responsabilidad recaía sobre ellos.
Eso me ayudó mucho
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LOS FUJITIVOS ESCAPA POR TU VIDA VI
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LOS FUJITIVOS

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LOS FUGITIVOS

PAMELA

¿Has pensado en irte de tu casa? ¿Ha llegado un momento en el que crees que es mejor huir que permanecer con tus padres? ¿Si ésa es tu situación?, ¿si eso es lo que ha dado varias vueltas en tu cabeza? Creo que puedo ayudarte; pero antes necesito que leas lo siguiente.
Conocí a Pamela en segundo básico. A un principio, no me atrajo mucho; pero, conforme fueron pasando los meses, su aspecto empezó a cambiar. Se hizo un corte diferente de pelo, su cuerpo se volvió más seductor: más alta, con más cadera, su busto me pareció más notorio y el brillo en sus ojos me hipnotizaba. Era atractiva, risueña, amable y muy popular dentro del colegio. No digo que era la chica más popular; pero sí estaba entre las más populares y no porque yo lo diga, sino porque así 10 creían y afirmaban muchos de mis amigos.
Yo estaba entre los más moles tones de la clase y entre los más haraganes. Comencé a pensar en el momento y la forma para caerle". De pronto, como por arte de magia, se me presentó la oportunidad perfecta: invitarla para el baile del aniversario del instituto, que ya se acercaba.
-Pamela -le dije-, ¿vas a ir al baile?
-¡Claro!
-¿Y con quién vas a ir?
-Pues, con mis amigas. ¿Qué, me vas a invitar?
-Pues, eso quería.
Ella comenzó a reír. Miré para todos lados, temiendo que alguien se fuera a dar cuenta y que después me molestaran. -¡Agarra la onda! -le dije-, ¿por qué te da risa?












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Sólo que me cayó de sorpresa. Pero no veo el motivo de la risa. Disculpa.
Bueno. ¿Irías conmigo?
Ya es pasado mañana, ¿verdad?
Sí. Ya se está terminando la semana de aniversario Tú me quieres ir a traer a mi casa para ir a la fi ¡Sí, eso quiero!

¡Ok. Me parece bien!
Nos pusimos de acuerdo en juntarnos a las 8:00 de la noche es la entrada del salón.
Anhelaba que pasara rápido el tiempo y llegara la noche de sábado . Ese día quería llegar bien oloroso. Me enjabone tres o cuatro veces, le robé loción a mi papá y me aplique en el cabello, como siempre, bastante gelatina. No era la primera vez que saldría con una chica; pero me entusiasmaba el hecho de saber que, en pocas horas, estaría a la par de una chava que tanto me gustaba.
A las 7:50 estaba allí. Miraba hacia el cielo y observaba las estrellas que resplandecían. Los estudiantes entraban por montones, Todos muy bien cambiados, perfumados y con un sinfín de pensamientos y planes para esa noche de rol
Qué onda, Neto -me preguntó Ramón-, ¿a quién esperas?


-una cuata vos.
-¿a quién?
-"al chirin "
-¿"al chirin"?
-¡simón!
-Sos casquero.
-¿Por qué?
-Porque el Chirin se quebró la espinilla y anda con muletas.
- Pues de plano que va a venir con luletas porque quedamos de juntarnos a esta hora.





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-Sólo casacas sos.

En ese momento, miré a Pamela que se acercaba con sus amigas. Ramón notó mi falta de disimulo y volteó para ver. -¡Ah! Conque ahí viene "el Chirín". Pero ¿como que se puso vestido, verdad y está bien ... ?
-¡Calláte, vos! Te estaba vacilando. Estoy esperando
a mr novia, vos.
Ramón se empezó a reír.
-¡VOS, agarrá la onda; se puede dar cuenta!

Me desligué de Ramón y entré al salón de baile, como todo un señor. La música sonaba fuerte y envolvía con su encanto a toda una multitud de chavos y chavas que disfrutaban enceguecidos. Las luces chisporroteaban hasta por los rincones del enorme salón e iluminaban a medias las caras alegres de los enfiestados.

El ritmo de la música vibraba en mis venas. Conforme ingresaba, agitaba mi cuerpo con el compás de las melodías. Invité a bailar a Pamela. Bailar con ella me daba la oportunidad de tocar su cuerpo: de tocar su cintura, sus hombros, sus brazos y, con las canciones románticas, de juntar mi cuerpo al suyo.

Cuando volvieron a colocar música movida, la invité a dar una vuelta afuera del salón de baile. Caminamos con paso lento. Hablamos de frivolidades. os cruzamos con vanos jóvenes que entraban o salían del lugar.

Esa noche le pedí que fuera mi novia. Se lo pedí en el estacionamiento, en un sitio no tan iluminado, a la par de una vieja furgoneta roja. Sabía que disponíamos con más de una hora. Eran las 11 :00 de la noche y sus papás habían quedado de ir a traerla a las 12:00. Yo deseaba su respuesta en ese momento porque las ganas de besarla me consumían. La miraba más bonita que de costumbre.
-¿Poaría darte un beso? -le pregunté, acercándome a ella?.

-¡Tranquilo! -me dijo, con una sonrisa de asombro-,
aún no te he dado la respuesta.
-¿Cuánto tiempo tengo que esperar?
-No sé. Algunos días, supongo.
-,¡No te creo!









