Identidad e identidades fugitivas

June 5, 2017 | Autor: Francisco Traver | Categoria: Neurociencias
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Identidad e identidades fugitivas (I)

No deja de ser curioso que mientras la personalidad haya sido la gran perseguida en cuanto a investigación en las teorías psiquiátricas, psicológicas y psicoanalíticas, la identidad se haya constituido en la hermana pobre del psiquismo. ¿Qué sabemos de la identidad?¿Sabemos al menos qué significa este concepto? No tenemos más remedio que recurrir a un psicoanalista llamado Eric Erikson si queremos averiguar algo sobre ella y su ontología. Para empezar recomiendo al lector que hurgue en este post donde hablé de un concepto fundamental en Erickson: el concepto de difusión de la identidad. Podríamos definir la identidad como “ese sentido de continuidad en la experiencia de nosotros mismos, una continuidad histórica, generacional, nacional, que incluye valores, creencias y un sentido de pertenencia a algo supraindividual, a algo que está más allá de nosotros mismos trascendente o banal pero que en cualquier caso es una experiencia compleja que incluye a la memoria, a la autoimagen, a la vivencia del tiempo y a las emociones y valores, sobre todo a esa dificil síntesis entre el apego y a la autonomía personal”. La difusión de la identidad podría definirse como “no saber quien es uno” o al menos dudar respecto a las posibilidades de ser, lo que es lo mismo que decir que existen múltiples identidades pululando sobre nuestro imaginario como un menú desplegable en el que sólo hay que elegir para decir, “ese soy yo” ahora y quizá otro mañana. Sin embargo no hay que confundir el concepto de difusión de identidad con el trastorno de

personalidad múltiple. En este trastorno, -más un trastorno novelesco que real- una identidad no conoce a la otra, es decir existe una disociación total entre una identidad y otra. La difusión de la identidad supone una posibilidad de elección virtual entre una identidad y otra, una diseminación de oportunidades de ser pero no supone de entrada disociación entre unas partes y las adyacentes. ¿Quien soy yo? Toda identidad es ilusoria y sin embargo -parafraseando a Erikson- solo podemos sentirnos vivos con un sentido de identidad. Agenciarse una identidad propia desgajada del común es una tarea que consume recursos de por vida, siempre está en movimiento y es un proceso dinámico y cambiante. Se trata de una tarea inconclusa pero para entendernos mejor vamos a ocuparnos de cómo y con qué materiales se construye la identidad sobre todo en la transición desde la infancia a la adolescencia hasta la coagulación casi definitiva en la edad adulta. La difusión de la identidad es un constructo creado por E. H. Erikson y que se manifiesta en un sentimiento subjetivo de incoherencia , en una dificultad o impredictibilidad para asumir roles y elecciones laborales u ocupacionales y sobre todo en una tendencia a confundir en las relaciones íntimas los atributos, emociones y deseos propios con los de otra persona y temer por tanto la pérdida de la identidad cuando la relación termina o cuando nos entregamos o nos fundimos en el otro como sucede en las relaciones sexuales. Erikson describió tambien cómo algunos individuos tratan de escapar de este estado de confusión de la identidad merced a la asunción de una identidad negativa,esto es, con roles que resultan antivalores, inapropiados o inusuales dadas las caracteristicas socioeconómicas o de formación cultural de un determinado individuo. Dicho de otro modo la difusión de la identidad implica territorios o dimensiones diversas . Estas dimensiones son 1) la sexual (amor o afectividad), 2) la política (o identidad social) , 3) los valores (religiosos o laicos) y 4) la vocación o identidad laboral o basada en habilidades.

