L. M. Pino Campos, «Cuentos de tema clásico», TEMPVS 38 (2015) 63 78

May 26, 2017 | Autor: T. Ediciones Clás... | Categoria: Greek Literature, Latin Literature
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TEMPVS Revista de actualización científica sobre el Mundo Clásico en España

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TEMPVS Revista de actualización científica sobre el Mundo Clásico en España Directores Antonio Alvar Ezquerra (Universidad de Alcalá) Alfonso Martínez Díez (Universidad Complutense de Madrid) Domingo Plácido Suárez (Universidad Complutense de Madrid) Secretario Antonio López Fonseca (Universidad Complutense de Madrid) Consejo de Redacción Andrés Espinosa Alarcón • Dimitris Filippís • Juan Luis Posadas • José María Requejo Prieto • José Manuel Ruiz Vila • Ramon Torné Teixidó • Javier Viana Reboiro Comité científico Jaime Alvar Ezquerra (Universidad Carlos III de Madrid) Pedro Bádenas de la Peña (CSIC) José Joaquín Caerols Pérez (Universidad Complutense de Madrid) Rodolfo Cardona (Universidad de Boston) Vicente Cristóbal López (Universidad Complutense de Madrid) Luis Alberto de Cuenca Prado (CSIC) Benjamín García-Hernández (Universidad Autónoma de Madrid) Tomás González Rolán (Universidad Complutense de Madrid) Antonio Guzmán Guerra (Universidad Complutense de Madrid) Juan Antonio López Férez (UNED) Santiago López Moreda (Universidad de Cáceres) Jesús Luque Moreno (Universidad de Granada) Marcos Martínez Hernández (Universidad Complutense de Madrid) Julia Mendoza Tuñón (Universidad Complutense de Madrid) Efthimía Pandís Pavlakis (Universidad de Atenas) Aurelio Pérez Jiménez (Universidad de Málaga) Luis Miguel Pino Campos (Universidad de La Laguna) Alberto Prieto Aciniega (Universidad Autónoma de Barcelona) Ángel Sánchez de la Torre (Universidad Complutense de Madrid) Germán Santana Henríquez (Universidad de Las Palmas de Gran Canaria) Liliana Weinberg (Universidad Autónoma de México) Fernando Wulff Alonso (Universidad de Málaga) Antony N. Zahareas (Universidad de Minnesota) © Ediciones Clásicas S. A. y los autores San Máximo 31 28041 Madrid www.edicionesclasicas.com e-mail: [email protected] ISSN 1132-0958 Depósito legal M-2711-1992 Imprime Cimapress

Índice Actualización científica ..................................................................... 5 Oriente Griego y Extremo occidente Ibérico Elvira GANGUTIA ELÍCEGUI .......................................................... 7 Reseñas bibliográficas ..................................................................... 35 José Miguel GARCÍA RUIZ, “Vida y muerte en las obras de Hipócrates” (María Teresa GALLEGO PÉREZ: Vida y muerte en el CORPUS HIPPOCRATICUM) .................................................................... 37 Luis Miguel PINO CAMPOS, “Lecturas actuales de textos cómicos giegos” (Juan Antonio LÓPEZ FÉREZ (ed.): La comedia griega en sus textos. Forma (lengua, léxico, estilo, métrica, crítica textual, pragmática) y contenido: crítica política y literaria, utopía, sátira, intertextualidad, evolución del género cómico) .................. 41 Juan Antonio LÓPEZ FÉREZ, “Meditaciones postreras de Sócrates” (Ángel SÁNCHEZ DE LA TORRE, Yo, Sócrates. Mis últimas 30 noches) .... 47 Luis Miguel PINO CAMPOS, “La formación intelectual de Arias Montano” (Juan FRANCISCO DOMÍNGUEZ: Arias Montano y sus maestros) .......................................................................................... 59 Luis Miguel PINO CAMPOS, “Cuentos de tema clásico” (Alfonso MARTÍNEZ DÍEZ, Cuentos de Grecia y Roma: “Clarín”, Pardo Bazán, Rubén Darío, Lugones, Borges, Carpentier, Lezama Lima, Anderson, Mujica Laínez, Ocampo, Cortázar, Arreola, Wilcock, Monterroso, Mutis, Montalvo .......................................................... 63 Esteban BÉRCHEZ CASTAÑO, “Roma, monstruosa cloaca sexual” (Alberto ANGELA, Amor y sexo en la antigua Roma) ..................... 79 María Antonia HERNANDO BOLLÁIN, “Pablo, ley y mesías: un nuevo enfoque” (Antonio PIÑERO, Guía para entender a Pablo de Tarso. Una interpretación del pensamiento paulino) ................................ 89 Álvaro CANCELA CILLERUELO, “Bene merenti magistro” (J. M. BAÑOS BAÑOS, Mª F. DEL BARRIO VEGA, Mª Teresa CALLEJAS BERDONÉS, A. LÓPEZ FONSECA (eds.). Philologia, Universitas, Vita. Trabajos en honor de Tomás González Rolán) ............................................... 97 Novedades bibliográficas españolas (coord. J.M. RUIZ VILA) ... 115 Filología Griega ......................................................................... Ediciones y traducciones ......................................................... Estudios .................................................................................... Obras colectivas .......................................................................

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Bizancio .................................................................................... Novedades significativas ......................................................... Filología Latina .......................................................................... Ediciones y traducciones ......................................................... Estudios .................................................................................... Obras colectivas ....................................................................... Edad Media .............................................................................. Humanismo y Renacimiento ................................................... Novedades significativas ......................................................... Historia Antigua y Arqueología ............................................. Historia de Grecia .................................................................... Historia de Roma ..................................................................... Península Ibérica ..................................................................... Religión ..................................................................................... Novedades significativas ......................................................... Otras novedades bibliográficas españolas ..........................

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Revista de revistas españolas (coord. A. LÓPEZ FONSECA) .......... 145 Revistas despojadas ...................................................................... 1. Generalia ................................................................................... 2. Autores y textos ......................................................................... 3. Literatura (historia literaria, teoría y análisis, géneros) ........ 4. Lingüística. Métrica .................................................................. 5. Transmisión de los textos (paleografía, codicología, historia del libro manuscrito y bibliotecas, crítica textual) .................. 6. Epigrafía. Papirología. Numismática. Arte y arqueología ...... 7. Historia, geografía y civilización .............................................. 8. Mitología y religión ................................................................... 9. Filosofía. Ciencias y técnicas. Derecho .................................... 10. Edad media. Bizancio. Humanismo y Renacimiento ............ 11. Pervivencia del mundo clásico ................................................ 12. Estudios clásicos. Metodología y enseñanza de las lenguas clásicas .....................................................................................