LOS FUJITIVOS ESCAPA POR TU VIDA VL
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-¡Pues, créelo!
Me le acerqué más. Ella me empujó. -¡Oye, tranquila! ·-le grité.
-¡Tranquilo, tú! ¿Sabes qué? -me dijo-, platicamos
otro día.
Se retiró corriendo. Mi impaciencia me había dado un
golpe bajo. Para olvidarme del incidente, no encontré nada mejor que irme de farra con mis cuates a beber chelas*, a una vieja cantina que quedaba a unas cuadras de El Simón.
A la semana siguiente, yo seguía con las esperanzas de una respuesta positiva por parte de Pamela y, por fin, la obtuve. os hicimos novios y siempre miramos la forma de estar juntos; aunque fuera sólo por un momento.
Recuerdo un día que la fui a encaminar a dos cuadras
cerca de su casa. Nos desviamos a un pequeño callejón medio oscuro (eran las 7:00 de la noche). Habíamos estado juntos desde las 5:30 de la tarde. La había acompañado a hacer unos mandados. Antes de despedirnos, aproveché para besarla con impaciencia y ese callejón se prestaba para eso.
Los efectos de mis hormonas inundaban mis agitados pensamientos cuando, de pronto, una fuerte mano me arrancó de los brazos de Pamela e instantáneamente me arrancó de ese trance. Ya se imaginarán ustedes quién era. ¡Era el papá de Pamela! Ella gritó del susto y el espanto se imprimió en su rostro. El señor me jaló hacia la luz y me observó de pies a
cabeza.

-¿Qué te pasa, malcriada? -le dijo, con la respiración
agitada-o ¡ Sabés que no tenés permiso para tener novio y menos para un novio como éste!
-¡Papá, por favor, perdóname!
-¡Esto es el colmo, Pamela!
El hombre me soltó y subió al carro a su hija. Al día siguiente, Pamela no me dirigió la palabra. Me sentía mal por ella. No sabía qué le habían hecho sus padres. A partir de ese día, su papá la llegó a traer al colegio a la hora de salida. Tardó como tres días para que me volviera a hablar. Ignoro el castigo que le pusieron; pero, afortunadamente, no le pegaron. Tuve suerte de que siguiera siendo mi novia. Aunque, al principio,





ESCAPA POR TU VIDA VI LOS FUJITIVOS
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con un contacto físico muy limitado; pero, por lo menos, sabía que era cuestión de esperar.
Esperaba hallar el momento para pasar más tiempo con ella, esperaba. con impaciencia. una rosa más prolongado de su labios, esperaba como el cazador que espera largas horas has que aparece la presa para lanzar e encima y atraparla.

Yo sabía que su padre no me quería. ¡Lo sabía muy bien! Y, claro. yo quería a Pamela: pero no estaba dispuesto a ser el muchacho que ello querían para su hija. No les gustaba, la forma en la que lo tenían pantalones flojos y playeras grandes: que me caían a mitad de muslo. Y para empeorar las cosas, se enteraron que me gusta a la en cerveza. Yo le aseguré a ella que ya no tomaba: pero siempre me da a mis escapadas. Y más, cuando peleaba con ella. Pero con su papás, ella siempre m defendía.

La tensión en su casa iba en aumento, como la espuma de la cerveza cuando cae en el vaso. El saber que ella me prefería me hacía sentir importante. Creo que ha sido la única temporada en la que, realmente, me sentí importante. ¡Ah, cómo me sentía de bien cuando ella me contaba lo que les gritaba a sus padres! ¡Cuando les restregaba en la cara lo equivocados que estaban! ¡Cuando les aseguraba que yo ya no bebía licor!
Comencé a portarme con ella más amable, más detallista, más servicial. más romántico y menos irascible. ¿Y saben qué? Ella se empezó a enamorar más y más de mí. Le dedicaba canciones, le pedía a un amigo que me escribiera poemas y se los regalaba. a cada cartita o tarjeta que le daba le rociaba de mi loción, la llamaba sólo para decirle que la amaba, que la quería, que era todo para mí.
Para ese entonces, yo había dejado el colegio; ya que a ella la habían cambiado a otro centro escolar y yo ya no tenía motivos para asistir a clases. Desde luego, que a todo mundo le dije que continuaría al año siguiente. La gente me creyó y ella, también.
Costaba un mundo para que nos viéramos. Ella siempre tenía que mentir en su casa y, algunas veces, me dejó plantado porque a última hora sus padres se las olían y no la dejaban salir, a pesar del escándalo que ella les hacía. Llegó un mo-











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mento en que me harté de la situación y le dije que escogiera entre sus papás o yo. Ella permaneció callada.
-¡No me pidas eso! -me dijo.
-¡Es que ya no se puede seguir así! -le dije.
-¡Sí, a mí tampoco me gusta esta situación!
-¿Te sales de tu casa? -le pregunté.
Costó para que se decidiera; pero, al final, lo hizo. Escogimos el día y el lugar y ella se fugó de su casa para siempre.
Cuando salga de acá, espero volver a unirme a una mujer.
Si tú eres una chica y estás dispuesta a irte de tu casa cuenta conmigo. Mis antecedentes no serán tan malos, pues lo único que hice fue que, tras una buena borrachera y en un momento de cólera, empujé a Pamelita desde un tercer nivel. Pero ya sabes, si eres impaciente y no me quieres esperar, también, nos podemos poner de acuerdo, ¿no crees? Tú te fugas de tu casa y yo de Pavón* .

























