In Memoriam Carmen Jiménez Serrano (1920-2016)

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Jueves 17.11.16 IDEAL

OPINIÓN

¿Entendimiento rusoamericano?

APUNTES AL NATURAL, POR MESAMADERO

ENRIQUE VÁZQUEZ

Trump y Putin están de acuerdo en elevar la calidad de la relación bilateral entre los dos países

E

n un debate en el Ateneo de Madrid y en presencia de quien suscribe, un distinguido colega argumentó brevemente sobre el extraño entendimiento entre el presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, y Vladimir Putin, presidente de Rusia. Al margen de la inicial felicitación protocolaria del segundo al primero, ambos sostuvieron el lunes una conversación telefónica de cierta densidad y se mostraron de acuerdo en elevar la calidad de la relación bilateral entre los dos países, de mantener el contacto telefónico e ir preparando una entrevista personal lo antes posible. Durante la campaña, Trump reaccionó con desdén a las críticas acerbas y unánimes que le valieron el tratamiento VIP dado al presidente ruso, cuya mala imagen en Occidente, y en particular en Europa, es conocida. El conferenciante se desmarcó del coro condenatorio preguntándose si no habrá lógica, sentido práctico y un punto de intuición histórica en una eventual reconciliación con Moscú. Por si faltaba algo para ganar la atención del público, sugirió, en tono hipotético, que las dos grandes potencias del siglo XX, cancelada su larga pugna con una apabullante victoria occidental, podrían estar sopesando una alianza contra un tercero emergente y eventualmente imparable: China. Algo es cierto: Occidente no ha asumido que Rusia no es la URSS. No es, por supuesto, comunista (aunque el PC aún obtiene un resultado apreciable, pero a la baja: 20,7% en las elecciones de 2011 y 13,34% en las de septiembre pasado) y la conducta rusa en la lucha contra el terrorismo yihadista es de valor inapreciable, aunque su acción en Siria refleja también su larga alianza con la Siria de los Assad, que les dotaron de la siempre soñada salida segura a las aguas del Mediterráneo con las bases de Tartus y de Lakatia. Vladimir Putin es, en términos políticos, una criatura de Boris Yeltsin, el dinamitero de la URSS, tras el primer y decisivo empujón de Mijail Gorbachov en los ochenta. Ambos habían sido cargos muy relevantes en el régimen comunista y tenían su carnet en el bolsillo. Pero eso ahora es como la prehistoria de una Europa irreconocible con la democratización inherente al hundimiento de aquél. ¿Hay que temer a Rusia? Es difícil responder, pero hay indicios de que la conducta occidental con Moscú es aún dependiente de la costumbre de tantos años de rivalidad, desconfianza y enfrentamiento. Si Rusia –y no ocurrirá, supongo– aceptara negociar sobre la soberanía de Crimea y mantuviera un mero apoyo político y material a los prorusos que en el Donbass luchan por un reconocimiento como entidad autónoma ¿se mantendría la tensión con Moscú? ¿Sería percibido Putin como el agente del KGB que fue o como un líder pragmático sin ideología precisa solo atento a obtener ventajas para su país? En otras palabras: ¿está tan loco Trump como para hacer tan buenas migas con Putin?

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Merecido homenaje a Antonio Gallego Morell

Cumbre de museos científicos en Granada

Con gran acierto, la Academia de Bellas Artes de Granada organizó ayer una conferencia homenaje a Antonio Gallego Morell, quien fuera un ilustre catedrático, prolífico autor, rector de la Universidad y, entre otros cargos destacados, presidente del consejo de administración de la empresa editora de IDEAL. Su trayectoria, glosada por Antonio Sánchez Trigueros e Ignacio Henares, con el colofón de Jesús García Calderón, puso de manifiesto la altura de este relevante intelectual que trabajó con tesón y amor por Granada.

El Parque de las Ciencias de Granada acoge desde ayer el encuentro de la Red Europea de Museos y Centros de Ciencia, una cumbre al más alto nivel que reúne a los principales responsables de 22 museos dedicados a la ciencia y la tecnología. En la reunión compartirán experiencias y planearán iniciativas conjuntas que ayuden al desarrollo educativo de estos centros. Elegir Granada es una demostración de la excelente valoración que se hace del Parque de las Ciencias granadino.

Momento del homenaje. :: R.L.P.

