Humanidades digitales

July 9, 2017 | Autor: Germán Gullon | Categoria: Digital Humanities
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Artes y Humanidades Campo Científico: Lengua y Literatura

Germán Gullón Palacio

Artes y Humanidades Campo Científico: Lengua y Literatura

Germán Gullón Palacio

Doctor en Filología Románica por la Universidad de Texas (EE. UU.)

PALABRAS CLAVE

KEYWORDS

RESUMEN

Leemos todos los días en las noticias que un descubrimiento o avance importante se ha producido en las ciencias, en los aspectos tecnológicos, médicos, biológicos o de la esfera digital, pero no leemos mucho acerca de cómo las Humanidades también están evolucionando. La realidad es que los seres humanos y sus culturas están avanzando al mismo ritmo que la ciencia. Este artículo revisa los cambios generales causados por la nueva era, al igual que la importancia de una nueva identidad comunal está adquiriendo frente a la tradicional, basada en la identidad individual, o la pluralidad de voces que se puede escuchar en internet. Ambos hechos indican que la comunidad mundial es actualmente nuestra principal fuente de información, una fuente mucho más grande que cualquier biblioteca o el conocimiento individual. En la última parte del artículo, se establece una lista de ventajas y desventajas de utilizar el libro digital frente a la utilización del papel.

ABSTRACT

We read every day in the news that a discovery or important development has occurred in the sciences, in the technological, medical, biological or the digital sphere, but we do not read so much about how the Humanities are also evolving. The reality is that the human beings and their cultures are advancing at the same pace as the hard sciences. This article reviews the general changes caused by the new era, like the importance of a new communal identity versus the traditional based on individual identity, or the plurality of voices one can hear in the internet. Both occurrences indicate that the global community is at present our main source of information, a source much larger than any library or individual knowledge. In the last part of the article, we established a list of advantages and disadvantages of using a digital book versus the use of a paper one.

1. IntroduccIón La prensa destaca a diario las novedades habidas en los diversos campos científicos, en el tecnológico, en el biomédico, en el psicológico, que curiosamente regresan a la oscuridad del trasfondo tan deprisa que apenas tenemos tiempo para asumirlos. No se trata de novedades falsas, sino que la mayoría de ellas, como las provenientes de las ciencias neurológicas, se presentan un día como capaces de explicar todos los problemas del hombre y, enseguida, descubrimos la parcialidad de su respuesta. El conocimiento del genoma humano casi nos aseguraba que podíamos vencer cualquier enfermedad, incluso prevenirla, pero ahora resulta que no es así, pues el cuadro bacteriológico humano es aún más complejo que el genético, y su mapa está aún por hacer. En cualquier caso, los tiempos pasados no siempre fueron mejores, pues la era digital está ofreciéndonos nuevas formas de realización humana impensables en el pasado. Y, por supuesto, los estudios de Humanidades no podían quedar al margen de semejante transformación socio-cultural. Los cambios en las artes humanas que constato a continuación se pueden clasificar en dos grandes grupos: los generales, de amplio espectro, a los que enseguida me dirigiré, y los técnicos, como es la llegada del pdf, quizás la innovación técnica más duradera de la era digital, y que nosotros trataremos en una de sus versiones afines, el e-book o libro digital. Entre los cambios generales, quizás el primordial ha sido la aparición de una identidad comu-

nal. El Internet descubrió el poder del nosotros frente a la capacidad individual. No se trata de la rebelión de las masas de José Ortega y Gasset, que ya hoy carece de vigencia en los países desarrollados, pues la mayoría de los ciudadanos han seguido estudios y aprendieron a pensar por su cuenta. Me refiero al nacimiento del conjunto de individuos unidos para colaborar (Wikipedia) y resolver juntos los problemas, aportando cada uno su conocimiento. Las limitaciones de la actuación de la persona individual se manifiestan en muchos casos en el parcial acceso a la información o en la capacidad para almacenarla. Bien los libros resultaban inaccesibles, o bien nuestra memoria, el sostén de los estudios tradicionales, resulta menos segura de lo exigido. Hoy en día, gracias a la memoria digital, la que usamos en una búsqueda en Internet, somos personas mejor informadas. Hay más de dos billones de usuarios de Internet, es decir, una tercera parte de los habitantes del planeta lo utilizan. El Internet es ese lugar donde encontramos una cantidad de información que antes jamás pudimos soñar con acceder a ella. Las pesquisas efectuadas a través de buscadores como Google o Bing han saciado la sed de conocimiento de millones y millones de personas con una rapidez y precisión de la que jamás gozó una biblioteca. Es además un medio democrático por excelencia, pues permite el libre acceso al conocimiento. Otra ganancia neta ha sido la pluralidad que ha introducido en el discurso público. El Internet ha desdibujado la influencia de los intelectuales del establisment, por

