Fragmento de alba de Don Rodrigo Ximénez de Rada

June 6, 2017 | Autor: S. Montero Redondo | Categoria: Textile Conservation, Historia del Arte, Archaeological textiles and clothing
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SILVIA MONTERO REDONDO

PIEZA DEL MES OCTUBRE 2011 FRAGMENTO DE ALBA DE XIMÉNEZ DE RADA, DEL SIGLO XIII AL XXI Días 8, 15, 22 y 29 de Octubre a las 12:30 por Silvia Montero Redondo

Ventura Rodríguez, 17 28008 Madrid 1

FRAGMENTO DE ALBA DE XIMÉNEZ DE RADA, DEL SIGLO XIII AL XXI

Texto: Silvia Montero Redondo Coordinación: Cecilia Casas Desantes - Ismael Hernández Valverde Maquetación: Gráficas Pedraza © Museo Cerralbo, 2011 N.I.P.O. 551-11-001-7

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FRAGMENTOS DEL ALBA DE LAS VESTIDURAS DE XIMÉNEZ DE RADA, DEL SIGLO XIII AL XXI

Introducción El Museo Cerralbo cuenta entre sus colecciones con dos fragmentos de tejido almohade del siglo XIII, hoy día perfectamente identificados y catalogados como pertenecientes a las vestiduras del arzobispo de Toledo D. Rodrigo Jiménez de Rada, en concreto al alba. En la actualidad podemos contemplarlos en el interior de una custodia y una cornucopia de madera sobredorada de estilo barroco, tal cual los mantenía, admiraba, disfrutaba y exhibía su propietario y descubridor, el marqués de Cerralbo (1), en su palacio de la calle Ventura Rodríguez de Madrid, hoy Museo Cerralbo. Como el resto de bienes culturales que componen la colección permanente del Museo, se conservan tal cual él los dejó ya que fue su deseo, y así lo hizo constar por escrito en 3

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su testamento, al legarlos al Estado español: los objetos por él comprados, coleccionados y expuestos en su palacio debían ser legados al Estado “sin que jamás se trastoquen, y por ningún concepto, autoridad o ley se trasladen de lugar, se cambien objetos ni se vendan”. Esta condición del Marqués respecto a su legado no pudo mantenerse debido a la guerra civil, que impuso el desmontaje de las piezas y su traslado al sótano, y a la posterior reinstalación de las colecciones entre 1944 y 1948 de acuerdo con los criterios museográficos entonces vigentes, alterando la ubicación original de las piezas. El proceso de recuperación de los ambientes originales llevado a cabo desde el año 2000 ha permitido que en la actualidad volvamos a contemplar las colecciones en su entorno y ubicación original. No es nuestra intención acercarnos al estudio de estos fragmentos desde una perspectiva única, ni nuestro objetivo identificar ni clasificar los tejidos puesto que ya lo hizo el propio marqués de Cerralbo y en la actualidad lo hacen grandes historiadores contemporáneos especialistas en tejidos medievales. Hoy tenemos el privilegio de acercarnos a ellos, –a través de su contemplación en el Museo Cerralbo–, desde una amplia perspectiva y con la ventaja que supone partir del trabajo previo realizado por nuestros antepasados –aunque en algunos casos se cometieran errores y aciertos, osadías y atrevimientos–. Sin embargo, por otra parte, dichas acciones nos permiten interpretar las intenciones y pretensiones del momento histórico que vivieron. Con esta presentación pretendemos invitarles a disfrutar, en primer lugar, de la riqueza técnica y artística de un tejido hispanomusulmán del siglo XIII que nos transporta a una época especialmente rica y deslumbrante de nuestro pasado cultural. A través de su contemplación nos reafirmamos, una vez más –al igual que lo hacemos ante las grandes 4