DE BUENAS LETRAS

In Memoriam Carmen Jiménez Serrano AMELINA CORREA RAMÓN

DE LA ACADEMIA DE BUENAS LETRAS DE GRANADA

«No sé que tienen, Llorona, las flores del camposanto que cuando las mueve el viento parece que están llorando. (‘La Llorona’, canción popular mexicana)

P

robablemente un buen número de las personas que entran en el Hospital Real detienen su vista, siquiera por un momento, en una hermosa estatua que se encuentra situada en la parte delantera de sus jardines y que, bajo el título de ‘La Danza’, muestra una bella figura de desnudo femenino en bronce, de tamaño natural, que ofrece sus manos entrelazadas en la espalda, y que, sin duda, destaca por la sensación de serenidad y armonía que transmite al espectador. Sin embargo, probablemente muy pocos sabrán a qué mano experta se debe su factura, y quién la donó a la Universidad de Granada, a cuyo rico patrimonio artístico pertenece. Y lo cierto es que fue su autora una insigne artista granadina, Carmen Jiménez Serrano, que ha fallecido en Sevilla hace apenas unas fechas, el 19 de octubre pasado, a los noventa y seis años de edad, y tras una larga y fecunda vida dedicada a la creación, terreno en el que

ha recibido los más importantes galardones: Medalla de Oro de las Bellas Artes, Premio Nacional de Escultura, Medalla del Círculo de Bellas Artes de Madrid, Medalla de Honor de la Real Academia de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría de Sevilla, Medalla de Honor de la Academia de Bellas Artes de Granada, etc. Nacida en La Zubia en septiembre de 1920, sus orígenes fueron de todo menos fáciles, ya que al quedar huérfana a temprana edad, quedó a cargo de unos tíos suyos, que la ingresaron interna en un colegio, lo que acabó sumiéndola en un estado de postración y desánimo. Afortunadamente a los dieciocho años pudo conseguir su primer trabajo como contable en el taller del imaginero José Navas Parejo, donde conocería de primera mano el mundo de la escultura, a la vez que entablaba relación con Antonio Cano Correa (1909-2009), futuro gran pintor y escultor, y con el que habría de compartir su vida durante casi setenta años. Simultáneamente, cursa también estudios en la Escuela de Artes y Oficios, donde entablará amistad con el pintor José Guerrero, del que siempre hablaría con afecto. Gracias a Luis Seco de Lucena, fundador del prestigioso periódico ‘El Defensor de Granada’,

quien percibió desde muy pronto el talento que albergaba la joven, Carmen Jiménez consigue una beca mediante la cual le va a ser dado conseguir su sueño de estudiar en la Escuela de Bellas Artes de Madrid, aunque con la opinión contraria de su familia. En la capital pronto va a iniciar una carrera ascendente, pudiéndose destacar triunfos notorios, que Carmen Jiménez recordaría toda su vida con especial cariño, como por ejemplo, la obtención en 1949 del Premio del Círculo de Bellas Artes, con una figura en madera titulada ‘Eva’. Afincada en Sevilla con su marido desde 1947, Carmen Jiménez ejercería la docencia en la Universidad hasta el momento de su jubilación, llegando a ser, como bien señala Juan Rodríguez Titos en su libro ‘Mujeres de Granada’ (1998), la primera mujer Catedrática de Modelado en España. Considerada como una de las escultoras andaluzas más importantes del siglo XX, la última vez que tuve ocasión de ver a Carmen Jiménez –aunque yo entonces no lo sabía-- fue a comienzos de julio de 2009, en el entierro de su quien fuera su esposo, Antonio Cano Correa, primo hermano de mi abuelo paterno (nacidos ambos y criados en el municipio granadino de Los Guájares, en el mismo año de 1909). Después, con la cercanía y la cordialidad que siempre la caracterizaron, hablamos por teléfono en diversas ocasiones, y mientras la salud se lo permitió, continuó mandándome por Navidad preciosas felicitaciones, reproducciones de obras escultóricas suyas. Ahora ha querido el destino que su fallecimiento me sorprendiera en México, tierra lejana desde donde la mítica Llorona evocaba de algún modo las melancólicas flores con que hubiera deseado acompañarla en el que ha sido su último viaje a Granada, para dormir su sueño postrero en una tierra a la que nunca dejó de sentirse emocionalmente vinculada y que la acoge ya para siempre.

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