Estructura(lismo)

July 12, 2017 | Autor: Gabriel Amos Bellos | Categoria: Psicología, Psicoanálisis, Sociología, Antropología
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E S T R U C T U R A (LISMO) Gabriel Amos Bellos Septiembre de 1998

Lic. en Psicología

Hay más quehacer en interpretar las interpretaciones que en interpretar las cosas. Montaigne

Un billete mugriento, rotoso, manoseado. En eso se ha convertido la palabra "estructura", apenas cincuenta años después de que Claude Levi-Strauss la introdujera en el discurso de las Ciencias Sociales. Es un hecho: estamos demasiado habituados a escuchar y decir la palabra en cuestión, sin demasiada idea de qué cosa sea, ni de si es, efectivamente, una "cosa". Habrá seguramente quien opine que no es grande la pérdida... Otros, sin embargo, creemos que la productividad demostrado tener para el Conocimiento, merece cuando modo que lo que propondré en estas líneas tendría, en tiempo, una reducción de los datos a lo imprescindible, de determinados límites...

que la noción de Estructura ha menos un intento de "reciclaje". De principio, el valor de un recorte de una imposición (siempre arbitraria)

Podemos decir, para comenzar, que la aparición del término Estructura en las Disciplinas llamadas Humanas se produce, no por casualidad, en 1949. Para esa fecha, los inmensos logros explicativos de algunas Ciencias Positivas como la Física, la Química (orgánica e inorgánica), y la Astrofísica, mostraban a las claras la pobreza del poder explicativo de las "Ciencias Humanas" (Sociología, Psicología, Antropología, Economía, etc.) y, al mismo tiempo, las críticas condiciones sociales posteriores a la Segunda Guerra Mundial, la guerra en sí misma, y algunos de sus fenómenos, hacían urgente la necesidad de explicar las realidades humanas en términos sistemáticos, precisamente con el objetivo de ejercer sobre ellas algún tipo de control de una más alta racionalidad... (Hay que decirlo: la Ciencia no es, jamás podría ser "neutral"; el control de los fenómenos es uno de sus objetivos capitales). Es debido a ésto que los principios que Claude Levi-Strauss postula para justificar su pretensión de rigor, hayan sido tan afines a los propuestos por la Física: a) Economía de explicación (poder explicativo); b) Unidad de solución (simplicidad); c) Restitución del conjunto a partir de un fragmento (generalización); d) Capacidad de prever desarrollos desde datos actuales (previsión). Así, vemos que desde el comienzo, aún antes de convertirse en un potente movimiento intelectual, el Estructuralismo tenía ya por principio y objetivo elevar a las "Disciplinas Humanas" a la jerarquía de Ciencias en el sentido positivista. Esa pretensión de objetividad, por supuesto, implicaba la eliminación del sujeto en la interpretación de los hechos. (Que esto ocurriera al mismo tiempo que la Física "descubría", gracias a Heisemberg, que el sujeto observador influye de modo determinante en el fenómeno observado, constituye una paradoja que nos muestra que -en cierto sentido- el estructuralismo nació muerto. Reintroducir en él al Sujeto, aunque parezca otra paradoja, es la única manera en que puede, como método explicativo, continuar produciendo generalizaciones útiles al Conocimiento. Hecha esta salvedad, que retomaré mas tarde, volvamos a nuestro tema). El Estructuralismo consiste en el despliegue metodológico de una hipótesis central: la de