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construcciones arquitectónicas del momento–, en la evidencia de que la presencia musulmana en al-Andalus nos dejó un importante legado cultural del que hoy somos herederos; pero también este fragmento nos permite acercamos a la figura de su propietario D. Rodrigo Jiménez de Rada (2), arzobispo de Toledo y personaje muy influyente y fundamental de la historia medieval de nuestro país. Tanto su presencia como su papel desempeñado en la actividad política de la corte castellana, fueron fundamentales y decisivos en la determinación de los acontecimientos históricos protagonizados por los reinos cristianos y musulmanes del siglo XIII. Por último, a través de estos fragmentos, nos acercamos a su descubridor, el marqués de Cerralbo, mecenas, coleccionista, promotor y patrocinador de grandes descubrimientos arqueológicos de finales del siglo XIX y principios del XX que, desde una perspectiva de exaltación patriótica, presentó ante la Real Academia de la Historia en su discurso de ingreso titulado “El Arzobispo Don Rodrigo Ximénez de Rada y el Monasterio de Santa María de Huerta”, los fragmentos que aquí presentamos. Su acercamiento a los vestigios materiales encontrados, en este caso, los tejidos y el monasterio de Santa María de la Huerta, le permitió, por una parte, ampliar y completar su colección particular, desarrollar una metodología de trabajo arqueológica y hacer historia de nuestro pasado a través de los objetos encontrados. Pero, al mismo tiempo, a través de su discurso, podemos ver su intención de “denunciar” ante los académicos, ante las instituciones, el estado ruinoso y de abandono en que se encontraba el patrimonio cultural, en la época que le tocó vivir, época en la que no había una legislación específica en materia de protección del patrimonio cultural. Por tanto, a través de los tejidos, nos acercamos a tres momentos fundamentales de su historia: su creación en el 5

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siglo XIII, su descubrimiento a principios del siglo XX y su conservación en la actualidad, el siglo XXI.

Detalle del tejido conservado en el Museo Cerralbo, nº inv. 06285.

Los tejidos. Su historia y descubrimiento A lo largo de la historia, se han ido desarrollando diversas teorías sobre el origen y manufactura de los tejidos de las vestiduras de D. Rodrigo Jiménez de Rada, teorías y enigmas hoy día descifrados gracias a las investigaciones realizadas desde su descubrimiento. Con anterioridad al marqués de Cerralbo, desde el siglo XVII, existe constancia escrita de la apertura del sepulcro en numerosas ocasiones. Ya a finales del siglo XIX, con motivo de la confusión que existía acerca de la autenticidad de las vestiduras del arzobispo, D. Vicente Lafuente, académico de la Real Academia de la Historia, demandó ante ésta la necesidad de una nueva apertura. En su informe presentado el 21 de abril de 1885 ante la Academia titulado “Los restos mortales del Arzobispo D. 6

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Rodrigo Jiménez de Rada y estado de su sepulcro en la iglesia exabacial y ahora parroquial del exmonasterio cisterciense de Santa María de Huerta”, tras exponer y analizar las anteriores aperturas, alienta a la Academia a realizar un exhaustivo estudio del sepulcro, con el objetivo de comprobar y analizar las teorías y rumores acerca de los restos de D. Rodrigo y sus vestiduras. Como muestra de la existencia e importancia del estudio presentó ante la academia unos fragmentos de tejido diciendo: “Tengo también el honor de poner á disposición de la Academia, y para ilustrar este prolijo y desaliñado informe, un trozo de la casulla, que actualmente cubre el cadáver del venerable Arzobispo D. Rodrigo y dos fotografías que me ha regalado el mismo Excelentísimo Sr. Marqués de Cerralbo, las cuales representan la sencilla y severa fachada de la iglesia de Santa María de Huerta, y la otra el claustro contiguo á la sala capitular, que se cree obra de San Martín de Finojosa y su familia, en la mejor época del siglo XIII”. Finalmente el 28 de junio de 1886, en representación de la Real Academia, D. Vicente de la Fuente, tras conseguir los permisos del Obispo de Sigüenza D. Carlos Tierno (quien custodiaba las llaves del sepulcro) y con la financiación del marqués de Cerralbo, se procedió a la reapertura de la tumba a la que asistieron unas treinta personas además del pueblo de Santa María de Huerta y los aledaños, a quien se invitó a participar. En informe presentado por D. Vicente de la Fuente a la Real Academia de Historia el 10 de febrero de 1887, relata el acontecimiento y dice: “Alzada la plancha de zinc, y bajo un sudario amarillento por el tiempo, se descubrió la momia en la forma siguiente: El cadáver del Arzobispo no yace boca arriba mirando al altar con la cabeza ligeramente inclinada sobre el hombro derecho, como se decía, si no con la cabeza enteramente ladeada sobre el costado derecho, viéndose solamente de perfil la mejilla izquierda y vuelta al lado opuesto del altar y presbiterio. 7