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Ella se fue de su casa conmigo y, la pobre,
no se imaginó el costo que pagaría por eso.
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LA LEY DE LA
COMPENSACIÓN



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CONTRATO CON LA MUERTE


El hombre, con furia, detuvo la camioneta y se bajó precipitadamente. La pobre mujer, asustada, interrumpió su marcha. Las manos le temblaban bajo la pequeña carga de hoja -¿Quién te dio permiso para meterte en mi finca a cortar hojas?

-Don Mauro, discúlpeme, no fueron muchas hojas. Por
favor, ¡perdóneme!

-¡Dame eso para acá! -le dijo, arrebatándole el mano-
jo de hierbas, ¡SOS una abusiva!

-¡Señor, por favor, se lo suplico! ¡Es para hacer mis tamalitos y darle de comer a mis hijos! ¡Tenga compasión, s lo pido!

-¡Si te vuelvo a ver por acá llamaré a la policía!
El hombre estaba sumamente enojado. No soportaba L idea de que los pobres, que vivían en los alrededores, se metieran en su propiedad. Un pequeño manojo de hojas no lo despojaría ni de la milésima parte de sus bienes. El hombre ere bastante rico y él lo sabía. Había hecho un sinfín de cosas pan, lograrlo y cuidaba de sus bienes con recelo.

En el camino para llegar a tener lo que había amasado pisoteó a no pocas personas. Sin embargo, eso no lo hacía querer enmendar el daño causado.
Cuando pasaba de los 30 años de edad, que fue cuando comenzó a hacerse de dinero, se casó con una mujer la cual era; muy conocida en aquella población; ya que era hija de un señor bastante acaudalado. El hombre tenía tres hijas; pero cuan¿ Mauro Cifuentes llegó al pueblo las dos últimas hijas ya se













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habían casado. sólo faltaba por casarse la mayor. P r lo ya se le había pasado la edad. Contaba con 42 año y sufrí
un raro padecimiento, el cual le había ahuyentado a cuan' - pretendientes tuvo en su vida.
Con el tiempo, su escasa belleza fue menguando. Cuando el pueblo se enteró que Mauro Cifuentes, de 30 años de edad. iba a contraer nupcias con la hija mayor de don Chilo Salgado. la gente lo criticó a más no poder. Todos sabían que Mauro se estaba casando no con la señora, sino con la parte de la herencia que a ella le correspondía.
Pero a él no le bastaba eso, sino que se las ingenió para secuestrarla y pedir un oneroso rescate que dejó a la familia en la quiebra. Un año después, abandonó a la mujer y se marchó del pueblo para comprar bienes en una ciudad muy distante.
En ese lugar conoció a Rodrigo, un hombre de unos 28 años de edad, corpulento y muy dado a los negocios sucios. Se hicieron amigos. Un día, Rodrigo le informó acerca de un par de hombres, los cuales tenían en su poder varios kilos de cocaína dispuestos para negociar. Después de ponerse de acuerdo en el precio, decidieron la hora y el lugar en donde se haría el trueque. Mauro pondría la plata; pero, de antemano, se habían puesto de acuerdo para matar a los poseedores de la droga y así apropiarse la cocaína y conservar el dinero. Así lo hicieron. Era tanta la obsesión por la plata que la vida humana perdió todo su valor. Pero de regreso, con tal de quedarse con todo el botín, desenfundó su escuadra y a quemarropa mató a Rodrigo Pérez.


Treinta años después, cuando encontró a aquella mujer dentro de su finca, la vida le tenía una pequeña sorpresa. Se subió a su carro y continuó hacia la salida de la hacienda. Al llegar a la última talanquera, la última puerta, notó que la seguridad no estaba en su sitio. Se bajó, molesto, y empezó a gritarle.
Miró hacia unos corrales abandonados y no vio nada.
Dio unos pasos viendo hacia unas rastras de tractor y tampoco miró al guardián. Sintió que una de sus botas se paró sobre una materia blanda, lanzó una maldición cuando comprobó que era












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estiércol fresco. Circulaba un fuerte viento que le movía sombrero. Volvió a gritar.

-¿Sí, don Mauro? -le respondió el guardián a la p - del carro.

El seguridad no pasaba de unos 24 años de edad, aunque su aspecto era de un hombre mayor. Era flaco y de semblante asustadizo.

-¿Qué te pasa? -le preguntó, alterado-, se supo _ que tenéis que estar acá en la puerta para abrirla cuando yo salga.

-j A usted es al que vaya abrir! -dijo el guardia:. Levantando la escopeta y soltando un disparo. El finquero callo al suelo e intentó sacar su arma; pero el mozo le puso la encima y le quitó la escuadra.
-¿Por qué me hiciste esto? -preguntó el hombre agonizando.
-Porque hace muchos años usted se lo hizo a mi papá
-¿Quién era tu padre? -preguntó con dificultad.
-El campesino que cargaba un bulto de leña y que tú
la mala suerte de mirar cuando usted mató a un hombre q viajaba en su carro. Su único delito fue pasar por el camino e el momento cuando usted asesinó al señor que lo acompañaba; Yo iba con mi papá. pero más atrasito.
Le hablaba de cuando mató a Rodrigo Pérez.
-Bien decía yo que con aquel tonto campesino iba un niño-


-¡Sí. Ese niño era yo!

El guardián colocó el tacón de la bota en el pecho don Mauro. Exactamente en el hoyo que le hizo el disparo. E hombre lanzó un grito de dolor.

