FALTA DE APETITO EN PEDIÁTRIA

June 5, 2017 | Autor: Rubí Rivera | Categoria: Nutrition, Human Nutrition
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FALTA DE APETITO EN PEDIÁTRIA

RESUMEN

La falta de apetito se puede presentar en las diferentes etapas de la infancia, generalmente se asocia a malos hábitos de alimentación y a factores psicológicos.
Cuando existe rechazo al alimento no se debe descartar la asociación a una patología o alteración orgánica, en este caso es sustancial el diagnóstico y tratamiento oportuno.
Una alimentación correcta en la infancia permitirá un adecuado desarrollo, mantener la salud física, mental así como su entorno social. La alimentación es algo más que proveer de nutrientes suficientes para el correcto mantenimiento del cuerpo, intervienen además de la selección de alimentos, la situación socio familiar, los hábitos y costumbres, la educación, el nivel cultural, etc.
Las causas de falta de apetito en el niño se pueden clasificar en términos generales en cuatro grupos: Apetito pobre por una percepción alterada de los padres, apetito pobre en un niño que es fundamentalmente vigoroso, apetito pobre en un niño apático y retraído y niño con falta de apetito debido a una enfermedad orgánica.
El manejo comprende tratar la patología de fondo cuando es de origen orgánico, canalizar al psicólogo y la aplicación de medidas o principios para llevar a cabo una buena práctica de alimentación.

Palabras Clave: alimentación pediátrica, falta de apetito, rechazo al alimento, anorexia en la infancia, desorden alimentario.

ABSTRACT

Lack of appetite can occur at different stages of childhood, generally associated to poor eating habits and psychological factors.

When there is refusal to eat should not rule out the association with a condition or organic disorder, in this case it is substantially the diagnosis and treatment.
Proper nutrition in childhood enable proper developmente, maintain the physical, mental and social enviroment. Food is more than just provide enough nutrients for proper maintenance of the body, involved in adittion to the selection of food, family member, habits and customs, education, cultural level, status.
The causes of poor appetite in children can be broadly categorized into four groups:
Poor appetite for an altered perception of parents, poor appetite in a child who is fundamentally vigorous, poor appetite in an apathetic and withdrawn child and child
Whit poor appetite due to organic disease. The management comprises treating the pathology background when organic origin, channeling the psychologist and the implementation of measures and principles to carry out a good feeding practice.

Key Words: pediatric nutrition, lack of appetite, refusal to eat, childhood anorexia, eating disorder.

INTRODUCCION

La nutrición adecuada durante la infancia y la niñez temprana es fundamental para el desarrollo potencial humano de cada niño, es bien conocido que el período entre el nacimiento y los dos años de edad es una "ventana de tiempo crítica" para la promoción del crecimiento, la salud y el desarrollo óptimo. Después de que un niño alcanza los dos años de edad, es muy difícil revertir la falta de crecimiento. (Girón Carrillo & Guerrero Paniagua, 2006).

La falta de apetito se puede presentar en las diferentes etapas de la infancia, generalmente se asocia a malos hábitos de alimentación, a factores psicológicos ocasionados la mayoría del tiempo por los padres, al intentar en su desesperación "hacer" que el niño ingiera los alimentos que ellos creen son los correctos, ignorando las consecuencias que de esa actitud se desprenden.
El niño que es inapetente, no es solamente el niño que tiene características físicas de desnutrición, puede ser cualquier con características normales, pero que al ser evaluado antropométricamente y durante su visita al médico es referido por los padres como de "de mal apetito" y conjuntamente solicitan al médico que se proporcione estimulante del apetito para su corrección, desconociendo las causas de este comportamiento.

Este desorden alimentario puede presentarse en todos los niveles socioeconómicos, en la vida moderna, los padres desempeñan diversas tareas que los mantienen ocupados, es cada vez menor el tiempo que le brindan a la alimentación del menor y las recomendaciones debidas para que pueda realizar la práctica de alimentación de acuerdo a las necesidades individuales, es notable la facilidad con la que hoy en día se le proporciona a los menores aparatos electrónicos mientras consumen los alimentos, ultimando con la distracción o el rechazo del platillo que se proporcionó, esta y otras prácticas son causa de falta de apetito y por consecuente la desnutrición que implica un entorno biopsicosocial deficiente.

Cuando existe rechazo al alimento no se debe descartar la asociación a una patología o alteración orgánica, en este caso es sustancial el diagnóstico y tratamiento oportuno.

El padre de familia o persona encargada de la alimentación del niño debe estar atento a los cambios en el patrón de conducta del menor en torno a su alimentación y capacitado para sobrellevar este proceso.