Los primeros ladrillos con los que construimos nuestra identidad es a través de las identificaciones. Identidad e identificación son cosas bien distintas, mientras que la identidad hace referencia al resultado coagulado o adulto de una serie de operaciones binarias de nuestra mente, la identificación siempre es parcial. Lo que se elige como percha de la identificación es un aspecto puntual de alguno de nuestros progenitores o figuras de cuidado. El papá puede ser médico pero yo atraparé de él su prosodia, sus borracheras o su sentido del humor. Si a un niño pequeño le damos objetos de distintos tamaños, colores y formas observaremos que ya el infante es un perfecto clasificador ¿Distinto o similar? El niño clasificará bien por tamaño, bien por color o bien por forma según sus preferencias, agrupará o separará los objetos según el criterio que adopte en cada momento, pero más adelante cuando ya sepa hablar y categorice el mundo se encontrará con una dificultad sobreañadida en su tarea de clasificar: además de objetos existen conceptos y los conceptos como abstracciones que son pueden ser contradictorios entre si, decimos entonces que son contrarios u opuestos: bueno-malo, noche-día, valiente-cobarde, guapo-feo y que son por tanto contradictorios lógicamente, no pueden darse a la vez, lo que nos obliga a un tipo de pensamiento de exclusión o categorial. Si elige uno será para abandonar otro, de esta manera el mundo gracias a nuestro pensamiento simbólico va perforando la realidad y dividiéndola paulatinamente en diversos mundos que sólo

podemos habitar uno por vez y que socavan nuestro pasado que ya no podrá volver a vivirse. Una vez dividida la realidad en conceptos opuestos no se puede sino estar en uno de ellos instalado, mientras el otro opuesto se ignora (o se añora) definitivamente. No hay identidad sin otro con el que compararse, pues compararse es una de las primeras operaciones cognitivas con intención objetal que se dan en los niños. Una de las primera decisiones que toma el niño (y que consiguientemente dividirá el mundo en dos) es ésta: ¿Qué quiero ser? ¿papá o mamá?. La segunda es ¿Cómo quiero ser? ¿Como papá o como mamá? Y esta es la tercera: ¿dónde seré? ¿en la posición de papá o en la posición de mamá?. Naturlamente estas elecciones tienen mucho que ver no sólo con las identificaciones sexuales sino tambien sobre eso que llamamos personalidad y el lugar que ocuparemos entre esos mundos escindidos que nuestra mania categorial han propiciado. Y los papás son sobre todo dos cosas: seres sexuados (hay papás y mamás) y seres limitantes, normativos y que dicen “no” o “porque lo digo yo”. La identidad sexual.Es por eso que las primeras identificaciones se llevaran a cabo a través de un ejercicio de comparación. “Soy un niño como papá, porque tengo pene” o “soy una niña como mamá porque no lo tengo (o tengo otra cosita)”. La anatomía es el destino como decía Freud y es por eso que nuestras primeras identificaciones nos vienen de serie: nos identificamos con lo similar, pero aquí entra en juego otro elemento, un elemento distorsionador tanto como las predisposiciones gené• ticas: el complejo de Edipo. Es interesante introducir ahora un concepto que la mayor parte de la gente no llega a entender: la sexualidad infantil no es la misma sexualidad que la sexualidad adulta. Significa que la sexualidad infantil es también parcial y que el niño es un “perverso polimorfo”, es decir está abierto a cualquier inclinación “sexual” siempre y cuando no se obtenga por la fuerza o con daño de por medio. El niño con sus ventanas plásticas bien abiertas es susceptible de ser impresionado por cuestiones que a nosotros como adultos nos pueden parecer banales: la visión de una pierna desnuda, presenciar como el padre golpea a un hermano o la excitación de compartir el lecho con un adulto pueden provocar en su desarrollo psicosexual efectos inesperados y no lineales en relación con la intensidad del estimulo. Es por eso que cuando hablamos del complejo de Edipo tenemos que entender que lo que les sucede a los niños con sus padres no tiene comparación con lo que nosotros