ejemplo el elenco de articulistas fijos de diarios, que ahora ven sus ideas matizadas a diario en los periódicos en la Red. Por el contrario, el Internet parece incapaz de condensar la información encontrada y de traducirla en un nuevo sentido, unitario. El inventor del Internet (1989), el inglés Tim Berners-Lee, habló de una red de Internet sobrepuesta a la actual que permitirá extraer la información de los diferentes portales y luego sumarla para llegar a un significado del total. Estamos aún lejos de ese momento. Lejos hoy en día pueden ser dos o tres años. Por supuesto, que los efectos benéficos del Internet se contrapesan con los negativos, aunque los benéficos parecen predominar. Un primer inconveniente, apuntado por Alain Minc en su libro Una historia política de los intelectuales,(1) es que el Internet todavía no valora lo suficiente al intelectual ni al erudito. Otro aspecto muy negativo, que Twitter está haciendo cada vez más evidente, el predominio de la la reacción emocional, el elemento visceral, predomina sobre la racional en la red. Y que es fácil leer comentarios que se pasan de la raya. Políticos extremistas, como Geert Wilders en los Países Bajos, son muy aficionados a atraer a diario la atención sobre su partido con inaceptables insinuaciones, por ejemplo, sobre los grupos étnicos minoritarios. El peligro de este tipo de actuaciones políticas no sólo

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supone el pisoteo de los principios éticos, sino que aficiona a los seguidores de tales figuras públicas a considerar únicamente la defensa de sus propios intereses y prejuicios como lo único importante en la vida política . Pero, incluso en la excelente Wikipedia, a veces, los artículos aparecen lastrados por la osadía de ciertos comentaristas, que insertan por un tiempo sus contribuciones irrelevantes a un campo de saber al lado de estudios serios. Por lo general, la propia dirección de la enciclopedia suele corregir tales excesos. Podríamos resumir lo negativo citando a Roger Kimbal cuando dice que “’el problema de los ordenadores no son los mundos que nos ofrecen, sino el mundo que nos anima a dejar de lado(2).” Cuando una persona pasa su tiempo absorto en Internet pierde algo de la vida, parece desentenderse de la naturaleza. Por las mañanas, cuando llevo a mi perro a pasear por un bosque, varios otras personas lo hacen también, y la mayoría van leyendo el e-mail o consultando las noticias en su móvil. ¿Qué se pierden? Aparte del canto de los pájaros, la luz del comienzo del día, la posible reflexión sobre lo que vamos a hacer. Ellos se inclinan y quizás consultan su agenda digital. Hay sin duda una perdida, una pérdida de contacto con el mundo. ¿Qué hemos ganado? Mucho, veámoslo.

Barcelona, Duomo Perímetro, 2012.

Este trabajo puede consultarse en Internet:

2. La IdentIdad comunaL: eL entorno de Internet El yo se encuentra hoy frente al nosotros. Se ha producido una brecha entre lo que acabamos de denominar la formación intelectual recibida por las personas mayores de cuarenta años, que pudimos absorber mediante la lectura una serie de valores, de ideas, que fueron formando nuestra idea del yo, de la sociedad. Hoy en día, y debido al entorno digital la persona se concibe menos como un individuo completamente encerrado en sí mismo, sino como parte de un nosotros. Este salto en el entorno social, entre el yo y el nosotros, es un verdadero agujero negro de la sociedad presente; el cómo y de qué manera vamos a construir un puente entre ambos supone una de las cuestiones palpitantes del presente. Según el psicólogo clínico belga Paul Verhaeghe, debemos aceptar que la identidad personal no es algo que reside en nuestro interior, escondido, en las galerías del alma, como decía el gran poeta Antonio Machado, sino al contrario, que construimos la personalidad propia asumiendo, coleccionando ideas provenientes de nuestro entorno, del mundo alrededor.(3) Es decir, que la identidad es una construcción. De manera similiar explicaba el filólogo español Américo Castro la figura de don Quijote, de un personaje que se hacía en su

ir caminando por el mundo, donde iba aprendiendo de las diferentes aventuras emprendidas.(4) Así pues, el entorno del Internet no debe suponer tan tremendo choque para la persona, simplemente hay que darse cuenta de que nuestra persona, identidad, no existe sola ni inmutable, sino que el entorno la modifica constantemente. Nunca antes un ser humano había sido capaz de vivir en un estado de privacidad como el presente. Nunca antes había podido ser tan auténtico, es decir, fiel a las normas internas propias no a las impuestas desde fuera; disfrutando de todas las ventajas de la vida urbana y moderna. La identidad digital permite ser uno mismo, sin cortapisas. Uno se sitúa ante el ordenador y gracias a los buscadores puede satisfacer sus necesidades de información, o simplemente mirar imágenes antes desconocidas o prohibidas. Acostumbrarse a esta nueva situación tiene a una buena parte de la ciudadanía, especialmente a la juventud, enfervorizada con las posibilidades de libertad, de expresión, de creatividad, que ofrece. Poco a poco van desarrollando dos personalidades, la digital y la normal, que con el tiempo acabarán convergiendo, pues ambas se alcanzan tras un proceso de maduración. En un futuro que espero no muy lejano, los estudiantes serán capaces de escribir correctamente un idioma verbal y el de un programador.