DESARROLLO

La alimentación es uno de los problemas más importantes con lo que se enfrenta un adulto, se estima que los trastornos de alimentación afectan entre el 20 al 80% de los niños de todo el mundo, siendo mayor en niños con problemas familiares, y están asociados con alteraciones en el desarrollo. De los niños con inapetencia o cualquier otro problema de alimentación, aproximadamente el 25-45% tiene un desarrollo normal y hasta un 80% de estos tendrá un retraso en su desarrollo. (Ortíz Ruíz, 2009).

Es cuestionable que no haya información suficiente y detallada para los padres acerca de las causas que originan este desorden alimentario, o los hábitos de alimentación, la conducta que deben seguir los padres o persona encargada de llevar a cabo esta práctica, en caso de tener dificultades para alimentar al niño en cualquier etapa de la vida y afrontar la situación cuando se trate de una causa orgánica.

Objetivo general
Conocer las causas que originan la falta de apetito en la infancia

Objetivos específicos
Conocer el manejo de la falta de apetito
Identificar los estimulantes del apetito

Una alimentación correcta en la infancia permitirá un adecuado desarrollo, mantener la salud física, mental así como su entorno social. Es importante tomar en cuenta que alimentación es algo más que proveer de nutrientes suficientes para el correcto mantenimiento del cuerpo, intervienen además de la selección de alimentos, la situación socio familiar, los hábitos y costumbres, la educación, el nivel cultural, etc.

Los niños deben recibir el aporte necesario de energía a partir de sus necesidades basales, tasa de crecimiento y actividad física a partir de los carbohidratos 50-60%, grasa 25-35%, entre 10-15% de proteínas. Los micronutrimentos son parte fundamental en esta etapa. (Velarde Delgado & Nuñez Arjona).

Núñez Hernández et al en el 2014 describen la diferencia entre tener hambre y tener apetito, el primero se refiere a la necesidad fisiológica de ingerir alimentos para satisfacer nuestras necesidades, el apetito; es regulado primeramente por ondas sensoriales seguido por el sistema digestivo, adiposo, etc. El apetito está relacionado con la visualización de los alimentos.

Según el- DSM – IV, la perturbación de la alimentación es la persistencia de no comer adecuadamente, que lleva a un déficit en el aumento de peso, o una pérdida significativa de peso durante al menos un mes, se debe considerar un trastorno de alimentación primaria si la dificultad para la alimentación ocurre en ausencia de hambre y/o con precipitantes interpersonales como es la separación o el trauma.

Se entiende por falta de apetito sin enfermedad somática o mental que lo condicione, un síntoma que por lo general es derivado de hábitos alimentarios mal ordenados. (Velarde Delgado & Nuñez Arjona).

De acuerdo con Guerrero Vázquez en 1999, Existen factores que influyen en la alimentación y su práctica durante la infancia, dichos factores están relacionados con el temperamento, maduración neuromuscular y factores psicológicos especialmente a partir del año de edad cuando el niño se vuelve autónomo.

Saber si existe una disminución como tal del apetito es aún más importante o si se trata de un criterio erróneo por parte de la madre de lo que debe ser la dieta normal diaria. Es decir que si un niño aumenta de peso, su desarrollo es normal, posee facultades físicas y psíquicas con su edad, es eutrófico, y no padece de ninguna enfermedad psíquica u orgánica, el apetito no debe ser de tanta preocupación. (Casas López & Ayón Valdés, 2002).

Hay varias etapas de la vida en las que se ve con mayor frecuencia la falta de apetito o anorexia, en el transicional, escolar, adolescencia y primera etapa de la juventud.
La preferencia o rechazo al alimento están poderosamente moldeados por el aprendizaje y la experiencia temprana, en general lo niños rechazan los alimentos que no les son familiares. En adolescentes femeninas existe la anorexia nerviosa, así al joven se le hace demandas sociales de comportamiento, de interacción de nuevos derechos y deberes. (Casas López & Ayón Valdés, 2002).