entendemos como atracción sexual. El niño no siente atracción sexual por su madre a no ser que haya sido erotizado por ella, ni tampoco piensa en asesinar a su padre, sus instintos son parciales, su musculatura débil y su capacidad para planear estos hechos muy limitada. En un post anterior ya hablé del concepto que tenemos hoy algunos psiquiatras sobre el Complejo de Edipo, de modo que solo recalcaré algunas consecuencias de nuestro Edipo revisado. El Edipo puede llevarse a cabo con el padre o con la madre, la idea de que los niños se enamoran de la madre y las niñas del padre es una idea superada. Niños y niñas se enamoran (si puede decirse así) del padre más idóneo como soporte de la intimidad. De este modo dividen el mundo en un padre bueno y un padre malo, pero pueden obtener identificaciones de ambos. Pues el Edipo no es una cuestión de amor sexual (a pesar de que configurará todas nuestras elecciones posteriores) sino más bien una lucha por los recursos. Una lucha (con el resto de hermanos o con el padre malo) por la atención, protección y validación del padre, de la madre o de ambos. Una ganancia de poder e influencia en la familia, en suma, un lugar en el mundo familiar, una visibilidad. Una buena manera de saber como fue el Edipo de alguien es pedirle al sujeto que califique entre 0 (muy malo) a 10 (muy bueno) a ambos progenitores. El que saca mayor puntuación es Layo, el padre del Edipo mítico y por supuesto puede ser tanto la madre como el padre. Lo usual, con todo es que los niños prefieran al padre más fuerte y las niñas al más cariñoso. Pero es mejor que no lleves a cabo este sencillo test porque la gente no te dirá la verdad, es mejor acudir al método indirecto para averiguar quién es el padre preferido. La difusión de la identidad sexual se manifiesta en el adolescente con dudas acerca de las preferencias sexuales o bien con miedos acerca de llegar a “ser homosexual” o a que los demás sospechen esta inclinación, también con dudas con respecto al sexo “verdadero” o al género. Naturalmente esta situación es psicológicamente insoportable para el sujeto que puede ser presa de ansiedades arcaicas o de perplejidades casi psicóticas cursando en crisis, el resto del tiempo el sujeto puede vivir en una moratoria, una indefinición, un tiempo de espera hasta que algún evento externo promueva la definición. Conviene visionar la cruz que más arriba colgué, para entender que la identidad es un forcejeo constante entre exigencias y necesidades sociales y sexuales, entre los valores de una familia, una cultura y las habilidades personales que con el tiempo darán lugar a

una elección profesional. El sujeto ha de integrar todas estas fuerzas y ubicarse en el centro guardando un equilibrio más o menos estable, sin embargo esta construcción de la identidad está sometida a multiples averias de las que seguiremos hablando en el proximo post.

Identidad e identidades fugitivas (II)

La identidad va construyéndose con los materiales de la familia, el apego, las identificaciones preedípicas (arcaicas) y edípicas, y tambien naturalmente con las posibilidades genéticas. Hoy sabemos a través del concepto de “prepared learning” que existen unos aprendizajes fáciles (como la adquisición del lenguaje) y otros no tan fáciles que requieren ciertas disonancias entre lo percibido y lo real. No se puede elegir ser cualquier cosa, hay una serie de habilidades que todos tenemos y que con el tiempo iremos conociendo. Y una identidad segura es aquella que se construye con los ladrillos de nuestras habilidades y nuestra esencia (valores morales y culturales). El primer problema identitario que se le plantea a un adolescente está relacionado con el mundo de la escuela. No me refiero ni a las guarderías, ni a la escuela primaria, sino a eso que llamamos en España ESO o Bachiller. Es ahi, en ese lugar donde la identidad va

a sufrir nuevos tironeos que requieren un trabajo de transformación por parte del adolescente. Un trabajo de tironeo que discurre entre estos pares binarios según el nivel de maduración alcanzado:

La identidad social.Hay una distancia sensible entre la identidad ” de casa” y la identidad”de la escuela”.Los muchachos han de abandonar periódicamente la identidad que adquirireron en su infancia para negociar con sus iguales. Y sus iguales son sus compañeros de escuela y ya no tanto sus padres. Según Judith Harris de la que hablé aqui, la influencia de nuestros iguales va a ser determinante en la construcción de nuestra personalidad y nuestra identidad, mucha más influencia de la que nuestros padres y nosotros mismos suponemos. Un adolescente funciona asi, padres=casa y amigos=otros entornos. Y ambos no se pueden mezclar. Es por eso que los adolescentes se avergüenzan de que sus amigos les vean con sus padres y explica porque se esfuerzan tanto en mantener ambos mundos separados. Para un adolescente lo más importante, lo vital es no ser diferente. Y lo que diferencia a un sujeto de otro es el entorno familiar, alli puede haber un padre invalido, una madre incompetente, un hermano ciego, una familia divorciada emocionalmente,