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que las magnitudes, cosas y sucesos deben definirse y explicarse por sus relaciones, y no -como hasta entonces se hacía- a la inversa. Esta es una hipótesis antisustancialista (un objeto no existe sino por estar inmerso en un sistema de relaciones). De modo que la estructura no sería un objeto material existente ni un compuesto de elementos, sino un sistema de relaciones lógico-matemáticas en estado de equilibrio dinámico... algo así como lo que la estructura de un edificio es para los cálculos de un Ingeniero. El precursor de esta idea (y de él la toma Levi-Strauss) fue el lingüista suizo Ferdinand de Saussure, quien en 1907 revolucionó la Filología al redefinir tanto su método como su objeto de estudio, y creó en un solo movimiento un grupo de ciencias conocido hoy como Semiología (o Semiótica) del cual la Lingüística es la rama más desarrollada. Lo cito: "Puede concebirse, pues, una ciencia que estudie la vida de los signos en el seno de la vida social... la denominaremos Semiología (del griego semêión, signo). Ella nos enseñaría en qué consisten los signos, qué leyes los rigen ... pensamos que considerando los ritos, las costumbres, etc., como signos, tales hechos aparecerán bajo otra luz...". A continuación, tomando como objeto el estudio de las lenguas, F. de Saussure extrae las consecuencias de su primera hipótesis: Define al Lenguaje como un sistema de signos, y al afirmar que se trata de un sistema de oposiciones diferenciales, desustancializa a los signos al someterlos a las leyes de funcionamiento de la estructura: no hay sustancia del signo; cada elemento del sistema toma su identidad, su existencia, por el hecho de pertenecer a tal sistema distinguiéndose (a causa de las leyes internas del sistema) de los demás elementos de éste. Tal es el concepto de "Valor" en De Saussure, asimilable al de Identidad, ya que sostiene que lo que algo es, lo es por el hecho de diferenciarse de toda otra entidad de su misma especie. Afirma que "en la lengua no hay otra cosa que diferencias, sin términos positivos"; es decir que la identidad (Valor) de todos y cada uno de los elementos de un determinado sistema, es definida (creada, llevada a la existencia) por la diferenciabilidad de tal elemento respecto (oposición) de los demás elementos del mismo sistema. Llegados a este punto resulta esencial introducir un ejemplo concreto, y de un campo exterior a la Lingüística, para simplificar la comprensión del asunto: ¿En qué consiste el "Ser", la Identidad, de un Caballo de Ajedrez? Bien; el Ajedrez es un juego de guerra de origen indú, adoptado por el mundo árabe durante el Imperio Bizantino, e introducido en Europa entre los siglos VI y VIII, con la conquista musulmana de la península Ibérica. Antes de europeizarse, el Caballo fue "gammal" -camello- y ésto nos da la pista de que no sería su forma material la fuente de su identidad... como tampoco lo sería la materia de la que esté constituido: podríamos tener uno de madera, o plástico, o marfil, y en un modelo más o menos estilizado, detallado, sintético o hiperrealista, y en ninguno de estos casos cambiaría en nada su identidad como pieza de Ajedrez. Dicho en términos saussureanos, ningún cambio en su forma o en su materia modifica en nada su "rasgo diferencial"; lo que define el "ser" de un Caballo de Ajedrez es... el reglamento del juego, que le impone su característico movimiento en escuadras de uno por dos cuadros... Caballo, en Ajedrez, es ¡la pieza que mueve en escuadras! Podríamos poner en el tablero una cereza, y bastaría que acordáramos "mueve en escuadra" para que

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"Cereza" fuese "Caballo". Entonces, no solo no hay sustancialidad del signo (o, más precisamente, del significante) sino que un significante no existe, no puede ni siquiera pensarse, fuera de un sistema: al decir que se define por sus rasgos diferenciales, la palabra "diferenciales" está ahí haciendo alusión a todos los otros significantes del sistema... es decir, remite a ellos. Roman Jakobson, lingüista ruso, continuando la línea de trabajo de F. de Saussure, operativizó en muchos sentidos su teoría. En lo que ahora nos ocupa, introdujo una reducción de la cuestión de la diferenciabilidad a términos binarios (los de la lógica computacional), es decir, a un funcionamiento de tipo "todo o nada". Simplificado así, el sistema de oposiciones saussureano adquiere una gran consistencia lógica: aislando o estableciendo un conjunto limitado de rasgos sonoros diferenciales, se percibe rápidamente que cada fonema (elemento sonoro) se define por poseer o no tal o cual rasgo. Aunque el ejemplo puede ser peligroso por sustancialista, digamos que un fonema se define entre otros por ser o no abierto (A), explosivo (P), palatal (L), labial (B), fricativo (R), dental (D), etc., y por la particular combinación de rasgos que presenta, como (V) labiodental, (T) palatodental explosiva, etc. Así, con una simplicidad extraordinaria nos es posible explicar un sistema de elementos que se definen y distinguen por estar o no marcados con un determinado rasgo o conjunto de rasgos, y tal identidad les permite o no les permite asociarse con otros elementos formando una cadena... Intentemos ahora una definición de ESTRUCTURA: Es un específico orden lógico, que produce los elementos diferenciales que lo componen, al definirlos -de modo legal- por sus posiciones y sus relaciones específicas... dicho esto, puede verse claramente que LA ESTRUCTURA SE CREA A SI MISMA (!?). Antes de ella nada había allí, y cuando surge, surge completa y de una sola vez. Lo que el Estructuralismo define como su objeto y su método de estudio es, de algún modo hay que decirlo, un dato a priori; más sencillamente, lo que la investigación estructuralista apunta a encontrar como fin, es aquello que allí estaba desde un comienzo, como origen y causa de los fenómenos. Y si todavía no estamos suficientemente sorprendidos, digamos además que la estructura, por el solo hecho de estar ahí, CREA SENTIDO, a tal punto que resulta virtualmente imposible (lo intentaron los Dadaístas) NO producir sentido. Este efecto de la estructura fue investigado por el Antropólogo Franz Boas, que lo llamó "Significación Gramatical". Es algo tan divertido como complejo, y la mejor manera de explicarlo es disfrutar la siguiente transcripción de un texto de Julio Cortázar (extractado de "Rayuela"):

"Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambónios, en sústalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo como poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando y reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa.

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¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentían balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los orpedaban hasta el límite de las gunfias"... Aunque uno no hable "Glíglico", eso hace sentido... ¿verdad? Pues bien, teniendo en mente a la feliz parejita (de pajaritos, cabe decirlo) que tan magníficamente nos describe Cortázar, volvamos a aquello de los elementos marcados y no marcados, pero esta vez, tomados en el terreno de la Antropología, tal como lo hizo Claude Levi-Strauss. Desplegando la hipótesis estructuralista en el terreno de las culturas llamadas "primitivas", pudo demostrar que todas las culturas (incluyendo las "no-primitivas", como la nuestra) determinan de modo estructural las posibles combinaciones entre individuos, es decir, que al considerar a los sujetos humanos como significantes, se los encuentra marcados o nomarcados por determinados rasgos, y estas características les permiten (o no) asociarse matrimonialmente para formar la cadena de las generaciones. Toda cultura es una Ley que, primordialmente, determina estructuralmente las posibilidades o imposibilidades matrimoniales, definiendo binariamente sujetos con los que está prohibido casarse (Ley de Prohibición del Incesto, primordial a toda cultura), y sujetos con los que está permitido... con lo cual define a cada nuevo sujeto humano por la posición relativa en que se inscribe al nacer en una específica genealogía, con unos específicos lazos filiatorios que, "automáticamente" (por efecto de estructura) han marcado desde antes que nazca a ese sujeto como potencial esposa o marido de: ¡cualquiera que no esté prohibido!. La universalidad de la Ley de prohibición del Incesto es actualmente uno de los soportes científicos del Psicoanálisis, pues es en el Complejo de Edipo (entendido como efecto de estructura) en que cada nuevo sujeto humano será "atrapado" por la Ley de su cultura. Este atrapamiento definirá su "ser", puesto que -lo dijimos ya- la sola presencia de la estructura crea sentido. Esto nos presenta un nuevo problema, este asunto del sentido: cualquiera de nosotros sabe, por propia experiencia, que no todo en nuestra vida hace sentido, o que hay cosas que no parecen tener sentido, o que otros o nosotros mismos hacemos o nos ocurren cosas que no "tienen sentido", e incluso hay ocasiones en que la vida misma pareciera no tenerlo. Seguramente nos ha ocurrido también tener la sensación de que "hay algo", y no podemos decir qué cosa sea, algo que resulta imposible atrapar con las palabras... Sin embargo, cuando unas páginas atrás intentamos una definición de Estructura, al momento parecía que todo es estructura, que la estructura lo abarca todo, que la estructura lo es todo... Cuando los Estructuralistas se encontraron donde estamos ahora, en el borde de este abismo, casi se caen por él de vuelta al empirismo más llano, diciendo (para salvar su hipótesis) que no todo puede decirse porque todo es demasiado, y que si bien tratábamos con un conjunto finito, éste era tan amplio que resultaba inabarcable. La explicación suena bien (pero todo buen argumento puede ser sólo una mala excusa); en todo caso, por bien que suene, pierde su base hipotética, es decir, es una explicación no estructural. Digámoslo: el Estructuralismo se encontraba en un callejón sin salida, como el que encontró la Física Clásica hasta que Albert Einstein le sacó las castañas del fuego... Podría ser eso lo que nos oriente. Veamos: el límite explicativo que la física había encontrado no permitía describir algunos importantes fenómenos en el terreno microfísico y en el astrofísico, y