En el lactante, el rechazo al alimento puede ser por causas primarias o psicológicas, es decir por hábitos de alimentación incorrectos como la monotonía en las comidas, rigidez exagerada en el cálculo de la ración y en el horario de la alimentación, temperatura, cambio de consistencia o sabor, cambios bruscos en la alimentación, empeño en alimentar excesivo y alimentos inadecuados.
Otra causa de anorexia en el lactante es la psíquica en la que el niño tiene una alteración constitucional de labilidad vegetativa que le predispone a la anorexia, hay niños hipersensibles que, por motivos adversos, banales se autodefienden con la anorexia.
En las causas secundarias de anorexia ocurre un proceso orgánico, en ocasiones la falta de apetito es el único síntoma; en enfermedades virales y bacterianas es frecuente una anorexia transitoria, y es crónica en infecciones crónicas como en la pielonefritis, abcesos ocultos, infecciones pulmonares crónicas, tubercullosis, guardia y SIDA.
Otras causas de anorexia son enfermedad tumoral maligna, enfermedades digestivas, enfermedades carenciales como la ferropenia con o sin anemia, hipovitaminosis A, C y D, especialmente en el invierno, y la sobredosificación de vitaminas A y D, enfermedades metabólicas, enfermedad renal, endocrinopatías con hipotiroidismo, enfermedades neurológicas o por causas yatrógenas por medicamentos. (Crespo Ruperéz & Martínez Campos).

En el preescolar y escolar, los familiares refieren al niño con anorexia a determinados alimentos, es menos frecuente que se niegue a comer totalmente, a esta edad, la falta de apetito corresponde a trastornos en los horarios de comidas, necesidad de atención o afecto, sobreprotección, rechazo escolar o familiar, sobrevaloración por parte de los familiares a la cantidad, o calidad de lo que debe comer el niño.

Las causas de falta de apetito en el niño se pueden clasificar en términos generales en cuatro grupos:
Apetito pobre por una percepción alterada de los padres. Es el niño que presenta estatura baja, puede ser que el apetito lo limitará a pesar de que el tamaño del niño y los nutrientes son proporcionales. Es decir las expectativas de crecimiento no son adecuadas para el niño, que pueden estar por debajo del percentil 25, pero, sin embargo está alcanzando un crecimiento satisfactorio basado en la altura media de los padres, los padres podrían adoptar métodos coercitivos que pueden afectar al niño.
Apetito pobre en un niño que es fundamentalmente vigoroso. La aparición de rechazo a la alimentación normalmente se produce entre los 6 meses y los tres años de edad, etapa en que los niños están alerta, son muy activos y curiosos y están más interesados en su entorno que en la comida, los padres pueden mostrar ansiedad y alentar una práctica que lo que hace es inhibir más el pastoreo.
Apetito pobre en un niño apático y retraído. Estos niños están sujetos a pérdida de peso, es evidente la desnutrición, no sonríen, no balbucean y el contacto visual entre el niño y el cuidador no son discernibles.
Niño con falta de apetito debido a una enfermedad orgánica. Los diagnósticos médicos comunes en este grupo de niños son el reflujo gastroesofágico (69%), condiciones cardiopulmonares (33%), enfermedades neurológicas (25%), alergias a los alimentos (15%), anomalías anatómicas (14%) y retraso al vaciamiento gástrico (6%). La falta de apetito es acompañada de otros síntomas. (Ortíz Ruíz, 2009).

En el manejo es necesaria la intervención de un equipo multidisciplinario compuesto por médico, psicólogo, nutriólogo y en ocasiones el trabajador social, en la primera consulta se debe definir la causa del trastorno de conducta alimentaria.

En los niños que no presentan una patología de origen orgánica se deben tomar en cuenta los principios para alimentar a los niños.
Entendiendo que el primer año es trascendental en la base de las conductas alimentarias de los niños, es necesario ser objetivo en las pautas de alimentación que serán el camino para una adecuada conducta alimentaria en otras etapas de la vida del niño: el biberón es el primer obstáculo en la enseñanza adecuada de la alimentación, es necesario los cinco sentidos en el proceso de alimentación, en niño que tienen la dentición atrasada no deben retrasar el proceso de la masticación, se debe estimular la mordida y el uso de taza y cuchara, la higiene del sueño y la alimentación deben estar coordinadas.

Es necesario conocer los principios para alimentar a los niños: se deben mantener los límites adecuados, esto se logra cuando el padre o madre decide dónde, cuándo y qué come el niño, y el niño decide cuánto se come. Es importante evitar distracciones, por lo que se sugiere que el niño esté en un ligar libre de ruído, utilizar una silla alta y cercana a la mesa, se puede ofrecer un objeto pero a la hora de la alimentación debe retirársele. Para estimular el apetito del niño es recomendable dejar intervalos de 4 horas entre comidas, evitar bocadillos como el jugo y la leche, solo brindar agua, cuando son niños pequeños se debe intentar el mismo patrón de comidas que los padres, son suficientes tres comidas y las meriendas. El padre debe mantener una actitud neutral, es decir no se debe animar demasiado, pero tampoco parecer enojado o estarlo, la duración para la alimentación debe estar limitada a comer en los primeros 15 minutos de servidos los alimentos, las comidas no deben durar más de 30-35 minutos, el padre no debe convertirse en el cocinero de su hijo. Los alimentos deben ser apropiados para su edad y ofrecer porciones pequeñas. La comida no se debe ofrecer como premio de buena conducta, la comida repetitiva debe ofrecerse 10-15 veces antes de decir definitivamente lo rechaza, es necesario fomentar la alimentación independiente, ofreciendo al niño su propia cuchara. Se deben tolerar los problemas propios de la edad, por ejemplo cuando el niño derrama comida sobre el mismo o sobre su asiento. (Ortíz Ruíz, 2009).