etc. El adolescente tratará de mantener el secreto, pues lo importante en este momento de su vida es mantener esa coherencia con sus iguales, adquirir una identidad social totalmente separada de aquella que adquirió en su familia. En el Bachiller el adolescente ha de tomar decisiones muy importantes: elegir amigos, elegir grupo y elegir enemigos. Intimidad en la amistad y repudio de “los otros” son los polos entre los que circula la identidad en ese tiempo. Hasta que llega el siguiente escollo. Me refiero al amor o a los escarceos amorosos, con o sin sexo, incluido. Se trata de elecciones que muchas veces están sometidas al dictamen del grupo y destinadas a obtener popularidad o autoafirmación. Amoríos que discurren entre la intimidad y el aislamiento al que se trata de evitar a cualquier precio. La sexualidad ha de integrarse con las expectativas y las demandas sociales, tambien con la capacidad de gestionar los conflictos que las relaciones sexuales producirán inevitablemente. La promiscuidad es precisamente una de estas conductas que podriamos llamar “identidad fugitiva” relacionada con la tensión en esta dimensión sexual-social. Os pondré inmediatamente un ejemplo: vivir en una sociedad más o menos tolerante con el sexo como es la nuestra no impide los conflictos emocionales con la gestión del mismo. Es posible predecir que: a más precocidad sexual más conflictos emocionales vamos a encontrarnos con el sexo. Una paciente nuestra de 15 años que se encuentra ingresada en nuestra Unidad Infantojuvenil me decía el otro dia que tiene un novio y dos amantes (sic). Cuando discute con el novio -algo que sucede por guasap todos los dias- o bien se corta o bien -como venganza- se acuesta con uno de sus amantes disponibles. Naturalmente la libertad sexual no parece haberle ido muy bien a esta muchacha, todo parece indicar que su precocidad y promiscuidad sexual no hace sino sumergirla en conflictos más graves de los que tendría de no existir esa libertad sexual. Se trata de un caso (por otra parte muy corriente) donde podemos observar esta disonancia entre una libertad externa aparentemente sin límites y unos recursos psicológicos muy pobres a la hora de gestionar los inevitables conflictos que surgen entre las personas que comparten una gran intimidad.

La promiscuidad es una forma de agenciarse una identidad separada de la familia y al mismo tiempo una identidad con prestigio en el grupo al menos en nuestro entorno. Tambien entre los chicos, las chicas fáciles tienen una gran popularidad. Hoy las chicas han dejado de ser víctimas de los chicos aunque sin saberlo se han convertido en sus propias víctimas pues el sexo sin intimidad profunda es muy disadaptativo para las mujeres y contribuye a crear un habito de vacío al tiempo que se configura como una opción de venganza frente a cualquier frustración. Una identidad enroscada en estas emociones está destinada sin duda a generar un campo de personalidad inestable o límite. La promiscuidad puede ser considerada como una conducta de escape destinada a la regulación emocional y es tan eficaz como darse cabezazos contra la pared, una conducta que podemos observar en los chicos. La identidad sexual y la identidad social forcejean constantemente pues no todo lo sexual puede socializarse, ni todo lo social debe sexualizarse. Pero aun existen otros dos gigantes en pugna relativos a la construcción de la identidad: los valores y la vocación.

Identidad e identidades fugitivas (III)

La pérdida del sentido de identidad se expresa a menudo en una hostilidad desdeñosa y “snob” con respecto a los papeles que se presentan como apropiados y deseables en nuestra propia familia o en nuestra comunidad inmediata. Cualquier aspecto parcial, o la totalidad, del papel requerido, ya sea masculinidad o femineidad, nacionalismo o el ser miembro de una clase, puede volverse el objeto preponderante del agrio desdén de la persona joven. Ese desdén excesivo por su medio se encuentra entre las familias anglo-sajonas más antiguas y entre las familias latinas o judías más recientes; y fácilmente se transforma en un disgusto general por todo lo americano y en una hipervaloración irracional de todo lo extranjero. La vida y el vigor parecen existir, solamente, en el lugar en el cual uno no se encuentra, mientras que la decadencia y el peligro amenazan en cualquier lugar en el cual uno se encuentre. (E. Ericsson).