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Hoja de suscripción ........................................................................ 159

CUENTOS DE TEMA CLÁSICO Alfonso MARTÍNEZ DÍEZ, Cuentos de Grecia y Roma. (“Clarín”, Pardo Bazán, Rubén Darío, Lugones, Borges, Carpentier, Lezama Lima, Anderson, Mujica Laínez, Ocampo, Cortázar, Arreola, Wilcock, Monterroso, Mutis, Montalvo). Madrid, Ediciones Clásicas, 2014. 327 pp. El autor, Alfonso Martínez Díez, profesor de Filología Griega de la Universidad Complutense de Madrid, ha impartido también docencia en otras universidades españolas y extranjeras como la de Atenas, de la que fue nombrado Doctor Honoris Causa en el año 2010. Al mismo tiempo, y desde los años setenta, además de profesor, ha sido editor, actividad que muchos profesores agradecemos por el esfuerzo que esa inmensa tarea representa y lo mucho que en el ámbito de los Estudios Clásicos ha venido aportando en las últimas décadas. En sus inicios creó la editorial Coloquio y posteriormente creó una doble editorial: Ediciones Clásicas y Ediciones del Orto. Hasta la fecha ha publicado más de mil quinientos títulos. Esta intensa actividad editorial bien merece que le dediquemos unas líneas antes de reseñar el libro arriba anunciado. La editorial dispone de varias colecciones en sus ámbitos griego, latino e indoeuropeo. En la parte griega tiene las de Didáctica, Historia, Humanismo, Lengua y Literatura, Mujer, Mitología, Religión, Ruta de la Memoria, Tradición Clásica, Bibliotheca Graeca (textos griegos y traducción), Autores Griegos (textos traducidos al castellano con introducción y notas), Autores Griegos en catalán, Autores Griegos en portugués, Crítica textual, Didáctica del Griego, Filosofía Griega, Historia de Grecia, Lexicografía Griega, Lingüística Griega, Métrica Griega, Mujeres Griegas, Religión Griega y Semántica Griega. En la parte latina dispone de Bibliotheca Latina, Colección de Autores Latinos, Autores Latinos en catalán, Autores Latinos en portugués, Didáctica del Latín, Historia de Roma, Lingüística Latina, Literatura Latina, Biblioteca de la Literatura Latina, Métrica Latina, Novela Histórica Latina, Religión Romana.

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En Lingüística Indoeuropea tiene las colecciones de Indoeuropeo y de Lenguas indoeuropeas. Tiene también una sección para Oriente: Arqueología, Lenguas orientales y Literaturas orientales, y otra sección denominada Instrumenta Studiorum con Bibliografías, Congresos y Homenajes. En la parte de lenguas modernas tiene colecciones de Lingüística y de Lengua Española, de Literatura Española e Hispanoamericana, Biblioteca Crítica Luso-Hispánica, Biblioteca de Teatro, Breviarios de Talía y Varia Escénica. En la sección de idiomas y sus literaturas hay colecciones para el alemán, búlgaro, italiano y ruso. A la Filosofía dedica otra sección con varias colecciones: Filósofos Antiguos, Medievales, Modernos, del siglo XIX y del siglo XX, Estudios de Filosofía y Libros de texto. En la sección de Historia hay Historia Moderna, Contemporánea, Mundo de Hoy y Teoría de la Historia. Por último, hay varias secciones generales para los temas de Mujeres, Religiones y Ciencias. Además de la actividad editorial, Alfonso Martínez Díez preside la Fundación Creta, encargada de organizar anualmente los Festivales Juveniles Europeos de Teatro Clásico Greco-Latino y de Teatro Clásico Español, cuyas representaciones recorren la geografía nacional y están dirigidos especialmente a estudiantes de bachillerato y de universidad. Estos festivales han alcanzado en 2015 la trigésimo segunda edición. Varias distinciones honoríficas han premiado su tarea docente y editora, entre las que cabe recordar el Premio «Aristóteles» de la Fundación Onasis (1989), la Cruz de Oro de la Orden de Honor de la República Helénica (1995), la Medalla de la Sociedad de Hispanistas Griegos (1998), nombramientos de Ciudadano Honorario de Oinouses (2000), Ciudadano Honorario de Homiroúpolis (2000), Ciudadano Honorario de Quíos (2000); ha recibido la Medalla de Oro de la Fundación Ioannis Kapodistrias (2002), y ha sido nombrado Miembro Correspondiente de la Sociedad Filológica Parnassós (2004) y Embajador del Helenismo (2007). El libro que ahora publica y edita toca una parcela no cultivada o apenas analizada por los estudiosos de la Tradición Clásica española y que, ciertamente, merece una atención singular, pues singular es el género literario en el que esa Tradición se inserta. Nos referimos al género del cuento, en particular a los cuentos españoles, o escritos en español. En este libro, en efecto, el autor ha reunido y editado cuarenta y tres cuentos de dieciséis autores que se hacen eco de temas clásicos greco-latinos, pero que no son necesariamente imitaciones, influencias o citas eruditas. Son recreaciones literarias a modo de cuento que el TEMPVS 38 (2015) 63-78