Es usual que los padres busquen un estimulante del apetito o suplemento vitamínico, en este caso es solicitado a su médico durante la revisión de su hijo, cuando el manejo implica un estimulante del apetito es aconsejable éste sea indicado por un médico.
El suplemento de vitaminas solo está indicado cuando se sabe o se sospecha que la dieta seguida o propuesta no las aporta en cantidades adecuadas. (Guerrero Vázquez , 1999).

Un estimulante del apetito es un fármaco u hormona que como su nombre lo dice incrementa el apetito; como consecuencia ocurre una mayor ingesta de alimentos, que puede verse reflejada en una ganancia de peso. Las hormonas o estimulantes fisiológicos del apetito son: proteína de mahogany, grelina, neuropéptido Y, orexinas.
El empleo clínico de los estimulantes se utiliza desde 1937, sin embargo estos presentan efectos colaterales, por lo que están indicados cuando la ingesta de alimentos es secundaria, y cuando la causa principal sea la desnutrición, cuando la depresión es la causa, se debe referir a un psicólogo o psquiatra. (Núñez Hernández et al, 2014).

Un estudio realizado en Santo Domingo a madres de familia para conocer la frecuencia de uso de estimulantes del apetito en su hijos demostró que el 50% de la población estudiada usó estimulantes del apetito, tanto en clínicas privadas como en los niños de escasos recursos, el uso más frecuente es en la edad de los 2 a los 4 años, etapa en la que el crecimiento es lento y no demandan de tantos nutrientes como en años anteriores. El estimulante de mayor uso en el estudio fue la ciproheptadina, aun desconociendo los efectos colaterales de este medicamento. (Pockels et al, 1994).

En varios países se realiza una investigación para demostrar que en varias poblaciones el suplemento de Zinc corrige deficiencias en el crecimiento, quizá mejorando el apetito. (Latham C.M, 2002).


CONCLUSION


Se debe realizar un diagnóstico en la primera consulta del niño con falta de apetito; sustentado con la anamnesis, una exploración física completa y exámenes complementarios de acuerdo al caso.

El manejo según sea la causa deberá ser llevado a cabo por personal de la salud, y capacitar a los padres sobre las principios de alimentación individualizado de acuerdo a la edad y características en tanto al comportamiento del niño.

Desde un punto de vista psicológico, en ocasiones los padres son responsables de la falta de apetito en el niño por las acciones rígidas que aplican a los hijos para que estos coman las raciones que les ofrecen, no teniendo el conocimiento del tipo y porciones de alimento que se deben ofrecer. Otra conducta frecuente de los padres con el objetivo de que el niño coma es la aportación de aparatos electrónicos, terminando por distraer al niño y rechazando el alimento.

Las causas de este desorden alimentario pueden ser de origen psicológico, orgánico o mixtas, motivo por los cuales se deben evitar los estimulantes del apetito y los suplementos vitamínicos, los cuales deben ser prescritos únicamente por el médico, llevar un plan de alimentación individualizado y aplicar los principios para alimentar al niño.






















REFERENCIAS


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Velarde Delgado P, Núñez Arjona M. Alimentación durante la Infancia. Recuperado de: http://www.uned.es/pea-nutricion-y-dietetica-I/guia/PDF/Guia%20de%20Alimentacion%20y%20Salud%20-%20Infancia.pdf
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Guerrero Vázquez J. (1999) Falta de apetito en la infancia temprana. Recuperado de http://www.webpediatrica.com/infopadres/pdf/apetito_infancia.pdf
Pockels R, Lora E, Ruíz I, Morla C, Morla E. (1994). Uso de etimulantes del apetito en la población infantil. Recuperado de http://www.webpediatrica.com/infopadres/pdf/apetito_infancia.pdf
Latham C. M, (2002) Carencia de Zinc, Capítulo 20, Nutrición Humana en el Mundo en Desarrollo. (p. 205). Colección FAO, Alimentación y Nutrición No. 29. Recuperado de http://www.fao.org/docrep/006/w0073s/w0073s0o.htm#bm24
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