-Usted no sabe lo que yo sufrí --don Mauro--, así como a usted le duele el pecho. así me dolía a mí y yo creo que eso . Dolía mucho más. Tener que esconderme en un barranco p varias horas, por temor a que usted me matara, y saber q ~ unos metros arriba, mi papá estaba tendido con un tiro en cabeza.

El pecho del hombre dejó de respirar. El guardián acercó y lo agarró por las orejas y le gritó:


-¡No se muera, aún no he terminado de hablar con
usted!


Pero el hombre estaba muerto.

-No sabe cuánto esperé para que llegara este momento. Desde que usted me contrató, yo sabía que usted era un hombre muerto y que sólo era cosa de esperar. Cuando me contrató, usted contrató su propia muerte...

De pronto, el disparo de otro seguridad cerró la garganta del vengador y éste cayó encima de su víctima.
***



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LA LEY DE LA SANGRE


El sueño se le fue por completo. No podía pensar en otra cosa que en aquella humillación. Porque para él lo que había sucedido con Araceli no era otra cosa que una profunda, hiriente y calamitosa humillación. Acostado en su cama, con la mirada clavada en el techo de su cuarto, no podía soportar las imágenes de ella bailando con el muchacho. Los miraba reír, danzar, susurrarse cosas al oído, acaramelados: como dos chiquillos viviendo la falsa ilusión de un primer amor.

Araceli, muy claramente, le había dicho que no podía aceptarlo como su novio, puesto que a ella le gustaba otro chico. Había sido bastante franca con él. Y, aparentemente, él había entendido; pero cuando los vio juntos, viviendo aquel ligero encantamiento, en aquella pista de baile, la ira le envenenó el alma.

Fabián se volvió hacia el rincón de su cuarto. Cerró los ojos creyendo, tal vez, que así cerraría el telón de aquel drama; pero las imágenes seguían allí: necias, inalterables. Se levantó de la cama y buscó el control del televisor. Buscó algún programa o película que le distrajera la mente; pero ella, su mente, se había aferrado, con insistencia, a aquella pareja que hacía .. penas unas pocas horas había sido el centro de toda su actividad pensante.

Miró el reloj y éste marcaba las 4:00 de la madrugada, pronto se hicieron las 5:00, las 6:00 y cuando el sueño parecía



















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apiadarse de él comenzó a trabajar la fábrica de block que quedaba justo detrás de su casa. Aquel día lo pasó de lo peor.

Cada vez que salía del instituto pasaba por el barrio donde vivía Soriano. uno de sus amigos más allegados, el e pertenecía a una pandilla. Muchas veces, sus padres le había prohibido juntarse con ese muchacho: pero, al final, se can _ ron de hacerlo.

Hablaban de muchas cosas: pero la mente de Fabián daba vueltas en tomo al chico que había conquistado el corazón de Araceli. Luchaba contra sí mismo. Una parte de él desea destruirlo y otra parte de su ser le recriminaba por pensar semejante barbaridad. Sabía que Soriano podía prestarse fácilmente para que él. Fabián Espinoza. pudiera liberar sus propios deseos malignos: pero algo lo frenaba. algo que le detenía I palabras cuando éstas salían presurosas, empujadas por un alrna Oscura.

Fabián conservaba una foto de Araceli que le consigue un muchacho, amigo de ella. Cada noche la sacaba de un cojón, se tiraba en su cama y pasaba largo rato observándola. E una oportunidad. se dio cuenta de que pasó más de una hora aquella desquiciada contemplación. Mientras sus ojos recorrían la imagen de la chica de arriba para abajo, su imaginación se desbordaba. Se imaginaba de la mano con ella, la abrazaba la besaba, reían. Caminaban en medio de un espeso bosque. __ sentaban sobre la hierba y la tomaba de la mano. Sus ojos observaban la foto y su mente evocaba las imágenes.

No podía quitar ella de la cabeza. Él se creía un ton enamorado con todas las posibilidades en su contra. En ur . Oportunidad, le abrió su corazón a un vecino, un hombre gordo bien pasado de libra y de experiencias dudosas.
-¿ y tanto la querré ? -le preguntó el hombre.
-La verdad. í.
-Yo sé cómo podé hacer para que ella se enamore
















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-¿Quién?
Le preguntó si conocía cierta colonia de una ciudad cercana.
-Sí -le contestó.
-Pues, al fondo de esa colonia vive un brujo que e
bueno para eso. ¿ Tenés alguna foto de ella? -Sí, tengo una.
-Pues, llevársela y ahí me contáis.
-¿Será, mano?
-claro que sí!

Al día siguiente, tomó un bus y viajó al lugar que le habían recomendado. Viajó donde el brujo con la foto de ella "entro de una bolsa y con la esperanza de enamorarla dentro de más hondo del corazón. El sol le freía la cara. El sudor mezclado con la grasa de la piel le daba a su rostro un brillo de ombre esforzado. Mientras caminaba, su mente no dejaba de '"' aducir situaciones románticas en donde él y su amada eran - protagonistas. Iba seguro de lograr lo que quería. Poco a conforme fue preguntando entre la gente, se fue acercando a la casa del hechicero.

Después de una pequeña espera, el hombre lo entró a su aposento esotérico. El lugar estaba lleno de cuadros religiosos, estatuas, flores, varias clases de hierbas, una que otra botella de icor y un ambiente sacro sepulcral. Se respiraba un aire plaga de olores raros. Luego de que el muchacho contara la razón e u visita, el agorero comenzó ciertos ritos e invocaciones y después de eso el muchacho volvió, satisfecho, a su pueblo.