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autor relata y en las que la presencia de motivos clásicos grecolatinos, inventados o históricos, forman parte del argumento en mayor o menor medida. La presentación de estos cuentos sigue un orden cronológico de acuerdo con el año de nacimiento de cada autor. Por el número de cuentos publicados su orden sería Emilia Pardo Bazán, nueve, Rubén Darío, seis, Jorge Luis Borges, Juan José Arreola y Agustín Monterroso, cinco; Leopoldo Alas “Clarín” y Julio Cortázar, dos cuentos cada uno; los restantes tienen uno: Lugones, Ocampo, Carpentier, Lezama, Anderson Imbert, Mujica Laínez, Wilcock, Mutis y Montalvo. Uno. Siguiendo un orden cronológico de autores, en primer lugar aparecen los dos cuentos de Leopoldo Alas “Clarín” (1852-1901). El primero, El Centauro, narra lo acontecido con una atractiva joven, Violeta Pagés, muy bella, que le recordaba la hermosura de las imágenes clásicas hasta el punto de parecerle una pintura mural o una cabecita peinada al modo como Praxiteles las representaba. Un día la joven mujer le contó que estaba enamorada de algo imposible, pues el objeto de su amor era un Centauro; un amor que no podía ser otra cosa que un sueño de mitología clásica, pero que deseaba apasionadamente. Pasados los años se volvieron a encontrar; ella se había casado con un capitan de caballería, grande y fuerte, brutal y grosero, para quien lo importante en su vida era su caballo; preguntada ella por el narrador si era feliz, ella le respondió que “sí… en lo que cabe”, pero se había convencido de que su ideal de amor no se realizaría jamás en este mundo. El segundo cuento de Alas habla de “El gallo de Sócrates”, cuento que ha circulado en varias ocasiones por los círculos literarios y filosóficos, con el que se trata de responder al motivo por el que Sócrates, antes de morir, encargó a Critón cumplir la deuda que tenía con Esculapio: le debía un gallo. Critón, según cuenta el cuento, nada más salir del presidio donde Sócrates había muerto, vio a un gallo y lo persiguió. El gallo astuto correría huyendo de la persecución de Critón hasta que logró subirse a lo alto de una estatua, la de Atenea, a cuya altura no podia llegar Critón; mientras el gallo mostraba su inteligencia y coherencia en las respuestas dadas a Critón, éste sólo atendía ciegamente al cumplimiento del encargo de Sócrates; Critón logrará herir al gallo y matarlo. Dos. Emilia Pardo Bazán (1852-1921) ofrece nueve cuentos. El primero, La Palinodia, cuenta cómo el poeta Estesícoro compuso un bello poema dedicado a la guerra de Troya, en el que censuraba a Helena su conducta adúltera y su responsabilidad por la muerte de tantos helenos en aquella guerra; aunque los griegos admiraron su bella TEMPVS 38 (2015) 63-78

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composición, les molestó que hablase mal de Helena, la mujer más bella, y dejaron de escuchar sus cantos; cegado por Pólux y Cástor en venganza por haber ofendido a Helena, Estesícoro acudió al filósofo Artemidoro, quien intercerdió ante la bella mujer, la cual devolvió la visión al poeta cegado; al recobrar la vista y ver a Helena, comprendió que su belleza estaba por encima de sus enojos por lo ocurrido en Troya; entonces compuso un nuevo canto dedicado a la mujer más bella, en el que la elogiaba sobremanera; como se trataba de un segundo canto dirigido a Helena, se conoció este poema como la Palin-odia o cantar de nuevo. El segundo cuento narra la lealtad inquebrantable del mayordomo Prejaspes hacia su rey Cambises, conquistador de Egipto y profanador del dios Apis. Su grado de obediencia llegó hasta el punto de retener y enmascarar su odio hacia su amo, el rey, por haber matado a su hijo en una vana porfía; en una ocasión posterior el rey se hirió con su cimitarra en el muslo, en el mismo punto donde profanó la estatua de Apis; la herida de Cambises se gangrenó y le causó la muerte; su mayordomo, fiel a pesar del asesinato de su hijo, le ungió con flores y le colocó en las sienes su tiara de oro; con ello mostraba su inquebrantable lealtad. El tercero se titula “La gota de cera” y cuenta la historia de Alejandro que murió después de tantas victorias y tras beber en exceso por despecho en una gran copa, la llamada de Hércules, en vez de beber en la suya que cuidaba su fiel compañero y copero Higinio; éste, cuando comprendió que su amigo y rey Alejandro bebía en exceso, fue depositando en el fondo de la copa una gota de cera, lo que contribuía a disminuir la cantidad de vino que Alejandro bebía; cuando Higinio le pidió regresar a Atenas, Alejandro quiso saber la causa e Higinio le explicó que había vivido bien siempre a su lado, pero desde que se había divinizado y ensoberbecido, veía que no podría servir como sacerdote a un dios, por lo que prefería regresar a su casa; el día que su copero faltó a Alejandro, éste bebió en exceso y cayó redondo falleciendo días después. El cuarto cuento se titula “Zenana” y narra la experiencia vivida por Alejandro y su amigo y servidor Higinio, cuando una mujer que no se consideraba especialmente bella, solicitó audiencia para pedir que su padre, el sátrapa Artasiro, no fuera ajusticiado; Alejandro con su rostro cubierto recibía en audiencia a las mujeres para no sentirse atraído por ellas. Cuando recibió a Zenana, Alejandro quedó enamorado de ella por la musicalidad de su voz. Al cabo de los días pidió a su criado Higinio que buscase y le trajese a palacio a Zenana. Ésta, temerosa de que su cuerpo no fuera agradable a Alejandro, le pidió a Higinio comparecer ante Alejandro con su rostro cubierto. Así sucedió; Alejandro se enamoró aún más de ella y Zenana le acompañaba y le hablaba sin descubrir su TEMPVS 38 (2015) 63-78

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rostro, de modo que vivieron un largo e intenso amor en la corta vida que a Alejandro le quedaba. El quinto se titula “El tesoro de los Lagidas”; narra un episodio de Cleopatra, acompañada del gran sacerdote de Egipto y del esclavo Elao. Temiendo que el general romano Octavio descubriera el gran tesoro oculto que los descendientes de Ptolomeo Lago habían heredado y que el fundador dinástico había robado a Psamético I, Cleopatra ideó una estrategia para que ese tesoro no cayera en manos de Octavio. Cleopatra y sus dos acompañantes llegaron por un acceso oculto en un sepulcro a un recinto secreto que guardaba el célebre tesoro de los Lagidas; la intención de Cleopatra era que el gran sacerdote conociera el lugar donde se escondía el tesoro por si algún día alguien pretendiera robarlo; allí mismo había veneno suficiente para morir en dulce sueño; Cleopatra hizo que el esclavo, para no revelar el secreto, cayera por una trampa sin que fuera posible su salvación, mientras que ella y el gran sacerdote abandonaron el lugar. Sin embargo, la fortaleza del esclavo y su habilidad como nadador permitieron que al caer a un profundo canal no se ahogase y que lograse llegar hasta la bahía de Alejandría; pudo llegar a la presencia de Octavio y le reveló el secreto del tesoro; Octavio se apoderó de él y lo empleó para pagar a sus legiones y dirigir sus fuerzas hacia Roma. Cleopatra, enterada del saqueo de Octavio, pidió un cesto de frutas, en el que había también una serpiente cuya mordedura le causó la muerte. El sexto se titula “Recompensa”. Dos hombres, el arquitecto y escultor Demodeo de Atenas y el comerciante Evimio de Tiro, acudieron al bosque de Apolo y se descalzaron para llegar hasta el humilde altar del dios. Viendo el espacio natural donde tal altar se encontraba y que no había lugar adecuado en el que acoger a los peregrinos, decidieron levantar un santuario digno del gran dios arquero; Demodeo lo diseñaría y levantaría, Evimino sufragaría todos los gastos. Al cabo del tiempo, finalizada la construcción y preparada para el día siguiente la inauguración con el sacrificio de un toro blanco, los dos amigos se acostaron en la antecámara del santuario. Mientras dormían el dios atravesó con sendas flechas el corazón de cada uno de los dos amigos. Cuando al amanecer fueron descubiertos muertos, la expresión de su cara reflejaba la de un sueño feliz. El séptimo se titula “Fausto y Dafrosa”. Narra un cuento cuyo origen es una historia real situada en el siglo IV, en tiempos de Juliano el Apóstata. Dafrosa era una mujer sevillana, casada con Flaviano y con dos hijas, Bibiana y Demetria. Marcharon a Roma en busca de mejor vida; sin embargo, fueron perseguidos por ser cristianos; su marido murió martir, como luego también sus hijas; ella fue desterrada y al TEMPVS 38 (2015) 63-78