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todos (en contradicción con el principio de la simplicidad explicativa) intentaban resolver el problema agregando hipótesis adicionales. Entonces Einstein dijo: no hay que agregar; hay que sacar. El problema es que tratamos de explicarlo todo sobre la base de un espacio y un tiempo absolutos, empíricos, cotidianos. Pero, si relativizamos... Veamos ahora qué habría que sacarle a la estructura para que siga funcionando con simplicidad, sin perder (y hasta ganando) poder explicativo. O -todavía mejor- pensemos qué habría que agregarle (la contradicción es sólo aparente...). Podemos llamar en nuestro auxilio a la "Teoría de los juegos", pero ya que estamos, por qué no mejor usamos un Juego que tal vez conocen: el "juego del 15": Se trata de 15 piezas cuadradas, numeradas -clarodel "1" al "15". Están colocadas en desorden numérico dentro de un tablero que, como el marco de un cuadro, tiene un reborde alto. El juego, muy simple, consiste en ordenar numéricamente las quince piezas, deslizándolas una por vez al espacio vacío que queda en el tablero:

Les decía hace unas líneas que la contradicción entre sacar y agregar es sólo aparente, porque para que el juego funcione, para que la estructura funcione, y aún más, para que exista, lo que le hemos agregado es, justamente, ¡un agujero! Es el agujero el que hace posible el juego; en terminología estructuralista, decimos que en un conjunto finito (limitado) de Significantes, como pueden ser las 15 fichas del juego -o las letras del alfabeto, por ejemplo- bien, en un conjunto limitado de significantes, la presencia de una ausencia, de un algo no-significante, produce una cantidad virtualmente ilimitada de combinaciones posibles... En otras palabras, sustituciones infinitas dentro de un conjunto finito. Como en la Física, para salvar la estructura de caer al empirismo, era necesario sacarle algo. Lo interesante es que, en última instancia, lo que explica la productividad de la estructura es, precisamente, ese agujero. Sin él, las combinaciones posibles serían, en caso de existir, sumamente limitadas. La presencia del agujero, la falta de un significante -o, lo que es lo mismo, la presencia de un significante que no significa nada- entonces, es condición lógica de la existencia misma de la estructura, y fuente de su productividad. En esto coinciden, como en otras cosas, dos Jacques: uno, Semiólogo, J. Derrida; el otro, Psicoanalista, J. Lacan. Ambos franceses describen esta estructura como "suplementaria", porque no es total, ni puede totalizar (como esperaban los estructuralistas anteriores) sino que, carente de un centro que la totalice, suplido ese centro por una ausencia, la lógica de la combinatoria permite que siempre se pueda producir una combinación más. El concepto de Estructura "no-toda", suplementaria, permite además reinstaurar al Sujeto

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en la Estructura (justo allí, en el lugar vacío, pero como vacío), sin que se pierda poder explicativo ni "objetividad" sino, por el contrario, poniendo a las Ciencias del Significante en una situación similar a la que ocupa hoy la Física Cuántica. No es que estén inmediatamente allí, pero el concepto "no-toda" les permite aspirar a lo que también intentan las ciencias "duras" en la actualidad; la Física, por ejemplo, habiendo renunciado a "atrapar" lo real, se propone circunscribirlo lo más apretadamente que sea posible, y se habla de una "aproximación asintótica" a una descripción completa de lo real. Las Ciencias del Significante (o "Conjeturales"), están hoy abocadas a ese mismo intento: circunscribir lo más apretadamente que se pueda ese indecible, aún cuando siempre, inevitablemente, como una exigencia lógica de la estructura misma (del Lenguaje, del Inconsciente), vaya a quedar, cada vez más sedimentado, más indicado, más ajustado, un resto incognoscible... O, para ponerlo en las palabras de un poeta:

Lo inefable es este cuerpo: desdibujándose en el límite mismo de las palabras, aquello que al fin somos palpita, indescifrable.-

BIBLIOGRAFIA CONSULTADA: Levi-Strauss, C.: "Estructuras elementales del Parentesco", 1949. De Saussure, F.: "Curso de Lingüística General", 1916. Azimov, I.: "Nueva Guía de la Ciencia", 1985. Einstein, A.: "El Significado de la Relatividad", 1922. Safouan, M.: "El Estructuralismo en Psicoanálisis", 1968. Jakobson, R.: "Ensayos de Lingüística General", 1985. Thion, S.: "Aproximación al Estructuralismo", 1967. Derrida, J.: "Dos Ensayos", 1967. Lacan, J.: "Función y Campo de la palabra y del lenguaje en Psicoanálisis", en "ESCRITOS I", 1966. Miller, J-A.: "Recorrido de Lacan", 1984.

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