Estaba seguro de que flecharía a la chica. Seguro de enamorarla, de atraerla, de vivir con ella un cuento de hadas, de experimentar con la muchacha la más soñada historia de amor; seguro de que ella acudiría a sus brazos sedienta de él.

Pero pasaron los días y nada. En el instituto, como en la I e. el desdén de Araceli era más que evidente. Se lo demostrara a la hora del recreo, cuando la encontraba en algún corredor. en la tienda escolar, en los cambios de períodos, a la hora e la salida, si se encontraban en el centro comercial, etc.

No le quedaba otra que soportar la indiferencia de una hacha que no daba señas del más leve interés. Comenzó a






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Enviarle notitas de amor, algunas veces, la seguía para hablar ~ le mandaba saludos con alguien, le enviaba mensajes de texto su celular, hacía de todo; pero lejos de enamorarla lo único q _ logró fue que ella se quejara con Fernando, el muchacho q estaba cerca de convertirse en su novio.

Un día que Fernando iba con ella, a la hora de la salí del instituto, abordó al enamorado.
-¡Fabián! -le dijo en tono seco.

Fabián se detuvo. Alzó la mirada al cielo y entre cerré los ojos. La pareja se le puso enfrente.

-Dice Araceli que vos la vivís fastidiando. "¿Fastidio?" -pensó el muchacho-, "¿A mi inter por ella le llaman fastidio?"

-Yo te voy a pedir que agarres la onda porque no quiero tener problemas con vos.

El corazón de Fabián comenzó a acelerarse. Miró a muchacha y con una expresión diabólica volvió la vista a s demandante.
-¿ y si no quiero?
Fernando lo empujó y Fabián cayó sobre el pavimento:

Se quitó su mochila. Levantó los puños y le hizo señas con mano para que el derribado se levantara del suelo. Lo retaba con los puños. Una turba de estudiantes corrió para presenciar la pelea. Fabián sabía que estaba en desventaja. Fernando más alto que él y más fornido. Se levantó y con la humillación: metida hasta en los huesos se retiró del lugar.

A partir de ese día a sus pensamientos de enamorado sumaron otros pensamiento : no eran otra cosa que pensamientos malos, vengativo rabiosos: pensamientos mucho más é bustos que sus pensamientos de muchacho ilusionado.

Los pensamientos más oscuros, poco a poco, con el p de los días y las noche de insomnio se apoderaron de su mente. no dejando espacio para nada más y se convirtieron en sus unicos inseparables y despiadados huéspedes.

Un día no pudo más y se dejó arrastrar por ellos, como una basurita aventada por el aire, como un ciego que es guía por otro y, siguiendo los dictados de su mente, agredió con bate de béisbol, en los baños del instituto, a Pablo Fernando












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Herrera. Fernando se salvó de morir; pero quedó paralíti o de por vida. Fabián huyó porque sabía la magnitud del daño que cometió y de las consecuencias que le deparaban si permanecía en su pueblo natal. Huyó a otro país. Mientras viajaba en la
amioneta, en los últimos asientos, de cuando en cuando, sacaba la cabeza y gritaba al viento: "¡Adiós, Araceli!".
Pasaron los años y Fabián echó raíces acá en Guatemala. En un municipio del altiplano conoció a una mujer, delgada y bonita, que le robó el corazón y se casó con ella. Resultó embarazada y todo aquello se convirtió en un torbellino de felicidad. En total tuvieron tres hijos. El primero fue varón, el segundo, también, y, por último, tuvieron una niña. Pero el preferido de don Fabián era Daniel, el primero de los hijos. Cuando Daniel entró en la adolescencia desarrolló una estatura regular, gracias a la altura de la madre, y fue uno de los mejores alumnos de su salón de clases. Era blanco y de cejas espesas. Era un chico muy cariñoso y bastante educado.
Un día, cuando sus padres lo fueron a traer al instituto, -e sorprendieron por el embotellamiento que se había producido a inmediaciones del establecimiento escolar. Don Fabián comenzó a bocinar.
-¡No bocines! -le dijo ella.
-¡Es que si algo me molesta es que la gente no circule!
-Pero es que ha de ser por algo.
Volvió a bocinar y sacó la mano insultando al conductor de enfrente. De pronto, se escuchó el escandaloso ruido de la sirena.


-¡Dios, mío! ¿Qué pasaría? --exclamó ella.
Un escalofrío recorrió la espalda de don Fabián. Era la

segunda vez que escuchaba la sirena de una ambulancia tan de erca. La primera vez fue cuando atacó a batazos a Pablo F eman¬o Herrera. Fue espantosa la experiencia de tener que escon¬erse en el tapanco de un aula en desuso, mientras la policía
rebuscaba en el lugar y la ambulancia se retiraba con el mu¬... hacho casi agonizando.
-¿Qué pasaría? -preguntó la señora, sacando la ca¬za por la ventana-, ¡Fabián, algo pasó en el instituto!







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-Parece que sí -respondió él.

Ella abordó a unos alumnos que corrían en dirección al
centro escolar.
-¡Jóvenes!, ¿no saben qué pasó?
-¡ Parece que un estudiante mató a otro con una reg
-¡Santo Dios! -exclamó ella.

El hombre estacionó el vehículo en doble fila y junr ella corrió, desesperado, hacia la entrada del centro educan Conforme corría, el corazón le palpitaba más de lo norm Vieron una ambulancia, vieron dos patrullas de policías y tumulto de gente que se amotinaba.