(3)

Paul Verhaeghe, Identiteit, Amsterdam, De Bezige Bij, 2012, pág. 15.

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Esta idea la expuso don Américo Castro en su libro Hacia Cervantes, Madrid, Taurus, 1957.

3. eL humanIsmo dIgItaL Hace aproximadamente 25 años me mudé de la ciudad de Filadelfia, en el estado de Pensilvania, a la de Davis, en California. La Universidad de California me ofreció unas oportunidades de trabajo interesantes y, tras dieciséis años de profesor en la Universidad de Pensilvania, me pareció el momento apropiado para cambiar de aires. Pasé de vivir en las afueras de una ciudad tradicional, repleta de comercios, museos, un palacio de conciertos con una espléndida orquesta y un repertorio universal, con un buen transporte público, a una ciudad nueva, donde los inmensos aparcamientos de los centros comerciales sustituían a las plazas públicas de la ciudad convencional, y donde todos los negocios pertenecían a una cadena comercial. La única excepción eran los restaurantes chinos. El sol y la bicicleta resultaban los iconos de la pequeña comunidad universitaria californiana, donde el cuidado del cuerpo competía con el de la mente entre su población. A la semana de mi llegada a Davis, el pánico empezó a apoderarse de mi persona, y las sesiones de bicicleta, tenis y la comida californiana, baja en calorías, en vez de sosegarme comenzaron a resultarme inquietantes. Únicamente las frecuentes visitas al cine calmaban mis inquietudes. Por fin, llegó mi biblioteca en un camión de mudanzas. Nunca antes había necesitado tanto mis libros, la seguridad que ofrecen. La cultura de la ciudad de Davis, reducida a la biblioteca municipal y a un auditorio musical universitario con programas (5)

de temporada, porque mi espíritu aventurero no había contado con el hecho de que mi nuevo espacio laboral carecía de tradición cultural alguna. Hoy en día, me sigue pasando lo mismo con mi biblioteca, sea en Madrid o en Ámsterdam, mis residencias habituales, mi biblioteca, mis libros, constituyen mi escudo, el soporte, lo que me cubre las espaldas, y una verdadera extensión de mi persona. De aquella experiencia conservo la costumbre de nunca viajar sin tener material de lectura suficiente y el iPod cargado para cualquier eventualidad. Material que clasifico de dos tipos, el de mantenimiento, la lectura de novelas, o de artículos interesantes que despiertan mi interés sobre lo que sucede en el ancho mundo cultural. Sin embargo, cuando los operarios de la universidad en Davis instalaron un nuevo ordenador en mi despacho, el entorno digital se convirtió en una extensión de mi persona, sin la que no podría estar como no puedo estar sin mi biblioteca. Esto ocurría a finales de los años ochenta. Este cambio lo explica Zygmunt Bauman con enorme claridad: La aparición de la informática fue, sin embargo, lo que asestó el golpe moral a la “naturalidad’’ del entendimiento comunal: la emancipación del flujo de información respecto al transporte de los cuerpos. Una vez que la información pudo viajar con independencia de sus portadores, y a una velocidad superior a la de los más avanzados medios de transporte (como en el tipo de sociedad en la que vivimos hoy en día), ya no podía trazarse, y mucho menos sostenerse, la frontera entre el “interior” y el “exterior”.(5)

(2001) Comunidad. En busca de la seguridad en un mundo hostil, Madrid, Siglo XXI, 2009, pág. 7

De pronto, el acceso a la información era extraordinario, las posibilidades de comunicar con otros tan instantáneo, que el sentimiento de vivir en un entorno cultural rico, como el de la ciudad de Filadelfia, se vio aumentado por la posibilidad de asistir a un concierto no sólo de la sinfónica de Filadelfia, sino de cualquier orquesta del mundo a través de Internet. Hoy ya podemos visualizar de antemano los lugares que vamos a visitar. El pasado, la lectura de libros en papel, los libros, nos permiten establecer contacto con la persona, con nuestra conciencia cosmopolita, que nos conecta con un universo caracterizado por la pluralidad y donde la palabra se mezcla con la imagen y con el sonido. Hace unas semanas fui de vacaciones a Gran Canaria con mi mujer y mis hijos desnudo digitalmente hablando. Sin móvil, sin ordenador, nada de nada. Al segundo día mi mujer me ofreció su iPhone de la manera más casual: ¿pero no quieres mirar tu e-mail? Caí en la tentación, y enseguida hube de reconocer mi error. De una revista me pedían una reseña para el viernes siguiente, a un profesor de Madrid le urgía un listado de mis trabajos de investigación realizados en 2011, a poder ser ya... y así. Me sentí igual de mal que en Davis sin mis libros de papel. Entonces decidí que jamás volveré a viajar desnudo digitalmente hablando. Todo esto me lleva a definirme como un profesor y un escritor internetizado, que no puede funcionar sin su identidad digital. De todas maneras, pienso que el lugar físico donde se trabaja sigue importando. No es lo