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volver fue puesta al servicio de Fausto, pero la personalidad de Dafrosa, ya envejecida, era tal que logró convertir al cristianismo al mismo Fausto. Enterados los jefes de la ciudad, dieron muerte a Fausto, que fue también martirizado y luego sería santificado por la Iglesia; su cadáver fue dejado insepulto, pero Dafrosa logró sepultarlo a escondidas, motivo por el que también fue castigada con la muerte. El cuento de Pardo Bazán embellece esta sencilla narración enmarcándola naturalmente en un contexto clásico grecolatino. El octavo es “La penitencia de Dora”. Narra la historia de una mujer de Alejandría, de rica posición, casada, que sería incitada a engañar a su marido hasta que una vez cedió y lo engañó. Avergonzada y antes de que su marido se enterase, abandonó todo y, disfrazada de hombre, pidió asilo en un monasterio. Pasado el tiempo, el abad le pidió que acudiera con los camellos a buscar trigo a la ciudad y que si al volver se le hacía de noche, pernoctara en un molino próximo; Dora obedeció; una cortesana, pensando que era varón, la siguió a su regreso y quiso que el considerado monje tuviera relaciones con ella; Dora no accedió y al cabo de un tiempo, la cortesana acudió al monasterio con un recién nacido y denunció al considerado monje como padre de aquella criatura. Dora no replicó ni se defendió, sino que aceptó el castigo del abad de irse con el bebé a una cueva para cuidarlo. Al cabo de unos años, crecido el niño, Dora vio al sacar agua de un pozo la imagen de su marido en el fondo; su miedo fue tal que decidió volver al monasterio, confesar sus verdaderos pecados y descubrir su auténtica personalidad. El abad recogió al niño y perdonó a Dora; ella, sin embargo, decidió volver a la cueva del desierto y vivir allí hasta el final de sus días pagando las penas por sus faltas y mentiras. Al cabo del año el abad acudió a la cueva; allí encontró el cuerpo difunto de Dora, lo recogió y le dio santa sepultura. Esta historia, mucho más desarrollada, está contenida en Flos Sanctorum, editada por el jesuita Pedro de Rivadeneyra, volumen V, Madrid 1716, pp. 14-20, imprenta de Agustín Fernández. Y fue recreada por Pardo Bazán. El noveno cuento se titula “Las dos vengadoras” y está dedicado “al conde León Tolstoi”. Cuenta lo acaecido a un sencillo señor, llamado Zenón, que fue objeto de abusos por parte de sus hermanos y de su esposa; aquéllos lo despojaron de la parte de su herencia y de su casa; ésta lo engañó con su mejor amigo y fue acusado de falsario consiguiendo que fuera condenado a varios años de cárcel. Su vida presidiaria fue transcurriendo en medio de un odio creciente hasta el punto de planificar una cruel venganza de sus hermanos, de su esposa y de su mejor amigo; a aquéllos los mataría dentro de la casa prendiéndole fuego, a éstos los apuñalaría. Una vez libre y cuando se disponía a llevar TEMPVS 38 (2015) 63-78

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a cabo su planificada venganza, se le aparecieron dos mujeres que representaban la muerte y la vida: las dos vengadoras. Ambas explicaron cómo eran sus respectivas venganzas; la primera rápida y eficaz; la segunda lenta, dolorosa y cruel. Zenón optó por la segunda. Tras esta aparición, Zenón escribió a sus enemigos para decirles que los perdonaba y, renunciando a su venganza, se retiró a un desierto. Tres. El poeta y diplomático Rubén Darío (Nicaragua 1867-1916) compuso seis cuentos de desigual extensión. El primero, titulado “El sátiro sordo”, cuenta en un ambiente pastoril lo sucedido a un sátiro típico, con patas de cabra y larga barba, a quien los dioses lo habían hecho dueño del bosque donde vivía, y lo animaron a hacer lo propio de los sátiros: perseguir a las ninfas, tocar su flauta y divertirse. Un día el sátiro salió de sus dominios y acudió hasta el sacro monte de Apolo, quien estaba tañendo su divina lira. El dios, molesto por su incursión, lo castigó dejándolo sordo. Sin darle importancia a que ya no escuchaba los cantos de las aves ni lo que otros le decían, seguía lanzando sus carcajadas, saltando por uno y otro lado y mirando a las ninfas y jóvenes que por sus alrededores pasaban. Dos animales le servían de consejeros: una alondra y un asno; aquélla perdió su interés al quedar sordo el sátiro y no soplar ya su flauta; el asno no imaginaba que siglos más tarde lo elogiarían Heinsius en latín, Passerat, Buffot y Víctor Hugo en francés, Posada y Valderrama en español. Vivía feliz con sus rebuznos, sus coces y el meneo de su rabo espantamoscas. Mientras, Orfeo harto de la miseria de los hombres, decidió marcharse a los bosques y tañer su lira que hacía sonreír a Apolo y gozar a Deméter. Para pedir hospitalidad en el bosque del sátiro, Orfeo cantó al gran Júpiter, a Eros, a Afrodita, a centauros y bacantes; cantó a la copa de Dioniso, al tirso y a Pan; todo en el bosque era bello canto y deliciosa armonía, pero su dueño, el sátiro sordo, no oía nada. Preguntado por Orfeo si le gustaba su canto, el sátiro sordo no escuchó lo que le preguntaba y miró a sus dos consejeros por si algo le decían; la alondra cantando le dio numerosas explicaciones de todo lo que hacía Orfeo, quien acompañaba con su lira el canto de la consejera, pero nada entendió el sordo sátiro. A continuación dirigió su mirada al asno, su otro consejero, que silencioso movió su cabeza de uno a otro lado. Entonces el sátiro sordo entendió que lo que decía el asno es “no” a la petición de Orfeo, y no le dio permiso para que se instalara en su bosque. Enfadado Orfeo, quiso quitarse la vida, pero en su lugar, se casó con Eurídice. El segundo cuento se titula “Respecto a Horacio”, en el que se narra que un día Horacio recibió en su hacienda a Mecenas, quien llegó acompañado de un séquito, entre los que destacaba Lidia, sonriente, alegre y victoriosa, acompañada por Aristio Fusco, Elio Lamia y Albio TEMPVS 38 (2015) 63-78

