Fuerzas Armadas: ¿Para qué?

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FUERZAS ARMADAS: ¿PARA QUÉ?
Guillermo Lafferriere
Desde hace décadas, entre nosotros, el tema de las FF.AA. permanece relegado a un grupo muy minoritario de especialistas, el cual además, en general, se encuentra disperso y sin una interacción importante que supere las lógicas diferencias de enfoques, posiciones políticas y aun personales. Todo ello en el marco de una mirada coincidente muy generalizada en el amplio espectro político: la defensa nacional, así como su instrumento más complejo, las FF.AA. no son un tema de serio interés. Naturalmente figurará en alguna plataforma política, y existirán equipos de mayor o menor entidad abocados a la temática, pero en los hechos concretos no es un tema que se encuentre en la agenda de consideración de la política en Argentina.
Las razones de esta situación, creemos haberlo ya expresado en otras columnas; consideramos que puede deberse a las siguientes razones:
La derrota militar en la Guerra de Malvinas.
Las secuelas de la violencia interna acaecida entre los años sesenta y setenta del Siglo XX.
La intervención en asuntos políticos internos de las FF.AA. entre los años 1930 y 1983.

Cada una de estas razones, y todas aquellas que el lector pudiera en su caso agregar, han hecho que la sociedad en su gran mayoría no tenga atención alguna a los temas de esta área de los asuntos del estado y en no pocas circunstancias, asocia toda la temática relativa a la misma a que se generen las circunstancias para que las FF.AA. vuelvan a ser actores políticos tal como lo fueron en el pasado. La dirigencia política, y esto también lo hemos mencionado en otras columnas, en general se ha conformado con asegurar que el control de los militares quede firmemente en sus manos; aspecto que no puede ser de otro modo y que está en la base de cualquier sistema que se rija por los principios republicanos y democráticos de gobierno. Pero simultáneamente, no ha puesto el mismo acento en los asuntos que hacen a que el instrumento militar de la defensa sea útil al mandamiento constitucional de proveer a la defensa común de la nación.

Que las FF.AA. de Argentina carecen de capacidad operacional relevante no solamente es conocido hasta por el gran público en general, sino que es aceptado como si fuera una situación más de la realidad, una con la cual se puede convivir indefinidamente, sin que por ello se generen inconvenientes relevantes para la vida del país. Resulta obvio que esta mirada no pareciera tener en cuenta que a pesar de las escasas o nulas capacidades militares de las FF.AA., la nación, sus habitantes, erogan anualmente sumas de dinero que no son menores, sin recibir contraprestaciones eficientes que hagan a la defensa nacional. Es decir, se mantiene una inmensa estructura, de una altísima complejidad en cuanto a la diversidad de conocimientos y capacitaciones que demanda, y que sin embargo como mencionamos no se encuentra en condiciones de llevar adelante su misión primaria. A continuación daremos un detalle de las falencias más graves:
Es un instrumento que cuenta con presupuestos debajo de los promedios aceptables internacionalmente; tanto en la asignación de recursos como en la manera en que los mismos se reparten entre gastos de personal y operativos.
Mantiene una estructura organizativa que posee sus orígenes en conceptos estratégicos pertenecientes a otras épocas del país. En ese sentido no ha podido todavía, discernir si el mismo es una fuerza militar o cumple además la función de proporcionar ciertos bienes sociales que el estado argentino no provee en todo su territorio.
Es un instrumento que presenta, especialmente en alguno de sus componentes una proporción no armónica entre sus efectivos. La relación tropa-cuadros es muy deficiente y se ha mantenido así por décadas.
No posee el instrumento militar argentino capacidades de desarrollar operaciones de guerra que generen efectos letales relevantes ante una crisis.
Los sistemas de armas, masivamente, tienen condiciones que van de la obsolescencia a la carencia de mantenimiento para ser empleados.
El instrumento militar argentino carece incluso de la munición mínima indispensable para su empleo, aun en el supuesto que sus sistemas de armas se encontrarán en condiciones de operar.
No existen estándares medibles, confiables y aplicables que permitan establecer con certidumbre niveles de aptitud para el combate.
Se carece de un sistema de reservas que posibilite a la Nación herramientas para afrontar un conflicto que pudiera prolongarse en el tiempo.
No existen criterios de movilización modernos. Prevalece en el ámbito de la defensa argentina un criterio casi decimonónico que considera que los conflictos que derivan en crisis son pasibles de ser anticipados, de forma que se puede ir generando la preparación del instrumento militar para atender a la crisis en la oportunidad en que ella se concrete. Ese criterio ha sido superado desde la Guerra de Corea hasta el presente.