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Aquel rostro no presenta ya apenas forma humana, sino solamente una masa cenicienta, como de piedra pómez, sin pelo, ni cejas, con unas poco perceptibles hendiduras, que indican apenas las cavidades de boca y ojos. Tiene puesta una mitra pequeña de tela blanca, con un galón sencillo, al parecer de seda morada, con dos pequeñas florecitas. La mitra está arrugada por no caber de otro modo en el sarcófago, y no se tomaron las dimensiones, ni se dibujó, por no manosear demasiado, ó remover la venerable cabeza, en el estado de descomposición que ya presenta; pero desde luego se ve, que la mitra es la mitad más pequeña que las que actualmente usan los prelados, y de la hechura achatada, y bien conocida, de las de aquella época”. “El cadáver está amortajado muy ligeramente, y sin ropas interiores, sin amito, alba, ni roquete; el vientre, muslos y rodillas están cubiertos con unos calzones de paño negruzco y tosco; y las piernas, rodeadas de unas bandas de seda carmesí, sujetas con cintas del mismo color. Las sandalias de paño negro, bordadas ligeramente con un cordoncillo de seda y muy pocos filamentos de oro, están desprendidas de las suelas de corcho, sujetas con ligeras estaquillas de caña. Por entre las suelas y paño de las sandalias aparecen los dedos de color amoratado, con las uñas, como también los de las manos, que se descubren á través de los guantes apolillados. En el índice de la mano derecha tiene un solo anillo, pequeño, al parecer de oro, y muy sencillo, con una cruz de la orden de San Juan, toscamente perfilada. En el pecho tiene fijo con un alfiler, al parecer de oro, el pergamino llamado «Testamento,» de unos siete centímetros de largo, por cinco de ancho, del cual se hizo una reducción fotográfica á mitad de tamaño. En el reverso dice de distinta letra, más diminuta, y moderna: Rodericus Semeni. Lo mismo las piernas que los dedos de piés y manos se hallan endurecidos, y ya no ceden al tacto, como se decía en reconocimientos anteriores. La 8

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grande y amplia casulla de tela oriental, descrita en la pág. 376 del tomo VI del BOLETÍN de esta Real Academia de la Historia, cubre completamente el cadáver con sus anchos pliegues, en la forma que se le ve representado en la cubierta del sepulcro antiguo, que se conserva á los piés de la iglesia, con la estatua yacente del Arzobispo, de que se hizo reproducción fotográfica bastante exacta, en la mejor forma posible, por las malas condiciones de luz y del sitio. El palio metropolítico, consiste en una tira larga y estrecha, de lana blanca, de unos dos dedos de anchura, con una sola cruz negra en el paraje en que se une á la parte que rodea el cuello: dicha faja ó tira desciende hasta los piés, tal cual se ve en la dicha lápida sepulcral, ya muy deteriorada. Ni el cadáver, ni su efigie sepulcral tienen pectoral ni báculo. La hechura de la mitra parece casi una tiara en la losa sepulcral”. D. Vicente, de esta forma testimonial, describe las vestiduras y el estado en que se encontraban los restos de D. Rodrigo. Pero, además de esta somera descripción, D. Vicente hace alusión al hecho de que no se tomó ningún fragmento de las vestiduras: “Debo también hacer constar que, durante el reconocimiento respetuoso de los restos del venerable Arzobispo, no fueron estos removidos, ni se permitió cortar ni tomar nada de su traje, y que después de terminado el reconocimiento por los arriba citados, quedaron el párroco, el alcalde y guardia civil custodiándolos, mientras subía el pueblo á verlos”. Existía pues una cierta preocupación hacia los abusos que se podían estar cometiendo. No fue hasta el año 1907 cuando tuvo lugar la siguiente apertura oficial que conocemos gracias al Discurso del marqués de Cerralbo de entrada a la Real Academia de Historia, leído en 1908 y titulado “El Arzobispo D. Rodrigo Ximénez de Rada y el monasterio de Santa María de Huerta”. El acontecimiento, según él mismo relata, tuvo lugar en presencia de multitud 9

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de personalidades civiles y eclesiásticas, en un acto de gran solemnidad.

Fotografía del marqués del Cerralbo en su palacio de Santa María de Huerta. Museo Cerralbo, nº inv. 06176.