Los maestros corrían de un lado para otro, la histeria había apoderado de algunos alumnos y, a lo lejos, vieron rueda de gente en tomo a una cinta amarilla que los separaba la escena del crimen. Conforme don Fabián se fue acercan con su esposa, las personas se fueron volteando y los empezaron a señalar. Un par de estudiantes, que se encontraron en _ trayecto, les gritaron con desesperación: "Mataron a Daniel. El hombre lanzó un grito de agonía y su mujer explotó en llanto salvaje.


La ley de la vida, encargada de dar a los hombres e forme a sus actos, le dio a don F 'abián en donde más le dolió ***

EN LA TIERRA TODO SE PAGA


Mi vida parece tomada de la serie de libros de "Ese por tu vida". Y. a veces, lo pienso -lo digo en serio todo lo que esto viviendo es una reproducción exacta de sus tantas historias. El autor plasma en el papel, y en la mente de ustedes lectores. Vivencias tan reales y tan tristes que uno permite que los hechos sirvan de muestra, de ejemplo cerca de las terrible consecuencias de llevar una vida de nada; la situación en nuestra sociedad sería diferente. Nuestra vida sería distinta. La condición de nuestros hijos sería








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Pero no. No nos tomamos el tiempo para reflexionar. para preguntar por el buen camino y seguirlo.

De hecho, ahora mi vida forma parte de las trágica vivencias que se muestran en "Escapa".

Si desperdicié mi vida en cosas vanas, si viví sin pensar. si actué sin analizar, si mi paso por esta tierra fue marcado por los deseos sin control, por la farra y la imprudencia más absurda; por lo menos que el relato de mi peregrinación, por este valle de sombras, sirva de ejemplo acerca de las consecuencias de una existencia caracterizada por el desenfreno y sumida en la censura.

Un día, después de haber pitado, por la noche, un encuentro de fútbol y después de cobrar mis honorarios por el arbitraje, dispuse caminar hacia la estación del desaparecido ferrocarril a refrescarme un poco con algunas cervezas. [Cuántas cosas no existen para refrescar al sediento sin que se tenga que beber algo que destruye el cuerpo y hace pedazos a la sociedad, víctima del alcohol desde tiempos inmemoriales! Pero, de alguna manera, nos han metido en la cabeza que nos podemos refrescar con bebidas alcoholizadas. Claro, lo hacen porque les conviene, porque les reporta innumerables ganancias, porque les otorga poder y un prestigio cuestionable.

A mis 38 años me sentía como si tuviera 24, que fue cuando me junté con Marta Herrera; una chica muy guapa, alta y con tez de durazno. Con ella tuve una hija, mi querida "Tita", a quien quiero con toda el corazón. El amor que siento por mi pequeña ha sido la única función vital que me ha mantenido vivo.


El producto de mi unión con Marta me dio tantas alegrías; pero, por otro lado, caí en una situación terrible. Esto fue antes de que nos visitara la cigüeña. No sé por qué ni para qué, yo empecé a experimentar deseos encontrados. Porque, por un lado, amaba a mi esposa; pero, por otro, comencé a sentir un rechazo por ella.

"Quizá es -pensaba YO-, por la forma tan melosa en que me trata", por sus muchas atenciones, que parecían asfixiarme, o por el hecho de tener que compartir mi vida con la perso-










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na equivocada. La amaba y la despreciaba. ¿Se podrá amar despreciar al mismo tiempo? No, pensarán ustedes; sí afirmo yo. Porque lo viví. Porque lo experimenté en carne propia.

Existía dentro de mí un desagradable conflicto que. Quitaba la paz constantemente. una lucha interior que me pr - vacaba sensaciones negativas, que me afligía sin tregua. Sin misericordia y me sumía en una situación en la que me deja sin saber qué hacer.

Era algo difícil. Aunque no dudaba en tener intimide:'

con ella. Muchas veces. Discutíamos y ella terminaba llorando Yo era muy arrebatado. Yo era. y aún soy, muy dado al enojo. por aquel tiempo. muy dado a lo arrebatos violentos. Por aquellos días era común que di cutiéramos y que yo terminara durmiendo en el estrecho sofá de la sala.

A veces. yo quería estar en la intimidad con ella; pero me rechazaba sin ningún empacho. Me desagradaba, enormemente, que ella me tratara como lo hacía y me dejara en e ~ circunstancias: sin la posibilidad de saciar mis deseos. Es cierto, yo no debí mirarla como un objeto sexual; pero, desafortunadamente. eso ocurría.

Claro. con el paso del tiempo dejó de serlo y otras personas fueron el blanco de mis lo-curas pasiones. Mientras tanto, aquella desagradable y frecuente situación, con ella, me sacaba de mi casillas y hacia cuestionar mis situaciones de hombre casado. Con el transcurrir de los mese , tuve la idea de aprovisionar material pornográfico y satisfacer mis instintos más bajos.


La noticia del ernbarazo me preocupó demasiado. Que necesitábamos -estabilidad económica; pero, más que lo que realmente e requeríamos era estabilidad emocional, era de lo que más arecíamos '0 fueron pocas las veces en que mi "querida" esposa pensara en el aborto. Yo culpé, ~ reconozco ningún problema, en no proporcionar un ambiente más agradable para la tranquilidad de mi ex; aunque e no quiere decir que ella no fuera culpable, también. Un hogar se construye entre dos: el esposo y la esposa.
TO e me puede olvidar el día cuando, después de - intensa discusión y algún intercambio de golpes, la encontré.