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Tíbulo. Horacio los recibió contento ofreciéndoles por medio de su esclava preferida sabroso vino de Sabina en una ánfora de Grecia; el caballero Arecio elogió al emperador Augusto, al poeta y a las musas; sólo el rubio Ligurino se mostró desdeñoso y arrogante. Hacia el final del cuento, después de haber recordado a amantes del buen vino como Solón y Arquesilao, a Venus y a otros clásicos poetas, el cuento descubre que el narrador es Lucio Galo, un enamorado de la esclava Filis que por no poder satisfacer su amor, intenta matar a Horacio sin conseguirlo; cinco años despúes reconoce el fracaso de su intento, del que no se arrepiente, pero ahora Filis es indigna de su cariño y los versos de Horacio se han difundido por el mundo. El tercero es “Palimpsesto (II)”, en el que recuerda que habín pasado más de cien años desde los martirios de cristianos por orden de Valeriano y Decio, cuando se encontraron un centauro y un sátiro. Tras haber calmado ambos la sed del camino, el centauro contó al sátiro que había visto a un bello anciano de penetrante mirada y larga barba blanca, del que creyó que podría ser Júpiter. El sátiro le respondió que no; que era un enviado del Dios nuevo, porque ya el dios Pan no aparecía, tampoco las ninfas, y todo parecía haber dejado de ser como era, y ahora era de otra forma. También el sátiro había visto a ese anciano y había hablado con él. Le ofreció miel y dátiles que el anciano aceptó y probó. Sin conocer su lengua, el anciano lo entendió y el sátiro entendió al anciano. Cuando el anciano quiso saber quién era él, le respondió que era un enviado de sus compañeros en busca del gran Dios. El anciano lloró entonces y repitió una sola palabra: ¡Cristo! Asustado el sátiro, huyó corriendo; el centauro sorprendido sintió que también por sus rostros caían lágrimas por la muerte del viejo paganismo y por el nacimiento de una nueva fe. Dos ermitaños cierran el cuento indicando que la siringa antigua crecerá con el nuevo Dios y dará vida a los largos tubos de los órganos de las basílicas, como premio al sátiro que buscó a Dios, mientras que el centauro, que lloró por los dioses antiguos de Grecia y por la nueva fe, correrá por el haz de la tierra hasta que ascienda al cielo y quede luminoso entre las constelaciones. El cuarto cuento se titula “Las siete bastardas de Apolo”, de las que dice que sus gestos son ritmos, sus aspectos armoniosos, su lenguaje musical; si fueran nueve podrían haber sido las musas del Olimpo, pero al ser siete podrían haber sido los pecados capitales, los siete colores del arco iris, las siete virtudes, las siete estrellas de la constelación de la Osa. Una de ellas respondió a las posibilidades planteadas y afirma que son hijas bastardas del rey Apolo, princesas nacidas en el aire, del seno misterioso de su madre la Lira y fue enumerando sus nombres: Do, Re, Mi, Fa, Sol, La, Si. TEMPVS 38 (2015) 63-78

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El quinto cuento, “La fiesta de Roma”, presenta a Lucio Vero hablando lentamente del día de fiesta de Roma en que toda la naturaleza parecía un bello decorado con flores, mujeres y vino lesbio (lesbiano); aproximándose a la tierra romana en barco de dedicaba un canto, en el que evocaba a Júpiter, la loba de Rómulo, la Salud, etc. Distintas personificaciones o divinidades menores aparecen en la evocación de Varo como Vaticano, Fabulino, Educa, Potina, Fundador, Adeona y Abeona, Iterdica, Dominuca, Lupa, Tiempo, Vesta, Ceres, Primavera, Marte, etc. Lucio Varo, será interrumpido varias veces por Pablo; aquél defendiendo la eterna Roma, éste anunciando al Dios del triunfo venidero. El sexto cuento “Febea”, nombre con el que Nerón denominaba a una pantera, que se echaba suavemente a sus pies, para que la mano delicada y viciosa del andrógino emperador la acaricase. Un día llevaron a presencia de Nerón una joven y nívea virgen cristiana, que apenas habría cumplido los quince años. Nerón quiso atraérsela con su caprichoso canto; pero la joven no se inmutó; ofendido en su honor, el emperador llamó a su pantera Febea para que devorase a la joven, pero sucedió que la pantera cobró voz y le dijo a su amo que su voluntad era de un inmortal, como su aspecto era semejante al de Júpiter y su frente estaba ceñida con glorioso laurel, pero dos cosas verdaderas tenía que saber: una, que sus zarpas nunca se moverían contra una mujer resplandeciente como una estrella, y otra, que sus versos resultaban detestables. Cuatro. Leopoldo Lugones (Argentina 1874-1938), escribió un cuento bajo el título de “Los caballos de Abdera”, ciudad tracia al norte del Egeo, célebre por su buena crianza de caballos. El cuento narra una curiosa sublevación de los equinos contra la rígida “educación” y doma que recibían para ser utilizados en toda clase de prestaciones en beneficio y provecho del hombre; su rebelión supuso la destrucción de cuadras, murallas, casas y toda clase de construcciones que recordasen la acción del hombre. Rebeldes contra sus amos y cuidadores, los caballos rebelados se asustaron un día que vieron aparecer a la salida de un bosque la imagen gigante de un león; se asustaron y cuando lo vieron aproximarse, todos los caballos huyeron en estampida. Quien se acercaba hacia ellos era Hércules, cubierto con la piel de un enorme león, y al que los hombres supervivientes aclamaron sin cesar. Cinco. De Jorge Luis Borges (Argentina 1899-1986) se han seleccionado cinco cuentos de muy diferente extensión, el más breve es de media página, mientras que el más largo se extiende a veinte. El primero es el denominado “El Aleph”, que narra, en medio de un conglomerado de recuerdos y de anécdotas, el hallazgo por el autor de TEMPVS 38 (2015) 63-78

