Jorge Pardo & Trío
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Apropiación y fusión: la esencia del jazz. Es habitual en las notas a un programa de mano de un concierto de «música seria» referirse a las piezas que se escucharán. Las menciones a los intérpretes corresponden a aspectos más «documentales» del cuadernillo. Sin embargo, cuando nos encontramos ante el jazz, la cuestión cambia notoriamente, pues está claro que lo que vamos a escuchar son versiones, que tendrán a su vez la condición de composiciones. En el jazz composición e improvisación van de la mano hasta fundirse por momentos. En consecuencia lo que van a escuchar ustedes hoy será una experiencia irrepetible en la medida en que cada interpretación será indefectiblemente diferente a cualquier otra que pudieran escuchar de estos mismos músicos con la misma base de material sonoro que van a emplear hoy. Por ello está plenamente justificado mencionar a los músicos y aventurar intuitivamente aquello que nos va a deparar la velada. Hoy las composiciones de Bach, Scarlatti, Ravel, Granados, Tárrega… serán estándares iniciales a partir de los que la, los vientos metal y madera de Jorge Pardo, la guitarra española de Juan Diego Mateos, la marimba de Rafael Navarro y la percusión de José Manuel Ruiz Motos «Bandolero», harán despliegues melódicos y progresiones armónicas. Sin embargo en el programa de hoy se debe destacar la presencia central de Manuel de Falla. Genio cuya música, por su versatilidad, sutileza y pulsión innovadora, es asumible por un artista flamenco, por una compañía de danza, y también claro está, por el jazz. Hoy saxo tenor y travesera llevarán la voz cantante (incluso, en ocasiones literalmente cuando ambos instrumentos suplirán a la voz humana del original), la guitarra alternará papeles protagonistas y secundarios, y marimba, batería y cajón tendrán predominantemente función rítmica. El estilo de Pardo es el jazz fusión. Nos atreveríamos a decir que la fusión no es más que la naturaleza misma del jazz, un estilo básicamente consistente en la apropiación. Apropiación que como ya hemos dicho es sólo punto de partida para «interpretar‐crear». Es en definitiva a la esencia del jazz le supone algo secundario cuál el estilo del estándar base. Da igual que sea flamenco, pop, rock… pero en este caso, el lugar del evento demanda que el repertorio
escogido sea «clásico» o «serio» o «culto», como crean ustedes oportuno denominarlo. Ya ante el repertorio hoy escogido Jorge Pardo & Trío adoptan dos posibles estrategias: la reductiva de un material sonoro más intenso y la expansiva de un material más sobrio y económico. “La danza del fuego” de la suite para ballet El Amor Brujo, constituye un punto de partida tan identificable como valiente. Atacar en un solo de travesera una pieza en cuya partitura original, si no omnipresentes, sí son frecuentes los tutti orquestales, denota arrojo. Lo mismo puede decirse del archiconocido Bolero de Ravel (si bien en este caso la travesera será acompañada de percusión). En ambas obras la melodía obsesiva y el crescendo son apoyados por el aumento gradual de orquestación. En un principio un solo para interpretar cualquiera de estas obras es una contradictio in terminis (abstracción sea hecha del papel central que desempeña la flauta en el Bolero). Pero el riesgo es condición de la excelencia en la vida y en música. Steve y Degausing son dos temas compuestos y propuestos por Antonio Soteldo “Musiquita”, para la improvisación guitarrística de Juan Diego Mateos. Estos temas cuya primera grabación corresponden a su disco Respira aparecen fundidos a modo de suite. La marimba es una de las apropiaciones (en este caso instrumental) relativamente tardías del jazz. En la contribución de subfamilia de los idiófonos percutidos a la historia jazzística, todo aficionado tiene como referencia absolutamente inexcusable el vibráfono de Lionel Hampton. Hoy el arriesgado papel de aislado protagonista improvisatorio corresponderá a Rafa Navarro, reconocido internacionalmente como virtuoso de su instrumento. Lo mismo que los dos primeros solos son reducciones de un punto de partida orquestal, el tratamiento de la Danza española, opus 37, número 5 «Andaluza» de Granados, y Los Recuerdos de la Alhambra de Tárrega, amplifica la orquestación y el desarrollo melódico de solos de guitarra originarios. Entre una y otra, el ostinato que percibíamos en la “Danza de fuego” y el Bolero retornará con el Fandango de Scarlatti. Nada mejor para un estándar susceptible de procesamiento jazzístico que el ostinato.
Con la “Zarabanda” (pieza de danza de compás ternario y de carácter grave y solemne) de la Suite número 2 de Bach escucharemos a la banda en pleno. Aquí, a diferencia de en otros momentos del concierto encontramos mayor proximidad a la escritura original, que es para flauta y orquesta. Y este concierto sólo podía acabar con Falla y su Amor Brujo, concretamente con “La canción del fuego fatuo” (“Lo mismo que el fuego fatuo/ lo mismo es el queré…”). El compás de doce tiempos de bulería (con su reconocible recaída de los acentos en los tiempos 3, 6, 8, 10 y 12) abre esta página musical a todas las posibilidades del jazz: inimaginables e irrepetibles desarrollos y progresiones que sólo escucharán, hoy, ustedes. Además habrá algo inédito. Hoy por primera vez un maestro de la fusión flamenca y su trío tomarán merced a la complicidad y al reto del Equipo de Dirección del Centro Superior de Investigación y Promoción de la Música de la UAM, como punto de partida, la música «clásica» o «seria» o «culta». Ya saben, como ustedes quieran llamarla. Miguel Salmerón Infante, Profesor de Estética de la Música y Coordinador del Grado de Historia y Ciencias de la Música de la UAM.
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