mismo vivir en EE.UU. que en Europa. La vida civil y política en Norteamérica resulta de una pobreza apabullante comparada con la europea. Al otro lado del Atlántico un candidato presidencial puede ganar primarias presidenciales del Partido Republicano (2012), el señor Rick Santorum, proponiendo que se borre la línea que separa al Estado de la Iglesia. Tales pronunciamientos confirman sus prejuicios en vez de ofrecer ideas para el debate político. Europa y su denostado estado de bienestar supone una conquista social extraordinaria. Sin embargo, la esfera anglosajona sigue siendo esencial para la ciencia y la innovación cultural, aunque Suecia, Finlandia, Dinamarca y Holanda, disputen el cetro de la innovación incluso a Silicon Valley. A pesar de ese enrarecido ambiente, donde las libertades humanas o religiosa, como el tener control sobre tu propio cuerpo, son disputadas a diario, la minoría intelectual ofrece al mundo un ambiente de reflexión envidiable. Las revistas y los libros universitarios americanos siguen siendo un soporte indispensable del bienestar cultural, pienso en revistas como The New York Review of Books o The New Republic. O sea, que el Internet puede resultar un instrumento liberador a ambos lados del Atlántico, por razones distintas. El Internet por suerte ha venido a acercarnos culturalmente a los norteamericanos y los europeos. La problemática social parece también mejorarse con el Internet, pero no es así. La influencia de Facebook en el despertar de la primavera árabe me parece más que cuestionable. El Internet añade mucho, pero no simplifica el

mundo, al contrario lo hace más complejo. Debemos defender frente a su superficialidad la necesidad de educar, de estar bien informados, para que la democracia liberal siga siendo viable, y, desde luego, conseguir que las Humanidades se hagan también digitales. Hay que aprender a utilizar los nuevos medios de comunicación, los algoritmos, para entender mejor lo que sucede en cada ámbito de la vida social.

4. La LIteratura y Lo dIgItaL Cuando un autor inicia el proceso de redactar una obra, lo primero que hace es pensar un tema. A continuación, imagina el lugar y el tiempo donde lo situará, a la vez que inventa los personajes que encarnarán el argumento o desarrollo temático. Cada uno de estos elementos juega un papel importante en la creación, pero quizás el principal sea la conciencia que los aúna y da coherencia al narrarlos, la voz que reune sus pensamientos y las voces de los personajes de la obra. Por ello, la razón principal de leer a los clásicos resulta bien sencilla de formular: esos textos canónicos conservan viva la memoria de nuestra cultura, de esa conciencia nacida en la pluralidad de voces de la interacción humana, que tiene lugar en el trato social. Galdós ilustra perfectamente la grandeza de un creador volcado en la tarea de dramatizar la expresión de una (6)

personalidad y de sus relaciones con otros, lo que permite entender el espíritu de su época. Los personajes, las calles y ciudades donde viven constituyen el trasfondo que pone en relieve la vida del grupo, de la sociedad española de su tiempo. Lo complicado, sin embargo, es seducir a las nuevas generaciones, que rechazan la lectura, por hallar más atractivos los contenidos digitales a los de papel, sobre la importancia de leer a los clásicos, el valor de saber de dónde venimos y a dónde vamos. Que las ideas poseen un valor moral que contrasta con la emoción y el goce momentáneo. El camino no es fácil, pero ni la mentira ni el dedo autoritario ayudan nada. Siempre me viene a la memoria un crítico pedante que casi semanalmente repite en sus columnas eso de ‘me acuerdo todavía de un pasaje que leí siendo joven’. Semejantes sandeces deben dejarse de lado, pues en la mayoría de las ocasiones no recordamos el contenido del libro que leíamos hace una semana. Lo esencial insisto es combinar la conciencia individual con la riqueza presencial que permite el Internet. Hoy en día, incluso en el mundo occidental donde el laicismo permea todos los espacios culturales, perviven las nociones de alma, de conciencia individual, de conciencia, y, sin embargo, sabemos que la nueva conciencia del nosotros se le ha sumado. Vivimos una etapa histórica de pérdida de memoria masiva, según Joshua Foer,(6) un alzheimer

Joshua Foer presenta esta provocadora idea en Moonwalking with Einstein: The Art and Science of Remembering Everything, New York, Penguin, 2011.