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una pequeña esfera tornasolada de unos dos a tres centímetros, en la que cabía el espacio cósmico sin que disminuyera su tamaño y en la que aparecía reflejada cualquier cosa posible o cualquier recuerdo. El propietario de la casa temía que, si era derribada, esa pequeña esfera, denominada Aleph, se perdería. El narrador, tras comprobar la existencia de esa pequeña esfera en el escalón de un sótano, dio la razón a quien se la enseñó, pero no quiso saber más de ella. El nombre Aleph designa la primera letra del alfabeto hebreo y para la Cábala significa la ilimitada y pura divinidad. Concluirá el narrador preguntando si el Aleph que él vio era un falso Aleph o el verdadero, y concluirá con la creencia de que era un falso Aleph, pues a lo largo de la historia se ha hablado de piedras similares. El segundo, “La biblioteca total”, plantea la posibilidad de disponer de una Biblioteca Total, en la que se reunirían todos los libros posibles que se pudieran hacer con la finitud de elementos de un idioma. Recorriendo distintos ejemplos a lo largo de la historia y empezando por la Metafísica de Aristóteles concluye que serían más las majaderías que se pudieran crear que los beneficios que se pudieran obtener. Demócrito, Leucipo, Cicerón, Ennio, etc. desfilan por este breve cuento, según el cual se incluirían en esa Biblioteca los inventos del Infierno, la Quimera, o las Ideas de Platón. El tercer cuento es una narración continuada e incoherente que responde a quien se expresa de forma ilógica, por lo que es acusado, según dice el mismo narrador, de soberbio, misántropo o loco. Afirma que su casa está abierta noche y día siempre, que es casa única en el mundo y que carece de muebles, de la que él, Asterión, sería prisionero. En la soledad de su casa juega y se distrae, o se desdobla… en fin, se describe como un demente. Recuerda que habrá para él un redentor. Al final del cuento se pregunta si su redentor será el Minotauro. El cuarto, “La trama”, refiere la expresión de Julio César al ser asesinado por su ahijado Marco Bruto “¡Tú, también, hijo mío!”, porque en la provincia de Buenos Aires un gaucho fue agredido y muerto por otros gauchos entre los que se encontraba su propio hijo. Al reconocerlo su padre, repitió la misma idea que César con la expresión “¡Pero, che!”. El quinto cuento de Borges se titula “Tres versiones de Judas”, en el que se proponen tres alternativas para la acción de Judas Iscariote, según interpreta N. Runeberg en tres hipótesis. Una sería que Judas entregó a Jesús para forzarlo a declarar su divinidad y a encender una vasta rebelión contra el yugo de Roma; otra sería que la traición no fue casual, sino prefijada: si El Verbo se rebajó a ser mortal, el discípulo del Verbo se rebajó a ser delator; la tercera, que si el Redentor lo eligió entre sus apóstoles, Judas podría anunciar el reino de los cielos, sanar TEMPVS 38 (2015) 63-78

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enfermos, resucitar muertos y expulsar demonios; si se hizo vil, fue por un falso ascetismo. Seis. Silvina Ocampo, argentina como su hermana Victoria, titula su cuento “Epitafio romano” y narra en un ambiente de la clásica Roma que Claudio Emilio casado con Flavia descubrió un día que le era infiel. Con serenidad planificó su venganza. Logró que su esposa fuese encerrada a escondidas en su granja del Tíber y ordenó que no le faltara de nada en ropa, alimentos y bebidas, libros y música, pero no podría salir ni ver la luz. Luego, tras salvar algunos objetos, incendió su casa de Roma e hizo que entre los restos aparecieran unas supuestas cenizas de su esposa y restos de una túnica; lo guardó en una urna y sobre su tumba grabó un largo epitafio. Pasados dos años, cuando ya el recuerdo de Flavia casi se había olvidado, Claudio Emilio sacó de su prisión a Flavia, que había envejecido rápidamente, la vistió y la llevó de noche hasta su tumba para que ella leyera su epitafio, que expresaba los deseos de sus padres, hermanos, hijos y otros familiares, siendo el último el de su propio marido. El cuento tiene tres finales posibles que la escritora propone al lector: desde ese momento Flavia será una aparición, alimentada, con casa y junto a él; en el segundo, Claudio Emilio la convence de que para el mundo ella está muerta y él se encargará de que no se reincorpore a la vida; cuando realmente muera, nadie asistirá a su muerte ni nadie la enterrará; en el tercero, Flavia dice que no es bastante seria ni está muerta; suelta su cabellera que muestra aún su lozanía, mientras Claudio Emilio pide clemencia a los dioses y amor a Flavia; la lleva a casa y nadie la reconoce. Claudio Emilio enloquece. Siete. Alejo Carpentier, cubano, nacido en Lausanne, 1904, y fallecido en París, 1980, escribió “Semejante a la noche”, un cuento dividido en cuatro partes, de las que la primera habla de cincuenta naves enviadas por Agamenón que llegan a la costa para ser cargadas con comida y materiales. Referencias a Príamo, el enemigo, y a Elena de Esparta completan la descripción que un muchacho hace y que espera llegar a Troya para rescatar a la reina de Esparta. El segundo capítulo habla también de los preparativos de una nave que se dispone a cruzar el Atlántico en las primeras décadas de la colonización americana. El tercer capítulo, que se puede entender como continuación del segundo, presenta a un joven de familia militar que aguarda en el puerto a que su nave zarpe hacia América; a la vista de que se ha marchado de casa de su novia enfadado con ella, decide pasar su última noche en un bar de mujeres; en el capítulo IV, el joven marino regresa a su casa, agotado, y se encuentra en la cama a su prometida, virgen aún, que no quiere que se marche a ultramar enfadado con ella; con el pretexto de salvar su TEMPVS 38 (2015) 63-78

