La crónica troyana de Dictis: la forma en prosa como relato histórico

June 14, 2017 | Autor: M. Movellán Luis | Categoria: Poesía épica, Historiografía, Ephemeris Belli Troiani
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LA CRÓNICA TROYANA DE DICTIS: LA FORMA EN PROSA COMO RELATO HISTÓRICO Mireia Movellá n Luis Universidad Complutense de Madrid [email protected]

Resumen — En la Ephemeris belli Troiani de Dictis Cretense se reescribe el relato de la guerra de Troya en clave historiográfica. Heredero de una larga tradición de crítica homérica, nuestro desconocido autor necesitaba una nueva y racional versión para poder cumplir con la intención última de su narración: actualizar los personajes y el relato del mito para que fueran aprehensibles unos diez siglos más tarde de su creación. El objetivo de este ensayo es poner de manifiesto la colección de credenciales que le permiten presentarse como un «historiador» y mostrar cómo la elección de este tipo de relato conlleva ciertas modificaciones en la narración. Palabras clave — Dictis, Ephemeris belli Troiani, historiografía griega, épica griega DICTYS’ TROJAN CHRONICLE: THE PROSE FORM AS HISTORICAL ACCOUNT Abstract — Dictys Cretensis’ Ephemeris belli Troiani (dated from the 2nd century AD) rewrites the Trojan War in a historiographical key. Heir of a long tradition of Homeric criticism, this unknown author needed a new and rational version in order to fulfil the purpose of this narration: to update the characters and the chronicle of the myth so that they could be understood ten centuries after their creation. The objective of this essay is to highlight the collection of credentials that allow him to stand as a ‘historian’ and to show that choosing this type of writing implies certain modifications in the narration. Keywords — Dictys, Ephemeris belli Troiani, Greek historiography, Greek epic

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En Grecia todo comienza con la épica. Con esta afirmación Hartog (2000: 288) trató de mostrar cómo la guerra de Troya se convirtió en el acontecimiento axial de la historia griega. En efecto, para Heródoto, dicho acontecimiento supondrá el fin del rapto recíproco de mujeres y el inicio de la enemistad entre persas y griegos; para Tucídides, el comienzo de la estructuración interna de la Hélade. Sin embargo, frente a la historiografía, la epopeya separa pasado y presente mediante la pura yuxtaposición: en cuanto empieza a cantar el aedo se opera la cesura (Hartog 1998: 136). El mundo en el que tienen lugar los sucesos épicos es mítico y sus leyes son diferentes de las de la realidad ordinaria; «los actos de los protagonistas no están sujetos a limitaciones de espacio y de tiempo, y la naturaleza no se entromete» (Fränkel 1993: 50). En el relato del aedo, se preserva cuidadosamente la distinción entre el entonces y el ahora, la perspectiva es la de una degeneración creciente: una y otra vez, cuando se informa de las hazañas de los héroes, se añade que los hombres actuales no podrían realizar tales hechos1. Por el contrario, la historiografía en Grecia nace, con Heródoto, en parte, y programáticamente con Tucídides, como historia del presente: el pasado queda desterrado de la narración histórica, no se puede hablar de lo que no se ha visto u oído. El historiador no es un poeta inspirado por la Musa, la prosa necesita otro tipo de autorización: la investigación es la que autoriza ahora al narrador. En tanto que género literario, la historiografía bebe de los modelos que tiene a su alcance. En efecto, un narrador puede ofrecer a sus lectores el privilegio de la prolepsis y crear, por ejemplo, el efecto de la ironía trágica. O lo contrario: ocultar información al lector que el protagonista sí conoce. O bien focalizar la acción a través de los caracteres de manera que se alinea al lector con el personaje. Así, mientras en Heródoto encontramos sugerencias del autor o presagios que preparan al lector para lo que va a ocurrir, Tucídides narra su guerra año a año sin prolepsis. Una muestra: sabemos cómo terminó la expedición a Sicilia, pero Tucídides consigue recrear el ambiente en el que se desarrolló de modo que el lector (mediante la re-experimentación de las vivencias de los protagonistas) pueda llegar a entender el horizonte de expectativas existente en el momento (Grethlein, 2010: 321). Esto, tan complicado en una narración historiográfica, puesto que 1  Incluso dentro del tiempo mítico hay diferencias: el viejo Néstor recuerda cómo conoció hombres mejores que los que le acompañan (Il. 2.259 ss.).