colectivo, lo cual se debe según él a la llegada del Internet y del entorno digital. Esta idea la comparten muchas personas. Otros, en cambio, preferimos pensar que la memoria hoy se ha extendido y atiende nuestras necesidades de otra manera, especialmente de manera digital(7). El sunami de información que nos llega a diario, vía la prensa diaria, la televisión, la radio, el Internet, resulta en verdad inabarcable, obliga a leer de otra manera. Para estar al tanto de los sucesos, de cuantas cosas nos cuentan no podemos menos que leer en horizontal, sin la intensidad que requiere la entrega a un texto. Por ello, la memoria cada día juega un papel menor en nuestras vidas, pues apenas tenemos espacio en la mente para almacenar la información captada, estamos ocupados revisando el contenido de los puñados de información recibidos. Pasamos la vista sobre unas cuantas líneas de prensa, y antes de poder memorizarlas, el siguiente asunto, la próxima noticia, desplaza a la anterior. La atención salta así de asunto en asunto. Si sumamos a esto el biologismo actual, la creencia de que el destino del hombre está ya en su ADN y de que el cerebro nace con unas pautas marcadas, el hombre parece destinado a perderse en esa gran corriente de bites y de neuronas, que nos conducen sin que la voluntad pueda hacer nada.

5. La Lectura de Los cLásIcos La lectura de los clásicos, uno de los pilares del cultivo de las Humanidades, puede ofrecer una alternativa a la fragmentación, dispersión ocasionada por lo digital y al determinismo biológico, pues es como si dijéramos la mente común de un grupo de personas que se expresan con una misma lengua. Lo primero es admitir que los conceptos amplios, la rex extensa, sea la religión, la política, e incluso la literatura, han perdido el dominio sobre su territorio. Los conceptos acuñados en tablas de piedra de edad moderna se han vuelto líquidos(8). El deber religioso no supone obediencia ciega en ninguna religión; en la católica, hay sacerdotes que defienden su derecho a abandonar el celibato, al igual que la autoridad constitucional pierde su fuerza política ante los indignados, que cuestionan los procedimientos de los políticos de partido. De manera semejante, la gran literatura, vestida con la elegancia de la piel en sus obras completas o en los modelos de diseño del libro de tapas duras, no se siente tan elegante ante los trapillos y colorines de los superventas. Dicho en términos comunes, un diseñito de Zara se compara hoy con uno de Chanel. Conviene, pues, ir con los tiempos, y aprovecharnos de sus características. Un clásico literario

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Trato este tema extensamente en mi libro El sexto sentido. La lectura en la era digital, Vigo, Academia del Hispanismo, 2010.

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Esta idea la expone Zygmunt Bauman en su libro La Modernidad líquida, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1999.

es aquel cuya obra ofrece una multiplicidad de facetas que permite a los lectores comprender la sociedad de su tiempo y, a la vez, iluminar la encrucijada del presente. Su particularidad se aprecia enseguida porque su obra puede abordarse de diversas perspectivas. La grandeza de los escritores del siglo XIX resulta enseguida evidente, un Honoré de Balzac, un Gustave Flaubert o un Benito Pérez Galdós, a diferencia de escritores menores, escribieron libros que desazonaron al lector medio de su tiempo. Son historias que mezclan la narración de la vida de un personaje, una persona de su época, enmarcada en la sociedad española decimonónica. Pienso, por ejemplo, en La desheredada (1881). La historia de la joven Isidora Rufete que viene presentada en un contexto inmenso, donde observamos cómo la psicología, la psiquiatría hacen su entrada en la novela para justificar las desviaciones de la persona, que hasta entonces habían sido poco entendidas. En principio, un clásico nace así, con una especie de crisol de aspectos de la vida, que recoge la realidad en su complejidad. Vivimos, como digo, asediados por la omnipresencia de la información, tan rica y sustanciosa, que nos ha producido la enfermedad que denomino infobésitas. Produce en quien la padece una incapacidad para establecer islas de información,

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de interpretación, donde hacer una pausa para asimilar la enorme cantidad de datos que conocemos. Este es el gran reto del futuro, cómo dotar de sentido a todo cuanto llega a nuestro conocimiento. En literatura, el camino tradicional es utilizar el palacio de la gramática, el castillo de la historia literaria, y la autoridad estética, canónica, como la principal manera de domar esa exuberante multitud de datos, de percepciones, de ideas, o recurrir al mundo digital, al Internet para intentar organizar esa avalancha de información. Las dos disciplinas tradicionales, la gramática y la historia literaria, se supone que sirven para domarla, ponerle un bocado, y que el caballo no se nos desboque. En cambio, el Internet, el mundo digital, se deja contaminar, llenar, sin mayores protocolos. Entonces, cuando pensamos en un clásico, sí se lo explicamos a la gente, al estudiante, mediante la importancia del lenguaje del autor, su justeza gramatical, la corriente literaria en que se inserta, la historia de la literatura que lo consagra. Así perdemos a los futuros lectores, porque la gramática y la historia literaria resultan frías e insulsas ante la inmensidad de información y de imágenes que una persona puede encontrar en el Internet.(9) Es como si obligáramos a nuestros bebés y niños pequeños a jugar con esas formas cuadradas o redondas que encajan en los