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virginidad, él le hablaba sin dejarse arrastrar por su pasión hacia ella; el toque para zarpar sonó y ella, más irritada aún, se marchó corriendo. Ocho. José Lezama Lima (Cuba 1910-1976) escribió un cuento titulado “Para un final presto”, en el que se cuenta cómo un grupo de trescientos treinta y tres jóvenes estoicos, discípulos de un tal Galópanes de Numidia, fueron conducidos a un suicidio colectivo preconizado por el dirigente de una secta denominada “El secuestro del tamboril por la luna menguante”, de influencia oriental, y en cuya “instrucción” habían consentido sus progenitores atenienses, ansiosos de que la educación de sus hijos estuviese a la vanguardia de la mejor escuela. Algunas referencias a la Moira, el Tártaro y el pitagorismo, a ánforas, lékytos y aribaliscos, se enredan en una acción más onírica que real. Nueve. Enrique Anderson Imbert (Argentina 1910-2000) escribió entre sus cuentos el titulado “Cuerno y marfil”, breve, comentario a una noticia leída en el periódico. La información periodística aludía al descubrimiento de Michael Ventris en las excavaciones de Knossos de dos grandes puertas construidas una con “un solo cuerno” y otra con “un solo colmillo”. El profesor argentino había recordado las dos puertas descritas por Homero (Odisea XIX, 563), de las que Penélope había dicho a Odiseo que por una, la de marfil, pasaban los que los engañaban, mientras que por la de cuerno pasaban los que decían la verdad. A modo de conclusión graciosa, Anderson Imbert concluye que el horror de Ventris, no precisamente asombro, sería debido al tamaño que tendría el rinoceronte de cuyo cuerno se pudo hacer una puerta ciclópea, y el elefante de cuyos colmillos se construyó la otra puerta. Diez. Manuel Mujica Laínez, (Argentina, 1910-1984), escribe “Narciso”, que narra la triste vida de Serafín, un hombre que vivía solo, acompañado de gatos, a los que diariamente traía comida y dejaba hacer en la salita, sin que pudiesen entrar en el pequeño dormitorio; en éste un gran espejo enmarcado, dorado, enrulado y de estilo isabelino, colocado encima de la cómoda, reflejaba la imagen de Serafín con una mano abierta en la solapa y con expresión siempre misteriosa y de innegable hermosura. El paso del tiempo y el abandono del cuidado del apartamento llevó al inquilino las quejas de los vecinos, a los que no atendió, hasta que un día Serafín regresó sin comida para los gatos, se tendió en la cama y ya no se levantó. Los gatos se entretuvieron en destrozar todo lo que pudieron, pasando incluso por encima del Narciso que yacía inmóvil con su mano abierta sobre la solapa. Once. Julio Cortázar (Bruselas 1914 – París 1984, nacionalizado argentino, luego francés), escribió dos cuentos con ecos claros del mundo grecolatino. El primero, “Circe”, narra la experiencia de Mario, un joven TEMPVS 38 (2015) 63-78

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que acudía a la casa de los Mañara para enamorar a la joven Delia, una rubia que ya había tenido antes dos novios y cuyas muertes repentinas habían provocado unos rumores en el vecindario que no había forma de silenciar. Algunos obsequios elaborados por Delia se convertirían en funestas pócimas propias de una maga como la clásica Circe. Tras haber logrado Mario que ella lo quisiera y que fuera aceptado en la casa con plena confianza, Delia reanudó la vieja costumbre de hacer singulares bombones de variados sabores; un día Mario descubrió que hacía también bombones envenenados y que el gato parecía enfermo. Retirados los ancianos Mañara a su habitación y habiendo quedado solos Delia y Mario, él quiso ir a la cocina a coger un vaso de agua, de la que no llegó a beber; pero en la cocina vio al gato moribundo y arrastrándose con unas astillas clavadas en los ojos; a la insistencia de ella para que probara un bombón, él se resistió y comprobó que su insistencia tenía otra intención; en vez de comérselo, lo abrió delante de ella y comprobó lo que en su interior escondía; confirmadas las criminales intenciones que sus regalos tenían, Mario le apretó con sus manos el cuello y a punto estuvo de asfixiarla, mas la dejó caer y se marchó dejándola en medio de llantos y de lamentos. El segundo cuento se titula “La isla a mediodía” y narra la historia de Marini, un joven empleado de una compañía aérea que fue atraído por la belleza de la islita Xiros, en el Egeo, a la que veía diariamente desde la altura del avión en su ruta Roma-Teherán. Logró llegar a la isla en sus siguientes vacaciones, tras un largo recorrido por tierra y mar y teniendo que acceder a ella en un pequeño barco privado que semanalmente recogía la pesca de pulpos de sus pocos habitantes y dejaba lo que éstos les encargaban. Al llegar a la isla, Marini se dio enseguida un baño y recorrió parte de su geografía; al poco tiempo de su estancia, mientras disfrutaba del paisaje y de su sol, presenció la caída al mar de una avioneta, a cuyo socorro acudió a la carrera y logró arrastrar hasta la orilla el cuerpo malherido del único tripulante que pudo salir del aparato; su esfuerzo, sin embargo, no sirvió para salvar la vida del accidentado, pues las graves heridas que presentaba le causaron enseguida la muerte. Doce. De Juan José Arreola, Méjico 1918-2001, se han incluido cinco cuentos, cuyos títulos son ya indicio de su sentido clásico. El primero se titula “Ágrafa musulmana en papiro de Oxyrrinco”, cuya brevedad está en el siguiente texto: Estabas a ras de tierra y no te vi. Tuve que cavar hasta el fondo de mí para encontrarte. El segundo, “De balística”, va precedido de dos citas: una de César y otra de Apiano, que hablan de las catapultas. El cuento narra el episodio de una clase de un profesor de historia que explica a sus alumnos una TEMPVS 38 (2015) 63-78

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de las antiguas armas de guerra, la catapulta. Entre los alumnos hay uno llegado de la universidad de Minnesota que debe hacer su tesis doctoral de doscientas páginas y redactar varias conferencias. La redacción es graciosa, pues el apurado alumno americano no cesa de interrumpir al profesor que terminará tomándole respetuosamente el pelo. Nombres propios de escritores clásicos, de lugares y de algunas batallas salpican el relato. El tercero, “Nabónides”, cuenta el intento de un restaurador que aspira no a restaurar, sino a reproducir fielemente aquellas piezas deterioradas de Babilonia que debieran renovarse; supo que tendría que restaurar ochocientas mil tablillas de la Biblioteca; el trabajo inmenso requería muchos operarios, que al no ser suficientes, ideó un sistema taquigráfico para las tablillas, estelas y cilindros. Un día los babilonios, que habían descuidado el ejército, se vieron invadidos y sometidos por los persas, quienes mandaron a Nabónides a la isla más lejana. El cuarto es “Parturient montes”, que cuenta cómo un señor tenía una nueva versión del “parto de los montes”; acosado por la gente y obligado a contar lo que sabía, no tenía en realidad nada que decir, sino que tras decir cuatro tonterías, no decía más; apurado porque lo iban a linchar, se acercó en el revuelo una mujer que se puso a su lado; volviendo a buscar por su ropa y resto del cuerpo, donde antes no había encontrado nada, ahora notaba que desde la axila se deslizaba algo hacia abajo que finalmente salió por su mano: era un ratón; y todos, alegres, comprobaronn que el ratón era de verdad y que estaba vivo; ello le valió que no lo lincharan. La mujer le reclamó finalmente el ratón y se lo escondió en su seno. El quinto cuento es “Sinesio de Rodas”, cuyo inicio recuerda la Patrología Griega de Paul Migne, pues se suelen recordar los nombres de Orígenes, Clemente de Alejandría, etc., pero se olvidan otros, que también hicieron su contribución, cual es el caso de Sinesio de Rodas. Éste aceptó la existencia del Paraíso tal como fue concebido por los Padres de la Iglesia, pero los vació de los ángeles, a los que consideraba concesionarios y distribuidores de las contigencias humanas. Nunca se le prestó atención a su herejía, ni siquiera a la refutación de sus ideas que había preparado un abad de Constantinopla. Trece. Juan Rodolfo Wilcock (Argentina 1919, Italia 1978). Un breve cuento titulado “Atlántida” recuerda el mítico hundimiento de un supuesto continente situado frente a las Columnas de Hércules o Estrecho de Gibraltar. Como si se dispusieran de emisoras de radio que transmitían las últimas noticias, en la mítica Atlántida las autoridades recomendaban a los ciudadanos acudir a las partes altas de la isla, porque por los dioses sabían que ya la tierra no se hundiría más. Llegó TEMPVS 38 (2015) 63-78