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supone mirar al pasado abstrayéndose del presente, se consigue mediante la introducción de discursos que adentran al lector en el mundo de la vida de los personajes y le permiten imaginar cuáles eran las expectativas del momento. Así, «el dramatismo de los momentos finales de la guerra del Peloponeso se hará más patente al observador si intenta comprender cómo pasó de posibilidad a realidad la tiranía de los Treinta» (Plácido 2007: 12). Pues nada de cuanto acontece es inevitable y precisamente esto es lo que vertebra la obra de Tucídides. Ya Collingwood (2004: 49) nos advertía de que «si examinamos retrospectivamente nuestras acciones o cualquier trecho de historia, vemos que algo se va realizando a medida que se despliega la acción y que, sin embargo, no estaba presente en nuestra mente, ni en la de nadie, cuando la acción que lo generó dio comienzo». En efecto, el acontecimiento es solo inevitable cuando ha sucedido y olvidar esto provoca una visión anquilosada del pasado. Es preciso tener siempre en cuenta que hubo un momento en el que no existía lo que hoy ya es pasado, solo existían posibilidades de futuro. Tucídides, asumiendo la posibilidad de que los lectores estén familiarizados con los acontecimientos en general, pero que los detalles les sean ajenos, y recogiendo la experiencia de la tragedia griega (que cuenta una y otra vez la misma historia), consigue poner de manifiesto la existencia de otras posibilidades históricas, que no por no haberse producido fueron menos deseadas por los actores. La tradición historiográfica tucididea se mantiene viva hasta el siglo II n.e., momento en el que la Ephemeris belli Troiani se escribe. Su desconocido autor presenta la narración de Dictis, soldado que participó en la guerra de Troya a las órdenes de Idomeneo de Creta, quien le encargó que escribiera la crónica de la batalla, según cuenta el prólogo. Cuenta también cómo se encontró el relato en la tumba del propio Dictis, abierta a causa de un terremoto en época de Nerón. De este modo, la Ephemeris, que recoge toda la tradición anti-homérica2, al envolverla con el formato pseudo-documental (cf. Movellán 2011), muestra a su narrador como un testigo presencial, entroncándose así con la historiografía y evitando la aversión de ésta por el relato del pasado. Seguramente no es casualidad que esta obra se escriba en el mismo momento en que Luciano se erige como el gran defensor de 2  De la misma época son el Discurso 11 o Troyano de Dión Crisóstomo y el Heroico de Filóstrato, por ejemplo.

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Tucídides en su Cómo se escribe la historia a la vez que juega con el lector al plagar sus Relatos fantásticos de referencias intertextuales. Ciertamente, a partir del siglo I, en plena época de la llamada Segunda Sofística, las reflexiones sobre el lenguaje y la literatura vuelven a ponerse sobre la mesa. La aparición del último género literario griego, la novela, crea un nuevo modelo de lector crítico con la ficción. En la Ephemeris la intertextualidad juega con la épica y con la historiografía, y utiliza esta última para introducir verosimilitud en la primera. Contra lo que proponía aquella, la historiografía enseña que la naturaleza humana no cambia, de modo que aquellos héroes no debieron de ser mejores que los hombres del momento. El autor de la Ephemeris no ha querido profanar a Homero ni superarlo en exactitud histórica, lo que ha hecho es introducir en el mito un proceso de desencantada deformación para divertir a su público con el espectáculo de una humanidad en la que el comportamiento incoherente es la regla y no la excepción (Timpanaro 1987: 201). Así, mientras, como hemos visto, Tucídides trata de restaurar el presentismo para los lectores futuros, la intención de la Ephemeris es buscar un efecto parecido pero haciendo el camino a la inversa: re-crear un pasado que sea comprensible para un individuo del siglo II. A lo largo de la narración se lleva a cabo un proceso de «actualización» del relato homérico de manera que los protagonistas sufrirán como humanos y los motores que moverán la acción serán los que, a ojos de alguien del siglo segundo, la han movido siempre: riqueza, avaricia, amor o la soledad del hombre. Para conseguir esto y lograr con ello atrapar al lector e introducirle en la narración, la Ephemeris echa mano de diversos recursos: la modificación inesperada de acontecimientos; la transformación de los caracteres de los personajes; variaciones en la línea cronológica del relato para dar sentido al desarrollo de los acontecimientos. Con todo ello, consigue romper el espacio de experiencia del lector, conocedor de la leyenda, y captar su atención. En el prólogo nuestro autor pone en marcha dos juegos paralelos de estrategias de autorización: el tópico del manuscrito rencontrado otorga carta de antigüedad al documento, mientras los tópicos historiográficos presentan al narrador como voz autorizada. Ciertamente, las principales características de la narrativa histórica se encuentran en la crónica de Dictis. Sabemos que la cuestión de la autopsia del historiador es importantísima en la historiografía antigua: si los filósofos andaban a vueltas discutiendo