Jesús G. Maestro trata con brillantez este tema en Genealogía de la Literatura, Vigo, Academia del Hispanismo, 2012.

agujeros de una caja. Enseguida el niño quiere jugar con el teléfono móvil de mamá o teclear en el ordenador familiar, y antes que nos demos cuenta se ha perdido por el éter digital. Es decir, de jugar con la rigidez de las formas de plástico que caben en una caja pasa a cruzar fronteras abstractas, por eso la lectura del clásico, de un autor excepcional debe ofrecerse en su multitud de facetas, para que ese hábil jugador del mundo digital quede enganchado en uno de los rincones de la red tendida por el interés y la curiosidad. Este es el punto esencial a destacar, que el valor de los libros en la actualidad no depende de si son literarios o no, sino del interés que despiertan en los lectores; a este desarrollo de las costumbres lectoras debemos atenernos los profesores de literatura y los humanistas en general, que la lectura ha cambiado de signo. Por muchas razones, entre otras que la alfabetización en Occidente es casi universal, o sea que hay muchas personas capaces de escribir un buen relato, y en especial, porque los relatos pueden ser interesantes aunque no traten de asuntos literarios, como sucede con el ensayo Anatomía de un instante (2009), de Javier Cercas sobre el 23F, que es tan buena lectura como sus novelas.

6. La enseñanza de La LIteratura La crítica y la enseñanza de la literatura han perdido por el camino de los estudios filológicos su energía creativa. Hay que corregir con urgencia

un malentendido modernista: que la grandeza de un texto depende de su belleza verbal textual. Lo mejor de un libro, de un escrito, proviene de su fuerza, la energía que conserva en su seno procedente de la riqueza del acto creativo, que, a su vez, se duplica cuando una persona lee atento la obra. Quizás se nos ha escapado que un escrito ha permitido al escritor permanecer concentrado, ajeno al mundo, mientras la redactaba, y que el lector igualmente centrado ha perdido la noción del aquí y del ahora mientras la leía. Ese momento, el proceso mental que supone concentrarse eleva la conciencia, permite al hombre mientras se concentra acelerar su creatividad, al escritor al redactar y profundizar en el tema que trata, mientras al lector le emite mil y una sugerencias. Es tanto el argumento o el tema de una obra, y la energía que produce. En vez de proceder hacia la palabra, pensar su significado, su procedencia etimológica, el lugar que ocupa en el diccionario, sus sinónimos, sus posibilidades de combinación en la frase gramatical, su sintacticismo, hagamos de ésta una mera dependiente del hombre que las utiliza. Hay un camino equivocado que venimos transitando, donde el escritor parece sometido a la palabra, y el lector, esclavo de su buen uso, de su pulido para darle esplendor. Este pulido nos obliga a usar muletas, que llamamos diccionarios, gramáticas, ortografías, para proceder adelante. Además, el camino está tan transitado y trillado que es imposible que ofrezca nuevas variantes. Propongo que traslademos esa pluralidad a la manera en que tratamos a un clásico, y quizás

así podremos ofrecer una imagen del clásico atractiva en ese río digital. Hago mía la pregunta de Curtis White :¿Cómo la literatura va a sobrevivir a todo esto? Las letras ya no lo tenían tan fácil en España, donde la literatura se ha convertido en un arte inútil, pero ahora la falta de difusión de la misma, la preferencia de la juventud por otros medios de comunicación, la mercantilización de la literatura. Quizás el futuro no pasa por los clásicos, como he argumentado hace un momento, sino que la obra del futuro el autor sea más bien unas especie de editor, capaz de conjuntar diferentes voces. Shoah (1985), Claude Lanzmann, o, simplemente como dije, un autor que nos seduce con su relato. Paso a continuación a tratar de un tema paralelo al tratado, las ventajas y desventajas del libro digital, al que los jóvenes miran con entusiasmo y los mayores temen por razones que suelen tener poco que ver con la realidad de este soporte, que ha venido a acompañar al soporte del libro en papel.