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un momento en el que sólo quedaba con el agua al cuello el jefe de la isla que decía que ya lo peor pasó. Catorce. Augusto Monterroso (Honduras 1921 – Méjico 2003) se nacionalizó guatemalteco. Sus relatos son breves. El primero “Heraclitana”, cuenta que si uno tiene bicicleta o caballo sí puede bañarse dos y tres veces en el mismo río. El segundo, “La sirena inconforme”, cuenta que hubo una sirena, de las que cantaron al paso de Ulises, que no quedó conforme con el ingenio de Ulises; cuando el héroe regresó, no se tapó los oídos, pero las sirenas no cantaron, salvo la inconforme; al escucharla Ulises, se aproximó a la isla, desembarcó y la escuchó con atención, tras lo cual la poseyó y después, según su costumbre, huyó. De esa unión nació Hygrós, “Húmedo”, que sería posteriormente proclamado patrón de las vírgenes solitarias y pálidas prostitutas. El tercero, “La tela de Penélope o quién engaña a quién”, es un breve relato según el cual el astuto Ulises estaba casado con Penélope, mujer maniática del tejer; Ulises, cada vez que la veía preparar sus enseres para emprender una nueva labor, se iba a escondidas en su barco a recorrer mundo y conocerse a sí mismo; lo que Ulises no sabía es que ella, aprovechaba las escapadas de su marido, para coquetear con sus pretendientes, y no al revés como lo entendió Homero. El cuarto, “La tortuga y Aquiles”, habla de la célebre carrera, en la que Aquiles llegó una diezmiltrillonésima parte de segundo detrás de la tortuga. El quinto, “Pigmalión”, describe al “poeta” (sic), es mejor decir, escultor, que hacía tan perfectas sus figuras que parecían reales, hasta el punto que les enseñaba muchas cosas que él sabía desde literatura a chistes y bromas; algunas, continúa el cuento, llegaron a ser tan perfectas que se movían y salían a la calle, incluso algunas se creían mejores que su propio creador y hablaban mal de él. En el extremo de su perfección algunas estatuas lo consideraron el responsable de todos sus males y trataban de sacarle los ojos. Cansado el poeta, les daba una patada en el culo para que cayeran al suelo troceadas. Quince. Álvaro Mutis (Colombia 1923 – Méjico 2013) escribió el cuento “La muerte del estratega”, cuya acción se sitúa en el siglo VIII, en tiempos de la Emperatriz Irene, cuando se celebró el II Concilio Ecuménico de Nicea (787). En éste se trató, entre otros asuntos, la posible canonización de unos cristianos martirizados por los turcos en una emboscada en tierras sirias. Entre los martirizados estaba el Estratega de la Emperatriz, conocido por Alar el Ilirio, que ejerció su mando y prestó valiosos servicios en varias regiones del Imperio. Pero cuando el patriarca de Laconia, Nicéforo Kalitzés, encargado del expediente de Alar, estudió los documentos aportados, encontró unas cartas del general bizantino a su hermano Andrónico, en las que TEMPVS 38 (2015) 63-78

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mostraba sinceramente sus dudas sobre la divinidad y su fragilidad en la fe cristiana, por lo que la Iglesia decidió silenciar su caso, aunque la Iglesia de Oriente rescatara posteriormente su memoria. El cuento narra la vida de este general, hijo de un alto funcionario del Imperio, cuyo padre quiso que fuera educado en la decadente Atenas bajo la influencia de los últimos neoplatónicos, lo que le supuso perder todos los vestigios de fe cristiana. Alar, de regreso a Constantinopla, aparendió varias lenguas (sirio, armenio, árabe, además de latín, griego y franco). Muerto Constantino IV, Alar ascendió a general y mandaba la guarnición de Kipros. Los emperadores León e Irene visitaron Pafos, donde fueron recibidos por Alar y del que se llevaron muy buena impresión. A los treinta años Alar leía poesía latina de Virgilio, Horacio y Catulo. Se casó con una hija de un alto comerciante de Bizancio, aunque hizo lo posible por vivir siempre alejado de su casa. En un momento dado, se hizo acompañar de una esclava de Gales, quien le servía con ternura y discreta devoción; cuando la joven murió en una emboscada, ya no volvió a llevar mujeres consigo. Tras muchos servicios al Imperio, finalmente moriría en un ataque imprevisto de los turcos, que lograron rodear a su ejército y aniquilarlo totalmente. Dieciséis. Manuel Montalvo Rodríguez (1945-…) escribió “Dios de mis diosas”. Es un cuento que se publica por primera vez en este libro. El personaje principal es Zeus, un dios pagano, aunque olímpico, que se comporta como un hombre y que atiende a todas sus esposas respetuosamente, con las que cumple puntualmente, cada una en su día y hora; por tanto, vive una respetuosa relación matrimonial polígama. En algún caso, una de sus diosas y esposas está permanentemente acompañada por un amorcillo; su presencia, molesta, la eliminará con un rayo el día que se tome una tregua en el cumplimiento de sus deberes conyugales. No es un cuento para niños, lógicamente; pero es simpático. Un índice onomástico de nombres propios y de obras cierra este singular libro de cuentos e historias que tiene de singular el que sus personajes, míticos o históricos, pertenecen o deben su presencia al mundo de los clásicos griegos y latinos. Un libro de cuentos que seguramente tendrá una segunda parte, en la que se amplíe el repertorio de Cuentos de Grecia y Roma. LUIS MIGUEL PINO CAMPOS

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