Este párrafo que pertenece al trabajo de Erickson que se titula “El problema de la identidad del Yo” que cité aquí, habla precisamente de la construcción de una identidad negativa o fugitiva por parte de aquellos que en su búsqueda no pudieron, supieron o quisieron identificarse con aquellos valores, familiares o culturales entre los que crecieron. Algunas personas prefieren adquirir una identidad negativa que al menos garantice una cohesión personal que someterse al imperio del desmembramiento que supone la persistencia de una difusión continua de la identidad. Generalmente los valores (o la falta de valores) que nos impregnan desde la edad más temprana en nuestra familia, entran en conflicto pronto o tarde con los valores que se defiende en nuestro grupo de iguales. La traición, la deslealtad, la mentira, la violencia o la falsificación pueden ser “valores” ampliamente defendidos por el grupo en oposición a la familia. Y tal y como comenté en el post anterior para un niño preadolescente lo importante es no ser considerado como diferente por sus iguales. La construcción de la identidad sigue una serie de elecciones binarias que son necesarias para lidiar con las distintas ansiedades que van apareciendo en la maduración, pero lo importante es 1) Toda identidad es ilusoria, si bien agenciarse una identidad es absolutamente necesaria para el muchacho y 2) la diseminación de las oportunidades de ser genera no pocos conflictos en la adquisición de una identidad, tanto más como que en un entorno liberal como el nuestro tendemos a ver toda identidad como un derecho siendo la mayor parte de las veces un capricho, una ocurrencia 3) El muchacho ha de lograr encajar sus habilidades innatas y sus posibilidades de estar-en-el-mundo con una identidad aceptable, si bien es de destacar que la compulsión por la identidad, el ser diferente, notable y único tiene más valor que el ser auténtico, es decir ser realmente quien se es. Dicho de otra manera: ha de encajar en esa identidad su narcisismo o su autoimportancia, también su masoquismo o las exigencias del Superyó y conseguir debilitar o ocultar sus vulnerabilidad y ser aceptado por su grupo de iguales. No importa si es rechazado por el grueso de la sociedad. Ser un paria marginal o un personaje fronterizo también tiene sus beneficios. Y para lograrlo ha de lograr integrar en cada paso un par de fuerzas o tendencias binarias, tendencias que dividirán en cada elección el mundo en dos y que suponen una bifurcación: superada la misma ya no habrá vuelta atrás. Estos son los pares de fuerzas en discordia:

1.-Confianza-desconfianza 2.-Autonomia-vergüenza 3.-Iniciativa-culpa 4.-Eficacia-inferioridad 5.-Identidad-confusión 6.-Intimidad-aislamiento. 7.-Creatividad-estancamiento 8.-Integridad-falsedad Durante la adolescencia los muchachos suelen pasar una fase de repudio de buena parte de lo que aprendieron en sus hogares durante su infancia. La identificación con sus iguales entra a veces en severas contradicciones con lo que sus padres esperan de él. En algunos casos la distancia entre ambos mundos es demasiado grande para poder ser gestionada de una forma inteligente, aunque la mayor parte de los adolescentes normales se las arreglan para no herir de muerte las relaciones familiares y conservar las amistades más significativas. Se trata de un periodo normal donde el individuo trata de resignificarse y de autoafirmarse a través de la divergencia. Pero para que haya divergencia ha de haber referencia. El adolescente se revela contra lo aprendido en casa porque la rabia narcisista viene en su ayuda a la hora desprenderse de lo anticuado, pero no hay que olvidar que se trata de una rabía pro-activa que busca un objetivo: la diferenciación de lo mismo. No puede haber rebeldía si no hay reglas contra las que revelarse, ni puede haber diferenciación si no existe una atmósfera de cuidado o de limitación que sostenga las lineas rojas que no pueden traspasarse. No hay nada tan destructivo como no tener enfrente nada con lo que luchar o a lo que oponerse. Muchas veces es necesario incluso inventarse un enemigo que sostenga la experiencia de diferenciación. La proyección es el mecanismo universal de defensa frente a la culpa o la vergüenza infantiles que nos acechan en cada regresión.