7. eL LIbro dIgItaL (Los e-books) Comencemos recordando dos estadísticas: las ventas de libros digitales en España (2011) supusieron un 2,7% del total, y sólo el 4% de los españoles tienen un lector digital. La disyuntiva planteada con frecuencia entre el formato del libro en papel o el digital me parece menos interesante

que indagar cómo estos dos formatos afectan a lo esencial: la creatividad que permite el proceso humano. El libro de papel es para la gente de mi generación importante porque en ellos aprendimos, nos formamos. Constituyen como la columna vertebral de la formación intelectual, de la persona y personalidad, del hacerse individual. El e-book llegó a nuestras manos cuando hacía tiempo que habíamos concluido la formación básica, pero no por ello no hemos dejado de aceptar el e-book por su extraordinaria comodidad y versatilidad. Satisface otras necesidades a las del universo de papel. Repetir el dilema de si debemos preferir una formato u otro, el digital o el del papel, no me parece tan relevante. Simplemente recuerdo que el libro de papel también tuvo sus detractores, desde la época de la invención de la imprenta, cuando se pensó que iba a debilitar la memoria, pues no hacía falta ejercitarla como en la época de la oralidad (Escolar Sobrino, 2000). Se llegó a pensar que los periódicos y revistas del siglo XIX iban también a acabar con los libros, que los préstamos efectuados por las bibliotecas populares iban a terminar con la costumbre de comprar libros; durante los años cincuenta, se hablaba en España del daño que hacia la televisión, pues robaba el tiempo para leer. Todos estos factores han afectado nuestra manera de crear, de inventar. Paso a enumerar sucintamente las ventajas y las desventajas del libro digital.

8. Ventajas deL LIbro dIgItaL 1. La más importante, a simple vista, es que el libro digital permite hacer una lectura del texto no lineal, lo cual facilita el saltarse la paja. Las famosas digresiones que durante los años de universidad aprendimos a interpretar como guiños autoriales para perdernos en marañas complicadas, hoy nos damos cuenta de que eran, en su mayor parte, trucos para prolongar el texto, y que apenas llevaban a nada. A consecuancia de ello, los libros en el futuro serán más cortos. Hay un inconveniente. Parece, sólo parece, que el contenido va a predominar sobre la forma. Da la impresión de que con el tiempo se producirán más ideas, pero no parece ser el caso. ¿Está perdiendo fuerza el razonar?¿Faltan ideas innovadoras? 2. La edición digital permite al autor saltarse el conglomerado editorial, ahorrarse su arrogancia de la crítica, que lleva cien años dictando lo que debemos leer(10) y cómo debemos juzgarlo (Bloom, 2004)(11). Por ello, el libro digital actuará como contrapeso a la permanente entronización

de una sola ideología, propiciada por Harold Bloom(12). El insigne profesor de Yale, cuya presencia en el terreno cultural ha sido, en mi opinión, nefasta, es un crítico que carece de flexibilidad, defiende una única ideología, la ultraestética, un poco como hizo nuestro Marcelino Menéndez Pelayo, sustituyendo la verdad crítica, maleable, flexible, superable, por un dogma. Las verdades de Bloom como las de Menéndez Pelayo impiden el diálogo, el cambio de opinión, la matización, con lo que la literatura eleva su listón a una altura de ciencia teológica, y claro cuando topamos con la palabra Dios ya no hay manera de decir palabra. Sin embargo, la sabiduría de ambos ofrece claves esenciales para interpretar la literatura, que tampoco podemos dejar de lado. 3. Los libros permanecen siempre en estado de borrador perpetuo, pues nunca se terminan de escribir(13). Esta idea de Carr me parece muy fructífera, el hecho de que terminemos de escribir una pieza, sea un artículo o libro, y el texto siga siendo susceptible de modificación.

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Uno de los mejores exponentes del crítico que dicta los mandamientos literarios es Harold Bloom, véase su libro (1994) El canon occidental: La escuela y los libros de todas las épocas, Barcelona, Anagrama, 2005.

(11)

Del mismo autor, Harold Bloom, consúltese su libro (2004) ¿Dónde se encuentra la sabiduría?, Madrid, Taurus, 2005. (12)

Brian Dillon, “Reseña del libro de Harold Bloom Anatomy of Influence”. http://www.guardian.co.uk/books/2011/jun/05/anatomy-influence-harold-bloom-review> 21-11-2012. (13)

Nicholas Carr. The Shallows. What the Internet is Doing to Our Brains, New York, Norton, 2010.