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sobre la fiabilidad de los sentidos, la fe del historiador antiguo en los ojos y los oídos es raramente cuestionada y solo modificada a partir de Polibio, que añade la cuestión de la experiencia (ser testimonio de algo, sin la debida preparación para entenderlo, no es suficiente). Con todo esto, Dictis se presenta como un soldado, alguien con experiencia en la labores de la guerra, y como testigo presencial. La justificación de la elección del tema por parte de Dictis, es sencilla: es un encargo. En efecto, era bastante habitual que un general llevara a su lado un escriba que relatara la guerra. Dictis no se define, pues, como un historiador de oficio, él no es Tucídides. De ahí se deriva el estilo en el que escribe la crónica: el autor inscribe su narración en una tradición o subgénero literario muy concreto, el de la ἐφημερὶς. Este término, como también ὑπομνήματα, se traduce en latín como commentarii y se refiere a algo muy específico: es la narración sintética de los hechos de una guerra contados por un participante. De hecho, Luciano, en el citado Cómo se debe escribir la historia (16 y 48), define ὑπομνήματα como el borrador de una obra histórica, bien para que el propio autor la prosiga más tarde, o bien por su propia conciencia de poca pericia literaria, para que la prosiga otro con mayor capacidad. Así hay que entender el tan denostado estilo de nuestro texto. Con todo esto el autor consigue poner en situación al lector y prepararlo para lo que va a seguir: una nueva versión de la guerra de Troya contada por uno de los participantes. El lector ya imagina entonces que el relato va a sufrir variaciones, lo que no sabe es cuáles. Una vez organizado el envoltorio, para lograr mantener la atención a lo largo del relato, la narración procede por golpes de escena, por continuos imprevistos, y reelabora los caracteres jugando con el retrato psicológico de unos personajes impredecibles y esquizofrénicos. Este estilo narrativo y estos cambios de guion es lo que ha llevado a Timpanaro (1987) a hablar de aprosdóketon narrativo, en tanto que las variaciones provienen del interés en dejar maravillado al lector. Veamos algún ejemplo. En el contexto de cierta «racionalización mitológica», los héroes no son ya más que hombres y las divinidades han casi desaparecido de la escena. Uno de los primeros cambios que esto provoca es la necesidad de cierta racionalización militar: son precisos ciertos cambios en la estrategia militar o, más bien, en la cronología de los acontecimientos, para que tenga sentido la victoria de los griegos sin la colaboración divina. Así, en la Ephemeris, la conocida lucha entre Odiseo y Áyax termina con el asesinato (parece