El Marqués nos ofrece una somera descripción de las vestiduras gracias al análisis visual que realizó en aquel momento en que debieron ser manipuladas ligeramente ya que dice “por respeto y temor á perjudicar la conservación del histórico cadáver, no se le movió, quedando por reconocer todas las telas que éste descansa, y las interiores”. Pero también las describe apoyándose en dos fragmentos de tejido que, según explica, obraban en su poder: “…y conservando yo aquéllos en toda su justa estimación, me permiten dar aquí un dibujo, ya que lo gastado del sirgo no facilita sacar buena fotografía” Se trataba de dos dibujos, uno de ellos cuya correspondencia se identifica claramente con los fragmentos conservados hoy día en el Museo Cerralbo. El segundo dibujo y fragmento al que el Marqués hace alusión, se refiere a un fragmento de galón realizado en seda con hilo entorchado de plata y con decoración geométrica. Este fragmento no es ninguno de los

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mencionados en este estudio, pero ha sido identificado como un fragmento de la estola, gracias a las investigaciones que se acometieron durante la restauración del conjunto en el ICROA (actual IPCE), en 1968. Sobre el modo en que consiguió dichos fragmentos, don Enrique relata: “…pero tal vez pertenezca á la parte posterior de la túnica, ó á alguna prenda como aljuba, un trozo de riquísimo sirgo y otro de galón, que, hallándose sueltos en el ataúd, me regaló hace más de veinte años el entonces señor magistral de Sigüenza, D. Carlos Tierno, de quien ya dije cómo abrió el sepulcro por su propia autoridad”. Posiblemente, se refiere a la apertura de 1886, cuando D. Vicente Lafuente consiguió convencer a la Academia para que lograra el permiso del obispo de Sigüenza para abrir el sepulcro. Habían pasado 21 años desde entonces, pero esto contradice el testimonio aportado por el propio D. Vicente, señalado más arriba. O quizás se refiera a un momento anterior puesto que ya D. Vicente en 1885 aportó ante la Academia un fragmento de tejido que, según sus palabras, el propio marqués de Cerralbo le regaló junto a unas fotografías.

Dibujo del tejido realizado por el marqués de Cerralbo en su discurso (CERRALBO, 1908, p. 151).

A continuación reproduzco la descripción que el propio Marqués hace del fragmento de tejido que aquí presentamos dada la riqueza de contenido que se traduce de sus palabras:

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“sobre un fondo que fue blanco, dibújanse anillos azules con los centros de oro, y en los intermedios formados por cada cuatro de aquéllos, hay otros más pequeños, pero en todo semejantes, de los que irradian unos dibujos palmeados de arcaida idea persa; termina esta preciosa tela ciclaton en una fimbra de menudas listas rojas, amarillas y azules, como la segunda de la túnica, conteniendo la bandita azul, sobre la que se teje la misma cenefa globular de aquéllas; sigue una lista roja de centímetro y medio, con lineales dibujos arábigos en oro; vuelve a repetirse la primera orla, para terminar en otra espléndida, roja, de cinco centímetros de ancha; rojo de púrpura primitivo, que fué símbolo de la potencia soberana en Asia y Fenicia; aquel púrpura imperial que no era rojo, sino violado obscuro; el tinte fantaseadamente descubierto en el mordido murex por el perro de Hércules Tyreno; en aquella purpúrea banda forman cuadros los mástiles de unos dibujos, con idea de caracteres árabes, y en los centros se destaca, en finísimos y ornamentados perfiles, un dibujo recordando el simbólico Hom de los Sassanidas, dando á toda esta preciadísima tela suria un sabor persa, que excluye la idea de que pudieran ser estas vestiduras mudéjares ó de imitaciones, para intentar clasificarlas de genuina fabricación muslime”. Como vemos, el Marqués, basándose en el análisis estilístico del tejido, descarta su origen mudéjar pero además, a continuación, establece una teoría sobre el origen y manufactura almohade de las vestiduras basándose en los hechos históricos de la época. Argumenta un origen granadino a la seda, elaborada en Almería y regalada por el sultán de Granada al rey de Castilla quien, a su vez, lo regaló a D. Rodrigo, tras su muerte. “…la seda empleada es española, tal vez granadina, que en el siglo XIII era la superior…” Pero, también intuye que si la seda podía ser granadina, el tejido se elaboró en el Tiraz de 12