Las ideas political suelen ser valores en los que los adolescentes y post adolescentes encuentran un terreno bien abonado para la confrontación. Padres “conservadores” e hijos “progresistas” son una combinación predecible, como también padres inmigrantes e hijos “nacionalistas” o padres inmigrantes integrados e hijos fanatizados. La identidad ha dejado de ser una opción cerrada donde el individuo ha de elegir entre dos o tres platos bien conocidos y ha entrado en el capitulo de “identidades de autor”, se ha hecho política a la vez que se han legitimado todas las opciones en una especie de deriva hacia ” a ver quien la inventa mas gorda”. El publico asiste a esta kermesse de la identidad con una mezcla de perplejidad y de culpa pues todas las identidades han de ser reconocidas, legitimadas y aceptadas como parte de la diversidad humana. En un reciente articulo sobre este tema, el autor retrata perfectamente las relaciones de la corrección política con este fenómeno, al menos en el tema de la corrección sexual en el ámbito académico.Las malas ideas han acabado por normalizarse. La adolescencia es considerada por Erikson como una moratoria psicosocial, durante el cual, el individuo en una libre experimentación de papeles, puede encontrar su ubicación en algún sector de la sociedad; ubicación que está claramente delineada y que, sin embargo, parece estar hecha únicamente para él. Al lograrlo, el joven adulto adquiere un sólido sentido de su continuidad interna y de su identidad social que unirá lo que él fue de niño, y lo que él está por llegar a ser, y reconciliará su concepto de sí mismo y el reconocimiento que la comunidad hace de él. La difusión de la identidad tiene secuelas importantes y que atañen tanto a la psicopatología como a las dificultades de integración y proyección futuras. Una de estas secuelas es la impredictibilidad con respecto a proyectos a largo plazo. Muchachos de carácter errático o hundidos en el aislamiento social más nefasto pueden ser confundidos con pacientes psicóticos o bien con inadaptados crónicos u holgazanes sin proyecto vital. Pero afortunadamente la mayor parte de las veces son como dice Eriksson, “moratorias” esto es impasses o descansillos donde nos detenemos a coger aire. hablamos entonces de un paciente levemente perturbado como el caso de Rafael (nombre figurado) del que hablaré en el próximo post.

La neotenia psicológica (y IV)

Hace cierto tiempo hablé en un post anterior de un fenómeno singular, me refiero a la evidencia de que a pesar de que somos cada vez más inteligentes parecemos más estúpidos. Decía entonces que: Lo cierto es que el efecto Flynn contiene no pocas paradojas, como por ejemplo la evidencia de que efectivamente la gente joven de hoy día parece muy inteligente pero emocionalmente padece severos déficits no solo para gestionar sus emociones sino para mantener relaciones interpersonales solidas y duraderas. Dicho de otra forma: la gente parece muy inteligente para unas cosas y bastante idiota para otras, algo que ha merecido el nombre de smarts idiots. Esta idea -el efecto Flynn- que algunos autores han relacionado con el proceso dedomesticación humana o jibarización, tambien conocido como neotenia en relación a los rasgos fisicos – la gracilización de los mismos en nuestra especie- tambien tiene, al parecer correlatos con la personalidad.

Es por eso que algunos autores como Bruce Charlton suponen que la inteligencia (IQ) mantiene relaciones de vecindad (correlaciones) con “la apertura a la experiencia” pero tambien con una especie de “perdida del sentido común”, es decir la perdida de esa inteligencia práctica que guió a nuestra especie hacia una cumbre de adaptabilidad al medio ambiente cambiante que caracteriza nuestro mundo. El sentido común fue definido por Jaime Balmes y tambien Henri Bergson se ha ocupado de ello a través del concepto de “lo razonable”; podemos definirlo como el don que nos permite saber distinguir todo lo que nos rodea: el bien, el mal, la razón y la ignorancia y nos permite agrupar lo similar con lo similar, lo diferente con lo diferente. Algo asi como un saber implícito, directo, concreto y no contaminado sobre las leyes que gobiernan el mundo, un saber compartido culturalmente y que representa un conjunto de axiomas que no precisan demostración. La inteligencia general o factor G está probablemente relacionada con el sentido común o es en realidad el sentido comun. Según Charlton se afecta cuando ciertas variables de nuestra inteligencia -usualmente relacionadas con el pensamiento abstracto- interfieren y desvian ese potencial humano que es (probablemente) el factor G. Para Charlton es precisamente ” el contexto cognitivamente estratificado de comunicación casi exclusivamente con otros de similar inteligencia, el que genera opiniones y comportamientos carentes de sentido común sino tambien de ideas perversas”. Por ejemplo, el fenómeno de la “corrección política”; por el cual ciertas ideas tontas y falsas han llegado a dominar, y ser aplicadas moralmente por las elites dirigentes de naciones enteras.”

(Charlton,

2009).