4. Hay tanta información en Internet que no parece una noción equivocada la de que podemos aprovecharnos de todas esas ideas y juntarlas, rejuntarlas, recontextualizarlas, hasta que le exprimimos otro sentido. La creatividad, la genialidad pasa a un segundo término, y nos encontramos con la noción del genio no original(14), es decir, que hay autores y artistas en el presente que reposicionan, reconstextualizan pinturas o libros del pasado. Por ejemplo, el famoso cuadro de Velázquez “Las Meninas” ha sido recontextualizado, vuelto a pintar con otro estilo por muchos artistas, entre los que cuento las excelentes versiones hechas por la pintora española actual Mercedes Gómez Pablos. 5. Crowdsourcing. Se refiere a la necesidad actual de unir a muchas gentes en el mismo proyecto parece ser una de las grandes ventajas, útil sobre manera en las ciencias. 6. Open access. La manera de obtener beneficios por un libro científico o incluso literario ha cambiado. Antes el usuario pagaba el precio del libro o la revista y se acabó. Ahora el coste de la publicación va incluido en el mismo proyecto de la publicación del libro o de la revista. El problema se presenta con el peer review, es decir, con la exigencia de que los colegas revisen el trabajo científico de otros, para evitar errores y el fraude. 7. La autenticidad. Hemos pasado del gusto por

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las letras de tipo realista, basadas en las noticias, lo novedoso y sorprendente, a lo experimentado por el escritor. La juventud valora la experiencia. La televisión, el Internet, por eso han ganado terreno, por YouTube, por los millones de imágenes, de experiencias.

9. desVentajas deL LIbro dIgItaL 1. La desaparición de las librerías es quizás la principal. Ha traído consigo diversos problemas sociales, como la falta de lugares comunitarios. Pero hay soluciones: la Universidad Internacional Isabel I de Castilla, en su permanente búsqueda de lugares de socialización alternativos para los estudiantes que siguen sus cursos por Internet, ha habilitado diversos espacios donde los estudiantes se pueden reunir en su propio lugar de residencia, aprovechando espacios libres en institutos y otras edificios públicos. 2. El exceso de información que padecemos en el presente agobia a los lectores. La infobésitas se convierte en una enfermedad del cuerpo social. 3. El legado intelectual queda en manos de los managers, sometido al comercialismo. Google, Amazon, Apple, son el equivalente actual de General Electric o General Motors de su tiempo, mediados del siglo XX. La diferencia

Marjorie Perloff. Unoriginal Genius: Poetry by Other Means in the New Century . Chicago, University of Chicago Press, 2010.

entre aquellas empresas y las del presente es la influencia que ejercen sobre los derechos del individuo, su deseo explícito de apoderarse de la propiedad de los movimientos del individuo en la Red. Apenas tenemos tiempo para montar un efectivo frente de defensa de nuestros derechos, por la velocidad a lo que todo esto ocurre. Además hemos pasado de la era del mercado al de la financiera. Ya no es sólo que el mercantilismo domina el mundo de la literatura, los premios literarios, por ejemplo. Lo que sucede es que el dinero, las grandes finanzas dominan el espacio social. Por ejemplo, el negocio de libros de Amazon. La empresa pasó años perdiendo dinero, pero Jeff Bezos, su fundador,siguió adelante apoyado en una fuerte financiación, introduciendo innovaciones, esquivando los múltiples problemas que le salían al paso, las exigencias del pago de los derechos de autor, por ejemplo. Bezos tenía un objetivo claro: acortar la distancia entre el productor y el consumidor. Hasta que consiguió expandir su negocio a los lectores digitales, como

Kindle Fire, y ahí empezó a tomar vuelo. Lo estupendo de su negocio es que no necesita grandes almacenes como las editoriales tradicionales. Amazon es sobre todo un gran intermediario. Steve Jobs fue un gran hombre de negocios que llevó al mercado estupendos productos, pero también contribuyó a introducir fórmulas sofisticadas de pago por leer un libro online o escuchar música. De hecho, el coste no hace mas que subir, después de un primer momento de gracia. La lectura de un libro digital o el escuchar música exige un aparato, lo que supone un gasto importante. Todo esto ha ocurrido a la velocidad de la luz. Los grandes referentes científicos del presente, las ciencias biológicas y la informática, conocen antecedentes muy recientes. La palabra biología fue acuñada tan sólo en 1803 por el francés Jean-Baptiste Lamarck, y la de ordenador (computer) fue utilizada por primera vez en 1897. Si comparamos los desarrollos de ambas ciencias con el del libro, por ejemplo, nos asombraremos. Gutenberg inventó la imprenta en 1440. Tarda-

mos siglos en tener la figura de un impresor-editor profesional, lo que ocurrió en los siglos XVI y XVII, que imprimía y vendía sus libros. El editor en la forma moderna llegó en el siglo XIX. Tardó un siglo más en mercantilizarse por completo. Las grandes compañías editoriales del presente han conseguido dominar no ya los mercados, sino poner en orden las finanzas en muy breve tiempo. Podemos ser pesimistas, y pensar que

la cultura, las humanidades, se diluyen y deterioran por culpa, bien del consumismo o del mundo digital, pero quizás esa actitud sea debida a la nostalgia que producen siempre los tiempos pasados(15). Las Humanidades evolucionan, pues el hombre que las crea e interpreta también lo hace, tanto en su formato como en su esencia, y por ello, y en una época en que toda cambia a la velocidad de la luz, no podemos quedarnos atrás.

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(15)

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