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Almería “… y hasta el famoso Hotel de Tirac, en Palermo, feliz lazo de unión de tejidos entre el Oriente y el Occidente, tuvo por rival el tantas veces victorioso, celebérrimo de Almería, en donde tejiéndose el dibag, la superior de las sedas, llegó al prodigio del llamado Pendón de las Navas, todo preparado allí por aquel fastuosísimo emir Abderrhamán II, que, pretendiendo rivalizar en grandezas, lujo y derroches, con los Califas de Bagdag, fue el primero en introducir en España. Por competencia, el Tirac, estableciendo su fabricación en Almería, continuando por todo el tiempo que hubo moros en nuestras tierras, siendo la soberana en esta industria de soberanos, y en donde se manifestó más grandioso el genio árabe de recuerdos asiáticos. Allí entiendo que fue fabricada la espléndida vestidura de D. Rodrigo, es decir, el manto, la túnica y tal vez a aljuba interior; y, para afirmarme en esta suposición, añado á las observaciones hechas por clases de telas, arte de tejido, colores, dibujos, ornamentación y metales preciosos, otras razones que apuntaré”. “Es evidente que en aquella época hubo bastantes ciudades, de larga fecha cristianas y de recientes conquistas, que fabricaron ricas telas en un todo imitadas á las de Almería, que, por su superioridad, era naturalmente singular modelo y de generales copias: en la propia ciudad de D. Rodrigo, en el mismo Toledo, los telares eran muchos, y renombrados, y mudéjares: en la tierra nativa de su familia castellana, en Soria, ocurría otro tanto, según lo atestigua la predilección que las daba Alfonso X al confirmar sus Ordenanzas, por privilegio de 18 de Mayo de 1283; deduzco de todo esto que tales vestiduras no fueron adquiridas por el Arzobispo, ni menos encargadas, pues dedicándolas á su uso, no dejarían de ostentar en sus adornos algún entremezclado emblema cristiano…”. “Nada hay personal ni cristiano en las mencionadas ropas del Arzobispo; luego no fueron encargadas, ni menos á Toledo, donde estaban sus preferencias oficiales; ni á Soria, 13

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adonde eran bien demostradas las de su corazón. Él tan irreductible enemigo de los mahometanos, no había de protegerles en sus industrias, ni menos vestirse á su manera.” “Granada

era

feudatario

aliado

de

Castilla...”

“Si en extraordinaria predilección tenía el Rey Santo á D. Rodrigo, y éste regentaba tan grandes fuerzas y tan superiores influencias, y á unas y á otras de éstas debería bastante el Rey moro de Granada, tengo por muy probable que fuesen tales sirgos de Almería, regalos de aquel Emir ó de Fernando III, para obsequiarle con espléndido sudario, que bien natural fuese esta última distinción del Rey...”. Para apoyar esta tesis, el Marqués a continuación hace una comparación del regalo que el emperador Nicéforo II hizo al obispo de Bamber, Grunther, quien murió en 1064. Pasados más de sesenta años desde que el Marqués realizara sus investigaciones y aportaciones, tuvo lugar la última apertura oficial del sepulcro de D. Rodrigo. Gracias a ello, hoy podemos afirmar que los fragmentos que se conservan en el Museo Cerralbo pertenecen, sin lugar a duda, a las vestiduras que sirvieron de mortaja a D. Rodrigo Jiménez de Rada. Este importante acontecimiento tuvo lugar en 1968 por iniciativa del ICROA (3), con el objetivo de proceder a la investigación profunda del conjunto. En este estudio se comprobó que el conjunto de prendas que sirvieron de mortaja al arzobispo D. Rodrigo Jiménez de Rada, se componía de mitra, palio, guantes, casulla, dalmática, túnica, amito, estola, alba, cíngulo, camisa mediana, camisa corta, calzas, tibialías, alcorques, pañuelo de mortaja y sudario. Su cabeza reposaba sobre un almohadón. Los dos fragmentos de la colección del Museo Cerralbo, pertenecen al alba. 14

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Las prendas fueron separadas del cuerpo y se trasladaron al ICROA para, posteriormente, proceder a un complicado y excepcional proceso de conservación y restauración. Gracias a las investigaciones previas realizadas para su restauración y conservación, se descubrió la técnica de realización de cada uno de los tejidos, los tintes utilizados, la confección de cada una de las prendas, etc. El alba estaba realizada en lino, y en la parte inferior de la espalda, presentaba “un fragmento rectangular, que falta en la parte anterior (el cual se conserva a su vez fragmentado en el Museo Cerralbo de Madrid). Es un tejido labrado con sedas de colores e hilos entorchados de oro con técnicas de ligamento lampás y taqueté que presenta una decoración dividida en tres zonas: La superior muy perdida parece tener motivos vegetales, derivados de la palmeta, que se repiten entre caracteres cúficos. La intermedia se decora con listas entre las cuales aparecen cuentas y temas geometrizados terminados en una especie de volutas, a imitación de yeserías árabes. La inferior rellena el espacio con círculos de diferentes tamaños, tejidos en hilo de oro y bordeados en seda azul, con palmetas en los espacios intermedios, todo ello sobre fondo de seda beige”. Además de la alusión que el estudio hace de los fragmentos del Museo Cerralbo, se habla de “falta de tejido en muchas zonas, bien porque ha desaparecido o por haber sido recortado”. El delantero del alba, presenta una gran laguna de tejido que fue reintegrada cromáticamente siguiendo el esquema de la espalda. El estudio del alba realizado en el ICROA concluía “El tejido pertenece al período almohade, anterior a 1247. Se supone que, de factura totalmente musulmana, fueron regaladas…”, es decir, se estableció la misma teoría que expuso años antes el marqués de Cerralbo en su discurso. 15