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dentro del cuarto de baño, parada sobre la bañera. queriéndose:
Practicar un aborto. Afligido corrí hacia ella, la tomé de _ s hombros y con desesperación le grité: "Estás loca! ¿Qué estás pensando, mujer?". Ella se dejó caer al suelo y rompió en llanto.
Los días pasaron y los problemas, lejos de mermar. Aumentaron como, también, aumentaron mis temores, extremadamente justificados, por un nuevo intento de abortar.
Casualmente, un amigo llegó a visitarme y conversamos durante un buen rato. Mientras Gabriel me comentaba sobre su viaje por las tierras mexicanas, pude notar el escaso cabello que le quedaba. La luz del sol se reflejaba en su amplia y grasienta frente.
Después de que mi amigo revolvió cosas dentro de una vieja mochila, en busca de un bolígrafo para anotar mi número telefónico, noté que en su interior yacía un libro. Me sorprendí mucho; ya que cuando estudiamos el ciclo básico, él era uno de los que más le huía a la lectura. Tanto así que en una oportunidad el profesor que nos daba Ciencias Naturales lo descubrió cuando le tocó pasar al frente en la lectura de una tarea, haciendo como que leía las páginas en blanco del cuaderno de aquella asignatura. No le gustaba hacer las tareas y mucho menos leer.
-¿ y ese libro qué? ¿Es tuyo? -le pregunté.
-¡Ah, éste! -dijo, tocándolo con el dedo.
-¿Es tuyo? -le volví a preguntar.
-No -me dijo, mientras lo sacaba del maletín-, me
lo acaban de prestar.

Alargué la mano y le dije: -Prestármelo, quiero ver.
El ejemplar me llamó la atención, especialmente su título: "Muerte o vida: tú eliges".
-¿De qué habla? -le pregunté, al mismo tiempo que lo hojeaba.
Me explicó de qué trataba y logré convencerlo para que me lo prestara por unos días; ya que necesitaba que alguien aconsejara a mi esposa en un tema tan delicado como lo es el tema del aborto y nada mejor que un buen libro, pues podía





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proporcionarle sus sabios consejos de día y repetírselos de noc - sin que el consejero de papel se cansara por ello.
Así fue como logré que ella cambiara de actitud y ;

sus maléficas intenciones, puesto que ya no cometió tan despiadado crimen y en varias oportunidades la vi leyendo ese ~ - bro con los ojos llenos de lágrimas. Tanto le llamaba la atención ese tema que, en una ocasión, cuando me encontraba - punto de leer un capítulo que me atrajo mucho, pasó a mi lad me lo arrebató de las manos y se encerró en la habitación par.
continuar su festín de lectura.
Después del nacimiento de "Tita", comencé a tener pro-
bremas con Marta, debido a que mi atracción por ella se f. - extinguiendo como una vela, pues yo dedicaba más tiempo ~ mis camaradas, después de pitar en los partidos, que a la madre. de mi hija. Fue por esa época cuando descubrí que mi atracción por los jóvenes era mayor que por las chicas.
¡Oh, terrible y pervertida seducción que me ha ocasi - nado días de infortunio y noches de remordimientos, que r;' . envió de la ciudad de la lujuria a los niveles más profundos - infierno más temible y más enloquecedor!
Fue por ese tiempo, decía, cuando me di cuenta de era bisexual, es decir, que me gustaban las chicas; pero, también. me gustaban los muchachos. Por esa razón, con Marta peleábamos mucho y mejor decidí abandonarla. "Tita" se qu

a vivir con ella: aunque yo siempre cumplí con mi obligación económica como padre, ya que ha de ser duro, para los hijo hecho de haber que papá ni, siquiera, se toma la "molestia" suplir sus necesidades básicas y mucho menos que pregunte por ellos.

Bueno. volviendo al tema, eran como las 10:30 de noche y caminaba hacia una de las áreas de mi pueblo, frecuentada por insomne *: La Estación, cuando vi dos sombras pretendían subir a una blanca pared y, luego, caían al suelo trataba de do jov enes inquietos que querían entrar, colados una fiesta por la parte de atrás del Country Club**. La música de la disco sonaba tan bien que incitaba a entrar de alguna manera.






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-¿Qué onda, muchachos, qué hacen? Los adolescentes me vieron, sorprendido.
-¿Se les trabó alguna pelota en lo alto de la pare
-les pregunté, haciendo una burla y mirando hacia arriba.
-Queremos entrar a la fiesta; pero la pared está muy alta.

-¡Pero por enfrente es mucho más fácil!, ¿no creen.
-Ja,ja,ja. Si lo que no tenemos es pisto* para pagar la
entrada.
-¡ Ah, bueno! y es muy difícil conseguir plata en esto días de escasez, ¿ verdá?

-Sí, es cierto -dijo uno de ellos y se volvió hacia u compañero-, intentemos otra vez, Miguel.
-Tengan cuidado porque se pueden caer.
-Gracias; pero no es la primera vez que nos metemos
así a este lugar.

-Sí, pues. ¿Saben qué? ¿Por qué mejor no vamos a tomamos una cervecita a La Estación?

Los dos jóvenes se miraron uno al otro como queriéndose hacer la misma pregunta. De repente, uno de ellos asintió con la cabeza.

-Vamos, pues, total está cerca y no vamos a poder entrar a la fiesta por la lluvia que humedeció el repello de la pared.