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sugerir Dictis) de Áyax, pero ocurre tras la caída de Troya. Pues como observa Dictis (5.15), si estos acontecimientos hubieran ocurrido antes de la toma de Troya, sin duda los enemigos habrían sacado gran ventaja y la victoria habría peligrado. Asimismo, el propio final de la guerra supone una sorpresa. A lo largo de toda la narración, los caudillos griegos han ido degenerando cada vez más en su comportamiento y Dictis parece ir sugiriendo que la guerra corrompe a todo participante. Esto se hace patente cuando, tras la rendición de Troya (y el desconcierto del lector, pues se pacta una paz), los griegos deciden asaltar la ciudad a traición. De modo que parece insinuarse que la guerra podría haber terminado con un pacto, pero la codicia de los griegos fue la que les llevó a arrasar la ciudad y apoderarse de sus riquezas. Sin embargo, la gran novedad que introduce Dictis en la narración es el carácter de Aquiles3. Mientras en la primera parte de la Ephemeris Aquiles sigue el paradigma de guerrero valiente, en la parte central y más extensa, la que se corresponde con el relato homérico, nos aparece un personaje distinto: consiente en entregar la esclava por el bien del ejército, su enfado surge después y se dirige hacia todos los caudillos por no haberle defendido ante Agamenón y por no haber sido invitado a determinado banquete. La magnánima ira de Aquiles se ve convertida en un berrinche: es el comportamiento de los compañeros, que le dejan de lado, lo que parece afectar más a Aquiles. La extrema soledad del héroe y su aislamiento le llevan a un incontrolado arranque de rabia: trama un ataque al campamento que será descubierto por Ulises y quedará en nada. ¿Por qué atacar a sus compañeros? Quizá, como propone Timpanaro, el asalto del ofendido Aquiles pueda entenderse como una rebelión ante esa pérdida de importancia del héroe: en esta versión, que el héroe no luche no acarrea desgracias al ejército, sino que, precisamente, la batalla que justo va a empezar tras el enfado termina antes de comenzar: ambos ejércitos deciden retirarse del campo de batalla antes de empezar porque ninguno de los dos se atreve a atacar primero. Ante esto, Aquiles debe pensar que si el ejército no sufre por su ausencia, sufrirá directamente su ataque. En definitiva, estos breves ejemplos muestran cómo el relato ha modificado la tradición para introducir cierta racionalización y cuestiones como la 3  Dejamos de lado, por cuestión de espacio, la historia del enamoramiento de Aquiles (que no es invención de la Ephemeris) y nos centramos solo el motivo de su enfado.

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codicia o la soledad del individuo. Ya no sirven los ejemplos heroicos, ahora el mundo está poblado de seres humanos como los que dibujara Tucídides, de ahí el empeño en presentar el relato como una obra historiográfica. El uso del aprosdóketon sirve para entretener o mantener la atención, pero el acento debe recaer en los cambios que se producen y en su resolución. La introducción de temas propios de la época muestra la intención del autor de actualizar el relato e insertar ciertas dosis de realidad que muestren la verdadera naturaleza humana ante la guerra: ni existen los héroes, ni las guerras son buenas, ni la muerte es bella.

Referencias bibliográficas Arendt, H. (1954) Between Past and Future, Nueva York, Penguin. Collingwood, R. G. (19461) The Idea of History, Oxford, Oxford University Press [Idea de la historia, Méjico, FCE, 2004.] Cristóbal, V. & del Barrio Vega, M. F. (2001) La Ilíada latina; Diario de la Guerra de Troya de Dictis Cretense; Historia de la destrucción de Troya de Dares Frigio, Madrid, Gredos. Fränkel, H. (19511) Dichtung und Philosophie des frühen Griechentums, Nueva York, American Philological Association, [Poesía y filosofía de la Grecia arcaica, Madrid, Visor, 1993]. Grethlein, J. (2010) «Experientiality and ‘Narrative Reference’, with Thanks to Thucydides», History and Theory 49.3 (octubre), 315-335. Hartog, F. (2000) «The Invention of History: The Pre-History of a Concept from Homer to Herodotus», History and Theory 39.3 (octubre), 384-395. — (1998) «Premières figures de l’historien en Grèce: historicité et histoire» en N. Loraux & C. Miralles (eds.) Figures de l’intellectuel en Grece ancienne, París, 123-141. Movellán Luis, M. (2011) «Mentiras subsidiarias en la Ephemeris belli Troiani» en J. Martínez (ed.) Falsificaciones y falsarios de la literatura clásica, Madrid, Ediciones Clásicas, 227-233. Plácido, D. (2007) «La historia entre los tiempos», Gerión 25.1, 7-23. Timpanaro, S. (1987) «Sulla composizione e la tecnica narrativa dell’ Ephemeris di Ditti-Settimio» en S. Boldrini (ed.) Filologia e forme letterarie, VI, Urbino, Università degli studi di Urbino, 169-215.

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