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Gracias a este importante estudio, podemos saber la disposición original de los fragmentos conservados en el Museo Cerralbo y su orientación. Es decir, se corresponderían a la parte inferior del delantero del alba y ambos pertenecen a la misma pieza de tejido.

Imagen del alba, delantero y trasero, tras su restauración (archivo IPCE).

En la actualidad, investigadores medievalistas y expertos en tejidos hispanomusulmanes (algunos de ellos citados en la bibliografía que acompaña este texto) continúan investigando sobre fragmentos de tejidos conservados de esta época en distintas colecciones y museos, estableciendo clasificaciones y definiciones en función de la técnica de realización sus motivos decorativos predominantes, el taller o tiraz de origen, etc. Gracias a sus investigaciones estilísticas, históricas, técnicas y científicas podemos concluir que estos fragmentos pertenecientes al alba, corroboran la tesis del marqués de Cerralbo en cuanto a su datación en siglo XIII, origen almeriense y manufactura musulmana. Tanto en estilo como en tecnología textil estos fragmentos presentan similitudes con tejidos almohades como la almohada de María de Almenar, 16

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en las Huelgas; las del obispo compostelano Bernardo; y el paño de doña Mencía de Lara del monasterio de San Andrés del Arroyo, todos ellos del siglo XIII. Su

conservación en la actualidad en el museo

cerralbo

Los tejidos se conservan en dos ubicaciones representativas del Museo: la Galería I –la cornucopia– y el Despacho –la custodia–. Protegidas y exhibidas como fue voluntad de don Enrique. Se trata de dos zonas públicas de especial importancia dentro del edificio. La primera, de paso obligado hacia las zonas de recepción del palacio, por la que los invitados podían transitar y contemplar las grandes obras de pintura de la colección del Marqués. La otra, se trata de un ambiente más recogido, su Despacho, en el que conservaba y exhibía –en un espacio abigarrado de objetos–, sus más queridos tesoros representativos de sus actuaciones en los campos de la política, el coleccionismo de arte y la investigación histórica. En este ambiente, dichos objetos adquieren la categoría de “reliquia” y los dota de un marco que subraya esta idea, como vemos en el caso de la custodia. El marqués de Cerralbo protegió estos tejidos como si de reliquias se trataran, introduciéndolos en una cámara de protección, una custodia y una cornucopia. De esta forma, además de exhibirlos en un marco artístico que los enaltecía, los protegía del exterior. Estos son signos de su preocupación, respeto y admiración hacia estos pequeños fragmentos de tejido, convertidos por el Marqués, en auténticas joyas del pasado.

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Custodia (nº inv. 03466) y detalle del textil de la custodia (nº inv. 06195) del Museo Cerralbo.

A través de las palabras del propio Marqués, podemos apreciar su sensibilidad hacia los tejidos: “Temo haberme extendido demasiado en la descripción de las vestiduras, pero las tengo por de tanta riqueza, de tan gran interés para el arte, de tan alta estimación por la persona a quien pertenecieron, y de tan inmensa rareza, al presentaros un traje espléndido y entero de la primera mitad del siglo XIII, que no he dudado en llegar á prolijas minuciosidades; pues si es bien natural rendirse en éxtasis de admiración ante personaje de tan excelsa historia, no es fácil callar ante el encanto producido por aquellas vestiduras, que atestiguan el sublime arte á que se llegó en España, tejiendo la seda, ese llamado hilo divino, al que el rey Atalo, en Asia, le adornó con oro; Babilonia, con colores; Alejandría el tejerla con varios lizos, y en la China, Si-Ling-chi la inventó el relucir brillante, por lo que de emperatriz la alzó su pueblo á divinidad” . Estas palabras nos acercan a estos fragmentos desde una amplia perspectiva que nos permite apreciar la calidad de los tejidos y su incalculable valor histórico y cultural que hoy día contienen y transmiten. 18