Caía una pequeña brisa que nos mojaba la ropa. La oscuridad de la noche influía más en mi estado de ánimo. Me sentía como toda una cabra dispuesta a tirar para el monte.

Doblamos la esquina y comenzamos a avanzar hacia la solitaria terminal del tren. Mientras caminábamos, tuve el vago deseo de meterme con los muchachos a uno de los vagones del ferrocarril y hacer de éste un nido de placer. Placer para mí, quizá para ellos no. Aunque, ¿quién sabe?
-Yo me llamo Raimundo y ustedes, ¿cómo se llaman?
-Yo me llamo Miguel y mi amigo se llama Sergio.
-¿Cuántos años tienen?
-Yo tengo 15 -dijo Sergio.
-y yo 14 -respondió Miguel.
-¿Y estudian?


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-Sí, yo estoy en primero básico y Sergio en segun Una vieja patrulla de la policía pasó a nuestro lado paso de tortuga. Los agentes no nos quitaron la mirada, mentiras nos rebasaban. Yo creí que nos iban a parar; pero no, no hicieron. "[Qué bueno!" -pensé.
-¿Desde cuándo toman? -pregunté, mirando ha atrás: únicamente observé la avenida tan triste y tan solita! casi como se mantiene durante el día.
Los adolescentes susurraban entre sí.
-¿Desde cuándo toman? -les volví a preguntar.
Sus miradas se encontraron de nuevo y uno de ellos r -
pondió:
-No tiene mucho tiempo y han sido pocas veces.
-Pues ya saben, cuando quieran tomar me avisan.
-Gracias, mano.
Entramos a una de las cantinas y cada quien tomó un banco.

-Páseme un litro de cerveza y tres vasos, por favor
-le dije a la señora.
Como si hubiéramos tenido mucho tiempo de cono - nos, entablamos una larga y amena conversación, mientras ingeríamos las bebidas.
Miguel era el más platicador y Sergio el más guapo. Eso no había nada que discutir. Miguel, también, era atrae ti pero una pequeña y pronunciada cicatriz, que le surcaba _ encima del ojo izquierdo, no le favorecía mucho.
Pronto. Cuando mi impertinencia inquirió por aquí marca. Supe que fue la madre la responsable de aquel estigma cuando él apena tenía ocho años. Poco le faltó para que diera el ojo. Ella lo había dejado encerrado, solo, sin el amparo de nadie. Dentro de la pequeña casa para irse de juerga con - de sus amante-
Cuando a señora llegó, el pobre niño lloraba, da gritos, junto a la ventana. Al escuchar los inocentes reclame la malvada mujer tomó un cincho por la punta y con la hebilla que quedaba al otro extremo. le acertó el golpe en la cara y la piel, del lado izquierdo de u frente, se partió en dos.










LA LEY DE LA COMPENSACION Escapa por tu vida VI


Por casos como ésos, yo había tenido el cuidado de estar pendiente, con cierta frecuencia y dentro de mis posibilidades, del bienestar de mi hija.

Mientras el muchacho me narraba el suceso, pude observar que sus ojos se humedecieron. De cuando en cuando. dirigía mi vista a los diferentes lados del recinto de madera. donde nos hallábamos, notando que el lugar ya se había quedado vacío, vacío de gente y de las largas historias de sus escasos visitantes, de las profundas penas y de los contritos lamentos de quienes obtienen, en el alcohol, un momentáneo desahogo a sus continuos pesares. Únicamente, los oscuros envases, que llenaban aquellas mesas, daban fe de sus asiduos bebedores.

Afuera, la claridad de los astros iluminaba la mojada y silenciosa avenida, apenas perturbada por la música que a los lejos se oía. La llovizna había cesado; pero no el tumulto de cosas que se agitaban dentro del corazón de Miguel.

La mirada del muchacho divagaba. El tortuoso recuerdo le hizo pasar un mal momento. Y a eso se le sumaba su condición de pobreza, la cual pude notar por la clase de ropa que vestía: una ropa barata y desgastada por el paso del tiempo. A simple vista, se miraba que los muchachos provenían de familias pobres: les gustaba irse de rollo*; pero no contaban con la plata para eso. Por esa razón, pretendieron brincarse la alta pared del lugar de la fiesta porque no tenían dinero para pagar la entrada.

Por una parte me dio lástima la triste situación de la infancia de Miguel; pero, por otro lado, exactamente por casos así se me facilitaba el hecho de atrapar presas y tenerlas bajo mi yugo. "Qué se va a hacer -pensé-, así es la vida!" Yo sentía una especial debilidad por las cualidades propias de la juventud de los patojos y, de alguna manera, me tenía que aprovechar de cualquier situación, por muy triste que fuera, si es que me quería divertir.

Las horas se fueron consumiendo, como las botellas de cervezas cuyo contenido se extinguía minuto a minuto y la necesidad de tenerlos, de acostarme con ellos, también me consumía por dentro. Los complací con cervezas, boquitas* y ci-








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garros. Simplemente invertía, sabía que de un momento a o' lo iba a cosechar. Al complacerlos con eso me aseguraba que rato ellos me complacieran a mí. No era la primera vez salía a la calle a cazar ingenuos.

Miraba a los muchachos y no podía controlar mis os _ ros deseos que, de seguro, se reflejaban en mi trato hacia el. (mas no en mis gestos).

-Bueno, nosotros ya estamos bien tomados; pero usted se mira tranquilo -