Dicho de otra forma: si usted es inteligente y solo se relaciona con personas tan inteligentes como usted corre el riesgo de perder el sentido común y de abrazar ideas falsas y estúpidas. Se trata del conocido caso “del profesor chiflado”, del “cientifico despistado”, del “politico buenista” o del “sabio idiota” que carecen de la mas mínima habilidad social o inteligencia práctica. Charlton le ha llamado “neotenia psicológica”, abriendo el melón de la idea de que la neotenia no solo afecta morfológicamente a nuestra especie sino tambien a las convicciones morales (efecto Flynn moral) y a las caracteristicas de la personalidad. El caso Rafael.Rafael fue paciente mio en varias estaciones de su vida, le conocí cuando era un adolescente que buscaba una identidad desgajada del común a través de la música. Se debatía entre dos tendencias que parecian opuestas: la de seguir la profesión que su

familia habia destinado para él, la de abogado o por el contrario seguir su tendencia natural a hacerse músico profesional. La familia de Rafael era una familia conservadora que regentaba uno de los bufetes más prestigiosos de la ciudad, todo parecia dispuesto de manera que Rafael, -que por otra parte era un muchacho muy inteligente-, siguiera el rastro que su tradición familiar habia diseñado: primero estudiar Derecho y más tarde entrar como socio en el bufete y a la larga heredar el prestigioso despacho de su padre y otros familiares. Pero Rafael no queria ser abogado (a pesar de que tampoco le disgustaba la profesión), queria dedicarse en cuerpo y alma a la música y emprender una carrera musical, después de terminar sus estudios. Naturalmente su padre no estaba dispuesto a financiar lo que suponía un “capricho infantil de su hijo”, “que no sabe como está el mundo” y ambos llegaron a una solución de compromiso en aquel entonces. Rafael estudiaria derecho al tiempo que seguiría estudiando música en el conservatorio de su ciudad. Después Dios diria. El padre suponia que con el tiempo este “capricho” se desvaneceria. Pero no fue asi, Rafael terminó Derecho y entonces exigió el cumplimiento del trato. Seguía queriendo ser musico e impuso a su padre el pago de su deuda. Rafael prosiguió sus estudios musicales a otro nivel de complejidad y en otra ciudad lejana. Lo interesante de Rafael era su adhesión a una identidad “a la contra”, con ese tufillo de grandiosidad que detectamos en las personalidades naricisistas. Llamaba la atención la certeza con la que suponia que iba a “triunfar en el mundo de la música”, estaba completamente seguro de sus capacidades. Lo cierto es que consiguió que su padre siguiera financiando sus estudios que parecian no tener fin. Le seguí viendo de forma discontinua a lo largo de su vida y por varias razones que contenian un denominador comun: su aislamiento social. Rafael era uno de esos hombres de “un solo libro” esas personas que solo saben hablar de sí mismos y de lo que se llevan entre manos, es decir de música y aunque era bien parecido y soliía tener mucho éxito con las chicas (como todos los bohemios narcisistas), lo cierto es que todas terminaban por abandonarle. Ninguna podia soportar el “brillo” de su genialidad. En realidad Rafael era uno de esos pacientes “levemente trastornados” por una construcción defectuosa de su identidad que no habia logrado integrar los aspectos

sexuales, sociales y vocacionales de sus potencialidades innatas. En lugar de eso aparecia como una persona timida en exceso, con pocas habilidades e intereses sociales, poca resonancia emocional con los otros, pocos intereses intelectuales o de conocimiento a pesar de su enorme inteligencia y facultades. En suma Rafael era un niño, un sujeto infantilizado que efectivamente podria calificarse con el término de neotenia psicologica. A pesar de sus casi 40 años, la impresión que uno se lleva al hablar con él es que Rafael es un adolescente que ha quedado fijado en aquella posición. La neotenia psicológica o la neotenia de identidad es un concepto que viene bien para hablar del caso de Rafael que es común en muchos hombres actuales que no han sido capaces de articular una identidad que de cuenta de todas y cada una de sus potencialidades y alumbrar una respuesta adaptativa a ese problema. Evidentemente no es un problema de inteligencia sino de personalidad, inteligencia le sobra a Rafael, ese es precisamente el problema. Pues una persona con un CI alto (entre 130-135) no tiene más remedio, si quiere sobrevivir que compartir su vida con alguien de sentido común, necesariamente con un CI más bajo.

Bibliografia.El problema de la identidad del Yo. Erik Ericsson ¿Por qué la inteligencia alta disminuye el sentido comun? El sabio idiota

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