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En la actualidad, los fragmentos han sido restaurados en base a los criterios absolutos, establecidos y aceptados internacionalmente en materia de conservación-restauración de bienes culturales. Se han seguido los procedimientos necesarios y las medidas adecuadas para garantizar su integridad física, material, estética e histórica. Esta intervención ha respetado no solo la integridad del tejido, sino que ha tenido en cuenta el criterio de respeto histórico, tratando el objeto en su conjunto: es decir, tanto el tejido del siglo XIII, como el soporte con el que fue protegido por el marqués de Cerralbo, quien diseñó hasta el último detalle el montaje de las piezas de su colección en el Piso Principal de su palacio.

Cornucopia y textil, nº inv. 01652 y 06285. Museo Cerralbo.

En la actualidad, las vestiduras de D. Rodrigo se conservan en el Monasterio de Santa María de Huerta, bajo la custodia de los monjes que lo habitan. Quiero agradecer especialmente a Cecilia Casas Desantes, Laura Cerrato Mera, Concha García-Hoz, María Antonia Herradón, Chiara Romano y Eduardo Zamarro Méndez, su ayuda prestada para la elaboración de este artículo. 19

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NOTAS (1)

Enrique Aguilera y Gamboa, XVII marqués de Cerralbo (Madrid, 1845-1922), además de su vocación e implicación en la política de su tiempo, fue un aristócrata con una amplia formación académica, una espléndida sensibilidad hacia las artes y una gran capacidad de investigación científica en el campo de la Historia. Arqueólogo pionero en el desarrollo de la ciencia arqueológica en España, dirigió y financió numerosas campañas arqueológicas en distintos puntos de la Meseta castellana.

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Rodrigo Jiménez de Rada o el Toledano (Puente la Reina, ca. 1170 Vienne, 10 de junio de 1247) fue un eclesiástico, militar, historiador y hombre de estado navarro-castellano. Arzobispo de Toledo fundó su catedral sobre la antigua mezquita; sirvió como consejero y diplomático del rey de Navarra Sancho VII y de los castellanos Alfonso VIII y Fernando III, de quien fue canciller; organizó la cruzada cristiana contra los almohades de al-Andalus, dirigiendo personalmente varias campañas de la guerra de Reconquista, entre ellas la de Las Navas de Tolosa; ganó, por donación o conquista militar, numerosos señoríos en todo el territorio castellano, el principal de ellos el adelantamiento de Cazorla; sobresalió en los concilios de Letrán y Lyon. Erudito y políglota, fue también autor de una crónica titulada De rebus Hispaniae, también conocida como Historia gótica o Crónica del toledano, en la que se describe la historia de España desde sus orígenes hasta 1243.

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ICROA: con estas siglas se denominaba al Instituto de Conservación y Restauración de Obras de Arte, actual IPCE (Instituto del Patrimonio Cultural de España). En la actualidad es una Subdirección General de la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales del Ministerio de Cultura. Sus funciones se pueden resumir en aquellas acciones de conservación, restauración, investigación, documentación y formación dirigidas a la conservación del Patrimonio Histórico.

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GLOSARIO Alba Prenda de indumentaria litúrgica blanca que se lleva debajo de la casulla. Su origen se remonta a la Roma clásica donde se utilizó como prenda de vestir recamada, con galones purpúreos, en el borde inferior y en las bocamangas. Desde el siglo VI su uso se generaliza en el mundo eclesiástico. Cornucopia Marco de madera tallada y dorada con pan de oro de estilo barroco y rococó. Galón Tejido estrecho o cinta fuerte que se coloca en las prendas de vestir para protegerlas o adornarlas. Lampás Tejido labrado formado por dos urdimbres, de base y de ligamento. El fondo, constituido en raso, sarga o tafetán, se origina con la urdimbre de base y la trama de fondo, mientras que el diseño, con la urdimbre de ligamento y las tramas suplementarias de decoración, destacando del fondo por la formación de unas bastas largas de trama en tafetán o sarga. Taqueté Término que designa a los tejidos lisos y labrados con dos urdimbres, una de ligamento y una de base. La urdimbre de ligamento trabaja en tafetán con las tramas de decoración, mientras la urdimbre de base es la responsable del intercambio de las tramas del reverso al anverso, cuando lo requiere el motivo decorativo.