Todo ello ocurre en un país que:
No ejerce en modo alguno el control de los inmensos espacios marítimos sobre los que ejerce soberanía en el Atlántico Sur.
Mantiene reclamos de soberanía sobre territorios insulares ocupados por una potencia extra regional.
Pretende poder ejercer el control soberano sobre uno de los sectores más importantes del continente Antártico, el cual es reclamado a su vez por otras dos naciones.
No posee aptitud para controlar la totalidad de su espacio aéreo soberano y tampoco para interdictar incursiones aéreas de ningún tipo.
Mantiene vastos espacios en su territorio continental con recursos críticos y sin ejercer un control efectivo del mismo.
Pretende crear una zona de paz en la región, promoviendo acuerdos en ese sentido, aunque sin que su instrumento militar se encuentre en condiciones de interoperar de manera confiable con sus pares.
Se hace evidente que existe una a sintonía entre las aspiraciones nacionales que hemos expresado, y los medios militares que deben interactuar con otros para poder o coadyuvar a la protección de los mismos o a que ellos sean alcanzados. También resulta claro que cambiar esta realidad no es algo que pueda hacerse en poco tiempo, y que en primer lugar requiere de una decisión política, compartida por los partidos políticos con representación parlamentaria, y sostenida en el tiempo a lo largo de varias administraciones.
Pero sin embargo, lo que acabamos de mencionar es, dentro de su complejidad, la parte más sencilla para atender a la resolución de este problema. Creemos que la principal dificultad subyace en ¿cómo hacer que la temática de la defensa nacional comience a estar en la agenda de los partidos, no de una manera nominal, como hemos mencionado antes, sino como un objetivo que se considere debe ser objeto de políticas efectivas y continuadas? Quizás la respuesta a esto pueda encontrarse en fomentar la discusión plural, amplia, multidisciplinaria de estos temas en los ámbitos académicos y políticos; apuntando primariamente a aquellos sectores que están relacionados con la temática, buscando de generar una masa crítica en las diferentes corrientes políticas que discuta estos temas y que con el correr del tiempo, comience a generar los consensos necesarios que permitan avanzar en dirección a obtener un instrumento militar acorde a las necesidades de la Argentina. En ese sentido, se aprecia que la situación estratégica regional, puede servir como una suerte de "paraguas" para que se desarrolle esta idea, aprovechando el bajo nivel de posibilidad que se llegue a una crisis que reclame el empleo del recurso militar. En nuestra visión nos encontramos ante una ventana de oportunidad donde aprovechar el tiempo para crear consciencia del tema y sentar las bases para un desarrollo sostenido de un instrumento militar necesario para el Siglo XXI.
Siempre existirá la opción de continuar relegando el tema. Se podrá eludirlo por múltiples razones, no pocas de las cuales hemos comentado en trabajos anteriores. Pero salvo que el sistema internacional tome un giro que convierta en imposibles los conflictos entre las naciones, y que una estructura supranacional vele por la paz con medios concretos y eficientes, la necesidad de un instrumento militar será una herramienta de la cual ningún estado con pretensiones de jugar un papel en el mundo se desprenderá.
Si algún día el país llegara a requerir de un instrumento militar que le permita contar con diversas opciones en caso de una crisis, el mismo será aquel que exista en esa coyuntura de la historia. No habrá tiempos para desarrollarlo y atender a los problemas cuando el mismo esté en condiciones de hacerlo. Quizás, en ese entonces, si el instrumento no existe, habrá quienes piensen que la buena voluntad de otro podrá ayudarnos. Para quienes así piensan, viene a mi memoria algo que un extranjero una vez me dijo: "Su país siempre tendrá una fuerza militar. La de ustedes o la de otro". Puede que en conjunto, como sociedad, sin discutirlo, sin pensarlo, hayamos optado por esta última posibilidad.


Ver "El gasto militar: reflexiones sobre un tema complejo", en http://www.nuevamayoria.com/index.php?option=com_content&task=view&id=4782&Itemid=30.



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