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Tiraz Nombre por el que se conoce a los talleres musulmanes dedicados a la confección de tejidos de lujo, adornados con hilaturas de oro y destinados al uso de los gobernantes. También designa a los tejidos elaborados en estos talleres que llevaban la firma del taller donde se había elaborado, la fecha y el nombre del gobernante.

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BIBLIOGRAFÍA BORREGO DÍAZ, P.: “Análisis técnico del ligamento en los tejidos hispanoárabes”, Bienes culturales: revista del Instituto del Patrimonio Histórico Español, nº 5, 2005, pp. 75-121. CERRALBO, AGUILERA Y GAMBOA, E., MARQUÉS DE: El arzobispo Don Rodrigo Jiménez de Rada y el monasterio de Sta. María de Huerta - Marqués de Cerralbo, Discurso de recepción en la Real Academia de la Historia, Madrid, 1908. DUBY, G.: San Bernardo y el arte cisterciense (El nacimiento del gótico), Madrid, 1981. FUENTE, V. DE LA: Los restos mortales del Arzobispo D. Rodrigo Jiménez de Rada y estado de su sepulcro en la iglesia exabacial y ahora parroquial del exmonasterio cisterciense de Santa María de Huerta, 1885. FUENTE, V. DE LA: Reconocimiento de los restos mortales del célebre arzobispo D. Rodrigo Jiménez de Rada en Santa María de Huerta, y de otras antigüedades contenidas en la iglesia de este monasterio, 1887. GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, E.: Las galas del ajuar funerario. El Cister en el Medievo de Castilla y León, Valladolid, 1998. HERRERO CARRETERO, C.: Museo de telas medievales. Monasterio de Santa María de las Huelgas, Patrimonio Nacional, 1988 MASIA, C.: Al-Andalus. Ochos siglos de civilización musulmana que marcaron la historia y la cultura de España, Madrid, 2009. PARTEARROYO LACABA, C.: “Tejidos andalusíes”, Artigrana, nº 22, 2007, pp. 371-419.

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FRAGMENTO DE ALBA DE XIMÉNEZ DE RADA, DEL SIGLO XIII AL XXI

SALÁDRIGAS CHENG, S.: “Los tejidos en Al-Andalus entre los siglo IX y XVI: aproximación técnica”, España y Portugal en las rutas de la seda: diez siglos de producción y comercio entre Oriente y Occidente, Barcelona, 1996, pp. 74-98. VAQUERO, L. y otros: Museo Cerralbo. Guía, Ministerio de Cultura, Madrid, 2010. VV. AA.: El Marqués de Cerralbo, Ministerio de Cultura, Madrid,1996. VV. AA.: Santa María de Huerta. Monasterio cisterciense, 2005. VV. AA.: Vestiduras pontificales del arzobispo Rodrigo Ximénez de Rada. Su estudio y restauración, Ministerio de Cultura, Madrid, 1995. VV. AA.: Vestiduras ricas. El monasterio de las Huelgas y su época. 1170-1340, Patrimonio Nacional, Madrid, 2005.

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SILVIA MONTERO REDONDO

CRÉDITOS FOTOGRÁFICOS PORTADA. Detalle del tejido de Ximénez de Rada conservado en el Museo Cerralbo, nº inv. 06285. CONTRAPORTADA. Reverso de la custodia que muestra el texto que escribió el marqués de Cerralbo, nº inv. 03466 y 06195. Pág. 6:

Detalle del tejido conservado en el Museo Cerralbo, nº inv. 06285.

Pág. 10:

Fotografía del marqués del Cerralbo en su palacio de Santa María de Huerta. Museo Cerralbo, nº inv. 06176.

Pág. 11:

Dibujo del tejido realizado por el marqués de Cerralbo en su discurso El arzobispo Don Rodrigo Jiménez de Rada y el monasterio de Sta. María de Huerta - Marqués de Cerralbo, leído ante la Real Academia de la Historia el 31 de mayo de 1908 (CERRALBO, 1908, p.151).

Pág. 16:

Imágen del alba, delantero y espalda, tras su restauración (archivo IPCE). (VV.AA, 1995)

Pág. 18:

Custodia (nº inv. 03466) y detalle del textil de la custodia (nº inv. 06195) del Museo Cerralbo.

Pág. 19:

Cornucopia y textil. Museo Cerralbo, nº inv. 01652 y 06285.

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